FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
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lunes, 15 de diciembre de 2014

AHORA MÁS QUE NUNCA - ¡C@ntamos Contigo! - Alejandro Abad


Más de 10.000 visitas en un día ¡Gracias!


- Por: Marian Serrano
11/12/2014 - 178 Vistas 

Ayer, 10 de diciembre, se lanzaba el video-clip del proyecto “C@ntamos Contigo” en el que han participado más de 5.000 niños de cuatro de los cinco continentes.

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Sin cumplir las 24 horas de estar en línea, el video del proyecto "C@ntamos Contigo" se ha visto ya más de 10.000 veces. Los responsables del proyecto el Colegio Salesianos Los Boscos de la mano de Angel Alsasua, el director del Coro nos lo cuentan en el perfil de Facebook. ¡Gracias, Gracias, Gracias!

El clik solidario y compartir el video hará que muchos otros niños tengan la oportunidad de la salud  y la educación a través de la ONG JyD, que será la destinataria de los beneficios que se obtengan con el proyecto.

Todo esto ha sido posible por el trabajo colaborativo por parte del Centro que lleva varios años trabajando en este proyecto de innovación educativa, junto con Alejando Abad, cantautor y productor musical de éxito que ha cedido la canción “Ahora más que nunca” y se ha implicado personalmente en el proyecto. Los Centros que han aportado su trabajo, sus vídeos que pueden verse en el canal de youtube de “C@ntamos Contigo”, los niños y niñas que han dado todo, la ilusión, el trabajo y la alegría. Y las personas e instituciones que han colaborado para difundirlo.

De entre todos los centros educativos participantes algunos de nuestra inspectoría Santiago el Mayor: Los Boscos y Domingo Savio de Logroño, Salesianos Deusto, Salesianos Atocha, María Auxiliadora de Ourense, Ciudad de los Muchachos en Madrid, Salesianos Guadalajara. Y algunos centros salesianos de otros continentes: Colegio Salesiano Duitama de Bocaya en Colombia; Don Bosco Technology Center de Punta Princesa-Ceby City en Filipinas y Centro de Acogida Magone de Benin.


Podemos seguir aportando nuestro granito de arena al proyecto y a otros muchos proyectos, para agradecer. Mira y comparte
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CEA(R): las devoluciones ilegales vulneran los compromisos adquiridos por España en materia de derechos humanos y derecho de asilo



Ayer, los votos del PP en el Congreso de los Diputados dieron luz verde a la Ley de Seguridad Ciudadana que pretende dar cobertura legal, por la puerta de atrás, a las devoluciones ilegales en Ceuta y Melilla. Para la Comisión Española de Ayuda al Refugiado “no se puede legalizar lo que es ilegal”.
El Pleno del Congreso ha dado luz verde a la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana por la que se dará cobertura legal a las devoluciones ilegales en Ceuta y Melilla. Aprobada por la mayoría que el Partido Popular tiene en el hemiciclo y con el completo rechazo del resto de grupos parlamentarios y de la sociedad civil. Esta decisión, cuestionada incluso a nivel de la Unión Europea, da la espalda a los compromisos adquiridos por España a nivel nacional e internacional en materia de derechos humanos y al derecho de asilo.··· Ver noticia 

¿En qué se parecen Guatemala y Bolivia? Ollantay Itzamná


Hace unas semanas atrás, en una conversación informal con funcionarios públicos del Estado de Guatemala, sugerí que en el diseño e implementación de las políticas públicas se debería obedecer menos a Washington, y considerar más como referente a los eficientes procesos de cambio boliviano. Pero, una funcionaria profesional me increpó duramente, y sintetizó su disgusto colérico en: “Aquí no queremos comunismo”. Sí, aunque Ud. no lo crea. Una profesional posgraduada, funcionaria pública, en pleno siglo XXI.
¿En qué fueron hermanas siamesas Guatemala y Bolivia?
Bolivia y Guatemala tuvieron casi la misma suerte durante la Colonia española, no sólo porque fueron Audiencia ambos, sino porque material y socialmente sirvieron para la sostenibilidad del sistema colonial. Culturalmente gozaron y gozan de una megadiversidad de pueblos originarios que hacen actualmente una mayoría demográfica en ambos países.

