FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA
SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA
ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

ATALAYA
ATALAYA

jueves, 2 de septiembre de 2021

El Papa pide a los creyentes que “no escuchen a los fundamentalistas”

 


José Manuel Vidal

Religión Digital

papa47

“Detrás de la rigidez no está el Espíritu de Dios”, advierte Francisco El Papa pide a los creyentes que “no escuchen a los fundamentalistas”
“La santidad viene del Espíritu Santo”
“El intento de Pablo es poner en un aprieto a los cristianos para que se den cuenta de lo que hay en juego y no se dejen encantar por la voz de las sirenas que quieren llevarlos a una religiosidad basada únicamente en la observancia escrupulosa de preceptos”
··· Ver noticia ··

Donald Trump y el Gobierno orwelliano

 Redes Cristianas

El mandato Presidencial de Donald Trump estuvo marcado por dosis extremas de volatilidad debido a su personalidad paranoica aunque el leitmotiv de su mandato fue implementar un Estado Presidencialista con claros tintes autocráticos, forma de Gobierno orwelliano que podría cristalizar tras las Elecciones Presidenciales del 2024.

Autocracia y paranoia en Donald Trump

La autocracia, del griego autos (por sí mismo) y kratos (poder o gobierno), sería la forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado, especie de parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal), que partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres, llegado al poder se metamorfosea en líder Presidencialista con claros tintes autocráticos (inflexible y autoritario), lo que corrobora la tesis de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”. La autocracia sería pues una especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder), elementos que confluyeron en la Presidencia de Trump tras fagocitar al Partido Republicano.

La estrategia electoral de Trump se basó en la técnica de la manipulación de las masas expuesta por Edward L. Bernays en su libro “Cristalizando la opinión pública”, en el que desentraña los mecanismos cerebrales del grupo y la influencia de la propaganda como método para unificar su pensamiento. Así, según L. Bernays, “la mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía”.

Así, su propaganda estuvo dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta. Dicha estrategia fue diseñada por su asesor Steve Bannon quien le transmitió los puntos esenciales del ideario populista: mensajes cortos y xenófobos en las redes sociales, culto al líder y utilización de las fake news para sumir a la población en la duda existencial y cuyo primer efecto nocivo fue el finiquito del paradigma vigente en las últimas décadas (Teoría de lo “políticamente correcto).

La personalidad de Donald Trump encajaría plenamente en la descripción médica del trastorno conocido como psicosis paranoica pues su pensamiento es rígido e incorregible: no tiene en cuenta las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en convicción y aunque esté aquejado de dicho trastorno delirante sería bastante funcional y no tiende a mostrar un comportamiento extraño excepto como resultado directo de la idea delirante (construcción del Muro con México).

En el caso concreto de Trump, estaríamos ante un caso típico de paranoia megalómana, delirio de grandeza que provoca que el individuo se crea dotado de un talento y un poder extraordinarios debido a que las deidades le han elegido para una alta misión (restaurar el White Power en una sociedad en la que la evolución demográfica provocará que la población blanca será minoritaria en el escenario del 2.043). Otro rasgo de su personalidad sería el histrionismo que le impele a “ llamar la atención pública y ser temerario en sus afirmaciones sin importarle la opinión de los demás debido a su evidente falta de moralidad”.

La paranoia de Trump se habría agravado al verse afectado por el llamado “sindrome de hydris” citado por el médico y político inglés David Owen en su obra “The Hybris Syndrome: Busch, Blair ant the Intoxication of Power”. Dicho término procede de la palabra griega “hybris” que significa desmesura y que tendría su paradigma en el intento de aplicar la Ley de Insurrección que conllevaría la utilización del Ejército que se enmarcaría en su lema electoral (“The President of Law and Order”).

Sin embargo, el intento de militarizar todo el país habría provocó la inquietud en el establishment dominante y tuvo su plasmación en las declaraciones del secretario de Defensa Mark Sper, quien se mostró contrario a la aplicación de la Ley de Insurrección tras afirmar que “el racismo es real en el país y debemos hacer lo posible por reconocerlo, plantarle cara y erradicarlo”. Especial relevancia adquirió la irrupción mediática del ex-secretario de Defensa de la Administración Trump, el ex-general de la Marina,James Mattis al acusar a Trump de “intentar dividirnos y de la necesidad de unirnos sin él, aprovechando las fuerzas inherentes a nuestra sociedad civil”

¿Prepara Trump un Gobierno orwelliano?

Trump se negó en redondo a aceptar los resultados de las Elecciones Presidenciales en las que resultó elegido Joe Biden y continuó alimentando la teoría del fraude electoral en las redes sociales, pero tras el fracaso de su ofensiva judicial, habría decido dar un Golpe de mano para impedir la certificación de los resultados electorales que proclamaban vencedor a de Joe Biden en connivencia con los mandos de la seguridad del Capitolio así como de varias agencias federales. Así, en el asalto al Capitolio por parte de turbas trumpistas arengados por Trump se habría infiltrado un grupo de 21 personas uniformadas y de formación militar cuyo objetivo sería provocar un vacío de Poder tras eliminar a los líderes demócratas Nancy Pelosi y Kamala Harris así como al Vicepresidente Mike Pence, devenido en bestia negra de los trumpistas tras permitir al Congreso certificar los resultados de las Elecciones y ser acusado por Trump de “ no tener el coraje de hacer lo que debería haber hecho para proteger a nuestro país y nuestra Constitución”.

Dicho vacío de Poder sería aprovechado por Trump para declarar el Estado de Alarma y un Gobierno autocrático pero tras el consabido fracaso, los demócratas abrieron un nuevo frente en su contra para lograr su total descalificación de cualquier cargo público mediante un nuevo impeachment del que nuevamente Trump salió incólume debido a la inanidad del Partido Republicano y tras ello, la democracia estadounidense quedó herida de muerte y Trump siguió conservando intacto su carisma entre sus votantes.

Dado el desgaste de Biden tras el fiasco de Afganistán y la persistencia de la pandemia sanitaria, no sería descartable el triunfo republicano en las elecciones intermedias del 2022 que anticiparían un retorno triunfal de Trump en las Presidenciales del 2024. Ello marcará un hito histórico pues representará el final de la sui generis democracia formal estadounidense y el comienzo de una forma de Gobierno orwelliano que beberá de las fuentes del paternalismo de las dictaduras blandas y se caracterizará por el culto al líder, la utilización de las fake news para sumir a la población en la duda existencial y la vigilancia y el control estricto de la disidencia política.

Enfrentamientos durante marcha contra el bloqueo israelí a la franja de Gaza

 


palestina libre

Palestina

Unos 20 palestinos resultaron heridos, algunos por balas que dispararon soldados israelíes, indicaron miembros de los servicios de emergencia.
Una veintena de palestinos resultaron heridos ayer en enfrentamientos con el ejército israelí al margen de una manifestación en rechazo al bloqueo israelí cerca de la frontera entre la franja de Gaza e Israel, informaron los equipos de emergencia.
Un palestino falleció en la mañana por las heridas provocadas cinco días antes por disparos israelíes durante incidentes parecidos cerca de la valla fronteriza, fuertemente custodiada por los militares israelíes.
··· Ver noticia ···

Justa Freire, la maestra republicana doblemente represaliada

 


La Marea

El Diari de l’Educació
El Ayuntamiento de Madrid, en manos del PP, ha decidido eliminar del callejero a Justa Freire para devolver ese espacio al golpista Millán-Astray, padre de la Legión.
Justa Freire, como otras y otros miles de maestros y maestras republicanos, fue represaliada una vez terminada la Guerra Civil. Había sido maestra durante la República, había dirigido el Grupo Escolar Cervantes, en Madrid, y fue, junto a Ángel Llorca, protagonista del esfuerzo del gobierno legítimo por salvaguardar el bienestar de las y los niños a través de las colonias escolares que intentaron evitar, en la medida de lo posible, los horrores de la guerra que estaban viviendo.
··· Ver noticia ···

Reflexión: Conciencia y Religiosidad


Mª Ángeles Noblejas de la Flor

Revista Utopía

El más representativo de los fenómenos humanos es el deseo de sentido y cuenta con la conciencia personal como brújula que orienta su dinamismo de búsqueda y realización responsable.
La religión se revela como realización de la búsqueda del Sentido Último; nos aporta la posibilidad de dirigirnos a la Trascendencia, de relacionarnos con un Tú. Existe una religiosidad inconsciente en el núcleo más íntimo de cada persona.
··· Ver noticia ···

BUSCAMOS UNA IGLESIA EN SALIDA, PERO ¿LA MISMA TEOLOGÍA TIENE HOY SALIDA?

religión digital

col placer

La vida es lo que importa y preocupa. Sus problemas son los que interesan. La urgencia de los asuntos de cada día nos absorbe: la pandemia que no cesa, el trabajo que escasea, la pensión de una persona jubilada que no llega a fin de mes, emigrantes y exiliados en condiciones extremas, la catástrofe de Haití o la angustia en Afganistán… Cada día está tan saturado de preocupaciones y preguntas inmediatas que nos impiden plantearnos temas que para bastantes nada tienen que ver con el discurrir diario de nuestros intereses y sus respuestas.

