FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
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ATALAYA

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viernes, 5 de mayo de 2017

El galileo muerto en Milwuakee

Atrio

Revuelta  Terrill Thomas un enfermo mental de 38 años ha muerto en una pequeña celda de la carcel del condado de Milwuakee víctima de un homicidio voluntario cometido por Los siete agentes del shérif encargados de la custodia de la prision en los diferentes turnos de guardia. Los siete agentes de la autoridad decidieron cortar el agua de la celda durante siete días hasta que Thomas murió sobre el suelo de su celda.
Imploró agua en vano. Perdió 16 kilos en esos siete días. Imploró agua. Siete policías sordos a sus gritos y gemidos lo dejaron morir entre el 24 de abril y el 1 de mayo. Seis jurados han pedido al juez que los procese por homicidio voluntario. El forense jefe ha concluido que Terrill Thomas ha muerto por homicidio.

!Sicio!. Tengo sed. Los siete agentes de la autoridad del país más rico del mundo no quisieron oír el !sicio! de Thomas en la carcel que custodiaban y cuya vida habían jurado proteger cuando juraron su cargo. La sed provoca una situación desesperada porque quien la sufre es consciente del estado en que se encuentra. Su organismo le envía mensajes constantes por lo que comienza a desvariar y solo piensa en beber. Y así muere. Los agentes de la autoridad esperaron a que su detenido muriera. Para eso tenían y era la autoridad. Tenían licencia para matar. Sobre todo a quien no se puede defender.
En esta pasada segunda semana de Pascua Florida los agentes de la autoridad no cayeron en la cuenta , no supieron , no vieron, que en la celda cuya corriente de agua habían cortado estaba absconditus a contrario, un galileo recién muerto de cruz y de sed. Estos guardias sin lanza y sin yelmo tampoco tuvieron esponja y vinagre, ni la quisieron. Como los del reparto de la inconsutil estaban allí para ver morir, para esperar a que Thomas muriera. Las mujeres dan vida. Los agentes de la autoridad, el prefecto, el sherif, los armados del mundo, provocan muerte, esperan la muerte, viven de la muerte. Lo grito en Salamanca Millán Astray: “¡Viva la muerte!”. Lo gritaron los fascistas italianos: “!Matemos el día!”. Lo grito Trosky:”Pues matemos el sol!”.
Para Terrill Thomas “lo antiguo ha pasado”. A nosotros nos queda ajustarles las cuentas a los que cortan el agua a los indefensos y a quienes les dan las órdenes, las placas y les pagan.

Domingo 7 de mayo, 4 Pascua – A (Juan 10,1-10): Nueva relación con Jesús

José Antonio Pagola

En las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de Jesús reavivando nuestra relación con él. Ponerlo decididamente en el centro de nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús acogido vitalmente. El evangelio de Juan hace algunas sugerencias importantes al hablar de la relación de las ovejas con su pastor.
Lo primero es «escuchar su voz» en toda su frescura y originalidad. No confundirla con el respeto a las tradiciones ni con la novedad de las modas. No dejarnos distraer ni aturdir por otras voces extrañas que, aunque se escuchen en el interior de la Iglesia, no comunican su Buena Noticia.
Es importante, además, sentirnos llamados por Jesús «por nuestro nombre». Dejarnos atraer por él. Descubrir poco a poco, y cada vez con más alegría, que nadie responde como él a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.
Es decisivo «seguir» a Jesús. La fe cristiana no consiste en creer cosas sobre Jesús, sino en creerle a él: vivir confiando en su persona; inspirarnos en su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y responsabilidad.
Es vital caminar teniendo a Jesús «delante de nosotros». No hacer el recorrido de nuestra vida en solitario. Experimentar en algún momento, aunque sea de manera torpe, que es posible vivir la vida desde su raíz: desde ese Dios que se nos ofrece en Jesús, más humano, más amigo, más cercano y salvador que todas nuestras teorías.
Esta relación viva con Jesús no nace en nosotros de manera automática. Se va despertando en nuestro interior de forma frágil y humilde. Al comienzo es casi solo un deseo. Por lo general crece rodeada de dudas, interrogantes y resistencias. Pero, no sé cómo, llega un momento en el que el contacto con Jesús empieza a marcar decisivamente nuestra vida.
Estoy convencido de que el futuro de la fe entre nosotros se está decidiendo, en buena parte, en la conciencia de quienes en estos momentos nos sentimos cristianos. Ahora mismo la fe se está reavivando o se está extinguiendo en nuestras parroquias y comunidades, en el corazón de los sacerdotes y fieles que las formamos.
La increencia empieza a penetrar en nosotros desde el mismo momento en que nuestra relación con Jesús pierde fuerza o queda adormecida por la rutina, la indiferencia y la despreocupación. Por eso, el papa Francisco ha reconocido que «necesitamos crear espacios motivadores y sanadores […] lugares donde regenerar la fe en Jesús». Hemos de escuchar su llamada.

