FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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viernes, 27 de agosto de 2021

BERENICE, EL SILENCIO Y LAS LÁGRIMAS DE LAS MUJERES AFGANAS

Religión Digital 

col encina

El día de ayer a un grupo de amigas, de “Mujeres iglesia Santiago” el corazón nos dolía… durante la jornada fuimos compartido el cuerpo “turbado” por lo que acontece hoy en Afganistán, y surgió en nosotras la invitación a la oración… en ella el pensamiento que nos movió y que comparto con ustedes, fue la convicción de pequeñas luces e hilitos de aire en nuestras noches más oscuras, que seguramente podía ser la oración de alguna amiga, amigo… o alguien desconocido que rezaba por nosotras.

Jesús, amor de amores, ternura sin límites, podía llevar esa oración y convertirla en esos gestos pequeños que nos salvan la vida. A la luz de nuestras pequeñas velas encendidas frente a la pantalla, rezamos el texto de la mujer encorvada, y leímos este relato que hace algunos años nos acompañó para Semana Santa, con el deseo de transmitir esta oración, les compartimos el extracto de este relato: Se llama Berenice.

Muy temprano, al despuntar el alba, mi cuerpo cansado se arrastró desde el suelo y se intentó incorporar. Así, día tras día, sentía el movimiento de cada una de las partes de mi cuerpo como una tortura. Hace tanto tiempo había perdido las esperanzas, hubiera preferido la muerte, pero aquí estaba yo, Berenice, sin poder erguir mi espalda, sin poder mirar a otros a los ojos, sola con mi realidad estrecha que recordaba que mi suerte estaba echada, que Dios se había olvidado de mí, que yo no tenía la bendición de Yahvé.

Ni siquiera esa misericordia había tenido conmigo, como hubiese deseado que alguien me quitase el aliento y no tuviera que repetir día tras día la misma rutina que gritaba mi triste verdad: que soy una mujer desdichada, basura de Israel. Me levanté, intenté hacer algunos movimientos que me permitieran transitar de un lado al otro, me arreglé y me puse los velos, como lo hacía cada mañana para salir a la calle, a buscar de la misericordia de otros lo mínimo para vivir. Nada tenía de distinto aquella mañana, la mirada levantada un poco más allá del suelo, el dolor de la clavícula deformada, la cintura tirante, y los ojos en ese ángulo que se pierde entre el suelo y la cintura de la gente.

Sonó el ruido de la tetera, observé el humo del agua hirviendo, preparé lo mínimo que podía darle a mi cuerpo esa mañana y cerré la puerta de casa como lo había hecho tantas mañanas. Sí, la historia había sido así, mis huesos encorvados me hacían recordar el dolor que había tenido que vivir, los insultos que había tenido que escuchar, en silencio, con obediencia sumisa, me había acostumbrado a mirar el suelo, no podía mirar de frente, aquello era una afrenta, sólo podía callar. A los pocos años ese hombre me dejó, no tuvimos hijos, así es que quedé sola. No sé si era peor o mejor, por un lado, él ya no estaba, me había dejado, pero por otro ya no tenía familia, y estaba sola. Mi vida estaba tirada a la suerte, o a la misericordia que yo creía que Yavhé no tenía conmigo.

Salí, las calles estaban recién iluminándose, me dirigí hacia la sinagoga, para ver si algo de esas ofrendas para los pobres podía llegar hasta mi mano. Caminé las mismas calles, en absorto silencio, nadie me hablaba, nadie me miraba, para nadie existía. Las calles angostas, hacían que me acercara con mi mano a las frías paredes que se encontraban en mi camino. Finalmente llegué a las afueras del templo y me quedé ahí, como lo había hecho durante todos estos años. Me había convertido en una mujer mayor.

Aquella mañana había un ruido especial, a medida que avanzaban las horas la gente se comenzaba a congregar, los pies iban y venían, de a poco se iba levantando un bullicio único, el alboroto de pies hacía que hubiera mucho polvo y eso hizo que yo comenzara a toser con mucha fuerza. Sentía como mis pulmones de ahogaban. De pronto alguien se acercó a ayudarme, y le pregunté: “¿Qué pasa? ¿Por qué tanto alboroto?” Ella me miró y me dijo: “Mujer, ¿no sabes quién está aquí?” “No”, le contesté. Y ella me dijo: “En el templo está Jesús, el Nazareno. Se ha juntado mucha gente para escucharle y para ver si lo que otros dicen es verdad, dicen que hace milagros y que sana a la gente enferma”. Cuando ya me sentí mejor, aquella mujer se comenzó a alejar.

En mi silencio, en mi cárcel interior, me dije a mí misma: “Alguien que sana... ¿no será un nuevo profeta falso que se viene a reír de nosotros?” Es tanto el dolor que este pueblo sufre que ciertamente escuchamos a cualquiera.

El tumulto se acercaba entorno a mí, y los gritos de la gente cada vez se hacían más cercanos. La mujer que había estado conmigo, se agachaba para mirarme y de pronto dijo una frase: “El Maestro quiere verte”.  El corazón me palpitó por mil, no alcanzaba a entender el todo de esas palabras, y, ¿cómo lo vería? Yo no puedo mirarle a él. De pronto, una mano fuerte agarró la mía. Hace tantos años, hace dieciocho años que no sentía la mano de un hombre tocando la mía. Era mano grande, se sentía callosa, trabajada. De pronto sentí como se agachaba hasta a mí. Vi sus ojos. Tenía frente a mí a un hombre con unos ojos luminosos, su mirada era especial, alguien después de tantos años me miraba, de mis ojos empezaron a salir lágrimas, y él con su otra mano delicadamente las secaba. De pronto, el hombre se enderezo, su mano tocó mi hombro, y con voz firme, dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad…. Silencio…. Profundo silencio…. Nada se escuchaba, todos los ruidos se habían callado, y aun sin poder mirarlos, sabía que todos los ojos me estaban mirando. De pronto mi cuerpo se comenzó a mover, no podía hacerlo al instante, sentía miedo, miedo de lo que pasaba, mis hombros, mi cuello, mi cabeza, todo comenzó a soltarse, hasta que de pronto volví la mirada hacia arriba. Él me miró con ternura, y me dio la mano nuevamente para que yo pudiera pararme. Como corría la sangre y el oxígeno por el interior. Al comienzo me dolía y de pronto se transformó como en una vertiente de vida que todo lo llenaba y movía.

