FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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jueves, 30 de marzo de 2023

Domingo 2 de abril de 2023 Domingo de Ramos Francisco Coll Guitart (1875) Pedro Calungsod (1672)

KOINONIA

 Muchos creyentes adultos (trabajadores, profesionales de las más variadas ramas, y también intelectuales, o simples personas cultas) se sienten mal cuando en semana santa entran en una celebración, captan el ambiente, y escuchan la predicación. Se ven de pronto sumergidos en un mundo de conceptos, símbolos, referencias bíblicas que giran en torno a la «Redención», algo que fuera del templo uno nunca se encuentra en ningún otro dominio de la vida: la «Redención». IR A LA PÑAGINA

MIRAD LO QUE NOS PASÓ CON DOS PEQUES


col bennasar

 

Estábamos preparando el oratorio, muy actualizado, de la parroquia, cuando fueron llegando las familias con sus hijxs. El semicírculo preparado, las velas encendidas, la música a punto, sonrisa puesta y muchas ganas de compartir con esa franja de 25 a 40 que van a tope, que no tienen tiempo… también estaba preparado el chico marroquí que vive junto con otros 24 en la parroquia, para jugar con lxs pequeñxs mientras los mayores rezábamos…

De pronto, por el rabillo del ojo veo a la niña de 5 años y al chiquitín de 2 que se van a buscar sus sillitas al fondo del oratorio y sin decir nada completan el semicírculo con sus sillitas y se sientan, los primeros, para que nadie se atreviera a cuestionar su pertenencia.

Me pareció un gesto digno de ser orado. Justo ahora que se preparan liturgias súper serias, largas, pesadas, de millones de palabras en tres días… que ni los mayores podemos digerir, mientras eso ocurre, ¿dónde está el lugar de los peques? ¿pegados a los dibujos o …para que no molesten?

Así tenemos un mundo de ancianxs en las iglesias, que como no hay nadie más, la mayoría quieren seguir con lo de siempre porque así está mandado por ancianos jerarcas que no tienen niñxs, ni tampoco mucha alegría como podemos comprobar.

Actualmente parece que los pequeños sólo son nombrados como víctimas de abusos, pasa lo mismo con las mujeres, sólo se nombra a las que reivindican el sacerdocio femenino… o puestos de autoridad.

¿No os parece que es hora de darle la vuelta al pastel, verlo desde el lado del futuro, de la vida nueva, de la creatividad… y preguntarle a Jesús como quisiera ser recordado en estos días tan significativos, en los que él se va al monte a rezar, que como buen introvertido sabía que la naturaleza le consolaría mucho más que los egos de los discípulos peleando por la herencia, por los puestos de honor en ese reino que no acababan de pillar?

El futuro y el presente es de lxs niñxs. En sus cerebros esponjitas podemos diseñar modelos de comunidad en los que ellxs entren, formen parte, porque ¿quién ha dicho que un niño no sabe hacer silencio? ¿Has probado de acompañarle en un sencillo momento de oración centrante? ¿Has podido comprobar, yo sí, que a diferencia de lxs adultxs, ellxs se centran enseguida, respiran, abren sus manitas y se les pone una sonrisa porque sus mofletes no están tensionados como los nuestros?

Por ahí entiendo las palabras de Jesús “dejad que los niños se acerquen a mí…” los niños no tienen miedo, no tienen prejuicios, y Jesús se refería a sus seguidores, que tenemos que aprender de su transparencia y capacidad de estar, de compartir, de reír, de danzar.

En otra ocasión, estábamos con un grupo de mamás con niños, y lo mismo, alguien cuidaba de ellos mientras las adultas teníamos un encuentro…de pronto el grupito de pequeños irrumpió en la sala, y cada uno se sentó encima de su madre, ya que no había sillas para ellos, entonces viendo la situación, pusimos música relajante, las madres abrazaron a lxs pequeñxs y medianxs y ofrecimos una meditación guiada, en la que los más cansaditos se quedaron fritos y los otros disfrutaron del momento. Al final, tomados de la mano hicimos una sencilla danza contemplativa, en la que quienes no perdían el paso eran ellos, claro, sobre todo ellas. Se inauguró un proceso de reuniones compartidas con merienda al final, una gozada de liturgia.

Ojalá esta semana santa no fuera pesada, y nos pudiéramos dejar inspirar por la Ruah encarnada en nuestrxs pequeñxs. A mí, el pequeño de la familia, hace unos días me mandó un audio en el que él meditaba varios minutos, con gestos y alguna palabra que tenía memorizada de su profe. Me dice en el whatsapp: “tieta, te comparto mi meditación de hoy”. Tiene 5 años y sus padres no van a misa, pero le enseñan amor a la naturaleza y meditan con él unos minutos varias veces a la semana. Su meditación se llamaba “arco iris”, y mientras le escuchaba decía bendita profesora, posiblemente no practicante, que junto con sus padres, preparan una sociedad nueva, completamente diferente.

Nosotras hemos aprendido la lección: lxs peques y sus madres y padres, están ahí, preparando el futuro, nosotras necesitamos aprender y acompañar. Todavía sonrío sola cuando recuerdo a los futuros discípulos, poniendo sus sillas. ¡Menuda autoridad!

 

Magda Bennásar Oliver, sfcc

espiritualidadcym@gmail.com

LA RELIGIOSIDAD POPULAR DEL PUEBLO ANDALUZ

FE ADULTA

col moreno fuente

 

Dedicado a la familia de mi hija Sara,
miembros todos fervorosos Cofrades
de la Esperanza de Triana

De nuevo nos acercamos a la celebración de la Semana Santa, en la que la gran mayoría del territorio andaluz sacará sus Pasos de Semana Santa a las calles y celebrará otros actos de culto en las Iglesias, como manifestación de la religiosidad popular andaluza. Conforme al art. 10,3,3º de nuestro Estatuto, estimo que la celebración de la Semana Santa constituye uno de los más importantes patrimonios históricos y antropológicos de nuestra tierra y es exponente de la identidad cultural de Andalucía. Por ello, sigue siendo interesante analizar sus características y difundir su conocimiento en el mismo pueblo andaluz .

El interés por estudiar más a fondo esta religiosidad popular andaluza fue parejo al despertar del pueblo andaluz con motivo de la conquista de la Autonomía andaluza, mediante el art. 151, el 4 de diciembre de 1977. A partir de los años 1980 diversos autores analizaron particularmente esta religiosidad popular andaluza, en sus expresiones más características, como la participación del pueblo en las procesiones de la Semana Santa y las romerías del Rocío y Virgen de la Cabeza (ACOSTA SÁNCHEZ; BRIONES GÓMEZ, Luis y Rafael: CASTÓN BOYER; DOMÍNGUEZ MORANO; GÓMEZ GARCÍA; MORENO NAVARRO). En este artículo trato de sintetizar estos estudios, haciendo incapie no solo en sus valores humanos de pertenencia, emotivos y estéticos, sino también en su proyección de compromiso social.

