FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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lunes, 14 de octubre de 2019

TALLERES FORMATIVO-CULTURALES PARA ADULTOS Salesianos Deusto



OCTUBRE   2019




MATRICULA  ABIERTA PARA TODOS LOS ADULTOS: DIA 15-HORA 17.30 (INFORMACION DE SAN JUAN BOSCO)
 NOVIEMBRE........COMENZAREMOS UN NUEVO TALLER:"MUJER AYER Y HOY"
 LA INAGURACION: A CARGO DE TOTI MARTINEZ DE LEZEA



DIA 1 MARTES :COMENZAMOS 
LUNES, MARTES, MIERCOLES Y JUEVES
horario concertado
   DIBUJO Y PINTURA  con Adolfo 
(los cursos del año pasado)
COMENZAMOS EL DIA 7 LUNES

18:00 ,19:15 y 20:30 h
   YOGA con Ainara  
(los grupos del año pasado)

 DIA 15 MARTES
17.30 HORAS
  HAREMOS LA MATRICULA 
( para acceder a los talleres)
Día 16 MIERCOLES
18 horas
  TALLER DE BIODANZA 
CON OLGA
 (puertas abiertas)
Día 21 LUNES
17.30 horas
MANUALIDADES 
 con Bego y Angelines
 ( presentación)
DIA 22 MARTES
19:00 horas
Taller de EUSKALDANTZAK 
con Mari Luz (comenzamos)  Taller de Aerobic con Natalia
DIA 22 MARTES
 17:00 horas
Taller de Cocina con Rafa 
( comenzamos)
CONTINUAREMOS EN LOS DIFERENTES TALLERES                       
NOVIEMBRE..
  NOVIEMBRE...
 NOVIEMBRE...
 NOVIEMBRE -----LUNES  (TODOS)
18horas
INFORMATICA
MIERCOLES (TODOS)
17:30 horas
EUSKERA....  
CONVERSACION
MIERCOLES
18.30.horas
Curso de ingles ( con Amy)
 JUEVES    
17.30 HORAS
.  MEDITACION-- 
CONSCIENTE  ( 1º--3º)
JUEVES:
18 HORAS   -------
 MUJER AYER Y HOY  
  ( 2º)
  MARTES  
 17.30 HORAS
PSICOLOGIA CON 
MARIAN ( 1º--3º)
MARTES
19 HORAS
  
