FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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miércoles, 14 de diciembre de 2016

La fe como confianza

Atrio

Carlos BarberáEn la primera carta a Timoteo se afirma que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (2, 4). Por otra parte en la carta a los Hebreos se asegura que sin fe es imposible agradar a Dios (11, 6).
No es fácil conjugar esas dos aseveraciones. El Concilio de Florencia en 1441 se atuvo a la segunda y declaró que sólo se salvan los adheridos a la Iglesia católica. Fe significaba entonces la adhesión a las verdades predicadas por la institución eclesial.

Sin embargo siempre la teología había defendido que el Espíritu sopla donde quiere y no está sujeto a los límites de la Iglesia. Hace no tantos años Karl Rahner teorizó esta idea en su doctrina sobre los cristianos anónimos.
Nosotros somos más proclives a confiar en la primera afirmación pero ello exige inevitablemente elaborar otro concepto de fe. Si se cumple esa voluntad salvífica general de Dios no será sin duda porque llegue un tiempo en que toda la humanidad se configure como un solo rebaño con un solo pastor.
La cristología moderna ha querido dar el salto del Cristo de la fe al Jesús de la historia y se ha esforzado en descubrir la figura del profeta de Nazaret. Ya se ha escrito la historia de ese esfuerzo y de sus resultados pero en cualquier caso ese proceso ha planteado una pregunta inmediata: ¿cómo conjugar la particularidad de aquel judío de Galilea con su pretendida significación universal? Porque a los discípulos, en seguimiento de lo dicho por Jesús, se les encargó que predicasen: creed la buena noticia. Creer, por tanto, ahí radica todo. Pero ¿qué es creer? ¿qué entendemos por fe?
Volvamos a las dos primeras afirmaciones. Para poder conjugarlas es preciso llegar a un concepto de fe “suficientemente amplio y universal, a fin de constituir la base de la salvación posible al hombre en tanto que hombre (de modo que) el ser humano, por el hecho de ser tal, tenga la posibilidad real de alcanzar el fin que le es propio”. Así lo formula Raymond Panikkar y de acuerdo con ello propone definir la fe como apertura existencial a la trascendencia o bien simplemente como apertura existencial.
Esta posición del teólogo español parece paralela a la de Pannenberg, que defiende que toda apertura al mundo es apertura a Dios. No está el hombre, como los animales, ligado a un entorno (Umwelt) sino abierto a un mundo (Welt). “El hombre está abierto a cosas siempre nuevas, a experiencias frescas”. “No sólo está determinado por lasas condiciones de su mundo sino por algo que se le escapa cada vez que llega a una plenitud”. “La necesidad crónica, la dependencia infinita del hombre suponen, más allá de toda experiencia del mundo, un interlocutor al que el lenguaje ha llamado Dios”
Estas posturas son sugerentes. Por una parte abandonan la idea –tanto tiempo mantenida- de que la fe sea la adhesión a unas verdades. De otro lado encuentran un elemento común a todos los seres humanos. Finalmente se trata de algo que exige también una decisión: como afirmó Jesús, antes de creer hay que convertirse, hay que tomar una decisión fundamental. A pesar de estar llamado a la apertura, el ser humano puede cerrarse, ensimismarse, empeñarse en ganar su vida y perderla finalmente.
Con todo, creo que la apertura existencial no es lo primigenio. Hay algo previo, común a todos los seres humanos, y es la confianza. Quienes pierden la confianza en las posibilidades del mundo y en sus propias posibilidades renuncian a la vida. Son sin embargo una minoría. A pesar del sufrimiento, a veces casi insoportable, los seres humanos siguen adelante y es una confianza básica quien les mantiene y espolea. En su libro Ser cristiano Hans Küng ha tratado precisamente de la fe como confianza. Es la confianza la que da lugar a la apertura al mundo y a los otros, es la confianza la que llega a experimentar más allá, a arriesgar, a dar la vida en ocasiones.
No puedo en el marco de un artículo sino esbozar algunas consecuencias que me parecen importantes:
  • Esta fe básica se concreta en el acto de fe, exige ponerse en práctica. No puede haber fe sin obras.
  • Es una práctica que puede tener grados, puede ser humilde y cotidiana o llegar a ser excepcional y heroica.
  • Esta ortopraxis ha de elaborar una ortodoxia, explicar las razones últimas de la confianza.
  • Jesús aparece como el hombre plenamente confiado, hasta una muerte al parecer sin sentido.
  • La Iglesia ha de ser predicadora y realizadora de confianza: el reino de Dios está entre nosotros.
Son temas que quedan para otros artículos.