En esta mujer, Berenice, muchas mujeres Afganas salieron a nuestro encuentro, sin sus nombres y sus historias, pero con la fe profunda, que, en esa noche, un suspiro, un aliento, una luz, nos hizo en Jesús entrañablemente hermanas.

Les compartimos esta oración con el deseo de que muchos nos podamos seguir uniendo a un entramado de amores para contrarrestar el dolor horroroso que hoy días se está viviendo.

 

María José Encina Muñoz, Hermana comunidad Adsis

QUIÉNES SON, DE DÓNDE SURGIERON Y QUÉ BUSCAN: CLAVES PARA ENTENDER EL RÉGIMEN TALIBÁN

Religión Digital 

col pacheco

 

El mundo entero mira a Afganistán. Al colapso del gobierno afgano el domingo 15 de agosto y la retirada del país de las tropas estadounidenses tras dos décadas de ocupación, ha seguido la evacuación a marchas forzadas de miles de colaboradores, extranjeros y afganos, del derrocado gobierno encabezado por el presidente Ashraf Ghani, que se encuentra en Emiratos Árabes Unidos.

El aeropuerto de Kabul, donde miles y miles de personas se han agolpado a lo largo de los últimos días en un intento desesperado por salir del país, han registrado imágenes virales que han conmocionado a la opinión pública internacional. Al mismo tiempo, desde Europa ya empieza a temerse un intento de entrada masiva de refugiados que huyen del terror talibán.

Pero, ¿en qué consiste este régimen que ahora irrumpe en el país asiático dominado por EEUU durante los últimos 20 años? Analistas y medios de comunicación de todo el mundo tratan de ofrecer una respuesta a esta pregunta al tiempo que se recrudece el drama humanitario del país y crecen los inquietud acerca del porvenir de su gente a corto plazo.

Caída y ascenso del régimen

Como es sabido, los talibanes que tomaron el domingo la capital de Afganistán, Kabul, gobernaron entre 1996 y 2001, un lustro que fue suficiente para imponer una rigurosa interpretación de la Sharia (ley musulmana). Su visión del islam, partidaria del retorno a las costumbres propias de los tiempos del Profeta, podría ser clasificada, salvando las distancias, junto a otras corrientes del islam político sunita como el wahabismo de las monarquías petroleras de los países del Golfo Pérsico o el islam de los Hermanos Musulmanes de Egipto.

El movimiento de los talibanes (“estudiantes en religión”) surgió en Afganistán allá por 1994, en medio de un contexto de devastación tras una guerra de una década contra los soviéticos y que enfrentaba una lucha fratricida entre muyahidines desde la caída del régimen comunista en Kabul dos años antes.

Refugiados previamente de los soviéticos en el vecino Pakistán, donde se habían formado, los miembros de esta corriente islamistas suní vieron morir a dos de sus líderes durante los años de invasión estadounidense. Mohammad Omar (2003) y Akhtar Mansur (2016).

Dirigido en la actualidad por Haibatullah Akhundzada, el movimiento talibán está encabezado políticamente también por Abdul Ghani Baradar, cofundador del movimiento. Como la casi totalidad de la población afgana, ambos son esencialmente pastunes, el grupo étnico que ha dominado el país casi ininterrumpidamente durante dos siglos.

Con la promesa de restablecer el orden y la justicia, los talibanes tuvieron un ascenso imparable gracias al apoyo de Pakistán y el beneplácito de EEUU. Así, en 1994 tomaron Kandahar, entonces capital del país. Entonces instauraron un régimen de terror propiciado por una estricta ley islámica que prohibía incluso juegos, televisión, fotografía y música y apartaron a las mujeres de la sociedad.

En marzo de 2001 dinamitaron los Budas gigantes de Bamiyán, dos monumentales y milenarias estatuas del arte greco-budista, por considerarlas contrarias al Corán. La opinión internacional se escandalizó y la sede del poder se trasladó a Kandahar, en una región cercana a la casa construida por el líder de Al Qaida, Bin Laden. La zona se convirtió desde entonces en un lugar de entrenamiento para islamistas radicales de todo el mundo. 

Unos meses después, el 11 septiembre, tuvieron lugar los atentados en EEUU que costaron más de 3.000 víctimas mortales. Acto seguido se produjo la respuesta del gobierno estadounidense, que inició la invasión militar de Afganistán después de que el régimen talibán se negara a entregar a Bin Laden, principal sospechoso de organizar los ataques terroristas. En diciembre los talibanes capitularon y volvieron a exiliarse en Pakistán.

Desde la invasión estadounidense hasta nuestros días

En las dos décadas transcurridas desde entonces, los ataques y emboscadas contra las fuerzas de ocupación occidentales han sido frecuentes y no fue hasta 2015 que, propiciadas por China y EEUU, tuvieron lugar las primeras conversaciones entre el gobierno afgano y los talibanes.

Los ataques contra las tropas estadounidenses no cesaron ni siquiera mientras tenían lugar las discretas negociaciones entre EEUU y los talibanes. Sin embargo, en febrero de 2020, ambas partes firmaron un acuerdo histórico que preveía la retirada de las tropas extranjeras a cambio de garantía de seguridad e inicio de negociaciones.

Un año y medio después, en julio de 2021, el presidente Joe Biden ordenó la retirada de las tropas que, como todo el mundo ha visto, se ha hecho finalmente efectivo. Sin la presencia norteamericana, los talibanes han impuesto su dominio de forma fulgurante en todo el territorio afgano, provocando la huida del presidente Ashran Ghani.

El narcotráfico, la extorsión y los secuestros son las formas de financiación de quienes hoy ostentan el poder en Afganistán. Pese a que uno de los portavoces talibanes ha asegurado esta misma semana que “Afganistán no será más un país de cultivo de opio”, la afirmación parece poco viable en un país en país que, actualmente, produce el 80% del opio mundial.

El nuevo desorden mundial 1

Jaime Richart jurista y antropólogo 

 Redes Cristianas 

La paz perpetua es una obra política del filósofo alemán Immanuel Kant publicada en 1795, que antes o después hubieran debido tenerla en cuenta los gobiernos de las naciones.

La sociedad del milenio que hemos empezado a vivir, bien merece pasar a otro escalón.

