FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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martes, 7 de enero de 2014

Julio Anguita hace un llamamiento a la desobediencia civil integral


El promotor de la organización ciudadana Frente Cívico ‘Somos Mayoría’ (FCSM), Julio Anguita, ha hecho este sábado un llamamiento a la “desobediencia civil integral” ante la “situación de excepción” actual, en la que impera “el caos político, económico y ético”, llegando a afirmar Anguita que “no pasa nada si la deuda no se paga”.
Es más, según ha argumentado en rueda de prensa, acompañado por el también miembro del FCSM y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, Jorge Verstrynge, hay que llegar a “un plante generalizado” del Sur de Europa, de los ciudadanos de España, Portugal, Grecia e Italia a la “banca alemana”, que es en realidad la que, según Anguita, está detrás del poder que controla ahora a los gobiernos de dichos países, en los que los ciudadanos “están pagando las alegrías de la banca”.
Hay una parte de la deuda que se está pagando a la banca que, a juicio del promotor del FCSM, “es ilegítima”, pues “procede de los robos” que supuestamente han practicado las entidades financieras a los ciudadanos y “esa deuda no se paga”, según ha insistido Anguita, para quien está claro, en el caso de lograrse que el pueblo español se una en ese objetivo, que luego vendría el “efecto contagio” y se sumarían los ciudadanos de los mencionados países del Sur de Europa, lo que “sería el principio del fin del poder” ahora establecido.
Precisamente, ese es el objetivo que persigue el FCSM, “crear un contrapoder”, para hacer frente al “problema” que representa el “poder económico que está detrás del Gobierno” y que no es otro que “la banca alemana, y no Merkel”, según ha precisado.

El FCSM, cuya Asamblea Estatal Constituyente tendrá lugar en Madrid los días 6 y 7 de julio, según se ha determinado este sábado en Córdoba por los representantes de este movimiento en los diversos territorios del país, quiere servir de catalizador para la formación de ese “contrapoder”, que estaría formado por el pueblo español, es decir, por la “soberanía nacional”, según ha argumentado Anguita, quien define dicho contrapoder como “una alternativa ética y legal de Estado”.
“Desobedicencia civil”

Para lograrlo hay que llegar, según ha reiterado Anguita, a la “desobediencia civil integral en el momento en que sea posible”, pero siempre desde un “rechazo total a la violencia física”, dejando claro que los ‘escraches’ no suponen un ejercicio de violencia, sino una forma que protesta civil que no puede ser criminalizada, y menos “en un país en el que se permite al cobrador del frac”.

Apareció entre nosotros un ser humano cabal Jon Sobrino, teólogo



Redacción de Atrio
Una homilía-felicitación de Navidad de Jon Sobrino para esta fiesta de Reyes
Navidad, como el deporte de elite, como la moda y el turismo, hace tiempo que ha caído en manos de la industria y el comercio. Y en mi opinión, algunas devociones y liturgias ayudan a liberarla. Hay exceso de piedad, y música, y déficit de verdad y justicia. Pero existe también el deseo de un mundo de seres humanos cabales, como el Jesús que nació hace veinte siglos.

