FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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viernes, 17 de marzo de 2023

La izquierda latinoamericana da la espalda a Daniel Ortega

 Público

(Desinformémonos)
El Gobierno de Ortega no asiste a cumbres ni reuniones regionales, ninguna fuerza política lo respalda públicamente y la izquierda latinoamericana se ha distanciado. Comprender las razones de esta deriva es una tarea compleja.
«Me parece peligroso que se asocie el pensamiento de izquierda con el régimen de Ortega porque es abrazarte a un monstruo y hundirte con él», sentencia Gregory Randall, ingeniero y profesor universitario en Montevideo.  Ver noticia

Un Papa que ama al modo de Jesús

 


Leonardo Boff

El día 13 de marzo la Iglesia celebró 10 años de pontificado del Papa Francisco. Es la primera vez en la historia de la Iglesia que es elegido un Papa fuera de la galaxia del cristianismo europeo. Y con razón, pues la vitalidad del mensaje evangélico se ha enraizado en las culturas no-europeas en las cuales vive numéricamente la mayoría de los católicos. Resaltamos algunas características de su pontificado.

La más importante de ellas ha sido la nueva atmósfera creada dentro de la comunidad cristiana a nivel mundial. Hemos salido de un invierno, de los últimos Papas, y se ha inaugurado una primavera. Ya no predomina la doctrina, sino la vida concreta de la fe. Ya no hay miedo y condenaciones, sino gran libertad de expresión y de participación, especialmente de las mujeres en cargos importantes dentro del Vaticano.

El Papa Francisco ha encarnado una nueva manera de ser Papa. No vive en el palacio pontificio, sino en una casa de huéspedes, Santa Marta. Rechaza cualquier privilegio. Vive en su cuarto de huéspedes. Hay otro reservado para recibir a la gente. Hace cola para servirse la comida. Con humor, pensando en hechos del pasado, dice “así es más difícil que me envenenen”. Vive una pobreza franciscana, despojándose de todos los símbolos de poder.

Ha abierto una nueva perspectiva en la Iglesia. Si antes era un castillo fortificado contra los errores del mundo, ahora es “una Iglesia-hospital-de-campaña” que acoge a todos, sin preguntar su origen o su situación moral. Como él mismo subraya: “es una Iglesia en salida hacia las periferias existenciales”, que pega su oído al grito de los que sufren en este mundo.

Ha dado centralidad a los pobres. Escogió el nombre de Francisco para rescatar la figura de San Francisco, el poverello de Asís. En su primera aparición dijo claramente: quiero una Iglesia de pobres y una Iglesia con los pobres. Poco importa que el pobre sea cristiano o musulmán: le lava los pies el Jueves Santo.

Su principal inspiración es el Jesús histórico, artesano, contador de historias, defensor de todos los que tienen menos vida, curándolos de sus dolencias, enjugando sus lágrimas e incluso resucitando muertos. Llama a Dios, Abbá = “papá” sintiéndose su Hijo querido. Ama a todos a la manera de ese Dios-Abbá, bien expresado en el evangelio de San Juan: “si alguien viene a mí yo no le echaré fuera” (Jn 6,37). Podía ser una adúltera, un teólogo angustiado como Nicodemo que va a buscarlo por la noche, una mujer extranjera siriofenicia o un oficial romano. A todos acoge afectuosamente.

Ha dejado claro muchas veces que Jesús no vino a crear una nueva religión, sino que vino a enseñarnos a vivir el amor incondicional, la solidaridad, la compasión y el perdón. Las doctrinas están ahí y no hay por qué no darles importancia. Pero sólo con ellas no se llega al corazón humano. Se necesita ternura y amor. Lo que convence a las personas y las deja fascinadas es su predicación ininterrumpida sobre la importancia de esa ternura que abraza al otro y que vale también para la política, como lo dice claramente en su encíclica Fratelli tutti.

Pero para él, el punto central de su predicación es la misericordia. Es la característica personal de Jesús y se enraíza en la esencia de Dios mismo. Nadie puede poner límites a la misericordia de Dios que alcanza incluso al peor de los pecadores. Dios no puede perder a ningún hijo o hija que ha creado con amor. Él no puede perder nunca. Por eso afirma que la condenación es solo para este mundo. Todos están destinados, por esta misericordia ilimitada, a participar del Reino bienaventurado de la Trinidad, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

El mensaje de Jesús no es solo bueno desde la perspectiva de la vida eterna. También debe ser bueno para esta vida y para la propia Madre Tierra. Su encíclica “cómo cuidar de la Casa

Común: Laudato Sì” (2015) lo sitúa, según notables ecólogos, a la cabeza de la reflexión ecológica mundial. No se trata de una ecología verde, sino de una ecología integral: abarca lo ambiental, lo político, lo social, lo cultural, la vida cotidiana y la vida del espíritu. No se trata de una técnica para curar las heridas del cuerpo de la Madre Tierra, sino del arte de vivir en comunión con ella y con todas las demás criaturas, abrazadas como hermanas y hermanos. Está tan preocupado por el futuro de la vida que en su otra encíclica, Fratelli tutti (2020), dice con palabras muy serias: “o nos salvamos todos o nadie se salva”.

No obstante los nubarrones que amenazan nuestro futuro, se muestra esperanzado. Confía en la esperanza como el principio, o mejor dicho, como el motor que trabaja siempre dentro de nosotros, buscando mejores caminos, proyectando utopías viables y despejando la oscuridad de nuestra historia. Se expresa por estas palabras al final de su encíclica “Cómo cuidar de la Casa Común”: “Caminemos cantando, que nuestras luchas y la preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza”.

En fin, estamos delante de una figura de especial densidad humana, testimonio de una fe y una esperanza inquebrantables de que atravesaremos los sombríos tiempos actuales rumbo a una
biocivilización en la cual podamos hermanarnos entre todos, la naturaleza incluida, dentro de la misma gran Casa Común, cuidada y amada.


*Leonardo Boff es teólogo y filósofo y ha escrito: Francisco de Asís-Francisco de Roma: la irrupción de la primavera, 2012.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Cardenal Ramazzini: “Tenemos que hacer un frente común delante de sectores que quieren seguir encerrados en sus capillismos”

 Religión Digital

El cardenal guatemalteco hace un balance de los 10 años del actual pontificado
«No es por casualidad que él hable de la misericordia, que hable de la compasión, lo encarna, lo vive, tiene muy claro que, en ciertos momentos de la historia, la Iglesia hemos perdido ese sentido de compasión»
«Que el Papa trata de usar un lenguaje que lo haga accesible y cercano a las mayorías, eso es evidente, y eso es bueno»  Ver noticia

Castillo: "Dios no tolera la teatralidad religiosa"

 


JOSÉ Mª CASTILLO

Teología sin censura

Los obispos españoles, los abusos, el Papa y la hipocresía clerical
«¿Cómo se explica que, en el vergonzoso escándalo de la pederastia, los obispos franceses estén vendiendo sus bienes (hasta templos) para pagar a las víctimas, al tiempo que los obispos españoles han dicho que sea el Papa quien se encargue del problema, ya que el Papa ha sido quien ha decidido que a este escándalo se le ponga remedio?»  Ver noticia

LA ATENCIÓN AL POBRE


col martell

 fe adulta

 

En todos mis artículos hasta el presente, siempre he manifestado que una persona que ejerza la Caridad, debe hacerlo siempre; porque los pobres comen todos los días y ustedes, no deben suspender la ayuda por ningún motivo. Es por ello que hoy quiero felicitar a los hermanos que en un huequito en el NW de Miami, entregan comida a sus hermanos en necesidad.