Hijos de la oscuridad

MEDITAR Y DESPERTAR

col enrique art

La esencia del despertar consiste en ser conscientes, permanecer atentos –nuestro mayor problema es la inatención– y contemplar clara y directamente la verdad de nuestra experiencia, instante tras instante.
La contemplación de la verdad –la realidad tal como es– transforma. Deja que la lluvia del silencio caiga sobre la mente…, que limpie, que drene… Ver “lo que hay”, nos libera de ello. Lo visto se libera, lo no visto se repite. Soy esclavo de todo lo que no he visto interiormente y la libertad empieza cuando me doy cuenta, cuando soy consciente de lo que soy.
Contemplar  (meditar) es aprender a mirar sin pensar, sin interpretar, sin valorar; es permanecer serenamente atento a lo que sucede, exterior e interiormente. No evites lo que está, no traigas lo que no está, mantente presente. No se trata de reprimir, sino de ver, sin apego ni rechazo, sin darle fuerza.
El poder del amor es el poder del desapego. El apego deriva del miedo y enmascara el amor. Es necesario soltar todo para asumirlo sin aferramiento, sin miedo. El amor es la ley universal que soluciona todos los “problemas”. Se te dará en cada momento lo que necesites. Todo lo que te llegue será lo adecuado. La consciencia nos lleva a donde tenemos que ir. Sigue tu propia dirección, es única.
No es que las cosas no te vayan a afectar. Pero podrás reconocerte como un “recipiente” amplio, capaz de acoger todo lo que aparece, del mismo modo que el océano acoge todas las olas que surgen en él, o que el firmamento acoge todas las nubes que lo surcan.
La realidad no es como la pensamos, la concebimos o la representamos. Lo que llamamos “nuestro mundo” no es algo que esté “ahí fuera”, independiente de nosotros; eso es solo una modelación de lo real hecha a nuestra medida, de acuerdo con nuestras necesidades y deseos, y en función de nuestra capacidad cerebral, nuestros sensores y nuestra acción.
Tal como nos hace comprender la física cuántica, “yo” no soy yo, sino únicamente un cruce de caminos entre informaciones del universo, una red de vibraciones cuánticas; mi presunta identidad individual o mi separación del resto de la humanidad (o del universo) es tan solo una falacia de mi mente. “Somos –escribe el físico Carlo Rovelli– una red de interrelaciones… La sustancia primera de nuestros pensamientos es una riquísima información recogida, intercambiada, acumulada y continuamente elaborada” [i].
Nuestras personas no son “reales”, sino un simple momento de “Eso”, lo único que realmente es. Detrás de las apariencias que crea nuestra mente, lo que hay es Eso –la realidad de la realidad– que se halla más allá de todas nuestras modulaciones… y que, al mismo tiempo, constituye nuestra verdadera identidad.
Eso está más allá de la mente y de sus construcciones. Podemos intuirlo, vislumbrarlo o incluso captarlo –porque lo somos–, pero para nuestra mente será siempre como un inmenso abismo inacotable. Nuestras personas son meras “formas” que adopta aquella inmensidad irrepresentable.
Para crecer en comprensión, necesitamos tomar distancia de nuestras propias construcciones mentales y, acallada la mente, acceder al “conocimiento silencioso” que nos introduce en lo realmente real, en esa “inmensidad abismal” que los místicos han nombrado como “Nada” –porque ahí nuestra mente y nuestro corazón no tienen dónde agarrarse– y que, para sorpresa de la mente, constituye nuestra verdadera identidad [ii].
Ahí acaban las preguntas –toda pregunta denota ignorancia, porque cualquier inquietud o interés se refiere, por necesidad, al reino de lo aparente y, por tanto, irreal e inexistente– para emerger un Silencio en el que todo se diluye en la Nada; en el aquí y ahora, que es siempre el eterno presente (el tiempo es una ficción más del mundo de la apariencia).
No quedan preguntas porque tampoco hay ya necesidad alguna de ver o de no ver, es decir, de ser o de no ser. Simplemente, todo es. Porque, en contra de la percepción de la mente, todo –el árbol, la piedra, la mesa…, la persona– es consciencia. Por lo que no vemos nunca otra cosa que no sea consciencia, en las infinitas formas que adopta. Consciencia plenamente consciente de sí, puesto que ya no se confunde con sus manifestaciones.

Enrique Martínez Lozano
[i] C. ROVELLI, Sette brevi lezioni di física, Adelphi, Milano 2014, p.76.
[ii] M. CORBÍ, El conocimiento silencioso. Las raíces de la cualidad humana (Una selección de textos a cargo de Teresa Guardans), Barcelona, Fragmenta 2016.

