FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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martes, 7 de agosto de 2018

Mikel Larburu. El conocimiento por contacto

Atrio


Otro teólogo que aquí pisa tierra y abraza personas… AD.
        No hace ni un año que conocí a Mikel Larburu. Vino a saludarme después de una conferencia que impartí en San Sebastián. En el transcurso de la charla que mantuvimos salió el asunto de la acogida de los emigrantes norteafricanos, la tragedia del fundamentalismo islámico y la brocha gorda que suele aparecer cuando se afronta la cuestión de las relaciones con los musulmanes. Entonces me enteré de que había estado más de cuarenta años viviendo con ellos. En encuentros posteriores he tenido la suerte de escucharle hablar sobre el islam y, particularmente, sobre la riqueza ética, diversidad y singularidad de estas personas que, desde hace un tiempo, vienen llamando a nuestras “mesas de la abundancia”; sobre todo, en el sur de España. Y también, en San Sebastián y en Bilbao, aunque una parte de ellos lo hagan en tránsito hacia Europa.
        Mikel (Zumaia, Gipuzkoa, 1944), criado en el seno de una familia marinera, dejó la mar, a la que se sentía llamado, y fue adentrándose, desde 1969 hasta 2013, en los desiertos del norte de África. Allí, en relación directa con el islam de carne y hueso, descubrió lo que gusta denominar como el conocimiento por “contacto” y “cercanía”, propiciado por la acogida y la hospitalidad musulmanas. Allí, en el desierto, le tocó ver y padecer, a partir de 1992 y siendo Provincial de los Padres Blancos, los efectos devastadores de las masacres yihadistas: diecinueve martirizados que, dentro de unos meses, serán canonizados. Entre ellos, siete monjes de Tibhirine, cuatro compañeros padres blancos y dos religiosas españolas: Esther Paniagua (León) y Caridad Álvarez Martín (Burgos). A él le tocó oficiar los funerales por ellas y escuchar, de boca de su superiora religiosa, que ni Esther ni Caridad “quisieron morir. Eran amantes de la vida, pero también de su pueblo y decidieron permanecer allí”. Lo suyo, apunta Mikel, “fue coherencia”. Y también allí, en el corazón del desierto y a lo largo del llamado “trienio negro”, pudo comprobar cómo fueron asesinados, además de ciento diez profesoras de francés (cuyo único delito fue enseñar una lengua extranjera), ochenta y nueve imanes por negarse a respaldar el extremismo violento abanderado por los fanáticos.
        Quien le conozca o tenga la suerte de hablar con él o de leer el libro que sobre su experiencia ha escrito Koldo Aldai (De mar y arena, Abárzuza, Navarra, 2018), tendrá la oportunidad –algo inusual en los tiempos que corren– de “vacunarse” contra la islamofobia de baja intensidad que, sigilosamente, comienza a apoderarse de una parte creciente de la población europea, incluidas la vasca y la española. En concreto, podrá percatarse de que son millones los musulmanes que comparten con nosotros la condena contra la violencia y con quienes es posible encontrarse y entenderse, a pesar de los brotes fundamentalistas de los que también ellos son víctimas; tanto o más, que los europeos afincados en África o en el viejo continente.
        Hay dos detalles que le he oído mentar en varias ocasiones. El primero, sobre sus dos “hermanos” musulmanes: Mohamed Reggan, cabrero, y Tayeb, cocinero de la comunidad de Padres Blancos en Ain Sefra. Éste último, recuerda emocionadamente, aun contando con una gran familia biológica, no tuvo problema alguno en aumentarla: acogió un vagabundo que encontró tirado en la calle y le ayudó hasta la misma hora de su muerte. El segundo, se refiere a Christian, uno de los monjes de Tibhirine martirizado por los fundamentalistas. Siendo joven, cuenta, tuvo que prestar el servicio militar en Argel. La guarnición en la que se encontraba sufrió un ataque guerrillero y fue apresado. Uno de los asaltantes salió en su defensa, alegando que el joven capturado había hecho mucho por los necesitados del lugar. El resultado de esta intervención fue su liberación; pero después supo que habían colgado a su defensor musulmán, en represalia por su solidaridad con Christian. Sin duda, la calidad de esta singular relación entre musulmanes y católicos queda magníficamente reflejada en un pasaje de la película sobre los monjes de Tibherine (“De dioses y hombres”) que Mikel recuerda con particular gratitud: “nosotros, les dicen estos monjes mártires, somos como pájaros en la rama que sois vosotros”. En ese momento, la madre de la casa que escuchaba desde la cocina la conversación entra en el salón diciendo: “¡no, no, no! Nosotros somos los pájaros y vosotros sois la rama en la que estamos posados”.
        En la actualidad, Mikel vive en la residencia que los Padres Blancos tienen en Barañain (Navarra). Desde allí atiende las muchas peticiones que recibe para hablar del islam, la pasión de su vida. Y para explicar qué es eso del conocimiento por “proximidad”, “integración” y “ósmosis”; facilitado, no se cansa de recordar, por la acogida y la hospitalidad musulmanas. Por lo expuesto, no creo que su testimonio –aunque pueda sorprender a algunos– se encuentre huérfano de lucidez y equilibrio.

