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jueves, 5 de marzo de 2020

A cuatro años del asesinato de Berta Cáceres, habla su hija Bertha Zuñiga


Ezequiel Sánchez

Redes Cristianas

berta-caceres
 PÁGINA 12

“El sueño de mi madre no se ha desvanecido”

La actual Coordinadora General del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh) habla del legado de la líder indígena y ecologista.
Desde Tegucigalpa. Hoy se cumplen cuatro años del asesinato de la líder indígena y ecologista hondureña Berta Cáceres. Para conmemorar la ocasión y reafirmar que Cáceres sigue viviendo en la memoria y los actos de su pueblo, en el “imaginario de la resistencia”, Página/12 entrevistó a su hija y sucesora. Bertha Zúñiga, la actual Coordinadora General del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh) cuenta cómo está la causa y cómo se vive en las comunidades y en el país, además de lo que representa ocupar el cargo que tenía su mamá.

– Se cumple el cuarto aniversario de lo que llaman “la siembra de Berta”. Quisiera arrancar por esa idea, de la semilla que vuelve a la tierra.
– Berta Cáceres fue una figura tan significativa para el pueblo lenca, para el pueblo hondureño, que a pesar de que se hace un acto criminal a su vida, siempre está siendo convocada en las disputas territoriales, en el imaginario de resistencia, en la necesidad de transformar el país por las condiciones de militarización, de despojo empresarial, de corrupción, de violencia generalizada. También creemos que conmemorarla a ella no puede ser decidido por los que la asesinaron, que están en la impunidad. No pueden imponernos una muerte, que es lo que se pretendió hacer, el arrebatarnos. Se trata de decir que Berta va a seguir brotando en muchas luchas, en las nuevas generaciones, en las luchas de las mujeres, que es tan urgente y que viene marcando mucha presencia. Eso significa para nosotros la siembra de Berta Cáceres.
– Los autores intelectuales nunca fueron señalados por la justicia, ¿Cómo se encuentra la causa?
– Nosotras hemos visto que el camino legal empieza a cerrarse. Ya vemos pocas posibilidades de alcanzar la justicia integral. La impunidad va a durar un tiempo. Va a romperse en algún punto del camino, pero en otras condiciones políticas que ahora no están dadas. Entonces, hemos aprendido de diversos pueblos, a innovar las estrategias jurídicas, políticas, de movilización. Debemos enfocarnos en evitar que sigan cometiéndose crímenes, en seguir defendiendo los derechos de las comunidades, el derecho a la consulta libre, previa e informada, que está siendo amenazada. Y ver cómo enfrentar al modelo extractivista de una manera más fuerte, porque sigue avanzando. Ahí una siente que ese asesinato, que en alguna manera debió contribuir para cambiar las condiciones estructurales del país, no está sirviendo. Avanza el control de los pueblos a través del control del agua. Privatizaciones, proyectos ante la escasez que ya se empieza a sentir en muchos lugares. Represas, el uso del agua para la minería, los grandes proyectos turísticos, las limitaciones a la pesca artesanal y la promoción de la pesca industrial. Tantas cosas pasando alrededor del agua.
-¿En qué estado está la construcción de la represa y cuál es la situación en las comunidades?
– La concesión está parada. Nosotras seguimos pidiendo la cancelación del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, que tiene un permiso de operación por 50 años. El Estado no ha hecho nada para quitarle la concesión y nos parece un acto simbólico muy importante. Por otro lado, quedaron instaladas todas las condiciones de ruptura del tejido social. No se ha hecho nada en cuanto a reparación a la comunidad que ha sido afectada, no sólo por el asesinato de Berta, sino por otros. Son constantes las denuncias que acompañamos como Copinh, por ataques a las personas que están recuperando las tierras que fueron vendidas ilegalmente a DESA. El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) puede reclamar la concesión como suya y reiniciar el proyecto. Es un peligro latente y lamentamos que el Estado sólo quiera apantallar la justicia sentenciando a los autores materiales. Lo que ellos llaman energías limpias son un negocio muy lucrativo, por el que está participando la empresa privada y por el que en realidad hay una guerra contra muchas comunidades indígenas, campesinas.
– En este contexto toma mucho peso la Ley de Consulta Previa que mencionabas.
– Esta ley pretende reglamentar el Derecho a consulta previa, libre e informada establecida en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pero con el fin de quitarle la decisión a las comunidades en los territorios, porque hoy representan el mayor obstáculo a las inversiones nacionales y transnacionales. Para nosotros, es como escupir a la memoria de Berta Cáceres y es legalizar el saqueo, el despojo, e instalar esa violencia de Río Blanco multiplicada por mucho. Estamos creando alianzas entre pueblos para enfrentarnos a la situación, pero conocemos la correlación de fuerzas desfavorables que hay en el Congreso Nacional y en toda la institucionalidad de este gobierno.
– ¿Cómo te sentís ocupando el cargo de Coordinadora General que tenía tu madre?
– Es un desafío asumir una organización que ha sufrido tal vez el golpe más importante. Berta no sólo era la coordinadora, sino que era una estratega, una persona que representaba mucho para las comunidades lencas. Su asesinato fue un ataque contra el Copinh, y ni empezó ni terminó ahí. Hemos enfrentado mucha criminalización por seguir defendiendo los territorios. Afortunadamente, ha habido un pacto colectivo de echar a andar la organización, de las comunidades reafirmando su lucha. Por supuesto es duro. Ahora somos un grupo de gente bastante activa y siempre nos preguntamos cómo hacía ella. Porque hacía todo lo que nosotros hacemos diez, doce personas. Yo la admiro cada vez más, no sólo la cantidad de trabajo que hacía, sino también su inteligencia, su camino de coherencia, su astucia. Ella siempre decía que los pueblos sin astucia no pueden librar sus luchas. Es aprender de las luchas colectivas, de la memoria de los pueblos, de su espiritualidad. Es el desafío más grande que yo he asumido en mi vida. Creo que sin el compromiso colectivo, sin el apoyo no sólo en el trabajo, sino que humano, afectivo, que sobre todo me han dado muchas mujeres y mis compañeras y compañeros de mi pueblo, sería básicamente imposible.
– ¿Cómo miran al futuro cuando el presente es de una correlación de fuerzas tan desigual?
– La situación en Honduras es horrible. Desde el Golpe de Estado pasan cosas que nosotras nunca imaginábamos que fueran a suceder. Nuevas leyes que legalizan la persecución, la militarización, la corrupción, la impunidad. Pero a mi que me ha tocado acompañar a distintas comunidades, viajar a distintos lugares del territorio, yo miro mucha esperanza, mucha decisión de la gente. Siento que ese sueño de Berta Cáceres no se ha desvanecido por completo. Entonces mientras haya gente dispuesta a luchar, tenemos que seguir. Sabemos lo que hay que hacer, los próximos pasos. Articularnos, sobre todo. Dialogar. Saber que es una lucha antisistémica, integral. El reto está en construir y en tratar de reconstruirnos, porque también hay vicios organizativos, hay riñas entre los procesos. Si no aprendemos, vamos a seguir en un círculo vicioso. Creo que hay que ampliar la lucha, hacer mucha labor educativa, social, en todos los aspectos. Y desde ahí, vamos a lograr ese sueño refundacional para transformar este país.

