FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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lunes, 11 de junio de 2012

ACTA DEL JURADO DE LA NOVENA EDICIÓN DEL CONCURSO LITERARIO JOSÉ MARÍA PORTELL"


Asociación de Antiguo-as Alumnos-as del Colegio Salesianos Barakaldo


C/ Larrea, 4 – 48901 – Barakaldo / Teléfono 944373225 / NIF G48114029

Aula Social Don Bosco  para la Cultura, la Formación y el Ocio


IX CONCURSO LITERARIO JOSÉ MARÍA PORTELL
 

En Barakaldo, a 5 de mayo de 2012.

Reunidos los miembros del Jurado:


Dñª. LEIRE ARRARTE
D. ESTEBAN HERNÁNDEZ
Dñª. YOLANDA PEÑA
Dñª.  MARÍA ASUNCIÓN PÉREZ  QUINTANILLA
D. ANTONIO GALLARDO LAUREDA
D. TXEMA MARTÍN VILLAFAÑE


y, ante la secretaria Dñª NELI FERNÁNDEZ DE LAS HERAS y D. ISMAEL ARNAIZ, como representante del PRESIDENTE DEL JURADO, ACUERDAN:
 
Otorgar los premios  a los trabajos que se exponen a continuación, presentados de conformidad a las Bases del Concurso, por los autores que se indican:


FINALISTAS NARRATIVA : Premio: Diploma – Publicación del trabajo 

ADULTOS

TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
El Secreto
María Pilar Osés Aroz
Su voz en el Arte
Ana María Ormés Elguezabal
Historia del conejito Pito
Soledad Bustamante Atienza
Mon Ami
Ramón Sánchez García
El espejo de mi Arcoiríris
Mari Carmen Cué Jaio
Optimista soy, no es para menos
Imelda Plaza Franco

JUVENILES

TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
En el cielo
Itxaso Martín Freire
Sangre inocente
June Rebollo Romero
Una Segunda Oportunidad
José Manuel Simón Rodríguez
Jose Aititeren luma magikoa
Andrea Larrondo Rey
Sagarrak  Joan, Sagarrak etorri
Maitane Domínguez González

                                        
INFANTILES

TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
La sirena del mar
Naroa Reinoso Villalba
El Duendecillo egoísta
Cristian Guerrero García
Yo niño, mi madre enfermera
Aitor  Álvarez Macías       



FINALISTAS POESÍA : Premio: Diploma – Publicación del trabajo 

ADULTOS

TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
Lágrimas de aire y agua
Mª Jesús Avezuela San Martín
¿Le has visto, Señor?      
Ana María Albarracín Menacho
Mi vida en Rap
Trinidad Villalba MontoyA
Biografiarako makuluak
Isabel Martín Hernández

JUVENILES

No hay finalistas
  
 INFANTILES

TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
Luna y Sol
Eneko Moreno
El Arcoíris de la Naturaleza
Asier Reinoso Villalba
Ni eta nire lagunak
Elena López Pulido
María 
Nerea Gómez Márquez
Soñar
Aroa Mirás Aranzamendi
Corazón de hojalata        
Idoia Zorrilla Padilla



GANADORES DE LA IX EDICIÓN DEL CONCURSO LITERARIO
JOSÉ Mª PORTELL - 2012


NARRATIVA



ADULTOS:  Premios: - Publicación del trabajo   - TROFEO   - Diploma    - 150 € 
  

IDIOMA
TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
Euskera
Haritzaren miraria
Julen Fuentes Fernández
Castellano
Hoy hace cinco años        
Sara Atienza Pérez



JUVENILPremios: – Publicación del trabajo   - TROFEO   - Diploma    - 75 €    


IDIOMA
TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:

Castellano
Claudia        
Cristina Zapatero Flórez 
Euskera
Crispin Botoia
Jenny Anton



INFANTIL: Premios: – Publicación del trabajo    - TROFEO   - Diploma    - 50 €  


IDIOMA
TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
Castellano
Empezar de cero
Andrea Gallastegui Herrero
Euskera
- Desierto -



POESÍA



ADULTOS: Premios: – Publicación del trabajo    - TROFEO - Diploma    - 150 €
  

IDIOMA
TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
Castellano
La Ilusión
Ángel Luis León López
Euskera
Ametsak eta amesgaitzak 
Palmira Merino Portela

