FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA
SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA
ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

ATALAYA
ATALAYA

jueves, 26 de julio de 2018

SOBRE CREENCIAS. LAS CREENCIAS DE LOS ESPAÑOLES

creencias esp

¿Cuántos creyentes hay actualmente en España y en qué creen? Es difícil precisarlo más allá de lo que nos muestren las estadísticas del CIS. Durante el último año la cifra ronda los 2,7 creyentes por cada no creyente.
La gente se define así:
---un 68,8% católicos,
---un 2,3% creyentes de otra religión,
---un 15,7% no creyente y un 10,2% ateo (el encuestador sabrá, quizá mejor que el encuestado, cuál es la diferencia),
---un 3% no sabe o no contesta.
Hace cerca de 25 años (octubre de 1994) la relación era de 5,76 creyentes por cada no creyente (o “indiferente”), ya que esos porcentajes eran, respectivamente:
--81,2% católicos,
--1,7% creyentes de otra religión,
--7,8% indiferentes,
--4,6% no creyentes,
--2,0% ateos,
--1,9% otra respuesta, 0,9% no sabe o no contesta.
En otras palabras, el número de no creyentes se ha doblado en este tiempo. Y esa parece ser la tendencia general en el mundo, incluidos los países de América.
Me parece conveniente, hasta donde sea posible a partir de encuestas fiables, profundizar en cuáles son esas creencias que la gente confiesa tener espontáneamente ante un encuestador anónimo. Los datos del CIS, aun siendo fiables, son harto escuetos.
La última encuesta en que se profundizó sobre las creencias de los españoles fue la del “Eurobarómetro Especial 225”, de junio de 2005, elaborada por el grupo británico TNS. Por entonces el CIS –del que echo en falta encuestas similares, y espero que los sondeos sobre religiosidad no sufran la suerte de aquellos que había sobre la institución monárquica- daba resultados intermedios a los referidos ayer (el año 2005 cae en mitad del descenso operado entre 1994 y 2017):
--79,4% católicos,
--2,3% creyentes de otra religión,
--11,0% no creyentes,
--6,0% ateos,
--1,3% no sabe o no contesta.
Esto suponía 4,8 creyentes por cada no creyente (casi el doble de la proporción actual: 70% de creyentes frente al 27,7% de ateos en el barómetro del CIS de abril de 2018, lo que significa un no creyente por cada 2,53 creyentes).
Según el Eurobarómetro (1), “el 59% de los españoles declararon "creer en un dios", el 21% en "alguna clase de espíritu o fuerza vital" y el 18% en "ninguna clase de espíritu, dios o fuerza vital". Este 18% se parece mucho al 17,4% de “no creyentes” y “ateos” calculado por el CIS por aquella fecha” (unos 5 creyentes por cada no creyente).
Tras lo cual, cabe preguntarse (como D. Antonio Cantó en el artículo reseñado en la nota) en qué creen los integrantes de ese grupo que se considera “católico”.
En el Eurobarómetro de 2008 (nº 69, p. 15-16), se nos dice que “sólo un 3% de los españoles consideran la religión como un valor importante, muy lejos de la paz (45%), el respeto a la vida (42%) y los derechos humanos (38%). En realidad, es el menos relevante de los valores propuestos a los entrevistados, y está muy por debajo de la ya de por sí débil media europea del 7%. Sólo hay un país que le dé menos importancia: Portugal.” (2)
“Más intrigante resulta analizar las características de esa fe católica que afirman procesar la mayoría de los españoles. Si recordamos el Eurobarómetro Especial 225 mencionado antes,
--el 59% afirman "creer en un dios",
--el 21% en "alguna clase de espíritu o fuerza vital" y
--el 18% en "ninguna clase de espíritu, dios o fuerza vital".
Ahora bien, “si un 76% de los españoles se declaran católicos pero sólo un 59% cree en "un dios" en el sentido clásico, monoteísta, del término... significa que al menos un 17% dice ser católico pero no creer en un dios sino, en el mejor de los casos, en "alguna clase de espíritu o fuerza vital".
“¿Cómo es esto posible?” –se pregunta el científico-. Para responder a esto, analiza los datos obtenidos por una encuesta más concienzuda, la del Obradoiro de Socioloxia (3). Sus aportes coinciden con los del CIS en la parte general: “tan solo un 15,3% de los católicos va a misa "casi todos los domingos y festivos" o más a menudo, y un 26,1% "algunas veces al mes" o "varias veces al año".
Precisando, sólo
--el 73% de los encuestados cree que “Jesús fue un personaje histórico que existió realmente”;
--un 47% cree que Jesús fue “Dios o Hijo de Dios”;
--un 41% cree que nació de una virgen;
--un 43% cree que después de morir resucitó;
--un 41% cree en los milagros;
--un 32% cree que existen los ángeles;
--un 34% cree que un Dios creó el mundo de la nada;
--un 29% cree que Adán y Eva fueron los primeros seres humanos;