Domingo 7 de mayo de 2017, 4º de Pascua


4 de PascuaA
María de San José (1967)
La 1ª lectura, tomada del libro de los Hechos, pertenece al discurso de Pedro, ante el pueblo reunido en Jerusalén, a raíz del hecho de Pentecostés. Después de interpretarles el fenómeno de las lenguas diversas en que hablaban los discípulos invadidos por el Espíritu Divino, Pedro evoca ante ellos la vida y la obra de Jesús, y les anuncia el “Kerygma”, la proclamación solemne de la Buena Nueva, del Evangelio: Cristo ha muerto por nuestros pecados, ha sido sepultado y al tercer día Dios lo hizo levantarse de la muerte librándolo de la corrupción del sepulcro y sentándolo a su derecha, como habían anunciado los profetas. El texto es ya, evidentemente, una primera elaboración teológica del llamado «kerigma», o síntesis o núcleo de la predicación, no es lo que realmente pudo decir Pedro. ··· Ver noticia ···

Fiesta Inspectorial de ”Santiago el Mayor”: “Estad siempre alegres”

- Por: Samuel Segura y redacción



Tendrá lugar el 6 de mayo, sábado, en Burgos en la Casa Salesiana "Padre Aramburu”.

 





Se celebra en el día de la Fiesta de Santo Domingo Savio, fruto de santidad del Sistema Preventivo de Don Bosco quien sabía bien aquello de que la santidad consiste en estar alegres.

Esta Fiesta es de todos los hermanos Salesianos y la Familia Salesiana de la Inspectoría, alrededor del padre común, el Sr. Inspector D. Juan Carlos Pérez Godoy. Está previsto que asistan más de 250 salesianos, y un buen número de representantes de grupos de la Familia Salesiana y de la Comunidad Educativa del colegio Padre Aramburu.

Con ocasión de la fiesta, y como todos los años, se realizará un acto de gratitud y homenaje a los salesianos que cumplen efemérides: 25, 50, 60 y 75 años de profesión religiosa y 25, 50 y 60 años de sacerdocio. En total son 55 Salesianos, SDB.

En el primer momento de la mañana tendrá lugar el Homenaje en el Salón de Actos a los hermanos que cumplen efemérides, posteriormente se realizará la visita a la obra salesiana de Padre Aramburu para finalizar con la Eucaristía presidida por el Sr. Inspector, en la iglesia de los Carmelitas y posterior comida fraterna.

En el ofertorio de la Eucaristía se ofrecerá un original y vistoso cuadro de María Auxiliadora realizado por las alumnas y alumnos que terminan este año en el centro el Ciclo de Grado Superior de Diseño de Fabricación Mecánica, como un homenaje a la virgen y a la educación salesiana recibida.

El marcapáginas de recuerdo que se entregará a todos los hermanos y miembros de la Familia Salesiana recoge la imagen de Domingo Savio que se bendice el día 5 de mayo para situarla en la parroquia santuario de María Auxiliadora de Salesianos Atocha, en Madrid.

