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miércoles, 9 de octubre de 2024
Carta al presidente Biden y la vicepresidenta Harris -- 99 sanitarios estadounidenses
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Las cifras de un año de genocidio en Gaza
La Marea
Gareth Gore: «Para el Opus Dei , lo más importante es la proximidad al poder y al dinero. Todo lo demás, hasta la fe, es secundario» Jesús Bastante
Religión Digital
Sánchez se reúne este viernes con el Papa para abordar el conflicto en Oriente Medio
eldiario
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viajará este viernes 11 de octubre al Vaticano para reunirse con el papa Francisco. “Ante la gravedad de los acontecimientos que están teniendo lugar en Oriente Medio, el presidente Sánchez quiere continuar aunando esfuerzos en favor de la paz, instando a la diplomacia y al diálogo frente a la vía militar”, señala la Secretaría de Estado de Comunicación, que destaca los “constantes llamamientos al cese de las hostilidades y al silenciamiento de las armas” por parte del pontífice.Ver noticia
Francisco: «Intento cada vez más poner mujeres en el Vaticano con responsabilidad mayor. Las cosas están cambiando»
Religión Digital
Cardenal Ramazzini: «La Iglesia tiene la responsabilidad de ser voz que defiende los derechos de los migrantes» Cristiano Morsolin
Religión Digital
«Frente a esta mentalidad de xenofobia, nosotros somos los hijos de la Luz que anuncian el Bien Común»
«Lo que salva la cara de la Iglesia es el compromiso de muchos laicos que enfrentan mucha gente ofensiva, en contra del tema migratorio. Frente a esta mentalidad de xenofobia, nosotros somos los hijos de la Luz que anuncian el Bien Común» Ver noticia
La hipocresía y la complicidad de Occidente ante el genocidio en Palestina Miquel Ramos
Público
COMUNICADO DE REDES CRISTIANAS SOBRE LAS DECLARACIONES DEL PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL A PROPÓSITO DEL ALCALDE DE VITA
Con sorpresa e indignación, hemos escuchado recientemente al presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid, monseñor Argüello, valorar la participación del alcalde de Vita (Ávila) en las fiestas locales con una canción, no solo lamentablemente casposa, sino que hacía referencia sin el más mínimo pudor, al abuso sexual a una niña.
La descalificación y condena a dicho alcalde ha sido unánime por parte de la opinión pública y de entidades de distinta orientación ideológica por lo que su conducta supone de blanqueamiento de la pederastia.
Ante las preguntas de algún medio de comunicación al respecto, monseñor Argüello ha reprobado, claro, la actuación del alcalde, pero de algún modo ha justificado lo ocurrido en el contexto de las fiestas de los pueblos en los que muchas personas beben demasiado. Además, ha dicho que hay otros casos reprobables, canciones, …en dicho tipo de fiestas y que hay que procurar no caer en un puritanismo. (La entrevista, realizada por Europa Press puede verse en: Presidente de la CEE reprueba cánticos del alcalde de Vita pero pide ponerlos "en contexto" (europapress.es)
La cuestión de los abusos es de tal gravedad que asombra que dichas justificaciones, a las que nadie le obligaba, se hayan puesto sobre la mesa. La Iglesia Católica en España tiene, claramente, un gravísimo problema sin resolver con la pederastia, cometida por miembros del clero y laicos vinculados a instituciones religiosas, por tanto, se espera de su máximo responsable una especial sensibilidad y una condena tajante hacia el tema. Hay cuestiones que no se pueden frivolizar ni justificar por el hecho de que una persona esté de fiesta o haya bebido. Aquí no caben medias tintas y la condena de lo que nunca puede ser una "bromita" ha de ser implacable. Qué ocasión ha perdido monseñor Argüello para mostrar que la lucha de la Iglesia contra la pederastia es creíble y que hay que exigir a toda la sociedad que se manifieste de manera inequívoca en contra de esa lacra, que tanto dolor y sufrimiento causa y, cómo no, exigírselo a cualquier autoridad pública, un alcalde en este caso.
Resulta igualmente indignante y triste el comentario de no caer en el puritanismo cuando estamos viendo las protestas continuas de la jerarquía católica cuando considera que ha habido ofensas a la religión en distintos hechos (el más reciente, en la inauguración de los Juegos Olímpicos). ¿No ha habido aquí también, en la canción del alcalde de Vita, una ofensa a la religión que aboga por la defensa de los más débiles e inocentes, como son los niños?
Pedimos al presidente de la Conferencia Episcopal una rectificación de sus declaraciones y esperamos de él una condena clara y sin paliativos de la actuación del alcalde de Vita.
7 de septiembre de 2024
SALMOS
Al rezar los salmos, encontramos muchas expresiones que nos producen rechazo por el belicismo que encierran. Muchas expresiones chocan en nosotros con el espíritu de paz, concordia y perdón que os ofrece el evangelio. Nos presentan un mundo en lucha contra los adversarios, contra los ejércitos opuestos, contra las ciudades enemigas. Hoy lo notamos especialmente al ver reflejada esa mentalidad en la guerra de Israel contra Palestina. Vemos su lucha apoyada en el sentido religioso. Eso choca inmensamente con el Evangelio.
Lo vemos plasmado en muchos salmos con expresiones al límite como este salmo con unos versos muy ásperos: "Capital de Babilonia, dichoso quien te devuelva el mal que has hecho".
Algunos salmos han sido eliminados de la liturgia de las horas a raíz de la reforma litúrgica. "Mientras los salmos se leían en latín, a nadie le importaba, sonríe el padre Andaré Benín. Fue Pablo VI quien pidió que se eliminaran de la liturgia los salmos 58, 109 y 83, así como versos de otros salmos, por ciertas razones psicológicas y evangélicas.
Por estos motivos, hace ya muchos años que ciertas comunidades religiosas expurgaron muchas expresiones en la recitación de los salmos. Anularon las frases que anuncian violencia, muerte, venganza, rabia. Y dejaron salmos “decibles” según el espíritu del Evangelio. Pero es más.
Un compañero ha elaborado unos laudes nuevos a base de poesía y textos. Tenemos la suerte de disfrutar de unos poemas magníficos y abundantísimos, muchos escritos por santos y grandes místicos. Otros narrados por fenomenales poetas creyentes. Es un elenco impresionante. Luego ha cogido algunas cosas que le han perecido mejor del breviario y de textos actuales, especialmente relacionados con el mundo del trabajo y los pobres. Las oraciones siempre son confianza en Dios que nos acompaña a trabajar con y por las personas vulnerables.
El rezar actualmente ciertos salmos tal y como nos los da la Biblia produce a veces sentimientos contrarios al Amor porque ya querríamos estar ya ganados por el espíritu de las Bienaventuranzas.