--un 41% cree que el alma vive después de la muerte;
--un 27% que existe el cielo;
--un 37% que existe el cielo;
--un 29% que existe el demonio;
--y un 53% cree que existe Dios.
Un resultado así cuestiona no ya que haya –hubiera, en 2005- tantos cristianos [como decían las encuestas superficiales], sino que los no creyentes no se aproximen en número a los creyentes en Dios.
“Más de la mitad de los "católicos no practicantes" –dice D. Antonio- no creen que Cristo fuera Dios o hijo de Dios, que naciera de una virgen o que resucitara al tercer día (curiosamente, tampoco lo creen un 20% de los que se consideran "practicantes"). Y más del 60% no creen en el cielo ni en el infierno, en los milagros, en Adán y Eva, en la creación divina del universo o en la supervivencia del alma tras la muerte.
Extraordinariamente, sólo el 54% de ellos dicen "creer en Dios", lo que viene a aproximarse a ese 59% que, según el Eurobarómetro, "creen en un dios".” “Uno podría preguntarse –continúa- qué clase de católicos son estos, y también por qué se identifican como católicos ante los encuestadores y eligen a la Iglesia Católica Romana para sus ritos sociales”.
“Más curiosa resulta su fe en cuestiones esotéricas y paranormales, que entre los no creyentes es residual, desmintiendo aquella frase de G. K. Chesterton según la cual "quien no cree en Dios cree en cualquier cosa". Por el contrario, más del 15% y hasta la cuarta parte de los católicos (practicantes y no practicantes) tienen fe también en la astrología (24% de encuestados), el mal de ojo (21%), la reencarnación (14%), los fantasmas (16%), la videncia (15%), la comunicación con los muertos (14%) y la existencia de personas con poderes maléficos, como las brujas (19%); todas ellas, creencias heréticas e incluso malignas según la doctrina católica.”
Pueden ustedes revisar los datos y profundizar en las respuestas dadas según la adscripción de los encuestados a un grupo u otro. Un 89% de quienes se consideran católicos practicantes dice creer en Dios (un 11% de ellos no cree). Este porcentaje es del 54% en los que se definen como católicos no practicantes (un 46% no cree). Los no creyentes y ateos dan un coherente 0%.
Cree que tenemos un alma que sobrevive a la muerte el 72% (contra un 28%) de los católicos practicantes y sólo un 34% de católicos no practicantes (contra un 66%); y también un curioso 14% de no creyentes y ateos (contra un 86%).
Cree que Dios es el creador del mundo (de la nada) un 68% de los católicos practicantes (un 32% no lo cree), un 26% de los católicos no practicantes (contra un 74%) y un curioso 3% de los ateos y no creyentes.
Otras creencias dan los porcentajes siguientes, respectivamente, para católicos practicantes, católicos no practicantes, y ateos y no creyentes:
--existieron Adán y Eva (58%, 25%, 2%),
--existe el cielo (71%, 31%, 2%),
--existe el infierno (49%, 24%, 0%),
--existe el demonio (55%, 26%, 3%),
--existen los milagros (67%, 36%, 14%).
[Otras cuestiones no dejan de ser curiosas. Por ejemplo, un 13% de católicos practicantes, un 17% de católicos no practicantes y 8% un de ateos cree que es posible comunicarse con los muertos; y un 22%, un 19% y un 9%, respectivamente, cree que existen brujas o personas con poderes maléficos.]
Parece claro que uno de cada tres católicos practicantes y tres de cada cuatro no practicantes, no son, en realidad, creyentes. Y que uno de cada 30 no creyentes es, en realidad, creyente.
Mi conclusión particular es que los católicos-católicos (que compartan los dogmas exigidos para serlo, es decir, aquéllos cuyo cuestionamiento hubiera supuesto ni más ni menos que la intervención de la Inquisición) rondan más o menos el 7% de nuestra población. Y los no creyentes se aproximan a la mitad.
___________p
(1)TNS Opinion & Social, Special Eurobarometer 225 / Wave 63.1, realizado en enero-febrero y publicado en junio de 2005. Accesible en http://ec.europa.eu/public_opinion/archives/ebs/ebs_225_report_en.pdf, y reproducido por Yuri (el científico Antonio Cantó y bloguero de: http://lapizarradeyuri.blogspot.com (El estado de la religión en España 2009. Secularización e indiferencia generalizada, diversidad, sincretismo y lento ascenso del escepticismo caracterizan a la sociedad española del siglo XXI.)
(2) Yuri: http://lapizarradeyuri.blogspot.com (El estado de la religión en España 2009).
(3) Muestra agregada de los Publiscopios elaborados por el Obradoiro de Socioloxia entre septiembre y diciembre de 2008, con 12.800 entrevistas realizadas mediante sistema CATIA. Margen de error: 0,7%.
José Manuel Barreda
(Blog periodista digital: Humanismo sin credos

