FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ATALAYA

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martes, 5 de enero de 2021

La gran pandemia se ceba con los pobres: en 2021 habrá más de 150 millones en pobreza extrema

 


Diego Herranz

Público

El combate contra la covid-19, la recesión y el cambio climático deja un cuarto frente de suma gravedad, la pobreza, cuyas ratios volverán a repuntar por primera vez desde 1990 a escala global. El Banco Mundial calcula que se superarán los 150 millones de personas que subsistirán con menos de 1,90 dólares al día en 2021. Naciones Unidas anticipa que entre 240 y 490 millones en 70 países entrarán en pobreza “multidimensional”.
Eso es lo que estamos viviendo en los últimos tiempos en nuestro país. Nosotros vamos a seguir combatiéndolo, y para seguir adelante con nuestro trabajo, necesitamos tu apoyo.
El mundo, tras la epidemia de la covid-19, será, por encima de todo, más pobre. Los indicadores de pobreza volverán a repuntar sin remedio. Y, lo que es peor, el incremento será excesivamente preocupante.
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La Conferencia Episcopal se posiciona en contra de esparcir las cenizas de los difuntos y de conservarlas en el hogar

 Público

Arguello

Sin embargo, pese a no ver con buenos ojos la cremación de los muertos, no hace una condena taxativa del método, ya que “en algunos casos por motivos sanitarios o de necesidad pública puede ser conveniente”.
La Instrucción pastoral Un Dios de vivos presentada el 22 de diciembre por la Conferencia Episcopal Española (CEE) se posiciona en contra de que las cenizas de los difuntos sean esparcidas o sean custodiadas por las familias.
El texto, en el que la Conferencia Episcopal da su punto de vista sobre la cremación, de la que no es del todo partidaria, asegura que “en caso de que una familia opte por la cremación, no debe hacerse contra la voluntad del difunto y se debe evitar todo signo, rito o modalidad de conservación de las cenizas que nazca o pueda ser interpretado como expresión de una visión no cristiana de la muerte y de la esperanza en la vida eterna”.
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Ola de frío y los sin techo


Juan Cejudo

El Blog de Juan Cejudo

Sin techo8

Tenemos una ola de frío que recorre toda España. En estos días pienso mucho en las personas que tienen que dormir en la calle y que no tienen dónde poder estar recogidas, como estamos los demás ciudadanos en nuestras casas: con calefacción , con ropa limpia de abrigo, con buenas mantas en nuestras camas a la hora de dormir, con comida caliente en nuestras mesas, con ducha de agua caliente cuando queremos…
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¿Por qué llegamos a Jair Bolsonaro? Una disquisición histórico-filosófica sobre nuestra barbarie

 

Leonardo Boff

Boff

Hay un sinnúmero de excelentes análisis del anti-fenómeno Jair Messias Bolsonaro, predominando los de tipo sociológico, histórico y económico. Creo que debemos cavar más a fondo para captar la irrupción de este Negativo en nuestra historia.
La reflexión occidental, debido a los límites culturales de nuestro arraigado individualismo, apenas ha desarrollado categorías analíticas para analizar totalidades históricas. La Filosofía de la Historia de Hegel está llena de prejuicios, incluso sobre Brasil, y tiene pocas categorías aprovechables.

Arnold Toynbee, en sus 10 volúmenes sobre la historia del mundo, trabaja con un esquema fértil pero limitado: desafío y respuesta (challenge and response), con el inconveniente de no dar relevancia a los conflictos de todo tipo inherentes a la historia. La Escuela Francesa de los Annales, en sus variaciones (Lefbre, Braudel, Le Goff) incluía varias ciencias pero no nos ofreció una lectura de la historia en su conjunto. No dejan de ser inspiradoras las categorías desarrolladas por Ortega y Gasset en su famoso estudio sobre los Esquemas de las crisis y otros ensayos (1942).

Tenemos que tratar de pensar por nosotros mismos y preguntarnos con una actitud filosofante, es decir, que busca causas más profundas que las meramente analíticas de los científicos: ¿por qué en Brasil ha llegado a jefe de Estado este siniestro personaje histórico, que desafía cualquier comprensión psicológica, ética y política?

Debemos decir de antemano que todo lo que existe no es fortuito, porque es el fruto de algo preexistente, de larga duración, que cabe a la razón dilucidar. Además, hay que pensar siempre de forma dialéctica: junto a lo negativo y las sombras, acompañan siempre como acólitos las dimensiones positivas y portadoras de alguna luz. No se nos concede tener sólo luz o tinieblas. Todas las realidades son crepusculares, mezclando luces y sombras. Pero nuestro enfoque en esta reflexión está en las sombras, porque son las que nos causan problemas.

Voy a echar mano de algunas categorías: las sombras reprimidas, la teoría del caos destructivo y generativo, la comprensión transpersonal del karma en el diálogo entre Toynbee y el filósofo japonés Daisaku Ikeda, y los principios de thanatos y eros, asociados a la condición humana de sapiens y simultáneamente demens.