Dicen en voz alta lo que nosotros sentimos malamente y pensamos en silencio. Los versos de violencia, guerra y venganza van al fondo de lo que ocurre en el corazón humano, pero el Dios a quien oramos es el Dios del Amor. Demos gracias, alabemos, confiemos en ese Padre-Madre. Renovemos nuestra fe. Cantemos himnos a nuestro Dios.
POR UNA DEMOCRACIA ¿INTEGRAL?
La antigua Grecia acuñó la palabra Democracia demo=pueblo y cratos=poder: poder del pueblo, con el pueblo, para el pueblo. Vemos la democracia “acorralada” por populismos, autoritarismos, dictaduras. ¿La raíz del debilitamiento de la democracia?: Su impotencia de responder a las necesidades de las mayorías ciudadanas, de abordar las invasiones criminales, del narcotráfico, las corrupciones. “¿Los hijos de las tinieblas más sagaces de los hijos de la luz?”
Las personas en sus voracidades de poder corrompen las instituciones. Los atrincheramientos de los partidos políticos por sobre del Bien Común.
Reducir la democracia a elecciones es atrofiarla, no basta la libertad de expresión, la separación de los poderes del Estado. Los seres humanos somos esencialmente emocionales con gotas de razón. Todos dependemos unos de otro, desde el más acaudalado al más pobre, de esta lógica emana la igualdad por, para, con el pueblo.
Nuestro origen viene de los senos de los océanos para llegar a ser bípedos caminantes. La desvinculación humana del útero de la madre tierra, ha significado desvincularnos unos de otros, rivalizarnos. Nuestra Casa Común dejó de ser común al absurdo de ser depredadores de la naturaleza que nos nutre. El calentamiento global y sus desastres no es una venganza contra la humanidad; son las consecuencias que desequilibramos la naturaleza.
Sube una conciencia, como la academia de producir sin dañar el medio ambiente con los recursos tecnológicos. Sin embargo, el núcleo de revertir la crisis ambiental es adoptar las leyes intrínsecas de la madre naturaleza. Valga decir asumir una ecoconciencia. Sólo la naturaleza es autosustentable.
Las gratuitas bondades de la naturaleza son evocaciones magistrales para la convivencia humana. El filósofo griego Epitecto acertaba: “no vivas de tus propias reglas, sino en armonía con la naturaleza”. “Los ríos no beben de su propia agua; los árboles no comen sus propios frutos; el sol no brilla para sí mismo, también la luna, las flores nos ofrecen sus fragancias”. Vivir para los demás es la virtud de la naturaleza, somos más felices cuando compartimos la felicidad.
La naturaleza todo lo conecta, es un tejido íntimo de relaciones, de correspondencias, de reciprocidades. Lo vivimos en nuestro propio cuerpo: las relaciones de todos nuestros órganos internos. Los bienes de la naturaleza no son clasistas, los bienes humanos se enclaustran, se “elitizan”.
El desarrollo es a partir del propio rollo, no es lo mismo crecimiento que desarrollo. Agobia el desarrollo que vivimos, el “abrazo del oso”. Este desarrollo ¿”no es la sociedad del cansancio”? desarticula la columna social. Tener más y más nos corroe la avaricia, la ansiedad envenena. El ser más, es liberador: “Llegar a ser el que soy” versaba el poeta Píndaro.
La naturaleza se desarrolla auto recreándose, cada fruto trae sus semillas, cada célula se renueva. Si aprendiéramos no enjaularnos en nuestras obsesiones, en nuestras “razones” ensanchamos los horizontes. Las realidades nos superan…
La naturaleza nos regala su belleza, es inasible y nos embarga, una puesta de sol, un eclipse nos anonada. La belleza se admira, no se posee y los humanos siempre buscamos poseer para cubrir los vacíos del alma…
Una democracia integral es inagotable como la biodiversidad, aunque esté años luz de nuestra civilización, pero late en las convicciones cordiales: “otro mundo es posible”. Las ranitas de acequias ignoran la presencia del mar.
Pedro Aranda Astudillo
Fundador de la Corporación Gen
SER UNA SOLA CARNE
Hoy el evangelio nos presenta el diálogo entre Jesús y unos fariseos sobre el divorcio. Un diálogo que el propio Jesús se encarga de dirigir para ir a lo nuclear y no perderse en discusiones superficiales y que luego continúa “en casa”, con sus discípulos. Sabemos que, en su tiempo, la discusión principal discurría sobre las causas que podían ser admitidas (o no) para que el divorcio se llevara a cabo, existiendo diferentes posturas según las escuelas rabínicas. Pero ni ese es el tema planteado por los fariseos (que sí aparece de manera más clara en el paralelo del evangelio de Mateo) ni Jesús entra en ello.
Es más, no solo es éste el único tema que el texto presenta pues, al final, nos encontramos con una escena completamente diferente (o quizás no tanto…) en la que escuchamos la conocida expresión de Jesús: “Dejad que los niños se acerquen a mí… pues de los que son como ellos es el reino de Dios”.
Con respecto al tema del divorcio, Jesús no responde directamente a la pregunta, sino que se dirige a lo nuclear: la importancia del amor. Para ello se apoya en el relato del Génesis: Dios ha creado al varón y a la mujer para que sean una sola carne. Ya en casa, con sus discípulos, señala: “Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”.
¿Qué recuerda con ello? Lo primero, que ambos, mujer y varón, son iguales. Los fariseos preguntaban si el varón podía repudiar a la mujer. Jesús se pronuncia de un modo muy radical y pone en evidencia, con ello, que los planes de los hombres no conectan con el plan de Dios. Los hombres inventaron y justificaron sus decisiones, en las que siempre la mujer tenía las de perder, e intentaban hacerlo en nombre de la Ley. Eso es fruto de la dureza del corazón, de la búsqueda de intereses propios, no del deseo de ser portadores del Amor que, desde la Creación, Dios mismo nos ha regalado a cada persona.
La llamada, por tanto, es a volver a esos orígenes, al sueño de Dios de una humanidad en la que la búsqueda del bien del otro y del bien común está por encima del bien propio. Donde “ser una sola carne” es vivir desde la consciencia de que somos seres sociales, que nos necesitamos unos a los otros para vivir, que no podemos destruir el planeta en el que vivimos, pues somos parte de él… No olvidemos que, en el término semítico “carne” se incluye al otro, y no solo a la pareja, sino al resto de la familia e incluso, más allá, a la tribu, al pueblo… El divorcio, en aquel tiempo, podría ser un ejemplo de esa centralidad del “yo” frente al “nosotros” que Jesús rechaza, pero quizás hoy podemos poner otros ejemplos.
