FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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miércoles, 4 de noviembre de 2015

“Actualmente es muy difícil ser cristiano en la Iglesia Católica” Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Frase terrible, la del título, que pronunció ante el Papa una monja benedictina, -por eso mismo verdadera monja, y no cualquier religiosa a la que vemos con hábito-, la argentino-catalana, Lucía Caram. No voy a entrar en los méritos, o deméritos, que esta inquieta y díscola monja tiene para ser tan maltratada por los medios de comunicación de la derecha madrileña, y, en general, nacional. Seguramente se debe este trato al hecho de que esta monja se declara catalanista, aboga por la libertad de promover un plebiscito para que los catalanes se pronuncien por la Independencia, y, en total, porque se trata de una mujer, religiosa o no, que hace mucho ruido, y arma muchos líos.

El caso sucedió en una reciente audiencia papal general en Roma. La monja, y su superiora, la madre Juana Mari, fueron colocados por el sacerdote argentino que organiza las audiencias, en un lugar muy apropiado para intentar entrar en contacto directo con el Papa, algo a lo que ese sacerdote, Padre Guillermo Karcher, les había animado a hacer no solo a ellas, sino a todo el mundo, “porque eso le gusta mucho al Papa”, fueron sus palabras. Sor Lucía contó brevemente al Papa su caso, y Francisco cayó en seguida de quién se trataba y le dijo: “Ah, vos sos la monja que hace lío”. A lo que ésta respondió: Sí, Santidad, pero la Iglesia no nos lo pone fácil, hoy es muy difícil ser cristiano en la Iglesia católica”. El papa se echo una buena carcajada, y le respondió : “-Te voy a responder como aquel que dijo:`¿Señora, a mí me lo dice?´. Rieron los tres, y el Papa completó: “- Vos, continúa haciendo lío, no te canses, los pobres son lo más importante, eso es el Evangelio. Hacé lío”.
No voy ahora por lo mas importante de la valoración que el Papa, y todos, hacen del trabajo de sor Lucía, que es su dedicación a los pobres. Eso es tema de todos los días en los pronunciamientos papales. Quiero insistir, brevemente, como siempre, porque el tema da para un tratado, en la diferencia entre catolicismo y cristianismo. Es decir, que no son contradictorios, ¡faltaría más!, sino que uno debería suponer al otro, pero, desgraciadamente, no es así. Y la respuesta del Papa permite suponer que él no está en desacuerdo. Porque la expresión, “y a mí me lo dices”, demuestra que él sabe lo difícil que es, desde la religiosidad católica, tan llena de santos, imágenes, procesiones, ermitas, cofradías, devociones sentimentales, supersticiones y legalismos, convencer a los fieles que lo fundamental es seguir la Palabra, los gestos, los signos, y las preferencias de Jesús. Es decir, que cristiano, mucho más que el que defiende la moral, o el moralismo, o la integridad del Magisterio, que muchas veces no entiende, ni comprende, o ni sabe, tan siquiera, o lo convierte en “ideología”, como vemos suceder con frecuencia incluso a eclesiásticos de altos vuelos. Pienso que esos cardenales que ponen tantas piedras en la carrera de Francisco hacia una Re-renovación (sí, la 2ª renovación conciliar, la que no se hizo en su tiempo porque algunos de la alta jerarquía más católicos que cristianos no se atrevieron a efectuarla, y la obstaculizaron), tan imbuidos de los privilegios, y la opulencia, el brillo, y la alta estética, y el Poder que la Iglesia irradia sobre todo desde las alturas vaticanas, efectivamente, hacen difícil y arduo vivr cristianamente en el seno del Catolicismo.
Vean el caso de la pobreza, y su su antípoda, la riqueza. La alta jerarquía, la encargada de guiar a los creyentes en el cumplimiento del Evangelio, y en vivir al estilo del mismo, no solo ha sido desde los siglos IV-V, y toda la Edad Media, y la Edad Moderna, hasta llegar a nuestros días, aliados de los ricos y poderosos, sino que ellos mismos lo han sido, se han comportado como tales, y, mucha gente, los ha visto como cómplices de sus felonías, injusticias y abusos. Por poner un solo, pero terrible ejemplo, ¿tiene alguna lógica que Juan Pablo II saludara afablemente a Pinochet, -¡he ahí un católico muy poco cristiano!, con sus asesinatos, abusos, torturas, violencias, y un sinfín de actitudes contrarias al Evangelio-, y humillara y arrasara la dignidad de un presbítero católico, comprometido con las causa de los pobres, como Ernesto Cardenal, sólo porque éste era ministro de un régimen izquierdista? ¿Que hubieran hecho con Jesús después de que éste derribara los puestos y mesas símbolos de la opresión y engaño al pueblo fiel de los más pobres de los judíos? Como nos dice el Evangelio de mañana, “con vosotros que no sea así”. (Mc 10,43)

He sido esclavo laboral y sexual de una secta católica de depravados, encubiertos por algunos jerarcas de la Iglesia” José Manuel Vidal



