FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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jueves, 16 de febrero de 2012

Inspectoría: Ha fallecido D. Jesús Estébanez


Ha fallecido en Barakaldo (Bizkaia), D. JESÚS ESTÉBANEZ, padre del salesiano José María Estébanez.
La misa funeral se celebrará el viernes, día 17 de febrero a las 7.30 de la tarde, en la Parroquia “San José” de Barakaldo.
Pedimos por su eterno descanso y por su familia.
El Señor la acoja en sus brazos.
¡Descanse en paz!

El Papa teme un cisma progresista en la Iglesia


Julio Algañaraz

Desde Austria, un grupo de curas exige cambios, como el fin del celibato obligatorio.
Benedicto XVI está preocupado por la expansión del movimiento a otros países europeos.
Abrumado por las peleas en las cumbres del Vaticano entre cardenales y altos prelados, siempre conservadores, que mellan su prestigio con documentos filtrados a la prensa y que intensifican las “murmurationes” de que podría renunciar en un futuro no lejano, el Papa Benedicto XVI, de casi 85 años, agrega otro motivo de profunda preocupación pocos días antes del Consistorio en el que promoverá 22 nuevos cardenales.
Se está expandiendo el movimiento del “Llamado a la desobediencia” , nacido en Austria y ahora con ramificaciones importantes en Irlanda, Alemania, Francia y Eslovaquia. No faltan los simpatizantes en América Latina, EE.UU. y Australia. El Papa teme al primer cisma progresista, apoyado por cientos de curas y una patrulla de obispos. “No tememos excomuniones ni queremos un cisma, sino que la Iglesia nos escuche y dialogue”, explica el ya popular “Lutero austríaco”, padre Helmut Schueller, con 59 años, líder de la “Iniciativa de los párrocos”, que cuenta con el apoyo de 400 sacerdotes en Austria.
Los sondeos demuestran que la mayoría de los 4.000 curas austríacos, un país de hondas tradiciones católicas tradicionalistas, que vive un proceso de vertiginoso triunfo del laicismo y de distanciamiento de los fieles de una Iglesia que consideran anclada en el pasado, simpatizan con el movimiento que nació en junio pasado con el “Llamado a la desobediencia”, que firmaron 329 curas.
Se dice que un millar de sacerdotes viven en pareja y hasta secretamente casados .
Monseñor Schueller fue exiliado a párroco de San Esteban, en Probstdor, un suburbio de Viena, donde fue presidente de la Caritas austríaca y estrecho colaborador del cardenal Christian Schoenborn, un progresista en favor del celibato voluntario y que ha sido uno de los pupilos favoritos del Papa Joseph Ratzinger. El cardenal Schoenborn está naturalmente en contra de la “Iniciativa de los párrocos”, pero hasta ahora resistió las presiones desde dentro de la Iglesia local y de las congregaciones vaticanas para que comience a dar el escarmiento que merecen los rebeldes porque “las sanciones serían contraproducentes”.
Los “desobedientes”, equivalente en versión sotana de los “indignados”, reclaman terminar con el celibato obligatorio, permitir la comunión de los divorciados vueltos a casar, imponer el sacerdocio femenino, darle a los fieles laicos un rol más importante en la eucaristía, permitiéndoles predicar y administrar los sacramentos sin una misa cuando no hay sacerdotes, además de ordenar a los “Viri probati”, fieles casados y con hijos de probada fe que puedan convertirse en sacerdotes sin renunciar a su familia. Y respetar a los homosexuales, bendiciendo las uniones.
Herejía pura, se escandalizan en el Vaticano . El 23 del mes pasado, los principales obispos austríacos fueron convocados a Roma para hablar del tema con las autoridades de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia.
El pontífice es muy sensible a una protesta que nace de su propio mundo germánico y que se extiende a otros países y zonas del mundo. Dicen que en la Irlanda conmovida por los escándalos de pedofilia de parte del clero y el choque abierto entre el Papa y el gobierno de Dublin, son 600 los sacerdotes que adhieren al “Llamado a la desobediencia”.
El cardenal Schoenborn volvió a evocar el peligro de un cisma. El Lutero austríaco retruca que “nosotros queremos quedarnos dentro de la Iglesia y la Conferencia Episcopal debe abrir un diálogo teológico estructurado” con el movimiento rebelde, lo que equivaldría a una legitimación institucional. Por el contrario, los conservadores, numerosos en Austria y hegemónicos en el Vaticano, reclaman “medidas canónicas sancionatorias”.

