FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ATALAYA

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miércoles, 8 de febrero de 2023

Mesías Trump: la ofensiva de la extrema derecha devuelve la religión al corazón de la lucha política -- Ángel Munárriz

 Ángel Munárriz

Infolibre

LA EXTENSIÓN DEL FANATISMO
El ensayo ‘Jesus y John Wayne’ desentraña el éxito en las bases integristas de Donald Trump, antítesis del buen cristiano, desvelando una mutación beligerante de la fe que también se extiende por España
El teólogo Juan José Tamayo ve ya en España el «cristoneofascismo» que ha quebrado EEUU y Brasil. Juantxo Domínguez, experto en sectas, alerta de una mezcla letal de «fanatismo y conspiracionismo»  Ver noticia

YO NO MATO A TODOS LOS RATONES

fe adulta

col gerardo

 

 

Es un cuento muy viejo. Un pueblo está lleno de ratones y no saben cómo matarlos. Un hombre se ofrece por 1000 pesetas a acabar con ellos. Hecho el contrato dice: “yo tengo el yunque y el martillo, traédmelos de uno en uno”.

Me he acordado de esta historia al oír hablar del primer anuncio del evangelio. Hay millones de personas, pero ¿cómo se puede anunciar a cada persona?

No hay fórmulas fáciles, ni las personas tienen ganas de escucharlo. Es preciso ir descubriendo semillas y presencias del Resucitado. Y en cada persona encontraremos signos de su actuación, de su presencia. Ahí es donde podemos empezar a detectar y alabar la actuación de Jesús.

Andando por las calles, muchas veces veo que entre las baldosas brotan pequeños tallos de hierba. Si eso que nace espontáneamente lo cuidamos, va creciendo. De eso se trata: detectar la presencia de Jesús. Él nos dijo que donde hay dos o tres que se aman, ahí está Él.

Por eso es preciso ir viendo los gestos de amor entre las personas y alegrarnos con Jesucristo que está actuando ahí. Podemos reconocerlo y alabar a esas personas. Puede ser un camino. No condenando los fallos de la vida sino apoyando, fortaleciendo lo bueno porque es cristiano, y todo suma en orden a conseguir la propuesta de Jesús de Nazaret.

Si matamos a todos los ratones, casi seguro que nos cargaremos algún que otro animal. Es preciso ver las posibilidades y cualidades de cada ser. Detectar la presencia de Dios en cada uno. No se trata de quitar a los no creyentes.

No vale la postura de “aquí no hay nada que hacer”. Porque siempre hay un hálito del Espíritu.

La misión de la Iglesia no es conseguir adeptos y atraer a la gente, sino ser fermento, meterse en las actividades y proyectos humanos.

En orden a lograr el Proyecto de Jesús de Nazaret. Ofrecer la Buena Noticia de que Dios nos ama, que está en todo y con todos. Y su señal es amarnos.

Cuando tengamos la suerte buscada de estar ante personas abiertas al Evangelio, podemos anunciar el meollo del Evangelio: Dios nos quiere en Jesús siempre y está con todos y en todos. Lo notaremos porque nos amamos.

RAFAEL PARDO: "LA IGLESIA FUE DEMOCRÁTICA DESDE SUS INICIOS. HOY NO ES ASÍ"

Religión digital

col bastante

"El evangelio de Cristo no es muy optimista respecto al futuro del cristianismo… En el evangelio de Cristo no hay referencias a 'primaveras eclesiales'". El sacerdote Rafael Pardo acaba de publicar 'Cuando la Iglesia era democrática' (Desclée), un ensayo que repasa los 'ensayos democráticos' en la Iglesia que, en su opinión, no exenta de polémica, tuvo un freno en los años posteriores al Concilio. Aunque el autor, conscientemente, matiza: "Quiero dejar constancia explícita de que en este libro no se cita al Concilio Vaticano II ni una sola vez. La gran crisis no vino con tal Concilio ni con tal Papa".

-La primera pregunta es obligada. ¿Cuándo fue la Iglesia democrática?

-Lo fue siempre, desde sus inicios. En la Escritura aparece la elección popular del apóstol Matías (no lo nombra Pedro), aparece también la decisión pactada en común en el Concilio de Jerusalén sobre algunos ritos judíos, y san Pablo dice que las Iglesias le han nombrado colaboradores para administrar el dinero, y dice que se alegra de ello porque quien administra la bolsa se lleva las críticas. Desde entonces, los obispos fueron nombrados democráticamente durante varios siglos, y después esa elección recayó en los cabildos eclesiásticos hasta el s. XX. En general, la gente desconoce que el Papa no nombraba a dedo a los obispos, la gente no sabe que los obispos no nombraban a dedo a los párrocos. Eso es muy reciente: a partir de 1917.

-¿Puede ser la Iglesia democrática? ¿Cómo?

-No se trata de ser una democracia al estilo político, pero sí se puede ganar mucho en espacios de reflexión y decisión en común, cosa que antes se hacía y ahora no. Hasta 1914, los laicos participaban en los cónclaves para elegir nuevo Papa (los embajadores de algunos países católicos), y ahora no es así. Durante 300 años, todas las decisiones y nombramientos sobre la Iglesia de América las tomaba el Consejo de Indias, compuesto por laicos y clérigos, ahora no es así. En las parroquias, el Patronato compuesto por laicos y por sacerdotes administraban la economía y las festividades y sus normas, hoy no es así. En resumen, hay decisiones eclesiales que antes se tomaban en común y hoy no es así.

-Planteas una pérdida de democracia en la Iglesia a partir de la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con el Concilio Vaticano II, que precisamente ha sido propuesto como un avance en la participación de los fieles. ¿No es así? El Concilio, ¿fue un freno para la Iglesia?

-Quiero dejar constancia explícita de que en este libro no se cita al Concilio Vaticano II ni una sola vez. La gran crisis no vino con tal Concilio ni con tal Papa: el mundo rural medieval quedó hecho añicos por la II Guerra Mundial. Después de la Guerra, la Iglesia trató de adaptar estructuras que se habían quedado anticuadas porque pertenecían al mundo anterior, pero el espíritu participativo y democrático de esas estructuras antiguas no se trasladó a las nuevas. Las estructuras intermedias, como los arciprestazgos y cabildos, desaparecieron. ¿Es eso una ganancia o una périda de sentido democrático? Que el lector juzgue e interprete. Antes los párrocos ganaban sus parroquias por concurso abierto y público, el obispo no intervenía, hoy son nombramientos “a dedo” por parte del obispo. ¿Es eso una ganancia o una pérdida de sentido democrático? Que el lector lea y juzgue por él mismo.

-Planteas una opción un tanto pesimista sobre el futuro del cristianismo en la actual sociedad, que calificas de 'atea'. ¿Por qué?

-El evangelio de Cristo no es muy optimista respecto al futuro del cristianismo: “tendréis persecuciones…os entregarán… el padre se pondrá contra el hijo y el hijo contra el padre…”. Cristo habla de un “príncipe de este mundo” que no es Él, y san Pablo habla de un reino de iniquidad que vendría sobre el mundo, un reino en el que la gente se reiría de la moral recta. No soy yo, es la Escritura la que habla y profetiza sobre esto. En el evangelio de Cristo no hay referencias a “primaveras eclesiales”.

-¿Qué opciones tiene el cristianismo para volver a sus esencias en el mundo de hoy?

-La única opción y el único camino es Dios, y lo que Dios quiera e impulse para su Iglesia. La debilidad estructural nos llevará a opciones y estructuras más simples, sin duda alguna. Ya no es posible sostener económicamente el patrimonio de iglesias medievales y templos góticos. Tampoco la Iglesia volverá a tener el monopolio de centros educativos o de hospitales y obras asistenciales.

-El Papa Francisco cumple diez años de pontificado en estos días. ¿Cómo calificarías su papado?