Es normalmente admitido, que la religiosidad popular es la expresión de la cultura del pueblo sencillo en su relación con la trascendencia, por lo que, al existir diversos pueblos en el ámbito nacional, existirán “diversas religiosidades populares”. Según esto, en España, mejor que hablar de una religiosidad popular española, habría que referirse a la religiosidad de los pueblos con cultura propia que componen el Estado. Tendríamos así la religiosidad popular canaria, la andaluza, la castellana, la aragonesa, la catalana, la valenciana, la del país vasco y la religiosidad popular gallega. Religiosidades que moldean la religiosidad católica universal según las estructuras, valores y expresiones culturales de cada uno de esos pueblos (MORENO NAVARRO 2017: 81-82). Estas diversas modalidades de religiosidad popular no se contraponen, sino que pueden complementarse. Así ocurre por ejemplo en Barcelona capital y otros pueblos de Catalunya, como Hospitalet del Llobregat, en los que sus calles se ocupan en la mañana del Viernes Santo por la Cofradía y los pasos de Jesús del Gran Poder y la Virgen Macarena, como si de una Semana Santa andaluza se tratase. Esto es posible porque el ritual y las formas religiosas expresivas son diferentes, pero no contrarias, en la religiosidad popular catalana y andaluza (MORENO NAVARRO 2000: 250; 2017:83).

¿Cuales serían, por tanto, las características de la religiosidad popular andaluza?

Sin duda ninguna dependerán de la identidad cultural del pueblo andaluzSegún los autores (ACOSTA SÁNCHEZ, MORENO NAVARRO 1985: 170-176; 2000:240-245), cinco son los rasgos propios de la identidad cultural del pueblo andaluz, que marcarán a su vez las características de la religiosidad popular andaluza.

El pueblo andaluz, en primer lugar, tiene una cultura universalista, por haber sido puente de diversas civilizaciones y culturas asentadas en su territorio. Tiene también una cultura antropocéntrica personalista, que se centra más en la valoración "del ser", en la autoestima, por encima "del poseer". Su cultura es también la de un pueblo subdesarrollado, dependiente y subalterno del poder centralista. Pero no por ello interioriza la inferioridad o el ser menos, a pesar de su dependencia. De aquí las agitaciones campesinas, anarquistas y de lucha obrera de otros tiempos y la conquista de su autonomía por el art. 151 de la Constitución, el 4 de diciembre de 1977. Posee, finalmente, una Cultura relativista en las ideas y en los acontecimientos externos ajenos a su ser personal.

Del carácter antropocéntrico de la cultura andaluza, la religiosidad popular asume la función social de toda religiosidad, reproduciendo valores humanos auténticos, como la pertenencia a un grupo o comunidad, a una ciudad o barriada de ella. La expresión también del sentido de lo festivo, de lo artístico, de lo gratuito (ocio), sin que el sentido consumista, utilitario y mercantil (el neg-ocio) lo borre o lo haga desaparecer. Aparece también el enfrentamiento y lucha por el poder social dentro del grupo, propio del excesivo individualismo, como es patente en la vida diaria de muchas Cofradías. Debido a esta humanización cultural, en la Semana Santa y romerías, las imágenes son tratadas de modo personal, vistiéndolas, llevándolas sobre pasos o tronos, siempre a hombros (en sus diversas formas) para que cobren existencia “casi humana” y puedan andar o danzar (MORENO NAVARRO 2017:84).

Ahora bien, atendiendo a la función simbólica de proyección o identificación con las imágenes, el pueblo se identificará con Jesús martirizado y muerto en una cruz. Pero, al mismo tiempo proyectará también en esas imágenes doloridas su deseo profundo de identificarse con la nueva vida que resucita, tras el invierno, en el equinoccio primaveral. No obstante, esta identificación puede dar pie a dos diversas manifestaciones personales y colectivas.

La primera, a una identificación ritual, emotiva y sentimental con Jesús muerto y al mismo tiempo resucitado en el ciclo natural de la primavera. Muerte y resurrección ritual, emotiva, sentimental y estética, que nada cambia en el individuo y en la sociedad, siendo a la postre una identificación simbólica emotiva y frustrante, porque le falta un proyecto social (BRIONES 1983; DOMÍNGUEZ MORANO). Esta proyección social sería la segunda manifestación que haga realidad esas aspiraciones. En su búsqueda de paz, felicidad y nueva vida manifestada en el ciclo natural primaveral, la religiosidad del pueblo andaluz debería contraponer las situaciones adversas de su economía subdesarrollada, dependiente y periférica, que solo le aportan paro, subdesarrollo, enfermedades, necesidades económicas personales no satisfechas, y catástrofes como la de Boliden (MORENO NAVARRO,DELGADO CABEZAS). De darse esta segunda identificación, el sentimiento emotivo, sentimental y estético, dejaría de ser frustrante y pasaría a tener una proyección social, es decir, se manifestaría en una rebeldía del pueblo andaluz en contra de su marginación y dependencia frente al poder económico del señorito o del capitalista centralista. En este caso, la religiosidad popular andaluza se transformaría en "eje consciente de resistencia e incluso como motor revolucionario frente a la injusticia social de los poderosos", como ocurre en la religiosidad popular latinoamericana, según señala Isidoro Moreno (MORENO NAVARRO 2000: 242-243), con lo que los rituales litúrgicos, dentro de las Iglesias y fuera de ellas, se convertirían en contextos de afirmación política y liberadora.

A mi ver, Antonio Machado lo expresa bien en su Saeta:

“Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos!
Siempre con sangre en las manos.
Siempre por desenclavar”.

¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras,
anda pidiendo escaleras
para subir a la Cruz!

¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!

¡Oh, no eres tú mi cantar
No puedo cantar, ni quiero
A este Jesús del madero
Sino al que anduvo en la mar! (MACHADO 2001: 224)

Si la religiosidad popular andaluza se expresa solo en la esfera individual, privada e intimista, con predominio de lo emotivo y de lo estético, se margina la dimensión ética, de compromiso, tanto personal como colectivo, sin consecuencias socio-culturales o socio-políticas. De este modo, la religiosidad popular andaluza favorecerá la frustración y el inmovilismo social, repitiendo anualmente el círculo mágico de la propia identificación con la muerte de Jesús en la Cruz y el anhelo frustrado de liberación de ese Padre cruel, que los ritos y los rituales estéticos y festivos no remedian.

Sin embargo, siguiendo a Machado, la religiosidad popular andaluza, con sus valores positivos y negativos y su diferencia con otras religiosidades populares, puede ser sin duda impulso y espolón para avivar el sentido de clase del pueblo andaluz. No debe rememorar solo al Jesús del madero, sino también al Jesus que transformó la religiosidad judía, de ritos y sacrificios, en una religiosidad de compromiso con los pobres, enfermos y marginados. Por lo que sus rituales y manifestaciones religiosas no deberán ser solo espectáculo artístico, emotivo o también de fomento de intereses económicos de las clases dominantes, sino que junto a sus auténticos valores humanos, sean también expresión válida para una espiritualidad crítica y militante, que contenga valores evangélicos de religiosidad laica y que sirva de vehículo de liberación.