Un año más tiene lugar la fiesta de la gratitud en torno al Sr. Inspector, celebrando la vida salesiana de 55 hermanos y en el día en que se conmemora a Santo Domingo Savio.

DESDE SIEMPRE POR SALOMÉ ARRICIBITA

DESDE SIEMPRE

col salome


Me conoces desde siempre,
desde siempre me sabes,
me nombras, me guías,
desde siempre en mí confías,
desde siempre conmigo caminas,
conmigo caminas.

Me conoces desde siempre,
desde siempre me llamas,
desde siempre me abrigas
y sembraste en mí la Vida,
que fluye abundante sin prisa,
que fluye abundante sin prisa.

ENSÉÑAME A ESCUCHAR SIEMPRE TU VOZENSÉÑAME A SENTIRTE EN MI INTERIORA CONOCER TUS PASOSA DESEAR SIEMPRE TUS PRADOSENSÉÑAME QUE AMAR LA VIDA ES EL MILAGRO
ENSÉÑAME A CRECER HACIA TU LUZENSÉÑAME QUE HAY CARA AUNQUE TAMBIÉN HAYA CRUZA ESPERAR EN TU PROMESAA BUSCAR SIEMPRE ESA PUERTADEL AMOR, DE LA ALEGRÍA ... QUE ERES TÚ
Me conoces desde siempre... y me quieres... desde siempre

Salomé Arricibita


Para descargar la canción pinche el siguiente enlace: Desde siempre.mp3 y dele al botón derecho del ratón y guardar como...

El vuelo de la vida - 4º Domingo de Pascua, Ciclo A

EL EGO SE APROPIA TAMBIÉN DEL COMPROMISO (II)

col enrique art

“Espiritualidad” y “compromiso” son, sin duda, hermosas palabras. Y somos conscientes de la facilidad con la que los humanos nos dejamos engañar por palabras que gozan de plausibilidad social. Pero, separadas –desconectadas entre sí–, son fuente de confusión y, en último término, de sufrimiento, porque nos hacen movernos en una “media verdad”.
Tal como lo veo, ambas expresiones únicamente pueden conjugarse y nutrirse mutuamente cuando arrancamos de una respuesta adecuada a la pregunta primera: ¿quién soy yo? Creo comprender lo que el autor (del artículo que comento y que envié la semana pasada) pretende decir al afirmar que la pregunta decisiva para él es “¿dónde está tu hermano?”; sin embargo, me parece que será imposible responder a ella ajustadamente si no sé realmente quién soy. ¿Quién soy yo?: esta es la cuestión de la que pende absolutamente todo lo demás.
El interés por esta pregunta –si es genuino– no solo no es narcisista, sino que nos conduce a la comprensión de quienes somos y, de ese modo, termina pulverizando el narcisismo. Ignorar esa cuestión –atribuyéndola a “modas psicologistas”– equivale a construir sin cimientos sólidos.
En este punto, me parece oportuno aportar algo de mi propia experiencia, con el objetivo pedagógico de clarificar lo que vengo diciendo: creo que la narración de lo vivido puede favorecer la comprensión más que discursos teóricos o razonamientos eruditos sobre el tema.
