FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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martes, 8 de mayo de 2018

Cuatro nuevos Salesianos Cooperadores: jóvenes construyendo El Reino

- Por: José Luis García Téllez y redacción
El domingo 6 de mayo, en la festividad de Santo Domingo Savio, cuatro jóvenes hicieron  la Promesa de Salesiano Cooperador en el Centro de Estrecho:  Juan Luis Álvarez, Fernando A. Moya, Alejandro Díaz  y José Luis Palomino.

 
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La ceremonia tuvo lugar en el templo de la Parroquia de San Francisco de Sales, en la Eucaristía dominical de los jóvenes de la Obra y fue presidida por Inspector, Juan Carlos Pérez Godoy, acompañado por el Párroco y Director de la Comunidad D. Mariano Sáez, por el Delegado Provincial D. Jesús Guerra, y los salesianos de la Casa. Igualmente estuvieron presentes el Consejero Mundial D. Raúl Fernández, y el Coordinador Provincial D. Rafael Moreno… La promesa la recibió el Coordinador Provincial.
También compartieron esta alegría muchísimos Salesianos Cooperadores de los diversos Centros, miembros de los grupos apostólicos de la parroquia y del Centro Juvenil, de ADMA y amigos y familiares  que llenaron el grandísimo y esplendoroso templo.
Y esa alegría se veía reflejada en los perfiles sociales de quienes se acercaron a compartir este importante paso en la vida de estos jóvenes, y destacamos algunas ideas de Ana Martín García, “hermana pequeña” (como dice ella en su perfil de Facebook) de los salesianos cooperadores que el domingo hicieron la promesa: "Son mis hermanos mayores. Y además de sentirme muy afortunada, me siento orgullosa de ellos, del ejemplo a seguir que son -aunque ellos no lo pretendan, no lo quieran, no lo crean- por cómo dan la Vida, por cómo hacen Reino"


