FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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ATALAYA NOVIEMBRE DE 2024

SESIÓN DEL REPARTO DE PREMIOS

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miércoles, 27 de noviembre de 2024

El obispo emérito de Solsona rompe su silencio acompañando a su mujer a TV3: “El personaje del obispo quedó ahí (…). Yo soy Xavi Novell, la gente que me conoce sabe cómo soy y ya está” -- Jesús Bastante

 


Religión Digital

Novell acompañó a Silvia Caballol a TV3
El exprelado acompañó a su mujer, Silvia Caballol, a una entrevista en el programa ‘Col-lapse’, y antes de la misma fue abordado por el presentador del programa, en el backstag”
En algunas cosas estamos perfectamente de acuerdo, en otras discrepamos y las vemos de forma distinta. Pero no quiero que Silvia sea como yo quisiera que fuera, quiero que sea ella, ya que por eso me enamoré” Ver noticia

Un grupo de intelectuales se querella contra Juan Carlos I ante el Supremo por cinco delitos fiscales -- Ana María Pascual


 Público

Doce juristas, filósofos y periodistas ejercen la acción popular para llevar ante la Sala Segunda la argumentación de la Fiscalía con las que archivó sus investigaciones, en marzo de 2022, sobre las defraudaciones tributarias del rey emérito. La esencia de la querella es que Juan Carlos I no regularizó correctamente su situación fiscal al ser avisado previamente por el Ministerio Público de que incoaba diligencias, lo que evita la exoneración penal. Ver noticia

(Vídeo) Las condiciones son insostenibles en el Norte de Gaza. Más de 800 muertos en las últimas semanas. Hambruna y crisis humanitaria -- Almayaden en Español

 


kaosenlared

(Vídeo) 50 días de asedio han devastado el norte de Gaza
La ofensiva israelí en el norte de Gaza cumple 50 días, el asedio ha dejado al menos 2.000 muertos, más de seis mil heridos y miles de desplazados. Las fuerzas de ocupación han causado hambruna y crisis humanitaria, mientras atacan al único hospital operativo en la zona. Ver noticia

El Papa recuerda que la Iglesia debe acoger a parejas convivientes y divorciados: “A todos, no olviden esta palabra”

 


Religión Digital

Audiencia al Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia
El Papa recordó este lunes que, aunque la Iglesia “promueve la familia dentro del matrimonio”, debe acoger también a parejas que conviven y a divorciados, en una audiencia con la comunidad académica del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia Ver noticia

EEUU: Mahony pide a los obispos denunciar el “escalofriante” plan de deportaciones masivas de Trump -- John Lavenburg

 


Religión Digital

El emérito de Los Ángeles pone el acento en las consecuencias para las familias mixtas

Frente a lo que él llama la “escalofriante y aterradora realidad” del plan del presidente electo Donald Trump de deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, el cardenal Roger Mahony está alentando a los obispos católicos de Estados Unidos a alzar sus voces Ver noticia

El Papa Francisco pide que Israel se detenga -- Marco Politi – Roma

 


Reflexión y Liberación

El salón de honor del Museo está dedicado a los 44.000 palestinos de Gaza asesinados por el ejército israelí a lo largo de un año. En las paredes están sus fotos. Dos tercios son mujeres y menores. Aquí y allá se pueden ver cuadrados vacíos bordeados de negro en la pared; son para las víctimas anónimas que aún están enterradas bajo los escombros. Ver noticia 

EL MIEDO A LA LIBERTAD, MOTOR DEL ACTUAL RUMBO POLÍTICO Y ECLESIAL


col martell

 

Hace casi treinta años, en una clase de Filosofía con jóvenes estudiantes de bachillerato, reflexionábamos sobre la libertad. Nos servíamos de la lectura previa de tres libros: “El miedo a la libertad” de Erich Fromm, “La Ola” de Todd Straser y el capítulo XVI de “Los hermanos Karamazov”, donde Dostoievski nos relata la leyenda del Gran Inquisidor. Como telón de fondo de todas las lecturas constatábamos una idea común: nos da miedo la libertad, preferimos la sumisión, que alguien nos mande, es más eficaz, crea menos problemas. Si el filósofo Emmanuel Kant nos decía: “Atrévete a pensar”, hoy habría que proclamar: “Atrévete a ser libre”.

Estos recuerdos no son casuales. He visto cómo en Estados Unidos se prefiere a Trump, un autócrata que quiere poner las cosas en orden, aunque él tiene pendientes actuaciones delictivas. He visto, también, salvando las distancias, cómo en el Sínodo la Iglesia no se ha atrevido, de momento, a pronunciarse sobre problemas muy candentes como son la `posibilidad de recibir el ministerio ordenado por parte de las mujeres o el celibato opcional de los curas.

“En tiempos de desolación, no hacer mudanzas”, parece su lema. Ya nos encargaremos de hacer ver que los anhelos de cambio son los causantes de los momentos de desolación. 

Es curioso, por otra parte, que en tiempos especiales de miedo a la libertad se ponga a la libertad como lema y slogan de campañas publicitarias. A la vez que te proclamo libre de vestir, beber o fumar una u otra marca, te castro la capacidad de elegir y pensar por ti mismo. Somos todos libres, pero bajo una organización determinada que no beneficia a todos por igual. Nos hacen gallinas sueltas en un gallinero donde pueden estar, también, zorros libres y sueltos.

Me voy a ceñir al miedo a la libertad en la Iglesia, aunque las razones profundas de ese miedo sean las mismas en el terreno político y social.

En los Cuentos de Juan de Arguijo, en el año 1617, se recoge este dicho tan repetido y revelador: “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”. La actitud de conservarlo que se tiene es producto del miedo a lo desconocido y una renuncia a luchar por el futuro.

El Concilio Vaticano II surge con el propósito de que la Iglesia no se quede como está, sino que se atreva a abrir las ventanas para dejar paso al aire fresco. Anuncia un tiempo de aggiornamento, de búsqueda. 

Después de la primavera conciliar vino el otoño y un cierto invierno, después de la apertura de ventanas vino el cierre para que nada cambiase demasiado y que no se colase en la iglesia “el humo de Satanás”. Después del florecimiento de grandes teólogos escudriñadores de los signos de los tiempos, vino la abundante condena de teologías que intentaban abrirse al paso del Espíritu que siempre sopla desde abajo y hace nuevas todas las cosas.

No se trata de condenar ciertos momentos de la Iglesia, pero sí de interpretar la historia y sacar consecuencias para poder seguir alimentando el fuego del Espíritu renovador.

Es sorprendente que una mayoría de cristianos evangélicos o católicos han apoyado con su voto a Trump y consideran que sus posiciones en lo social o en su vida personal son pequeñas lagunas ampliamente superadas por su ideología de fondo, que es defensora de una posición conservadora de los valores tradicionales que llaman cristianos. ¿No estaremos convirtiendo lo que debía ser un seguimiento de Jesús en una ideología que, además, es conservadora?

¿Es más importante conservar o ir alumbrando un mundo donde a todos se les reconozca la misma dignidad de hermanos, hijos de un mismo padre y madre Dios?

Cuando nos parece más peligrosa la no creencia que la idolatría, cuando nos parece más importante adorar al dios dinero o a una raza que consideramos superior a las demás y no somos capaces de considerar a todas las personas como hermanas, tendremos que hacernos mirar en qué hacemos consistir el ser hombres y mujeres de Dios. Hay un mandamiento que nos dice: “no tomarás el nombre de Dios en vano”.

