FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 22 de febrero de 2023

Teología de la prosperidad o ¿qué hay detrás del nuevo bunker clerical?

 

Crónicas del búnker

Desde el mundo protestante y concretamente desde la Iglesia Neo Pentecostal, se ha extendido una visión del mensaje evangélico muy peculiar denominada por ellos mismos como “Teología de la Prosperidad”.

No es vano, en mi opinión, el nombre.

En primer lugar, se denomina “Teología” para darle importancia a una visión de la religión que apenas tiene fundamento teológico. IR A LA PÁGINA

Vaticangate, la conjura ultra para colocar al próximo Papa

 REDACCIÓN DE ÁTRIO

Como el león de la Metro ruge P. J. Ramírez en su nuevo periódico digital. Y esta vez es a través de una entrevista que hace el periodista David G. Maciejewski al autor de un libro explosivo pero bien documentado: Vicens Lozano, Vaticangate. Hasta nuestro ilustrado comentarista hace referencia a lo desastroso que es el papa Francisco que ni siquiera responde al guante lanzado por un grupo de cardenales inquisidores. Claro que no es fácil cargarse por hereje a un papa que goza para la masa de católicos de la asistencia del Espíritu para interpretar los dogmas y hacer avanzar la Iglesia. 

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La ‘reaparición’ del Yunque y el silencio cómplice de los obispos españoles

 Jesús Bastante

Religión Digital

Diez años después del ‘informe Luengos’, la sociedad secreta vuelve a foros eclesiales
Diez años después de prohibir que los grupos afines a la sociedad secreta pudieran participar en actividades diocesanas mientras no abdicaran públicamente del Yunque, lo cierto es que las puertas de las parroquias, y del asociacionismo supuestamente católico se han vuelto a abrir, de par en par, a los mismos a los que se cerró en su día  Ver noticia

Francisco amplía las restricciones a las misas en latín

 Religión Digital

Obliga a los obispos de todo el mundo a informar a Roma antes de dispensar permisos
El pontífice dio a conocer la versión aumentada del «Traditionis custodes» que enfureció a los sectores conservadores y con el que habían instrumentalizado al emérito Benedicto XVI
«Como establece el art. 7 del Motu proprio Traditionis custodes, el Dicasterio para el Culto Divino Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ejerce la autoridad de la Santa Sede en los casos mencionados, supervisando la observancia de las disposiciones»  Ver noticia

EL MÁS DIFÍCIL DESFÍO

eclesalia

col koldo

 

No es de ley abusar del modo catarsis, si no se ofrece salida. No creo en la confesión que solo ofrece derrota. Vinimos a la tierra con la buena y humilde intención de mostrar la salida de la cueva, de señalar la luz del día. No podemos volcar dolor en la plaza compartida sin ofrecer esperanza. Solo me permito escribir sobre una frustración, para de alguna forma certificar que “nadie dijo que fuera a ser fácil…” y que, sin duda alguna, merece la pena intentarlo. Tenemos la vida en ello comprometida.

Me paso el día ponderando sobre una fraternidad que a menudo me veo en la dificultad de implementar. Acabo de entregar a la editorial el libro, sin lugar a dudas, más importante de mi vida. Lleva por título “Mañana fraternidadHacia una nueva interpretación de la historia”. Acabo de rubricar con enorme ilusión las páginas del contrato, sellando de esa forma un esfuerzo de muchos años. En el libro vuelco el absoluto convencimiento de que ese alto ideal un día encarnará en nuestra querida tierra. Observo cómo hemos perseguido ese Ideal a lo largo de la historia, cómo todo el dolor que arrastramos de tanta y dura confrontación un día florecerá en enseñanza colectivamente interiorizada, en Reino de Dios por fin materializado.

El libro es mi aportación más sentida, constituye todo un testamento de un sentir y pensar. Una y otra vez, miles de veces he escrito la palabra “fraternidad” en mi ordenador y sin embargo a veces siento que soy el primero que, en la práctica, falta al Ideal. Me siento tan impotente, a menudo, para sacar la palabra de la pantalla, de llevarla al día a día a mi alrededor. A menudo no soy capaz de gestar fraternidad en el círculo más cercano.

Visionamos las cumbres pero aún no podemos, por el lastre de nuestra personalidad, coronarlas. Nos falta crampones, piolet, botas…, sobre todo ligereza de nuestro ser, desprendimiento de los egos, para sortear glaciares y desniveles, para alcanzar nuestro superior objetivo.

Me duele ese desfase entre lo que siento y lo que finalmente concibo en esta dimensión. Me pena esa distancia entre el Ideal y la vida cotidiana. A veces demasiado abismo entre lo que tecleo y lo que creo. Eso puede llegar a generar frustración. Pido al Dios para que ese abismo vaya poco a poco mermando, para que las más sonoras palabras puedan poco a poco encarnar sobre una tierra renacida y que cada quien podamos cumplir con nuestra parte.

En el verano, sobre los prados floridos de nuestros encuentros, con la ayuda de los cantos y la buena voluntad desbordada por todas partes es más fácil, pero en mitad del invierno… Estamos en ello. Con la ayuda de Dios no sucumbiremos. Lo seguiremos una y otra vez, siempre la autocrítica por delante, intentando. Al fin y al cabo, no en balde se trataba del reto más desafiante, aquél al que Jesús nos emplazó: lograr vivir como hermanos.

PISTAS PARA UNA CUARESMA MÁS EFICAZ

religión digital

col alej fer

¡Cuántas veces nos decimos una y otra vez que el tiempo pasa! Recordamos con frecuencia acontecimientos del pasado que permanecen en nuestra memoria y nos parece que fue ayer. El tiempo es un camino que nadie puede detener y por él caminamos nosotros buscando un sentido a nuestra propia vida.

Ahora nos acercamos a esta estación, a esta fonda a la que llamamos cuaresma. Venimos cansados de tantos pasos inútiles, de tantas sensaciones amargas, como nos ha deparado el camino. El tiempo, además de las canas, va dejando en nosotros alguna que otra arruga en el corazón. Parece que hemos perdido la ingenuidad de la niñez, el ímpetu de la juventud y nos adentramos en el realismo cruel de la monotonía. La crisis económica, la subida del IPC, la guerra de Ucrania nos está dejando tiesos y aquí seguimos sin saber mucho hacia dónde tirar.

Aprovisionarnos de nuevo

Queremos, en esta fonda de la gracia, aprovisionarnos de nuevo, reponernos del cansancio, descubrir el gozo de sabernos vivos y en camino.

Necesitamos un tiempo nuevo de gracia y de sentido.

Pues Dios nos lo regala. Sólo es necesario que miremos con ojos de fe para que Él pueda hacer en nosotros el milagro del perdón y de la curación:

Estamos de oportunidad para disfrutar de una gracia abundante que nos haga ver la vida de una forma más esperanzada.

La iglesia, que es madre de todos los creyentes, nos ofrece su ayuda amorosa para hacernos más feliz el camino. Y nos dice todo esto:

1.- Que la Palabra de Dios es como el agua fresca en el desierto de la sed.

· Acerquémonos a la Palabra. No es una palabra de tantas.

· Que, a veces, leemos de todo menos lo que nos conviene.

· Que ella sea nuestra compañera de camino, de mesita de noche.

2.- Que la Eucaristía para un cristiano es como el agua para el pez.

· Un cristiano que no se alimenta de Dios experimenta la anorexia de su amor.

· Celebrar cada domingo la eucaristía, con todos los creyentes, es mucho más que una ley, o una costumbre.

· No hagáis caso a los que dicen que por venir a la iglesia no se es mejor persona. Es la disculpa de los que no vienen y tampoco son mejores que nadie.

· Se puede vivir sin la eucaristía, pero eso no es vida; al menos no es vida cristiana.

3.- Que el ayuno y la penitencia no son una bobada.

· Si dejamos los signos penitenciales que la iglesia nos recomienda acabamos por no practicar ninguno.

· Necesitamos de signos que nos hagan descubrir la humildad de los que somos, la limitación que arrastramos, la necesidad de ser solidarios con los que tienen menos suerte.

· Experimentar el sacrifico del ayuno y de la penitencia nos ayuda a entender mejor a los demás, sobre todo a los que sufren. Nos hace más humanos.

· Por supuesto que no es lo más importante de nuestra fe, pero nos ayuda si lo hacemos con respeto y cariño.

4.- Que la oración no es cosa de curas, frailes, monjas y beatas.

· La oración es un regalo de Dios a los creyentes.

· Fue Jesús quien nos recomendó la oración y nos enseñó a orar.

· En la oración abrimos las puertas del encuentro con Dios y renovamos nuestra amistad con él.

5.- Que la limosna sigue siendo un gesto cristiano impresionante.

· No se trata de dar cuatro euros para sentirnos tranquilos. Eso no es caridad.

· Se trata de compartir lo nuestro, muchas veces de lo que nos sobra, para socorrer al necesitado.