"No sueñes tu vida, vive tu sueño" - Mahatma Gandhi

EL PELIGROSO RESURGIR DEL AUTORITARISMO: RELATOS ALTERNATIVOS ANTE LA CRISIS DEL ORDEN LIBERAL


cristjusti

Suplemento del Cuaderno n. 207 de CJ - (n. 241)
Papeles Cristianisme i justicia
En Occidente vivimos momentos de grandes concierto. El modo en que nuestra sociedad afronta este desconcierto alimenta un populismo de tics autoritarios y refuerza las políticas que tienden al proteccionismo económico. ¿Es el repliegue y la búsqueda de seguridad, de soluciones fáciles y rápidas, la manera de construir alternativas a la crisis que atravesamos? El pacto social sobre el que se construyó el orden liberal se ha roto. La etapa que se inició recién terminada la guerra fría llega a su fin, y da lugar un proceso de desglobalización que pone el acento en el repliegue a nivel político, social y cultural. ¿Qué capacidad tenemos de crear nuevos consensos globales que no signifiquen una búsqueda del interés particular sino de un bien común universal?
El desconcierto frente a las expectativas económicas frustradas A causa del proceso de globalización, las clases medias han visto frustradas las expectativas de mejora de sus condiciones de vida y de sus derechos sociales. Economistas como Branko Milanovic (GlobalInequality, 2016) han explicado con claridad cuáles han sido los ganadores y los perdedores de la globalización económica.
Desde los años ochenta los salarios de las rentas medias han quedado estancados, lo que ha incrementado cada vez más la desigualdad interna en los países y polarizado económicamente la sociedad.
En España, por ejemplo, la crisis y las sucesivas reformas laborales han precarizado las condiciones de trabajo hasta el punto que tener un empleo no supone ninguna garantía para salir de la crisis o para no caer en ella. Esto configura una nueva clase social que, aun estando integrada por individuos que poseen todo tipo de capacidades y potenciales, no pueden desarrollarlos por la falta de oportunidades.
Pero lo más preocupante es que estas expectativas sociales en descenso no pueden nutrirse de un nuevo relato o de un horizonte que permita atisbar un cambio de la situación presente. Justo ahora estamos empezando la denominada «cuarta revolución industrial», que todavía afectará más las condiciones de vida y trabajo de la población.
Algunos estudios pronostican que una tercera parte de los trabajadores europeos verá su empleo amenazado por la competencia de los robots.
Como ya hemos dicho, se está resquebrajando un contrato social basado en la promesa de un posible ascenso y mejora dentro de la escala social. Un contrato, debe decirse, que se basaba también en la desigualdad, pero que con el actual escenario añade a la desigualdad existente nuevas formas de exclusión y un agravamiento de la dualización social con la progresiva desaparición de la clase media.
El desconcierto ante una política vacía de poder
El divorcio entre poder y política que tan bien ha descrito Zygmunt Bauman (Tiempos Líquidos, 2008) ha anulado la capacidad del ámbito institucional de fijar reglas y límites a unos problemas que hoy tienen una clara dimensión transnacional (movilidad humana, ecología, fiscalidad, etc.).
Por un lado, la democracia es aceptada resignadamente como el menos malo de los sistemas políticos, una democracia a la cual no se quiere renunciar pero que cada vez está más vacía de contenido. Por otro lado, existe una clara hostilidad hacia la gestión política y sus actores e instituciones. La política no solo no se siente capaz de generar suficiente credibilidad y confianza, sino que está perdiendo esta capacidad de manera preocupante y, con ello, todo su sentido. Cabe sumar a lo anterior, especialmente en el caso español, el fenómeno de la corrupción, que incrementa el sentimiento de rechazo hacia la política y los políticos por parte de la ciudadanía.
