FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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miércoles, 31 de agosto de 2022

Los ultraconservadores frenan las promesas reformistas del papa Francisco y planean su sucesión

 


Danilo Albin

Público

Burke

El sumo pontífice reúne en Roma a los cardenales de todo el mundo, entre los que se encuentran aquellos que deberán decidir quién le sustituirá en el cargo. Su mandato se cerrará sin concretar grandes cambios en los temas más sensibles.
El papa Francisco está sentado junto a quienes sueñan quitarle de la silla. Este lunes y martes, el máximo responsable de la Iglesia Católica a nivel mundial se reúne con todos los cardenales, entre los que se encuentran aquellos que dirimirán quién será su sucesor. También están allí los representantes de los sectores más reaccionarios de la Iglesia, los mismos que han dinamitado cualquier cambio progresista de calado dentro de esa institución.
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Mujeres sacerdotes en la Iglesia, ¿porqué no? Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

 


El Blog de Juan Cejudo

Mujer sacerdoe5

Hace unos días, el diario “El Español” publicaba una muy interesante entrevista a Cristina Moreira, primera mujer sacerdote que celebra la eucaristía en una comunidad cristiana de base en La Coruña. El título del artículo es:
Cristina Moreira, primera española en oficiar misa y casada con un cura: “Soy católica, de izquierdas…”(https://www.elespanol.com/reportajes/20220820/cristina-moreira-primera-espanola-oficiar-catolica-izquierdas/691430993_0.html)
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El PP de San Lorenzo de El Escorial y grupos profranquistas paralizan las exhumaciones del Valle de los Caídos

 


laicismo

Las familias se querellan contra la alcaldesa de San Lorenzo por prevaricación, al no acatar la sentencia del TSJM que levantaba las medidas cautelares de la obra.
El pasado junio, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) acordó levantar la medida cautelar que impedía las exhumaciones de restos de víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista enterradas en el Valle de los Caídos. Tras más de medio año, el alto tribunal autonómico tumbaba así la medida adoptada por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 20 de Madrid, al entender que el alcance de la intervención objeto de la licencia no conllevaría “una transformación urbanística irreversible de las criptas”.
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Los cardenales con el Papa para reflexionar sobre la reforma de la Curia

 


Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano

Vatican News

obispos2

Hoy 29 y mañana 30 de agosto, el encuentro a puertas cerradas en el Aula Nuova del Sínodo para profundizar en aspectos del Praedicate Evangelium, la Constitución Apostólica en vigor desde el 5 de junio. Tres sesiones por la mañana y por la tarde, y luego el martes la Misa en San Pedro con los nuevos cardenales. Feroz: en el centro de la primera sesión, los temas de la comunión y la evangelización en el mundo de hoy. Semeraro: un diálogo abierto e intenso.
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Nubarrones europeos, tormenta británica. Bancarrota a la British con inflación descontrolada y explosiva protesta social

 

Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza

Redes Cristianas

El riesgo de una grave crisis energético-humanitaria
Golpe a golpe, crisis en crisis. Gran Bretaña en estado de shock se confronta con una inflación nunca antes vista en los últimos 40 años. El sistema de salud se desbarranca. La rabia social crece y se expresa en huelgas masivas en sectores esenciales.

Panorama desolador que lleva a algunos actores sociales a reflexionar sobre lo que podría ser el estallido de una verdadera crisis humanitaria, apenas en algunos meses. La gigante Federación NHS, instancia de referencia en el sector salud, salió en los últimos días con los tapones de punta frente al desgobierno todavía dirigido por el decapitado Boris Johnson. Le instó a actuar de forma inminente para controlar los aumentos de los costos de energía. Afirma que, en caso de que no tome medidas urgentes, se corre el riesgo de “una emergencia de salud pública”. (https://www-nhsconfed-org.translate.goog/news/nhs-leaders-make-unprecedented-move-urging-government-act-now-rising-energy-costs-or-risk?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc).

A las puertas de una crisis humanitaria

El tercer viernes de agosto, la Federación que reúne, apoya y habla en nombre de todo el sistema de salud de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, hizo sonar la alarma. Las cifras muestran que, en caso que no se tomen medidas sociales adicionales, “las tasas de pobreza energética en el Reino Unido alcanzarán el 54% a partir de octubre y al menos el 66% a partir de enero”. Afectando, especialmente, más del 80% de las familias numerosas, monoparentales y parejas de jubilados.

En Gales, Escocia e Irlanda del Norte el estado de pobreza energética se define como la situación derivada de destinar más del 10% de los ingresos medios de un hogar para pagar la factura de energía. Según cálculos oficiales, para enero del año próximo el precio de la energía llegaría a 4,266 libras esterlinas (1libra=1,18 dólar). El salario medio actual en Gran Bretaña oscila en las 31,285 libras esterlinas. Apenas hace un año, en marzo de 2021, el precio máximo para el rubro energía era de 1,200 libras anuales.

“No es habitual que la NHS alce el tono con la dureza que lo está haciendo. Y nadie puede restarles valor a esas palabras dado su contacto estrecho con la realidad cotidiana y la crisis de abajo. La Federación reúne a 1,5 millones de empleados que atienden a más de 1 millón de pacientes al día”. “Promovemos la colaboración y el trabajo en sociedad como la clave para mejorar la salud de la población, brindar atención de alta calidad y reducir las desigualdades en salud”, insisten los portavoces de este principal interlocutor gubernamental.

Para la Federación, vivir en la pobreza energética repercutirá en “un aumento drástico de las afecciones respiratorias, la desnutrición e incluso los ingresos hospitalarios de los niños”. Sostiene que las personas mayores vulnerables que viven en condiciones invernales también corren un riesgo particular de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y caídas. Tensiones, depresiones y enfermedades psico-mentales aumentarán junto con esta crisis.

En ese marco, el reembolso del costo de vida de 400 libras esterlinas que prometió el Gobierno, a pagarse en cuotas, no logrará contrarrestar el golpe dramático de los precios de la energía. “Esto empujará a más de dos tercios de los hogares del Reino Unido a la pobreza energética, lo que exacerbará las desigualdades en salud que ya se ampliaron durante la pandemia”, sostiene la Federación. Analistas económicos ya comienzan a prever la recesión económica a mediano plazo.

Crisis de desgobierno

Diversos actores de la oposición política, sindical y de la sociedad civil vienen señalando en las últimas semanas la responsabilidad del primer ministro Boris Johnson en esta situación cada día más compleja.

Agosto ha sido un mes de huelgas y movilizaciones sociales multiplicadas en distintos sectores, cada uno con sus reivindicaciones propias, pero con el común denominador de exigir ajuste de los salarios para acolchonar el aumento descontrolado de los precios de productos básicos y servicios.

El 22 de agosto, France Inter titulaba sugestivamente uno de sus análisis “Huelgas y Thatcherismo de regreso en Gran Bretaña”. En el mismo enfatizaba que “es la primera vez en 30 o incluso 40 años que hay huelgas en algunos sectores, como ferroviarios, subterráneos y portuarios”. Londres se paralizó el pasado fin de semana {20 y 21 de agosto} y se espera que esta situación se repita. Los trabajadores de correos anticipan decretar la huelga al igual que sindicatos de periodistas (https://www.radiofrance.fr/franceinter/podcasts/geopolitique/geopolitique-du-mardi-23-aout-2022-9036758).

Si bien British Airways llegó a última hora a un acuerdo salarial que evita lo peor a la vuelta de las vacaciones de los británicos, los profesores y los trabajadores de la sanidad amenazan con lanzarse en una huelga masiva. El 23 de agosto, el sitio WEB de Le Monde, informaba de la movilización social en Gran Bretaña: “trabajadores ferroviarios, estibadores, abogados… Cada día, más o menos, el país se enfrenta a un nuevo movimiento de ira” (https://www.lemonde.fr/economie/article/2022/08/23/au-royaume-uni-la-vague-de-greves-salariales-se-durcit_6138714_3234.html).