Pero se ve que los gobiernos no quieren saber nada de filósofos ni de filosofías.
En Oriente han hecho siempre bastante más caso a sus filósofos, pero en
Occidente el sustrato moral que hay bajo el pragmatismo
extremo de unas minorías, que es lo que al final siempre se
impone, viene de dos textos sagrados, suplementarios y en
numerosos casos contradictorios: Antiguo y Nuevo Testamento.
Lo que explica en buena medida el por qué de tanto desatino y
de tanta confrontación en la moral y la ética civil de las naciones
que informa, en teoría, la gobernación de siempre.
El caso es que el “orden mundial” es una clase de orden
sociopolítico convencional que siempre ha estado tachonado de
guerras, de barbarie y de barbaridades. Y si no, de graves abusos
de las élites y las consiguientes convulsiones sociales
reprimidas.

Digamos que la referencia para lo que llamamos
ahora orden mundial siempre fue el orden político, social y
económico de los países occidentales, excluido el continente
africano que también se encuentra en el hemisferio occidental.
Las guerras han tenido por norma una motivación aparente y
otra real. Sin ir a la prehistoria, primero fueron dinásticas, luego
de religión, de independencia, ideológicas, y siempre con un
trasfondo económico de mayor o menor envergadura, aunque el
pretexto con que intentan sus provocadores justificarla sea lo
que queda en el imaginario popular y en los textos que,
buscando el éxito editorial, se quedan en la superficie de las
cosas.

Pues bien, ahora no se habla de orden mundial, sino del
llamado pomposamente “un nuevo orden mundial”. Un nuevo
orden que en realidad es un conglomerado de disparates que
sugiere una trama en forma de metáfora: la de una guerra
armada que no se ha declarado pero cuyo espíritu ha calado en
forma de inquietud, de desasosiego y de amputación de la
esperanza en gran parte de las poblaciones que ya carecían de
recursos.

Pues la guerra, declarada o no, por sí misma es un
disparate, el mayor disparate. Y con mucho mayor motivo nos lo
parecerá, si pensamos en el hecho de que en el corto espacio de
tiempo de poco más de treinta años hubo dos que involucraron a
prácticamente todas las naciones del planeta. Y aún más nos lo
parecerá, si recordamos la obra citada, La paz perpetua de Kant,
habida cuenta el nulo caso que han hecho los sucesivos
gobiernos desde entonces a sus sabias propuestas…
Pero el sucedáneo silencioso de una guerra que es la
deconstrucción calculada, con sus muertos directos y sus
muertos indirectos consecuencia de tal deconstrucción, para
millones de personas ha de generar un sentimiento trágico
cercano al de una guerra, al que se suma la desesperanza de otra
cosa que no sea la supervivencia. Como en las guerras.

Porque, aunque ya sabemos que era la paz de las metrópolis a costa de
las guerras llevadas por los dirigentes de todas clases a diestro y
siniestro a otras latitudes, Occidente llevaba viviendo una paz
auténtica los años de vida de quien firma este texto; y, cuando
más acostumbrados estábamos a esa paz, hace más de año y
medio, de pronto, el mundo entero sufrió una sacudida atroz,
una convulsión similar a la que ha de sentir quien pasa por un
seísmo prolongado. Aunque en realidad fue una suerte de
revolución, pero una revolución “por arriba”, anticipándose los
poderes del mundo a la que temían “por abajo”.

En efecto, vivíamos en paz, y con ella, en unas naciones más y en otras
menos, en conjunto se vivía una significativa estabilidad del
espíritu, de la mente y de las emociones controladas donde se
esconden las fuentes de la creatividad y de la ascensión de la
sociedad a esa clase de grandeza que no se levanta
necesariamente sobre la tragedia y las ruinas de la propia
sociedad. Y en aquellas circunstancias dignas de agradecerse al
destino, de pronto el mundo se vino abajo. Y ahí estamos, ahí
seguimos. Lo que no impide que las gentes ordinariamente
avisadas no olvidamos que esta situación extraordinaria tiene
sus antecedentes y también sus profetas…

Porque hace aproximadamente doce años, las trompetas del
Apocalipsis sonaron en todos los medios de comunicación con
la estridencia y consecuencias de las hecatombes económicas: la
vida larga de las personas representa un grave peligro. Esa
longevidad por la que tanto se trabaja en gerontología, de
repente se convierte en una grave amenaza para la propia
sociedad y para el sistema económico global basado en el libre
mercado, el libre mercado sólo en teoría, pues los bienes
principales están intervenidos. Consecuencia de una serie de
factores, incluida la ausencia del principal regulador de la
población que son las guerras y las grandes epidemias, el
sostenimiento de un segmento anchísimo de la población
envejecida, la pasiva, impedirá el desarrollo y la expansión
constantes que el capitalismo, ahora en forma neoliberal, precisa
según aquellos vaticinios y la realidad inmediata que se observa
y lo confirma…

De ese peligro es advertido el mundo hace una década. La
advertencia la hacen, urbi et orbe, por un lado, una distinguida
funcionaria del máximo organismo monetario internacional y,
por otro, un ministro nipón de finanzas. Pues bien, doce años
después esa revolución “por arriba” de la que hablaba, la
confirma y prueba la reacción de los poderes de las naciones
frente a la amenaza cuyo aviso adquirió tintes proféticos,
declarando una pandemia universal.

Así están las cosas. La advertencia primero y la cristalización
ladina del peligro que subyace en el “nuevo orden mundial” dan
lugar a la conjetura y a las hipótesis sobre lo que empezó a
suceder y está sucediendo. La sospecha, ante la imposibilidad de
lograr pruebas en contrario, recae sobre la verosimilitud de lo
que se está haciendo de acuerdo a unas decisiones médico-
políticas de alcance planetario. Y la hipótesis es que “alguien”
intenta conjurar ese peligro con procedimientos de ignominia, a
lo que se suma el no menos grave y brutal cambio climático que
viene perfilándose desde hace tres o cuatro décadas; peligros
que, combinados entre sí, hacen temblar al sistema nervioso del
mundo y de cada ser humano por separado, lo reconozca o no.
Vivimos pues debido a eso, el síndrome de una histeria también
universal; una histeria acompañada de tal incertidumbre acerca
no de un futuro sin nosotros, sino del futuro de mañana que las
cabezas pensantes, sus proyectos, planes e iniciativas de toda
clase no tienen otra opción que ignorar, porque el mercado que
lo rige todo en el sistema se basa a su vez en la confianza.

En una confianza que ya no existe, que ha desaparecido, como no
existe ya un futuro feliz para miles de millones de humanos que
lo acariciaban; impensable más allá de lo que los cándidos
deseen imaginar. Y rota la confianza, sea en el mundo mercantil
y en el de las finanzas, sea en el del trabajo, en el de la
remuneración y en tantos otros ámbitos de la vida social y
particular, precisamente porque hay motivos abrumadores para
no alimentar la confianza, al menos en el sórdido marco de la
economía y en el encantador de la esperanza, las almas no
podrán pasar de esforzarse en inventarla.
Nota. Esta primera parte del estudio contiene los ingredientes del análisis. La
segunda contendrá los del augurio.