Recuerdo nítidamente la fuerza que el compromiso social adquirió en mi juventud, hasta el punto de que en todo momento me estaba evaluando a mí mismo a partir de si estaba o no “comprometido”. Una vez llegado a Argentina, adonde me llevó –más allá del detonante concreto que lo provocó– el anhelo de un compromiso mayor, buscaba “entregarme” en los barrios más necesitados de la ciudad donde había aterrizado. Todo en mí giraba en torno al compromiso: el tiempo dedicado, el uso del dinero, el trabajo en el barrio… Me reprochaba incluso no tener el coraje suficiente para dejar la casa donde vivía e irme a vivir a uno más de los “ranchitos” de aquella especie de “villa miseria” que a diario recorría.
Por aquella época no me hacía demasiadas preguntas acerca de lo que hacía. Más adelante, poco a poco, fueron surgiendo, a partir de algo que un día hizo “clic” en mí. Eso ocurrió una mañana cuando, visitando a unos ancianos que malvivían bajo unas latas y cartones, sin otro bien en su interior que una enorme pantalla de televisión, descubrí que eran más felices que yo. Dentro de mí se disparó una especie de alarma: tenía claro que mi objetivo era ayudar a aquellas personas a que fueran felices y, de golpe, descubro que lo eran más que yo. ¿Qué movía realmente mi dedicación?
Poco a poco me fui abriendo a la verdad de lo que vivía, descubriendo que existían en mí motivaciones de todo tipo, unas confesadas, otras –para mí en aquel momento– inconfesables. Descubrí que en mi compromiso había ciertamente amor a las personas y fidelidad a mi vocación cristiana. Pero se hallaban presentes igualmente otros motivos, en forma de necesidades inconscientes, más o menos ocultas o camufladas: de ser reconocido, aceptado e incluso aplaudido; de sentir mi vida “útil” y con sentido; de creer estar en la verdad y de ser “coherente” con ella; de tener una imagen de persona “comprometida”; de liberarme de la frustración que me suponía el hecho de que la realidad no se ajustara a mis deseos, por lo que estaba instalado en la resistencia a la vida; de compensar culpabilidades reprimidas y de sentirme “digno” ante Dios; de perfeccionismo…
Todo se daba mezclado, en dosis diferentes. Descubrirlo de golpe supuso un zarandeo notable, una sensación de quedar desnudo ante la realidad, un encuentro con mis “demonios interiores” –la parte oscura y oculta de mí–… y el comienzo de una puesta en verdad que no sabía dónde habría de conducirme.
De aquella crisis fui aprendiendo el camino de “vuelta a casa”, de la que, sin ser consciente, había vivido alejado. ¿Cómo podría acompañar a alguien en ese camino si yo mismo no lo recorría? Fui consciente de que muchas de mis “seguridades” anteriores podrían verse amenazadas, pero aún así experimentaba una fuerza interior –hoy sé que era un gratuito anhelo espiritual– que me proveía de determinación para afrontar todo lo que pudiera surgir.