Una limosna a Cáritas, Manos Unidas, Entreculturas o a organizaciones serias, supone apoyar un montón de proyectos humanitarios en todo el mundo.

· Solos podemos poco, pero unidos a otros hombres y mujeres, podemos llegar muy lejos.

· La pena es que seamos solidarios sólo cuando ocurre algo extraordinario.

· Hay situaciones dramáticas que duran todo el año y nos olvidamos de ellas. Los cristianos teníamos que dedicar cada mes una parte de nuestro sueldo a los necesitados. Nos cuesta convertir esto en costumbre, pero no olvidemos que Dios nos regala a nosotros muchas cosas todos los días.

· Ya hay cristianos que reservan un tanto por ciento de su salario para los pobres.

En fin, que la cuaresma que empezamos pueda ser el comienzo de algo nuevo.

Tenemos, como veis, muchos caminos para no descuidar nuestra fe y nuestra amistad con Dios. Pero hace falta ponernos en camino y vivirlo. Vivir al margen de Dios es muy fácil pero no deja satisfecho el corazón.

Nadie estamos libres de pecado. Por eso todos estamos llamados a la gracia. Cuaresma es tiempo de gracia y de salvación. Dispongamos el corazón para el encuentro con Dios y todo lo demás se nos dará por añadidura.

El gesto de la ceniza con el que comenzamos la Cuaresma no es estéril. Es un gesto para reaccionar, para renovarnos, para sentir el gozo de la presencia de Dios.

Vivamos con fe este momento y Dios se abrirá paso en nuestras vidas tan necesitadas de Él.

ME ECHO COLONIA

fe adulta

col gerardo

 

Tengo el corazón encogido con tantas noticias del mundo. Guerras, terremotos, hambre, refugiados, miseria, luchas, encontronazos. Necesito encontrar un mundo un poco más animado. Por eso, el miércoles de ceniza quiero imponerme colonia en lugar de ceniza. Y lo dice Jesús: “Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino solo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará”.

Tradicionalmente hemos insistido en el ayuno y el sacrificio. Hoy noto que nuestra sociedad, nuestros hombres y mujeres, necesitamos alegría, esperanza, paz. Por eso, voy a ungir mi cabeza con perfume, colonia, que sea reflejo de mi alegría. Voy a buscar signos y gestos de gozo. Voy a hacer un recorrido entre las personas sencillas, detectando su entrega y sus cariños, sus esfuerzos y sus rostros sencillos pero llenos de bondad.

Cada pocos días fallece alguna persona que ha sido signo de un mundo nuevo. Hoy es Enrique de Castro. Luchador en aguas revueltas. Pero podemos ver cada día en nuestros lugares muchas personas que al morir nos dejan un reguero de paz. Una vida llena de estrellas. Necesito fijarme mucho en esas personas tan importantes en la historia de la Salvación. Sus cenizas son semilla de resurrección. Como lo será nuestras vidas y nuestras muertes.

El tiempo y la atmósfera no nos acompañan. El gozo ha de salir y brotar de nuestro corazón. Y vamos a unirnos todas las personas felices para transformar este mundo y construir una sociedad gozosa, aún en medio de la dificultad.

Ojalá esa colonia me lleve a una actitud positiva en la vida ante todas las personas y formemos el círculo de la paz. Quiero ser zahorí de la alegría. Entiendo que será una cuaresma magnífica a los ojos de Dios.

Aunque nos impongamos la ceniza de nuestro desgaste vital, eso será semilla de resurrección y es ya en esta vida gestos que nos ofrecen alegría serena. Con el corazón decimos “feliz vida, y que echen agua bendita sobre nuestras cabezas, porque la ceniza es signo de vida”.

Todo va inundado en las palabras de la liturgia y la colonia “convertíos y creed el Evangelio” que es Buena Nueva.

Y estoy palpando que hay muchas y generosas contribuciones para los países en guerra y para las personas que sufren los terremotos. Mucha ayuda hecha en personas y colectivos. Gestos preciosos. Y en anonimato. Eso es Luz.

PRETENDER FRENAR LOS FLUJOS MIGRATORIOS POR MEDIO DE VALLAS Y CONCERTINAS, ADEMÁS DE INJUSTO Y CRUEL, ES POCO REALISTA

religión digital

col jmvidal

 

Un pastor en la estela de monseñor Agrelo: volcado en los emigrantes y en la denuncia profética. Así se define el recién nombrado arzobispo de Tánger, Emilio Rocha Grande (Madrid, 1958). "El papa Francisco me ha encomendado, después de casi cuatro años de sede vacante, continuar la misión pastoral de monseñor Agrelo y yo he aceptado", dice, consciente de que su "pequeña, pero no insignificante diócesis" es "puente entre Europa y África, entre cristianos y musulmanes, entre Oriente y Occidente".

Por eso, le dolió especialmente el atentado de Algeciras: "Un atentado por motivos religiosos provocado por un musulmán extremista contra personas solo por el hecho de ser cristianas nos ha sacudido particularmente". Y, por eso, la situación de los emigrantes le rompe el alma: "He podido palpar desde el primer día de mi llegada a Tánger el dolor de los migrantes -hombres y mujeres- procedentes de países subsaharianos, pero también he podido palpar la inmensa esperanza que hay en ellos". Y por eso, denuncia la existencia de concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla, que ofenden la dignidad humana: "Pretender frenar los flujos migratorios por medio de vallas y concertinas, en Cauta y Melilla y por otros medios semejantes en tantos lugares del mundo, además de injusto y cruel es poco realista".

El nombramiento de arzobispo le confirma al frente de la archidiócesis de Tánger. ¿También le dota de un mayor impulso personal y pastoral?

Tras recibir mi nombramiento como administrador apostólico de la archidiócesis de Tánger el 25 de febrero de 2022, comencé mi servicio a la misma el 10 de abril Domingo de Ramos; desde hace ya casi un año estoy en esta Iglesia local, poniendo en ella lo mejor que sé y tengo. Esto no quita nada al hecho de la sensación de transitoriedad y provisionalidad que tiene en sí misma la figura canónica del administrador apostólico; el episcopado confiere, además de la plenitud del sacramento del Orden, una notable estabilidad, que me va a permitir actuar dando un mayor impulso a la pastoral, además de dotarme de una seguridad personal más acentuada.

¿Ya ha aprendido a conocer y querer a su pequeña (en número) diócesis?

A san Bernardo de Claraval debemos una frase que expresa muy bien lo que voy a decir: La medida del amor es amar sin medida; es lo mismo que afirmar que en la escala del amor siempre se pueden subir peldaños. Con esto quiero subrayar que, si bien empecé a conocer y querer las realidades y personas de esta diócesis “pequeña, pero no insignificante” desde el primer día de mi llegada, lo cierto es que se trata de un “aprendizaje” que, afortunadamente, pienso me va a llevar toda la vida. Considero que en las cuestiones del amor (noviazgo, matrimonio, consagración, amistad, fraternidad…) no hay cosa peor que dejarnos invadir por la monotonía y la rutina, pensando que ya conocemos a la otra persona, cerrándonos así a las sorpresas que Dios nos regala cada día.

No debe ser nada fácil suceder a monseñor Agrelo. ¿Dispuesto también a continuar con su capacidad de denuncia profética?

El franciscano, como yo, monseñor Santiago Agrelo pastoreó esta archidiócesis tangerina por espacio de doce años (17 de junio de 2007 a 24 de mayo de 2029); lo hizo poniendo en la misión encomendada lo mejor de sí mismo y todas sus cualidades y talentos, entre ellas su apasionamiento y su capacidad de denuncia profética. El papa Francisco me ha encomendado, después de casi cuatro años de sede vacante, continuar la misión pastoral de monseñor Agrelo y yo he aceptado, queriendo hacerlo poniendo en la tarea cuanto soy y cuanto tengo; asumiendo que todos los cristianos recibimos en el bautismo la participación en la misión profética, sacerdotal y real de Cristo y que en el ministerio episcopal esa participación llega, eclesialmente hablando, a su plenitud; trataré, con la gracia de Dios, de ser en esta archidiócesis anuncio del Reino de Dios y denuncia profética de todo aquello que se constituye como opuesto al mismo, pero, teniendo ante los ojos la misión llevada a cabo por mis predecesores, lo haré siendo yo mismo.

¿La Iglesia de Tánger seguirá siendo una Iglesia puente y en salida?

Indudablemente. La situación geográfica en que se encuentra la archidiócesis de Tánger y su realidad social y religiosa la constituye puente entre Europa y África, entre cristianos y musulmanes, entre Oriente y Occidente…, y deseo que este dinamismo siga siendo una de las notas características de esta Iglesia local. En cuanto a lo de ser “Iglesia en salida”, es una realidad que nos viene dada sin tener que forzar artificialmente su puesta en marcha. Ser una Iglesia “insignificante” en cuanto a los números, pero “significativa” en cuanto a su presencia y su misión, hace que estemos en permanente apertura y movimiento de salida de nosotros mismos para ir al encuentro de quienes se encuentran fuera de la fe cristiana y en las periferias económicas, culturales, sociales…

¿Ha podido palpar ya el dolor de la emigración subsahariana?