Hace muchos años que muchos compañeros han dado su tiempo, como voluntarios para hacer entrega de los alimentos, físicamente, siempre cerca de la iglesia católica Nuestra Señora de la Altagracia en el 1779 NW 28 Calle, Miami. Allí, en un cuartico en el patio, se encuentra la Conferencia Radio Paz, Sociedad San Vicente de Paul, concedido por el padre José Luis, Pastor de la Iglesia del Corpus Christie. En ese tiempo, miles de ayudas han sido recibidas, desde que se fundó hace 25 años. Se han entregado multitud de alimentos, juguetes y otras muchas cosas encaminadas ayudar al pobre.

Este personal voluntario cuenta en estos momentos con Rebeca Cuesta, Haydee Musiet, Maorí Álvarez, José Fuentes, Antonio Polier, y algunos más que no recuerdo sus nombres.        

A muchos de estos voluntarios no les gusta que aparezca su nombre ya que ellos lo hacen por compasión y brota de sus corazones el hacerlo, subrayando lo que siempre digo: “La Caridad no es un ministerio de la iglesia, es una vocación y ésta es para toda la vida”. En este caso quiero hablar de ellos porque han permanecido allí durante toda la Pandemia entregando comida, cara a cara, a todos los que se acercaban a pedir alimentos. Tenían claro que cumplían la misión y cuando les pregunté: ¿Nunca tuvieron miedo de enfermarse con el virus? La respuesta aun ahora me da temblores: Jamás; porque veíamos en ese pobre la figura de Jesucristo.

¿No creen ustedes que debemos felicitar y admirar a aquellos que dejan la comodidad de su hogar, a su familia y dedican su tiempo a descargar alimentos, ponerlos en bolsas y entregarlos a la cola interminable de personas con necesidad?

Y no solamente entregar comida en aquel local; también visitarlos en su casa para llevarles alimentos, ver sus necesidades, conversar con ellos, ver los errores que cometen… Involucrémonos en una sola familia y cuando lo hayamos hecho, verán que mejora su calidad de vida. Eso sí, no los visiten si van a criticar, acusar o sentirse superiores. Es importante que sean delicados, no traten de forzarlos, no hieran sus sentimientos, al contrario, rían, ábranse, den amor, recuerden a quien tienen presente. Al más pobre de todos los pobres: JESÚS.

Y no quiero olvidarme también de otros lugares que hacen algo muy distinto. Algunos políticos van a llevarle su pollito o pavito a los envejecientes, algunas veces en el año, y yo les pregunto: ¿Acaso, una familia que tiene falta de alimentos, todos los días, debe esperar por esas miserias de regalos ocasionales? Todos debemos comprender que debemos buscarles mejores trabajos, escuelas nocturnas, transportes y alguna ayuda monetaria, que el gobierno puede ofrecer, quizás reduciendo los gastos innecesarios y superfluos que mantienen los gobiernos estatales y federales.

Yo creo que si todos formamos una gran red de Caridad, no vamos acabar con la pobreza; pero vamos a eliminarla un poco de la faz de la tierra.

GIGANTES QUE NO LOS SON

fe aulta

col gerardo

 

Algo no encaja cuando observamos la sociedad y la marcha del mundo. Porque hay guerras, muertes, refugiados, peleas... Y sobre todo en política: diatribas enormes, enfrentamientos, riñas… Sin embargo todo se nos presenta como lo mejor. Echo en falta una sinceridad absoluta para reconocer con verdad las limitaciones que tenemos.

No me preocupan los fallos. Lo que me angustia es que nadie reconozca con sinceridad su debilidad y que trabajamos con ella. Todo nos lo presentan como lo mejor, como el ideal. Todos nos consideramos como la mejor opción y la única. Es urgente que seamos más honestos.

Qué grande será cuando un político, un científico, un cardenal, un empresario, un obrero… manifieste que se ha equivocado y ha hecho las cosas mal.

Muchas veces ya la misma manera de vestirnos, de presentarnos, oculta lo que en realidad somos. Necesitamos sinceridad, humildad, verdad. Que no tenga que ser un policía, un detective, un periodista o un chivatazo el que nos haga conocer la realidad.

En la información y las noticias diarias abundan cantidad de robos, declaraciones falsas, mentiras disfrazadas, afirmaciones interesadas. Quien miente o disfraza los datos, los anuncios, las realidades, está ensuciando la vida.

¿Fallos y errores? sí, son inevitables. Pero no mentiras y apariencias para demostrar nuestra grandeza cuando en realidad todos tenemos limitaciones y debilidades. Aparecemos como gigantes y somos enanos disfrazados.

Entiendo que estamos necesitados de humildad. Nos cuesta reconocer lo que hacemos, sin adornos. Somos seres débiles, cometemos errores y tenemos defectos. Pero seamos sinceros y manifestemos la verdad de los hechos. No vamos a convencer por nuestras apariencias. La verdad sale a flote tarde o temprano. Cuando descubrimos y reconocemos la pequeñez, los pecados, ganamos mucho ante todos.

Sin duda, hace falta mucha valentía para reconocer nuestros errores. La sinceridad demuestra coraje para andar en la verdad y es un paso necesario para construir una sociedad honesta, verdadera, sincera.

 

INSTITUCIÓN ECLESIAL Y PUEBLO DE DIOS


col otalora

 

Cuando decimos “institución religiosa”, nos referimos a la organización para la vivencia de la fe: la que se dan los jesuitas, las benedictinas o la organización eclesial de cualquier religión, que en el caso católico tiene su sede en Roma. Pero lo que sustenta y da vida a todas ellas es el Mensaje o misión y la vivencia. Y cuando ocurre lo contrario, y la institución es más importante que el Mensaje, tenemos un grave problema, como el que trata de superar el Papa Francisco a base de reformas de calado que pongan el Evangelio en el centro de la vida eclesial.

El capítulo segundo de la Lumen Gentium (Concilio Vaticano II), “El Pueblo de Dios”, llama así a la Iglesia como una manera de expresar que es una institución formada por hombres y mujeres concretos en medio de todas las dificultades de la vida que manifiestan la fe en sus vidas. Por primera vez, el título de "Pueblo de Dios” encabezaba el capítulo dedicado a los laicos desde una idea de unidad entre quienes forman parte de la Iglesia basada en la igualdad de todos por el Bautismo, que es previo a cualquier diferencia por razón de cargo o estado jerárquico.

De esta manera, se puso en valor lo que es común a todos los miembros de la Iglesia, atención, ¡con anterioridad a toda distinción de rango y jerarquía entre ellos y con la misma dignidad cristiana!, como lo señaló Yves Congar, el que fuera uno de los principales padres conciliares.

Desde estos postulados ha ido creando la conciencia de que la Iglesia no es solamente la institución, ni lo más importante. El término Ekklesia significa lo mismo que “Pueblo de Dios”, referido a la comunidad misionera del Señor. En los Hechos aparece claramente que la Iglesia de Cristo es el nuevo Pueblo de Dios (Hch 15,14), continuación del "Pueblo de Israel”, que actualiza la Alianza.

Por tanto, la comunidad cristiana primitiva tuvo conciencia de ser el Pueblo escatológico de Dios, más allá de sentirse como una aglomeración de bautizados en una organización (necesaria), lo cual significa que la Iglesia, por definición es ‘comunidad', es decir, fraternidad, y que la jerarquía, a saber, no tendría sentido si no estuviera concebida como un servicio al Pueblo. Y aquí es donde comienza el problema, cuando la institución al servicio de la comunidad y la evangelización, se convierte en algo más importante que el Mensaje y que la vivencia de fe: en un poder que vive la religión como una ideología con formas religiosas y príncipes de la Iglesia en un Estado vaticano anacrónico y otras cosas. Ya ocurrió en tiempos de Jesús con el poder en torno al Templo. Y ahora lo está padeciendo Francisco.

Recuerdo a Juan Pablo II afirmando tajante que la constitución jerárquica de la Iglesia “es voluntad de Cristo”. Lo cierto es que Jesús no dice absolutamente nada de la estructura jerárquica de la Iglesia. En todo caso se refirió a la comunidad fraterna, pero aquél Papa dio un golpe en la mesa sin ningún fundamento ante las críticas fundadas de autoritarismo dentro de la Iglesia.