Al mismo tiempo, las alternativas políticas se ven complicadas por la disputa de liderazgo entre las tropas conservadoras en busca del sucesor-a de Johnson para septiembre. Los dos principales candidatos, Liz Truss y Rishi Sunak, quienes intensifican el debate desde una perspectiva meramente de poder, parecen estar ajenos a un país amenazado de derrumbe.

Como lo señalaba a la prensa Gordon Brown, que fuera primer ministro laborista durante la crisis financiera de 2008, el país se enfrentaba a una «bomba de tiempo económica» si no diseña, ahora, un plan para el difícil invierno que se avecina. Los laboristas hablan de Johnson como de “gobierno zombi” que ya se ha retirado.

El LegalToday, publicación destinada a los profesionales de derecho, en un artículo publicado en su sitio WEB en la segunda semana de agosto, titulaba “El vacío político del Reino Unido amenaza con una crisis económica más profunda”.

Inflación descontrolada

Una de las causas y ejemplo de la compleja crisis actual: la explosión inflacionaria. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS, por sus siglas en inglés), el índice de precios al consumo (IPC) del Reino Unido subió un 10,1 % en julio — frente al 9,4% del mes anterior–, y se situaba en agosto en el nivel más alto en más de 40 años, cuando alcanzó un 10,4%, en febrero de 1982.

Según la cadena televisiva France 24, unos de los rubros que presionó para empujar la inflación a dos dígitos fue el de los alimentos. Se registró un incremento de 2,3% entre junio y julio, el más alto a nivel mensual de los últimos 21 años. “Los precios de los alimentos aumentaron notablemente, en particular los productos de panadería, lácteos, carnes y verduras”, indicó Grant Fitzner, economista jefe de la ONS, citado por el medio francés.

No obstante, para algunos expertos, lo peor está por venir. El Banco de Inglaterra prevé un incremento en el precio del gas para el mes de octubre, que, sumado a la presente crisis, podría empujar al Reino Unido a una recesión prolongada. Diversas fuentes proyectan que la inflación podría llegar entonces a un 13%. Teniendo en cuenta que los precios de la energía se mantendrán altos, el banco central reconoce que el país enfrenta su mayor caída en los niveles de vida desde que comenzaron los registros en la década de 1960.

Según France24, el salario real hoy está en el nivel más bajo registrado, por lo que, si las cifras demuestran algo, es que los salarios no están impulsando la inflación (…) Por otra parte, paradójicamente, desde la pandemia, las 350 principales empresas que cotizan en el FTSE (el índice bursátil de referencia de la Bolsa de Valores de Londres) han experimentado un aumento de sus beneficios del 43%. El análisis concluye: el Reino Unido padece una crisis de especulación, ¿cuándo se hará algo al respecto?”

Aunque todavía menos impactante que la británica, la inflación en la eurozona también sigue disparándose hasta alcanzar máximos históricos. Llegó al 8,9% en julio, porcentaje superior al 8,6% de junio, al 8,1% de mayo y al 7,4% de abril. Los europeos siguen viendo cómo se disparan los precios de la energía y los alimentos, debido, en buena parte, a las consecuencias de la guerra ruso-ucraniana. Y los problemas reales de abastecimiento de gas y combustibles provenientes de Rusia. La estimación preliminar publicada el 29 de julio por Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, es la más alta desde que se iniciaron los registros de la eurozona en 1997.

Nubarrones europeos. Tormenta británica. Gran Bretaña paga el precio de un Brexit aislacionista, de la pandemia con consecuencias profundas y ahora, de una guerra en el propio continente. A pesar del discurso bélico triunfalista de Londres, de la Unión Europea y de la OTAN, los sectores sociales europeos más relegados — es decir los que cargan con el peso fundamental de la crisis energética, de alimentos y social–, comienzan a ganar las calles en defensa de su sobrevivencia.

PENSAR A DIOS: UNA EXPLORACIÓN


col jm aguirre

 religión digital

Una filosofía de la religión debe ser capaz de abrir la lógica de la razón misma a las dimensiones de la transcendencia, al Absoluto. Se trata de mostrar la posibilidad de un acceso a Dios a partir de los recursos propios del pensamiento. Aquí se juega, como ha sucedido siempre a lo largo de la historia humana, la credibilidad racional de la apertura a Dios. En estos tiempos de deconstrucción, de pensamiento postmoderno, de primacía de lo «científico», se hace más necesario que nunca justificar y consolidar esta perspectiva. Tras la crítica kantiana a las «pruebas cosmológicas» tradicionales, el camino de mostración del Absoluto se había consolidado en el imperativo moral del respeto absoluto al otro expuesto por Kant y profundizado por Fichte. Las exigencias del respeto absoluto del otro solamente pueden ser justificadas en última instancia por la «irrupción» o la «presencia» dentro de la dinámica de la razón de un Absoluto que fundamenta de manera radical esta exigencia del respeto absoluto. Esta perspectiva la desarrollaré en otro momento.

La vía cosmológica consiste en una línea de argumentación que busca una mostración del Absoluto a partir de las teorías explicativas del origen del mundo en línea de evolución. Estas teorías científicas o hipótesis científicas lo constituyen discusiones autónomas que tienen su lógica intrínseca físico-astronómica, su desarrollo no impuesto, pero también sus limitaciones categoriales y de significación.

Hay preguntas que van más allá del estricto campo de lo teórico-corroborable de las teorías científicas físicas y que no pueden ser respondidas con estos elementos científicos: ¿qué sentido tiene el Universo?, ¿tiene incluso algún sentido?, ¿se trata del desarrollo ciego y mecánico de una materia en evolución que surge y muere o hay un sentido, una finalidad en la creación? Ante cuestiones de este tipo la razón científica no puede responder satisfactoriamente con sus solos recursos a las demandas de la inquisición humana. Sin embargo, el pensamiento filosófico puede abrir nuevas vías de sentido, que no se juxtaponen artificialmente a las dinámicas intrínsecas del proceder científico, sino que buscan ahondar en estas mismas dinámicas.

En la historia del pensamiento, hay abundantes ensayos de pensadores que buscan fundamentar y justificar una posición teísta a partir del campo de las ciencias de la naturaleza o de las ciencias de la vida, a partir de los interrogantes abiertos y de los posibilidades inscritas en los nuevos conocimientos de estas ciencias. Pero, no se trata de «utilizar la ciencia» con fines apologéticos, sino de interrogar a la propia ciencia para desarrollar sus propios contenidos y sus exigencias de explicación global, más allá de sus conocimientos contrastados, es decir se trata de abrir la ciencia a las dimensiones de una reflexión más global y comprensiva.

Creatividad radical

El filósofo Jean Ladrière postula y fundamenta en sus abundantes escritos sobre esta temática que la razón científica comporta en sí misma, en su propia lógica interna, la posibilidad de abrirse al sentido de la creatividad radical que opera en el cosmos y de todo lo que esta creatividad implica y de este modo abrirse al reconocimiento de la creación del Universo. El «logos» interno que anima la ciencia comporta en sí, de modo constitutivo, la posibilidad de reconocer aquello de lo que este logos es una huella. A partir de esta visión de la ciencia, a partir de esta realidad de operatividad radical existe un relé filosófico que puede conducirnos a la idea de creatividad, idea que a su vez permite el paso a la idea de creación, que incluso postula la idea de la creación. Las resonancias kantianas con sus postulados de la razón son clarísimas. La lógica reflexiva es similar o se asemeja a la perspectiva de Kant.

La responsabilidad de la razón comporta el reconocimiento del sentido del universo como obra de creación, el reconocimiento de la inteligibilidad del mundo, de su armonía y de su verdad, no como afirmación de su propia gloria, de la «gloria de la vida», sino como manifestación, devenir visible, de una iniciativa que es del orden de un don. La realidad nos envía más allá de sí misma y, por tanto, aparece como habitada por un dinamismo constitutivo estructural que va en el sentido de una unión creciente con una subsistencia creadora.