Los primeros cristianos no sabían prácticamente nada sobre cómo fue el nacimiento de Jesús, pero sí se preguntaron cómo comenzó la fe y la vida cristiana. En situaciones muy variadas una cosa les quedó clara. “Todo comenzó con Jesús de Nazaret”. Con él vino al mundo la bondad y la verdad, la justicia y la salvación. Otra cosa es dónde y cuándo apareció Jesús. Llegaron a saber que ese hecho fundamental ocurrió en el Jordán. Un profeta austero y de duras palabras, llamado Juan sumergía en el río a los que se reconocían pecadores. Allá fue Jesús cuando tenía alrededor de 30 años. ¿Y antes del Jordán, de dónde venía Jesús?, seguían preguntándose.
1. El primero en contestar fue Pablo. En su carta a los cristianos de Galacia, sobre el origen de Jesús dice tajantemente: “Nacido de mujer” (Gal 4, 4). No dice más, pero dice mucho. Jesús no fue un ángel, ni un ser extraño. Fue como nosotros y su final, como el nuestro, fue la muerte. Solo que Pablo añade “y murió muerte de cruz” (Fil 2,8).
2. El último fue el cuarto evangelista, discípulo de aquel Juan, hijo del Zebedeo y hermano de Santiago, que escribió en la última década del siglo I. En este evangelio todo comienza en la eternidad de Dios. Misteriosamente, en el Dios eterno ya estaba la palabra. Y esa palabra se hizo carne de hombre. Con nosotros caminó y entre nosotros puso su tienda de nómada, como los beduinos. Ese es Jesús de Nazaret, el hombre cabal, ecce homo. Y ningún otro es el Mesías. De entre los hombres unos lo aceptaron, y llegaron a ser humanos. Otros lo rechazaron y se deshumanizaron.
3. Entre la afirmación tajante de Pablo y la reflexión sublime de Juan, Mateo y Lucas hacia el año 80 pensaron lo que había ocurrido en el inicio y le dieron forma literaria y teológica. No narran una historia tal cual, ciertamente, pero profundizan su significado para todos los tiempos.
El evangelista Mateo recogió algunas cosas que se decían en las comunidades sobre el nacimiento de Jesús. Habla de sus padres, José, hombre de bien, obrero, que deseaba justicia para su pueblo. Y habla de María, joven virgen desposada con José. Mateo puntualiza que Jesús nació en tiempo del rey Herodes, recordatorio importante, pues de esa forma, junto a la alegría de todo nacimiento de un tierno, aparece la crueldad de la que somos capaces los seres humanos. El rey mandó asesinar a los niños, tradición muy poco tomada en serio, porque enturbiaría las fiestas navideñas. Pero nos ayudaría a mirar a los cientos de miles de niños que mueren hoy de desnutrición, asesinados, pues hoy el hambre se puede evitar. Hace 30 años, el 11 de diciembre de 1981, el coronel Monterrosa mandó matar a 900 campesinos en El Mozote, de los cuales más de un centenar no pasaban de 12 años.
Mateo es también el que imagina la bellísima historia de los magos que llegan de muy lejos y ofrecen lo mejor que tienen. Así quiere decir que Jesús es para todos, no sólo para judíos, ni solo para europeos, ni solo para cristianos. Hombres y mujeres honrados, siempre podrán reconocer en Jesús a un hombre bueno en quien se puede confiar y a un hombre firme con quien se puede caminar. Y a ese Jesús también nosotros le podemos ofrecer lo mejor.
En el capítulo 25, Mateo cuenta dónde y cómo encontramos hoy a Jesús. “Cuando dan de comer al hambriento y visten al desnudo, cuando acogen al emigrante y visitan a los encarcelados, yo estaba presente en ellos”. “¡A mi me dieron de comer, a mi me vistieron, a mí me acogieron, a mí me visitaron!”.
4. Lucas fue médico de profesión, también hacia el año 80. Y es quien pensó y escribió relatos sobre el nacimiento de Jesús con mayores detalles y de gran belleza. El relato es un clásico de la literatura universal que leemos estos días de navidad. El padre de Jesús, José, está angustiado por la difícil situación en que se encuentra su esposa: “no había para ellos lugar en la posada”. Su madre, María de Nazaret, es la buena vecina que fue a ayudar a Isabel. Gran creyente en Dios le dice: “Que sea lo que tú quieres”. Y cree, no en cualquier Dios, sino en el Dios de su pueblo, el que “ensalza a los pobres y derriba del trono a los poderosos”.
