FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA
SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA
ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

ATALAYA
ATALAYA

sábado, 1 de octubre de 2011


Cuidar el luto y las pérdidas

Las pérdidas y el luto pertenecen inexorablemente a la condición humana. Todos estamos sometidos a la férrea ley de la entropía: todo se va desgastando lentamente; el cuerpo sedebilita, los años dejan marcas, las enfermedades nos van quitando irrefrenablemente nuestro capital vital. Esa es la ley de la vida que incluye la muerte.
Pero hay también rupturas que quiebran ese fluir natural. Son las pérdidas producidas por eventos traumáticos como la traición del amigo, la pérdida del empleo, la pérdida de la persona amada por el divorcio o por la muerte repentina. La tragedia también es parte de la vida.
Representa un gran desafío personal hacer frente a las pérdidas y alimentar la resiliencia, es decir, el aprendizaje de las crisis. Especialmente dolorosa es la vivencia del luto, pues muestra todo el peso de lo Negativo. El luto posee una exigencia intrínseca: exige ser sufrido, atravesado, y superado positivamente.
Hay muchos estudios especializados sobre el luto. Según la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, su vivencia y superación consta de varios pasos.
El primero es el rechazo: ante el hecho paralizante, la persona de un modo natural exclama: «no puede ser», «es mentira». Irrumpe el lloro desconsolado que ninguna palabra puede contener.
El segundo paso es la rabia que se expresa: « ¿por qué justamente conmigo? No es justo lo que ha pasado». Es el momento en que la persona percibe los límites incontrolables de la vida y no quiere reconocerlos. No es raro que se culpe por la pérdida, por no haber hecho o por haber dejado de hacer lo que debía.
El tercer paso se caracteriza por la depresión y el vacío existencial. Nos cerramos en nuestra propia cápsula y nos apiadamos de nosotros mismos. Nos resistimos a rehacernos. Aquí todo cálido abrazo y toda palabra de consuelo, aunque suene convencional, ganan un sentido insospechado. Es el anhelo del alma de oír que hay un sentido y que las estrellas-guía se oscurecieron solamente pero no han desparecido.
El cuarto es el autofortalecimiento mediante una especie de negociación con el dolor de la pérdida: «no puedo sucumbir ni hundirme totalmente; tengo que aguantar este desgarro hasta criar a mi familia o hasta licenciarme». En medio de la noche oscura se anuncia un punto de luz.
El quinto se presenta como la aceptación resignada y serena del hecho insoslayable. Acabamos incorporando en nuestra trayectoria existencial esa herida que deja cicatrices. Nadie sale del luto igual que entró. La persona madura forzosamente y experimenta que la pérdida no es necesariamente total, sino que trae siempre alguna ganancia existencial.
El luto es una travesía dolorosa, por eso tiene que ser cuidado. Me permito un ejemplo autobiográfico que aclara mejor la necesidad de cuidar el luto. En 1981 perdí a una hermana con la que tenía una afinidad especial. Era la última de las hermanas de los 11 hermanos. Como profesora, una mañana hacia las 10, estando delante de los alumnos, dio un inmenso grito y cayó muerta. Misteriosamente, a los 33 años, la aorta se había roto.
Todos los de la familia, venidos de varias partes del país, quedamos desorientados por el choque fatal. Lloramos copiosas lágrimas. Pasamos dos días viendo fotos y recordando, entristecidos, hechos de la vida de la hermanita querida. Los demás pudieron cuidar del luto y de la pérdida. Yo tuve que partir poco después hacia Chile, donde tenía que dar conferencias a todos los frailes del Cono Sur. Fui con el corazón partido. Cada charla era un ejercicio de autosuperación. De Chile seguí para Italia donde tenía charlas de renovación de la vida religiosa para toda una congregación.
La pérdida de mi querida hermana me atormentaba como un absurdo insoportable. Comencé a desmayarme dos, tres veces por día sin una razón física manifiesta. Me tuvieron que llevar al médico. Le conté el drama que estaba pasando. Él intuyó todo y me dijo: «tú todavía no has enterrado a tu hermana ni has guardado el luto necesario; mientras no cuides tu luto y no la sepultes, no vas a mejorar; algo de ti murió con ella y necesita ser resucitado». Cancelé todos los demás programas. En el silencio y la oración cuidé el luto. A la vuelta, en un restaurante, mientras recordábamos a nuestra hermana querida, mi hermano teólogo Clodovis y yo escribimos en una servilleta de papel lo que luego pusimos en el recordatorio de su bendita memoria:
«Fueron treinta y tres años, como los de Jesús/Años de mucho trabajo y sufrimiento/pero también de mucho fruto/Claudia cargaba con el dolor de los otros/En su propio corazón, como rescate/Era límpida como la fuente de la montaña/Amable y tierna como la flor del campo/Tejió, punto por punto, y en silencio/Un brocado precioso/Dejó dos pequeños, fuertes y hermosos/Y un marido orgulloso de ella/Feliz tú, Claudia, pues el Señor al volver /Te encontró de pie, trabajando/Lámpara encendida/Y tú caíste en su regazo/Para el abrazo infinito de la Paz».
Entre sus papeles encontramos esta frase: «Hay siempre un sentido de Dios en todos los eventos humanos: es importante descubrirlo». Hasta hoy seguimos buscando ese sentido que solamente en la fe podemos sospechar