¿Dios es el asegurador de nuestras vidas cómodas o el que nos impulsa a ir haciendo realidad un mundo nuevo, lo que llamamos “Reino de Dios”? Escogemos las certezas, el acomodo, el transitar caminos seguros; o, por el contrario, ¿nos aventuramos a buscar, a salir de nosotros mismos y dejarnos llevar por el Espíritu de Dios que habita en nosotros y nos impulsa?

El miedo a la libertad de Erich Fromm profundiza en nuestro miedo a elegir, a ser nosotros mismos. En el Gran Inquisidor de Dostoievski se manda callar a Jesús porque ha creído ingenuamente en las personas y en su capacidad de ser libres y no se ha dado cuenta de que lo que estas buscan y necesitan es a alguien que los someta, los haga culpables y los perdone. En La Ola de Todd Straser se nos plantea cómo unos estudiantes inseguros rinden más en unas clases organizadas con una disciplina hitleriana.

¿Qué repercusiones tiene todo esto en nuestra Iglesia? El Concilio Vaticano II fue una explosión de búsqueda de nuevas formas de hacer teología, de una liturgia más participada por el pueblo de Dios, de una nueva relación con el mundo; esto nos hizo vivir una etapa esperanzada. Por desgracia no duró demasiado.

Entra el miedo en nuestras estructuras eclesiales porque se considera que el abandono del estatus clerical de cientos de curas, religiosos y religiosas ha sido consecuencia de una secularización y un acercamiento peligroso al mundo. No sirve este hecho para plantear que puede haber otra forma posible de ser cura, monja o fraile. Las críticas que se hacen a ciertas formas de organización de la Iglesia y los nuevos planteamientos en liturgia o moral se consideran como un mal fruto del Concilio, que ha abierto algunas ventanas peligrosas y, en lugar de analizar el aire que entra, se prefiere cerrarlas. Se teme la protestantización de la Iglesia, la pérdida de mando del clero, la comunión de todos los bautizados que exige el cambio hacia unas estructuras igualitarias. 

En este otoño eclesial frente a las búsquedas se prefieren las certezas. Frente a movimientos laicales que hacen revisión de vida y quieren cambiar estructuras sociales y eclesiales que no responden al plan de Dios, se quiere la seguridad de una sana doctrina que no pone en peligro nuestra forma de funcionar. Frente al seguimiento de Jesús que resulta, a veces, subversivo, se crean movimientos con líderes muy fuertes que dan seguridad. Todo esto, ¿por maldad calculada? No, creo que por miedo. Además, huir del miedo atrae a la gente y esto nos reconforta y pone contentos.

La autoridad del líder, que da seguridad y certeza, es básica en la mayoría de los movimientos católicos surgidos y apoyados por una Iglesia que quiere reconducir el ardor utópico y transformador que surge en los primeros momentos postconciliares. En tiempos de crisis la certeza y la unidad junto al líder atraen, pero tienen un grave peligro. La raíz de las perversiones de la religión consiste en reducirla a normascreencias convertidas en ideologías, instituciones que van surgiendo y apoyan, a la vez que son apoyadas por los poderes de este mundo. Así surgen líderes que inconscientemente suplantan y oscurecen la buena noticia del Reino de Dios anunciado por Jesús, el único Señor. Estas normas, instituciones y personas se convierten en ídolos absolutos con el peligro de suplantar a Dios y esclavizar al sujeto religioso, ya que la autoridad, para no ser puesta en duda, necesita sacralizarse.

Decía el teólogo Rovira Belloso que la Iglesia tendría que escribir lo que no es esencial: normas, organizaciones, condenas y leyes humanas, con la humildad del que escribe con lápiz, nunca con tinta china. Lo peligroso es hacer lo contrario: hacer inmutable e imborrable lo no esencial por miedo a que se debilite una estructura eclesial y, por otra parte, borrar con facilidad lo nuclear del mensaje evangélico.

¿Los grupos y organizaciones cristianas, que estamos potenciando, son refugio cálido para personas con miedo a la libertad o, más bien, son grupos transformadores, personas que creen que otro mundo es posible y otra forma de ser Iglesia es posible?

Tenemos que escoger entre la oración: “virgencita, virgencita, que me quede como estoy” o tomar para nuestra oración las palabras de María: “hágase en mí según tu palabra”.

 

Avelino Seco Muñoz (Sacerdote en Santander)

Religión Digital

NO CREYENTE, PERO PRACTICANTE


 Agradezco al jesuita José Ignacio González Faus la difusión del poema Credo, de Magdalena Sánchez Blesa. Lo reproduzco para darle mayor difusión todavía y convertirlo en punto de encuentro en torno a la reflexión de nuestra fe.

Porque los cristianos de nuestra sociedad vivimos la fe como un derecho adquirido, algo que se transmite de padres a hijos con la colaboración de algunos catequistas y la asignatura de religión. La realidad es que aprendemos una cultura religiosa para andar por casa sin mayores profundidades ni compromisos excesivos. La Eucaristía, en fin, se ha convertido en una obligación de cumplimiento  -cumplo y miento- que no cuestiona mucho ni resulta ser el centro de nuestra vida espiritual. No somos conscientes del regalo de la fe y de que todo lo importante que tenemos en la vida requiere ser desarrollado: la capacidad de andar, de hablar, de madurar como personas y también de maduración de nuestra fe en el amor de Dios que no todos tienen.

Una fe es un regalo (gracia) como todo lo demás: la vida es un regalo, la salud y tantas cosas más que no somos conscientes de que las disfrutamos hasta que faltan… ¿Por qué algunos tienen salud, dinero, amor o fe, y otros no? ¡Para compartirlo!, para hacer de la necesidad una gran solidaridad. De esto va el Evangelio, incluido el gran regalo de la fe. Con nuestro ejemplo de vida apreciamos de verdad el tesoro que tenemos, y que supone también convertirnos en Buena Noticia para los demás. Esto es evangelizar.

El regalo de la fe supone agradecimiento y compromiso de vivirlo agradecidos y sembradores de Buena Noticia. Por eso resulta impactante conocer a personas sin fe que viven el Evangelio apoyadas solamente en el mensaje cristológico del Nuevo Testamento como una noticia extraordinaria que merece la pena ser vivida entre nosotros, incluso si tras la muerte espera la nada.

Este es el caso de la poetisa que lo escribió, supongo que en un arranque de belleza interior que sonroja por la mediocridad con la que vivimos nuestra fe. Ella se define una “no creyente practicante” llena de honestidad que cuestiona sin pretenderlo muchos esquemas mientras ilumina el camino verdadero del que la Iglesia institucional se ha alejado tanto para instalarse en el legalismo clericalista que ahoga el tesoro de la fe y aleja a tantos porque por los hechos, precisamente, distorsionan el Mensaje.

Invito a quienes estén leyendo estas líneas a que  lean despacio este poema, y mejor si lo hacen dos veces seguidas. Una lectura en actitud de oración, abiertos al Espíritu, porque la humildad que destilan esto versos son un estupendo abrelatas para abrirnos primero al agradecimiento, y a repensar nuestra actitud de creyentes después; si nos reconocemos cristianos “por la gracia de Dios” para algo y para alguien. El Sembrador salió a sembrar y nos dejó esta estupenda semilla. Que aproveche:

Credo - Magdalena Sánchez Blesa

No creo en ti, Señor, y no me alegro.
No creo en ti, por mucho que he rezado,
pidiéndote, Señor, que me redimas
y me perdones este gran pecado.
No creo en ti, lo siento con el alma,
pero quiero que sepas una cosa:
cumpliré el evangelio punto a punto,
cumpliré el evangelio coma a coma.

