FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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sábado, 8 de octubre de 2011

Vuelve al Vaticano la bandera de Puerta Pía



Y UNO SE PREGUNTA: ¿QUÉ TIENE QUE VER TODO ESTO CON EL MENSAJE DE JESÚS ?.... ¿CUÁNDO SE VA  A DESPRENDER LA IGLESIA DE TODO ESTE LASTRE HISTÓRICO ? ¿QUÉ TIPO DE GUARDIAS LE ESCOLTABAN A JESÚS CUANDO LE FUERON A PRENDER EN EL HUERTO DE LO OLIVOS? ¿NO REPRENDIÓ AL QUE UTILIZÓ LA FUERZA PARA IMPEDIRLO?...¿VINO JESÚS A CREAR ALGÚN ESTADO?¿ALGÚN EJÉRCITO? SEGURO QUE ESTOS ANACRONISMOS TIENEN QUE TENER FIN EN ALGÚN MOMENTO PORQUE HOY NO SE ENTIENDEN.

El Vaticano, la pobreza y Haití
Vicenç Navarro, catedrático de ciencias políticas y sociales

Este artículo analiza críticamente la política del Vaticano en Haití que ha dificultado las reformas necesarias para resolver la pobreza en aquel país.
A la vez que Benedicto XVI alentaba en Madrid a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud a que se dedicaran a servir a los pobres, siguiendo supuestamente las enseñanzas de la Iglesia católica, se publicó en una revista de Haití (el país con un porcentaje mayor de su población viviendo en situación de pobreza), llamada Haïti Liberté, unos datos hasta entonces confidenciales, dados a conocer por Wikileaks, sobre la activa intervención del Vaticano en aquel país para impedir el desarrollo de políticas encaminadas a erradicar la pobreza, lideradas por el expresidente Jean-Bertrand Aristide, que deseaba volver desde su exilio para continuar desarrollándolas.
En realidad, lo ocurrido en Haití es muy representativo de lo que ha ocurrido en países mal llamados “pobres”. Haití no es un país pobre. En realidad, es rico, siendo su tierra enormemente fértil. Durante muchos años fue uno de los mayores productores del mundo de café y azúcar. A pesar de ello, la gran mayoría de la población es muy pobre. Y la causa de ello es la enorme concentración de las tierras y del crédito en manos de una oligarquía que ha regido el país desde hace muchos años.
Conjuntamente con las familias que constituían la oligarquía, ha existido un entramado internacional –dirigido por EEUU, Francia y también por el Vaticano– que ha mantenido a aquel país en la pobreza.
Una de ellas fue la familia Duvalier, a la que la Madre Teresa –que será beatificada pronto– definió, por cierto, como “el gran amigo de los pobres” (por haber donado dinero a un programa caritativo dirigido por tal figura católica en Haití). Tal familia, enormemente corrupta y cruel, asesinó a más de 60.000 opositores. Una rebelión popular forzó su caída y huida del país. Así fue como surgió el Gobierno Aristide, que inició las únicas reformas progresistas que aquel país ha conocido, que incluyeron una reforma agraria, la reforestación de las tierras, la sindicalización del sector textil y el aumento de los salarios.
Tales reformas afectaron inevitablemente los intereses de tal oligarquía (incluyendo los de la Iglesia católica, que había sido uno de sus pilares ideológicos), lo que creó grandes resistencias, que culminaron con un golpe militar, apoyado, de nuevo, por EEUU y Francia, y también por el Vaticano. Más de 3.000 personas murieron en aquel golpe, muchos de ellos militantes del partido político del presidente Aristide. Se inició también entonces una campaña internacional mediática para desprestigiar a Aristide, acusándole de traficar con drogas (sin que nunca se aportaran datos que apoyaran tales acusaciones).
Las fuerzas militares de EEUU desplazaron físicamente al presidente Aristide a Sudáfrica, donde permaneció exiliado, y desde donde intentó en múltiples ocasiones poder volver a su país, lo cual no fue posible debido a la oposición activa del Gobierno estadounidense, del Gobierno francés y también del Vaticano. El diario Haïti Liberté ha publicado las comunicaciones, hasta ahora secretas, entre oficiales de la diplomacia estadounidense, francesa y del Vaticano que muestran la campaña internacional orquestada por tales estados a fin de desacreditar a Aristide e impedir su vuelta a Haití. El intento queda claramente indicado en una escucha secreta a la embajadora de EEUU en Haití, Janet Sanderson, en la que explícitamente indica que: “Es importante impedir el resurgimiento populista y antieconomía de mercado que se originaría con la vuelta de Aristide”.
Desafortunadamente, las tropas de Naciones Unidas están contribuyendo a esta labor. Escuchas hechas públicas ahora muestran también cómo el oficial guatemalteco, representante de las Naciones Unidas en Haití, trabajó estrechamente con el Gobierno de EEUU con el objetivo de evitar la vuelta de Aristide e imposibilitar el resurgir del movimiento Lavalle pro Aristide, que continuó prohibido en Haití, no permitiéndosele que participara en las elecciones fraudulentas que se han estado realizando en aquel país.
El anterior secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, presionó al Gobierno de Thabo Mbeki de Suráfrica para que retuviera a Aristide y no le permitiera volver a Haití, ya que supuestamente originaría lo que el Vaticano, en otra escucha, definió como una “catástrofe”. El subsecretario de la diplomacia vaticana, monseñor Ettore Balestrero, en una comunicación con el arzobispo de Haití, Bernardito Auza, subrayó lo catastrófico que sería para Haití la vuelta de Aristide. Bernardito Auza insistió en la necesidad de que el Vaticano se pusiera en contacto con las autoridades eclesiásticas católicas en Sudáfrica para que presionaran a fin de que Aristide no volviera a Haití. El Vaticano actuó con plena coordinación con el Departamento de Estado de EEUU.
El problema de esta movilización internacional es que la población de Haití tiene memoria. Según los datos del propio embajador de EEUU, Aristide continuaba siendo (en 2005) “la única figura en Haití que tenía un apoyo favorable por encima del 50% de la población”. De ahí la constante oposición a que Duvalier volviera a Haití.
Mientras, las medidas a favor de expandir la “economía de mercado”, que tales autoridades han favorecido para Haití, con la eliminación de medidas proteccionistas, han significado la invasión en el mercado de productos alimenticios procedentes de EEUU, destruyendo la economía nativa de Haití. Políticamente, las últimas elecciones fraudulentas (en las que participó sólo el 24% del electorado) mostraron que el sistema político carecía de legitimidad. El permiso del Gobierno de Haití al dictador Duvalier de volver a Haití creó una movilización nacional e internacional de oposición tal que el Gobierno la intentó paliar permitiendo la vuelta de Aristide, aunque el establishment de Haití (incluyendo la Iglesia católica) obstaculiza el desarrollo auténticamente democrático que permitiría a Aristide y a su partido volver al poder.
Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 6 de octubre de 2011

