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martes, 7 de abril de 2015

Una revolución en la evolución Leonardo Boff



Leonardo Boff2Existe una percepción generalizada de que el ser humano de hoy es alguien que debe ser superado. Todavía no ha terminado de nacer, pero está latente dentro de los dinamismos del proceso evolutivo. Esta búsqueda del hombre y mujer nuevos tal vez sea uno de esos anhelos que jamás lograron progresar en la historia.
Demos dos ejemplos. El pensamiento mesopotámico produjo la epopeya de Gilgamesh (siglo VII a.C) que está muy cerca del relato bíblico de la creación y del diluvio. El héroe Gilgamesh, angustiado por el drama de la muerte, busca el árbol de la vida. Quiere encontrar a Utnapishtim que había escapado del diluvio, había sido inmortalizado, y vivía en una isla maravillosa donde no reinaba la muerte. En su camino, el dios Sol (Shamash) le apostrofa: «Gilgamesh, la vida que buscas nunca la vas a encontrar». La divina ninfa Siduri le advierte: «cuando los dioses crearon la humanidad le dieron como destino la muerte; ellos retuvieron para sí la vida eterna. Gilgamesh, harías mejor llenando el vientre y gozando la vida de día y de noche; alégrate con lo poco que tienes en tus manos».


Gilgamesh no desiste. Llega a la isla de la inmortalidad. Consigue le árbol de la vida y regresa. Al volver, la serpiente sopla con su aliento fétido el árbol de la vida y lo roba. El héroe de la epopeya muere desilusionado y va «al país donde no hay retorno, donde la comida es polvo y barro y los reyes son despojados de sus coronas». La inmortalidad sigue siendo una búsqueda perenne.
Nuestros tupi-guaraní y apopocuva-guaraní crearon la utopía de la “tierra sin males” y la “patria de la inmortalidad”. Vivían en movilidad constante. De la costa de Pernambuco de repente se desplazaban hacia el interior de la selva, junto a las cabeceras del río Madeira. De allí, otro grupo se ponía en marcha hasta llegar a Perú. De la frontera de Paraguay, otro grupo se dirigía a la costa atlántica y así sucesivamente. El estudio de los mitos por los antropólogos desveló su significado. El mito de la “tierra sin males” ponía en marcha a toda la tribu. El chamán profetizaba: “va a aparecer en el mar”. Para allí marchaban esperanzados. Mediante ritos, danzas y ayunos creían volver el cuerpo ligero e ir al encuentro en las nubes de la “patria de la inmortalidad.” Desilusionados, regresaba a la selva hasta oír otro mensaje e ir en busca de la ansiada “tierra sin males”, anhelo de una esperanza imperecedera.
Los dos relatos expresan en forma mítica lo mismo que expresan los modernos en el dialecto de las ciencias. Estos no esperan el ser nuevo del cielo, quieren gestarlo con los medios que les ofrece la manipulación genética. Seguimos buscando y no obstante, muriendo siempre, jóvenes o mayores.
El cristianismo se inscribe también dentro de esta utopía. Con la diferencia de que ya no es una utopía sino una topía, es decir, un acontecimiento bienaventurado e inaudito que irrumpió dentro de la historia. El testimonio más antiguo del paleocristianismo es este: “Christus ressurrexit vere et aparuit Simoni” (Lc 24,34): “Cristo resucitó verdaderamente y apareció a Simón”.
Entendieron la resurrección no como la reanimación de un cadáver, como el de Lázaro, que después acabó muriendo nuevamente, sino como la emergencia del ser humano nuevo, el “novíssimus Adam” (1Cor 15,45), el “novísimo Adán”, como realización plena de todas las virtualidades presentes en lo humano.
No encuentran palabras para expresar ese fenómeno inaudito. Lo denominan “cuerpo espiritual” (1Cor 15,44). Eso parece contradictorio para la filosofía dominante en la época: si es cuerpo no puede ser espíritu; si es espíritu no puede ser cuerpo. Solo uniendo los dos conceptos, según los primeros cristianos, hacían justicia al hecho nuevo: es cuerpo pero transfigurado; es espíritu pero liberado de los límites materiales y con dimensiones cósmicas.
Dicen más: la resurrección no es simplemente un acontecimiento personal, realizado en la vida de Jesús. Es algo para todos e incluso cósmico, como aparece en las epístolas de san Pablo a los Colosenses y a los Efesios. Por eso san Pablo reafirma: “él es la anticipación de los que han muerto… Así como por Adán todos murieron, así por Cristo todos volverán a vivir” (1Cor 15,22).
Este es un discurso de fe y religioso, pero no deja de tener su importancia antropológica. Representa una entre tantas respuestas al enigma de la muerte, tal vez la más prometedora.
Si es así, estamos ante una revolución dentro de la evolución, como si la evolución anticipase su fin bueno en el auge de la realización de sus potencialidades escondidas. Sería una miniatura que nos muestra a qué gloria y a qué destino sumamente feliz estamos llamados.
Así vale la pena vivir y morir. En realidad, no vivimos para morir. Morimos para resucitar. Para vivir más y mejor.
A todos los que creen y a aquellos que dejan en suspenso su juicio, buenas fiestas de Pascua.


