FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 19 de septiembre de 2018

Ve con los últimos

col salome 2
Ve con los últimos, ve con los últimos
y no tengas miedo de perder
ve con los últimos, ve con los últimos
que no pierde quien sabe querer
Ve con los últimos, ve con los últimos
y no tengas miedo de caer
ve con los últimos, ve con los últimos
pues siempre podrás ponerte en pie
ve con los últimos, ve con los último
pues siempre podrás ponerte en pie
Ve con los últimos, ve con los últimos
y aprende a vivir y respirar
ve con los últimos, ve con los últimos
que la vida es servir, sentir y amar
Ve con los últimos, ve con los últimos
y verás la luz en su mirar
ve con los últimos, ve con los últimos
que Dios siempre habitó su soledad
ve con los últimos, ve con los últimos
que Dios siempre habitó tu soledad

Salomé Arricibita


Para descargar la canción pinche el siguiente enlace: ve_con_los_ultimos.mp3 y dele al botón derecho del ratón y guardar como...

¿Un cristiano laico?

col haya
Nuestra cultura occidental está abandonando la religión. Su progresiva conciencia de autonomía -personal y social- rechaza cualquier imposición externa. Se habla de una era posreligiosa o laica.
El laicismo surgió como una rebelión contra una cultura religiosa cristiana, que imponía unas leyes y unas creencias bajo la autoridad de un ser trascendente. Posteriormente se ha superado esa postura inicial de rechazo, y se va afianzando una actitud que organiza la vida social sin tener en cuenta las creencias o normas religiosas; “como si Dios no existiese” según la tan repetida expresión de Bomhöffer. Esta tendencia se conoce como laicidad.
Los cristianos sentimos como algo esencial la inculturación  -la encarnación- en la sociedad en que vivimos.
¿Puede un cristiano adoptar la laicidad?
El cristiano puede compartir con la laicidad el rechazo de creencias y normas impuestas desde el exterior, porque la trascendencia de Dios incluye su inmanencia en la persona y en todo el universo: “más íntimo que mi propia intimidad”. Y las creencias y normas que le propone su religión no han sido dictadas desde fuera, ni en hebreo ni en latín, sino percibidas en la experiencia espiritual de Hammurabi, Moisés, o Jesús, y que él mismo puede experimentar en su conciencia.
Podría objetarse que la religión supone el reconocimiento de Dios, que sería un reconocimiento ajeno a la laicidad. Sin embargo la laicidad no niega a Dios, prescidende de él en su organización social.
Yo me atrevo a decir que la laicidad incluye de alguna manera a Dios. La naturaleza humana tiene una dimensión espiritual -que se expresa mejor en símbolos y en poesía que en conceptos-; y reconoce elementos trascendentes -más importantes que sus propios intereses- como el amor, la justicia, la dignidad y la igualdad de todos los seres humanos. Estos son otros tantos nombres que tratan de darnos una idea de esa Realidad última -que algunos llamamos Dios- y que, en este estadio de nuestra evolución, nos resulta un misterio que no sabemos explicar (como el 80 % de la materia).
¿Añade algo el cristianismo a la cultura laica?
Por ejemplo: la gratuidad total, el jornalero de última hora que cobra igual que el que trabajó toda la jornada, el amor a los enemigos... Es verdad que estas actitudes resultan difíciles de aceptar incluso para “la buena gente” -y para muchos cristianos- pero pertenecen también a la más pura esencia del amor humano.
Esto se pone de manifiesto en innumerables actos, que solemos llamar “ejemplares” “heroicos”, realizados tanto por personas religiosas o laicas: el inmigrante que se lanza a las vías del metro para salvar a un niño, el enfermero o el bombero que arriesgan su vida, los miles de donantes de órganos, la madre de familia numerosa que acoge a los huérfanos de una vecina tan pobre como ella.
La parábola del buen samaritano no es ejemplar porque la dijera Jesús; Jesús es ejemplar porque expuso esa parábola, que resuena en todo corazón humano.
El Reino de Dios no es una religión, ni judía ni cristiana; es una plenitud de amor fraterno, y Jesús lo reconoció en samaritanos, publicanos, cananeos, y en el centurión de un ejército invasor, tanto o más que en judíos o en sus mismos discípulos.
La línea entre lo laico y lo sagrado se nos hace más permeable; pueden beneficiarse mutuamente. Tanto lo sagrado como lo laico (las impurezas que decían los fariseos) no vienen de fuera, nacen del corazón (de la conciencia) (Mc 7,14-16). ¿Qué diferencia hay entre la conciencia de una  ONG y la de una Comunidad Cristiana de Base, entre Greenpeace y la Comunidad de san Egidio? “Al atardecer de la vida nos examinarán del amor” (San Juan de la Cruz).
Conclusiones
La era “posreligiosa” está extendiéndose sólo en Occidente, y podría ser una etapa de reacción contra un exceso religioso, pero actualmente es una situación real. Creo que puede evolucionar porque tendemos a expresar y compartir nuestra espiritualidad en ritos y normas sociales; y en esto sería el inicio de otra religión. Las Iglesias cristianas deben preocuparse más de mantener la amplitud humana del evangelio que de “esas tradiciones vuestras” (Mt 15,3), que lo han ido encerrando en límites culturales.
Un cristiano puede adoptar sinceramente una cultura laica; puede vivir esta situación como exigencia propia o como adaptación a la cultura de su entorno. Bonhöffer lo expresa claramente: No podemos ser honestos sin reconocer que es necesario que vivamos en este mundo etsi Deus non daretur (como si Dios no existiese)”, “Ante Dios y con Dios, vivimos sin Dios”.

