FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 25 de octubre de 2023

García Cadiñanos: «Cualquier injusticia que se cometa contra un trabajador es una herida para la dignidad humana»

 Religión Digital

Traballo digno: XXXVII Foro Encrucillada 2023
El pasado sábado 21 de octubre se ha celebrado en Santiago de Compostela el XXXVII Foro Encrucillada con el título Traballo digno
Abrió el día de palabra y reflexión Mons Fernando García Cadiñanos, obispo de Mondoñedo Ferrol, haciendo presente la doctrina del papa Francisco sobre el trabajo Ver noticia

CARDENALES LINDOS, O "¡SE HA TERMINADO EL CARNAVAL!"


col aradillas

 

Si no en todas,  en casi todas las salsas informativas actuales se hacen de alguna manera presentes los Cardenales, con sus títulos protocolarios de “Eminentísimos y Reverendísimos Purpurados”, con toda la insana y santa farfolla y fanfarronería litúrgica prescrita en los libros curiales. Codo

Así las cosas, me adelanto a dejar constancia del rechazo que suscitará en muchos, fieles e infieles, la sola conjunción gramatical de los términos “Cardenales” y “lindos” (“bello y hermoso al ser percibido por la vista”).

Menos mal que el papa Francisco está en todo, o en casi todo, y ya el día 22 de diciembre del año 2014, con palabras literales prenavideñas, tachó públicamente la conducta de grupos cardenalicios de la Curia, de “poco ejemplar, por sentirse inmunes e indispensables, incapaces de admitir la crítica, por ser y actuar como inmovilistas, mentales y espirituales, de no trabajar colectivamente, caer en la rivalidad, la vanagloria e indiferencia ante los demás, llevar doble vida, fruto de la hipocresía típica de los mediocres, padecer el “cotilleo”, divinizar a sus jefes y acumular bienes materiales, arrogantes, con caras fúnebres y de enfermos del mal de la vida mundana y del exhibicionismo”.

Aunque sea cierto que algo -mucho- está cambiando desde que el papa Francisco fue elegido timonel de la barca de su ya lejano antecesor de nombre Pedro, o “piedra”, a quien apenas si le diera tiempo de ensayar su oficio en el semi charco familiar de Galilea, según unos, y de Tiberíades según otros. La Iglesia en general, y más cardenaliciamente, precisa y clama por su reforma, profunda, urgente y en fiel consonancia con lo demandado por el pueblo en las nuevas y renovadas circunstancias de lugar y de tiempo en las que le ha correspondido y le corresponde vivir y convivir.

Teniendo en cuenta las “apariencias”, que es la primera “palabra” que se pronuncia y percibe, se entiende y se ejemplariza, -el Verbo, es decir, el Evangelio- , es obligado aseverar que la imagen que hacen perdurar los Cardenales carece de religiosidad, por mucha liturgia, cánones, y ascética y mística con que se revistan tanto humana como divinamente, con argumentos y símbolos que se dicen “sagrados”.

Lo de “lindo” es parte de la jaculatoria “¡Se ha terminado el Carnaval!”, más compasiva y pudorosa que se les puede aplicar a quienes todavía viven en super palacios, con “capas magnas”, empoderados humana y divinamente, privilegiados sempiternamente, ajenos y alejados de los problemas del pueblo. Es de notar el convencimiento falaz que tiene de ser la voluntad de Dios, el “pordioseo” como colectivo de curas, frailes, monjas y monjes y, sobre todo, seglares y seglaras, con referencias de por sí y siempre pecaminosas, al “mundo, demonio y carne”, como enemigos del alma. (Sin llegar a ser Cardenal, al Secretario personal de Benedicto XVI, se le conocía en Italia con el sobrenombre de “El bello Giorgio”, hoy defenestrado, vagabundeando por Curias y ministerios extraños.).

Los Cardenales, por Cardenales, raramente fueron en la historia otros tantos ejemplos de virtudes por muy cardinales, que estas sean definidas con los distintivos evangélicos y evangelizadores de “fe, esperanza y caridad”. De la historia de los Cardenales puede aseverarse, con datos, pena, conmiseración y santa y colérica rabia, que difícilmente hicieron y hacen Iglesia, aun habiendo sido y seguir siendo, inspiradores y artífices de sus inconmensurables, ricas y artísticas catedrales.

(NOTA: Recomiendo la lectura del reciente y documentado libro de Vicens Lozano, periodista e historiador y especialista en Italia y el Vaticano, que con el título de VATINCANGATE, acaba de publicar “Rocaeditorial”. El texto ocupa 316 páginas y el subtítulo es “El complot ultra contra el papa Francisco y la manipulación del próximo cónclave)

Don Marcelo, cardenal primado

Hasta tiempos recientes, el Cardenal-Cardenal no era otro que el Primado de las Españas, por más señas arzobispo de Toledo y uno de los personajes de mayor relevancia y riqueza en el mundo conocido y por conocer, cuya “toma de posesión” de su catedral constituía uno de los acontecimientos más noticiables en los medios de comunicación social, símbolo y “sacramento”, y “así en la tierra como en los cielos” 

¿Y por qué tanto empeño en promocionar ahora la figura del Cardenal Primado don Marcelo González Martín, hasta programar su posible beatificación, previa la declaración oficial de “ejemplo de Padre de la Iglesia Española Contemporánea?¿Es posible e inteligible seleccionar y enaltecer a don Marcelo como “luz y faro de la Iglesia” en el momento histórico en que vivió, coincidiendo con los de la muerte de Francisco Franco, “Caudillo de España por la gracia de Dios”, y a quien le correspondió el honor de presidir la misa-funeral oficial, con la homilía de su cuasi beatificación, con lo que se le eximió al Cardenal don Vicente Enrique y Tarancón de tal menester eclesiástico, tal vez por aquello de la brutal rima gramatical de el “paredón”?

Poniéndole ya el punto y aparte a la referencia toledana de esta reseña -comentario, refiero que, en el discurso del arzobispo actual, Mons. Cerro, en la misa de apertura del Curso Académico del Instituto Superior de Estudios Teológicos San Ildefonso, les instó literalmente a sus seminaristas a que en su día, “sean capaces de dar respuestas a las embestidas del tiempo moderno, con celo pastoral, con olor a oveja, pero sobre todo, a Cristo”.

Reconozco que lo de “embestidas”, al igual que lo de del complemento de “olor a Cristo”, después del de oveja, me transportó mágica y “milagreramente” a la batalla de las Navas de Tolosa (a.1212) junto a don Rodrigo Ximénez de Rada, arzobispo de Toledo, cuyo ejército era capitaneado por él mismo en la Guerra – Cruzada de la Reconquista iniciada por Don Pelayo, en los montes sacrosantos de Asturias, con las ubérrimas y redentoras bendiciones de “La Santina”.

¡Por favor!, dejemos tranquilo, en paz y en gracia de Dios, al ínclito don Marcelo, sin ahondar, sin más, en su “vida y milagros”.

 

Antonio Aradillas

Religión Digital

CAMINAR PARA EXPLICAR: EL PRINCIPAL RECURSO HUMANO DE LA MISIÓN SON LAS PERSONAS


col planellas

 

Estimadas y estimados, la pasada semana, en el acto de envío que se hizo en nuestra catedral, todas las personas que ejercen como agentes de pastoral en las distintas áreas recibieron un encargo concreto y sencillo: «ir».

Este «ir» supone, obviamente, un primer movimiento de ponerse en camino, pero supone, en esencia, que se participe de este movimiento desde dentro. No es ponerse en camino para ir a llevar una «cosa», sino que se trata de «ser» aquello mismo que llevamos. Y hoy, que un año más celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, querría recordar que nuestro envío lo es siempre en la misión.

Los agentes de Pastoral de nuestro arzobispado fueron enviados a la «misión». Y, en todo el mundo hay, cada año, miles de personas que al ir a la «misión» que les es encomendada se convierten en misioneras de Cristo. Algunas de estas personas sienten la llamada a hacerlo en los lugares más remotos, en lugares de misión o en lugares donde el mensaje de la Buena Nueva todavía no ha llegado o está en fase embrionaria. En el fondo no es una misión diferente, es la misma misión, vivida en forma y lugares diferentes. 