CORO

EL RETO DE LOS CATÓLICOS


col otalora

Regularmente leemos cómo va mermando la influencia de la Iglesia Católica entre la población. Ya lo adelantó el sociólogo Javier Elzo cuando pronosticó que esta Iglesia va camino de convertirse “en una secta en el sentido sociológico o numéricamente”. Para algunos es una buena noticia constatar que después de tantos años y siglos de ominosa influencia clerical, empieza a abrirse una ventana laicista, pues todo apunta a que la tendencia se agudizará produciendo en la población un alejamiento aún mayor, tanto de las prácticas religiosas como de la influencia social que transmiten los mensajes de la jerarquía eclesiástica.
Para otros, el informe es una mala noticia, una más, preocupados como están por la marea anticlerical y la indiferencia religiosa. Hay un tercer grupo, en fin, que, dentro de la turbación, encuentran más motivos de esperanza que de abatimiento porque perciben la situación actual como una invitación a recuperar los genuinos valores del Reino, eclipsados en buena parte por los propios católicos, a menudo irreconocibles en su ejemplo; jerarcas incluidos, por las tantas veces que ni siquiera ven con buenos ojos la laicidad lo cual solo encabrita y aleja al rebaño en lugar de apacentarlo como haría un buen pastor.
No es menos cierto que la indiferencia religiosa posmoderna es un problema de nuestro tiempo, que ha venido a completar el pensamiento dominante de que Dios impide una auténtica humanidad por ser ambas incompatibles ¿Deformación o ignorancia? ¿El mensaje estorba? Se ha llegado a proclamar la muerte de Dios (Nietzsche) y lanzado la sospecha envenenada de que cuando Dios gana, el hombre es el que pierde; y viceversa. Nuestro ambiente está marcado por una cultura de profunda increencia religiosa que ha dado paso a otros dioses como la tecnología, la razón de Estado, el consumismo, etc., que crecen robustos al ser considerados y aceptados como fines en sí mismos junto a creencias espiritistas y ocultistas de muy diverso signo.
Yo me encuentro entre los católicos esperanzados que creen posible hacer más visible el valor de la Buena Nueva evangélica. ¿Qué es lo que nos falta para transmitir la experiencia liberadora de nuestra religión? Nunca es mal momento para que cada uno se haga esta pregunta.
Para empezar, falta experiencia religiosa en los propios católicos, quizá por retozar demasiado en la sociedad de consumo fiado todo a los ritos y plegarias superficiales. Nos falta mucha humildad para reconocer que el Espíritu no es patrimonio nuestro, que Jesús estuvo buscando a los apestados de su época, y no precisamente para condenarlos sino para transmitirles un chorro de amor que transformaba a cuántos tenían la mínima predisposición a abrirse a Él; y que sus palabras más duras las reservó para los soberbios sepulcros blanqueados, grandes profesionales de la historia de la salvación. Nos falta valentía para vivir más solidariamente, y sobre todo, dejarle a Dios que actúe a través de nuestras manos, viviendo a su imagen y semejanza con el ejemplo y cuando hace falta, la denuncia profética.
Para colmo, muchos de los que niegan a Dios, le están afirmando con su actitud y su conducta. No tienen fe, pero sus hechos trabajan en la dirección de los valores del Evangelio, incluso cuando recriminan la tendencia a apoderarnos de Dios para domeñarlo a nuestra horma. No fue un teólogo quien afirmó que “si Dios no es amor, no vale la pena que exista”, sino Henry Miller. Nuestro reto pasa por recuperar la práctica del espíritu de las bienaventuranzas y volver a experimentar la felicidad que viene de Dios alejando las actitudes que se convierten en causa de desconcierto para quienes buscan sinceramente pero se encuentran con la caricatura de la religión que mueve más al escándalo que a la conversión.
Tal vez, uno de los fracasos más graves de la Iglesia católica es no presentar a Dios como amigo de la felicidad del ser humano. Sin embargo, estoy convencido de que el hombre contemporáneo sólo se interesará por Dios si intuye que puede ser fuente de felicidad. Se nos olvida que el Evangelio es una respuesta a ese anhelo profundo de felicidad que habita en nuestro corazón. Quizá sea por tantos olvidos por lo que aceptamos pasivamente la consideración de “católico practicante” a quien acude a misa los domingos, en lugar de llamarle así al que vive el Evangelio dentro y fuera del templo.
Si Cristo no es un anhelo para millones de desnortados, buena parte de las causas nacen en nosotros. En este sentido, releamos la parábola del fariseo y el publicano. En su texto encontraremos algunas claves de lo que puede que nos esté pasando sin pensar siquiera que sus palabras se dirigen precisamente a nosotros.

Marruecos expolia el Sáhara ocupado para convertirlo en la nueva huerta de Europa


Eduardo Bayona

Saharahuis.bmpLa Comisión Europea contradice al TJUE y cierra con el país alauita un nuevo tratado comercial que le permite mantener ‘subcontratada’ la frontera sur de la Unión a costa de perjudicar al campo español.
Marruecos está intensificando el expolio del potencial agrario del Sáhara ocupado hasta el punto de estar convirtiéndolo en uno de los principales enclaves para abastecer de fruta, verdura y hortalizas a la UE, en este caso en detrimento de la agricultura española, que ve cómo sus productos son desplazados por los de un territorio sin vínculos comerciales con la unión que las multinacionales que operan desde allí pueden introducir como si procedieran de Marruecos. ··· Ver noticia ···

