FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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miércoles, 15 de mayo de 2019

La Familia Salesiana comienza su Novena a María Auxiliadora




A nivel mundial se lanzaba el año pasado. Desde Salesianos.es ofrecemos además los materiales preparados por Bautista Araiz, sdb para esta Novena.


 
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Desde la noticia publicada a finales del mes de abril podemos descargar la propuesta de Novena a María Auxiliadora del salesiano de la casa de Barakaldo, Bautista Araiz. Además, como cada año hace una propuesta de rezar diariamente en mayo a María a través de las“Estampas 2019” realizadas en colaboración con el departamento de producción de Artes Gráficas de Salesianos Pamplona.

Las Redes Sociales están siendo testigos de la devoción a la Auxiliadora. Vamos a seguir contándolo usando el hashtag: #MaríaAuxiliadora.

Propuesta mundial
La Novena Mundial a María Auxiliadora, lanzada por primera vez en mayo de 2018, con ocasión del 150º aniversario de la consagración de la Basílica de María Auxiliadora de Turín, se repite de nuevo este año, en el que se celebra el 150º aniversario de la fundación de la Asociación María Auxiliadora (ADMA) y que ya está previsto para el próximo mes de noviembre el VIII Congreso Internacional de María Auxiliadora en Buenos Aires, Argentina.

Si el año pasado el tema central fueron los sueños de Don Bosco, este año la novena profundiza «las bienaventuranzas de la Familia Salesiana», presentada por el Rector Mayor en las últimas Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana. De este modo, la novena, además de ser un homenaje a María Auxiliadora y un instrumento de unidad devocional entre todos los grupos de la Familia Salesiana, relanza de nuevo el tema central del Aguinaldo 2019: la santidad en la vida cotidiana.

La estructura de la novena prevé un vídeo diferente para cada día, en el que se presentarán: una de las bienaventuranzas salesianas; un lema que se refiere al Magnificat de María; el testimonio de un miembro de algún grupo de la Familia Salesiana sobre la figura de Santidad Salesiana; el comentario del Rector Mayor; y una oración final.

Los vídeos de la novena estarán disponibles en seis idiomas (italiano, inglés, español, francés, portugués y polaco) en diversos canales: sitio web sdb.org, en ANSChannel de YouTube y la página de Facebook de ANS. La presentación de la novena está prevista para el 15 de mayo de este año.
La iniciativa de la Novena a María Auxiliadora es promovida por el Rector Mayor, con el apoyo del Dicasterio de Comunicación Social, y llevada a cabo por ANS, en colaboración con IME Comunicazione. Los textos han sido elaborados por el P. Bruno Ferrero, SDB, Director del Boletín Salesiano italiano, el P. Carlo Cassatella y Sor Antonella Colucci.

Los vídeos de la novena, junto con los textos de la Novena, podrán ser utilizados para la oración de cada día y la animación en las comunidades, parroquias y en todos los centros de la Familia Salesiana del mundo.

Vivirlo para compartirlo - 5º Domingo de Pascua, Ciclo C

EL AMOR NO PASA NUNCA


col salome 2


El amor  es bondadoso y paciente
el amor no tiene envidia, no miente
el amor no presume, no acusa
el amor no pasa...  no pasa nunca
El amor no conoce el egoísmo
el amor salva cualquier abismo
el amor se da , no se calcula
el amor no pasa... no pasa nunca
El amor es leal y misericordioso
el amor no mira dónde hace reposo
el amor no se vende, no se asusta
el amor no pasa... no pasa nunca
TODO LO EXCUSA, TODO LO CREETODO LO ESPERA, TODO LO MUEVETODO LO LLENA, TODO  LO INUNDAEL AMOR NO PASA NUNCATODO LO ALEGRA Y LO TRANSPARENTATODO LO  BUENO CRECE Y SE ALIENTATODO LO CURA, TODO LO ALUMBRAEL AMOR NO PASA... NO PASA NUNCA

Letra y arreglos: Salomé Arricibita
Música: Teresa Nécega


Para descargar la canción pinche el siguiente enlace: El amor no pasa nunca.mp3 y dele al botón derecho del ratón y guardar como...