En el último año el fantasma del populismo se ha manifestado con gran fuerza. El populismo es una estrategia política para obtener y retener el poder apelando a un «nosotros contra ellos». El caso Trump en Estados Unidos resulta paradigmático: cómo, desd  una apelación al «pueblo» y a las víctimas de la globalización y la democracia tradicional, gobierna con políticas fiscales, migratorias y medioambientales regresivas, síntoma del fracaso de las propuestas que provenían sobre todo de los partidos socialdemócratas y de la izquierda tradicional en general.
Todo ello se traduce en una mayor desafección social hacia las instituciones democráticamente representativas, ya que se percibe esta ausencia de poder y la connivencia
de las élites con un sistema que en lugar del bien común se ocupa de los intereses privados. A resultas de ello las elecciones se convierten más en un espacio de protesta que no de propuesta, y en las que se vota en clave de castigo, lo cual da lugar no pocas veces a resultados inesperados, sorprendentes, desconcertantes.
No se nos escapa que, en parte, esta crisis de la política está en la base de la crisis territorial que vive España. El conflicto político catalán reúne bastantes elementos de la crisis democrática de desafección institucional, a los que se une la necesidad de la ciudadanía de abrazar propuestas que colmen el futuro político con horizontes  ilusionantes. Lamentablemente, la gestión de este conflicto no ha profundizado en el diálogo sino en la polarización, con estrategias que han comportado, por un lado, actuaciones de judicialización del conflicto y, por el otro, de desobediencia institucional.
El desconcierto ante el sinsentido y una identidad amenazada
Cada atentado terrorista en el corazón de Europa es una nueva semilla de miedo en el corazón de todos nosotros. Vivimos asustados ante un peligro difícil de definir y de entender. De nada sirve conocerlo y saber que se trata de una amenaza global y que la gran mayoría de atentados y víctimas se producen fuera de nuestras fronteras. Blindar la seguridad de nuestro territorio se ha convertido en una de nuestras prioridades y preocupaciones.
Uno de los argumentos reaccionarios que buena parte de la población ha asumido para combatir este miedo ha sido el rechazo al extranjero y la defensa de una supuesta identidad europea homogénea. El mensaje xenófobo está calando: realiza un diagnóstico fácil y perverso de la situación y proyecta una forma de gobierno que rompe con una tradición liberal occidental y refuerza el esencialismo cultural. No solo la cuestión migratoria genera una crisis de identidad, sino que también lo hacen factores como la secularización, que dificulta la búsqueda de propuestas con sentido en una sociedad altamente utilitarista y materialista; la devaluación de la memoria histórica, que nos lleva a un presentismo que no sabe integrar el valor de la educación y la salud, y los profundos cambios generacionales. Vivimos tiempos de pluralismo cultural, que supone tanto un tesoro y una riqueza como un verdadero reto.
Tal como constatábamos recientemente, (1) en numerosos estados los partidos de la nueva derecha determinan de manera creciente  el día a día político. Los movimientos de Le Pen, el bloque flamenco, el FPÖ austríaco y, más recientemente, la AFD alemana, construyen su discurso contra las vulnerabilidades de la democracia liberal y del proyecto de paz de la Unión Europea.
Estos partidos no han surgido de la nada, sino que son uno de los frutos del vacío moral que en buena medida la ideología neoliberal ha transmitido los últimos años. Ante este desconcierto, ¿cómo construimos relatos de esperanza?