-Todo papado es una acción del Espíritu Santo sobre la Iglesia, los Papas inciden en cosas diferentes porque son personas diferentes y tienen sensibilidades teológicas diferentes. Es infantil hablar de “Papa Bueno” y “Papa Malo”, como se hacía antes y yo escuché de niño. Soy un intelectual, y ese tipo de etiquetas pueriles me repugnan por simplificadoras y porque tienen algo de paranoide: hay buenos buenísimos y malos malísimos. El Papa Francisco es el Papa hoy, y por eso me merece tanto cariño como los Papas que he conocido antes, y mi obediencia como lo hubo para los anteriores. Rezo por el Papa Francisco todos los días, para que Dios le de salud, sabiduría y fortaleza. También lo hacía con los anteriores. Y lo haré con los posteriores. No quisiera estar en la piel de ningún Papa ni estar sometido a esas presiones.

-¿Son 'democráticos' los ataques, las críticas al Papa que se están dando? ¿Por qué?

-Todo grupo humano que monopoliza un relato único y apaga la disidencia se vuelve intolerante, cerrado, autoritario. El santo cardenal Newman ya explicaba en su Carta al Duque de Norfolk que tener unidad de fe con el Papa y un respeto sincero no significa aprobar todas y cada una de sus decisiones, en concreto las que no están ligadas a la fe sino a cuestiones opinables. Eso sí, yo no soy un santo ni soy nadie para criticar a un Papa, y pienso que internet, por ejemplo, es un vertedero de inmundo que no es la vía ni el modo de hacer llegar sugerencias al Vaticano, si es que uno las tiene.

 

ESPIRITUALIDAD, GNOSTICISMO Y COMPRENSIÓN (II)

fe adulta

col lozano art

 

La pregunta central es esta: ¿cómo podemos llegar a comprender lo que realmente somos y, de ese modo, a la liberación de la ignorancia y a la experiencia de la plenitud (que las religiones llamaban “salvación”)?

Como quedó insinuado en la primera parte, me parece que podemos estar de acuerdo en que solo hay dos modos de acercarnos a la realidad no material: uno es el camino de las creencias, el otro es el camino de la comprensión experiencial.

Ahora bien, la creencia es solo un constructo mental que, en algún momento hemos recibido, de una forma u otra y al que nos hemos adherido. Es precisamente la adhesión personal la que convierte un pensamiento en una creencia, hasta el punto de otorgarle un estatus de hecho. Pero, mirando con atención, descubrimos que una creencia es siempre un conocimiento de segunda mano.

La comprensión, por el contrario, nace de más allá de la mente, aunque posteriormente se tematice conceptualmente, es decir, se plasme un “mapa” mental. La comprensión -que no es un mero entender, ni tampoco una “doctrina secreta” o esotérica reservada al círculo de los “elegidos”- puede darse de manera gratuita y sorpresiva o puede ser fruto de la indagación y experimentación. En cualquier caso, se produce en el silencio de la mente y la suspensión del pensamiento. Comprender equivale a “ver”.

En la comprensión de lo que somos se ventila absolutamente todo lo demás. Sin ella, permanecemos en la ignorancia, la confusión y el sufrimiento. Gracias a ella, reconocemos ser lo que somos y eso transforma de manera radical y liberadora nuestro modo de ver, de actuar y de vivir. Quien comprende, es en profundidad.

Este es el camino espiritual: el camino que conduce a la comprensión, y que se halla al alcance de todo ser humano que quiera comprometerse honestamente en la búsqueda de la verdad. Lo que suele suceder es que, dado que a la mente se le escapa lo que es la “comprensión” -porque trasciende la mirada mental y requiere activar la mirada espiritual-, la confunde, la trivializa y, con frecuencia, la ridiculiza. Lo cual también suele ser tan frecuente entre los humanos como la tendencia a etiquetar: ridiculizar lo que se desconoce.

La espiritualidad genuina no es una creencia gnóstica ni adolece de aquellos rasgos gnósticos que he mencionado. Es un camino humilde que no tiene otra pretensión que la de buscar -y ayudar a buscar- apasionadamente la verdad, a través de propuestas o pautas que han sido desarrolladas por las grandes tradiciones sapienciales de la humanidad a lo largo de su historia. Sin embargo, todo ese bagaje ancestral no se asume en ningún momento como una “creencia”, sino como una oferta e invitación a indagar por uno mismo.

Más allá de etiquetas y de contenidos que han podido asociarse a ese término, espiritualidad es, a la vez, nuestra dimensión de profundidad y el camino que nos permite a todos, más allá de creencias de un tipo u otro, volver a casa, comprender y experimentar la plenitud que somos.


A LAS MUJERES NOS CUESTA…

col monsegur

 

Cuando decimos que nos “cuesta” significa que hay que ganarlo, no se da gratuitamente. A diferencia de los varones, las mujeres tenemos que buscar el modo de obtener presencia.

Es difícil tener voz en la construcción de pensamiento. Hay que intentar alzar voces sabiendo que hay dos posibilidades: ser o no ser escuchada, aun cuando nuestra educación y nuestra experiencia avalasen el pensamiento que queremos dar a luz. 

Esto sucede también en el ámbito cotidiano de la vida familiar, muchas veces somos miradas desde la sospecha y es necesario demostrar en qué nos basamos para expresar nuestras opiniones. Aunque en familia se sostiene la acción amorosa hacia las mujeres, no es así con el valor de los razonamientos. 

En el ámbito doméstico no es fácil desplegarse libremente, quizá sí lo hacemos en los espacios específicos donde nos movemos siendo valoradas sin distinción de género.

¿Qué sucede en el ámbito eclesial? 

Es más difícil aún romper esta estructura que reproduce el ámbito “familiar”. No somos libre de desplegar nuestro potencial, nos cuesta desenrollar la esencia que nos define, ocupar los espacios, traspasar los márgenes para mostrar el mundo que soñamos. No es cuestión de imponer sino de ser recibida y de reconocer que las mujeres aportamos desde una experiencia de vida particular.

Tomando muchos de los escritos que nos dejó la tradición bíblica podemos reconocer fácilmente que Jesús vio esta desigualdad y quiso poner en el centro de su prédica y de sus acciones la equidad. 

Esa igualdad que genera cambios, es la urdimbre para una Iglesia sinodal. ¿Vendrán tiempos cercanos en que podamos caminar en la igualdad? No sabemos… pero al menos hoy y aunque sea solo por hoy... podemos instalar el tema de las mujeres aportando desde su esencia, y con todo respeto… traspasando los márgenes.

 

Cristina Monsegur, Comunidad de Lourdes de Beccar
ECLESALIA

FRANCISCO NO ZIGZAGUEA SOBRE EL TEMA LGBTQ

religión digiral

col james

 

El papa Francisco no está tomando un "curso en zigzag" sobre el tema LGBTQ. Así lo asegura el jesuita estadounidense James Martin, abanderado del acercamiento eclesial y pastoral a este colectivo, en declaraciones al portal suizo Kath, recogidas por Katholisch.

Salía así al paso de unas declaraciones del Papa sobre el tema de la homosexualidad que causaron confusión. "El Papa Francisco dejó claro desde el comienzo de su pontificado que quería dar una mano pastoral a las personas LGBTQ", dijo Martin, y recordó la emblemática frase de Francisco "¿Quién soy yo para juzgar?" sobre los homosexuales.

No está decepcionado con Francisco

Martin asegura que no está decepcionado por el hecho que el Papa no sea más explícito sobre las reformas en esta cuestión. "Y creo que a menudo pasamos por alto las reformas que el Santo Padre ya ha implementado", señala el religioso, recordando que Francisco se pronunció recientemente a favor de despenalizar la homosexualidad.

"Es el primer Papa en hacer eso y es un gran paso adelante", subraya Martin, quien está siempre en la diana de los grupos más críticos con el Papa precisamente por apoyar el cambio de lenguaje y actitud con respecto al colectivo LGTBQ.