BOLIVIA EL GOBIERNO REPRIME A LOS INDÍGENAS

ALAI, América Latina en Movimiento

Bolivia

¿Y…el proceso de cambio?

Gobierno indígena reprime a marchistas indígenas

Alex Contreras Baspineiro

Como en los mejores tiempos de los gobiernos dictatoriales, ayer cientos de efectivos policiales reprimieron brutalmente a mujeres, niños, ancianos y hombres indígenas que protagonizaban desde hace 41 días la marcha “Por la Defensa del Territorio, la Dignidad y la Vida”. Una represión de un gobierno indígena, con un presidente indígena, a los pueblos indígenas.
 
El Comité de Comunicación de la Marcha reportó que falleció un bebé indígena de tres meses, a causa de los gases lacrimógenos utilizados en la represión policial, 37 personas están reportadas como desaparecidas, entre ellas siete niños, dos centenas de detenidos fueron liberados por acción de la población solidaria y algunas columnas de marchistas se rearticulan para continuar su avance hacia La Paz, sede de gobierno de Bolivia.
 
Los indígenas de la Confederación del Oriente, Chaco y Amazonía (CIDOB) y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (CONAMAQ) iniciaron la marcha el 15 de agosto, recorriendo en 41 días 310 kilómetros y aún les faltan poco menos de 300 kilómetros para cumplir su objetivo.
 
“Los pueblos indígenas de todo el país nos encontramos indignados y profundamente dolidos por el accionar del gobierno. Éste gobierno nos prometió un cambio: respetar los derechos indígenas, respetar a la madre tierra, respetar nuestra cultura, respetar nuestra autodeterminación, pero en estos cinco años de gobierno nada de eso ha ocurrido. Los efectivos policiales nos han reprimido y pateado como si fuéramos animales, esto ya no lo podemos tolerar”, señaló el principal dirigente indígena, Adolfo Chávez.
 
El campamento de los marchistas indígenas fue saqueado y quemado por los efectivos policiales, varios dirigentes fueron golpeados y maniatados, otros lograron huir al monte y algunos se encuentran aún desaparecidos; los periodistas que cubrían la acción represiva fueron atropellados y se incautaron sus equipos de trabajo e incluso los médicos de las poblaciones aledañas fueron golpeados.
 
“A un médico lo enmanillaron, lo golpearon, él ahora está internado, se hizo una radiografía para descartar que no haya una fractura de costillas”, aseveró el director del Hospital de San Borja, Javier Jiménez.