He podido palpar desde el primer día de mi llegada a Tánger el dolor de los migrantes -hombres y mujeres- procedentes de países subsaharianos, pero también he podido palpar la inmensa esperanza que hay en ellos, no obstante las penalidades sufridas hasta poder llegar a Marruecos y las dificultades que siguen encontrando en esta etapa final de su viaje africano. Es mucho el dolor que se va acumulando en quienes han tenido que abandonar sus países de origen constreñidos por situaciones climatológicas, bélicas, políticas, económicas, religiosas, raciales…, emprendiendo un éxodo de miles de kilómetros, buscando una tierra prometida que, siguiendo la imagen bíblica no es siempre para ellos productora de leche y miel,

¿Ya tiene lema episcopal, anillo, mitra y báculo?

El lema episcopal está tomado de la segunda Carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Cor 5,14): Caritas Christi urget nos (nos apremia el amor de Cristo). No es una referencia a la dimensión social y caritativa que, en esta Iglesia de Tánger es tan determinante; el texto paulino completo (2Cor 5,14-15) es: “nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos”. Son unas palabras que han iluminado mi vida cristiana y franciscana y considero que pueden ser también guía para mi ministerio episcopal. En cuanto al anillo, la mitra y el báculo, signos episcopales cargados de profundo simbolismo, me consta que van a ser regalo de personas amigas.

¿Con cuánto clero (sacerdotes y religiosos/as cuenta?

La archidiócesis de Tánger no cuenta con ningún sacerdote del clero secular pero sí con un grupo significativo formado por 14 sacerdotes religiosos (franciscanos, jesuitas, trinitarios y javerianos), hay además dos casas de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca con 3 religiosos no sacerdotes y un franciscano no sacerdote que desempeña el oficio de Canciller Secretario de la diócesis y pertenece a la fraternidad de Tánger; la presencia consagrada femenina es bastante más numerosa: monjas de vida contemplativa -hay una comunidad de carmelitas descalzas en la ciudad de Tánger-, religiosas, miembros de una sociedad de vida apostólica y un instituto secular, una consagrada laica vinculada a un monasterio agustino italiano y un grupo de cuatro consagradas pertenecientes a la rama femenina del movimiento de los Focolares ; en total, 56 hermanas

¿Cuáles van a ser sus prioridades pastorales, además del diálogo con el Islam y la ayuda a los emigrantes?

Acabo de dirigir mi primer saludo a la archidiócesis de Tánger como arzobispo electo; en él presento las que considero cuatro prioridades para ella y para mi ministerio pastoral; me limito a enumerarlas, quien desee verlas con más amplitud puede dirigirse a la página web de la archidiócesis (www.diocesistanger.org):

el acompañamiento en su camino de fe y el cuidado pastoral a los católicos, tanto de origen europeo como subsahariano;
la atención particular a los inmigrantes, sobre todo subsaharianos; 
la presencia personal e institucional en la sociedad marroquí a través de numerosas obras e iniciativas de carácter cultural, educativo, sanitario y de promoción social;
el diálogo ecuménico con otras confesiones cristianas e interreligioso con las diversas tradiciones religiosas presentes en la diócesis, de modo muy particular con el Islam

¿Cómo vivió el reciente atentado yihadista de Algeciras?

Lo hemos vivido con dolor y consternación. La vida del ser humano es sagrada; cada persona es imagen y semejanza de Dios y goza de una dignidad inalienable, que nadie está autorizado a dañar por ningún motivo; este dolor lo vivimos de una manera particularmente intensa en esta orilla del Mediterráneo, en que la cultura musulmana es el humus en el que la Iglesia local de Tánger está inserta. 

Nuestras relaciones con los musulmanes vecinos de casa y con las instituciones públicas locales y estatales son muy buenas; un atentado por motivos religiosos provocado por un musulmán extremista contra personas solo por el hecho de ser cristianas nos ha sacudido particularmente y esto, no sólo a los cristianos; es significativo que, apenas se supo la noticia del atentado yihadista fueron muchas las personas que, al encontrarse conmigo y con otros cristianos, nos expresaban su dolor y nos decían cosas como estas: “nosotros no somos así”, “esta es la acción de alguien que no es verdadero musulmán”. A nosotros nos toca ahora, desde nuestra clara e irrenunciable pertenencia a Cristo y a la Iglesia, seguir tejiendo con los musulmanes, lazos de encuentro y diálogo existencial y espiritual que tantos y tan buenos frutos están dando, rechazando frontalmente todo lo que se coloque bajo el signo de la violencia.

¿Le duelen las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla?

Por supuesto que me duelen; son la expresión visible de una situación que ofende y daña profundamente la dignidad humana y se presenta como claramente opuesta a los valores del Evangelio. No entro en las cuestiones de política migratoria, que corresponden a las Autoridades de los diferentes Estados, ni tampoco en cuáles son los medios con los que afrontar los dramas que afectan a numerosos países subsaharianos, a los que me refería antes: climatológicos, bélicos, políticos, religiosos, raciales… Pero, pretender frenar los flujos migratorios por medio de vallas y concertinas, en Cauta y Melilla y por otros medios semejantes en tantos lugares del mundo, además de injusto y cruel es poco realista; podemos parangonar nuestra realidad con la del periodo de decadencia del Imperio Romano: ante el empuje de los pueblos “barbaros” (término que los romanos utilizaban para designar a aquellos pueblos que habitaban fuera de sus fronteras); la verdadera contención de los flujos migratorios forzosos se encuentra en políticas adecuadas y justas en los países de origen de los migrantes, tanto por parte de  las Autoridades nacionales como por las Instituciones y Autoridades de los países receptores de los migrantes.

¿CUÁNTOS AÑOS DE CÁRCEL PARA AGRESORES SEXUALES?


col arregi

 

En octubre de 2022 entró en vigor en el Estado español la “Ley Orgánica de garantía de la libertad sexual”, más conocida como “ley del solo sí es sí”. En ella, todo acto sexual sin consentimiento pasa a ser considerado delito de agresión sexual, eliminando la figura del mero “abuso”. La ley incluye todas las violencias ejercidas contra la mujer por el hecho de serlo. Refuerza las medidas de protección a las víctimas, en particular a la mujer, y se establecen medidas de protección especial para las niñas y niños. Adopta medidas de lucha contra el negocio de la prostitución. Pone el énfasis en la educación afectivo-sexual y en la efectiva igualdad de derechos, recursos y oportunidades de todas las personas independientemente de su identidad de género.

Una ley necesaria, y creo que muy acertada en su filosofía de fondo y en su articulado concreto. Una ley aprobada por una amplia mayoría del Congreso español. Una ley celebrada con práctica unanimidad por las víctimas de toda clase de violencia sexual, en particular por las mujeres, hasta que… Hasta que algunos condenados de acuerdo con la ley anterior empezaron a ver reducidas las penas o incluso a abandonar la cárcel, aprovechando un resquicio (¿inadvertido?, ¿inoportuno?) presente en la nueva ley. Y cundió la “alarma social”, torticeramente provocada o jaleada por la derecha política con todos los medios a su alcance. No le importa defender a las víctimas, sino desgastar al Gobierno de la izquierda social. La rebaja de las penas de cárcel no es más que un pretexto y una burda manipulación de las víctimas –y de los victimarios– en nombre de la justicia. Y van camino de lograr su bajo propósito.

Hay razones para estar preocupado. Como tantos ciudadanos de a pie, miro perplejo cómo unos jueces rebajan las penas y cómo otros, en casos idénticos o análogos, no lo hacen, y no puedo dejar de preguntarme: ¿será que la ley es tan torpe o será que los jueces no son tan imparciales? Tampoco acierto a ver cuál sería la mejor forma de retocar o de reformar la ley, ni siquiera estoy de la necesidad de ningún toque o reforma, salvo que sea para no proporcionar armas o argumentos a la oposición. Mientras tanto, saltan a la vista los conflictos de intereses partidistas – evidentes incluso en el seno del Gobierno de coalición, para desengaño de sus votantes, regocijo de la derecha y perjuicio del bien común de la mayoría de la gente– en esta múltiple precampaña electoral en marcha.

Sin embargo, dejo de lado todo ello, y propongo una reflexión de fondo sobre el sentido mismo de la cárcel en relación con la víctima y en relación con el victimario. Lo hago porque la alarma social y el debate político giran justamente en torno a la rebaja de las penas de cárcel. Y me pregunto: ¿quién gana qué con que un agresor sexual –así sea el violador más violento y reincidente– pase dos años o cinco o diez o veinte o los que fueren encerrado en una cárcel?

