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viernes, 20 de septiembre de 2013

El Papa Francisco: “No podemos seguir insistiendo solo en el aborto, la homosexualidad y los anticonceptivos” Jaume Flaquer


El Papa Francisco va a ser una verdadera revolución en la Iglesia. Acaba de conceder una entrevista que publican en exclusiva las revistas de la Compañía de Jesús. El Papa se sincera a lo largo de una veintena de páginas que responden a más de seis horas de conversación con el director de La Civilttà Cattolica.
Confieso que para mí, esta entrevista muestra que estamos ante el cambio de perspectiva más radical de la Iglesia desde Juan XXIII. Francisco da carpetazo a todas las involuciones de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II ahondando en la voluntad de este Concilio celebrado hace 50 años de volver al puro Evangelio. Francisco recupera aquello que fue esencial por Jesús: la cercanía a los hombres y mujeres heridos por la vida, despreciados por la sociedad y estigmatizados por la religión, y deja en un segundo plano la obsesión reiterativa de la predicación eclesial por cuestiones sexuales, morales, canónicas y litúrgicas. “No es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”, asegura, “no podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos”.
Y dice textualmente: “el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio; (…) el anuncio del amor salvífico de Dios es previo a la obligación moral y religiosa”. El Papa lanza una dura crítica al que “busca obstinadamente recuperar el pasado perdido” de la Iglesia dominadora porque convierte la religión “en una ideología entre tantas otras”. Acepta que Benedicto XVI haya permitido la celebración de la eucaristía de manera tradicional, en latín, pero ve “preocupante el peligro de ideologización”.
Francisco aboga por una Iglesia “capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente”. Pero para eso se necesitan “pastores y no funcionarios clérigos de despacho”. Francisco aboga por acercarse “a los cristianos que de un modo u otro mantienen heridas abiertas”.
Uno de estos grupos son los homosexuales. “En Buenos Aires, dice, recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos “heridos sociales”, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado”. Y prosigue: “Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces respondí con otra pregunta: “Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?”. Hay que tener siempre en cuenta a la persona (…) y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición”.
El Papa Francisco piensa también en “una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos (…) Está sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar la vida cristiana. ¿Qué hace el confesor?”. “El confesionario no es una sala de tortura”…
¿Y la mujer en la Iglesia? El Papa teme la solución del “machismo con faldas”, es decir, la de situar mujeres en cargos de responsabilidad que perpetúen la visión patriarcal. “Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer” que busque “el puesto específico de ésta incluso allí donde se ejercita la autoridad”.
El acercamiento a todas estas realidades de dolor necesitadas de misericordia responde a la propia experiencia de vida del Papa, que hizo que escogiese como lema en su escudo papal: “Miserando atque eligendo” (mirándolo con amor y eligiéndolo), referido a la mirada misericordiosa de Jesús al llamar a Mateo cuando aún era pecador.
Así se siente el Papa respecto a su etapa de gobierno de los jesuitas de Argentina en la época de la dictadura. “Mi gobierno (…) al comienzo, adolecía de muchos defectos. (…) Tenía 36 años, una locura. (…) Yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista”. Pero esa etapa le ayudó a aprender a gobernar y ahora son otros los que le susurran “no consulte demasiado y decida”.
En fin, es una delicia de entrevista llena de imágenes sugerentes. He aquí una muestra:
“Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto”.
***

Podéis leer aquí la entrevista completa que el jesuita italiano Antonio Spadaro le ha realizado al Papa Francisco (y que ha sido publicada por la revista Razón y Fe).
- See more at: http://blog.cristianismeijusticia.net/?p=9857&lang=es#more-9857

El Papa: “Nunca fui de derechas”



En una entrevista con Civiltà cattolica, Francisco I recrimina a los curas su obsesión por el aborto, los homosexuales y el condón.
El papa Francisco: “La Iglesia no puede hablar solo del aborto, los homosexuales y el condón”
En una entrevista con Civiltà cattolica, el Papa recrimina a los curas su obsesión por estos temas. “La religión tiene el derecho de exprimir su opinión pero dios nos hizo libres”, afirma

