FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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jueves, 7 de noviembre de 2019

Vivos para la vida - 32º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

CONCLUSIONES DEL SÍNODO DE LA AMAZONIA


col otalora
La primera de todas es que no ha tenido la relevancia en los medios de comunicación -tampoco en los que siguen al Papa en otros asuntos- teniendo en cuenta lo que allí se ha desarrollado y aprobado. Estamos hablando de un Sínodo con una participación activa cercana a las 90.000 personas centrado en la realidad del Amazonia, con treinta millones de personas que viven en culturas distintas repartidas en nueve países, que ha congregado además a numerosos grupos y organizaciones de la sociedad civil para tratar sobre asuntos de calado para la Iglesia y el mundo.
El Sínodo ha concluido sus trabajos aprobando por una mayoría cualificada (más de dos tercios) los 120 puntos del documento final, en el que se pide al Papa la ordenación sacerdotal de hombres casados, el diaconado permanente para las mujeres y la creación de un rito que tenga en cuenta la peculiaridad de los pueblos indígenas de la zona. El Papa Francisco, por su parte, ha anunciado que publicará una exhortación apostólica "antes de fin de año", que se convertirá en doctrina de la Iglesia. 
Francisco anunció que reactivará la comisión de estudio del diaconado femenino pero hay que reseñar también el lunar del Sínodo, en el que las 35 mujeres participantes no han podido votar por no ser reconocidas 'madres sinodales'. Por otra parte, el sínodo ha votado “sí” a la recomendación de que personas con familias puedan ser sacerdotes en zonas donde los fieles no pueden recibir la eucaristía. En este sentido, un número considerable de asistentes propusieron que este Sínodo abra la posibilidad  de un abordaje universal de estos temas, no solo pensando en la zona amazónica, sino en lugares con similares problemáticas de grandes zonas vaciadas de población, como pudiera ser buena parte del interior de España afectada a la vez por la escasez de sacerdotes.
La segunda gran conclusión del Sínodo ha sido poner en valor la realidad de este pulmón planetario al que los asistentes al Sínodo definieron como “Una hermosura herida y deformada, un lugar de dolor y violencia", denunciando que "los atentados contra la naturaleza tienen consecuencias contra la vida de los pueblos", y son provocados por las injusticias medioambientales humanas que impactan directamente en el cambio climático.
El documento sinodal, en clave de denuncia profética, ve detrás de todo ello "los intereses económicos y políticos de los sectores dominantes, con la complicidad de algunos gobernantes y de algunas autoridades indígenas". "Las víctimas son los sectores más vulnerables, los niños, jóvenes, mujeres y la hermana madre tierra", concluyendo que es necesario definir el pecado ecológico, el compromiso con la defensa de los derechos humanos de la región y la crítica a las empresas que explotan los recursos de esta región de manera salvaje e irresponsable que está rompiendo el equilibrio ecológico de la zona y del mundo entero.
Desde que este Sínodo comenzó a prepararse, obispos y misioneros que realizaron la consulta previa con las comunidades han descubierto que las culturas indígenas son expresión de la relación armoniosa entre Dios creador, los humanos, la comunidad y la naturaleza. Al final de las sesiones, muchos obispos amazónicos firmaron un nuevo Pacto de las Catacumbas (*), a través del cual se comprometieron a insertarse en el camino de los pueblos amazónicos y en la defensa de la Amazonia y de la Tierra como “nuestro hogar común”.
Frente a los que desde dentro de la Iglesia atacan a este Sínodo propiciado por el Papa, la voz del Cardenal Hummes, relator general del Sínodo amazónico, resuena muy claramente: la Iglesia católica es una Iglesia en salida para abrir sus puertas, derribar los muros que la rodean y construir puentes sobre todo para “las periferias de la humanidad, ayudando a la gente, a los países y a la humanidad toda a encontrar el sentido de de la vida y de la historia”. Puro evangelio, me parece, aunque en Occidente muchos cristianos, prelados incluidos, se ponen de perfil: a ver si pasa pronto todo esto.
(*) El Pacto de las Catacumbas se firmó el 16 de noviembre de 1965 por una cuarentena de obispos, la mayoría latinoamericanos, que participaban en el Concilio Vaticano II. El documento fue un compromiso de adoptar una vida de sencillez despojada de posesiones con una nueva actitud pastoral orientada a los más vulnerables.