La globalización es una realidad ineludible que amenaza a la igualdad y la democracia y que ha terminado por generar nuevas formas de violencia y terror. No defendemos generar procesos «desglobalizadores» sino proponer una globalización alternativa sobre unos nuevos principios que se afiancen en la preocupación por la justicia universal tradición; la uniformización de la sociedad provocada por el consumismo de masas; la mercantilización de espacios hasta ahora blindados a la lógica de mercado, como la  instrumentales, técnicas o, incluso, de mínimos, sino que nuestro horizonte debe estar marcado por la construcción de una sociedad más justa cuyo criterio de «progreso» no sean las cifras macroeconómicas sino la situación de los excluidos y de los que están más abajo en la escala social. Podemos citar aquí a Hölderlin cuando afirma que «allí donde crece el peligro, crece también aquello que nos salva». Lo nuevo y alternativo surge, siempre que no nos venza el miedo, en situaciones de incerti -dumbre y complejidad, situaciones que nos obligan a replantearnos lo más fundamental: ¿qué entendemos por desarrollo?, ¿qué significa hoy el bienestar?, ¿de qué manera buscamos la felicidad?  Son preguntas que no debemos dejar de plantearnos ni renunciar a contestarlas comunitariamente. Tenemos que conseguir ponernos de acuerdo en qué es bueno para nuestra vida, teniendo siempre como criterio que solo será bueno para mí aquello que también contribuye a mejorar la vida de la mayoría de las personas.
Las razones para defender la construcción de nuevos relatos alternativos y de esperanza se resumen en tres:
1) Es necesaria porque –con distintas intensidades– en nuestro mundo existe un conflicto del capital contra la vida. Lo constatamos sobre todo cuando observamos los rostros de las víctimas o cuando medimos el impacto medioambiental. Debemos romper con el paradigma tecnocrático, que domina la economía y la política, basado en el crecimiento, la dominación y la explotación tanto de los humanos como del planeta que sostiene la vida.De este modo lo ha expresado el papa Francisco, uno de los líderes mundiales que mejor ha entendido qué significa hoy apostar por el bien común.
2) Es deseable porque vivimos en un sistema injusto. Creemos firmemente que los seres humanos tenemos convicciones, impulsos éticos e ideológicos y emociones que persiguen hacer más digna y mejor la vida. De ahí la necesidad de generar transformaciones en nuestra conciencia individual que contribuyan a promover cambios a nivel colectivo, y viceversa. Como no somos seres aislados, las dos dimensiones se retroalimentan.
3) Es posible porque, a través de la acción social, económica, política y cultural, las personas y comunidades pueden transformar la realidad. El futuro no está escrito. Hay experiencias que demuestran que se puede vivir y hacer política y economía de otra forma. Hay marcos de resistencia y de transición. (2)  Desde este entramado de experiencias constatamos que, en la pequeña  escala, lo alternativo es posible y necesario, pero no es suficiente. El siguiente paso será construir narrativas que doten de sentido este cambio, lo amplíen y lo impulsen a una  escala cada vez más global. Hacemos esta propuesta con sincera humildad porque, aunque no tengamos todas las respuestas, sí tenemos claro cuál debería ser el punto de partida: transitar de un sujeto egocéntrico y de una libertad entendida como contraria a la libertad del otro a un sujeto maduro, comunitario y a una libertad que sea la garantía de la libertad del otro.
Solo partiendo de este punto venceremos el miedo y no precisaremos abrazar proyectos mesiánicos y salvadores, pero a la vez autoritarios y amenazadores, de los derechos más fundamentales, sino que  construiremos paso a paso el mundo nuevo que tanto deseamos.
Cristianismo y Justicia3
Imprime: Ediciones Rondas SL - ISSN: 1135-7584 - DL: B-45397-95
Schelkshorn, Hans (2017). Cristianismo y nueva derecha en Europa. Barcelona: Cristianisme i Justícia.
Papeles CJ, núm. 238.
Sanz, Jesús (2017). Cómo pensar el cambio hoy. Barcelona: Cristianisme i Justícia. Cuadernos, núm. 203.
Reflexión elaborada por el Consejo Directivo de CJ partiendo de las conclusiones de la mesa redonda «La gran prueba del crecimiento de las desigualdades y los nuevos populismos autoritarios» que tuvo lugar dentro de la II Jornada de actualización del debate fe-justicia en Barcelona el mes de junio de 2017. La mesa contó con las ponencias de Josep Miralles (CJ), Mary Tere Guzmán (Alboan) e Ignacio Sepúlveda (Universidad Loyola Andalucía).