Existe el presentimiento de una presencia personal que es, a la vez, Luz, Amor y Estallido, fuente de la inteligibilidad que existe en el mundo, de su armonía y de su belleza, fuente que es don, llamada, y promesa de sí misma en y por lo visible. Aquí aparece una consonancia posible, aunque no necesaria, entre la ciencia y la fe. La ciencia no proporciona por sí misma un acceso directo a la fe. La ligazón entre razón científica y fe cristiana no tiene una conexión lógicamente necesaria, ya que, en este caso comportaría un carácter necesario y constriñente que se impondría lógica y racionalmente. Esto no sucede así, lo sabemos muy bien. Sin embargo, la ciencia como tal nos hace ver la creatividad que opera incesantemente en el mundo.

Luz, amor y estallido

A partir de esta visión de la ciencia, a partir de esta realidad de operatividad radical existe, podríamos llamarlo así, un relé filosófico que puede conducirnos a la idea de creatividad y que permite el paso a la idea de creación, o que incluso postula la idea de la creación. Las resonancias kantianas con sus postulados de la razón son clarísimas. La lógica reflexiva es similar o se asemeja a la perspectiva de Kant.

La ciencia deviene, por consiguiente, en su estricta lógica como una inmensa «parábola activa» de la creatividad universal operante en su seno. En este movimiento la especulación filosófica puede conducirnos al concepto de creación. La actualidad dinámica del cosmos manifiesta a la vez un campo de creatividad originario y manifestaciones concretas contingentes. La actualidad del acontecimiento-cosmos no puede ser pensada como actualidad en profundidad más que si está habitada por una creatividad subsistente, es decir habitada por una creatividad difusiva de sí misma. El esfuerzo especulativo consiste en interpretar el devenir universal, en su actualidad concreta, como término de una relación constituyente que le religa a una fuente subsistente, que aparecerá como pura creatividad. Aquí se abre una consonancia posible entre el esfuerzo especulativo y la fe cristiana.

Parece legítimo reconocer una afinidad positiva entre el pensamiento científico en su momento de comprehensión reflexiva y la experiencia religiosa, contemplada en su componente cognitivo. La posibilidad de la interacción entre ambos se encuentra sin duda en la co-participación de la religión y la ciencia en un mismo proceso fundamental, que es el propio movimiento de la existencia.

La ciencia tiene un primer momento que es el de una experiencia perceptiva y un segundo momento de encaminamiento de objetivación y de construcción de entidades articuladas. Pero, hay un tercer momento, el de la comprensión reflexiva, que vuelve sobre el recorrido efectuado acogiendo lo que anuncia. Esta comprensión que revela la profundidad del fenómeno es el paso a una comprensión que remonta de lo que se muestra hasta las condiciones de su manifestación, por tanto la entrada en esta regresión especulativa por la cual el pensamiento que busca la verdad intenta establecer una ligazón entre lo que se manifiesta y sus principios.

Comprensión

Al pronunciarse sobre la naturaleza de la transrealidad de donde puede venir, para la existencia, la respuesta a la espera de la salvación, la experiencia religiosa se compromete con un camino sostenido por la esperanza de que puede conducir a la existencia hasta lo Último. El pensamiento científico está llevado por la perspectiva de un acontecimiento que sería la manifestación total de lo verdadero, que sería, en relación a la búsqueda de un saber auténtico, efectivamente último. Para la conciencia religiosa, esto último del pensamiento puede y debe ser comprendido como refracción en la vida del espíritu de la presencia en ella de lo Último que evoca. «La afinidad entre la ciencia y la religión puede así ser pensada como una relación de analogía entre este camino que tiene como perspectiva lo último del saber y el camino que va al encuentro de lo último en la esperanza de la salvación. Esta analogía sugiere que el pensamiento científico, en lo más radical de su comprensión, comporta en él mismo el presentimiento de aquello que se efectúa en la experiencia religiosa y que él puede ser como un camino hacia el compromiso que presupone esta experiencia. En el pensamiento del mundo en su advenimiento existe ya, in actu exercito, el reconocimiento de la transrealidad del que él tiene su verdad»

Dios: proceso y realidad

Para esto Ladrière invoca también las reflexiones metafísicas de Whitehead y su concepción de Dios en perspectiva procesual. Uno de los aspectos más originales del pensamiento de Withehead es una concepción bastante extraña según la cual la naturaleza de Dios se divide en dos componentes, la naturaleza antecedente de Dios y la naturaleza consecuente de Dios. La naturaleza antecedente de Dios es la naturaleza de Dios considerada en ese aspecto de ella misma por la cual precede absolutamente al mundo y que el mundo hereda a cada instante. La naturaleza consecuente de Dios es la causa final última de todos los procesos de evolución del mundo, por tanto la causa final del mundo entero. Y este aspecto de Dios por el cual Dios recoge en él, como causa final y principio final de unificación, el mundo tal como él se hace, es a la vez aquello por lo que el mundo está como presentificado en Dios y aquello por lo que Dios está presente dentro de mundo. Hay una inmanencia del mundo en Dios y una inmanencia de Dios dentro del mundo.

Incluso hay una tercera naturaleza de Dios: la naturaleza «superjectiva» de Dios. La naturaleza superjectiva de Dios es Dios en tanto que habita el mundo y confiere un valor eterno positivo a todo lo que ha emergido en él, una versión que se asemeja al concepto teológico de Providencia. Por eso al final de su libro Process and Reality Withehead señala: «El principio de la relatividad universal no puede pararse en la naturaleza consecuente de Dios […] descubrimos el juicio de una ternura que no pierde nada de lo que puede ser salvado y también el juicio de una sabiduría que saca partido de todo lo que, en el mundo temporal, es puro naufragio». Para Whitehead «Dios no crea el mundo, hablando con propiedad, sino que lo salva o, más exactamente, él es el poeta del mundo, que le conduce con una paciencia tierna por su visión de verdad, de belleza y de bondad. Dios es el lugar supremo de actualidad y de realidad donde todo es salvado. Decir que el devenir del mundo es el devenir de Dios es decir que todo lo que sucede en el mundo, incluido lo que fracasa, incluido el sufrimiento y el mal, todo esto está retomado en Dios y se inscribe en una actualidad salvadora que transmuta en pura positividad todo lo que ha sucedido». En este sentido Dios es el gran compañero, el que sufre con, y el que comprende.

Por ello se puede decir que la transformación que se ha operado en la autocomprensión de la razón conduce a un estado de cosas en el que la racionalidad y la creencia se reconocen recíprocamente como dos dimensiones de la existencia, cada una con un orden propio, definido por una perspectiva específica. La racionalidad no es la conformidad del pensamiento a un modelo único (el de la ciencia de la naturaleza), que define un tipo de validez privilegiada, la racionalidad es una búsqueda, que responde a una vocación y es llevada por una esperanza.

La creencia, por su parte, no es una suerte de más allá inefable, sino exigencia de comprensión que acoge la ayuda que los instrumentos de la racionalidad pueden aportarle. «Reconociendo la vocación de la razón, la creencia cree poder interpretar, desde su punto de vista, la obra de la razón como una prolongación de la creación y el trabajo de investigación como una forma de alabanza. Y ella cree poder acoger en su propia esperanza, que es religiosa, la esperanza de la razón, que es la razón misma. El reconocimiento de las diferencias no es de ninguna manera la búsqueda de una síntesis, en el sentido de un discurso unificador. Pero ella puede perfectamente acompañarse con la creencia en una convergencia por venir. No es posible pensar la dinámica de la salvación sin pensar también que, de una manera que no nos es clara todavía, debe abrigar en sí misma la dinámica de la razón».