ENRAIZAD@S EN EL DIOS DE LA VIDA


col rosario ramos

Lc 20, 27-38
10 de noviembre de 2019
El evangelio de este domingo nos propone una nueva reflexión, realizada por Jesús, sobre la nueva imagen de Dios y la esencia del ser humano en referencia a su dimensión trascendente. Comienza el texto aludiendo a un momento anterior en el que ha colocado en su lugar natural la dimensión humana, social, económica, política y religiosa. En este momento, la toma de postura de Jesús va a venir por un encuentro tenso con los saduceos. Es importante recordar que ya está cerca la detención de Jesús y el juicio político y religioso al que fue sometido.
Los saduceos pertenecían a la aristocracia sacerdotal de donde provenía el sumo sacerdote. Constituían una de las tres grandes corrientes del pensamiento judío. Su teología era conservadora y sólo aceptaban la Torá escrita rechazando la ley transmitida oralmente. Negaban la resurrección y, esta afirmación, les enfrenta al Maestro. Tuvieron un papel muy relevante en la condena a muerte de Jesús. De hecho, los dos versículos siguientes a este texto, que no recoge la liturgia de hoy, son esenciales para comprender este enfrentamiento: esos dos versículos hablan de que algunos maestros de la ley dijeron a Jesús que tenía razón y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas. Como se puede observar, Jesús usa el argumento de la ley escrita dada a Moisés haciendo referencia a un Dios de vivos y no de muertos. Utilizar este argumento, aunque interpretado por parte de Jesús, le da autoridad y le hace creíble, aparentemente, ante algunos maestros de la ley.
Lo que se pone en cuestión, en este texto, no es sólo la resurrección sino la imagen de Dios desde las nuevas claves de su mensaje. Es verdad que hace referencia al momento de la revelación a Moisés ante la zarza que no se consume. Esta referencia encaja bien para definir que Dios se revela como el SER, como le responde Yahvé a Moisés en el texto del Éxodo. Lo que caracteriza en esencia al Dios de Jesús es la VIDA y un Dios que ES, un Dios presente y vivo, no es una idea que se transmitió en un momento histórico, ni una esperanza futura que conquistaremos a través de nuestras obras, premios y esfuerzos egocéntricos. Dios es trascendente, pero Dios está. Y es una experiencia posible pero transpersonal y transcultural. Vamos hacia un estado que supera las categorías humanas. La pregunta sobre el matrimonio que realizan los saduceos pone de manifiesto esta intuición según la respuesta de Jesús. Este colectivo, que representa a la institución judía, va siendo desestabilizado por Jesús con su discurso. Ellos, preocupados por la pertenencia de la mujer viuda que va pasando de mano en mano hasta ver de quién es propiedad. Jesús, preocupado por recuperar la dignidad esencial del ser humano que explicita claramente que es: “ser hijos e hijas de Dios”. En el ámbito de la fe, como bien dice san Pablo en la carta a los Gálatas, hemos sido revestidos de esa dignidad y ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. En Cristo Jesús, TODOS SOMOS UNO, una encarnación del Dios de la Vida; ya no hay roles, ni privilegios, ni ningún constructo humano porque quedará desvanecido ante ese Dios presente que NOS HACE SER desde nuestra raíz divina.
Vivir desde esta convicción y desde esta experiencia tiene unas consecuencias éticas de mucha envergadura en nuestra vida, en nuestra visión del ser humano, de las relaciones humanas, en nuestra fe, en nuestra aportación a la historia y al mundo real de hoy. Vivir desde esta nueva consciencia de SER y de VIVIR podría ser el motor que dé a luz una nueva humanidad.
¡¡¡FELIZ DOMINGO!!!