PEQUEÑ@S Y SERVIDOR@S PARA FORTALECER LA COMUNIDAD DEL REINO

col Carme Soto
Una vez más “el profeta de Galilea” le da la vuelta a las expectativas de sus compañeros, y les propone como criterio de grandeza el servicio y de honor el cuidado de los/as pequeños/as. Esta es la lógica a la que estamos también llamadas/os los creyentes del siglo XXI, superando cualquier tentación de poder y prestigio, pues hoy como ayer seguimos con frecuencia discutiendo quien ha de ser el primero/a en la comunidad eclesial, olvidando estas palabras que Marcos hoy nos recuerda y desde las que se nos invita a construir fraternidad y sororidad de otra manera.
El relato evangélico de hoy nos sitúa en el comienzo del camino que llevará a Jesús a Jerusalén. Jesús en este momento de su vida tiene claro que las fuerzas que se oponen a la propuesta salvadora de Dios son muy fuertes y no van a claudicar en su objetivo de anular su propuesta. Él sabe que su vida comienza a estar en peligro, pero no va a ceder en su empeño de ofrecer el amor y la justicia bondadosa de Dios a los y las pequeños/as de esta tierra.
Los sinópticos expresan esta conciencia de Jesús a través de los anuncios de la pasión. Estos textos no significan que el Maestro predijera el futuro, sino que era realista al valorar las consecuencias de sus opciones. Esta conciencia le va a llevar a implicarse con intensidad en la formación de su comunidad para fortalecer sus certezas y opciones y en el caso que él falte puedan seguir adelante comprometidos/as coa causa do Reino (Mc 9, 31).
 Marcos expresa con claridad que sus compañeros/as no captan la trascendencia de las palabras de Jesús y tienen miedo de que todas sus expectativas se vengan abajo y se oscurezca el horizonte que los ha ilusionado por los caminos galileos. Ellos están lejos de entender los criterios del reino y siguen aferrados a sus ideales de éxito y poder.
Al llegar a Cafarnaúm, donde Jesús había ubicado su casa (Mc 2, 1), reúne a los doce para cuestionar sus humanas pretensiones de poder y honor (Mc 9, 33-34). Una vez más  “el profeta de Galilea” le da la vuelta a las expectativas de sus compañeros, y les propone como criterio de grandeza el servicio y de honor el cuidado de los/as pequeños/as. 
El servicio, es el criterio que Jesús propone como referente en las relaciones dentro de la comunidad del Reino.  El valor central de la cultura de Jesús era el honor. Un valor que se entendía como la estima que una persona tiene a los ojos de los demás y depende de su origen familiar y del lugar social que se ocupa. Este honor se mantiene y se acrecienta con gestos públicos de beneficencia y ejemplaridad. Para Jesús sin embargo lo importante no es quien es el primero y cuales son los privilegios y estatus que ese lugar otorga. Para Jesús, por el contrario, el valor central es el servicio, pero no entendido como mera servicialidad, sino como la base de una nueva jerarquía de valores que pone en el centro a quien no cuenta inaugurando así un nuevo horizonte cargado de posibilidades inéditas de encuentro, de igualdad y de fraternidad y sororidad.
De este modo Jesús denuncia nuestras orgullosas jerarquías, nuestros planteamientos que incluyen “superiores” e “inferiores”. El servicio no es una cuestión meramente ascética, sino una propuesta profética que deslegitima cualquier pretensión de divinizar estructuras, de justificar privilegios, o pactar co l@s podero@sde este mundo.
En tiempos de Jesús los niños y niñas no tenían la visibilidad y protagonismo que tienen en los nuestros.  Los chiquillos/as eran los miembros más débiles de la sociedad. No era fácil crecer en un mundo continuamente amenazado de hambre, guerra, abusos...y llegar a la edad adulta era no era empresa fácil. Más del 60% de los niños/as morían antes de la adolescencia y pocos llegaban a adultos con ambos progenitores vivos[1]. Aunque tener hijos (especialmente varones) aseguraba la continuidad familiar, los niños/as ocupaban el último lugar en la jerarquía familiar y por eso coger a un niño/a era un gesto totalmente gratuito, pues no tenía nada que ofrecer de vuelta, no poseían bienes, ni capacidad para ofrecer honorabilidad y prestigio en su entorno.
En este contexto el hecho de que Jesús proponga a los niños como el paradigma de las relaciones de la comunidad del reino, supone un cambio de jerarquías. Se trata de identificarse con los más desfavorecidos/as, de considerar honorable lo que no cuenta. Se trata de entender que para los seguidores y seguidoras del Maestro los primeros lugares son para los últimos y no solo por un gesto de compasión, sino porque esa es la clave no solo de conducta, sino de entender a Dios. 
De este modo, Jesús pone el servicio y la gratuidad en un lugar central en las relaciones dentro de la comunidad. Con su típico lenguaje provocador nos enseña a imaginar un mundo diferente. Desde su peculiar experiencia de Dios sitúa todo en otro horizonte, descubre nuevas posibilidades e introduce una lógica alternativa, la de la gratuidad y el desinterés propio. Esta es la lógica a la que estamos también llamadas/os los creyentes del siglo XXI, superando cualquier tentación de poder y prestigio, pues hoy como ayer seguimos con frecuencia discutiendo quien ha de ser el primero/a en la comunidad eclesial, olvidando estas palabras que marcos hoy nos recuerda y desde las que se nos invita a construir fraternidad y sororidad de otra manera.