Repartir lo que tenemos


José Mª Castillo, teólogo

Hace dos días, escribí en este blog un elogio de la bondad, como solución a la crisis económica que vivimos. Alguien me ha recordado que los teólogos no entendemos de economía. Lo cual es verdad. Pero, tan cierto como eso, es que, si los economistas no tienen en cuenta que las relaciones laborales, empresariales y económicas se limitan sólo a los datos que suministra la economía, con eso nada más no arreglamos los problemas económicos que nos agobian.
Al decir esto, estamos tocando un problema capital del momento que estamos viviendo. No hace mucho, Edgar Morin ha escrito con toda la razón del mundo: “Una de las tragedias del pensamiento actual es que nuestras universidades y nuestros centros de Educación Superior de alto nivel producen especialistas, cuyo pensamiento está totalmente compartimentado. El economista sólo verá la dimensión económica de las cosas, tanto como el religioso o el demógrafo verán las suyas, y todos chocarán con la dificultad de concebir las relaciones entre dos dimensiones….
Así pues, a medida que los problemas se vuelven planetarios, mayor es la dificultad en pensarlos; cuanto más progresa la crisis, más progresa la incapacidad de pensarla”.
¿A dónde voy con todo esto? Muy sencillo: quiero decir que sólo con políticos y economistas, no salimos de la crisis. Ellos son necesarios, nadie le duda.
Pero ellos solos no se bastan. Hay situaciones en la vida en las que no queda más remedio que echar mano de otros mecanismos que hay en el ser humano. Y mi forme convicción es que uno de los mecanismos más decisivos, en este momento, es la bondad. Una bondad que se tiene que traducir en la firma y eficaz decisión de repartir lo que tenemos.
Quiero decir esto: ahora mismo hay en España bienes suficientes para que todos los españoles vivamos sin apuros económicos. El problema no está en la escasez. El problema está en lo mal repartida que está la riqueza que tenemos.
Ayer mismo, un buen comentario de Giordano Bruno nos recordaba que, en este país nuestro, 1.400 personas acumulan y consumen el 80 % del PIB. Lo cual quiere decir, lógicamente, que más de 43 millones de españoles tenemos que vivir con sólo el 20 % de la riqueza que producimos. Hay familias que acumulan fortunas asombrosas. Hay otras familias que mes reciben dos o tres sueldos. Y hay familias en cuyas casas no entra un euro hace más de un año.
Una situación así, no tiene solución solamente con los datos que nos puede proporcionar la economía o con las soluciones que hoy, tal como están las cosas, nos pueden aportar los políticos. Todo eso es necesario. Pero a todo eso le falta algo que es decisivo en una situación como la actual. Estamos en una situación excepcional, que no tiene más solución que decisiones de emergencia. No basta con dar ropa usada, bolsas de comida o abrir comedores para indigentes en extrema necesidad. Ni tampoco Caritas tiene medios para sacar esto adelante. Es urgente un proyecto nacional de reparto equitativo de la riqueza que de que disponemos.
Propongo: ¿no sería la Iglesia, en colaboración con ONGs de prestigio y solvencia, las que pusieran en marcha un plan de redistribución de la riqueza de todas aquellas familias y ciudadanos que estuvieran dispuestos a acometer semejante proyecto? Pero, claro, para ponerse a hacer eso, lo primero, que tendrían que hacer todos los que disfrutan de situaciones de abundancia, sería renunciar a sus propios privilegios, empezando (naturalmente) por los privilegios y beneficios fiscales de los que goza la misma Iglesia.
¿Es esto un sueño? ¿No hay en esto, al menos, una propuesta que habría que tomar muy en serio, para aportar a la salida de la crisis un elemento – la bondad y la generosidad – que aún estamos muy lejos de aprovechar debidamente?