El Papa Francisco, en su mensaje para este año se fija en un pasaje del relato de los discípulos de Emaús para decirnos que la Misión a la que nos llama Jesús surte efecto por ella misma, es decir, lleva la semilla evangélica dentro de ella misma. Nosotros, creyentes, somos misioneros y llevamos la misión con nosotros. A imitación de los discípulos, la presencia de Jesús anima y envía. Dice el Papa: «Cuando se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús “al partir el pan,” “y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén” (Lc 24,33). Este ir rápidamente a compartir con los otros la alegría del encuentro con el Señor, manifiesta que “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida de quien se encuentra con Jesús”». No es posible, pues transmitir nada si no se lleva dentro, sin sentir este impulso interior «de ir a…».

Y hoy no puedo terminar, sin mencionar a nuestros veintisiete misioneros y misioneras. Son gente de nuestra casa, de nuestras parroquias y comunidades que un día decidieron «ir a» explicar lo que creen. Digo que son «nuestras» porque han nacido en y de la Iglesia de Tarragona. Son discípulos de Jesús, como los de Emaús y, como ellos, en su vida han reconocido a Jesús, el Maestro y ya no han callado más. Porque saben que «no es posible encontrar verdaderamente a Jesús resucitado sin sentirse impulsados por el deseo de explicarlo a todo el mundo» –dice también el Papa Francisco en su mensaje. Su testimonio es imitable y por eso, pienso, que no podemos dejar de imitarlo cuando andamos por la vida, cuando transitamos por nuestros caminos, cuando explicamos quién es Jesús o cuando ayudamos a quién, quizás sin saber nada de Él, necesita una mano que le devuelva la dignidad.

El principal recurso humano de la Misión que nos ha sido encomendada por Jesús son las personas, las que, discípulas de Emaús del siglo XXI, llevan su nombre al mundo, a veces hostil, a veces en situaciones oscuras.

 

Joan Planellas

Religión Digital

HACED ESTO EN MEMORIA DE MÍ


col guerrero

 

“Haced esto en memoria de mí”. “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que el venga” (Lucas 22:20; Mateo 26:28; Lucas 22: 19; 1 Corintios 11:26).

Hagámoslo pues, sin titubeos, sin miedos, sin dilación, pero hagámoslo con el alma, con fe, con amor.

Reunámonos con hermanas y hermanos, en oración comunitaria, compartiendo el pan y el vino, repitiendo sus palabras, sin cuestionamientos teológicos estériles, pero, y esto es muy importante, con fe en que Cristo está entre nosotr@s, con determinación de entregarnos a su Proyecto, al Reino que Él inició con su vida, Pasión y Muerte, démosnos por entero, con humildad, con perdón, a los demás y a nosotr@s mism@s, y en ese caso, si hay sinceridad e intención de compromiso con Él, nuestra vida irá aproximándose a la Suya, dejándonos guíar por su Mensaje, por su Obra, por sus Actitudes ante esta vida, habrá quienes, según sus “talentos” se preocupará más por unos aspectos, y otros por otros distintos, pero como dijo Pablo, entre todos mostraremos al mundo su presencia, daremos el Testimonio que la humanidad espera de nosotr@s, sus discípul@s desde siempre.

No tratemos nunca de pensar que hacemos nada sagrado –aunque en oración todo lo es-, nada prohibido, nada inadecuado, pues tod@s somos sacerdotes por el bautismo, tod@s conocemos a Cristo y Él, en vida, nos invitó a recordarle en la comida compartida, antes del compromiso permanente, sin exigirnos nada fuera de lo normal, pero que esa normalidad sea imagen de su Presencia.

Creo que el no verlo con la sencillez y profundidad con la que lo veía el Maestro nos ha separado y separa con demasiada distancia cuando el Mensaje es claro, “amaos l@s un@s a l@s otr@s como Yo os he amado”.

Nuestro objetivo es velar por una humanidad más sana, sanándonos primero nosotr@s de la avaricia, de la codicia, de los deseos malignos e insanos, poco a poco, con paciencia y cariño, y después o al tiempo, acompañar a l@s demás en el transcurrir del tiempo, con especial atención a quien sufre enfermedad, soledad no buscada, cárcel, necesidad de una palabra o acto amigo.

Todo lo demás sobra.

 

Julio Guerrero Moreno, religioso seglar.

LA SINRAZÓN QUE DESTRUYE


col otalora

 

Ante el recrudecimiento bestial de la sinrazón que está ocurriendo en la franja de Gaza, prefiero reflexionar sobre una de las claves del problema: el terrorismo es la consecuencia final de actuaciones previas consolidadas en el tiempo. Es por lo que recordamos que no son lo mismo islamismo e islam. Y cuando los confundimos, estamos convirtiendo en enemigo a más de 1.500 millones de personas. Algo similar ocurre en el judaísmo a la hora de equivocar la parte con el todo.

El Movimiento de Resistencia Islámica o Hamás, con su grupo paramilitar Al Qassam, representa un intento claro de panislamismo que trata de crear una estructura internacional sostenible. Pretende con el terror la internacionalización del conflicto con Israel utilizando el credo religioso, y sirviéndose de él para actuar al margen del control de los Estados, aunque sea la Autoridad Nacional Palestina. A esto se presta gustoso Irán y algunos otros países. Se aprovechan del llamado “radicalismo islámico” que pretende el retorno a las raíces de la fe musulmana mediante una violencia fanática en su intento de aniquilación judía.

Existe un desarrollo similar en la historia reciente de Israel. Los rápidos éxitos militares israelíes, lograron una gran euforia y el resurgimiento de valores religiosos que el nacionalismo sionista había ocultado. La "Guerra de los seis días" (1967) representa la usurpación de nuevos territorios en Jerusalén Oriental y Cisjordania, lo que es interpretado como una promesa mesiánica por los grupos fundamentalistas judíos. Estalla una radicalización religiosa sin precedentes, incluso en la diáspora, acompañada de un peligroso viraje xenófobo. El actual gobierno judío se apoya en los fundamentalistas judíos, aunque los deteste; de hecho, están en el actual gobierno israelí.

A partir del asesinato del primer ministro israelí, Isaac Rabin (1995) surge un renovado interés en el estudio del fundamentalismo judío y su conexión con acciones terroristas. Hasta tal punto fue así que, ya en aquél entonces, se comentó que su muerte había contado con el respaldo de sectores extremistas de la sociedad israelí que concebían la Torá como algo más importante que las leyes de gobierno del país. Al final, esta actitud lleva a rechazar la democracia misma.

Resulta evidente que los fundamentalismos islámico y judío presentan similitudes en cuanto a la religión y su utilización, la oposición al proceso de paz árabe-israelí y a la innovación, por parte de los más radicales. Pero no es posible resolver los problemas sociales y políticos mediante la lectura literal de los respectivos textos sagrados (Corán y Torá) y el sometimiento del modo de pensar y actuar a un conjunto de principios teocráticos. O lo que es peor, utilizando estos sentimientos con fines expansionistas, que es lo que está ocurriendo. Todo esto genera fanatismo y violencia extrema. Los envoltorios del poder tienen nombres diversos: puritanismo, fundamentalismo, integrismo… Artefactos ideológicos para imponerse por la fuerza. Es algo tan antiguo como el catarro, y desgraciadamente sigue siendo fuente de horrores y genocidios como el que ahora estamos viviendo. No brotan de un cabreo espontáneo.

Las clases sociales más desfavorecidas del llamado “mundo árabe” han recurrido al islam como un medio de protesta social. Y resulta atrayente, puesto que se confunden lo etnográfico, lo religioso y lo político en un discurso único de resistencia frente a lo que representa Occidente, en este caso representado por Israel. Esta forma de militancia en el islam defiende las estructuras familiares y su sistema de funcionamiento y de autoridad basado en el tradicionalismo. La propuesta de retorno a los primeros tiempos en su versión tradicional se convierte en un activismo que se enfrenta a la política y a su participación en ella. Este paraguas socio religioso acaba generando, inevitablemente, tensiones e injusticias entre religión y política que aprovechan los grupos más desalmados, como Hamás o Hizbulá (¨Partido de Dios¨) en Líbano, con vínculos desde su fundación con Irán y con Hamás. En definitiva, que los extremos se tocan.

