FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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sábado, 18 de octubre de 2014

10.000 muertos diarios por el hambre


 Redacción
En 10 meses han muerto 4.000 personas por ébola, pero en esos mismos tres meses han muerto unos tres millones de personas por falta de recursos y de alimentos.


Más de 4.000 personas han fallecido ya en África Occidental por el brote de ébola más grave de la historia. “Una crisis sanitaria que ya se ha convertido en una emergencia humana”, explica Jorge Crisafulli, inspector de los Salesianos en el Africa Occidental,  “Las fronteras cerradas han hecho que no haya comercio, miles de personas han perdido sus puestos de trabajo, los precios de los alimentos cada vez más altos, colegios cerrados, falta de médicos y personal sanitario… es la realidad que vivimos día a día”, añade el misionero. “La situación se ha ido de las manos a todos, sistemas sanitarios, autoridades…”, advierte Crisafulli.

Los misioneros salesianos siguen enfrentándose al ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia. Acciones de sensibilización, reparto de alimentos y productos desinfectantes y atención a niños y niñas huérfanos son algunas de las tareas que realizan. “Pero, sobre todo, seguimos acompañando a la población. Seguimos a su lado y ellos nos sienten cercanos”, explican los misioneros.

A pesar de la gravedad del brote, desde MISIONES SALESIANAS recuerdan que cada día mueren alrededor de 10.000 personas por desnutrición en el mundo. “En 10 meses han muerto 4.000 personas por ébola, pero en esos mismos tres meses han muerto unos tres millones de personas por falta de recursos y de alimentos y nadie habla de la epidemia del hambre y de la pobreza”, alerta Ana Muñoz, portavoz de la organización. Por ello, en el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que se celebra el próximo viernes 17 de octubre, desde MISIONES SALESIANAS, piden a la comunidad internacional una mayor implicación para luchar contra la pobreza y las desigualdades.

Más de 800 millones de personas viven en la pobreza. Los esfuerzos realizados por el mundo pueden revertirse por causa de la crisis económica o de brotes como el ébola. “La pobreza está en la raíz de esta epidemia, por ello, es tan importante concienciarnos de que luchar contra la pobreza es luchar por el desarrollo mundial”, explica Muñoz.