Las cuatro sombras reprimidas por la conciencia colectiva

La conciencia brasileña está dominada por cuatro sombras que nunca hasta hoy han sido reconocidas e integradas. Entiendo la categoría “sombra” en el sentido psicoanalítico de la escuela de C.G.Jung y sus discípulos, que la convirtieron en una categoría ampliamente aceptada por otras escuelas. La sombra sería los contenidos oscuros y negativos que una cultura con su consciente/inconsciente colectivo se niega a asimilar y por lo tanto reprime y se esfuerza por alejarlos de la memoria colectiva. Esa represión impide un proceso coherente y sostenido de individuación nacional.

La primera que aparece es la sombra del genocidio indígena. Según Darcy Ribeiro, habría inicialmente una población de unos 5-6 millones de indígenas con cientos de lenguas, hecho único en la historia del mundo. Fueron prácticamente diezmados. Quedan los actuales 900.000. Recordemos las masacres de Mem de Sá del 31 de mayo de 1580, que liquidó a los Tupiniquim de la Capitanía de Ilhéus. Durante un kilómetro y medio a lo largo de la playa a pocos metros de distancia unos de otros yacían cientos de cuerpos de indígenas asesinados, relatados como gloria al rey de Portugal.

Peor aún fue la guerra declarada oficialmente por D. João VI, apenas llegado a Brasil huyendo de las tropas de Napoleón, que diezmó a los Botocudos (Krenak) en el valle del Río Doce, porque pensó que eran incivilizables e incatequizables. Esta guerra oficial manchará para siempre la memoria nacional. Ailton Krenak, cuyos ancestros sobrevivieron, nos recuerda esta vergonzosa guerra oficial de un emperador despiadado, considerado bueno.

El gobierno actual, de una ignorancia supina en antropología, considera a los pueblos indígenas originales como subhumanos, que deben ser forzados a entrar en nuestros códigos culturales para ser humanos y civilizados. El descuido que ha mostrado ante sus reservas invadidas y su abandono ante la Covid-19 roza el genocidio, y es susceptible de ser llevado a la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad.

La segunda sombra es nuestro pasado colonial. No hubo un descubrimiento de Brasil sino una invasión pura y simple, destruyendo el idilio pacífico inicial descrito por Pero Vaz de Caminha. Se produjo un encuentro profundamente desigual de civilizaciones. Pronto comenzó el proceso de ocupación y violencia debido a las riquezas de aquí. Todo proceso colonialista es violento. Implica invadir tierras, someter a los pueblos, obligarlos a hablar el idioma del invasor, incorporar sus formas de organización social y la completa sumisión deshumanizadora de los dominados. De este proceso de sumisión surgió el complejo del mestizo, pensando que sólo es bueno lo que viene de afuera o de arriba, inclinar siempre la cabeza y abandonar cualquier veleidad de autonomía y de proyecto propio.

La mentalidad de muchos de los estratos dirigentes todavía se considera en cierta forma coloniales, por mimetizar los estilos de vida y asumir los valores de sus patronos, que han ido variando a lo largo de nuestra historia. Hoy es una expresión humillante para toda la nación que el actual jefe de Estado haga un viaje especial a los Estados Unidos, salude a la bandera norteamericana y preste un rito explícito de vasallaje al presidente Donald Trump, extravagante, egocéntrico y considerado por notables analistas estadounidenses como el más estúpido de la historia política de ese país.

La tercera sombra, la más perversa de todas, es la de la esclavitud, nuestra verdadera barbarie. El escritor e historiador Laurentino Gomes en sus dos volúmenes sobre La Esclavitud (2019/2020) nos cuenta el infierno de este proceso de inhumanidad. Brasil fue campeón de la esclavitud. Sólo él importó, a partir de 1538, unos 4,9 millones de africanos que fueron esclavizados aquí. De los 36 mil viajes transatlánticos, 14.910 fueron destinados a puertos brasileños.

Estas personas esclavizadas eran tratadas como mercancía y llamadas “piezas”. Lo primero que hacía el comprador para “domesticarlos y disciplinarlos” era castigarlos, “que haya azotes, que haya cadenas y grilletes”. La historia de la esclavitud ha sido escrita por la mano blanca, presentándola como blanda, cuando en realidad fue crudelísima y se prolonga hoy en día contra la población negra, mulata (54,4% de la población) y pobre, como ha demostrado irrefutablemente Jessé Souza en La élite del atraso: de la esclavitud a Bolsonaro (2020). Una vez que la esclavitud fue abolida en 1888, no se les dio ninguna compensación, fueron dejados al dios-dará y hoy en día constituyen la mayoría de las favelas. Nunca se les reconoció la más mínima humanidad. La clase dominante transfirió a ellos su odio hacia los esclavos, se acostumbró a humillarlos, a ofenderlos hasta que perdieron su sentido de dignidad.

Esa sombra pesa enormemente en la conciencia colectiva y es la más reprimida, con la afirmación mentirosa de que aquí no hay racismo ni discriminación. En el gobierno eso ha sido desenmascarado por la violencia sistemática contra esta población, estimulada por el propio jefe de Estado que ha mantenido una política necrófila. Esta sombra por su inhumanidad inspiró a personas sensibles, como el poeta Castro Alvez. Resonarán para siempre sus versos en Vozes d’Africa:

“Oh Dios, ¿dónde estás que no respondes? ¿En qué mundo, en qué estrella te escondes/ Embozado en los cielos? Hace dos mil años te mandé mi grito/ Que en balde, desde entonces, recorre el infinito… /¿Dónde estás, Señor Dios?” Este grito sigue siendo hoy tan lancinante como entonces.