Francisco reformó muchas cosas a través de sus palabras y gestos, visitando a algunos refugiados, lavando los pies de los prisioneros y reuniéndose con personas transgénero, dijo el jesuita estadounidense. "Recuerden que Jesús enseñó con palabras y hechos. También lo hace el Papa".

Martin: No cuestionar la enseñanza de la Iglesia

Tampoco él cuestiona la enseñanza de la Iglesia, recalcó Martin, aunque sí lanzó una advertencia: "Sin embargo, debemos tener cuidado de cómo esta enseñanza de la Iglesia es escuchada por aquellos a quienes está destinada", porque, según aseveró, la Iglesia todavía tiene algo que aprender sobre la sexualidad humana y está llamada a escuchar, especialmente con respecto a las personas LGBTQ.

Martin intercambia regularmente puntos de vista sobre este tema personalmente o en forma de cartas con Francisco. De hecho, a finales del pasado mes de enero, el Papa le explicó en una carta manuscrita a Martin sus declaraciones de entrevistas anteriores sobre el tema de la homosexualidad, enfatizando que los actos homosexuales, como todos los actos sexuales fuera del matrimonio, son pecado.

"No es un delito. Sí, pero es un pecado"

En la entrevista, el Papa se pronunció en contra de la criminalización de la homosexualidad y dijo: "No es un delito. Sí, pero es un pecado. Está bien, pero primero distingamos entre un pecado y un crimen". La declaración había dado lugar a discusiones, ya que la enseñanza de la Iglesia describe la homosexualidad como "objetivamente desordenada", pero solo los actos homosexuales se consideran pecados. No quedó claro a partir de la entrevista escrita si la declaración del Papa era simplemente una objeción retórica a su declaración real, a la que respondió, o si él mismo representa esta posición.

VISITAR UN LUGAR SAGRADO

fe adulta

col bennasar

 

Esta es la definición de peregrinar, según el diccionario: visitar, ir hacia un lugar, uno, que sabemos y sentimos como sagrado.

La mayoría de nosotrxs al oír la palabra peregrinar, peregrinación… pensamos en los lugares emblemáticos (Jerusalén, La Meca, Santiago de Compostela, Vezelay, Sainte-Baume… los dos últimos lugares de peregrinación de María de Magdala) que a lo largo de la historia han acogido y siguen acogiendo a millones de personas que buscaban y buscamos: paz, perdón, luz, sanación, inspiración…

Y, precisamente, para acercar ese lugar sagrado a los más pobres, enfermos, a la mayoría de mujeres dominadas por varones o por superioras, o a los que no podían o a las que no les dejaban ir, se fueron diseñando en las entradas de las grandes catedrales europeas Laberintos. Una de las primeras es la Catedral de Chartres en el siglo XII.

El laberinto es un arquetipo de la dimensión del peregrinar a nuestro propio centro y al centro de Todo, para los que estamos en búsqueda real, no sólo teórica.

Es un espacio sagrado, terapéutico que recoge sabiamente las vueltas y revueltas de la vida, que si las caminamos en confianza, como en una peregrinación real, nos ponen en conexión íntima con la Fuente, con el Centro, con nuestro propio Shalom.

Caminar el Laberinto de la mano del Buen Pastor, guiadas por su luz, aún en medio de las más densas tinieblas, puede ayudarnos a captar esos matices que tal vez, cuando estamos caminando en los senderos y rutas afuera, son más físicos: subidas difíciles, frío y calor, curvas que nos confunden y podemos tener la sensación de alejarnos del centro, cuando en realidad estamos llegando, pero no lo vemos…y si estamos conectadxs, seguimos esa intuición, esa voz interior que nos conecta con el entorno y nos arropa y acompaña.

Cuando estamos en un espacio como el Laberinto, podemos caminar cerrando los ojos casi del todo, respirando, equilibrando el paso, y así ir descubriendo también dentro, durante esa travesía, nuestras noches largas o esa necesidad compulsiva de encontrar atajos y ponerle nombre, y mirarlo de frente, y dejarlo ir o acogerlo. El laberinto nos da la autoridad interior para seguir, optar, soltar, acoger.

¿Atajos? No los hay. Sólo está la Ruah que a través del itinerario de Jesús, nos hace de espejo y nos sostiene, siempre y sobre todo cuando parece que el camino es demasiado difícil. También está la comunidad que camina conmigo y en silencio, cada una en su surco, en su trayectoria en un mismo sentir.

Hace años, entré en la Catedral Episcopaliana de San Francisco de California, con dos compañeras de comunidad. Era mediodía, (como para la Samaritana), en pleno centro financiero de una de las ciudades más cosmopolitas e interreligiosas del mundo.

Al entrar y ver, y oír, fue automático en las tres, descalzarnos e iniciar la caminata, acompañadas por personas descalzadas de todas las razas y religiones, con sus trajes de ejecutivos y ejecutivas o sus saris, o sus hábitos, o sus vaqueros. Todxs en un silencio cálido, acompañado por una música de fondo, íbamos caminando buscando nuestro centro. ¡Impresionante!

Todavía se me pone la carne de gallina cuando recuerdo aquella experiencia. Al fondo de la catedral presidía una imagen iluminada con numerosas velas, era un icono de María de Magdala. Allí venerada, admirada, invocada como la primera apóstol. Maestra de generaciones. Gracias hermanxs episcopalianxs.

Muy parecido el sentimiento, unos años después, al de apoyar la frente en el Muro de las Lamentaciones de las mujeres, en Jerusalén, en una peregrinación cuyo objetivo era conectar con el sentir de nuestras hermanas mayores de los orígenes: conocer su cultura, su religión…nos llevó a conocer su espacio sagrado. Rezar llorando, lamentando su dolor en el muro de sus lamentaciones, donde millones de mujeres siguen llegando de cualquier parte del mundo porque siguen en la diáspora, unas como judías, otras como cristianas que no nos dejan estar en nuestros espacios sagrados, por ser mujeres. Otras como buscadoras de las causas del holocausto que siguen experimentando en sus almas y/o cuerpos porque siguen sintiéndose desplazadas y hambrientas en los campos de concentración provocados por las guerras, el machismo, la ablación…

Preguntemos a nuestras hermanas de Irán, Afghanistán, Africa, cómo se sienten. ¿Dónde encuentran la fuerza para seguir luchando año tras año, gobierno tras gobierno? No nos equivoquemos, hay respuestas. Tenemos que encontrarlas, para que todas encontremos la puerta, la ruta al espacio seguro.

Iniciar nuestro tiempo de Cuaresma con una oportunidad de peregrinar con otras personas con esa búsqueda es en sí un espacio sagrado, un regalo en estos tiempos tan complejos.

También en presencia de madre Tierra, en plena naturaleza del País Vasco, donde las imágenes de rebaños cuidados, respetados están en cada ventana de donde haremos el retiro, música juguetona de agua que corre y, si tenemos suerte, nieve amorosamente dejada en el monte alto, como algodón, para que disfrutemos de un paisaje idílico en una casa donde se cuida el mínimo detalle.

Sentir la belleza de ese lugar sana las heridas, los roces, las pequeñeces que pueden a veces impedirnos hacer la experiencia. Sigo impactada por varios comentarios de nuestra hermana Patricia en Veracruz: le pregunté si la gente iba a la playa, que tienen ahí mismo, cuando la temperatura es tan alta de hasta 48º, y dijo no, mi mar está contaminado, el dinero consigue tapar la boca del gobierno para que la industria siga echando enormes cantidades de residuos en su mar, que es nuestro mar.

Y no menos importante, la gran novedad turística: la construcción del Tren Maya. Puede parecer una idea preciosa para conocer estas culturas. Para su construcción habrá una deforestación incalculable con lo que esto significa para el Planeta y para sus gentes, y una mayor expropiación de tierras sagradas que pertenecen a poblaciones indígenas, supervivientes de la continua colonización. Como dice Euronews: No comment! ¿Qué siento, qué sientes?