23 Agosto 2021

jueves, 26 de agosto de 2021

El Comité de Derechos Humanos de la ONU avala a Garzón en su instrucción del ‘caso Gürtel’ con un contundente dictamen

 


Alicia Gutiérrez

Infolibre

Garzón

Califica de “arbitraria e imprevisible” la condena impuesta al exjuez por intervenir las conversaciones de los principales involucrados en la trama corrupta del PP
La condena, señala el dictamen, no se basó “en provisiones suficientemente explícitas, claras y precisas que definan con exactitud la conducta prohibida” por el Pacto de Derechos Civiles y Políticos
El dictamen añade que no ha quedado además garantizado que el juez tuviera acceso a un tribunal independiente e imparcial y plantea que el Estado debe resarcir al exmagistrado
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La Comisión vaticana sobre las diaconisas arranca (por fin) sus trabajos en septiembre

 

Religión Digital

Dos años después de haber sido nombrados por Francisco, y antes del proceso sinodal De los 10 miembros, cinco son mujeres. Y divididos, prácticamente a la mitad, entre los que se muestran a favor del diaconado femenino, y los que están en contra. Sólo hay un español, Santiago del Cura
El mayor problema no reside en el reconocimiento del diaconado femenino en la historia de la Iglesia, sino en si se puede reinstaurar hoy. Los más críticos niegan un valor sacramental, pues aseguran que no estaban ordenadas y que sólo realizaban tareas de ayuda. Otros, en cambio, creen que su papel en las primeras comunidades era similar al de los diáconos
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La Santa Sede aboga por “una solución en la mesa de diálogo” para Afganistán

 


Religión Digital

afganos

Pide a la comunidad internacional acoger a los refugiados “con un espíritu de fraternidad humana”
Según John Putzer, encargado de los asuntos de la Misión Permanente de la Santa Sede ante la ONU y otras organizaciones internacionales en Ginebra
El Vaticano instó a todas las partes a “reconocer y defender el respeto de la dignidad humana y los derechos fundamentales de toda persona, incluidos el derecho a la vida, la libertad de religión, el derecho a la libertad de circulación y de reunión pacífica”
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Trece TV: ¡Una interminable apología de violación de derechos humanos fundamentales!


Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger

Redes Cristianas

Agrelo2

Lo recibí en mi correo electrónico el día 20 de agosto.
Procedía de Free Lance para VOX CEUTA.
El encabezamiento rezaba así:
Jesús flagelando a Bergoglio por no ser vicario suyo ni de su Evangelio y traidoramente volverse vicario del islamismo invasor de Occidente además de lacayo propagandista de la diosa Farmamédica y su corrupto y criminal Negocio Vacunatorio.
Y le seguía un montaje en el que se representaba ese nuevo episodio evangélico.
Lo mandé sin más a la papelera.
Pero el día 23, en el programa de la noche de TRECE TV –creo que es El Cascabel-, veo que se concede a VOX un prolongado tiempo de cátedra sobre devolución de inmigrantes a sus países de origen: ¡Una interminable apología de violación de derechos humanos fundamentales!

Nada tengo que decir a los periodistas, que son los únicos responsables de sus ideas y de sus palabras. Pero, si ese canal televisivo tiene algo que ver con la Conferencia Episcopal Española, entonces, a quien corresponda, este cristiano de a pie, ha de recordarles otra vez y otra vez y otra vez que los medios de comunicación de la Iglesia no pueden ser púlpito de violencia contra los pobres, no pueden ser altavoz de odio al evangelio de Jesús, no pueden instigar desprecio a Jesús crucificado, no pueden ser cómplices de indiferencia criminal frente al dolor de los migrantes.

Dolors Bramon: “El movimiento talibán es una gran desviación del Islam llevada al terreno político”

 

Religión Digital

“Los talibanes se inventan la Sharía a su conveniencia”
“Vivo con mucha preocupación lo que pasa en Afganistán. La llegada de los talibanes al poder es un tema muy importante del que quizás los medios no hablarán dentro de un mes, pero la sociedad afgana empezará a sufrir muy pronto las consecuencias con mucha intensidad”
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Por qué sigo siendo un deísta, racionalmente consistente

 


Jesús Martínez Gordo

Atrio

Vaya por delante mi agradecimiento a Jose Arregi por su comentario, empático y crítico, al Pliego que, publicado el 18 del pasado mes de junio en Vida Nueva y titulado “Por qué me importa la existencia de Dios”, es un resumen de la intervención que tuve el el 3 de diciembre de 2020 en diálogo con Albert Chillon, profesor de Antropología de la Comunicación de UAB, a petición de la Asociación para el Diálogo Interreligioso e Interconviccional en Aragón (Adía) con el mismo título.
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“Si Afganistán entra en la oscuridad, ellas entran en el terror”: una campaña exige a la comunidad internacional que proteja a las afganas

 


Paula Pérez de Lema

Infolibre

Escritoras y periodistas españolas lanzan un manifiesto denunciando la situación de peligro inminente en la que se encuentran las mujeres afganas, una petición que ha acumulado más de 12.000 firmas de apoyo
Gabriela Cañas, Rosa Montero, Soledad Gallego-Díaz y Fátima Anllo, entre otras, llaman a la comunidad internacional a mantener abiertas las fronteras de Afganistán
Publicamos esta información en abierto gracias a los socios y socias de infoLibre. Sin su apoyo, nuestro proyecto no existiría. Hazte con tu suscripción o regala una haciendo click aquí. La información que recibes depende de ti.
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El apocalipsis “ignorado” de la humanidad


Homar Garcés

Alainet

La declaratoria de emergencia climática para la humanidad emitida por la Organización de las Naciones Unidas resume la exigencia de un cambio profundo del actual modelo de producción y consumo.
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El Papa acepta la renuncia “por motivos personales” del obispo de Solsona, a favor del referéndum de independencia

 


Público

La Santa Sede ha nombrado como nuevo Administrador Apostólico de Solsona, al obispo de Vic, Romà Casanova.
La Santa Sede ha comunicado hoy que acepta la renuncia que ha presentado el obispo de Solsona (Lleida) “por razones estrictamente personales”, según ha informado el Obispado de Solsona.
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El Papa critica la “detestable” hipocresía en la Iglesia y entre sus ministros