EL MÁS ALLÁ NO ES UNA CONTINUACIÓN DEL MÁS ACÁ


col fraymarcos

Lc 20,27-38
Por fin estamos en Jerusalén. Lc ya ha narrado la entrada solemne y la purificación del Templo. Sigue la polémica con los dirigentes. Los saduceos, que tenían su bastión en torno al templo, entran en escena. Era más un partido político que religioso. Estaba formado por la aristocracia laica y sacerdotal. Preferían estar a bien con la Roma y no poner en peligro sus intereses. Solo admitían el Pentateuco como libro sagrado. Tampoco admitían la tradición. No creían en la resurrección. Jesús no responde a la pregunta. Responde a lo que debían haber preguntado.
El planteamiento responde a una visión mítica. Lo que encerraba una verdad desde esa visión, se convierte en absurdo cuando lo entendemos racionalmente desde nuestro paradigma. Pensar y hablar del más allá es imposible. Es como pedirle a un ordenador que nos de el resultado de una operación sin suministrarle los datos. Ni siquiera podemos imaginarlo. Puedo imaginar lo que es una montaña de oro aunque no exista en la realidad, pero tengo que haber percibido por los sentidos lo que es el oro y lo que es una montaña. No tenemos ningún dato que nos permita imaginar el más allá, porque todo lo que llega a nuestra mente ha entrado por los sentidos.
Las imaginaciones para el más allá carecen de sentido. Lo único racional es aceptar que no sabemos absolutamente nada. El instinto más visceral de cualquier ser vivo es la permanencia en el ser; de ahí que la muerte se considere como el mal supremo. Para el ser humano, con su capacidad de razonar, ningún programa de salvación será convincente si no supera su condición mortal. Si el hombre considera la permanencia en el ser como un valor absoluto, también considerará como absoluta su pérdida. Todos los intentos por encontrar una salida son inútiles.
Todos queremos ser eternos en nuestro yo individual porque no hemos descubierto nuestro verdadero ser más allá de nuestra contingencia. Esa contingencia no es un fallo, sino mi propia naturale­za; por lo tanto no es nada que tengamos que lamentar ni de lo que Dios tiene que librarnos, ni ahora ni después. Mis posibilidades de ser las puedo desplegar aquí y ahora, a pesar de esa limitación. No creo que sea coherente el postular para el más allá un cielo maravilloso mientras seguimos haciendo de la tierra un infierno.
Nuestro ser, que creemos autosuficiente, hace siempre referencia a Otro que me fundamenta, y a los demás que me permiten realizarme. La razón de mi ser no está en mí sino en Otro. Yo no soy la causa de mí mismo. No tiene sentido que considere mi propia existencia como el valor supremo. Si mi existir se debe al Otro, Él será el valor supremo también para mi ser individual y aparentemente autónomo. Si el Otro, desde su ser permanente, se relaciona conmigo, esa relación no puede terminar y mi relación con Él también lo será eterna.
El pueblo de Israel empezó a reflexionar sobre el más allá unos 200 años antes de Cristo. El concepto de resurrección no se acuñó hasta después de las luchas macabeas. Los libros de los Macabeos se escribieron hacia el año 100 a C. El libro de Daniel se escribió hacia el año 164 a C. Anteriormente solo se pensó en la asunción al “cielo” de determinadas personas que volverían a la tierra para llevar a cabo una tarea de salvación; no se trataba de resurrección escatológica sino de una situación de espera en la reserva para volver.
Para los semitas, el ser humano era un todo, no un compuesto de partes. Se podían distinguir en él, distintos aspectos: a) Hombre-carne. b) Hombre-cuerpo. c) Hombre-alma. d) Hombre-espíritu. Por otro lado, los filósofos griegos consideraron al hombre como compuesto de cuerpo y alma. Afirmaban la inmortalidad del alma, pero no concedían ningún valor al cuerpo; al contrario lo consideraban como una cárcel. La muerte era una liberación, una ascensión.
Los semitas, al no conocer un alma sin cuerpo, no podían imaginar un ser humano sin cuerpo. Ni siquiera tienen una palabra para esa realidad desencarnada. Tampoco tienen un término para expresar el cuerpo sin alma. La doctrina cristiana sobre el más allá, nace de la fusión de dos concepciones del ser humano irreconciliables, la judía y la griega. Lo que hemos predicado los cristianos hubiera sido incomprensible para Jesús. La palabra que traducimos por alma quiere decir simplemente “vida”. Y la palabra que traducimos por cuerpo, quiere decir persona.
El NT proclama la resurrección de los muertos. Aunque nosotros hoy pensamos en la supervivencia del alma, no es esa la idea que nos quiere trasmitir la Biblia. Nos hemos apartado totalmente del pensamiento de la Biblia y ha prevalecido la idea griega, aunque tampoco la hemos conservado con exactitud, porque para los filósofos griegos no se necesitaba ninguna intervención de Dios para que el alma subsistiera y la resurrección del cuerpo era un flaco favor.
La base de toda reflexión sobre al más allá está en la resurrección de Cristo. La experiencia que de ella tuvieron los discípulos es que en Jesús, Dios realizó plenamente la salvación de un ser humano. Jesús sigue vivo con una Vida que ya tenía cuando estaba con ellos, pero que no descubrieron hasta que murió. En él, la última palabra no la tuvo la muerte sino la Vida. Esta es la principal aportación del texto de hoy: “serán como Ángeles, serán hijos de Dios”.
¿Cómo permanecerá esa Vida que ya poseo aquí y ahora? Ni lo sé ni puedo saberlo. No debemos rompernos la cabeza pensando como va a ser ese más allá. Lo que de veras me debe importar es el más acá. Descubrir que Dios me salva aquí y ahora. Vivenciar que hoy es ya la eternidad para mí. Que la Vida definitiva la poseo ya en plenitud ahora mismo. En la experiencia pascual, los discípulos descubrieron que Jesús estaba vivo. No se trataba de la vida biológica sino la Vida divina que ya tenía antes de morir, a la que no puede afectar la muerte biológica.
Los cristianos hemos tergiversado hasta el núcleo central del mensaje de Jesús. Él puso la plenitud del ser humano en el amor, en la entrega total, sin límites a los demás. Nosotros hemos hecho de esa misma entrega una programación. Soy capaz de darme, con tal que me garanticen que esa entrega terminará por redundar en beneficio de mi ego. Lo que Jesús predicó fue que la plenitud humana está precisamente en la entrega total. Mi objetivo cristiano debe ser deshacerme, no garantizar mi permanencia en el ser. Justo lo contrario de lo que pretendemos.
¿Te preocupa lo que será de ti después de la muerte? ¿Te ha preocupado alguna vez lo que eras antes de nacer? Tú relación con el antes y con el después tiene que responder al mismo criterio. No vale decir que antes de nacer no eras nada, porque entonces hay que concluir que después de morir no serás nada. La eternidad no es una suma de tiempo sino un instante más allá del tiempo. Desde la visión más escolástica, para Dios soy igual en este instante que antes de nacer o después de morir. Desde la visión de Dios que tenemos hoy, no somos nada distinto de Él y en Él siempre hemos sido y seremos lo mismo.
"...porque para Él, todos están vivos". ¿No podría ser esa la verdadera plenitud humana? ¿No podríamos encontrar ahí el auténtico futuro del ser humano? ¿Por qué tenemos que empeñarnos en que nos garanticen una permanencia en el ser individual para toda la eternidad? ¿No sería muchísimo más sublime permanecer vivos solo para Él? ¿No podría ser que consumirnos en favor de los demás fuese la auténtica consumación del ser humano? ¿No es eso lo que celebramos en cada eucaristía?