Por esta razón, Ladrière señala que, al realizarse, el discurso especulativo se sobrepasa y se destruye. Liberándose del discurso, la acción se descubre como la experiencia misma de la fe. Podemos pensar en la imagen de la marcha por el desierto, pero habitada por una presencia anterior que da a los peregrinos la fuerza de ir siempre más lejos. El aventurero del desierto jamás estará en reposo en la contemplación complacida de las verdades adquiridas. Estará siempre en marcha hacia nuevos territorios con la paciencia y el trabajo arduo de los que ansían la tierra prometida y avanzan con la esperanza de encontrarla o al menos de entreverla. Pero en esta marcha también existen oasis que permiten reposar y reparar las fuerzas para continuar la marcha. No todo es árido y seco. Y hay además otros aventureros que buscan el mismo fin y que hacen posible una marcha solidaria y compartida. La aventura filosófica es un camino sin fin, pero jamás en solitario.

 

José María Aguirre Oraa, profesor de Filosofía jubilado. Universidad de La Rioja

EXPLOREMOS LA EXISTENCIA EN VEZ DE INTENTAR CONTROLARLA


col charles taylor

atrio 

En su reciente viaje a Canadá el papa Francisco citó a un filósofo y sociólogo canadiense. No necesitaba Charles Taylor esta mención para ser considerado como uno de los máximos teóricos de la religión. Pero, además, es una persona creyente. De ello habla en esta entrevista que creo puede iluminar cosas que andamos buscando en Atrio: sentido, fe, conocimiento, vida... AD.

Se enfrentó como ningún otro pensador a los retos que plantea la modernidad: el filósofo canadiense Charles Taylor, de 90 años, cuenta a La Croix L’Hebdo su relectura del proyecto moderno y evoca las dificultades a las que se enfrenta hoy. Al mismo tiempo que ofrece la sabiduría de su avanzada edad.

La Croix L’Hebdo: Se dice que todo gran filósofo es un hombre de preguntas. ¿Cuál es la suyo?

Charles Taylor: Creo que todo mi trabajo gira en torno a un centro: ¿qué es el ser humano? Este interés se remonta a mucho tiempo atrás, a cuando era estudiante en Oxford. Me llamó mucho la atención, ¡negativamente! – por la filosofía que me enseñaron allí. Era una filosofía muy cartesiana y lockeana, es decir, se guiaba por una concepción dualista del ser humano, dividido entre cuerpo y alma.

Era y ha seguido siendo evidente para mí que el ser humano no funciona así, de forma mecánica. Esto es lo que pretendía demostrar. Entonces quise arrojar luz sobre cómo el hombre se entiende a sí mismo a través de lenguajes muy variados, que pueden contener más que palabras, porque también se puede entender a través de la música, de una obra de arte… Busqué los lenguajes que permiten al hombre desarrollar su vida interior, su vida profunda.

Se le considera un gran filósofo de la modernidad. ¿Qué es para usted la modernidad y cuál es el significado fundamental del proyecto moderno?

T.: Sí se me puede considerar un filósofo de la modernidad. ¿Por qué creo que es así? Porque creo que el ser humano sólo puede entenderse a través de su historia. Para ser un filósofo de la modernidad, hay que tener una cierta concepción de dónde estamos y de dónde partimos, y medir la diferencia entre ambos.

¿Qué es la modernidad? No tengo una respuesta sencilla a esta pregunta, pero destacaría algunos elementos muy llamativos. En primer lugar, está la ciencia moderna, que ofrece una concepción del cosmos completamente diferente de las grandes visiones del pasado. Después de Galileo, Descartes y Bacon, hasta los más recientes descubrimientos sobre el universo, pensamos en el ser humano a través de su evolución. La ciencia forma ya parte de nuestra concepción más profunda de nosotros mismos.

Como segundo factor de la modernidad, muy diferente, destacaría nuestra capacidad de organización, de control, de dominio. Se trata de una actitud que surgió entre los siglos XVII y XVIII, y que cada vez se acentúa más. Lo vemos con la pandemia de Covid-19. En la Edad Media, este tipo de epidemia se habría considerado una plaga, un castigo divino. Hemos organizado cuarentenas, el uso de mascarillas, buscado vacunas para controlar la enfermedad… Es una actitud moderna.

Finalmente, el tercer factor es que esta autoorganización en nuestra relación con el universo va de la mano de la autoorganización política, el gran movimiento del advenimiento de la democracia y la emancipación política.

¿Qué está en juego en la modernidad actual?

T.: Esta es la pregunta que me hice cuando era un joven estudiante en Oxford. Hay una forma de entender la modernidad que dice: “La modernidad es ciencia y tecnología”, y considera que todo lo demás son supersticiones, ideas vagas, esperanzas y miedos irracionales que es mejor dejar de lado. Esta es una tentación muy fuerte en estos días. Es fácil ver que, cuando algo va mal, nuestra primera reacción es buscar formas de controlarlo, de meterlo en una caja, de evitarlo por medios tecnológicos.

Sin embargo, esta actitud deja un hueco, un vacío, deja fuera lo que se puede caracterizar como el problema del sentido de la vida humana. Es dentro de este cuestionamiento, si uno lo siente, donde nacen las intuiciones. Llevan a la gente hacia una cierta fe, una cierta espiritualidad, formas expresivas, que les llevan a explorar la existencia más que a controlar lo que sucede. En primer lugar, la conciencia de la inmensa diversidad de caminos, de senderos hacia el sentido profundo de la existencia humana. En segundo lugar, existe una gran división entre quienes se interesan por estas vías de sentido y quienes creen que sólo importan la ciencia y la tecnología, y que por lo demás se aferran a la concepción de un ser humano que se enfrenta a un universo sin sentido. Ahora hay toda una retórica en torno al sinsentido del universo. Prefiero mirar en la primera dirección.

¿En qué punto nos encontramos en la realización del proyecto de la modernidad?

T.: Lo que más me fascina y, al mismo tiempo, me preocupa es la evolución en la que estamos inmersos. Estamos, por así decirlo, obligados a aspirar a los valores que nos hemos dado y que están definidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: libertad, igualdad entre los seres humanos, autogestión en el sentido más amplio, que incluye el proyecto de sociedades gobernadas democráticamente. Casi todo el mundo dice formar parte de este proyecto, excepto quizá Arabia Saudí. Pero, ¿cómo se puede realizar?

Poner en práctica el proyecto moderno significa enfrentarse a muchas y profundas dificultades. Hoy nos enfrentamos a patologías relacionadas con las identidades comunes. La primera de ellas es que hay ciudadanos de pleno derecho y otros que no lo son, o en menor grado. Estas diferencias de estatus provienen de concepciones casi inconscientes de las jerarquías entre hombres y mujeres, entre blancos y negros, entre occidentales y personas del mundo ex-colonial… Mientras estas personas de “segunda clase” ocupen su lugar, todo parece ir bien, pero en cuanto intentan poner en práctica la igualdad proclamada en principio, esto provoca una profunda crisis de identidad.

Esta es la crisis a la que se enfrenta Estados Unidos hoy en día, con el florecimiento de la supremacía blanca, abiertamente propugnada. Políticamente, asistimos a la lucha entre dos definiciones de identidad común.

Por un lado, los de Trump, para quienes la identidad americana más válida es la de los blancos de Inglaterra, a menudo evangélicos. Los que llegaron después son considerados ciudadanos de segunda clase. Por otro lado, Barack Obama y Joe Biden tienen una concepción diferente de la identidad, resumida en la frase de la Constitución de EE.UU. que afirma que aspira a “una unión más perfecta” y promueve una sociedad que se transforma para cumplir la promesa de igualdad y libertad que proclamó originalmente. El conflicto entre los defensores de estas dos formas opuestas de identidad se hace casi irresoluble.