¿SON LOS PARTIDOS DE DERECHAS LOS MÁS "RELIGIOSOS"?


col aradillas

Me refiero a los partidos políticos -que no a los deportivos, por ahora-, a los que la fuerza motriz de la rutina fonética aplica la enunciación gramatical de adjetivos tales como "católicos, apostólicos y romanos". El prefijo "a" indica negación, o privación, dejándome aquí y ahora de zarandajas eclesiasticoides. El tema se justifica sobradamente, por sí solo, dado que los procedimientos democráticos parecen recabar permanentes tiempos y ritmos "pre" o "post" electorales, con el consiguiente cortejo y contrapartidas de pactos.
Se alardea en exceso de que "política" e "Iglesia" se desmatrimonializan de por sí. Pero el hecho cierto es que también la Iglesia católica es, y hace, política, de modo proporcionalmente similar a como el poder político se inocula de alguna manera en el organigrama -idea y acción-, religiosos.
No es, por tanto, verdad que la Iglesia no sea política. Lo fue, lo es y además, preferentemente en una dirección determinada y esta no es la considerada y temida como de izquierdas. Lo que ocurre es que, cuando se registra algún "desvío" que se juzgue "excesivo" en esta sacrosanta dirección, es entonces cuando se anatematizan ciertos "izquierdismos", por leves que sean.
La Iglesia -también la católica- es, y hace política, y además, su inclinación es clara y acentuadamente de derechas. La pregunta, al dictado de la lógica y de la teología, surge automáticamente entre fieles, infieles, clérigos, superclérigos y laicos: ¿En qué proporción es Iglesia la Iglesia y quienes la integran? ¿Es Iglesia de verdad -institución, comunidad, asamblea y Reino de Dios-, cuando se define, se muestra y se comporta con los signos, idearios, colores compromisos y programas que acapararon para sí los partidos políticos, con las siglas y banderas correspondientes?
De sobras se sabe que los simbolismos cromáticos elegidos por los susodichos partidos, carecen de importancia. Dicen poco. Muy poco. A veces, hasta se contradicen. El carácter convencional de los colores fue y es cambiante en las religiones y culturas, ya desde antiguo. La interpretación psicológica del azul-celeste, del rojo, del violeta, del verde, del púrpura, del blanco, del negro... fue y es infinita, mentirosa e interesada. La pirámide clásica compuesta de 23 colores, se prestó y se presta a diversidad de interpretaciones, con inclusión del púrpura de los mantos imperiales y las suntuosas vestiduras de los ricos. El color no dejó de ser siempre propio de los ricos, que no de los pobres, aunque el ocre, -el de la tierra-, sea el más universal y evangélico.
A las personas responsables y adultas no le será dado fiarse de los colores políticos, religiosos o simplemente sociales. Tampoco de los eslóganes. Ni de los discursos y encuestas. Son otras tantas golfas y burdas mentiras.
Así las cosas, y con los partidos y partidarios políticos siempre en efervescencia, en cristiano se hace imprescindible reflexionar acerca de la dirección que pudiera y debiera imprimírsele al sistema dual del voto, cuya expresión certera, o aproximada, no debiera ser otra que la que precisa y necesita el pueblo, al que por encima de todo se intenta servir, tanto por parte de la política como de la Iglesia.
Del análisis de la realidad, de los programas, idearios y praxis evangélica, será preciso concluir, entre otras cosas, que los partidos de derechas no siempre, ni mucho menos, son los más "religiosos" y ajustados a los principios predicados y vividos por los primeros cristianos. En frecuentes ocasiones, a veces hasta sistemáticamente, los católicos son los menos "cristianos", mientras que muchos creen, y demuestran, que los partidos, y los partidarios, de izquierdas, están más próximos a las enseñanzas y prácticas adoctrinadas por el evangelio.
Aducir que una cosa son los idearios y otras las realidades, obliga a pensar que tal diagnóstico habrá de ser compartido por unos y otros. En áreas de tan singular importancia como la defensa de los derechos de la mujer en igualdad con el hombre, corrección y castigo de la corrupción, igualdad en los medios de cultura y de sanidad, pensiones, desvinculación ortodoxa y civilizada de la Iglesia-institución del Estado, respeto a otras creencias... los partidos de izquierdas están consiguiendo metas sinceramente más evangélicas, que los de derechas, como otros tantos signos -sacramentos- de religiosidad y de fe.
Fijar y definir la Iglesia como institución, o lugar de culto, y a sus representantes como sus ministros exclusivos, privilegiados y "privilegiables", ni es de derechas ni de izquierdas. Lo demandan la teología, el sentido común, el sentir del papa Francisco y el santo evangelio.
¿Quién, o quienes, son -serán- merecedores del voto "cristiano" en España, después de saber lo que sabemos y lo que imaginamos? ¿Lo será el "PP"? ¿Lo será "Podemos"? ¿Volverán a convencer también en esta ocasión los colores, los eslóganes prefabricados, los gestos, o serán los comportamientos los que determinen la dirección de los votos? ¿Qué partidos y partidarios reflejarían con mayor nitidez y veracidad lo referido y vivido en los evangelios, única y "dogmática" expresión de la Iglesia?
¿Imaginamos a un obispo votando a "Podemos"? ¿Imaginamos a otro votando al "PP", aun cuando los dos hubieran alcanzado los más altos grados universitarios eclesiásticos, y en la asignatura del conocimiento de la realidad de la vida?

Otra vez Francisco nos sorprende


Juan Manuel Hurtado López

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Y esta vez la sorpresa nos llegó con un tema que no sorprende, por lo menos en la sociedad actual: la santidad. Lo que sí nos sorprende es la manera, el estilo que tiene el Papa Francisco para plantear el tema.
La reciente Exhortación apostólica del Papa Francisco sobre la santidad en el mundo actual, llamada en latín “Gaudete et Exsultate” (Alegraos y regocijaos, Mt 5,12), es un fuerte llamado a la santidad en un mundo actual que muchas veces se torna gris, apático, individualista. Ahora sí que nos “primereó” Francisco.
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Ángelo Sodano, el hombre clave del Vaticano que está en riesgo por la situación de la Iglesia en Chile