Sin embargo, históricamente la creencia en Dios ha tenido una decisiva relevancia social, política, cultural, económica en el mundo; de formas con frecuencia enfrentadas. Y hoy para un porcentaje alto de la humanidad Dios, Alá o con otros nombres sigue siendo una creencia decisivamente influyente. Con consecuencias muy distintas: causa de guerras y enfrentamientos y también, sin duda, de acciones humanitarias solidarias y altruistas.

Creer en Dios

Es cierto que, en la opinión pública actual, cada vez más extendida en nuestra sociedad, este tema carece de relevancia. Y no sólo para quienes niegan su existencia. Una mayoría social afirma, según los sondeos, que cree en Dios o en algo más allá, pero en su vivir diario esta creencia es irrelevante; especialmente en la juventud es una pregunta que ni siquiera se plantean. Por supuesto hay sectores importantes que afirman su existencia y su influencia es palpable en sus formas de entender la vida y en sus comportamientos coherentes con su fe. Pero ¿no es acaso un asunto privado?

En definitiva ¿Dios ya no interesa? Responde José Antonio Pagola: “La persona vive en la despreocupación, sin nostalgias ni horizonte religioso alguno. No se trata de una ideología. Es, más bien, una ‘atmósfera envolvente’ donde la relación con Dios queda diluida” (RD).

Y dicho de otra manera para esta sección de RD: En esta “atmósfera envolvente de indiferencia”, no sólo la Iglesia sino la misma teología ¿tienen salida?

Mi respuesta es positiva, siguiendo las reflexiones de un interesante debate teológico. Me refiero al que se está publicando en Atrio.org donde dos conocidos teólogos, Jesús Martínez Gordo y José Arregi con planteamientos diferentes profundos y cuestionadores. El teólogo bilbaíno dialoga con filósofos ateos, por ejemplo, el catalán Albert Chillón, profesor de teoría de la comunicación en la Universitat Autònoma de Barcelona, y hace ver por qué le importa que Dios exista. Desde Aizarna, el teólogo de inspiración franciscana, le contesta con una pregunta básica: ¿Qué queremos decir cuando decimos Dios? Las respuestas diferentes y distantes son dialogantes, pero partiendo de presupuestos diferentes.

Desde planteamientos más convencionales, Martínez Gordo, ve en Dios la respuesta a lo que existe y a su porqué. Arregi ve en la Realidad, en la misma materia, en la intuición profunda lo que es el Misterio fuente de toda vida. Pero este debate ¿qué puede aportar a la pregunta del título de este artículo, es decir a nuestros problemas, situaciones críticas, desafíos para la humanidad, convivencia social…? Y ¿qué puede interesar para el futuro próximo de una humanidad controlada y dirigida por inteligencia artificial, algoritmos y ciborgs?

Ambos pensadores coinciden que lo que buscan con sus planteamientos sobre Dios consiste en que "en el mundo haya respiro y esperanza", en “la causa de una humanidad más justa y fraterna". Y esto será válido e interesante mientras la humanidad exista. Pero ¿qué tiene que ver Dios con tal finalidad?

Creo que en el fondo de este debate -planteado también en un reciente y cuestionante libro “Después de Dios”- subyace una afirmación decisiva para responder a esa pregunta y, por tanto, para una teología con sentido hoy. Comenzando, en primer lugar, por reconocer que hemos construido, con frecuencia, un ‘Dios’ según nuestro intereses y pretensiones; no hay mas que recorrer la historia de las religiones. Ese ‘Dios’, con diversos nombres, no existe mas que en nuestra imaginación. Superando esas desviaciones, para descubrir el Misterio profundo que desborda toda manipulación humana el único criterio consiste en algo tan elemental como afrontar el sufrimiento humano, dar de beber al sediento, ofrecer pan al hambriento, luchar por la libertad del oprimido, por la justicia, por la igualdad.

Pero ese compromiso, esa lucha por esas causas se pueden llevar a cabo sin creer en Dios. Ciertamente y así lo comprobamos cada día en personas y grupos que, sin tal referencia, entienden y practican su entrega por la humanidad y la dignidad de personas y pueblos.

Entonces, ¿puede interesar Dios? Por supuesto la creencia en un ‘Dios’ de lo alto, exterior, supremo y todopoderoso, que tanto se ha afirmado, carece de sentido para bastantes y para muchos ‘creyentes’ es una tapadera y respuesta fácil a la pregunta planteada. Tampoco Jesús de Nazaret creyó en tal dios. Creer en Dios no consiste en afirmar su lejana existencia, sino en sentir su presencia como Misterio y sentido último de todo lo que existe; de la misma manera que el rio que surca las llanuras, atraviesa valles y montañas cree en el manantial del que brota continuamente. Ese rio es la humanidad que fluye por la azarosa historia donde encontramos, participamos y vivimos la experiencia de la bondad, de la vida, del amor, de la justicia; también del odio, de la opresión y de la injusticia. Y ahí es donde descubriremos la Fuente última y siempre presente del amor como un impulso a optar por lo más positivo de la humanidad, por sus aguas vivas.

Y en ese camino, en esa búsqueda, en esa esperanza podemos encontrarnos, dialogar y cooperar con personas ateas, agnósticas e indiferentes. La teología tendrá sentido y será mediación para una Iglesia en salida. Porque dentro de esa experiencia humanizadora de vivir con dignidad solidaria, Dios no es indiferente como tampoco lo es el manantial para el rio.

LA DIMISIÓN DE UN OBISPO


col gerardo

 

Sale a los medios y parece que nos admiramos de que un obispo dimita. ¿No sería positivo que eso se diera más menudo? No entiendo que el servicio del episcopado sea definitivo. Podría ser un servicio temporal porque lo ven ellos mismos en su servicio episcopal, o porque el pueblo cristiano lo ve como lo más apropiado.

Siempre he pensado que el cambio de parroquia de un sacerdote puede ser un bien por la riqueza que aporta a la comunidad. ¿Por qué un obispo ha de estar toda la vida en el mismo obispado? Puede haber cuestiones de salud, o personales o tomas de decisiones que conduzcan a dimitir.

Es más: tenemos algunos ejemplos de obispos que han dejado el episcopado y ejercen simplemente de sacerdotes en misiones o en otras partes. Ahí tenemos el ejemplo de Buxarrais y de Nicolás Castellano. Lo he visto siempre como un regalo para la comunidad.

Creo que es un tema a estudiar el tiempo que un sacerdote ha de servir en la misma diócesis e incluso, cuando hay circunstancias que lo piden, las causas que le pueden animar a dejarlo. Y sería muy interesante oír la voz de los cristianos de la diócesis.

Me ha agradado mucho cuando un religioso, que ha servido como general o en cualquier otro puesto de responsabilidad, al dejar el cargo, pasa a servicios humildes. Estoy pensando en quien ha pasado de provincial a cuidador y enfermero de los hermanos mayores.

En la historia tenemos los casos de papas que han dimitido. Cuatro han sido los Pontífices que han renunciado al ministerio papal en la historia de la Iglesia católica: San Ponciano, San Silverio, Celestino V y Gregorio XII.

El papa Benedicto XVI es el papa que ha renunciado a su cargo en los últimos 598 años. El papa Gregorio XII fue el último papa en renunciar hasta la renuncia de papa Benedicto XVI, 600 años después.