No te da vida comer el Pan sino dejarte comer

col fraymarcos

Jn 6, 24-35
Seguimos en el c. 6 del evangelio de Jn, pero hemos pasado por alto el relato de la travesía del lago y la aparición de Jesús andando sobre el agua. La lectura de hoy afronta directamente la discusión con los judíos. En el v. 59, se dice que el encuentro tuvo lugar en la sinagoga de Cafarnaúm, pero no tiene importancia. En todo caso, se plantea una discusión larga y dura, en la que Jesús va concretando y profundizando las exigencias del seguimiento. Se va acentuando la distancia a medida que Jesús va aquilatando el discurso. El proceso será: Entusiasmo, duda, desencanto, desilusión, oposición, rechazo, abandono.
El diálogo es un montaje que permite a Jn poner en boca de Jesús lo que aquella comunidad consideraba las claves del seguimiento. No contesta a la pregunta: ¿cómo y cuándo has llegado aquí?, sino a las verdaderas intenciones de la gente, llevando el diálogo a su terreno. Lo que de verdad tiene importancia es el compromiso de entrega, al que quiere llevarlos.
Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. La “señal” era una invitación a compartir, pero ellos vieron solo en ella la satisfacción del apetito. Vaciado el signo de contenido, esa búsqueda de Jesús no es correcta, solo pretenden seguridades. Jesús va directamente al grano y desenmascara su intención. No le buscan a él sino el pan que les ha dado. No le buscan porque les haya abierto las puertas de un futuro más humano. Esas palabras que Jn pone en boca de Jesús, critican la religión de todos los tiempos. Todas las religiones terminan manipulando a Dios para ponerlo a su servicio.
Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que dura dando Vida definitiva. Esta propuesta de trabajar por la Vida es el resumen de todo su mensaje. Vale lo mismo para aquel tiempo que para hoy. Trata de advertir de la facilidad que tiene el hombre de malograr su vida enredándose en lo puramente material o dejándose llevar por lo sensible. La búsqueda del verdadero pan exige esfuerzo. Es un camino de lucha, de superación, de purificación, de regeneración, de muerte y nuevo nacimiento (bautismo).
Ese alimento que perdura, lo da Dios gratuitamente. Jesús descubrió ese don y desplegó su verdadera Vida humana. Sin alimento no se puede recorrer camino alguno. Por eso hay que escucharle cuando habla de otro tipo de comida que es la que nos salva. También hay que trabajar por el alimento que perece, pero no debe ser el objetivo único ni último de nuestra vida. Los judíos muestran un cierto interés por enterarse, pero como se demostrará más tarde, es puramente superficial. Acostumbrados a moverse a golpe de preceptos, preguntan a Jesús por las normas. Son incapaces de imaginar que Dios pueda dar algo por nada.
Este es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhesión al que él ha enviado. Conocer lo que Dios espera de nosotros parecería el verdadero camino para llegar, pero ese interés es solo aparente. En realidad no nos interesa demasiado lo que Dios quiere. Lo que de verdad nos interesa es lo que nosotros esperamos de Dios. Para garantizar unas seguridades, nos hemos fabricado un Dios a nuestra medida. De todas formas Jesús les dice lo que Dios espera de ellos: que le presten su adhesión. La discusión entre fe y obras queda superada de una manera drástica: confiar en Jesús es la obra primera y más importante que Dios espera.
Pero inmediatamente viene la institución y nos dice: lo que Dios quiere es esto y aquello; que no es más que lo que les interesa a los dirigentes de turno. Jesús no vino a dar nuevas normas morales sino a enseñarnos el camino de la verdadera Vida. Lo que tengo que “hacer”, lo tengo que descubrir yo, no me tiene que llegar de fuera como programación, no tengo que ser un robot al que le han introducido un programa. Lo que Dios quiere es que lleguemos a nuestra plenitud, y el “mapa de ruta” está en nuestro interior, no fuera.
A Dios le importa más lo que somos que lo que hacemos. Mostramos nuestra ceguera cuando estamos preocupados por lo que Dios quiere que hagamos o dejemos de hacer. Solo una cosa es fundamen­tal: confiar. Creer no es aceptar una serie de verdades teóricas y quedar tan tranquilos. En la Biblia creer es tener confianza en... Esto es lo que pide Jesús a sus oyentes. Tergiversamos esa confianza cuando la convertimos en esperanza de que Dios cumpla nuestros deseos. Confiar es aceptar la voluntad de Dios, no venida de fuera, sino como inserta en la raíz de nuestro ser. La clave está en saber pasar de un pan a otro pan.
¿Qué señal realizas tú para que viéndola te creamos? La exigencia de una señal es la demostración de que no creen. Estarían dispuestos a aceptar un Mesías, semejante a Moisés, que demostrara su valía a base de prodigios. El maná estaba considerado como el mayor de los milagros. Exigen de Jesús que legitime sus pretensiones con otro prodigio igual o mayor. Pero la Vida que Jesús promete no viene de fuera y espectacularmente; está en cada uno y se manifiesta en lo cotidiano como amor desinteresado, como preocupación por el otro.
No os dio Moisés el pan del cielo; no, es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aquello no era más que un símbolo. La realidad está en Jesús, verdadero pan del cielo, que alimenta la verdadera Vida. Recordemos que los rabinos consideraban la Torah como el pan que Dios les había otorgado. Ahora es Jesús la única Ley que salva. Danos siempre pan de ese. Reacción aparentemente sincera, pero equivocada. Le llaman Señor; creen en sus palabras; esperan que satisfaga sus anhelos; pero no le dan su adhesión; buscan una salvación que les llegue de fuera sin que ellos tengan que hacer nada.
Yo soy el pan de Vida. En todos los discursos que encontramos en este evangelio se hace referencia a la Vida. Se trata de una realidad que no podemos explicar con palabras, ni meter en conceptos humanos. Solo a través de símbolos y metáforas podemos indicar el camino de una vivencia que es lo único que nos llevará a descubrir de qué se está hablando. “Yo soy” en Jn es la suprema manifestación de la conciencia de lo que era Jesús. Cada uno de nosotros debemos descubrir lo que verdaderamente somos, como lo descubrió Jesús.
El que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mi no pasará nunca sed. ¿Qué significa, “ir a él, creer en él?” Aquí radica todo el meollo del discurso. No se trata de recibir nada de Jesús, sino de descubrir que todo lo que él tenía lo tengo yo. Lo que Jesús quiere proponer es que los seres humanos descubran que se puede vivir desde una perspectiva diferente; que alcanzar la plenitud humana significa descubrir lo que Dios es en cada uno y una vez descubierto ese don total (Vida), respondamos como respondió Jesús.
Lo que propone Jesús está en contra de toda lógica racional. Nos está diciendo que el pan que da Vida no es el pan que se come, sino el pan que se da. Si te conviertes en pan como él, entonces, ese darte, se convertirá en Vida. Jesús no invita a buscar la propia perfección, sino a desarrollar la capacidad de darse a sí mismo. Solo dándote, superarás el egoísmo y alcanzarás plenitud. “Yo soy” es la clave de la comprensión de Jesús en el evangelio de Jn. Lo que pongamos después del ‘yo soy’ no tiene importancia. Aquí añade “pan de Vida”, que quiere decir VIDA. Quien se identifique con él será también Vida y la podrá dar a los demás.