*Leonardo Boff escribió La resurrección de Cristo, nuestra resurrección en la muerte, 5ª ed., Sal Terrae 2007.



Traducción Mª José Gavito Milano

Pascua José Arregi, teólogo


José Arregui1
El laurel y el sauce han florecido, las yemas del chopo revientan, canta el zorzal en lo más alto de la rama, la primera luna llena de la primavera resplandece en la noche. Es la Pascua de la vida que renace cada año: hace miles de años la celebraban los agricultores con el pan de las primeras gavillas, y los pastores con la carne de los primeros corderos. La vida es imparable y siempre nueva, como el Espíritu o la Ruah que respira en todo y reanima lo que parece muerto.
 Es la Pascua que los judíos historizaron para celebrar la liberación de su pueblo oprimido bajo el faraón, imagen de todos los pueblos oprimidos.

Es la Pascua cristiana de la memoria de Jesús, el profeta mártir, el justo condenado, el Prójimo compasivo del leproso y del hambriento, el Buen Samaritano de todos los heridos, el amigo de publicanos y prostitutas, el alegre comensal de los impuros y despreciados, el sanador de cuerpos y de almas, el mensajero de Bienaventuranzas para los pobres y perseguidos.
Es la Pascua del Crucificado resucitado. ¿Pero qué significa resurrección? No pienses en ningún milagro “sobrenatural”, piensa en el milagro de la vida que eres y que ves cada día en todo. La resurrección de Jesús no es la reanimación física de un cuerpo muerto, ni significa que sus células y átomos se habrían transportado súbitamente al cielo o a “Dios”, quedando el sepulcro vacío. No se trata de un hecho único y excepcional, como si nadie hubiera resucitado hasta ese momento ni hubiera de resucitar hasta el “fin del mundo”. Ciertos, los cristianos llamaron y seguimos llamando a Jesús “primicia” de la resurrección universal o “primer nacido de entre los muerto”: es nuestra forma de decir que él es para nosotros el icono y el ejemplo de la vida resucitada de todos los vivientes en el Viviente, en la Vida, en Dios.
Es la Pascua de la Resurrección de Jesús, pero no tuvo lugar hace 2000 años, ni unos días después de su muerte en cruz. Cada día es el “tercer día” pascual. Desde que nació hasta que murió, Jesús vivió resucitando a la vida que no nace ni muere, como todos los vivientes que viven de verdad. Jesús resucitaba sobre todo cuando se compadecía y curaba, cuando tocaba a los intocables, cuando escuchaba historias de dolor y contaba parábolas de desafío, cuando denunciaba las mentiras de la religión y los abusos del imperio, cuando anunciaba que otro mundo mejor es posible en estas nuestras pobre manos. Jesús resucitó en su vida y, cuando murió dándolo todo, resucitó del todo, como todos los que mueren dando la vida, pues dar la vida es vivir plenamente.
La resurrección de la Vida tiene lugar desde el comienzo del mundo, si hay un comienzo, y seguirá teniendo lugar hasta el fin del mundo, si hay un fin. Resucita la semilla en la flor del laurel, el árbol en la semilla, la flor en el árbol, el canto en la rama, la Vida en la Tierra, el Espíritu en la materia, Dios en el cosmos. La vida resucita cuando triunfa la bondad y es feliz. La vida resucita en el hijo cuyo padre fue asesinado por ETA y ha vencido el deseo de venganza hasta ser capaz de hablar con los asesinos de su padre y de perdonarlos. La vida resucita en la hermana de un joven torturado, asesinado y desaparecido por el GAL a las órdenes del Estado, y nunca ha odiado a los que lo hicieron. La vida resucita en el parado que lucha y en la persona deprimida que se levanta de la postración gracias a la serotonina y al Espíritu Paráclito que vive en todo.
Amiga, amigo, es tu Pascua. Tú también eres el Viviente, la Viviente, en la gran Comunión de todos los seres hermanos. Abre los ojos como María de Magdala y los discípulos de Emaús. No temas. Acoge y celebra tu vida, y cuídala en medio de todas tus cruces y luchas. La Vida puede más. El bien es más fuerte. El Espíritu te habita. Levántate y vive.
(Publicado el 05-04-2015 en DEIA y los Diarios del Grupo Noticias)