Meditación
Para Dios todo está en un eterno presente.
Como ser humano puedo vivir conscientemente mi relación con el Absoluto.
La experiencia de lo Absoluto es mi verdadera Vida.
No confundir con mi vida biológica que solo es un accidente.
Mi presente se funde con mi pasado y mi futuro.
Desde mi contingencia, puedo experimentar un ahora eterno.

LA RESURRECCIÓN: ¿MITO O REALIDAD?


col sicre

Domingo 32 Ciclo C
Hace una semana hemos celebrado la fiesta de los difuntos. Miles de personas habrán visitado los cementerios o, al menos, los habrán recordado y asistido a la eucaristía. Pero las actitudes ante la muerte habrán sido muy distintas: desde una gran fe en la resurrección hasta la duda o incluso la negación. Las lecturas de este domingo nos ofrecen dos actitudes muy distintas ante la esperanza de otra vida: la de quienes creen firmemente en ella (los siete hermanos del libro de los Macabeos) y la de quienes bromean sobre la cuestión (los saduceos).
Los israelitas y la fe en la resurrección
En contra de lo que muchos pueden pensar, el pueblo de Israel no tuvo en todos los siglos antes de Jesús una idea clara de la resurrección. Más bien se daba por supuesto que el hombre, cuando moría, descendía al Seol, donde llevaba una forma de vida en la que no era posible la felicidad ni tenía lugar una visión de Dios. La oración que pronuncia el piadoso rey Ezequías (siglo VIII a.C.) expresa muy bien la opinión tradicional (Isaías 38,18-19).
«El Abismo no te da gracias, ni la Muerte te alaba,ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa.Los vivos, los vivos son los que te dan gracias, como yo ahora.»
Los judíos comienzan a creer en la resurrección en los últimos siglos del Antiguo Testamento; los testimonios más claros proceden del siglo II a.C., en el libro de Daniel y en 2 Macabeos. Debió de contri­buir mucho a implantar esta fe la idea de que quienes morían por ser fieles a Dios y a sus manda­mientos debían recibir una recompensa en la otra vida. La última visión del libro de Daniel termina con estas palabras: «Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua» (Daniel 12,2). Y, poco después, el ángel dice a Daniel: «Te alzarás a recibir tu destino al final de los días» (Daniel 12,13).
Los que se toman la resurrección en serio
El libro segundo de los Macabeos contiene en el c.7 una leyenda sobre la muerte de siete hermanos junto con su madre, en la que se afirma claramente la fe en la resurrección. Un fragmento de ese capítulo constituye la primera lectura de este domingo.
Los que se toman la resurrección en broma: los saduceos
Esta fe en la resurrección fue aceptada plenamente por los fariseos. En cambio, los saduceos la rechazaban como novedad e intentan discutir sobre el tema con Jesús. Los saduceos formaban uno de los grandes grupos religioso-políticos de la época de Jesús, junto con los fariseos, los esenios y los sicarios. Su nombre deriva de Sadoc, sumo sacerdote en tiempos de Salomón. Aunque el partido estaba com­puesto en gran parte por sacerdotes, también lo integraban seglares. Su rasgo más destacado es que pertenecían a la aristo­cra­cia. Cuentan sobre todo con los ricos; no tienen al pueblo de su parte. «Esta doctrina es profesada por pocos, pero éstos son hombres de posición elevada» (Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos XVIII, 1, 4).
Aparte de su condición de aristócratas, otro rasgo característico es que únicamente reconocían como vinculante la Torá escrita (el Pentateuco) y rechazaban «las tradiciones de los antepasados», los comentarios a la ley que se habían ido añadiendo con el tiempo. Como consecuencia de lo anterior, su visión religiosa era muy conservadora:       1) negaban la resurrección de los cuerpos y cual­quier tipo de supervivencia personal; 2) negaban la existencia de ángeles y espíritus; 3) afirmaban que «el bien y el mal estaban al alcance de la elección del hombre y que éste puede hacer lo uno o lo otro a voluntad»; en consecuencia, Dios no ejerce influjo alguno en las acciones humanas y el hombre es él mismo causa de su propia fortuna o desgracia.
Cuando se acercan a Jesús no plantean los tres problemas, sólo el primero, a propósito de la resurrec­ción.
El argumento de los saduceos: la ley del levirato
El argu­mento que aducen es muy simple; más que simple, irónico, basado en una ley antigua. En Israel, como entre los asirios e hititas, se pretendía garanti­zar la descendencia y la estabilidad de los bienes familiares mediante una ley que se conoce con el nombre latino de «ley del levirato» (de levir, «cuñado»), y dice así:
«Si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño; su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado; el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se extinguirá su nombre en Israel.» (Dt 25,5-6).