LEER MÁS

Declaración de la asociación de teólogos y teólogas Juan XXIII con motivo de la visita del papa a España para la jornada mundial de la juventud


La visita del papa Benedicto XVI a Madrid en agosto de 2011 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) constituye un acontecimiento significativo en la vida política y religiosa de nuestro país que requiere una reflexión teológica serena al tiempo que crítica y constructiva de la Asociación española de Teólogos y Teólogas Juan XXIII.
Un mes después de la visita, hacemos públicas las siguientes consideraciones:
1. La JMJ ha contado con una eficaz organización, que ha conseguido la movilización de cientos de miles de jóvenes de todos los continentes en torno a la figura del papa.
2. Queremos expresar nuestro respeto hacia los jóvenes y las demás personas que han participado en la Jornada -si bien no todos respondían a motivaciones religiosas-, así como a los miles de voluntarios y voluntarias que generosamente han colaborado en el desarrollo de la misma.
3. Creemos, sin embargo, que no fue propiamente una Jornada de la Juventud, ni siquiera de la juventud católica, sino una Jornada del Papa, quien ejerció el protagonismo en todo momento y utilizó a los jóvenes como excusa para reforzar su poder en la doble función de Jefe de Estado y de máxima autoridad de la Iglesia Católica. La organización del evento estuvo centrada en la exaltación del papa, hasta desembocar en papolatría. Era la confirmación del autoritarismo y del carácter piramidal de la Iglesia católica.
4 Nos parece que la ausencia del interés por los jóvenes se puso de manifiesto en la escasa referencia a sus graves problemas, como el desempleo y la falta de perspectivas de futuro en los diferentes terrenos de su vida. Dicha ausencia es más llamativa si cabe cuando sabemos que los jóvenes son uno de los colectivos que está sufriendo de manera más acusada y generalizada las consecuencias de la crisis económica.
5. La JMJ fue una clara y fehaciente demostración del poder de la Iglesia católica en una sociedad secularizada y en un Estado no confesional. Demostración de poder que recordaba algunas de las manifestaciones del nacionalcatolicismo de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
6. Nos preocupa de manera especial la imagen de Jesús de Nazaret y de la Iglesia ofrecida por el papa a los jóvenes, a la sociedad y a los propios católicos: un Jesús de Nazaret espiritualista y desencarnado; una Iglesia-espectáculo, de cristiandad, patriarcal, ritualista, más acorde con la contrarreforma del concilio de Trento y con la restauración puesta en marcha por el concilio Vaticano I que con la reforma del concilio Vaticano II. El principal empeño de la Jornada parecía ser llevar la restauración hasta el extremo.
7. La JMJ contó en todo momento con el apoyo y la legitimación de los diferentes poderes e instituciones: jefatura del Estado, gobierno de la Nación, ayuntamiento de Madrid, gobierno de la Comunidad de Madrid, empresarios, militares, etc., que demuestran el trato privilegiado de que es objeto la Iglesia Católica a nivel institucional. Esto nos parece impropio de una sociedad cultural y religiosamente pluralista y de un Estado constitucionalmente no confesional.
8. Creemos desmesurado el tiempo dedicado a la información sobre el evento en los diferentes canales de la televisión pública, otra prueba más del trato de favor a la Iglesia Católica con fondos públicos y de la falta de igualdad de las religiones.
9. Igualmente desmesurado nos parece que fue el gasto del viaje: decenas de millones de euros, además de los privilegios para los peregrinos en los transportes, servicios sanitarios, entradas a museos, etc., y de los gastos de las diferentes administraciones en materia de seguridad, alojamiento, etc. Tal dispendio volvió a poner de manifiesto la insensibilidad de la jerarquía eclesiástica, incluido el propio papa, hacia las personas, las familias y los sectores más castigados por la crisis, que sufren en su propia carne los recortes sociales, salariales, sanitarios, culturales, laborales, educativos, etc.
10. A pesar del desencanto que ha producido en muchos colectivos cristianos esta visita, tenemos la esperanza de que “Otra Iglesia es posible” con estas características: respetuosa del pluralismo en su seno y en la sociedad, democrática; en diálogo intercultural e interreligioso; sensible a los problemas de los jóvenes, abierta a sus inquietudes, con capacidad para reconocer sus valores; que denuncie las estructuras injustas, sea crítica del poder, dé ejemplo de pobreza, practique el compartir, renuncie al boato y sea solidaria con los excluidos y marginados. En esa dirección seguiremos trabajando y esperamos que lo hagan el papa y la Iglesia institucional en el futuro.
Madrid, 28 de septiembre de 2011

