“El pueblo pasa hambre porque sus superiores consumen en exceso sobre lo que recaudan” (Lao Tzu)
2 de junio. DOMINGO VII de PASCUA
Sal 46
“Ascendió Dios entre aclamaciones,
el Señor a toque de trompeta,
tañed para Dios, tañed”
Lc 24, 42-53
Y Jesús dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
Compadecerse de todos. Dice Ramana Maharshi en La Filosofía de la existencia:
Como nuestro mayor amor está dirigido hacia nosotros mismos, la doctrina de la no-dualidad, de que todos los seres son en esencia el Ser uno, nos proporciona una base racional para sentir amor y compasión hacia todos los demás seres. Este es el significado más profundo y exotérico del mandamiento de Cristo “Ama al prójimo como a ti mismo”. No somos individuos y seres separados. Sólo hay un Ser eterno infinito que es inmortal en todos”.
Y se demuestra el amor al prójimo, no tanto en las palabras cuanto en los actos. Como hizo Jesús, y como han hecho tantos otros. Éste el único Dios al que vale la pena escuchar y seguir, y el triunfo único en cuyo logro vale la pena embarcarse.
En la composición Salmo 46, 3-5, Anton Bruckner, compositor vienés de lujo, hace sonar trompetas y clarines: “Aunque bramen y se agiten sus aguas, / aunque tiemblen los montes con creciente enojo, / hay un río cuyas corrientes aguas / alegran la ciudad de Dios, las moradas santas del Altísimo. / Dios está en medio de ella no será sacudida; / Dios la ayudará al romper el alba.
Clarines y trompetas, que hacen bajar de las nubes del cielo el maná y las perdices que apagaron el insaciable anhelo del pueblo judío en el desierto. ¿Qué orquesta del teatro del mundo, hará sonar hoy en el hambriento de comida y de ideas, las voces que saciarán estómago y conciencia?
Cuando Jesús pregunta a sus discípulos si tienen algo de comer, nos lo pregunta a creyentes y no creyentes; no sólo, si tenemos pescados, sino si estamos dispuestos a darlos generosamente a quienes los necesitan: peces, redes para pescarlos, brasas donde asarlos, mesa donde comerlos, y un techo en el que acogerlos.
Entonces dejarán de sonar clarines y trompetas, no bramarán las aguas ni temblarán los montes, y habrá rocío de maná y perdices, y Dios ayudará a que el alba nos llegue como un supermercado. ¿Lo comprenderán los políticos? ¿Saldrán de la jaula en la que están encerrados? ¿Llegarán a convertir Congreso y Senado en foros donde se discutan y aprueben urgentemente leyes que resuelvan problemas tan transcendentalmente humanos? Únicamente desde ese instante empezarán a cumplirse las Obras de Misericordia Corporales: Visitar y cuidar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, etc.
“El pueblo pasa hambre porque sus superiores consumen en exceso sobre lo que recaudan”. Lo anunció hace veintisiete siglos Lao Tzu, un sabio chino.
¿Y no serán también en cierto modo, las espirituales, corporales?
Posiblemente entonces se cumpla lo del Salmo:
“Ascendió Dios entre aclamaciones,el Señor a toque de trompeta,tañed para Dios, tañed”.
Mario Javier Peña Zambrano escribió este poema en Poemas del Alma
EL HAMBRE
Mi dulce niño que camina,
¿qué te ha hecho la injusticia
para que sufras, mi niño?
estás angustiado hambriento y con frío.
¿qué te ha hecho la injusticia
para que sufras, mi niño?
estás angustiado hambriento y con frío.
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La razón humana culpable
-¡Oh! mi Dios perdón-
alimenta nuestro corazón
con alimentos distintos al egoísmos
prepotencias, del olvido que le
hemos arrebatado lo suyo
para que haya justicia entre todos
y construyamos un mundo equitativo
lleno de vida y esperanzas.
-¡Oh! mi Dios perdón-
alimenta nuestro corazón
con alimentos distintos al egoísmos
prepotencias, del olvido que le
hemos arrebatado lo suyo
para que haya justicia entre todos
y construyamos un mundo equitativo
lleno de vida y esperanzas.