EL NOMBRE DE JESÚS

col cruz-tome

Mt 1, 18-24
Si en aquel tiempo, el nombre revelaba la identidad y lo que se espera de una persona en su futuro, su misión, nada mejor que llamarle al niño que va a nacer, Jesús porque es Emmanuel. Jesús es Jesús, el salvador, porque Dios estaba con él. También nosotros estamos salvados y somos salvadores si experimentamos esa misma cercanía de Dios en nuestra vida y además imita y se parece a la de Jesús.
Según las narraciones de los evangelios de la infancia de Jesús José y María lo tuvieron muy fácil. Antes de que la criatura que llevaba en su vientre naciera un ángel o un arcángel les “soplan” cómo se debe llamar el niño, Jesús. Gabriel se lo comunica a María, según Lucas. Según Mateo el encargado de dar el nombre es José. El evangelio que hoy comentamos es el de Mateo. Según este evangelista, un ángel del Señor le dice, en sueños, a José: “tu le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Y todo esto (dichosos neutros) sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por medio del profeta Isaías al desconfiado rey Acaz: una doncella dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros” (primera lectura de hoy).
La unión de los dos nombres dados al niño que va a nacer, Emmanuel y Jesús, resulta altamente clarificadora del proyecto que viene a realizar en la tierra. De ahí la importancia de llamarse Jesús. Este niño será Dios con nosotros y Dios nos salva. En él Dios está con nosotros salvándonos. Si Dios está con nosotros, estamos salvados desde Dios. La toma de conciencia, el caer en la cuenta de que Dios está con nosotros, es la salvación desde nosotros. Ahora solo falta sacar las consecuencias. Vamos a ello.
Emmanuel significa “Dios con nosotros”. Jesús dijo e hizo lo que nos cuentan los relatos evangélicos porque Dios estaba con Él. Así lo testimonian los que lo vieron y oyeron. Jesús nos desvela la esencia de Dios. Siente su presencia en él. Le dice a Felipe: Quien me ve a mi ve al Padre. Yo y el Padre somos uno. ¿Qué nos dice Jesús del Dios en el que cree y confía? El Dios en quien cree y confía Jesús queda bien descrito en los evangelios. Dios es buena noticia para los hombres. Es un/a padremadre. Nos ha creado por amor, nos ha hecho a su imagen y semejanza, capaces de amar como Él nos ha amado. Está comprometido con nuestra felicidad y entregado a nuestra plenificación, codo con codo con nosotros, a nuestro lado siempre. Es nuestro amigo, compañero y cómplice, sufre con nosotros. En Él vivimos, nos movemos y existimos. El mejor retrato de Dios que Jesús hizo es la parábola del padre estupendo del hijo pródigo.
Como Jesús, nosotros seremos y haremos lo que tenemos que ser y hacer, lo que se espera de nosotros, nuestro ser verdadero, si descubrimos que Dios está en nosotros y entre nosotros. En el grado en que Dios sea nuestro fundamento, nuestra fuente, nuestro horizonte (alfa y omega), nuestra plenitud, nuestra vida reflejará nuestra participación en la vida divina. Seremos plenamente humanos y divinos. Como Jesús.
La palabra Jesús significa “Dios salva”. “Le pondrás por nombre Jesús porque el salvará a su pueblo de los pecados”. Dios salva. Necesitamos descubrir a Dios como nuestra salvación, nuestra liberación. Nos ayudará reflexionar e intentar contestar a estas tres preguntas: ¿De qué nos salva? ¿Para qué nos salva? ¿Cuándo y cómo sé yo que estoy salvado? Empecemos a responder. Nos salva del mal, para hacer el bien, y sé que estoy salvado cuando tengo la experiencia de que soy capaz de vencer mi egoísmo a favor del servicio a mi hermano. Ampliemos nuestra reflexión: Dios nos crea creadores, con capacidad de hacer el bien, de servir a los demás, de salvar a los hermanos. Estamos salvados y podemos ser salvadores. La humanidad necesita ser salvada del mal, de la injusticia y de la violencia. La salvación es el paso de las obras de las tinieblas a las obras de la luz. Sabremos que estamos salvados y salvando en el grado que seamos “luz de las naciones”. Luz que ilumina y vivifica. En respuesta a las preguntas: Dios, en Jesús, nos salva del mal (pecado) y nos salva para hacer el bien. Experimentamos que estamos salvados si somos capaces de que nuestra disponibilidad y entrega sea superior a nuestro egoísmo, si somos seres para los demás, más que solo para nosotros, si mi verdadero ser es la honradez y la bondad. En dos palabras, si construimos el Reino. Salvación y trabajo por el Reino son correlativos.
En resumen: Todo lo bueno, verdadero y bello que hay en nosotros es la huella de Dios, nuestro verdadero ser, la parte divina, nuestra participación en la vida de Dios. Es Dios en nosotros. Lo importante es experimentar su presencia misteriosa. Estamos salvados y somos salvadores en el grado en que activemos la presencia de Dios en nuestra vida. En la medida en que nuestra vida participe de la Vida de Dios con nosotros y seamos capaces de hacer el bien. La honradez y la bondad deben ser nuestros criterios de salvación. La capacidad de entrega y servicio es el termómetro de nuestra salud salvadora. Si me parezco a Jesús, que es el modelo de los salvados, si mi estilo de vida imita al de Jesús que pasó la vida haciendo el bien, curando el sufrimiento humano, alimentando al hambriento, librando al oprimido… entonces y solo entonces llegaré a mi plenitud humana.