Los amigos de la familia son pastores, trabajadores no bien vistos, campesinos sin tierra. A ellos les llega la voz de lo alto y ellos son los que le prestan atención: “En las alturas gloria a Dios y en la tierra paz a la gente buena”. En El Salvador es imposible olvidar lo que dijo Monseñor: “La gloria de Dios es el pobre que vive”. Y también en Lucas, el Jesús ya mayor diferencia a unos de otros. “Dichos ustedes, los pobres, los que tienen hambre, lloran, son perseguidos… Comerán, reirán, vivirán”. “¡Ay de ustedes, los ricos y satisfechos, los que son honrados por el mundo… Pasarán hambre, llorarán, Dios los apartará de sí”.
5. Dejamos para el final al primer evangelista, Marcos, discípulo y compañero de Pedro. Escribe a la comunidad Roma, donde los cristianos eran perseguidos por el poder imperial. En Roma el cristianismo comenzó a ser visto como movimiento sospechoso, y fue perseguido y duramente castigado, cabal como en El Salvador en los años setenta y ochenta, en tiempo de Rutilio y Romero, de Ticha y Polín.
Marcos no narra el nacimiento ni esclarece el origen de Jesús, sino que este aparece en el Jordán con el Bautista. A diferencia de lo que ocurre hoy, para Marcos lo más importante no es que Jesús sea “mesías”, y en el evangelio Jesús varias veces prohíbe que lo llamen así para que no lo confundan con alguien que tiene poder. Tampoco es lo más importante su ser “hijo de Dios”, y de hecho en el evangelio solo un pagano, el centurión romano, le llama “hijo de Dios”. Y lo hace al pie de la cruz, lugar absolutamente contrario a los solemnes lugares de las divinidades. ¿Quién es entonces Jesús? Jesús es eu-aggelion. Por lo que hace, por lo que dice y por lo que es, Jesús es una buena noticia. Lo es para todos, y especialmente para los pequeños, enfermos y desvalidos, mujeres y niños.
A lo largo de la historia la tradición sobre el nacimiento de Jesús fue cambiando. La reflexión teológica avanzó, pero en la liturgia y en el imaginario popular fue perdiendo importancia que aquel niño llegó a ser Jesús de Nazaret.
Del siglo IV en adelante las basílicas –sedes de reyes y reinas-, solemnes, bellas en arquitectura, muchas veces lujosas en el arte, enterraron el pesebre, la cuna, la pobreza de José, María y Jesús. Y en el siglo XVII al pesebre se le añadió un abeto de los bosques alemanes. Nicolás, un santo varón del siglo IV, generoso y bonachón, se convirtió en conductor de trineos entre la nieve, repartiendo regalos a los pequeños que se han portado bien.
Lo peor es cuando en navidad no se tiene muy en cuenta a Jesús de Nazaret. ¿Cómo recuperarlo? Monseñor Romero recordó en una homilía que habría que buscar a Jesús en la noche de navidad entre los niños lustradores y huelepegas, que no han podido reunir un poco de dinero para hacer un regalo a sus mamás, que recibirán una tremenda reprimenda. Y terminaba diciendo “qué triste es la navidad de nuestros niños”.
Casaldáliga sigue recordando la navidad de los pobres. En la portada de esta Carta a las Iglesias publicamos su poema de la navidad de este año: “Ni en Belén, ni en Montpelusa hay lugar para ellos”. Los pobres siguen sin tener posada.
Sin embargo, para Monseñor y para don Pedro, navidad es fuente de esperanza y buena noticia si en el niño vemos los primeros pasos de ese hombre cabal que fue Jesús de Nazaret. Todos los días del año, y especialmente estos días en que hablamos del Niño Dios, son muy verdaderas las palabras que escribió Leonardo Boff hace 40 años: “Así de humano sólo puede ser Dios”.
Estos días recordamos también a Nelson Mandela, nació y dio sus primeros pasos hace casi un siglo. También lo hemos sacado en la portada, y se nos ha ocurrido poner, entre otras muchas posibles, estas tres palabras: Verdad, Reconciliación, Amor.
Dios nace cuando pasa por nuestro mundo. En navidad lo recordamos litúrgicamente. Ojalá le ayudemos a que su paso sea real todos los días de nuestra vida. Y que con humildad podamos ofrecerlo a los pobres