MANTENER EL PARADIGMA DEL TIEMPO


col haya
Dos paradigmas contrapuestos
Nuestra cultura se ha desarrollado con el paradigma del tiempo progresivo: la vida que avanza desde el nacimiento hasta la muerte, el mundo que se expande desde el Big Bang, la Historia que progresa desde el homo sapiens. Es un paradigma compenetrado con nuestra cultura y por eso tan imperceptible como el oxígeno que respiramos.
Sin embargo no es el único paradigma posible. La cultura oriental se ha desarrollado con el paradigma de un tiempo cíclico: la naturaleza que gira en la rueda de las cuatro estaciones, el grano de trigo que crece como espiga y vuelve a la tierra para morir y resucitar, la reencarnación.
Este monótono girar produce una actitud más estática y contemplativa que se contrapone con la actitud occidental de esfuerzo y progreso.
Actualmente nuestra cultura siente el desencanto del progreso: Auschwitz, bomba atómica, estadísticas de pobreza y malaria… Quizás este desencanto nos esté inclinando hacia un paradigma más estático y resignado.
La no-dualidad
Una muestra de esta tendencia puede ser la conocida como teoría de la no-dualidad. La realidad es una; la variedad del mundo es una creación de nuestro cerebro, del falso yo. Esta realidad única no está sometida al espacio ni al tiempo. Es inmutable y perfecta en sí misma.
Esto contradice nuestra experiencia diaria, pero hay que reconocer que los místicos de todas las religiones son los que mejor han percibido esta unión e identificación con la realidad única. Rumi, místico sufi, vivió de tal modo esta identificación de todas las cosas con dios que llegó a afirmar “Yo soy dios”. Los místicos cristianos, siempre vigilados por la ortodoxia, simbolizaron esta identificación en la unión conyugal (pero no olvidemos que la Biblia reconoce esta unión como “serán los dos una sola carne”). 
Una consecuencia positiva de esta deriva más estática puede ser la superación de la angustia, la paz interior, la valoración de una plenitud humana, inmune a los impactos adversos o favorables del mundo exterior.
Una consecuencia negativa, ética y humanamente, de esa satisfacción con nuestra plenitud interior puede ser el egoísmo del aislamiento respecto al prójimo, y muy en particular una negligencia respecto a nuestra responsabilidad por el masivo sufrimiento humano.
En el plano teórico, quizás vivimos un replanteamento del viejo problema filosófico del  uno y lo múltiple -”no puedes bañarte dos veces en el mismo río”- de la idea platónica y las sombras de la caverna. ¿Platón o Aristóteles? ¿La plenitud de la Idea que se diversifica en la multiplicidad de sus imágenes? ¿O las realidades materiales de las que abstraemos conceptos universales como naturaleza, justicia o amor?      
Racionalmente no podemos coordinar estas dos interpretaciones de nuestro mundo, unidad y pluralidad, pero vitalmente ambas son auténticas. Nuestra mente racional, al menos en su estadio evolutivo actual, es incapaz de coordinar estas dos interpretaciones extremas; pero nuestro conocimiento sensitivo, al menos en sus estadios más avanzados, sí es capaz de coordinarlos. Lo propuso expresamente Nicolás de Cusa en su “Concordantia oppositorum”, y lo han confirmado los místicos de todos los tiempos y lugares.
El Budismo también ha sabido combinar estos dos conceptos. Para evitar el sufrimiento, recomienda suprimir todo deseo, pero al final se caracteriza por la compasión, por compartir el sufrimiento ajeno. No hay consecuencia lógica entre la propuesta inicial y el resultado final, que tanto lo honra; más parece una contradicción. La consecuencia no está en la lógica sino en la naturaleza de la realidad última: al suprimir los egoísmos, renace espontáneamente la solidaridad humana.
Conclusión
Me vienen a la mente los versos de Machado: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre el mar”. La intuición poética de Machado ha sabido coordinar dos afirmaciones contrarias: Es verdad que “todo pasa” -todo es efímero- pero también es verdad que “todo queda”, todo es plenitud permanente.
“Pero lo nuestro es pasar”, lo que nosotros vivimos y sentimos es “pasar”, es lo efímero, ya sean momentos de plenitud o períodos de opresiva esclavitud. Adoptemos en buena hora nuestra identificación esencial con el-la-lo trascendente; pero “lo nuestro”, nuestro cometido no es recrearnos en esa plenitud sino mantener la sensibilidad con la multiplicidad progresiva de lo temporal.
Gocemos “ya” de nuestra plenitud; “pero todavía no” podemos aflojar en nuestro compromiso temporal por un mundo más justo.