Si se me permite hablar de Francia, creo que la situación es similar. Hay franceses que parecen sentirse amenazados por la presencia de musulmanes o excolonizados y no dejan de imponerles límites, no llevar el velo en la escuela, por ejemplo, o, como propuso la señora Le Pen durante la campaña, tampoco llevarlo en la calle. Sería una injusticia flagrante: estas mujeres musulmanas tendrían que elegir entre abandonar la práctica de su fe o quedarse en Francia. Para mí, esta es la versión francesa de la lucha de identidades entre republicanos y demócratas estadounidenses.

¿Cómo podemos esperar superar esta grave brecha entre los ciudadanos?

T.: En todas partes, las crisis que tiran de la identidad nacional hacen que la gente sólo pueda ver al otro como un traidor. Esto socava la vida política, que se convierte en un callejón sin salida. Hay una manera de superar esta oposición, de trascenderla, pero requiere un cambio bastante profundo en la concepción de lo que es la buena vida, la vida profunda, la vida que realmente realiza el potencial de la humanidad. Pienso en líderes como Martin Luther King o John Lewis, que vieron la posibilidad de proponer al adversario, casi al enemigo, una nueva forma de relacionarse con el otro que acepta la diferencia y abre la posibilidad de un replanteamiento creativo de la convivencia.

Así pues, hay saltos cualitativos en la historia que los pueblos son capaces de dar, pero para ello es necesario que los portavoces de un bando abandonen realmente la postura del miedo y del odio, de la ira y del temor, para dirigirse al otro como posible interlocutor. “Dejad la carga del odio”, propuso John Lewis. Esta visión antropológica de que el odio es una carga, algo que te aplasta, me parece realmente extraordinaria. Pero la oferta de diálogo tiene que ser recibida. No sé si esto sigue siendo posible en Francia y Estados Unidos… En Canadá, la situación es un poco menos grave, porque la sociedad está menos polarizada.

Sin embargo, me gustaría añadir que el gran reto de la democracia al que nos enfrentamos hoy no debería sorprendernos. En cierto modo, estaba inscrito en los altísimos objetivos que aceptamos al convertirnos en modernos, en el proyecto de crear esta sociedad autónoma, que requiere cierta unidad e igualdad entre los ciudadanos. Ante estas dificultades, o bien decimos que los regímenes autoritarios tienen razón, y renunciamos a la igualdad y al autogobierno, dejándonos gobernar por líderes esperanzadamente benévolos; o intentamos avanzar.

¿En qué terreno está arraigada su vocación filosófica, que es también una vocación de diálogo?

T.: Creo que tiene su origen en el bilingüismo de mi familia. Cuando era niño, ocurría que a menudo nos encontrábamos en familia, bien entre anglófonos que hablaban francés, bien entre francófonos que hablaban inglés. A mis padres y a mí nos llamó la atención lo que escuchamos de cada uno. Nos llamó la atención los malentendidos entre los dos grupos.

En lugar de abandonar los temas irritantes, especialmente los políticos, esta situación dio a mi familia la vocación de explicarse. Decir: “No, los otros no son así”. Tomamos este camino de forma espontánea, porque también queríamos que estos dos grupos se llevaran bien, ya que nos resultaba desgarrador que estuvieran enfrentados. Cuando tomas este camino, te conviertes de alguna manera en un traductor a pesar de ti mismo.

Es un cristiano, un católico. ¿Cuál ha sido su trayectoria de fe?

T.: Nací en Quebec, en una familia mixta anglicano-católica. La parte católica de mi familia está ligada a mi madre, que es francófona. Mi padre, anglicano, no era muy devoto. Era de Toronto y no hablaba ni una palabra de francés. (Risas.) De niño, iba a misa todos los domingos en una parroquia algo rica de Outremont. Allí aprendí una cierta retórica católica, pero no cuajó, y de adolescente me apagó por completo el extraordinario afán de control que conllevaba ese catolicismo.

El problema del catolicismo quebequense era el de un pequeño pueblo francófono que quedaba a orillas del río San Lorenzo, rodeado de grandes continentes de habla inglesa. ¡Y tenía que sobrevivir! La supervivencia requería cohesión; y esta cohesión se produjo a través del nacionalismo quebequense, cuyo aspecto esencial era la fe católica. Era, por tanto, un catolicismo de identidad muy fuerte: teníamos que estar juntos. Abandonar la fe era una traición al pueblo… Esta insistencia terminó por convertirme en un perdido, en un irredento, para este tipo de creencias. Mi hermano simplemente abandonó la fe, considerándola ridícula.

¿Qué es lo que le mantiene del lado de la fe?

T.: Si tomé un camino diferente al de mi hermano, fue porque, afortunadamente, conocí muy pronto a los grandes autores que prepararon el Concilio Vaticano II, como Henri de Lubac e Yves Congar. Entre los dominicos y los jesuitas franceses y quebequenses, todos se conocían, y sus textos circulaban incluso después de su condena por Roma. Leí sus escritos cuando tenía 22 años, ¡antes de la muerte de Pío XII! Me impresionó y conmovió profundamente. Entonces empecé un cierto viaje con la fe católica. Así que lo que escribí en La era secular es en cierto modo autobiográfico. En este libro, hablo de cómo la gente, sin contacto con la fe cristiana o después de un contacto negativo, se encuentra con un texto o una persona, un “punto de contacto” con la fe cristiana, se apodera de ella y comienza un viaje.

Es a través de estos buscadores que se crean nuevos puntos de contacto. Así se construye una vida eclesiástica muy diferente a la del pasado y que, desde luego, no está centrada en los reglamentos. Creo que estamos llegando a una época en la que no hay otra forma de entrar en la fe que encontrar estos puntos de contacto e inventar nuevas formas eclesiales.

Ha conseguido muchas cosas en su vida, y ahora está llegando a una edad en la que es consciente de que hay cosas que ya no puede hacer y otras que no tendrá tiempo de hacer. ¿Cómo vive esta relación con la finitud humana?

T.: A medida que me hago mayor, la situación es a la vez peor y mejor de lo que usted describe. (Risas.) Es peor, porque cuanto más viejo te haces, más ves que hay muchas cosas que aún no has entendido. Y lo que necesitas entender para tener realmente un control sobre la vida, la conciencia de lo que necesitas saber, crece a medida que avanzas. ¡Estás persiguiendo un límite que corre más rápido! (Risas.) Así que eso lo hace peor. Pero, por otro lado, también lo hace más llevadero.

Imagínese llegar a mi edad y que sólo se necesitase un poco para llegar a la comprensión más completa. (Señala un pequeño hueco entre el pulgar y el índice.) Y en ese momento te pones enfermo, te mueres, y echas de menos ese pedacito… ¡Sería absolutamente desesperante e insoportable! Pero es lo contrario. Sócrates tenía razón. Sí, realmente tenía razón: cuanto más entiendes, más ves que no entiendes mucho… Rima con esta sensación de que la meta del conocimiento completo se aleja, hasta el punto de que queda claro que ningún ser humano podrá alcanzarla nunca.

A lo largo de su vida, ¿qué fuentes han regado su camino espiritual?

T.: Hay muchas. He citado a los teólogos franceses del Vaticano II. También recibí mucho de Rowan Williams, el arzobispo de Canterbury, y del sociólogo inglés David Martin. Algunos poetas también me ayudaron: Hölderlin, Rilke, Baudelaire… Y luego está Dostoyevski, por su comprensión extraordinariamente profunda del mal y de la fe. La ortodoxia en general ha sido una fuente muy importante para mí. Asistí a la liturgia de Pascua en una iglesia rusa a una edad muy temprana. Me afectó profundamente y me sigue afectando.

¿Por qué cree que es así?

T.: Me resulta difícil expresarlo con palabras… Cuando asistes a la liturgia ortodoxa de Pascua, hay un canto que proclama: “Cristo ha resucitado; a través de la muerte ha vencido a la muerte. A los que estaban en las tumbas les ha dado vida”. Cuando lo escuché por primera vez, mi padre se estaba muriendo -murió cuando yo era muy joven. La liturgia ortodoxa abre la perspectiva de la resurrección.