Iglesia expectante por la beatificación de Don Helder Cámara


Helder Cámara
A menos de un año de la solicitud de apertura del proceso de beatificación de Don Helder Cámara, la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano envió una carta a la arquidiócesis de Olinda y Recife [Estado de Pernambuco], en Brasil, acusando haber recibido la solicitud. Según el texto firmado por el prefecto de la Congregación, cardenal Ángelo Amato, ahora debe esperar el pronunciamiento de otros dicasterios para poder emitir su posición. Si el Nihil Obstat (Ningún Impedimento) es emitido por el Vaticano, la Iglesia en Olinda y Recife será autorizada para iniciar el proceso a nivel diocesano.··· Ver noticia ···

Dios no inventó el vía crucis Miguel Santiago Losada

Los vía crucis que desangran continuamente a la humanidad son obra de personas que han tomado el nombre de Dios en vano, de las malas prácticas religiosas que han forjado un dios hecho a imagen y semejanza del poder, tanto político como religioso, que somete y anula a la persona. Los sumos sacerdotes de Jerusalén convirtieron el templo en el centro del poder y del dinero. Jesús de Nazaret firmó su sentencia de muerte al denunciarlos por corruptos y sepulcros blanqueados, que explotan al pueblo y cargan sobre sus débiles espaldas fardos pesados repletos de doctrinas y dogmas que ni ellos cumplen