 

Antonio Moreno de la Fuente

Miembro de la Iglesia popular andaluza

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BIBLIOGRAFÍA

* ACOSTA SÁNCHEZ, José (1979). Historia y cultura del pueblo andaluz: Algunos elementos metodológicos y políticos. Barcelona: Aanagrama.

* BRIONES GÓMEZ, Luis (1975). "Ideas para una valoración teológico-pastoral de la religiosidad popular". En Proyección: Teología y mundo actual, nº 96, 1975, pp.152-158. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7326828 (Consulta 22-03-2023).

*BRIONES GÓMEZ, Rafael (1983). "La Semana santa andaluza". En Cazeta de Antropología, 1983, n 2,99. 1-7. Disponible en: https://digibug.ugr.es/bitstream/handle/10481/6734/G02_01Rafael_Briones_Gomez.pdf?sequence=11&isAllowed=y . (Consulta 22-03-2023).

*CASTON BOYER, Pedro (1985). La religión en Andalucía: Aproximación a la religiosidad popular. Sevilla: Editoriales Andaluzas Unidas.

* ID (2000). "Qués la religiosidad popular". En HURTADO SÁNCHEZ, José. pp. 123-36.

* DOMÍNGUEZ MORANO, Carlos (1982). "Aproximación pisco-analítica a la religiosidad tradicional andaluza (I): psico-historia". En Proyección: Teología y Mundo actual, 1982,nº 124,pp.50-63. Disponible en: /home/usuario/Descargas/Dialnet-AproximacionPsicoanaliticaALaReligiosidadTradicion-7323600.pdf (Consulta 23-03-2023).

* GÓMEZ GARCÍA, Pedro (1982)."Diferencia e identidad cultural andaluza". En Misión Abierta, nº extra, 1982, pp.47-59.

* HURTADO SÁNCHEZ, José (ed) (2000). Religiosidad popular sevillana. Sevilla: Universidad: Servicio de publicaciones; Ayuntamiento: Área de cultura.

* MACHADO, Antonio. Poesías completas. Ed.Manual Alvar. 33 ed. Madrid: Espasa Calpe, 2001, p. 224.

* MORENO NAVARRO, Isidoro (1985). Cofradías y hermandades andaluzas. Estructura, simbolismo e identidad. Sevilla: Editoriales Andaluzas unidas.

* ID (2000). "Identificaciones colectivas, modernidad y cultura andaluza: La Semana santa de Sevilla en la era de la Glocalización. En HURTADO ŚANCHEZ, José, pp.237-253.

* ID (2017). "La religiosidad popular entre el templo y la calle". En Actas del VI Congreso nacional de Cofradías. Medina del Campo (Valladolid). Abril 2016, pp.79-94).

* MORENO NAVARRO, Isidoro; DELGADO CABEZA, Manuel. (2013): Andalucía: Una cultura y una economía para la vida. Guillena (Sevilla): Atrapasueños.

FRANCISCO: "NO PODEMOS PERMITIR QUE LOS ALGORITMOS EXCLUYAN LA COMPASIÓN, LA MISERICORDIA Y EL PERDÓN"


col campisi

 

"Estoy convencido de que el diálogo entre creyentes y no creyentes sobre las cuestiones fundamentales de la ética, la ciencia y el arte, y la búsqueda del sentido de la vida, es una vía para la construcción de la paz y el desarrollo humano integral". Lo subrayó el Papa en su discurso a los participantes en los Diálogos Minerva, una iniciativa del Dicasterio para la Cultura y la Educación que reúne anualmente a científicos, ingenieros, empresarios, juristas y filósofos y representantes de la Iglesia para "fomentar una mayor conciencia y consideración del impacto social y cultural de las tecnologías digitales, en particular de la inteligencia artificial" y permitir "un debate serio e inclusivo" también "abierto a los valores religiosos" sobre el uso responsable de las tecnologías.

Reconociendo que "la tecnología es de gran ayuda para la humanidad", Francisco reiteró, tal como escribe en Fratelli tutti, que en los "beneficios de la ciencia y de la tecnología" surge "la prueba de la creatividad del ser humano y también de la nobleza de su vocación a participar, responsablemente, en la acción creadora de Dios". Y añadió que en esta perspectiva "el desarrollo de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático" puede ofrecer "una contribución beneficiosa para el futuro de la humanidad" – que no debe descartarse – siempre que se actúe "de manera ética y responsable".

El Santo Padre manifestó su aprecio por quienes se esfuerzan a fin de que 'la tecnología esté centrada en el hombre” y “orientada al bien”, y para que haya consenso en los procesos de desarrollo diseñados para respetar los valores de inclusión, transparencia, seguridad, equidad, privacidad y fiabilidad. Y también elogió "los esfuerzos de las organizaciones internacionales por regular estas tecnologías" para “dejar un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior".

Diálogo inclusivo que promueva la dignidad humana

Pero es necesario tener en cuenta la "gran pluralidad de sistemas políticos, culturas, tradiciones, concepciones filosóficas y éticas y creencias religiosas" – señaló Francisco – que revela cómo las discusiones están "cada vez más polarizadas", de modo que "a falta de confianza y de una visión compartida de lo que hace digna la vida, los debates públicos corren el riesgo de ser polémicos e infructuosos".

Sólo un diálogo inclusivo, en el que las personas busquen juntas la verdad, puede propiciar un verdadero consenso; y esto puede ocurrir si compartimos la convicción de que "en la realidad misma del ser humano, y de la sociedad, hay un conjunto de estructuras básicas que sustentan su desarrollo y supervivencia". El valor fundamental que debemos reconocer y promover es el de la dignidad de la persona humana.

Tecnologías digitales y desigualdades

La invitación del Papa, por tanto, fue "hacer de la dignidad intrínseca de todo hombre y de toda mujer el criterio clave para evaluar las tecnologías emergentes", que son éticamente válidas si "ayudan a manifestar esa dignidad y a aumentar su expresión, en todos los niveles de la vida humana".

“Me preocupa que los datos disponibles hasta ahora parezcan sugerir que las tecnologías digitales han servido para aumentar las desigualdades en el mundo. No sólo las diferencias de riqueza material, que son importantes, sino también las diferencias de acceso a la influencia política y social”

Decisiones sociales y económicas sin excluir la misericordia

Para el Papa, es necesario preguntarse si "las instituciones nacionales e internacionales son capaces de responsabilizar a las empresas tecnológicas del impacto social y cultural de sus productos" y si "existe el riesgo de que el aumento de las desigualdades socave nuestro sentido de la solidaridad humana y social", porque el "objetivo es que el crecimiento de la innovación científica y tecnológica vaya acompañado de una mayor igualdad e inclusión social".

"Una falsa concepción de la meritocracia" puede socavar "la noción de dignidad humana" – advirtió Francisco – porque se corre el riesgo de "concebir la ventaja económica de unos pocos como ganada o merecida, mientras que la pobreza de muchos es vista, en cierto sentido, como su culpa", de modo que "si la pobreza es culpa de los pobres, los ricos están exentos de hacer algo".