Sólo el servicio al débil me hace plenamente humano

col fraymarcos
Mc 9, 29-37
El tema principal que leemos hoy es el mismo que leíamos al final del domingo pasado y que no comentamos. Jesús atraviesa Galilea camino de Jerusalén, donde le espera la Cruz. El evangelio nos dice expresamente que quería pasar desapercibido, porque ahora está dedicado a la instrucción de sus discípulos. Esa nueva enseñanza tiene como centro la cruz. Trata de convencerles de que no ha venido a desplegar un mesianismo de poder sino de servicio a los demás, pero no lo consigue. Todos siguen pensando en su propia gloria.
Este segundo anuncio de la pasión es prácticamente repetición del primero. No deja lugar a dudas sobre lo que Jesús quiere transmitir. Los discípulos siguen sin comprender, a pesar de que ya el domingo pasado nos decía que se lo explicaba “con toda claridad”. Si les daba miedo preguntar es porque algo intuían que no les gustaba. Esa indicación nos muestra que más que no comprender, es que no querían entender, porque la muerte ignominiosa de Jesús significaba el fin de sus pretensiones mesiánicas. Hasta que no llegue la experiencia pascual, seguirán sin entender la parte más original del mensaje.
¿De qué discutíais por el camino? Jesús quiere que saquen a la luz sus íntimos sentimientos, pero guardan silencio porque saben que no están de acuerdo con lo que Jesús viene enseñándoles. Entre ellos siguen en la dinámica de la búsqueda del dominio y del poder. Tenemos que recordar que en aquella cultura el rango de las personas se tomaba muy a pecho, y era la clave de todas las relaciones sociales.
“Quien quiera ser el primero que sea el último y el servidor de todos”. Exactamente el mismo mensaje del domingo pasado. Y lo encontraremos una vez más en el episodio de la madre de los Zebedeos, pidiendo a Jesús los primeros puestos para sus hijos. No nos pide Jesús que no pretendamos ser más, al contrario, nos anima a ser el primero, pero por un camino muy distinto al que nosotros nos apuntamos. Debemos aspirar a ser todos, no sólo “primeros”, sino “únicos”. En esa posibilidad estriba la grandeza del ser humano.
Dios no quiere que renunciemos a nada. A veces los cristianos hemos dado a los de fuera la impresión de que para ser Él grande, Dios quería empequeñecidos. Jesús dice: ¿Quieres ser el primero? Muy bien. ¡Ojalá todos estuvieran en esa dinámica! Pero no lo conseguirás machacando a los demás, sino poniéndote a su servicio. Cuanto más sirvas, más señor serás. Cuanto menos domines, mayor humanidad. La sabiduría me hará ver que el bien espiritual (el mío y el del otro) está por encima del material. Si me pongo en esta perspectiva nunca haré daño al otro buscando un interés egoísta a costa de los demás.
Acercando a un niño lo abrazó y dijo. No es fácil descubrir el sentido y la conexión con lo que antecede. En tiempos de Jesús, los niños no contaban, eran utilizados como pequeños esclavos. Por otra parte, la palabra griega “paidion” que emplea el texto, es un diminutivo de “pais”, que ya significa niño y también criado y esclavo. En algún códice utiliza el artículo determinado, que indicaría “el chiquillo”, no uno cualquiera. Sería, el pequeño esclavo, el chico de los recados. En el contexto de la narración, sería el chico de los recados de la casa donde estaban o que el grupo tenía a su disposición. Aquí descubrimos la relación con el texto anterior. El niño estaría en la escala más baja de los que se dedican a servir.
El que acoge a un niño como éste, me acoge a mí. No se trata de manifestar cariño o protección al débil sino de identificarsecon él. Al abrazarle, Jesús está manifestando que él y el muchacho forman una unidad, y que si quieren estar cerca de él, tienen que identificarse con el insignificante muchacho de los recados, es decir hacerse servidor de todos. Uno de los significados del verbo griego es preferir. Sería: el que prefiere ser como este niño me prefiere a mí. El que no cuenta, el utilizado por todos, pero sirve a los demás, ese es el que ha entendido el mensaje de Jesús y le sigue de verdad.
Y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Este paso es muy importante: acoger a Jesús es acoger al Padre. Identificarse con Jesús es identificarse con Dios. La esencia del mensaje de Jesús consiste en esta identificación. Repito, el mensaje no consiste en que debemos acoger y proteger a los débiles. Se trata de identificarnos con el más pequeño de los esclavos que sirven sin que se lo reconozcan ni le paguen por ello. Esa actitud es la que mantiene Jesús, reflejando la actitud de Dios para con todos.
Después de dos mil años seguimos sin enterarnos. Y además, como los discípulos, preferimos que no nos aclaren las cosas; porque intuimos que no iban a responder a nuestras expectativas. Ni como individuos ni como grupo (comunidad o Iglesia) hemos aceptado el mensaje del evangelio. La mayoría de nosotros seguimos luchando por el poder que nos permita utilizar a los demás en beneficio propio. Siguen siendo inmensa minoría los que ponen su vida al servicio de los demás y les ayudan a vivir sin esperar nada a cambio. 
Hay dos maneras de servir: una es la del que voluntariamente se somete al poderoso para conseguir su favor y aprovechar de alguna manera su poderío. Esto no es servicio sino servidumbre, y lejos de hacer más humana a una persona la envilece. Esta actitud es muy criticada por Jesús. En torno a todo poder despótico pulula siempre una banda de aduladores que hacen posible el despotismo. La diaconía que se desarrolló en la primitiva Iglesia, significaba, en su acepción civil, “servir a la mesa”. En cristiano indicaba el servicio a los más necesitados por los que no tenían obligación de hacerlo. Este servicio es el que humaniza.
Si es la esencia del mensaje ¿Por qué ha fracasado estrepitosamente? El domingo dijimos que no podía conocer a Jesús si no me conocía a mí mismo. Dando un paso más, decimos hoy que sin ese conocimiento, es imposible llegar a ser auténtico cristiano. Ahora bien, como llegar a conocerse a sí mismo es muy difícil, la iglesia trató de racionalizar el mensaje con razones externas. Resumiendo mucho, tal vez demasiado, podíamos resumirlo en dos: 1ª Es la voluntad de Dios. 2º Si lo cumples, Dios te premiará; si no lo cumples, te castigará.
A la 1ª hay que decir: esa pretensión es tan etérea y difusa que con la mayor facilidad se puede tergiversar y deteriorar sin que tengamos posibilidad de advertirlo. Por otra parte, ¿Quién me asegura que esas exigencias son la voluntad de Dios? La 2ª es aún más burda. Bastaría caer en la cuenta de que es la misma técnica que utilizamos los seres humanos para domesticar a los animales: palo o zanahoria. ¡Cómo hemos podido llegar a pensar que Dios nos tiene que tratar como animales para que alcancemos nuestra meta!
Haríamos bien en superar la idea de un Dios antropomórfico con cualidades humanas y motivaciones exactamente iguales a las nuestras. Como no nos han conducido por el camino del conocimiento de nosotros mismos y el Dios que nos habían propuesto es absurdo, los cristianos nos hemos quedado con el culo al aire. Ni somos capaces de descubrir las exigencias del evangelio en lo hondo de nuestro propio ser, ni encontramos razones externas suficientes para que nos motiven. Hemos quedado en la inopia.