ASOMBRO ANTE EL MISTERIO

col sicre

El evangelio del domingo pasado hablaba del desconcierto de Juan Bautista, y nos obligaba a pensar en el desconcierto y escándalo que podemos sentir ante la conducta y el mensaje de Jesús. El evangelio del cuarto domingo da un paso adelante. El desconcierto y el escándalo se pueden superar. El asombro ante el misterio no acaba nunca, dura toda la vida.
El relato del evangelio consta de los elementos típicos: planteamien­to, nudo y desenlace. Como en cualquier novela poli­cíaca. Pero existe una diferencia. Mientras Agatha Christie dedica la mayor parte al nudo, a las peripecias de Hércules Poirot en busca del asesino, Mateo es brevísimo en las dos primeras partes y pasa enseguida al desenlace. No se trata de un relato dramático, sino didáctico.
Planteamiento
Parte de unos personajes que da por conocidos para el lector, María y José, y de una costumbre que también da por conocida entre judíos: después de los desposorios (la petición de mano), los novios son considerados como esposos, con el compromi­so de fidelidad mutua, pero siguen viviendo por separado. De repente, resulta que María espera un hijo del Espíritu Santo. Mt no deja al lector ni un segundo de duda. Con perdón del Espíritu Santo, y siguiendo el símil policiaco, el lector sabe desde el principio quién es el asesino.
Nudo
La duda es para José, hombre bueno. Según el Deuteronomio, si un hombre se casa con una mujer y resulta que no es virgen, si la denuncia, “sacarán a la joven a la puerta de la casa paterna y los hombres de la ciudad la apedrearán hasta que muera, por haber cometido en Israel la infamia de prostituir la casa paterna” (Dt 22,20ss). José prefiere interpretar la ley en la forma más benévola. La ley permite denunciar, pero no obliga a hacerlo. Por eso, decide repudiar a María en secreto para no infamarla. Mt escribe con enorme sobriedad, no detalla las dudas y angustias de José. Como mejor se advierte esto es comparando el relato con un fragmento del Génesis Apócrifo encontrado en Qumrán, en el que leemos algo parecido a propósito del patriarca Lamec: advierte que su mujer, Bitenós, está encinta, y duda de que ese hijo sea suyo (el estado fragmentario del texto no permite saber por qué duda). La angustia del personaje la refleja el autor de forma casi patética:
“Entonces pensé que la concepción era obra de los Vigilantes, y la preñez de los Santos, y pertene­cía a los Gigantes [...] y mi corazón se trastornó en mi interior por causa de este niño. Entonces yo, Lamec, me asusté y acudí a Bitenós, mi mujer, y dije [...]: júrame por el Altísimo, por el Gran Señor, por el Rey del Universo [...] que de veras me harás saber todo, me harás saber de veras y sin mentiras si esto [...]. Júrame por el Rey de todo el Universo que me estás hablando sinceramente y sin mentiras [...]Entonces Bitenós, mi esposa, me habló muy reciamen­te, lloró y dijo: ¡Oh mi hermano y señor! Recuerda mi placer, el tiempo del amor, el jadear de mi aliento en mi pecho [...] Yo te juro por el Gran Santo, por el Rey de los cielos, que de ti viene esta semilla, de ti viene este embarazo, de ti viene la siembra de este fruto, y no de ningún extranjero, ni vigilan­te, ni hijo del cielo. ¿Por qué está la expresión de tu rostro tan alterada y deformada, y tu espíritu tan deprimido?” (1QapGn Col. II, 1-17). Ni siquiera con estas palabras de su esposa queda tranquilo Lamec; acude a su padre, Matusalén, para que le pregun­te a Henoc y se informe de todo con certeza. Es una pena que la columna esté tan estropeada en algunos momentos capitales para la interpretación del argumento. El relato de Mt parece en muchos detalles como la antítesis del Génesis Apócrifo.
Desenlace
En cuanto José toma la decisión, se aparece el ángel que resuelve el problema. José obedece, y María da a luz un hijo al que José pone por nombre Jesús. En esta sección final, entre las palabras del ángel y la obediencia de José introduce Mt unas palabras para explicar el misterio: se trata de cumplir la profecía de Is 7,14 (que se lee hoy como 1ª lectura).
Mensaje
Este análisis literario demuestra que Mt no ha intentado poner en tensión al lector. Sabe desde el comienzo a qué se debe el misterio. Entonces, ¿qué pretende decirnos con este episodio?
¿Quién es Jesús? Al comienzo del evangelio, en la genealogía, Mt acaba de indicarnos que es verdadero israelita y verdadero descendiente de David. ¿Significa que sea el Mesías? Para eso hace falta algo más según la tradición de ciertos grupos judíos. El Mesías debe nacer de una virgen, según está anunciado en Is 7,14. Este episodio demuestra que Jesús cumple ese requisito. Pero hay otro dato que no contiene el texto de Isaías: Jesús viene del Espíritu Santo, con lo cual se quiere expresar su estrecha relación con Dios.
¿Qué hará Jesús? Lo indica su nombre: salvar a su pueblo de los pecados. Salvar de los pecados no es lo mismo que perdonar los pecados. Perdonar los pecados se puede hacer de forma cómoda, sentado en el confesionario, o incluso paseando o tomando un café. Salvar de los pecados sólo se puede hacer ofreciendo la propia vida. Sabemos desde niños que Jesús, para salvarnos de nuestros pecados, dio su vida por nosotros. Pero no debe dejar de asombrarnos. Porque la actitud normal de un judío piadoso ante el pecado no es comprenderlo ni justificarlo, mucho menos morir por el pecador. Es condenarlo.     
¿Qué repercusiones tiene su aparición? Mt, al escribir su evangelio, parte de la experiencia de su comunidad, perseguida y rechazada por aceptar a Jesús como Mesías. Mt le indica desde el comienzo que las dificultades son norma­les. Incluso las personas más ligadas al Mesías, sus propios padres, sufren problemas desde que es concebi­do. El cristiano debe ver en José un modelo que le ayuda y anima. No debe tener miedo a aceptar a Jesús y seguir­lo, porque “viene del Espíritu Santo” y “salvará a su pueblo de los pecados”.