“El concepto de dignidad humana exige que reconozcamos y respetemos el hecho de que el valor fundamental de una persona no puede medirse con un conjunto de datos. En los procesos de toma de decisiones sociales y económicas, debemos ser cautos a la hora de confiar juicios a algoritmos que procesan datos recogidos, a menudo subrepticiamente, sobre las personas y sus características y comportamientos pasados”

Puede suceder que los datos estén "contaminados por prejuicios y preconceptos sociales" – señaló el Santo Padre – y exhortó a no utilizar "el comportamiento pasado de un individuo" para negarle "la oportunidad de cambiar, de crecer y de contribuir a la sociedad".

“No podemos permitir que los algoritmos limiten o condicionen el respeto de la dignidad humana, ni que excluyan la compasión, la misericordia, el perdón y, sobre todo, la apertura a la esperanza del cambio de la persona”

El diálogo inclusivo invita a ver en la diversidad una riqueza

La convicción de Francisco es que "sólo formas de diálogo verdaderamente inclusivas pueden permitirnos discernir sabiamente" cómo "poner la inteligencia artificial y las tecnologías digitales al servicio de la familia humana". El Papa recordó, hablando espontáneamente, "la historia bíblica de la Torre de Babel", que "a menudo se utiliza para advertir contra las ambiciones desmedidas de la ciencia y la tecnología", que pueden conducir a "una grave injusticia social".

En aquella historia, los hombres estaban más preocupados por construir ladrillos y no por lo que podía ocurrirle a cada obrero. Pero entonces esos lenguajes diferentes debidos a la intervención de Dios – reflexionó Francisco – deben verse como "una nueva posibilidad", porque invitan "a considerar la diferencia y la diversidad como una riqueza, porque la uniformidad no permite crecer". En cambio, la diversidad "nos exige aprender juntos los unos de los otros – concluyó el Pontífice – y redescubrir con humildad el auténtico significado y alcance de nuestra dignidad humana", porque las diferencias estimulan la creatividad.

 

Tiziana Campisi / Vatican News

Religión Digital

¿DE VERDAD QUE NO ES POSIBLE VIVIR UNA EUCARISTÍA MEJOR?


col otalora

No tenía intención de volver sobre este tema, pero en una reciente reunión de Joseba Segura con las unidades pastorales de una vicaría de Bizkaia (curas, diáconos y laicado), el obispo comenzó remarcando la centralidad de la Eucaristía en la vida cristiana. Fue una reflexión sin margen para la interpretación que me hizo repensar la importancia que tiene la expresión de la fe en comunidad, y más concretamente en nuestra actitud en la liturgia eucarística.

La asistencia a los templos para “celebrar” la Eucaristía desciende vertiginosamente; no es primordial para el cristiano de a pie. Y seguramente haya muchas causas en el origen de esta realidad menguante que se refuerza cada año. Quizá la reforma del Concilio Vaticano II no logró eliminar el carácter cerebral y poco popular de la misa, con el exceso funcional del celebrante desde el Concilio de Trento. Lo digo porque, ya en 1963, se hablaba de una “crisis de culto” detrás de la cual se esconde una crisis de fe (Xabier Basurko).

De ahí surgió un movimiento pendular que buscaba una mejor participación de la vivencia cristiana, a través de una liturgia más celebrativa y alegre. Pero las formas no pueden suplantar el fondo que continúa con la excesiva verbalización del celebrante y la actitud de anonimato en los fieles. La Eucaristía debe ser otra cosa: sentirnos comunidad agradecida, mirarnos a los ojos, saludarnos y compartir… no es estar al lado de alguien extraño cumpliendo una norma. La sacralidad de la Eucaristía no viene por los capisayos, rituales y formalismos, que pueden ayudar a darle solemnidad, sino por la actitud de quienes celebran la actualización de la Cena de Jueves Santo y su fundamento del amor fraterno.

El Papa resalta la importancia de la dimensión comunitaria: La misa no se puede escuchar sin más, como si nosotros fuéramos solo espectadores sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristianos que la viven”. En suma, sentirnos verdadera comunidad.

Buena parte del laicado se ha acostumbrado a la inercia y se resiste a algo tan ilustrativo como acercarse a los primeros bancos para estar cerca todos unos de otros y del celebrante, en torno a la Mesa del Señor. No hay manera de lograr que todos los asistentes a una Eucaristía se junten… No se trata de borrar los momentos de silencio e introspección, pero dentro del contexto de una celebración, fraterna y comunitaria que haga viva nuestra fe.

Dicho lo anterior, claro que existen comunidades celebrativas que expresan lo genuino del Evangelio, pero no es menos cierta la desertización espiritual continuada en nuestra sociedad, hasta el punto de peligrar la presencia cristiana en algunas zonas cercanas, como apuntó el obispo de Bilbao en esa reunión de vicaría.  El problema ya no es solo la carestía de curas, sino de laicos y laicas… ¿Qué nos está alejando de una vivencia más auténtica y comunitaria? ¿De verdad que no es posible vivir una Eucaristía mejor? ¿Es más fuerte la pasividad que la autocrítica?

Estamos lejos de propiciar experiencias como la que tuvo Tertuliano, aquél cartaginés que en su proceso de conversión observaba la actitud de las comunidades cristianas y le hizo exclamar la frase que se ha hecho tan popular: “Mirad como se aman”, sin que seamos capaces siquiera de juntarnos físicamente cuando hay bancos vacíos en el templo, ni acercarnos alrededor del altar cuando somos pocos...

No interesamos porque no hacemos atractiva la Buena Noticia, especialmente entre los jóvenes, otra de las preocupaciones que expresó Joseba Segura. Para casi el 75% de los jóvenes de nuestras diócesis, la religión es nada o poco importante. Y únicamente el 3,9% de este colectivo cree que en las iglesias se dicen cosas importantes. Sólo el 10% de los participantes en la experiencia sinodal que promueve Francisco son jóvenes. Ellos “creen más en Tik Tok que en los curas”… Estos y otros datos aparecen en una encuesta que recoge Religión digital e indican que si seguimos haciendo lo mismo, los resultados no cambiarán (una idea de Albert Einstein).

POSDATA – Hablando del obispo de Bilbao, también es noticia por convocar un acto oracional celebrado este viernes en la catedral ante víctimas y fieles con el propósito de pedir perdón y buscar la reparación de las víctimas. Una emotiva ceremonia de reconocimiento, pionera en el Estado, de que ha habido abusadores” que han utilizado “su posición”. “Han sido de los nuestros y así lo reconocemos”, recalcó. Que cunda el ejemplo, ya que este escándalo -abusos y encubrimientos-  ha alejado a muchos de la celebración eucarística.