Nada tengo contra la existencia de la institución eclesial como parte de la Iglesia toda para un funcionamiento eficiente y eficaz. Pero no es menos cierto que se ha convertido en el epicentro de todo al son del clericalismo rampante de clérigos… y de una porción importante del laicado. La necesidad es otra: los católicos debemos transformarnos para transformar nuestra Iglesia en una verdadera comunidad de vida a la escucha, sinodal, prestos para trabajar en serio por el Reino mano a mano, abriendo caminos y actitudes nuevas en la iglesia, como la renovación profunda del Derecho Canónico, nuestra actitud oracional o la autocrítica humilde, para que se abajen las resistencias multiseculares de la institución eclesial. Solo así lograremos transformar la realidad, comenzando por nuestro entorno más cercano.

Aquél grupito de iletrados con Jesús al frente sembraron la semilla del amor que da el sentido verdadero a la vida y a la historia. No será una institución eclesial encastillada la que propicie la conversión, sino la vivencia del agapé fraternal, convertida en camino sinodal apasionante en la Iglesia. Parapetarse en seguridades mundanas y en el inmovilismo, evidencia falta de confianza en el Mensaje y falta de fe en Cristo.

 

LA OTRA CUARESMA O CUANDO AYUNAR NO ES UNA OPCIÓN

fe adulta

col zapatero

 

Al llegar la Cuaresma, la Iglesia recuerda a sus fieles el deber de hacer penitencia, de manera más intensa, con el propósito de avanzar en el camino de la conversión y el obtener perdón de los pecados. Son, entre otros, el ayuno y la abstinencia dos instrumentos más que propicios para conseguirlo. Creo que no es necesario recordar el significado concreto que tienen estas dos prácticas; en todo caso, el diccionario de la Lengua lo explica de manera perfecta.

Es esta una práctica habitual que la Iglesia recomienda realizar a sus fieles durante el tiempo de Cuaresma. El objetivo concreto de hacerlo durante ese tiempo no es otro que llegar purificados a la celebración de la Pascua, la fiesta clave y fundamental de los cristianos. Se trata de cuarenta días, cronológicamente hablando, en recuerdo del tiempo que Jesús pasó en el desierto. Hago tal aclaración, porque, sobre todo, después de la última pandemia, eso de "cuaresma, cuarentena" no coincide con la realidad temporal de cuarenta.

Independientemente de cuántos puedan ser, numéricamente hablando, los que cumplen con esta práctica, lo que sí es cierto es que quienes deciden seguir la norma eclesiástica de privarse, durante la Cuaresma, de ciertas cantidades de alimentos en general y de abstenerse de comer otros, todos ellos deciden hacerlo libremente. Eso sí, a sabiendas de que, una vez acabada la celebración de la Pascua, podrán volver a las andadas, sin control en unos casos. Otros, en cambio, de manera más civilizada y habitual a como lo venían haciendo. Sin descartar que habrá unos terceros que acabarán convertidos de verdad; no lo vamos a negar. Lo que dicho en Román paladino significa que, en general, la mayoría acabará con muy poco o nulo propósito de enmienda de no volver a las andadas.

Si nos atenemos, dentro del mundo, a la sociedad rica, bien estante y opulenta, observamos que también se cumple con las exigencias de otra "cuaresma", asumidas libremente, claro, que tiene como finalidad conseguir otros objetivos. Estarían, en primer lugar, quienes, siguiendo las recomendaciones del facultativo de turno, optan por poner freno a ciertos excesos de comida y de bebida, si es que de verdad quieren conseguir recuperar la salud, demasiado deteriorada en algunos casos.

En segundo lugar, estaría la "cuaresma" de quienes se abstienen de cuánto haga falta y más, con tal de conseguir los cánones de belleza física impuestos por la moda social del momento. Para ello no escatiman ni las privaciones más dolorosas que les puedan llegar a imponer. A pesar, eso sí, de que, la mayoría de las veces, todo ello no les hace más felices, ni mucho menos. Más bien, en muchos casos, todo lo contrario. Pero es igual; han conseguido lo que pretendían: ser admirados y envidiados por una sarta de "borregos", muy débiles mentalmente, que acabarán pagando el pato. ¡Y de qué manera!

Hay que decir, en honor a la verdad, que estos últimos no solo desconocen la abstinencia, sino que practican de manera devoradora lo contrario de lo que ella significa. Consumen hasta la saciedad cuantos productos, materiales o no, les proponen quienes han conseguido introducirlos en el canon de belleza que a ellos les interesa. Productos que, según les dicen, no van a destruir su belleza exterior, a pesar de que interiormente les conviertan en auténticos adefesios y en verdaderas marionetas manipulables.

Por último hay unos terceros, de aquí, de allí, del otro lado y de más allá, este es precisamente uno de los efectos secundarios de la globalización, que ya llevan ayunando desde hace tiempo. ¡Y lo que les queda! Pero no porque así lo hayan decidido ellos, sino porque otros, que sí que sabemos quiénes son, aunque ellos no den la cara, se lo imponen sin más. Y mejor no meternos a indagar, porque podríamos correr la suerte de salir muchos o todos salpicados. Algunos, no sé cuántos, pertenecientes probablemente al sector de los que ayunamos y practicamos la abstinencia tal y como manda la Santa Madre Iglesia. Otros, a los sumisos al canon de belleza. Otros también a quienes piensan que ayunar es saludable; pero en la casa del vecino, no en la propia, claro.

Y si se me apura, algunos más, unos cuantos o muchos, a quienes piensan que "la vida es así, que han tenido mala suerte y, por tanto, qué le vamos a hacer. Que, dado que la vida tiene estas cosas, les ha tocado a ellos: aguantar, que es lo que toca".

No estaría mal que, en estos momentos, todos, unos como creyentes en el mensaje de Jesús, otros como personas que conservan o conservamos aún un poco de buena voluntad, recordáramos las palabras del profeta Isaías: "Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo! Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano!

(58, 6-12).

CURACIÓN DE LA MUJER CIEGA (Juan 9,1-17)


col bennasar

 La ciega, que no conoce la luz, es figura de las que nunca han podido saber lo que puede y debe saber la mujer. Se le ha sometido a una ignorancia muy estudiada para tenerla controlada. Esta mujer representa a las que desde siempre se han visto sometidas a la opresión, que nunca han siquiera vislumbrado lo que significa ser mujer en su sentido pleno, ni, por tanto, lo han deseado. Los culpables de su ceguera son los y las que apoyan el sistema, tantas veces respaldado por las religiones.

Cuando salí a la calle para protestar, una vez más, por los Derechos de la Mujer, algo por dentro se me movió: ¡Construye algo! Protesta creando algo nuevo, algo que empiece en tus entrañas conectando con las entrañas de miles de mujeres que, como tú, buscan vivir desde otro paradigma.

Esta es la dinámica de las raíces de los grandes árboles que se entrelazan en su interior, en lo hondo de la tierra, posibilitando así la fortaleza del bosque, su crecimiento y desarrollo, su belleza y elegancia: las arboledas. El árbol es nombre masculino, cuando se junta y crea un espacio maravilloso se llama arboleda porque es un sitio poblado de árboles.

Y sigo en la calle, retirándome un poco de la multitud que sigue gritando por los Derechos de la Mujer; necesito sentir, percibir, qué me está pasando en mi adentro, que me da esta sensación interior que clama, en mis entrañas, ser acogida y abrazada.

Y, en el camino, me encuentro con alguien que me dice: “¿quieres ver cómo?” y, ante mi cara de sorpresa, le veo que escupe en el suelo y con su saliva hace un poco de barro que me unta en los ojos con ternura y firmeza.

Yo, estoy estupefacta. Al principio siento algo de rechazo: saliva, barro… ¿qué está pasando? ¿Por qué se me acerca tanto? ¿Por qué me toca? ¿Quién es?