Cristianía II. Un cristianismo laico, humilde, sin complejos y abierto


José Antonio Vázquez Mosquera

El cristianismo rompe los esquemas religiosos antiguos, integrando lo esencial de los mismos -búsqueda de unión con el Misterio- trascendiendo sus rigideces -minusvaloración de la historia-. Con la Encarnación Dios se revela débil, vulnerable (según los viejos esquemas) y en la Cruz se pone del lado de los pobres, los marginados, los que sufren… por Amor al ser humano, viviendo la experiencia humana hasta los aspectos más oscuros. Con la Resurrección la Gracia inunda la historia más allá del propio cristianismo.··· Ver noticia ·

¿El celibato anula la sexualidad?

Pepe Mallo
Enviado a la página web de Redes Cristianas
celibato2En la apertura del presente Curso Judicial, la Fiscalía General del Estado aporta alarmantes datos sobre agresiones sexuales que, a nivel social, evidencian el aumento de los delitos contra la libertad sexual. En el ámbito eclesiástico, todavía colean en los medios periodísticos ecos y procesos sobre los abusos de clérigos a menores y el correspondiente encubrimiento de la jerarquía. Tampoco faltan comentarios sobre embarazos de religiosas forzadas por la prepotencia y el dominio clerical sobre las personas. Ha quedado de manifiesto que, en la Iglesia, el abuso sexual ha constituido una práctica generalizada, institucionalizada. Y sin embargo sigue aún vigente el celibato obligatorio.
¿El celibato suprime el impulso sexual? Punzante, atrevida y amarga pregunta ante esta deplorable realidad que demanda necesariamente una escrupulosa y madura reflexión. El sexo ha sido y sigue siendo un inmenso quebradero de cabeza para la Iglesia católica. Según el Catecismo, las relaciones sexuales están permitidas solo entre casados y solo con fines reproductivos y de unión. La doctrina cristiana proclama, casi como dogma, que “la castidad integra la sexualidad en la persona, acrecienta el dominio de sí mismo e imita la pureza de Cristo”; y además, en el caso de los consagrados, el celibato facilita de manera eminente la dedicación exclusiva a Dios. Esta visión miope, restrictiva, cuando no negativa, sobre la sexualidad descansa en dos imaginarios supuestos: que la abstinencia sexual es clave para la perfección personal y espiritual y que, además, es posible practicarla de por vida. Insostenibles afirmaciones engañosas y quiméricas. Ahí tenemos los abusos practicados, en diversos tiempos y espacios, por perversos y pervertidos personajes de toda la gama clerical.
El deseo sexual es un impulso primario, innato en todo ser humano. Las leyes biológicas ni envejecen ni mueren. El impulso sexual es una básica exigencia de la naturaleza, y la abstinencia prolongada incrementa, como en el resto de las necesidades vitales, la fuerza del impulso sexual, por mucho que se la intente exaltar como virtuoso ascetismo. Por eso, el celibato impuesto y no vocacional, contradice a la naturaleza y suele ir acompañado de serios problemas que llegan a vulnerar la dignidad del individuo y, sobre todo, su conciencia. Dios nos salve de los “hombres de Iglesia” que quieren hacernos creer que son ángeles. Me atrevería a afirmar que un buen número de eclesiásticos no están libres de “polvo y paja”.
¿Qué aporta substancialmente el celibato a la vivencia del ministerio eclesial? Pregunta procedente cuya respuesta depende de quién la realice. El celibato opcional es de por sí, en sí mismo, sin necesidad de exaltarlo ni divinizarlo, un valor excepcional o sea, fuera de lo natural, que aprecian, asumen y han ratificado muchos creyentes y no creyentes a lo largo de la historia. Su valor intrínseco no es de ninguna manera inherente ni está supeditado a ministerio alguno por muy sagrado que se le quiera concebir.