EDUCAR EN LA INTERIORIDAD PRÓJIMA


col arregi

 

“¿Educamos para el sosiego y la paz ?” Con estas palabras se abre este libro breve y denso, unas palabras incluidas entre dos signos de interrogación en negro y rodeadas de un espacio vacío en blanco. En ese hueco blanco de la interrogación queda el lector atrapado, suspendido, atento al silencioso vacío blanco. Y en calma. Ahí nos conducen estas páginas del amigo Txemi Santamaría.

El es teólogo, psicólogo y psicoterapeuta. Educador, en definitiva. Menciono los “títulos” del autor solo para subrayar la esencia y finalidad del libro, a saber: que aprendamos a adentrarnos en el vacío silencioso de la interrogación, y ahí descubramos lo que realmente somos o aquello que somos capaces de ser, y nos pongamos en camino al fondo de nosotros mismos y de todo, al vacío y la plenitud de nuestro ser, a la libertad de la projimidad, a la paz. Y así seamos todos teólogos, psicólogos, psicoterapeutas, educadores.

¿Quién es realmente teó-logo, “alguien que habla de Dios?” No el que conoce y ofrece las respuestas de un supuesto “Señor de lo alto” [en vasco “Jaun-goiko”, que significa “Dios”], sino el que convierte las respuestas que vienen de lejos en preguntas de prójimo: “¿Qué te pasa? ¿Qué te duele?”. Pues “Dios” no es sino el infinito signo de interrogación hecho de projimidad compasiva. Ya seamos “creyentes” o “incrédulos”,  todos podemos ser verdaderamente teólogos, interrogadores compasivos de cuanto es, transcendiendo en paz todas las respuestas y creencias.

¿Y quién es psicólogo, es decir, “conocedor de la mente o psique” humana (inteligencia, voluntad, sentimiento, misteriosa memoria)? No lo es, principalmente, el experto académico que mira y explica desde fuera, desde arriba, las sinuosas y confusas zonas de esta nuestra problemática naturaleza, sino el que, iluminado por la conciencia de las propias sombras, ha aprendido, en la escuela de la vida y de la compasión, a comprender con empatía las debilidades del otro, a convertir sus extravíos en indicaciones, a ser humilde prójimo del prójimo, a ser fiel compañero de viaje. Porque sólo conociéndonos a nosotros mismos en profundidad podremos comprender al prójimo, y viceversa, solo conociendo al prójimo podemos comprendernos.

¿Y quién es verdadero psicoterapeuta, es decir, “sanador del espíritu o de la psique humanos”? No quien tiene a mano recetas fáciles para todos los problemas, sino quien, poniéndose en el lugar del prójimo herido, sabe ver con ojos de bondad sus dolores e impotencias como propios, pues efectivamente lo son. Quien mira con ojos de misericordia las faltas y carencias del prójimo como heridas, no con ojos acusadores como culpas. No somos seres “culpables”, ni “inocentes”, sino seres incompletos, caminantes y errantes hacia el Todo en busca de unos ojos de misericordia. El ungüento de la compasión es la mejor medicina. La compasión nos hace buenos, sanos, plenos. El compasivo es sano, aun siendo inacabado y caminante. Y es sanador. ¿Quién no puede ser compasivo compañero de viaje, a pesar de sus sombras, a pesar de sus heridas, a pesar de sus límites y a pesar de sus impotencias?

He ahí la visión del mundo, del ser humano, de la vida, que encontramos en el fondo de este libro. Es una propuesta educativa inspirada en la mirada profunda y en la projimidad compasiva. La primera frase se abre con esta pregunta: “¿Educamos para el sosiego y la paz ?”. Obviamente, la educación no se limita. La familia en todas sus formas, la acción cultural, el trabajo, la política, los medios de comunicación, el ocio, las redes sociales… son espacios de educación. Estemos donde estemos y seamos lo que seamos, todos podemos y debemos ser educadores, al igual que “teólogos”, psicólogos y psicoterapeutas.

¿Y en qué consiste ser educador? En enseñar a vivir bien, es decir, en bondad y en bienaventuranza. Es nuestro ser verdadero hecho de projimidad feliz. Educar consiste en aprender y enseñar a crecer decreciendo, acompañar en el camino hacia esa naturaleza revolucionaria hecha de compasión y paz, de vacío y plenitud. De otro modo seremos devorados por nuestra necesidad de crecer, este ritmo de crecimiento incontenible y sin rumbo que nos arrastra. La velocidad de lo que llamamos “progreso” arruina la vida buena, el bienestar común. ¿Educamos para respirar, para ser hermanos y hermanas compasivas y felices, para vivir en la justicia de la paz o en la paz de la justicia?

La interioridad es la base de la educación integral. Pero el término interioridad resulta equívoco, en la medida en que sugiere dualismo y aislamiento. La interioridad no es intimismo cerrado, no es mera introspección. La interioridad no es búsqueda y ejercicio de una trascendencia más allá de la inmanencia. La interioridad no es aislamiento, no se opone a exterioridad, pues el “dentro” y el “fuera” no existen en sí, sino en nuestra manera de ver. La interioridad no es estatismo ni inacción, porque nada es estático e inactivo. La interioridad no se opone a materialidad y corporalidad, pues nada existe –ni sentimiento, ni inteligencia, ni voluntad, ni memoria ni Dios sin alguna forma de cuerpo o de materia; y a la inversa: no existe nada que en su fondo no sea energía, aliento, “alma”, potencialidad de ser, de vivir, de actuar. Eliminemos, pues, la contraposición interioridad-exterioridad, lo mismo que el dualismo materialidad-espiritualidad.

“La interioridad es espacio integrador”, dice Txemi Santamaría. La interioridad no es una parte o dimensión de lo que somos, sino la conciencia que une todas las partes y dimensiones de nuestro ser con todo lo que es. Es la experiencia del Todo. Es la conciencia de que somos uno con la Unidad, la Comunión, la Interrelación cósmica infinita – con la piedra, el agua, el aire, el árbol, el pájaro, todos los seres humanos; con las partículas atómicas, las galaxias gigantescas, el universo o multiverso infinito.

Somos uno con todo. Venimos del Todo a esta corta vida, en comunión con todos los demás vivientes. Nos dirigimos al Todo, en unión con el Aliento Vital de todo, a través del tránsito liberador o pascua que llamamos muerte Somos minúsculos pulmones de la pascua interminable de la vida.

Si todo cuanto es y nuestro propio ser lo observáramos y sintiéramos como uno con Todo…, si desarrolláramos una cosmología, una antropología, una psicología, una filosofía de la comunión universal –o una “teología” del Misterio de Bien y de Bienaventuranza, más allá del “Dios Señor de lo alto” metafísico separado, más allá de la religión–…, si aprendiéramos y enseñáramos a detenernos, a callar, a escuchar, a mirar, a admirar, a sentir, a conmovernos, como primer aprendizaje y asignatura en todos los currículos…, si implementáramos una pedagogía de la comunión universal, de la projimidad compasiva en todos los ámbitos vitales y sociales –la educación, la ciencia, la política, la economía, toda la cultura–…, si practicáramos personal y públicamente lo que Ken Wilber llama “espiritualidad integral”…, todo se transformaría. Se nos abriría el aliento. Viviríamos.