¿Gana algo la víctima? ¿Acaso se aliviarán o sanarán sus terribles heridas porque su agresor esté encarcelado? “Al menos estará segura de que no la volverá a agredir mientras se encuentre en la cárcel”, se dice, y es verdad, pero solo a medias. Sería verdad del todo si la cárcel fuera la única manera de garantizar razonablemente la seguridad de la víctima actual y de otras víctimas potenciales, y si el agresor pasara toda su vida en prisión. La persona agredida, actual o potencial, ha de ser sin duda la primera en ser cuidada y el primer criterio de todas las medidas a adoptar. Pero no puedo creer que una humanidad que invierte sumas tan colosales en inteligencia artificial y en armamentos tan sofisticados no pueda aplicar medidas para garantizar la seguridad de manera más eficiente y humana que una cárcel. Pensar lo contrario significaría renegar de la fe en la humanidad, en su inteligencia, en su sensibilidad, en el aliento vital que le habita y mueve.

¿Gana algo el agresor con pasar los días y los años en una cárcel inhalando sin cesar adrenalina, desesperación y desprecio? Pero ¿acaso ha de ganar algo? ¿No ha de perder más bien, y perderlo todo: su dignidad, sus derechos, su libertad, su vida presente y futura? ¿No es la cárcel el castigo merecido para expiar su culpa? No, no lo es. Castigo, expiación, culpa… son viejas categorías propias de hace muchos milenios, cuando se creía en el libre albedrío no condicionado y en la culpa y en la expiación religioso-metafísica del mal cometido por medio del castigo o del sufrimiento. Son categorías que ya no tienen sentido. Todas las ciencias y la filosofía y la espiritualidad nos descubren que no somos libres, sino que estamos llamados a serlo, que nadie hace el mal por ser libre de verdad, sino por no serlo. Así, en la filosofía del derecho de los últimos 200 años, la cárcel ha dejado de tener sentido punitivo, es decir, ya no vale ni se justifica como castigo por el crimen cometido, por el daño infligido. ¿Qué sentido tiene, pues, la cárcel? La Constitución Española lo dice claramente: “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social” (Art. 25,2). Así pues, la finalidad de la cárcel no es castigar al delincuente o criminal, sino curarlo y humanizarlo.

¿Pero cree alguien que el modelo actual de cárcel sirve de verdad para reeducar, rehabilitar y reinsertar al agresor sexual o al delincuente en general? Todos los estudios del mundo dicen que no. Debieran considerarlo atentamente quienes tanto se alarman de que un preso salga de la cárcel o vea reducida su pena. Y debiéramos preguntarnos muy seriamente: ¿hay razón para alarmarse cuando una ley –como es el caso en la ley de la que hablo– dispone reducir (mínimamente, la verdad) las penas de cárcel para priorizar otras medidas más sanadoras y salvadoras, más humanas y humanizadoras? ¿A quién benefician el castigo y la alarma? ¿No debiéramos alarmarnos más bien por la funesta carencia de medidas personales y sociales que podrían contribuir a curar y reparar de verdad a las víctimas, a liberar y socializar al victimario, a humanizar a toda la sociedad?

 No sé si es un sueño despierto, pero sueño que llegue el día en que ninguna persona agredida necesite que se encarcele al agresor para curar su herida, recuperar su autoestima, reparar su dignidad. Sueño el día en que nadie sea víctima de sus pulsiones físicas, sus heridas psicológicas y sus errores mentales hasta el punto de agredir a otra persona, usarla para su propio placer y dejarla tirada. Sueño el día en que nadie se alarme porque se rebajan o se eliminan las penas de cárcel, el día en que nadie, por ningún motivo, salga a la calle para gritar más castigo y venganza.

No sé si será una ensoñación, pero creo firmemente que esa posibilidad está inscrita en lo más profundo de nuestro ADN personal y colectivo, y que podemos hacerla realidad, que podemos hacer de nuestra especie una especie más humana y feliz, si de verdad lo queremos y si aplicamos, personal e institucionalmente, todas las medidas a nuestro alcance: la ciencia, la educación, la economía, la política.  Entonces habrá merecido la pena que hace 300.000 años hubiera surgido el Homo Sapiens. Entonces habremos llegado a ser sabios y humanos, humanos espirituales en la comunidad de los vivientes.

 

José Arregi

Aizarna, 11 de febrero de 2023

www.josearregi.com

“BRÓKERS DEL REINO”


col orte

 

(Relectura de la “parábola de los talentos” Mateo 25, 14-30)

Jesús les dice a sus discípulos y discípulas: el Reino de Dios se parece a la Bolsa, pero al revés.

Ya os dije que no se puede servir a Dios y al dinero (Mt 6,24). La “Bolsa de valores” del Reino es otra. Los valores son otros. El Reino de Dios no es para personas egoístas, apocadas y cobardes, ni miedosas que no quieran arriesgar. Pero tampoco es para especuladores. El “Señor” del Reino no es un explotador ni un especulador que se enriquece con el trabajo ajeno. No premia ni castiga. Recordad aquella parábola de los trabajadores del campo que no cobran lo que merecen sino lo que necesitan, y los últimos son los primeros. (Mt 20,16)

Os enseñé a ensalzar la picardía del inversor injusto (o administrador infiel (Lc 16,8)), no por su injusticia sino por su astucia, como un toque de alerta para “los hijos de la luz”: ojalá fuerais más espabilados e imaginativos en la Causa del Reino y de la solidaridad. Ya que se os ha “prestado” un dinero (aunque fuera injusto), mejor que sepáis invertirlo en la Causa del Reino, o sea para los pobres a fondo perdido. No es la lógica de la Bolsa de que “Dinero llama a dinero”. La avaricia no va con el Reino. El Reino es la mejor inversión. Sed brókers del Reino. Es la perla o el tesoro por el que vale la pena invertir todo y jugárselo a una baza (Mt13,44).

Tampoco se parece el Reino de Dios a las loterías con el señuelo de que con un euro puedes ganar un millón. Así, muchas personas que ponen un euro, o más, hacen rica a una o pocas personas con el dinero ajeno. El Reino no es una lotería, ni primitiva ni moderna. El Reino hay que currarlo. Y no cae del cielo. Es como una semilla o la levadura (Lc 13,18-21).

Más se parece el Reino de Dios a la Banca ética, que también parece un “oxímoron” (dos términos opuestos o contradictorios). Si tenemos algún dinero, mejor ponerlo para quien lo necesita, sin voluntad de negocio ni avaricia de enriquecerse.

O se parece también al “crowdfunding”, en que pequeños créditos de gente solidaria ayudan a un proyecto justo o a gente que lo necesita para salir adelante; no para enriquecerse, sino para salir adelante en un proyecto vital. Es la utopía de que “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo pequeñas cosas, puede cambiar el mundo”(Galeano). Eso se parece más al Reino.

El Reino se realiza también ejerciendo la cooperación. Un comunidad de base italiana tiene por lema: ”La alegría de compartir nos compensa la tristeza de tener”. Ya que tenemos algo de dinero y vivimos en el primer mundo del bienestar, por lo menos compensémoslo con la alegría de compartir, no de dar por dar, sino de compartir lo que tenemos y lo que somos, lo que podemos: tiempo, talento, cualidades. Y no es cuestión de cantidad. Quien se da lo da todo consigo. Recordad aquella viejita del templo, aquella viuda pobre que lo da todo (Lc 21,4). Quien da lo que le sobra, por mucho que sea, no da nada de sí. No midáis lo que dais ni esperéis recompensa. La vida no tiene precio. No es cuestión de dar, sino de compartir. Y a veces se recibe mucho más de lo que se da. Así es el Reino.

PADRE ANSELMO BORGES: "HA LLEGADO EL MOMENTO DE ACABAR CON EL CELIBATO Y DAR IGUALDAD REAL A LAS MUJERES DENTRO DE LA IGLESIA"


col faria

 

Anselmo Borges, sacerdote y profesor de filosofía, es desde hace tiempo una voz crítica con una Iglesia "clericalizada", más preocupada por su supervivencia que por abrirse a la sociedad y a la protección de las víctimas.

Ante el informe que, basándose en 512 testimonios validados, estima que casi cinco mil niños han sido víctimas de abusos sexuales a manos de clérigos portugueses en los últimos 72 años, en una estimación "muy conservadora", Anselmo Borges no duda en considerar que ha llegado el momento de plantearse el fin del celibato para los sacerdotes y la apertura de los altos cargos de la jerarquía eclesiástica a las mujeres.

-¿Qué debe hacer la Iglesia con las conclusiones del informe?