LA IGLESIA HA CAMBIADO POCO, MUY POCO, EN ESPAÑA

col aradillas

Por la misericordia de Dios yo no soy profeta. Soy sacerdote, periodista y ciudadano de a pie, dando por supuesta la condición de persona, atento de por sí, al corriente y comprometidamente con cuanto acontece en el mundo, siempre de puntillas atisbando lo que haya de ocurrir en el mismo.
En estas reflexiones me sirve de guía un libro publicado por mí el año 1986, en la editorial "Plaza y Janés", con el título "La Iglesia en el cambio: Piedra de escándalo", y la explicación en portada de que "La Iglesia sobre todo en sus esferas jerárquicas, fue así "Piedra de escándalo"- en su construcción y perspectiva".
El cambio -"modificación alteración o conversión en algo distinto, opuesto o contrario"-, según la RAE, no es otro en el marco de esta reflexión que el referido al político-religioso del nacional-catolicismo, que tan substantivamente lo definiera y de cuyas consecuencias se siguen haciendo noticias últimamente, a propósito, sobre todo, de la denominada "Ley de la Memoria Histórica". De verdad que entonces no hubo cambio en la Iglesia española, pese a que el concilio Vaticano II debió suponer, comenzando por le jerarquía, un buen trueque o revolcón, fiel interpretación de la "penitencia" sacramental que toda conversión lleva consigo.
El cambio en la Iglesia ni lo fue entonces, ni lo es ahora. El papa Francisco así lo testifica y ejemplariza de alguna manera, con sus correspondientes frustraciones y desconsuelos, aunque sin perder la esperanza. La Iglesia ha cambiado poco -muy poco- en España. Apenas si permitió que le lavaran un tanto la cara, con el nombramiento de algunos obispos, junto con aseveraciones y amenazas de políticos "izquierdosos", que difícilmente se convierten después en leyes efectivas y operantes.
Basta y sobra con estar atentos a las reacciones de grupos "católicos, apostólicos y romanos de toda la vida", algunos hasta en actitud de nuevos "alzamientos", con bendiciones, silencios cómplices, consentimientos y alientos jerárquicos, para convencerse de que, de cambios-cambios, -y menos penitenciales-, nada de nada. La Iglesia y sus máximos representantes, sobre todo, hispanos, es, y será, "santa" a perpetuidad, por definición, por lo que la mayoría de las noticias que se hacen presentes en la sociedad actual, documentadas, y aún "judicializadas" en todas sus instancias, son fruto y consecuencia de "la prensa impía y blasfema" de los profesionales de la información.
La formación religiosa que se sigue impartiendo desde los órganos "oficiales" u oficiosos de la Iglesia, carece de veracidad reformadora, generada por el Vaticano II y, para quienes pretendan difundirla en medio "neutros", algunos de los miembros de la Conferencia Episcopal han de estar preocupadamente atentos a conservar la ortodoxia, aun no rechazando para ello medios para-inquisitoriales. Por supuesto que la mentada Conferencia raramente los defenderá en público, ni los salvará. Y es que todos, o la mayoría, de sus miembros, piensan manera idéntica.
Por otra parte, con sensatez, sentido y comprensión de la historia y de la religión, es obligado concluir que fueron muchos los siglos de "infalibilidades" e influencias clericales ejercidas en la vida cívica, en la que el "nombre de Dios" se pronunciaba con teología y autoridad, aunque estas fueran fingidas, interesadas y al servicio de unos pocos, siempre los mismos y los privilegiados.
Como en la Iglesia española del cambio, este apenas si se ha registrado y percibido, siguen resultando impensables informaciones tales como las relacionadas con el Valle de los Caídos, reacciones eclesiásticas oficiales tan ambiguas, exhumaciones imposibles, dotaciones para las clases de la asignatura de la religión y mantenimiento de numerosos privilegios clericales.