Te estoy hablando a ti, ¿a quién, Dios mío?
¿A quién le estoy hablando si no creo?
Pero ¿qué más daría si no existieses,
para hacer lo que dice el Evangelio?
No creo en ti, Señor, pero descuida,
que voy a recibir al forastero,
que voy a visitar a los reclusos,
y a darle de comer a los hambrientos.

No te preocupes, Dios, que yo no busco
un cielo donde ir, no es mi objetivo.
Lo haré, no por librarme del infierno,
lo haré sin pretender un paraíso.
Lo haré porque me nace, simplemente.
Lo haré porque me duele en mis adentros
que esté la tierra llena de criaturas
pasando pejigueras y tormentos.

No creo en ti, Señor, mas no te apures,
nunca te ofenderé, líbrame de ello.
Y cargaré tu Cruz hasta el Calvario
sin ningún interés de ningún cielo.
Y me tendrás, Señor, en cualquier calle,
donde haya una persona padeciendo.
Me tendrás en la cárcel, en el fango,
en cada pozo, en cada basurero.
En todas las criaturas de este mundo
que yo me encuentre con la soga al cuello.

No me guardes sillones, no lo hago
por alcanzar tu Reino.
Deseo que descanse mi ceniza
eternamente, cuando me haya muerto.
Que nadie me despierte, no me importa,
que mi gloria será seguir durmiendo.
Porque estoy agotada de la brega,
porque no puedo a veces con mi cuerpo.

No creo en ti, Señor, da mi parcela,
a quienes no han tenido nunca un techo,
a quienes no han tenido nunca nada,
a quienes viven siempre en el infierno.
Yo cedo mi sillón, que estoy cansada
de bregar y bregar a cada instante.
Porque no soy creyente, Señor mío,
soy, desgraciadamente, practicante.

 

¿LUGARES SAGRADOS?


col koldo

 

Me cuesta entender la fiesta de la Dedicación de la catedral de San Pedro y de otros templos dentro de la cristiandad.

Veo en el evangelio que Jesús tuvo una relación de oposición al templo. Y Él predice que desaparecerá el de Jerusalén. Dios está en todas las partes. Y todo lugar es sagrado. Jesús ora y se retira al monte y al silencio para ello. Nosotros nos aferramos a los templos como lugares sagrados y centros de nuestra fe. Jesús hizo el gesto de expulsión de los mercaderes del templo como lugar de negocio. Los evangelios nos dicen que también iba al templo, pero el verdadero encuentro con Dios lo realizaba a solas y en medio de la naturaleza.

Los primeros cristianos oraban en sus casas.

Cierto que hace falta silencio para facilitar el encuentro con Dios, para caer en la cuenta y ser conscientes de que Dios nos habita. Él mismo nos dice que “cuando estemos dos o más reunidos en su nombre, Él está con nosotros” ¿Por qué hemos dado tanta importancia a los templos y les hemos constituido como lugares de arte y de una categoría especial?

Cuánto dinero invertimos ahora en restaurar los edificios, altares, tejados… Cuánto interés en recuperar el arte de las iglesias, mientras que los pobres carecen de esos medios.

Hoy está ocurriendo en la vieja cristiandad que varios templos dejan su misión de culto, faltan feligreses y pasan a dedicarse a otros servicios, a veces no religiosos.

Todos tenemos la experiencia de celebraciones, sobre todo con grupos especiales, en lugares fuera de los templos. Y la verdad es que resultan templos muy interesantes: el campo, los salones, las casas.

Muchas veces las iglesias son frecuentadas por haber dentro de ellas algunas imágenes de santos a los que se tienen especial devoción (ermitas, santuarios…).

No podemos olvidar que la gran celebración se realizó en una habitación de la casa de Jerusalén donde se celebró la Primera Eucaristía. Fue la celebración la que la hizo sagrada.

Cada persona somos templo en el que Dios habita y dentro de cada uno podemos ofrecer el gran culto a Dios: El Amor.

LA RUPTURA DEL SILENCIO Y LA INACCIÓN DE LA IGLESIA: EL PAPEL DE GARCÍA MAGÁN


col kowalski

 

Durante los días pasados, las víctimas y supervivientes de la pederastia en España, representadas por las asociaciones ANIR, Lulacris y AVA, participaron en tres eventos significativos que facilitaron una catarsis colectiva: la reunión con el gabinete del Ministerio de Juventud e Infancia, la entrega de los Premios de Protección a la Infancia y la asistencia al Congreso de los Diputados para presenciar la comparecencia del Defensor del Pueblo ante la cámara.

Fueron días profundamente emotivos para quienes, en otros tiempos, vivieron presos de la incredulidad, el estigma y la ignominia. Por fin, se sentían arropados por personalidades, entidades y periodistas representativos de la sociedad española. El silencio comenzaba a resquebrajarse y, con ello, la vergüenza que durante años habían sentido. Las lágrimas que brotaron, dibujaban en sus rostros la complicidad, la gratitud y el vínculo forjado con los protagonistas de los diferentes relatos, incluidas las personas premiadas y las intervenciones que realizaron.

A pesar del dolor y el sufrimiento, lo más reconfortante fue comprobar cómo, en una causa común, convergieron personas que decidieron vivir, avanzar, luchar y, a pesar de todo, seguir riendo y albergando una posible esperanza. Su ejemplo demuestra que, incluso en los momentos más oscuros, cuando el dolor y la soledad dificultan cualquier progreso, es posible encontrar una salida que dignifique.

Nada de esto habría sido posible sin el esfuerzo y trabajo incansable de las citadas asociaciones, pero, sobre todo, de la familia Cuatrecasas-Cuevas. Su papel ha sido clave como la argamasa que une, fortalece y sostiene los anhelos compartidos por las diferentes individualidades comprometidas en esta tarea.

En cuanto a la Iglesia de España, son de agradecer los gestos del actual presidente de la CONFER, el señor Díaz Sariego, y del arzobispo de Madrid, el señor Cobo, así como de Juan Carlos Cruz. Sin embargo, es necesario reflexionar sobre el papel público que desempeña el secretario de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el señor García Magán. Su actitud parece alejada de los valores cristianos de justicia, humildad y compasión. En lugar de promover la reparación y la transparencia, sus declaraciones suelen estar marcadas por polémicas y un aparente cinismo, priorizando la defensa de la estructura eclesial sobre la verdad y la justicia que demandan las víctimas, renunciando a la verdad de Cristo, en la que también se incluye la capacidad de enfrentarse a la persecución y la inacción que siguen sufriendo los damnificados de los pederastas católicos.

El señor García Magán, como si todavía fuese un joven inmaduro, insiste en comparaciones y acusaciones que responsabilizan a otros, pero no ofrece respuestas claras a cuestiones capitales como: ¿Por qué la Iglesia española no colabora plenamente con el Estado? ¿Por qué boicotea las directrices de la Santa Sede? ¿Cuándo asumirá su responsabilidad promoviendo indemnizaciones y el reconocimiento de las víctimas en las diferentes diócesis? ¿Cuándo pondrá a disposición de los denunciantes los expedientes de los procesos canónicos?