Al Maestro le preguntaron quien había pecado, ella o sus padres, para ella cargar con esa maldición en forma de ceguera, según ellos, fruto del pecado de ser mujer.

Jesús es radical: ni ella, ni sus padres, y en esa noche, escupe en tierra y haciendo barro con su saliva se lo unta en los ojos a la mujer y después le manda lavarse. Ella fue, se lavó y volvió con vista. (Jn9, 7)

La mujer ciega es figura de las que nunca han podido saber lo que puede y debe Ser la mujer. La decisión de obtener la vista quedará en sus manos: ir o no a lavarse. Ir o no al desierto a liberarse de los hábitos adquiridos en la opresión del Egipto institucional. Ir al desierto a sanarse, a liberarse, a desaprender y aprender-ver de nuevo. En el desierto hay otras mujeres que ya empiezan a ver.

El barro alude a la creación de la persona humana. En tiempos de Jesús se pensaba que la saliva transmitía la propia energía vital. Jesús crea la mujer nueva compuesta de barro-carne y de saliva-Espíritu de Jesús; le untó su barro en los ojos poniéndole ante los ojos su propia humanidad, la de la mujer acabada, proyecto divino realizado.

Cuando le unta el barro en los ojos la está Ungiendo como hija de Dios por el Espíritu, su saliva mezclada con la humanidad de la mujer.

Y como Jesús,  ella necesita ir un tiempo largo al desierto y recuperar su dignidad, su espacio, su creatividad, su fecundidad.

En el desierto nos encontramos con las recién sanadas de la ceguera y con las que llevan tiempo trabajando en proyectos creativos de espacios y arboledas nuevas, donde quepa la creatividad de todas, cada una con sus talentos naturales y con las capacidades adquiridas.

Y diseñamos un mundo y una comunidad cristiana nuevas. En este proyecto no hay escala jerárquica, ni propiedades…no tenemos más que nuestros cuerpos maravillosos, dadores de vida y creatividad, tenemos nuestras múltiples mentes brillantes, silenciadas a lo largo de los siglos porque dejaban en evidencia la opacidad de tantos otros que querían el poder de Babel.

Nosotras estamos ahí, en el descampado, al lado de ríos y mares, liderando la marcha y la danza con los criterios del nazareno crucificado porque molestaba a los encumbrados en Babel.

Y en esos desiertos ponemos tiendas de Acogida y de Refugio, que van siendo nuestras iglesias domésticas donde resguardarnos y sanarnos.

Y tímidamente van apareciendo muchas ciegas que, poco a poco, a fuerza de tierra y saliva aceptada, van “viendo” quienes son, descubren su herencia y su estirpe, levantan la cabeza y la sonrisa y la risa se convierte en danza.

Muchas danzamos en el desierto, rezamos en la orilla del mar, celebramos en las arboledas, nos visitamos y cuidamos nuestras dolencias. Y es una pasada lo que está naciendo.

Esta es nuestra propuesta y protesta. No más ceguera en el cerebro y en las comunidades. Es hora de estar con madre tierra y con nuestras hermanas en la Tienda Roja de la Vida, dando vida y esperanza, diseñando arboledas y liturgias y rituales con el Nazareno y como él, adorando al Abba en espíritu (saliva) y en verdad (nuestra tierra).

Que seamos muy felices las mujeres que dejamos atrás la ceguera.

 

Magda Bennásar Oliver, sfcc

espiritualidadcym@gmail.com

FRANCISCO: "LA CORRUPCIÓN MATA EL FUTURO"

religión digital

col grana

La corrupción, tanto económica como "del corazón", de la que es muy difícil volver atrás. Es lo que más ha hecho sufrir al Papa Francisco en estos diez años de pontificado, y de ello habla en la entrevista con Francesco Antonio Grana, vaticanista de la fundación ilfattoquotidiano.it, publicada en vísperas del aniversario de su elección.

El Papa reitera que la corrupción 'spuzza' (apesta), como dijo en Nápoles en 2015, 'hace que se pudra el alma' y por eso 'los mafiosos están excomulgados: tienen las manos sucias de dinero manchado de sangre. Hacen negocio con las armas y la droga. Matan a los jóvenes y a la sociedad" y en la Iglesia "¡no hay lugar para los mafiosos!" Los beatos Pino Puglisi y Rosario Livatino no pactaron con la mafia y pagaron con su vida".

Escándalo de abusos: el punto de inflexión empezando por "escuchar a las víctimas"

Del escándalo de corrupción al de la pederastia en la Iglesia, valientemente denunciado públicamente por Benedicto XVI, quien -recuerda Francisco- ya como cardenal "luchó con todas sus fuerzas contra la omisión y el encubrimiento que durante décadas encubrió a quienes cometían abusos en la Iglesia". "Yo -subraya- me he puesto en el camino trazado por él". Y, reitera, hoy "no hay lugar en la Iglesia para quienes se manchan con este abominable pecado contra Dios y contra el hombre".

El cambio de mentalidad más radical en la Iglesia para afrontar este escándalo, para el Pontífice, ha sido "empezar por escuchar a las víctimas. Para un pastor esto es fundamental". Benedicto XVI empezó a hacerlo en sus viajes, y luego lo hicieron por primera vez muchos presidentes de las conferencias episcopales, para preparar la cumbre mundial sobre la pedofilia en el clero de febrero de 2019 en el Vaticano, y 'lloraron junto a ellos: el don de las lágrimas'.

En la Iglesia con la valentía de nuestras ideas, pero unidos en la misma mesa

El Papa Francisco habla también del debate interno en la Iglesia, por el que "nunca ha perdido el sueño", porque "es hermoso que entre hermanos se tenga el coraje de decirse las cosas a la cara, con los pantalones, no alimentando las habladurías que matan" y muchas reconstrucciones son "totalmente inventadas". La Iglesia no es una orquesta en la que todos tocan la misma parte, reitera, por lo que "debemos luchar por la unidad, que no significa uniformidad. ¡Somos hermanos! Debemos tener el valor de nuestras ideas, el valor de decírnoslas directamente, pero después debemos reunirnos en torno a la misma mesa".

Sufro por la globalización de la indiferencia

Para el futuro, el Papa desea paz "en la atormentada Ucrania y en todos los demás países que sufren el horror de la guerra" y menos indiferencia en el mundo. Porque una cosa "que me hace sufrir mucho es la globalización de la indiferencia, volver la cara hacia otro lado y decir: '¿A mí qué me importa? ¡A mí no me importa! No es mi problema'". E indiferencia, recuerda, es la palabra que a Liliana Segre, superviviente de la Shoah, le gustaría escribir en el andén 21 de la estación de Milán, desde donde partían los trenes hacia los campos de concentración nazis. Hace reflexionar "porque aquella masacre de millones de personas tuvo lugar ante la cobarde indiferencia de tantos que prefirieron volver la cara y decir: 'A mí qué me importa'".

Una Iglesia que esté en medio de la gente, como Don Tonino

Para la Iglesia, Francisco espera que aprenda realmente a "salir, debe estar en medio de la gente", y trae el ejemplo de Don Tonino Bello: "Un gran obispo de Apulia que estuvo en medio de su pueblo y luchó con todas sus fuerzas por la paz. Un hombre incomprendido en su época porque estaba muy adelantado. Hoy se le redescubre. Un profeta". Y recuerda que ya es venerable y va camino de la beatificación.

"Sueño -añade- con una Iglesia sin clericalismo, la "cosa más fea que le puede pasar a la Iglesia, incluso peor que en los tiempos de los Papas corruptos". Un sacerdote, un obispo o un cardenal que se enferman de clericalismo hacen mucho mal a la Iglesia'. Y aún peor "son los laicos clericalizados", una "peste en la Iglesia". El laico debe ser laico".

