Enviado a la página web de Redes Cristianas
Una cosa es que el señor Gil Tamayo opine fuera de los focos y de los
micrófonos, y, desde luego, como ciudadano normal y de a pie, y otra
que lo haga como portavoz de la Conferencia Episcopal
Española. Además, no sé qué entienden los señores obispos por
“moralmente”. Varias veces lo han afirmado respecto al tema del afán de
independencia de los catalanes, y. ahora, de la pretensión de la
consulta. A mí no me gusta, y ya lo he argumentado varias veces en este
Blog, la veleidad de la pretensión de secesión o separación de Cataluña
de España.
Me parece una irresponsabilidad
(incapacidad de responder), una imprudencia, una osadía temeraria, una
pataleta sin fundamentos históricos, y ni siquiera semi históricos, pero
me parece que meter en esas avatares contingentes de la política la
moral es excesivo. Y, además de encrespar, desenfoca el tema.
¿Qué es la moral? Depende, lógicamente, de quien sea el interrogado.
Pero independientemente de quien responda, la palabra deriva del latín
mos,ris, de la 3ª declinación, que significa costumbre. De ahí ha
venido a significar, mejor, las normas que describen, marcan y fijan las
costumbres. Y como estas
varían según las épocas, los países, y l.as circunstancias, la mayoría
se inclina más por un sano relativismo, que por un objetivismo moral.
Éste, según los iusnaturistas simplemente humanistas, estaría fundado en
una ley anterior a todo subjetivismo, cual sería la ley natural. Para
los iusnaturistas creyentes, y teólogos, el sop0rte objetivo de la moral
sería la ley de Dios. Pero con cualquiera de estas definiciones, no se
aprecia cómo la moral tenga algo que ver con
la voluntad de un pueblo, o una región, o una Comunidad Autónoma, ¡para
el caso nos da igual!, de realizar una consulta, para conocer la
opinión de la mayoría sobre el tema de la permanencia, o no, de esa
institución política dentro de otra mayor, o de su abandono de la misma.
Eso por un lado. Por otro, según la doctrina prácticamente unánime de
los autores y teólogos cristianos, con Tomás de Aquino a la cabeza, el
principio o fuente próxima de moralidad es la conciencia del individuo.
Así que resulta no solo comprometedor, sino imposible, opinar, y menos
juzgar, de la moralidad del acto de un tercero. Ya lo dice un antiguo y
clerical aforismo canónico: “de internis non iudicat Ecclesia” la
Iglesia no juzga de cosas internas de la conciencia).
Pero parece que a los obispos, y no solo en este caso sino en otros
muchos, se les ha olvidado esa apreciación tan realista, y tan oportuna
como fuente de respeto a los demás, y también de sentido común. Entiendo
que los obispos se sientan bien en su función eclesial, fundamental, de
sucesores de los apóstoles. Pero podían aprender de éstos, quienes no
se metían con la moralidad, o no, de las fiestas
en los anfiteatros, con la violencia y el poco respeto a la vida, ni
siquiera con la esclavitud. Así como tampoco dijeron nada, que sepamos,
contra el aborto, y hasta el infanticidio, ambos tolerados en la praxis
social romana. Se limitaban a anunciar la Buena Noticia, y, a los que se
querían bautizar, a catequizarlos muy seriamente.
Pienso que sería muy bueno, pues, que los obispos escucharan el que
ya es un clamor de los propios fieles, -la mayoría, con las excepciones
de todos conocidas-, para que dejen de meterse en los asuntos civiles y
políticos. Tanto los de la CEE (Conferencia Episcopal Española) en un
sentido, como los de la Provincia eclesiástica catalana, en otro. Que
dejen en paz y libres, también a los católicos, que no lo son todos, ni
todos quieren aceptar las orientaciones de los obispos, aunque lo sean,
para ejercer su responsabilidad, y su legítima autonomía moral.
Artículo del Blog “El guardián del Areópago”, de la revista 21rs