He ahí el gran reto de hoy, el más grave de todos los tiempos: o bien crecemos y educamos en esa interioridad hecha de projimidad o nos asfixiamos a nosotros mismos y los unos a los otros en la competición acelerada por el crecimiento. Sin duda, el Aliento infinito de Lo que Es seguirá animando aun sin nosotros. Pero en aquello que nos concierne a nosotros, depende también de nosotros.

 

José Arregi

Aizarna, 21 de marzo de 2023

(Prólogo a Txemi Santamaria, Isilasunean jolaska, IDTP, Bilbao 2022, pp. 11-14)

www.josearregi.com

MUERTE Y VACÍO

FE ADULTA

col depalma

 Todos los grupos humanos pueden tener entre ellos un traidor. Se trata de alguien que no ve que el proyecto común sea lo que responde a la realidad de manera de cumplir los objetivos planteados. Buscar alternativas incluso a costa del resto parece para ellos la mejor opción. Cuando no es posible hacerse comprender, hay una crisis que ha de desencadenar ineludiblemente un cambio radical.

Entre los discípulos, Judas aparece como quien “entrega” a Jesús. Jesús advierte al grupo que hay alguien que lo va a entregar. Incluso parece señalar quién es. ¿Por qué los discípulos no paran a Judas? La cosa sigue su curso. Participan todos de la cena, del pan partido. Todo sigue adelante, como si nada pasara o como si todos aceptaran que es lo que tiene que pasar. Como si no pudieran o no quisieran hacer nada. ¿Por qué no hablan con Judas? ¿Por qué no tratan de convencerlo o por lo menos de llegar a un acuerdo? En la versión joánica, el mismo Jesús dice a Judas: “Haz pronto lo que tienes que hacer” (Jn 13,27). Pero está claro que el plan de Judas es reunirse con el grupo que quiere acabar a Jesús y de hecho vendrá “acompañado de mucha gente, con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo” (Mt 26,46). Parece como si Judas se pasara de bando y nadie hiciera nada para detenerlo. Mas aún, lo que pasará es lo que tiene que pasar. En palabras del mismo Jesús: “Todo esto ha sucedido para que se cumplieran las Escrituras de los profetas” (Mt 26,56).

De esta manera se abre paso el episodio más dramático en la vida de ese grupo. Jesús ha de sufrir y morir. Y los discípulos que quedan han de dispersarse: “En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron” (v. 56). Este acontecimiento excede en mucho la lógica de continuidad del grupo.

Es entonces cuando aparecerá un nuevo conjunto de protagonistas. Según el relato mateano, “Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo; entre ellas, María la Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús” (vv. 55-56).

Tal vez la muerte y el vacío marcan y son la posibilidad del comienzo de una nueva etapa, incluso de un nuevo colectivo de protagonistas, de testigos de la vida y también de la muerte de Jesús y de la dispersión del grupo. Las palabras, las parábolas y los relatos que Jesús usaba para referirse a la muerte y la angustia podrían empezar a cobrar relevancia para ellos: el grano de trigo de trigo que muere, la angustia de la mujer que grita de dolores de parto (Jn 16,21); y ahora la tumba (v. 66). Solo algunos serán capaces de advertir la continuidad en medio del vacío: el grano da lugar a un brote, el parto a la vida; y, el cuerpo muerto en una tumba, ¿a qué da paso?

Tal vez intentando responder a esta última pregunta, o por canalizar a su dolor compartido o sin más que buscar consuelo, es que “María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro”. Y así, serán testigos, tendrán una misión, cogerán la posta, continuarán…


CARGAR CON LA CRUZ Domingo de Ramos – A (Mateo 26,14–27,66)

 JOSÉ ANTONIO PAGOLA


Lo que nos hace cristianos es seguir a Jesús. Nada más. Este seguimiento a Jesús no es algo teórico o abstracto. Significa seguir sus pasos, comprometernos como él a «humanizar la vida», y vivir así contribuyendo a que, poco a poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su justicia.

Esto quiere decir que los seguidores de Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, a introducir justicia donde hay abusos y crueldad con los más débiles, a reclamar compasión donde hay indiferencia ante los que sufren. Y esto exige construir comunidades donde se viva con el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes.

Seguir así a Jesús trae consigo conflictos, problemas y sufrimiento. Hay que estar dispuestos a cargar con las reacciones y resistencias de quienes, por una razón u otra, no buscan un mundo más humano, tal como lo quiere ese Dios encarnado en Jesús. Quieren otra cosa.

Los evangelios han conservado una llamada realista de Jesús a sus seguidores. Lo escandaloso de la imagen solo puede provenir de él: «Si alguno quiere venir detrás de mí… cargue sobre las espaldas su cruz y sígame». Jesús no los engaña. Si le siguen de verdad, tendrán que compartir su destino. Terminarán como él. Esa será la mejor prueba de que su seguimiento es fiel.

Seguir a Jesús es una tarea apasionante: es difícil imaginar una vida más digna y noble. Pero tiene un precio. Para seguir a Jesús es importante «hacer»: hacer un mundo más justo y más humano; hacer una Iglesia más fiel a Jesús y más coherente con el evangelio. Sin embargo, es tan importante o más «padecer»: padecer por un mundo más digno; padecer por una Iglesia más evangélica.

Al final de su vida, el teólogo Karl Rahner escribió esto: «Creo que ser cristiano es la tarea más sencilla, la más simple y, a la vez, aquella pesada “carga ligera” de que habla el evangelio. Cuando uno carga con ella, ella carga con uno, y cuanto más tiempo viva uno, tanto más pesada y más ligera llegará a ser. Al final solo queda el misterio. Pero es el misterio de Jesús».


SABEMOS MUY POCO DE LO QUE PASÓ EN LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS DOMINGO DE RAMOS (A) Mt 26,14-27,66

 

col fraymarcos


Es difícil admitir que no sabemos lo que sucedió en la muerte de Jesús. Hemos dado por supuesto que todo lo que nos dicen los evangelios es lo que realmente pasó. Nos hubiera gustado que primero nos dijeran lo que pasó y luego nos dieran su interpretación de los hechos. En realidad, a los evangelistas no les importa lo que pasó. Incluso se inventan los hechos para adecuarlos a la interpretación (esto sucedió para que se cumpliese la Escritura). Si en la Pasión los cuatro evangelios se hagan sinópticos, se debe a que ese relato fue el primero en ponerse por escrito.

Hoy la liturgia comienza con el recuerdo de la entrada “triunfal” en Jerusalén. Es muy difícil precisar el sentido exacto que pudo dar Jesús a la entrada en Jerusalén de ese modo tan peculiar. Seguramente no coincidió con la interpretación que le dieron sus discípulos. Cuando se fijaron por escrito los relatos, ya habían pasado cuarenta o setenta años, y sus seguidores habían cambiado radicalmente la comprensión de Jesús. Lo que intentan trasmitirnos es esa comprensión.