Y es que la Iglesia-Iglesia, -Iglesia "oficial"-, ni escucha ni está dispuesta a escuchar la voz del pueblo, aunque este sea, y se proclame, "pueblo de Dios". Es de lamentar su olvido de que, en la misma, o mayor, proporción, ella -la Iglesia- está obligada a atender la voz del pueblo, que este a hacer lo mismo con la voz de la Iglesia. Sin la voz del pueblo, y sin su interpretación a la luz del evangelio, no es Iglesia la Iglesia.
Es posible que en otra ocasión, teniendo en cuenta lo publicado en mi citado libro "La Iglesia en el cambio", presente una síntesis de cuanto dijeron y escribieron en sus respectivos "Boletines Oficiales Diocesanos", los obispos, a la muerte de Franco, "canonizándolo" todos ellos, a excepción de un Cardenal catalán y de un prelado vasco.

LO QUE SOMOS, EN UNA METÁFORA

col lozano art

Me parece claro que la única cuestión decisiva, de la que pende todo lo demás, no es otra que comprender la respuesta adecuada a la pregunta “¿quién soy yo?”.
De cara a facilitarla, quiero proponer una metáfora. Cuando vemos una sala, nuestra mente tiende a identificarla por los objetos que percibe en ella: las paredes, el techo, las columnas, las puertas y ventanas…, en definitiva piensa que la sala es un conjunto cerrado y delimitado que contiene determinados objetos.
La realidad, sin embargo, es bien diferente: lo que define a la sala no es nada de aquello, sino sencillamente el espacio, que es lo único que permanecerá cuando todo lo demás se venga abajo. Al aparecer los objetos citados, surge con ellos una forma concreta que el espacio adopta, pero la entidad real que hace posible la sala es justamente ese mismo espacio. Y este no es en absoluto diferente del que se halla “fuera” de la sala: en realidad, se trata siempre del único y mismo espacio, que las paredes levantadas no separan en absoluto, por más que sea esa la impresión que percibe nuestra mente.
Como ocurre con la sala, también a nosotros mismos tendemos a definirnos por los objetos que nuestra mente percibe: el cuerpo, los pensamientos, los sentimientos, las emociones, las reacciones, nuestra biografía… Y sin embargo, todo ello está cambiando constantemente, mientras que hay “algo” en nosotros –aquello que somos– que permanece. Eso que permanece inalterable es justamente el espacio en el que aparece todo lo demás, la espaciosidad consciente que constituye el fondo o realidad última de todo lo que es y de donde brotan, sostenidas por ella, todas las formas.
El hecho, accesible a cualquiera, de poder observar todo aquello que reconocemos en nosotros –cuerpo, mente, psiquismo, historia…– es signo evidente de que no somos nada de ello. Como en el caso de la sala, aquello que no se ve es lo que hace posible que aparezca lo que nos resulta perceptible.
Si en aquel caso nos preguntábamos qué es lo que queda cuando desaparecen todos los objetos (paredes, tejado, columnas, puertas, ventanas…), al referirnos a nosotros mismos, podemos hacernos unas preguntas similares: ¿qué es lo que permanece cuando vemos lo que cambia en nosotros?; ¿qué es eso que observa y no puede ser observado?
La respuesta es evidente: en el caso de la sala, el espacio; en nosotros, la consciencia o presencia consciente.
Una vez comprendida nuestra identidad, cualquier otra cuestión queda automáticamente “recolocada” en el marco adecuado.
La indagación siempre conduce al mismo resultado: la clave radica en comprender lo que somos y vivir en conexión consciente con ello. Todo lo demás –diría Jesús de Nazaret– “se nos dará por añadidura”.