INTERPELACIÓN DE UNA HORMIGA A UN ELEFANTE


col ramonhnz
Que una hormiga interpele a un elefante sobre su propia tarea es empresa alocada y harto peligrosa. Tamaña osadía proviene únicamente de la gran diferencia que hay entre la impresionante corpulencia del paquidermo y la menudencia del insecto. La cosa perdería toda gracia si se compararan sus inteligencias, pues mientras la hormiga se organiza en una sociedad que ronda la perfección de un engranaje mecánico, del elefante se ha dicho que llega a tener hasta conciencia de su propia muerte.
Los animales tienen capacidades y habilidades que les permiten adaptarse perfectamente a los nichos ecológicos en que viven. Los elefantes tienen una capacidad de socialización asombrosa: pueden expresar emociones como el dolor, la felicidad, la compasión, el luto y el altruismo; tienen, además, conciencia de sí mismos y poseen una memoria que bien podría compararse incluso con la humana. La hormiga, por su parte, moviéndose en grupo, es capaz de resolver problemas tan complejos como construir ciudades subterráneas, servir a la reina y elegir los mejores caminos para buscar alimento.
Insignificante hormiga
La simple alusión a la entidad y al comportamiento de ambos animales nos abre perspectivas hermosas para emitir juicios críticos constructivos, aunque, desafortunadamente, tardarán en ser tenidos en cuenta, en caso, claro está, de llegar a serlo alguna vez. Aun siendo el poderoso elefante de esta fábula muy receptivo, la hormiga fustigadora se desvanece ante él en su propia nihilidad. Su grito, su protesta y su crítica quedan recogidas, no obstante, en el subtítulo de este escrito: “papa Francisco, esta Iglesia, no, todavía no”, como desahogo de una presión interior explosiva.
Subrayemos, de paso, que la distancia entre la hormiga y el elefante, aun siendo enorme, es salvable si la comparamos con la que, en nuestro caso, media entre las ocurrencias de un oscuro plumilla y el magisterio seductor de un papa que sabe el terreno que pisa. Quede todo, pues, en el grito sordo de desahogo de un aprendiz de escribidor atrevido.
Caracol
Metidos de lleno en el mundo animal, enmarquemos el doloroso alarido de tan osada hormiga en el nicho vital de otros dos significativos animalitos, tan prominentes en la cultura humana como el caracol y la mariposa, para que ilustren con su sola presencia nuestro propósito.
Interpelar al papa, diciéndole lo dicho, se debe a que la Iglesia que llega hasta nosotros semeja un caracol que se desplaza pesadamente, debido seguramente a llevar a cuestas una pesada estructura dogmática y moral, repleta de excrementos. Por dura que parezca tan desconsiderada aseveración, tal me parece la Iglesia católica que tengo frente a mí o dentro de mí, incluso después de los retoques que nuestro bendito elefante blanco le está haciendo para embellecer su ser y agilizar el cumplimiento de su misión.
Hay en ella una sobrecarga intelectual de dogmas y verdades considerados sagrados, pero que en realidad no son más que una pretendida “definición” (= empobrecimiento) de conceptos filosóficos de la cultura griega, que ponen en solfa la comprensión humana, y un andamiaje de ordenanzas romanas, capaces de desanimar hasta al mismo Espíritu Santo a la hora de realizar su imprescindible labor de musa poética y guía turístico. A mi modesto entender, la Iglesia católica debe ser, en cuanto fiel continuadora del mensaje evangélico, mucho más o tal vez otra cosa que la que se afirma en esos dogmas o que lo que reflejan sus ordenanzas. Insisto una vez más en que del cristianismo se han hecho muchas lecturas a lo largo de su historia, desde sus mismos orígenes, y que la que llega hasta nosotros no parece que sea válida para los hombres de nuestro tiempo, a la mayoría de los cuales les parece un mensaje mortecino, desvirtuado y caduco, un mensaje apagado y pobre.
Mariposa