Cuaresma, tiempo de peregrinación interior para buscar la luz que nos indique cual debe ser nuestro siguiente paso, en nuestra lucha por la justicia y la igualdad, con todos, en especial con las mujeres.

Nos encantaría verte y compartir vida y mesa en sororidad.

Espiritualidad Integradora Cristiana espiritualidadcym@gmail.com

Magda Bennásar Oliver, sfcc

DIOS COMO CREATIVIDAD DEL UNIVERSO


col arregi

 

¿Merece aún la pena hablar de “Dios”? Sinceramente no lo sé, pero, con todas las dudas, para mucha gente –y para mí mismo– sigue siendo una buena manera de decir el Misterio indecible más hondo y mejor del universo, y una fuente inspiradora de justicia y paz en un mundo que tanto lo necesita.

La palabra Dios (DeusDieuDio…), derivada de la raíz indoeuropea deiw (“luz”) es una metáfora: una expresión que, más allá de su significado, nos remite al Misterio último o a la Realidad primera inefable. Lo mismo sucede con la palabra God (o Gott…), derivada de la raíz indogermánica gheu (“invocar”), y así podríamos seguir, de metáfora en metáfora, con todas las palabras con que en las diversas lenguas se dice Dios. Sería una bella y humilde, reveladora teología metafórica de lo Inefable.

“Creatividad” me parece una de las concreciones metafóricas más evocadoras del Misterio de los misterios, de lo Real de todas las realidades, de Dios. Así lo propuso hace más de una década Stuart Kauffman (1939-), prestigioso biólogo, laureado en 1987 con el premio MacArthur al "genio", investigador de la teoría de la complejidad, “humanista secular” en sus propias palabras, pensador visionario en las fronteras de la ciencia. Declara rotundamente ser ateo del “Dios” teísta (Ente Supremo omnipotente, creador, personal distinto del mundo), y con la misma rotundidad, sin embargo, que hoy, cuando el siglo XXI avanza veloz, para salvar a la humanidad y a la comunidad de los vivientes, necesitamos redescubrir y reconocer la sacralidad del universo, y que la vieja palabra Dios puede aún sernos útil y necesaria para referirnos justamente a esa sacralidad y vivir de acuerdo a ella. Claro que para ello se requiere reinventar a Dios o lo sagrado (cf. su libro Reinventing the Sacred: A New View of Science, Reason and Religion, 2008). Recojo de manera libre algunas claves fundamentales del pensamiento del autor al respecto.

Es preciso, dice, “reinventar lo sagrado natural” o al “Dios natural”. Evidentemente, “lo sagrado” no es para él algo contrapuesto a “lo profano” ni “natural” significa algo subordinado a “sobrenatural”. “Natural” designa toda la naturaleza, el universo de cuanto existe, y “sagrado” es toda la naturaleza en cuanto suscita asombroreverenciarespetoresponsabilidad. Repárese a cada uno de estos términos.

El reconocimiento de la creatividad inspira, funda, sostiene la ética. Contemplo la realidad transida, habitada, movida por la misteriosa energía o dinamismo creador, y me embarga el asombro. El asombro me lleva a la reverencia: ¡oh sagrada realidad en permanente movimiento, relación y transformación, tú que nos haces ser y que hacemos ser!, ¡oh círculo infinito con el centro en todo, sin circunferencia ni comienzo ni fin!, te adoro y te invoco en todo, más allá y más acá de todo. La reverencia me mueve al respeto absoluto de todos los seres, desde las partículas a las galaxias y al multiverso si existe: yo soy en relación con todo, nada me es ajeno, de todo recibo y a todo me debo. El respeto me inspira y me incita a la responsabilidad: todo me llama, me interpela, me invoca. Amarás al prójimo como a ti mismo, y así serás tú mismo.

La creatividad universal no es exterior al universo. No hay acción ni agente exterior, no hay un “Dios” que actúe desde fuera. La realidad universal es autocreativa, eterna o transtemporal. “Hágase”, dice Dios una y otra vez en el mito bíblico del Génesis. Que todo se haga a sí mismo dejándose hacer por todo y haciéndolo. Eso es Dios, “suficiente Dios”, dice Kauffman. Es más íntimo y más infinito que todo “Dios” imaginado como Ente Supremo personal, humano y “particular” en el fondo.

Creatividad significa que la realidad en su conjunto se autoconstituye a través de la emergencia, ese fenómeno fundamental por el que brotan nuevas formas o totalidades gracias a organizaciones más complejas de elementos más simples. Misteriosa creatividad por la que de menos sale más. Las partículas se reúnen y crean átomos, los átomos se reúnen y crean moléculas, las moléculas se reúnen y crean células ¡vivientes!, las células se reúnen y crean tejidos, órganos, organismos increíblemente complejos, hongos, plantas, peces, aves, mamíferos, primates hominoideos, homínidos, humanos… y lo que vendrá todavía, o lo que existe ya y no conocemos. Sin embargo, no podemos dejar de pensar que en aquello más simple existía la posibilidad de unirse en formas más complejas y de crear así formas aún inimaginables. ¿Qué es lo “más simple”? Es potencialidad.

La creatividad hace justamente que de elementos más simples emerjan nuevas formas más complejas cualitativamente distintas, irreductibles a los elementos de los que han emergido. Nuevas formas más complejas que se rigen por leyes distintas y están dotadas de propiedades distintas que no son explicables por las solas leyes que rigen en las formas más simples de las que han emergido. “Más complejo significa diferente” (P. W. Anderson, Premio Nobel de física). La biología no se explica sin leyes físicas y químicas ni solo con ellas. La espiritualidad no se explica sin leyes biológicas ni solo con ellas. La vida emerge de la física y de la química, pero no es reductible a ellas; la mente emerge de las células neuronales, pero no es reductible a ellas; la conciencia emerge del cerebro, pero no es reductible a él. Las moléculas no son reductibles a los átomos, ni la célula viviente a las simples moléculas, ni el chimpancé – ni el pájaro, ni el pez, ni la planta– a un mero conjunto de órganos. Ni la inteligencia y la conciencia de un ser transhumano que pudiera emerger será reductible a nuestra especie Sapiens. Y, sin embargo, más complejo no significa en ningún caso ni superior, ni más importante, ni más digno.

La creatividad significa también que no existe determinismo absoluto. El universo autocreativo es una realidad abierta. El futuro es impredecible, pues no podemos conocer todos los factores emergentes que lo configurarán o todas las nuevas leyes a las que obedecerá. Todo fenómeno –meteorológico, económico, político…– es efecto de una serie infinitamente larga y compleja de causas ligadas entre sí, y todo fenómeno, por insignificante que sea, es al mismo tiempo el inicio de otra serie incalculable de factores que podrían, al final, provocar inundaciones o seguías, cosechas o hambrunas, imperios y revoluciones, y alterar la historia. El resultado final es siempre un fruto imprevisible de la creatividad.

Sagrada creatividad que religa todo con todo en un cuerpo cósmico enteramente creado y creador. Un cuerpo en el que cada forma es un todo formado de partes, y es a la vez una parte de un todo mayor. Un cuerpo en el que toda parte es agente y toda acción es creadora, para bien o para mal (si es que podemos llamar “creación” a una acción que crea hambre y miseria, guerra y destrucción, tantas cosas que nos estremecen). Un cuerpo en el que todos los seres somos, en comunión, co-agentes de la Creación o de la Creatividad infinita y eterna.