Que dentro de las normas de la iglesia esté señalada la posibilidad de estas dimisiones, cambios, es bueno para el bien de la Iglesia. No podemos olvidar que eso es lo importante y lo que ha de guiar nuestras comunidades.

Siempre he pensado y he seguido la idea de no estar como cura en ninguna parroquia más de 10 años. Y quizás hasta menores tiempos. Lo que requiera el bien de la comunidad.

HEMOS CONSTRUIDO UNA SOCIEDAD ASENTADA SOBRE LA COMPETICIÓN Y NO SOBRE LA COOPERACIÓN


col boff

En estos tiempos sombríos bajo la acción peligrosa de la Covid-19 un manto de temor y de angustia se extiende sobre nuestras vidas. Vivimos cansados existencialmente, por las personas queridas que perdemos, por las amenazas de contaminarnos y todavía más por no poder entrever cuándo va a acabar todo esto. ¿Qué vendrá después?

Un israelita piadoso que pasó por la misma angustia nos dejó retratada su situación en el famoso salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me falta”. En él hay un verso que viene justamente a propósito de nuestra situación: “Aunque camine por el valle de la muerte nada temeré, porque tú vas conmigo”.

La muerte bíblicamente debe ser entendida no solo como el fin de la vida, sino existencialmente como la experiencia de crisis profundas tales como grave peligro de la vida, persecución feroz de enemigos, humillación, exclusión y soledad devastadora. Se habla entonces de descender a los infiernos de la condición humana.

Cuando se reza en el credo cristiano que Jesús descendió a los infiernos, se quiere expresar que conoció la soledad extrema y el abandono absoluto, hasta por parte de su Padre (cf. Mc 15,34). Él pasó efectivamente por el valle de la sombra de la muerte, por el infierno de la condición humana. Es consolador, entonces, oír la palabra del Buen Pastor: “no temas, yo estoy contigo”.

Nuestro gran novelista João Guimarães Rosa en Grande Sertão: Veredas bien observó: “vivir es peligroso”. Nos sentimos expulsados del jardín del Edén. Estamos siempre buscando construir un paraíso posible. Vivimos haciendo travesías arriesgadas. Nos acechan amenazas por todas partes. Y en este momento con el virus, como nunca antes.

Por más que nos esforcemos y las sociedades se organicen para ello, nunca podemos controlar todos los factores de riesgo. La Covid-19 nos ha mostrado la imprevisibilidad y nuestra vulnerabilidad. Por eso es dramática y a veces trágica la travesía humana. Al final, cuando se trata de asegurar nuestra vida, nos vemos forzados a confiarnos, más allá de la medicina y de la técnica, a un Mayor que puede llevarnos “a verdes praderas y fuentes tranquilas”, a Dios-Buen-Pastor. Esa entrega supera la desesperanza.

Alarguemos un poco el horizonte: un gran dramatismo pesa sobre el futuro de la vida y de la biosfera. Miles de especies están desapareciendo por causa de la codicia y la falta de cuidado humano. El calentamiento creciente del Planeta unido a la escasez de agua potable puede confrontarnos con una crisis dramática de alimentación. Puede darse el desplazamiento de millones de personas en busca de su supervivencia, amenazando el ya frágil equilibrio político y social de las naciones.

Aquí cabe invocar de nuevo al Pastor del universo, Aquel que tiene poder sobre el curso de los tiempos y de los climas, para que cree situaciones oportunas y suscite el sentido de la solidaridad y de la responsabilidad en los pueblos y en los jefes de Estado.

Lo que hoy destruye nuestra alegría de vivir es el miedo. Es consecuencia de un tipo de sociedad que se ha construido en los últimos siglos asentada sobre la competición y no sobre la cooperación, sobre la voluntad de acumulación de bienes materiales, el consumismo, y sobre el uso de la violencia como forma de resolver los problemas personales y sociales.

Lo que invalida el miedo y sus secuelas es el cuidado de unos a otros, especialmente ahora, para no contaminarnos con el virus ni contaminar a los otros. El cuidado es fundamental para entender la vida y las relaciones entre todos los seres. Sin cuidado la vida no nace ni se reproduce. Cuidar de alguien es más que administrar sus intereses, es implicarse afectivamente con él/ella, preocuparse por su bienestar, sentirse corresponsable de su destino. Por eso, todo lo que amamos también lo cuidamos y todo lo que cuidamos también lo amamos.

El cuidado es también el anticipador previo de los comportamientos para que sus efectos sean buenos y fortalezcan la convivencia.

Una sociedad que se rige por el cuidado de la Casa Común, la Tierra, el cuidado de los ecosistemas que garantizan las condiciones de la biosfera y de nuestra vida, el cuidado de la seguridad alimentaria de cada uno de los seres humanos, el cuidado del agua dulce, el bien más escaso de la naturaleza, el cuidado de la salud de las personas, especialmente de las más desprovistas, el cuidado de las relaciones sociales más participativas, equitativas, justas y pacíficas, el cuidado del ambiente espiritual de la cultura para que todos puedan vivir con sentido, vivenciar y acoger sin mayores dramas las limitaciones, la vejez y la travesía de la muerte, esa sociedad de cuidado gozará de paz y concordia, necesarias para la convivialidad humana.

Es reconfortante, en medio de nuestras tribulaciones actuales, amenazados por la Covid-19, oír a Aquel que nos susurra: “No temas, yo estoy contigo” (Salmo 23) y a través de Isaías nos asegura: “no receles que yo soy tu Dios, yo te fortalezco, yo te ayudo, yo te sostengo en la palma de mi mano” (Is 41,10).

De esta forma, nuestra vida personal adquiere cierta levedad y conserva, aun en medio de peligros y amenazas, una serena jovialidad al sentir que jamás estamos solos. Dios camina en nuestro mismo caminar como Buen Pastor que cuida para que “nada nos falte”.

 

LA POLÍTICA DESDE EL EVANGELIO

fe adulta

col otalora

 

Hay que ver lo que ha menguado el gusto por la política entendida como construcción del bien común de personas concretas, sus necesidades y sus derechos individuales y colectivos... El desprestigio de los políticos viene cuando se hurta el debate de las ideas mientras se refuerza el Estado-aparato -o las estructuras europeas- en detrimento del Estado-social.

Ya no hay ciudadanos sino “clientes”, en expresión de J. Habermas. No obstante, la política es necesaria y tiene que ver con la vida buena (ética) y el esfuerzo por mejorar la existencia de las personas. El Estado y la política detentan su poder legítimo en razón de los fines; y esos fines exigibles se resumen en el bien común de los ciudadanos como ya lo entendían en los tiempos de Atenas y Roma, aunque de una manera imperfecta.

La libertad abanderada por todos está en peligro por el exceso de pragmatismo materialista y codicioso que minimiza todo lo demás, incluidas las personas, haciendo inevitable el eclipse de tanta buena labor realizada por muchos políticos a pie de calle que trabajan de verdad por el bien común.

La política tiene que ponerse a la escucha del sufrimiento humano para ser algo más que la mera administración de servicios. Las “soluciones” que proponen desde el G 8 y sus satélites ante tanto sufrimiento evitable, son puro cinismo. A Jesucristo le mataron por reivindicar un comportamiento justo y humano a los dirigentes de entonces. En realidad se metió de lleno en política por amor al cuestionar aquella injusticia estructural cívico-religiosa. Su ejemplo desestabilizaba la hipocresía que justificaba una realidad ajena al Reino de Dios. Este era su fatum. Y por la amenaza de este Mensaje fraterno a sus intereses, los romanos persiguieron con dureza a los seguidores cristianos que reivindicaban con el ejemplo otra estructura social y religiosa más coherente y solidaria. Habría que preguntarse si todos los seguidores de Cristo somos un ejemplo o un problema para la Buena Noticia.

Porque ante ciertas cuestiones como los derechos fundamentales y básicos no cabe neutralidad. Ahí tenemos Afganistán, la realidad africana, la inmigración galopante, los millones de refugiados en Turquía retenidos previo pago de la Unión Europea, la gestión de las vacunas en los países pobres, los dolores de tantos que nos rodean… Jesús se encontró una sociedad muy injusta que jamás bendijo; vivió para acoger a las víctimas que sufrían leyes injustas, muchas de ellas con el marchamo religioso. Y con su actitud (el cómo) y sus obras (el qué) mostró el camino ante cualquier situación de fragilidad y necesidad de quien se encuentre en apuros, incluidos los enemigos. Solo de esta manera, todas las personas pueden llegar a ser su mejor versión. El mensaje de apostar por ese amor radical como el plan de Dios con todos le costó la vida.