 


Público / Agencias

Papa Fracisco

El pontífice asegura que “el miedo a decir abiertamente la verdad” pone en peligro la “unidad”.
El Papa ha denunciado lo “detestable” que es la hipocresía en la Iglesia donde, según ha dicho, “hay muchos cristianos y ministros hipócritas” durante la catequesis de la audiencia general de este miércoles.
“La hipocresía en la Iglesia es particularmente detestable, y por desgracia hay hipocresía en la Iglesia y hay muchos cristianos y muchos ministros hipócritas”, ha dicho Francisco.
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22 Tiempo ordinario – B (Marcos 7,1-8.14-15.21-23) INDIFERENCIA PROGRESIVA

 

José Antonio Pagola 

La crisis religiosa se va decantando poco a poco hacia la indiferencia. De ordinario no se puede hablar propiamente de ateísmo, ni siquiera de agnosticismo. Lo que mejor define la postura de muchos es una indiferencia religiosa donde ya no hay preguntas ni dudas ni crisis.

No es fácil describir esta indiferencia. Lo primero que se observa es una ausencia de inquietud religiosa. Dios no interesa. La persona vive en la despreocupación, sin nostalgias ni horizonte religioso alguno. No se trata de una ideología. Es, más bien, una «atmósfera envolvente» donde la relación con Dios queda diluida.

Hay diversos tipos de indiferencia. Algunos viven en estos momentos un alejamiento progresivo; son personas que se van distanciando cada vez más de la fe, cortan lazos con lo religioso, se alejan de la práctica; poco a poco Dios se va apagando en sus conciencias. Otros viven sencillamente absorbidos por las cosas de cada día; nunca se han interesado mucho por Dios; probablemente recibieron una educación religiosa débil y deficiente; hoy viven olvidados de todo.

En algunos, la indiferencia es fruto de un conflicto religioso vivido a veces en secreto; han sufrido miedos o experiencias frustrantes; no guardan buen recuerdo de lo que vivieron de niños o de adolescentes; no quieren oír hablar de Dios, pues les hace daño; se defienden olvidándolo.

La indiferencia de otros es más bien resultado de circunstancias diversas. Salieron del pequeño pueblo y hoy viven de manera diferente en un ambiente urbano; se casaron con alguien poco sensible a lo religioso y han cambiado de costumbres; se han separado de su primer cónyuge y viven una situación de pareja no «bendecida» por la Iglesia. No es que estas personas hayan tomado la decisión de abandonar a Dios, pero de hecho su vida se va alejando de él.

Hay todavía otro tipo de indiferencia encubierta por la piedad religiosa. Es la indiferencia de quienes se han acostumbrado a vivir la religión como una «práctica externa» o una «tradición rutinaria». Todos hemos de escuchar la queja de Dios. Nos la recuerda Jesús con palabras tomadas del profeta Isaías: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí».


Domingo 29 de Agosto, 22º del tiempo Ordinario

 


Koinonía

22 del tiempo ordinarioB

Martirio de Juan Bautista (s. I)
Rosa Eluvathingal (1952)
Es antigua la tentación de considerar que lo esencial de una religión está en el cumplimiento de formalidades rituales, más que en la asunción de sus principios éticos. También esta tentación acompañó al pueblo de Israel, el pueblo de la Biblia. Como nos recuerda el Salmo, no son los muchos ornamentos ni el boato de las celebraciones lo que nos eleva a Dios, sino la justicia, la honestidad, la recta intención y el respeto.
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EL PECADO ES CONSECUENCIA DE UNA ACTITUD INTERNA DESHUMANIZADORA

Fe Adulta 

col fraymarcos

 

Mc 7,1-23

Retomamos el evangelio de Marcos. Después de la multiplicación de los panes. Jesús se encuentra en los alrededores del lago de Genesaret, en la parte más alejada de Jerusalén, donde eran mucho menos estrictos a la hora de vigilar el cumplimiento de las normas de purificación. No se trata de una transgresión esporádica de los discípulos de Jesús. El problema lo suscitan los fariseos, llegados de Jerusalén, que venían precisamente a inspeccionar.

El texto contrapone la práctica de los discípulos con la enseñanza de los letrados y fariseos. Jesús se pone de parte de los discípulos, pero va mucho más lejos y nos advierte de que toda norma religiosa, escrita o no, tiene siempre un valor relativo. Cuando dice que nada que entra de fuera puede hacer al hombre impuro, está dejando muy claro que la voluntad de Dios no viene de fuera; solo se puede descubrir en el interior y está más allá de toda Ley.

La Ley y la tradición como norma, pero sin darle el valor absoluto que le daban los fariseos. Hoy sabemos que Dios no ha dado directamente ninguna norma. Dios no tiene una voluntad que pueda comunicarnos por medio del lenguaje, porque no tiene nada que decir ni nada que dar. La Escritura es una experiencia personal sancionada por la aceptación de un pueblo. Las experiencias del Éxodo las vivió el pueblo en el s. XIII a. de C., pero se pusieron por escrito a partir del VII. Los evangelios se escribieron 50 años después de morir Jesús.

Las normas que podemos meter en conceptos son preceptos humanos; no pueden tener valor absoluto. Un precepto, que fue adecuado para una época, puede perder su sentido en otra. Las normas morales tienen que estar cambiando siempre, porque el hombre va conociendo mejor su propio ser y la realidad en la que vive. El número de realidades que nos afectan está creciendo cada día. Las normas antiguas pueden no servir para resolver situaciones nuevas.

En todas las religiones las normas se dan en nombre de Dios. Esto tiene consecuencias desastrosas si no se entiende bien. Todas las leyes son humanas. Cuando esas normas surgen de una experiencia auténtica y profunda de lo que debe ser un ser humano y nos ayudan a conseguir nuestra plenitud, podemos llamarlas divinas. La voluntad de Dios no es más que nuestro propio ser en cuanto perfeccionable. Eso que puedo llegar a ser y aun no soy, es la voluntad de Dios. Dios es un ser simple que no tiene partes. Todo lo que tiene lo es, todo lo que hace lo es. No existe nada fuera de Él y nada puede darnos que no sea Él.

El precepto de lavarse las manos antes de comer, no era más que una norma elemental de higiene, para que las enfermedades infecciosas no hicieran estragos entre aquella población que vivía en contacto con la tierra y los animales. Si la prohibición no se hacía en nombre de Dios, nadie hubiera hecho puñetero caso. Esto no deja de tener su sentido. Si comer carne de cerdo producía la triquinosis, y por lo tanto la muerte, Dios no podía querer que comieras esa carne, y además si lo comías, te castigaba con la muerte.