Meditación
‘Comida’ es una gran metáfora aplicada a la Vida espiritual.
La Vida espiritual también necesita de alimento.
Jn presenta a Jesús como el alimento que da Vida.
Para que alimente, tengo que asimilarlo.
Como Jesús, tenemos que descubrir la Vida
y dejar que nos atraviese desde lo hondo del ser.
Fray Marcos

EUCARISTÍA E INMORTALIDAD

col sicre

¿Cuántos miles de veces has comulgado desde que hiciste la Primera Comunión? ¿Se ha convertido ya en rutina, aunque seas consciente de su importancia? Hablando de otro tema: ¿qué piensas de la otra vida? ¿Eres de los que dicen: «El pobrecito se ha muerto», como si fuera una desgracia sin remedio? ¿Estarías dispuesto, como Gilgamés, el gran héroe mesopotámico, a realizar un peligroso viaje para conseguir la planta de la inmortalidad, o piensas que es una tarea absurda e imposible? A menudo preferimos no hacernos estas preguntas. Es más cómodo esconder la cabeza, como el avestruz. Pero el autor del cuarto evangelio (san Juan o quien sea) disfruta amargándonos la vida.
El debate sobre el pan de vida
El próximo domingo y los tres siguientes se lee el «Debate sobre el pan de vida», que continúa el tema de la multiplicación de los panes y los peces. El inconveniente de dividir el debate y sus consecuencias en cuatro domingos es que se pierde su fuerte tensión dramática. Por ello, considero importante ofrecer una visión de conjunto, aunque haya que anticipar datos de los próximos domingos.
Los interlocutores del debate
Los interlocutores de Jesús, aunque resulte extraño, cambian: al principio son los galileos que se beneficiaron del milagro de la multiplicación de los panes; cuando el debate adquiere un tono polémico, son los judíos quienes «critican» a Jesús y «discuten entre ellos». Pero su reacción final, cuando termina de hablar Jesús, no se cuenta. El protagonismo pasa a muchos de sus discípulos [de Jesús], que «se escandalizan» y lo abandonan. Al final, solo quedan los doce.
Los tres puntos principales del debate
Los debates y discursos de Jesús en el evangelio de Juan, aunque largos y complicados, se pueden resumir en pocas ideas. En este podemos distinguir tres, estrechamente relacionadas.
1. La «vida eterna» (vv.27.40.47.54), «la vida» (v.33.53), «vivir para siempre» (v.51.58). Es un tema obsesivo del cuarto evangelio, que comienza afirmando que «el Verbo era vida» y lo ejemplifica en la resurrección de Lázaro, donde Jesús se muestra como «la resurrección y la vida». Recuerda lo que decía Miguel de Unamuno: «Con razón, sin razón, o contra ella, lo que pasa es que no me da la gana de morirme».
2. Esa vida eterna se consigue comiendo «el pan de la vida» (v.35.48.51), «el verdadero pan que da la vida al mundo» (v.33.51), «el pan que ha bajado del cielo» (v.41.50.58). Al que come de ese pan, Jesús «lo resucitará en el último día» (vv.39.40.44.54).
3. Los dos temas anteriores están muy vinculados al de la fe en Jesús: «lo que Dios quiere es que creáis en el que ha enviado» (v.29); «el que cree en mí nunca tendrá sed» (v.35); «el que cree en mí tiene la vida eterna» (v.47). Por eso, los discípulos que abandonan a Jesús lo hacen porque «no creían» (v.64); en cambio, los Doce, como afirma Pedro, «hemos creído y sabemos que tú eres el santo de Dios» (v. 69).
Por consiguiente, al hablar del «pan de vida», la fuerza capital recae en «la vida», esa vida eterna a la que Jesús nos resucitará en el último día. Igual que la comida no es un fin en sí misma, sino un medio para subsistir, el pan eucarístico está directamente enfocado a la obtención de la inmortalidad. Quien comulga, como algunos corintios, sin creer en la otra vida, no es consciente de la estrecha relación entre eucaristía y vida eterna.
El desarrollo del debate y sus consecuencias
En el texto litúrgico (que suprime el pasaje 6,36-40) podemos distinguir tres grandes partes (domingos 18, 19, 20), centradas en el diálogo entre Jesús y los presentes en la sinagoga de Cafarnaúm. Todo termina con la reacción tan distinta de muchos discípulos y de los Doce (domingo 21).
La primera parte (domingo 18), que desarrollaré luego, termina con una revelación inimaginable por parte de Jesús: «Yo soy el pan de vida», «el que baja del cielo y da la vida al mundo».
La segunda (domingo 19) comienza con la reacción crítica de los judíos ante la pretensión de Jesús de haber bajado del cielo. Imposible: conocen a su padre y a su madre. Pero él termina con una afirmación más desconcertante aun: «el pan que yo daré es mi carne».
La tercera (domingo 20) empalma con la afirmación anterior: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?» Los judíos llevan razón. Parece imposible, absurdo. Jesús no lo explica ni matiza. Insiste en que comer su carne y beber su sangre es la única forma de conseguir la vida eterna.
Con lo anterior termina del debate, sin que se diga como reaccionan los judíos. Pero sí se añade la reacción de los discípulos (domingo 21), distinguiendo entre el escándalo de mucho de ellos y la respuesta positiva de los Doce. 