Ese “ser una sola carne” supone una capacidad extrema de empatía, de ponernos en el lugar de la otra persona y mirar por su bien, de cuidar y dejarnos cuidar, de perdonar y pedir perdón, de escuchar y dialogar… Esto es necesario en el matrimonio y más allá de él. ¡Ojalá lo aplicáramos en todas nuestras relaciones! Conlleva una gran capacidad de acoger a la otra persona en sí misma, sin mirar condición ni sexo, ni edad…
Jesús lo deja claro al acoger a los niños que, en aquella sociedad, como las mujeres, no tenían voz ni voto en los asuntos importantes de la vida cotidiana. Es más, los niños no conocían la Ley (necesaria, se supone, para la salvación) y, así, no sabían de aquello sobre lo que otros se apoyaban para dividir, separar, romper… O sea que, en el fondo, con su acogida a estos niños, Jesús pone de nuevo a la Ley en su lugar, como lo hizo al responder a la pregunta sobre el repudio. Parece, por tanto, que en todo momento lo que Jesús hace es recordar a sus discípulos y a quienes le escuchaban la importancia de la centralidad de la persona y la necesidad de que esta centralidad esté en nuestras decisiones, en nuestros modos de actuar y de relacionarnos con los demás. Su invitación final es clara: “quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
DESARROLLO ES EL NOMBRE DE LA PAZ
La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el domingo 22 de septiembre de 2024 el Pacto por el Futuro. Este Pacto por el Futuro de las Naciones Unidas busca reformar el Consejo de Seguridad, crear un nuevo Pacto Digital Global y actualizar la Agenda 2030 con su «Visión 2045». Los objetivos son promulgar estrategias para mitigar efectos del cambio climático, abordar los riesgos de la IA y mantener la paz global.
Parolin: Desarrollo es el nombre de la paz, eliminar la deuda y las armas nucleares
Monseñor Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, intervino en la Cumbre del Futuro durante la 79ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas: «Una cumbre de esperanza en un contexto de crisis del multilateralismo».
El cardenal señaló el diálogo, la erradicación de la pobreza y la regulación de la inteligencia artificial como pasos para construir el futuro. «Reservas» de la Santa Sede sobre los conceptos utilizados en el «Pacto por el Futuro» en relación con el aborto y el género.
Según informa Salvatore Cernuzio desde la Ciudad del Vaticano, “La paz, esa paz que sólo el diálogo puede construir. Después, la eliminación de la pobreza, la promoción del desarrollo humano integral, la igualdad y la dignidad soberana de las naciones, la eliminación total de las armas nucleares y la condonación de la deuda”.
También los peligros y las oportunidades de la Inteligencia Artificial, el «sueño» de trabajar juntos por la justicia y la paz que ahora parece «superado» y «utópico». Por último, el rechazo al aborto, algunas reservas y precisiones sobre los «derechos reproductivos», el aborto, el género y la identidad sexual.
Un discurso denso en referencias a la actualidad, con sus laceraciones, oportunidades y riesgos, el del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin el 23 de septiembre, en la Cumbre del Futuro de la 79ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. El cardenal, en EE.UU. hasta el próximo lunes 30, participa en la Semana de Alto Nivel 2024, junto a los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la sede neoyorquina de las Naciones Unidas y celebrará también la Misa por el 60 aniversario de la Santa Sede en la ONU.
El discurso del Secretario de Estado partió de una reflexión sobre el actual contexto mundial que parece haber puesto en grave crisis el sistema multilateral. Prueba de ello es la «erosión de la confianza entre las naciones», denotada por la creciente intensidad de los conflictos. «Esta cumbre debe ser fuente y motivo de esperanza», afirmó Parolin citando al Papa. A continuación, desplazó su mirada hacia el futuro, que, según él, debe construirse sobre principios como «la intrínseca dignidad divina de toda persona», «la promoción del desarrollo humano integral», «la igualdad y la dignidad soberana de todas las naciones y el establecimiento de la confianza entre ellas».
¿Qué es el Pacto por el Futuro de las Naciones Unidas?
Pero ¿qué es este pacto por el futuro? El experto Rubén Asenjo, nos informa. El Pacto por el Futuro de las Naciones Unidas busca reformar el Consejo de Seguridad, crear un nuevo Pacto Digital Global y actualizar la Agenda 2030 con su «Visión 2045». Los objetivos son promulgar estrategias para mitigar efectos del cambio climático, abordar los riesgos de la IA y mantener la paz global.
La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el domingo 22 de septiembre de 2024 el Pacto por el Futuro. Todo ello a pesar del rechazo de algunos países, como Rusia, por presuntas irregularidades en su procedimiento. El presidente de la Asamblea General de la ONU, Philemon Yang, aseguró que esta medida «promete afrontar crisis inmediatas y sentar los cimientos para un orden global sostenible, justo y pacífico». La medida abre la puerta a una reestructuración de la ONU. Sin embargo, por el momento el documento no es vinculante.
António Guterres, secretario general de la ONU, ha aplaudido el pacto aprobado en la Cumbre del Futuro. Guterres apunta que «las problemáticas del Siglo XXI necesitan de soluciones del Siglo XXI». «Tenemos que tomar decisiones difíciles para volver a encarrilar. No podemos esperar a las condiciones perfectas». La principal misión de este acuerdo es conseguir grandes reformas de las Naciones Unidas y sus filiales. Con ello, conseguir que todo el mundo reacciones favorablemente a crisis y guerras y conseguir hacer del mundo «un lugar más justo».
Esta medida también propone reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, ajustar el sistema financiero mundial del organismo con el objetivo de no perjudicar al sur global, y una normativa común sobre Inteligencia Artificial (IA) que permita regular los nuevos avances tecnológicos. Países como Bielorrusia, Nicaragua y Rusia solicitan la inclusión de un texto donde se priorice la no injerencia en asuntos internos de otros países. De igual forma, Corea del Norte, Siria, Sudán e Irán han votado en contra de la medida, mientras que 15 se han abstenido. Por otro lado, 143 países han aprobado la medida.
«Técnicamente, no hay nada que aprobar. No es un fallo de la actual Asamblea General ni del presidente y su equipo. Han heredado este problema de sus predecesores y honestamente han intentado hacer lo mejor posible, pero les ha faltado tiempo», aseguró el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Vershinin. Además, asegura que no están de acuerdo con medidas como el desarme o la participación de ONG en políticas de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Un Consejo de Seguridad más «inclusivo»
El Pacto del Futuro tiene como objetivo que las instituciones internacionales puedan cumplir sus funciones en un mundo que ha cambiado totalmente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. «No podemos crear un futuro adecuado para nuestros nietos con un sistema construido por nuestros abuelos», expresó el Secretario General, António Guterres.
También busca una reforma integral del Consejo de Seguridad de la ONU, con el objetivo de hacerlo «más representativo e inclusivo». El Consejo de Seguridad de la ONU no es actualmente ni inclusivo ni representativo, principalmente por su estructura de poder, que otorga a cinco países permanentes (EE. UU., China, Rusia, Francia y el Reino Unido) el derecho de veto.
Esto les permite bloquear cualquier resolución, independientemente de la opinión mayoritaria del resto de los miembros. Estos cinco países, conocidos como los P5, fueron elegidos tras la Segunda Guerra Mundial y no reflejan las dinámicas geopolíticas actuales, dejando fuera a potencias emergentes y regiones como África y América Latina. Además, el sistema excluye la participación equitativa de otros Estados miembros de la ONU, lo que perpetúa una distribución de poder desequilibrada y anticuada.