La guinda macabra viene de esta pregunta: ¿ha financiado Israel a Hamás, como hizo Estados Unidos con los afganos de Bin Laden para que combatieran al gobierno pro soviético de Kabul? Diversos medios acreditan que Israel se afanó en engendrar a la organización terrorista Hamás para frenar al gobierno legítimo palestino, con sede en Cisjordania. Incluso el periódico israelí The Jerusalem Post publicó unas declaraciones del primer ministro Benjamín Netanyahu ante miembros de su partido: "El dinero para Hamás es parte de la estrategia para mantener divididos a los palestinos".

Nada de todo esto, de la sinrazón que aplasta a Gaza y sus alrededores, está escrito en la Torá, ni en el Corán, ni en ningún otro libro sagrado. Es una destrucción planificada del ser humano. Qué gran pena… y qué responsabilidad moral frente a la construcción del relato.

 

VIRGINIA ALFARO, MISIONERA LAICA: "LA MUJER ES MAYORÍA Y LA FUERZA MOTORA DE MUCHÍSIMAS INICIATIVAS, EN ANGOLA Y EN EL MUNDO"

col farinas

 


 

Nacida en Fuengirola y con tres décadas de trabajo misionero en Centroamérica, en Mozambique y ahora en Lobito (Angola)Virginia Alfaro reflexiona sobre la Misión.

A su paso por Madrid, invitada por MANOS UNIDAS, pone el dedo en los excluidos, en los alejados y en la responsabilidad ineludible de la Iglesia.

-¿Cuál es su trabajo en Lobito?

-Nuestra presencia en Angola es relativamente reciente, llevamos solo seis años, y desarrollamos algunas acciones que nos indicó la población a nuestra llegada. Trabajamos con mujeres, primera infancia, juventud… Pertenecemos a la familia vicenciana y nuestra presencia está vinculada a las Hijas de la Caridad, con las que desarrollamos algunas iniciativas pastorales. Otra presencia significativa es la cárcel. En todas las misiones que he compartido, la cárcel es punto de encuentro con la realidad. Y luego estamos en la parroquia, trabajamos con Cáritas…

-¿En qué medida la cárcel es reflejo de la sociedad angoleña?

-En todos los lugares, la cárcel refleja las carencias que tenemos como sociedad. Tener que recluir a una persona porque no sabemos gestionar su reacción… Aunque sea una violación de la ley, siempre se trata de una reacción a algo que esconde una necesidad. Dentro de la cárcel están aquellos a los que excluimos, a los que dejamos fuera del sistema, y para mí, como misionera y como vicenciana, estas personas son una prioridad. Me siento muy afortunada de poder compartir con personas que han sido excluidas por lo que han hecho y poder descubrir todo el bien que hay en ellas. Es mucho más lo que yo recibo por trabajar en este escenario de lo que llevamos a estas  personas. Es importante la presencia misionera, de la Iglesia, de los laicos y laicas, en el mundo penitenciario. 

-¿Echa en falta más laicos?

-Desconozco cómo es la realidad en España, pero su presencia en nuestra misión puede servir de mucho en la cárcel: el trabajo social, psicológico, jurídico… Me parece interesantísimo poner esas competencias al servicio de la comunidad y que la pastoral penitenciaria no quede limitada a la celebración sacramental. Al mismo tiempo, lo veo como una fuente de riqueza para nosotros como cristianos. Nos faltan voces proféticas y gritar que no debería haber cárceles. Deberíamos entender la justicia de otro modo, hablar de una justicia restaurativa, de la eliminación de las barreras. Tenemos una gran deuda por consentir un sistema que es contrario a toda pastoral.

-¿Faltan voces proféticas u oídos que presten atención a esas voces?

-Faltan voces y oídos. El profeta insiste para denunciar la injusticia y para provocar la conversión. No hemos sabido todavía cómo llegar a esos oídos, cómo hacer valer esa voz.

-¿La Iglesia se queda corta en la denuncia de las injusticias?

-Nos quedamos cortos porque quizás, como Iglesia, tememos perder una posición de poder que podría esfumarse si denunciamos a los poderosos, a los que oprimen, a los que tienen la fuerza, y eso va en contra del oprimido, del denigrado, del que no está siendo respetado. Pero eso no es una misión de «la Iglesia», esa es «mi misión», porque yo soy Iglesia, soy pueblo de Dios. Lo esperamos de la jerarquía, de la estructura…, pero deberíamos entender que todos tenemos esa misión y que debemos ejercerla con mayor fuerza y libertad.

-¿Qué sociedad y qué Iglesia se encontró cuando llegó a Lobito? 

-En Angola nos hemos encontrado una comunidad muy acogedora, facilitadora y propositiva. Eso facilita mucho la labor misionera, es la base. Nosotros no vamos a hacer nada sin la propuesta de la comunidad local, y este proceso en Angola ha sido muy rico.

-Antes de llegar a Angola estuvo en Mozambique. Además de la lengua, el portugués, ¿le ayudó algo esa experiencia previa?

-Es posible que Mozambique y Angola tengan más que ver que otros países en los que he estado. Sus historias, la colonización portuguesa, los conflictos armados o los procesos políticos han sido muy similares, con dos fuerzas políticas, el FRELIMO en Mozambique y el MPLA en Angola, con presencia en el poder desde hace 40 años. Esto hace que las estructuras sociales, políticas o que las propias Administraciones tengan recursos muy similares. Estos paralelismos, sin embargo, no se dan en los aspectos culturales.

-¿Le sorprendió algo en especial a su llegada?

-La fuerza de la mujer angoleña, su capacidad para emprender, su r­esiliencia a pesar de arrastrar una historia muy dura, muy cruel, y eso me sorprende y me ayuda también a crecer. No digo que las mujeres en otras culturas y sociedades que he conocido no hayan sido también ejemplares o modelos de inspiración, pero la mujer angoleña tiene un poder que impacta. Además, en Lobito, que fue una región que no se vio muy afectada por la guerra que padeció el país, descubro que los conflictos armados tienen consecuencias que duran décadas. Hay secuelas en la

-¿Cómo se reconstruye un país que ha pasado por una guerra así?

-Es muy importante el proceso de conciliación y reconciliación, porque el conflicto puede haber terminado pero continuar vigente un sistema injusto en el que no haya paz. A nivel personal, ¿cómo encuentran paz las personas?, ¿dónde encuentran el espacio para reconciliarse? Ahí las Iglesias tenemos un papel fundamental y, en concreto, la Iglesia católica. Hay luego otros elementos, como hacer ver a las generaciones más jóvenes que la paz o la ausencia de violencia que vivimos ahora es el resultado de un sufrimiento que padecieron las generaciones anteriores y que tiene que dar un fruto que está en sus manos construir.

-En esa sociedad, ¿qué espacio ocupa la mujer?

-Es una sociedad matriarcal en el cuidado de los hijos, pero sigue siendo patriarcal en la medida en que es el varón el que toma las decisiones. Así vamos educando a las nuevas generaciones. Es increíble que en Angola y en el resto del mundo, también dentro de la Iglesia, seguimos en una situación de desigualdad a pesar de que la mujer es mayoría y la fuerza motora de muchísimas iniciativas. No creo que se trate de cambiarnos de rol y ocupar ahora el sitio de los hombres, sino que hay que llegar al camino de la igualdad, de encontrarnos y complementarnos. En Angola, como en muchas culturas, la identidad de la mujer está muy vinculada a la maternidad, se te valora en la medida en que eres madre, los hijos son riqueza. Yo no los tengo y deben pensar que soy la persona más pobre y desgraciada del mundo.

-La gente de su comunidad, ¿le pregunta por ello?

-Sí, me preguntan que por qué no he tenido hijos. Es un asunto muy interesante, porque nosotros vemos que ellas son las empobrecidas y, en realidad, la «pobrecita» en su cultura soy yo porque no tengo hijos. No sucede lo mismo con el hombre, cuya identidad no está vinculada a la paternidad. Por este motivo, es usual que el hombre se pueda desvincular fácilmente de su responsabilidad educativa, económica, familiar o afectiva. Además, tampoco se le reclama ese papel, y ese es un elemento de machismo e irresponsabilidad.