Meditación
Si me doy a los demás hasta consumirme,
¿Dónde colocaré los adornos (la gloria) que pretendo alcanzar?
Si estoy pensando en mí mismo, cuando me doy al otro,
¿Qué clase de entrega estoy llevando a cabo?
En la medida que sirva a los demás sin esperar nada a cambio,
en esa medida me estaré acercando al ideal cristiano.

Unos discípulos torpes, miedososmy ambiciosos

col sicre

La confesión de Pedro («Tú eres el Mesías»), que leímos el domingo pasado, marca el final de la primera parte del evangelio de Marcos. La segunda parte la estructura a partir de un triple anuncio de Jesús de su muerte y resurrección; a los tres anuncios siguen tres relatos que ponen de relieve la incomprensión de los discípulos. El domingo pasado leímos el primer anuncio y la reacción de Pedro, que rechaza la idea del sufrimiento y la muerte. Hoy leemos el segundo anuncio, seguido de la incomprensión de todos.
Segundo anuncio de la pasión y resurrección
La actividad de Jesús entra en una nueva etapa: sigue recorriendo Galilea, pero no se dedica a anunciar a la gente la buena nueva, se centra en la formación de los discípulos. Y la primera lección que les enseña no es materia nueva, sino repetición de algo ya dicho; de forma más breve, para que quede claro: ««El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y, después de muerto, a los tres días resucitará». En comparación con el primer anuncio, aquí no concreta quiénes serán los adversarios; en vez de sumos sacerdotes, escribas y senadores habla simplemente de «los hombres». Tampoco menciona las injurias y sufrimientos. Todo se centra en el binomio muerte-resurrec­ción. Para quienes estamos acostumbrados a relacionar la pasión y resurrección con la Semana Santa, es importante recordar que Jesús las tiene presentes durante toda su vida. Para Jesús cada día es Viernes Santo y Domingo de Resurrección.
Segunda muestra de incomprensión
Al primer anuncio, Pedro reaccionó reprendiendo a Jesús, y se ganó una dura reprimenda. No es raro que ahora todos callen, aunque siguen sin entender a Jesús: «ellos no entendían lo que les decían y temían preguntarle» (Mc 9,32). Marcos es el evangelista que más subraya la incomprensión de los discípulos, lo cual no deja de ser un consuelo para cuando no entendemos las cosas que Jesús dice y hace, o los misterios que la vida nos depara. Quien presume de entender a Jesús demuestra que no es muy listo.
La prueba más clara de que los discípulos no han entendido nada es que en el camino hacia Cafarnaúm se dedican a discutir sobre quién es el más importante. Mejor dicho, han entendido algo. Porque, cuando Jesús les pregunta de qué hablaban por el camino, se callan; les da vergüenza reconocer que el tema de su conversación está en contra de lo que Jesús acaba de decirles sobre su muerte y resurrección.
Una enseñanza breve y una acción simbólica nada romántica
La discusión sobre el más importante supone, en el fondo, un desprecio al menos importante. Jesús va a dar una nueva lección a sus discípulos, de forma solemne. No les habla, sin más. Se sienta, llama a los doce, y les dice algo revolucionario en comparación con la doctrina de Qumrán: «El que quiera ser el primero que sea el último y el servidor de todos». (El evangelio de Juan lo visualizará poniendo como ejemplo a Jesús en el lavatorio de los pies).
Para comprender la discusión de los discípulos y el carácter revolucionario de la postura de Jesús conviene recordar la práctica de Qumrán. En aquella comunidad se prescribe lo siguien­te: «Los sacerdotes marcharán los primeros conforme al orden de su llamada. Después de ellos seguirán los levitas y el pueblo entero marchará en tercer lugar (...) Que todo israelita conozca su puesto de servicio en la comunidad de Dios, conforme al plan eterno. Que nadie baje del lugar que ocupa, ni tampoco se eleve sobre el puesto que le corresponde» (Regla de la Congrega­ción II, 19-23).
Este carácter jerarquizado de Qumrán se advierte en otro pasaje a propósito de las reunio­nes: «Estando ya todos en su sitio, que se sienten primero los sacerdotes; en segundo lugar, los ancianos; en tercer lugar, el resto del pueblo. Cada uno en su sitio» (VI, 8-9).