Domingo 8 de marzo, 2 Cuaresma – A (Mateo 17,1-9)

J.A. PAGOLA

LOS MIEDOS
EN LA IGLESIA

Probablemente es el miedo lo que más paraliza a los cristianos en el seguimiento fiel a Jesucristo. En la Iglesia actual hay pecado y debilidad, pero hay sobre todo miedo a correr riesgos. Hemos comenzado el tercer milenio sin audacia para renovar creativamente la vivencia de la fe cristiana. No es difícil señalar alguno de estos miedos.
Tenemos miedo a lo nuevo, como si «conservar el pasado» garantizara automáticamente la fidelidad al Evangelio. Es cierto que el Concilio Vaticano II afirmó de manera rotunda que en la Iglesia ha de haber «una constante reforma», pues «como institución humana la necesita permanentemente». Sin embargo, no es menos cierto que lo que mueve en estos momentos a la Iglesia no es tanto un espíritu de renovación cuanto un instinto de conservación.
Tenemos miedo para asumir las tensiones y conflictos que lleva consigo buscar la fidelidad al evangelio. Nos callamos cuando tendríamos que hablar; nos inhibimos cuando deberíamos intervenir. Se prohíbe el debate de cuestiones importantes, para evitar planteamientos que pueden inquietar; preferimos la adhesión rutinaria que no trae problemas ni disgusta a la jerarquía.
Tenemos miedo a la investigación teológica creativa. Miedo a revisar ritos y lenguajes litúrgicos que no favorecen hoy la celebración viva de la fe. Miedo a hablar de los «derechos humanos» dentro de la Iglesia. Miedo a reconocer prácticamente a la mujer un lugar más acorde con el espíritu de Jesús.
Tenemos miedo a anteponer la misericordia por encima de todo, olvidando que la Iglesia no ha recibido el «ministerio del juicio y la condena», sino el «ministerio de la reconciliación». Hay miedo a acoger a los pecadores como lo hacía Jesús. Difícilmente se dirá hoy de la Iglesia que es «amiga de pecadores», como se decía de su Maestro.

Según el relato evangélico, los discípulos caen por tierra «llenos de miedo» al oír una voz que les dice: «Este es mi Hijo amado… escuchadlo». Da miedo escuchar solo a Jesús. Es el mismo Jesús quien se acerca, los toca y les dice: «Levantaos, no tengáis miedo». Solo el contacto vivo con Cristo nos podría liberar de tanto miedo.