Los saduceos parten de la idea, bastante exten­dida entre los ju­díos de la época, de que la vida matrimonial conti­nuaba después de la resurrección. Entonces, ¿cómo se resuelve el caso de los siete hermanos que han tenido la misma mujer? La pregunta de los saduceos es inteli­gente: no niegan de entrada la resurrec­ción, al contrario, parecen afirmar­la («cuando resuci­ten»); pero proponen una difi­cultad tan grande que el adversario puede sentirse obligado a reconocer su derrota y negar esa resurrección.
La respuesta de Jesús
Jesús se limita a indicar la diferencia radical entre la vida presente y la futura. «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán». Los saduceos entienden la vida futura como una reproducción literal de la presente (muchas mujeres, y también muchos hombres, dirían que para eso no vale la pena resucitar). Para Jesús, en cambio, las relaciones cambian por completo: varones y mujeres serán «como ángeles de Dios».
Para comprender esta comparación con los ángeles hay que tener en cuenta la mentalidad dualista que reflejan algunos escritos judíos anterio­res, como el Libro de Henoc. En él se distinguen dos clases de seres: los carnales (los hombres) y los espiritua­les (los ánge­les). Los primeros necesitan casarse para garantizar la procrea­ción. Los segundos, no. A los primeros, Dios «les ha dado mujeres para que las fecunden y tengan hijos y así no cese toda obra sobre la tierra». Y a los ángeles se les dice: «Voso­tros fuisteis primero espirituales, con una vida eterna, inmor­tal, por todas las generaciones del mundo. Por eso no os he dado mujeres, porque la morada de los espirituales del cielo está en el cielo» (Henoc 15,4-7). En este texto, la mujer es vista exclusivamente desde el punto de vista de la procreación, y el matrimonio no tiene más fin que garantizar la supervivencia de la humanidad.
A la luz de este texto, la comparación con los ángeles significa que la humanidad pasa a una forma nueva de existen­cia, inmortal, en la que no es preciso seguir procreando. De las palabras de Jesús no pueden sacarse más conclusiones sobre la vida de los resucitados. El solo pretende desvelar el equívoco en que se mueven los saduceos y la mayoría de sus contemporáneos en este punto. Lo curioso es que Jesús diga esto a un grupo religioso que tampoco cree en los ángeles.
La resurrección
Resuelta la dificultad, pasa a demostrar el hecho de la resurrec­ción. Los rabinos fundamentaban la fe en la resurrección usando tres recursos:
1) citas de la Escritura;
2) relatos del AT de resurrección de muer­tos (los de Elías y Eliseo);
3) argumentos de razón.
Jesús se limita al primer recurso citando las palabras de Dios a Moisés cuando se le revela en la zarza ardiente: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob». Conviene recordar que estas palabras formaban parte de una de las dieciocho bendiciones que todo judío piadoso rezaba tres veces al día. Por tanto, se trata de palabras conoci­das y repetidas continuamente por los saduceos, pero de las que no extraen la consecuencia lógica: «Dios no es un Dios de muer­tos, sino de vivos». A una mentalidad crítica, esta argumen­tación puede resultarle de una debilidad sorprendente. Sin embargo, no es tan débil. Más bien, deja clara la debilidad del punto de vista de los saduceos, que confiesan una serie de cosas sin querer aceptar las conclusiones. Desde el punto de vista de un debate teológico, es más honesto negarlo todo que afirmar algo y negar lo que de ahí se deriva.
Años más tarde, en algunos cristianos de Corinto se daba una actitud parecida a la de los saduceos. Aceptaban y confesaban que Jesús había resucitado, pero negaban que los demás fuésemos a resucitar. Se aceptaba el evangelio como algo válido para esta vida, pero se negaba su promesa de otra vida definiti­va. Esta contradicción es la que ataca Jesús en los saduceos.
Si mi interpretación es exacta, este texto no serviría para demos­trarle a un ateo que existe la resurrección. El texto se dirige más bien a gente de fe, como nosotros, que dudan de sacar las consecuencias lógicas de esa fe que confiesan.
La convicción de Jesús
A lo largo de todo el evangelio, Jesús manifiesta una certeza absoluta sobre la realidad de otra vida después de la muerte. Es algo que le sale espontáneo, en las circunstancias más distintas. En esa nueva vida se consigue la recompensa que Dios nos prepara, se justifican los sacrificios, incluso de la vida, por difundir el evangelio, se enjugan las lágrimas (como dirá el Apocalipsis). Nada de lo que dice y hace Jesús se comprende sin ese convencimiento. Nosotros, que somos a menudo muy distintos, debemos pedirle: “Creo, Señor, pero aumenta nuestra fe”.