Notas al debate
1. Aunque las ideas puedan resultar claras, son difíciles de aceptar. La reacción normal de los oyentes es que les están tomando el pelo, que Jesús está loco, o que es un blasfemo. Una persona a la que conocen de pequeño, igual que a su familia, tiene que haberse vuelto loca para decir que ha bajado del cielo, que es superior a Moisés, que el que viene a él no tendrá nunca hambre ni sed, que es preciso comer su cuerpo y beber su sangre, como si ellos fuesen caníbales.
2. Jesús recurre a la ironía («me buscáis porque os hartasteis de comer»), al escándalo (rebajando la importancia del maná) y a expresiones simbólicas desconcertantes (comer su carne y beber su sangre). Con ello pretende lo contrario que los políticos actuales: que solo lo siga un grupo selecto, aquellos que «le trae el Padre». Este enfoque desconcertante del cuarto evangelio se basa probablemente en la experiencia posterior a la muerte de Jesús, y pretende explicar por qué la mayoría de los judíos no lo aceptó como enviado de Dios.
3. El debate no reproduce lo ocurrido al pie de la letra, es elaboración del autor del cuarto evangelio. Él sabe que sus lectores, su comunidad, entenderá rectamente los símbolos. Cuando Jesús dice que «mi cuerpo es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida», que hay que comer su cuerpo y beber su sangre, saben que no se trata de comer un trozo de su brazo o beber un vaso de su sangre; se refiere a la eucaristía, al pan y la copa de vino que comparten.
4. Desde un punto de vista pastoral, si el tema ya era complicado y escandaloso para muchos discípulos, los teólogos se han encargado de complicarlo aún más con el concepto de «transubstanciación». El que tenga dificultades sobre este punto podría acogerse a las palabras finales de Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios». Y que los teólogos sigan discutiendo.
1ª lectura (Ex 16, 2-4.12-15)
Ya que el evangelio hace referencia al don del maná, se lee la versión del libro de los Números, que lo une al de las codornices (pan y carne). Hay otra versión muy distinta del maná, nada milagrosa, en el libro de los Números 11,7-9. En este relato, el pueblo está harto de no comer más que maná. Y se añade: «El maná se parecía a semilla de coriandro con color de bedelio; el pueblo se dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo machaban en el almirez, lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que sabían a pan de aceite. Por la noche caía el rocío en el campamento y encima de él, el maná».
Sin embargo, la versión que terminó imponiéndose fue la milagrosa, de un alimento que envía Dios desde el cielo, no cae los sábados para respetar el descanso sabático, todos recogen lo mismo, sabe a galletas de miel, y es tan maravilloso que hay que conservar dos litros en el Arca de la Alianza. Estos detalles han sido suprimidos en la versión litúrgica, que, sin embargo, mantiene a las codornices; podría haberlas dejado volando y nadie las echaría de menos.
Evangelio (Jn 6, 24-35)
La introducción ha suprimido muchos datos. Después de la multiplicación de los panes y los peces, los discípulos se marchan en la barca mientras Jesús se retira al monte huyendo del deseo de la gente de hacerlo rey. Por la noche, cuando la barca está en peligro por un viento en contra, Jesús se aparece caminando sobre el agua, sube a la barca y al punto llegan a tierra. Lo anterior se ha suprimido. El relato comienza cuando la gente advierte la ausencia de Jesús y de los discípulos y va a Cafarnaúm en su busca.
Empieza entonces el largo debate. La sección de hoy consta de cuatro intervenciones de la gente (tres preguntas y una petición), seguidas de cuatro respuestas de Jesús.
Todo comienza con una pregunta muy sencilla: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» Jesús, en vez de responder a la pregunta, hace un suave reproche («me buscáis porque os hartasteis de comer») y les habla del alimento que dura hasta la vida eterna. Lo lógico sería que la gente preguntase cómo se consigue ese alimento; en cambio, pregunta cómo pueden hacer lo que Dios quiere. Y Jesús responde: lo que Dios quiere es que crean en aquel que ha enviado. Los galileos captan que Jesús habla de creer en él, y adoptan una postura más exigente: para creer en él deberá realizar un gran prodigio, como el del maná. Con la referencia al maná le ponen a Jesús el tema en bandeja. Enfrentándose a la tradición que presenta el maná como «pan del cielo» y «pan de ángeles», Jesús dice que el maná no se puede comparar con el verdadero pan del cielo, que no se limita a saciar el hambre, sino que da la vida al mundo. Los galileos reaccionan de forma parecida a la samaritana: «Señor, danos siempre de ese pan». La respuesta de Jesús no puede ser más desconcertante: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.» ¿Cómo reaccionará la gente? La solución el domingo próximo.