El clericalismo integrista amenaza la fe

 JOSÉ MARÍA CASTILLO
Castillo1
Fuente: Teología sin censura
Uno de los peligros más graves y amenazantes, que tiene ahora mismo la fe en Jesús y su Evangelio, es el integrismo clerical. Porque se empeña en convencernos de que hay determinadas cuestiones que son “problemas de fe”, que tienen enorme importancia, cuando en realidad no son “dogmas de fe”. Ni tienen por qué “dañar nuestra fe”. Y es que el clericalismo integrista se aferra a costumbres y prácticas de la Antigüedad, que los hombres del clero nos las presentan como verdades de fe, cuando en realidad no lo son. Y lo que es peor, no solamente se trata de cosas que no pertenecen a la fe, sino que además hacen daño a los que quieren creer en Dios y ser buenos cristianos.  

Concretando este asunto: en vez de hablar de “problemas”, en plural, tendríamos que hablar del “problema”, que tiene que afrontar y resolver la Iglesia lo antes posible. Me refiero al enorme problema que representa el desinterés por el “hecho religioso”, que va en aumento sobre todo en los países más industrializados. Cada día las iglesias están más vacías. Lo que se hace y lo que se dice en las iglesias, interesa cada día menos a la mayoría de la gente. Cada día también disminuye el número de sacerdotes. Además, según las leyes eclesiásticas, únicamente pueden ser ordenados de sacerdotes los hombres (no las mujeres) y además tienen que ser hombres solteros.
Así las cosas, ¿estanos realmente seguros de que Jesús el Señor, cuando inició el origen de la Iglesia, quiso y estableció que en esta Iglesia no se pudiera celebrar la eucaristía nada más que cuando podía presidir la celebración un hombre y nunca una mujer? Además, ¿estamos también seguros de que el celebrante tenía que ser soltero?
De nada de esto tenemos constancia. De los apóstoles de Jesús, sabemos que estaban casados y además que afirmaban el derecho a viajar con sus esposas (1 Cor 9, 4-5; cf. 1 Cor 7, 3. 4. 5. 10-11. 12-14. 16) (cf. R. Aguirre, Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana, Verbo Divino, 2009, 227-231). También es bien sabido que, en las cartas pastorales, no sólo se permite, sino que se exige que quien pretenda ser dirigente de la Iglesia, por eso mismo debe estar casado y ha de educar bien a sus hijos porque “quien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo va a llevar bien el cuidado de la casa de Dios?” (1 Tim 3, 2-5. 12; Tit 1, 6).
En cuanto a las mujeres, el mismo profesor Rafael Aguirre ha demostrado que “en el movimiento cristiano misionero encontramos muchas mujeres y muy activas. Aparecen, a veces, colaborando en pie de igualdad con Pablo, enseñando como misioneras itinerantes, se las designa apóstol, diácono, protectora o dirigente”. Algo que, por lo demás, era normal en la sociedad y en la cultura de la Roma antigua. El profesor Robert C. Knapp resume sus investigaciones diciendo: “He aportado numerosas pruebas del papel activo de las mujeres corrientes en sus propias vidas, en las vidas de sus familiares y en la vida fuera del ámbito familiar, incluyendo contratos comerciales, propiedad y gestión de tierras y actividades sociales y religiosas públicas” (Los olvidados de Roma, Madrid, Ariel, 2015, 113).
Por otra parte, en la religión de Israel, jamás se rechazó el matrimonio de los sacerdotes. Y en lo que se refiere al sacerdocio de las mujeres, en la religión más antigua que se conoce, la religión de Mesopotamia (s. IV a. C), los ministros del culto eran lo mismo los hombres que las mujeres (Jean Bottéro, La religión más antigua: Mesopotamia, Madrid, Trotta, 147-152).
El puritanismo, con todas sus implicaciones, se introdujo en la Iglesia a partir del s. IV. ¿En qué se justificó este puritanismo? No ciertamente en el Evangelio, que nunca trató el tema de la sexualidad. Se sabe que el puritanismo, que marcó el pensamiento medieval, tuvo sus orígenes en los siglos IV y V (a. C.) en Pitágoras y Empédocles, que tomaron estas ideas de los chamanes del Norte de Europa (cf. E. R. Dodds, Los griegos y lo irracional, Madrid, Alianza, 2001, 133-169). En los siglos I al VII, estas ideas fueron asimiladas lentamente por los cristianos (R. Gryson, Les origines du célibat ecclédiastique du premieres au septième siècle, Gemblous, Ed. Duclout, 1970). O sea, el celibato no tiene su origen en la Biblia y menos aún en el Evangelio. Como tampoco en el Evangelio se puede fundamentar la marginación de la mujer, ya sea en la sociedad o en la Iglesia.
Entonces, ¿puede la autoridad eclesiástica suprimir la ley del celibato eclesiástico y permitir que las mujeres presidan la eucaristía? Para responder debidamente a esta pregunta, es enteramente necesario responder antes a otra cuestión, que es previa: ¿tiene que ser más determinante, en el gobierno de la Iglesia, el pensamiento de los griegos que la enseñanza del Evangelio? ¿Por qué no tenemos la libertad y la audacia de dar a este asunto la debida respuesta?
Es posible que haya cristianos y, más en concreto, clérigos incluso que tienen el convencimiento de que la doctrina sobre los sacramentos quedó cerrada y definitivamente afirmada en el concilio de Trento (Ses. VII. Denz.-Hün. nn. 1600-1613). Sin embargo, hay que saber que eso no es así. Porque, al tratar el tema de los sacramentos, los obispos y teólogos del concilio de Trento discutieron si lo que debatían eran “errores” o “herejías”. Y las opiniones de los “padres conciliares” se dividieron de tal forma, que no pudieron llegar a un acuerdo, como consta ampliamente en el vol. V de las Actas del Concilio. Por lo tanto, no es doctrina de fe que los sacramentos de la Iglesia sean los que son y tengan que celebrarse como se celebran.