El papa Francisco ha vuelto a tratar este jueves de normalizar la posición de la Iglesia católica con respecto a los homosexuales reiterando la idea que transmitió a los periodistas a la vuelta de Río de Janeiro tras las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebraron en julio. En una entrevista con el director de la revista Civiltà cattolica, el jesuita italiano Antonio Spadaro, en referencia al matrimonio entre personas del mismo sexo, ha dicho que “la religión tiene el derecho de expresar sus opiniones” pero que “dios nos hizo libres en la creación”.
“Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿Aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?’. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición”, remarcó. Bergoglio, además, ha recriminado a los religiosos que estén “todo el tiempo hablando del aborto, de los gays y del condón”. “Esto no es posible. Yo no he hablado mucho de estos temas y se me ha echado en cara. Cuando se habla de ello tiene que haber un contexto”, dice.
Francisco, vinculado con la dictadura argentina, ha asegurado que “jamás” ha sido “de derechas”y que si acaso, fue demasiado autoritario durante su etapa al frente de los jesuitas. “Mi autoritarismo a la hora de tomar decisiones me llevó a tener demasiados problemas y a ser acusado de ultraconservador [...] no he sido jamás de derechas”, aseguró.
También se ha referido a la necesidad de introducir reformas en el seno de la iglesia, pero según él, lo primero que hay que cambiar es la actitud. “Muchos piensan que se puedan producir cambios y reformas en poco tiempo. Yo creo que siempre hace falta tiempo para poner las bases de un verdadero cambio [...] no me fío de las decisiones improvisadas”. Según él, “el pueblo de dios necesita pastores y no funcionarios clérigos de despacho”.
Preguntado por el papel de la mujer en la Iglesia, el papa Francisco apuesta por trabajar más hasta elaborar “una teología profunda de la mujer” y por que “el genio femenino esté en los lugares donde se toman las decisiones importantes”. Así, subraya que “no hay que confundir la función con la dignidad” pues María, una mujer, es “más importante que los obispos”. En este sentido, añade que es necesario “ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”, critica los discursos que “a menudo se inspiran en una ideología machista” y dice temer “la solución del machismo con faldas, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón”.

El Papa pide que la Iglesia deje de batallar con las bodas gais y el aborto Pablo Ordaz



En una entrevista con ‘Civiltà Cattolica’, Francisco repasa la situación crítica de la Iglesia, los temas candentes de su pontificado y habla sobre su ideología. “Jamás he sido de derechas”, asegura el pontífice, que se define como “un pecador”
El Papa: “Jamás he sido de derechas”
“Veo la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla”, declara a la revista de los jesuitas
El pontífice, crítico con una Iglesia “obsesionada” con el aborto o los matrimonios gais
“No es posible una injerencia espiritual en la vida personal”, dice sobre la homosexualidad

Durante tres días de finales de agosto, el papa Francisco concedió una entrevista a La Civiltà Cattolica, la histórica publicación de la Compañía de Jesús —en España, ha sido difundida por Razón y Fe—. Durante seis horas divididas en tres días, su director, el sacerdote Antonio Spadaro, conversó con el Papa sobre la situación crítica de la Iglesia, los temas candentes de su pontificado y también sobre sus gustos y pecados. A la pregunta directa de quién es Jorge Mario Bergoglio, responde: “No sé cuál puede ser la respuesta exacta… Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador”. La entrevista completa, en la que Francisco se muestra crítico con una Iglesia “obsesionada” con el aborto o el matrimonio gay, será publicada por las revistas de la Compañía de Jesús.

