FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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martes, 7 de julio de 2015

No me obliguen a afirmar que la “democracia” es una chirigota Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Un titular a cuatro columnas en el País de hoy, 1 de julio de 2015, de portada, me ha dejado anonadado: “Europa rehúsa hablar con Grecia bajo la amenaza del referéndum”. Estamos oyendo y viendo estos días noticias, ofertas, contraofertas, solemnes aseveraciones, serias y sesudas proclamas de pretendida coherencia democrática, pero el dislate, el absurdo kafkiano, la impresionante impavidez con la que nuestros políticos europeos, también los griegos, presentan sus cartas en este juego laberíntico de mentiras, verdades ocultas y juego infantil de adultos empeñados en quién da más, o mea más alto, o impresiona más a la platea se ha quedado nimio, y empequeñecido por el titular que comento. El disparate que reluce con letra gorda, ¿es de Europa, o de los redactores de titulares del País? Porque tanto unos como otros se han lucido.

¿Cómo puede ser una amenaza, en democracia, la convocatoria de un referéndum? ¿Y tan ignorantes, o cínicos, son los políticos de la UE, que no saben que están hablando con los habitantes de un país que inventó la Democracia, y que tenía en una plaza de Atenas el Areópago, estrado donde se podía hablar y criticar de lo divino y de lo humano?¿No serán más amenazantes las maniobras ocultas, los órdagos a la grande, a la pequeña, a pares y a juego, a todo lo que aparece en el horizonte griego, que lanzan las ¿autoridades? de la UE? ¿Es que éstas han sido elegidas por los ciudadanos griegos, o españoles, o italianos, o franceses, para que se erijan en sus tutores, consejeros, mandamases, y no puedan menear ni una carretilla los ciudadanos de otros países cuando lo que se discute es el dinero, eso tan vulgar? Efectivamente, no sé quién fue el que aseveró que la Unión Europea era antes que nada una unión de mercaderes, dirigidos, sin previo convenio o protocolo, por los que se erigen a sí mismos como los más listos, o fuertes, o “echaos palante”, o ponen sobre la mesa su superávit, o sus logros económicos, o, simplemente, la fuerza de la costumbre rutinaria de los que han sido, ¡casi siempre!, los poderosos de la vieja, y ahora, lo digo con pena y tristeza, casposa Europa.
Nadie duda que Alemania y Francia pesan más que Grecia, o Italia, o España, o Luxemburgo. Pero nadie le ha concedido ni a la Merkel ni a Hollande un mandato para dirigir los destinos, en la vida diaria, real , cotidiana y auténtica, de los ciudadanos del resto de Europa. Y no pueden amenazar, ni mandar, ni impresionar por encima de los tratados firmados por todos, y que a todos afectan. ¿Quién es el presidente del Gobierno español, nuestro ínclito Mariano Rajoy, que también se ha subido al fácil carro de la prepotencia amenazante de sus mayores europeos, para afirmar que o los griegos responden en el Referéndum con un sí a las pretensiones de la Troika, o tendrán, si no, que salir del Euro? No hay, ni está previsto en el tratado de la Unión, autoridad que pueda disponer una medida tan radical.
Ya reproduje el otro día el magnífico artículo del brillante economista Vicenç Navarro, quien demuestra, sin ninguna duda, que la teoría oficial, oficialista, y casi dogmática, de la UE, a la que se han adherido los principales medios europeos, no es la única que se puede aplicar, ni la más eficaz para que un pueblo como el griego, o en menor medida, el nuestro, por lo menos los nueve millones de españoles que mal se mueven en el entorno de la pobreza, pueda salir del agujero, y comenzar a producir y a ser, y sentirse, necesario, útil, es decir, ser pueblos que recuperen la dignidad.
Europa estará mejor que hace 75 años, pero la democracia puede quedar en algo decorativo. Alemania nunca debería olvidar lo mal que lo pasó, y, sobre todo, lo mal que lo hubiera pasado, si los países que ella había arrastrado a una guerra atroz no hubieran tenido sentido de la fraternidad y de la solidaridad, que los llevó a provocar una quita financiera monumental, ante la que la actual de los griegos es una pequeña y simpática broma. Y si se pudo hacer lo más difícil y pesado, ¿por qué no lo más pequeño, insignificante y liviano? Pues porque ya no se trata solo de resolver problemas económicos, sino de demostrar a los inquietos, levantiscos y libres ciudadanos de la Unión Europea que son unos pocos los que marcan las pautas, y dan el juego, y los demás, o se avienen a ello, o lo pasarán mal. La conclusión es evidente: no se trata de un problema económico, sino político.

Varufakis: ‘Lo que hacen con Grecia tiene un nombre: terrorismo’. Entrevista

 


Hay quien pretende hacerlo pasar por un chulo, por una especie de macarra de discoteca. Pero lo cierto es que Yanis Varufakis (Palaio Faliro, 1961) es un tipo de maneras exquisitas. “Díganme, ¿qué puedo hacer por ustedes?”, pregunta solícito y sonriente nada más abrirnos la puerta de su despacho, en el sexto piso del Ministerio de Economía y Finanzas griego. La entrevista la realizó Irene Hernández.
Varufakis está cansado y no lo oculta. Desde que hace cinco meses este respetado profesor se convirtiera en ministro de Economía griego, su vida ha sido un no parar. Y más aún en los últimos días, desde que el viernes de la semana pasada Alexis Tsipras, el primer ministro heleno, anunciara su rechazo al acuerdo que Bruselas proponía a Atenas a cambio de seguir prestándole dinero y decidiera someterlo a referéndum. ··· Ver noticia ···

Discurso del Papa Francisco en Quito, Ecuador Micaela Ayala

 

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Señor Presidente,
Distinguidas autoridades del Gobierno,
Hermanos en el Episcopado,
Señoras y señores, amigos todos.
Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina y estar hoy aquí con ustedes, en esta hermosa tierra del Ecuador. Siento alegría y gratitud al ver la calurosa bienvenida que me brindan: es una muestra más del carácter acogedor que tan bien define a las gentes de esta noble Nación.
Le agradezco, Señor Presidente, las amables palabras que me ha dirigido, a las que correspondo con mis mejores deseos para el ejercicio de su misión. Saludo cordialmente a las distinguidas Autoridades del Gobierno, a mis hermanos Obispos, a los fieles de la Iglesia en el país y a todos aquellos que me abren hoy las puertas de su corazón, de su hogar y de su Patria. A todos ustedes mi afecto y sincero reconocimiento.··· Ver noticia ···

Entropía y austeridad Jaime Richart, Antropólogo y jurista

Cuando están tocando las trompetas del Apocalipsis, y no sólo en Grecia sino en el mundo entero como consecuencia de un cambio del clima global que parece irrevocable cuyos efectos en las cosechas y en el agua potable ya hace tiempo que se vie­nen haciendo notar, no son oportunos análisis minuciosos de lo que nos espera; lo mismo que es un dicho popular, que no es prudente hacer cambios en tiempos de tribulaciones. Pero esto es hasta ayer, porque dadas las circunstancias que atraviesa la Europa Vieja y sus países acólitos del sur del continente en los que para muchos precisamente son tiempos de tribulaciones, los cambios profundos tanto en la política como en toda la socie­dad son absolutamente imprescindibles.

No obstante y pese a que peligran la estabilidad de esa Europa y los intereses de los grandes poseedores, la vida no se acaba con la crisis griega ni con la futura crisis española ni con la de ningún otro país. Con euro y sin euro, lo que piden a gritos millones de seres humanos es remover la brutal desigualdad social. Y para ello es preciso un cambio de mentalidad. Un cambio brusco de mentalidad, tanto de los gobernantes que debieran dar un ejemplo que no dan, como la de los gobernados con un pasar o sencillamente acomodados. Pues lo que está en juego por encima de todo es la vida del planeta y la vida humana en el planeta. Por eso es efectivamente ineludible la austeridad que imponen casi manu militari unos aunque no se la aplican a sí mismos, para afrontar las graves carencias y carest­ías para todos que se vislumbran ya en el horizonte. Por eso mismo, porque quienes combaten la austeridad han de sa­ber esto pese a ser jóvenes, hemos de colegir que no es la austeri­dad en sí misma lo que rechazan, sino el humillante re­parto de las cargas y privaciones entre los dirigentes y sus so­cios, sus bancos y el poder financiero, por un lado, y las gran­des masas de población por otro; que la solución macroeconó­mica ha de pasar por la fina elección de prioridades en el gasto de los Esta­dos y la más fina selección de los recortes…
Porque la vida, tal como la hemos vivido hasta ahora, se ha terminado; no ya para la mayoría de los habitantes de la Europa Vieja gobernadas por ricos acreedores, sino para la mayoría de los seres humanos. No había ninguna necesidad de llevar polí­tica y económicamente en Europa hasta sus últimas consecuen­cias, y sobre todo de la manera que la exigen, la austeridad des­pués de dos décadas celebrando la abundancia. Hubiera sido deseable el ejemplo ostensible de los dirigentes apretándose el cinturón. Y eso hubiera bastado, para hacer luego llamamientos a los pueblos a soportar las restricciones. Sin embargo, no sólo no ha sido ni es así, sino que han llevado demasiado lejos los abusos contra grandes bolsas de población y contra la Natura­leza. Así, entre los que han venido abanderando la dirección de los países y los que han confiado equivocadamente en ellos, el cambio climático, la desecación del planeta, la pérdida colosal de las cosechas, el derretimiento de los glaciares y la licuefac­ción de los polos, y la galopante reducción de los filones de agua dulce son la consecuencia de una mentalidad perversa de unos y necia de otros que lo han consentido. Pues ese estado de co­sas ha ido acompañado del incremento considerable de la ri­queza, de los privilegios y de las retribuciones de grandes minor­ías; y en España, acompañado además del saqueo metó­dico y literal de las arcas públicas. Todo lo cual ha desembo­cado en el miedo de sus gobernantes quienes, para espantarlo, no se les ha ocurrido otra cosa que promulgar una provocadora ley preconstitucional que atenta contra las libertades en general y contra la libertad de expresión en particular.
No obstante, aunque unos cuantos reductos de hombres y muje­res en cada país sigan poseyendo la Tierra, la privación y un grave tedio irán llegando a todos sin necesidad de forzarlos por vía política como si fuera un fatum, una fatalidad. Siempre habrá desalmados libres de toda amenaza a los que no les va a faltar de nada. Pero esos seres bañados en riqueza ¿serán capa­ces verdaderamente de gozarla viendo cómo progresivamente más y más seres humanos perecen por falta de energía moral antes de que el alma les abandone para siempre? Vayan a donde vayan, estén donde estén, ante sus ojos se abrirá el terri­ble efecto de la caducidad. Pues el universo tiende a distribuir la energía uniformemente; es decir, a maximizar la entropía. Lo que significa que el sufrimiento, después de aniquilar a los despo­seídos irá alcanzando sucesivamente a los poseedores. Lo único que cabe, pues, es retrasar este proceso.
Mientras tanto y mientras tengamos un techo y podamos co­mer y beber, dediquemos todos nuestros esfuerzos a expulsar del poder a quienes a toda costa quieren imponernos la austeri­dad desigualmente repartida. Y luego, una vez logrado el em­peño, entonces sí, a asumir la austeridad para sobrevivir y para retrasar en lo posible a nuestros descendientes, el espectáculo dantesco de la lenta o súbita desaparición de la vida en el pla­neta. Y digo esto, no haciendo el papel sombrío de agorero, sino porque no son pocos los sociobiólogos que desde hace tiempo vienen vaticinando con argumentos el suicidio más o menos voluntario de la Humanidad

El Papa defiende la justicia social ante una gran multitud en Ecuador Pablo Ordaz

 

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La justicia social no es “una forma de limosna”, sino “una verdadera deuda” del Estado con las familias. No es casualidad que el papa Francisco, que no suele dar puntada sin hilo, dedicase su primera homilía en Latinoamérica a la familia. Para Jorge Mario Bergoglio, que fue aclamado por más de 600.000 personas en el parque de los Samanes de Guayaquil, la regeneración del tejido social y la lucha contra la desigualdad —sobre todo en los países más desfavorecidos— tiene que pasar por la “gran riqueza social de la familia”.··· Ver noticia ···