-¿Se puede hacer algo para revertir esa realidad?

-El ejemplo y la educación son importantes. Al preguntarme esto se me ha venido a la cabeza uno de nuestros voluntarios, que es psicólogo. Cuando explica que entre el hombre y la mujer la única diferencia que hay es que ellos no pueden parir, yo me pregunto qué diferencia hay entre él y el resto de hombres de la comunidad. Esas personas son las que deben tomar la palabra en el contexto de su cultura, hablar a sus compañeros. La educación de niños y niñas, de los jóvenes, marca un proceso que ya se ha vivido en otras culturas. Todos somos responsables de ese cambio y como Iglesia, como misioneras y misioneros, también lo somos. 

-En relación a la educación, ha advertido la importancia que tiene la educación temprana en la vida de una persona. ¿Desarrollan alguna iniciativa en este campo en Lobito?

-Tenemos unos centros infantiles para niños de tres a cinco años que permanecen con nosotros durante dos cursos lectivos. Además de ofrecerles a los niños las herramientas pedagógicas propias de preescolar, colaboramos con las familias para que puedan ser matriculados después en la escuela. Es un período muy complicado a nivel de salud, por lo que los acompañamos para que tengan una nutrición adecuada, colaboramos para que cumplan con el calendario de vacunación o en la prevención de la malaria. Intentamos también reducir la mortalidad infantil.

-¿Les hacen algún seguimiento después de esos dos años?

-De nuestro centro salen para la escuela. El acompañamiento con su profesor y con su familia prosigue para garantizar que estos niños lleguen hasta el final de Primaria y, esperemos, de Secundaria. Solo cuando tomemos conciencia de que esos primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo de la persona, que le van a permitir adquirir unos recursos, unas habilidades y unas posibilidades que le harán tener mejores condiciones en el futuro, entonces pondremos más atención en el valor de ese período de tiempo. Por eso apostamos por este tipo de educación, por las posibilidades que brinda esta forma de acompañamiento. En nuestros barrios nunca se había tenido a los niños en ningún centro educativo antes de llegar a la escuela.

-A su paso por Madrid, usted denunció que el coste de esta formación fundamental e incipiente llegaba incluso a superar la de los estudios universitarios en Angola.

-El sistema público angoleño no ofrece esta formación, lo que provoca que las guarderías tengan un precio muy elevado, equivalente al que pagan los universitarios. Esto provoca que solo una población muy reducida tenga acceso a la misma, lo que genera otra brecha entre los angoleños. Nuestro deseo es que los más pobres, los que tienen menos posibilidades, sean los que tengan los mejores recursos.

-Angola es uno de los socios prioritarios de España en África subsahariana. Aquí se ofrece la imagen de un país con un potencial y un futuro más que prometedores. ¿Comparte esa imagen?

-Como española y residente en Angola, como persona que ama la cultura angoleña, me gustaría tener la garantía de que la presencia española y de que las inversiones españolas en el país van a respetar los derechos humanos, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y van a promover los pueblos y las culturas no en una línea de solidaridad sino de justicia social. ¿Qué imagen se nos traslada? Que Angola tiene muchas posibilidades y nosotros ahora vamos a aprovecharlas.

Como Iglesia creo que nos corresponde estar atentos a eso, a por qué se abren estos escenarios y si eso significa que se están cerrando otros que ya se han agotado para la inversión española. El respeto cultural, el equilibrio y la sostenibilidad económica deberían ser otros de los paradigmas frente al lucro, a la inversión y al capital que queremos alcanzar.

-¿Desde el Norte faltamos el respeto a los pueblos del Sur?

-Sí, creo que les faltamos el respeto. No es que se lo faltemos personas particulares, les faltamos el respeto históricamente, les faltamos el respeto porque el colonialismo, esa ambición colonial, ahora no se hace a través de ejércitos sino de la economía, y les faltamos al respeto desde el momento en que creemos que somos superiores, que nuestra sociedad es superior y mejor que la de esos países. Culturas con menor nivel económico son poco valoradas o despreciadas. Considero que, al contrario, son culturas ricas que tienen mucho que enseñarnos y mucho de lo que podríamos ­aprender.

-¿Qué ha aprendido usted en estos seis años en Lobito?

-Su gran acogida, su alegría, su capacidad de resistencia, la capacidad de dar importancia a aquello que verdaderamente lo es, relativizar o dejar en segundo plano aspectos que no son fundamentales.

-¿Qué es importante para ellos que para nosotros es superfluo?

-Para ellos es importante que el conjunto esté bien, que todos estén bien, y si hay que dar un paso atrás para que otro se aproxime, tienen esa capacidad. A nosotros, nos parecería que perdemos autonomía, independencia, que nos vemos condicionados por el ritmo de los demás, pero eso es importante, como también lo es la salud, porque es tan frágil y vulnerable que de un día para otro su ausencia puede llevarte a la muerte. Es importante preocuparse por el otro, saber cómo se encuentra. En nuestra sociedad, mucho más individualista y autónoma, hemos perdido esa conexión con el otro que nos ayuda a ser nosotros mismos."

-¿Hay riesgo de que los pueblos africanos asimilen esos principios occidentales de los que habla?

-Me viene a la mente una imagen cuando me preguntas esto. En el centro de liderazgo de jóvenes tenemos acceso a Internet y es muy común ver a alguien delante de una pantalla con cuatro o cinco caras alrededor mirando, pero no porque no tengan Internet, sino porque están viendo algo juntos. Las tecnologías abren muchas posibilidades, sobre todo a la juventud, de escuchar otros discursos, de ver otras realidades, pero creo que aún estamos lejos de que la inteligencia artificial o los dispositivos supriman el contacto personal. Luego también se da otro fenómeno: se prestan los dispositivos. A lo mejor llamas por teléfono a alguien y quien te atiende te dice que el dueño le ha dejado el aparato unos días porque ha ido a la ciudad. El teléfono para nosotros es nuestro, mientras que ellos lo ven de otra forma.

-Está en Angola después de trabajar durante años como laica misionera en diferentes países.

-Los laicos tenemos muy accesible vivir la Misión, aunque continuamos considerando en buena medida que es de sacerdotes y de hermanas y que puede haber algún laico que colabore con un sacerdote o con una congregación religiosa. Nuestra Iglesia tiene delegaciones diocesanas donde pueden atender a los laicos misioneros, también cuenta con asociaciones como los Misioneros Seglares Vicencianos (MISEVI), y otras, donde hay oportunidades de formación, participación y de realizar experiencias misioneras de corta y larga duración. Todo eso está a nuestro alcance. Siempre puede haber alguien que diga: «Yo lo soñé», «yo me lo planteé». El momento es ahora, es ya, se nos pasa la vida sin experimentar aquello que puede ser lo mejor de la misma.

-¿Los laicos han clericalizado la Misión? ¿Han dejado esta tarea en manos de los consagrados?

-Sí, pero en la medida en que acompañamos y no ocupamos lugares que no nos pertenecen, en la medida en que estamos y compartimos la fe,  en la medida que vivimos nuestro sentido eclesial como laicos al lado de los laicos locales en la comunidad parroquial, creo que no se trata de clericalismo, al contrario, es una riqueza para nosotros y una fuerza para la comunidad local de acogida. 

-¿Cómo ve el voluntariado o la cooperación en relación con la Misión o los misioneros?

-Admiro la realidad del cooperante no creyente, o del que lo hace únicamente por los ODS o por los derechos humanos. A pesar de todos estos años que llevo en la misión, no hubiera sido capaz de hacerlo sin la fe, por eso los admiro. Para mí la fe es un elemento básico que me ha permitido vivir plenamente feliz durante todo este tiempo. Igual que estamos llamados a trabajar con todas las confesiones religiosas, congregaciones y organismos dentro de la Iglesia, también estamos llamados a trabajar con el mundo de la cooperación, del que tenemos mucho que aprender, igual que ellos de nosotros.  

"Me presento"

"Soy Virginia Alfaro, misionera laica vicenciana. En este momento estoy enviada a Angola, a la ciudad de Lobito, donde formo parte de un equipo misionero, una comunidad de tres personas. 