Sobre los cambios en la Iglesia, el Papa admite que existe una cierta prisa en empezar a verlos: “Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz (…). Pero, mire, yo desconfío de las decisiones tomadas improvisadamente. Desconfío de mi primera decisión, es decir, de lo primero que se me ocurre hacer cuando debo tomar una decisión. Suele ser un error. Hay que esperar, valorar internamente, tomarse el tiempo necesario. La sabiduría del discernimiento nos libra de la necesaria ambigüedad de la vida, y hace que encontremos los medios oportunos, que no siempre se identificarán con lo que parece grande o fuerte”.
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Dice Jorge Mario Bergoglio que, cuando fue arzobispo de Buenos Aires, tomó la costumbre de consultar siempre sus decisiones: “Esto me ha ayudado mucho a optar por las decisiones mejores. Ahora, sin embargo, oigo a algunas personas que me dicen: “No consulte demasiado y decida”. Pero yo creo que consultar es muy importante. Los consistorios y los sínodos, por ejemplo, son lugares importantes para lograr que esta consulta llegue a ser verdadera y activa. Lo que hace falta es darles una forma menos rígida. Deseo consultas reales, no formales. La consulta a los ocho cardenales, ese grupo consultivo externo, no es decisión solamente mía, sino que es fruto de la voluntad de los cardenales, tal como se expresó en las Congregaciones Generales antes del Cónclave. Y deseo que sea una consulta real, no formal”.
Durante la entrevista, el Papa recuerda su experiencia de gestión, remontándose a los tiempos en que tuvo responsabilidades en la Compañía de Jesús: “En mi experiencia de superior en la Compañía, si soy sincero, no siempre me he comportado así, haciendo las necesarias consultas. Y eso no ha sido bueno. Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos. Corrían tiempos difíciles para la Compañía: había desaparecido una generación entera de jesuitas. Eso hizo que yo fuera provincial aún muy joven.
Tenía 36 años: una locura. Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista. Es verdad, pero debo añadir una cosa: cuando confío algo a una persona, me fío totalmente de esa persona. Debe cometer un error muy grande para que yo la reprenda. Pero, a pesar de esto, al final la gente se cansa del autoritarismo. Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas (…). Todo esto que digo es experiencia de la vida y lo expreso por dar a entender los peligros que existen. Con el tiempo he aprendido muchas cosas”.
Sobre el papel que tiene que adoptar la Iglesia en este momento histórico, el papa Francisco es muy gráfico: “Veo con claridad –prosigue– que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental (…). La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!”.
Jorge Mario Bergoglio parece tener muy claro el retrato robot de los líderes espirituales que necesita la Iglesia: “Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender a su noche y su oscuridad sin perderse. El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ‘clérigos de despacho’ (…). En lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor”.
Como en el vuelo papal de regreso de Río de Janeiro, el papa argentino no tiene reparos en hablar de aquellos a quienes la Iglesia ha vuelto la cara: “Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo. La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal.
Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?’. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna”.
De igual manera, el Papa se muestra favorable a revisar la actitud de la Iglesia hacia las nuevas familias: “Esta es la grandeza de la confesión: que se evalúa caso a caso, que se puede discernir qué es lo mejor para una persona que busca a Dios y su gracia. El confesionario no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos empuja a hacer lo mejor que podamos. Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos.
El aborto le pesa enormemente y está sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar la vida cristiana. ¿Qué hace el confesor?”. Y añade: “No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”.
“Las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes. Una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente”, añade. “Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio (…). La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esa propuesta surgen luego las consecuencias morales”.
Un apartado especialmente interesante de la entrevista es aquel en el que el Papa se muestra partidario de afrontar, “hoy”, el papel de la mujer en la Iglesia: “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña.
La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad. Es preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia. En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.
Y al final, siempre, el Papa vuelve a uno de sus temas preferidos, las periferias del mundo: “Me dan miedo los laboratorios porque en el laboratorio se toman los problemas y se los lleva uno a su casa, fuera de su contexto, para domesticarlos, para darles un barniz.
No hay que llevarse la frontera a casa, sino vivir en frontera y ser audaces (…). Cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse a estudiar el problema de la droga de una villa miseria, y otra cosa es ir allí, vivir allí y captar el problema desde dentro y estudiarlo. Hay una carta genial del padre Arrupe a los Centros de Investigación y Acción Social (CIAS) sobre la pobreza, en la que dice claramente que no se puede hablar de pobreza si no se la experimenta, con una inserción directa en los lugares en los que se vive esa pobreza. La palabra ‘inserción’ es peligrosa, porque algunos religiosos la han tomado como una moda, y han sucedido desastres por falta de discernimiento. Pero es verdaderamente importante”. El ejemplo que pone Jorge Mario Bergoglio es definitivo: “Pensemos en las religiosas que viven en hospitales: viven en las fronteras.
Yo mismo estoy vivo gracias a ellas. Con ocasión de mi problema de pulmón en el hospital, el médico me prescribió penicilina y estreptomicina en cierta dosis. La hermana que estaba de guardia la triplicó porque tenía ojo clínico, sabía lo que había que hacer porque estaba con los enfermos todo el día. El médico, que verdaderamente era un buen médico, vivía en su laboratorio, la hermana vivía en la frontera y dialogaba con la frontera todos los días. Domesticar las fronteras significa limitarse a hablar desde una posición de lejanía, encerrase en los laboratorios, que son cosas útiles. Pero la reflexión, para nosotros, debe partir de la experiencia”.