Lo que critica Jesús no es la Ley sino la interpretación que hacían de ella. En nombre de esa Ley oprimían a la gente y le imponían verdaderas torturas con la promesa o la amenaza de que solo así, Dios estaría de su parte. Para ellos todas las normas tenían la misma importancia, porque su único valor era que estaban dadas por Dios. Esto es lo que Jesús no puede aceptar. Toda norma, tanto al ser formulada como al ser cumplida, tiene como fin el bien del hombre. No podemos poner por delante a Dios, porque el único bien es el hombre.

Las normas de la religión son normas en las que se recoge lo mejor de la experiencia humana, que buscan el bien del hombre. Los diez mandamientos intentan posibilitar la convivencia de una serie de tribus dispersas y con muy poca capacidad de hacer grupo. En aquella época, cada país, cada grupo, cada familia tenía su dios. Para hacer un pueblo unido, era imprescindible un dios único. De ahí los mandamientos de la primera tabla. Todos los de la segunda tabla van encaminados a hacer posible una convivencia, sin destruirse unos a otros.

La segunda enseñanza es consecuencia de ésta: No hay una esfera sagrada en la que Dios se mueve, y otra profana de la que Dios está ausente. En la realidad creada no existe nada impuro. Tampoco tiene sentido la distinción entre ser humano puro y ser humano impuro, a partir de situaciones ajenas a su voluntad. Por eso la pureza nunca puede ser consecuencia de prácticas rituales ni sacramentales. La única impureza que existe la pone una persona cuando busca su propio interés a costa de los demás.    

Las tradiciones son la riqueza de un pueblo. Hay que valorarlas y respetarlas. La tradición es la cristalización de las experiencias ancestrales de los que nos han precedido. Sin esa experiencia acumulada, ninguno de nosotros hubiéramos alcanzado el nivel de humanidad que tenemos. No podemos dar valor absoluto a ese bagaje, porque lo convertiremos en un lastre que nos impide avanzar hacia mayor humanidad. En el instante en que nos impida ser más humanos, debemos abandonarla. “Dejáis a un lado la voluntad de Dios por aferraros a las tradiciones humanas”.

Todo el que dé leyes en nombre de Dios, os está engañando. La voluntad de Dios, o la encuentras dentro de ti, o no la encontrarás nunca. Lo que Dios quiere de ti está inscrito en tu mismo ser y en él tienes que descubrirlo. Es muy difícil entrar dentro de uno mismo y descubrir las exigencias de mi verdadero ser. Por eso hacemos muy bien en aprovechar la experiencia de otros seres humanos que se distinguieron por su vivencia y nos han trasmitido lo que descubrieron. Gracias a esos pioneros del Espíritu, la humanidad va avanzando.

Todo lo que nos enseñó Jesús fue manifestación de su ser más profundo. “Todo lo que he oído a mi Padre, os lo he dado a conocer”. Esa experiencia original hizo que muchas normas de su religión se tambaleasen. La Ley hay que cumplirla porque me lleva a la plenitud humana. Para los fariseos, el precepto hay que cumplirlo por ser precepto no porque ayude a ser humano. En la medida que hoy seguimos en esta postura “farisaica”, nos apartamos del evangelio.

El obrar sigue al ser, decían los escolásticos. Lo que haya dentro de ti es lo que se manifestará en tus obras. Es lo que sale de dentro lo que determina la calidad de una persona. Yo diría: lo que hay dentro de ti, aunque no salga, porque lo que sale puede ser una pura programación. Lo que comas te puede sentar bien o hacerte daño, pero no afecta a tu espíritu. La trampa está en confiar más en la práctica externa que en la actitud interna.

 

Meditación-contemplación

Todo culto que no proceda del corazón,
y no lleve a descubrir la cercanía de Dios, es inútil.
Los ritos, ceremonias, sacramentos y oraciones
son útiles en la medida que me llevan al interior de mí mismo,
y me hagan descubrir lo que Dios es en mí.

LAS MANOS SUCIAS Y EL CORAZÓN LIMPIO DOMINGO XXII

 col sicre artFe Adulta 


Después de cinco domingos leyendo el evangelio de Juan, volvemos al de Marcos, base de este ciclo B. Durante un mes nos ha ocupado el tema de comer el pan de vida. Este domingo el problema no será comer el pan, sino comer con las manos sucias. Una pregunta malintencionada de los fariseos y de los doctores de la ley (los escribas) provoca la respuesta airada de Jesús, una enseñanza algo misteriosa a la gente, y la explicación posterior a los discípulos. El texto de la liturgia ha suprimido algunos versículos, empobreciendo la acusación de Jesús y uniendo lo que dice a la gente con la explicación a los discípulos.

La tradición de los mayores y el mandamiento de Dios (Marcos 7,1-8.14-15.21-23)

Antes de dar la palabra a los fariseos y escribas es interesante recordar lo que cuenta Marcos inmediatamente antes. Después de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús ha cruzado a la región de Genesaret, recorriendo pueblos, aldeas y campos, acogido con enorme entusiasmo por gente sencilla, que busca y encuentra en él la curación de sus enfermedades.

La intervención de los fariseos y escribas

De repente, el idilio se rompe con la llegada desde Jerusalén de fariseos (seglares super piadosos) y de algunos escribas (doctores de la ley de Moisés). No todos los escribas pertenecían al grupo fariseo, pero sí algunos de ellos, como aquí se advierte. Para ellos, lo importante es cumplir la voluntad de Dios, observando no solo los mandamientos, sino también las normas más pequeñas transmitidas por sus mayores. Lo esencial no es la misericordia, sino el cumplimiento estricto de lo que siempre se ha hecho. Por eso, no les conmueve que Jesús cure a un enfermo; pero les irrita que lo haga en sábado.