Acto y manifestación de las Marchas de la Dignidad con Julio Anguita, Cañamero, Pablo Iglesias y Rafa Mayoral

Enviado a la página web de Redes Cristianas

ACTO DEL DÍA 10 DE ENERO Y MANIFESTACIÓN PREVIA
Como ya sabéis muchos, los Campamentos Dignidad llevamos encerrados en Mérida en la Concatedral de Santa María desde el 23 de Diciembre. Por esto mismo, el día 10 de Enero hemos planteado una manifestación de apoyo a este encierro por la exigencia del cobro de la Renta Básica, agua luz y gas derecho universal y la creación de 25.000 empleos a la que sumaremos las reivindicaciones de la Marchas de la Dignidad convirtiéndola en una de las primera movilizaciones del año en torno a las Marchas de la Dignidad.

El trayecto será corto y se iniciará desde la Concatedral de Santa María (en la Plaza de España) a las 18:30 donde realizamos el encierro y concluyendo en el Centro Cultural Alcazaba donde se celebrara el acto de presentación de las Marchas con la participación de Julio Anguita, Diego Cañamero, Pablo Iglesias y Rafa Mayoral.


Compañero, compañera, ayúdanos diifundiéndolo entre tus contactos.
Un abrazo fraternal

¿Ha abolido el pecado el Papa Francisco? Juan Arias


El pontífice ha desenterrado la doctrina primitiva de la Iglesia de la misericordia y la comprensión
Existe, entre la jerarquía tradicional de la Iglesia que no acepta la revolución traída por Francisco, el temor de que el primer papa jesuita de la Historia haya, de hecho, “abolido el pecado”.

El mismo Vaticano acaba de salir al quite al afirmar que las palabras del papa están siendo “mal interpretadas”.
Hasta Francisco, por ejemplo, la Iglesia consideraba la actividad homosexual como pecado, pero desde que el papa, volviendo de su viaje a Brasil, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud del pasado julio, las cosas han empezado a cambiar. Francisco provocó un terremoto al responder en el avión a una periodista sobre el tema con un “¿Quién soy yo para juzgarles?” [a los homosexuales].
Desde entonces, en varias ocasiones, el papa Francisco ha vuelto a colocar ante la atención de la opinión pública y de los cristianos el delicado y doloroso tema de los “diversos sexualmente” y ha llegado a colocar entre las preguntas hechas a la comunidad católica, para conocer su opinión, el tema de las parejas homosexuales y de los católicos divorciados. Quiere saber lo que los cristianos de todo el mundo piensan sobre el tema que deberá ser discutido por el próximo Sínodo Episcopal.
Ese cambio de vista del tema de la homosexualidad durante los primeros meses de este pontificado está preocupando a los círculos más conservadores del Vaticano, hasta el punto de que el portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, se ha visto obligado a afirmar el sábado pasado, que el papa “está siendo mal interpretado” y que sus palabras están siendo “paradójicamente forzadas”, como ha referido el diario italiano, La Repubblica.
El vaso lo han colmado las últimas consideraciones del papa Francisco en la reunión con los Superiores Generales de Órdenes y Congregaciones religiosas en el Vaticano, a los cuales les recordó que los desafíos de la educación hoy son más complejos ya que la sociedad es muy diferente del pasado y los niños y jóvenes, les dijo, “viven en muchas situaciones familiares difíciles, con padres separados, nuevas uniones anómalas, a veces incluso homosexuales, etc”.
Algunos quisieron ver en estas palabras del papa una cierta comprensión con las situaciones reales que la Iglesia debería tener en cuenta no para condenarlas sino para saber entenderlas y comprenderlas en busca de nuevas soluciones inéditas hasta el presente en la Iglesia.
Fue vista así la anécdota dolorosa contada por el papa a los Superiores Religiosos de la niña que estaba triste porque la compañera de la madre con la que convivía “no la amaba”.
El Vaticano ha hecho, sin embargo, una lectura diferente de las palabras del papa Francisco. Recuerda que se trata de un “discurso obvio” que no cambia la anterior posición de condena de la Iglesia sobre los homosexuales y las nuevas parejas de gais y lesbianas, y ha calificado de “forzadas e instrumentalizadas” las interpretaciones positivas que han sido dadas a la nueva postura de Francisco sobre el tema de la homosexualidad.
El problema de fondo que ha llevado a creer – ahí sí erróneamente- que el papa haya abolido el pecado en la Iglesia, es que Francisco se está despojando del viejo concepto de pecado de la Iglesia del pasado, de sus teologías conservadoras y de los anatemas de los códigos de Derecho Canónico, para volver al concepto de pecado de los orígenes del cristianismo, cuando Jesús de Nazaret condenaba el pecado pero abrazaba y perdonaba al pecador; cuando llamaba de hipócritas a los fariseos y sacerdotes que colocaban sobre las espaldas de la gente, sobre todo de las más humildes, exigencias que, según el profeta “ellos mismos no soportaban”.
Es cierto, sí, que Francisco está llevando a cabo una revolución en el concepto de pecado, no para abolirlo, pero sí para diversificarlo, para entender que a veces lo que en el frío laboratorio teológico es considerado pecado, en la circunstancia concreta, por ejemplo de la madre que se ha visto en el aprieto de tener que abortar por circunstancias extremas de su historia personal, es algo muy diferente.
Para Francisco de nada sirve combatir el pecado “abstracto”. Es necesario acercarse al que la ley considera en pecado para comprender lo que existe de desvío y de dolor detrás de cada pecado, que no es comprensible sin una persona humana concreta que lo encarne. Y en el último extremo, el Dios de los cristianos, es el Dios del perdón, por lo menos en sus orígenes y que Francisco parece decidido a reivindicar.
El papa Francisco, guste o no a una cierta Iglesia que siempre ha preferido la condena en abstracto al perdón y a la comprensión, ha cambiado la dinámica del pecado clásico y ha desenterrado la doctrina primitiva de la Iglesia de la misericordia y la comprensión con los pecadores sobretodo con los más frágiles, humillados y explotados por el poder.
Francisco ha recordado simplemente la aguda consideración evangélica de que hay quienes consiguen “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.