Mientras estas preguntas permanezcan sin respuesta, la Iglesia continuará eludiendo sus responsabilidades, utilizando este tema para sus batallas ideológicas, las cuales no son nuevas, sino heredadas de figuras tan dañinas para los derechos y libertades civiles como Rouco Varela y Cañizares: prebostes católicos que militaron en la obstrucción y el vilipendio sistemático de derechos constitucionales tales como el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El señor Magán, en lugar de favorecer el entendimiento, opta por hacer declaraciones incendiarias y poner palos en las ruedas, refugiándose en la altanería de su mitra, la soberbia de su báculo y cayendo en el relativismo moral para fundamentar su defensa. Evitando, de ese modo, cumplir con su propio lema de ser «un hombre entre los hombres». Debería, en cambio, demostrar un liderazgo comprometido, acorde con las responsabilidades de su cargo, y abrirse a una introspección que refleje la bondad y la compasión genuinamente cristianas, alejándose de los paradigmas abyectos y fanáticos que pretenden hacerse un hueco como respuesta a la postmodernidad.

En este punto, es oportuno recordarle que, al igual que la Santa Sede puede proponer modificaciones en los acuerdos con España, el Gobierno español también puede hacerlo. ¡Faltaría más! Esta tarea podría iniciarse desde el Ministerio de Asuntos Exteriores o la Unión Europea, en coordinación con los ministerios afectados. Iniciativa a la que también podrían unirse los diferentes grupos parlamentarios a través de resoluciones o proposiciones no de ley, así como la sociedad civil, mediante el asesoramiento de expertos y el trabajo de colectivos sociales.

Para ir concluyendo, cabe señalar que el señor García Magán debe abandonar la retórica que alimenta el conflicto, revestirse de humildad y misericordia, actuar con mayor determinación y dignificar, así, tanto su cargo como la causa de las víctimas de la pederastia de la Iglesia española. Ellas piden hechos y reparación ya.

 

Ciro Molina de León

Religión Digital

ISABEL, CON FIRMEZA, DIJO ¡NO!


col kowalski

 

Isabel dijo no, pero antes, hacía unos meses, había creído y había dicho sí a lo imposible. Su vida cambió la historia, la suya y la nuestra, para siempre.

Llevo días dialogando con ese texto y sus personajes, y es tanta la fuerza que tienen, que me da temor empezar a escribir, porque no es fácil sacar a la luz interpretaciones que normalmente no se hacen. Puede ocurrir que, si las haces, te miren con sospecha en nuestra Iglesia tradicional.

Luego siento que por dentro me dicen: “Más sospecha que la que vivieron ellas, Isabel y María… imposible”. Qué fácil es y qué peligroso engrandecer y rezar a las personas que nos acompañan en nuestra travesía, pero menos fácil es desentrañar las verdades cronificadas que se interpretan desde un contexto histórico hoy ya anacrónico. Es urgente que a esas verdades las despojemos del polvo patriarcal para verlas a la luz de la Ruah y de los signos de hoy.

De construir para reconstruir. Esta es la historia de Isabel.

A Isabel, por aceptar el anuncio del ángel hecho a su esposo, el sacerdote Zacarías, se le considera bisagra entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Ella, aunque no nos lo cuenten así, es una de las mujeres bastante invisibilizadas que hace posible la encarnación de Jesús, porque su aceptación del plan de Dios es paralela a la de María de Nazaret.

Ambas mujeres, llenas de vida, contra todo pronóstico, encabezan el Evangelio. Ellas son mujeres judías practicantes, y por su apertura al Espíritu del Dios vivo, posibilitan con sus vidas que una tradición en aquella época, que se estaba quedando mortecina, pueda evolucionar hacia un nuevo paso, que tendrá que alejarse de lo de antes para poder surgir. Y así nos lo cuentan, con pasión, los evangelistas.

La esterilidad de Zacarías e Isabel significa la esterilidad de la institución judía, expresada en su incredulidad al no dar el paso de la lógica a la fe: Zacarías replicó al ángel: “¿Qué garantías me das de eso? Porque yo soy ya viejo y mi mujer de edad avanzada”.

El ángel le repuso: “Yo soy Gabriel (que significa la fuerza de Dios), que estoy a las órdenes inmediatas de Dios, y me ha enviado para darte de palabra esta buena noticia. Pues mira, te quedarás mudo por no haber dado fe a mis palabras…” (Lucas 1, 18-21).

Esa mudez significa que el judaísmo representado en la figura del sacerdote Zacarías dejó de alimentar su fe; significa que su relación con Dios es más de cumplimiento de sus leyes y múltiples prescripciones. La mudez también significa que ya no surgen profetas, porque su palabra dejó de encender la chispa de la fe en los corazones.

A partir de ahí, en el relato bíblico, es Isabel quien tiene la palabra, porque ella sí creyó y, por ello, quedó llena del Espíritu de Dios, que a través de su vida sencilla y abierta a la Ruah hace de su palabra profecía.

Por los textos sabemos que hay una historia preciosa, intercalada, que es el anuncio del ángel a María de Nazaret. El diálogo es absolutamente fascinante. La joven María, desde su transparente humildad, le hace preguntas al representante de Dios (Lucas 1, 34); a diferencia del representante de la institución sacerdotal, Zacarías, su actitud es abierta y disponible. No pide garantías, acoge el misterio, se fía y se lanza a una experiencia que cambia la historia y nos abre un camino de vida, de gestación, de dolor aceptado para dar a luz el proyecto de Dios.

María acompaña a Isabel; sus embarazos son para ellas un gozo y un misterio. La mayor con la joven, la joven con la anciana; como en nuestras comunidades, todas gestando vida, unidas por el mismo sentir.

Como decía, es Isabel quien toma la palabra cuando nace el pequeño. Según la tradición del judaísmo, sería el padre quien pondría el nombre a la criatura en esa cultura patriarcal… y además se pondría el mismo nombre que el padre.

“Pero la madre (Isabel) intervino diciendo: ‘¡No! Se va a llamar Juan'” (Lucas 1, 60).

Isabel, con su sincero compromiso con el Dios de su vida, toma fuerza y recibe la palabra que escuchará toda la historia. Con esa autoridad interior, dobla y arquea la institución y al patriarcado, y será el mismo Zacarías quien, al acatar el plan de Dios a través de ella, recuperará la palabra, ahora más dócilmente, desde la casa donde vivían, no desde el templo donde tenía el trabajo de sacerdote, rezando en nombre del pueblo.

Y aquí estamos, queridas hermanas, en esa coyuntura histórica. Tal vez muchas nos sintamos estériles porque la institución tal o cual…

Yo, apoyada por esa palabra, por esa mujer, por Isabel, deseo compartir que este tiempo que nos toca vivir es tiempo de escucha atenta para irnos haciendo más y más servidoras de la Palabra de Dios, que tiene la fuerza de derribar las férreas torres institucionales para otorgar la palabra a las personas que la institución invisibiliza.

Nuestro llamado al profetismo, que recibimos en el bautismo, a ser sacerdotes, profetas y pastoras, que luego ratificamos de un modo muy potente al realizar nuestros votos o promesas de consagración, nos indica un camino de renovación, de evolución.

A veces serán las voces de las hermanas mayores las que dirán, como Isabel: “¡No! Por ahí no; no vayamos a perpetuar tradiciones obviando el Evangelio, el cual —con su desnudez, desinstalación y dinamismo interno— nos conduce a lo desconocido que, si es de Dios, será bueno”.