Jessé Souza, en su obra ya mencionada, mostró de manera convincente cómo la clase dominante, para impedir cualquier avance de las mayorías marginalizadas, proyectó sobre ellas toda la carga de negatividades que acumuló frente a los esclavos, esa “massa damnata”: exclusión, discriminación y verdadero odio que nos asombra y revela niveles increíbles de deshumanización.

La cuarta sombra es la constitución de un Brasil solo para pocos. Raymundo Faoro (Los dueños del poder) y el historiador y académico José Honório Rodrigues (Conciliação e reforma no Brasil, 1982) nos han hablado de la violencia con la que se trataba al pueblo para establecer un orden, fruto de la conciliación entre las clases opulentas, siempre con exclusión intencionada del pueblo.

José Honório Rodrigues escribe: «La mayoría dominante siempre ha sido alienada, antiprogresista, antinacional y no contemporánea. El liderazgo nunca se reconcilió con el pueblo; le negó sus derechos, destruyó sus vidas, y tan pronto como le vio crecer le negó poco a poco su aprobación, conspiró para volverlos a poner en la periferia, el lugar que cree que les pertenece» (Reconciliação e Reforma o Brasil, 1982, p.16). ¿No es eso exactamente lo que la mayoría dominante y sus aliados hicieron con Dilma Rousseff primero y después con el candidato Lula? Cambian las estrategias pero nunca sus propósitos de un Brasil sólo para ellos.

Nunca ha habido un proyecto nacional que incluyese a todos. Se proyectó siempre un Brasil para pocos. Los demás que se fastidien. Así surgió no una nación, sino que, como mostró detalladamente Luiz Gonzaga de Souza Lima en un libro que seguramente será un clásico, A Refundação do Brasil: rumo a uma civilização biocentrada (2011), fue fundada la Gran Empresa Brasil, internacionalizada desde sus inicios, en función de atender a los mercados mundiales desde ayer hasta los tiempos actuales. Así tenemos un Brasil profundamente escindido entre unos pocos ricos y las grandes mayorías pobres, uno de los países más desiguales del mundo, lo que significa, un país violento y lleno de injusticias sociales. Machado de Assis ya había observado que hay dos Brasiles, el oficial (este de pocos) y el real (de las grandes mayorías excluidas).

Una sociedad montada sobre una bifurcación, sobre una injusticia social perversa, nunca creará una cohesión interna que le permita saltar hacia formas de convivencia más civilizadas. Aquí siempre imperó un capitalismo salvaje que nunca consiguió ser civilizado. Y cuando los hijos e hijas de la pobreza pudieron acumular una fuerza política básica suficiente para alcanzar el poder central y satisfacer las demandas básicas de las poblaciones humilladas y ofendidas, pronto los descendientes de la Casa Grande y la nueva burguesía nacional se organizaron para hacer imposible este tipo de gobierno de inclusión social. Le dieron un golpe vergonzoso, parlamentario, mediático y jurídico, para así garantizar los niveles de acumulación considerados entre los más altos del mundo y mantener a los pobres en el lugar que les corresponde, en la periferia y en la marginalidad pobre y miserable.

El escritor Luiz Fernando Veríssimo en un twitter del 6 de septiembre de 2020 lo resumió bien: “El odio está en el DNA de la clase dominante brasileira, que históricamente derriba, por las armas si fuera necesario, cualquier amenaza a su dominio, sea cual sea su sigla”. Esta clase de ricos, que ni elite es porque esta supone cierto cultivo de humanidad y de cultura, sustenta al actual gobierno ultraderechista y fascistoide porque no les amenaza su forma abusiva de acumulación; por el contrario, el ministro de Hacienda, Guedes, discípulo de la escuela de Viena y de Chicago comparece como el gran demoledor de la soberanía nacional. El presidente no sabe ni entiende nada de lo que puede ser soberanía nacional.

El caos destructivo y generativo

Otra categoría que podría ayudarnos a entender mejor nuestra actual situación sombría es la del caos en su doble función destructiva y constructiva.

Todo comenzó con la observación de fenómenos aleatorios como la formación de nubes y particularmente de lo que se vino a llamar el efecto mariposa (pequeñas modificaciones iniciales, como el batir de alas de una mariposa en Brasil que puede, al final, provocar una tempestad en Nueva York debido a la interdependencia de todos los factores). Además de esto se tuvo la constatación de la creciente complejidad que hay en la raíz de la emergencia de formas de vida cada vez más altas (cf. J.Gleick Caos: criação de uma nova ciência,1989). El universo se originó de un tremendo caos inicial, el big bang. La evolución se hizo y se hace para poner orden en este caos.

El sentido originario es el siguiente: el caos posee una dimensión destructiva; pone fin a un cierto tipo de orden que llegó a su clímax. Pero por detrás del caos destructivo se esconden dimensiones constructivas de un nuevo orden. Y viceversa, por detrás del orden se esconden dimensiones de caos de tal forma que la realidad es dinámica y fluctuante siempre en busca de un equilibrio. Ilya Progrine (1917-2993), premio Nobel de Química en 1977, estudió particularmente las condiciones que permiten la emergencia de la vida. Según este gran científico, siempre que existe un sistema abierto, siempre que hay una situación de caos (lejos del equilibrio) y hay una no-linealidad de los factores, la conectividad entre las partes genera un nuevo orden (cf. Order out of Chaos,1984). En este contexto irrumpió la vida como un imperativo cósmico.