A mi criterio, la nueva relectura necesaria, audaz y exigente, postula que el pesado gusano que tenemos delante se metamorfosee en mariposa. Escribo esto el 19-04-19, día de Viernes Santo, y para no buscar más apoyos, digamos, de una vez por todas, que necesitamos que la Semana Santa permanente en que vivimos se transforme de una vez por todas en Domingo de Resurrección. Como cristiano convencido, no me gusta ni me identifico en absoluto con el sentido penitencial que impregna durante estos días y todo el año la vida de tantos creyentes. El dolor, mírese como se mire, es siempre un contravalor, vitando en todas sus manifestaciones. El cristianismo no puede ser una escuela en la que se lo estudie como valor sacrificial o se lo conciba como fuente de íntima comunión con el terrible martirio que padeció Jesús de Nazaret en la cruz.
Esplendorosa mariposa
No creo andar descaminado al presumir que los hombres de nuestro tiempo necesitan que la piedad de los cristianos vuele alto y desenvuelta, como una grácil y bella mariposa, capaz de extraer de cada creyente lo mejor de sí mismo. Hay razones fundadas para certificar tal necesidad, pues el cristianismo consiste en algo tan simple como llamar Abba a Dios, sencilla apelación que despliega la fuerza incontenible de una fraternidad universal. Ello nos lleva, por un lado, a pronunciar conmovidos la única oración que nos enseñó Jesús de Nazaret, el “Padrenuestro”, y, por otro, a vivir a fondo las exigencias de su único precepto: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. De ahí que dondequiera que haya un hombre que, de verdad, llame padre a Dios y ame efectivamente a sus semejantes, allí habrá un cristiano, a resguardo de cualquiera otra exigencia institucional. Eso solo es lo determinante para que la fe cristiana irradie en todo tiempo y lugar la buena nueva evangélica.
Razones de un “no” expectante
Cuando en 1966 visité por primera vez el Vaticano, llevaba el alma en un puño y la mente predispuesta a la intensa emoción de encontrarme en el corazón de la Iglesia, de libar complacido sus esencias y de salir revestido con el atuendo necesario para llegar a ser un auténtico “pescador de hombres”. ¡Qué gran fiasco! Salí de allí tan alicaído que más parecía que me hubiera pasado por encima un tsunami. Esa amarga decepción de hace más de cincuenta años, tan en contraste con la sensibilidad de quienes salen de allí llorando de emoción, sigue todavía anclada a mis neuronas.
El Vaticano
Me escandaliza que el vicario de un proscrito crucificado tenga trato y mando de jefe de Estado y que esté rodeado de una nutrida tropa de cortesanos, pavos reales que nadan en el boato como peces en el agua y se comportan como orondos amantes de la buena vida. ¡Qué escándalos y cabreos padecí entonces viendo a muchos comerciar con sus ideales y sus escasos haberes pecuniarios para abrirse hueco en el Vaticano o ganarse escalafón en el Vaticano II!
¿Eran aquellos eclesiásticos los humildes operarios de la viña del Señor, trabajadores infatigables sin pensar siquiera en un salario? Decepción la mía, seguramente, de un joven soñador, entregado de lleno a un ideal. Pero, ¿por qué perdura sin alivio posible tan amarga decepción tanto tiempo después? Seguramente, porque sigo topándome con los mismos infranqueables muros, las mismas trincheras de corazones. ¿No incurren en flagrante contradicción quienes, acoplados al Vaticano como anillo al dedo, no tienen empacho en confesar, como decía el mismo Jesús, que “su reino no es de este mundo”? Reventaría si no dijera que, a mi parecer, el Dios Abba ni vive ni puede vivir en el Vaticano.
Sin duda, el gran elefante blanco al que grita su decepción una oscura hormiga ha recorrido ya un largo trecho para acercar la Iglesia al Evangelio en temas tan lustrosos como la sencillez de la oración dirigida al Abba y el sentido común de los comportamientos humanos.  Eso está muy bien y es muy importante, pero es preciso ahondar más y llegar más lejos. El caracol debe despojarse de su carcasa y de sus propios excrementos para convertirse en larva que eclosione en mariposa. Queda todavía mucha tela por cortar en la sastrería de alta confección de la Iglesia para confeccionar hoy el traje a medida que necesitamos todos los humanos, incluidos los ateos. Sigue habiendo demasiado poder endogámico y depredador en la Iglesia, al amparo de unas murallas que nunca debieron construirse entre ella y un mundo que debe ser iluminado y sazonado en todo tiempo por ella. No es el poder el que evangeliza como no son los hábitos los que hacen al monje; son los comportamientos fraternos los que hacen ambas cosas. La verdadera dignidad, inherente a nuestra condición, no se nutre ni de cargos ni de ornatos, sino de conducta fraternal.