Lobitoes un enclave costero de salinas que ha crecido de forma desor­denada.Dentro de la ciudad quedan lagunas donde hay flamencos. Buena parte de sus calles están sin asfaltar y hay polvo y mucho barro en la época de lluvias. Comemos comida local, más pescado que carne. Es habitual el funge, elaborado con harina y agua. Se trata de una masa que en cada parte de África llaman de una manera. Consumimos fruta y verdura de temporada: cuando hay berenjenas, berenjenas; cuando hay pimientos, pimientos; cuando hay tomates, tomates; cuando hay piña, piña… Compramos lo que hay en el mercado. Tenemos un clima cálido durante casi todo el año, aunque ya percibimos impactos del cambio climático: el año pasado tuvimos un frío desconocido durante la época de invierno. 

Tengo amigos para tomar el té, para ir un día a la playa, para dar un paseo o para reunirnos en el quintal de su casa o de la nuestra. Esa amistad es una riqueza, compartir con el pueblo las cosas que te alegran y ­preocupan, escuchar y compartir las preocupaciones y alegrías de los demás. Ellos, de algún modo, admiran el modo de vida occidentalporque hay un cierto mito sobre nuestras sociedades del ­bienestar, sobre todo por los servicios, el acceso a la salud y la educación, el mundo de abundancia en el que vivimos. Creo que eso les impide descubrir las pobrezas que también hay aquí. 

El Barça y el Real Madrid, en aquella zona especialmente el Barça, siguen siendo muy seguidos. También hay mucha referencia a cantantes o futbolistas de Brasil. Y Portugal. La independencia está muy reciente, tuvo lugar en 1975, por lo que la presencia portuguesa es muy potente todavía allí".

 

Javier Fariñas Martín

Religión Digital / Mundo Negro

LAS BIENAVENTURANZAS

col notario

 


Acaba de terminar esta etapa del Sínodo en Roma. Como Iglesia, Pueblo de Dios, la llamada es a dar un giro de ciento ochenta grados y volver a la frescura del evangelio si queremos, no ya tener una credibilidad en la sociedad de hoy, sino seguir siendo un pequeño esbozo del sueño utópico de Jesús de Nazaret.

Una vez más celebramos la vida de tantos hombres y mujeres que creyeron que estaban llamadxs a seguir la intuición de su corazón y para lo que Dios les había regalado un talento, o cinco o diez, ¡qué más da! Y creyeron las palabras de Jesús.

Algunos son muy conocidos y valorados, otros, la mayoría, son anónimos pero no por ello menos valiosos. Esas personas y la vida de aquellas que tocan con su dedicación, con su entrega, con sus gestos son las personas bienaventuradas, felices de las que nos habla el evangelio. Felices por ser fieles, no por una vida sin complicaciones.

Hace unos meses que por motivos de trabajo estoy en contacto con realidades muy duras a las que religiosas de todo el mundo se acercan de puntillas intentando paliar algo del sufrimiento de las “víctimas de la trata”, de la emigración, de ser refugiado por motivos políticos, económicos, cambio climático…

Entrando en algunas de esas vidas te das cuenta que una gran parte de la humanidad es víctima del ansia de bienes económicos, del poder de unos pocos, y que les importa muy poco lo que muchas personas tiene que padecer como consecuencia de su egoísmo. Aún más, estos pobres son despreciados, señalados, perseguidos porque su pobreza se ve como una amenaza para el “status quo”.

Cuando Jesús declara: “Dichosos los que eligen ser pobres” porque esos tienen a Dios por rey está hablando de quien en medio de tanto sufrimiento, de tanto dolor como estamos observando estos días elige poner su grano de arena, no analizar la situación y quedarse como antes.

¿Cuál es el sueño, el propósito de tu vida? ¿Qué te mueve, qué buscas? Las bienaventuranzas son para quienes se acercan a escucharle e intentan poner en práctica su mensaje. El reinado de Dios pone fin a la miseria porque busca que todos tengan lo necesario, que nadie retenga para sí y que todos compartamos de lo propio. Ésta es la buena noticia para los pobres.

No puede haber felicidad en medio del sufrimiento, de la violencia, del privar a las personas de los derechos más básicos. En estos momentos en los que vemos nuestra propia seguridad amenazada por un sinsentido de enfrentamientos necesitamos profundizar en la conciencia de lo que somos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Hacia dónde nos inspira el Espíritu de Jesús? ¿Nos da miedo la radicalidad del evangelio?

De esa primera bienaventuranza se desprenden todas las demás:

Tener hambre y sed de justicia, prestar ayuda, trabajar por la paz,… La persecución no es un fracaso sino una consecuencia de la opción por ser pobre; la ambición de riqueza y de poder no la tolera.

Hasta llegar a la última: “Dichosos cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por causa mía. Estad alegres y contentos que grande es la recompensa que Dios os da; porque lo mismo persiguieron a los profetas que os han precedido”. Con su estilo de vida los discípulos toman el puesto de los profetas, denuncian la injusticia y hacen posible una nueva relación humana.

Celebramos la vida de quienes decidieron que era su momento y también su responsabilidad el dar una respuesta a su alcance. Se nos invita a unirnos a ese Gran Espíritu que permea el Universo con una nueva conciencia de que somos Uno, mucho más interdependientes de lo que nos podemos imaginar.

Este momento es crucial, hay mucho en juego; vivamos despiertos de cara a la luz.

 

Carmen Notario, SFCC

espiritualidadintegradoracristiana.es

EL MANDAMIENTO PRINCIPAL DE LA LEY / LAS BIENAVENTURANZAS DOMINGO XXX Mateo 22, 34-40

FE ADULTA

col africa cruz


Si consideramos el Evangelio, Buena Noticia, como propuesta de un estilo de vida humanizador, las lecturas de hoy nos muestras el camino, el proceso que debemos seguir para llegar al desarrollo pleno de nuestras posibilidades humanas.

Contexto del texto de Mateo 22, 34-40: En Jerusalén. En el último tramo de la vida de Jesús. En el templo. En un clima de enfrentamientos con los dirigentes religiosos. El texto de hoy, en el Evangelio de Mateo, va precedido de: Expulsión de los vendedores del templo y parábolas dirigidas a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo: Los dos hijos, viñadores homicidas, banquete nupcial, preguntas sobre el tributo al césar y a continuación la pregunta- trampa sobre el mandamiento principal.

El texto que vamos a comentar hoy versa sobre el mandamiento principal de la Ley. En las escuelas rabínicas de ese tiempo era una disputa frecuente. Tenían tantos preceptos y prohibiciones que resultaba lógica la pregunta sobre la jerarquía entre tantos mandamientos. De ahí la necesidad de la pregunta ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley? Las respuestas de los maestros de la Ley a esta pregunta eran diversas. Seguía la disputa. Por eso la pregunta a Jesús es oportuna y maliciosa.

Como otras veces, Jesús aprovecha la ocasión para “evangelizar”. Es decir, presentar su propuesta del Reinado de Dios. La respuesta es rotunda y fundamental (pone fundamento). Como el que pregunta es un maestro de la Ley la respuesta es con la Ley en mano. En ella Jesús emplea dos textos del Antiguo Testamento: Dt 6,5 y Lv 19,18 que eran citados frecuentemente en las discusiones éticas rabínicas. La originalidad de la respuesta de Jesús fue unirlas tan estrechamente (son semejantes) y hacer de ellas el resumen o fundamento de toda la Ley y los Profetas. Esta unión del Principio Amor fue una idea creativa, brillante y profética (prometedora, con futuro).

Veamos ahora este texto desde nuestro contexto y comparemos. La audiencia de Mateo: judíos en conversión al movimiento de Jesús de Nazaret. Nosotros: Cristianos posmodernos en el siglo XXI. Mateo usa el Antiguo Testamento como referente. Porque para un judío del siglo I, desde ese AT se lee e interpreta todo lo que se le ofrece, lo nuevo. Mateo, en su evangelio, usa con mucha frecuencia “para que se cumplan la Escrituras”. Nosotros hoy usamos como referente: El mensaje de Jesús, las enseñanzas de la Iglesia y los Signos de los Tiempos (Aquí metemos todo lo que cabe en el término Cultura Posmoderna). Acudimos a la Filosofía y la Teología, a las Ciencias Naturales y Sociales etc.. y nos atrevemos a pensar, valoramos la libertad y la autonomía personal. Nos gusta participar en los procesos de elaboración y tomas de decisiones. Queremos sacar nuestras propias conclusiones y ser corresponsables. Somos posmodernos, con sus luces y sus sombras. Somos ciudadanos del mundo y seguidores de Jesús de Nazaret. Somos creyentes postmodernos que pretendemos vivir una fe adulta.