Innegablemente en Brasil estamos viviendo una situación de gravísimo caos. En el contexto de la Covid-19 que está destruyendo casi 200 mil vidas, tenemos un Presidente totalmente inoperante y sin preocupación con el destino cruel de su pueblo, un negacionista con una estupidez y arrogancia propias de personas autoritarias con señales de insania mental. Un jefe de Estado debe ser una persona de síntesis (sim-bólico) y no de división (dia-bólico) y vivir personalmente las virtudes éticas y cívicas que quiere ver en los ciudadanos. Este hace exactamente lo contrario, incentiva odios, miente descaradamente y pierde totalmente el sentido de la dignidad del cargo que ocupa.

Las autoridades que tienen poder, como el Congreso Nacional, el MPF, el STF y otras, se revelan negligentes, asistiendo inertes e irresponsables al genocidio que está ocurriendo. Creo que la historia será implacable con las omisiones de estas autoridades que muestran tanto desinterés con el destino de millones de familias que lloran a sus muertos. El presidente actual cometió tantos actos de grave irresponsabilidad que merecería jurídica y éticamente un impeachment o una pura y simple destitución por un acuerdo de líderes apoyados por multitudes en las calles.

Nos consuela el hecho de que dentro de ese caos humanitario hay un orden más alto y mejor. ¿Quién va a desentrañarlo y hacer que se supere el caos?

Necesitamos conformar un frente amplio de fuerza progresistas y opuestas a las privatizaciones y a la neocolonización del país para desentrañar el nuevo orden, oculto en el caos actual, que quiere nacer. Tenemos que hacer ese parto aunque sea doloroso. En caso contrario, continuaremos siendo rehenes y víctimas de aquellos que siempre han pensado corporativamente sólo en sí, de espaldas y, como ahora, contra el pueblo.

La interpretación occidental del Karma transpersonal

Finalmente voy a valerme de una categoría oriunda del Oriente, que releída a la luz de las nuevas ciencias de la Tierra y de la vida nos puede aportar elementos esclarecedores. Se trata de la categoría del Karma, objeto de un largo diálogo de tres días entre el historiador Arnold Toynbee y el filósofo japonés Daisaku Ikeda (cf. Elige la vida, Emecé. Buenos Aires, 2005).

Karma es un término sánscrito que originalmente significa fuerza y movimiento, concentrado en la palabra “acción” que provoca su correspondiente “re-acción”. Una interpretación transpersonal parece importante, porque, como ya dije antes, en Occidente no disponemos de categorías conceptuales que expliquen un sentido de devenir histórico de toda una comunidad y de sus instituciones en sus dimensiones positivas y negativas.

Cada persona está marcada por las acciones que ha practicado en vida. Esta acción no está restringida a la persona sino que connota a todo su ambiente. Es una especie de cuenta corriente ética cuyo saldo cambia constantemente según las buenas o malas acciones realizadas, es decir, los “créditos y débitos”. Incluso después de la muerte, la persona, en la creencia budista, lleva esta cuenta en los renacimientos que pueda tener, hasta conseguir que la cuenta negativa se ponga a cero.

El gran historiador y pensador Toynbee da otra versión, en el marco del paradigma occidental, que me parece esclarecedora y nos ayuda a entender un poco también nuestra historia. La historia se compone de redes relacionales en las que se insertacada persona, ligada a las que le precedieron y con las que están presentes. Hay un funcionamiento kármico en la historia de un pueblo y sus instituciones según los niveles de bondad y justicia o de maldad e injusticia que han producido a lo largo del tiempo. Así reflexionó Toynbee.

Esto sería una especie de campo mórfico que permanecería impregnando todo. La hipótesis de muchos renacimientos no es necesaria, como presupone la tradición oriental, porque la red de vínculos garantiza la continuidad del destino de un pueblo (p.384). Las realidades kármicas impregnan las instituciones, los paisajes, configuran a las personas y dejan sus huellas en la cultura de un pueblo. Esta fuerza kármica actúa en los procesos socio-históricos, marcando los eventos benéficos o maléficos. C.G.Jung en su psicología arquetípica había notado de alguna manera este hecho

Apliquemos esta ley kármica a nuestra situación bajo la nefasta regencia de Bolsonaro. No será difícil reconocer que tenemos un karma muy pesado, a gran escala, derivado del genocidio indígena, de la sobreexplotación de la fuerza del trabajo esclavo, de la colonización depredadora, de las injusticias perpetradas contra gran parte de la población, negra, mestiza y pobre a causa de la burguesía adinerada e insensible, arrojada en la periferia, con familias destruidas y erosionadas por el hambre y las enfermedades.