El narcisismo de la Iglesia, que observa a sus sacerdotes con anteojos espirituales y antiparras umbilicales, llega a proclamar desde las más altas esferas (¿estratosfera?) que “la santa virginidad es más excelente que el matrimonio” (Pío XII: Sacra Virginitas). Aquella soberana facultad de “atar y desatar” parece haber dejado este asunto “atado y bien atado”. Sin embargo, tanto el matrimonio como el celibato se presentan en la vida de cualquier persona como una “opción”; por tanto, una elección y una renuncia. Cuántos sacerdotes descubren su predisposición y aptitud para el ministerio, pero no se sienten “llamados” al celibato. Y así viven en una angustiosa dicotomía.
El tan sacralizado celibato viene a desplazar al matrimonio y, como consecuencia, a infravalorar la familia. La Iglesia intenta establecer un “paralelismo” entre dos opciones “dignísimas”, a cual mejor; pero descaradamente sobrepone el celibato al matrimonio. Una ley puramente eclesiástica ha suplantado lamentablemente a un sagrado “sacramento”. Con esta tremenda contradicción, la Iglesia quiere justificar la antinatural imposición celibataria. El celibato no añade absolutamente nada a la vivencia del ministerio. ¿Acaso son ante Dios más maduros, intachables y perfectos los sacerdotes célibes que los curas casados “legales”, que por haberlos haylos?
El informe fiscal al que he aludido en el preámbulo concluye que los datos aportados plantean la necesidad de reforzar los programas de educación sexual y de emprender medidas de prevención, principalmente en los centros formativos. Deducción aplicable también al estamento clerical. La preparación de los futuros sacerdotes se produce en los seminarios. Los seminarios responden a la idea inicial de captación, afirmación de la vocación y seguimiento de la profesión de sacerdote, el sacerdocio como “medio de vida”. Todo ello se realiza bajo el marco establecido por la Iglesia. La institución se erige en el único organismo dotado de los instrumentos y verificaciones indiscutibles con los que educar a sus futuros miembros. Para lo cual, “sabiamente”, se saca a los adolescentes de su hogar familiar, de su entorno escolar, de su ambiente de amigos y amigas y se le interna en un seminario donde el contacto con la familia y la sociedad será escaso o nulo.
La mayoría de quienes ingresan en los seminarios lo hacen en plena juventud, ilusionados con su vocación, pero psicológica y sexualmente inmaduros y, lo que es más grave, desconocedores del impacto que tendrá en ellos, por un lado, la abstinencia sexual de por vida y, por otro, la privación de una relación emocional y afectiva que el celibato impone. Resultado. Muchos llegan a ser intelectual y físicamente adultos, pero social, emocional, afectiva y sexualmente inmaduros.

Los actuales seminarios tridentinos trabajan en función de una finalidad preestablecida, intentando moldear a los internos en una única dirección, convirtiéndose así en endogámicos. El Vaticano II apostó por una sincera renovación que consiguiese integrar al clero en la realidad religiosa y social de la segunda mitad del siglo XX. Este “abrir las ventanas” supuso una decidida apertura de los seminarios hacia una nueva evangelización, priorizando la integración del aspirante al ministerio en la vida de las parroquias; no solo interviniendo en las funciones litúrgicas sino en cada una de las actividades pastorales de la comunidad, lo que supone contacto directo con personas de todas las edades y sexos. De esta forma el aspirante abandona el enclaustramiento y la incomunicación madurando también en su vida emocional y sexual, afianzándose en su opción de vida y previniendo así posibles y lamentables desvaríos. Las medidas de prevención pasan por rectificar la mentalidad y las leyes. Resulta primordial deslindar y precisar la distinción entre “ley del celibato” e “ideal del celibato”. Y sustituir “obligación” por “recomendación”. Y la reforma significaría revocar la ley del celibato obligatorio.