A continuación, realiza un gesto simbólico, al estilo de los antiguos profetas: toma a un niño, y lo estrecha entre sus brazos. Alguno podría interpretar esto como un gesto romántico, pero las palabras que pronuncia Jesús van en una línea muy distinta: «El que acoge a uno de estos pequeños en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no es a mí a quien acoge, sino al que me ha enviado a mí». Jesús no anima a ser cariñosos con los niños, sino a recibirlos en su nombre, a acogerlos en la comunidad cristiana. Y esto es tan revolucionario como lo anterior sobre la grandeza y servicio.
El grupo religioso más estimado en Israel, que curiosamente no aparece en los evangelios, era el de los esenios. Pero no admitían a los niños. Filón de Alejandría, en su Apología de los hebreos, dice que «entre los esenios no hay niños, ni adolescentes, ni jóvenes, porque el carácter de esta edad es inconsistente e inclinado a las novedades a causa de su falta de madurez. Hay, por el contrario, hombres maduros, cercanos ya a la vejez, no dominados ya por los cambios del cuerpo ni arrastrados por las pasiones, más bien en plena posesión de la verdadera y única libertad».
El rabí Dosa ben Arkinos tampoco mostraba gran estima de los niños: «El sueño de la mañana, el vino del mediodía, la charla con los niños y el demorarse en los lugares donde se reúne el vulgo sacan al hombre del mundo» (Abot, 3,14).
En cambio, Jesús dice que quien los acoge en su nombre lo acoge a él, y, a través de él, al Padre. No se puede decir algo más grande de los niños. En ningún otro sitio del evangelio dice Jesús que quien acoge a una persona importante lo acoge a él. Es posible que este episodio, además de servir de ejemplo a los discípulos, intentase justificar la presencia de los niños en las asambleas cristianas (aunque a veces se comporten de forma algo insoportable).
Acoger, no violar
En las circunstancias actuales de la Iglesia, la acogida de los niños evoca algo menos teológico y más triste. Junto a los miles, quizá millones, de niños acogidos en nombre de Jesús a lo largo de siglos, alimentados, cuidados y educados, hay otros miles (¡ojalá no sean millones!) violados y humillados. A propósito de este segundo grupo, se podría parafrasear el evangelio: «Quien viola a un niño de estos, me viola a mí, y el que me viola a mí, viola al que me ha enviado».
[El tema de Jesús y los niños vuelve a salir más adelante en el evangelio de Marcos, cuando los bendice y los propone como modelos para entrar en el reino de Dios. Ese pasaje, por desgracia, no se lee en la liturgia dominical.]
1ª Lectura: ¿Por qué algunos quieren matar a Jesús? (Sabiduría 2,12.17-20)
El libro de la Sabiduría es casi contemporáneo del Nuevo Testamento (entre el siglo I a.C. y el I d.C.). Al estar escrito en griego, los judíos no lo consideraron inspirado, y tampoco Lutero y las iglesias que sólo admiten el canon breve. El capítulo 2 refleja la lucha de los judíos apóstatas contra los que desean ser fieles a Dios. De ese magnífico texto, mutilándolo como de costumbre, se han elegido unos pocos versículos para relacionarlos con el anuncio que hace Jesús de su pasión y resurrección. Es una pena que del v.12 se salte al v.17, suprimiendo 13-16; los tengo en cuenta en el comentario siguiente.   
En el evangelio Jesús anuncia que «el Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres». ¿Por qué? No lo dice. Este texto del libro de la Sabiduría ayuda a comprenderlo. Pone en boca de los malvados lo que les molesta de él y lo que piensan hacer con él. «Nos molesta que se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende, nos considera de mala ley; nos molesta que presuma de conocer a Dios, que se dé el nombre de hijo del Señor y que se gloríe de tener por padre a Dios». En consecuencia, ¿qué piensan hacer con él? «Lo someteremos a la afrenta y la tortura, lo condenaremos a una muerte ignominiosa. Él está convencido de que Dios lo ayudará, nosotros sabemos que no será así». Se equivocan. «Después de muerto, al tercer día resucitará».
2ª lectura: envidias, peleas, luchas y conflictos (Carta de Santiago 3,16-4,3)
Esta lectura puede ponerse en relación con la segunda parte del evangelio. En este caso no se trata de discutir quien es el mayor o el más importante, sino de las peleas que surgen dentro de la comunidad cristiana, que el autor de la carta atribuye al deseo de placer, la codicia y la ambición. Cuando no se consigue lo que se desea, la insatisfacción lleva a toda clase de conflictos