JOSÉ ANTONIO PAGOLA : JUICIO FINAL DOMINGO 27


Cuando venga el dueño de la viña 
Mt 21, 33-43 
En una época todavía no muy lejana la célebre secuencia de Tomás de Celano, «Dies irae, dies illa» encogía el ánimo de los asistentes al oficio de difuntos: «Día de cólera aquel día... en que el mundo quedará reducido a cenizas ...¡Qué terror se apoderará de nosotros cuando se presente el Juez!» Durante mucho tiempo este lenguaje y estas imágenes tenebrosas han alimentado una «pastoral del miedo», que difícilmente ayudaba a despertar la confianza en Dios.
Hay que entender bien lo que dice la Biblia sobre la «cólera de Dios». Esta cólera divina no tiene como objetivo destruir al ser humano. Al contrario, sólo se despierta para destruir el mal que hace daño al hombre. Dios es amor, y no cólera.
Un Dios que abandonara para siempre la historia humana en manos del mal y la injusticia, que no reaccionara ante la mentira y la ambigüedad que lo envuelven todo, que no restableciera la paz y la verdad, no sería un Dios Amor.  
Por eso, el juicio de Dios es una Buena Noticia para quienes quieren de verdad el bien y la felicidad total del ser humano.
En esto consiste el núcleo de la fe cristiana: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que quien crea no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16). La última palabra de Dios sobre la historia no puede ser sino una palabra de gracia.
 

¿Qué hay que hacer en la vida para acertar? No es fácil responder, pero sin duda es una pregunta vital. ¿Cómo hemos de vivir para que se pueda decir que nuestra vida es un acierto? Nos podemos equivocar en muchas cosas, pero, ¿no habrá algo en que hemos de acertar?
Se suele decir que para llenar una vida es necesario tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Sin embargo, yo conozco a personas que no han hecho ninguna de estas tres cosas y cuya vida me parece un acierto. Y conozco también a personas que han tenido hijos y han escrito libros y cuya vida no parece muy acertada.
Sin duda, hay mucha sabiduría popular en ese dicho, pues, en definitiva, cuando se habla de tener un hijo, plantar un árbol o escribir un libro, se está apuntando a algo fundamental. En la vida se acierta cuando se vive un amor fecundo, capaz de engendrar vida o hacer vivir a los demás. Sólo este amor justifica y llena una vida.
De ahí la dura amenaza que se escucha en el trasfondo de esa parábola de los viñadores que, lejos de entregar los frutos de su trabajo, dan muerte al hijo del dueño. Se les quitará todo para dárselo a otros labradores que «entreguen los frutos a su tiempo». Hay muchas formas de «perder la vida». Basta dedicarse a hacer cada vez más cosas en menos tiempo, creyendo que por el hecho de «hacer cosas» se vive más. Es una equivocación. Por muchas cosas que uno haga, si vive sin amar y sin poner vida en las personas y en el entorno, estará vaciando su vida de su contenido más precioso.
Corre por ahí una reflexión de Luis Espinal, sacerdote jesuita, asesinado en 1980 en Bolivia. Dice así: «Pasan los años y, al mirar atrás, vemos que nuestra vida ha sido estéril. No la hemos pasado haciendo el bien. No hemos mejorado el mundo que nos legaron. No vamos a dejar huella. Hemos sido prudentes y nos hemos cuidado. Pero, ¿para qué? Nuestro único ideal no puede ser llegar a viejos. Estamos ahorrando la vida, por egoísmo, por cobardía. Sería terrible malgastar ese tesoro de amor que Dios nos ha dado.»
Recuerdo que, al morir Juan XXIII, aquel Papa bueno que introdujo en la iglesia y en el mundo un aire nuevo de esperanza, de bondad y de convivencia pacífica, el cardenal Suenens pudo decir que «dejaba el mundo más habitable que cuando él llegó». De Jesús quedó este recuerdo: «Pasó toda la vida haciendo el bien.» A alguno le parecerá tal vez poco. Para el cristiano es el mejor criterio para vivir con acierto.  

LEER MÁS