Con los datos que tenemos no podemos pensar en una entrada solemne. Si era política, no lo hubiera permitido el poder romano. Si era religiosa, no lo hubiera permitido el poder religioso. Ambos tenían medios más que suficientes para actuar contra una manifestación masiva. Mucho más en Pascua, que era momento de máxima alerta política y religiosa. No cabe duda de que algo pasó, pero no debemos imaginarlo como un acto espectacular sino como un acto profético de un pequeño grupo. Todos los grupos de peregrinos llegaban en ambiente festivo.

Seguramente se trató de una muestra de adhesión por parte del pequeño grupo que acompañaba a Jesús, a los que posiblemente se unieron otros que venían de Galilea. Recordemos que la subida a la fiesta de Pascua se hacía siempre como romería, en grupos numerosos, en los que se manifestaba el júbilo por acercarse a la ciudad santa y al Templo. Los gritos son intentos de dar una explicación a lo ocurrido. Lo mismo los mantos y ramos expresan la actitud de los que le seguían.

La mayoría del pueblo estuvo siempre del lado de los jefes. Estos son los que piden la muerte de Jesús. No tiene sentido insistir en que el mismo pueblo que lo aclama hoy como Rey, pida el viernes su crucifixión. Tampoco podemos minimizar el número de los acompañantes de Jesús. Los evangelios nos dicen que en varias ocasiones los dirigentes no se atrevieron a detenerle por el gran número de seguidores. En realidad, lo detuvieron de noche con la ayuda de un traidor.

Pasión y muerte de Jesús

Pocos aspectos de la vida de Jesús han sido tan manipulados como su muerte. Pero ha sido también la mayor tergiversación del Dios de Jesús. Desde su perspectiva, es lógico que se pensara en un Dios que exige la muerte de su propio hijo para poder perdonar los pecados de los seres humanos. Esta idea es lo más contrario a la predicación de Jesús sobre Dios que pudiéramos imaginar.

1º Su muerte no fue exigida, ni programada, ni permitida por Dios. Dios no necesita sangre para perdonarnos. Seguir hablando de la muerte de Jesús como condición para que Dios nos perdone es la negación más rotunda del Dios de Jesús. Esa manera de explicar el sentido de la muerte de Jesús no nos sirve de nada, es más, nos mete en un callejón sin salida. La muerte de Jesús, desvinculada de su predicación y de su vida no tiene el más mínimo significado.

2º La muerte en la cruz no fue el paso obligado para llegar a la gloria. El domingo pasado veíamos que la muerte biológica no quita ni añade nada a la verdadera Vida. Jesús murió por ser fiel a Dios. Jesús quiso dejar claro, que seguir amando como Dios ama, es más importante que conservar la vida biológica. No murió para que Dios nos amara, sino para demostrar que nos ama siempre.

A Jesús le mataron porque estorbaba a aquellos que habían hecho de Dios y la religión un instrumento de dominio y opresión de los más débiles. La muerte de Jesús no se puede separar de su profetismo, es decir, de su denuncia de la injusticia que se ejercía en nombre de Dios. Su cercanía a los excluidos fue su mensaje fundamental. Esta actitud, defendida en nombre de Dios, resultó inaguantable para los que solo buscaban su interés y mantener sus privilegios.

Al demostrar que para él el amor era más importante que la vida biológica, Jesús nos enseña el camino hacia la Vida definitiva que no es afectada por la muerte física. Ese camino nos lleva a la plenitud humana, que no está en asegurar nuestro “ego”, ni aquí ni en un más allá, sino en alcanzar la plenitud del amor que nos identifica con Dios. Amando como Dios ama potenciamos nuestro verdadero ser al máximo de sus posibilidades, desplegando nuestra capacidad de entrega.

Debemos descubrir la presencia de Dios en nuestro sufrimiento, en nuestra misma muerte. No podemos seguir buscando nuestra plenitud en el triunfo y en la gloria. No debemos seguir preguntando: ¿Por qué tanto sufrimiento y tanta muerte? ¿Dónde está el Dios Padre? Seguimos pensando que el dolor y la muerte son incompatibles con Dios. Un Dios que no nos dé seguridades, no nos interesa. Un Dios que no garantice la permanencia del yo egoísta no nos serviría de nada.

Una parte de nosotros está con los dirigentes judíos y no quiere saber nada del dolor y de la muerte. “No quiero cantar ni puedo...” Otra parte de nosotros se siente atraída por ese hombre que viene a manifestar la verdadera Vida y que esa plenitud es más importante que la vida terrena. En el fondo de nosotros mismos, algo nos dice que Jesús tiene razón, que el único camino hacia la Vida es aceptar la muerte. Pero despegarnos de nuestro “yo” sigue siendo una meta inalcanzable.

Si tomamos conciencia de que Jesús llegó al grado máximo de humanidad cuando fue capaz de amar más allá de la muerte, descubriremos donde está la verdadera Vida. El secreto está en descubrir que no puede haber Vida si no se acepta la muerte. También la muerte física, pero sobre todo la muerte a nuestro “ego”. Jesús nos enseña que estamos aquí para deshacernos de todo lo que hay en nosotros de terreno, de caduco, para que se manifieste lo que hay de Divino.

DOMINGO DE RAMOS

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fe adulta

La lectura de la Pasión según Mateo está precedida de dos textos que pretenden desvelar su significado. ¿Qué sentido tiene el sufrimiento y muerte de Jesús? ¿Termina todo en el fracaso?

Sufrir para poder consolar (Isaías 50,4-7)     

Un profeta anónimo, al que los cristianos identificamos con Jesús, cuenta parte de su experiencia. Ha recibido la misión de «transmitir al abatido una palabra de aliento». En el momento que vivimos, al menos en España, todos necesitamos esa palabra que nos anime en medio de tanta muerte, enfermedad y sufrimiento. Pero la experiencia de este profeta es que, para poder animar al que sufre, él mismo tiene que sufrir. Y acepta ese destino de inmediato: «Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos».

Humillarse para ser como cualquier otro (Filipenses 2,6-11)

Frente a la tentación tan frecuente de presumir, de aparentar ser más de lo que somos, Jesús no hace alarde de su categoría divina y se despoja de su rango. Dice Pablo que de ese modo «pasó por uno de tantos». En realidad, se colocó en el escalón más bajo, ya que se rebajó incluso a la muerte más vergonzosa que existía en el imperio romano: la muerte en cruz.

Sufrir y humillarse para triunfar

Las dos primeras lecturas terminan con la certeza del triunfo. «Mi Señor me ayudaba… sé que no quedaré avergonzado», dice el poema de Isaías. «Dios lo levantó sobre todo» y hará que todos adoren y alaben a Jesús, termina Pablo. Con esta certeza de la victoria debemos terminar la lectura de la Pasión y enfocar nuestros propios sufrimientos.

La Pasión según san Mateo

Como ocurre en otros momentos de la vida pública, los evangelios no coinciden en todos los detalles de la pasión. Teniendo especialmente en cuenta los episodios que añade o modifica Mateo, podemos distinguir los siguientes aspectos en su relato:

1. Enfoque cristológico: Jesús es consciente de que va a la pasión, no le ocurre de sorpresa, su muerte no es fruto de la imprudencia o la imprevisión.