Reducir lo político al profesional de la cosa pública entre partidos, de derechas o de izquierdas, es lo que quieren algunos. Pero Greenpeace y Médicos sin Fronteras hacen política; Teresa de Calcuta hizo excelente política reduciendo el número de moribundos y consolando amorosamente a los más parias hasta el final. El presidente de la patronal y el presidente del Banco Mundial también hacen política... Y claro que Jesús de Nazaret hizo política defendiendo la dignidad de cada ser humano en concreto; eso sí, siempre por amor mostrando con hechos el verdadero corazón de Dios.

Como dijo el que fuera general de los jesuitas, P. H. Kolvenbach, si política significa acción por el bien de la ciudad, la lucha por la justicia es inevitablemente política; y el compromiso con un partido político solo es una parte del todo. Con los textos políticos esenciales en una mano y el Evangelio en la otra, "los nuestros" deberían coincidir en mostrarse de parte de la libertad con responsabilidad y la justicia para las víctimas a las que les falta lo más necesario, olvidadas por casi todos. Leyendo el Evangelio, veo que somos muchos los que nos dejamos llevar por la costumbre de lo establecido, aunque abunde cerca nuestro necesitados de tantas, cosas no solo materiales (compañía, escucha, consuelo, comprensión…).

Estamos asustados viendo un mundo tan loco, pero el mensaje de Jesús nos apremia a no estar paralizados. Las obras son amores, cada uno en su medio, por más que algunos traten su Mensaje como una justificación y no como un reto -sociopolítico en el sentido de transformador.

SALGAN A LAS PERIFERIAS, ESTÁN LLENAS DE SOLEDAD Y DE HERIDAS


religion digital

 

Francisco recibió esta mañana a la organización francesa Lazare que se ocupa de los pobres y las personas sin hogar con motivo de sus diez años de vida.

El aniversario fue celebrado con el pontífice que les pronunció un discurso en el que señaló que "en un ambiente lleno de indiferencia y egoísmo, ustedes nos hacen comprender que los valores de la vida auténtica se encuentran en acoger las diferencias y respetar la dignidad humana".

Un público de tono familiar, marcado por testimonios de vidas con diferentes orígenes, pero unidos por el deseo de renacer, en un diálogo improvisado con el pontífice que agradeció reiteradamente el trabajo realizado por esta asociación que desde hace una década se ocupa de los pobres y los sin techo acogiéndolos en apartamentos 'solidarios' junto a jóvenes de distintas edades.

En el Aula Pablo VI -desde un escenario instalado a pocos metros de sus invitados-, el pontífice alentó la misión de la asociación, especialmente la de ir "a las afueras, que a menudo están llenas de soledad, tristeza, heridas internas y pérdida de las ganas de vivir”.

Francisco agradeció a los trabajadores y voluntarios de Lazare "por la hermosa experiencia que están viviendo en la convivencia y fraternidad que viven todos los días"

"Tienen la oportunidad de ser, no solo por para ti mismo, pero también para el mundo, un escaparate de la amistad social que todos estamos llamados a vivir”, les dijo el pontífice.

En un ambiente lleno de indiferencia, individualismo y egoísmo, ustedes -subrayó el Papa- nos hacen comprender que los valores de la vida auténtica se encuentran en acoger las diferencias, respetar la dignidad humana, escuchar, cuidar y servir a las personas.

"Sólo cultivando este tipo de relación haremos posible una amistad social inclusiva y una fraternidad abierta a todos", destacó Francisco.

Luego se dirige a los pobres, los enfermos, los sin techo, que son acogidos a diario por la asociación. A ellos la invitación a no desanimarse.

“En la sociedad uno puede sentirse aislado, rechazado y sufrir exclusión. Pero no se rindan. Adelante, cultivando en el corazón la esperanza de la alegría contagiosa”.

Tu testimonio de vida nos recuerda que los pobres son verdaderos evangelizadores porque fueron los primeros en ser evangelizados y llamados a participar de la felicidad del Señor y de su Reino.

El Papa recuerda que los pobres tienen "un lugar especial" en el corazón de Dios: "Aunque el mundo te mire desde arriba, eres preciosa, cuentas mucho a los ojos del Señor". Francisco insiste: “Dios los ama, ustedes son sus privilegiados. Así que no se dejen robar la alegría de vivir y ayudar a los demás a vivir”.

De ahí una nueva invitación a "permanecer firmes en sus convicciones y en su fe", pero también a "ir más allá" de la misión normal desarrollada en la última década:

“Difunde el fuego del amor que calienta los corazones fríos y áridos. No te conformes con una vida de amistad y convivencia entre los miembros de tu asociación, ve más allá. Atrévete a apostar por el amor libremente dado y recibido”, animó el papa Francisco a los miembros de Lazare.

NI DEÍSMO FILOSÓFICO NI “TEÍSMO JESU-CRISTIANO”


col arregi

Vayan estas reflexiones con el reconocimiento y la simpatía que profeso a Jesús Martínez Gordo, brillante y fogoso profesor, apreciado compañero de docencia en mis buenos tiempos de la Facultad de Teología de Vitoria-Gasteiz. Son unas apostillas al reciente pliego publicado en VIDA NUEVA y luego ATRIO (www.atrio.org). Simples notas sobre alguna que otra perplejidad que me provoca el texto, vigoroso como siempre. No tienen otro fin que el de clarificarme a mí mismo y mantener abierto el debate entre quienes se interesan por estas cuestiones en estos tiempos de transición cultural y teológica. A mí me interesan, y espero no estar del todo engañado cuando pienso que el futuro del mundo que soñamos también depende de cómo se hable de Dios y de Jesús de Nazaret. Me importa, y mucho, el tema Dios, que es una forma de mirar, sentir, vivir.

1. A Jesús Mz. Gordo también le importa tanto como a mí, aunque no formulemos la importancia en los mismos términos, como es natural. Sus páginas llevan como título “Por qué me importa si Dios existe”. Yo nunca pondría un título así, es decir, no empezaría preguntándome si “Dios existe o no” sin antes decirme de alguna forma, con alguna metáfora, lo que quiero decir cuando digo Dios, el Indecible, sin poder decirlo, balbuciéndolo solo. Sé que la Hondura sin forma de la realidad existe, la veo en todas las formas. No es un Ente Supremo, pero es en todos los entes, se vela y se revela en todas las formas. Reconocer su Presencia no como Enigma último sino como Misterio fundante me parece lo más razonable, como me parece razonable admirar la paz del campo y del cielo en medio de todas las guerras absurdas.

2. Menos razonable me parece postular la existencia de un “Dios Ente”, anterior y exterior al mundo, como causa primera o primer motor y explicación necesaria de la existencia del mundo. Tiene toda la pinta de ser un constructo de la mente humana, un recurso arbitrario creado de la nada por la necesidad explicativa del ser humano. Pero “Dios” como “recurso” está de más para las ciencias cosmológicas y creo que también es superfluo para la reflexión teológica sobre la realidad en su conjunto. Se presta a que cualquier niño espabilado vuelva a plantear la vieja y pertinente pregunta: “Si Dios creó el mundo, ¿quién creó a Dios?”. La respuesta sabia es sencilla: “Al ‘Dios’ creador necesario lo creó el ser humano”. Lo hizo para procurar un fundamento garante del mundo y del orden, de la moral, de la ciudad y del imperio. Las ruinas más antiguas conocidas de templos indican que los primeros dioses fueron imaginados hace unos 7000 años allá por Sumeria. El “Dios necesario” depende de la necesidad humana.