Al finalizar el sistema colonial español, ambas audiencias contaban casi con el mismo tamaño geográfico. Pero, en el origen y la trayectoria republicana, Guatemala perdió Chiapas, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Belice. En cambio la Audiencia de Charcas (Bolivia) sumó cerca del 75% de su territorio actual al momento de surgir como República. Por eso Guatemala, geográficamente, en la actualidad, es casi el 10% del territorio boliviano. Aunque en proporción multicultural, Guatemala es más grande que cualquier país latinoamericano.
Estos dos países, hermanas siamesas, nacieron y se hundieron en su etapa republicana gangrenadas por los mismos pecados capitales: Exclusión y empobrecimiento de las grandes mayorías, institucionalización del racismo/machismo y sobre expoliación laboral de los pueblos aborígenes, ausencia total de un proyecto de Estado nación, afianzamiento del colonialismo interno (Estado criollo) en los territorios indígenas, idealización e imitación de los vicios del sistema colonial como virtudes centrales por parte de las élites y sus “peones”, etc.
Por eso, estas dos repúblicas bicentenarias ingresaron al siglo XXI hermanadas en los mismos males estructurales: envidiablemente ricos, como pocos países, pero miserablemente desiguales casi como ningún otro. Compitiendo entre sí por la corona mundial en la corrupción pública. Racistas, clasistas y “cristianas” como ellas mismas. Aduladoras de foráneos modelos de vida, pero implacablemente inquisidoras con toda manifestación de sus identidades milenarias.
Amantes y creyentes de las promesas mentirosas de los gobiernos norteamericanos, más que los propios gringos. Desintegrados social, política, territorial y culturalmente, más que cualquiera de sus vecinas. En resumen: estados sin naciones, y naciones sin estado. Catalogadas ambas como estados fallidos. A mediados del siglo XX, ambas repúblicas intentaron las revoluciones nacionales más prometedoras de la región, pero ambos intentos sucumbieron hipnotizados por el espejismo de lo que después sería el “fascinante” Imperio neoliberal.
Bolivia miró hacia sus entrañas, y Guatemala persiste hipnotizada por la ilusión del neoliberalismo
En aquel contexto de Estado fallido y pueblo enfermo boliviano, movimientos sociales y pueblos indígenas organizados se constituyeron en los nuevos sujetos sociopolíticos con horizontes aún desconocidos. Habitados por la conciencia de dignidad y soberanía, o quizás por el simple instinto de sobrevivencia y convivencia que habita a cada pueblo, impulsaron inéditos procesos de transformaciones estructurales.
Dejaron de ser creyentes, y sospecharon del espejismo neoliberal y neocolonial de la modernidad. Así, de la conciencia sociocultural creciente transitaron hacia la consciencia política colectiva. Y convirtieron su mayoría demográfica servil, en mayoría política refundacional, con su propio instrumento político. Sin corbatas, sin títulos, sin manuales, emprendieron un inédito proceso creativo constituyente intercultural para sentar las bases de un nuevo Estado Plurinacional y sociedad intercultural.
Hay ingenuos desinformados que dicen: “Evo lo hizo”, “los cuadros de izquierda lo hicieron”. Falso, fue el pueblo saqueado, humillados y hostigado por el neocolonialismo que fecundó miles de Evo. La izquierda política tradicional, anduvo de turismo ideológico por Europa. Y, los intelectuales de derecha y de izquierda disfrutaban de las migajas neoliberales por sus servicios de consultoría. Al igual que en la Guatemala actual.
Hace una década atrás, Bolivia era la Guatemala suramericana. Un Estado fallido, aunque no con la desintegración social violenta que vive, ahora, este último. Pero, sí con una amenaza de fragmentación territorial, y hundido en el sinsentido generalizado. En ese contexto, los resabios de dignidad y soberanía, se articularon y se constituyeron de facto desde las profundidades del intento de país.
¿Por qué sugerí aquel atrevimiento de tomar como referencia a Bolivia?