Carta abierta a Juanjo Tamayo sobre el papa Francisco Pedro Miguel Lamet


Querido Juanjo:
Nos conocemos hace muchos años y admiro, aunque no comparta en toda su extensión, tu trabajo como teólogo y en la Asociación Juan XXIII. Hemos coincidido en muchas batallas por la libertad en la Iglesia y por la necesidad de una reforma radical de la misma a las fuentes del cristianismo. Por tanto toma por favor este comentario como un fraternal desahogo nacido de mi amistad y un modo de aclarar ideas tanto para los que te siguen y apoyan como para los que te critican.

Recuerdo los tiempos en que colaborabas intensamente con figuras entrañables y ejemplares como Díez-Alegría, Pepe Caffarena, Casiano Floristán, o Julio Lois, hoy desparecidos de esta dimensión y que tanto hicieron por la Asociación de Teólogos Juan XXIII, y sobre todo por aportar aire fresco a muchos enrarecidos ambientes de la Iglesia Española. Pero has de reconocer que esos hombres, como otros pioneros como Llanos, Casaldáliga y el mismo Pedro Arrupe, que conocí muy de cerca y de algunos he escrito incluso sus biografías, roturaban su crítica desde una posición de pertenencia, amor y espiritualidad que aportaba credibilidad a su radicalidad evangélica , siempre constructiva.
No entro a juzgar tus intenciones, pues parto de la vieja máxima de que “de internis necque Ecclesia” y de, como decía San Ignacio, hay que “salvar la proposición del prójimo”. Pero percibo en ti de un tiempo a este parte una postura extrema que produce la sensación de que te has puesto una coraza tal o revestido de un curioso personaje que no quiere bajarse del potro rebelde por sistema, pase lo que pase, sobre todo si las mejoras, los cambios, las buenas noticias proceden de la jerarquía.
En los últimos años te has ido convirtiendo en el “teólogo oficial de PRISA”, llamado a opinar sobre todo por El País y la “Cadena SER”. No nos engañemos, querido Juanjo, tú y yo sabemos con que intención recaban entrevistas estos medios en lo que a Iglesia se refiere. Yo lo he comprobado varias veces: “para que pienses como ellos”. Recuerdo que no hace mucho la citada cadena me llamó para preguntarme sobre las declaraciones de un prelado español. Lo hicieron antes del directo “para saber cómo opinaba” y en otras ocasiones llegaron a recortarme dentro de una frase grabada en diferido para hacerme decir lo que pensaban. Si eres crítico, te incluyen; si dices un hecho real y noticioso aun probado con documentos que no les gusta, como que “la Pasionaria murió católica”, te silencian.
Pero bueno, estamos en un país libre y si uno quiere identificarse con un medio o grupo mediático concreto, allá él. Mi comentario viene a cuento sobre todo en torno a la figura del papa Francisco. Aborrezco toda papolatría y comparto el reciente artículo de González Faus sobre la moderación ante él. Tú sabes cómo he sufrido en mis tiempos de Vida Nueva y Diario 16 el monolitismo ideológico impuesto en el pontificado de Juan Pablo II y la auténtica dictadura eclesial que impedía la más elemental libertad de información y expresión, por no hablar de “caza de brujas”. Por tanto mi adhesión es siempre a Jesucristo, y a la Iglesia en cuanto mediación e institución en proceso de conversión. Francisco, como papa y como hombre, no escapa por consiguiente a las limitaciones que el sucesor de Pedro ha tenido siempre en el transcurso de la historia. El pescador mismo arrancó esta aventura desde sus fallos, recriminados por el mismo Jesús en el mar de Galilea. Fuera pues idolatrías lo que no está reñido con la adhesión y obediencia-