Los generales de Donald Trump

J. Jaime Hernández y David Brooks


Desde que Ulysses Grant, el victorioso general de la guerra civil ocupó la presidencia de EU (1868-1877), ningún jefe del ejecutivo había designado a tan nutrido grupo de generales para conformar un gabinete que podría parecerse mucho a una junta militar.
Sólo faltaría por confirmar la posible designación del ex director de la CIA y general retirado, James Petraeus, como futuro Secretario de Estado. Sería la cereza del pastel. Petraeus se vio obligado a renunciar en noviembre de 2012 tras admitir la filtración de información confidencial a su hoy ex amante y biógrafa, Paula Broadwell.


Donald Trump, el hombre que hasta hace poco aseguraba que sabía “más que todos los generales” sobre la amenaza terrorista del Estado Islámico (EI) y la mejor forma de derrotarlos, ha decidido así rodearse de un selecto grupo de generales.
Por el momento, el presidente electo ha designado a los generales James Mattis, Michael Flynn y John Kelly para ocupar la Secretaría de Defensa, para encabezar el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento de Seguridad Interna (DHS), respectivamente.
Por razones de interés para México, nos concentraremos en el caso de John Kelly, de 66 años y quien se jubiló en enero pasado. El último cargo que ocupó Kelly, fue la jefatura del Comando Sur, una responsabilidad que lo convirtió en el custodio de la seguridad de Estados Unidos desde la frontera sur de México hasta la Patagonia.
¿Que rasgos y antecedentes habría que destacar del general retirado John Kelly?
Durante una audiencia realizada el 15 de marzo de 2015, ante el comité senatorial de servicios armados que presidía el senador por Arizona, John McCain, el general John Kelly consideró como “extremadamente seria” la amenaza de células terroristas infiltrándose a través de la frontera con México:
“Si un terrorista o cualquier persona quiere entrar en nuestro país, sólo pagan la tarifa (que les piden los coyotes o miembros del crimen organizado para cruzarlos). Nadie revisa sus pasaportes. Nadie. No pasan por detectores de metales. A nadie le importa por qué están viniendo. Simplemente viajan en esta red (que se dedica a traficar inmigrantes)”, aseguró Kelly ante la mirada complacida de John McCain.
Habría que decir que, a John McCain, siempre ha tenido debilidad por los testimonios de aquellos funcionarios policiales o militares que agitan el espantajo de “la amenaza terrorista” que busca cruzar la frontera con México.
Gracias a esa narrativa, McCain ha podido solicitar más recursos para garantizar “la seguridad fronteriza” que, actualmente, devora un presupuesto de más de 18 mil millones de dólares al año, si nos atenemos a las cifras proporcionadas en 2013 por la entonces Secretaria de Seguridad Interna (DHS), Janet Napolitano.
A pesar del testimonio ofrecido por Kelly, un entusiasta de la colaboración con la CIA, con la agencia antinarcóticos (DEA) y con los generales de las fuerzas armadas en Latinoamérica, lo cierto es que ningún informe del DHS ha confirmado la infiltración de terroristas vinculados a organizaciones como Al Qaeda o al Estado Islámico desde la frontera con México.
Pero su narrativa ha sido un elemento clave para Donald Trump a la hora de designarlo como su futuro Secretario de Seguridad Interna (DHS) para impulsar el reforzamiento con la frontera con México y estrechar la colaboración con agencias de inteligencia para detectar la presencia de células terroristas en ese corredor que va desde América del Sur, Centroamérica y la República Mexicana.
Un detalle adicional. El general Kelly fue clave a la hora de reforzar la seguridad fronteriza de México con Guatemala para evitar la hemorragia de niños refugiados que han desbordado los puestos fronterizos de EU desde el verano de 2014.
Precisamente, la crisis de los niños refugiados que salían desde Centroamérica, huyendo de la violencia criminal, del caos y anarquía generado por los carteles de la droga, de la pobreza endémica, de la exclusión social y de las pandillas, envalentonó a un nutrido grupo de “halcones” que exigieron a México el reforzamiento de su frontera.
Kelly fue el encargado de culminar con esa misión, mientras proclamaba que la falta de seguridad de esa frontera entre México y Guatemala representaba una “amenaza existencial” para EU.
Para Tom Jawetz, quien es el vicepresidente de políticas migratorias del Center For American Progress (CAP), la designación de Kelly como futuro responsable de DHS levanta muchos recelos y suspicacias ya que de sus decisiones dependerá la construcción del Muro, la posible expulsión de más de 11 millones de personas y la posible revocación del programa de acción diferida conocido como DACA que hoy protege a más de 740 mil jóvenes, todos ellos hijos de indocumentados, que son conocidos como Dreamers.
“Necesitamos avanzar, no retroceder” en la solución a la crisis de la inmigración indocumentada, advirtió Jawetz en alusión a una posible marcha atrás en muchas de las decisiones que adoptó la administración Obama para proteger a millones de indocumentados que hoy se encuentran en la mira de Donald Trump y de su próximo Secretario de Seguridad Interna.
Una última consideración: hacia fines de 2012, en medio de una ola de escándalos de abusos sexuales, infidelidades matrimoniales y filtración de documentos clasificados que salpicaron a generales y militares de alto rango, el entonces Secretario de Defensa, Leon Panetta, impulsó la creación de una “comisión ética” para tratar de descubrir las razones de esta degradación de la fibra normal en el seno de las fuerzas armadas.
Aunque la información de este comité nunca se hizo pública, muchos ciudadanos tenían una idea clara de lo que había ocurrido con el caso de estos generales, entre ellos David Petraeus: para una inmensa mayoría, los casos de militares embriagados de poder y egos insuflados era una historia tan vieja como la historia misma de las fuerzas armadas y su tóxica confluencia con el poder político.
¿Veremos más casos de ex militares embriagados de poder que incurrirán en abusos en temas tan sensibles como el de la seguridad nacional y los derechos humanos de millones de indocumentados?
Sólo el tiempo nos lo dirá…
Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