De hecho, Francisco que prefiere una Iglesia capaz de perdonar y acoger, a la vieja Iglesia siempre dispuesta a lanzar anatemas y condenas, sabe muy bien que las palabras de Jesús antes citadas, de los hipócritas que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, se siguen aplicando hoy a los representantes de la Iglesia, algunos de los cuales mientras critican esa apertura suya acusándole de haber abolido el pecado, son ellos los primeros en perdonarse a sí mismo crímenes y pecados que esos sí que no tienen perdón: como el abuso de menores o las orgías homosexuales celebradas dentro del Vaticano en pro de oscuros negocios de mafias y dinero sucio.

Francisco da la cara ante el “desafío” de las familias homosexuales


“La Iglesia debe estar a la altura de las personas que educa, debe preguntarse cómo anunciar a Jesucristo a una generación que cambia”
El Papa ha admitido que las familias formadas a partir de una pareja gay son un “desafío” para la Iglesia y su enseñanza, y que ésta debe afrontarlo, “transmitir el conocimiento, transmitir las formas de hacer y transmitir los valores, a través de los que se transmite también la fe”, y en ningún caso “suministrar” a estas nuevas generaciones una “vacuna contra la fe”.


Una generación que cambia
Francisco ha pronunciado estas reflexiones en la clausura en el Vaticano de la 82 Asamblea General de la Unión de Superiores Generales (USG) de los institutos religiosos masculinos, que se celebró en noviembre, aunque sus palabras han trascendido ahora en un artículo en la revista La Civiltà Cattolica, del que se hace eco El Periódico de Cataluña.



“El porcentaje de chicos que estudia en los colegios y que tienen a sus padres separados es muy elevado. Las situaciones que vivimos hoy, por tanto, plantean nuevos desafíos que para nosotros, a veces, son incluso difíciles de comprender. ¿Cómo anunciar a Cristo a estos chicos y chicas? ¿Cómo anunciar a Cristo a una generación que cambia?”, preguntó el Papa en el encuentro.

No suministrar una vacuna contra la fe
Francisco aconsejó a los religiosos que es necesario que estén atentos a “no suministrar” a estas nuevas generaciones una “vacuna contra la fe” y que los pilares de la educación son “transmitir el conocimiento, transmitir las formas de hacer y transmitir los valores, a través de los que se transmite también la fe”.