HAY VIDAS Y VIDAS

col paz santos

He recibido el correo electrónico de un buen amigo que desde uno de los márgenes o periferias del mundo (viene de la República Centroafricana) y lo he leído con rapidez primero, y poco a poco después. Cada letra ha sido tecleada a la carrera, sin saber muy bien si podría enviarlo o no.
Me retiro, en silencio, para que la palabra de mi amigo pueda sonar en muchos corazones, al menos para acercarnos a su vida y los que parecen ser invisibles, como tantos otros, en el mapa del mundo, en la responsabilidad de las naciones y en los corazones de quienes todo esto nos pilla lejos, o ya no tan lejos aunque no lo queramos ver.
Escribe mi amigo (*1): “He leído tu mail con retraso porque he estado fuera de cobertura durante toda la Semana Santa y unos días más. El domingo de Ramos estuve en la Catedral de Bangassou y el martes tuvimos la misa crismal con una parte de mis curas. El miércoles ya te digo que me fui a una zona de alto riesgo, con muchos rebeldes armados rondando y la gente muy asustada. Fui a pasar la Semana Santa con ellos para pacificar el ambiente y que los rebeldes nos dejaran recomenzar la escuela, que no dispararan para no amedrentar a los niños y normalizar la vida de la misión y del pueblo. A la siguiente no pude pasar porque la pista estaba muy peligrosa y todos me decían de no tentar al diablo que nadie había pasado en varias semanas. Muchos musulmanes han muerto en estas semanas, asesinados por gente violenta. El Jueves Santo quise lavar los pies a un musulmán, un poco como para lavar esa sangre inocente derramada. Me he traído un niño de 10 años a quien le han matado a la familia. Lo tengo donde las monjas hasta que encontremos restos de su clan itinerante que andará huyendo por la selva.
El Viernes Santo me fui a una comunidad en plena selva. Había un grupo de viudas a las que les habían matado a los maridos delante de ellas unos días antes, amarradas las manos  con una cuerda a la espalda, les volaron la cabeza simplemente por no tener dinero que dar a estos paramilitares sin escrúpulos. Ellas habían huido cinco kilómetros hasta llegar a donde yo estaba y no paraban de llorar. Pero es que desde la primera lectura de ese Viernes Santo empezó a llover y diluvió hasta el final de la oración de la Pasión. Yo no podía abrir boca porque el ruido de la lluvia sobre las planchas de zinc me lo impedía. Dios amordazó nuestras bocas llorando a cántaros desde el cielo contra la barbarie que esos criminales habían cometido en ese pueblo de 50 habitantes.
El Sábado Santo estuve negociando con otros rebeldes menos armados, que dan caza a los primeros, para que dejaran a las Franciscanas y a los dos curas de recomenzar la escuela. Aceptaron. Mañana iré a otra zona de la diócesis donde otro grupo de rebeldes han ocupado la escuela y violan a las mujeres del pueblo a su antojo. Me quedaré allí hasta el domingo, no sé si podré enviarte este mail mañana antes de irme.
He pedido a la fuerza de la ONU, la Minusca, que me acompañe, pero me dicen que no han recibido órdenes de sus mandos. La ONU no encuentra países con soldados disponibles que quieran venir a Centroáfrica.
Vivo todo esto desde la serenidad sabiendo que Dios llora en las guerras y nos acompaña con su presencia invisible. La semana que viene tendremos una peregrinación de tres días que termina con una ordenación sacerdotal. Viviremos otra vez en zona de alto riesgo pero abrigados bajo el manto de la Virgen María.
Acabo de leer tu libro "Misión Compartida (*2) entre negociaciones con rebeldes. Me ha gustado mucho cómo escribes. No me acordaba del "Pacto de las catacumbas" y me parece un gesto profético de Helder Cámara y los suyos. Usas expresiones que yo uso también como "reciclar la violencia" o "dar o darse" (…) Echo de menos que no hables de los curas de parroquia. Los míos viven como columnas de bronce en zonas muy complicadas. Hay uno que llevo sin verlo dos meses y sigue allí con su pueblo en unión de desasosiegos e incertidumbres, de matanzas y esperanzas. En fin un trinomio muy interesante laicos, monjes y pobres. Mis pobres son míseros y zarandeados por la vida, son familias enteras al borde de la exterminación y me impresiona siempre cómo nunca pierden la esperanza. La lucha del vivir día a día, a contracorriente pero sin perder la esperanza... Mil abrazos y feliz tiempo de Pascua.
Unidos en la oración. Yo me aíslo en una colina y rezo. Hago como la rana, que pasa desde la agitación de la superficie a la tranquilidad de la profundidad con solo dar un salto y allí carga las pilas para poder volver a la superficie, a su bregar cotidiano, aunque sea en zona de alto riesgo, en la boca del lobo y corriendo sobre el filo de una cuchilla. Hasta la próxima, Juanjo Aguirre”
¿Cómo puedes leer, rezar, recoger, acompañar, negociar, reclamar, recordar, mandar recuerdos, abrazos en medio de todo ese sufrimiento y violencia? Sí, ya sé, como la rana y sin perder la esperanza.
Que tus palabras llenas de profunda experiencia ayuden a transformar corazones por este lado del mundo. Gracias y hasta la próxima, siempre.

Mari Paz López Santos
(*1) Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, República Centroafricana
(*2) “Misión Compartida – Laicos, monjes y pobres - ¿Unidos o hundidos?” (Ediciones   KHAF)

¡Qué vergüenza de celebración!