¡Qué miedo! ¿Satanás?
Lo del “coco” era solo una mentira piadosa y divertida para torcer los caprichos cansinos de los niños. Extrapolar ese recurso a otros ámbitos de la conducta hace que la mentira lo sea en serio y embadurne de porquería todo el tejido humano. Teniendo al Dios Abba en la pantalla del Evangelio y en la retina de los ojos, ¿por qué, admirado elefante de la fe, nos sigues asustando con la presencia traicionera de un perverso y sagaz “Satanás”, ese siniestro personaje que, según dices, se nos cuela por las rendijas de nuestra conducta? Mi fe-confianza en el Dios Abba solo me permite ver ese bicho, por mucho que la Biblia recurra a él, como un personajillo de ficción, un muñeco de cartón piedra, del que abusan descaradamente los amantes del poder para infundir miedo a sus secuaces a fin tenerlos bien amarrados. Es solo una treta infantil, aunque sumamente eficaz para imponer pesados ordenamientos y encauzar caprichosamente las conductas.
Puestos analizar los porqués de tanta maldad como vemos y palpamos en todas partes, frente a ti, querido papa Francisco, solo tienes a hombres que claudican fácilmente ante el brillo del oropel y que se dejan seducir por el atractivo placentero de comportamientos depredadores inmundos. Hay gran diferencia entre proponerle a un hombre que no haga algo porque es una artimaña de Satán para arrastrarlo al infierno y hacerle ver que, de hacerlo, ensucia y deteriora la hermosura que Dios le regala. Por ejemplo, la recurrente pederastia de nuestros días, tan nauseabunda, no es más que la búsqueda compulsiva de un placer ponzoñoso que entenebrece la vida del depredador furtivo y destroza para siempre la vida de un inocente. ¿Qué pinta en un escenario tan mórbido un supuesto agente exterior de perversión que inocula el veneno de un placer putrefacto en el pederasta? Dejemos en paz y tranquilo, confinado para siempre en su propia nihilidad, el “coco” de nuestra infancia y tratemos de comportarnos con la dignidad que Dios nos ha dado para ser realmente los “niños buenos” que siempre debemos ser.
Sacerdocio y servicio
A estas alturas de nuestra historia y habida cuenta de la situación social en la que se impone, casi a la fuerza, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, ni siquiera se entiende que se mantengan leyes tan discriminatorias y obsoletas como la del celibato sacerdotal o costumbres tan arcaicas como negar el pan y la sal a las mujeres en una Iglesia tan necesitada de guías y pastores. De mirar menos a un supuesto Dios de las Alturas, entronizado en el Olimpo de los cielos, y más a los hombres, como hacía Jesús, su vicario o representante primero en la tierra tendría que enviarles de inmediato pastores que los confirmen en la fe y alimenten sus vidas. De habilitar jurídicamente a hombres casados y a mujeres predispuestas para su acción misional, consagradas o casadas, la Iglesia podría contar mañana mismo con muchos miles de mensajeros cualificados para realizar la inmensa obra de evangelización que la humanidad necesita.
El papa Francisco
Que nadie se ría de la presuntuosa hormiga que trata de infundir valor al elefante al decirle que no debe tener ningún miedo a la hora de dar los pasos necesarios para llevar a efecto su pesada misión de guía de todo el rebaño humano. Es lo que este atrevido plumilla se ha esforzado por hacer en este y en todos los artículos que lo preceden. Ante todo, y por encima de todo, están los seres humanos, ovejas sin pastor en el erial de mundo en que hoy vivimos. ¡Ojalá que el grito desgarrador de tan osada hormiga provoque algún eco!