  • “Ayúdame, Papa Francisco, pon un poco de alivio en mi alma rota y en mis ojos tristes”
    “Publíquelo, publíquelo”. Me lo dijo dos veces seguidas, con indignación en la mirada. Eran las 7:30 del martes, día 15 de septiembre. Le acababa de presentar el reportaje sobre la denuncia de los abusos de la Comunidad misionera de San Pablo Apóstol (MCSPA). Y tras leer los titulares, el Papa me miró fijamente y me urgió a publicarlo. Como si necesitase ayuda. Como si confesase que no podía limpiar la Iglesia con la determinación y la prisa que quisiese. Aunque éstas ya son impresiones mías. Lo único que me dijo Francisco fue esa palabra repetida y subrayada con tono perentorio. ··· Ver noticia 
  • “Si no podemos custodiar el dinero, que se ve, ¿cómo podremos custodiar el alma de los fieles, que no se ve?”



  • Las filtraciones incluyen grabaciones al propio Papa criticando las finanzas vaticanas
    Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi revelan desvío de fondos del Óbolo de San Pedro o el Bambino Gesu
    El Papa habría alertado en una conversación privada registrada ilegalmente de que las finanzas del Vaticano estaban “fuera de control”, según el adelanto de los libros –publicados por el diario italiano ‘La Repubblica’– que supuestamente contienen las filtraciones de los documentos reservados del Vaticano robados por el sacerdote español Lucio Vallejo Balda y la laica italiana Francesca Chaouqui. ··· Ver noticia ···
  • Respondiendo a Munilla, obispo de San Sebastián Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

    En Religión Digital aparece hoy un artículo con este título: Munilla: “Es imposible que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar”, y con este sobre título, Nosotros quiénes somos para rectificar la Palabra de Jesucristo? Como quiero ser fiel a las palabras del obispo, y solo al final exponer brevemente mi opinión, organizaré hoy mi artículo de otra manera. Irán varios párrafos seguidos de monseñor Munilla, siempre en cursiva, y entre comillas. A veces introduzco una introducción para acortar las citas. Después yo colocaré mi breve comentario en escritura normal.


    Monseñor Munilla:
    “Algunos pensaban que iba a venir el Sínodo e iba a decir que los divorciados vueltos a casar pueden comulgar. Eso no ha sido y es imposible porque es contradecir la fe de la Iglesia. Si para comulgar hay que estar en gracia de Dios y el divorcio y las nuevas nupcias es adulterio, ¿nosotros quienes somos para rectificar la palabra de Jesucristo?. Es imposible que el Sínodo pudiera decirlo y que el Papa pueda decirlo porque no tenemos autoridad sobre la palabra de Dios”.

    “en todo el documento ni se menta el tema de la comunión a los divorciados” sino que se habla del acompañamiento de los sacerdotes a estas personas para que estén más integradas en las comunidades cristianas “evitando toda ocasión de escándalo”.

    El único caso en que se podría permitir la comunión a los divorciados y vueltos a casar sería aquel en que se constata “que es humanamente imposible” que los cónyuges separados vuelvan a juntarse” y siempre que estos “asuman el compromiso de vivir en continencia absteniéndose de los actos propios de los esposos”.
    Y sobre los homosexuales, “”La Iglesia sabe que tienen dentro una cruz”, señala Munilla. Además, pide que “por favor no se compare una unión homosexual con una unión entre hombre y mujer” y pone de relieve la denuncia que hace el Sínodo a las “presiones de organismos internacionales que condicionan ayudas financieras a la inclusión en las leyes del matrimonio entre personas del mismo sexo”.

    Y por fin un último párrafo que deja bien clara la mentalidad de Munilla: “Si usted está a favor de la anticoncepción, ha asumido la ideología de género, el homosexualismo, usted no va a conjugar la verdad moral con la caridad, sino que va a manipular la misericordia y la caridad para negar la verdad moral”
    Ante estas afirmaciones dogmáticas y apodícticas, que no por ser hechas por un obispo son “ipso facto” verdaderas, sino en el caso presente, auténticamente embarazosas, complicadas, y, en mi opinión, escandalosas, me limito a recordar unos puntos esenciales que he tocado varias veces en este blog:
    No es verdad que Jesucristo opinara algo sobre la comunión en pecado mortal, o no. Este concepto, el de pecado mortal que excluye de la comunión, no aparece ni una vez en el Evangelio, y era difícil que Jesús, que era judío, y estaba acostumbrado a celebrar la Pascua como una liberación, pensara que el pecado, el que fuese, debería impedir la recepción de la comunión. De hecho, según el Evangelio dio de “comulgar” a Judas, el Iscariote. Habría que decir a monseñor Munilla que no intente ser más “cristiano que Cristo”.
    Como he repetido decenas de veces, Jesús no nos dejó la Eucaristía como una especie de don para los “buenos”, o como un privilegio, sino como un mandato: tomad, comed, bebed, haced. Todas las palabra en imperativo. De hecho, Santo Tomás de Aquino enseña que la Eucaristía es una de las maneras más preclaras de perdonar el pecado, también el mortal. En tiempo de Jesús no existía la confesión auricular, ni había ese rígido control que después impusieron algunos moralistas en la Iglesia. La pregunta se la devolvemos al obispo: ¿Cómo se atreven algunos en la Iglesia a corregir la plana meridianamente clara que nos legó el Señor?
    Mandar asistir a la Eucaristía como precepto de la Iglesia, todos los domingos y fiestas de guardar, y negar la comunión, es, con toda evidencia, desconocer las esencia y el centro de la misma, pues el Señor nos la dejó como un banquete, en el contexto de una cena, que hasta puedo ser la Cena Pascual. Obligar a asistir a un banquete y prohibir comer en él no solo es una tortura kafkiana, sino una aberración.
    Ni el obispo Munilla, ni ningún obispo o grupo de obispos tiene competencia para arrogarse autoridad moral para definir, o marcar, o describirla, por encima de la conciencia de cada individuo. ¿Con qué autoridad afirma el señor obispo de San Sebastián, –¿qué habrá hecho esta bella ciudad, Señor?-, que los que aceptan la anticoncepción, asumen la ideología de género, o el homosexualismo, niegan la verdad moral, y manipulan la misericordia y la caridad? (Esto último parece un obús en la línea de flotación de las ideas de Francisco. Pero, gracias a Dios, no hay ningún peligro de que la inmensa mayoría de los fieles de la Iglesia siga al obispo donostiarra antes que al sabio papa argentino).