La metáfora de la creatividad evoca un Misterio última, una Realidad primera, una Presencia eterna que trasciende toda contraposición entre materia o energía inanimada y espíritu inmaterial: la realidad originaria es a la vez, eternamente, “materia-energía espiritual” creándose y “espíritu material” creador. Es la transcendencia del universo inmanente y la inmanencia de la transcendencia universal. La creatividad no existe sino en las formas que se van creando, y las formas no existen sino en cuanto animadas de creatividad.

La metáfora de la creatividad nos remite, pues, más allá de un panteísmo burdo en que todos los seres serían partes de “Dios” y “Dios” sería la suma de todas las partes. La creatividad podría conciliarse con el panenteísmo (en griego “pan en Theó” = “todo en Dios”), en cuanto que todos los seres somos en Dios, pero sin imaginar que Dios sea Algo o Alguien en el que somos. La creatividad podría tal vez expresarse mejor en el término teoenpantismo (“Theós en panti” = “Dios en todo”) –neologismo que me permito proponer–, en cuanto que Dios no es sino en los seres, como el misterio de la creatividad o el poder ser-hacer que los anima.

La metáfora divina de la creatividad apunta así más allá tanto del teísmo como del ateísmo, “puede salvar la brecha –dice S. Kaufman– entre los que creen en alguna forma de Dios y los humanistas seculares como yo que no lo hacemos”. “Necesitamos algo más”, añade, “un nuevo tipo de espacio sagrado”. Creo que sí. En estos tiempos de profunda transición cultural, necesitamos ciertamente superar el viejo teísmo y los viejos credos religiosos que, en su literalidad, se han vuelto insostenibles, pero necesitamos igualmente superar, en palabras de Kauffman, “el páramo espiritual” en que nos hallamos.

En resumen, el biólogo filósofo norteamericano propone una nueva visión de la realidad, de la ciencia, y también de la religión, de lo sagrado o de Dios: “un nuevo Dios –dice–, no como trascendente, ni como agente, sino como la creatividad misma del universo”. Y a todos nos convoca a una mirada mística y ético-política más allá del positivismo científico y del dogmatismo religioso (que es otra forma de positivismo).

Pero ¿por qué seguir utilizando todavía el equívoco nombre Dios para referirse a lo sagrado de la realidad universal? S. Kauffman responde: “porque Dios es el ‘símbolo más poderoso que hemos creado’ ”. No sé si es razón suficiente, pero el hecho es que miles de millones de seres humanos designan todavía con la metáfora “Dios” (en todas sus versiones) lo más real, lo más sagrado e indecible de todo lo real: la creatividad que lo anima y nos interpela.

En cualquier caso, no se trata de utilizar una palabra u otra, de sustituir un nombre por otro. Tampoco se trata de creer o dejar de creer algo. Se trata de crear, de dejarnos crear y de que seamos agentes de la creatividad sagrada, a saber, de que hagamos que donde haya guerra pongamos paz, donde haya odio pongamos perdón, donde haya muerte pongamos vida, y donde haya destrucción pongamos creación.

 

José Arregi

Aizarna, 25 de enero de 2023

www.josearregi.com

JUSTIN WELBY: "NUESTRA PEREGRINACIÓN JUNTOS, UN SIGNO DE RECONCILIACIÓN PARA EL MUNDO"


col andrea

 

"Nos hemos acostumbrado, como Iglesias, a vivir separadas... pero lo normal es que la Iglesia trabaje como una sola". El Arzobispo de Canterbury Justin Welby se encontraba en el vuelo de regreso de Juba, capital de Sudán del Sur a Roma. Tras la rueda de prensa, comparte con Radio Vaticano - Vatican News algunas reflexiones sobre el viaje que acaba de concluir, vivido junto al Obispo de Roma y al Moderador de la Asamblea de la Iglesia de Escocia.

-Arzobispo Welby, ¿cuál es su impresión al término de este viaje a Sudán del Sur, una peregrinación realizada junto con el Papa y el Moderador de la Asamblea de la Iglesia de Escocia, para promover la paz y la reconciliación en un país azotado por la guerra civil y la pobreza?

-Creo que el viaje tiene un efecto local en Sudán del Sur, al que volveré, y un efecto global. El hecho de que estos tres líderes religiosos hayan ido juntos por primera vez en la historia, ciertamente desde la Reforma, antes de la cual dos de nuestras Iglesias no existían, creo que es un signo de esperanza para la paz y la reconciliación en todo el mundo. Si quienes pasaron 150 años matándose y los 300 siguientes condenándose pueden ahora buscar juntos la paz y la reconciliación, entonces cualquiera puede hacerlo.

No suelo llevarlo, pero en este momento llevo el anillo que el Papa Pablo VI regaló a mi predecesor Michael Ramsey en los años sesenta, como primer signo del vínculo entre nuestras Iglesias. Y ese vínculo -ese anillo- y luego el báculo pastoral que me dio el Papa en 2016, juntos nos hablan poderosamente de un cambio de corazón. Esto me lleva a Sudán del Sur. Necesitamos un cambio de actitud. El movimiento del Espíritu en las Iglesias, particularmente muchos movimientos dentro del movimiento carismático, diría yo, y los movimientos entre congregaciones a nivel local, han derribado muchas de las barreras que nos separaban y nos han permitido experimentar el ecumenismo. Así se puso en práctica el ecumenismo.

La Segunda Guerra Mundial y, tras ella, la Cortina de Hierro y el comunismo nos dieron el ecumenismo del sufrimiento. Y el ecumenismo de llevar el Evangelio de la paz, tanto para la paz física en la guerra como para la paz en el corazón humano, es lo tercero. En Sudán del Sur, mi grito y mi oración es por un cambio en el corazón humano del liderazgo. Cada vez que he hablado allí en los dos últimos días, se oían los gritos de la multitud cuando alguno de nosotros mencionaba la paz, la seguridad de las mujeres y la necesidad de acabar con la corrupción. El pueblo de Sudán del Sur exige la paz. Los lideres deberían darla.

-Esta peregrinación común es un gran signo para el mundo, también para el ecumenismo, como usted ha dicho. ¿Puede tener también significado para el futuro, para otros países y otras situaciones? ¿Es una nueva forma de que los cristianos trabajen juntos por la paz y la reconciliación, aunque estén divididos en diferentes Iglesias y confesiones?

-Si esto fuera un diálogo y no una entrevista, le haría esta pregunta: "¿Cuántas personas resucitaron de entre los muertos el Domingo de Resurrección?". Uno. ¿Cómo podemos ser tantas iglesias? ¿Y qué hacemos al respecto?

Sólo hay una resurrección, que es la fuente de nuestra vida. Hay un Dios crucificado, que es la fuente de nuestro perdón. Hay un solo Espíritu, como dice Pablo en 1 Corintios, que es la fuente de la vida de la Iglesia y de nuestros dones. Dios ha hecho todo lo que hace posible nuestra reconciliación. Sólo el orgullo humano se resiste a ello.

También hay un grado en que no es un orgullo consciente, pero es como las parejas de asesoramiento matrimonial que he conocido, que han vivido vidas separadas durante muchos años. Y se han acostumbrado a estar separados. Lo consideran normal. Necesitamos que se nos recuerde constantemente, y espero que este viaje recuerde a la gente que lo normal es que la Iglesia trabaje unida. Lo anormal es competir.

No sé hasta qué punto ha llegado el ecumenismo. Está muy extendido, pero no estoy seguro de que esté lo suficientemente arraigado en los corazones de muchos líderes cristianos de todo el mundo. Todos necesitamos la confrontación con Cristo que nos llama y nos dice: "Sígueme", no sigas a mí y a él y a él y... así sucesivamente.

 

Andrea Tornielli

Religión Digital /Vatican News

¿LLAMADOS, LLAMADAS A CUMPLIR LA LEY O A DARLE SU PLENITUD?

fe adulya

col labrador

 

Mateo 5,17-37

¿Qué era la Ley para Jesús?  ¿Qué es para mí cumplir la ley?