MIRIAM DE MAGDALA: TESTIGO Y DISCÍPULA...


col bernabe


¿Cómo se ha conservado la memoria de María Magdalena?
-Los cuatro evangelios canónicos son muy parcos en datos. Son textos que no narran todo lo sucedido, sino lo que se considera necesario para la fe de las comunidades. Recogen tradiciones recibidas y las aplican a los nuevos momentos en que se escriben. Los escritos están redactados desde el punto de vista de los varones y, así, las mujeres resultan invisibles o solo aparecen en situaciones muy significativas e importantes. Por eso, lo que los evangelios cuentan sobre María la de Magdala es poco, pero muy importante.
¿Dónde hablan los evangelios de Magdalena?
-Magdalena aparece en los capítulos finales de los cuatro evangelios, en los relatos de la pasión, que son muy antiguos, y los de la resurrección. Aparte de eso solo se le cita en el capítulo 8, 3 del evangelio de Lucas, donde aparece, con los doce y otras mujeres, acompañando a Jesús que va caminando de pueblo en pueblo y anunciando la buena noticia.
¿Qué se dice de ella?
-Varias cosas fundamentales: que fue discípula ya desde el comienzo de la misión de Jesús en Galilea. Que fue testigo de su muerte y sepultura. Que fue receptora de una aparición del Resucitado y enviada a anunciar su nueva forma de vivir. Y que fue preeminente entre las mujeres discípulas.
Todo eso, ¿qué significados encierra?
-Las cosas que se dicen de los discípulos le afectan a ella. Hay dos verbos que resumen la actitud del discípulo: seguir a Jesús, y servir. Compartió con Jesús y los demás discípulos su carisma y todos los estigmas, los sambenitos que se atribuían al grupo contracultural de Jesús, entre ellos, ser borrachines y comer mucho. Por ser discípula desde el comienzo, vuelve los ojos hacia el principio de la pretensión de Jesús, revisa todo lo que escuchó y aprendió de él. Las mujeres, en aquella sociedad y tiempo, no podían testificar ante los tribunales, pero Magdalena fue testigo ante la comunidad de la muerte de Jesús y de la suerte que corrió su cuerpo bajado de la cruz. Ser receptora de una aparición del Resucitado le otorgaba autoridad. Así, María Magdalena tiene relevancia comunitaria y preeminencia en el grupo de mujeres, y aparece encabezando casi todas las listas en que se menciona a mujeres. Magdalena fue apóstol, enviada a anunciar que Jesús había vencido a la muerte y que había que continuar con su causa. Rábano Mauro, obispo del siglo IX llamó a Magdalena “apóstol de los apóstoles” porque ella recibió la primera aparición del Resucitado y fue enviada a anunciar la noticia a Pedro y los discípulos.
¿Dónde fue enterrado Jesús? ¿Por qué aparecen tanto Magdalena y las otras mujeres cerca de su tumba?
-Hay discusión entre varios exégetas sobre lo que pasó con el cadáver de Jesús. Crossan asegura que no fue enterrado; su cuerpo, de persona ajusticiada fuera de la ciudad, fue comido por los perros y sus huesos arrojados a una fosa común. Hay quien afirma, basándose en las referencias a Nicodemo y José de Arimatea, que el Sanedrín disponía de un sepulcro donde depositar cadáveres de ajusticiados para evitar la contaminación legal. Pero hay en los cuatro evangelios una tradición unánime, la de la visita temprana de las mujeres al lugar donde pusieron a Jesús. Es un relato que quiere plasmar de forma plástica la fe de las comunidades. La forma de ese relato deriva de la costumbre, antigua y actual, de hacer duelos y de que, sobre todos las mujeres, hablen con sus seres queridos difuntos. El Evangelio apócrifo de Pedro, del siglo II, comenta que “iban a hacer lo que las mujeres hacen”, es decir, llorar, recordar, hacer duelo y consolarse. El tema del duelo llegó a ser peligroso en la antigüedad y había leyes que lo regulaban. En ese clima del relato los ángeles convencen a las mujeres de que no hay que hacer duelo por Jesús. Ellas, en su actividad de duelo, hacen la experiencia de que Jesús no está muerto. Y asumen un papel fundamental: van a contarlo. Así se expresa la fe de la comunidad, la experiencia de que Jesús no estaba preso de la muerte.
¿Qué sucedió con la memoria sobre Magdalena después del Siglo II?
-Los evangelios apócrifos y otros escritos posteriores no dicen mucho acerca de personajes históricos. Más bien reflejan las actitudes y búsquedas de los distintos grupos que formaron el cristianismo primitivo. Suceden procesos de simbolización. Y, conforme avanza la presencia pública y la institucionalización de las comunidades, dentro de ellas se alude, y hasta se enfrenta, a la autoridad de Pedro y Magdalena en rivalidad, para resolver conflictos, a favor de hombres y mujeres.
¿Hay algunos textos más expresivos de todo eso?
-Pronto se discute la autoridad de la mujer para predicar y decir su palabra en las asambleas, usando términos de la filosofía, estoica, neoplatónica o gnóstica. En el temprano Evangelio de Felipe aparece, de modo simbólico, Jesús dando un beso en la boca a Magdalena, no con motivación erótica, sino como forma de comunicarle su espíritu y, con ello, autoridad para hablar y enseñar. En el siglo II, el llamado Evangelio de María recoge diálogos de discípulos, entre ellos Magdalena, con el Resucitado; María les transmite las palabras del Señor, pero Pedro pregunta: “¿Cómo ha podido decir el Señor a las mujeres lo que no nos ha dicho a nosotros?” y Magdalena llora, mientras Leví defiende su autoridad. Y en el mismo siglo II, en los Hechos de Pablo y Tecla, Tecla, fundada en la autoridad que ha recibido de Pablo, se bautiza y se enseña a sí misma. En el libro Pistis Sofía del siglo III, se hacen a Jesús unas 70 preguntas, la mayor parte de las veces por mujeres; hasta que un hombre dice: “Señor, diles a las mujeres que se callen, para que podamos hablar nosotros”, y Jesús defiende el derecho de la mujer a interpelar y enseñar. En el fondo de todos estos textos se puede ver la definición de los papeles de género en aquellos momentos formativos del cristianismo.