Esto supuesto, si los sacramentos son para bien de los fieles cristianos, es un deber de la autoridad de la Iglesia legislar y celebrar los sacramentos de manera que todos los creyentes en Cristo – estén donde estén y vivan donde vivan – puedan celebrarlos y participar en ellos, sobre todo en la eucaristía, aunque para eso sea necesario que la celebración sea presidida por un sacerdote casado o por una mujer ordenada para ejercer el ministerio sacerdotal. Esto es tan importante y tan urgente que quienes ejercen la autoridad en la Iglesia tienen la responsabilidad de hacer posible, que no haya ni una parroquia, ni una comunidad cristiana, que no pueda celebrar la eucaristía, por lo menos, una vez cada semana. 

Domingo 8 de Marzo, 2º de Cuaresma


2 de CuaresmaAJuan de Dios (1550)
Según la Biblia, Abraham y Sara pertenecían a un clan de pastores seminómadas, de los muchos que buscaban pastos para sus rebaños lejos de las ciudades-estado que, por los años 1800 a.C. se estaban organizando en Mesopotamia y a lo largo de las costas del Mediterráneo. Abraham tal vez fue uno de los muchos grupos que emigraban, lo mismo que hoy, «buscándose la vida» ··· Ver noticia ···

HACIA LA TRANSFIGURACIÓN DE LA HUMANIDAD


col rosario ramos

Mt 17, 1-9
8 de marzo de 2020
El evangelio de este segundo domingo de Cuaresma nos presenta un acontecimiento muy profundo y trascendente de la vida de Jesús en presencia de sus discípulos.  El contexto de este pasaje es el último viaje de Jesús a Jerusalén antes de morir. El Maestro lleva consigo a tres discípulos con los que ya había tenido dificultades por su falta de entendimiento de su misión. Pedro se había enfrentado a Jesús y Santiago y Juan se disputaban los primeros puestos en el Reino. Jesús quiere mostrarles que hay un componente divino en este seguimiento y que lo humano egoíco va a quedar absorbido por esa transcendencia que sostiene esta experiencia.
Dice el texto que se transfiguró delante de ellos. Transfigurarse, en griego, es metamorfosis, es el cambio de una forma a otra. En el lenguaje bíblico del Nuevo Testamento es el cambio que se operó en Jesús mientras estaba en el monte orando. El transformarse en otra figura es un tema que se encuentra en las antiguas religiones. Así en la mitología griega se decía que los dioses se cambiaban en forma de hombres, y en las religiones mistéricas los hombres se cambiaban en dioses. Sin embargo, el hecho aquí narrado, es totalmente distinto, no sólo por los datos de la narración sino también por el significado que después podremos ver.
El asunto es que los discípulos están ante un misterio incomprensible y no terminan de atravesar el umbral que accede a la nueva visión de Dios y de ser humano. En el Monte recuerdan a dos figuras de la tradición judía: Elías y Moisés como sus referentes. Elías les revela que la Divinidad es una presencia única como fuego que no se consume y que se comunica como susurro interior en lo profundo de lo humano, algo inagotable. Moisés, en otro orden, revela que la Divinidad actúa en la historia como acción liberadora de toda opresión.
Ahora bien, Jesús pretende superar estos referentes y revela que no es un profeta elegido para enseñar cómo es Dios, sino que Él mismo revela la dimensión divina a la que toda la humanidad está llamada a visibilizar. Dios es una nueva Luz que envuelve la realidad humana en la figura de Jesús, es luz y es palabra dirigida ahora a los discípulos para comunicarles que es el Hijo Amado. Ya vimos en el Bautismo que esa voz iba dirigida sólo a Jesús, pero la revelación sigue avanzando y esa Voz ahora les habla a los discípulos. Es Jesús, en toda su unidad con lo humano y divino, la nueva Palabra y Luz que actuará en la historia, pero hay que “ESCUCHARLE”. Esta es la diferencia con la mitología y otras religiones: Dios se hace humano sin retorno, sin distancia, sin magia, sin rivalidad y lo humano es capacitado para entrever a Dios.
Pedro quiere quedarse allí, quiere seguir enganchado a dos situaciones: por un lado, a todo lo que representa la tradición y, por otro, quiere convivir con la novedad de Jesús. La fe a medias, la fe de lo de siempre y haciendo un apaño con lo nuevo (hay que echar el vino nuevo en odres nuevos) la fe que evade de la realidad y no se deja transfigurar. Pero la voz de Dios interviene para dar plena autoridad al Hijo. Desaparecen Elías y Moisés de la escena porque ha concluido el tiempo de la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento, Jesús es el faro revelador de un Dios encarnado en la humanidad.
La reacción de los discípulos es de miedo. Cuando somos conscientes de esta Trascendencia que nos habita, se desmoronan los esquemas en los que se ha fundado una fe creída y poco o nada vivida. Levantaos y no tengáis miedo, les dice y nos dice Jesús. El miedo no se afronta desde el suelo sino haciendo pie en ese Ser que somos y que vive en permanente transfiguración: pero hay que bajar a la realidad y afrontar la vida desde esa luz para permitir que vaya transfigurando nuestra esencia.
Complejo mensaje el de hoy que coincide con el 8 de marzo, un día todavía doloroso para las mujeres que clamamos no sólo la igualdad de derechos sino algo más esencial: el reconocimiento de nuestra dignidad. Desgraciadamente todavía necesitamos la transfiguración de la sociedad, de las mentes e ideologías masculinizadas, de una Iglesia patriarcal en todos sus ámbitos; necesitamos transfigurar nuestra cultura para que las mujeres y lo femenino no sea ese “otro” que complementa a nada ni a nadie; que sea un ser independiente, libre y en relación simétrica con la realidad masculina.  Mi solidaridad con todas las mujeres víctimas de la violencia machista, mujeres que sufren el sometimiento a quienes deciden por ellas, tantas veces sutil y justificado por ambas partes; y mi comunión con todas las mujeres y varones que creemos en esta “transfiguración” tan necesaria del género humano desde un compromiso real.
¡¡¡FELIZ DOMINGO!!!