Después de Jesús, pocos siglos duró la vida de las primeras comunidades cristianas, como nos narra el libro de los Hechos de los Apóstoles , debido a los intereses del Imperio y de unos clérigos traidores al evangelio, que transformaron a Jesús en un dios excluyente al que, revestido de emperador, le impusieron la corona y el cetro y le hicieron proclamar que “fuera de la iglesia no hay salvación”.
Siglos más tarde, Mahoma intentó restaurar el monoteísmo de la religión bíblica. Muy pronto con Alí, yerno de Mahoma, surgirían las principales divisiones en el Islam, lo que provocaría su asesinato. La mayor parte de la población musulmana ha sufrido a lo largo de la historia las tensiones y diferencias entre las distintas ramas chiíes y suníes
Los dirigentes de las tres religiones monoteístas cometieron el mismo error: crear un dios excluyente, generador de interminables vía crucis a lo largo de la historia.
Las religiones fracasan cuando una mujer es asesinada a patadas por una turba que la acusa de quemar un Corán o cuando un joven muere de sida en Africa por obedecer a una moral católica que prohíbe el preservativo. Las religiones fracasan cuando el gobierno israelí excluye a un pueblo de su propia tierra. Las religiones fracasan cuando seguidores suyos atentan contra decenas o centenares de personas en una mezquita, una calle, una iglesia… Las religiones fracasan cuando bendicen y utilizan los armamentos o cuando no dan el primer paso para conseguir la paz mundial. Las religiones fracasan por su machismo atroz, que condena a la mujer, en el mejor de los casos, a un segundo lugar, y en el peor la denigra tapándola, matándola o amputándola.
Las religiones fracasan cuando a una persona católica se le niega la comunión por estar divorciada o cuando condenan y matan por una opción sexual. Las religiones fracasan cuando sus iglesias tienen bancos e inmobiliarias o cuando pretenden adueñarse del patrimonio de un país. Las religiones fracasan cuando dividen en nombre de dios, cuando niegan el ecumenismo o la interreligiosidad, cuando ofenden a sus diferentes profetas. Las religiones fracasan cuando no ponen al servicio de los demás lo mejor de sus credos: la fraternidad y la solidaridad. Las religiones fracasan cuando no respetan la laicidad, la libertad de conciencia y la democracia o pretenden hacer del aborto un crimen de Estado. Las religiones fracasan cuando se basan en una estructura vertical, en cuya cúspide se consideran príncipes. Las religiones fracasan cuando utilizan y manipulan la religiosidad popular. Las religiones fracasan cuando le dan la espalda a los derechos humanos

Nos podemos preguntar qué hacer ante tanto fracaso. La respuesta no es otra que creer en la persona, tal y como se refleja en los ejemplos siguientes:
El papa Francisco lavó los pies el pasado Jueves Santo a una docena de jóvenes en una prisión de Roma, entre ellos, a dos mujeres, una musulmana serbia y una católica italiana. El gesto es doblemente histórico para un papa.
L. Bathily, un joven musulmán de Mali, escondió el pasado 9 de enero en el supermercado de Vincennes a seis clientes en la cámara frigorífica, entre ellos un bebé, para que no fueran asesinados por los terroristas. Dijo: “Ya sea cristiano, ateo o musulmán… alguien que mata así es inhumano y terrible. No escondí a judíos, escondí a seres humanos”.
Malala Yusufzai, pakistaní musulmana y premio nobel de la paz, es una luchadora incansable a favor de la escolarización de las niñas musulmanas.
Judíos y árabes marcharon juntos por el Estado palestino en 2011 y gritaron eslóganes como: “Judíos y árabes luchan contra la ocupación”.


M. Luther King gritó: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.
En definitiva, y a modo de conclusión, en el bello poema del filósofo Ibn Arabi (1165-1241) Mi religión es el amor podemos encontrar la respuesta: “Hubo un tiempo en el que rechazaba a mi prójimo si su fe no era la mía. Ahora mi corazón es capaz de adoptar todas las formas: es un prado para las gacelas y un claustro para los monjes cristianos, templo para los ídolos y la kaaba para los peregrinos, es recipiente para las tablas de la Torá y los versos del Corán. Porque mi religión es el amor”.
* Profesor y miembro de Comunidades Cristianas Populares

Diálogos resucitadores Juan Masiá S. J.

Masiá
 “No es cuestión de ver y tocar, María, a la vida de la resurrección se entra por el oído”


“Yo soy Resurrección y se hace Cristo quien se vacía de sí para vivir en Mí, en la resurrección”
“No es cuestión de ver y tocar, María, a la vida de la resurrección se entra por el oído”
Palabras de vida, en los evangelios, para estos días de Pascua: palabras resucitadoras, con energía, y resucitantes, con esperanza. Releamos, en la tradición del evangelio según la comunidad de Juan, estas conversaciones de resurrección con El Que Vive ··· Ver noticia ···