Instrumentos sonoros

comentario editorial

“No se tienen dos corazones, uno para los animales y otro para los humanos. Se tiene un corazón o no se tiene” (Alphonse Lamartine)
23 de septiembre. Domingo XXV del TO
Mc 9, 30-37
“El que quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos” 
El comentarista de La Biblia del pueblo, viene a decir que los discípulos tenían dificultades en asumir las enseñanzas de Jesús. Respecto al poder, sus enseñanzas son contundentes: no es la dominación sino la capacidad de servicio lo que identifica al discípulo. Ya Santiago en su Carta a la comunidad cristiana plural y extendida por todo el mundo, en 1, 22-25, dice que no sólo hay que escuchar y hablar sino, y sobre todo, cumplir.: “Sed ejecutores del mensaje y no sólo oyentes que se hacen ilusiones. Pues si uno es oyente y no ejecutor se parece aquí a aquel que se mira la cara al espejo: ese marchó y muy pronto se olvidó de cómo era. El que se inclina a mirar la ley perfecta, la de los hombres libres -ayudar a los menesterosos, escuchar a las viudas-, y se mantiene no como oyente olvidadizo, sino como ejecutor de la obra, ése será dichoso en su actividad”.
En el AT. los profetas fueron radicales a este respecto, condenando sin reparo alguno los abusos sociales y el culto de las autoridades, tanto políticas como religiosas. Por ejemplo Isaías, que no encuentra obstáculos para enfrentare a reyes y políticos: Los jefes son bandidos… No defienden al huérfano, no se encargan de la causa de la viuda”; Amós, cuyo mensaje es de indignación y denuncia ante la explotación del pueblo humilde a manos de una minoría coligada de políticos y aristócratas, y se presenta como un león que ruge cuando se topa con un oso: “Que fluya como el agua el derecho, y la justicia como arroyo perenne”; o Elías que dijo: “¡Atrapen a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno! Así que la gente los capturó y Elías los llevó al arroyo Quisón y los mató a todos”. (1 Reyes 18, 40)
Todos los grandes cantantes de la historia -Arcangelo Corelli, Madonna, Luciano Pavarotti, Kiri Te Kanawa- nos comunican, aunque no lo hagan a través de los sentidos corporales, vengan de donde vengan en el espacio o tiempo. Sus voces, dirigidas tanto al oído como al espíritu son conmovedoras.  Y lo hacen como la misma voz de Jesús, siempre acoplada a los oyentes con la gran vida del Universo. Momentos únicos en los que, como escribió en su obra Octavio Aceves: Cuando los ángeles cantan son momentos únicos “en que se toma contacto con lo invisible para encontrar un punto de apoyo y se tiene la sensación de coloquiar con Dios a través del misterio de los sonidos, los ritmos del tiempo y la resonancia de los espacios”.
El gran fabulista griego Esopo, dice en la fábula de la zorra y las uvas. Una mañana de otoño, la zorra vio unos apetitosos racimos de uvas y, deseosa de comer algo refrescante, se levantó, se remangó y se puso manos a la obra. Saltó, una y otra vez si conseguir alcanzarlos. Agotada y resignada se decidió a regresar al bosque con una mentirosa idea clara es su cabeza: “¡Están verdes!”.  En psicología, el término disonancia cognitiva hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, todo lo cual puede impactar sobre la conducta y el comportamiento.
Lo contrario de lo que suele suceder en música. Cuando se hacen sonar las cuerdas de un violín próximo a otro, su sonido hace vibrar las cuerdas de aquel, aunque no las tañan las cuerdas de ningún otro arco. Idea similar a lo que ocurre con la telepatía. Fenómeno que consiste en la transmisión o en la coincidencia de pensamientos entre personas, generalmente distantes entre sí, que se produce sin intervención de los sentidos o de agentes físicos conocidos.
Ahora bien, ¿Qué queremos ser nosotros? ¿Violines Stradivarius tocados delicadamente por Corelli, o trompas y trombones soplados fieramente por los instrumentistas de la orquesta? Arnold Schoenberg hubiera sido feliz con esta disonancia.
¿O preferimos más bien ser la zorra de Esopo que el zorro de nuestro Poema?

EL ZORRO
Emprendiste la huida auto zorro
para salvar la vida como Elías vida,
por haber pasado
vilmente a cuchillo a los profetas.
No te desees con él la muerte.
¿Quién es dueño del suave amanecer?
¿Quién del ocaso?
Una vida que dicen que me dieron.
Me dijeron: “El Señor va a pasar”.
Un huracán que descuajaba montes,
resquebrajaba rocas y deseos.
Pero el Señor no estaba ya en el viento.
Sonó una voz lejana en la tormenta:
“¡Vuelve por tu camino hacia el desierto!”
Y yo pregunté al zorro:
“¿Qué camino? ¿Qué desierto?”
Un silencio sonoro quebró el aire.
El zorro siguió huyendo…
quizás sin saber dónde.
(NATURALIA. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta

Michael Czerny, sj: “El desafío de la migración es la prioridad absoluta de la Iglesia”


C.D.