Gobernar sintonizándose con el Señor, no con el mundo

Por último, el Pontífice reitera que su programa de gobierno ha sido y seguirá siendo "escuchar humildemente" la voluntad del Señor y ponerla en práctica. "Puede parecer una tarea muy sencilla, pero no lo es. Hay que sintonizarse con el Señor, no con el mundo". Que es lo que expresó Benedicto XVI en la Misa de inicio de pontificado: 'escuchar, con toda la Iglesia, de la palabra y la voluntad del Señor y dejarme guiar por Él, para que sea Él mismo quien guíe a la Iglesia en esta hora de nuestra historia'.

Y a los lectores de la web les pide finalmente: "¡nunca pierdan la esperanza! Aunque les hayan pasado cosas malas, aunque la experiencia que hayan tenido con algún hombre o mujer de la Iglesia no haya sido muy buena, no se dejen condicionar. El Señor siempre los espera con los brazos abiertos".

LAS RESISTENCIAS AL PONTIFICADO SIGNIFICAN QUE LA ACCIÓN DEL PAPA FRANCISCO FUNCIONA

religión digital

col hernan reyes

 El jesuita italiano Antonio Spadaro, uno de los colaboradores más cercanos al papa Francisco, planteó que "las resistencias al pontificado significan que la acción del papa Francisco funciona", al analizar en entrevista con Télam la primera década del magisterio de Jorge Bergoglio.

-¿Qué significan esta primera década del pontificado de Francisco?

-Estos primeros 10 años de pontificado no son un tiempo de balances, eso es para las empresas. La espiritualidad sobre la que se forma el pontificado del papa Francisco no prevé balances, análisis de progresos o una evolución ligada a las exigencias de la historia, que pueden cambiar rápidamente. Sí significan un momento en el que la Iglesia ha sido llamada a vivir una dimensión más sinodal. En el sentido de que las voces de las periferias de la propia Iglesia han sido escuchadas más fuerte de lo que lo eran hasta la llegada de Francisco.

Ha habido en estos diez años un llamado a la dimensión espiritual muy fuerte: el Papa avanza a través del discernimiento. Y esta categoría y esta praxis evangélica del discernir es para mí lo más cerca que se puede estar del espíritu del Concilio Vaticano II. Significan una voluntad de enraizar el mensaje evangélico en la Historia.

-Usted ha analizado la dimensión internacional del pontificado, incluso en su reciente libro "El atlante de Francisco". ¿Cómo es la dimensión global de este pontífice?

-Francisco representa una figura de líder moral global, reconocido en todo el mundo, y es quizás la única figura así. Y en el plano internacional busca hacer comprender que nunca nada puede ser dado por perdido en las relaciones entre los pueblos y entre naciones. Muestra que la acción de Dios en la historia es una acción de reconciliación de la que la Iglesia está al servicio.

La dimensión global se revela en su atención a las Iglesias de todo el mundo, de modo particular hacia las que he denominado "Iglesias del 0,", es decir, aquellas en las que el cristianismo es vivido por un porcentaje muy bajo de personas, pero en países en las que estos porcentajes bajos funcionan como una semilla, muy activos, muy dinámicos. El hecho mismo de tener cardenales de países en los que el cristianismo es minoría como Mongolia o en otros países chicos y tradicionalmente marginales para la Iglesia, significa llevar las sensibilidades de estos pueblos, de estos países, al interior de la Iglesia.

-¿Esa es la base de los apoyos que despierta?

-Francisco es una figura popular, pero reitero que, más allá de lo popular, es reconocido por todos desde un perfil moral. Claro que ha generado críticas y oposición, además de un gran cariño. No me sorprende, en el sentido de que es una figura muy fuerte y de alto perfil, tiene una personalidad significativa, ingeniosa, a su manera, que puede atraer o alejar. Yo diría que más que centrarse en la figura, la personalidad concreta del Papa, lo que cuenta es su mensaje, y tiene un mensaje muy riguroso, exigente, coherente.

-¿Y qué significan esas resistencias?

-Las resistencias significan que la acción del Papa funciona. Si no hubiera oposiciones ni tensiones, significaría que todo ocurre tranquilamente, sin incidir de verdad. La figura que Francisco está encarnando es la de un Papa que es muy cercano más allá de las estructuras y la rigidez, que lleva el mensaje del Evangelio en todo tipo de situaciones, algunas no tradicionales. Todo esto puede provocar resistencias, así como sus mensajes que tienen un valor económico y político, y que además tocan intereses. Diría que estas resistencias son un signo positivo de la acción que lleva adelante.

-Siendo jesuita, ¿cómo ve la dimensión jesuita del Papa, el primero en la historia?

-Desde el principio, en su primera misa con cardenales tras ser elegido, me emocionó mucho porque escuché palabras de un jesuita, alguien formado en la espiritualidad ignaciana, que reconocí en buena cantidad. Me conmovió el hecho de que su enfoque desde el principio me fuera reconocible como un enfoque jesuita. Por otro lado, el Papa fue formado radicalmente por esta espiritualidad, y también tuvo roles de gran responsabilidad como jesuita, como rector del Colegio Máximo y el Colegio de San José, maestro de novicios y como provincial. Entonces, tengo que decir que su pontificado está influenciado por su forma de ser, su forma de vivir la fe, que está marcada por la espiritualidad ignaciana.

-Francisco le encargó a usted ser el responsable de presenciar y contar al mundo los encuentros con jesuitas que mantiene en cada uno de sus viajes fuera de Italia. ¿Allí también emerge la dimensión jesuita del Papa?

-Me tocan mucho estas experiencias porque es un momento particular, que se suele dar en la mitad del desarrollo de cada uno de los viajes, y es el lugar en el que el Papa hace resonar las cosas sobre las que está advirtiendo con más fuerza. Esas reuniones con sus hermanos de la Compañía de Jesús son una caja de resonancia de las percepciones que tiene el Papa y de la forma en la que afronta los viajes. Es un contexto muy relajado, de familia, en el que él no quiere hacer discursos... ni escucharlos.

Lo que quiere es recibir preguntas y responderlas, y esto crea este clima familiar que permite decir cosas muy importantes. Este método empezó de forma casual en Corea, cuando se realizó un diálogo improvisado y lo empezamos a grabar para ser publicado. Ahí me encargó hacerlo en cada uno de sus viajes. Y así sale a la luz la dimensión jesuita del Papa, en lenguaje directo, y emerge más claramente su formación y espiritualidad.

-Francisco habla mucho del diálogo como herramienta central para superar conflictos y polarizaciones. ¿Cómo ve esta arista de su mensaje?

-Es muy importante el diálogo dentro del mensaje del Papa. ¿En qué sentido? Para Francisco son importantes las diferencias y las oposiciones polares, en el sentido de que no teme a los conflictos. Por eso habla a veces de parresía, que es hablar claro para el bien, para comprenderse mejor. El diálogo es fundamental porque permite vivir las diferencias. Y en ese marco hay algo que está desarrollando últimamente como parte de su pensamiento y es la armonía de las diferencias. No solo cómo se puede dialogar con el diferente, sino que en definitiva enriquecen más las diferencias, que sin ellas no se da la armonía.

-En mensajes que cada vez comprenden más temas interdependientes a la vez, ¿cree que el pontificado es cada vez más integral en sus concepciones?

-Es un pontificado que se va consolidando en el tiempo y en su relación con la historia. El pontífice no vive una relación abstracta con la doctrina, es una relación dinámica en la que la relación pastoral es fundamental. Diría que crece su relación con las exigencias del tiempo: su mensaje se hace más integral, en el sentido de más profundo, de que madura, también, al interior de la Iglesia. (Télam)

 

¿CEGUERA? ¿CATARATAS? ¿MIOPÍA? ¿CÓMO MIRAMOS?

fe adulta

col marife

 

 

Juan 9, 1-41

¿Tengo ceguera, cataratas, miopía o visión selectiva, cuando miro a mi alrededor? ¿A qué me invita hoy la Palabra?