Tanto Toynbee como Ikeda concuerdan en esto: la sociedad moderna (nosotros incluidos) sólo puede ser curada de su carga kármica a través de una revolución espiritual en el corazón y en la mente (p.159), en la línea de la justicia compensatoria y de políticas sanadoras con instituciones justas, como viene pregonando insistentemente el Papa Francisco en sus encíclicas sociales y ecológicas, Laudato Si y Fratelli tutti. Sin esta justicia mínima la carga kármica no se deshará.

Pero ella sola no es suficiente. Es necesario el amor, la solidaridad y una compasión universal, especialmente con las víctimas. Es la propuesta central y paradigmática de la Fratelli tutti del Papa Francisco. El amor será el motor más eficaz porque, en el fondo, él “es la última realidad” (p.387). Una sociedad incapaz de amar efectivamente y de ser menos malvada, jamás deconstruirá una historia tan marcada por el karma negativo e inhumano, realizado extrañamente dentro de una cultura acuñada por el cristianismo, día a día traicionado. Este es el desafío que la actual crisis sistémica nos suscita.

No predicaron otra cosa los maestros de la humanidad, como Jesús, Buda, Isaías, San Francisco, el Dalai Lama, Gandhi, Luther King Jr y el Papa Francisco. Sólo el karma del bien redime la realidad de la fuerza kármica del mal. Y si Brasil no hace esta reversión kármica permanecerá de crisis en crisis, destruyendo su propio futuro como lo está haciendo, entre mentiras, fake news, ironía y burla del necrófilo e insano presidente de este país.

La función iluminadora de los principios thanatos y demens

Estas son expresiones bien conocidas en Occidente y no se necesita mayor explicación. Vale la pena recordar que estos son principios y no simplemente dimensiones accidentales. El principio es lo que hace que todos los seres lo sean, o sin los cuales los seres no irrumpen en la realidad. Así es como Sigmund Freud desarrolló el principio del thanatos que acompaña al de eros que conviven en todo ser humano. El thanatos emerge como esa pulsión que lleva a la violencia, la destrucción y, al final, a la muerte. Tenemos lo Negativo en la condición humana al lado de lo Positivo y lo Luminoso, estos creemos que finalmente triunfarán.

El intercambio de cartas entre Freud y Einstein desde 1932 sobre la posibilidad de superar la violencia y la guerra es bien conocido. Freud respondió que es imposible superar directamente el thánatos, solo reforzando el principio del eros a través de lazos emocionales y el trabajo humanizador de la cultura. (cf. Obras completas III:3,215). Pero termina con una frase desoladora: “hambrientos pensamos en el molino que muele tan lentamente que podemos morir de hambre antes de recibir la harina”.

Ambos principios para Freud tienen algo eterno y deja en abierto qué principio escribirá la última página de la vida. Pero el principio del thanatos puede a veces en la historia impregnar a todo un pueblo e inundar la conciencia de sus líderes produciendo tragedias político-sociales.

Estos comportamientos muestran igualmente el principio demens presente junto con el sapiens en el ser humano. Vivimos en una civilización globalizada que está bajo el dominio de lo demens. Basta recordar los 200 millones de muertos en las guerras de los dos últimos siglos y el principio de autodestrucción ya montado con armas nucleares, químicas y biológicas, capaces de acabar con la vida humana y con nuestra civilización, armas que la Covid-19 ha evidenciado como bastante ridículas.

Este principio de demencia se muestra claramente en los asesinatos intencionados de negros, pobres, personas con otra opción sexual y en un feminicidio perverso. Todo ello respaldado por un presidente con claros síntomas de psicopatía, tolerado vergonzosamente por aquellas autoridades que podrían y deberían denunciarlo por delitos de responsabilidad social, hacerlo dimitir o someterlo democráticamente a un impeachment jurídico. Quizás ellos mismos ya estén infectados con el virus de lo demens, lo que explicaría su indulgencia y omisión culposa.

Conclusión: lo oculto y lo reprimido salieron de los sótanos y se encendió una luz

El sentido de nuestra disquisición tiene este significado: todo lo que estaba escondido y reprimido en nuestra sociedad ha salido de los sótanos donde ha estado escondido durante siglos en el vano intento de negarlo o de hacerlo socialmente aceptable, incluso de pintarlo color de rosa, como también lo hacen varios ministros indignos que ven incluso ganancia en la esclavitud y el estado colonial. Pero basta un poco de luz para deshacer esta densa oscuridad. Ahora se ha vuelto visible y luminosa. Ya no hay forma de ocultarla.

Somos una sociedad contradictoria donde encontramos, al mismo tiempo, brillantez en la ciencia, en la literatura, en las artes visuales, en la música y en la riquísima cultura popular, hecha generalmente a contracorriente pesar de toda la opresión, y en tantos otros campos. Al mismo tiempo, somos una sociedad que ha internalizado al opresor, se ha hecho eco de la voz de los dueños, conservadora y hasta atrasada en comparación con países similares al nuestro. En cierto sentido somos crueles y despiadados con nuestros semejantes afectados por las maldades perpetradas por los estratos ultrarricos, sin ningún sentido de compasión por los millones que caen en el camino sin que ningún samaritano se compadezca de ellos. Pasan sin verlos y lo que es peor, despreciándolos, como si no fueran de la misma nación o de la misma familia humana.