El caso de la niña triste porque la novia de su madre no la quería
“Recuerdo el caso de una niña muy triste que al final le confesó a la maestra el motivo de su estado de ánimo: ‘la novia de mi madre no me quiere’”, contó Francisco a los superiores generales de los institutos religiosos, a los que instó a estar “a la altura de las personas que educa, debe preguntarse cómo anunciar a Jesucristo a una generación que cambia. La tarea educativa hoy es una misión clave, clave, clave”, insistió.

El cuestionario sobre los temas espinonos para la Iglesia
El Papa envió a las Conferencias Episcopales de todo el mundo un cuestionario en el que preguntó sobre los temas más polémicos para la Iglesia, como el aborto, el divorcio y las parejas homosexuales. Un cuestionario que, por cierto, no fue bien acogido por la jerarquía católica española. El tema de la familia y su pastoral centrará la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos que se celebrará en octubre próximo, en el Vaticano.

Coherencia ante el aborto Federico Mayor Zaragoza y Juan José Tamayo


Enviado a la página web de Redes Cristianas
Demuestran una grave incoherencia quienes –sean instituciones o personas- condenan el aborto con la misma vehemencia con que defienden la pena de muerte, propician la confrontación bélica o permanecen impasibles ante el genocidio colectivo, por hambre o desamparo, de más de 60.000 personas mientras se invierten en la seguridad de unos pocos –menos del 20% de la humanidad- 4.000 millones de dólares diarios en armas y gastos militares.
En el tema del aborto lo que debemos considerar no es solo la dimensión biológica, sino también la antropológica. Para intentar establecer cuándo comienza la vida humana, lo primero que debe precisarse es qué se entiende por “vida” y por “humana”. Porque si por vida se entiende la capacidad de sobrevivencia autónoma y por “humana” la aparición de las cualidades propias de la persona, la cuestión se situaría, desde luego, en una etapa ulterior a la fecundación, e incluso del nacimiento. En la especia humana, una parte considerable del desarrollo neuronal tiene lugar después del nacimiento.
No se trata solo del “derecho humano a la vida”, sino a una “vida digna”, es decir, de seres humanos dotados para el pleno ejercicio de las facultades distintivas de su condición. Es, pues, un gran disparate, propio de la incompetencia y de la irresponsabilidad de quienes toman decisiones que afectan a toda la ciudadanía, que se prohíba la interrupción del embarazo en casos de malformación del feto. Identificar anomalías de esta naturaleza –que, si llega a nacer, serán irreversibles- y exigir a la madre terminar una gestación que, muy probablemente, concluiría con graves riesgos para la vida de la progenitora, es una irresponsabilidad política que la ciudadanía no puede permitir y contra la que debe rebelarse.
En el proceso de embriogénesis carece de sentido aseverar que el principio y el producto son la misma cosa, que la semilla es igual al fruto y que la potencia es igual a la realidad. El cigoto posee el potencial de diferenciarse escalonadamente en embrión, pero no la potencialidad y la capacidad autónoma y total para ello. Anticipándose al debate actual sobre esta cuestión, Pedro Laín Entralgo escribía en El cuerpo humano (1989): “El cigoto humano no es un hombre, un hombre en acto, y solo de manera incierta y presuntiva puede llegar a ser un individuo humano”.
Los científicos –rodeados de interrogantes, más que de respuestas- no pueden adoptar posiciones dogmáticas en campos de múltiples irisaciones conceptuales, y menos aún en los que entran de lleno las cuestiones filosóficas y teológicas. Por lo mismo, como Juan Pablo II tuvo ocasión de proclamar con toda claridad en referencia a Galileo, no corresponde a las autoridades eclesiásticas pronunciarse sobre temas propios de la ciencia. La misma actitud debe exigirse a las autoridades políticas. Sin embargo, ni unas ni otras suelen cumplir dicha indicación.
En un tema social, legal y humanamente tan complejo como el del aborto, lo mínimo que se exige es la coherencia. Lo más importante es eliminar las circunstancias que inducen a abortar, porque la realidad se venga cuando no se la reconoce. Hay que evitar un nuevo tipo de discriminación: el del “turismo abortivo”, que practican las personas adineradas, frente al aborto clandestino, lleno de riesgos y de humillaciones, de las mujeres que no disponen de recursos.