Respuesta a las invenciones de Antonio Turiel Juan Torres López


 El investigador  Antonio Turiel ha publicado  en este diario un artículo (ofensivo por su tono y forma) en el que desfigura mi pensamiento basándose en simples presunciones y al que quiero responder no porque me afecte que una vez más se descalifique mi pensamiento sino porque se me utiliza para atacar a una organización como Podemos y a sus dirigentes.
Según Turiel, el que Podemos nos haya pedido a Vicenç Navarro y a mí que elaboremos un documento de bases para su programa económico significa que “ha optado por la fórmula neokeynesiana del crecimiento sin límites” porque “ni Juan Torres ni Vicenç Navarro aceptarán nunca que el mundo tiene límites”.
Parece mentira que un buen investigador como sin duda lo es Antonio Turiel haya actuado en este caso de modo tan poco científico. Si desea conocer los efectos sobre Podemos de las ideas que contengan nuestras propuestas lo lógico y sensato hubiera sido o esperar a ver el documento cuando se hiciera público o analizar nuestro pensamiento anterior presumiendo que –como es lógico– ese sería el que más o menos trasladaríamos al documento que nos ha pedido Podemos.
Lo primero no lo ha podido hacer, puesto que aún no existe el documento. Y lo segundo es fácil comprobar que tampoco.
No voy a hablar por Vicenç Navarro pero sí lo haré por mí, porque creo que ni Turiel ni nadie tiene derecho a caricaturizar mi obra científica afirmando que suscribo tesis que son contrarias a las que modestamente vengo defendiendo desde hace años.
Es radicalmente falso que yo defienda el crecimiento sin límites o que niegue que el mundo los tiene. Es más, ni siquiera defiendo el crecimiento como objetivo deseable.
Hace años publiqué un análisis de la evolución del capitalismo desde la postguerra (Desigualdad y crisis económica. Sistema 1995) en el que iniciaba el tercer capítulo con una cita de Roger Garaudy que creo que lo dice todo: “El crecimiento es el dios oculto de nuestras sociedades. Y se trata de un dios cruel: exige sacrificios humanos”.
En el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España (Sequitur 2011), que precisamente escribí junto a Vicenç Navarro, decimos en la página 196: “La crisis que vivimos es el resultado de un fenómeno viejo pero que se ha exagerado en los últimos tiempos de las economías capitalistas: el desarrollo de la producción y el consumo como si dispusieran para sí de recursos inagotables”. Y en la página siguiente escribimos refiriéndonos a la economía y economistas convencionales: “Como nada que no tenga expresión monetaria se registra a la hora de valorar la actividad económica, resulta que no se toman en cuenta ni la destrucción del medio ambiente, ni el despilfarro en forma de residuos que no se usan pero que gastan energía o recursos naturales, ni la desaparición de especies, ni por supuesto lo que pueda tener valor puramente sentimental o vital, como la pérdida del horizonte o la belleza de un paisaje. La consecuencia de no tener nada de esto en cuenta es que la producción y el consumo se incrementan de manera extraordinaria como si fueran mucho menos costosos y así se genera una utilización de recursos excesiva que es muy rentable desde el punto de vista monetario pero materialmente insostenible”.
Dos páginas más adelante señalamos que “la economía convencional tampoco puede percatarse de que la biocapacidad global de España, es decir, el área de la que disponemos para mantener el consumo de los recursos naturales y absorber las emisiones de dióxido de carbono que requiere nuestra actividad económica, se ha superado ya casi tres veces y media. O, dicho de otro modo, que para satisfacer nuestro nivel de producción y consumo actual de bienes y servicios necesitaríamos casi 3,5 Españas”.
Y de ahí que defendamos en esa misma página 198 que “debemos producir los bienes que necesitemos ajustándonos no sólo, como ahora, a la escasez de recursos valorables monetariamente, sino también a la de todos aquellos que nos proporciona la naturaleza”.
Todo ello, y algunas otras consideraciones que ahora no es necesario que reproducir aquí, nos lleva a concluir: “Esto implica situarnos en unas coordenadas diferentes a las del mundo en el que vivimos para poder modular y vivir de otro modo los valores en los que queremos insertar nuestra existencia como seres humanos: sustituir el dinero, el comercio, la ganancia, la competición y el cálculo por la cooperación y el afecto, la justicia, el amor o el placer de sentirse satisfecho con mucho menos pero en realidad con mucho más de lo que ahora tenemos (p. 200)”.
En otro artículo reciente ( Un dios destructivo) he escrito:
“Nos hemos acostumbrado a medir el éxito de las economías y la eficacia productiva mediante el PIB, sin contabilizar el gasto o la destrucción que hacemos de los recursos naturales y no nos importa el deterioro ambiental porque seguimos creyendo que todo puede crecer infinitamente”.
Y en otro anterior ( La milonga de Doñana):
“Es un drama que los partidos gobernantes y líderes tan importantes como los mencionados no entiendan que la conservación del medio natural no es algo folclórico, ni de izquierdas o de derechas, sino un imperativo ético de mínimos y un prerrequisito de la convivencia y la paz, porque no tenemos derecho alguno a destruir lo que no es nuestro e imprescindible para la vida de nuevas generaciones”.
“Parece mentira que todavía no seamos conscientes de que las circunstancias económicas tan difíciles que estamos viviendo son precisamente la consecuencia de creer que la sostenibilidad es una milonga, que podemos producir escombros sin parar y sin ni siquiera contabilizarlos o gastar más recursos naturales de los que pueden ir renovándose (…) La armonía con la Tierra y el respeto estricto al equilibrio natural es la única manera aceptable y efectiva de crear riqueza y la verdadera milonga es creer que se favorece a las personas, o incluso a los negocios, saltándose a la torera las leyes de la vida”.
Yo reto a Antonio Turiel a que –en lugar de descalificarme con nominalismos– encuentre en mi obra propuestas que agredan al medio ambiente o, más concretamente, una sola línea en donde yo haya dicho que hay que promover el crecimiento sin límites (o incluso solo el crecimiento del PIB) o que los recursos del planeta son ilimitados.
Sobre otras simplificaciones que Turiel hace de mi obra y pensamiento no voy a entrar ahora. Hace tiempo que me da francamente igual que alguien me tilde de keynesiano, neokeynesiano, prekeynesiano o postkeynesiano como si cualquiera de esas calificaciones fuese un insulto. Solo diré que también en este otro aspecto es fácil comprobar que Turiel no sabe lo que dice porque no ha leído mi (modesta) obra.
Dejo para terminar un listado de artículos escritos en los últimos tiempos en los que me refiero a las cuestiones ambientales. ¿De verdad puede decirse tras su lectura que yo defiendo el crecimiento sin límites o que me niego a reconocer que el mundo no los tiene?
Es posible que en mi obra haya errores y seguro que tiene muchas limitaciones. Pero también lo es que Turiel se ha inventado mi pensamiento para atacarme a mí y a Podemos. Él sabrá por qué lo ha hecho.