¿Cuándo empieza la sustitución de la figura de Magdalena por otras?
-Fue algo progresivo, a partir del siglo IV. Primero se sustituyó la figura de Magdalena por la de María de Nazaret. Y pronto se mezcló a todas las figuras femeninas del Nuevo Testamento, en un plural indiscriminado: todas se llamaban María. La poca creatividad respecto a los nombres femeninos no sucedió solo en el ámbito judío, donde María o Miriam era el nombre más común, sino también entre los romanos, que no discurrían mucho para poner nombres distintos de mujer, sino más bien apodos para distinguirlas.
¿Con que otras mujeres se ha confundido a María la de Magdala?
-Se identificó a María Magdalena con María de Betania, y luego a ésta con la mujer que ungió a Jesús con un perfume y de la que Lucas dice que era una pecadora. En el siglo VII, Gregorio Magno identificó Magdalena con la pecadora arrepentida de Lucas. La Leyenda Aurea de Jacobo de Vorágine, en el siglo XIII presenta a Magdalena llegando a Francia y poniéndose a predicar, pero muy pronto la sitúa retirada en una cueva para hacer penitencia. Eso dio mucho de sí en la predicación, y en las artes plásticas, durante siglos. Luego, mucha de la literatura reciente, sin ninguna base, ha hecho que la Magdalena pase de prostituta a ser la “Señora de”. No creo que sea un gran problema el que Jesús hubiera estado casado; hay argumentos a favor y en contra. Pero a los evangelios no les importa esa faceta, ni dicen nada de ello. Solo de pasada sabemos que Pedro estuvo casado.
¿Qué efectos tuvo la confusión de personajes?
-Se pervirtió y domesticó su memoria y con ello la legitimación que suponía para la igualdad y autoridad de la mujer en la iglesia. Pero hay que decir que las Iglesias Orientales jamás cambiaron la imagen original de Miriam de Magdala. En Occidente hubo que esperar al Concilio Vaticano II. En la fiesta de la Magdalena, que se celebra el 22 de julio, los textos bíblicos, antífonas y oraciones de la liturgia nos han devuelto esa imagen de discípula y testigo de Jesús, una mujer con autoridad en la iglesia.
El evangelio de Lucas dice que “acompañaban a Jesús mujeres curadas de malos espíritus y enfermedades”, entre ellas “María la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios”. ¿Pudo el Maestro haber sanado o curado a Magdalena?
-Las que seguían a Jesús no fueron mujeres al uso. Lo que es seguro es que encontrarle a él transformó su vida, más si el origen de esa relación se debió a situaciones de dificultad. Pero la Antropología Cultural permite hoy explicar eso de “los demonios”. Estar poseída pudo ser una forma inconsciente de protestar contra situaciones de ahogo, injusticia o falta de libertad. Aquellas mujeres expresaban con gestos su sufrimiento, hasta tal punto que Celso, el historiador romano, les llama “histéricas”. Jesús y su movimiento les ofrecen otro horizonte de autocomprensión.
¿Dónde estaba y cómo era la ciudad de Magdala?
-Magdala era una ciudad a orillas del lago Genesaret, el mar de Galilea. Se han hecho en ella importantes hallazgos arqueológicos de época, asmonea y herodiana. Siempre se ha creído que Flavio Josefo exageró al decir que tenía 40.000 habitantes, pero hoy se piensa que no lo hacía. Fue una ciudad grande, un cruce de rutas comerciales y de cultura. Se han excavado calles y plazas, el puerto lacustre, baños y letrinas públicas y una sinagoga. En parte de ese lugar los Legionarios de Cristo ha construido una iglesia dedicada a la memoria de María Magdalena. Han levantado ocho columnas que llevan el nombre de mujeres del evangelio y una, sin nombre, está dedicada a todas las mujeres “que lo son de sus familias y que trasmiten la fe”. Pero estas columnas están en el atrio, fuera de la Iglesia. Dentro de ella, las columnas llevan el nombre de los doce apóstoles. La memoria de Magdalena que se recupera es la de la mujer cuidadora, sufridora, liberada de los demonios representados como la serpiente del Génesis, y se propone como modelo para la “joven mujer católica”, vista como sostén de su familia. Ha desaparecido la memoria de la discípula, testigo, receptora de una aparición del Resucitado y apóstol.
¿Hay que tener cuidado, pues, con la memoria histórica?
-Desde luego, recuperar la memoria no es algo inocente. ¿Qué memoria? ¿Con qué finalidad? La memoria de Magdalena se ha utilizado tanto para reivindicar la igualdad de la mujer en la Iglesia como para procurar su sometimiento. Yo conozco algo muy distinto en Cali, Colombia. El grupo María Magdalena de la Casa Cultural Tejiendo sororidades, un colectivo de mujeres que ayuda a otras mujeres a empoderarse y ganar autoridad. Hay que ver cómo manejan la Biblia.
¿Va a cambiar el papel de la mujer en la Iglesia?
-Si Francisco consigue cambiar algunas cosas, algo ayudará. Pero su antropología no me parece muy distinta de la de los papas anteriores. Me preocupa que siga hablando de “la complementariedad”. Lo que hace falta es que se nos permita ser adultas y participar en la toma de decisiones, porque ahora las mujeres no estamos representadas en la Iglesia. Karl Rahner, el reconocido teólogo, dijo: “No encuentro en las Escrituras ningún reparo para la ordenación de mujeres”. Eso es cultural y coyuntural. Pero, en la ordenación, el poder de consagrar conlleva el poder de gobernar y de decidir sobre la vida de las comunidades. Hay que ir más allá: la reforma de estructuras administrativas requiere también la reforma del ministerio presbiteral.