Vida que debe ser comunicada

comentario editorial

“Igual que una flor bella y de brillante color, y asimismo rebosante de perfume, son de fructíferas las buenas palabras de quien las pone en práctica” (El Dhammapada)
12 de agosto. Domingo XIX del TO
Jn 6, 41-51
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre
La vida no ha sido creada para nacer, crecer y morir prisionera en la celda de sí misma. Entonces muere como un aborto sin sentido de la Naturaleza. La vida es amor que nace, expansión que crece, luz permanente y libremente viva, que ilumina los confines de todos los extremos de la Tierra.
En sus anotaciones al comentario del evangelio de Juan, dice Schökel: “Comiendo la carne gloriosa de Jesús, pan de vida, el creyente recibe con sobreabundancia la vida divina. Esta comunicación de vida participada acontece en un contexto de misión. No se trata de una vida que se confina, sino que debe comunicarse a los demás”.
El pintor Claude Monet (1840-1926), al igual que toda la generación de los impresionistas, fue el pintor de las fiestas alegres, del alborozo popular. Con él, el arte se apodera de la calle, de la vida. La calle Montorgueil. Fiesta del 30 de junio de 1878 es un óleo sobre lienzo (Museo de Orsay, Paris). El cuadro irradia una energía y una vitalidad extraordinarias. Las banderas, como una materia viva, formando líneas oblicuas, ocupan la parte esencial del espacio, creando una especie de desfile donde se precipita la multitud. Este lienzo transmite toda la fuerza de la felicidad en su pleno apogeo.
Jesús nos oferta un bodegón de sabrosa comida para que la comamos y ofertemos a los demás participar en el banquete, como La Rue Montorgueil de París era fiesta para todo el pueblo. El lienzo de sus palabras –“quien coma de este pan vivirá para siempre”- transmiten vitalidad y fuerza, garantiza a todos felicidad, salud y vida eterna.
Oración de súplica: Dame, Señor, pinceles que pinten mil colores y sensibilidad artística suficiente que me permitan llenar de lienzos los museos, y colgar de las farolas de las calles del mundo mis cuadros, con escenas de vida plena que alimente almas. Y suplico también que se abran infinitamente las compuertas del cielo para que el agua de las nubes inunden mis sentimientos y los de cuantos me conocen.
Uno de los protagonistas de la película Ventanas abiertas (2014), dirigida por Nacho Vigalondo, dice: Tengo que dirigir en el teatro / el alegre ballet de mis ideas / pues quiero que las bailen también / músicos y poetas”Y otro comenta: “También aquí las ventanas se abren de par en par para que la vida vivida en su interior se transmita a la vida de todos”Quiero que las de mi corazón y mente jamás se cierren al corazón y mente de los otros.
Anselm Grün (1945), monje alemán benedictino, escribió en Atrévete a ser nuevo“La persona que no se arriesga a ser ella misma, que se endurece como el faraón o que se deja mandar por capataces, como hacían los israelitas, y se transforma en una caricatura de la figura humana”. Riesgo que habitualmente corren quienes se cierran a cal y canto sobre sí.                                           
El Dhammapada, una compilación de las enseñanzas de Buda, nos habla igualmente de lo positivo que es expandir la belleza, el olor y el perfume de nuestro buen comportamiento: “Igual que una flor bella y de brillante color, y asimismo rebosante de perfume, son de fructíferas las buenas palabras de quien las pone en práctica”.        
¿Y acaso no fue ésta la oferta que, según Jn 6, 51, nos hizo Jesús cuando dijo: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre”?
Lo importante es no pasarse la vida en la sala de espera, y pedirle a Dios que nos habrá la sala de consultas para poder comunicarnos, con Él y con los demás, la vida.