Y todavía se confiesan cristianos sin tener nada que ver con el mensaje del Maestro de Nazaret. Los ateos éticos y humanitarios están más cerca del Dios de Jesús, de la ternura del humilde y defensor de los humillados y ofendidos, que estos cristianos meramente culturales que usan el nombre de Dios para defender sus nefastas políticas individualistas o corporativas, de un Brasil solo para ellos. Están lejos de Dios por negar a los hijos e hijas de Dios, llamados por el Juez Supremo “mis hermanos y hermanas menores” en quienes el mismo Jesús se esconde.

Hay mucha verdad en lo que escribió la filósofa Marilena Chaui: «La sociedad brasileña es una sociedad autoritaria, una sociedad violenta, tiene una economía depredadora de los recursos humanos y naturales, convive naturalmente con la injusticia, la desigualdad y la ausencia de libertad y con los índices espantosos de las diversas formas institucionales -formales e informales- de exterminio físico y psíquico y de exclusión social y cultural” (500 años – cultura y política en Brasil n.38 p.32-33). El idílico sueño de Darcy Ribeiro de que Brasil se convierta en la Roma tardía y tropical se desvanece en las “densas sombras”, como dice el Papa Francisco en Fratelli tutti (cap. I). Celso Furtado, entristecido, al final de su vida escribió todo un libro: Brasil: la construcción interrumpida (1993).

Todas estas nubes oscuras se han condensado en los últimos años y han conseguido sus sacerdotes y acólitos que las asumen conscientemente, queriendo llevar a Brasil a tiempos premodernos. Si por lo menos lo llevasen a la Edad Media, que tuvo su grandeza desde las majestuosas catedrales hasta las grandes sumas teológicas. El Brasil de este proyecto atrasado e irrealizable se ha convertido en una farsa grotesca y en irrisión internacional.

El conjunto de estas vastas sombras y el dominio de lo Negativo se ha vuelto más denso en la figura del actual jefe de Estado y el gobierno asociado a su proyecto. Es la consecuencia de esta antihistoria y su encarnación más perversa. Representa lo peor que ha pasado en nuestra historia y conscientemente o inconscientemente intenta llevarla a su término final. Pero no lo logrará porque en la historia los mecanismos de la muerte y el odio nunca han logrado realizar su propósito; ni siquiera Hitler con todo su poder militar y científico consiguió sentar las bases de un Reino de Mil Años como soñaba.

Los procesos históricos no son ciegos y sin rumbo. Guardan un Logos secreto que marca el camino de las cosas en consonancia con el proceso de la cosmogénesis y genera, a partir del caos, órdenes superiores con nuevas posibilidades y horizontes insospechados. ¿Cuál será nuestro lugar, como pueblo y como nación, en todos estos procesos? Ellos marcan la dirección pero todos tenemos que recorrerla y construirla. No nos es permitido pisar perezosamente sobre las huellas ya hechas, tenemos que imprimir nuestras huellas. Tampoco podemos llegar demasiado tarde, porque esta vez el camino no tiene vuelta.

Ojalá estemos atentos a lo que la historia nos exigirá, a pesar del reaccionarismo y protofascismo de Bolsonaro y sus seguidores. Como dijo una vez Platón, “todas las grandes cosas surgen del caos”. Las nuestras pueden tener el mismo origen.

*Leonardo Boff, filósofo, teólogo y escritor, ha escrito Brasil: concluir a refundação ou prolongar a dependência, Vozes 2018.

Traducción de M.ª José Gavito Milano

DEMOS GRACIAS A DIOS

ECLESALIA

col otalora

Los finales año así como los principios del siguiente son momentos propicios para dar gracias a Dios de una manera especial. Es verdad que 2020 ha sido un año especialmente negativo para casi toda la población, que hemos soportado una pandemia mucho más grave de lo que al principio se pensaba. El mundo entero ha visto como la noticia principal era el seguimiento de contagios y muertes y los esfuerzos por minimizar la realidad. Así las cosas, no pocos cristianos ni se han parado a pensar en lo positivo que ha ocurrido en sus vidas, abrumados como estaban por esta tragedia comunitaria que ha impactado sin tregua en la salud y la economía.

Pues bien, la primera buena noticia para dar gracias a Dios es la vacuna. No va a ser el antídoto que elimine el virus pero es un punto de inflexión radical a la hora de domeñar la pandemia y sus efectos. Ha sido un tiempo record el que ha logrado la comunidad científica en lograrla, como nunca antes se había logrado en tan pocos meses. Y no solo una, sino varias. La segunda excelente noticia, es que vivimos en una zona del mundo donde tiene dinero para pagarla.

El Papa, siempre atento a los más desvalidos, ha dicho alto y claro que “No podemos dejar que el virus del individualismo radical nos venza y nos haga indiferentes al sufrimiento de otros hermanos y hermanas”. Que “las leyes del mercado y las patentes” no se antepongan a “las leyes del amor y de la salud de la humanidad” a la hora del reparto de las inyecciones para frenar el virus. Sin ningún mérito por nuestra parte, el haber nacido “aquí” en lugar de “allí” supone tener acceso a unidades especializadas en la covid-19, atención médica y vacunas. No deja de haber motivos de preocupación, pero hagamos sitio al agradecimiento y oración de petición por los que peor lo tienen, solidarizados en su realidad mucho menos favorable. Que no nos coma el veneno de la indiferencia, la falta de solidaridad y el agradecimiento por los dones recibidos sin ningún mérito por nuestra parte.