Yo también detesto el populismo


Pedro Serrano


¿Está justificado que a Podemos se le equiparare con esos extremismos de derechas que ponen a uno los pelos de punta? Comprendo que ciertas actitudes, sobre todo de su líder, no ayuden al prestigio de esta formación política, pero estaría bien ser más objetivos a la hora de meter en la misma cesta populista a Podemos y a los partidos de corte neonazi, tan en auge últimamente en Europa.
Que yo sepa, Podemos no es racista, xenófobo u homófobo, por citar solo algunos ejemplos, y representa a 5 millones de españoles, mayoritariamente jóvenes, decepcionados con las políticas de los viejos partidos. Además, tanto en el Congreso como allí donde tienen responsabilidad de gobierno, están promoviendo la regeneración democrática e impulsando iniciativas renovadoras y de justicia social que significan una bocanada de aire fresco en la política.



Yo también detesto el populismo, pero el partido político que esté libre de populismo que tire la primera piedra. Últimamente parece estar de moda ver la paja populista en ojo ajeno y no percibir la viga en el propio. ¿O es que alguien de ustedes conoce a algún político que no practique a diario el populismo, entendido este como la tendencia política que busca atraerse a las clases populares mediante promesas imposibles y un lenguaje calculado?
. Valladolid

¿Espiritualidad femenina?


 Atrio

Pasó la fiesta de la Inmaculada que tal vez inspiró este artículo. Pero el sábado estaba siempre dedicado en la tradición católica a la Virgen, con un culto especial que se llamaba felicitación sabatina. ¡En esas prácticas nos educaron! AD.  
Llama la atención, y clama al cielo, que la Iglesia, que tiene a una mujer, María, como uno de los focos centrales de su espiritualidad -ahí está la fiesta de la Inmaculada que celebramos en estos días- margine institucionalmente a la mujer; llama la atención, y clama al cielo, que, siendo la mujer protagonista primera de la resurrección de Cristo, no sea asimismo protagonista eclesial y eclesiásticamente; llama la atención, y clama al cielo, que en la Iglesia primitiva algunas mujeres fundaran y dirigieran iglesias locales, como la de Filipos, y que ahora, en nuestro siglo tan avanzado en derechos humanos, la mujer carece de rol eclesial y de responsabilidad en la Iglesia institución, etc, etc. Si la institución eclesial está copada por el varón, también lo está la espiritualidad. El varón a lo largo y ancho de la historia eclesiástica ha impuesto una determinada espiritualidad, esa “mediación vehicular del hombre y de la mujer para ponerse en contacto con el Misterio (cfr. Espiritualidad sin templo); ese diálogo tan necesario para el ser humano y que brota de su radicalidad óntica.