Otras veces, las menos mayores, tendremos que proponer con la vida y la palabra proyectos de autentificación y actualización de nuestras propuestas y ministerios.

De construir para construir: así es la historia de las mujeres bíblicas y la nuestra. La evolución vendrá si asumimos el ministerio de “ser bisagras”, de decir no a lo viejo, de empujar esa puerta que se abre aparentemente al vacío, pero es que ese es el camino de la fe y el del futuro inminente de la vida consagrada, de la vida en el Espíritu.

Jesús tuvo que separarse de la institución porque le impedía ser él mismo. La institución llegó a quitarle de en medio, pero su Espíritu es el que impregna nuestras vidas; es el que posibilita la gestación que el momento histórico necesita. Para ello respondimos a su llamado.

Decir no puede parecer negativo, pero puede posibilitar cerrar sótanos para abrirnos a la luz. Ya desde la casa, su casa, lugar donde el Espíritu habita, los dos dan vida a Juan Bautista, que nos mostrará el camino que conduce a Jesús.

Y hoy nosotras damos vida a estas historias que están ahí para ser reencarnadas en los diferentes lenguajes de hoy.

Decimos no para poder decir sí y dejar que la vida siga su evolución.

 

Magda Bennásar Oliver, sfcc

espiritualidadcym@gmail.com

KIKE FIGAREDO, SJ: "SOY EL SACERDOTE MÁS FELIZ DEL MUNDO. VIVO LA ALEGRÍA DE SER TESTIGO DE TANTAS OBRAS DE DIOS"


col kowalski

 

“En mi catedral, cuando celebro la misa, más de la mitad de la asamblea está formada por no bautizados. Son personas en búsqueda, que buscan a Dios, un sentido a la existencia”, afirma el jesuita Enrique Figaredo Alvargonzález, Prefecto Apostólico de Battambang, misionero durante 40 años en Camboya y actual Presidente de la Conferencia Episcopal de Laos y Camboya.

“En el momento de la distribución de la Eucaristía decimos: a este lado, una fila para recibir la Comunión; al otro, la fila de los no bautizados, para recibir la bendición. Y esta otra fila crece constantemente”, señala el Prefecto, quien reflexiona sobre el rol de la Iglesia: “Es muy hermoso ver la iglesia como un lugar de reconciliación del corazón: la gente lleva el peso de su historia y encuentra en Cristo un oasis que regenera, que alivia las cargas de la existencia. Escuchando el Evangelio y la predicación, que yo mismo calibro a menudo, dirigiéndome a los no cristianos, muchos se conmueven al sentir la llamada de Dios y emprenden el camino y el tiempo del catecumenado. Dios se manifiesta en sus corazones”.

El Prefecto explica cómo los camboyanos se acercan a la Iglesia católica, en un país de mayoría budista donde sólo hay unos 30.000 católicos de una población de 17 millones: “La gente se interesa cuando ve que nos ocupamos de los pobres, los huérfanos, los indigentes, los discapacitados. Ven compasión. También aprecian la escucha y la participación: cuando acogemos a alguien en la iglesia, lo invitamos a participar en la misa, el coro y las reuniones. Esto crea una implicación personal inmediata”.

Además señala que, con Cristo, "encuentran la esperanza de ser salvados y liberados de los espíritus negativos que la vida, los acontecimientos pasados o las creencias culturales ponen como un yugo en sus corazones". “El espíritu de Dios libera. El Evangelio de Cristo es un mensaje liberador, y a nivel cultural, en Camboya, tiene un impacto profundamente transformador. Proclamamos el poder de Dios que libera. En el plano espiritual, Dios da la liberación de los espíritus negativos, del destino adverso. El Señor Jesús da una vida plena, transforma el corazón”.

Además, el religioso de origen español menciona el número de bautizos: "Celebramos unos 100 bautizos de adultos al año, la mayoría jóvenes. Cuentan que la llamada del Señor les da sentido a la vida y pertenencia a una comunidad. Hay bautizos de familias enteras. También tenemos más de 100 bautismos de niños cada año en las familias católicas”. Otro aspecto llamativo, señala el Prefecto Apostólico Figaredo, es “ver la iglesia llena de jóvenes y niños, y con muy pocos ancianos: justo lo contrario de lo que ocurre en Occidente. Camboya es un país muy joven: el 50% de la población tiene menos de 25 años, y esto también se ve en las iglesias”.

En cuanto a la vida de la Iglesia en la Prefectura Apostólica, Figaredo destaca que hay 22 sacerdotes, de los cuales tres son camboyanos, y el resto son misioneros provenientes de varios países, sobre todo de Asia, de Indonesia, India, Vietnam, Filipinas, pero también de países de África, Colombia y Francia. También, tenemos 60 religiosas de muchas nacionalidades y 4 camboyanas. Vivimos el desafío de la relación entre personas de diferentes culturas y nacionalidades, con el espíritu de ser amables y compasivos, de experimentar la empatía y la sinodalidad. Del Sínodo, al que asistí en el Vaticano, me traigo el espíritu de fortalecer la escucha y la conversión espiritual”.

Al repasar los 40 años de su misión en Camboya, el padre Figaredo afirma: “La comunidad católica ha crecido en número, pero hace falta acompañamiento espiritual, ser responsables de la comunidad. Para ello, los catequistas de la prefectura son una ayuda preciosa: unos 90, casi todos jóvenes. Y entre los más mayores, algunos fueron catequistas en la época anterior a la guerra, antes de la era de los Jemeres Rojos y Pol Pot. Durante la época de Pol Pot, se escondieron, porque se mataba a sacerdotes, obispos y catequistas. Los jóvenes católicos se escondían, pero llevaban la fe en el corazón y la mantuvieron en secreto durante el sufrimiento de la guerra. Y ahora están allí de nuevo proclamando la fe a los más pequeños”.

Como sacerdote y misionero español, que ha vivido en Camboya durante 40 años, el jesuita concluye: “He sido bendecido. Soy el sacerdote más feliz del mundo. Vivo la alegría de ser testigo de tantas obras de Dios. Pienso en los discapacitados que no tenían oportunidades y ahora están casados, trabajan, asisten a la comunidad. Los primeros jóvenes a los que seguí, a nivel espiritual y pastoral, ahora son padres, ahora que tengo el cabello blanco, tengo también 'nietos' espirituales. Siento mucha gratitud por haber visto tanta vida hermosa. Ahora puedo cantar mi Magníficat”.

 

RD/Fides

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“NO CALLARÁS” LAS VIOLENCIAS QUE SIGUEN SUFRIENDO LAS MUJERES


col anso

 

Cada 25 de noviembre, día en que internacionalmente se insiste en la urgencia de “Eliminar la Violencia contra las mujeres”, se realizan marchas, se lanzan consignas, se busca crecer en la conciencia sobre esta realidad para que no acontezca nunca más. Sin embargo, no es fácil mantener el ímpetu, ni la voluntad de cambio porque los seres humanos buscamos estabilidad y, en cuanto encontramos una manera de estar en el mundo que no nos traiga demasiados problemas, dejamos la lucha, la militancia, la constancia, e incluso los ideales de hacer de nuestra realidad algo distinto.