3. No obstante, Martínez Gordo sostiene que, si se niega a un “Dios” en el origen de todo, estamos condenados a una de dos explicaciones del mundo: el materialismo cientificista o el puro azar. Yo diría que su noción de materia y de azar son hoy ajenas a los mejores científicos y filósofos de la ciencia. Ninguno de ellos pretende saber qué es la materia ni cómo el azar (incontestable) se combina con la (asombrosa) regularidad o “necesidad” que se observa tanto a nivel supra-atómico como infra-atómico. La materia nada tiene que ver con eso estático e inerte que se ha imaginado, en contraposición al “espíritu”. La materia es dinámica, interrelacionada, creadora, autocreadora. Es energía, relación, posibilidad. No sabemos qué es, pero podemos decir que es matriz inagotable y autocreativa de formas emergentes. De ella emergen las formas y manifestaciones que llamamos “espirituales”, lo que significa que el fondo sin forma de eso que llamamos materia bien podríamos, en último término, llamarlo también espíritu. O incluso, con perdón, Dios.

4. Hablemos, pues, de Dios, sí, pero de otra forma. Y empecemos por hablar de otra forma sobre el mundo, de acuerdo a los científicos y también a los poetas. No puedo imaginar ningún “antes ni fuera” del mundo, de la materia-energía originaria o del campo electromagnético de cuya fluctuación saltó al parecer la chispa o el Big Bang que dio lugar a este universo (de otros no sabemos aún nada). Por ello mismo, tampoco puedo imaginar a un “Dios” anterior al tiempo ni exterior ni interior al espacio, un Dios Ente, algo frente a algo, alguien frente a alguien. “Antes/después”, “dentro/fuera” son nociones relativas a las de “espacio/tiempo”, pero éstas, a su vez, son estrechas categorías que nos sirven a los humanos para ubicarnos en este universo que nos rodea y en el que nos movemos. El “origen” permanente de la realidad transciende esas categorías espacio-temporales (y todas las demás). Los científicos, los poetas, los místicos lo saben.

5. Me sorprende que el teólogo bilbaíno escriba: “Soy un creyente católico, transformado en un ‘deísta’, racionalmente consistente, y, a la vez, en un ‘teísta jesu-cristiano’ ”. Lo de “teísta jesu-cristiano” creo entenderlo, no así lo que quiere decir exactamente cuando se afirma “deísta”. El “deísmo”, en efecto, es una doctrina teológica que afirma que “Dios”, allá al principio, creó vez el universo con todas sus leyes, pero que desde entonces no ha dicho ni hecho nada en un mundo que sigue su curso. Ni revelación ni encarnación ni salvación. Solo quedan el mundo y la razón dejados de la mano de un Dios soberano y pasivo. Ya el mero postulado de un “Dios” como causa primera me parece poco “consistente racionalmente”, pero aun menos racional y consistente me parece afirmar a un Dios Ente o Sujeto “ocioso” desde la creación. Me costaría entender que sea eso lo que piensa Jesús Mz. Gordo cuando se confiesa deísta, pero es lo que leo.

6. Más comprensible me resulta que se reconozca “teísta jesu-cristiano”, pero no desaparecen mis perplejidades y cuestiones: ¿Quiere decir que es teísta –es decir, creyente en un Dios personal, sujeto distinto respecto del mundo y de las personas humanas– como lo fue Jesús, o porque Jesús lo fue? ¿Pero que Jesús creyera en un Dios que interviene en el mundo –habla, cura, premia, perdona, castiga: en todo eso creía Jesús– significa acaso que también el cristiano debe imaginar a Dios como Jesús? ¿Por qué no deberíamos, por la misma razón, creer que Dios hace llover o que el mundo es geocéntrico? En cualquier caso, ¿no estaría dicho teísmo de Jesús en contradicción con el deísmo?

7. Más preguntas: ¿es real y consistente el argumento apologético de que los creyentes, “comparativamente” con los no creyentes, “somos gente muy buena, como afirma Martínez Gordo citando supuestamente una afirmación literal del filósofo ateo Paolo Flores d’Arcais en su famoso diálogo del 2000 (no 2008, como dice) con el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, una afirmación por lo demás que yo no encuentro en la transcripción del debate (¿Dios existe?, Espasa, 2008)? Flores d’Arcais reconoce, sí, que “probablemente, carecer de fe [no dice qué fe] hace mucho más difícil la capacidad de renunciar al egoísmo, de sacrificarse por los demás” (p. 83), pero insiste en que también los no creyentes pueden sacrificarse por los demás y lo hacen. ¿Puede alguien conocer la medida y saber que éstos pueden menos y aquellos más? En cualquier caso, ¿la historia y el presente no contradicen profusamente el argumento de la superioridad ética o espiritual de los cristianos y de los creyentes (¿qué creyentes?)? ¿No lo desmintió el mismo Jesús de Nazaret, a pesar de todo su teísmo, en la parábola del buen samaritano donde presenta a un hereje semipagano como modelo de compasión y compromiso con el herido, frente al levita y al sacerdote del templo que pasan de largo?

8. Hoy todavía la figura de Jesús –no tanto un Jesús histórico del que sabemos muy poco con certeza, sino el Jesús diversamente recordado de los diferentes relatos evangélicos–, la figura de Jesús que seguimos recordando cordialmente y diciendo libremente en nuestro lenguaje de hoy, que no es el de los dogmas de antaño, me sigue inspirando. No porque Jesús sea el que más “ochomiles” ascendió ni el que mejor lo hizo, sino porque es la tierra en la que he crecido, la fuente de la que he bebido, y quiero que lo siga siendo. La tierra y la fuente son distintas; la raíz última y el agua profunda son las mismas.

9. En la compasión sanadora, la libertad fraterna liberadora, la bondad dichosa de Jesús se me revela lo más humano, lo más Real y creíble, DIOS sin comillas ni calificativos, más allá de todo “Dios” construido. Sé lo que no es, al menos para mí: ni un “Dios” deísta creador y ocioso ni un “Dios” teísta, actor distinto y soberano en el universo. No es “otro” de nada ni de nadie (cardenal Nicolás de Cusa, s. XV). Lo que ES, solo lo vislumbro y solo puedo decirlo en metáforas torpes y plurales. Es el Ser o el Fondo de todo, la Fuente o la Creatividad permanente, el Yo sin ego, el Tú sin alteridad, la Comunión profunda de todo con todo sin separación ni fusión. Es el Aliento suave y transformador que lo mueve todo. Lo veo en el icono del Cristo Salvador de Rublev, y también en el árbol que crece y el almiar que descansa en medio del prado, en los ojos que miramos y que nos miran en todo. No se trata de creer nada: se trata de ver y de crear eso que vemos, para que en el mundo haya respiro y esperanza.

Aizarna, 21 de agosto de 2021

 

¿Qué ateísmo y qué Dios?

Sobre el debate entre Albert Chillon y Jesús Martínez Gordo

Amigo Jesús, he aquí un par de nuevas (o viejas, pero en cualquier caso amistosas) notas que me sugiere tu contrarréplica:

1. Afirmas que tu planteamiento se debe a que tu interlocutor, Albert Chillon, era un ateo de los duros que no aceptaba la existencia de lo “Indecible” o del “Misterio fundante”. Si así fuera, pienso que tu defensa del deísmo y del teísmo sería contraproducente, pues de los múltiples significados del término Dios, creo que los dos que –seguramente con razón– menos plausibles le resultan serían el deísta (“Dios” como Primer Motor que tras la creación del mundo permanece ocioso) y el teísta (“Dios” como Señor omnisciente y omnipotente que sigue rigiendo el mundo según su suprema voluntad).

2. Ahora bien, Albert Chillon no es, me parece, de esos “ateos” (que a lo mejor, por cierto, solo existen en nuestros prejuicios religiosos). Afirma su fe en la Verdad, la Belleza y la Bondad como último horizonte, vocación, posibilidad y reto ético del ser humano. Y afirma su fe en la esperanza, y ahí funda el sentido de la vida. ¿Queremos mejor reconocimiento del Misterio fundante? Si existiera esa fe profunda, vital –no solo ideológica, abstracta– en todos los que se dicen creyentes, el mundo estaría salvado.