El perfil de la espiritualidad del varón, basada en su propia antropología y en la cultura finisecular, se fundamenta en estos rasgos: monacato como huida del mundo, el esfuerzo, el poder, la norma y el rito. Que el monacato, sobre todo a partir del siglo V con san Benito, sea el modelo de espiritualidad por excelencia, es una realidad histórica incuestionable. Y a través de los llamados votos monacales: obediencia, castidad, pobreza, se imponen los otros rasgos de la espiritualidad masculina.
La obediencia sumisa supone un poder omnímodo, que determina en cada momento y hasta los mínimos detalles las actuaciones cotidianas del monje. La castidad implica la ley del esfuerzo, la ley del mérito, como si el ser humano se bastara a sí mismo, si seguimos a Feuerbach, despreciándose, por lo tanto, el componente de gratuidad que conlleva la fe y la misma vida espiritual. La pobreza no es tanto desprecio al dinero, por cuanto corrompe y pervierte al ser humano, como señala con frecuencia Jesús de Nazaret, cuanto, y sobre todo, porque conlleva limitar recursos de alimentos y de vestido para mortificar al cuerpo, que es el enemigo a combatir, fruto del maniqueísmo imperante y que pervive hasta nuestros días. De nada serviría aducir con D. Bonhoeffer que “el cuerpo constituye la mediación necesaria entre los humanos para el encuentro de Dios. La felicidad es un derecho irrenunciable de toda persona, que ninguna religión puede reprimir”, o con san  Juan de la Cruz: “La gota que podemos saber de Dios es a través del cuerpo”. Por último, la norma y el rito son inferencias lógicas de la espiritualidad cenobítica. Esta posible vida espiritual y gozosa se ritualiza mediante abundantes normas, que se transmiten de siglo en siglo. Ahí está la liturgia, en general, y la eucaristía, en particular, abigarrada de normas rituales que ocultan el verdadero carácter celebrativo de la misma.
Paralelamente la Iglesia institucional admite este modelo único de espiritualidad y que a su vez impone a las mujeres que pretendan vivir eclesialmente su espiritualidad. No sólo, pues, es preciso seguir este modelo único, sino además ha de estar vigilado y controlado por el varón, por el clero. Los escasos brotes de espiritualidad no protegida por el varón han tenido consecuencias negativas para sus protagonistas, desde las beguinas, siglo XII,   hasta nuestros días, como es el caso de la monja americana Lavinia Byrne que ha tenido que abandonar su Congregación de la Sagrada Virgen María por publicar el libro Mujeres en el altar. La rebelión de las mujeres para ejercer el sacerdocio. En cierto modo ha seguido los pasos de su fundadora, Mary Ward, quien en el siglo XVII, al defender una espiritualidad femenina no monacal y sí encarnada en el mundo, fue condenada por hereje y cismática.
Desde este control férreo masculino, léase papas, obispos, sacerdotes, la espiritualidad femenina se ha desarrollado en el monacato o fuera del cenobio, pero con los mismos rasgos: virginidad, obediencia, pobreza, con sus respectivas implicaciones de poder, esfuerzo, normas y rito. Hay que destacar que en la espiritualidad femenina el eje central es la virginidad, siguiendo la máxima de S. Jerónimo: “Ningún vaso de oro o de plata es tan caro a Dios como el templo de un cuerpo virginal”. En nuestros días incluso hay mujeres deseosas de vivir privadamente su espiritualidad, sin pertenencia al monacato o alguna congregación religiosa,  y se consideran a sí mismas como “vírgenes consagradas”. Las palabras de san Jerónimo pueden parecer exageradas en nuestro contexto, pero, ahora y antes, distorsionan la peculiaridad de la espiritualidad femenina, porque introduce un elemento perturbador, el esfuerzo y su consecuencia inmediata: el mérito, que viene a dinamitar ese magnífico y gozoso “templo” de la espiritualidad, cuya columna central es que Dios se nos da gratuitamente. ¿Quién no ha oído más de una vez: ¡qué mérito tienen las monjas al vivir vírgenes!?; o su correlato: “Yo he soportado la virginidad durante tantos años y, por eso, no se me puede decir que soy una mala monja”. Si hacemos caso a la cultura judía, ésta no concede condecoración alguna al mérito de la virginidad. Y para apuntalar esto, tenemos lo expresado más arriba por D. Bonhoeffer o san Juan de la Cruz.
“Dios es el silencio del Universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”,  afirma J. Saramago; éste es, pues, el territorio de la espiritualidad tanto masculina como femenina. Ya sabemos qué ha dado de sí la espiritualidad controlada por el varón y por las instituciones eclesiásticas, donde el grito humano no ha dado sentido a ese silencio; por el contrario, lo ha oscurecido y Dios ha quedado sin rostro, irreconocible, a causa de unas estructuras eclesiales de poder, de espalda a la historia humana, y no de misericordia y acogida. En este sentido, la espiritualidad femenina, históricamente, ha sido más sensible al sufrimiento humano; de ahí que la gran mayoría de las congregaciones religiosas femeninas ha estado más cerca del ser humano doliente y pobre, el verdadero rostro de Dios; el grito que da sentido a ese silencio, que es Dios.
Aquí está, pues, la verdadera senda de la espiritualidad femenina, diferenciadora de la del varón: acogida de pobres y dolientes, hospitalidad, misericordia, perdón, gratuidad celebrativa, partiendo del hecho básico e irrenunciable de encontrar a Dios, ese silencio del Universo, sin intermediario alguno. Creo que estas coordenadas marcan y configuran el perfil propio y diferenciador de la espiritualidad femenina. Soy consciente de que algunas teólogas femeninas, como EE. Jonson, consideran que “añadir rasgos femeninos (amor maternal, acogida de débiles y dolientes, compasión…) a la imagen masculina de Dios prolonga la subordinación de las mujeres al hacer del símbolo patriarcal menos amenazante, más atractivo”. Si antropológica y culturalmente la mujer posee esos rasgos positivos, más acorde, añadiría, con las propuestas éticas de Jesús de Nazaret, ¿por qué no se pueden considerar como rasgos específicos de su espiritualidad y, por ende, del nuevo rostro de Dios? No se trata de establecer dos bloques amurallados en sí mismos y sin posibilidad de comunicación alguna; es más bien reconocer que la mujer puede señalar una senda de espiritualidad válida también para el varón, donde no haya imposición y que mutuamente se enriquezcan.