Enrique Martínez Lozano
Boletín Semanal

CURAS RURALES: LOS CORRECAMINOS DE DIOS

religion digital

En verano no se cruza con casi nadie, ha relatado, después de saludar a su paso a un pastor con unas pocas ovejas que se encuentra en el margen de la carretera.
Los sacerdotes que trabajan en el medio rural también sufren las consecuencias de la despoblación y han de recorrer largas distancias para atender a unos pocos feligreses. Es el caso del franciscano Pedro Escriche, quien todos los domingos sale del convento en la ciudad de Teruel, pasadas las ocho de la mañana, y a sus más de setenta años emprende viaje.
Primero circula con su vehículo por la carretera nacional N-420 y después, en Perales del Alfambra, toma la carretera hacia Pancrudo y Alpeñés, cuyas iglesias parroquiales atiende desde hace varios años. Allí, oficia dos misas dominicales, que pueden llegar a cuatro con la celebración de las fiestas en estos municipios, ha explicado en declaraciones a Europa Press, que le ha acompañado en una de sus jornadas.
"Cuando nieva, el viento arrastra la nieve y cubre la carretera, además de que a veces hay hielo" y ahora, en verano, no se cruza con casi nadie, ha relatado, después de saludar a su paso a un pastor con unas pocas ovejas que se encuentra en el margen de la carretera. A lo lejos se dibuja la localidad de Fuentes Calientes y Escriche recuerda que en esta zona la carretera se ha inundado en alguna ocasión "y el agua corre hacia el Campo de Visiedo".
Este franciscano y también sacerdote hace referencia igualmente a la falta de vocaciones y rememora sus años en el seminario, en los años sesenta del siglo pasado. Ahora, ha continuado, apenas hay novicios en España por lo que "habrá que cerrar algún convento porque no se podrán mantener". Pedro Escribe acaba de cumplir 50 años de su ordenación sacerdotal y posee una foto con el obispo de Teruel y Albarracín, monseñor Antonio Gómez, publicada en la revista 'Iglesia en Aragón' con motivo de la celebración de sus bodas de oro sacerdotales, que tuvo lugar el pasado 20 de junio, en el Monasterio del Olivar.
Llegada a Pancrudo
El padre Escriche tiene como primera parada la iglesia de Pancrudo, localidad de la Comarca Comunidad de Teruel, que cuenta con unos 120 habitantes. No hay nadie en la calle y aparca el coche a la sombra, frente a la iglesia. Ya en el interior, se ocupa de preparar el templo para la misa dominical que celebrará más tarde. Primero, barre y enciende las velas, "en primer lugar, la de arriba a la izquierda para que usen la llama en las siguientes, aunque solo se recojan algunas monedas" que "apenas llega para pagar la luz eléctrica de las bombillas". Según ha comentado, en el edificio "no se pone la calefacción ni en invierno, aunque algunos fieles lo piden porque hace mucho frío".
Después, prepara el altar y muestra orgulloso un mando a distancia con el que enciende dos grandes cirios eléctricos y acude a programar las campanas. "No subo a la torre porque está automatizada y las campanas suenan durante las horas del día y están en silencio durante la noche; no obstante, el sonido para llamar a misa hay que programarlo" y así los feligreses saben que está en el pueblo, ha detallado. Una vez está todo preparado, vuelve a subir al coche y se dirige a la localidad de Alpeñés.