LO DIVINO EN JESÚS NO PUEDE VERSE NI OÍRSE


col fraymarcos
Mt 17,1-9
El domingo pasado, tirarse del alero del templo para ser recogido por los ángeles y manifestar ante la muchedumbre quién era, se nos presentó como una tentación. Pero hoy, una espectacular puesta en escena de luz y sonido, se nos presenta como la cosa más divina del mundo. Desde la razón, es una contradicción, pero en el orden trascendente, una formulación puede ser verdad y la contraria también.
Aunque no sabemos cómo se fraguó este relato, debe ser muy antiguo, porque Mc, ya lo narra completamente elaborado. Una vez que, descubrieron en la experiencia Pascual, lo que Jesús era, trataron de comunicar esa vivencia que les había dado Vida. Para hacerlo creíble, lo colocaron en la vida terrena de Jesús, justo antes del anuncio de la pasión. Así disimulaban la ceguera que les había impedido descubrir quién era.
No podemos pensar en una puesta en escena por parte de Jesús; no es su estilo ni encaja con la manera de presentarse ante sus discípulos. Por lo tanto, debemos entender que no es la crónica de un suceso. Se trata de una teofanía, construida con los elementos y la estructura de las muchas relatadas en el AT. Probablemente es un relato pascual, retrotraído a la época de su vida pública, tiempo después de haberse elaborado.
El relato está tejido con los elementos simbólicos, aportados por las numerosas teofanías que se narran en el AT. Nada en él es original; ni siquiera la voz de Dios es capaz de aportar algo nuevo, pues repite exactamente lo que dijo en el bautismo. Se trata de expresar la presencia divina en Jesús, con un lenguaje que todos podían reconocer. Lo importante es lo que quiere comunicar, no los elementos que utiliza para la comunicación.
No es verosímil que esta visión se diera durante la vida de Jesús. Si los apóstoles hubieran tenido esta experiencia de lo que era Jesús, no le hubieran negado poco después. Tampoco fue un intento de preparar a los apóstoles para el escándalo de la cruz. Si fue ese el objetivo, el fracaso fue absoluto: “Todos le abandonaron y huyeron”.
En la experiencia pascual descubrieron los discípulos lo que era Jesús. Todo lo que descubrieron después de su muerte, estaba ya presente en él cuando andaban por los caminos de Palestina. Los exégetas apuntan a que estamos ante un relato pascual. Si se retrotrae a la vida terrena es con el fin de hacer ver que Jesús fue siempre un ser divino.
No podemos seguir pensando en un Jesús que lleva escondido el comodín de la divinidad, para sacarlo en los momentos de dificultad. En la oración del huerto quedó muy claro. Lo que hay de Dios en él está en su humanidad. Lo divino nunca podrá ser percibido por los sentidos. Es hora de que tomemos en serio la encarnación y dejemos de ridiculizar a Dios.
La única gloria de Dios es su ser. Nada que venga del exterior puede afectarle ni para bien ni para mal. El aplicar a Dios nuestras perspectivas de grandeza, es sencillamente ridiculizarle. La única gloria del hombre es manifestar que en él está ya ese mismo amor. Manifestar amor hasta la muerte, por amor, es la mayor gloria de Jesús y del hombre.
Jesús vivió constantemente transfigurado, pero no se manifestaba externamente con espectaculares síntomas. Su humanidad y su divinidad se expresaba cada vez que se acercaba a un hombre para ayudarle a ser él. La única luz que transforma a Jesús es la del amor y solo cuando manifiesta ese amor ilumina. En lo humano se trasparenta Dios.
Los relatos de teofanía que encontramos en el AT, son intentos de trasmitir experiencias personales de seres humanos. Esa vivencia es siempre interior e indecible. La presencia de Dios es el punto de partida. Esa presencia es nuestro verdadero ser. La gloria no es una meta a la que hay que llegar sino el punto de partida para llegar al don total.
Tomó consigo a tres: La experiencia interior es siempre personal, no colectiva, por eso los presenta con sus nombres propios. Moisés también subió al Sinaí acompañado por Aarón. El monte: Es el ámbito de lo divino. Si Dios está en el cielo, la montaña será el mejor lugar para que se manifieste. El monte alto es el lugar donde siempre está Dios.
Rostro resplandeciente: la gloria de Dios se comunica a aquellos que están cerca de Él. A Moisés, al bajar del monte, después de haber hablado con Dios, tuvieron que taparle el rostro porque su luminosidad hería los ojos. La luz: ha sido siempre símbolo de la presencia de la Gloria de Dios. La nube: Símbolo de la presencia protectora de Dios. A los israelitas les acompañaba por el desierto una nube que les protegía del calor del sol.
Moisés y Elías: Jesús conectado con el AT. La Ley y los Profetas en diálogo con Jesús. El evangelio es continuación del AT pero superándolo. La voz: la palabra ha sido siempre la expresión de la voluntad de Dios. ¡Escuchadlo! Es la clave del relato. Solo a él, ni siquiera a Moisés y a Elías. El miedo, aparece en todas las teofanías. Ante la presencia de lo divino, el hombre se siente empequeñecido. Miedo incluso de morir por ver a Dios.
El relato propone a Jesús como la presencia de Dios entre los hombres, pero de manera muy distinta a como se había hecho presente en el AT. Por eso hay que escucharlo. Su humanidad llevada a plenitud es Palabra definitiva. Escuchar al Hijo no es aceptar un doctrina que él trasmite por su palabra sino transformarse en él y vivir como él vivió, ser capaces de manifestar el amor a través del don total de sí.
Ni la plenitud de Jesús ni la de ningún ser humano están en un futuro propiciado por la acción externa de Dios. La plenitud del hombre está en la entrega total. No está la resurrección después de la muerte ni la dicha después del sufrimiento. La Vida y la gloria están allí donde hay amor. La vida de Jesús se presenta como un éxodo, pero el punto de llegada será el Padre, que era el punto de partida al empezar el camino.
A los cristianos nos queda aún un paso por dar. No se trata de aceptar el sufrimiento y la prueba como un medio para llegar a “la gloria”. Se trata de ver en la entrega, aunque sea con sufrimiento, la meta de todo ser humano. El amor es lo único que demuestra que somos hijos de Dios. Darse a los demás por una recompensa no tiene nada de cristiano.
Jesús nos descubre un Dios que se da totalmente sin pedirnos nada a cambio. No es la esperanza en un premio, sino la confianza de una presencia, lo que me debe animar. La transfiguración nos está diciendo lo que era realmente Jesús y lo que somos realmente cada uno de nosotros. ¡Sal de tu tierra! Abandona tu materialidad y adéntrate por los caminos del Espíritu. Vives exiliado en tierra extraña, que no es el lugar que te pertenece.

Meditación
Jesús era todo luz porque Dios lo inundaba.
Ese es el punto de partida para él y para nosotros.
No debemos esperar ninguna transfiguración
sino descubrir nuestro ser no desfigurado.
No tengo que caminar hacia una meta fantástica que me prometen,
sino descubrir ya en mí el más sublime don, Dios mismo.