Inmigrantes2Vatican News
El oficial vaticano pide desde Lampedusa prohibir las deportaciones masivas
El subsecretario de Migrantes y Refugiados clama por un fin a la detención de migrantes menores
“Acoger, proteger, promover e integrar”. Estos cuatros verbos forman la respuesta del Papa Francisco al flujo migratorio masivo que el mundo experimenta hoy día. Verbos tan llenos de compasión y evangelio, que no se pueden repetir demasiadas veces, especialmente ante las políticas xenófobas que van en aumento en tantos lugares del mundo.··· Ver noticia

Francisco confirma su idea de Iglesia sinodal, atenta a la palabra de los fieles


Hernán Reyes Alcaide

LA SANTA SEDE PRESENTA ‘EPISCOPALIS COMMUNIO’, LA NUEVA CONSTITUCIÓN PARA EL SÍNODO DE LOS OBISPOS
El Papa subraya la “importancia del proceso consultivo” de pastores y Pueblo de Dios para el Gobierno de la Iglesia
Una Iglesia “sinodal”, atenta a la palabra de los fieles y con “especial atención” al Sínodo de obispos. El papa Francisco confirmó hoy el rumbo que desea imprimirle a su magisterio y, a través de la publicación de una nueva constitución para el Sínodo de Obispos, plasmó en lenguaje canónico la forma en la que desarrolló el Sínodo sobre la familia de 2014-2015 y la manera en la que está preparando los dedicados a la Juventud (del 3 al 28 de octubre de este año, donde se estrenará el texto) y a la Amazonía (para octubre de 2019).··· Ver noticia ·

Papa Francisco: El pastor debe ser cercano a la gente y no a los poderosos


Papa Francisco39Al presidir la Santa Misa hoy en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco aseguró que el pastor debe ser cercano a la gente y no a los poderosos ni a los ideólogos.
“Este es el icono del pastor”, dijo, subrayando que los pastores deben ser “cercanos a la gente, no a los grupitos de los poderosos, de los ideólogos. Estos nos envenenan el almas, no nos hacen bien”.
El pastor, subrayó, “debe tener el poder y la autoridad que tenía Jesús: la de la humildad, la de la mansedumbre, la cercanía, la capacidad de compasión y la ternura”.··· Ver noticia ··

¿Qué tiene que hacer un cura para que la Iglesia lo excomulgue?


Colectivo de ex-alumnos Seminario Menor La Bañeza/Seminario Mayor Diocesano de Astorga

Los ex alumnos de los seminarios de La Bañeza y Astorga, “decepcionados” tras la sentencia a Ramos Gordon
“Uno cometió los abusos y que otros, responsables también de velar por nuestra seguridad, lo permitieron”
Pedimos que Ramos Gordón sea excomulgado y que haya penas también para los que, teniendo del deber de mediar, no lo hicieron (…), que se le repare el daño ateniendo a sus reivindicaciones
Nunca es suficiente pena para las víctimas, las que sí saben lo que es vivir en el infierno; pero que la sanción canónica que ha recaído sobre José Manuel Ramos Gordón ante este nuevo caso, se considere por el Obispado como ejemplar, es seguir provocando dolor al sufrimiento.··· Ver noticia ··

La España deforme

Jaime Richart jurista y antropólogo 
Redes Cristianas

Partiendo de la concepción anatómica de la sociedad si­milar a la de un ser humano, de Durkheim España, socioló­gicamente, presenta el aspecto de un tullido de­forme. Ya profetizaba Durkheim que las estructuras éticas y morales serían destruidas con el aumentar de la tecno­logía y la mecanización. La clarividencia de este antropó­logo es digna de reseñar para entender a la sociedad humana de nuestro tiempo y especialmente alguna tan usualmente agitada como la española, a la que es también muy pertinente su idea de que, llegado un momento, hay que elegir entre la sociedad y Dios…

De Durkheim hago mis propias inferencias y de ellas sa­len tres dudas. Una es si España no carecerá de un sentido colectivo como nación. La otra es si no será que el compor­tamiento de las instituciones españolas a lo largo de las cuatro décadas siguientes a otras tantas de la dictadura no habrán ido empeorando cada vez más un clima psicoso­cial, que no resiste el análisis más condescendiente de los países de la Europa Vieja. Y la tercera, si los tribunales a los que estamos concernidos a través de nuestra integra­ción en la Unión, por el modo de responder la justicia espa­ñola en el asunto catalán y por el incumplimiento de tantas de sus directivas, no pensarán que en la España ofi­cial y judicial todavía no han calado realmente ni el con­cepto ni el sentimiento democráticos. España usualmente hace caso omiso de las directivas, y en la cuestión territo­rial responde de manera desmañada o torticera a los tan­tos autos y resoluciones judiciales promovidos en el curso del conflicto.

Y es que por más que se empeñen algunos en España en situar ese sentido aglutinado inexistente en imágenes men­tales tópicas utilizadas por la dictadura y que ya resul­tan ridículas y casi insoportables para muchos, a Es­paña como nación se la reconoce mucho mejor fragmentariamente por zonas y por teselas que como una unidad nacional. La razón es que esa España de estereo­tipo rezuma extravagancia y fanfarronería, y triste exo­tismo por eso mismo. Los numerosos valo­res humanos y creativos en España son estrictamente individuales.
Colecti­vamente España carece de inteligen­cia notable, y la envidia, el defecto nacional por excelencia, hace suficien­tes estragos como para que muchos no ten­gan apego a “lo español” e incluso se avergüencen de ser español, mien­tras que la población de la mayoría de los paí­ses europeos proyecta al mundo un conjunto de rasgos sólidos, estrictos y reconocibles como “serios”. Y es que, aparte su idiosincra­sia en buena medida ese carácter es de­bido al re­pliegue de aquellas sociedades sobre sí mis­mas y por sepa­rado, para robustecer su identidad como na­ción tras las dos guerras mundiales y esforzarse luego en facilitarse entre ellas los acuerdos. A Francia le basta su inequívoco espíritu republicano. A Gran Bretaña su voca­ción monár­quica relamida. A los países nórdicos su sen­tido colecti­vista. A Alemania el rigor. A Suiza su “arte” fe­deral combi­nado en cuatro idiomas… Y así sucesivamente.