Visión 2045, una actualización de la Agenda 2030
Vision 2045 es una iniciativa de las Naciones Unidas para desarrollar una agenda global de desarrollo que suceda y amplíe los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Busca establecer una visión compartida para el futuro del mundo en el año 2045, cuando se cumplirá el centenario de la fundación de la ONU.
Objetivos de Visión 2045.
Busca abordar los desafíos emergentes y las megatendencias globales que van más allá del alcance de la Agenda 2030, como los rápidos avances tecnológicos, los cambios demográficos y las nuevas formas de conflicto.
Vision 2045 busca no solo continuar el trabajo de los ODS, sino también adaptarse a los retos futuros. Se espera que este nuevo marco global incorpore regulaciones en materia de redes sociales y la IA, búsqueda de la paz y seguridad, desarrollo sostenible, medidas para abordar el cambio climático, protección de los derechos humanos y el indigenismo y fomentar la gobernanza global.
Leandro Sequeiros. Presidente de ASINJA (Asociación Interdisciplinar José de Acosta)
PARA NUTRIR LA ESPERANZA...
Es una región de colinas boscosas donde se buscan setas. Yo la llamo «mi infierno verde», ¡porque es más bien un paraíso!
El sábado pasado tuvimos la oportunidad de asistir a un encuentro testimonial que nos anima a despertar nuestra humanidad más profunda.
La casa de nuestros anfitriones, aislada «en medio de la nada», tiene un recinto rodeado por un muro bajo de arenisca roja, con un enorme roble centenario en el centro, que da sombra a todo el recinto.
Una tarima, un gran hemiciclo de sillas...
¿Quién vendrá aquí a impartir justicia como San Luis?
En pequeños grupos, llega una población sorprendente... Encuentros improbables, pero que pueden engendrar humanismo y fe.
La pareja que nos acoge y los responsables de una asociación de integración nos ayudan a acoger a un sudanés, un comorano, un chino, un congoleño, un guineano, afganos, bangladeshíes, un tamil, colombianos... ¡y se me olvidan unos cuantos!
Todos estos exiliados políticos reconocidos están en vías de regularización. Alojados en dos ciudades vecinas, están aprendiendo francés a distintos niveles según la fecha en que llegaron a nuestro país.
Se intercambian sonrisas, se repiten los nombres, se estrechan las manos... La sonrisa amable es tanto la del acogido como la del anfitrión.
“¡Recuerda que fuiste extranjero en la tierra de Egipto!”
Así que había unos cuarenta participantes, entre ellos sin duda veinticinco extranjeros, «Migrantes» como se llaman a sí mismos. Los demás son personas de buena voluntad, convencidas de la humanidad universal de los seres humanos, incluidos cristianos comprometidos. Cristianos que parecen haber comprendido que la fe se vive en carne humana y no sólo yendo a misa.
Una fuerte brisa de verano susurra a través del gran roble, agitando las hojas y las almas...
Intentamos hablar entre nosotros, aunque sea difícil: un poco de inglés, un poco de español, un poco de francés ¡y el traductor del teléfono! Y en el escenario, los voluntarios se suceden con sus cuentos, sus poemas, sus canciones, sus historias, sus chistes, sus gestos y sus bailes, los recuerdos de sus familias tan lejanas, la sonrisa de su madre a menudo evocada y que humedece los ojos...
¡Todo es armonioso en su diversidad! Una caricia aterciopelada en las heridas aún en carne viva.
Luego nos vamos corriendo al buffet compartido, hacemos fotos, volvemos para una 2ª parte... Finalmente nos despedimos y pensamos en volver a verles para ayudarles a aclimatarse a la vida aquí con nosotros...
Mientras tanto, hacia el este, sale una gran luna roja, el farolillo viviente de este festival.
¡Qué maravillosa iniciativa! ¡Muchas gracias a los organizadores!
“Basta amar…”
Rose Marie Barandiaran
Julio de 2024
Tomado de la web de josearregi.com – 25 septiembre en Albores
SOMOS RESERVAS DE SILENCIO
Sé que el título es provocativo. ¿Qué significa que somos reservas de silencio? Quisiera reflexionar contigo, despacio, sin prisa. Si estás liada, déjalo para otro momento. No quiero aumentar la cantidad de palabras que consumimos al día, deseo comunicarme desde otro registro.
Es frecuente que la gente nos pregunte que repitamos lo que acabamos de decir porque no lo han escuchado o leído bien, o que le demos información de algo que está todo en la presentación, me refiero a nuestro ministerio, nos hacen repetir mucho. Es frecuente la falta de atención, las prisas en terminar algo para ir a otra cosa.
La escucha atenta es un lujo que pocas personas proporcionan.
A veces la vida nos para, podemos padecer una enfermedad o una simple torcedura de pie; algo así hace que de pronto todo se ralentice y que la perspectiva de la vida cambie en un momento. Ya no puedes ir agitada haciendo cosas, yendo a sitios, de pronto estás sentada o tumbada, sola, con tiempo infinito en tus manos.
¿Y, entonces qué? En lenguaje agrícola esos tiempos "de no hacer nada" se llaman tiempo de barbecho. Período de mínimo uno o dos años en que la tierra se recupera sola si la dejamos descansar.
El barbecho es fundamental para evitar el agotamiento del terreno y para que pueda renovarse y equilibrarse. La vida, los nutrientes, todos están deseando apoyar a esa tierra hoy agotada, para que vuelva a ser ella misma, con toda su energía y fecundidad.
Para que recupere su propia vida natural interior sin químicas, sin maquinaria que la hiere, sin la mano humana que le mete prisa ¿qué necesita la tierra?
Necesita silencio. Necesita que la dejen tranquila. Que la respeten. Que le dejen respetarse a sí misma, dándose su tiempo.
Algo parecido nos ocurre a las personas conscientes de que necesitamos recuperar la vitalidad interior, o seguir dando sentido a un día a día, a veces oscuro o por lo menos difícil de gestionar con serenidad ante los numerosos retos sociales y planetarios.
También es importante para personas que tal vez menos conscientes de su necesidad expresan síntomas de ansiedad, o desazón o insatisfacción...
El trabajo de no-trabajar, de estar en "modo barbecho" es difícil pero no imposible. La clave de recuperar nuestro humus fecundo, la clave de ser de nuevo yo misma, la clave de saborear la interioridad como nunca antes llegué a gustarla, ni siquiera en retiros si no entro a fondo en ese registro; la clave está en situarme cerca de las grandes reservas de silencio.
El barbecho necesita silencio. Yo necesito silencio. Sin esas reservas de silencio prolongado que permea mi día, es difícil que me entere del evangelio, del encuentro personal con el Amor, ni del sentido de todo.