POR LA RENUNCIA AL TRIUNFO


col sicre

Domingo 2º de Cuaresma
Dentro de poco más de un mes, cuando comience la Semana Santa, nuestras calles verán pasar diversas imágenes de Jesucristo crucificado. La gente las mirará con mayor o menor respeto. Pero nadie dirá: “Era un terrorista y un blasfemo. Hicieron muy bien en matarlo”.  Si nuestra imagen de Jesús es positiva a pesar de su destino tan trágico se debe, en gran parte, al evangelio de hoy.
El tema común a las tres lecturas de este domingo es “por la renuncia al triunfo”. En la primera, Abrahán debe renunciar a su patria y a su familia, experiencia muy dura que sólo conocen bien los que han tenido que emigrar. Pero obtendrá una nueva tierra y una familia numerosa como las estrellas del cielo. Incluso todas las familias del mundo se sentirán unidas a él y utilizarán su nombre para bendecirse.
En la segunda lectura, Timoteo deberá renunciar a una vida cómoda y tomar parte en el duro trabajo de proclamar el evangelio. Pero obtendrá la vida inmortal que nos consiguió Jesús a través de su muerte.
En el evangelio, si recordamos el episodio inmediatamente anterior (el primer anuncio de la pasión y resurrección) también queda claro el tema: Jesús, que renuncia a asegurarse la vida, obtiene la victoria simbolizada en la transfiguración. Así lo anuncia a los discípulos: «Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar a este Hombre como rey».
Esta manifestación gloriosa de Jesús tendrá lugar seis días más tarde. El relato podemos dividirlo en tres partes: la subida a la montaña (v.1), la visión (vv.2-8), el descenso de la montaña (9-13). Desde un punto de vista litera­rio es una teofanía, una manifestación de Dios, y los evangelistas utilizan los mismos elementos que empleaban los autores del Antiguo Testamento para describirlas. Por eso, antes de analizar cada una de las partes, conviene recordar algunos datos de la famosa teofanía del Sinaí, cuando Dios se revela a Moisés.
La teofanía del Sinaí
Dios no se manifiesta en un espacio cualquiera, sino en un sitio especial, la montaña, a la que no tiene acceso todo el pueblo, sino sólo Moisés, al que a veces acompaña su hermano Aarón (Ex 19,24), o Aarón, Nadab y Abihú junto con los setenta dirigentes de Israel (Ex 24,1). La presen­cia de Dios se expresa mediante la imagen de una nube espesa, desde la que habla (Ex 19,9). Es también frecuente que se mencione en este contexto el fuego, el humo y el temblor de la montaña, como símbolo de la gloria y el poder de Dios que se acerca a la tierra. Estos elementos demuestran que los evangelistas no pretenden ofrecer un informe objetivo, “histórico”, de lo ocurrido, sino crear un clima semejante al de las teofanías del Antiguo Testa­mento.
La subida a la montaña
Jesús sólo elige a tres discípu­los, Pedro, Santiago y Juan. La exclusión de los otros nueve no debemos interpretarla sólo como un privilegio; la idea principal es que va a ocurrir algo tan importante que no puede ser presen­ciado por todos. Se dice que subieron «a una montaña alta y apartada». La tradición cristiana, que no se contenta con estas indicaciones generales, la ha identificado con el monte Tabor, que tiene poco de alto (575 m) y nada de aparta­do. Lo evangelistas quieren indicar otra cosa: usan el frecuente simbolismo de la montaña como morada o lugar de revelación de Dios. Entre los antiguos cananeos, el monte Safón era la morada del panteón divino. Para los griegos se trataba del Olimpo. Para los israelitas, el monte sagrado era el Sinaí (u Horeb). También el Carmelo tuvo un prestigio especial entre ellos, igual que el monte Sión en Jerusalén. Una montaña «alta y apartada» aleja horizontalmente de los hombres y acerca verticalmente a Dios. En ese contexto va a tener lugar la mani­festación gloriosa de Jesús, sólo a tres de los discípulos.
La visión