Por tanto lejos de mí canonizar a Francisco, y menos porque sea jesuita o porque me sienta más cerca del estilo de Iglesia que representa. Pero hemos de admitir que no deja de ser sintomático que hombres como Gustavo Gutierrez, Leonardo Boff, José María Castillo y tantos teólogos críticos abriguen esperanzas por la nueva imagen y algunos pasos de su pontificado. En ese sentido Dios y la historia irán diciendo.
Pero lo que no es de recibo es cerrar las puertas a toda posible conversión de la Iglesia “oficial”, como pareces verter en tus últimas posturas sobre la Teología de la Liberación, durante el último Congreso, cuando dices:
Yo creo, sin embargo, que una teología que hace de la opción por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la institución eclesiástica por varias razones: por el lugar social en el que se ubica –los pobres, los movimientos sociales-, por la radicalidad de sus opciones –interculturalidad, pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual, lucha contra la pobreza estructural-, por la revolución metodológica que implica al partir del análisis de la realidad y de la praxis revolucionaria; por la crítica del poder eclesiástico y de sus instituciones.
Esta postura me parece tan intransigente como la que tantas veces hemos criticado de la jerarquía cuando se cierra al diálogo, y tan maximalista como los que han defendido que en moral sexual no hay “parverdad de materia”. Según tu dictado, la única solución para asumir los principales postulados de la TL sería o fundar otra Iglesia o salirse de ella, como cristianos por libre, rechazando de paso todo lo que hay de bueno en tantos obispos, curas, monjas y cristianos anónimos que quizás sin conocer ni por el forro a la TL intentan seguir de cerca a Jesús de Nazaret, dentro de la limitaciones y fragilidad que todos tenemos, tú y yo incluidos.
Gustavo ha sido recibido por Francisco. De alguna manera se le ha rehabilitado en L’Osservatore. Parece que Boff cuanta también con las simpatías del Papa. El proceso de Romero ha sido desbloqueado. Por sus declaraciones en el avión se diría que hay buenas noticias para la comunión de los divorciados y la reforma de la curia está en marcha. Que lo del celibato no será fácil y lo de la ordenación de la mujer quizás imposible, de acuerdo. También que hay en puertas otras canonizaciones para compensar. Todos sabemos que una maquinaria de siglos tiene movimientos paquidérmicos. Pero no cerremos la ventana entreabierta ni apaguemos el pábilo vacilante. Que no se diga de ti que te has acostumbrado tanto a ir a la contra que ya no te encuentras a ti mismo entre los que apoyan a un obispo o un papa, aunque se vaya a vivir a un arrabal. En el proceso de vivir todo es relativo y de paso. ¿Recuerdas que hasta nuestro admirado Juan XXIII quiso con una carta imponer el latín?

Bueno, eso es lo que me pide el corazón y te lo cuento. Gracias por leerme y que esto, escrito desde el aprecio y el respeto, no empañe nuestra vieja amistad.

El Papa abre su alma y confiesa sus sueños a las revistas de la Compañía Francisco: “El edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes” José Manuel Vidal



“Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?’”
En una larga entrevista de 6 horas en tres sesiones, Francisco abre su alma y desnuda su corazón a un compañero jesuita, el padre Antonio Spadaro, director de la revista jesuita ‘Civiltà cattolica’. En lo personal confiesa ser “bastante ingenuo”, “indisciplinado nato” y se retrata como “un pecador en quien el Señor ha puesto sus ojos”, con una clave para ser feliz: “La esperanza”. Como Papa, pide tiempo para hacer reformas y sueña con una Iglesia capaz “de curar heridas y consolar corazones”, con una presencia mayor del “genio femenino” en puestos de autoridad.