Esta realidad dolorosa de la pandemia es una buena piedra de toque para detenernos a reflexionar sobre lo que diariamente no damos gracias a Dios, sencillamente porque lo consideramos lo más normal del mundo... aunque muchos millones de personas lo perciben como una quimera. Me refiero a lo que para muchos de nosotros son pequeñas cosas de cada día y para otros muchos son estadios de bienestar inalcanzables o que hace tiempo han dejado de experimentar: un café caliente antes de ir a trabajar, una lectura gratificante, un fin de semana para descansar, una familia a la que amar, ropa, calzado, amistades, vacaciones, tres comidas al día... Como afirma David Steindl-Rast. Una vez que dejamos de darlo todo por sentado, nos sorprendemos de todo lo que nos rodea, lo cual nos lleva a ser más agradecidos. La sorpresa es el punto de partida de la gratitud.

Para este monje benedictino nonagenario, “atrapado” por la pandemia en Argentina desde hace meses,  es obvio que si queremos ser felices, hay que ser agradecidos. La idea de gratitud está en el corazón de todas las religiones pues la gratitud es una experiencia que nace en el corazón de los seres humanos cuando descubrimos que la vida es un don, que el estar vivos es un regalo. Si lo que nos toca vivir no es algo de lo que podemos estar agradecidos, como por ejemplo la pobreza humana, la violencia, una traición de un amigo, la destrucción de la naturaleza o ver la corrupción de ciertos políticos, no estaremos agradecidos por estos hechos, pero sí por la oportunidad que nos da la vida en ese momento para hacer algo. El momento presente es un regalo. Y el regalo no es la situación no deseada, sino que es la oportunidad de poder hacer algo con ella.

Demos gracias a Dios como oración recordando lo que nos parece un derecho diario al que no prestamos la mínima atención hasta que nos falta en actitud de escucha al Espíritu para ver lo que puedo hacer con todo eso que ya poseo y otros, quizá a mi alrededor, no tienen. Y desde esta reflexión, los mejores deseos para 2021, que valoremos la botella medio llena y tratemos de compartirla con el corazón agradecido.

A LOS MAGOS DE LA ERA COVID

FE ADULTA

col koldo

Queridos Reyes: En los tiempos de prolongada reclusión, del temor y la incertidumbre tan empoderados, toma especial sentido vuestra “epifanía”, vuestra perenne manifestación de esperanza. Hoy buena parte de la humanidad humanidad busca un Belén en el que refugiarse, Algo grande y superior ante lo que postrarse. Siquiera un poco asfixiados por la mascarilla, ahora más que nunca caminamos con vosotros, no quitamos el ojo a vuestra Estrella. Sentimos vuestros pasos sobre una nieve que no se derrite, vuestra presencia cercana fortaleciendo una confianza que nunca muere. Disculpadnos si no os recibimos en las calles blanqueadas, os daremos la bienvenida en lo profundo de nuestras más íntimas alamedas.

No os pedimos que desaparezcan los problemas, sino coraje y solidaridad para atenderlos. Necesitamos toda la mutua comprensión que sepan acarrear vuestras jorobas. Nos consta que no es poca. En los tiempos de grandes desafíos como los que vivimos ahora, necesitamos aguzar la capacidad de comprendernos los unos a los otros. Las diferentes recetas a las crisis se complementen, no nos enfrenten; nos inviten a comprender la cuota de razón que conlleva de habitual la buena voluntad ajena.

No llenéis nuestras casas de cosas, llenad más bien nuestros corazones de una comprensión sincera y amorosa. Hoy más que nunca mutua compasión entre los humanos. Nuestras diferentes formas de pensar, de encarar el ahora y sus retos, no deriven en conflicto.  Amor para con la Tierra nuestra Madre entre las primeras devociones humanas, pues ha sido esa destrucción de la Naturaleza la que en mayor medida nos ha traído el mal que ahora llena los noticiarios. Sólo ese atento cuidado, nos permitirá salir del apuro en el que nos encontramos. 

En el Enero del Brexit ya consumado, os pedimos más interrogantes sobre todo género de fronteras. Si sobran en la política, también están de más en el territorio de la fe. Gocemos de arrodillarnos ante otros altares. Os pedimos anhelo de comunión, de que credos, razas y naciones sumen almas y voluntades. Perdure y se contagie a otros continentes el ejemplo de la Europa unida. Más pronto que tarde podamos olvidar nuestros pasaportes, más pronto que tarde no los debamos mostrar en ninguna aduana. En la hora de los populismos desbocados, en el momento que algunos líderes tratan de hechizar a sus naciones para que sean más grandes que las otras, aguzad el sentido de igualdad humana, de conciencia planetaria. Deseo por lo tanto de que todas las naciones sean grandes, de que se ayuden unas a otras, para ser igualmente enriquecedoras de este planeta tan diverso y hermoso.  Que podamos comprender que todas estas nuevas y sorprendentes posibilidades de comunicación nos fueron en realidad otorgadas para construir un mundo de hermanos. 