La 25 Cumbre del clima. ¿Podría haber obrado el ser humano de otro modo?

Jaime Richart, Antropólogo y jurista
Redes Cristianas
Si yo fuese uno de los asistentes a la Cumbre del clima que se va a celebrar en Madrid, me dirigiría a los circunstantes en los siguientes términos y con las preguntas que siguen:
En primer lugar, ¿cuántas COP, a cuál más aparatosa como ésta, se han celebrado hasta hoy, y cuáles han sido los resultados? Y en segundo lugar y antes de proponer en esta Cumbre iniciativas: ¿podrían ustedes responderse a sí mismos y respondernos: ¿podría el ser humano y las naciones haberse conducido de manera distinta de la seguida hasta ahora? Porque si no calculo mal, ésta es la vigésimo quinta Cumbre de los buenos propósitos y sin embargo, el clima y la biosfera van de mal en peor…
Personalmente yo, creo que ni las naciones ni el ser humano hubieran podido comportarse de otro modo; que el ser humano, y con mayor motivo por su dependencia todos los que contraen la responsabilidad de una nación, están arrastrados a su destino. Soy, pues, fatalista y determinista y, con Baruch Spinoza, sostengo que si nos creemos libres es porque ignoramos las causas que nos impelen a obrar. Pero también soy flexible con la opinión ajena. Y en consecuencia admito la opinión de que ambos, el ser humano y las naciones, podrían haberse comportado de otro modo. De hecho hay sociedades que no han seguido los pasos del occidental cuyo ámbito principal, con los países orientales más afines en mentalidad, creo que estamos contemplando.
Sin embargo, comportarse de otra manera sólo puede significar que hubiese tenido que empezar por desembarazarse del tipo de Eco­nomía por la que se ha dejado lle­var y de los condicionantes elegidos para la clase de “progreso” que los dirigentes de todo tipo nos han proporcionado. Es decir, que para ese comportarse de otro modo, no unos países sí y otros no, no unas corpora­ciones y empre­sas sí y otras no, no unos indivi­duos sí y otros no, sino to­dos, hubiesen tenido que renunciar a la economía capitalista, ahora neoliberal, desde el mo­mento en que se detectó el peligro. Para ese hipotético otro proceder, los Estados hubieran debido obviar la eco­nomía de mercado y la libertad de mercado anexa, e intervenir a fondo, con racionalidad, todos los comportamientos mercantiles. Pero es evidente que nunca se ha podido o nunca se ha querido ese control. Si se hubiera deseado, las naciones hubiesen acordado empezar por la supresión o invalidación de todo paraíso fiscal…
Y ese momento en que se detectó el peligro del que hablaba fue el año 1987; fecha en que por pri­mera vez, en el documento cono­cido como Informe Brundtland, se formuló el concepto de “desarrollo sostenible” como alterna­tiva al concepto de desarrollo habitual; momento en que todos los países de la ONU hubieran podido renunciar al “creci­miento” económico de­terminado por el PIB y por otros concep­tos economicistas que hacen trizas cualquier pronóstico hala­güeño de futuro, pasando a un decrecimiento paulatino y equilibrado. Así es cómo hubiesen debido actuar los pru­dentes previsores, que no fueron, de lo que ya tenemos encima. Pues, efectiva­mente, es en 1987 cuando la primera ministra no­ruega Gro Har­lem Brundtland presen­ta a la Comisión Mundial de Medio Am­biente y Desarrollo de Naciones Unidas el informe que contiene el concepto “desarrollo sostenible”. Idea que su­pone la concilia­ción en­tre el bienestar económico, los recursos naturales y la sociedad, evitando comprometer la posibilidad de vida en el pla­neta, y la calidad de vida de la especie humana.
Pero, como he dicho antes, sólo hubiera sido posiblemente efi­caz si todos los países sin excepción, todos los gobiernos sin ex­cepción y todos los individuos sin más excep­ción que la del criminal, se hubie­sen movilizado para ac­tuar de acuerdo con la idea y en sinergia absoluta para obviar las consecuen­cias de los excesos del desarro­llo material a secas que han provocado de momento sólo, el semicolapso de la biosfera. Sin em­bargo, una vez presentada, acep­tada y celebrada la propuesta de la primera ministra no­ruega, nadie volvió a hacerle maldito caso. Ni los Estados, ni las corporaciones ni las empresas. Todos siguieron actuando como si aquí nada ocurriese o, todo lo más, con ocasionales y publicitarios gestos ecologistas, para llamar más la atención del consumidor irredento e implacable…
Dije antes que el ser humano podía haberse comportado de otra manera. Pero en un examen más detenido del asunto, bien pudiera suceder que no ha podido obrar de otro modo. Porque las condicio­nes exigibles expuestas serían pedir dema­siado a la espe­cie humana y, so­bre todo, a la aguda inclina­ción de las naciones, de sus go­bernantes y de los individuos a abusar de los demás y de los demás países, a apro­piarse de lo ajeno y de lo extranjero, a invadir territo­rios, a anexionárselos, a ven­der más que los demás y a hacer la gue­rra. Y así resulta que, renunciar al cre­cimiento económico, eje alrededor del que viene gi­rando el bienestar de muchos, la primera medida adoptar para cortar por lo sano la sangría del clima mutado y el calentamiento de la Tierra, sólo cabe en la fantasía del delirium tremens.
Por eso les pregunto ahora ¿de ver­dad creen ustedes que esa siner­gia indispensable entre países e indi­viduos era posible? Treinta años después de la inicia­tiva de la primera minis­tra no­ruega, es cuando se ha desvelado la certeza de que íbamos por el peor camino. Y ahora que aquí se proponen y se disponen a adoptar medidas de urgen­cia y de emergencia ¿creen que a par­tir de esta Cumbre es posible corregir todo lo que se ha hecho mal y co­rregirnos? ¿no creen ustedes que el ser humano es el mismísimo Prometeo encade­nado? ¿no creen que es el auténtico Prometeo que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres; el benefactor de la Humani­dad encadenado por Zeus a su fatal destino, sin ser nunca liberado? ¿no creen que posiblemente las civilizaciones que nos han prece­dido hayan co­rrido la misma suerte? ¿qué clase de medidas que no sea un brusco corte a la producción en el mundo de bagatelas, que lo son ya todo, se pueden ya adop­tar? ¿están dispuestos a renunciar al capitalismo y al mercado para regular la convivencia? ¿Sí? ¿No? Y si no es así, ¿qué hacen aquí?
Porque es mi convicción que por muchos esfuer­zos que se hagan a partir de ahora, ya es demasiado tarde. Pero si no lo creen ustedes así me pregunto yo por mi ingenuidad, ¿vienen a decirnos que dejarán súbitamente de fabricar el envase de plástico para un solo uso? ¿que dejarán de fabricar el coche para uso indi­vidual instituyendo el transporte público eliminando el otro? ¿que pondrán en marcha ele­mentos energéticos no contaminantes que rápidamente re­emplazarán a los utilizados hasta ahora, aunque no podrían ustedes asegurar ahora que cualquiera de las posibles fuentes de energía aplica­das a la maquinaria de todas clases no au­mentaría con el tiempo también la infec­ción de la Naturaleza y de la biosfera? ¿que dejarán de fabricar billones de arte­factos superfluos y se volatili­zarán los existentes que amenazan hun­dir la cortesía terrestre? ¿que no el voluntariado, como hasta ahora, sino las naciones y sus estados, se pondrán desde ahora mismo a drenar ríos, lagos, lagu­nas y océanos condenados a con­tener más plásticos que peces, pues no por otra medida habría que empezar? ¿Es eso a lo que han venido? ¿a proponernos que toda la Humanidad se ponga manos a la obra? Porque si no es así, callen para siempre.
Y en todo caso ¿creen ustedes que, tomando las medidas que traen preparadas para lucirse en esta Cumbre, el planeta pueda retornar a su estado natural? ¿al es­tado en que se encontraba antes de iniciarse la era industrial? ¿a esa era que ha podido hacer felices a las generaciones que se han ido suce­diendo a lo largo de un siglo, pero también durante la cual y al precio de esa felicidad artifi­cial, van a ser previsiblemente, si ustedes no lo remedian, ente­rradas las siguientes?