Una de las violencias más fuertes y evidentes contra las mujeres, es la violencia física que llega incluso al asesinato, tipificado por la ley como feminicidio. Cada vez que hay noticias sobre algún feminicidio algunas voces se levantan, pero también a esas noticias nos vamos acostumbrando. Incluso se niega o se justifican con la típica frase de más de una persona -y lamentablemente muchas veces mujeres- de que los varones también sufren violencia y que cuando van a los tribunales no les creen sobre esa violencia y que, en realidad, ellos son más víctimas que las mujeres. Por supuesto que hay varones que también sufren violencia por parte de las mujeres y pueden tener muchos tropiezos en las acciones legales. Pero la proporción de la violencia ejercida contra cada uno de los sexos, no tiene comparación, ni históricamente, ni en la actualidad. Además, hay un hecho que hace más dura le violencia contra las mujeres: se les ataca por muchas razones, pero también por ser mujeresEl sexo femenino tiene una connotación subordinada, inferior, cosificada que hace tan fácil que se ataque a las mujeres por serlo y de ahí viene la tipificación del feminicidio. A los varones se les ataca también, pero no por ser varón, sino por odio, venganza, etc. No se niega lo horroroso de esta violencia, pero es muy grave la violencia por razón de pertenecer al sexo femenino.

La violencia más sutil, menos visible, que es fácil pasarla de largo es esa violencia de palabras, actitudes, chistes, ironías, gestos, etc., que suceden cotidianamente entre amigos, entre marido y mujer, entre conocidos, en las relaciones diarias con la gente con la que se interactúa. Nadie duda de la buena voluntad de las personas y de que algunos se sienten atacados -cuando se les hace caer en cuenta en su actitud o expresión machista- y también de la ignorancia o poca conciencia que se tiene sobre esta realidad. Entender y develar el machismo exige atención, estudio, reflexión y conversión efectiva de la persona, reconociendo lo que tiene introyectado de la mentalidad patriarcal en la que se ha crecido y tomar la decisión de aprender a vivir las relaciones humanas sin machismo. Esto es tarea de varones y mujeres. Porque una vez más, hay que reconocer que son muchas las mujeres que mantienen la mentalidad machista, la fomentan y la dejan estar en sus maridos y sus hijos y hasta se enfadan cuando se habla del tema. Apelan a qué ellas nunca se han sentido maltratadas y que tanta queja desdice de las mujeres.

Podríamos detallar más tipos de violencias, pero terminemos refiriéndonos a una de las violencias que la comisión de mujeres del CELAM ha destacado este año, para la conmemoración de este 25 de noviembre. Nos referimos a la violencia espiritual que supone “utilizar la fe como herramienta de control, distorsionando el mensaje de amor y justicia para manipular o silenciar a las mujeres”. Muy importante este tipo de violencia. No hay un lugar más difícil de hablar de feminismo, de derechos de mujeres, de violencia contra ellas que las instituciones eclesiales. Si por muchas razones a la mujer se les silencia en las iglesias o se les exige actitudes o uso de velos, faldas largas, blusas cerradas, etc., con más razón, si se ponen estos temas para la discusión se considera que falta fe o no se tiene la capacidad de sacrificio y resignación que tuvo la virgen María (cosa que tampoco es una afirmación acertada con respecto a lo que los evangelios dicen de María), o se está atentando contra la familia, etc. Es decir, fuera de sufrir por la violencia que las mujeres viven en la sociedad no se cuenta, decididamente, con la institución eclesial para apoyar, denunciar y liberar a las mujeres de tanta violencia. Es muy peligroso apelar a la fe para mantener el silencio, la sumisión, el aguante bajo la pseudo razón de salvar a la familia por la capacidad de sacrificio de las mujeres. Por el contrario, es necesario juntar fe y vida, compromiso de fe contra la violencia de las mujeres, fuerza para levantar la voz y que tanta violencia no se admita más.

El lema señalado por la comisión de mujeres del CELAM es muy importante: “No callarás”. Efectivamente es tiempo de no callar ningún tipo de violencia que sufran las mujeres, seguir tomando conciencia de ellas y denunciarlas para transformarlas. Que este 25 de noviembre, mucho más desde una postura creyente, no decaigamos en el esfuerzo por transformar los ambientes para una vida segura para las mujeres.

Y, por supuesto, “no callarás” ad intra de la institución eclesial porque la Iglesia continúa negando la participación plena de las mujeres en la Iglesia, justificándolo con razones que bíblica, ni teológicamente, son válidas.

 

Consuelo Vélez

Religión Digital

REFLEXIONES DE ADVIENTO

fe adulta

col arregi

 

PRIMERA SEMANA.

Iniciamos nuevamente el tiempo de adviento, cuyo sentido se despliega para quienes tenemos en el horizonte la persona y palabra de Jesús el maestro galileo. Tiempo de espera. Una espera activa y plena de esperanzas. ¿Qué esperas anunciamos hoy a nuestro mundo tan lleno de prisas, tan copado por el minuto que pasó y por el que viene?

La Biblia en sus palabras del primer testamento nos deja testimonios de esperanzas de un pueblo, que desde situaciones muchas veces desesperadas, soñaba con otras realidades posibles que mejoraran su existencia. Las voces reunidas bajo el nombre de Isaías, son de las más potentes en transmitirnos estos sueños, con una inmensa fuerza poética.

En el capítulo 11 de este profeta, leemos:

Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Dios…  No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.

En estas líneas se nos dibuja un horizonte utópico. Sólo las utopías llevan el mundo hacia adelante. Nuestro actual punto de partida es difícil: Esperamos desde una oscuridad grande. Una sociedad global llena de injusticias que no respeta la vida humana, que no respeta la naturaleza, que ha expulsado el amor de sus corredores de vida. Una sociedad que cada día que pasa pierde más su calidad humana. Esperamos desde situaciones personales, comunitarias y colectivas duras y desesperanzadoras. Pero hay promesas y llamadas en nuestros horizontes, validemos esas promeses y tomemos decisiones personales y colectivas que nos impulsen a caminar hacia ellas.

Mucho hay para transformar en nuestras sociedades y en nuestros interiores. Rumi dice: Trabaja en el mundo invisible al menos tan duro como trabajas en el mundo visible. La realidad exterior nos abruma hoy: La guerra general se nos viene encima arrasando, con sus horrores, toda forma de vida; en Colombia se nos pierden los planos de la reconciliación, la paz, la honestidad y la justicia. Como sociedad no podemos vivir el adviento colectivamente, pero sí podemos tomar familiar o comunitariamente estos días para sopesar nuestro aporte. Hacia dónde llevarlo… ¿Cómo anunciar a otros y otras esa utopía que jalone horizontes hacia relaciones más amables, más hermanas, más amigas de la dignidad?

El espíritu que anima el adviento nos debe penetrar los días cotidianos, las tareas que nos reclaman, los descansos que nos esperan…  para que logremos contagiarnos de una “espera” sin límites que guíe nuestros pasos a la tarea de hacernos más humanos y de preparar nuestras vidas para albergar la luz de un  nacimiento que alumbre atardeceres. Entremos a este tiempo con el corazón rebosante de esperanza y de amor.

 

TIEMPO Lc 21,25-28.34-36

fe adulta

col labrador

 


“Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje”.  Es imposible leer el inicio del evangelio de hoy sin que vengan a nuestra mente las imágenes de todo lo sucedido en este último tiempo en algunas zonas de nuestro Levante español. Todos hemos contemplado perplejos las imágenes de ese oleaje que las aguas provocaron y que llevaron por delante cientos de casas y todo lo que encontraron a su paso. Miles de personas, por desgracia, lo vivieron de primera mano y hoy siguen sufriendo las terribles consecuencias de ello: pérdida de seres queridos, ruinas económicas, destrucción de sus hogares, de parte de su historia o de incluso toda su vida…

Se hace complejo proponer una interpretación de esta Palabra con tal recuerdo en la mente y en el corazón. ¿Cómo leer el texto en toda su hondura desde quienes hoy están sufriendo los desastres medioambientales? ¿Cómo podrán todas estas personas atravesar la realidad que les ha tocado y acoger las palabras que siguen: “Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”?