Desde este contexto de cultura postmoderna también nosotros nos preguntamos ¿Qué es lo principal en la vida? ¿Por qué y para qué existo? ¿Qué tengo que hacer para conseguir la felicidad aquí y ahora? Y como creyentes y seguidores de Jesús de Nazaret ¿Qué es lo más importante en la vida cristiana? ¿Cuál es el rasgo diferencial del cristiano? Sin duda en la tradición cristiana, la respuesta es: el amor a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser y al prójimo de la misma manera (“Lo que le da gloria a Dios es que amemos al hombre como lo amamos a El”). Para un cristiano el amor a Dios y el amor al hermano son un único amor. Ambos se implican. No cabe el uno sin el otro. La experiencia del amor no es distinta, aunque sean distintos los objetos o las personas amadas. No es posible amar a Dios más que al hombre. En el amor no cabe el más y menos. Se ama o no se ama. La esencia de la fe y de la identidad cristiana es el amor evangélico (ágape, desinteresado, de servicio y entrega, gratuito, generoso. Como es el amor que Dios nos tiene).

Veamos ahora el asunto desde la sensibilidad y conocimientos del siglo XXI. En concreto desde el Principio amor y la ética del amor y de la religión. Según esto: El amor desinteresado es la punta de lanza de la evolución humana. La humanización es un proceso de evolución en el amor desinteresadoEl diferencial humano en la evolución cósmica es el amor gratuito, desinteresado. Y en cristiano: Evangelizar es humanizar. Esta es la propuesta de Jesús: El reino de Dios es un reino de amor, justicia y paz. En Jesús se nos presenta una nueva imagen de Dios y del ser humano. Y estas imágenes siguen evolucionando. Vamos a centrarnos ahora en el cambio en la imagen postmoderna del ser humano.

Para la Nueva Antropología: El humano es un ser que nace inacabado, incompleto y abierto, sin terminar de hacer para que pueda evolucionar, aprender y desarrollarse. Pero esto tiene una exigencia: alguien tiene que cuidarle en su desarrollo. Necesita del cuidado de otro humano que tiene que tener la necesidad de cuidar. Todos estamos necesitados y por eso somos necesarios. El ser humano es un ser por y para otro ser humano. Es relación entre humanos. Es interdependencia con todos y con todo. La precariedad existencial demanda cuidados y ternura. A eso llamamos amor humano. De ahí la centralidad del amor.

Conclusión y resumen:

El espíritu y el amor son la punta de lanza de la Evolución Humana. El amor es principio de vida para todos los hombres. Amar a Dios y a los hombres se implican, no son separables, para no caer en un espiritualismo desencarnado o en un egoísmo disfrazado. A Dios le amamos en el hombre y al hombre en Dios por ser su imagen y presencia. El amor no puede ser mandamiento. Como no lo pueden ser respirar o pensar. O soñar. El amor es constitutivo de nuestra naturaleza humana. Somos humanos porque somos capaces de un amor desinteresado, divino. Porque Dios es amor y el amor es Dios. Es Dios en nosotros como fuente, fundamento y razón de existencia. La identificación con Dios y con los hermanos humanos es el último paso en la evolución del amor cristiano. Jesús de Nazaret nos muestra el camino.

PAGOLA - PASIÓN POR DIOS Y COMPASIÓN POR EL SER HUMANO

JOSÉ ANTONIO PAGOLA


 Cuando olvidan lo esencial, fácilmente se adentran las religiones por caminos de mediocridad piadosa o de casuística moral, que no solo incapacitan para una relación sana con Dios, sino que pueden dañar gravemente a las personas. Ninguna religión escapa a este riesgo.

La escena que se narra en los evangelios tiene como trasfondo una atmósfera religiosa en que sacerdotes y maestros de la ley clasifican cientos de mandatos de la Ley divina en «fáciles» y «difíciles», «graves» y «leves», «pequeños» y «grandes». Casi imposible moverse con un corazón sano en esta red.

La pregunta que plantean a Jesús busca recuperar lo esencial, descubrir el «espíritu perdido»: ¿cuál es el mandato principal?, ¿qué es lo esencial?, ¿dónde está el núcleo de todo? La respuesta de Jesús, como la de Hillel y otros maestros judíos, recoge la fe básica de Israel: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Que nadie piense que, al hablar del amor a Dios, se está hablando de emociones o sentimientos hacia un Ser imaginario, ni de invitaciones a rezos y devociones. «Amar a Dios con todo el corazón» es reconocer humildemente el Misterio último de la vida; orientar confiadamente la existencia de acuerdo con su voluntad: amar a Dios como Padre, que es bueno y nos quiere bien.

Todo esto marca decisivamente la vida, pues significa alabar la existencia desde su raíz; tomar parte en la vida con gratitud; optar siempre por lo bueno y lo bello; vivir con corazón de carne y no de piedra; resistirnos a todo lo que traiciona la voluntad de Dios negando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas.

Por eso el amor a Dios es inseparable del amor a los hermanos. Así lo recuerda Jesús: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No es posible el amor real a Dios sin escuchar el sufrimiento de sus hijos e hijas. ¿Qué religión sería aquella en la que el hambre de los desnutridos o el exceso de los satisfechos no planteara pregunta ni inquietud alguna a los creyentes? No están descaminados quienes resumen la religión de Jesús como «pasión por Dios y compasión por la humanidad».

 

EL AMOR DE DIOS NO ES RELACIÓN SINO IDENTIFICACIÓN CON ÉL


col fraymarcos

 

DOMINGO 30 (A)

Mt 22,34-40

La pregunta sobre el tributo al César se la hicieron los fariseos y herodianos. A continuación, los saduceos le hicieron otra pregunta sobre la resurrección de los muertos, en la que ellos no creían. Quieren ridiculizar la creencia en otra vida con el supuesto de siete hermanos que estuvieron casados con la misma mujer. Jesús desbarata sus argumentos.  Por eso, a continuación, el texto de hoy dice: “Al oír que había hecho callar a los saduceos”, los fariseos vuelven a la carga: ¿Cuál es el primer mandamiento?

La pregunta no era tan sencilla. La mayoría consideraba que todos los mandamientos tenían la misma importancia. Otros defendían que guardar el sábado era el primero. Había quien defendía el amor a Dios como el principal. A nadie se le había ocurrido que el principal mandamiento eran dos. Jesús responde recitando la “shemá” (escucha), que todo israelita recitaba dos veces cada día (Dt 6, 4-9). Jesús hace referencia al Lev 19,18 pero elimina la primera parte que dice: “no guardarás rencor ni tomarás venganza de los hijos de tu pueblo”, con lo que deja claro quién es el prójimo al que hay que amar.

La originalidad de Jesús está en unir los dos mandamientos. De hecho, lo único que hace es citar dos textos del AT. No se trata solo de una yuxtaposición o de una equiparación. Se trata de una identificación en toda regla, que, además, prepara el terreno a Juan para poder decir con rotundidad: un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 13,34). Es el mandamiento nuevo, que convierte la Ley en vieja. Después de 20 siglos, seguimos sin aceptar la diferencia entre AT y NT.

El valor absoluto de cada persona es una propuesta exclusiva de Jesús. Hasta entonces el individuo no contaba más que como perteneciente e integrado en el grupo. Desde esa perspectiva, lo único que interesaba era las manifes­taciones del amor, no el amor mismo. De ese modo, el precepto recaía sobre las manifestaciones. El amor que exige Jesús, no se puede alcanzar con el cumplimiento de un precepto. Ya no se trata de una ley, sino de una actitud. “Un amor que responde a su amor”. El amor que pide Jesús no se impone.