Sebastián Rivas y Carla Pía Ruiz

El ex secretario de Estado y decano del Colegio Cardenalicio ha manejado su influencia sobre América Latina por más de tres décadas, pero podría ser uno de los mayores damnificados tras el mal manejo de los casos de abusos.
Hay un dato que refleja cuán relevante es Ángelo Sodano en el intrincado mundo del Vaticano. El cardenal es el primer hombre desde 1826 que ha ocupado los dos cargos más estratégicos que no son el de ser Papa: la secretaría de Estado y el decanato del Colegio Cardenalicio. Este último, un cargo que es escogido por sus pares, con la anuencia del Pontífice, pero que es vitalicio.
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Los obispos alemanes contra la presencia del crucifijo en edificios públicos


Crucifijo
FUENTE: ABC
Qué diferente la actitud de los obispos alemanes a la de los obispos españoles. Para los obispos alemanes está claro el carácter religioso y de fe de esta simbología, así como el uso político que se pretende con la cruz. En cambio en España son firmes valedores de la presencia pública de esa simbología religiosa, de la presencia de autoridades en los actos religiosos o de eclesiásticos en actos institucionales… defensores a ultranza de los múltiples privilegios fiscales y financieros para seguir viviendo del Estado y no de sus fieles. Y no es que Alemania sea el modelo ideal, pero la diferencia es abismal.
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El silencio cómplice

José M. Castillo, teólogo
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Uno de los factores más determinantes del malestar, que se palpa (en España y fuera de España) en tantos ambientes, es el silencio de miles de cosas, que habría que saber y no se saben. Porque nadie se atreve a tirar de la manta. Y que, de una vez, nos enteremos de lo que realmente está pasando en este país.

Hay un hecho que es incuestionable: la corrupción está cimentada en el silencio; y el silencio es lo que la ha hecho posible. Cada año que pasa, España es más rica. Y cada año que pasa, el 90 % de la población se ve más apurado para salir adelante o simplemente para llegar a fin de mes. ¿Dónde se meten la cantidad de millones de euros que entran continuamente en este país? Esta pregunta no tiene respuesta porque hay demasiada gente, que sabe cosas que habría que decir, pero se las calla.
Yo no soy político, ni economista, ni jurista, ni sociólogo. Yo he dedicado toda mi vida a la teología. O sea, a las cosas de la religión. Por eso me pregunto muchas veces: ¿no es responsable también en esto la religión? Claro que lo es. Y mucho. La Iglesia tiene que mantener y proteger los privilegios que el Estado le concede. Pero eso tiene un precio. Que se paga con dinero o con silencio. ¿Por qué las mujeres se han tirado a la calle cuando se ha sabido el escándalo de “La Manada”? ¿Han hecho algo parecido los obispos y los curas? Unas monjas carmelitas de clausura han dicho lo que tenían que decir. Y los que nos hemos quedado tan tranquilos en nuestras casas, ¿por qué nos quedamos calladitos? ¿para no complicarnos la vida? ¿Por qué nos tranquilizamos la conciencia pensando que “esto a mí, ni me va ni me viene
Los cristianos tendríamos que saber – y tenerlo siempre muy presente – que en el Evangelio hay una palabra fuerte y clara, que fue dicha por Jesús cuando lo llevaban al tribunal para condenarlo a muerte. “Yo lo he dicho todo con libertad” (“ego parresía leláleka tó kósmo”) (Jn 18, 20). Aquí el término clave es “parresía”, que designa propiamente la libertad para decirlo todo (H. Balz).
En misas y sermones, los hombres de la religión predican contra los peligros del sexo, la falta de fe y de piedad, las amenazas del pecado, la muerte y el infierno. Y no cabe duda que todo eso, si se hace como Dios manda, es importante. ¿Pero han escuchado Vds muchas predicaciones que nos expliquen con claridad los peligros que entraña el silencio de tantas cosas que habría que decir y no las decimos?