El evangelio se predica en campos y montañas y lagos, lugares de intensos silencios. Como la tierra en barbecho, el evangelio necesita silencio para que sea fecundo en nuestra vida. Solo la tierra que ha estado en barbecho recibe la semilla de un modo que la fortalece y dignifica.
Y ¿qué ocurre con la escucha del Evangelio?
El Evangelio necesita de tierras en barbecho, tierras de surcos abiertos, de oídos y corazones sencillamente disponibles.
Escuchar a la vez el llanto de la tierra y el dolor y el hambre de la humanidad supone ir más allá de las noticias, supone estar cerca de las reservas de silencio, como de las grandes antenas que nos ofrecen cobertura segura.
El deseo de compartir y de ayudar a las personas es muy bueno pero podemos no compartir evangelio sino más de nosotras, de nuestras conversaciones medio pesadas, o de nuestros silencios huecos y estériles, si nosotras no estamos en silencio.
Vivir cerca de reservas de silencio significa empezar y terminar el día envueltas y sumergidas como en un baño de silencio. Silencio que suaviza tensiones, que equilibra nuestra respiración, nuestro aliento vital. Que nos devuelve el color a nuestras mejillas, porque al fin oxigenamos, respiramos bien, estamos bien, en el silencio.
Entra en tu silencio. Déjale entrar. Dale permiso para quedarse. Es el mejor compañero de camino.
En la vida de Jesús hay muchas ocasiones en las que se nos indica que se escapa al monte, o al mar, y pasa la noche en el silencio. Su noche, sus dudas, sus miedos, no son tan distintos de los nuestros. Jesús lo recoloca todo en el silencio.
Hay lugares que invitan al silencio: decoraciones de nuestras casas que invitan a la sencillez del silencio vivo, acogedor. Hay muebles que ocupan demasiado espacio, armarios demasiado cargados, despensas con alimentos caducados y almacenados. Todo lo que sobra es ruido, lo que sobra puede romper el equilibrio en el que reside la belleza y la sencilla sabiduría y la fuerza del evangelio.
El silencio no se improvisa. Es la consecuencia de un vaciamiento consciente y liberador de cosas y de actividades que nos ocupan, y como "okupas" no es buena su presencia, le roban el espacio vital a "otros amores y ocupaciones".
Cuando nos acercamos a nuestras reservas de silencio rápido conectamos con lo que es auténtico, con lo que nos construye y nos predispone a recibir la semilla.
Una casa en barbecho, una vida en barbecho, todo a la espera de en su momento acoger la semilla, que no sabemos cuándo se nos regalará, este es el gran lujo fruto del silencio que pocos descubren. Esto es ya la antesala del reino.
Con el tiempo el silencio va siendo el mejor amigo. Acompaña nuestra noche, y también nuestro amanecer; siempre está cuando lo busco, nunca falla en su sabiduría. Siento su presencia que me llama, que me descansa, que me reconduce a mi espacio de barbecho para que, cuando la Ruah lo disponga, pueda dar vida.
En este maravilloso mes de Septiembre, inicio de otoño y de cosecha, inicio de primavera y de siembra en otras latitudes, te deseo que en tu apretada agenda pongas "barbecho" en algunas de las páginas de tu vida.
Desde el silencio, buen principio de otoño y de primavera
A LOS PADRES SINODALES
Os hablo con todo respeto y libertad. Y si alguna expresión fuera demasiado severa, os pido disculpas.
Me he preguntado si debía dirigirme “A los padres y a las madres sinodales”, pero pienso que el encabezado, tal como está, refleja mejor la composición de vuestra Aula sinodal, llena de padres. Y no es que no os vea a vosotras, y esta vez más que nunca; puede ser un paso adelante, también podría ser un gesto aparente para contener protestas y hacer que todo quede donde está. Estáis, hablaréis, votaréis, pero no veo paridad alguna entre vosotras y ellos. Y no tanto por el número, que también (54 mujeres frente a 314 varones), sino sobre todo porque vuestra presencia y función sinodal siguen (y me atrevo a decir que seguirán) estando absolutamente, no solo cuantitativamente, subordinadas a la figura y al poder clerical masculino.
Aun cuando hubiera 314 mujeres, este Sínodo, al igual que todos los anteriores, seguiría siendo cosa de obispos “consagrados”, todos varones. Y si se planteara, que no se planteará, alguna cuestión espinosa, crucial, ninguna de vosotras tendrá la última palabra el respecto; la última palabra la dirá – pienso que ya la ha dicho – un varón “consagrado”, el papa Francisco. El ha designado a todos los miembros sinodales, tanto hombres como mujeres, él ha dado las consignas sobre lo que podéis y no podéis decir, y él decidirá y publicará, dentro de unos meses, la Exhortación postsinodal con las conclusiones finales. Digo él, pero no sabemos quién lo hace realmente. Él firma. Es el sistema, y no será este Sínodo el que lo cambie, a pesar de que dentro de pocos días entrará ya en su cuarto año.
Es más. Nada se resolvería en la Iglesia añadiendo madres a los padres, instituyendo el poder femenino sagrado junto al poder masculino sagrado, cosa que no espero conocer ni lo quiero. Efectivamente, nada fundamental cambiaría ni aun en la hipótesis, enteramente irreal, de que Roma decidiera “consagrar” también a la mujer como diaconisa, sacerdote, obispa o mama. Sería sin duda más justo que el sistema actual exclusivamente patriarcal, pues desaparecería la discriminación de género, pero seguiría persistiendo el mismo modelo piramidal y jerárquico, el “orden sagrado”, clerical al fin y al cabo. Y no es esa la reforma radical que, desde hace décadas y siglos, desde el corazón del mundo, el espíritu de la vida reclama de la institución católica. “A nadie llaméis padre [“ni madre”, deberíamos añadir]. Todos vosotros sois hermanos, hermanas”, dice Jesús en el evangelio de Mateo (23,8-9). No hay orden sagrado derivado del cielo. No hay nada más sagrado que la fraternidad-sororidad universal.
Pero esta perspectiva está totalmente ausente del organigrama, del funcionamiento, de la estructura misma del Sínodo. Ni siquiera se plantea. El Sínodo, por sistema, como la institución eclesial en general desde los siglos III-IV, lleva inherente la impronta “sacerdotal” masculina, directamente inspirada en el antiguo sistema sacrificial del templo judío: la sacralización del poder, la separación entre una élite superior (clérigos) y la inmensa mayoría de “laicos” solo definidos negativamente, incluso por el Concilio Vaticano II, como “quienes no son ni clérigos ni religiosos”, los que no son ni cuentan en la Iglesia. Quienes enseñan, guían y mandan, y quienes escuchan, son guiados y obedecen. Quienes representan a “Dios” y quienes se representan solo a sí mismos. Es la negación de la fraternidad-sororidad, y constituye la raíz de todos los problemas estructurales de la Iglesia católica romana.