Soy María, discípula de Jesús de Nazaret. Es de noche, ya he apagado la luz del candil y espero que llegue discretamente mi vecino Mateo. Si los fariseos nos sorprenden en mi casa, pueden apedrearnos, pero merece la pena el riesgo.

Mateo sabe que desde hace tiempo acompaño al Maestro, junto con un pequeño grupo de hombres y mujeres. Me ha pedido que hablemos, porque está desconcertado. Nació ciego, pero ayer su encuentro con Jesús de Nazaret le cambió la vida. Parece que llaman a la puerta.

- Gracias María, necesito que me ayudes. Desde ayer han ocurrido tantas cosas…

- Me alegra mucho que hayas venido Mateo. Dicen que te has vuelto loco, que todo es mentira, y que os van a impedir a toda la familia que entréis en la sinagoga. Pero yo creo que te ha pasado lo mismo que le pasó a Zaqueo, que al encontrarte con Jesús ha entrado la salvación en tu vida. ¿Cómo fue el encuentro?

- Me conoces desde niño, cuando pedía limosna a la salida del pueblo, en el cruce de caminos. Ayer estaba en ese mismo sitio, cuando oí un gran revuelo. Se notaba que había mucha gente. En el grupo venía Jesús de Nazaret. Me dolía no poder verle, pero no me atreví a decirle nada. Cuando pasaron a mi lado alguien le preguntó por qué yo había nacido ciego.
Sentí como si una espada me atravesara el corazón. Esa pregunta se la habían hecho mis padres muchas veces, y en cuento crecí, me lo preguntaba yo también, casi a diario. No podía jugar con los muchachos en la aldea, ni podía ir a trabajar con la cuadrilla de segadores, he vivido de la limosna. Algunos días volvía avergonzado a casa, porque solo podía entregar un mendrugo de pan a mis padres.

Jesús le dijo a la gente algo que no entendí muy bien. Y añadió: “Yo soy la luz del mundo”. Luego noté que me untaba los ojos con algo húmedo, como si fuera lodo. No podía abrirlos. No entendía nada de lo que estaba pasando. Me dijo:

Vete a lavarte a la piscina de Siloé.

Pero Jesús – le dije- dicen que esa piscina está al final de un túnel. No puedo ir yo solo. Además, allí va la gente a purificarse antes de entrar en el Templo a orar, y no es hora de oración. ¿Para qué me mandas a Siloé? Jesús no respondió. Alguien me tomó del brazo, atravesamos el túnel y llegamos a la piscina.

- ¿Y nada más entrar en el agua recuperaste la vista?

- Poco a poco, despacio. Primero noté un resplandor que desconocía, luego formas borrosas, y cuando vi el agua, el cielo y a la gente que nos rodeaba, rompí a llorar. Pero lo más importante no ha sido recuperar la vista, sino que Jesús me ha abierto otros ojos, me ha curado otra ceguera.

- No te entiendo.

- ¿Te acuerdas que hace tiempo el Maestro le dijo a Nicodemo que podía nacer de nuevo, y ni tú ni yo lo no entendimos? Pues creo que ahora sí lo entiendo. Yo tenía dos cegueras: la de la vista y la del corazón. Y Jesús me ha curado las dos. Vivía lamentándome, me sentía desgraciado porque me comparaba con los demás y echaba de menos lo que me faltaba. Pensaba cómo podíamos librarnos de los romanos con violencia. Y escurría el bulto ante las necesidades ajenas. Iba al Templo para intentar contentar al Altísimo, y recibir a cambio sus bendiciones, pero mi corazón estaba en otro sitio. Mis días se parecían a esas conchas que mueve el mar en la orilla, de un lado hacia otro, pero están vacías por dentro.

- ¡Cómo te entiendo Mateo! Algo semejante me ocurría a mí. Y ahora ¿en qué vas a trabajar? ¿Irás a segar al campo?

- No. Le he pedido a Jesús que me admita en su grupo y ha accedido, con mucha alegría. Quiero ir con vosotros, de aldea en aldea, dando testimonio, contando lo que el Señor ha hecho conmigo. El pueblo está sorprendido y se hace muchas preguntas. Le diré que el Señor es nuestro pastor y nada nos falta y que soy testigo de que su misericordia nos acompaña todos los días de nuestra vida. Animaré a la gente a que, por la noche, en lugar de decir una larga lista de oraciones con rutina, pidan desde lo más hondo: ¡Señor, que vea! Y que con esa mirada contemplen lo que hay a su alrededor y se pongan en camino.

Y en el silencio de la noche, María y Mateo dan gracias al buen Dios porque han salido de las tinieblas y quieren vivir como hij@s de la luz.

CAMINOS HACIA LA FE DOMINGO CUARTO CUARESMA


José Antonio Pagola

 El relato es inolvidable. Se le llama tradicionalmente la «curación del ciego de nacimiento», pero es mucho más, pues el evangelista nos describe el recorrido interior que va haciendo un hombre perdido en tinieblas hasta encontrarse con Jesús, «Luz del mundo».

No conocemos su nombre. Solo sabemos que es un mendigo, ciego de nacimiento, que pide limosna en las afueras del Templo. No conoce la luz. No la ha visto nunca. No puede caminar ni orientarse por sí mismo. Su vida transcurre en tinieblas. Nunca podrá conocer una vida digna.

Un día Jesús pasa por su vida. El ciego está tan necesitado que deja que le trabaje sus ojos. No sabe quién es, pero confía en su fuerza curadora. Siguiendo sus indicaciones, limpia su mirada en la piscina de Siloé y, por primera vez, comienza a ver. El encuentro con Jesús va a cambiar su vida.

Los vecinos lo ven transformado. Es el mismo, pero les parece otro. El hombre les explica su experiencia: «Un hombre que se llama Jesús» lo ha curado. No sabe más. Ignora quién es y dónde está, pero le ha abierto los ojos. Jesús hace bien incluso a aquellos que solo lo reconocen como hombre.

Los fariseos, entendidos en religión, le piden toda clase de explicaciones sobre Jesús. Él les habla de su experiencia: «Solo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Le preguntan qué piensa de Jesús, y él les dice lo que siente: «Que es un profeta». Lo que ha recibido de él es tan bueno que ese hombre tiene que venir de Dios. Así vive mucha gente sencilla su fe en Jesús. No saben teología, pero sienten que ese hombre viene de Dios.

Poco a poco, el mendigo se va quedando solo. Sus padres no lo defienden. Los dirigentes religiosos lo echan de la sinagoga. Pero Jesús no abandona a quien lo ama y lo busca. «Cuando oyó que lo habían expulsado, fue a buscarlo». Jesús tiene sus caminos para encontrarse con quienes lo buscan. Nadie se lo puede impedir.

Cuando Jesús se encuentra con aquel hombre a quien nadie parece entender, solo le hace una pregunta: «¿Crees en el Hijo del hombre?», ¿crees en el Hombre nuevo, el Hombre plenamente humano precisamente por ser encarnación del misterio insondable de Dios? El mendigo está dispuesto a creer, pero se encuentra más ciego que nunca: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».

Jesús le dice: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Al ciego se le abren ahora los ojos del alma. Se postra ante Jesús y le dice: «Creo, Señor». Solo escuchando a Jesús y dejándonos conducir interiormente por él vamos caminando hacia una fe más plena y también más humilde.

EL CIEGO PASÓ DE LA ABSOLUTA OBSCURIDAD Y MISERIA A SER HOMBRE CABAL DOMINGO 4º DE CUARESMA Jn 9,1-41

fe adulta

col fraymarcos

El relato es simbólico, como la Samaritana del domingo pasado y la resurrección de Lázaro del próximo. Se propone un proceso catecumenal que lleva al hombre de las tinieblas a la luz; de la opresión a la libertad; de no ser nada a ser plenamente hombre. Jesús acaba de decir: “Yo soy la luz del mundo”. Lo repite y lo va a demostrar dando la vista al ciego. Jesús no le consulta, pero no suprime su libertad, le da la oportunidad, pero la decisión queda en sus manos. Tendrá que ir a lavarse. Los demás personajes siguen en su ceguera: fariseos, apóstoles, paisanos, padres.