3. Hay más. Albert Chillon sostiene expresamente que no es “ateo”, sino “ateísta”, es decir, que no niega cualquier imagen de Dios, sino al “Dios” deísta y teísta, a saber, al “Dios” Ente Supremo distinto del mundo, bien se encuentre ocioso desde que lo creó (deísmo) o bien siga interviniendo en él cuando quiere. Me atrevería a decir que una buena parte de los que se dicen ateos niegan justamente la existencia de ese doble “Dios”, también para mí inexistente. Los ateos nos enseñan qué Dios no existe, y es en balde que nos empeñemos en demostrarles que sí existe. Por lo demás, ya lo dijo San Agustín: “Si comprendes, no es Dios”. Dicho de otra forma: si lo entiendes como Ente supremo necesario para explicar el mundo, eso no es Dios, sino una imagen tuya. Postular la existencia de ese “Dios” deísta o teísta necesario para explicar el mundo no me parece, pues, el mejor punto de partida para dialogar con Albert Chillon ni con el ateo más recalcitrante ni con la masa indiferente de nuestra sociedad, pero tampoco con los creyentes que buscan al Dios que desean adorar razonablemente, como diría Teilhard de Chardin.

4. Y reitero lo ya dicho en mi primera réplica: no me parece correcto argumentar con un concepto de materia que no es la de los físicos de hoy, sean astrofísicos o físicos nucleares. Si en algo están de acuerdo, es que no saben todavía lo que es la materia (y, por lo tanto, el azar y la necesidad). Cuando hablas de “materialismo” y cuando reprochas a ateos y ateístas el que quieran explicar el mundo a base de la “sola materia”, parecería que sí lo sabes, pues solo para quien sabe qué es materia puede tener sentido hablar de lo que es “solo materia” y “más que materia”. Pero, por mucho que sepas, Jesús, creo que tú tampoco sabes todavía lo que es la materia, con lo cual tu reproche cae por su base. Y me pregunto, pues preguntar es libre, si no se podría pensar que el Aliento creador –mera metáfora– que llamamos “Dios” es –más allá de “antes/después” y de “dentro/fuera”– el Fondo o el Corazón eterno de la “santa materia” que también decía Teilhard de Chardin. No hay por qué llamarlo Dios, pero yo lo llamo. Es una forma de decir que no comprendemos la Realidad, pero que, en su fondo real y posible, es verdadera, bella y buena, fiable. Admirémosla y cuidémosla, cuidémonos.

 

José Arregi

Aizarna, 24 de agosto de 2021

www.josearregi.com

A DIOS LO DESHONRAMOS ADORNANDO TEMPLOS Y OLVIDANDO A LOS POBRES

RELIGIÓN DIGITAL

col agrelo

Una embarcación con al menos 70 migrantes a bordo naufragó frente a la costa de Libia, y se cree que por lo menos 17 personas perdieron la vida, informó el lunes un funcionario de migración de las Naciones Unidas. Se trata del más reciente desastre en el mar Mediterráneo en el que hay involucrados migrantes que buscan una mejor vida en Europa.

Durante años, grupos defensores de derechos y empleados de agencias de la ONU que trabajan con migrantes y refugiados han citado testimonios de sobrevivientes sobre un abuso sistemático en los campamentos de detención en Libia. Esos testimonios incluyen acusaciones sobre trabajo forzado, golpizas, violaciones y tortura. Los maltratos suelen estar acompañados de intentos por extorsionar a familiares antes de que se les permita a los migrantes salir de Libia en barcos de traficantes.

“A mí me lo hicisteis”:

Lo sabemos desde que hemos sido llamados a la fe: nuestro Dios, aunque siempre escondido, aunque siempre misterio, está siempre cerca de nosotros, tan cerca como lo están de nuestro corazón los mandatos y decretos que nos mandó cumplir, la palabra de la Sagrada Escritura que escuchamos, el Pan de la Eucaristía que recibimos, los pobres con los que nos encontramos.

Dios se nos mostró cercano, bondadoso, pródigo, asombroso, sobrecogedor, en esta tierra que nos confió para que la cuidásemos y la trabajásemos.

Dios se nos hizo cercano como madre y padre que sube a sus hijos sobre sus rodillas, y les enseña a hablar, a discernir lo que lleva a la vida y lo que lleva a la muerte: Dios se nos reveló madre y padre que, con palabras humanas, con lazos humanos, nos ha enseñado a vivir.

Y al llegar a su plenitud los tiempos de la revelación, sin que nadie lo pudiera sospechar, sin que ningún profeta lo hubiese podido intuir, sin que ninguna razón lo pudiese prever, Dios se nos hizo tan cercano que “su Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”: en Cristo, Dios se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza; en Cristo, Dios se vació de sí mismo, “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos”, y así, como uno cualquiera de nosotros, bajó con nosotros incluso a la muerte y a una muerte de cruz.

Entonces supimos que, en Cristo Jesús, Dios estaba tan cerca de nosotros como lo están los hermanos con quienes convivimos, como lo está la comunidad eclesial a la que pertenecemos, como lo están los necesitados que encontramos, como lo está el pan de la Eucaristía con que Cristo Jesús nos alimenta.

Y si alguien nos preguntase qué hay detrás de esa historia de Dios con nosotros, le diríamos que sólo hay amor, que la razón de todo es el amor, que todo viene del amor y todo lleva al amor, y sólo el amor puede honrar a Dios como Dios quiere ser honrado.

Si no lo honramos con la cercanía del corazón, amándolo allí donde él se nos hace cercano, a Dios sólo lo honraremos con los labios, que es una manera sarcástica de deshonrarlo.

Lo deshonra quien deja a un lado el mandamiento de Dios y se aferra a latines, a vestiduras, a genuflexiones, a sacralidades que son sólo tradiciones humanas.

Lo deshonramos adornando templos y olvidando a los pobres.

"Por mucho que toquen las imágenes no les van a hacer más caso los santos"

Lo deshonramos pidiendo que atienda nuestras oraciones y desoyendo su lamento en los oprimidos.

Lo deshonramos fingiendo recibirlo con respeto en la eucaristía y cubriéndolo de heridas y de injurias y de suciedad en los emigrantes.

Lo deshonramos apropiándonos de lo que fue creado para todos, destruyendo lo que los pobres necesitan para comer, y reduciendo la creación a un basurero.

Y en ese ejercicio blasfemo de honrar a Dios con los labios y dejarlo fuera del corazón, lamentablemente hemos sido pioneros y somos maestros los pueblos que nos decimos de «tradición cristiana».

Si queremos saber qué lugar ocupa Dios en nuestra vida, antes de preguntarnos cuántas veces comulgamos en la eucaristía, habremos de preguntarnos qué lugar ocupan los pobres en nuestro corazón.

Los pobres tienen que estar en el centro de la Iglesia

Mañana, cuando todo llegue a su fin, todos hemos de escuchar la única verdad que vale la pena reconocer ahora, porque en ello nos va la vida: “A mí me lo hicisteis”.

Feliz encuentro con los pobres en la eucaristía. Feliz encuentro con Cristo resucitado.

Domingo 5 de Septiembre 23º Ordinario Teresa de Calcuta (1997) Lorenzo Justiniano (1455)

 ATRIO

El profeta Isaías es el profeta de la consolación. El pueblo de Israel, sumido en el dolor del destierro, necesita de una voz de aliento y esperanza; por eso el profeta les invita a tener valor, a que «no tengan miedo»: es necesario confiar en Dios, pues él va a salvar a su pueblo de la esclavitud.   IR A LA PÁGINA

23 Tiempo ordinario – B (Marcos 7,31-37)

 JOSÉ ANTONIOPAGOLA

ABRIRNOS A JESÚS

La escena es conocida. Le presentan a Jesús un sordo que, a consecuencia de su sordera, apenas puede hablar. Su vida es una desgracia. Solo se oye a sí mismo. No puede escuchar a sus familiares y vecinos. No puede conversar con sus amigos. Tampoco puede escuchar las parábolas de Jesús ni entender su mensaje. Vive encerrado en su propia soledad.

Jesús lo toma consigo y se concentra en su trabajo sanador. Introduce los dedos en sus oídos y trata de vencer esa resistencia que no le deja escuchar a nadie. Con su saliva humedece aquella lengua paralizada para dar fluidez a su palabra. No es fácil. El sordomudo no colabora, y Jesús hace un último esfuerzo. Respira profundamente, lanza un fuerte suspiro mirando al cielo en busca de la fuerza de Dios y, luego, grita al enfermo: «¡Ábrete!».