Durante el trayecto, el padre Escriche, que conoce cada rincón, señala la umbría de una ladera junto a una curva: "Ahí se paraba a descansar en la romería, se bebía vino y se almorzaba".
Llegada
Una vez en esta población de una veintena de almas, también situada en la Comarca Comunidad de Teruel, el franciscano va hasta la iglesia y abre la puerta con una gran llave. Además, hace sonar las campanas para que los fieles sepan que ha llegado para la misa. Asimismo, barre y muestra la portada del templo, donde "el año pasado había un avispero que hubo que quitar y todavía quedan algunas avispas dentro", ha relatado. Recoge las que están muertas y las tira al contenedor de enfrente. También enciende las velas y retira algunas flores marchitas.
Apenas media docena de vecinos acuden a eucaristía en un templo que en su momento fue mucho más grande. "Parte de la iglesia se hundió hace años y queda lo que fue el coro, pero hay espacio suficiente", ha comentado. En la iglesia, destacan en una capilla restos de un viejo retablo con la imagen de la Virgen de la Langosta, cuyo culto está muy extendido en la zona. Junto a ella, se conservan unos pocos ex votos en cera, una cabeza, un brazo y varias piernas con lazos descoloridos.
Pedro Escriche explica que desde que estuvo en Petra (Mallorca) usa un cuello con capucha blanca para la misa sobre el alba "para que no se roce ni ensucie la casulla".
Tras una misa corta, con lecturas por parte de una feligresa, saluda a los asistentes a la salida, entre ellos, un matrimonio mayor que "tienen un hijo que se ha quedado en el pueblo" y este, a su vez, es padre de dos pequeños, que tienen para jugar el parque infantil que ocupa el espacio donde antes estaba la iglesia que se hundió.
El sacerdote vuelve a subir al coche y se dirige, de nuevo, a Pancrudo, para oficiar la misa. Una vez allí, hace sonar las campanas que avisan del acto litúrgico y poco a poco, y alguno con retraso, llegan los fieles, nueve en total, que cantan durante la misa y entonan la oración del Padre Nuestro a capella.
Romería
Tras la misa, los asistentes esperan al cura y le explican que hay que preparar una romería. Según le comentan, quieren saber cuánto costaría encargar a un empresa la limpieza de la ermita. "Nosotras ya no podemos hacerlo", le trasladan las mujeres, y el padre Escriche queda encargado de mirarlo.
Después, se dirige otra vez hacia Alpeñés para ver cómo está la ermita de la Virgen de la Langosta, cuya fiesta se celebra en el mes junio y atrae a gentes de todos los pueblos de alrededor, si bien también hay romerías de cada pueblo en las fiestas. Por el camino, señala el río Pancrudo que acaba en el pantano de Lechago.
Una vez en su destino, donde la única sombra es la que proyecta el edificio, se puede contemplar un merendero con la posibilidad de hacer asados. Compuesta por una amplia nave y el altar, la ermita está adornada con un Cristo tallado en madera, que "no es igual que el crucificado habitual" porque en este caso "está vivo, te mira con los ojos abiertos", cuenta el sacerdote.
Además, detrás del altar y sosteniendo al Cristo, un muro deja un pequeño espacio, en donde se visten los sacerdotes; "cuando somos varios, casi no cabemos". El padre Escriche termina su jornada colocando las pequeñas velas preparadas para la próxima fiesta, que encenderán los fieles, quienes con sus limosnas ayudarán a pagar la electricidad que ilumina el templo. (RD/Ep)