A la conciencia, el compromiso social y la voluntad política debe unirse la competencia profesional. Las múltiples facetas que recubre un tema tan complejo (prevención, educación, rehabilitación, integración, etc.) requieren un planteamiento interdisciplinario, con una secuencia bien ordenada de acciones de acuerdo con los criterios de prioridad que, según el relieve, la urgencia y la irreversibilidad relativa de los diversos casos, se establezcan.
“La diferencia entre los políticos y los estadistas –escribió Sir W. Liley- consiste en que los primeros piensan en las próximas elecciones y los segundos en las próximas generaciones”. Asegurar la calidad de vida con todos los conocimientos científicos es, pues, una acción esencial del Estado. Esto es lo que se ha logrado con el Plan Nacional de Prevención. Por el contrario, imponer por ley una vida de sufrimiento e inhumanidad a las personas que nacerán con graves discapacidades, a sus familias y cuidadores; interferirse, por ley, en las conciencias de las mujeres hasta violentarlas; no respetar su derecho a decidir en cuestiones tan personales, íntimas y decisivas para su vida como es la maternidad e imponérsela por decreto es propio de Estados totalitarios. Eso es precisamente lo que hace el proyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada.
Si a esto se añade la complicidad con la jerarquía católica española y con las asociaciones autodenominadas “Provida” que, tras presionar de múltiples formas durante la preparación de la ley, han aplaudido inmediatamente su aprobación por el Consejo de Ministros –como antes hicieron con la Ley Orgánica de la Calidad Educativa, que impone la asignatura de religión como evaluable-, e incluso quieren que sea todavía más restrictiva, estamos ante un Gobierno de tendencias claramente confesionales de carácter nacional-católico, que va a imponer a la ciudadanía una moral privada regida por la religión, y no una ética laica, común a todos los ciudadanos. ¿Qué sucede, entonces? Que, con esta ley, el Gobierno considera delito lo que los dirigentes eclesiásticos califican de pecado y, en consecuencia, penaliza a los médicos con la cárcel. ¡Algo inconcebible en un Estado no confesional!
Los obispos defienden la vida, es verdad, pero la vida del no-nacido y la vida después de la muerte. Sin embargo, no vemos tanto celo en la defensa de la vida de las personas ya nacidas, sobre todo la de quienes la ven amenazada día a día, especialmente las mujeres víctimas de feminicidio. Mucho nos tememos que esa va a ser la actitud del Gobierno si lograra aprobarse la ley ahora en proyecto. A los hechos nos remitimos.
La complicidad entre obispos y Gobierno de la Nación empero, no es de todos los católicos, sino de los dirigentes episcopales, que solo se representan a sí mismos. En el seno del catolicismo existe un amplio pluralismo ideológico en este tema, y numerosos colectivos católicos defienden la vigente ley de plazos que ahora se pretende derogar, y se oponen a la ley de Ruiz-Gallardón, que es contraria a la libertad de conciencia y trata a las mujeres como menores de edad al no reconocerlas como sujetos morales capaces de decidir por su cuenta.
Lo que estas reflexiones pretenden es evitar que la ley sea aprobada por la mayoría parlamentaria absoluta que actualmente permite al Parlamento español adoptar normas que la mayoría de los ciudadanos rechazan, ya que implica un nuevo recorte de los derechos humanos, quizá el más grave de todo, cual es el derecho de las mujeres a elegir libremente la maternidad y hacerlo en tiempo oportuno, sin coacciones externas, y menos del Estado, que debe velar por el ejercicio de ese derecho, en vez de negarlo y obstruirlo como hace este proyecto de ley. Hay que impedir que se consume otro recorte de los derechos de las mujeres, que se suma a los que el Gobierno del Partido Popular viene llevando a cabo desde su toma de posesión hace dos años.
Federico Mayor Zaragoza es presidente de la Fundación Cultura de Paz y Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid.
EL PAÍS, 6 de enero de 2013