Usted menciona la resurrección. Su amigo, el filósofo Paul Ricoeur, se negó a imaginar la vida eterna para no abarrotarla de imágenes infantiles, conformándose con estar “vivo hasta la muerte”. ¿Cómo prevé esta travesía?

T.: No puedo imaginarlo, a decir verdad… No puedo imaginar esta vida más allá de nuestra vida. Por el momento, es un enigma para mí. Cuando uno envejece, como yo, siente que está perdiendo sus medios, sus capacidades. Es la muerte en pequeños pasos. Es difícil vivir así: y, afortunadamente, la fe contrarresta este sentimiento de condena. Pero la fe siempre plantea este reto al ser humano: no es lo que nos parece más importante en nuestra vida cotidiana lo que nos permite identificar las cuestiones decisivas.

¿Esas pequeñas muertes que menciona sólo dan lugar a arrepentimientos o pueden abrir una forma diferente de ser? ¿Están “enseñando”?

T.: Deberían hacerlo, y estoy seguro de que a cierto nivel lo hacen. Porque no se puede vivir siempre como si uno fuera un gran atleta que acaba de ganar una prueba olímpica… (Risas.) Son un estímulo para pensar y reflexionar más que una fuente de respuestas inmediatas.

Para ponerlo en términos de música, hay una cantata de Bach que dice “Ich habe genug” [“Ya tengo suficiente”, nota del editor] donde se expresa el deseo de la vida eterna. Es extraordinario, es muy hermoso, pero no puedo –hasta ahora– sentir la proximidad de la muerte de esta manera. Sin embargo, es importante que la música no sólo te ofrezca una articulación de lo que sientes profundamente, sino que también te plantee el reto de entender esta actitud tan diferente ante la muerte. Y quizá un día te llame y te diga: “Ya entiendo a Bach” (risas).

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Sus fechas

1931 Nace en Montreal, Canadá.

1961-1997 Profesor de ciencias políticas y filosofía en la Universidad McGill de Montreal.

1989 Las fuentes del yo. La formación de la identidad moderna (Seuil, 1998, 720 p., 28,40 euros)

1991 Le malaise de la modernité (Cerf, 2015, 125 p., 6,60 euros)

2007 L’âge séculier (Seuil, 2011, 1 344 p., 35,50 euros). Nombrado por el gobierno de Quebec como copresidente de la “Comisión de Consulta sobre Prácticas de Acogida”. Su informe, más liberal que el de la Comisión Stasi (1998-2004) en Francia, aboga por la prohibición de los símbolos religiosos sólo para los empleados del Estado en puestos de autoridad y la retirada del crucifijo de la Asamblea Nacional.

2015 Comparte con el filósofo Jürgen Habermas el premio John Werner Kluge, dotado con 1,5 millones de dólares, por los “logros de toda una vida en las humanidades y las ciencias sociales”

 

UN "DIOS INTERVENCIONISTA" NO EXISTE. PORQUE SI EXISTIERA SERÍA UN MONSTRUO


col agua

 fe adulta

Basta un uso básico de la razón -don del Dios verdadero- para ver la evidencia de esta afirmación: "Un dios intervencionista NO existe, porque si existiera sería un canalla".

¿Has visto o padecido alguna de las infamias, dolores y horrores de este mundo? Entonces no puedes creer en un "dios intervencionista". Si existiera, evitaría todo eso y más. ¿No lo haría cualquier madre?

Dios NO puede intervenir en la administración de este mundo porque la ha confiado a nuestra inteligencia, voluntad y libertad. Lo dice claramente el Génesis: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y gobernadla" (Gn 1,28). No seríamos verdaderamente libres si estuviéramos "intervenidos". Y Dios quiso crearnos libres, a su imagen, para que creciéramos conduciendo nuestra existencia.

Pero nos han metido en la "rutina errónea" de pedir y pedir que Dios intervenga, hasta en los más pequeños detalles: que el niño apruebe, que se me quite el dolor de rodilla, que se cure mi padre, que se convierta mi vecino, etc. Y ahí andamos enrolados, sin meditar en lo absurdo de nuestra actividad religiosa.

Dios no tiene más manos, ni pies que los tuyos. Eres tú el que puede y debe actuar para hacer crecer el bien en el mundo, eres tú el que tiene que buscar los remedios y las soluciones. Lo dice claramente la "parábola de la viña arrendada" (Mt 21,33): el dueño se ausentó y la dejó en manos de los viñadores. Algún día volverá y pedirá las cuentas. Lo mismo se lee en otras parábolas como "la de los talentos" (Mt 25,14).

Por cierto, una de las decisiones que no valoramos lo suficiente es el "voto democrático". Muchísima gente vota con las tripas en vez de usar la cabeza y elige a quienes nos conducen a la ruina. En vez de votar a "los mejores, los más preparados, los que han demostrado que levantan la nación", como ya proponían los sabios griegos. Muchos votan por ideología religiosa, política, familiar, por resentimiento, odio, egoísmo, etc.

La administración de un país hay que confiarla a quienes saben administrar este mundo y conducirnos a la prosperidad y libertad. ¡Cuánto dolor reparten los embaucadores que nos llevan a la ruina! Muchas veces envueltos en banderas de igualdad, defensa de los pobres, progreso, etc. Sin embargo "sus hechos históricos" son nefastos y totalmente contrarios a sus efímeras promesas.

¡Cuántos países hay hoy mismo que se han hundido por votar ideologías ya fracasadas, por elegir a ignorantes, mentirosos o parlanchines, por seguir a "flautistas de Hamelín" que conducen al precipicio con su magia musical!

De nada te servirá después pedir a Dios que resuelva los problemas, que nos dé paz y prosperidad, que ilumine a los gobernantes, etc. como hacemos inútilmente en la Misa. Podría responderte desde el cielo: "¿Te informaste y elegiste bien? La administración de este mundo es cosa vuestra, para eso os doté de inteligencia, voluntad y libertad".

Si fuéramos conscientes de lo que nos jugamos a la hora de ir a votar, nos entrarían escalofríos. Un enorme porcentaje de nuestra vida depende del "entorno" en que vivimos y por tanto de quienes nos gobiernan. Esta es la verdadera "causa de la pobreza" de muchos países y no la "pecadora injusticia" que muchos magnifican.

Y es que Dios nos ha regalado un enorme jardín con todo lo necesario para vivir bien y progresar. Él nos apoya y nos ilumina desde dentro para que acertemos en el uso de nuestra libertad y nos empuja a progresar a través del íntimo "dinamismo de crecimiento". Si interviniese en este mundo, estaría condicionando nuestra libertad que no sería plena. Cuando El nos da algo, nos lo da completo, aún a riesgo de que no lo administremos bien. ¿No has leído la "parábola del hijo pródigo" (Lc 15,11)? ¿Qué más necesitas para entender?

Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Por qué la Iglesia camina en dirección contraria al sentido común? ¿Por qué nos han enseñado a pedir en todo momento la "intervención" de Dios? ¿Por qué la mayoría de oraciones le insisten que intervenga y cumpla sus obligaciones? ¿No debería ser a la inversa?

Somos nosotros los que tenemos que aprender a discernir nuestros deberes humanos y administrar bien nuestras vidas. Pero esta certeza apenas la promocionan los "maestros de la ley". Prefieren inducirnos a creer en un supuesto "dios perchero".

Por eso esa pregunta deberías hacérsela a los dirigentes de la Iglesia"venerados y ensalzados" por el instintivo "clericalismo" con que nos educaron. En mi opinión, se han distanciado del Evangelio, lo que nos lleva camino de Babilonia, es decir, al destierro. Del que solo volveremos cuando nos abracemos a Jesús de Nazaret y su Evangelio. Una vez más la historia se repite.