En ella hay cuatro elementos que la hacen avanzar hasta su plenitud. El primero es la transformación del rostro y las vestiduras de Jesús. El segundo, la aparición de Moisés y Elías. El tercero, la aparición de una nube luminosa que cubre a los presentes. El cuarto, la voz que se escucha desde el cielo.
  1. La transformación de Jesús la expresaba Marcos con estas pala­bras: «sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no es capaz de blanquearlos ningún batanero del mundo» (Mc 9,3). Mateo omite esta comparación final y añade un dato nuevo: «su rostro brillaba como el sol». La luz simboliza la gloria de Jesús, que los discípulos no habían percibido hasta ahora de forma tan sorprendente.
  2. «De pronto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él». Moisés es el gran mediador entre Dios y su pueblo, el profeta con el que Dios hablaba cara a cara. Sin Moisés, humana­mente hablando, no habría existido el pueblo de Israel ni su religión. Elías es el profeta que salva a esa religión en su mayor momento de crisis, hacia el siglo IX a.C., cuando está a punto de sucumbir por el influjo de la religión cananea. Sin Elías habría caído por tierra toda la obra de Moisés. Por eso los judíos concedían especial importancia a estos dos personajes. El hecho de que se aparezcan ahora a los discípu­los (no a Jesús) es una manera de garantizarles la importancia del personaje al que están siguiendo. No es un hereje ni un loco, no está destruyendo la labor religiosa de siglos, se encuentra en la línea de los antiguos profetas, llevando su obra a plenitud.
En este contexto, las palabras de Pedro proponiendo hacer tres chozas suenan a simple despropósito. Pero son simple conse­cuencia de lo que dice antes: «qué bien se está aquí». Cuando el primer anuncio de la pasión, Pedro rechazó el sufrimiento y la muerte como forma de salvar. Ahora, en la misma línea, considera preferible quedarse en lo alto del monte con Jesús, Moisés y Elías que seguir a Jesús con la cruz.
  1. Como en el Sinaí, Dios se manifiesta en la nube y habla desde ella.
  2. Sus primeras palabras reproducen exactamente las que se escucharon en el momento del bautismo de Jesús, cuando Dios presentaba a Jesús como su siervo. Pero aquí se añade un imperativo: "¡Escuchadlo!" La orden se relaciona directamente con las anteriores palabras de Jesús, que han provocado tanto escán­dalo en Pedro, y con la dura alternativa entre vida y muerte que ha planteado a sus discípulos. Ese mensaje no puede ser eludido ni trivializado. "¡Escuchadlo!"
El descenso de la montaña
Dos hechos cuenta Mt en este momento: La orden de Jesús de que no hablen de la visión hasta que él resucite y la pregunta de los discípulos sobre la vuelta de Elías.
Lo primero coincide con la prohibición de decir que él es el Mesías (Mt 16,20). No es momento ahora de hablar del poder y la gloria, suscitando falsas ideas y esperanzas. Después de la resurrección, cuando para creer en Cristo sea preciso aceptar el escándalo de su pasión y cruz, se podrá hablar con toda libertad también de su gloria.
El segundo tema, sobre la vuelta de Elías, lo omite la liturgia.
Resumen
Este episodio no está contado en beneficio de Jesús, sino como experiencia positiva para los apóstoles y para todos nosotros. Después de haber escuchado a Jesús hablar de su pasión y muerte, de las duras condiciones que impone a sus seguidores, tenemos tres experiencias complementarias: 1) vemos a Jesús transfigurado de forma gloriosa; 2) contemplamos a Moisés y Elías; 3) escuchamos la voz del cielo.
Esto supone una enseñanza creciente: 1) al ver transformados su rostro y sus vesti­dos tenemos la expe­riencia de que su destino final no es el fracaso, sino la gloria; 2) la aparición de Moisés y Elías confirma que Jesús es el culmen de la historia religiosa de Israel y de la revela­ción de Dios; 3) la voz del cielo nos dice que seguir a Jesús no es una locura, sino lo más conforme al plan de Dios.
Tres ideas que ayudan a superar el escándalo de Jesucristo crucificado.