Y no hay visos de que este Sínodo vaya a eliminar esa raíz clerical, a pesar de su nombre redundante (“Sínodo de la sinodalidad”), a pesar de la retórica, y de toda la buena voluntad – que sinceramente reconozco – del papa que lo ha convocado, de quienes han participado en su proceso durante tres años y de quienes os sentáis, conversáis y votaréis en el Aula sinodal sin poder decidir sobre nada importante. Tampoco este sínodo, al igual que todos los precedentes, derogará el clericalismo. De hecho, ninguno de los documentos-base que sirven de marco para los diálogos y debates de los 368 “padres sinodales” os permite ni siquiera cuestionar el modelo clerical vigente. Baste con mencionar unos pocos ejemplos.
Ahí tenéis en primer lugar el Instrumentum laboris para esta segunda sesión de la asamblea sinodal. En él, en ningún momento se pone en tela de juicio el modelo jerárquico clerical; por el contrario, afirma repetidas veces la diferencia entre ministerios “comunes” derivados del bautismo y los ministerios “ordenados”, superiores, los únicos investidos de poder para presidir la eucaristía, “absolver los pecados” y “consagrar” diáconos, presbíteros u obispos. Y, por si hubiera alguna duda, os dice: “En una Iglesia sinodal, la competencia decisoria del obispo, del Colegio Episcopal y del Romano Pontífice es inalienable, ya que está arraigada en la estructura jerárquica de la Iglesia establecida por Cristo” (n. 70). Ningún miembro del sínodo, por padre que sea, puede cambiarlo. No puede ni siquiera hablar de ello.
Ahí tenéis también el Documento llamado “Contribuciones teológicas, canónicas, pastorales” publicado en el pasado mes de agosto por la Secretaría General del Sínodo sobre la Sinodalidad. Un aburridísimo florilegio de referencias bíblicas, teológicas, conciliares y papales, con consideraciones y propuestas triviales. Es deseable, afirma, que la comunidad eclesial en general participe de alguna forma no solo en la consulta sino también en la deliberación, pero añade al final: “La deliberación en la Iglesia se da con la ayuda de todos, nunca sin la autoridad pastoral que decide personalmente en virtud de la ordenación y de su oficio” (n. 11.3). Ese final es el principio. Y al interior del orden sagrado, se limita a recomendar una “sana descentralización” (título del n. 23). Eso es todo.
De vuestro orden del día sinodal Sínodo han desaparecido algunos de los temas cruciales que podrían apuntar, al menos simbólicamente, a la reforma profunda e irrenunciable de la iglesia católica romana: el acceso de la mujer al “orden sacerdotal” e incluso al “diaconado consagrado”, el celibato sacerdotal, personas LGTBIQ+… Será, pues, inevitablemente un sínodo de padres.
Tenéis bien definidos los límites que no podréis rebasar. ¿Los podrá rebasar el papa Francisco? Los podría hacer en teoría, pues goza de poder absoluto. Pero bien sabéis que nada es más relativo que un poder absoluto. El poder absoluto de un papa depende de su historia y de sus relaciones: su saber, sus criterios políticos y teológicos, sus preferencias y opciones. Todo es relativo en el ejercicio del poder absoluto.
Salta a la vista que el modelo de Iglesia del papa Francisco sigue siendo enteramente clerical. Tiene todo el derecho del mundo, ni más ni menos que cualquiera a tener el suyo, siempre que no quiera imponerlo. Ahí empiezan los problemas. En cualquier caso, no será este papa quien derogue el clericalismo, y esto me parece tan seguro y cierto como sus frecuentes advertencias contra el clericalismo. Lo acaba de dejar bien claro en el vídeo emitido el pasado día 1 de octubre, justo el día del retiro con que los padres sinodales abríais este Sínodo. “Los sacerdotes, dice, no somos los jefes de los laicos, sino sus pastores". Y los pastores mandan sobre las ovejas digan lo que digan éstas y sin que hayan elegido a su pastor. Así seguirá. Dice también: “Los laicos, los bautizados, están en la Iglesia en su propia casa, y tienen que cuidarla. Lo mismo que nosotros, los sacerdotes, los consagrados. Cada uno aportando lo que mejor sabe hacer". Quien sabe y puede conducir un autobús (pone este ejemplo), conduciendo un autobús, y quien sabe y puede enseñar y mandar en la Iglesia, enseñando y mandando. Con una importante precisión: son los “consagrados” (¿por quién? ¿desde cuándo?) quienes deciden lo que cada uno sabe, puede y debe hacer. Clericalismo en su pura expresión, lo siento.
Pues bien, nada fundamental cambiará en la Iglesia mientras no cambie radicalmente la mentalidad teológica de sus actuales pastores consagrados. La Iglesia no podrá ser profeta y signo de la comunión en un mundo tan desgarrado, mientras no cambie su estructura clerical, mientras ella misma no sea hacia dentro y hacia fuera una real comunión fraterna-sororal. Y no por el bien de la Iglesia, sino por el amplio respiro de la humanidad y del planeta.
Hoy evoco el “tránsito” (la muerte, el paso a la Vida) de Francisco de Asís, el Hermano Poverello, en 1226, a los 45 años. El viejo mundo medieval de reyes y señores y castillos, de papas y clérigos y grandes monasterios, de campesinos y siervos y leprosos sociales, se desmoronaba. Un nuevo mundo, y una nueva iglesia querían emerger. Fue el sueño de Francisco. No quiso ser señor ni rico, ni clérigo ni monje. Rompió con su padre, rico mercader, figura de una burguesía naciente que buscaba derrocar el mundo viejo con sus mismas armas: la riqueza y el poder. Un día Francisco le dijo: “Ya no te llamaré más ‘padre mío Bernardone’”. Y rompió con todo patriarcalismo social y eclesial, aunque nunca luchó contra nadie. Solo quiso vivir como peregrino, siempre en camino, sin propiedad ni casa, como Jesús, siendo el hermano menor de todos los seres humanos y de todas las criaturas, anunciando la paz y sin condenar a nadie. Y esto le hacía feliz, no sin grandes llagas en su cuerpo y en su alma.
Permitidme, pues, que os salude y os hable con el respeto y la libertad y las palabras que le gustaban al Hermano Francisco:
“Paz y bien, hermanas, hermanos sinodales. Renovad el sueño del Hermano Francisco, encarnad su libertad fraterna. No os atéis a lo que se dijo, se enseñó, se hizo en otros tiempos. No os atéis a doctrinas y estructuras del pasado. No os aferréis ni siquiera a la letra de lo que dijo o no dijo, hizo o no hizo Jesús hace 2000 años. Atended a la voz que nos llega desde el corazón del mundo y de todas las criaturas, nuestras hermanas: “He aquí que hago nuevas todas las cosas”.