Al mezclar la tierra con su saliva está simbolizando la creación del hombre nuevo, compuesto por la tierra-carne y la saliva-Espíritu. De ahí la frase que sigue: le untó su barro en los ojos. El barro, modelado por el Espíritu, es el proyecto de Dios realizado ya en Jesús, y con posibilidad de realizarse en todos los seres humanos. Jn usa dos verbos para indicar la aplicación del barro en los ojos: aquí untar-ungir, en relación con el apelativo de Jesús "Mesías". Más adelante dirá sencillamente aplicar.

Aquí está la clave del relato. El ciego es ahora un “ungido”, como Jesús. El hombre carnal ha sido transformado por el Espíritu. La duda de la gente sobre la identidad del ciego refleja la novedad que produce el Espíritu. Siendo el mismo, es otro. El hombre ciego ya era libre pero no lo había descubierto todavía. De ahí que el ciego utilice las mismas palabras que tantas veces, en Jn, utiliza Jesús para identificarse: "Soy yo". Esta fórmula refleja la identidad del hombre transformado por el Espíritu. Descubre la transformación que se ha operado en él y quiere que los demás la vean.

El ciego, que era solo carne, se dejó transformar por el Espíritu. Debemos tomar conciencia de que el relato no da ninguna importancia a la curación física. Lo despacha con media línea. Lo que importa es que este hombre estaba limitado y carecía de toda libertad antes de encontrarse con Jesús. Su vida era anodina y dependiente de los demás. Ahora está llena de sentido. Pierde todo miedo y comienza a ser él mismo, no solo en su interior sino ante los fariseos que le acosan.

La piscina de Siloé estaba fuera de los muros de la ciudad. Recogía el agua de la fuente de Guijón que llegaba a ella conducida por un canal-túnel (de ahí el nombre arameo de "siloah"=emisión-envío, agua emitida-enviada). Jn aplica el nombre a Jesús, el enviado. La doble mención de untar-ungir y la de la piscina, término que era utilizado para designar la fuente bautismal, nos muestra que se está construyendo este relato a partir de los ritos de iniciación de la primera comunidad.

No se había mencionado que era mendigo, incapacitado y dependiendo de los demás. El punto de partida es clave para resaltar el punto de llegada. Jesús le va a dar la independencia. Le hace hombre cabal. Tampoco se había mencionado que era sábado. Jesús no tiene en cuente esa circunstancia a la hora de hacer bien al hombre. Amasar barro estaba explícitamente prohibido por la Ley. El amasar el barro el día séptimo, prolonga el día sexto de la creación. Jesús completa la creación.

Los fariseos no se alegran del bien del hombre. Solo les interesa la Ley y creen que a Dios tampoco le importa el hombre. Acuden a los padres para desvirtuar el hecho que no pueden negar. Los padres son gente sometida. La pregunta es triple: ¿Es vuestro hijo? ¿Nació ciego? ¿Cómo recobró la vista? Responden a las dos primeras, pero a la tercera, la más importante, no se atreven a responder. El miedo les impide aceptar cualquier complicidad con el hecho. Podían ser expulsados de la institución.

Los fariseos intentan confundir al ciego. Quieren, por todos los medios, conseguir la lealtad del ciego aún en contra de la evidencia. Condenan a Jesús en nombre de la moral oficial y pretenden que le condene también el que ha sido curado. Ellos lo tienen claro, Dios no puede estar de parte del que no cumple la Ley. Dios no puede actuar contra el precepto ni siquiera en beneficio del hombre. Quieren hacerle ver que la vista de que ahora goza es contraria a la voluntad de Dios.

El ciego no tiene miedo. Expresa lo que piensa ante los jefes. A las teorías opone los hechos. Puede que se haya quebrantado la Ley, pero lo que ha sucedido es tan positivo para él, que se hace la pregunta: ¿No estará Jesús por encima del sábado? Ha experimentado el amor gratuito y liberador. Él sabe ahora lo que es ser un hombre y sabe también lo que es Dios. Él ahora ve, los maestros están ciegos. El hombre utiliza una teología admitida por todos. Dios no está de parte de un pecador.

Los fariseos están tan seguros de sí, que dudan de la misma realidad. El ciego no sabe nada, pero le es imposible negar lo que ha vivido. Por no negar su experiencia ni renunciar al bien que ha recibido, lo expulsan. Con su mentira han querido apagar la luz-vida. Al no conseguirlo, el hombre no puede permanecer dentro del ámbito de la muerte-tiniebla, que es la sinagoga. Lo mismo que Jesús tuvo que salir del templo, el ciego que ha recibido la luz, tiene que salir de la institución judía.

"Fue a buscarlo". El (euron) griego no significa un encuentro fortuito, sino el fruto de una búsqueda. El contraste salta a la vista. Los fariseos lo expulsan, Jesús lo busca. No le dice, como al inválido de la piscina, que no vuelva a dejarse someter, porque ya se había mantenido firme ante los fariseos. Con su pregunta acaba la obra de iluminación. La acción de Jesús había hecho descubrir al ciego una nueva manera de ser hombre, cuyo modelo era Jesús. Jesús le hace tomar conciencia de ello.

El relato termina con la plena aceptación de Jesús por parte del ciego. "Se postró" (prosekinesen) es el mismo verbo con que se designa la adoración debida a Dios. El gesto de postrarse para adorar a Jesús no es infrecuente en los sinópticos, pero éste es el único pasaje de Jn en que aparece. Jesús, el Hombre, es el nuevo santuario donde se verifica la presencia de Dios. El ciego encuentra en Jesús el santuario, donde se puede rendir culto a Dios ‘en espíritu y verdad’, (Samaritana).

Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean y los que creen ver se queden ciegos. Era inconcebible que alguien pudiera tener por ciegos a los dirigentes de la época. No son palabras de Jesús sino de los cristianos de finales del s. I. Clara alusión a los fariseos que se habían erigido en guías del pueblo. ¿También nosotros estamos ciegos? Eran los conocedores de la Ley, que tenían por ciegos a los demás. Los que más cerca están de Dios, son los que menos le conocen.


EL CASO DEL TESTIGO CONDENADO Domingo 4º de Cuaresma. Ciclo A.

 col sicre art

fe adulta

1. El domingo pasado (3º de Cuaresma), Jesús saciaba la sed de la samaritana. Este domingo (4º) da la vista a un ciego. El próximo (5º) resucitará a Lázaro. Agua, luz y vida son tres grandes símbolos del cuarto evangelio para expresar lo que Jesús nos da.

2. La primera lectura recoge otro de los momentos claves de la historia de la salvación: la elección de David como rey. Carece de relación con el evangelio.

De nuestro corresponsal en Jerusalén

«A mi hijo lo citaron como testigo, lo estuvieron interrogando más de dos horas y, al final, lo condenaron como culpable. ¿Usted ha oído hablar de algo parecido?» Me lo dice el padre de un ciego de nacimiento, en voz baja, por miedo a las autoridades. Un caso que tiene conmocionada a Jerusalén en estos días de la gran fiesta.

Todo comenzó el sábado pasado, cuando un muchacho ciego de nacimiento fue curado de su ceguera por un galileo llamado Jesús. Al parecer, entre sus discípulos se planteó la discusión de si era ciego por culpa propia o de sus padres. Jesús dijo que nadie tenía la culpa, se agachó a recoger un poco de polvo, escupió sobre él y untó el barro en los ojos del ciego. Luego le mandó lavarse en la piscina de Siloé. Lo hizo y comenzó a ver.