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

No sé si no aprendo, o si es bueno que eso suceda, que no me quiera contaminar con tantos desmanes litúrgicos, con tanta pastoral irrespetuosa con la debida y sagrada libertad de los fieles. No se trata de que yo abogue por una Liturgia desbocada, libre de todo tipo de orientación, y a expensas de los caprichos del clero. Mi experiencia en Brasil fue muy rica, pedagógica y esclarecedora: allí era la comunidad la que, con mucho respeto y disciplina, pero, al mismo tiempo, con libertad creadora y con imaginación, ayudaba a los encargados de dirigir la vida litúrgica de las comunidades a realizar las adaptaciones, los cambios, y las soluciones que mejor se prestaban a la marcha de la comunidad. El resultado era una liturgia parroquial más participativa, más solidaria, y más profunda, acoplada a las necesidades, posibilidades y capacidades del pueblo de Dios en cada parcela de la comunidad eclesial.

No es esto lo que vivo en España, y ha sido éste el motivo de mis insatisfacción, de mi desasosiego, de mi inquietante tristeza en mi vida de pastor, y, sobre todo, en mi condición de liturgo, y de presidente de las celebraciones sacramentales que mi condición de presbítero me han ido deparando. Mi alegría y mi descanso es que, en general, una vez depurada la presencia de las personas más apegadas a los usos y costumbres tradicionales, en las diversas asambleas litúrgicas que se me han ido presentado y consolidando, lo que sufro en la escasez y pequeñez de mis asambleas, lo gano y disfruto en la calidad, pureza y simplicidad, acompañada de hondura, de nuestras celebraciones. De alguna manera, estas líneas son un desahogo y un grito tanto de atención como de socorro, de SOS que lanzo a quien, amorosamente, entre en contacto con mis inquietudes y preocupaciones a través de éstas líneas.
Todo esto viene a cuento por lo que vengo ahora mismo a contar: el fin de semana pasado, en una parroquia cercana a lamí, en nuestra vicaría IV, hubo una celebración que he calificado, en el título, de “vergüenza de celebración”. Diré por qué: se trataba de una especie de sacramento de la iniciación cristiana, en que hubo, además de ésta, bautizos de adultos, confirmaciones, y primeras comuniones. Mi informante es una amiga que fue madrina de Confirmación de una señora de mi parroquia, que, a sus cincuenta años, se ha ido preparando concienzudamente para recibir el sacramento de la Confirmación, para poder ser madrina de Bautismo de su nieta en Argamasilla de Alba. Mi informante es, además de firme y fiel practicante, una catequista de poscomunión, asistente hace años al curso de Biblia, miembro del Consejo de Pastoral parroquial, y colaboradora en cualquier iniciativa parroquial que esté al alcance de su colaboración.
Contaré los detalles de la celebración que sorprendieron, algunos, escandalizaron, otros, o causaron estupor. Haré un recorrido breve y sencillo:
El Hecho: Se pidió a los diversos sujetos que recibieron uno, o más sacramentos, que, en la Consagración, anunciada con firme repicar de campanilla, se pusieran de rodillas. Comentario crítico: hay que respetar al que desee mantenerse en esa postura durante la Consagración. Pero, ni es más respetuoso o devoto, que la postura de pie, ni nadie posee el poder para solicitar autoritariamente a los demás que usen esa postura corporal. Lo especialista en Liturgia recuerdan que no hay un solo momento, en la celebración eucarística, que la naturaleza de ésta ni imponga, ni indique, ni aconseje, el arrodillarse. La Eucaristía es para comer, no para adorar.
La comunión en la mano, ni está preceptuada, ni se puede imponer, a no ser que la persona, “motu propio”, sin indicación previa ni condicionamiento, así quiera recibir la Comunión. Y, desde luego, si queremos recordar la celebración de la Pascua judía, los israelitas no contemplaron nunca, jamás, que nadie les diese de comer en la boca, como si fueran bebés. Habrá que recordar pues, a algunos clérigos, que la comida en la boca solo la reciben, en lógica sensata, los bebés y los mayores impedidos.
Recibir el Santo Crisma en la mano: por lo visto el celebrante tenía reparo en ungir a las mujeres en el pecho, algo que se puede realizar, evidentemente, sin ningún incómodo ni apuro en la parte alta del tórax de la mujer, que no quiere decir, de ninguna manera, entre los pechos. No se puede no solo tener, sino parecer que se tiene, un corte en el terreno sensorial y corporal, por el hecho de tocar el cuerpo de la mujer. ¿Daríamos un sentido “sexual” al mismo gesto tocando un hombre el tórax de otro hombre, habría el mas mínimo motivo para un interpretación de ese tipo?
Diré sinceramente mi opinión: se trata, evidentemente, de una celebración pre-conciliar, que a personas acostumbradas a una Liturgia más normal, sensata, lógica, del Pueblo de Dios para el Pueblo de Dios, le puede extrañar, confundir y retrotraer a épocas felizmente pretéritas y dejadas de lado, a base de muchos esfuerzos, explicaciones, y conquistas de sentido común, y de respeto a la verdadera, y primera, Tradición. ¿Alguien imaginaría a Jesús con algunos de esos gestos en la Última Cena, o a los primeros cristianos con esa puesta en escena acartonada y pusilánime?