En el evangelio de este domingo Jesús nos invita a pararnos y reflexionar sobre la ley. Tema posiblemente poco atractivo para la mayoría y más en estos tiempos, en los que en cada telediario oímos hablar de leyes nuevas, o leyes que se modifican, en unos tonos y términos que nos hacen sospechar que no siempre es el bien común o la justicia lo único que hay detrás.

Por eso, es posible que al escuchar esta primera afirmación que Mateo pone en boca de Jesús “No he venido a abolir la ley, sino a darle su plenitud”, o su cumplimiento, como se traduce a veces, no nos sintamos especialmente emocionados.

Las primeras comunidades cristianas procedentes del judaísmo, a las que se dirige Mateo, tienen la experiencia de haber vivido siempre buscando cumplir la Ley. Esa Ley que liberó al pueblo en tiempos de Moisés pero que en tiempos de Jesús se ha convertido en un montón de preceptos, 613 prescripciones que había que cumplir escrupulosamente o encontrar una justificación para saltárselos “quedando bien”. Y Jesús afirma que ha venido a cumplir y dar plenitud a la ley y a enseñar a todos a cumplirla. Y que quien haga como Él será grande en el Reino.

Esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué era la Ley para Jesús? y ¿qué es para mí cumplir la ley? ¿Desde dónde hago lo que “tengo que hacer”? ¿Desde la rutina o la costumbre? ¿Desde la presión del qué dirán de mí?... ¿o desde el corazón?

El evangelio continúa introduciendo una nueva palabra, justica. Siempre en boca de Jesús Mateo afirma sorprendentemente que si nuestra justicia no es mayor que la de estos grupos que “oficialmente” son los cumplidores de la ley, no entraremos en el Reino. Esta afirmación es luminosa y liberadora, descubrimos en ella que Jesús no nos está hablando del cumplimiento de una multitud de preceptos al pie de la letra, deshumanizados y lejos de lo que se fragua en el corazón. Para Jesús la plenitud de la Ley es la justicia.

Si buscamos el significado de justica en el diccionario encontramos: “Principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente. (…) constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.” (rae)

Es decir, que cumplir la ley en su plenitud no es cumplir preceptos, sino vivir en referencia a Dios y a los otros, a todo hombre y mujer que es mi prójimo. Y esta referencia a Dios y a los demás no de una forma aislada o separada. Si mi hermano o mi hermana, cualquiera que este sea, tiene algo contra mí, eso me impide acercarme a Dios intentando “cumplir” lo que entiendo como preceptos religiosos. Porque ¿cómo va a aceptar Dios, padre y madre misericordioso, una ofrenda nuestra si sus otros hijos tienen quejas contra nosotros y no las atendemos? La exigencia de esta manera de vivir la ley hace que nos vayamos transformando por dentro, que nuestro corazón se haga más comprensivo, que sepamos perdonar, que la reconciliación sea nuestro talante para poder hacer comunidad… porque la plenitud de la ley está en el corazón no solo en los hechos externos.

Lo que sigue en el texto evangélico concreta y expresa esta forma de cumplir la ley que Jesús quiere en situaciones candentes en las primeras comunidades, el tema del divorcio y de los juramentos.

El acta de repudio que cualquier varón podía dar a su mujer por causas mínimas, dejándola sin posibilidades de una vida digna, despreocupándose de ella, es claramente una costumbre injusta que va contra el fondo, el objetivo último de la ley y Jesús avisa de esto a sus seguidores. Ampliando nuestra mirada, ¿qué nos dice hoy a nosotros? ¿A cuántas personas damos cualquier tipo de “acta de divorcio” y nos desentendemos de ellas? Porque no son de los nuestros, porque no nos gusta lo que hacen o piensan….  Y luego, ¿podemos acercarnos sin más a celebrar la eucaristía?

En una sociedad en la que el valor de la palabra era inmenso porque no había otro tipo de contrato, se había llegado a desvirtuar el juramento. Ya no se apoyaba en la verdad de lo que se afirmaba jurar o prometer, sino en por quién o por qué se juraba, con lo que la verdad podía quedar abolida por retorcidas afirmaciones. El evangelio rechaza cualquier forma de juramento. Jesús nos invita a amar la verdad, a vivir en verdad y decir la verdad. Simplemente, sencillamente… lo demás no es del Reino.  Seguro que estamos recordando ese otro pasaje en el que Jesús afirma que es la Verdad. (Jn 14, 6) ¿Qué valor real damos a la verdad? ¿La disimulamos, la ignoramos, hacemos pactos para lograr otros intereses que la desvirtúan?

Cuando este domingo escuchemos “Habéis oído que se dijo, pero yo os digo” caeremos en la cuenta de que Jesús no cambia, añade o quita preceptos, sino que los da hondura, los lleva al corazón, al centro, la raíz de la persona, de donde brota la justicia.

Acojamos esta invitación a dar plenitud a la ley en nuestra vida.  Escuchemos la voz de Jesús que nos dice: ¡Cuidado! Hay formas de cumplir la ley que no nos hacen justos, buenos… Se lo dice a sus primeros discípulos y a nosotros, a nosotras, ¿somos justos, buenos, santos al cumplir la ley, los mandamientos, los preceptos de la Iglesia?

Si vivimos profundamente la Palabra de Dios, si su Ley cala directamente en nuestro corazón, lo que pensemos, digamos o hagamos será sincero, auténtico, profundo. Será expresión del amor, del perdón y la comprensión a los hermanos y así, solo así, el vivir los mandamientos, la Ley, nos acercará a Dios y nos hará felices. Porque, como dice el evangelio eso es llevar la Ley a su plenitud.

6 Tiempo ordinario – A (Mateo 5,17-37) NO A LA GUERRA ENTRE NOSOTROS

col pagola

 josé antonio pagola

Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo. Era lo mejor que habían recibido de él. En esa Ley se encierra la voluntad del único Dios verdadero. Ahí pueden encontrar todo lo que necesitan para ser fieles a Dios.

También para Jesús la Ley es importante, pero ya no ocupa el lugar central. Él vive y comunica otra experiencia: está llegando el reino de Dios; el Padre está buscando abrirse camino entre nosotros para hacer un mundo más humano. No basta quedarnos con cumplir la Ley de Moisés. Es necesario abrirnos al Padre y colaborar con él para hacer la vida más justa y fraterna.

Por eso, según Jesús, no basta cumplir la Ley, que ordena «no matarás». Es necesario, además, arrancar de nuestra vida la agresividad, el desprecio al otro, los insultos o las venganzas. Aquel que no mata cumple la Ley, pero, si no se libera de la violencia, en su corazón no reina todavía ese Dios que busca construir con nosotros una vida más humana.

Según algunos observadores, se está extendiendo en la sociedad actual un lenguaje que refleja el crecimiento de la agresividad. Cada vez son más frecuentes los insultos ofensivos, proferidos solo para humillar, despreciar y herir. Palabras nacidas del rechazo, el resentimiento, el odio o la venganza.

Por otra parte, las conversaciones están a menudo tejidas de palabras injustas que reparten condenas y siembran sospechas. Palabras dichas sin amor y sin respeto que envenenan la convivencia y hacen daño. Palabras nacidas casi siempre de la irritación, la mezquindad o la bajeza.

No es este un hecho que se dé solo en la convivencia social. Es también un grave problema en el interior de la Iglesia. El papa Francisco sufre al ver divisiones, conflictos y enfrentamientos de «cristianos en guerra contra otros cristianos». Es un estado de cosas tan contrario al Evangelio que ha sentido la necesidad de dirigirnos una llamada urgente: «No a la guerra entre nosotros».

Así habla el Papa: «Me duele comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odios, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?». El Papa quiere trabajar por una Iglesia en la que «todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis».