“Algo habrá que hacer”, me parece estar oyendo desde donde se encuentran ustedes, como la más natural y ocurrente objeción a todo lo dicho. Pues, como ya nos sabemos los avisados qué habrá de ser ese algo después de haber hecho caso omiso a la puesta en práctica del “desarrollo sostenible” durante más de treinta años; que ese algo para intentar desde aquí y ahora aminorar los efectos del cambio climático y del calentamiento de la Tierra no serán medidas tajantes si no pronunciamientos aparatosos de esta Cumbre para que todo siga igual, yo a mi vez les respondo a ustedes con el mismo valor de esta frase de Cioran: “todo en la vida es para nada”…

Médicos Sin Fronteras advierte que los migrantes en México son torturados con “descargas eléctricas en los genitales”

Un reporte de la organización denuncia diversos abusos a los que son sometidos los migrantes en su intento por llegar a EE.UU.
Médicos Sin Fronteras advierte que los migrantes en México son torturados con “descargas eléctricas en los genitales”
Los abusos y la violencia contra los migrantes en la frontera sur de México han ido en aumento: secuestros, violaciones sexuales y torturas, como descargas eléctricas en los genitales, son algunas de las vejaciones a los que son sometidos, informó este miércoles Médicos Sin Fronteras (MSF) en un reporte realizado por el equipo que trabaja en el municipio de Tenosique, en el estado de Chiapas (sureste).
El informe, realizado con testimonios recopilados en las últimas semanas por el personal de MSF que da atención médica y psicológica a los migrantes, revela la violencia que han sufrido estos al cruzar la frontera de Guatemala, en la ruta hacia Tenosique. “Estamos viendo más secuestros, mayor crueldad y más métodos de tortura en los grupos criminales que operan en esta área”, dijo Gemma Pomares, líder del equipo en esta zona de México.
El ‘modus operandi’ descrito por las víctimas es que son trasladadas a viviendas abandonadas, conocidas en México como ‘casas de seguridad’, donde son atadas y torturadas de distintas formas hasta conseguir que proporcionen algún número telefónico de sus familiares para demandar el pago de un rescate.
El reporte destaca que, en menos de un mes, MSF ha brindado atención a 11 migrantes por tortura y secuestro; la cifra es igual al número de servicios brindados de enero a agosto de este año en la región.
“MSF ha brindado asistencia médica en Tenosique durante cuatro años. Si bien la violencia siempre ha sido una realidad en la ruta migratoria hacia el norte desde Guatemala a través de México, la extorsión y este nivel de violencia extrema se observaban más en las ciudades cercanas a la frontera con Estados Unidos y, hasta ahora, no eran tan frecuentes en el sur”, refirió Pomares.
Los médicos han brindado atención a personas violentadas sexualmente, que han recibido descargas eléctricas en los genitales o el ano, o que han sido obligadas a observar cuando sus compañeros son violados. Además, muchas de las víctimas llegan con heridas con armas de fuego o cuchillos.
Los migrantes también refieren que sus agresores los obligan a desnudarse y mantenerse así a la intemperie.
La organización advierte en su reporte que la nueva política migratoria del Gobierno de México, adoptada en junio pasado para contener los flujos migratorios hacia EE.UU., ha obligado a los migrantes a tomar rutas cada vez más peligrosas.
Migrantes de El Salvador cruzan el río Bravo hacia los EE.UU, en Piedras Negras, México
ACNUR: la violencia en El Salvador y Honduras ha desplazado a más de 320.000 personas
“Era solo cuestión de tiempo antes de que los altos niveles de violencia contra migrantes y refugiados que MSF ha visto en la frontera norte de México, se trasladaran al sur. Lo que estamos viendo son las consecuencias humanitarias del endurecimientode las políticas de migración contra personas que escapan desesperadamente por salvar sus vidas”, expresó Sergio Martín, coordinador general de MSF en México.
La semana pasada, una familia de migrantes hondureños fue rescatada en la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas, norte de México, después de que se difundiera un video en el que se veía a una mujer arrodillada, junto a varios niños, mientras un hombre les apuntaba con una pistola en la cabeza para extorsionarlos.