También asegura que lo que tiene que hacer la institución con los homosexuales es “acompañarlos con misericordia” y subraya que “no podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos”.
En la entrevista, que será publicada hoy a la vez por 16 revistas de la Compañía (en España por ‘Razón y Fe’), Francisco, además de definirse como persona y como jesuita, ofrece su visión sobre cuestiones morales, como la homosexualidad, y sobre distintos temas como el gobierno de la Iglesia, el papel de la mujer, el ecumenismo o la experiencia cristiana.
Entre los temas más polémicos que le plantea el padre Spadaro, está, sin duda, el de la homosexualidad. En su respuesta, el Papa, comienza apoyándose en el criterio de una Iglesia sanadora. “En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos ‘heridos sociales’, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso”.
Y Francisco recuerda lo que dijo sobre el tema en el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro: “Dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo. La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal”
E ilustra su pensamiento con una anécdota: “Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?’. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna”.
Otro tema espinoso y que levanta ampollas en la Iglesia es el del papel de la mujer. El Papa tiene claro que “es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista”.
A su juicio, “las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad”.
Y concluye señalando que hay que “profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia”. Eso sí, avanza también que desea que la mujer pueda estar presente en los puestos de responsabilidad y de autoridad eclesiales. “En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.
El peligro del “castillo de naipes” del edificio moral
El Papa sabe que, en la anterior etapa, la Iglesia centró su predicación, casi obsesivamente, en la moral. Y quiere que cambie de rumbo. “No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”.
Más aún, Francisco apunta a una especie de revolución moral: “Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esta propuesta surgen luego las consecuencias morales”.
Quizás por eso, en este y en otros ámbitos, el Papa arremete contra el sector de los católicos “restauracionistas” obsesionados con la moral sexual. “Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la ‘seguridad’ doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras”
A su juicio, de lo que se trata es de prescindir de nuestra seguridades y buscar humildemente a Dios, en medio de las dudas y las incertidumbres. “Sí, este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien propio. Los grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, siempre han dado espacio a la duda”.
La Iglesia con la que sueña el Papa
Invitado a verbalizar la Iglesia con la que sueña, el Papa habla de una Iglesia “casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad”.

“Veo con claridad -prosigue- que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar
heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental”.