-Esto ha sido un terremoto en la Iglesia, y por eso lo que espero y deseo ardientemente es que ahora haya una regeneración desde los cimientos, es decir, que volvamos de verdad al Evangelio. Concretamente, que se pida perdón a las víctimas, que haya una verdadera reconciliación, que haya una reparación económica, si es necesario, para las víctimas cuyas vidas quedaron destrozadas. Esta reconciliación es fundamental, reconociendo el daño causado a las víctimas. Siempre es una catástrofe, pero en este caso estamos ante un abuso de un poder considerado sagrado y divino. Los niños confiaban en la Iglesia y en los sacerdotes, fue una traición a la confianza de las víctimas.

-¿Qué implica esto?

En el sentido más amplio implica acabar con el celibato y dar igualdad real a las mujeres dentro de la Iglesia. Es urgente acabar con este verdadero escándalo de discriminación de la mujer. Pienso, además, que si hubiera habido mujeres en la cúspide de la jerarquía de la Iglesia, esta tragedia no habría tenido la dimensión que ha tenido. Por tanto, que haya verdadera igualdad entre mujeres y hombres, porque la discriminación actual va contra los derechos humanos y sabemos, además, que a lo largo de la historia de la Iglesia ya ha habido mujeres presidiendo la Eucaristía.

"Si hubiera habido mujeres en la cúspide de la jerarquía de la Iglesia, esta tragedia no habría tenido la dimensión que ha tenido"

-¿Y el fin del secreto de confesión que propone el informe?

-Para mí el secreto de confesión es inviolable.

-Y en cuanto a los seminarios, ¿qué hay que cambiar, dado que han sido un escenario privilegiado para los abusos?

-Los seminarios son una creación que viene en la continuidad del Concilio de Trento. Creo que han prestado un servicio, pero ahora tienen que ser diferentes. Hay que empezar a ordenar hombres casados y los candidatos a ministros deben ir a la universidad. Lo que tiene que haber en la Iglesia no son sacerdotes ordenados, sino ministerios ordenados, que es distinto. Tradicionalmente, los niños entraban en el seminario a edades muy tempranas, algunos porque así había una promoción. Y entraban en un seminario donde no había presencia femenina, donde la gran tentación era el sexo. En muchos casos, esto dio lugar a sacerdotes con una sexualidad distorsionada, que fue una de las causas de esta tragedia de los abusos. La formación tiene que ser diferente y tiene que incluir la presencia de mujeres, pero, con el tiempo, es toda la pastoral la que tiene que ser revisada.

-¿Cree que la Iglesia estará disponible para apoyar económicamente al menos el tratamiento de las víctimas?

-En la medida en que sea posible. Finalmente, en lugar de pensar en la ostentación en relación con la Jornada Mundial de la Juventud, piensen en los más pobres y marginados, como fueron y son las víctimas, y como hizo Jesús. Me parece claro que hay que garantizar la asistencia psiquiátrica a las víctimas y que la Iglesia debe apoyarlas económicamente.

 

Natalia Faria

Religión Digital / publico.pt

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

Domingo 26 de febrero de 2023 1º de Cuaresma Porfirio (240)

Los comentarios bíblico-litúrgicos para ayudar a la elaboración de las homilías dominicales de este típico “domingo de las tentaciones”, el primero de cuaresma, suelen presentar en esta ocasión un sencillo paralelismo antagónico: la primera tentación fue la que se le presentó a Eva, que acabó en el pecado; pero ha habido otra tentación, la que sufrió Jesús en el desierto, que acabó en victoria, de la que podemos tomar ejemplo. En esta línea es muy fácil encontrar comentarios en la red. IR A LA PÁGINA

ENRIQUE DE CASTRO, PROFETA DE LA LIBERACIÓN, NO FUNCIONARIO DE DIOS

religión digital

col tamayo

 

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Noticia, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”.

Este texto, del profeta Isaías, que Jesús hizo suyo al comienzo de su ministerio público en la sinagoga de Nazaret, fue el programa de Enrique de Castro, el “cura rojo” de la Parroquia de San Carlos Borromeo de Entrevías, que tuvo como referente de la opción por las personas y los colectivos empobrecidos al padre José María Llanos en el Pozo del Tío Raimundo y que fue su más fiel continuador. Un programa que, veinticinco siglos después de su proclamación, suena a revolucionario y que Enrique de Castro hizo realidad durante medio siglo de manera ininterrumpida en la mejor tradición ética de las religiones y en el espíritu utópico-profético del cristianismo. Creo que leerlo de nuevo y aplicárselo a Enrique es la mejor despedida a mi entrañable amigo, que nos ha dejado en Madrid recién cumplidos los 80 años

Por llevar a la práctica ese programa en toda su radicalidad, el arzobispado de Madrid comunicó en 2007 a los tres sacerdotes –Enrique de Castro, Javier Baeza y Pepe Díaz- el cierre de la parroquia y la entrega del templo a Caritas. La decisión se tomó sin diálogo previo, sin pedir el parecer a la comunidad que se reunía en la parroquia, sin consultar a los parroquianos, que eran madres contra la droga, niños y niñas de la calle, personas sin hogar, inmigrantes, refugiados, refugiadas, personas drogadictas rehabilitadas o en proceso de rehabilitación, traperos, etc.

"Expulsando a Enrique, Javier y Pepe, estaban desahuciando a las cientos de personas que tenían allí su residencia. ¡Sí era un desahucio en toda regla! ¡Faltó com-pasión!"

Todos ellos encontraron el reconocimiento de su dignidad en la parroquia de San Carlos Borromeo y tuvieron en ella su lugar social, su casa. Sin embargo, la jerarquía eclesiástica, con la decisión de cerrarla, estaban expulsándolos de la que era su casa común, la comuna solidaria, demostraban su desprecio hacia las personas vulnerabilizadas y les negaban su dignidad y su derecho a una residencia. Para los obispos de Madrid, eran, al decir de Francisco en La alegría del Evangelio, “desechos, ’sobrantes’” (n, 53.). Expulsando a Enrique, Javier y Pepe, estaban desahuciando a las cientos de personas que tenían allí su residencia. ¡Sí era un desahucio en toda regla! ¡Faltó com-pasión!

La jerarquía eclesiástica no quería que el culto se mezclara con la acción social, no permitía que las personas y colectivos marginados tuvieran su casa en un “lugar sagrado”, no toleraba que la gente empobrecida del barrio se sentara en torno a la mesa de la eucaristía para compartir el pan de la fraternidad-sororidad. Quería una liturgia desvinculada del compromiso por la justicia, un culto clasista sin marginados, una fe que no se manchara las manos con la impureza de los pobres, una Iglesia insensible al grito de los oprimidos.

"Sin amor no hay fe. Sin esperanza en un futuro mejor no hay verdadera experiencia religiosa"

Pero el comportamiento represivo de los dirigentes eclesiásticos, por muy legitimado que estuviera por el Código de Derecho Canónico, por mucho que contara con el respaldo unánime del Consejo Presbiteral, por muchas bendiciones que tuviera del Vaticano, es contrario a la religión de los profetas de Israel, al evangelio (=Buena Noticia de Liberación) de Jesús de Nazaret y al cristianismo de los orígenes, que denuncian con nombres y apellidos a los opresores, anuncian la utopía de la liberación a los excluidos y declaran inseparable la celebración de la fe de la opción por las personas y los colectivos empobrecidos. Sin justicia no hay eucaristía. Sin amor no hay fe. Sin esperanza en un futuro mejor no hay verdadera experiencia religiosa.

Son dos modos de entender y de vivir el cristianismoEnrique de Castro lo vivió como práctica de solidaridad y resistencia; la Iglesia oficial lo entendía como religión de culto y beneficencia de católicos bienpensantes. Para Enrique el centro no era el culto, sino la vida; no las leyes eclesiásticas, sino la praxis liberadora; no los sacerdotes, sino la comunidad. Él no fue funcionario de Dios al servicio del culto, sino testigo de Dios en el mundo de la marginación y profeta de la liberación.

Enrique no vivió encerrado en las cuatro paredes del templo, era un ciudadano más, estuvo siempre en comunicación con la calle y atento a los problemas de los vecinos. Acogió en la parroquia a la gente marginada sin preguntarle por su afiliación política, ni por su clase social, ni por su vinculación religiosa, ni por su procedencia geográfica. Fue católico en su sentido etimológico: abierto a creyentes y no creyentes, a creyentes de distintos credos, lo más parecida al movimiento de Jesús de Nazaret, “un judío marginal” como define al Galileo John Dominic Crossan.

Felizmente la parroquia se mantuvo abierta y los obispos madrileños no lograron aplicar sus propias órdenes. Y no lo hicieron, no por haber cambiado de opinión, no porque se hubieran arrepentido y convertido a la gente marginada, como pide el Evangelio, sino por la presión ciudadana, por la resistencia activa de la población, que se mostró sensible al sufrimiento de las personas excluidas, frente a la insensibilidad episcopal, y fue solidaria con las víctimas de la marginación social, frente a la insolidaridad de una jerarquía autorreferencial.