Una posible clave de lectura, en línea con lo que el Papa nos ha pedido a través de su encíclica Laudato Si’ y de su exhortación Laudate Deum, es la de descubrir en esta Palabra una invitación a interpretar los signos de este mundo y a asumir nuestra responsabilidad ante el cambio climático que padecemos. “Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con las juergas, borracheras y las inquietudes de la vida”… Estos sustantivos pueden ser cambiados hoy por “consumismo”, “contaminación”, “individualismo”, “concentración de gases”, etc. Sabemos que estos días están reunidos algunos líderes mundiales en la COP29 para dialogar y tomar decisiones que, ojalá, contribuyan al cuidado del medioambiente y de los países más afectados por las catástrofes naturales, pero nuestra tierra necesita del compromiso y el cuidado por parte de cada una de las personas que la habitamos. ¡Mantengámonos despiertos! ¡No dejemos de colaborar en la medida de nuestras posibilidades!

Sin embargo, esta interpretación no haría justicia al texto bíblico si nos quedáramos solo en ella. Porque, a través del simbolismo apocalíptico, de los signos de destrucción y muerte que se narran, lo que el autor desea es alentar la esperanza y avivar en cada persona la certeza de que el Señor no nos abandona, de que Él “viene”, “se acerca”, está presente en medio de estas realidades.

La Iglesia elige este evangelio en el inicio de un nuevo año litúrgico tras celebrar la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Con ello nos invita a alzar nuestras cabezas y mantenernos alerta, en vigilia, para despejar nuestra mirada de modo que ésta sea capaz de atravesar el dolor y el miedo y podamos descubrir al Señor que está en medio de su pueblo. Es este Rey quien se abre paso entre la destrucción y el caos para estar al lado de quien sufre, recordándonos que “su poder y su gloria” vienen revestidos de servicio y consuelo, de acompañamiento y presencia, de abajamiento, amor y solidaridad.

¿Es posible que los más desfavorecidos, aquellos que son objeto directo de las devastaciones naturales, puedan recibir este mensaje de esperanza? Deseamos que sí. En esa nube, con gran poder y gloria han visto venir a miles de voluntarios que se han desplazado hasta allí para acompañar su sufrimiento; al alzar la cabeza han encontrado manos que les han levantado en medio de la dificultad, que les han sostenido arriesgando sus vidas, que han repartido alimentos, medicinas o ropa, o que se han agachado a recoger lodo y escombros junto a ellos. Dios se embarra en las situaciones de mayor dolor y angustia para sostener la esperanza y mantenernos de pie, pero necesita que nosotros estemos despiertos en todo tiempo para reconocerlo… y para testimoniarlo.

ESTAD DESPIERTOS EN TODO TIEMPO

col Fidel Aizpurua

 


Iniciamos el año litúrgico: una nueva oportunidad para el cultivo de la fe, para llegar a una fe adulta. No la desaprovechemos.

Al comienzo del Adviento se nos llama a ESTAR DESPIERTOS EN TODO TIEMPO.  Ocurre que la fe, y más si es heredada como la nuestra, tiende a adormecerse, a caer en la rutina, a empobrecerse. Es como una prenda usada muchas veces: se deshilacha, pierde color, se rompe. Por eso, viene bien que se nos dé una sacudida. ¿Vives una fe despierta o dormida? ¿Vibras con tu fe o es para ti un peso que te agobia?

Jesús es para nosotros un modelo de fe despierta: ora con pasión durante la noche, se encuentra con la gente en los caminos y toma partido por los desfavorecidos, se entrega con valentía sin medir las consecuencias, respira con todo lo creado. Jesús es un creyente de fe despierta.

¿Cómo podemos nosotros vivir hoy una fe despierta?

· Tener los ojos abiertos: dicen algunos que necesitamos “místicos de ojos abiertos”. El creyente se interesa por lo que pasa y lo que nos pasa, le inquietan las situaciones de injusticia, le preocupan las situaciones de los frágiles, se pregunta por el futuro de la sociedad y del mismo evangelio. Un creyente de mirada apagada, distraída, desinteresada no es un ejemplo a seguir.

· Tener una mirada horizontal: mirar hacia la vida, no estar interesado en las cosas religiosas descuidando la familia, el trabajo, la oración. No ser demasiado espiritual, sino lo justo. No rezar demasiado, sino hacerlo con confianza.

· Tener sentido positivo de la vida: no ser un negativista, alejarse de aquellas tóxicas maneras que entendían la vida como un valle de lágrimas, amar la tierra en la que vives, agradecer a Dios el hecho de haber sido creado, no situarte entre los cristianos que todo lo ven de color negro.

La fe despierta descubre motivos de esperanza en el hoy: la sensibilidad de los jóvenes en la DANA, la voluntad de algunos políticos que no buscan la confrontación sino el entendimiento, los trabajos impagables de quien siembra amabilidad y bonhomía en las relaciones crispadas. Si no encuentras nada positivo en la sociedad, tu fe está desconectada de la vida.

Cuando éramos niños nos decían que, al comulgar, habríamos de recogernos abstrayéndonos de la realidad para estar con el Señor. Quizá lo que habría que hacer sería lo contrario: abrir bien los ojos para preguntarnos qué es lo que, como cristianos, tenemos que aportar a la sociedad de hoy. Ojos abiertos, mirada a la realidad, visión positiva de las cosas. Quizá estos sean los ingredientes de una fe despierta.

 

SIN MATAR LA ESPERANZA José Antonio Pagola

 


Jesús fue un creador incansable de esperanza. Toda su existencia consistió en contagiar a los demás la esperanza que él mismo vivía desde lo más hondo de su ser. Hoy escuchamos su grito de alerta: «Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Pero tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero».

Las palabras de Jesús no han perdido actualidad, pues también hoy seguimos matando la esperanza y estropeando la vida de muchas maneras. No pensemos en los que, al margen de toda fe, viven según aquello de «comamos y bebamos, que mañana moriremos», sino en quienes, llamándonos cristianos, podemos caer en una actitud no muy diferente: «Comamos y bebamos, que mañana vendrá el Mesías».

Cuando en una sociedad se tiene como objetivo casi único de la vida la satisfacción ciega de las apetencias y se encierra cada uno en su propio disfrute, allí muere la esperanza.

Los satisfechos no buscan nada realmente nuevo. No trabajan por cambiar el mundo. No les interesa un futuro mejor. No se rebelan frente a las injusticias, sufrimientos y absurdos del mundo presente. En realidad, este mundo es para ellos «el cielo» al que se apuntarían para siempre. Pueden permitirse el lujo de no esperar nada mejor.

Qué tentador resulta siempre adaptarnos a la situación, instalarnos confortablemente en nuestro pequeño mundo y vivir tranquilos, sin mayores aspiraciones. Casi inconscientemente anida en nosotros la ilusión de poder conseguir la propia felicidad sin cambiar para nada el mundo. Pero no lo olvidemos: «Solamente aquellos que cierran sus ojos y sus oídos, solamente aquellos que se han insensibilizado, pueden sentirse a gusto en un mundo como este» (R. A. Alves).