Con razón sostiene J. Sobrino que “se va conociendo al Dios liberador en la praxis de liberación, al Dios bueno en la praxis de la bondad y de la misericordia, al Dios escondido y crucificado en la persecución y en el martirio, al Dios plenificador de la utopía en la praxis de la esperanza”. Hoy, en muchas parroquias, las mujeres llevan a cabo ese conocimiento del Dios liberador, del Dios bueno y misericordioso o del Dios de la utopía mediante la praxis de la liberación, de la bondad y misericordia y de la esperanza,  a pesar de algunos, bastantes, clérigos más preocupados por el poder de   sus funciones dentro de una Iglesia fuertemente jerarquizada, ahogándose en su narcisismo clerical, y que, si hacemos caso de la sociología, tienen los días contados. Es, pues, el turno de la mujer y de su espiritualidad, no tanto para sustituir a lo existente, sino para vigorizar a ese “silencio del Universo”, mediante el grito de la compasión, de la acogida, de la misericordia…, configurando el nuevo rostro de Dios en la Iglesia.
  

Más de 400 ONG piden una ley de cambio climático para un futuro


Lucía Villa


Alianza por el Clima presenta su propuesta para la nueva normativa, que incluye la descarbonización de la economía y objetivos más ambiciosos de reducción de emisiones.
MADRID. -Alianza por el Clima, una coalición estatal de más de 400 organizaciones sociales entre las que se encuentran las principales ONG ecologistas, ha presentado este martes su propuesta para una futura ley de cambio climático con el objetivo de lograr “un futuro energético descarbonizado y basado al 100% en energía renovable” en 2050.
El pasado 23 de noviembre, la Comisión para el Estudio del Cambio Climático del Congreso aprobó una resolución para instar al Gobierno a elaborar una ley en esta materia. Mariano Rajoy se había comprometido a impulsar una legislación sobre Cambio Climático durante la Cumbre del Clima de la ONU hace un año en París y la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, volvió a suscribirlo durante la cumbre del pasado noviembre en Marrakech, pero de momento poco se sabe sobre el contenido del texto, que no ha iniciado aún el proceso para su redacción. Tejerina, no obstante, argumentó que el objetivo de la normativa era el de aunar bajo un solo marco las directivas europeas con las que España debe cumplir en este sentido, y pidió el consenso del resto de partidos. ··· Ver noticia ···

El teólogo y colaborador de RD defiende “La Humanidad de Jesús” ante una repleta Aula de Cultura ABC


Jesús Bastante

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Castillo: “La gran preocupación de Jesús no era si la gente pecaba más o menos, sino si tenía hambre o estaba enferma”
“¿Por qué el Vaticano no ha suscrito todavía los acuerdos internacionales para la aplicación de los Derechos Humanos?”
La gran preocupación de Jesús no era si la gente pecaba más o menos, sino si la gente tenía hambre o estaba enferma”. El prestigioso teólogo granadino José María Castillo se dio anoche un auténtico baño de masas durante su intervención en el Aula Cultura ABC de Madrid. ··· Ver noticia ···