EL CIERVO
Como el ciervo sediento busca el agua…, canta el salmo.
Y la Esposa, en San Juan de la Cruz, dice al Esposo:“Como el ciervo huiste,habiéndome herido;salí tras ti, clamando, y eras ido”. 
Así te busco yo, mi Dios, y no te encuentro;mi cita contigono ha sido concertada todavía.¿Por qué no abres consulta y me das hora? 
¡Toda una vida en la sala de espera! 
Al fin me cercioréque sólo había sala de clientes. 
……………………….
Expuse el caso a las restantes criaturas,y a coro unas, y otras a capella,entonaron el Himno de la Duda. 
(NATURALIA. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta

El día que ubericen tu trabajo será tarde para reaccionar

Yago Álvarez 

(El Salto)
La lucha de los taxistas va mucho más allá que la simple protección de su sector, es una batalla en una guerra contra la precarización y atomización del empleo.
Si algo ha conseguido el capitalismo ha sido la atomización del empleo. La descomposición de la fuerzas sindicales mediante el desmantelamiento de la estructura de los trabajos y de los lugares donde se realizan. Esto no es algo que se haya inventado o haya arrancado con las nuevas tecnologías en la última década. No es algo atribuible a ninguna aplicación de móvil o a ningún visionario fundador de startups por sí solo. Es algo que viene de muy lejos y que lleva décadas en marcha.
La proliferación de restaurantes de fast foodque se abastecen de una plantilla de estudiantes que creen que va a ser su “trabajo mientras se sacan la carrera”; la subcontratación y deslocalización de la producción fabril a países donde no se respetan los derechos laborales y sindicales; la trampa del emprendimiento como nueva forma de explotación laboral. Como explica el sociólogo Jorge Moruno, en su libro No tengo tiempo (Akal, 2018), lo que hizo el neoliberalismo “fue deshilachar el tejido social, el pueblo armado, el contrapoder social, crear un desierto social mediado únicamente por las relaciones de consumo, por la subjetividad de la empresa y por patrones de conducta basados en la competitividad”.
Esa dispersión de los empleados y desaparición de los lugares físicos de producción donde la plantilla tenía el tiempo de conocerse y unirse, las fábricas, es la estrategia de un neoliberalismo que, desde tiempos de Thatcher, se dio cuenta de que la única manera que tenía de avanzar en su plan era acabar con la fuerza sindicalista atomizando cada vez más el empleo. Separando cada vez más a los y las trabajadoras. Rompiendo o transformando la relación laboral empleado/empresario. Inventando nuevas formas de explotación laboral. Y la última vuelta de tuerca, aunque tampoco sea nada nuevo, provocar la confrontación interna de la clase obrera. Conseguir que llamemos “privilegiados” a los sectores que simplemente han conseguido mantener más derechos que el nuestro. Que no se han doblegado a la precarización. Que tienen una mayor fuerza de negociación al tener la posibilidad de paralizar una ciudad entera.
Lo que está ocurriendo con la huelga de los taxis no es más que una consecuencia de la lucha contra la atomización y precarización del empleo
Lo que está ocurriendo estos días con la huelga de los taxis contra Uber y Cabify no es más que una consecuencia de esa lucha. Estas empresas turbocapitalistas -por favor os pido que dejéis de llamarlo economía colaborativa- han atomizado más el empleo. Han separado a sus trabajadores con la excusa de que son (falsos) autónomos. Han descompuesto la relación de empleado con su empresa. Han precarizado hasta lo inimaginable el trabajo de taxista. Han bloqueado, de momento, la posibilidad de que dichos conductores, muchos de ellos desesperados tras estar varios años en situación de desempleo, se puedan autoorganizar para pedir una mejora laboral, porque a la mínima queja o fallo en tu trabajo te “desconectan”, que es como ahora llaman al despido en este tipo de empresas. La transformación es tal que han conseguido modificar incluso el concepto “despido”.