Te convencerás solo con ver que los sacerdotes disminuyen, que su edad media está en más de 65 años, que jóvenes y adultos huyen de una "religión irracional", rutinaria y aburrida, que la mayoría de la gente pasa de las moralinas clericales, que los colegios católicos se han descafeinado, etc. Solo prospera la Iglesia en aquellos países que todavía viven sumergidos en la ignorancia, la magia, los mitos y las imaginadas intervenciones sobrenaturales.

Para terminar te traeré la voz de una joven mística que tuvo que bajar a lo más profundo de sí misma para sentir el abrazo de Dios y comprenderle. Hay verdades que se hacen evidentes desde el más intenso desamparo.

Etty Hillesum (1914-1943). Joven holandesa de origen judío, aunque conocía y apreciaba el Evangelio. Sus vivencias espirituales profundas quedaron recogidas en sus diarios. Fue deportada y murió en Auschwitz. A propósito del sufrimiento que le circundaba, oraba y escribía:

"Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento humano. Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones por el futuro pesen como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica…

Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos. Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento de ti en nosotros.

Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida…Y con cada latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nuestro interior…"

No existe, pues, el "silencio de Dios". Él está presente en nuestro interior siempre. Pero somos nosotros sus "delegados" para construir la humanidad en este mundo que nos ha entregado para que lo administremos.

Si existiera un "dios intervencionista" que hubiese permanecido inactivo ante los horrores de la Segunda Guerra, por ejemplo, sería un "dios despreciable, perverso y canalla". Pero los cristianos tenemos la revelación del Abba de Jesús y sabemos que Dios es todo amor y ternura, como desgrana el Evangelio y nuestro interior corrobora. Somos nosotros los que tenemos que buscar, encontrar y sembrar el "reino de Dios" en este mundo.

Una última observación. Todos los dolores y horrores de aquellos años comenzaron con una "democrática votación" a favor del "nacional socialismo"

Aquel error inicial de tanta gente, muchos buenos seguramente, fue el origen de una inmensa barbarie.

Nosotros administramos el mundo y el mundo sufrirá si no acertamos en nuestras decisiones. "Quien no aprende de sus errores está condenado a repetirlos".

Comprendo perfectamente que a muchos asuste esa "responsabilidad" de ser conductores de sus vidas. Prefieren ser eternamente "niños" y colgarse de un supuesto "dios niñera" al que hay que "usar" para satisfacer nuestras necesidades a golpe de insistente petición. Esto es lo que nos han enseñado y a lo que nos inducen con las plegarias oficiales.

En contraposición a ese "dios externo y mágico", está el Dios de Jesús que se ausenta discretamente de nuestras vidas (lo repite el Evangelio) para que seamos responsablemente "libres". Pero permanece en nuestro "interior" siempre para iluminarnos, motivarnos, apoyarnos y fortalecernos como un Padre amantísimo.

Y nos ha dado una Tierra llena de recursos y regalos para que la gobernemos y consigamos todo lo que necesitamos. Es un Dios que no interviene directamente en este mundo porque ya nos ha dado toda su herencia. Pero es un "Dios siempre presente" para que consigamos humanizar el mundo, extender su Reino y ser felices.

P.D. Había terminado esta meditación cuando cayó en mis manos una homilía de un humilde y gran teólogo. Copié este luminoso párrafo:

"De manera menos lapidaria yo me atrevo a decir: Si rezamos, esperando que Dios cambie la realidad: malo. Si esperamos que cambien los demás, malo, malo. Si pedimos, esperando que el mismo Dios cambie: malo, malo, malo. Y si terminamos creyendo que Dios me ha hecho caso y me ha concedido lo que le pedía: rematadamente malo. Cualquier argucia es buena, con tal de no vernos obligados a hacer lo único que es posible: cambiar nosotros" (Fr. Marcos).


A DIOS NO SE LE PREGUNTA '¿POR QUÉ?'


col alberto reyes

 religión digital

Creo, firmemente, que Dios nos ama y sabe lo que hace, y que nunca permitiría que a sus hijos llegara un sufrimiento inútil, porque nadie mínimamente bueno haría sufrir a otro ser humano por gusto.

Sin embargo, constato que Dios permite que lleguen a nuestra vida sufrimientos profundos, que no siempre podemos evitar. Alzar el puño y decirle a Dios: “¿por qué?”, sería admitir que no me ama, que se ha olvidado de mí, que me está castigando, o maldiciendo. Pero como esto es impensable en Dios, entonces sólo me queda admitir que, cuando Dios permite un sufrimiento, lo hace porque quiere darme algo, quiere que entienda algo, quiere que crezca, que me renueve, que sea mejor persona, que mi vida sea diferente… y bajo esta perspectiva, sólo me queda preguntarle a Dios: “¿para qué?”.

¿Para qué permites que llegue a mi vida algo que no he pedido, que no me gusta, que no quiero…? ¿Para qué ha permitido Dios que llegara el comunismo a la más próspera de las islas del Caribe? ¿Para qué ha permitido Dios no sólo que perdiéramos la libertad sino que esta dictadura durara más de 63 años, arrasando con los sueños de varias generaciones? ¿Para qué ha permitido que tantas personas valiosas huyeran y abandonaran su tierra, muriendo incluso en el intento? ¿Para qué ha permitido Dios que nuestra vida cotidiana se haya convertido en un calvario de precariedad, de angustia existencial, de necesidad agobiante? ¿Para qué permite Dios que cada vez que mi pueblo alza la voz diciendo: “¡Basta!”, la respuesta sea una represión tan brutal y sádicamente sistemática que nos sumerge en la (falsa) sensación de que esta opresión es inamovible?

¿No será que todavía no hemos entendido lo que Dios quiere decirnos, o darnos? ¿Será que Dios quiere que comprendamos que haberle dado la espalda y haber cambiado el cuadro del Sagrado Corazón por el de los líderes de la hoz y el martillo fue el peor error de nuestra historia? ¿Será que no hemos entendido que “no hay patria sin virtud ni virtud con impiedad”; que la libertad no se mendiga sino que se conquista; que a los que nos gobiernan no les importa nuestra vida, ni nuestros sueños, ni nuestro presente, ni nuestro futuro; que a los que nos han gobernado y nos gobiernan no les importa que mueran nuestros hijos, sea en Angola o en Matanzas; que las repetidas llamadas a “resistir y vencer”, “hacer más con menos” o convertirnos y reconvertirnos en un “pueblo aguerrido” no son sino placebos para enardecernos con un futuro luminoso y hacernos olvidar la esclavitud del presente; que cuando se nos insiste en ejercer el derecho al voto todo está, en realidad, ya decidido; que llevamos años echándole la culpa a un enemigo externo cuando, en realidad, el enemigo está en casa?

¿Será que no hemos entendido que callarse para no buscarse problemas lo único que hace es normalizar y perpetuar nuestra miseria; que no manifestarse públicamente es seguir esperando a que un día “pase algo”, o a que alguien “haga algo” cuando la solución está en nuestras manos; que cuando nos ponemos dignos y luego de golpearnos nos dan pollo y champú, nos están tratando como a mascotas a las que hay que calmar para que estén tranquilas y obedezcan; que cuando nos reprimen no está sucediendo algo extra-ordinario sino que, sencillamente, es lo esperable, y que no puede ser diferente, porque una vez que se ha usurpado el lugar de Dios, el resto de los mortales es prescindible y despreciable? ¿Será que todavía no hemos entendido?

Igual me equivoco, igual son elucubraciones peregrinas mías, pero es que no puedo evitar que las ideas se agolpen en mi mente, y me persigan con saña cuando de repente me da por eso de estar pensando.