VENDE LO QUE TIENES Y SÍGUEME. Y SE MARCHÓ ENTRISTECIDO PORQUE ERA MUY RICO DOMINGO 28º T.O. (B) (Mc 10, 17-30)
fe adulta
La pobreza en cuanto carencia de lo más básico para vivir es una desgracia. Los responsables de los estados, los organismos, las instituciones tienen la obligación de eliminar la pobreza en todas sus dimensiones. La existencia de los pobres, si recordamos el Deuteronomio (15,7-9.11), es un hecho escandaloso. No obstante, todo el evangelio está lleno de denuncias y críticas de quienes provocan la pobreza. Y así seguimos en el siglo XXI.
Jesús nos advierte contra la servidumbre de la riqueza: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13), “El que amasa riquezas para sí no es rico ante Dios” (Lc 12,21) ya que ésta conlleva muchos peligros: “Es difícil que un rico entre en el reino de los cielos” (Mt 19,23). El hambre debe combatirse como un mal. No hay derecho que los/as pobres sean ignorados, explotados, maltratados, despreciados. La pobreza, secularmente, tiene rostro de mujer. Actualmente la brecha entre ricos y pobres se ha incrementado con respecto al siglo pasado. Los ricos viven a costa de los pobres. (Los datos, muy numerosos, se pueden verificar en internet).
No obstante, la desigualdad extrema no es inevitable, hay suficientes recursos para todos; es una cuestión de voluntad política de los gobiernos. Por otra parte, el hambre es ocasión de manifestar la misericordia de Dios y la justicia de los/as profetas. Dios ama a los pobres y los saciará. Es su esperanza. Asimismo, concita la solidaridad de quienes luchan contra ella.
Cristo se identificó con los pobres y proclamó bienaventurada a la pobreza (Mt 5,3) (Lc 6,20) como disponibilidad total para con Dios y los hermanos/as, basada en la entrega, en la comunicación cristiana de bienes, en la generosidad. Además, es indicativo de una vida sencilla, exenta de codicia, ambición, egoísmo, pero también la ausencia de riquezas aligera la conciencia del peso de las preocupaciones/tentaciones que nos pueden desviar de nuestra opción fundamental. La Palabra de Dios es una espada cortante, categórica, que inquieta la cómoda seguridad de nuestras conciencias conformistas, resignadas, adormecidas, indiferentes.
En el evangelio de hoy, Jesús, camino de Jerusalén, sigue enseñando a sus discípulos/as. Se le acerca un joven a preguntarle qué hacer para heredar la vida eterna. Y habla de la riqueza. Nos habla. Por tres veces en el texto, se destaca la mirada de Jesús. Nos mira. Y nos dice: “Sígueme”. Pero para llegar al compromiso del seguimiento hay que liberarse de las riquezas, de la seducción o el señuelo consumista del tipo que sea, que son un obstáculo que dificulta gravemente la relación con Dios y con los hermanos.
“El joven se entristeció porque era muy rico”. La tristeza como compañera de camino de quien se empeña en pasar por encima de los demás, en no seguir la voz de Dios que grita en el corazón de nuestra conciencia, ésa que va a contracorriente de lo establecido. La tristeza como compañera inseparable de las sociedades que se constituyen alrededor del tener, del poder, del aparentar, de la mentira, de la ambición, de la violencia de cualquier tipo. Y en ellas, paradójicamente, la presencia también de seguidores/as que responden con valentía, con decisión, rompiendo moldes y obstáculos que hacen renacer la verdad, el amor, la justicia, la paz, la esperanza. La verdadera riqueza está en el seguimiento de Jesús, en vivir gozosamente la fraternidad-sororidad. Y eso solo se puede entender desde la gratuidad para así, caminar juntos.
El hombre trata de reafirmarse en su ego, en su falso “yo” identificándose con las riquezas materiales, psíquicas, buscando en lo externo el sentido de su ser[1]. Ese rico es al que se refiere Jesús: “Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”. De lo que se nos habla es de que el alma, mi “yo” original, ha de saber liberarse de los apegos, de las dependencias para que, al fin libre de engaños y artificios, del yo soy esto, yo soy más… o yo soy menos…, yo tengo tal título, yo poseo mejores creencias, yo no necesito a nadie…, encuentre su verdadero Ser. Solamente los que son “como niños”, el hombre y la mujer natural, esencialmente buenos pueden acceder y saborear esa Verdad. El alma que se abandona en Dios se fía de Él, acepta su voluntad en cada instante, se deja llevar sin preguntar a dónde ni por qué…, “porque quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta.”
¡Shalom!
EL CAMBIO FUNDAMENTAL José Antonio Pagola
El cambio fundamental al que nos llama Jesús es claro. Dejar de ser unos egoístas que ven a los demás en función de sus propios intereses para atrevernos a iniciar una vida más fraterna y solidaria. Por eso, a un hombre rico que observa fielmente todos los preceptos de la ley, pero que vive encerrado en su propia riqueza, le falta algo esencial para ser discípulo suyo: compartir lo que tiene con los necesitados.
Hay algo muy claro en el evangelio de Jesús. La vida no se nos ha dado para hacer dinero, para tener éxito o para lograr un bienestar personal, sino para hacernos hermanos. Si pudiéramos ver el proyecto de Dios con la transparencia con que lo ve Jesús y comprender con una sola mirada el fondo último de la existencia, nos daríamos cuenta de que lo único importante es crear fraternidad. El amor fraterno que nos lleva a compartir lo nuestro con los necesitados es «la única fuerza de crecimiento», lo único que hace avanzar decisivamente a la humanidad hacia su salvación.
El hombre más logrado no es, como a veces se piensa, aquel que consigue acumular más cantidad de dinero, sino quien sabe convivir mejor y de manera más fraterna. Por eso, cuando alguien renuncia poco a poco a la fraternidad y se va encerrando en sus propias riquezas e intereses, sin resolver el problema del amor, termina fracasando como hombre.
Aunque viva observando fielmente unas normas de conducta religiosa, al encontrarse con el evangelio descubrirá que en su vida no hay verdadera alegría, y se alejará del mensaje de Jesús con la misma tristeza que aquel hombre que «se marchó triste porque era muy rico».
Con frecuencia, los cristianos nos instalamos cómodamente en nuestra religión, sin reaccionar ante la llamada del evangelio y sin buscar ningún cambio decisivo en nuestra vida. Hemos «rebajado» el evangelio acomodándolo a nuestros intereses. Pero ya esa religión no puede ser fuente de alegría. Nos deja tristes y sin consuelo verdadero.
Ante el evangelio nos hemos de preguntar sinceramente si nuestra manera de ganar y de gastar el dinero es la propia de quien sabe compartir o la de quien busca solo acumular. Si no sabemos dar de lo nuestro al necesitado, algo esencial nos falta para vivir con alegría cristiana.