PAGOLA:DIOS NO ESTÁ EN CRISIS


Lo dicen todos los estudios. La religión está en crisis en las sociedades desarrolladas de Occidente. Son cada vez menos los que se interesan por las creencias religiosas. Las elaboraciones de los teólogos no tienen apenas eco alguno. Los jóvenes abandonan las prácticas rituales. La sociedad se desliza hacia una indiferencia creciente.
Hay, sin embargo, algo que nunca ha de olvidar el creyente. Dios no está en crisis. Esa Realidad suprema hacia la que apuntan las religiones con nombres diferentes (Dios, Yahvé, Alah...) sigue viva y operante. Dios está también hoy en contacto inmediato con cada ser humano con una cercanía insuperable. La crisis de lo religioso no puede impedir que Dios se siga ofreciendo a cada persona en el fondo misterioso de su conciencia.
Desde esta perspectiva, es un error «demonizar» en exceso la actual crisis religiosa como si fuera una situación imposible para la acción salvadora de Dios. No es así. Cada contexto socio-cultural tiene sus condiciones más o menos favorables para el desarrollo de una determinada religión, pero el ser humano mantiene intactas sus posibilidades de abrirse al Misterio último de la vida, que le interpela desde lo íntimo de su conciencia.
La parábola de «los invitados a la boda» nos lo recuerda de manera concluyente. Dios no excluye a nadie. Su único anhelo es que la historia humana termine en una fiesta gozosa. Su único deseo, que la sala espaciosa del banquete se llene de invitados. Todo está ya preparado. Nadie puede impedir a Dios que haga llegar a todos su invitación.
Es cierto que la llamada religiosa encuentra rechazo en no pocos, pero la invitación de Dios no se detiene. La pueden escuchar todos, «buenos y malos», los que viven en «la ciudad» y los que andan perdidos «por los cruces de los caminos». Toda persona que escucha la llamada del bien, el amor y la justicia está acogiendo a Dios.
Pienso en tantas personas que lo ignoran casi todo de Dios. Sólo conocen una caricatura de lo religioso. Nunca podrán sospechar «la alegría de creer». Estoy seguro de que Dios está vivo y operante en lo más íntimo de su ser. Estoy convencido de que muchos de ellos acogen su invitación por caminos que a mí se me escapan.
 
 
PARARSE
Nuestros pueblos y ciudades ofrecen hoy un clima poco propicio a quien quiera buscar un poco de silencio y paz para encontrarse consigo mismo y con Dios. Es difícil liberarse del ruido permanente y del asedio constante de todo tipo de llamadas y mensajes. Por otra parte, las preocupaciones, problemas y prisas de cada día nos llevan de una parte a otra, sin apenas permitirnos ser dueños de nosotros mismos.

Ni siquiera en el propio hogar, escenario de múltiples tensiones e invadido por la televisión, es fácil encontrar el sosiego y recogimiento indispensables para descansar gozosamente ante Dios.
Pues bien, paradójicamente, en estos momentos en que necesitamos más que nunca lugares de silencio, recogimiento y oración, los creyentes hemos abandonado nuestras iglesias y templos, y sólo acudimos a ellos masivamente en las eucaristías del domingo.
Se nos ha olvidado lo que es detenernos, interrumpir por unos minutos nuestras prisas, liberarnos por unos momentos de nuestras tensiones y dejarnos penetrar por el silencio y la calma de un recinto sagrado. Muchos hombres y mujeres se sorprenderían al descubrir que, con frecuencia, basta pararse y estar en silencio un cierto tiempo, para aquietar el espíritu y recuperar la lucidez y la paz.
Cuánto necesitamos hoy ese silencio que nos ayude a entrar en contacto con nosotros mismos para recuperar nuestra libertad y rescatar de nuevo toda nuestra energía interior. Acostumbrados al ruido y a las palabras, no sospechamos el bienestar del silencio y la soledad. Ávidos de noticias, imágenes e impresiones, se nos ha olvidado que sólo nos alimenta y enriquece de verdad aquello que somos capaces de escuchar en lo más hondo de nuestro ser.
  Sin ese silencio interior, no se puede escuchar a Dios, reconocer su presencia en nuestra vida y crecer desde dentro como hombres, mujeres y como creyentes. La parábola de Jesús es una grave advertencia. Dios no cesa de llamarnos, pero, lo mismo que los invitados del relato parabólico, seguimos cada uno, ocupados en nuestras cosas, sin escuchar su voz con una cierta hondura.