LA GLORIA DE SU ROSTRO


comentario editorial
Concordia, solidaridad y ayuda mutua son los medios más importantes que permiten sobrevivir a los animales (Christian Lous Lange)
8 de marzo. DOMINGO II DE CUARESMA
Mt.17, 1-9
Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol, sus vestidos se volvieron blancos como la luz
Su transfiguración nos ofrece un mensaje de esperanza porque nos invita a encontrar a Jesús para estar al servicio de los demás, palabras que podría haber añadido Mateo al capítulo 17 de su Evangelio.
Al escucharlas me puse los prismáticos en los ojos del alma, y empecé a ver el mundo de distinta manera: la transfiguración de la historia, se volvieron mis vestidos blancos.
Miré a Jesús con mis prismáticos, y luego se los presté a él para que me mirara; me miró atentamente unos segundos recorriendo toda mi geografía, y al devolverme los me dijo, después de darme las gracias: “¿Te has dado cuenta de que somos bastante parecidos?”.
transfig
Ahora, con los prismáticos enfocados sobre mi mismo, pude ver que mis vestidos eran un poco menos blancos que los suyos.
Y pude ver también una leyenda que decía que la transfiguración tiene el sentido de que hay que dejarse iluminar, para que la iluminación que nos llega de rostro y las vestiduras de Jesús, sirva para que iluminemos a los cuantos se nos acerquen y nos miren.
Este es un verdadero milagro: que ese ahora sol luciente delegado, nos impulse a ser nosotros mismos hasta hacernos más y más humanos, haciendo más humanos a los otros.
Y en donde no hay lugar para “El silencio de los corderos”, de la película de Jodie Foster y Anthony Hopkins, ni tampoco hay lugar para pulverizar a quienes ni piensan ni sienten de la misma manera que nosotros, pues como señala uno de sus protagonistas:
“Si la ve como una persona no como un objeto, es más difícil hacerla añicos”.
Christian Lous Lange, historiador y periodista noruego, galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1921, dijo en cierta ocasión que “Concordia, solidaridad y ayuda mutua son los medios más importantes que permiten sobrevivir a los animales”, y por supuesto que, si esta ley rige el mundo de los animales, ¡con cuanta mayor razón debiera estar vigente en el de las personas!

TRANSFIGURACIÓN
Domingo a mediodía.
Vi a Jesús transfigurado sobre un monte elevado,
y me pareció tan hermoso aquello,
que me arrebaté con él en un instante.
Era domingo a mediodía,
y el sol circunvalaba el cielo brillando como nunca.
María Magdalena,
que también estaba vestida de blanco como la luz,
observaba la escena arrobada
y me di cuenta de que sobre los labios de Jesús
se posaba un beso que había volado de unos a otros labios.
En ese momento me hubiera apetecido decirle al Maestro:
“¿Te das cuenta de que sois casi iguales?”,
pero cuando quise hacerlo,
habían emprendido el ascenso.
Una nube luminosa les hizo sombra, y nuestros ojos se apagaron.
Yo me quedé en el monte elevado
con Pedro, Juan y Santiago:
Elías y Moisés habían ascendido con ellos.
Y Pedro, impetuoso como siempre, nos dijo:
“¡¡Qué bien se está en este lugar!!”,
y comenzó a armar cuatro tiendas.
Era domingo a mediodía