Aquel hombre sale de su aislamiento y, por vez primera, descubre lo que es vivir escuchando a los demás y conversando abiertamente con todos. La gente queda admirada: Jesús lo hace todo bien, como el Creador, «hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

No es casual que los evangelios narren tantas curaciones de ciegos y sordos. Estos relatos son una invitación a dejarse trabajar por Jesús para abrir bien los ojos y los oídos a su persona y su palabra. Unos discípulos «sordos» a su mensaje serán como «tartamudos» al anunciar el evangelio.

Vivir dentro de la Iglesia con mentalidad «abierta» o «cerrada» puede ser una cuestión de actitud mental o de posición práctica, fruto casi siempre de la propia estructura psicológica o de la formación recibida. Pero, cuando se trata de «abrirse» o «cerrarse» al evangelio, el asunto es de importancia decisiva.

Si vivimos sordos al mensaje de Jesús, si no entendemos su proyecto, si no captamos su amor a los que sufren, nos encerraremos en nuestros problemas y no escucharemos los de la gente. Pero entonces no sabremos anunciar la Buena Noticia de Jesús. Deformaremos su mensaje. A muchos se les hará difícil entender nuestro «evangelio». ¿No necesitamos abrirnos a Jesús para dejarnos curar de nuestra sordera?

NO TE QUEDES EN EL MILAGRITO, DESCUBRE EL SÍMBOLO

FE ADULTA

col fraymarcos

 

Mc 7,31-37

El episodio que nos narra hoy Marcos no tiene localización precisa como casi siempre. Solo dice que vuelve de Tiro al lago de Galilea, pasando por Sidón, atravesando la Decápolis. Podemos suponer que estamos en la Decápolis, tierra de paganos. Si alguno intentara marcar un recorrido geográfico lógico de los itinerarios de Jesús en el evangelio de Marcos, se encontraría con un galimatías indescifrable. Para Marcos la geografía no tiene ninguna importancia. Coloca a Jesús en cada momento donde más le interesa teológicamente.

En el AT, los tiempos mesiánicos se anunciaron como salvación para los marginados, los pobres, los que no tenían valedor en este mundo injusto. Seguramente hemos entendido demasiado literal­mente el anuncio hecho por los profetas de que, los sordos oirán, los mudos hablarán, los ciegos verán, los cojos saltarán... En realidad nunca se dice en toda la Biblia que el Mesías tuviera esa misión. También dicen los textos que nacerán fuentes en la estepa, que el león pacerá con el buey, que el niño cogerá la serpiente en la mano etc. y nadie espera que eso vaya a suceder en la realidad. Todo es signo del Reino, no el Reino.

Para aquella cultura el hecho de que una persona fuera sorda o muda o ciega, no era un problema de salud sino un problema religioso. Esa carencia era signo de que Dios le había abandonado. Si Dios lo había abandonado, la institución religiosa estaba obligada a hacer lo mismo. Eran por tanto, marginados por la religión, que era la mayor desgracia que podía recaer sobre una persona. Jesús, con su actitud, manifiesta que Dios está más cerca de los marginados, de los que sufren. Al curar, Jesús les está sacando de su marginación religiosa, demostrando que Dios no margina a nadie y que la religión no actúa en su nombre.

El relato está plagado de simbolismos que hacen imposible interpretarlo como crónica de unos hechos. En el capítulo siguiente se narra la curación del ciego de Betsaida, utilizando el mismo cliché: Es presentado por otros, le piden que lo toque (le imponga las manos), lo separa de la multitud, hace un tocamiento con su saliva, y les manda que guarden silencio. En los profetas, la ceguera y la sordera son símbolos de resistencia a la palabra de Dios. En el evangelio son símbolos de la incomprensión y resistencia al mensaje de Jesús. Los discípulos de Jesús no comprenden el mensaje y, por lo tanto, no pueden trasmitirlo.

Sordo y mudo en el AT era, simbólicamente, el que no quería escuchar la palabra de Dios, y por lo tanto, tampoco podía cumplirla o proclamarla. Si tenemos en cuenta que la religión judía está fundamentada en el cumplimiento de la Ley, descubriremos que, el que no puede oírla ni proclamarla queda totalmente excluido. La imposición de manos era signo de la comunicación del Espíritu. La mirada al cielo era signo de relación íntima con Dios. Apartarlo de la gente era separarlo del mundo. El dedo hace referencia al dedo de Dios que actúa con fuerza. La saliva se consideraba como vehículo del Espíritu. Aparentemente Jesús actúa como cualquier sanador de la época. Pero los taumaturgos hacían sus curaciones con la máxima ostentación posible. Jesús quiere hacer ver a todos que su objetivo es muy distinto.

Jesús nunca identifica el Reino de Dios con una supresión de las limitaciones. Las bienaventuranzas dejan claro que el Reino de Dios está abierto a todos, a pesar de las circunstancias personales. Él dice expresamen­te que el Reino de Dios está dentro de vosotros. El Reino de Dios es una actitud vital de cada persona. Es un descubrimien­to de Dios en lo hondo del ser. Claro que una vez que la persona entra en esa dinámica, tiene que manifestarse después en la manera de actuar. La atención a los marginados no es el Reino de Dios, sino la manifesta­ción de que está presente y visible a todo el que lo quiera ver.

Si queremos llevar a los marginados el Reino de Dios, antes de haber entrado nosotros en él, caemos en la trampa de la programación. Mientras no cambiemos nosotros, por mucha atención que reciban los que sufren, no ha llegado el Reino de Dios, ni para nosotros ni para ellos. Para el mismo Jesús, desde una perspectiva del AT, la señal de que el Reino de Dios ha llegado, es que los sordos oyen, los cojos andan, los ciegos ven, y los pobres son evangelizados. Aquí encontramos la clave de interpretación del relato.

El Reino consiste en que los que excluimos dejemos de hacerlo, y los excluidos dejen de sentirse marginados a pesar de sus limitaciones. El objetivo de Jesús no es erradicar la pobreza o la enfermedad, sino hacer ver que hay algo más importante que la salud y que la satisfacción de las necesidades más perentorias. Sacar al pobre de su pobreza no garantiza que lo hemos introducirlo en el Reino. Pero salir de nuestro egoísmo y preocuparnos por los pobres sí garantiza la presencia del Reino y puede hacer que el pobre lo descubra.

No podemos pensar en un Reino de Dios puramente espiritual. Hemos dicho muchas veces que una relación auténtica con Dios es imposible al margen de una preocupación por los demás. Creer que podemos servir una relación con Dios al margen de los demás es ilusión. No hemos aprendido la lección, ni como individuos ni como iglesia. El ejemplo de Santiago, dentro de su simplicidad, es esclarecedor. ¿Quién de los aquí presentes aprecia más a un andrajoso que a un rico? ¿Qué sacerdote, incluyéndome a mí, trata mejor la los pobres que a los ricos? La conclusión es clara: el Reino de Dios aún no ha llegado a nosotros.

El mensaje de Jesús tendría que operar en nosotros los mismos efectos que tuvieron su saliva y su dedo en el sordomudo. Escuchar el mensaje de Jesús es la clave para descubrir cuál debe ser la trayectoria de mi vida. La postura de cerrarse a la Palabra es mucho más común de lo que solemos pensar. El miedo a equivocarnos nos paraliza. Un proverbio oriental dice: si te empeñas en cerrar la puerta a todos los errores, dejarás inevitablemente fuera la verdad. El episodio de hoy nos debe hacer reflexionar. Tenemos que abrirnos a la verdad y tratar de comunicarla a todos, llevándoles un poco de esperanza e ilusión.

Jesús dijo en (Jn 10, 9): “Yo soy la puerta, el que entre por mí quedará a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos”. Pero, “puerta” se puede entender como el hueco que permite el acceso a una estancia o el elemento material que girando sobre unos goznes puede permitir o impedir el paso. El contexto de la cita deja claro que se trata de la apertura para entrar y salir. Pero por desgracia utilizamos a Jesús como el elemento giratorio que nosotros utilizamos para dejar entrar o para impide el paso a la intimidad de Dios. Con mucha frecuencia, hemos cerrado la puerta y nos hemos guardado la llave.