 

LA PLENITUD DE LA LEY ESTÁ EN SU SUPERACIÓN DOMINGO 6º (A) Mt 5,17-37

fe adulta

col fraymarcos

 


Seguimos en el sermón del monte de Mateo. La lectura de hoy afronta un tema complicado. Cómo armonizar la predicación y la praxis de Jesús con la Ley, que para los judíos era sagrada y definitiva. Ir más allá de lo establecido es el problema radical que se plantea en todos los órdenes de la vida. Damos valor absoluto a lo ya conocido pero nuestro conocimiento será siempre limitado; debemos ir siempre más allá.

Tuvo que ser muy difícil para un judío aceptar que la Ley no era absoluta. Jesús fue contundente en esto. Abrió una nueva manera de relacionarnos con Dios. El Dios todopoderoso, que está en los cielos y ordena y manda, deja paso al Dios “Ágape” que se identifica con cada uno de nosotros y nos invita a descubrirlo en los demás. A pesar de ello, muchos años después, los cristianos se estaban peleando por circuncidar o no circuncidar, comer o no comer ciertos alimentos, cumplir o no el sábado…   

Toda norma metida en palabras, incluso las de Moisés en la Biblia, no podrá ser nunca definitiva. Esto, bien entendido, es el punto de partida para comprender las Escrituras. El hombre siempre tiene que estar diciendo lo que dijo Jesús en el evangelio: habéis oído que se dijo, pero yo so digo, porque conocemos cada vez mejor la naturaleza y al ser humano. Si Jesús y los primeros cristianos hubieran tenido la misma idea de la Biblia que muchos cristianos tienen hoy, no se hubieran atrevido a rectificarla.

Cuando hablamos de “Ley de Dios”, no queremos decir que, en un momento determinado, Dios haya comunicado a un ser humano su voluntad en forma de preceptos, ni por medio de unas tablas de piedra, ni por medio de palabras. Dios no se comunica a través de signos externos, porque no es un ser fuera que tenga voluntad propia para imponerla. La voluntad de Dios está en la esencia de cada criatura.

Si fuésemos capaces de bajar hasta lo hondo del ser, descubri­ríamos allí esa voluntad de Dios; ahí, sin decir palabra, me está diciendo lo que es bueno o malo para mí. La voluntad de Dios no es nada añadido a mi propio ser, no me viene de fuera. Está siempre ahí pero no somos capaces de verla. Esta es la razón por la que tenemos que echar mano de lo que nos han dicho algunos que sí fueron capaces de bajar hasta el fondo de su ser y descubrir lo que Dios es y lo que somos cada uno de nosotros. Lo que otros descubrieron y nos cuentan nos puede ayudar a descubrirlo en nosotros.

Moisés supo descubrir lo que era bueno para el pueblo que estaba tratando de aglutinar, y por tanto lo que era bueno para cada uno de sus miembros. No es que Dios se le haya manifes­tado de una manera especial, es que él supo aprove­char las circunstan­cias especia­les para profundi­zar en su propio ser. La expresión de esta experiencia es voluntad de Dios, porque lo único que Él quiere de cada uno de nosotros es que seamos nosotros mismos, que lleguemos al máximo de nuestras posibilidades.

¿Qué significaría entonces cumplir la ley? Algo muy distinto de lo que acostumbramos a pensar. Una ley de tráfico se puede cumplir perfectamente solo externamente, aunque estés convencido de que el "stop" está mal colocado, yo lo cumplo y consigo el objetivo de la ley, que no me la pegue con el que viene por otro lado y además, evitar una multa. En lo que llamamos Ley de Dios, las cosas no funcionan así. Dios no ha dado nunca ninguna Ley. Lo que es bueno o lo que es malo está inscrito en mi ser.

A trancas y barrancas hemos superado la idea de una Ley venida de fuera. Nos queda mucho camino por andar para superar la idea de un Legislador que impone su voluntad a pesar nuestro. En la Biblia encontramos 613 preceptos. Nos parecen infinitos, pero resulta que el Código de Derecho Canónico tiene 1.752 cánones. No hemos sido capaces de asimilar el mensaje de Jesús que insistió en superar toda norma. Nos dejó un solo mandamiento: que os améis, y el amor nunca puede ser fruto de una ley.

Desde esta perspectiva, podemos entender lo que Jesús hizo en su tiempo con la Ley de Moisés. Si dijo que no venía a abolir la ley, sino a darle plenitud, es porque muchos le acusaron de saltársela a la torera. Jesús no fue contra la Ley, sino más allá de la Ley. Quiso decirnos que toda ley se queda siempre corta, que siempre tenemos que ir más allá de la pura formulación, hasta descubrir el espíritu. La voluntad de Dios está más allá de cualquier formulación, por eso tenemos que superarlas todas.

Jesús pasó, de un cumplimiento externo de leyes a un descubrimiento de las exigencias de su propio ser. Esa revolución que intentó Jesús está aún sin hacer. No solo no hemos avanzado nada en los dos mil años de cristianismo, sino que en cuanto pasó la primera generación de cristianos hemos ido en la dirección contraria. Todas las indicaciones del evangelio, en el sentido de vivir en el espíritu, han sido ignoradas. Seguimos más pendientes de lo que está mandado que de descubrir lo que somos.

“Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, pero yo os digo: todo el que está enfadado con su hermano será procesado”. No son alternativas, es decir o una o la otra. No queda abolido el mandamiento antiguo sino elevado a niveles increíblemente más profundos. Nos enseña que la actitud negativa hacia otro es ya un fallo contra tu propio ser, aunque no se manifieste en una acción concreta contra el hermano.

“Si cuando vas a presentar tu ofrenda, te acuerdas de que tu hermano tiene queja contra ti, deja allí tu ofrenda y vete a reconciliarte con tu hermano…” Se nos ha dicho por activa y por pasiva que lo importante era nuestra relación con Dios. Toda nuestra religiosidad está orientada desde esta perspectiva equivocada. El evangelio nos dice que más importante que nuestra relación con Dios, es nuestra relación efectiva con los demás. Si ignoramos a los demás, nunca nos encontraremos con Dios.

No dice el texto: si tú tienes queja contra tu hermano, sino “si tu hermano tiene queja contra ti”. ¡Que difícil es que yo me detenga a examinar si mi actitud pudo defraudar al hermano! Es impresionante, si no fuera tan falseado: “deja allí tu ofrenda y vete antes a reconciliarte con tu hermano”. Las ofrendas, las limosnas, las oraciones no sirven de nada si otro ser humano tiene pendiente la más mínima cuenta contigo.

De todas formas, la eliminación de las leyes no funcionaría si no suplimos esa ausencia de normas por un compromiso de vivencia interior que las supere. Las leyes solo se pueden tirar por la borda cuando la persona ha llegado a un conocimiento profundo de su propio ser y descubre las más auténticas exigencias del verdadero ser. Ya no necesita apoyaturas externas para caminar hacia su definitiva meta. Recuerda: “ama y haz lo que quieras” o “el que ama ha cumplido el resto de la Ley”.


EL CRISTIANO NO DEBE SER LEGALISTA Domingo 6 TO Ciclo A

 col sicre art

fe adulta

Las bienaventuranzas y las parábolas de la sal y de la luz, leídas en los domingos anteriores, forman la Introducción al Sermón del Monte. A partir de este momento, Mateo presenta la oferta religiosa de Jesús, contraponiéndola a la de los escribas y fariseos: “Os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entraréis en el reino de los cielos”.

“Justicia” no significa aquí “justicia social”, sino fidelidad a Dios, cumplimiento de lo que él considera justo. Y lo que está en juego es entrar en el reino de los cielos, formar parte de la comunidad cristiana en este mundo, y del futuro reino de Dios.

Ya que el evangelio nos sitúa ante una alternativa: entrar o no entrar en el reino de Dios, la primera lectura (Eclesiástico 15,16-21) se orienta en la misma línea. Aquí la alternativa consiste en observar los mandamientos de Dios o negarse a ello. No se trata de algo indiferente. Lo primero equivale a elegir el agua y la vida; lo segundo, a optar por el fuego y la muerte.