Quien ama de verdad la vida y se siente solidario de todos los seres humanos sufre al ver que todavía una inmensa mayoría no puede vivir de manera digna. Este sufrimiento es signo de que aún seguimos vivos y somos conscientes de que algo va mal. Hemos de seguir buscando el reino de Dios y su justicia.

 

DIOS ESTÁ SIEMPRE AHÍ DOMINGO 1º DE ADVIENTO (C) Lc 21,25-36

fe adulta

 Hoy primer domingo de Adviento, os propongo unos apuntes sobre cómo debemos entender las Escrituras, que son la base de toda liturgia. Es la ciencia la que nos obliga a salir de nuestra ceguera. A Galileo casi le cuesta la vida decir que la tierra se mueve. El argumento de la Iglesia era: la Biblia dice lo contrario. La Biblia no tenía razón, pero sí Galileo. Hoy el problema es más grave, porque atañe a la manera de interpretar la biblia. Ni una sola frase debemos entender literalmente. Toda ella es mítica, teología narrativa.

Es la ciencia la que nos obliga a dar el cambio. Los medios con que contamos hoy son increíbles. Podemos descubrir lo que hay varios metros por debajo de la tierra sin tocarla. Podemos datar con increíble precisión una mínima parte de materia orgánica o de roca. Muchas otras ciencias están al servicio de la arqueología. La sociología nos permite comprender las circunstancias en que vivían sociedades de las que no sabíamos nada. La historia es capaz de ir más allá de lo que podíamos imaginar hace solo unas décadas.

También el mejor conocimiento de las primeras lenguas escritas nos permite aquilatar el significado de los textos de manera mucho más precisa. La exégesis nos permite interpretar esos mismos textos más de acuerdo con la manera de pensar de cada época. Todos estos avances científicos nos obligan a repensar lo que hasta ahora creíamos de los textos bíblicos. El resultado es que los relatos que han llegado a nosotros no quieren decir lo que, durante mucho tiempo, estábamos convencidos que nos decían.

Lo primero que llama la atención es que todo el AT se escribió entre el s. VII y el IV antes de Cristo. En el siglo séptimo no podían tener ni idea de lo que pasó en tiempo de Noé. Los grandes patriarcas son personajes míticos y todo lo que se dice de ellos no son más que relatos fantásticos utilizando los mitos y leyendas que circulaban en las culturas del entorno. Haber metido a Dios en los relatos no significa que haya intervenido en la historia para dirigirla y condicionarla. Dios no pudo elegir a un pueblo y hacer maravillas en su favor, sobre todo, si, como pasa casi siempre, es en contra de los demás pueblos.

David no fundó ningún imperio. En la arqueología no hay ni rastros de ese poderío. Si existió realmente, no pasó de ser un jefe de bandoleros que se hizo con el mando de una tribu. Entonces Sión no era más que un pueblucho sin ninguna capacidad organizativa, menos aún como centro de un imperio. Es probable que Judea no llegara a los 2.000 habitantes; mal podía tener un ejército de 30.000. La fastuosidad de Salomón no fue más que una leyenda. Puede ser que construyera el primer templo, pero ahí acabaría todo.

Los análisis genéticos han demostrado que los judíos no son una raza especial, que llegaron de otra parte. Son de la misma estirpe que los demás habitantes de Palestina. Tampoco se ha encontrado rastro de una emigración del pueblo judío a Egipto. Los egipcios llevaban las anotaciones de los acontecimientos importantes. No hay ni rastro de una población judía en su territorio. En tiempos del Éxodo, los egipcios tenían vigiladas todas las fronteras con militares que les permitían controlar todo flujo de personas.

Es imposible que salieran de Egipto unos 600.000 varones sin que eso quedase reflejado como un peligro. Es imposible que un número tan descomunal de personas pasaran cuarenta años en el desierto sin dejar el más mínimo rastro. No hubo ninguna teofanía en el Sinaí ni Moisés recibió ninguna tabla con los mandamientos. No hubo ninguna conquista de las tierras de Canaán, porque los judíos siempre estuvieron allí. No pudieron derrumbarse las murallas de Jericó, porque no era más que una aldea insignificante.

Pero, entonces ¿por qué se escribieron todos esos relatos fantásticos que no hacen más que ponderar la intervención de Dios a favor de un pueblo, casi siempre, machacando a otros pueblos? Todos los relatos tuvieron un objetivo muy claro: intentar mantener la esperanza de un pueblo que se sentía zarandeado por todas partes y con muy pocas posibilidades de subsistir. A la vuelta del destierro, el pueblo judío quedó reducido a un puñado de personas de los más bajos estamentos sociales. Lo que consiguieron los escritores fue mantener la esperanza y la energía necesarias para superar las dificultades.

Esto nos tiene que hacer pensar y aceptar que hemos estado leyendo la Escritura de una manera demasiado simplista. Aunque lo que cuentan no concuerde con lo que pasó, sigue teniendo su valor, porque nos invita a buscar una salvación en Dios más allá de las que podemos encontrar por nuestra cuenta. Pero las dificultades que encontraron y cómo fueron capaces de superarlas, eso sí es un hecho histórico. Esto es lo que nos debía preparar a aceptar la lección que aquella actitud puede darnos hoy y buscar una salvación no venida de fuera, sino descubierta en profundo de todo ser humano.

Todo el año litúrgico es un montaje que hemos construido. Dios no está sometido a este artificio. Dios no tiene que venir de ninguna parte. Está siempre ahí esperando que lo descubramos. Nosotros sí necesitamos esos artificios para aprovechar el tiempo y el lugar oportunos para ese encuentro. Se trata de un intento de armonizar el presente con el pasado y el final. Empezamos el Adviento con lecturas apocalípticas con las que terminamos el año litúrgico. El pasado y el futuro debemos afrontarlos desde el presente.

El evangelio que hemos leído refleja el ambiente apocalíptico que se vivía en las primeras comunidades cristianas. Están escritos desde una visión mítica del mundo, del hombre y de Dios. Desde esa perspectiva, Dios había creado toda la realidad visible quedándose al margen de ella, pero gobernándola desde las alturas. El hombre había envenenado la creación con su conducta, pero no tenía capacidad de enderezarla. Dios perdonaría a los humanos y con el mismo poder que creó, recrearía el mundo malogrado eliminando el mal.

Nuestro universo conceptual es muy distinto. La creación no es un acto de la potencia de Dios que ‘hace’ algo fuera de Él, sino que todo lo que existe es la manifestación de lo divino que permanece escondido en lo hondo de toda realidad. Como reflejo de lo divino todo es esencialmente bueno. El maniqueísmo nos empuja a dividir la realidad en opuestos irreconciliables, pero para Dios todo está en una eterna armonía. Nuestra falta de perspectiva nos hace ver el mal que solo está en nuestra cabeza.

La gran noticia no es que Dios viene, sino que no tiene que venir porque siempre está en ti. Ni Jesús ni Dios tienen que hacer nada. Jesús, porque lo hizo todo durante su vida. Dios, porque lo está haciendo todo en cada instante. No tienes que esperar ninguna salvación venida de fuera. Todo lo que puedes llegar a ser ya lo eres. Tu tarea consiste en descubrir tu verdadero ser y simplemente serlo. Todas la ofertas venidas de fuera están encaminadas a satisfacer tu falso yo y por lo tanto son engañosas.