No nos salva escuchar la palabra de Dios, pero es el instrumento que nos permite descubrir dentro de nosotros la salvación. Las frutas defienden la vida que está latente en la semilla de dos maneras: rodeándola con gran cantidad de pulpa o con un caparazón duro que la aísla del entorno. En los dos casos, lo aparente, que es lo que parece importante, no es más que un medio para conservar la semilla hasta la primavera siguiente. Entonces la cáscara desaparecerá para germine la semilla. En el caso de la manzana o el melón, pudriéndose. En el caso de la almendra o la nuez, separándose las dos partes para dejar paso al germen.

 

Meditación

La clave de toda vida espiritual es la apertura.
Como una esponja debes dejarte empapar.
Para ello, no tienes más remedio que exprimirte.
Si te vacías de todo lo terreno que hay en ti,
Lo divino que también está en ti, te inundará.
En la medida que te vacíes te llenarás.

 

Lous Evely: nuestros mayores creyeron gracias a los milagros. Nosotros creemos a pesar de ellos.

Rousseau: El apoyo que se quiere dar a la fe con los milagros, es el mayor obstáculo contra ella. Quitad del evangelio los milagros, y toda la tierra quedará a los pies de Jesucristo.

Baruc Spinoza: "Si se admitiese que Dios actúa en contra de las leyes de la naturaleza, sería preciso admitir también que actúa en contra de su propia naturaleza, lo cual sería totalmente absurdo". 

Voltaire: contar milagros es "transcribir tonterías injuriosas a la divinidad"; creer en ellos es demostrar que uno es un imbécil".

Considerar el milagro como una excepción de las leyes de la naturaleza resulta anacrónico si se aplica a los milagros de los evangelios. En tiempos de Jesús no se cuestionaba la posibilidad del milagro ni se conocían las leyes -tampoco hoy- de la naturaleza para poder determinar lo que las sobrepasa o las viola.

¿ES JESÚS UN MAGO O EL MESÍAS? DOMINGO XXIII

 col sicre art


La dificultad de curar a un sordo

Cuando llegamos al final del capítulo 7 del evangelio de Marcos, Jesús ha curado ya a muchos enfermos: un leproso, un paralítico, uno con la mano atrofiada, una mujer con flujo de sangre; incluso ha resucitado a la hija de Jairo, aparte de las numerosas curaciones de todo tipo de dolencias físicas y psíquicas. Ninguno de esos milagros le ha supuesto el menor esfuerzo. Bastó una palabra o el simple contacto con su persona o con su manto para que se produjese la curación.

Ahora, al final del capítulo 7, la curación de un sordo le va a suponer un notable esfuerzo. El sordo, que además habla con dificultad (algunos dicen que los sordos no pueden hablar nada, pero prescindo de este problema), no viene por propia iniciativa, como el leproso o la hemorroisa. Lo traen algunos amigos o familiares, como al paralítico, y le piden a Jesús que le aplique la mano. Así ha curado a otros muchos enfermos. Jesús, en cambio, realiza un ritual tan complicado, tan cercano a la magia, que Mateo y Lucas prefirieron suprimir este relato.

Conviene advertir cada una de las acciones que realiza Jesús: 1) toma al sordo de la mano; 2) lo aparta de la gente y se quedan a solas; 3) le mete los dedos en los oídos; 4) se escupe en sus dedos; 5) toca con la saliva la lengua del enfermo; 6) levanta la vista al cielo; 7) gime; 8) pronuncia una palabra, effetá (se discute si hebrea o aramea), misteriosa para el lector griego del evangelio.

Desde el punto de vista de la medicina de la época, lo único justificado sería el uso de la saliva, a la que se concede poder curativo. El gemido y la palabra en lengua extraña recuerdan al mundo de la magia.

Sin embargo, los espectadores no piensan que Jesús sea un mago. Se quedan estupefactos, pero no relacionan el milagro con la magia sino con la promesa hecha por Dios en el libro de Isaías, que leemos en la primera lectura: «Entonces… las orejas de los sordos se abrirán... y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo.» La curación demuestra que con Jesús ha comenzado la era mesiánica, la época de la salvación.

La dificultad de curar a un ciego

Si la selección de los textos litúrgicos hubiera estado bien hecha, dentro de dos o tres domingos habríamos leído un milagro parecido, de igual o mayor dificultad, y fundamental para entender el evangelio de hoy: la curación de un ciego. Como no se lee, recuerdo lo que cuenta Marcos en 8,22-26. Le presentan a Jesús un ciego y le piden que lo toque. Exactamente igual que ocurrió con el sordo.

Jesús: 1) lo toma de la mano; 2) lo saca de la aldea; 3) le unta con saliva los ojos; 4) le aplica las manos; 5) le pregunta si ve algo; el ciego responde que ve a los hombres como árboles; 6) Jesús aplica de nuevo las manos a los ojos y se produce la curación total. Los relatos no coinciden al pie de la letra (aquí falta el gemido y la palabra en lengua extraña) pero se parecen mucho. No extraña que Mateo y Lucas supriman también este episodio.

La sordera y ceguera de los discípulos

¿Por qué detalla Marcos la dificultad de curar a estos dos enfermos? La clave parece encontrarse en el relato inmediatamente anterior a la curación del ciego, cuando Jesús reprocha a los discípulos: «¿Tenéis la mente embotada? Tenéis ojos, ¿y no veis? Tenéis oídos, ¿y no oís?» (Mc 8,17-18).

Ojos que no ven y oídos que no oyen. Ceguera y sordera de los discípulos, enmarcadas por las difíciles curaciones de un sordo y un ciego. Ambos relatos sugieren lo difícil que fue para Jesús conseguir que Pedro y los demás terminaran viendo y oyendo lo que él quería mostrarles y decirles. Pero lo consiguió, como veremos el domingo 30, cuando Jesús cure al ciego Bartimeo.

Las maravillas de la época mesiánica (Isaías 35,4-7)

Este texto ha sido elegido por la promesa de que «los oídos de los sordos se abrirán», que se ve realizada en el milagro de Jesús. De hecho, el poema del libro de Isaías se centra en la situación de los judíos desterrados en Babilonia, sin esperanza de verse liberados. Y, aunque se diese esa liberación, tienen miedo de volver a Jerusalén. Se consideran una caravana de gente inútil: ciegos, sordos, cojos, mudos, que deben atravesar un desierto ardiente, sin una gota de agua y con guarida de chacales. El profeta los anima, asegurándoles que Dios los salvará y cambiará esa situación de forma maravillosa. Estas palabras terminaron convirtiéndose en una descripción ideal de la época del Mesías y fueron muy importantes para los primeros cristianos.

Un milagro más difícil todavía (Santiago 2,1-5)

Aunque sin relación con el evangelio, este texto puede leerse como una visión realista, nada milagrosa, de la época mesiánica. Aquí el pueblo de Dios no está formado por gente que se considera inútil y débil. Al contrario, está dividido entre personas con anillos de oro, elegantemente vestidas, y pobres con vestidos miserables. Y lo peor es que el presidente de la asamblea concede a los ricos el puesto de honor, mientras relega a segundo plano a los pobres. Como en el fastuoso funeral de Juan Pablo II, con tantas personalidades famosas en primer plano, mientras los fieles cristianos llenaban la plaza y la Via della Conciliazione. El nuevo milagro, la nueva época mesiánica, será cuando los cristianos seamos conscientes de que «Dios ha elegido a los pobres para hacerlos ricos en la fe».

Reflexión final

Tomado por sí solo, en el evangelio de hoy destaca la reacción final del público: «Todo lo ha hecho bien». Recuerda las palabras que pronunciará Pedro el día de Pentecostés, cuando dice que Jesús «pasó haciendo el bien». El público se fija en la promesa mesiánica; Pedro, en la bondad de Jesús. Ambos aspectos se complementan.

Pero quien desea conocer el mensaje de Marcos no puede olvidar la relación de este milagro con la curación del ciego. Debe verse reflejado en esos discípulos con tantas dificultades para comprender a Jesús, pero que siguen caminando con él.

La segunda lectura, en la situación actual de la Iglesia, cuando tantos escándalos parecen sumirla en un desierto sin futuro, supone una invitación a la esperanza. Pero el milagro será imposible mientras las personas que tienen mayor responsabilidad en la Iglesia sigan luchando por los primeros puestos, los anillos de oro y los capelos cardenalicios.