El Papa Francisco ha sacado a la luz tantos y tantos escándalos de la Iglesia y sus clérigos por abusos que nos dan vergüenza ¿No es esto el mejor servicio que se nos puede hacer a todos para sanearnos desde lo más hondo de nosotros mismos?

Gran contradicción del obispo de Cádiz y Ceuta, Zornoza, en su homilía del 1º de Mayo en La Línea


Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

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Es una gran contradicción que nuestro obispo, en su homilía del 1º de Mayo, hable a favor del trabajo decente y de los derechos de los trabajadores y no se dé cuenta de que el Obispado de Cádiz y Ceuta no está cumpliendo en su práctica con esos derechos laborales de “sus” trabajadores.
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‘La manada’ es el sistema


Marisa Fernández Gálvez

La indignación no nos cabe en la piel; de nuevo la palabra de una mujer es cuestionada, de nuevo la justicia patriarcal consuma la enésima violación de los derechos de las mujeres, y decimos de nuevo, porque pasa todos los días, todas las semanas, con mujeres anónimas cuyo juicio no genera expectación.
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La memoria es peligrosa


Victor Codina

Convocados por el grupo teológico Amerindia de América Central, México y el Caribe, nos hemos reunido más de 300 personas del 26 al 29 de abril, en Guatemala para hacer memoria de los 50 años de la Asamblea episcopal de Medellín y de los 20 años del asesinato martirial del obispo guatemalteco Juan Gerardi. El lema convocante era: “Esperamos, resistimos y construimos la paz”.
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Cardenal Marx: “Sin Karl Marx no habría doctrina social de la Iglesia”


Cameron Doody

EL PURPURADO ALABA AL AUTOR DE ‘EL CAPITAL’, “UNO DE LOS PRIMEROS SOCIÓLOGOS SERIOS”
“Los derechos humanos están incompletos sin una participación en lo material”
“Fascinantes”, con una “gran energía” y con un “gran lenguaje”. Así ha calificado los escritos de Karl Marx el cardenal Reinhard Marx, con ocasión del 200 aniversario del nacimiento del padre del comunismo. “Uno solo tiene que leer a Karl Marx sin prejuicios, y su poder sorprenderá”, ha asegurado el arzobispo de Múnich y Frisinga y también presidente de los obispos germanos.
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Lo peor del golpe: imposibilitar el Estado Social brasileiro

Leonardo Boff
Los hechos recientes: la prohibición al Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel (1980) y a otros notables de la política de visitar al expresidente Lula, un prisionero político y amigo de todos los que querían verlo, es la prueba más cabal de que vivimos bajo un régimen de excepción jurídico-mediático. Las togas mandan. La jueza Catarina Lebbos, brazo derecho del juez Sérgio Moro, revela rasgos de crueldad y de inhumanidad al prohibir a un médico examinar el estado de salud del expresidente. No estoy seguro pero desconfío de que tal acto sea incluso criminoso, merecedor de castigo.