El concepto de “prójimo” es modificado por Jesús de manera sustancial. Para un judío, prójimo era el que pertenecía al pueblo y, a lo sumo, el prosélito. Jesús desbarata esa barrera y postula que todos somos exactamente iguales para Dios. El cristianismo no siempre ha sabido trasmitir esta idea de igualdad y hemos seguido creyendo, como los judíos de todos los tiempos, que nosotros somos los elegidos y que Dios es nuestro Dios.

Jesús no propone amor a Dios ni un amor a él mismo. Dios ni ama ni puede ser amado; es amor. La exigencia de Jesús no es con relación a Dios sino con relación al hombre. Cuando seguimos proponiendo los mandamientos de la “Ley de Dios” como marco para la vida de la comunidad, es que no hemos entendido el mensaje de Jesús. S. Agustín dijo: Ama y haz lo que quieras. Y Pablo: Quien ama ha cumplido el resto de la Ley. No se trata de una nueva Ley, sino de hacer inútil toda ley, toda norma, todo precepto.

El “como a ti mismo” es también superado por Jesús: “como yo os he amado”. Necesitaría un comentario más extenso. Únicamente diré, que el amor solo se puede dar entre iguales. Si considero superior o inferior al otro, mi relación con él nunca será de amor. Desde esta perspectiva, ¿a dónde se van todas nuestras “caridades”? Lo que nos pide Jesús es que quiera para los demás todo lo que estoy deseando para mí. ¡¿De verdad creo hacer caridad cuando doy al mendigo la ropa usada que ya no voy a utilizar?!

Una vez más tenemos que resaltar la imposibilidad de aceptar el mensaje de Jesús sin abandonar la idea de Dios del AT. Esta es la trampa en la que cayeron los primeros cristianos que eran todos judíos. Aquí está la clave para entender tantas aparentes contradicciones en los evangelios. Lo que pide Jesús es más de lo que puede enseñar una religión. La excesiva fidelidad a la institución nos impide alcanzar el mandamiento nuevo. Por eso Jesús criticó tan duramente las instituciones religiosas de su tiempo (Templo, Ley, culto); se habían convertido en un obstáculo para llegar al hombre.

A Dios no se le puede amar directamente ni mucho ni poco. Dios no es un sujeto con el que me pueda relacionar. No es nada distinto de mí. Amar a Dios y amar al prójimo es un único acto. Dios y el prójimo no se pueden separar. Tampoco Dios puede amar a sus criaturas porque no son nada fuera de Él. Demuestro que estoy abierto al Amor si amo a todos. Si dejo de amar a una persona, puedo estar seguro de que lo que me mueve no es amor, sino egoísmo, instinto, pasión, interés o la simple programación.

El amor no responde a necesidad alguna de mi ego. Acontece en la profundidad del ser, incluyendo todos sus aspectos. Es el único camino para un crecimiento armónico del ser, impidiendo que la parte material y biológica del mismo, se imponga y arrastre a la parte espiritual, malogrando sus posibilidades de ser humano. El superar el egoísmo no significa una renuncia a nada sino plenitud de humanidad. No suprime ninguno de los aspectos de nuestra humanidad, sino que los colma y les da su verdadero sentido.

El amor es consecuencia del conocimiento. Los escolásticos decían: “no se puede amar nada, si antes no se conoce”. Pero no basta con conocer, debo conocerlo como bueno para mí. El conocimiento racional será siempre egoísta, solo puede apreciar lo que es bueno para mi falso ser. Solo de un conocimiento vivencial puede nacer el verdadero amor. Si necesito motivos interesados para amar, no es amor. Si amamos para hacer un favor, tampoco funciona. Tengo que descubrir que soy yo el que me enriquezco al amar. Ese enriquecimiento se produce en mi verdadero ser, y eso no nos interesa demasiado.

El mayor peligro a la hora de comprender el amor evangélico es que lo confundimos con el deseo de que el otro me quiera. El deseo de que otro me ame es instintivo y no va más allá del egoísmo. La mayoría de las veces, cuando decimos te amo, en realidad queremos decir: “quiero que me quieras”. Esto no tiene nada que ver con el mensaje de Jesús. Cuando oímos decir a una persona: no puedo vivir sin ti; en realidad, lo que está diciendo es: no te voy a dejar vivir, porque te voy exigir que vivas solo para mí.

Es erróneo creer que podemos amar a Dios, aunque no amemos al prójimo; o peor aún, que podemos amar a uno mucho y a otro poco o nada. El amor es uno solo porque es una actitud personal. El amor queda especificado en la persona que ama, no por la persona amada. Tiene que existir antes de manifestarse. Lo que llega a los demás, lo que se percibe al exterior, son solo las manifestaciones de ese amor. La actitud vital es única en cada persona, pero el amor evangélico tiene que ser práctico, tiene que manifestarse en obras. Solo puede manifestarse cuando me encuentro con otro, con el próximo.

APRENDA A SALVARSE EN TREINTA SEGUNDOS Domingo 30. Ciclo A

 col sicre art


¿Cuál es el mandamiento principal? Muchos católicos responderían: «Ir a misa el domingo». A los que piensen de otro modo, les gustará recordar lo que pensaba Jesús.

El problema de sus contemporáneos

En los domingos anteriores, diversos grupos religiosos se han ido enfrentado a Jesús, y no han salido bien parados. Los fariseos envían ahora a un especialista, un doctor de la Ley, que le plantea la pregunta sobre el mandamiento principal. Para comprenderla, debemos recordar que la antigua sinagoga contaba 613 mandamientos (248 preceptos y 365 prohibiciones).

¿Se puede reducir todo a uno?

Ante este cúmulo de mandamientos, es lógico que surgiese el deseo de sintetizar, de saber qué era lo más importante. Este deseo se encuentra en una anécdota a propósito de los famosos rabinos Shammay y Hillel, que vivie­ron pocos años antes de Jesús. Una vez llegó un pagano a Shammay y le dijo: «Me haré prosélito con la condición de que me enseñes toda la Torá mien­tras aguanto a pata coja». Shammay, que era sastre, lo despidió amenazándolo con la vara de medir que tenía en la mano. El pagano acudió entonces a Hillel, que le dijo: «Lo que no te gusta, no se lo hagas a tu prójimo. En esto consiste toda la Ley, lo demás es interpreta­ción" (Shabat 31a). También el Rabí Aquiba (+ hacia 135 d.C.) sintetizó toda la Ley en una sola frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo; este es un gran princi­pio general en la Torá». 

La novedad de Jesús

Mateo había puesto en boca de Jesús una síntesis parecida al final del Sermón del Monte: «Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y los Profetas» (Mt 7,12). 

En el evangelio de hoy Jesús responde con una cita expresa de la Escritura: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente» (Deuteronomio 6,5). Son parte de las palabras que cualquier judío piadoso recita todos los días, al levantarse y al ponerse el sol. En este sentido, la respuesta de Jesús es irreprochable. No peca de originalidad, sino que aduce lo que la fe está confesando continuamente.

La novedad de su respuesta radica en que le han preguntado por el manda­miento principal, y añade un segundo, tan importante como el primero: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19,18). Una vez más, su respuesta entronca en la más auténtica tradición profética. Los profetas denunciaron continuamente el deseo del hombre de llegar a Dios por un camino individual e intimista, que olvida fácilmente al prójimo. Durante siglos, muchos israelitas, igual que muchos cristianos, pensaron que a Dios se llegaba a través de actos de culto, peregrinaciones, ofrendas para el templo, sacrificios costosos... Sin embargo, los profetas les enseñaban que, para llegar a Dios, hay que dar necesariamente el rodeo del prójimo, preocuparse por los pobres y oprimidos, buscar una sociedad justa. Dios y el prójimo no son magnitudes separables. Tampoco se puede decir que el amor a Dios es más importante que el amor al prójimo. Ambos preceptos, en la mentalidad de los profetas y de Jesús, están al mismo nivel, deben ir siempre unidos. «De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas» (v.40).