Y no, no es solo en los taxis. No es únicamente en el sector de repartidores de comida o paquetería. No es ni tan siquiera un mal de aquellos empleos que se rigen por una aplicación de teléfono. Esta uberización del empleo se está extendiendo cada vez más. La atomización del empleo, encarnada en la figura del falso autónomo que compite ferozmente con sus “compañeros” por obtener un encargo o un “bolo” (en inglés gig, de ahí el término gig economy, mucho más correcto para este tipo de trabajos que economía colaborativa) cada vez más precario, ha llegado a las fábricas cárnicas de Sueca (Valencia), a los repartidores de prensa, a los puestos de enfermería o al servicio de fontaneros a domicilio en el Reino Unido, a los pilotos de compañías aéreas, a la enseñanza y a cada vez más profesiones donde el empresario es capaz de abaratar algo a base de precarizar un empleo y provocar la lucha encarnizada por dichos bolos.
La uberización del empleo está aquí, y si crees que a ti no te va a pasar o que tu sector es intocable, te equivocas. A lo que nos enfrentamos no es a unas plataformas online que gracias a la libre competencia han flexibilizado el mercado laboral de los sectores privilegiados. Nos enfrentamos a la modificación de la relación laboral entre trabajador y empresario. Entre el capital y la fuerza de trabajo. La pérdida de la lucha de clases porque estaremos demasiado ocupados por sobrevivir en una lucha contra nuestros iguales. “La uberización del empleo no es más que la pura y antigua superexplotación del capitalismo”, tal y como dijo el antropólogo y activista David Graeber en una entrevista a este mismo medio. Ante esas nuevas metodologías de superexplotación, debemos pensar y concretar nuevas formas de lucha que puedan ser articuladas por todos los sectores y no solo por aquellos que pueden paralizar una ciudad o una estiba.
La uberización del empleo está aquí, y si crees que a ti no te va a pasar o que tu sector es intocable, te equivocas
Las chicas y chicos de Mensakas, una cooperativa de reparto de comida que pretende crear trabajo digno y que nació de las y los riders explotados por Deliveroo, han mostrado una vía: organización y lucha contra esa atomización mediante redes sociales, creación de un sindicato en un puesto laboral que hasta hace bien poco parecía imposible y la creación de una alternativa laboral justa y digna para competir con los turbocapitalistas. Deberíamos tomar nota de este ejemplo.
Las redes sociales en estos días de la huelga de taxis es una buena muestra de esa confrontación dentro de la misma clase obrera. Lees mensajes donde se llama “privilegiados” a sectores que han defendido sus derechos. Donde se ve una barbaridad un sueldo de 2.000 euros mensuales porque nos hemos acostumbrado a la precariedad. Donde se sigue comprando el discurso de que un conductor de Uber o un repartidor de Glovo son emprendedores que tienen derecho a participar en la libre competencia. El panorama es desolador y, mientras sigamos actuando así, la uberización de la economía no deja de avanzar. Un avance cada vez más normalizado y difícil de revertir. Si no haces nada para apoyar esta lucha, estés de acuerdo o no con las reivindicaciones de los taxistas, la uberización del trabajo te tocará a ti algún día, pero entonces ya será demasiado tarde para darte cuenta y cambiarlo

Por qué Israel se acerca al fascismo de Europa


Ramzy Baroud, Monitor de Oriente

Enemigo común
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, visitó Israel el 19 de julio para reunirse con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y otros cargos. La visita de Orban no sería de tanta importancia si no fuera porque el líder húngaro se caracteriza por sus repetidos comentarios racistas y antisemitas.
Así que, ¿por qué Orban se reúne y cena con los líderes del llamado ‘Estado judío’?
La respuesta no sólo incumbe a Orban y a Hungría, sino también a la actitud general de Israel hacia los movimientos de extrema derecha en Europa. Netanyahu y los líderes sionistas de todo el mundo no sólo son conscientes de este cambio político extremo en Europa, sino que, de hecho, también trabajan diligentemente para utilizarlo en beneficio de Israel.··· Ver noticia ··

Domingo 19 Tiempo ordinario – B (Juan 6,41-51)