El mérito la edad y la emoción

Redes Cristianas
Jaime Richart 
La vida da para mucho o para nada, para vivirla o para li­mi­tarnos a existir. A cada cual, tarde o temprano, se le pre­senta el desafío de o diligenciarla o dejarse llevar. Dili­gen­ciarla es ir gestionándola a lo largo de los años en fun­ción de un interés, más allá de vivir, todavía inexplorado, de pre­disposiciones,  de aptitudes, de habilidades, de posi­bili­dades, y luego de circunstancias que van sobrevi­niendo a medida que cumplimos años.
Por otro lado, aun­que la solu­ción de nuestra vida material (pues tener re­suelta la vida material es determinante para todo lo de­más) y luego la prosperidad dependen en estas sociedades mucho más de la cuna y de coyunturas que del esfuerzo personal, vivir y el deseo de vivir son enteramente cosa nuestra… a menos que una mala constitución o una preca­ria salud física o ner­viosa nos agrien la vida. Y con mayor motivo en los tiem­pos y en la sociedad en que vivimos, en los que es necesario redoblar los esfuerzos respecto a la época anterior en la que la mayoría tenía mucho más fácil­mente resuelto el porve­nir. Y esto sucede, porque a causa de una “neoideología” que se ha enseñoreado de la vida colectiva, después de haber conseguido la sociedad para el individuo el aliento y el abrigo del Estado, cada día que pasa éste vuelve a sentir más el desamparo. Las circunstan­cias y las coyunturas tie­nen demasiada influen­cia en su destino y el mérito cuenta poco.
Pues al valorar el esfuerzo como mérito, por más que los “entendidos” se empeñen en calibrarlo, no debemos olvi­dar lo que sabe­mos: que mientras unos individuos han de desvivirse al in­corporarse al mundo del trabajo para, al final de varios procesos en muchos casos fracasar o acabar siendo presa del desaliento, otros se lo encuentran por naci­miento “todo hecho”. No conduce a nada esconder o velar esta la verdad. Ocurre en todo Occidente, pero en España es más rotundo, pues unas clases dominantes no han de­jado nunca de serlo. Éste es el real mapa biográfico de la ma­yor parte de las vidas, sean la de ese éxito sospechoso o de las artificiosamente fracasadas por no contar con ningún apoyo…

Pero hay unos Estados que cuidan, miman y potencian las capacidades individuales y otros las ignoran o las menos­pre­cian si la “rentabilidad” no acompaña a la capacidad y a la idoneidad del individuo por muy competente que éste sea. Por otra parte, la enseñanza reglada, que no deja de ser una enseñanza en sumisión, condiciona todo el deve­nir de la sociedad.  En virtud de esa enseñanza y las “ense­ñanzas” que comprende, las clases dominantes se ase­guran su preva­lencia colectiva e individual mientras las clases desfa­vorecidas pierden posibilidad de desarrollo y desenvolvi­miento, además de malograrse iniciativas e ideas que las em­pobrecen todavía más pese a que podrían ser aprovecha­bles para todos. El resultado es una reseña­ble de­cadencia general aunque aparezca solapada por se­ñuelos que lo velan y bambalinas que lo ocultan. Todo lo que ori­gina que el individuo en general vaya reduciendo, cada vez más tempranamente, no ya la posibilidad de al­canzar la ple­nitud (a lo que debiera contribuir la sociedad y ser el ob­jetivo principal de todos los gobiernos) sino la de al me­nos dignamente subsistir.

Es cierto que la vida siempre fue fácil para unos y difícil para otros. Pero en la de los tiempos que corren, sobresale el dato inédito de sobreabundancia de los recursos alimenti­cios hasta límites insospechados al comienzo de es­tos últimos cien años. Y a ellos se suman los recursos robóti­cos, que han producido un doble efecto. Por un lado facilitan de un modo extraordinario el trabajo y la interrela­ción entre los individuos y entre el individuo y las institucio­nes, pero por otro merma dramáticamente los que­haceres retribuidos y agudiza muchos problemas socia­les cuando hace un siglo la robótica precisamente nos las prometía muy felices… Pero es que además de compli­car la vida del trabajo y la socioeconómica de muchas mane­ras, fa­vorece la molicie. Y no solo la molicie sino tam­bién la des­preocupación e incluso la dejación de las res­ponsabilidades personales al tener a su alcance fácil el individuo ocasión de culpar de su negligencia, justo a la robótica, como si la robó­tica no necesitase de una mano humana…