Con esta mentalidad, cuando se acercan al lugar donde está Jesús, advierten, escandalizados, que algunos de los discípulos están comiendo con las manos sucias. El lector moderno, instintivamente, se pone de su parte. Le parece lógico, incluso necesario, que una persona se lave las manos antes de comer, y que se lave la vajilla después de usarla. Es cuestión elemental de higiene. Sin embargo, aunque en su origen quizá también fuese cuestión de higiene entre los judíos, los grupos más estrictos terminaron convirtiéndola en una cuestión religiosa. Lo que está en juego es la pureza ritual. Por eso, los fariseos no se quejan de que los discípulos coman con las manos sucias, sino con las manos impuras, saltándose con ello la tradición de los mayores. Aunque el Antiguo Testamento contiene numerosas normas, algunas de carácter higiénico, nunca menciona la obligación de lavarse las manos, ni de lavar vasos, jarras y ollas; esto forma parte de «las tradiciones de los mayores», tan sagradas para los fariseos como las costumbres de la madre fundadora o del padre fundador para algunas congregaciones religiosas, o de cualquier minucia litúrgica para algunos ritualistas.

La respuesta airada de Jesús

La reacción de Jesús es durísima. Tras llamarlos hipócritas, les hace tres acusaciones: 1) su corazón está lejos de Dios; 2) enseñan como doctrina divina lo que son preceptos humanos; 3) dejan de observar los mandamientos de Dios para aferrarse a las tradiciones de los hombres.

Estas acusaciones resultan durísimas a cualquier persona, pero especialmente a un fariseo, que desea con todas sus fuerzas estar cerca de Dios, agradarle cumpliendo su voluntad.

El problema, según Jesús, es que el fariseo termina dando a esas tradiciones más importancia que a los mandamientos de Dios. Incluso las utiliza para dejar de hacer lo que Dios quiere y quedarse con la conciencia tranquila. Para demostrarlo, Jesús cita un ejemplo que la liturgia ha suprimido. [También nuestro Señor ha sido víctima de la censura eclesiástica.] Dios ordena honrar a los padres, es decir, sustentarlos en caso de necesidad. Imaginemos un fariseo con suficientes bienes materiales. Puede atender a sus padres económicamente. Pero su comunidad le dice que esos bienes los declare qorbán, consagrados al Señor. A partir de ese momento, no puede emplearlos en beneficio de sus padres, pero sí de su grupo. «Y así invalidáis el precepto de Dios en nombre de vuestra tradición. Y de ésas hacéis otras muchas».

Un lector crítico podría acusar a Marcos de tratar un tema tan complejo de forma ligera y demagógica. Conociendo a los fariseos de aquel tiempo (bastante parecidos a los de ahora), la reacción de Jesús es comprensible y su acusación justificada. Sobre todo, para los primeros cristianos, que sufrían los continuos ataques de estos que presumían de religiosos.

Enseñanza a la gente

Como los fariseos y escribas no responden, aquí podría haber terminado todo. Sin embargo, Jesús aprovecha la ocasión para enseñar algo a la gente a propósito de la pureza e impureza: «Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace al hombre impuro.»

La explicación a los discípulos

No sabemos si Jesús se quedó contento con esta breve enseñanza. Lo que es seguro es que la gente no la entendió, y los discípulos tampoco. Por eso, cuando llegan a la casa (nuevo detalle suprimido por la liturgia), le preguntan qué ha querido decir. Y él responde que lo que entra por la boca no llega al corazón, sino al vientre, y termina en el retrete. Entra y sale sin contaminar a la persona. Lo que la contamina no es lo que entra en el vientre, sino lo que sale del corazón. Para aclararlo, enumera trece realidades que brotan del corazón. [Resulta raro que Marcos no cite catorce, número de plenitud (2 x 7), pero ningún asistente a misa va a notarlo, y el predicador probablemente tampoco].

Esta enseñanza de que el peligro no viene de fuera, sino de dentro, resultará a algunos muy discutible. ¿No vienen de fuera la pornografía, la droga, las invitaciones a la violencia terrorista? ¿No nos influyen de forma perniciosa el cine, la televisión, la literatura?

Lo anterior es cierto. Pero Jesús no entra en estas cuestiones, se refiere al caso concreto de los alimentos. Otra de las frases del evangelio suprimidas en la liturgia de hoy dice que Jesús, con su enseñanza de que lo que entra en el vientre no contamina al hombre, «declaró puros todos los alimentos». Por eso los cristianos podemos comer carne de cerdo, de liebre, de avestruz, gambas (camarones en ciertos países de América Latina), cigalas, langostinos y cualquier alimento que nos apetezca, según nuestra costumbre y nuestra economía. Un cambio revolucionario, porque todas las religiones obligan a observar una serie de normas dietéticas.

Por otra parte, aunque Jesús se centre en los alimentos, su enseñanza tiene un valor más general y desvela nuestra comodidad e hipocresía. El Papa Francisco habría caído en el error de los fariseos si hubiera culpado de la pederastia y los abusos sexuales en la Iglesia a los influjos externos, a la cultura del goce y del libertinaje. El mal no viene de fuera, sale de dentro. Y con el mismo criterio debe enjuiciar cada uno de nosotros su realidad. Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. No echemos la culpa a los demás.

Los mandamientos de Dios (Deuteronomio 4,1-2.6-8)

La importancia que concede Jesús a la ley de Dios frente a las tradiciones humanas ha animado a elegir este texto del Deuteronomio como paralelo al evangelio. Los responsables de la elección no han caído en la cuenta de un problema. Moisés ordena: «No añadiréis ni suprimiréis nada de las prescripciones que os doy». Jesús, sin embargo, añadió y suprimió. Por ejemplo, a propósito de los alimentos puros e impuros, como acabo de indicar; tanto el Levítico como el Deuteronomio contienen una extensa lista de animales impuros, que no se pueden comer (Lv 11; Dt 14,3-21). Esta primera lectura no debe interpretarse como una aceptación radical y absoluta de la ley mosaica, porque Jesús se encargó de interpretarla y modificarla.

La religiosidad verdadera (Santiago 1,17-18.21-27)

Los cristianos tenemos el mismo peligro que los fariseos de engañarnos, dando más valor a cosas menos importantes. El final de esta breve lectura ofrece un ejemplo muy interesante. ¿En qué consiste la religión verdadera, la que agrada a Dios? ¿En oír misa diaria, rezar el rosario, hacer media hora de lectura espiritual? Eso es bueno. Pero lo más importante es preocuparse por las personas más necesitadas; el autor, siguiendo una antigua tradición, las simboliza en los huérfanos y las viudas. Cuando recordamos la parábola del Juicio Final («porque tuve hambre…») se advierte que el autor de esta carta piensa igual que Jesús.

DEL JUICIO A LA EMPATÍA Domingo XXII del Tiempo Ordinario 29 de agosto Mc 7, 1-8.14-15.21-23

 

Fe Adulta 

col lozano art


Los humanos tenemos tendencia a absolutizar lo propio y utilizarlo como criterio para juzgar a los demás. Pueden ser nuestras ideas, creencias o costumbres: las colocamos en un pedestal y pretendemos que los otros comulguen con ellas.