José Antonio Pagola 


ATRAÍDOS POR EL PADRE HACIA JESÚS

Según el relato de Juan, Jesús repite cada vez de manera más abierta que viene de Dios para ofrecer a todos un alimento que da vida eterna. La gente no puede seguir escuchando algo tan escandaloso sin reaccionar. Conocen a sus padres. ¿Cómo puede decir que viene de Dios?
A nadie nos puede sorprender su reacción. ¿Es razonable creer en Jesucristo? ¿Cómo podemos creer que en ese hombre concreto, nacido poco antes de morir Herodes el Grande y conocido por su actividad profética en la Galilea de los años treinta, se ha encarnado el Misterio insondable de Dios?
Jesús no responde a sus objeciones. Va directamente a la raíz de su incredulidad: «No sigáis murmurando». Es un error resistirse a la novedad radical de su persona obstinándose en pensar que ya saben todo acerca de su verdadera identidad. Les indicará el camino que pueden seguir.
Jesús presupone que nadie puede creer en él si no se siente atraído por su persona. Es cierto. Tal vez, desde nuestra cultura, lo entendemos hoy mejor. No nos resulta fácil creer en doctrinas o ideologías. La fe y la confianza se despiertan en nosotros cuando nos sentimos atraídos por alguien que nos hace bien y nos ayuda a vivir.
Pero Jesús les advierte de algo muy importante: «Nadie puede aceptarme si el Padre, que me ha enviado, no se lo concede». La atracción hacia Jesús la produce Dios mismo. El Padre que lo ha enviado al mundo despierta nuestro corazón para que nos acerquemos a Jesús con gozo y confianza, superando dudas y resistencias.
Por eso hemos de escuchar la voz de Dios en nuestro corazón y dejarnos conducir por él hacia Jesús. Dejarnos enseñar dócilmente por ese Padre, Creador de la vida y Amigo del ser humano: «Todo el que escucha al Padre y recibe su enseñanza me acepta a mí».
La afirmación de Jesús resulta revolucionaria para aquellos judíos. La tradición bíblica decía que el ser humano escucha en su corazón la llamada de Dios a cumplir fielmente la Ley. El profeta Jeremías había proclamado así la promesa de Dios: «Yo pondré mi Ley dentro de vosotros y la escribiré en vuestro corazón».
Las palabras de Jesús nos invitan a vivir una experiencia diferente. La conciencia no es solo el lugar recóndito y privilegiado en el que podemos escuchar la Ley de Dios. Si en lo íntimo de nuestro ser nos sentimos atraídos por lo bueno, lo hermoso, lo noble, lo que hace bien al ser humano, lo que construye un mundo mejor, fácilmente nos sentiremos invitados por Dios a sintonizar con Jesús

Lula será elegido o elegirá


Emir Sader

LulaEl Poder Judicial brasileño da muestras diarias incuestionables de que actúa de forma concertada en la persecución a Lula. Mientras concede todas las solicitaciones de los acusados de derecha, niega todas las de Lula, confirmando que se trata efectivamente de una judicialización de la política en contra de Lula. El Poder Judicial brasileño, al sustituir la esfera del derecho por la acción de persecución política a Lula – que, al parecer es su objetivo fundamental hoy en Brasil – y, al ser complaciente con el golpe en contra de Dilma, con el proceso forjado en contra de Lula y con la prisión de este, se ha vuelto un partido de la derecha.··· Ver noticia

Reflexiones para el verano. Hélder Cámara y las minorías abrahámicas (II)


Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

Helder Camara2Seguimos comentando el librito de Hélder Cámara sobre las minorías abrahámicas…
5.- La voz de Dios hoy
– El clamor de los oprimidos es la voz de Dios…El clamor de los sin voz y los sin-esperanza es la voz de Dios..La protesta de los pobres es la voz de Dios…La voz de los países víctimas de las injusticias, es la voz de Dios…
– ¿Estaremos tan alienados que nos estemos permitiendo el lujo de buscar a Dios en las horas cómodas del ocio, en los templos lujosos, en las liturgias pomposas y a menudo vacías y no verle ni escucharle o servirle precisamente allí donde está Él de verdad y donde nos espera y exige nuestra presencia: en la humanidad, en el pobre, en el oprimido, en la víctima de la misma injusticia de que tan a menudo somos nosotros cómplices?….··· Ver noticia ··

Domingo 12 de agosto de 2018, 19 del tiempo ordinario


19 del tiempo ordinarioBJuana Fca. de Chantal, fundadora (1641)
La narración del primer libro de los Reyes está sumamente cuidada y llena de detalles que hacen de esta simple huida algo más profundo y simbólico. Para empezar, las alusiones al desierto, a los padres, a los cuarenta días y cuarenta noches de camino, al alimento, al monte de Dios, son demasiado claras y numerosas como para no reconocer en el camino de Elías el camino inverso al que realizó Israel en el éxodo. No se trata sólo de una huida; también hay una búsqueda de las raíces que terminará en un encuentro con Dios.··· Ver noticia ·