Dos papas y un destino


Xavier Garí de Barbarà

Juan XXIIIPapa Francisco6[Foc Nou] Juan XXIII y Francisco I son dos papas de la Iglesia católica escogidos en un plazo de 55 años de diferencia y que guardan muchas y curiosas similitudes entre ellos, en especial, la atrevida defensa de la paz en el mundo, reconocida unánimemente. Ambos marcan un estilo particular pero muy parecido. Con una clara espontaneidad, con una gran libertad y con una firme determinación, se abren y se impulsan hacia tres grandes retos claves de sus tiempos: reformar la Iglesia, revitalizar el Pueblo de Dios e influir en un mundo cambiante y complejo en el que impactan y quieren dejar la estela del Evangelio. ··· Ver noticia ···

Nobel de la Paz: “Venezuela es blanco de agresiones del imperio norteamericano”


Marcos Brindicci


venezuelaEl destacado activista argentino Pérez Esquivel ha compartido en Facebook su opinión acerca de la situación en Venezuela.
Nobel de la Paz: “Venezuela es blanco de agresiones del imperio norteamericano”
Adolfo Pérez Esquivel, un reconocido activista argentino y ganador del premio Nobel de la Paz en 1980, ha publicado este sábado en Facebook un artículo titulado ‘Resistencia del pueblo venezolano’, dedicado a la situación en ese país latinoamericano.
“Venezuela es blanco de agresiones del imperio norteamericano que no cede en su embestida con el objetivo de derrocar al gobierno electo democráticamente”, afirmó Pérez Esquivel. Según el activista, “la oposición venezolana se niega al diálogo con el gobierno”. En ese contexto, ellos “no han respetado las instancias propuestas por la Unasur y facilitadas por el papa Francisco, junto con varios expresidentes a fin de llegar a acuerdos que garanticen la Paz social”, asegura. ··· Ver noticia ···

El sermón de Fray Antón Montesino

Juan José Tamayo, teólogo

Tamayo3En diciembre de 2011, con motivo del quinto centenario del Sermón pronunciado por el dominico fray Anton Montesino en Santo Domingo, escribí un artículo aparecido en el diario EL PAIS. Me encuentro ahora en Santo-Domingo-República Dominicana, dando un ciclo de conferencias en el Centro de Teología de Santo Domingo, en el Convento de los Padres Dominicos, donde en su día vivió Montesino. He visitado el majestuoso monumento dedicado al fraile dominico erigido en el Malecón de esta ciudad de Santo Domingo, donde están inscritas las palabras centrales del sermón. En lugar tan emblemático he reescrito el artículo que envío a mis amigas y amigos.