Una Iglesia de clérigos-pastores. “El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ‘clérigos de despacho’. Los obispos, especialmente, han de ser hombres capaces de apoyar con paciencia los pasos de Dios en su pueblo, de modo que nadie quede atrás, así como de acompañar al rebaño, con su olfato para encontrar veredas nuevas”.
Y en esa clave se dispone a abordar la reforma de la Curia. “Los dicasterios romanos están al servicio del Papa y de los obispos: tienen que ayudar a las Iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda. Pero, en algunos casos, cuando no son bien entendidos, corren peligro de convertirse en organismos de censura”.
El Papa no quiere funcionarios-cancerberos en el Vaticano: “Impresiona ver las denuncias de falta de ortodoxia que llegan a Roma. Pienso que quien debe estudiar los casos son las conferencias episcopales locales, a las que Roma puede servir de valiosa ayuda. La verdad es que los casos se tratan mejor sobre el terreno. Los dicasterios romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores”.
En ese mismo sentido, Francisco quiere hacer evolucionar al propio papado. Primero reconoce que, con su renuncia, “el papa Benedicto realizó un acto de santidad, de grandeza y de humildad. Es un hombre de Dios”. Y, a continuación, asegura que quiere “proseguir la reflexión sobre cómo ejercer el primado petrino que inició ya en 2007 la Comisión Mixta y que condujo a la firma del Documento de Rávena. Hay que seguir esta vía”.
Una Iglesia de “inserción”
Francisco reitera que apuesta por una Iglesia que salga a las periferias existenciales y que se encarne con el pueblo, pero de verdad. “Cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse a estudiar el problema de la droga de una villa miseria, y otra cosa es ir allí, vivir allí y captar el problema desde dentro y estudiarlo”.
Y, para explicarlo recurre a uno de sus referentes, el Padre Arrupe. “Hay una carta genial del padre Arrupe a los Centros de Investigación y Acción Social (CIAS) sobre la pobreza, en la que dice claramente que no se puede hablar de pobreza si no se la experimenta, con una inserción directa en los lugares en los que se vive esa pobreza. La palabra ‘inserción’ es peligrosa, porque algunos religiosos la han tomado como una moda, y han sucedido desastres por falta de discernimiento. Pero es verdaderamente importante”.
Jesuita y orante
Francisco se confiesa profundamente jesuita, una orden en la que decidió entrar por tres cosas: “Su carácter misionero, la comunidad y la disciplina. Y esto es curioso, porque yo soy un indisciplinado nato, nato, nato. Pero su disciplina, su modo de ordenar el tiempo, me ha impresionado mucho”.
Reconoce que llegó demasiado pronto (a los 36 años) a provincial de la Compañía en Argentina y no le duelen prendas a la hora de reconocer sus errores: “Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos…Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas”.
Eso sí, siempre fue un hombre orante: “Rezo el Oficio todas las mañanas. Me gusta rezar con los Salmos. Después, inmediatamente, celebro la misa. Rezo el Rosario. Lo que verdaderamente prefiero es la Adoración vespertina, incluso cuando me distraigo pensando en otras cosas o cuando llego a dormirme rezando. Por la tarde, por tanto, entre las siete y las ocho, estoy ante el Santísimo en una hora de adoración. Pero rezo también en mis esperas al dentista y en otros momentos de la jornada”.

Porque su gusto por la oración le viene de niño, enseñado por su abuela. “En el breviario llevo el testamento de mi abuela Rosa, y lo leo a menudo: porque para mí es como una oración. Es una santa que ha sufrido mucho, incluso moralmente, y ha seguido valerosamente siempre hacia
delante”.