Tal funcionamiento parece encerrar un sentimiento no confesado de inseguridad. Conseguir que los otros las acepten supone afianzarlas para repetirnos a nosotros mismos que estamos en la verdad. En el mismo movimiento, conseguimos desterrar las ideas o costumbres ajenas, cuya sola existencia es fuente de incertidumbre para quien ha absolutizado lo propio.

La inseguridad que parece esconderse en ese modo de funcionar guarda estrechos lazos con el narcisismo. Debido a su característica auto-referencialidad, la personalidad narcisista es incapaz de ponerse en la piel del otro y de entender mapas mentales diferentes del propio. Eso explica su notable dificultad para convivir en la diferencia.

Por el contrario, cuando somos capaces de ir desprendiéndonos del caparazón narcisista en el que buscábamos refugio, emerge la empatía -con la consiguiente capacidad de comprender otros mapas mentales-, el respeto, el no-juicio y la valoración de los otros.

Comprendemos entonces que, como nosotros mismos, toda persona hace en todo momento lo mejor que sabe y puede, de acuerdo con su “mapa” mental, deudor a su vez de las experiencias vividas. Y sin tener que aprobar ni justificar lo que alguien hace en un momento determinado, podemos, sin embargo, entenderlo. Porque no miramos su acción desde nuestros propios esquemas, sino que ha crecido en nosotros la capacidad de “leer” su propio interior. Esto se llama madurez humana, que se manifiesta en amor. Por el contrario, la falta de comprensión de otras personas denota auto-referencialidad y, en consecuencia, incapacidad de salir del propio “mapa” mental. Es un síntoma claro de narcisismo.

¿Vivo más el juicio al otro o la empatía?

LA RELIGIÓN DE JESÚS

Fe Adulta 

comentario editorial fa7

col munarriz

 

Mc 7, 1-8, 14-15, 21-23

«¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros padres, sino que siempre comen el pan con manos impuras?  ... Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí... ”»

Llama la atención la respuesta violenta de Jesús a una pregunta que en principio parece inocua, pero la explicación es que ni los fariseos, ni los letrados ni Jesús están hablando de higiene ni de preceptos, sino del propio concepto de religión. Tampoco se trata de una discusión rabínica, erudita o intranscendente sobre religión, sino que está en juego el fondo mismo de su permanente enfrentamiento.

Los escribas y los fariseos defendían una religión que había producido una sociedad de desiguales; de gente predilecta de Dios y gente rechazada por Él. Que atribuía las desgracias que sufrían los pobres, los enfermos y marginados a sus propios pecados, añadiendo el vilipendio a su desdicha... Y todo ello en nombre de Dios...

El texto de Marcos nos plantea pues dos formas opuestas de entender la religión: la estéril —o perniciosa—, que pone la “ley de Dios” por encima de las personas, y la de Jesús, centrada en las personas... Como decía Ruiz de Galarreta: “El texto de hoy nos está planteando la oposición entre la religión de Jesús y la que mató a Jesús”. Esta dicotomía en la forma de entender la religión se da en todas las épocas y culturas de la historia, y por ello la religión ha dado lugar a lo mejor y a lo peor de la humanidad.

Hoy tenemos tendencia a confundir el concepto “religión” con lo que en realidad son sus perversiones, y de ahí el desprestigio que sufre el término. Y es cierto que existe una “religión” del poder y la opresión, pero existe otra del servicio, y solo esta última merece tal nombre. Vamos a referirnos brevemente a esta religión de verdad.

El fin último del ser humano es la felicidad. Consciente o inconscientemente, la buscamos sin cesar en cada instante de nuestra vida y la esperamos para después de la muerte. Si entendemos la felicidad como plenitud del alma (del ánimo) —y no como simple goce o contento—, llegaremos a la conclusión de que es inalcanzable si nuestra vida carece de un sentido claro y a la altura de nuestra auténtica esencia, y es aquí donde entroncamos con la religión; porque una religión es en realidad un cauce para encontrar en Dios el sentido de la vida.

¿Pero cuál es nuestra esencia?... Quizá lo que mejor defina la esencia de lo humano sea la “humanidad”, es decir, esa facultad de sentir cariño por la gente, de conmovernos con quienes sufren, de sentirnos unidos a ellos, de no permanecer indiferentes e inactivos ante su desgracia... Y si ésa es nuestra esencia, cualquier actitud vital que genere humanidad será portadora de sentido —y por tanto de felicidad—, y cualquiera otra que no lo haga, provocará un vacío imposible de llenar con actividades mundanas o con prácticas religiosas.

Y es significativo, y reconfortante, saber que el núcleo de la religión del servicio que nos propone el evangelio es precisamente la “humanidad”, es decir, lo más íntimo y definitorio de nuestro ser.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

jueves, 19 de agosto de 2021

Hazte Oír, CitizenGo, Abogados Cristianos… las mil caras de la secta ultracatólica El Yunque en España

 


Juan Francisco Albert

laicismo

El Yunque

FUENTE: AL DESCUBIERTO
Estos días de agosto, la organización ultracatólica Hazte Oír ha vuelto a salir a la palestra dada la filtración de Wikileaks que revela las fortunas y empresas que la financiaron con cuantiosas y generosas donaciones. Posteriormente, usaría estos recursos para impulsar a Vox de un partido marginal a la tercera fuerza política que es hoy en día en España.
Sin embargo, Hazte Oír es solo una de las muchas caras de El Yunque en España. Pero, ¿qué es El Yunque?
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La sinodalidad era el modelo de la Iglesia primitiva, no es un proyecto del papa”

 


Redes Cristianas

Sinodalidad

El secretario del Sínodo de los Obispos ha animado a “recorrer con valentía este camino de la Iglesia sinodal”
“Me gustaría aclarar un malentendido. Muchos piensan que la sinodalidad es un ‘proyecto favorito’ del Papa. Espero que ninguno de nosotros comparta esta opinión. En las diversas reuniones preparatorias quedó claro que la sinodalidad era la forma y el estilo de la Iglesia primitiva”. Así lo ha manifestado a Vatican News el cardenal Mario Grech, secretario del Sínodo, al ser preguntado por los preparativos del Sínodo de la Sinodalidad, un proceso previsto para desarrollarse entre 2021 y 2023, cuando se celebrará la Asamblea en Roma.

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