"Espacio de acogida y momento de fiesta, sin “personas sagradas” que tengan poderes mágicos, sin clérigos que manden ni laicos que obedezcan. Es una comunidad de iguales que practica la comensalía (=mesa compartida)"

Hoy la parroquia de Entrevías sigue siendo una comunidad de iguales, sin discriminación por razones de género, etnia, cultura, clase o religión, abierta a los “paganos”, sin residencia fija, sin propiedades, formada por gente del pueblo. Es una comunidad marginal, pero no para reproducir la marginación, sino para luchar contra ella, denunciando y proponiendo alternativas. En ella cada domingo la eucaristía se convierte en lugar de encuentro y de compartir, espacio de acogida y momento de fiesta, sin “personas sagradas” que tengan poderes mágicos, sin clérigos que manden ni laicos que obedezcan. Es una comunidad de iguales que practica la comensalía (=mesa compartida).

Enrique ejemplificó la parábola del Buen Samaritano. No pasó de largo ante el sufrimiento humano, sino que sintió com-pasión con la gente maltratada por la vida, se mostró próximo con el prójimo indefenso, se le removieron las entrañas ante las injusticias causadas contra los pobres. Practicó la com-pasión en vez del sacrificio conforme al mensaje profético que Jesús de Nazaret hace suyo: “Misericordia [com-pasión]quiero, no sacrificios”.

No dio por perdida ninguna de las causas por las que luchó. Todas las defendió con el mismo empeño. A Enrique se le puede aplicar lo que de sí mismo decía el obispo-profeta del Mato Grosso (Brasil) Pedro Casaldáliga. “Mis causas son más importantes que mi vida”.

 

NO SÓLO DE EGO VIVE LO HUMANO COMENTARIO AL EVANGELIO Mt 4, 1-11 26 de febrero de 2023

FE ADULTA

col rosario ramos


El ritmo de nuestra liturgia nos marca una nueva etapa:  el Tiempo de Cuaresma. Sin entrar en su significado ya conocido, origen y etimología, nos sitúa ante un momento importante en la vida de todo creyente, un tiempo interpretado de diferentes maneras y con múltiples matices. La tradición, en numerosas ocasiones, nos ha conducido a mirar este tiempo desde una visión más penitencial que de interiorización y discernimiento como nos muestra este pasaje del evangelio de hoy.

Jesús es conducido al desierto por el Espíritu. Allí le espera otro personaje, bastante retorcido, con el que va a tener una conversación profundamente interesante. En realidad, este pasaje, claramente metafórico, narra un paseo interior que Jesús necesita realizar para situarse, de la mejor manera posible, ante la vida. Podríamos pensar que él ya sabe quién es y para qué está hecho, puesto que en el relato del Bautismo se le revela su identidad: “Hijo de Dios”. Pero ese mismo Espíritu que le hizo ser consciente de su identidad divina, ahora quiere revelarle su identidad humana.

El escenario en el que se desarrolla este pasaje es en el desierto, un lugar árido, sin distracciones, en soledad, una experiencia vital que todos necesitamos conocer en diferentes momentos de nuestra vida, aunque huyamos de ella por miedo, muchas veces, a nuestra propia verdad.

Parece que en el texto aparecen muchos personajes: Jesús, el Espíritu, el diablo y Dios que permanece en un plano secundario, pero que le convierte en el rival principal de ese diablo. En realidad, está Jesús solo para discernir y conectar con su verdadera naturaleza y con el sentido de su existencia. Jesus es tentado, pero más bien, es expuesto a los desafíos que nuestra condición humana nos va presentando a lo largo de la vida. ¿Y quién nos enreda en esta maraña? Sin duda la parte de nuestro ego desajustada y hambrienta, ansiosa por colonizar nuestra identidad profunda.

Tras el Bautismo, antes referenciado, Jesús toma conciencia de que es Hijo de Dios. De hecho, el mismo diablo se lo recuerda en esta conversación para cuestionar cómo va a usar esa certeza: “Si de veras eres Hijo de Dios…”  ¿Cómo usamos y para qué nuestras potencias naturales, la fuerza de lo que somos?

Jesús se enfrenta a tres desafíos humanos por los que nuestra mente egoica queda secuestrada casi inconscientemente. Por un lado, el poder, poder sobre otr@s, cada cual, desde sus estrategias, justificaciones, manipulaciones que no siempre vienen en formato de poderío sino también de victimismo.

Por otro lado, el poseer, poseer no solo compulsivamente bienes materiales, también personas, ideologías, ritualismos, dogmas, imagen personal, creencias, roles, estereotipos, es decir, todo aquello que sacia nuestra hambre y ansia para compensar un vacío interior que queremos llenar con lo que realmente no sacia.

Y, por último, la idolatría, no solo la idolatría social que busca endiosar líderes, modas, tecnologías, etc, sino también la idolatría religiosa: adorar y vivir sumisos a una imagen de un Dios que no tiene nada que ver con el que Jesús quiso encarnar: el Dios de la vida, de la liberación, de la justicia, de la libertad, de la paz, de la luz, de la limpieza de corazón, de la inclusión, del respeto, de la verdad. Te invito a que sigas añadiendo aquello que ya hayas vivido y descubierto del Dios de Jesús.

¿Y cómo resuelve Jesús esta situación desafiante? Parece que lo primero que hace es “centrarse”, es decir, conectar con su verdadera naturaleza, y, desde ella, reconstruir su identidad y vocación. En cada respuesta que da al diablo hace referencia a Dios, es a Dios a quien desafía, es decir, a la dimensión divina como raíz y principio de lo que somos. Rechaza el poder sobre otros, pero acepta el poder con otros, rechaza el poseer para llenar un vacío, pero acepta el poseer para compartir y para que todos tengan, rechaza a un Dios dictador que mueve a su antojo los hilos del mundo, pero acepta a un Dios que se hace humano, y que vive en unidad con nuestra naturaleza.

Nuestros mundos personales están llenos de desafíos, es inevitable, es la vida misma, ahora bien ¿Cómo los resolvemos? ¿Cómo los afrontamos? ¿Cómo nos situamos frente a ellos? ¿Cedemos a otr@s el honor de resolverlos?  Y nuestra también “casa común”: guerras, dramas humanos, enfermedades, desastres naturales, económicos, sociales, añade lo que quieras pero que, nada ni nadie, nos separe de lo ESENCIAL.

¡¡FELIZ DOMINGO!!

1 Cuaresma – A (Mateo 4,1-11)


JOSÉ ANTONIO PAGOLA

 Toda persona que no quiera vivir alienada ha de mantenerse lúcida y vigilante ante los posibles errores que puede cometer en la vida.

Una de las aportaciones más válidas de Jesús es poder ofrecer a quien le conoce y sigue la posibilidad de ser cada día más humano. En Jesús podemos escuchar el grito de alerta ante los graves errores en que podemos caer a lo largo de la vida.

El primer error consiste en hacer de la satisfacción de las necesidades materiales el objetivo absoluto de nuestra vida; pensar que la felicidad última del ser humano se encuentra en la posesión y el disfrute de los bienes.
Según Jesús, esa satisfacción de las necesidades materiales, con ser muy importante, no es suficiente. El hombre se va haciendo humano cuando aprende a escuchar la Palabra del Padre, que le llama a vivir como hermano. Entonces descubre que ser humano es compartir, y no poseer; dar, y no acaparar; crear vida, y no explotar al hermano.

El segundo error consiste en buscar el poder, el éxito o el triunfo personal, por encima de todo y a cualquier precio. Incluso siendo infiel a la propia misión y cayendo esclavo de las idolatrías más ridículas.
Según Jesús, la persona acierta no cuando busca su propio prestigio y poder, en la competencia y la rivalidad con los demás, sino cuando es capaz de vivir en el servicio generoso y desinteresado a los hermanos.

El tercer error consiste en tratar de resolver el problema último de la vida, sin riesgos, luchas ni esfuerzos, utilizando interesadamente a Dios de manera mágica y egoísta.
Según Jesús, entender así la religión es destruirla. La verdadera fe no conduce a la pasividad, la evasión y el absentismo ante los problemas. Al contrario, quien ha entendido un poco lo que es ser fiel a un Dios, Padre de todos, se arriesga cada día más en la lucha por lograr un mundo más digno y justo para todos.

NO SE TRATA DE SACRIFICARME SINO DE BUSCAR LO MEJOR PARA MÍ, AUNQUE ME CUESTE DOMINGO 1º DE CUARESMA (A) Mt 4,1-11

fe adulta

col fraymarcos

 


Se nos ha repetido que la cuaresma era un tiempo de examen para sentirnos pecadores. Descubierta nuestra indignidad, pedir a Dios que nos sacara de ella y si Dios era reacio a perdonarnos, ahí estaba la muerte de Jesús que nos daba derecho a ese perdón. Pasada la alegría de sentirnos perdonados, seguía la angustia de volver a fallar. Esta actitud represiva debe dejar paso a una toma de conciencia de nuestras posibilidades de absoluto.