Se estima que 500.000 personas al año huyen de la violencia y la pobreza en El Salvador, Guatemala y Honduras con la intención de llegar a EE.UU. a través del territorio mexicano.

LA MISA DEL DOMINGO


Proyecto de homilía 

El hilo que parece unir más claramente las lecturas de este domingo, al menos la primera con el evangelio es la resurrección. En este caso, nuestra resurrección. 

El contexto en la primera lectura es de persecución: judíos llevados al extremo de la humillación con tal de hacerlos rechazar sus leyes y su fe. El perseguidor, no logra sin embargo su propósito cuando tiene que enfrentarse con jóvenes audaces y firmes en sus principios.  IR A LA PÁGINA

MISA CON NIÑOS DOMINGO XXXII ORDINARIO (C) “Esperanza” 10 de noviembre de 2019


(Hoy nos encontramos con un texto del Evangelio que puede resultar difícil para el comentario. Procuremos hacerlo asequible.   

Un signo para la celebración: unas pequeñas velas, que se pueden emplear en el momento de las ofrendas. También el signo puede ser un ancla; puede ser real, si hubiera una en tamaño pequeño, o puede ser un dibujo en cartulina o proyectar la imagen de un ancla. El motivo es que la lectura que se propone como primera lectura es un texto del Papa Francisco, unas palabras en el cementerio de Roma. Y nos recuerda que el ancla es el signo de la esperanza para los cristianos.   IR A LA PÁGINA

Domingo 10 de Noviembre, 32 Tiempo ordinario

José A. Pagola
DECISIÓN DE
CADA UNO

Jesús no se dedicó a hablar mucho de la vida eterna. No pretende engañar a nadie haciendo descripciones fantasiosas de la vida más allá de la muerte. Sin embargo, su vida entera despierta esperanza. Vive aliviando el sufrimiento y liberando del miedo a la gente. Contagia una confianza total en Dios. Su pasión es hacer la vida más humana y dichosa para todos, tal como la quiere el Padre de todos.
Solo cuando un grupo de saduceos se le acerca con la idea de ridiculizar la fe en la resurrección, a Jesús le brota de su corazón creyente la convicción que sostiene y alienta su vida entera: Dios «no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos son vivos».
Su fe es sencilla. Es verdad que nosotros lloramos a nuestros seres queridos porque, al morir, los hemos perdido aquí en la tierra, pero Jesús no puede ni imaginarse que a Dios se le vayan muriendo esos hijos suyos a los que tanto ama. No puede ser. Dios está compartiendo su vida con ellos porque los ha acogido en su amor insondable.
El rasgo más preocupante de nuestro tiempo es la crisis de esperanza. Hemos perdido el horizonte de un Futuro último y las pequeñas esperanzas de esta vida no terminan de consolarnos. Este vacío de esperanza está generando en bastantes la pérdida de confianza en la vida. Nada merece la pena. Es fácil entonces el nihilismo total.
Estos tiempos de desesperanza, ¿no nos están pidiendo a todos, creyentes y no creyentes, hacernos las preguntas más radicales que llevamos dentro? Ese Dios del que muchos dudan, al que bastantes han abandonado y por el que otros siguen preguntando, ¿no será el fundamento último en el que podemos apoyar nuestra confianza radical en la vida? Al final de todos los caminos, en lo profundo de todos nuestros anhelos, en el interior de nuestros interrogantes y luchas, ¿no estará Dios como Misterio último de la salvación que andamos buscando?
La fe se nos está quedando ahí, arrinconada en algún lugar de nuestro interior, como algo poco importante, que no merece la pena cuidar ya en estos tiempos. ¿Será así? Ciertamente no es fácil creer, y es difícil no creer. Mientras tanto, el misterio último de la vida nos está pidiendo una respuesta lúcida y responsable.

Esta respuesta es decisión de cada uno. ¿Quiero borrar de mi vida toda esperanza última más allá de la muerte como una falsa ilusión que no nos ayuda a vivir? ¿Quiero permanecer abierto al Misterio último de la existencia confiando que ahí encontraremos la respuesta, la acogida y la plenitud que andamos buscando ya desde ahora?

Domingo 10 de Noviembre, 32º del tiempo Ordinario


32 del tiempo ordinarioCLeón Magno (461)
Los saduceos eran los más conservadores en el judaísmo de la época de Jesús. Pero sólo en sus ideas, no en su conducta. Tenían como revelados por Dios sólo los primeros cinco libros de la Biblia, que atribuían a Moisés. Los profetas, los escritos apocalípticos, todo lo referente por tanto al Reino de Dios, a las exigencias de cambio en la historia, a la otra vida… lo consideraban ideas “liberacionistas” de resentidos sociales. Para ellos no existía otra vida, la única vida que existía era la presente, y en ella eran realmente los privilegiados –tal vez por eso, pensaban que no había que esperar otra–. ··· Ver noticia ···