NO SE TRATA DE RENUNCIAR A ALGO SINO DE ELEGIR LO MEJOR DOMINGO 28º (B) Mc 10,17-30
fe adulta
Es un episodio entrañable, pero es muy ambiguo en la redacción y desconcertante en el desenlace. El hombre rico no se decide a dar el paso. Aunque lo verdaderamente importante es el motivo por el que se niega a seguir a Jesús: las riquezas. Para los judíos, las riquezas habían sido siempre signo de la bendición de Dios. Jesús no puede arremeter contra ellas y hacernos ver que son la causa de todos los males. Sabemos que fue un tema muy discutido entre los primeros cristianos. El relato nos deja ya una muestra de esta controversia.
El llegar corriendo indica gran interés y una urgente necesidad. El joven era rico, pero no las tenía todas consigo. Sin duda, el rico esperaba de Jesús algún precepto aún más difícil que los de Moisés, que estaría dispuesto a cumplir. Jesús no añade más preceptos sino una propuesta original. En vez de seguridades, confianza sin límites. En vez de cumplimiento de la Ley, seguimiento. Jesús sube a Jerusalén, va a la muerte. Seguir a Jesús supone estar dispuesto al fracaso. El arrodillarse es un signo exagerado de respeto y admiración.
“Heredar vida definitiva”. No está nada claro el sentido de esa expresión. El texto dice “zoe aionion” que una expresión muy ambigua. Al traducirla la Vulgata por ‘vida eterna’ condicionó su sentido durante demasiado tiempo. En tiempo de Jesús, significaba garantizar una existencia feliz más allá de la muerte. El rico ya tenía garantizada la existencia feliz en el más acá. Lo que busca en Jesús es asegurar la misma felicidad, o mayor, para el más allá.
Los mandamientos que Jesús le recuerda son los de la segunda tabla, es decir los que se refieren al prójimo, no los que se refieren directamente a Dios. Esta enseñanza es original y exclusiva de Jesús. Para cualquier judío, los más importantes eran los de la primera tabla que se refieren a Dios. Está clara la intención de hacernos pensar en una nueva religiosidad. La verdadera humanidad se manifiesta en la relación con los demás, no con Dios.
¿Por qué me llamas ‘bueno’? El texto griego dice “agazos” no “kalos” que él mismo se aplica. Jesús revela dónde está la verdadera pobreza. Él se siente vacío hasta de la misma bondad. El hombre ni es nada ni tiene nada, porque ni siquiera hay un sujeto (ego) capaz de ser o tener. Es difícil no dejarse atrapar por las riquezas, pero es mucho más difícil superar el sentimiento de superioridad. Lo nefasto será creerme bueno y con derechos ante Dios.
Una cosa te falta. Jesús no da importancia al cumplimiento de la Ley. Lo que le falta no es vender lo que tiene sino seguirle. El desprenderse de todo es una exigencia del seguimiento. Para ‘heredar la vida’ basta cumplir la Ley; para entrar en el Reino hay que preocuparse de los demás. No está claro a qué se refiere Jesús. El joven le pregunta por una vida para el más allá y el texto sugiere que le responde con una invitación a seguir a Jesús en el más acá.
¡Qué difícil será entrar en el Reino al que pone su confianza en las riquezas! Las riquezas en sí ni son buenas ni son malas. Es absurdo pesar que Dios prefiere que pasemos necesidades. El apego a las posesiones sin tener en cuenta al pobre, o peor aún a costa de él, es lo que impide al hombre alcanzar una meta humana. El desenlace es triste, pero el comentario que hace Jesús es más desolador. Los discípulos quedan hundidos en la miseria.
Entonces, ¿quién podrá ‘salvarse’? Los discípulos siguen pensando que es imposible subsistir sin seguridades. La pregunta no se refiere a quién podrá salvarse en el más allá, con la salvación tal como la entendemos hoy (cielo), sino quién podrá mantener una vida verdaderamente humana, si se desprende de todo lo que tiene y no asegura su futuro. Así cobra sentido la respuesta de Jesús, “para los hombres, imposible, no para Dios”.
Estamos ante uno de los textos más difíciles de comprender de todo el evangelio. Llevamos veinte siglos dando tumbos entre la demagogia barata y el espiritualismo tranquilizador pero estéril. No podemos sacar una norma general de una propuesta individual. Si vende los bienes, se supone que tiene que haber un comprador, que estará, de entrada, condenado. Jesús no puede dar una norma, que, para poder cumplirla, exige que otro no la cumpla. La propuesta de Jesús es la total superación del hedonismo, es decir, satisfacción y seguridades.
Buscar la propia salvación individual aquí abajo, o en el más allá, es la mejor señal de no haber superado el “ego”. El objetivo último de todo ser humano es la entrega incondicional al servicio del otro. El apego a las riquezas nace siempre del falso yo. Mientras exista la preocupación por uno mismo, no puede alcanzarse la meta. El obstáculo no son las riquezas sino la existencia del yo que me lleva a buscar seguridades para el más acá o para el más allá.
Pensar que el rico está condenado y el pobre está salvado es demagogia. El hecho de tener, o no tener bienes materiales, no es lo significativo. El que no tiene nada puede estar más apegado a los bienes que ambiciona, que el rico a lo que posee. Lo difícil es mantener un equilibrio que nos permita vivir humanamente y no nos impida darnos al otro. Tanto el pobre como el rico tendrán que dar un paso para entrar en la dinámica del evangelio.
Otra trampa es creer que el evangelio propone solo la pobreza de espíritu. Según esto, no importa lo que hayas acumulado, con tal de que tengas “espíritu cristiano”, lleves una vida “religiosa” y seas capaz de dar limosna y hacer “obras de caridad”. La Iglesia como institución ha caído en esta trampa. Bajo el pretexto de tener para dárselo a los pobres, no le ha importado acumular riquezas. La Iglesia tiene que ser pobre y renunciar a las seguridades.
El relato tampoco ofrece un cristianismo a dos velocidades. Los ‘consejos evangélicos’ serían un plus voluntario para los más decididos. Esto ha hecho mucho daño, porque ha dado motivo a la mayoría de cristianos para pensar que lo que dice el evangelio no va con ellos. Ha hecho daño también a los que optan por la vida religiosa, porque les ha hecho creer que son los perfectos y con más derechos ante Dios porque han renunciado a las posesiones materiales.
El fariseísmo que seguimos manteniendo en este tema es desconcertante. Seguimos buscando mil escusas para no vernos obligados a entrar en la dinámica del evangelio. Incluso cuando renunciamos al consumo o a las seguridades terrenas lo hacemos esperando que me lo paguen con creces en el más allá. Es un hecho que muchos de los puestos de la jerarquía se buscan expresamente para medrar y tener más dinero, más seguridades y más poder.
La propuesta de Jesús no conlleva ninguna renuncia. Si, al llevarla a la práctica, tenemos la sensación de perder algo, es que no hemos comprendido nada. Se trata de elegir el camino que me lleve a la plenitud de humanidad. Como seres limitados, elegir un camino lleva consigo el renunciar a otro. En contra del sentir común, el renunciar a tener más no es de tontos, sino de personas muy despiertas. La sabiduría consistiría en la libertad de elección.