2. Enfoque jurídico: Mateo subraya la injusticia del proceso y la culpabilidad de las autoridades judías.

3. Enfoque eclesial. Los paganos son los que perciben mejor la inocencia y dignidad de Jesús: la mujer de Pilato, el centurión en la cruz. Esta idea empalma con la visita inicial de los Magos de Oriente a adorar a Jesús niño.

EL MITO DE LA SALVACIÓN Domingo de Pasión 2 de abril Mt 27, 11-54

col lozano art

 

fe adulta

La doctrina cristiana de la salvación es la contracara de la doctrina del pecado original, hasta el punto de reclamarse mutuamente: por eso se habla de “salvación del pecado”.

Tal conexión explica la dificultad que encuentra la teología para asumir como mito lo relativo al llamado “pecado original” o “caída de nuestros primeros padres”. Porque si esto se cuestionaba, parecía quedar vacía de contenido la doctrina de la salvación. Es decir, se vendría abajo toda la construcción teológica en torno a la salvación por la cruz y la misma figura de Jesús como “el Salvador”.

Sin embargo, ¿cómo podría sostenerse hoy la realidad del pecado original, de manera literal, tal como lo narra el relato bíblico? Incluso la propia teología reconoce que Adán (= “hecho de tierra”) y Eva (= “vitalidad, madre de los vivientes”) no han sido personajes históricos, sino símbolo de cada ser humano. ¿Qué homínidos habrían sido el “primer hombre” y la “primera mujer”? ¿Y qué dios sería aquel que, por desobedecerle, necesita castigar a toda la especie nacida de ellos?…

La conclusión parece evidente: tanto el “pecado original” como la “salvación” son mitos, es decir, relatos portadores de verdad que han de ser comprendidos de manera simbólica. ¿Cuál es su significado?

El pecado original es la ignorancia acerca de lo que somos. Ignorancia que nace con nuestra especie -en concreto, con la emergencia de la mente separadora- y que reduce nuestra identidad al yo, encerrándonos en una consciencia de separatividad y, en consecuencia, de soledad, ansiedad, miedo y culpa.

Si el pecado original fue (es) ignorancia, la salvación es sinónimo de comprensión de lo que somos: nuestra verdadera identidad está ya salvada, siempre lo ha estado. Lo único que necesitamos es caer en la cuenta, comprenderlo.

No hablo, por tanto, de que el yo se salve a sí mismo, como el barón de Münchhausen, que pretendía salir del pozo tirando de sus propios cabellos; ni siquiera de que haya que salvar al -hablando con rigor- inexistente yo: no se trata de salvar (perpetuar) al yo -como plantean las religiones-, sino de liberarnos de la identificación con él, al reconocer que no constituye nuestra verdadera identidad.

Es la comprensión, no un “sacrificio expiatorio”, lo que nos salva. ¿Nos salva Jesús? Ciertamente no, en el sentido en que habitualmente se ha entendido. En todo caso, nos “salva” -ilumina nuestro camino de comprensión, como tantas otras personas sabias a lo largo de la historia humana- al mostrarnos cómo vivir con acierto o sabiduría. Él vivió hasta el extremo la fidelidad al Fondo de sí mismo (“Abba”, Padre) y el amor y la entrega a los demás.

¿Qué ideas tengo del “pecado” y de la “salvación”?

EN JERUSALÉN Mt 26,14 - 27,66 «Hosanna al hijo de David»

fe adulta

comentario editorial fa7

col munarriz

 

Mt 26,14 - 27,66

«Hosanna al hijo de David»

Jesús entra el domingo en Jerusalén acompañado de un grupo de galileos que le aclaman como el mesías anunciado: «Hosanna al hijo de David». Disuelta la comitiva, se dirige al templo, expulsa a los mercaderes y se enfrenta a unos sacerdotes de alto rango que le increpan: «¿Con qué autoridad haces estas cosas?» … Al atardecer se retira a la seguridad de Betania.

El lunes se dirige al templo y comienza a enseñar desde la escalinata del pórtico de Salomón. Los judíos le escuchan entusiasmados y Jesús les urge a la conversión: «Todavía es tiempo». Aparecen unos sacerdotes desafiantes y arremete contra ellos con la parábola de los viñadores homicidas: «Hará perecer a los labradores malvados y dará la viña a otros» … A renglón seguido censura con violencia a escribas y fariseos: «¡Hipócritas!» …

Se conjuran para matarlo, pero temen a la multitud.

El martes vuelve al templo y se congrega en torno suyo gran número de personas. Unos fariseos, acompañados de unos herodianos, le ponen a prueba con una pregunta trampa sobre el tributo a los romanos: «Dad pues al César lo que es del Cesar». Más tarde les toca el turno a los saduceos, y finalmente a los fariseos: «¿Quién es mi prójimo?» ... «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó» …

Vuelve el miércoles. Unos fariseos irrumpen en el grupo, abren un claro delante de Jesús y arrojan a una mujer aterrada. «Moisés nos manda apedrear a estas mujeres, ¿tú qué dices?» … Y Jesús se juega la vida —y la pierde— por salvar la de la mujer, porque los santos fariseos nunca le van a perdonar que les llame públicamente pecadores. Sale al monte de los olivos seguido de mucha gente y les manda el mensaje definitivo: «A mí me lo hicisteis» …

El jueves, Jesús sabe que su tiempo se ha acabado y organiza una cena de despedida con sus íntimos: «Yo soy el maestro y el Señor, y os he lavado los pies» … «Haced esto en memoria mía» … Al acabar la cena, los hombres salen de la ciudad por la puerta de las Aguas y remontan el torrente Cedrón. Me gusta imaginar que en el cruce de caminos Jesús se detiene. El de la derecha lleva a Betania, a la seguridad de la casa de sus amigos. El que sale al frente, a Jericó, y de allí fuera de la jurisdicción de quienes quieren matarlo. Duda unos instantes y toma la senda que sube a Getsemaní; a su destino: «Pero no se haga mi voluntad sino la tuya» …

Judas lo entrega, los levitas y los criados lo prenden y el sanedrín lo condena a muerte por blasfemo: «¿Eres tú el hijo del Altísimo?... ¡Ha blasfemado!» …

El viernes, los sacerdotes lo entregan a los romanos, pero no le acusan de blasfemo sino de sedicioso. Pilato trata tibiamente de salvarlo, pero fracasa: «Nosotros no tenemos más rey que el César». Su suerte está echada; los romanos lo torturan y lo crucifican: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» … «¿Por qué me has abandonado?» … «En tus manos encomiendo mi espíritu» …

El domingo, las mujeres van al sepulcro y encuentran la losa removida y el sepulcro vacío. Van corriendo a contárselo a los discípulos, pero estos no les creen. Por la tarde Jesús se presenta donde están reunidos y les encomienda la misión «Id por el mundo y proclamad el evangelio a todas las gentes».

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

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