Este corresponsal ha intentado ponerse en contacto con el ciego pero le ha resultado imposible. Tampoco hay noticias de Jesús, que parece haber abandonado la ciudad. Según algunos, este galileo se considera superior a Abrahán y Moisés y no se siente obligado a observar el sábado. Las autoridades, preocupadas por el escándalo que está provocando en la población, convocaron al ciego como testigo de cargo contra Jesús. Según su padre, se comportó de manera imprudente y de testigo terminó en acusado y condenado. No se extrañen. Jerusalén no es Alejandría. En Jerusalén todo es posible.

Un relato en seis escenas

La curación del ciego de nacimiento en una joya literaria, por su dinamismo, diálogo, ironía. Podemos distinguir siete escenas: 1) Jesús, los discípulos y el ciego. 2) El ciego y sus vecinos. 3) El ciego y los fariseos. 4) Los judíos y los padres del ciego. 5) Los judíos y el ciego. 6) Jesús y el ciego. 7) Los fariseos y Jesús

1ª escena: Jesús, los discípulos y el ciego

La relación entre pecado y castigo estaba muy difundida en el antiguo Israel (y también entre bastantes de nosotros). Jesús mismo ha dicho poco antes al paralítico: «no peques para que no te ocurra algo peor». Sin embargo, en este caso, niega cualquier relación de la enfermedad con un hipotético pecado del ciego o de sus padres. Nació ciego «para que se manifiesten en él las obras de Dios». Una respuesta que puede escandalizar a más de uno. ¿Es preciso que una persona sufra para que Dios manifieste su poder? Dejemos de momento este tema.

En la respuesta de Jesús a los discípulos hay unas palabras esenciales, claves para entender todo el relato: «Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». ¿Cómo ilumina Jesús? ¿En qué consiste esa luz? Lo descubriremos al final.

La forma de realizar el milagro es desconcertante a primera vista. En el evangelio de Juan, igual que en los Sinópticos, la palabra de Jesús es poderosa. Lo demostrará sobre todo poco más tarde resucitando a Lázaro con la simple orden: «Lázaro, sal fuera». Sin embargo, para curar al ciego adopta un método muy distinto y complicado. Forma barro con la saliva, le unta los ojos y lo envía a la piscina del Enviado (Siloé). El barro en los ojos recuerda a la curación del ciego de Betsaida que cuenta Marcos, donde Jesús le aplica saliva en los ojos y luego le aplica las manos (Mc 8,22-25). La idea de lavarse en la piscina recuerda la orden de Eliseo a Naamán de bañarse siete veces en el Jordán.

¿Se trata de la reminiscencia de un gesto mágico? La clave está en la cuádruple referencia al barro, unida a la indicación: «era sábado el día que Jesús hizo barro». Una contravención expresa del descanso sabático, igual que ocurrió en la curación del paralítico de la piscina. Una de las acusaciones más fuertes que se hacen a Jesús en el cuarto evangelio.

En esta primera escena el ciego no dice nada. Se limita a obedecer.

2ª escena: el ciego y los vecinos

Diálogo cargado de ironía. En el conjunto, es importante advertir que el ciego sabe que el hombre que lo ha curado se llama Jesús, pero no sabe dónde está.

3ª escena: los fariseos y el ciego

Plantea el problema del sábado. Comienza advirtiendo el evangelista que «era sábado el día que Jesús hizo barro», y algunos fariseos concluyen: «Este hombre no viene de Dios porque no guarda el sábado». Sin embargo, otros se sienten desconcertados, como le ocurrió a Nicodemo: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».

El ciego habla poco. Repite la curación, pero con menos palabras que cuando la contó a sus vecinos. En cambio, su visión de Jesús ha mejorado notablemente. Ya no lo considera «un hombre» sino «un profeta». Lo mismo que dijo la samaritana, aunque por motivos distintos: ella, porque Jesús conocía toda su vida; el ciego, porque Jesús ha realizado un prodigio sorprendente.

4ª escena: los judíos y los padres del ciego

Esta escena, que la liturgia permite suprimir, es esencial para comprender el mensaje del episodio a finales del siglo I. En la época de Jesús los fariseos no tenían poder para expulsar de la sinagoga; ese poder lo consiguieron después de la caída de Jerusalén en manos de los romanos (año 70), cuando el sacerdocio perdió fuerza y ellos se hicieron con la autoridad religiosa. A finales del siglo I, bastante después de la muerte de Jesús, es cuando comenzaron a enfrentarse decididamente a los cristianos, acusándolos de herejes y expulsándolos de la sinagoga. El relato de Juan refleja muy bien, a través de los padres del ciego, el miedo de muchos judíos piadosos a sufrir ese castigo si reconocían a Jesús como Mesías. Y las tensiones dentro de la familia cuando uno de sus miembros se hacía cristiano.

5ª escena: los fariseos y el ciego

El ciego terminó su declaración anterior diciendo que Jesús es «un profeta». Los fariseos le exigen ahora que reconozca que «ese hombre es un pecador». Ante esa acusación, el ciego no lo defiende con argumentos teológicos sino de orden práctico: «Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.» Luego no teme recurrir a la ironía, cuando pregunta a los fariseos si también ellos quieren hacerse discípulos de Jesús. Y termina haciendo una apasionada defensa de Jesús: «si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.» 

La tensión entre cristianos y judíos a finales del siglo I queda clara en las palabras de los fariseos: ellos se consideran «discípulos de Moisés», al que Dios habló, no de Jesús, del que «no sabemos de dónde viene». Resuena aquí un tema típico del cuarto evangelio: ¿de dónde viene Jesús? Es una pregunta ambigua, porque no se refiere a un lugar físico (Nazaret, de donde no puede salir nada bueno, según Natanael; Belén, de donde algunos esperan al Mesías) sino a Dios. Jesús es el enviado de Dios, el que ha salido de Dios. Y esto los fariseos no pueden aceptarlo. Por eso, Jesús es para ellos un pecador, aunque realice un signo sorprendente. Dios no puede salirse de los estrictos cánones que ellos le imponen. Por eso, terminan expulsado al ciego de la sinagoga.

6ª escena: Jesús y el ciego

Hasta ahora, el ciego sólo sabe que la persona que lo ha curado se llama Jesús. Él lo considera un profeta, está convencido de que no es un pecador y de que debe venir de Dios. El ciego ha empezado a ver. Pero la visión completa la recupera en la última escena, cuando se encuentra de nuevo con Jesús, cree en él y se postra a sus pies. Lo importante no es ver personas, árboles, nubes, muros, casas, el sol y la luna… La verdadera visión consiste en descubrir a Jesús, creer en él y adorarlo.

7ª escena: Jesús y los fariseos

La reacción del ciego da paso a la enseñanza final de Jesús. Al principio dijo que él era la luz del mundo. Ahora aclara en qué consiste su misión: «que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos». Volviendo a la situación de finales del siglo I, «los que ve» son los fariseos, las autoridades religiosas de Israel, que no dudan de nada y niegan que Jesús sea el Mesías; «los que no ven» son los judíos y paganos de buena voluntad que pueden descubrir poco a poco la persona de Jesús y creer en él.

Si tenemos en cuenta el valor simbólico de la figura del ciego, resulta más fácil entender las palabras iniciales de Jesús de que nació ciego «para que se manifiesten en él las obras de Dios». No se trata de ceguera física, sino de la ceguera espiritual de no conocer a Jesús.

La samaritana y el ciego

Hay un gran parecido entre estas dos historias tan distintas del evangelio de Juan. En ambas, el protagonista va descubriendo cada vez más la persona de Jesús. Y en ambos casos el descubrimiento los lleva a la acción. La samaritana difunde la noticia en su pueblo. El ciego, entre sus conocidos y, sobre todo, ante los fariseos. En este caso, no se trata de una propagación serena y alegre de la fe sino de una defensa apasionada frente a quienes acusan a Jesús de pecador por no observar el sábado.

Relación con la segunda lectura

La luz que recibimos de Jesús debe manifestarse en nuestra forma de vivir, «como hijos de la luz»: con bondad, justicia, verdad.