Ayudadnos también a bajar el termostato de la Tierra. La temperatura no aumente, los hielos no se derritan, las especies no se extingan, sobre todo los humanos no se sigan muriendo de hambre. Los cayucos a los mares sólo por ocio, tras la brisa marina, tras la inmensidad oceánica, nunca jamás por un agujero en el estómago. Nadie acaricie en el bolsillo con pena la llave de su ya lejana casa. Respiradores por lo tanto para todos, aliento de vida para quienes no tienen qué llevarse a la boca, para quienes padecen pandemias más controlables que la del COVID, para quienes soportan azotes cuyo remedio está al alcance de nuestra mano. Rompamos, con cereal de a euro el kilo, el confinamiento de la miseria, la servidumbre de la penuria. Los últimos de la tierra, sólo disparen contra los terribles enemigos de la escasez y la indigencia. Yemen, Etiopía, Siria… abran los telediarios con la rúbrica de una paz duradera. 

No se demoren futuras misivas aligeradas de dolor humano. Llenemos más pronto que tarde los buzones de urgida aurora. 

Vuestra sabiduría de Oriente nos ayude a discernir lo sostenible del urgido remiendo, las soluciones auténticas y duraderas de los parches coyunturales. De cualquiera de las maneras que la libertad siempre prevalezca. Nadie imponga a nadie en razón de sus criterios, nadie obligue a introducir en su cuerpo lo que no desea. Vuestro conocimiento de otros mundos ahuyente el miedo a la muerte. Forjados vosotros en largas travesías, abridnos a la visión del periplo de una Vida que no trunque un diminuto virus, que no contemple fin. Si vuestra estrella nunca dejó de brillar, si nunca se desmoronó de los cielos, también estos deseos alcancen su celeste bóveda. Si vuestra magia no se ha apagado, si ha perdurado de generación en generación, ayudarnos a superar esta enfermedad que ha detenido el mundo.

Esta hora tan singular lustra si cabe más los zapatos que os ponemos, alarga la carta de nuestros sentidos anhelos. Nunca posamos la mirada en el Oriente con tanta expectativa, ni aguardamos con tanto fervor vuestra llegada. Queridos Magos de Oriente, venid pronto, que todos estos obsequios intangibles bajen por todas las chimeneas tangibles; que las sonrisas congeladas en Marzo lleguen a todos los labios, que el alimento a todas las mesas y la esperanza a todos los corazones. Siempre gracias.

 

LLEGARON LOS REYES MAGOS

FE ADULTA

comentario editorial

 

"Si encontramos nuestra alma, encontramos el centro del universo" (Joan Mascaró, Lámparas de fuego)

6 de enero. EPIFANÍA

Mt 2, 1-12

Unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

La Epifanía, como manifestación de la presencia de Dios en el mundo, desborda toda frontera de mapas y calendarios anegando de luz, de verdad y de vida cuanto existe en todo tiempo y espacio.

Relatos religiosos como el de los Magos, profundamente inscritos en la consciencia mítica de diversas culturas, no dejan de ser símbolos en los que lo más importante es lo significado. Un Dios eternamente desplegado en cada una de sus criaturas, de cuya presencia el hombre necesita ser consciente para poder alcanzar su desarrollo y plenitud. A la conmemoración puntual de todo esto, llamamos Fiesta de la Epifanía.

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Nadie lo han entendido mejor que los místicos, los artistas y los poetas. Todos han abordado estos hechos más por vía de la intuición –corazón– que por la razón –cabeza– propio de los eruditos. Aunque más ajustado sería considerarlos complementarios. No olvidemos que lo SENTImental engloba ambas dimensiones.

Esta fiesta nos invita a descubrir la epifanía, no solo en nosotros sino en todo y en todos los demás. A ofrecer, como hicieron los Magos, el oro de la aceptación de sus cualidades y defectos, el incienso de la tolerancia y aprecio de sus creencias, su cultura y su color. E igualmente -¿cómo no?- la mirra del respeto amoroso a nuestras raíces y ancestros, los reinos animal, vegetal y mineral.

Una vez sucedido esto, llegaron los pastores, y unos ángeles del cielo para cantarle al recién nacido el ¡Gloria in excelsis Deo!

Cuando los Reyes Magos regresaron a Mesopotamia pudieron escuchar el eco de este hermoso villancico que los ángeles cantaban en los campos de Belén:

Noche de paz, noche de amor, / Todo duerme en derredor / entre sus astros que esparcen su luz, bella / anunciando al niñito Jesús / brilla la estrella de paz, noche de paz, noche de amor.

Todo duerme en derredor / solo velan en la oscuridad / los pastores que en el campo están; y la estrella de Belén.

A todos un cordial y regio abrazo cargado de regalos, epifanía incluida. Termino con un poema de Góngora:

Al tramontar del sol la ninfa mía,
de flores despojando el verde llano,
cuantas troncaba la hermosa mano,
tantas el blanco pie crecer hacía.

Ondeábale, el viento que corría,
el oro fino con error galano,
cual verde hoja de álamo lozano
se mueve al rojo despuntar del día;

mas luego que ciñó sus sienes bellas
de los varios despojos de su falda
(término puesto al oro y a la nieve),

juraré que lució más su guirnalda,
con ser de flores, la otra ser de estrellas,
que la que ilustra el cielo en luces nueve