Lo más grave de nuestra crisis es la estrategia de los muy ricos (0.05% de la población), asociados como siempre a consorcios económico-financieros, hasta extranjeros, inclusive con nuestros medios de comunicación monopolistas conservadores, de quebrar el pacto social construido bajo la hegemonía de las fuerzas democráticas y progresistas, contenido en la Constitución de 1988.
Gracias al consenso que ella propició entre los distintos grupos, hasta antagónicos, permitió que se gestaran las bases para la creación de un Estado Social brasileiro. Era un primer paso para atacar nuestra mayor llaga que es la perversa desigualdad social y conseguir así la inclusión de millones de brasileros y brasileras en la ciudadanía.
La dirección estuvo a cargo de alguien al que las élites del atraso jamás aceptaron pero tuvieron que inclinarse ante el veredicto de las urnas, un obrero, venido de la pobreza nordestina: Luis Inácio Lula da Silva. Por sus políticas sociales había hecho que los del piso de abajo pudieran subir un escalón en la escalera social.
Cuando se dieron cuenta de que podría surgir una nueva hegemonía de carácter progresista y popular, estas clases, como siempre antes en la historia, según nuestros mejores historiadores como José Honório Rodrigues, tramaron un golpe de clase. Se trataba de asegurar la naturaleza de su acumulación y de su control del aparato estatal, de donde saquean su propina millonaria.
Cambian los tiempos, cambian también las estrategias. No debía ser mediante un golpe militar, sino parlamentario. Marcelo Odebrecht, presidente de una de las mayores empresas brasileñas, en su delación premiada confesó que había dado diez millones de reales para comprar a 140 diputados que garantizasen el impeachment de Dilma Rousseff y la toma del poder del Estado.
Un congreso, de los más mediocres de nuestra historia republicana, con ladrones unos, acusados de corrupción otros o denunciados por crímenes, incluso por asesinato, se dejó venalmente comprar. Dieron un golpe parlamentario, jurídico y mediático, deponiendo mediante un impeachment cuestionable a la presidenta legítimamente elegida, Dilma Rousseff. El objetivo no era fundamentalmente ella, sino alcanzar al expresidente Lula y al partido del PT.
La lucha contra la corrupción, enfermedad endémica de la política brasileña, no por ello excusable, sirvió de pretexto para atacar, procesar y literalmente perseguir a Lula, mediante el expediente del lawfare (interpretar torpemente la ley para perjudicar al acusado). Tanto hicieron que lograron meterlo en la cárcel, mediante un proceso, según los más renombrados juristas nacionales y extranjeros, viciado y vacío de pruebas materiales consistentes.
¿Cuál es el sentido mayor de este golpe? Mantener la naturaleza de la acumulación de un grupo de rapiña que controla gran parte de nuestra riqueza y traspasarla a sus bolsillos. Pero la consecuencia más desastrosa, analizada finamente por el científico social Luiz Gonzaga de Souza Lima en una conferencia dada el 22 de noviembre de 2017 en Fiocruz de Río de Janeiro, está contenida en la Enmienda Constitucional (PEC 55). Mediante ella se trata no sólo de establecer un techo en los gastos. Ella atenaza al país. «La PEC», dice Souza Lima, «es la prohibición de construir un Estado Social en nuestro país. Se veta constitucionalmente construir el Estado Social, es más que una congelación de gastos».
Las clases del atraso optaron por el pasado, aceptando la recolonización de Brasil, alineándolo a los intereses del imperio del Capital hegemonizado por los USA. No mediante una elección sino por medio de un golpe disolvieron el pacto construido en la Constitución de 1988. Souza Lima dice más: «estamos ante un golpe contra el Gobierno que el pueblo brasileño eligió. Estamos ante una inflexión histórica de una importancia inmensa: prohibir constitucionalmente hacer inversiones sociales, especialmente en la educación y en la sanidad».
Esto es un caso único en el mundo de hoy. ¿Cómo puede un pueblo enfermo e ignorante avanzar hacia un desarrollo, adecuado a una población de más de cien millones de personas?
Estas elites, egoístas al máximo, nunca tuvieron un proyecto para Brasil. Sólo para sí y en función de una acumulación absurda. Actualmente se asientan sobre una derecha fascista, autoritaria, violenta, racista y despreciadora del pueblo, considerado vulgar y despreciable. Para nuestra vergüenza, apoyadas en parte por el cuerpo jurídico y por la mano dura de la policía militar, capaz de reprimir y matar, especialmente a negros y pobres.
La lucha es para recuperar la democracia mínima y sobre todo para hacer valer la Constitución de 1988, rota por los golpistas, pero que abría espacio para la convivencia pacífica y para el desarrollo humano.
*Leonardo Boff es teólogo, filósofo y autor de Brasil: concluir a refundação ou prolongar a dependência, Vozes 2018.

Traducción de Mª José Gavito Milano