Hace casi una década atrás, los gobiernos bolivianos, cada fin de año, competían con los de Guatemala, Honduras, etc., sombrero en mano, pidiendo limosnas en ámbitos internacionales para pagar sueldos y aguinaldos a sus trabajadores.
Ahora, mientras en Guatemala la regla es el déficit fiscal (promedio del 5% del presupuesto anual), Bolivia se convirtió en un fenómeno con su sostenido superávit fiscal. Como en ningún otro Estado, en Bolivia se paga doble aguinaldo a todos los/as trabajadores. Pero para ello, en Bolivia (con un territorio 10 veces más grande que Guatemala), el Compañero Presidente tuvo que ajustar su sueldo a no más de US$ 2,600 mensuales (en el 2006 se rebajó el sueldo en 50%, y ningún funcionario gana más que el Presidente). En Bolivia, el Estado destina para inversión pública cerca del 28% del Producto Interno Bruto (PIB). Mientras en Guatemala, su Presidente gana un sueldo mensual de US$ 18,311, y el Estado destina a inversión pública un poco más del 3% de su PIB.
Bolivia asigna cerca del 7% de su PIB para educación/investigación, Guatemala sólo dispone para este rubro cerca del 3% de su PIB (que apenas cubre los salarios de docentes). Mientras en Bolivia, apenas cerca el 14% del presupuesto general del Estado Plurinacional se destina para sueldos y salarios, en Guatemala, cerca del 70% del presupuesto nacional anual está destinado para gasto corriente.
El proceso de cambio boliviano no sólo devolvió la dignidad y la autoestima a los/os bolivianos, haciendo del país un referente inevitable para teóricos y pragmáticos inquietos, sino que en menos de una década la tara del analfabetismo (casi congénita a las repúblicas latinoamericanas), fue superada casi por completo. Más de un millón de empobrecidos salieron de la categoría de pobres. La amenaza de la disolución/división territorial del país (Altiplano-Oriente) se difuminó. En definitiva, el mito casi corporizado de: indio haragán, bruto, borracho/despilfarrador, está siendo superado del imaginario colectivo, producto de la envidiable capacidad administrativa del gobierno indígena. Se afianza, aunque con dificultades, democracias participativas y comunitarias.
Mientras esto ocurre en la Bolivia actual, Guatemala padece una crónica anomía, no sólo identitaria, sino de proyecto político de nación. Padece una estampida migratoria poblacional desoladora hacia el norte sangriento. El Estado fallido es un cuerpo putrefacto por la corrupción, donde salta el pus en cualquier lugar que se le ponga el dedo. La desintegración social y territorial es cada vez más acelerada, en la medida en que el Estado gendarme se diluye bajo los intereses de los violentos agentes neoliberales.
Mientras en la Bolivia actual es un orgullo ser indígena y ser boliviano, aquí, ser guatemalteco o ser indígena consciente es prácticamente un delito. Aquí, el o la indígena no tiene derechos, sólo obligaciones, pero la palma africana o la caña de azúcar adquieren categoría de ciudadanos plenos. En la última década, más de un millón de guatemaltecos ingresaron a engrosar el ejército incontenible de pobres. Cada guatemalteco/a nace con una deuda pública que supera los US$ 1000. De cada 10 niños/as guatemaltecos, 6 nacen condenados a librar la cruenta batalla perdida de la desnutrición. Pero, eso sí. Guatemala tiene más de US$ 53 mil millones de PIB, casi el 95% controlado por el sector privado. Mientras Bolivia, apenas tiene US$ 31 mil millones (en 2006, era alrededor de US$ 17 mil millones), pero cerca del 30% creciente bajo el control del sector público.
En la Bolivia postneoliberal, los antiguos ricos honestos, junto a los nuevos ricos indomestizos, lejos de perder sus bienes, acumularon más, pero de manera ordenada, y sin utilizar al Estado (de financista a fondo perdido o de policía de seguridad). En la Guatemala actual, ricos y pobres subsisten a diario con un “Jesús y María” en los labios, porque aquí, como en todo Estado Fallido, cada instante de vida es prácticamente un acto de fe, un milagro portentoso.