El prójimo son los más pobres (1ª lectura)

En esta misma línea, la primera lectura es muy significativa. Podían haber elegido el texto de Deuteronomio 6,4ss donde se dice lo mismo que Jesús al principio: «Escucha, Israel, el Señor tu Dios es uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón...» Sin embargo, han elegido un texto del Éxodo que subraya la preocupación por los inmigrantes, viudas y huérfanos, que son los grupos más débiles de la sociedad (la traducción que se usa en España dice los «forasteros», pero en realidad son los inmigrantes, los obligados a abandonar su patria en busca de la supervivencia, marroquíes, senegaleses, rumanos, etc.). Luego habla del préstamo, indicando dos normas: si se presta dinero, no se pueden cobrar intereses; si se pide el manto como garantía, hay que devolverlo antes de ponerse el sol, para que el pobre no pase frío.

Es una forma de acentuar lo que dice Jesús: sin amor al prójimo, sobre todo sin amor y preocupación por los más pobres, no se puede amar a Dios.

El ejemplo de unos cristianos pobres (2ª lectura)

El texto, aunque muy breve, contiene dos datos interesantes:

1) Resume la predicación de Pablo, al menos en sus primeros tiempos: el recurso para evitar el castigo futuro de Dios consiste en abandonar los ídolos, volverse al Dios verdadero y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús.

2) Hay comunidades cristianas no solo en Macedonia, sino también en Acaya y «en todas partes»; Acaya es la región situada al norte del Peloponeso, entre la región de Corintia y el mar Jónico. Esto demuestra que la predicación de Pablo y de los otros misioneros no se limitó a la ciudad de Corinto, sino que se extendió también hasta relativamente lejos.

 

EL FONDO DE LO REAL ES EL AMOR Domingo XXX del Tiempo Ordinario 29 de octubre Mt 22, 34-40

col lozano art

 


Por más que se presente como mandato, el amor es uno con la comprensión. Porque, al hablar de amor, no se habla, prioritariamente, de un movimiento sensible, de un sentimiento o una emoción, sino de una certeza: la certeza de la no-separación.

Al amar, vivimos en la verdad de lo que somos, aunque ni siquiera pensemos en ello. De ahí que nos sintamos encajados, unificados, plenos. Si prestamos atención, advertiremos que, hablando con rigor, es el amor quien vive en nosotros, fluyendo hacia los demás y hacia la misma naturaleza. El amor -como la comprensión, como la vida-, sencillamente, es. Lo que sucede, por nuestra parte, es que podemos reconocerlo y vivirnos desde él o, por el contrario, blindarnos en un yo que busca, por encima de todo, su propio interés.

Así como el amor nos plenifica, al desconectar de él, nos sentimos dislocados. Probablemente afanados en sentirnos mejor, buscando compensaciones sustitutorias que otorguen al yo una sensación de control sobre la realidad. Pero todo ello seguirá dejándonos vacíos. Solo el amor -solo la verdad- es plenitud.

El amor, por ser uno con lo que es, no deja nada fuera. Hablamos, con razón, del amor a uno mismo, a los otros, a la naturaleza… Para saber si estamos o no en conexión con él, basta preguntarnos cómo nos sentimos habitualmente: ¿más plenos o más vacíos?

En el mismo sentido, el test que nos permite poner luz en nuestra vivencia puede formularse en forma de pregunta: ¿desde dónde me vivo?, ¿qué busco, aun de manera inconsciente, en lo que hago?

Finalmente, entre los diferentes medios que pueden ayudarnos a reconocernos como amor y a vivirnos desde él, me parece muy importante darnos tiempo para dejárnoslo sentir y, de ese modo, impregnarnos de él. De cara a avanzar en ese objetivo, puede ser útil cualquier práctica psicoafectiva. En mi caso concreto, me ayudó notablemente y me sigue ayudando el dejarme sentir y saborear el amor cierto de una persona querida. En la medida en que le dedico tiempo, noto como algo dentro de mí se ensancha y crece la capacidad de amar. Y al mantenerme en ello, llego a notar que el amor no nace en esa persona de la que lo recibo, sino de la misma Realidad, que es amorosa. Esa persona era un cauce -de valor impagable- del Amor que nos sostiene en todo momento, del Amor que es y somos.

EL AMOR

fe adulta

col munarriz

comentario editorial fa7

 

Mt 22, 34-40

«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente»

La contestación de Jesús a la pregunta del fariseo (el primer mandamiento es el amor a Dios y el amor al prójimo) nos da pie a hacer una reflexión general sobre el amor, y lo vamos a hacer tomando como referencia el libro de Erich Fromm “El arte de amar”.

Fromm afirma que el ser humano primitivo se siente uno con la Naturaleza y que eso colma su vida. Añade que, según se va liberando de este vínculo, va en aumento la angustia que le produce su soledad, y concluye que este hombre desarraigado del medio está totalmente solo salvo en la medida en que ayuda al otro; que se volvería loco si no pudiera librarse de su prisión al unirse a los demás hombres.

El hombre actual se refugia en el rebaño para superar la angustia que siente, pero sus relaciones con los demás son tan superficiales que no le libran de ella. Tampoco le libra sumergirse en el trabajo o abrazarse a un ocio cada vez más artificioso, porque el trabajo es rutinario y poco creativo, y el ocio también se ha convertido en rutina y compulsión.

La solución plena está en la unión interpersonal; en la fusión con otra persona en el amor. Este deseo es el más poderoso que actúa en el hombre, pero sólo el amor maduro capacita para vencer la soledad. El amor maduro consiste esencialmente en dar, no en recibir. Dar sin recibir a cambio puede considerarse como empobrecimiento, o como virtud en el sentido de sacrificio, pero quizás su sentido más genuino sea expresión de potencia, de poder, de fuerza, de riqueza… La esfera más importante del dar es el dar de sí mismo, y cuando se da así, no se puede dejar de recibir, y por eso, dar significa hacer de la otra persona un dador, y compartir ambos la alegría de lo que han creado.

El amor —continúa diciendo Fromm— es preocupación activa por la vida y desarrollo personal de quien amamos, es también responsabilidad de responder siempre a las exigencias de la unión con el otro, es respeto activo para que la otra persona crezca y se desarrolle por sí misma tal como es, y es finalmente conocimiento profundo de la otra persona.

El problema de conocer al otro es similar al de conocer a Dios. Tratamos de conocerle con el entendimiento, y ése no es el camino. En el misticismo se reemplaza el pensamiento por la experiencia de la unión con Dios, y ahí se produce el verdadero conocimiento y la plenitud. Lo mismo ocurre con el amor. Según afirma Fromm, la consecuencia lógica de la teología es el misticismo, y la consecuencia lógica de la psicología es el amor.

Pero hay muchos tipos de amor. El amor de una madre es incondicional; el niño no tiene que hacer nada para obtenerlo. El amor del padre hay que ganarlo y se puede perder. La relación entre la madre y el niño es de desigualdad, en la que uno necesita toda la ayuda y la otra la proporciona. Este altruismo es considerado como la forma más elevada de amor y el más sagrado de todos los vínculos emocionales, pero la madre recibe más que el niño porque se trasciende en el niño; porque su amor por él colma de sentido su vida.

El amor fraterno se caracteriza por su falta de exclusividad, y en él se realiza la solidaridad humana. Si percibo en una persona sólo lo superficial, básicamente percibo las diferencias; percibo lo que nos separa. Si penetro hacia el núcleo, percibo nuestra identidad, nuestra hermandad. El amor comienza a desarrollarse si amamos a los que no necesitamos.

El amor erótico es el anhelo de fusión completa con una única persona. Es la forma de amor más engañosa, porque se puede confundir con la experiencia explosiva del enamoramiento, y el enamoramiento es una intoxicación por amor. Si el deseo de unión física no está estimulado por el amor (si no es a la vez fraterno) jamás conduce a la unión, salvo en un sentido orgiástico o transitorio.

El amor a Dios también puede tener su origen en la necesidad de evitar la angustia de la soledad a través de la unión con alguien. Cuando la religión ha tenido un carácter matriarcal, los dioses se han caracterizado por profesar un amor incondicional e igual para todos. El creyente sabe que, aunque haya pecado, su Madre le amará y no amará a otro más que a él. Este amor propicia lo que ocurre entre la madre y el hijo, es decir, que el amor a Dios, y el amor de Dios hacia él, son inseparables. En las etapas patriarcales el Padre tiene exigencias, establece principios y leyes, supedita su amor a la obediencia, tiene predilección por el más obediente y capacitado, y las cosas se complican…

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí