FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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jueves, 2 de agosto de 2018

La 'Humanae Vitae' resultó un fracaso

(Isabel Gómez Acebo).
- Hay que reconocer que el resultado de la encíclica fue catastrófico porque en la vida no se puede ir contra los descubrimientos científicos que avanzan a una velocidad vertiginosa y dejan los argumentos enseguida obsoletos. Los fieles no siguieron los consejos papales y aplicaron su conciencia en masa.
Me pidió la editorial San Pablo un capítulo para un libro colectivo que saldría a los 50 años de la publicación de la Humanae Vitae e investigué sobre el tema. El científico que descubrió el componente de la píldora anticonceptiva era un mexicano que se llamaba Luis Ernesto Miramontes y su nombre aparece en el Hall of Fame de los Estados Unidos junto a Pasteur, Bell, Edison... pues se considera su invento como uno de los más importantes registrados a partir de finales del siglo XVIII. En las farmacias se dispensó desde 1960 y enseguida la utilizaron millones de mujeres que pudieron planear sus maternidades, trabajar fuera de casa y estudiar para conseguir puestos remunerados más altos...SEGUIR LEYENDO

EN TI De Salomé Arricibita

EN TI


col salome 2


En Ti pongo mis cansancios,
en Ti mi alegría y mi dolor,
en Ti, mi Dios, en Ti
quiero poner mi vida en Ti. 
En Ti mis dudas y miedos,
en Ti mi falta de valor,
en Ti, mi Dios, en Ti
quiero poner mi fe en Ti 
DESCANSO DE TODA FATIGAABRIGO DE TRISTEZAS FRÍASCALOR QUE ALIENTA VIDA...QUE ALIENTA VIDAA QUIEN TU AIRE RESPIRAAGUA QUE CALMA LA SEDFUERZA QUE MANTIENE EN PIEALIMENTO SIN MESA Y MANTELCAMINO QUE RECORRER 
En Ti pongo mi esperanza,
en Ti mis ojos, mi canción
en Ti, mi Dios, en Ti
quiero poner mi amor en Ti.
REFUGIO EN LA TEMPESTADESPERA EN LA SOLEDADLUZ QUE AHUYENTALA MÁS NEGRA OSCURIDADLA MÁS NEGRA OSCURIDADAMOR QUE LLAMA A MI PUERTAQUE ANHELA HABITAR MI ALMA INQUIETAQUE ESPERA ENTRAR EN MI TIENDAPARA DESCANSAR EN ELLA
En Ti, mi Dios, en Ti
quiero ponerme yo...
por entero en Ti.

Salomé Arricibita


Para descargar la canción pinche el siguiente enlace: En Ti.mp3 y dele al botón derecho del ratón y guardar como...

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DECIR ALGO NUEVO


col aizpurura
Dice Amos Oz en su estupendo libro Queridos fanáticos que “cuando un joven se acerca a la Torá el día de su baz mitzvá, no le preguntan: ‘mi dulce niño, ¿qué has aprendido hoy en el colegio?’, no le piden que recite lo que ha oído decir a los maestros ni lo que ha leído en los libros. Al contrario, le piden: ‘di algo novedoso’. Es decir, danos algo original. Tuyo. Aunque tenga un significado pequeño, secundario, marginal, pero que sea algo que exprese una reflexión a la que tú mismo hayas llegado con los textos que has estudiado. También al novio en el día de su boda en la sinagoga se le pide ‘decir algo novedoso’. Este es, al parecer, el núcleo creativo de la cultura judía, que pasa de generación en generación excepto en los periodos en que esa cultura tiende a petrificarse” (p.70).
Es que decir algo novedoso en ámbitos de fe cristiana está llegando a ser urgente, de tan rutinario y petrificado que se encuentra el lenguaje religioso. El cansancio es enorme; los fieles se saben de memoria lo tantas veces repetido; los religiosos y religiosas se duermen, literalmente, ante una exposición de la fe, del Evangelio, que se la saben de memoria antes de que el predicador despegue los labios. Un cansancio de proporciones gigantescas envuelve la propuesta religiosa. Incluso más, hay quien dice que ese discurso archirrepetido es “la sana doctrina”, lo que hay que decir, aunque el bostezo llegue a ser de proporciones cósmicas.
¿Tan difícil resulta decir algo nuevo? No nos referimos a nuevas doctrinas que se sumen al cúmulo del cansancio ya citado. Tampoco nos referimos a novedades esnobistas que saltan de rama en rama sin terminar de poner el huevo en ningún lugar, ni de dar bibliografías inacabables que nadie lee. Se trata de decir algo “tuyo”, elaborado por ti, pensado por ti, cocido en el horno de tu interior y propuesto con el brillo en los ojos de quien ha visto lo que nace y con la modestia de quien cree que, tal vez, no sirva para mucho.
Es necesario decir algo nuevo sobre este viejo cosmos en el que viajamos a velocidades increíbles. El Papa Francisco habla de una “mirada nueva” sobre lo creado, porque nuestra mirada se ha hecho vieja sin siquiera mirar con amor a lo que nos rodea. Algunos, como Francisco de Asís, lograron ver desde ese lado distinto. Por eso, su candidez sigue todavía cautivando a tantos
Se precisa decir algo nuevo sobre una sociedad envejecida no solamente en años sino en el corazón, que sucumbe a los costrones de una rutina consagrada por toda clase de protocolos. Cuando ocurre que alguien apunta a lo nuevo, por más que termine en los caminos de siempre, hay miles de cuellos y de orejas que se levantan intuyendo ahí el viento que puede hacer respirables nuestros cansinos pasos por nuestras ciudades.
Sería también buenísimo decir algo nuevo a la Iglesia, tan vieja que hay que hacer esfuerzos gigantescos para que el tinglado no se venga abajo. Algo nuevo desde una visión extrasistémica, desde una libertad que está oculta en el polvo de los siglos, desde un anhelo que, con paz, viene a decir que hay muy poco que hacer por los caminos de siempre y que los esfuerzos de tantos creyentes de buena voluntad serían más fecundos en otros horizontes, y que estos horizontes soñados no vienen de los ya conocidos, porque los de siempre no saben sino repetir y repetir lo de siempre.
Quizá el silencio puede ser algo nuevo cuando no se tiene una palabra distinta que decir. Pero es cierto que si llegas a decir algo nuevo, algo tuyo, hay una tierra sedienta que espera ansiosa esa lluvia.

LA OTRA ORILLA


col bennasar com
No puedo evitar pensar y dar espacio dentro de mí al hecho tan sencillo y tantas veces obviado de que hay “otra orilla”, otra perspectiva, otra mirada.
Esa otra orilla puede ser la que ven los emigrantes desde la suya, esperanzados mirando a Europa, o América, o Australia. La mirada es la misma. La he visto en los tres continentes y no cambia. Es una mirada de miedo y de esperanza en un futuro incierto, pero futuro al fin y al cabo. Posiblemente lo que no vislumbran desde sus tierras explotadas por nuestros intereses: queremos sus cosas pero no a ellos.
¿Es eso lo que nos dice el texto de hoy, que nos pasa con Jesús? Queremos su ayuda, queremos que apruebe nuestras agendas y dedicaciones… pero su persona nos viene grande, tal vez. Les reprocha a sus discípulos que quieren pan pero no se quieren adherir a su persona.
Necesitamos ir a la otra orilla de nosotr@s mism@s, la que no solemos visitar. Buen destino vacacional. Descubrir nuestro tesoro escondido: la cantidad de cualidades y talentos que manejamos a medio gas, o simplemente no usamos.
Entiendo que es una experiencia de amor y fe en nuestra persona la que activa nuestra creatividad. Jesús nos pide como trabajo que nos adhiramos a su persona. Para ello hay que rescatar al emigrante en nosotros perdido en alta mar. Tanto ir detrás de “ayudar”, tal vez nos encontramos “perdidos en alta mar”, esperando rescate. Para muchas y muchos de nosotros sentimos que llegamos a la otra orilla, al fin, cuando descubrimos una experiencia personal y comunitaria de fe en la persona de Jesús, que nos resucita por dentro. Que nos inyecta vida nueva y alegría profunda. (vv.28-29 “¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere? Respondió Jesús: Este es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhesión al que él ha enviado”.)
Necesitamos llegar a la otra orilla, la de Jesús, pasar un tiempo de vacaciones en ese lugar. Convivir con los que van llegando con sus pateras, con lo que son, a un lugar donde hay pan, porque partir el pan significa un modo de vivir en sororidad y fraternidad. Necesitamos refugio para aprender a ser refugio en lo material y en lo más hondo.
Últimamente son personas cristianas, no católicas, las que me han hecho sentir parte de la comunidad cristiana, me han ofrecido su refugio sororal. Su orilla es más liberadora, ellas no tienen tantos prejuicios, ni tantos complejos. Ayer una de ellas me mandaba la homilía que acababa de hacer en su iglesia, no porque el cura esté de vacaciones sino porque un grupo de seglares y religiosos se turnan en la predicación. Así se comparten diferentes recetas de preparar el mismo pan. Así Jesús se hace pan para todas y todos, según la necesidad de cada uno. Y se enriquecen compartiendo sus diferentes panes o modos de vivir.
Qué bonita es la otra orilla si nos adherimos a la persona de Jesús. Cruzar nuestro lago con él es una experiencia clave para compartir su pan. Crear un estilo de vida que dé sentido al cristianismo envejecido, y todo empieza, como siempre, compartiendo pan. El de Jesús.
El texto habla de movimiento, de cruzar a otras perspectivas, de una acción que se convierta en pan compartido. Pero sobre todo nos dice claramente que es la adhesión a su persona lo único que sacia nuestras hambres.
Agosto, mes de vacaciones por excelencia en nuestro hemisferio, puede ser un tiempo de cruzar a orillas desconocidas. Para algunos será viajar físicamente a otras culturas, pero siempre, siempre, cruzar a otra orilla es acoger lo que se nos ofrece con gratitud. Cuando los discípulos y seguidores le buscan donde siempre, en el lugar familiar donde habían comido el pan (versículo 23), Jesús se había ido a la otra orilla.
¿Qué significa, para cada uno, la otra orilla? Desde luego no hay respuesta stándard, es muy personal, tanto como adherirse a su persona. Invitación personal y comunitaria, de relación amistosa profunda. De encontrar en él nuestro refugio y fuerza en su pan, para seguir la vida con más brío.
A mí también me habla lo de la otra orilla, de cruzar a nado, los y las que podremos estos días, disfrutando de la naturaleza, del mar, el río…y en cada brazada abrazar, respetar, descansar para seguir siguiendo, acogiendo y creando comunidad de iguales, de refugiados. Y ojalá no seamos todos igualitos en estos grupos, que lo ecuménico entre, es más, lo interreligioso… que los de la otra orilla vean que nos dejamos acoger y agasajar con sus bondades. Es una gran riqueza no ir de turista sino como peregrino a orillas de nuestros hermanos.
Y los que tenéis que trabajar, o seguir en cama por enfermedad, os deseo que podáis encontrar la orilla que os dé consuelo y descanso profundo, igual que los que os acompañan y cuidan. Compartir ese pan del dolor es de lo que más une, como sabemos.
Feliz agosto.

Magdalena Bennásar Oliver
www.espiritualidadintegradoracristiana.es

NO TE DA VIDA COMER EL PAN SINO EL DEJARTE COMER


col fraymarcos

Jn 6, 24-35
Seguimos en el c. 6 del evangelio de Jn, pero hemos pasado por alto el relato de la travesía del lago y la aparición de Jesús andando sobre el agua. La lectura de hoy afronta directamente la discusión con los judíos. En el v. 59, se dice que el encuentro tuvo lugar en la sinagoga de Cafarnaúm, pero no tiene importancia. En todo caso, se plantea una discusión larga y dura, en la que Jesús va concretando y profundizando las exigencias del seguimiento. Se va acentuando la distancia a medida que Jesús va aquilatando el discurso. El proceso será: Entusiasmo, duda, desencanto, desilusión, oposición, rechazo, abandono.
El diálogo es un montaje que permite a Jn poner en boca de Jesús lo que aquella comunidad consideraba las claves del seguimiento. No contesta a la pregunta: ¿cómo y cuándo has llegado aquí?, sino a las verdaderas intenciones de la gente, llevando el diálogo a su terreno. Lo que de verdad tiene importancia es el compromiso de entrega, al que quiere llevarlos.
Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. La “señal” era una invitación a compartir, pero ellos vieron solo en ella la satisfacción del apetito. Vaciado el signo de contenido, esa búsqueda de Jesús no es correcta, solo pretenden seguridades. Jesús va directamente al grano y desenmascara su intención. No le buscan a él sino el pan que les ha dado. No le buscan porque les haya abierto las puertas de un futuro más humano. Esas palabras que Jn pone en boca de Jesús, critican la religión de todos los tiempos. Todas las religiones terminan manipulando a Dios para ponerlo a su servicio.
Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que dura dando Vida definitiva. Esta propuesta de trabajar por la Vida es el resumen de todo su mensaje. Vale lo mismo para aquel tiempo que para hoy. Trata de advertir de la facilidad que tiene el hombre de malograr su vida enredándose en lo puramente material o dejándose llevar por lo sensible. La búsqueda del verdadero pan exige esfuerzo. Es un camino de lucha, de superación, de purificación, de regeneración, de muerte y nuevo nacimiento (bautismo).
Ese alimento que perdura, lo da Dios gratuitamente. Jesús descubrió ese don y desplegó su verdadera Vida humana. Sin alimento no se puede recorrer camino alguno. Por eso hay que escucharle cuando habla de otro tipo de comida que es la que nos salva. También hay que trabajar por el alimento que perece, pero no debe ser el objetivo único ni último de nuestra vida. Los judíos muestran un cierto interés por enterarse, pero como se demostrará más tarde, es puramente superficial. Acostumbrados a moverse a golpe de preceptos, preguntan a Jesús por las normas. Son incapaces de imaginar que Dios pueda dar algo por nada.
Este es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhesión al que él ha enviado. Conocer lo que Dios espera de nosotros parecería el verdadero camino para llegar, pero ese interés es solo aparente. En realidad no nos interesa demasiado lo que Dios quiere. Lo que de verdad nos interesa es lo que nosotros esperamos de Dios. Para garantizar unas seguridades, nos hemos fabricado un Dios a nuestra medida. De todas formas Jesús les dice lo que Dios espera de ellos: que le presten su adhesión. La discusión entre fe y obras queda superada de una manera drástica: confiar en Jesús es la obra primera y más importante que Dios espera.
Pero inmediatamente viene la institución y nos dice: lo que Dios quiere es esto y aquello; que no es más que lo que les interesa a los dirigentes de turno. Jesús no vino a dar nuevas normas morales sino a enseñarnos el camino de la verdadera Vida. Lo que tengo que “hacer”, lo tengo que descubrir yo, no me tiene que llegar de fuera como programación, no tengo que ser un robot al que le han introducido un programa. Lo que Dios quiere es que lleguemos a nuestra plenitud, y el “mapa de ruta” está en nuestro interior, no fuera.
A Dios le importa más lo que somos que lo que hacemos. Mostramos nuestra ceguera cuando estamos preocupados por lo que Dios quiere que hagamos o dejemos de hacer. Solo una cosa es fundamen­tal: confiar. Creer no es aceptar una serie de verdades teóricas y quedar tan tranquilos. En la Biblia creer es tener confianza en... Esto es lo que pide Jesús a sus oyentes. Tergiversamos esa confianza cuando la convertimos en esperanza de que Dios cumpla nuestros deseos. Confiar es aceptar la voluntad de Dios, no venida de fuera, sino como inserta en la raíz de nuestro ser. La clave está en saber pasar de un pan a otro pan.
¿Qué señal realizas tú para que viéndola te creamos? La exigencia de una señal es la demostración de que no creen. Estarían dispuestos a aceptar un Mesías, semejante a Moisés, que demostrara su valía a base de prodigios. El maná estaba considerado como el mayor de los milagros. Exigen de Jesús que legitime sus pretensiones con otro prodigio igual o mayor. Pero la Vida que Jesús promete no viene de fuera y espectacularmente; está en cada uno y se manifiesta en lo cotidiano como amor desinteresado, como preocupación por el otro.
No os dio Moisés el pan del cielo; no, es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aquello no era más que un símbolo. La realidad está en Jesús, verdadero pan del cielo, que alimenta la verdadera Vida. Recordemos que los rabinos consideraban la Torah como el pan que Dios les había otorgado. Ahora es Jesús la única Ley que salva. Danos siempre pan de ese. Reacción aparentemente sincera, pero equivocada. Le llaman Señor; creen en sus palabras; esperan que satisfaga sus anhelos; pero no le dan su adhesión; buscan una salvación que les llegue de fuera sin que ellos tengan que hacer nada.
Yo soy el pan de Vida. En todos los discursos que encontramos en este evangelio se hace referencia a la Vida. Se trata de una realidad que no podemos explicar con palabras, ni meter en conceptos humanos. Solo a través de símbolos y metáforas podemos indicar el camino de una vivencia que es lo único que nos llevará a descubrir de qué se está hablando. “Yo soy” en Jn es la suprema manifestación de la conciencia de lo que era Jesús. Cada uno de nosotros debemos descubrir lo que verdaderamente somos, como lo descubrió Jesús.
El que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mi no pasará nunca sed. ¿Qué significa, “ir a él, creer en él?” Aquí radica todo el meollo del discurso. No se trata de recibir nada de Jesús, sino de descubrir que todo lo que él tenía lo tengo yo. Lo que Jesús quiere proponer es que los seres humanos descubran que se puede vivir desde una perspectiva diferente; que alcanzar la plenitud humana significa descubrir lo que Dios es en cada uno y una vez descubierto ese don total (Vida), respondamos como respondió Jesús.
Lo que propone Jesús está en contra de toda lógica racional. Nos está diciendo que el pan que da Vida no es el pan que se come, sino el pan que se da. Si te conviertes en pan como él, entonces, ese darte, se convertirá en Vida. Jesús no invita a buscar la propia perfección, sino a desarrollar la capacidad de darse a sí mismo. Solo dándote, superarás el egoísmo y alcanzarás plenitud. “Yo soy” es la clave de la comprensión de Jesús en el evangelio de Jn. Lo que pongamos después del ‘yo soy’ no tiene importancia. Aquí añade “pan de Vida”, que quiere decir VIDA. Quien se identifique con él será también Vida y la podrá dar a los demás.

Meditación
‘Comida’ es una gran metáfora aplicada a la Vida espiritual.
La Vida espiritual también necesita de alimento.
Jn presenta a Jesús como el alimento que da Vida.
Para que alimente, tengo que asimilarlo.
Como Jesús, tenemos que descubrir la Vida
y dejar que nos atraviese desde lo hondo del ser.

EUCARISTÍA E INMORTALIDAD


¿Cuántos miles de veces has comulgado desde que hiciste la Primera Comunión? ¿Se ha convertido ya en rutina, aunque seas consciente de su importancia? Hablando de otro tema: ¿qué piensas de la otra vida? ¿Eres de los que dicen: «El pobrecito se ha muerto», como si fuera una desgracia sin remedio? ¿Estarías dispuesto, como Gilgamés, el gran héroe mesopotámico, a realizar un peligroso viaje para conseguir la planta de la inmortalidad, o piensas que es una tarea absurda e imposible? A menudo preferimos no hacernos estas preguntas. Es más cómodo esconder la cabeza, como el avestruz. Pero el autor del cuarto evangelio (san Juan o quien sea) disfruta amargándonos la vida.
El debate sobre el pan de vida
El próximo domingo y los tres siguientes se lee el «Debate sobre el pan de vida», que continúa el tema de la multiplicación de los panes y los peces. El inconveniente de dividir el debate y sus consecuencias en cuatro domingos es que se pierde su fuerte tensión dramática. Por ello, considero importante ofrecer una visión de conjunto, aunque haya que anticipar datos de los próximos domingos.
Los interlocutores del debate
Los interlocutores de Jesús, aunque resulte extraño, cambian: al principio son los galileos que se beneficiaron del milagro de la multiplicación de los panes; cuando el debate adquiere un tono polémico, son los judíos quienes «critican» a Jesús y «discuten entre ellos». Pero su reacción final, cuando termina de hablar Jesús, no se cuenta. El protagonismo pasa a muchos de sus discípulos [de Jesús], que «se escandalizan» y lo abandonan. Al final, solo quedan los doce.
Los tres puntos principales del debate
Los debates y discursos de Jesús en el evangelio de Juan, aunque largos y complicados, se pueden resumir en pocas ideas. En este podemos distinguir tres, estrechamente relacionadas.
1. La «vida eterna» (vv.27.40.47.54), «la vida» (v.33.53), «vivir para siempre» (v.51.58). Es un tema obsesivo del cuarto evangelio, que comienza afirmando que «el Verbo era vida» y lo ejemplifica en la resurrección de Lázaro, donde Jesús se muestra como «la resurrección y la vida». Recuerda lo que decía Miguel de Unamuno: «Con razón, sin razón, o contra ella, lo que pasa es que no me da la gana de morirme».
2. Esa vida eterna se consigue comiendo «el pan de la vida» (v.35.48.51), «el verdadero pan que da la vida al mundo» (v.33.51), «el pan que ha bajado del cielo» (v.41.50.58). Al que come de ese pan, Jesús «lo resucitará en el último día» (vv.39.40.44.54).
3. Los dos temas anteriores están muy vinculados al de la fe en Jesús: «lo que Dios quiere es que creáis en el que ha enviado» (v.29); «el que cree en mí nunca tendrá sed» (v.35); «el que cree en mí tiene la vida eterna» (v.47). Por eso, los discípulos que abandonan a Jesús lo hacen porque «no creían» (v.64); en cambio, los Doce, como afirma Pedro, «hemos creído y sabemos que tú eres el santo de Dios» (v. 69).
Por consiguiente, al hablar del «pan de vida», la fuerza capital recae en «la vida», esa vida eterna a la que Jesús nos resucitará en el último día. Igual que la comida no es un fin en sí misma, sino un medio para subsistir, el pan eucarístico está directamente enfocado a la obtención de la inmortalidad. Quien comulga, como algunos corintios, sin creer en la otra vida, no es consciente de la estrecha relación entre eucaristía y vida eterna.
El desarrollo del debate y sus consecuencias
En el texto litúrgico (que suprime el pasaje 6,36-40) podemos distinguir tres grandes partes (domingos 18, 19, 20), centradas en el diálogo entre Jesús y los presentes en la sinagoga de Cafarnaúm. Todo termina con la reacción tan distinta de muchos discípulos y de los Doce (domingo 21).
La primera parte (domingo 18), que desarrollaré luego, termina con una revelación inimaginable por parte de Jesús: «Yo soy el pan de vida», «el que baja del cielo y da la vida al mundo».
La segunda (domingo 19) comienza con la reacción crítica de los judíos ante la pretensión de Jesús de haber bajado del cielo. Imposible: conocen a su padre y a su madre. Pero él termina con una afirmación más desconcertante aun: «el pan que yo daré es mi carne».
La tercera (domingo 20) empalma con la afirmación anterior: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?» Los judíos llevan razón. Parece imposible, absurdo. Jesús no lo explica ni matiza. Insiste en que comer su carne y beber su sangre es la única forma de conseguir la vida eterna.
Con lo anterior termina del debate, sin que se diga como reaccionan los judíos. Pero sí se añade la reacción de los discípulos (domingo 21), distinguiendo entre el escándalo de mucho de ellos y la respuesta positiva de los Doce. 
Notas al debate
1. Aunque las ideas puedan resultar claras, son difíciles de aceptar. La reacción normal de los oyentes es que les están tomando el pelo, que Jesús está loco, o que es un blasfemo. Una persona a la que conocen de pequeño, igual que a su familia, tiene que haberse vuelto loca para decir que ha bajado del cielo, que es superior a Moisés, que el que viene a él no tendrá nunca hambre ni sed, que es preciso comer su cuerpo y beber su sangre, como si ellos fuesen caníbales.
2. Jesús recurre a la ironía («me buscáis porque os hartasteis de comer»), al escándalo (rebajando la importancia del maná) y a expresiones simbólicas desconcertantes (comer su carne y beber su sangre). Con ello pretende lo contrario que los políticos actuales: que solo lo siga un grupo selecto, aquellos que «le trae el Padre». Este enfoque desconcertante del cuarto evangelio se basa probablemente en la experiencia posterior a la muerte de Jesús, y pretende explicar por qué la mayoría de los judíos no lo aceptó como enviado de Dios.
3. El debate no reproduce lo ocurrido al pie de la letra, es elaboración del autor del cuarto evangelio. Él sabe que sus lectores, su comunidad, entenderá rectamente los símbolos. Cuando Jesús dice que «mi cuerpo es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida», que hay que comer su cuerpo y beber su sangre, saben que no se trata de comer un trozo de su brazo o beber un vaso de su sangre; se refiere a la eucaristía, al pan y la copa de vino que comparten.
4. Desde un punto de vista pastoral, si el tema ya era complicado y escandaloso para muchos discípulos, los teólogos se han encargado de complicarlo aún más con el concepto de «transubstanciación». El que tenga dificultades sobre este punto podría acogerse a las palabras finales de Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios». Y que los teólogos sigan discutiendo.
1ª lectura (Ex 16, 2-4.12-15)
Ya que el evangelio hace referencia al don del maná, se lee la versión del libro de los Números, que lo une al de las codornices (pan y carne). Hay otra versión muy distinta del maná, nada milagrosa, en el libro de los Números 11,7-9. En este relato, el pueblo está harto de no comer más que maná. Y se añade: «El maná se parecía a semilla de coriandro con color de bedelio; el pueblo se dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo machaban en el almirez, lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que sabían a pan de aceite. Por la noche caía el rocío en el campamento y encima de él, el maná».
Sin embargo, la versión que terminó imponiéndose fue la milagrosa, de un alimento que envía Dios desde el cielo, no cae los sábados para respetar el descanso sabático, todos recogen lo mismo, sabe a galletas de miel, y es tan maravilloso que hay que conservar dos litros en el Arca de la Alianza. Estos detalles han sido suprimidos en la versión litúrgica, que, sin embargo, mantiene a las codornices; podría haberlas dejado volando y nadie las echaría de menos.
Evangelio (Jn 6, 24-35)
La introducción ha suprimido muchos datos. Después de la multiplicación de los panes y los peces, los discípulos se marchan en la barca mientras Jesús se retira al monte huyendo del deseo de la gente de hacerlo rey. Por la noche, cuando la barca está en peligro por un viento en contra, Jesús se aparece caminando sobre el agua, sube a la barca y al punto llegan a tierra. Lo anterior se ha suprimido. El relato comienza cuando la gente advierte la ausencia de Jesús y de los discípulos y va a Cafarnaúm en su busca.
Empieza entonces el largo debate. La sección de hoy consta de cuatro intervenciones de la gente (tres preguntas y una petición), seguidas de cuatro respuestas de Jesús.
Todo comienza con una pregunta muy sencilla: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» Jesús, en vez de responder a la pregunta, hace un suave reproche («me buscáis porque os hartasteis de comer») y les habla del alimento que dura hasta la vida eterna. Lo lógico sería que la gente preguntase cómo se consigue ese alimento; en cambio, pregunta cómo pueden hacer lo que Dios quiere. Y Jesús responde: lo que Dios quiere es que crean en aquel que ha enviado. Los galileos captan que Jesús habla de creer en él, y adoptan una postura más exigente: para creer en él deberá realizar un gran prodigio, como el del maná. Con la referencia al maná le ponen a Jesús el tema en bandeja. Enfrentándose a la tradición que presenta el maná como «pan del cielo» y «pan de ángeles», Jesús dice que el maná no se puede comparar con el verdadero pan del cielo, que no se limita a saciar el hambre, sino que da la vida al mundo. Los galileos reaccionan de forma parecida a la samaritana: «Señor, danos siempre de ese pan». La respuesta de Jesús no puede ser más desconcertante: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.» ¿Cómo reaccionará la gente? La solución el domingo próximo.

Eucaristía y ecología. La importancia de la inteligencia relacional en las comunidades cristianas


Juan Pablo Espinosa Arce

El papa Francisco en la Encíclica Laudato Si’ muestra una nueva y armónica comprensión de la ecología, la cual lleva por nombre ecología integral. El teólogo brasileño Leonardo Boff comprende que la Laudato Si’ viene a superar una reducción al ambientalismo o a la preservación de las especies en peligro de extinción[1]. El concepto de ecología integral busca comprenderse desde lo ambiental, lo social, mental y espiritual.
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Xenofobia


Sato Díaz

“Muchos de los que vienen ahora se convertirán en nuevos ciudadanos de nuestro país. Tenemos que aprender de nuestros errores de los años sesenta y hacer de la integración nuestra prioridad absoluta desde el principio”. La que decía estas palabras era la canciller alemana, Angela Merkel, era septiembre de 2015, hace tres años, y el tenso debate sobre la inmigración ya estaba asentado en buena parte de la sociedad europea y las fuerzas de extrema derecha, al alza, modificaban el panorama político europeo. Merkel, que todavía gozaba de un incuestionable apoyo político interno en su país, contrarrestaba las críticas a su política migratoria que le vertían sus socios políticos de la bávara CSU.
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Guatemala, defender derechos en un Estado criminal

Ollantay Itzamná
Redes Cristianas
En los últimos meses, por los cruentos asesinatos de defensores comunitarios de derechos en el país, Guatemala está recuperando su pérfida imagen histórica de país sanguinario con los suyos.
Hace unas horas atrás, (30 de julio), en la Aldea Vijolom I, Municipio de Nebaj, Quiché, a más de 250 Km al noroeste de la ciudad de Guatemala, presenciamos un multitudinario entierro de Juana Raimundo, defensora juvenil de derechos humanos, asesinada por desconocidos.

La joven maya ixil, de 25 años de edad, era defensora de derechos en el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) y miembro del Movimiento para Liberación de los Pueblos (organización política en formación).
En lo que va del año, son siente los defensores comunitarios asesinados, miembros de CODECA. Además de otros tres defensores asesinados del Comité Campesino del Altiplano (CCDA). Y, hasta el momento, las investigaciones del Ministerio Público no dan resultados.
Los asesinatos contra defensores de CODECA arreciaron a raíz de un discurso de odio y estigmatización contra este movimiento, emitido públicamente por el actual Presidente de la República, Jimmy Morales. Es decir, el propio Estado, lejos de proteger, coaccionó y coacciona contra sus defensores comunitarios de derechos.
A esta estigmatización y coacción contra defensores se suma la impunidad como un elemento motivador de las acciones criminales. “Si mato a alguien de CODECA, no me pasará nada. Más por el contrario seré premiado con la impunidad”, parece ser la convicción de los criminales.
¿Qué evidencia la violencia estatal contra defensores de derechos?
El Estado es el principal responsable del cumplimiento y garantía de derechos. Ante el incumplimiento de dicha función, las personas de manera individual o colectiva ejercen el derecho a defender derechos. Pero, el Estado lejos de promover a dichos defensores (como establece el derecho internacional), los denigra, criminaliza y permite o promueve los asesinatos selectivos.
Esto es una evidencia del fracaso o colapso del Estado de Derecho. Incluso es una muestra del debilitamiento del mismo Estado (porque no puede cumplir sus compromisos).
Ante esta ausencia del Estado garante, en el país se aplica la Ley del más rico que aniquila físicamente a todos cuantos se atrevan a exigir derechos, y defender sus territorios.
La violencia sangrienta contra defensores indígenas y campesinos evidencia el hundimiento antropológico en el que subsisten las clases dominantes del país. Para éstos, aquellos no son aún reconocidos como humanos.
Cuál es el efecto de los asesinatos selectivos de defensores de derechos?
Los antisujetos que intentan anular a defensores de derechos buscan desarticular, desmoralizar y destruir los procesos organizativos de defensores en los territorios.
Sin embargo, según se puede constatar en CODECA, la sangre de sus defensores mártires abona y acelera aún más los procesos organizativos. El movimiento crece en el campo, y del campo hacia las ciudades. Pero, sobre todo, la criminalización y asesinatos está obligando a este movimiento dar saltos cualitativos en la construcción de su horizonte teórico.
Los procesos de resistencia ya no son únicamente contra las empresas que los despojan, sino, ahora, también es contra el Estado criminal que los violenta. Por eso, de la demanda de la nacionalización de la energía eléctrica saltaron a la propuesta de la “nacionalización de todo lo que se privatizó en el país”.
De la sentencia de “no tenemos Estado” saltaron a la propuesta “vamos por la construcción de un Estado Plurinacional, con autonomías territoriales”, mediante proceso constituyente plurinacional.
La represión empresa-estado contra defensores tiene un efecto boomerang, al parecer. Es probable que, simultáneo al impulso del proceso constituyente, los territorios organizados en resistencia terminen desconociendo expresamente al Estado nacional. Esto, posiblemente consistiría en la expulsión de los funcionarios estatales de los territorios en conflicto.

Sobre la condena penal a Juana Rivas, esta es nuestra opinión


Asociación de mujeres juezas de España

AMJE
Hoy se ha hecho pública la sentencia dictada el 18 de julio de 2018 por la que se condena a Juana Rivas como autora de dos delitos de sustracción de menores a la pena de cinco años de prisión, indemnizar a su exmarido con 30 000 euros además de inhabilitarla durante seis años para ejercer la patria potestad sobre sus hijos.
Partiendo del absoluto respeto a todas las decisiones judiciales, la gravedad y trascendencia de las penas impuestas resulta evidente, pues con ellas no se condena solo a la acusada, sino a dos hijos a perder el vínculo con su madre, a pesar de que todos los informes de especialistas, incluido aquél en el que se apoya la sentencia, confirman una relación positiva y vinculante entre los menores y su progenitora.
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La humanidad habrá consumido este 1 de agosto los recursos naturales de todo el año


Los más de 7.600 millones de habitantes de la Tierra han consumido ya las reservas de todo el año, según datos de la organización internacional Global Footprint Network, encargada de medir el gasto de los recursos naturales en el mundo.
Mañana 1 de agosto la humanidad habrá consumido los recursos naturales previstos para todo el año, un día antes en relación al año anterior, lo que significa que se consume el equivalente a 1,7 planetas de media, en lo que se conoce como el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra o Earth Overshoot Day.
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LA MISA DEL DOMINGO Domingo XVIII – Tiempo ordinario – Ciclo B 5 de agosto de 2018

Lectura del Libro del Exodo 16, 2-4. 12-15 Sal. 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54 Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 4, 17. 20-24 Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 24-35 

  

Pedro Hernández, sdb 
(Salesiano Don Bosco)


Las lecturas de hoy tienen un claro tinte eucarístico y sacramental. La acción nos va a llevar desde las tierras del desierto con Moisés y Aarón hasta las orillas de Galilea junto a Jesús y la predicación de Pablo a los primeros cristianos de Éfeso. 

Evocar: hacer memoria Hoy vivimos inmersos en lo digital y en las prisas, pero durante mucho tiempo nuestra cultura ha sido narrativa y aún hoy los mayores siguen contando batallitas e historias de cuando eran jóvenes (ojo que instagram y twitter y facebook es otra forma de contar historias pero en tiempo real). El salmo nos invitaba a hacer memoria, un rasgo muy claro de la cultura semita. Hacer memoria es más que recordar simplemente, es actualizar lo vivido.  

Y eso es lo que hacía el pueblo judío cada Pascua, volver a hacer presente lo vivido por sus antepasados en el desierto, volver a experimentar a un Dios providente que dio el maná del cielo y alimento en mitad de la necesidad. Es lo mismo que hacemos cada domingo en la eucaristía. Recordar los gestos y las palabras de Jesús nos conectan con esos primeros discípulos y también con los miles, millones de cristianos que a lo largo de la historia celebran o han celebrado la eucaristía. Pensad por un momento que en este mismo instante alguien está repitiendo en algún lugar del mundo los mismos gestos que vamos a hacer y eso, de alguna manera, nos une a ellos. 

Convocar: una comunidad reunida Esta conciencia de estar unidos a una comunidad universal y mayor que nuestro pequeño pueblo o parroquia, es algo de lo que empezaron a vivir los primeros discípulos, algo de lo que intuían aquellos que se acercaban a Jesús a las orillas del lago, en Cafarnaun, sin tener muy claro quién era ese Jesús que habla de un Padre bueno, de amarse, de perdonar,… 

Piensa por un momento en todas aquellas personas con las que a lo alrgo de la vida has compartido la fe, has celebrado la eucaristía. Algunos están aquí, sentadas en el banco de al lado, os lleváis viendo toda la vida… con algunos tendrás en común, a aotros los conoceras más… pero a todos te une un mismo Señor y una misma fe… y la misma invitación de Jesús: creer en el Padre, creer en Jesús y saciar así todo el hambre y sed de sentido que tiene nuestra vida. 

Provocar: hombres y mujeres nuevos 

Y para concluir no quiero olvidarme de las palabras de Pablo a los Efesios. La memoria evocada, el sacramento celebrado en comunidad, no se agota en este ratito del domingo, sino que debe de trasladarse y transmitirse a toda la semana. Nuestra vida ha de hacerse eucaristía, pan que se parte y se reparte. Como nos dice el Apostol, estamos llamados a ser personas nuevas, a revestirnos de paz y de justicia… Piensa en esta semana que puede haber de nuevo en tu vida que sea capaz de trasparentar ese Jesús que llevas y ahora recibes. 

Domingo 18 Tiempo ordinario – B (Juan 6,24-35): Pan de vida eterna

JOSÉ ANTONIO PAGOLA

¿Por qué seguir interesándonos por Jesús después de veinte siglos? ¿Qué podemos esperar de él? ¿Qué nos puede aportar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿Nos va a resolver acaso los problemas del mundo actual? El evangelio de Juan habla de un diálogo de gran interés que Jesús mantiene con una muchedumbre a orillas del lago Galilea.
El día anterior han compartido con Jesús una comida sorprendente y gratuita. Han comido pan hasta saciarse. ¿Cómo lo van a dejar marchar? Lo que buscan es que Jesús repita su gesto y los vuelva a alimentar gratis. No piensan en otra cosa.
Jesús los desconcierta con un planteamiento inesperado: «Esforzaos no por conseguir el alimento transitorio, sino por el permanente, el que da la vida eterna». Pero ¿cómo no preocuparnos por el pan de cada día? El pan es indispensable para vivir. Lo necesitamos y debemos trabajar para que nunca le falte a nadie. Jesús lo sabe. El pan es lo primero. Sin comer no podemos subsistir. Por eso se preocupa tanto de los hambrientos y mendigos, que no reciben de los ricos ni las migajas que caen de su mesa. Por eso maldice a los terratenientes insensatos que almacenan el grano sin pensar en los pobres. Por eso enseña a sus seguidores a pedir cada día al Padre pan para todos sus hijos.
Pero Jesús quiere despertar en ellos un hambre diferente. Les habla de un pan que no sacia solo el hambre de un día, sino el hambre y la sed de vida que hay en el ser humano. No lo hemos de olvidar. En nosotros hay un hambre de justicia para todos, un hambre de libertad, de paz, de verdad. Jesús se presenta como ese Pan que nos viene del Padre no para hartarnos de comida, sino «para dar vida al mundo».
Este Pan venido de Dios «da la vida eterna». Los alimentos que comemos cada día nos mantienen vivos durante años, pero llega un momento en que no pueden defendernos de la muerte. Es inútil que sigamos comiendo. No nos pueden dar vida más allá de la muerte.
Jesús se presenta como «Pan de vida eterna». Cada uno ha de decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Pero quienes nos llamamos seguidores suyos hemos de saber que creer en Cristo es alimentar en nosotros una fuerza imperecedera, empezar a vivir algo que no acabará en nuestra muerte. Sencillamente, seguir a Jesús es entrar en el misterio de la muerte sostenidos por su fuerza resucitadora.

Al escuchar sus palabras, aquellas gentes de Cafarnaún le gritan desde lo hondo de su corazón: «Señor, danos siempre de ese pan». Desde nuestra fe vacilante, a veces nosotros no nos atrevemos a pedir algo semejante. Quizá solo nos preocupa la comida de cada día. Y a veces solo la nuestra.

Domingo 5 de agosto de 2018, 18 del tiempo ordinario


18 del tiempo ordinarioB
Basílica de Sta. Ma. la Mayor
La primera lectura, del Éxodo, nos recuerda cómo el desierto es la carencia de todo. A toda persona le llega de vez en cuando su desierto: la situación crítica en la que parece que no se encuentran soluciones de ayuda para sobrevivir a tan crítica situación. Al pueblo de Israel le era muy provechoso el tener que estar en el desierto donde todo falta, para que pudiera experimentar el portentoso modo que Dios tiene para ayudar a los que en Él confían.
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