Advertencia previa sobre el evangelio

La liturgia ofrece dos posibilidades: 1) una lectura breve, que recoge solo algunas de las afirmaciones principales contenidas en Mt 5,17-37; 2) una lectura larga, que no omite nada, desarrollando el contenido de la breve. Aunque la primera resulta a veces descarnada y omite ideas muy importantes, la segunda es tan compleja, y con temas tan distintos, que resulta imposible explicarlos en una homilía. Me limitaré a algunas indicaciones sobre la breve. Quien desee un comentario a todo el pasaje puede verlo en J, L, Sicre, El evangelio de Mateo. Un drama con final feliz (Verbo Divino 2019) páginas 114-123.

Los escribas

Sociológicamente, los escribas constituyen un grupo muy heterogé­neo, al que pertenecen sacerdotes de elevado rango, simples sacerdotes, miembros del clero bajo, de familias importantes y de todos los estratos del pueblo (comerciantes, carpinteros, constructores de tiendas, jornaleros). Incluso encontramos gente que no eran de ascendencia israelita pura, sino hijos de madre o padre convertidos al judaísmo. El poder de los escribas radica en exclusivamente en su ciencia. Quien deseaba ser admitido en la corporación debía hacer un ciclo de estudios de varios años. Generalmente, desde los 14 años de edad dominaba la exégesis de la Ley (Pentateuco). Pero la edad canónica para la ordenación eran los 40 años. A partir de entonces estaba capacitado para zanjar por sí mismo las cuestiones de legislación religiosa y ritual, para ser juez en procesos criminales y tomar decisiones en los civiles, bien como miembro de una corte de justicia, bien indivi­dualmente. Tenía derecho a ser llamado rabí. Y se les abrían los puestos claves del derecho, de la administración y de la enseñan­za.

El peligro del legalismo

A pesar de la gran estima de que gozan entre la gente, a Jesús no le resultan simpáticos. No quiere que sus seguidores se parezcan a los escribas, ni que los puedan confundir con ellos. Porque en su postura existe un peligro gravísimo de legalismo, es decir, de exaltación de la ley y de la norma por encima de todas las cosas. Al legalismo, se puede llegar por dos caminos muy parecidos:

a) Buscando seguridad humana. Una persona inmadura, con miedo a correr riesgos, prefiere que le indiquen en cada momento lo que debe hacer. Cuantas más normas, mejor, porque así no se siente insegura.

b) Buscando seguridad religiosa. Estas personas conciben la salvación como algo que se gana a pulso, a base de esfuerzo, cumpliendo en todo momento la voluntad de Dios. Esta voluntad de Dios no la conciben como una actitud global en la vida, sino concretada en una serie de actos. Cuantas más normas me dicten, mejor conoceré lo que Dios quiere y me resultará más fácil salvarme.

En lo anterior hay cosas buenas y malas. Pero lo más grave es que la persona amante de las normas corre el peligro de quedarse en la letra de la ley, sin profundizar en su espíritu, que es más exigente. Por ejemplo, la ley manda no comer carne los viernes de cuaresma. Y se queda tranquila con cumplir la letra de la ley, pero no le preocupa comer langosta o gambas. La ley manda ir a misa los domingos y días de fiesta, y la cumple a rajatabla; pero quizá no dedica ni un minuto a Dios durante el resto de la semana.

Otro grave riesgo de la mentalidad legalista es que, con la ley en la mano, se puede machacar al prójimo y amargarle la existen­cia. Se critica al que no vive como uno considera conveniente, se lo condena, incluso se lo persigue.

La crítica de Jesús al legalismo

Para combatir esta postura legalista y enseñar a sus discípulos a actuar cristianamente, Mateo pone en labios de Jesús seis casos concretos, referentes al asesinato, adulterio, divorcio, juramen­to, venganza y amor al prójimo (Mateo 5,21‑48). Este domingo se leen tres de los cuatro primeros [se omite el referente al divorcio]; el domingo próximo se leerán los dos últimos.

En el primer caso, asesinato, Jesús lleva la ley a sus consecuencias más radicalesEl quinto mandamiento prohíbe matar. La mentalidad legalista, ateniéndose a la letra, se contenta con no hincarle un puñal al prójimo. Jesús dice que el espíritu del mandamiento va mucho más lejos. Lo importante no es sólo respetar la vida física del prójimo, sino también toda su persona.

En el segundo caso, adulterio, Jesús también interpreta el mandamiento de forma radicalLa letra de la ley sólo se fija en el hecho físico. Pero Jesús va a su espíritu profundo, teniendo en cuenta incluso el peligro remoto de caer.

En el cuarto caso (el tercero se omite en la lectura breve), a propósito del juramento, también anula la leyJesús se mueve en una sociedad que usa y abusa del juramento. El discípulo de Jesús tiene que moverse en una honradez y sinceridad tan absolutas que le baste decir sí y no.

Este domingo hemos visto dos formas de combatir el legalismo: llevar la ley a sus consecuencias más radicales y anularla. El próximo domingo veremos otro recurso: cambiar la ley por una norma más exigente.

Reflexión final

La primera lectura habla de una alternativa entre agua y fuego, vida y muerte. Para Jesús, la alternativa consiste en entrar en el reino de Dios o quedarse fuera. El escriba estaría de acuerdo en que lo mejor es guardar los mandamientos y ser fiel a la voluntad de Dios. Pero Jesús diría: “Depende de cómo interpretes esa voluntad”. Si lo haces en plan legalista, limitándote a la letra de la ley, no puedes seguirme, no puedes entrar en el Reino de Dios. El evangelio de hoy se presta a un examen de conciencia, especialmente a propósito de nuestra relación con el prójimo, al que a veces estamos asesinando sin darnos cuenta.

RADICALIDAD VI Domingo del Tiempo Ordinario 12 de febrero Mt 5, 17-37

col lozano art

 


Mateo, que escribe a una comunidad de origen judío, se ve obligado a hacer equilibrios entre la continuidad y la ruptura que supone el mensaje de Jesús. En esa línea, afirma que cumple con toda la ley judía pero que, al mismo tiempo, la trasciende de manera radical.

Más allá de los casos propuestos -y superado el apego a la literalidad del texto-, lo que parece evidente es el carácter radical de la propuesta de Jesús. A veces, nuestra mente suele asociar “radicalidad” a exigencia, voluntarismo, perfeccionismo, mortificación… Es probable que en esta misma trampa cayera el propio Mateo cuando habla de “sacarse un ojo” o “cortarse una mano”.

Sin embargo, en su sentido propio, radicalidad remite a “raíz”. Con lo cual, el acento pasa de lo que hago al desde dónde lo hago. Porque es precisamente este “desde dónde” el que, si quiero vivir coherentemente, me guía a la raíz o núcleo de lo que somos.

La radicalidad no consiste, por tanto, en cambiar el “contenido” de la norma -cambiar el qué-, sino en vivirse en aquel “lugar” -el dónde- en el que de habita nuestra verdadera identidad.

En concreto, todo lo que emprendemos podemos hacerlo desde el ego que creemos ser o desde la consciencia que somos. Y los frutos serán radicalmente diferentes, porque nacen de raíces muy distintas.

Dado que la diferencia se da entre lo que creemos ser y lo que realmente somos, si queremos vivir con radicalidad -desde la raíz-, necesitamos crecer en comprensión. Es la comprensión la que nos permite salir de las creencias acerca de nosotros mismos para vivir en la certeza de ser. Y es ahí donde somos transformados. Si no la reducimos a mero razonamiento mental, la comprensión transforma porque nos hace ver: qué somos, qué son los otros, que es esta sociedad, qué es nuestro mundo… Nuestra mirada cambia y de ella brotará la acción adecuada.

¿De dónde brotan mis acciones?