El perverso poder de la pederastia Juan José Tamayo



Poder sobre las almas, poder sobre las conciencias, poder sobre los cuerpos
No todas las llamadas telefónicas son ociosas e ineficaces. Hay algunas que logran sus objetivos y tienen efectos inmediatos. Los han tenido las que el papa Francisco hizo al joven profesor granadino que le escribió una carta informándole de los abusos sexuales que él y otras personas menores de edad sufrieron desde la infancia por parte de algunos sacerdotes y seglares. Francisco le llamó en dos ocasiones para pedirle perdón, mostrarle su apoyo, comprometerse a investigar el caso y decirle que lo pusiera en conocimiento del arzobispo de Granada, quien, a decir verdad, no mostró la misma diligencia que el papa, ya que tardó en responder a las llamadas del joven agredido sexualmente.

El arzobispo solo tomó medidas sancionadoras bajo la presión del papa, más solícito en la solidaridad con la persona herida y en el castigo del delito que el propio pastor diocesano. Es algo que viene repitiéndose últimamente. Los obispos encubren las agresiones sexuales de los clérigos y llegan a comprar el silencio de las víctimas y de sus familias con dinero. El papa, empero, toma la iniciativa de la denuncia y sanciona a los propios obispos retirándolos de sus funciones pastorales por la indignidad de su inmoral comportamiento.
Las llamadas de Francisco contrastan con el largo silencio de Juan Pablo II y del cardenal Ratzinger, durante su presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ante situaciones similares. Fue un silencio cómplice con los abusos sexuales producidos contra víctimas indefensas en numerosas instituciones eclesiásticas: parroquias, seminarios, noviciados, colegios, cometidos por cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, formadores religiosos, educadores, padres espirituales, y conocidos por la citada Congregación por las numerosas denuncias que llegaban hasta ella.
Esta, lejos de tramitar e investigar los casos denunciados y ponerlos en manos de la justicia, imponía silencio a las víctimas para que no trascendiera el escándalo de tamaña agresión, y, para disuadirlos de que revelaran o denunciaran las agresiones sexuales, los amenazaba con penas temporales y eternas, que generaban total indefensión e incluso culpabilidad en la persona objeto de los abusos. ¿Sanción para el pederasta? Hasta hace poco tiempo, ninguna. A lo sumo, el obispo ordenaba el cambio de destino pastoral al religioso pederasta sin informar a la nueva feligresía de la razón de dicho traslado. Así, el pederasta podía seguir cometiendo las agresiones sexuales con total impunidad.
La permisividad del delito, el silencio, la falta de castigo, el encubrimiento, la complicidad y la negativa a colaborar con la justicia convertían la pederastia no solo en una agresión sexual individual, sino en una práctica legitimada estructural e institucionalmente –al menos de manera indirecta- por la jerarquía eclesiástica en todos sus niveles en una cadena de ocultamiento que iban desde la más alta autoridad eclesiástica hasta el pederasta, pasando por los eslabones intermedios del poder religioso.

La raíz de tan abominable práctica se encuentra, a mi juicio, en la estructura patriarcal de la Iglesia católica y en la masculinidad hegemónica que convierte al varón en dueño y señor en todos los campos del ser y del quehacer de la institución eclesiástica: organizativo, doctrinal, moral, religioso-sacramental, sexual, etc. Y no cualquier varón, sino el clérigo -en sus diferentes grados: diácono, sacerdote, obispo, arzobispo, papa-, que es elevado a la categoría de persona sagrada.
La masculinidad sagrada se torna condición necesaria para ejercer el poder, todo el poder, todos los poderes. Lo domina y controla todo, absolutamente todo: el acceso a lo sagrado, la elaboración de la doctrina, la moral sexual, los puestos directivos, la representación institucional, la presencia en la esfera pública, el poder sagrado de perdonar los pecados, el milagro de convertir el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, el triple poder de enseñar, de santificar y de gobernar.

Este poder empieza por el control de las almas, sigue con la manipulación de las conciencias y llega hasta la apropiación de los cuerpos en un juego perverso que, como demuestran los numerosos casos de pederastia, termina con frecuencia en las agresiones sexuales más degradantes para los que las cometen y más humillantes para quienes los que sufren. Se trata de un comportamiento diabólico programado con premeditación y alevosía, practicado con personas indefensas, a quienes se intimida, y ejercido desde una pretendida autoridad sagrada sobre las víctimas que se utiliza para cometer los delitos impunemente.
El poder sobre las almas es una de las principales funciones de los sacerdotes, si no la principal, como reflejan las expresiones “cura de almas”, pastor de almas”, etc., cuyo objetivo es conducir a las almas al cielo y garantizar su salvación, conforme a una concepción dualista del ser humano, que considera el alma la verdadera identidad del ser humano e inmortal. El poder sobre las almas lleva derechamente al control de las conciencias. Solo una conciencia limpia, pura, no contaminada con lo material, garantizaba la salvación. Por eso la misión del sacerdote es formar a sus feligreses en la recta conciencia que exige renunciar a la propia conciencia y someterse a los dictámenes morales de la Iglesia. Se llega así al grado máximo de alienación y de manipulación de la conciencia.
Pero aquí no termina todo. El final de este juego de controles es el poder sobre los cuerpos, que da lugar a los delitos de pederastia cometidos por clérigos y personas que se mueven en el entorno clérico-eclesiástico, que son el objeto de este artículo. Quienes ejercen el poder sobre las almas y sobre las conciencias se creen en el derecho de apropiarse también de los cuerpos y de usar y abusar de ellos. Es, es sin duda, la consecuencia más diabólica de la masculinidad sagrada hegemónica. Cuanto mayor es el poder de las almas y más tiránico el control de las conciencias, mayor es la tendencia a abusar de los cuerpos de las personas más vulnerables que caen bajo su influencia: personas crédulas, niños, niñas, adolescentes, jóvenes, personas discapacitadas, etc.
Y un efecto perverso más para intranquilizar las conciencias de las personas creyentes, e incluso de quienes no lo son, y para impedir el disfrute gozoso de la sexualidad: la masculinidad hegemónica se presenta como hetero-normativa y construye la homosexualidad: a) desde el punto de vista religioso, como pecado que debe ser condenado; b) desde el punto de vista jurídico como delito que debe ser castigado –y de hecho lo es en numerosos países hasta con la pena de muerte; c) y, desde el punto de vista médico-sanitario, como una enfermedad que hay que curar.