Carmen Bernabé Ubieta
(Entrevista de Javier Pagola / DEIA – BILBAO)

¿QUÉ IMAGEN NOS IDENTIFICA COMO CRISTIANOS?


col labrador
Juan (13,31-33a.34-35)
Vivimos en la época de la imagen. Nos preocupa e interesa la imagen que damos, la que tienen de nosotros y la que vemos en los demás. Hacemos fotos que difundimos por internet; se hacen virales ciertas imágenes en muy poco tiempo y ellas configuran las conversaciones, las ideas, los gustos y… ¡cuántas veces las opciones de muchos de nosotros!
Muchas veces, la señal de pertenencia a un grupo o el modo de participar en un evento es llevar la “misma” camiseta, pañuelo, distintivo… ¡Qué cómodos nos sentimos unidos de este modo a un grupo grande, amparados y arropados por otros, fácilmente reconocibles como “de los nuestros”!
En este contexto, y partiendo del evangelio de este domingo, podemos preguntarnos, ¿cuál es la imagen que damos los cristianos? ¿Qué imagen nos identifica? ¿Qué imagen difundimos?...
Los primeros cristianos tenían muy claro, en una época en que lo virtual no existía, que había una señal por la que se les reconocía. Su vida, desde que eran seguidores de Jesús, era tan distinta que no pasaba desapercibida. El evangelio de Juan pone en boca de Jesús: “La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros”
Jesús no está en esta cultura de la imagen, de lo externo, de lo que brilla superficialmente… Y nos habla del amor. Pero del amor con estilo propio: “Como yo os he amado”.
La señal de “los suyos” no es algo que se “pone encima”, no consiste en teñir todo de un determinado color, repetir unas determinadas fórmulas o practicar unas mismas costumbres incluso piadosas…
La señal de los cristianos es algo que sale de lo profundo de la persona y compromete toda la vida. Es, a la vez, un regalo y un mandato: lo hemos recibido como don, porque no podemos amar como Jesús, si el Espíritu no cambia nuestro corazón, y a la vez tenemos que vivirlo cada día como ardua tarea.
El signo distintivo de los cristianos no es cualquier amor, es amar como Jesús nos ama a cada uno de nosotros. Y para descubrir más plenamente cómo nos ama, rebobinamos y recordamos su vida y su muerte.
Leemos las primeras frases de este evangelio a la luz del amor que Jesús tiene a sus discípulos. Y las leemos en el contexto que nos marca el evangelio de hoy: en la última cena, cuando Jesús siente que son los últimos momentos que pasará con ellos, cuando Judas sale del cenáculo.
Juan afirma que Judas salió, y esta salida pone en marcha toda la trama de la traición. Judas ha estado mucho tiempo con Jesús, le ha escuchado, pero ahora se “escapa” se autoexcluye del grupo, de la comunidad de Jesús.
Es una decisión que, en un momento o en otro, todos tenemos que tomar. Porque cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de “salir” del cenáculo o de quedarnos con Jesús y con la comunidad. ¿Nos animamos a poner nombres y a confesarnos a nosotros mismos las veces que “hemos salido” dejando a Jesús con los otros discípulos?
Pero si nos quedamos, si apostamos por permanecer en la comunidad de sus seguidores, tantas veces defectuosos y hasta difíciles, escucharemos y podremos comprender y compartir el camino del seguimiento.
Escucharemos a Jesús que, en los últimos momentos de su vida, nos dice lo realmente importante, como hacemos todos cuando vemos que la vida y el tiempo se nos acaban. Y nos lo dice en tono cariñoso, de confidencia, llamándonos “hijos míos”:
- Llega el momento del triunfo de Dios, aunque me veáis en la cruz, despreciado, abandonado, traicionado... Tenéis que ver a través de ello la gloria del Padre, la que yo comparto con Él.
- Y solo una encomienda, un deseo, un mandato: amaos y hacedlo de forma que este amor os defina, os distinga y caracterice. Amaos como yo os he amado.
Con la luz del Espíritu y la fuerza de la comunidad podremos celebrar el triunfo del resucitado, que pasa por la muerte en cruz; podremos empeñarnos en amar sin condiciones, a los que nos aman y a los que nos traicionan o abandonan, a los que son de los nuestros y a los que se consideran de otros grupos…
Si estamos dispuestos, si nos dejamos conquistar por este amor, lo intentaremos una y otra vez. Si confiamos en que la fuerza de este amor que se nos regala nos irá cambiando… ¡permanecemos con Jesús en el cenáculo! En ese espacio donde se come y bebe, se comparte la vida en profundidad y se escucha al amigo en comunidad. Y esto, nos identifica y llena nuestra vida.

Mª Guadalupe Labrador, fmmdp