    Jesús se fió de Judas José M. Castillo, teólogo



    Castillo2 Fuente: Teología sin censura.El último escándalo, que ha saltado por los aires en el Vaticano, hace temblar a quienes se fían del papa. De la misma manera y en la misma medida en que hace disfrutar a los que no quieren ver ni en pintura al papa Francisco. Y para que no le falte ningún matiz de interés a esta macabra historia, hay quienes aseguran que los mismos que llevaron a Benedicto XVI a la renuncia de su cargo, terminarán mandando a la Patagonia al papa Bergoglio.
    Yo no sé si el actual obispo de Roma está o no está acertado en el nombramiento de los cargos de confianza para el buen gobierno de la Iglesia. Lo que sí sé con seguridad es que, en la ya larga historia del cristianismo, el primer desorientado, en esto de nombrar cargos de confianza para el dinero, fue Jesús de Nazaret. O sea, que el origen de los desaciertos – en el espinoso asunto de la economía – empezó pronto en la Iglesia.


    La cosa empezó el día que Jesús escogió a los doce apóstoles. Y sabemos que entre ellos ya había un traidor. Era Judas. De este hombre, se pensó, durante mucho tiempo, que entregó a Jesús porque no estaba de acuerdo con la bondad y el perdón que predicaba el Nazareno. Judas, se ha dicho mil veces, pertenecía a los “zelotas”, los revolucionarios de aquel tiempo, que querían, a toda costa, echar a los romanos de Palestina y ser ellos los liberadores de la opresión que soportaba el sufrido pueblo. Estas ideas estaban de moda en los años 60 del siglo pasado. Por eso, Paris se quedó pasmada el día que, en 1969, Oscar Cullmann pronunció en la Sorbona su famosa conferencia:”Jesús y los revolucionarios de su tiempo”.
    Hoy sabemos que todo aquello no pasó de ser un alarde de imaginación. Ni en tiempo de Jesús había “zelotas”. Ni lo de “Iscariote” tiene que ver nada con “sicario”. Ni Judas fue el primer revolucionario político en la historia del cristianismo. El asunto es más simple. Y tiene más que ver con lo que pasa ahora por todas partes. Judas “era un ladrón” (Jn 12, 6). Un ladrón que se las daba de “socialista”, que se escandalizó cuando una buena mujer, María, “tomando una libra de perfume de nardo auténtico de mucho precio, le ungió los pies a JesúsA (Jn 12, 3). Judas se puso entonces a defender a los pobres. Como si los pobres le importaran a él. Cuando, en realidad, lo que le importaba era el dinero que, como encargado de la bolsa, sacaba de ella, para su propio provecho. Por eso, cuando llegó el momento oportuno, se fue derecho a los sumos sacerdotes y les hizo la propuesta: “¿Cuánto estáis dispuestos a darme si os lo entrego?” (Mt 26, 15). Judas preparó el negocio. Pero quería “la mordida”. Como se sigue haciendo hasta el día de hoy. Y todo terminó como sabemos: injusticia, muerte y suicidio.
    ¿Y ahora nos llevamos las manos a la cabeza y aplaudimos al traidor o pensamos que se nos hunde el papa que tenemos? Ni un traidor hunde al papa, ni cuatro fanáticos del templo se van a salir con las suyas. Lo de Jesús es mucho más profundo y tiene un recorrido que no imaginamos. Por eso, lo que hace falta de verdad no es que Francisco se hunda o Francisco acierte. Lo que hace falta es que tomemos en serio el Evangelio, que es lo que quiere Francisco. Y los que sobran son los curas, que ahora como los sacerdotes de entonces, lo que quieren es la ganancia y vivir a sus anchas.