Y de la oración a sus aficiones. Entre sus autores de cabecera se encuentran, Dostoyevski y Hölderlin. “En pintura admiro a Caravaggio: sus lienzos me hablan. Pero también Chagall con su Crucifixión blanca…”, subraya, mientras que música se entrega a Mozart, a Beethoven “prometéicamente” y a Bach. En el cine, se mueve entre “La Strada” de Fellini, además de Anna Magnani y Aldo Fabrizi.
La entrevista contada por los propios jesuitas
(Jesuitas).- En una entrevista concedida a dieciséis revistas jesuitas de varios países y publicada hoy, el Papa Francisco ofrece su visión sobre temas como el gobierno de la Iglesia, el ecumenismo, cuestiones morales o la experiencia cristiana, además de reflexionar sobre su condición de jesuita.
Dieciséis revistas de cultura de la Compañía de Jesús publican hoy una larga entrevista al Papa Francisco, realizada por el jesuita italiano Antonio Spadaro S.J., director de La Civiltà Cattolica. El texto recoge un diálogo de más de seis horas que se desarrolló a lo largo de tres sesiones los días 19, 23 y 29 de agosto. En España, la entrevista la publica la revista centenaria Razón y Fe, hoy en su web y en el número de octubre de su edición impresa.
En esta entrevista el pontífice desvela mucho de su sentir como jesuita, de su pasado o de la espiritualidad ignaciana y además ofrece su visión sobre muchas cuestiones eclesiales como el gobierno de la Iglesia, las posibles reformas, el ecumenismo, las cuestiones morales o la experiencia cristiana.
Según el entrevistador, P. Spadaro, “ha sido más una conversación que una entrevista”. En ella, el Papa habla de sí mismo, de sus experiencias personales, sus preferencias literarias y cinematográficas, su modo preferido de orar… Confiesa, por ejemplo, que en su decisión de entrar en la Compañía de Jesús una de las cosas que valoró fue la vida en comunidad: “no me veía sacerdote solo”, dice el Papa. Y es éste también el motivo por el que decidió fijar su residencia en Santa Marta: “necesito vivir mi vida junto a los demás”.
Define el discernimiento como guía en su modo de gobernar y tomar decisiones, incluso aquellas que afectan a su vida más cotidiana: “Desconfío de las decisiones tomadas improvisadamente”, afirma el Papa, y advierte de que el discernimiento requiere tiempo: “Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz. Se trata del tiempo de discernimiento”.
Sobre el modelo de gobierno para la Iglesia, apunta a la necesidad de diálogo y consultas: “Los consistorios y los sínodos, por ejemplo, son lugares importantes para lograr que esta consulta llegue a ser verdadera y activa. Lo que hace falta es darles una forma menos rígida. Deseo consultas reales, no formales”. Reconoce haber llegado a esa conclusión aprendiendo de dificultades vividas en el pasado cuando siendo muy joven y en un contexto difícil se convirtió en superior provincial: “Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos (…) Yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista (…) El Señor ha permitido esta pedagogía de gobierno aunque haya sido por medio de mis defectos y mis pecados”.
Sobre los jesuitas y la Compañía de Jesús, confiesa su admiración por el beato Pedro Fabro, jesuita saboyano compañero de San Ignacio de Loyola, por su “diálogo con todos, aun con los más lejanos”. Considera el Papa que “el jesuita debe ser persona de pensamiento incompleto, de pensamiento abierto” y que debe ser creativo y estar inserto en el contexto en que actúa y sobre el que reflexiona.
El Papa Francisco habla también en esta entrevista sobre la Iglesia y las posibles reformas a realizar. “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles”, afirma el Papa. “Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro”. “Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes”.
De este modo, reclama una Iglesia que salga de sí misma: “Busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor”.
El Papa destaca la imagen de la Iglesia como “pueblo santo, fiel a Dios” pues la dimensión comunitaria es esencial a la fe cristiana: “nadie se salva solo, como individuo aislado” sino que “Dios entra en esta dinámica popular”, en el entramado de relaciones interpersonales. En cuanto a la vida religiosa, el Papa subraya que “los religiosos son profetas”, una profecía que a veces “crea alboroto, estruendo” y que “anuncia el espíritu del Evangelio”.
No rehúye el Papa temas controvertidos como la cuestión de los cristianos que viven situaciones irregulares para la Iglesia, los divorciados vueltos a casar, parejas homosexuales, u otras circunstancias. El Papa pide tener siempre en cuenta a la persona: “Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”. Al mismo tiempo el Papa advierte de que “no podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos (…) Si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto”.
Preguntado sobre el papel de la mujer en la Iglesia, responde apostando por una mayor presencia femenina: “En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.
Sobre la experiencia cristiana y cómo buscar y encontrar a Dios, el Papa nos pide alejar las lamentaciones y encontrar a Dios en nuestro hoy: “el Dios concreto, por decirlo así, es hoy. Por eso las lamentaciones jamás nos ayudan a encontrar aDios”. Al mismo tiempo pide una actitud de humildad: “Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien”.
Razón y Fe, revista de la Compañía de Jesús que publica esta entrevista en España, fue fundada en 1901. Se edita diez veces al año, entrega reflexiones sobre el momento político y económico de España y de América, destacando hechos que sugieren una palabra, con una actitud creyente, comprometida con el humanismo y la libertad religiosa. Aborda todo tipo de temas sin desatender el campo específico en el que la fe, la teología y la iglesia se encarnan en la cultura. Su director es el jesuita Alfredo Verdoy.
Entre las dieciséis revistas de la Compañía de Jesús que publican hoy la entrevista en todo el mundo están La Civiltà Cattolica (Italia), America Magazine (EE.UU.), Mensaje (Chile), Études (Francia), Thinking Faith (Gran Bretaña) o Stimmen der Zeit (Alemania). A todas ellas, el Papa les anima en esta entrevista a seguir sirviendo a la Iglesia y a la sociedad desde “el diálogo, el discernimiento y la frontera”.
Para leer la entrevista íntegra en Razón y Fe, pulsar aquí: http://www.razonyfe.org/