 

Por P. Alberto Reyes, arquidiócesis de Camagüey*

Religión Digital

*Texto tomado del perfil de Facebook del autor

OBISPOS MUY RICOS


col aradillas

 religión digital

Es posible que la aseveración y conformación de que los obispos -nuestros obispos- son ricos -muy ricos-, a no pocos seglares -ellos y ellas- les parezca una apreciación infeliz y exagerada, propia de tiempos extintos anticlericales, enemigos de la Religión, con inclusión de la que incluye los nombres de Jesús, la Virgen, santos y santas.

Esto no obstante, y efectuados estudios y encuestas de carácter abiertamente científico, los resultados de que multitud de personas están convenidas de que los obispos, por obispos, son ricos, es de dominio público y hasta de “sentido común,” aún después de que el Concilio Vaticano II y posteriores denuncias y revelaciones del papa Francisco las avalen. Este, el papa “franciscano”, no se ahorra la condena de los ricos – y más de los obispos- , con las debidas exigencias penitenciales del propósito de enmienda y reparación, dentro de lo posible y de lo que cabe.

Es de destacar cuanto antes que la expresión “rico-riqueza” (de origen etimológico germánico), incluye no solo los conceptos gramaticales de “acaudalado, abundancia de bienes y recursos económicos”, sino además y en proporciones idénticas, los de “poder, autoridad, mando, dominio, señorío e influencia”.

Desde perspectivas tan complejas, pero todas ellas significativas y reales, en las que lo divino se entremezcla episcopal y semi dogmáticamente con lo humano, tanto en esta vida como en la otra, no cabe la mínima posibilidad de cuestionar, ni rechazar, que la condición de obispos habrá de llevar consigo la condición y calificación de “ricos” para todos los que fueran nombrados- que no elegidos-, para tal menester-ministerio en la Iglesia, y todavía en gran parte y proyección en la sociedad en la que vivimos.

Es lo que hay y, por lo visto, lo que quieren los Nuncios que haya, pese a denodados esfuerzos del papa Francisco por encontrar y seguir caminos que también presupongan elementos sagradamente democráticos.

Del colectivo de sacerdotes “episcopables”, tanto del clero diocesano como del regular, que no sean proclives a ejercer de ricos en su día, ya desde el primer momento de su “toma de posesión de la catedral”, puede asegurarse que seguirán pernoctando en la terna vaticana curial casi a perpetuidad. Difícilmente serán seleccionados.

Tampoco lo serán quienes tengan vocación de mártires por su testimonio de vida y consagración al evangelio, en cuyos versículos más decisivos y veraces, los pobres, y solamente los pobres, tienen asegurada su sede, es decir, su rinconcito. Mons. Romero es modelo y patrono. También lo son aquellos obispos quienes, al comprobar que tenían que ser y ejercer de ricos, optaron por dimitir cuanto antes y refugiarse en la Amazonía y sus alrededores, o ser y ejercer de capellanes de monjas de clausura, tal y como refieren las crónicas en relación con la “vida y milagros” de un par de obispos españoles actuales.

Saber de buena tinta y comprobar con los propios ojos, que ciertos “episcopables” tomarán y vivirán en serio el evangelio siendo obispos, no facilitará su acceso a la mitra y ni siquiera a la ex “primada”. La misma CEE -Conferencia Episcopal Española- relegará a algunos de estos “pobres” a acólitos o auxiliares a Comisiones de tercer orden y “por los siglos de los siglos”.

Obispos pobres, y lisa y llanamente preocupados y ocupados en el santo Evangelio, dejando ahora y aquí de lado, lo de “Sucesores de los Apóstoles”, carecen de presente y de futuro en la Iglesia, y más en la española. Los obispos “pobres” molestan, crean problemas, estorban y hasta son tildados de “infieles”, aunque el papa Francisco se muestre tan empeñado en reeducar a la Iglesia “oficial” con criterios y pedagogía sinodales, avalados con los sacrificios que le proporcionan su rodilla y las limitaciones de la edad, aun cuando no lo parezca, y sepa ocultarlo.

Los obispos son ricos. Riquísimos. Las catedrales -inmatriculadas o no-, son de la Iglesia. Es decir, propiedad del obispo. En ellas fueron, y serán, enterrados, sin ahorrarse los futuros turistas las visitas y la admiración de los mausoleos de algunos, verdaderas obras de arte, que compiten en majestuosidad y asombro con los de los reyes, emperadores y señores feudales, todos, y por igual, a la espera de la resurrección de los muertos y del perdón de sus pecados.

Son fieles exponentes de la riqueza que define a los obispos los palacios en los que residen, avecindados todos ellos en las calles llamadas “del Obispo”, algunas de tan nobles casas palaciegas, directamente comunicadas con los templos catedralicios mediante arcos suntuosos, de una sola dirección y sin posibilidad de uso para el resto del pueblo, que no por eso deja de ser “pueblo de Dios”, sino todo lo contrario. Los obispos creen ser ricos por poder relacionarse solo y directamente con Dios, siempre y en última e inapelable instancia.

El argumento frondoso de que, a lo que más llegan los obispos es a ser administradores de los bienes de la Iglesia, pero no ricos, no tiene validez, si se piensa que los terrenales no son eternos y no les acompañarán a sus poseedores “por los siglos de los siglos”, aun equipados con los documentos legales de su pertenencia.

¡Papa Francisco, facilite caminos de “episcopalidad” a obispos que sean y ejerzan de pobres! Los obispos ricos, tal y como refieren con datos y pruebas las historias de los episcopologios, son quienes nos legaron la Iglesia que tenemos, y que usted, con el santo Evangelio y sinodalmente, pretende reformar lo antes posible.

 

INTERROGANTES ANTE UN CONSISTORIO CARDENALICIO


col gerardo

 fe adulta

El Papa ha convocado un consistorio. Ha elegido a 20 personas y les va a conceder el título, los quehaceres y los honores de cardenales. Pero sobre todo, les concede el poder de elegir al papa siguiente en caso de muerte o renuncia de él.

Me crea muchos interrogantes en una iglesia en medio de búsqueda de una sinodalidad. ¿Cómo se entiende que sea el Papa quien elige y nombra? Ahora se ve claramente que los elegidos son de un estilo, con sabor a oveja y sentido de servicio y pobreza. Pero el gran interrogante que me crea es: eligiendo el Papa a su sucesor, ¿se fomenta el sentido de universalidad y de participación de toda la iglesia en su nombramiento? Como los ha elegido de un estilo y con una tendencia, ¿podría elegir a personas de otro estilo y dirección? ¿Esto fomenta la sinodalidad?

Es cierto que el ideal es que al papa lo elija toda la iglesia y que a esto, de alguna forma, apunta el actual sistema electoral. Pero ¿no hay otros medios más participativos y universales? ¿Podría ser que los presidentes de las conferencias episcopales fueran quienes elijan? Y entonces sí que habría universalidad y participación de todos los miembros de la iglesia, porque se supone que los presidentes de las conferencias han sido elegidos desde la participación de los obispos de cada país. Y los obispos serían nombrados y elegidos por las comunidades cristianas.

Hace falta dar más pasos para que seamos los cristianos quienes elijamos a los obispos. Y así se marca todo un camino de implicación del pueblo de Dios. Aunque de momento los cardenales no hace falta que sean obispos.

Leo en los medios que se hacen cálculos a ver de qué color puede ser el nuevo papa saliendo de los actuales cardenales. Creo que el Espíritu guía a la Iglesia, pero lo hace a través de personas concretas. El papa ya tiene toda una serie muy amplia de dicasterios, organismos e instituciones y goza de otros muchos grupos que le asesoran y apoyan en sus documentos y líneas pastorales.

Aprovechemos la oportunidad. Y ojalá se realice un cambio muy fuerte para que los cristianos estemos implicados, y complicados, en la marcha de la Iglesia a todos los niveles. Actualmente siento que es una de las organizaciones en la que menos participa la gente desde las bases en la toma de decisiones y en la elección de los responsables. Sin entrar en “las” Es momento muy oportuno para dar pasos hacia la sinodalidad Caminando hacia la Iglesia de Jesús.