El 21 de diciembre de 1511, el cuarto domingo de Adviento, subía al púlpito del convento de los dominicos en La Española (Santo Domingo) fray Antón Montesino para pronunciar un memorable sermón, que se convertiría en una de las primeras y más radicales denuncias de los abusos de la conquista española en Abya-Yala y en un antecedente del pensamiento latinoamericano liberador. Una parte del sermón Ha llegado hasta nosotros gracias a la profética e incisiva pluma de fray Bartolomé de Las Casas, que recoge lo sustancial de la prédica y las reacciones a la misma en el tercer libro de su Historia de las Indias (Tomo II, M. Aguilar Editor, Madrid, s/f, pp. 385-395).
El sermón fue preparado por todos los miembros de la comunidad de Santo Domingo, quienes lo firmaron de su puño y letra para dejar constancia de la autoría colectiva y de la relevancia de tan decisiva pieza oratoria. Los dominicos lo habían preparado a conciencia a partir de sus propias averiguaciones sobre el “crudelísimo y aspérrimo cautiverio” al que los encomenderos españoles sometían a los indios en las minas de oro y otras granjerías, y tras escuchar numerosos testimonios sobre la “tiránica injusticia” y las “execrables crueldades” contra los nativos, tratados como animales “sin compasión ni blandura”, y “sin piedad ni misericordia”, según la descripción de Las Casas. Tras tan concienzudo análisis de la realidad acordaron denunciar desde el púlpito el régimen de la encomienda por considerarlo contrario “a la ley divina, natural y humana”.

El Prior de la Comunidad Pedro de Córdoba encargó pronunciar el sermón a fray Antón Montesino, uno de los primeros dominicos en llegar a la isla, afamado predicador, hombre de letras, muy animoso, “aspérrimo en reprender vicios” “muy colérico en sus palabras” y “eficacísimo en sus frutos”. El templo estaba a rebosar. Ocupaban los primeros puestos las principales autoridades coloniales, entre ellas el almirante Diego de Colón, hijo del conquistador. También estaba presente el clérigo Bartolomé de Las Casas, en su calidad de encomendero. Ante un público tan cualificado el predicador no tuvo pelos en la lengua y, recurriendo al género literario interrogativo, todavía más incisivo en la denuncia, habló a los presentes de esta guisa:
“Voz del que clama en el desierto. Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y conozcan a su Dios y creador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? Esto no entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad, de sueño tan letárgico, dormidos? Tened por cierto, que en el estado que estáis, no os podéis más salvar, que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe en Jesucristo”.

Terminada la misa, Diego de Colón y los oficiales reales se dirigieron al convento de los dominicos para reprender al predicador por el escándalo sembrado en la ciudad, acusarlo de “deservicio” al Rey y exigirle que se retractase en público el domingo siguiente. Siete días después fray Antón Montesino volvió a subir al púlpito y, lejos de desdecirse, se ratificó en las denuncias y afirmó que los encomenderos no podían salvarse si no dejaban libres a los indios y que irían todos al infierno si persistían en su actitud explotadora. El sermón provocó todavía mayor alboroto que el del domingo anterior, y los oficiales reales enviaron al rey cartas de protesta contra los frailes.

Fray Antón Montesino fue enviado a España para dar cuenta y razón de su sermón al rey. Tras muchos impedimentos, logró entrevistarse con el anciano monarca, a quien expuso un largo memorial de los agravios de los conquistadores contra los indios: hacer la guerra a gente pacífica y mansa, entrar en sus casas y tomar a sus mujeres, hijas, hijos y haciendas, cortarles por medio, hacer apuestas sobre quién les cortaba la cabeza de un tajo, quemarlos vivos, imponerles trabajos forzados en las minas, etc.
Aquel sermón no cayó en saco roto. Marcó el comienzo del cristianismo liberador, del reconocimiento de la dignidad de los indios y del respeto a la diversidad cultural y religiosa en Amerindia. Fue, asimismo, el germen de la teología de la liberación. Tres años después, Bartolomé de Las Casas renunciaba a su función de encomendero, se convertía en el defensor de los derechos de los indios, en el iniciador de la variante latina de la filosofía europea de la alteridad y de la tolerancia, según Francisco Fernández Buey y en el precursor del diálogo interreligioso e intercultural.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría” de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant lo Blanch, 2011, 2ª ed.) e Invitación a la utopía. Estudio histórico apara tiempos de crisis (Trotta, Madrid, 2012).