Por el contrario España, que no participó en ninguna de las dos contiendas y se enzarzó en una guerra intestina, más allá de la fiesta taurina y el flamenco (que de todas las hipótesis la que predomina es la de ser de origen morisco con mezcla de cultura judía), carece de señas de identidad que compartan todos los territorios que la componen polí­tica y administrativamente en una unión forzada (como to­das las cosas no integradas sino yuxtapuestas o adosa­das) por un débil adhesivo. Y ese adhesivo débil es una Constitución política redactada con un espíritu no muy dife­rente al del dictador que fraguó en un alto horno la unión forzosa de los pueblos isleños y peninsulares bajo su tiránica potestad, y que considera prohibido y poco me­nos que pecaminoso cualquier intento federal.
Algo que da que pensar en un supuesto, el casus belli. En caso de guerra, por ahora de ficción, con otro u otros países, lo más probable es que unas nacionalidades interiores en Es­paña no la hiciesen y otras se aliasen con el enemigo. Los antecedentes de la invasión napoleónica y la respuesta de la población de aquel episodio, salvo el caso de los afrance­sados… quedan muy lejos para hacer comparacio­nes, y las condiciones de convivencia actuales son tan dife­rentes de otras épocas que la fenomenología que habría de declararse en semejantes circunstancias no tendría nada que ver con cualquier otro pasaje de la controvertida histo­ria de esta España históricamente dispersa.

En los últimos tiempos, a causa de una muy torpe inteli­gencia, la situación territorial, como en otro momento co­mo ocurrió con Euzkadi, se ha agravado. Y los necios es­fuerzos actuales de dos partidos políticos y de porciones de sociedad próximos, favorecidos todos por la forma de estado exaltan estúpidamente al monarca y a la monar­quía. Y en lugar de conseguir adeptos producen el efecto contrario de una creciente repulsión hacia la monarquía y la consiguiente atracción, por la ley de acción y reacción, hacia la forma republicana. Todo lo que en conjunto ex­presa para el mundo la existencia de una nación, la espa­ñola, en permanente estado de refriega, de ebullición y de inestabilidad donde sobresale por encima de todo la co­existencia obligada de rasgos antropológicos heterogéneos y un espíritu disolvente que sólo pausa en dos trances tan vulgares como ridículos: la pasión primitiva por un equipo de fútbol, “la roja”, y la impostación respecto a una bandera históricamente cambiante que no representa más que a la población acomodada que se siente y se comporta como si fuese dueña de todo y de todos los demás…
 

Domingo 25 Tiempo ordinario – B (Marcos 9,30-37)


José Antonio Pagola


¿POR QUÉ LO OLVIDAMOS?

Camino de Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le espera. Insiste una vez más en que será entregado en manos de los hombres y estos lo matarán, pero Dios lo resucitará. Marcos dice que «no entendían lo que quería decir, pero les daba miedo preguntarle». No es difícil adivinar en estas palabras la pobreza de muchos cristianos de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su mensaje.
Al llegar a Cafarnaún, Jesús les pregunta: «¿De qué discutíais por el camino?». Los discípulos se callan. Están avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido sobre quién era el más importante. Ciertamente es vergonzoso ver a Jesús, que camina hacia la cruz, acompañado de cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús?
Una vez en casa, Jesús se dispone a darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: «Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos». En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás ha de ponerse el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos.
La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas, sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No hemos de olvidarlo.
Para Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estemos atentos a quien más nos pueda necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que les va a poner un ejemplo gráfico.
Se sienta y llama a sus discípulos. Luego acerca un niño y lo pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas: los necesitados de acogida, apoyo y defensa. No han de estar fuera, lejos de la Iglesia de Jesús. Han de ocupar el centro de nuestra atención.
Luego Jesús abraza al niño. Quiere que los discípulos lo recuerden siempre así: identificado con los débiles. Mientras tanto les dice: «El que acoge a un niño como este en mi nombre a mí me acoge, y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado».
La enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto? ¿Qué es lo que hay en el centro de la Iglesia si ya no está ese Jesús identificado con los pequeños?

Domingo 23 de septiembre de 2018, 25 del tiempo ordinario


25 del tiempo ordinarioBPío de Pietrelcina (1968)
El libro de la Sabiduría recoge la experiencia de los profetas de Israel y nos presenta a la persona «justa» como modelo de sabiduría. El modelo de piedad no lo constituye la persona que hace sacrificios abundantes o que sigue con elegancia y delicadeza todos los pormenores de los ritos litúrgicos. La persona ideal es la que vive la justicia y muestra con sus obras que es posible realizar la voluntad de Dios en este mundo. Pero, aunque éste es el camino auténtico y querido por Dios, no por ello se puede realizar con simplicidad. La oposición no se hace esperar, incluso al interior de la familia o del círculo de amigos. El que tome el camino de la justicia, pronto se dará cuenta que hará el viaje en compañía de pocas personas.
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