La cuaresma en un tiempo para analizar la trayectoria de nuestra vida y descubrir que, con frecuencia, damos pasos que nos alejan de la plenitud humana que es nuestra meta. No tiene sentido que nos paremos a analizar la piedra en la que hemos tropezado. Más importante sería poner más atención al caminar para evitar el tropiezo. Tampoco se trata de hacer penitencia, como requisito para que Dios nos perdone. Sería tomar conciencia de que alcanzar la meta supone un esfuerzo para no dejarnos llevar por la comodidad.

Más importante que mirar hacia atrás angustiándome por los pasos mal dados, es descubrir el rumbo adecuado y caminar en esa dirección. Pero resulta que no puedo saber dónde está la meta, porque nunca estuve allí. Aquí viene en nuestra ayuda la experiencia de otros seres humanos que sí han llegado a ella. Para nosotros, el hombre que más cerca estuvo de ella es Jesús, por eso debemos fijarnos en él y tomarlo como guía en nuestra vida. No para mirarlo desde fuera sino para descubrir en nosotros lo que él descubrió.

Las tentaciones de Jesús nos advierten de la necesidad de esfuerzo para no ser engañados por el placer inmediato. Los animales disponen de un piloto automático que les conduce en todo momento a su propia meta. Al ser humano se le han entregado los mandos de la nave y no tiene más remedio que dirigirla. No podemos conducir un vehículo si el volante está bloqueado. Las normas que nos llegan de fuera pueden impedir hacernos cargo de nuestro propio vehículo. Tampoco nadie puede conducirlo por nosotros, ni siquiera Dios.

La primera tentación pretende convertir a Jesús en oprimido y le ofrece liberarse a cambio de pan. La segunda le ofrece honor y gloria a cambio de servidumbre. La tercera es una oferta de poder desmedido sobre todo y sobre todos. Tanto oprimir a otro como dejarse oprimir son ofertas satánicas. La opresión es el único pecado, porque es lo único que nos impide ser humanos. Vamos a analizar las tentaciones de Jesús en lo que tienen de común con las nuestras que, con apariencia de bien, nos arrastran al mal.

A nadie se le ocurrirá hoy tomar el relato del Génesis como un hecho histórico. El pecado de Adán es un mito ancestral que encontramos en muchas culturas. Esto no quiere decir que sea mentira. El mito es un intento de explicar conflictos vitales del ser humano, que no se pueden entender de una manera racional. El relato de Adán y Eva intenta explicar el problema del mal, y lo hace partiendo de las categorías de aquel tiempo.

Tampoco el relato de las tentaciones es histórico. Se trata de un relato mítico igual que el de Adán y Eva. Jesús se retiró muchas veces al desierto para entrar dentro de sí y descubrir su auténtico ser. El relato resume todas las pruebas que tuvo que superar Jesús en toda su vida. En Jesús la tentación tiene una connotación especial, porque se plantea conforme a su situación personal. La talla de su humanidad tiene que darla en relación con la tarea que se le ha encomendado: cómo desarrollar su auténtico mesianismo.

Los posibles tropiezos al recorrer su camino mesiánico, se relatan condensados en un episodio al comienzo de su vida pública, pero expresan la lucha que mantuvo durante toda su vida. A Jesús no le tentó ningún demonio. La tentación es algo inherente a todo ser humano. Es el mejor argumento a favor de su humanidad. Quien no se haya enterado de que la vida es lucha, tiene asegurado el fracaso absoluto. A todos se nos dan infinitas posibilidades de plenitud, pero alcanzarlas supone poner toda la carne en el asador.

A ver si consigo haceros ver que no se trata de una elección entre el bien y el mal. El ser humano no es el lugar de lucha de dos fuerzas contrarias: el Espíritu y el diablo. Esa alternativa no es real porque el mal no puede mover la voluntad. Se trata de discernir lo bueno y lo malo, yendo más allá de las apariencias. La lucha se plantea entre el bien real y el aparente. El plantear una lucha contra el mal no tiene ni pies ni cabeza. Una vez que descubro que algo es malo para mí, no tengo que hacer ningún esfuerzo para evitarlo.

Las tres tentaciones de Jesús no son zancadillas puntuales que el diablo le pone. Se trata de contrarrestar una inercia que, como todo ser humano, tiene que superar. Ni el placer sensible, ni la vanagloria, ni el poder, pueden ser el objetivo último. El poder y las seguridades, como base de la relación con Dios, quedan excluidos. El poder podía haber dado eficacia a su mesianismo, pero no le llevaría a la libertad. La salvación tiene que llegar al hombre desde dentro de sí mismo, por lo que tiene de específicamente humano.

No necesitamos ningún diablo que nos tiente. Somos lo bastante complicados para meternos solitos en la trampa. La tentación es inherente al ser humano, porque en cuanto surge la inteligencia y tiene capacidad de conocer dos metas, no tiene más remedio que elegir. Como el conocimiento es limitado, la posibilidad de equivocarse está siempre ahí. Y suele suceder que adhiriéndose a lo que creía bueno, se encuentra con lo que es malo. Si no lo tengo claro, pondré el fallo en la voluntad que elige el mal, lo cual es imposible.

Si el problema no está en la voluntad, no lo resolveremos con voluntarismo. Aquí está una de las causas de nuestro fracaso en la lucha contra el pecado. Nos han insistido en la fuerza de voluntad para superar la tentación, pero esa estrategia es ineficaz. Si el problema es del conocimiento, solo se podrá resolver por el conocimiento. Mi tarea será descubrir lo que es bueno o malo para mí. Ese “para mí”, se refiere a mi verdadero ser, no al yo individualista. Ni siquiera podemos esperar de Dios que me saque del dilema.

En nuestra sociedad tendemos a considerar bueno lo que la mayoría acepta como tal. El esfuerzo por alcanzar una verdadera humanidad es todavía una actitud de minorías. A través de la historia, han sido muy pocos los que han alcanzado una plenitud humana. La mejor prueba es que los consideramos seres extraordinarios. La mayoría de los mortales nos contentamos con vivir cómodamente sin valorar el esfuerzo por llegar a ser algo más.

El “está escrito” es vital. Adán y Eva pretendieron ser ellos los dueños del bien y del mal, es decir, que sea bueno lo que yo determine como tal y que sea malo lo que yo quiero que lo sea. Es la constante tentación del hombre. Cuando Jesús repite por tres veces “está escrito”, reconoce que no depende de él lo que está bien o lo que está mal, está determinado, no por una voluntad de Dios, sino por la naturaleza del nuestro ser. Si no descubro esa naturaleza nunca descubriré, lo que me deteriora o me construye.

ADÁN, EVA Y JESÚS FRENTE A LA TENTACIÓN Domingo 1º de Cuaresma. Ciclo A

 col sicre art

fe adulta

Al comenzar la Cuaresma, tiempo de conversión y preparación para celebrar la Pascua, la Iglesia nos recuerda dos actitudes muy distintas frente a la tentación: la de Adán y Eva, en la que podemos vernos reflejados todos nosotros, y la de Jesús. En el primer caso triunfa la debilidad, la caída inmediata; en el segundo, la fuerza, la capacidad de resistir en la prueba. Esta contraposición no pretende desanimarnos ni denunciar lo débiles y malos que somos. Al contrario, como afirma Pablo en la segunda lectura, «si por la culpa de uno murieron todos, mucho más, gracias a un solo hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre todos».

La debilidad de Eva y Adán (1ª lectura: Génesis 2,7-9; 3,1-7)

Aviso sobre el texto seleccionado. Desde la antigüedad, tanto los rabinos judíos como los teólogos cristianos, se sentían libres para seleccionar de un texto bíblico lo que les interesaba, marginando lo demás. Ese mismo criterio se ha aplicado a la primera lectura de hoy, hasta el punto de que el original resulta irreconocible. Los capítulos 2-3 del Génesis pretenden explicar hechos muy distintos:

1) La realidad del matrimonio: tras crear al varón (Adán), Dios ve que necesita alguien que lo acompañe y le busca un complemento creando los animales, pero ninguno de ellos se le adecua; crea entonces a la mujer (Eva), y esta sí que es «hueso de mis huesos y carne de mi carne», por la que está dispuesto a abandonar a su padre y a su madre.

2) La existencia del mal en el mundo: ¿por qué debemos morir? ¿Por qué la mujer debe dar a luz con dolor? ¿Por qué el trabajo agobiante y a veces inútil? ¿Por qué la rebelión de la naturaleza contra nosotros?

3) El uso del vestido. (No se olvide que los pueblos semitas, a diferencia de los griegos, son muy pudorosos).