Por otro lado, las condiciones de la relación hombre-mu­jer y las de la familia tradicional han sufrido tal convul­sión que, en unos países más que en otros pero en todos, es pre­ciso esperar todavía a un reajuste y a una convergen­cia ar­moniosa entre ambos sexos. De esa conver­gencia está pen­diente una sustancial mejora en la formación integral de quienes nos suponíamos destinados a la felicidad. Y la felici­dad, habida cuenta que es de una imposible y virtual continuidad, pasa por saber estimar las emociones aunque a veces sean consternantes.

Sea como fuere, los principales atractivos de la vida consis­ten están en el entretenerse y en experimentar emo­ciones. Positivas o negativas, se debilitan y languidecen con el tiempo. Pues a medida que avanzamos en la edad es más difícil entretenernos y las emociones de por sí van su­friendo un desgaste cada vez más temprano, en buena me­dida por el ansia de anticipar experiencias que en una socie­dad no decadente corresponderían en todo caso a otras edades. Pues ese desgaste progresivo conduce al te­dio y a la apatía que, si persisten, despiertan fácilmente la idea suicida. A fin de cuentas, el individuo, sea cual fuere su per­sonalidad, antes de su muerte física, si ésta, natural­mente, no ha sido súbita, generalmente ha dimitido de la vida moral, y antes le ha abandonado la vida emocional.

En todo caso el punto de inflexión del interés por la vida tiene que ver con las emociones. La pérdida progresiva del vigor va en paralelo con el debilitamiento de las emocio­nes. Las primeras que se pierden son la alegría, la sor­presa, el asombro y el miedo. Luego el asco y la ira. Sólo quedan eventualmente intactas la nostalgia y la melan­colía de la que Victor Hugo dice es la felicidad de estar triste por el re­cuerdo de buenos momentos pasados. Y aún queda otra emoción que, a mi juicio, es neutra y debemos cultivar con especial mimo… si la vida material nos sonríe y la tenemos razonablemente resuelta: la emoción estética. La emoción estética está cercana al arrobamiento, al embe­leso y a la mística. Aunque se comprende que las emocio­nes depen­den de la personalidad, del carácter, de la salud, de las cir­cunstancias, de la cultura personal, del confor­mismo y del grado de exigencia sobre lo que uno deseó y esperó de su futuro y lo logrado o no a lo largo de los años… si hemos te­nido la suerte o la desdicha de cumplir demasiados. Sea como fuere, lo último que debemos evitar en esta vida es abandonar el placer de la emoción aunque sea el llanto, pues aun cuando este fuese interminable, lo mismo que el dolor insoportable, ambos forman parte del verdadero vi­vir. Ya tendremos tiempo de estar muertos…

Nueva polémica del obispo de Alcalá en La2. Reig sostiene que los anticonceptivos llevan a “la infidelidad conyugal”

Reig Pla“El hombre puede considerar a la mujer como un simple instrumento de goce egoista”
La malicia anticoncepción ha llevado tras de ella el deterioro moral que hemos podido verificar en torno a la sexualidad humana en torno al matrimonio, las familias y las ideologías que han surgido
El obispo de Alcalá de Henares ha emprendido, una vez más, una nueva cruzada y en este caso ha sido contra los métodos anticonceptivos. En la televisión pública, durante la misa de La 2, Reig Pla ha prestado especial atención al sexo y ha dicho que los métodos anticonceptivos están detrás de de la “infidelidad conyugal”.··· Ver noticia

En resistencia contra la estrategia del terror Equipo Envío


Nicaragua
El enorme esfuerzo nacional para lograr un cambio en Nicaragua requiere de un esfuerzo internacional equivalente. En junio empezamos a tener las primeras señales de que el mundo empieza a saber lo que pasa en Nicaragua. Y lo que pasa es que Ortega está determinado a continuar en el poder, y para lograrlo ha optado por la estrategia del terror. Acciones terroristas para imponer el miedo han multiplicado los crímenes por todo el país.··· Ver noticia