Chile: Nosotros y la imaginación política Andrés Figueroa Cornejo

1. Nosotros/as sabemos que la administración de la llamada Nueva Mayoría del Estado-vanguardia-capitalista en Chile, no es nueva y ni es mayoría. Que su vago programa de reformas es un amortiguador de papel imprenta, un disfraz de fiesta improvisado hecho de retazos de ocasión. Propaganda y lifting.
2. Sabemos que en la estrategia general de los subordinados/as, exigir y esperar algo del Estado chileno y su concesionaria en el Ejecutivo no sólo es inútil, sino que un contrasentido cuando necesitamos modificar radicalmente las actuales relaciones sociales y de poder. Sabemos que únicamente contamos con nuestras propias fuerzas y que nuestras propias fuerzas se realizan en el ejercicio concreto de la socialización conciente donde nos encontremos, sea cual sea la oficina, el pueblito, el barrio, el Wallmapu, el sindicato, el liceo, la universidad y el volcán que humea y aguarda su hora para desembarazarse de su raíz incandescente.
3. Sabemos que nunca es de mala gente (pero sí de iniciativas sin matrices políticas colectivas, ausentes de fecha y horario, más abstractas que salidas del permanente análisis concreto de la realidad concreta) que tendemos a confundir el asistencialismo con el denominado poder popular. Y tendemos a confundir el poder popular con casi todo, como en la Unidad Popular de hace tres generaciones atrás. Como si las aguas del río fueran las mismas que transitan los actuales ríos sin agua.
4. Sabemos que los brotes fascistoides a escala mundial y chilena funcionan como una mega corporación delincuencial que atraviesa banderas y grupos de interés formalmente contradictorios. Y sabemos que el antifascismo y el anticapitalismo son razones y movimientos necesarios, pero insuficientes para el triunfo de la humanidad. Es decir, sabemos que toda resistencia descamisada siempre es urgente, pero que por sí sola no crea las conducciones políticas de los intereses del pueblo trabajador. Esto es: no es posible una vanguardia sin retaguardia, ni es cuestión terminada la pura existencia de una retaguardia que no es capaz de observarse así misma como tal. Sin la comprensión de la totalidad capitalista, no hay comprensión de las partes y roles de las resistencias dinámicamente imbricadas.
5. Sabemos que la actual crisis capitalista mundial es efecto del retardo y contención premeditada de la no valorización del valor que se expresa en la sobreacumulación, la sobrecapacidad y la superproducción de mercancías en el marco general de la hegemonía del momento financiero de la reproducción de un sistema integral e inestable que genera miseria y rebeldía como grifo descontrolado, eufórico. Que la competencia y concentración del capital a escala planetaria tras la persecución del fetiche de la tasa de ganancia y del dinero es el modo en que se organiza el siglo XXI entre los polos centrales del capitalismo y sus Estados corporativos -los cuales monopolizan la generación del conocimiento y la técnica-, mientras que un enorme territorio de economías dependientes son víctimas del saqueo de materias primas, commodities, recursos sin repuesto. Sabemos que el llamado capital ficticio y especulativo está disociado de la generación de valor sólo creado por el trabajo humano, y que sus maneras están emparejadas carnalmente con la industria de la deuda infinita. Sabemos que estamos en medio de una guerra económica, social, política y militar entre EE.UU., Alemania, China y sus respectivos aliados. Que el Medio Oriente es la plaza donde se condensan las pugnas intercapitalistas hoy.
Sabemos que la dimensión inédita de la presente crisis se intenta resolver con la aniquilación de comunidades enteras, destrucción de fuerzas productivas, con el patriarcado, el crimen y la criminalización contra los indígenas; el negocio inmobiliario, la sobreexplotación del trabajo humano, las democracias sin pueblo, los sistemas políticos desacreditados, el partido único ornamentado de duopolio, las leyes antiterroristas, la propaganda multimediática y todopoderosa –artífice del miedo, del consenso, de la alienación, del sentido común dominante-. Que los programas sociales para el control de la mayoría empobrecida y la autoafirmación ideológica de la minoría son un medio para la dotación de cierta capacidad de endeudamiento familiar tanto para el consumo de mercancías, como para la apariencia de inclusión social y la represión de la organización de los trabajadores/as. Sabemos que los Estados están al servicio del capital y que el libremercadismo es pirotecnia de manual ortodoxo, en tanto el crédito, el IVA y los fondos de pensiones alimentan los fiscos que salvan repetidamente al puñado que oprime.
Sabemos que, tanto como estamos hechos de agua y tiempo, la era de una sociedad postcapitalista está a la orden del día. Mucho más sabemos, en realidad. La cuestión es cuál será la doctrina, el proyecto, la estrategia y la madeja táctica necesarias para enfrentar al enemigo colosal de la humanidad. O sea, al menos tenemos las pistas nucleares del desafío histórico para la realización de los intereses de los oprimidos/as y la socialización de la vida.
6. En medio de esta historia feroz no existen los atajos. No hay posibilidad siquiera de dar combate sin una conducción estratégica y un pueblo en lucha.
Sabemos que los viejos estandartes que sangraron antes son apenas átomos hermosos, inolvidables y aleccionadores en la historia de la rebeldía humana. Y que, sin embargo, aquello que ahora late, pero que aún no existe, no tiene que ver con la recreación política, orgánica y simbólica de los mires y los frentes populares y los lautaros y los socialistas y los nacional-desarrollistas y los patrióticos y una buena cantidad de empeños menos visibles. Ni siquiera basta con su fusión por muy virtuosa que parezca. La cuestión no es aritmética, sino que matemática. O dialéctica y no positivista.
Sabemos que la imaginación política es indispensable como el aire. Que aquello nuevo no es jamás completamente nuevo, como tampoco es eficiente “retomarlo en donde lo dejamos”. Que los remedos acaban en desastre, como volver al primer amor en un tango.
Sabemos que no existe la pureza y que es con todos/as y cada cual en su sitio.