A la primera lectura del domingo solo le interesa el fenómeno de la tentación y el pecado y elimina todo lo demás: a) el permiso a Adán de comer de todos los árboles del jardín donde lo ha colocado, a excepción del árbol del bien y del mal; b) la creación de los animales; c) la creación de Eva y el origen del matrimonio; d) las consecuencias del pecado: castigo de Adán (muerte y trabajo), de Eva (parir con dolor) y de la serpiente (arrastrarse por la tierra).

El texto resultante describe el proceso que lleva al pecado. No lo hace con un lenguaje intelectual, sino mediante un dialogo vivo. Para ello introduce a la serpiente, que ya en el poema mesopotámico de Gilgamesh aparece como enemiga del hombre, al que roba la planta de la vida y la inmortalidad. Pero el autor de nuestro relato enfoque el tema de manera distinta, más profunda. La serpiente no roba la planta de la vida, sino que destruye al ser humano por dentro.

La tentación comienza con una mentira, falseando la prohibición de Dios, que se limitaba a comer del árbol de la ciencia. Presenta al Señor como alguien inhumano y cruel, que impone al hombre algo terrible. Sus palabras son tan burdas que al principio es fácil rechazarlas. Pero la tentación insiste. Niega la existencia de peligro. Surge entonces la atracción por lo prohibido, y la apetencia. Hasta entonces, parece como si Eva y Adán no se hubiesen fijado en el árbol. El simple miedo a morir los retrae de su contemplación. Ahora, «la mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia». A partir de ese momento está perdida, y también su marido.

Al punto, el pecado produce sus frutos. La serpiente había prometido que se les abrirían los ojos. Efectivamente, se les abren y adquieren un conocimiento nuevo. Pero lo que aprenden es que están desnudos, y esto provoca vergüenza mutua y la necesidad de cubrir la propia desnudez.

(El responsable del asesinato bíblico ha omitido otros datos esenciales en el relato primitivo: la vergüenza y miedo de la pareja ante Dios, el sentimiento de culpa, y el ansia de descargar en otro la propia responsabilidad. En su deseo de justificarse, el hombre culpa a la mujer, rompiendo con ello la solidaridad entre la pareja. La mujer, sin otra alternativa, culpa a la serpiente.)

2. La fortaleza de Jesús (evangelio: Mateo 4,1-11)

El contraste más fuerte con Eva y Adán lo representa Jesús en el momento de las tentaciones, que empalman con el episodio del bautismo. En él, la voz del cielo proclama: «Tú eres mi hijo amado, en quien me complazco». ¿Cómo entiende Jesús su filiación divina? ¿Cómo un salvoconducto para pasarlo bien y triunfar? Todo lo contrario. Inmediatamente después marcha al desierto, y allí va a quedar claro cómo entiende su filiación. 

Primera tentación: solucionar las necesidades primarias

Partiendo del hecho normal del hambre después de cuarenta días de ayuno, la primera tentación es la de utilizar el poder en benefi­cio propio. Es la tentación de las necesidades imperiosas, la que sufrió el pueblo de Israel repetidas veces durante los cuarenta años por el desierto. Al final, cuando Moisés recuerda al pueblo todas las penalidades sufridas, le explica por qué tomó el Señor esa actitud: «(Dios) te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios» (Dt 8,3).

En el caso de Jesús, el tentador se deja de sutilezas y va a lo concreto: «Si eres Hijo de Dios, di que las piedras éstas se conviertan en panes». Jesús no necesita quejar­se de pasar hambre, ni murmurar como el pueblo, ni acudir a Moisés. Es el Hijo de Dios. Puede resolver el problema fácilmente, por sí mismo. Pero Jesús tiene aprendida desde el comienzo esa lección que el pueblo no asimiló durante años: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino también de todo lo que diga Dios por su boca». 

La enseñanza de Jesús en esta primera tentación es tan rica que resulta imposible reducirla a una sola idea. Está el aspecto evidente de no utilizar su poder en beneficio propio. Está la idea de la confianza en Dios. Pero quizá la idea más importante, expresada de forma casi subliminar, es la visión amplia y profunda de la vida como algo que va mucho más allá de la necesidad primaria y se alimenta de la palabra de Dios. 

Segunda tentación: pedir pruebas a Dios

La segunda tentación (tirarse desde el alero del templo) se presta a interpretaciones muy distintas. Podríamos considerar­la la tentación del sensacionalismo, de recurrir a procedi­mientos extravagantes para tener éxito en la actividad apostóli­ca. La multitud congregada en el templo contempla el milagro y acepta a Jesús como Hijo de Dios. Pero esta interpretación olvida un detalle importante: el tentador nunca hace referencia a esa hipotética muchedumbre. Lo que propone ocurre a solas entre Jesús y los ángeles de Dios. Por eso parece más exacto decir que la tentación consiste en pedir a Dios pruebas que corroboren la misión encomendada. Nosotros no estamos acostumbrados a esto, pero es algo típico del Antiguo Testamento, como recuerdan los ejemplos de Moisés (Ex 4,1-7), Gedeón (Jue 6,36-40), Saúl (1 Sam 10,2-5) y Acaz (Is 7,10-14). Como respuesta al miedo y a la incertidumbre espontá­neos ante una tarea difícil, Dios concede al elegido un signo milagroso que corrobore su misión. Da lo mismo que se trate de un bastón mágico (Moisés), de dos portentos con el rocío nocturno (Gedeón), de una serie de señales diversas (Saúl), o de un gran milagro en lo alto del cielo o en lo profundo de la tierra (Acaz). Lo importante es el derecho a pedir una señal que tran­quilice y anime a cumplir la tarea. 

Jesús, a punto de comenzar su misión, tiene derecho a un signo parecido. Basándose en la promesa del Salmo 91,11-12 («a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en volandas para que tu pie no tropiece en la piedra»), el tentador le propone una prueba espectacular y concreta: tirarse del alero del templo. Así quedará claro si es o no el Hijo de Dios. Sin embargo, Jesús no acepta esta postura, y la rechaza citando de nuevo un texto del Deuteronomio: «No tentarás al Señor tu Dios» (Dt 6,16). La frase del Dt es más explícita: «No tentaréis al Señor, vuestro Dios, poniéndolo a prueba, como lo tentasteis en Masá (Tentación)», donde la auténtica tentación consiste en dudar de la presencia y la protección de Dios: «¿Está o no está con nosotros el Señor?».

Tercera tentación: el deseo de triunfar

La tercera tentación, a tumba abierta por parte del tentador, consiste en la búsqueda del poder y la gloria, aunque suponga un acto de idolatría. No es la tentación provocada por la necesidad urgente o el miedo, sino por el deseo de triunfar. Jesús rechaza la condición que le impone Satanás citando Dt 6,13. 

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Para Mateo, Jesús en el desierto es lo contrario de Israel en el desierto. En aquella época, el pueblo sucumbió fácilmente a las pruebas inevitables de la marcha: hambre, sed, ataques enemigos. Dudaba de la ayuda de Dios, se quejaba de las dificultades. Jesús, nuevo Israel, sometido a tentaciones más fuertes, las supera. Y las supera, no remontándo­se a teorías nuevas ni experiencias personales, sino a las afirmaciones básica de la fe de Israel, tal como fueron propues­tas por Moisés en el Deuteronomio. Los judíos contemporáneos de Mateo y de su comunidad no tienen derecho a acusar a su fundador de no atenerse al espíritu más auténtico. Jesús es el verdadero hijo de Dios, el único que se mantiene fiel a Él en todo momento. 

El problema de la historicidad

El relato de Mt nos obliga a preguntarnos si se trata de hechos históricos o ficticios. Porque el diálogo con el tentador, el viaje a la ciudad santa y el otro a una montaña altísima no parecen tener nada de histórico.

Es interesante recordar que el cuarto evangelio no contiene un episodio de las tentaciones, pero habla de ellas a lo largo de la vida de Jesús. La más fuerte es la del poder, en el momento en que los galileos quieren nombrar a Jesús rey. Y tentaciones muy parecidas en su contenido, no en la forma, se repiten al final de la vida de Jesús, en la cruz: «Si eres Hijo de Dios, sálvate y baja de la cruz» (Mt 27,40). Estas tentaciones reflejan otro dato de gran interés: los tentadores son los hombres, no Satanás.

Reflexión final

La tentación es un hecho real en la vida de Jesús, a la que se vio sometida por ser verdadero hombre. 

Mateo ha recogido este tema para dejarnos claro desde el princi­pio cómo entiende Jesús su filiación divina: no como un privile­gio, sino como un servicio. 

En el fondo, las tres tentaciones se reducen a una sola: colocarse por delante de Dios, poner las propias necesidades, temores y gustos por encima del servicio incondicional al Señor, desconfiando de su ayuda o queriendo suplantarlo. 

Las tentaciones tienen también un valor para cada uno de nosotros y para toda la comunidad cristiana. Sirven para analizar nuestra actitud ante las necesidades, miedos y apetencias, y nuestro grado de interés por Dios.