 

JUVENIL: Premios: Diploma  Publicación del trabajo -TROFEO - Diploma - 75 €


Quedan desiertos por no haberse presentado ninguna obra


 INFANTIL: Premios: - Publicación del trabajo   - TROFEO   - Diploma    –- 50 €


IDIOMA
TÍTULO DEL TRABAJO
AUTOR/A:
Castellano
La aceituna  
Janire Furelos Pérez
Euskera
Itsasoarena 
Julen Villar Cañas

 Además de los Trabajos PREMIADOS y FNALISTAS citados anteriormente, el Jurado ha querido destacar el trabajo realizado por los siguientes concursantes, a los que se les hace una MENCIÓN HONORÍFICA POR LA CALIDAD DE SUS ESCRITOS.
 
En  narrativa  adulto
 Felicísima del Río Herrera, María Jesús del Campo Pérez, Josefa Escalante Salguero, Josune Bargueiras Sánchez                
 En narrativa  juvenil
 Ane Varona  Ateka, Ane López González, Erlantz Begoña Etxebarria, Iván Asporosa Simón, Borja Ordóñez Quiles, Maider Iparraguirre Colomina, Ariadna Elvira Pérez, Raquel Espinosa, Paula Cardona Augusto, Xabier Gorostiaga Castro, Nekane Torea Cano, Alexandra Guillerma Doboran, Nekane Vizcaino, Zaloa Moreta Galindo, Pablo López López, Anna Bethlehem Sánchez Diggory, Joseba Mielgo Montero, Jessica Olivera Villabrile.
 En narrativa  infantil
 Eider Vallejo Barreiro, Iratxe Unibaso, Gorka Fernández Blázquez
 En poesía adulto
 María Pilar Zurro Caballero, Soledad Hoces Ruíz, Idoia Mielgo Merino, Grizzel Mayea Rosa, Belén Aguirre Maestre
 En poesía  infantil
 Alejandro Relloso,  Unai Pérez Ortiz, Sandra Borreguero Fernández, Ixone Martínez,Iker Cajide Torre, Nerea Rueda

Se hace notar que han participado 160 concursantes, destacando la participación juvenil que han sido 40 en narrativa en Euskara y 35 en narrativa castellano.
El concursante más joven tenía 6 años. El de más edad 89.


Se firma en Barakaldo a 05 de Mayo de 2012

NOVENA EDICIÓN DEL CONCURSO LITERARIO JOSÉ MARÍA PORTELL



El pasado día 7, a las 6 de la tarde, tuvo lugar el reparto de premios de la Novena Edición del concurso literario José María Portell, que organiza el “Aula Social Don Bosco” de los Antiguos Alumnos y Alumnas de Don Bosco, en Barakaldo.

Presidió la mesa el presidente de los Antiguos Alumnos, Txema Martín Villafañe, al que acompañaban la viuda de Portell, Mari Carmen Torres, el señor alcalde de Barakaldo, Tontxu Rodríguez, el provincial de los salesianos, Félix Urra, el director del Colegio, Ricardo Herrero y la secretaria de la Asociación, Neli Fernández de las Heras

Hizo uso de la palabra el presidente para presentar y agradecer la presencia de los componentes de la mesa y de los  concejales del Ayuntamiento que asistieron al acto, así como de todo el público y de los participantes en el concurso. Después de animarles a seguir participando, dio la palabra a Carmen quien recibió un ramo de flores en señal de gratitud por su presencia.

Carmen, después de unas breves palabras, con las que animó a todos a seguir escribiendo, “pues no siempre los Jurados escogen las mejores obras”, leyó un magnífico poema cargado de significado para la ocasión.

A continuación, José Luis Lejonagoitia, presidente del Jurado, fue nombrando a los ganadores en las distintas modalidades del concurso a quienes se les hizo la entrega de los trofeos y premios correspondientes.

Finalizado el reparto, hizo uso de la palabra el señor alcalde quién elogió la labor realizada por los Antiguos Alumnos en el campo de la cultura en Barakaldo y les invitó a seguir trabajando con el entusiasmo con el que lo hacen.

Emotivas fueron las palabras del señor provincial, Félix Urra, quien usó poemas de la pasada edición para subrayar los valores de la Solidaridad y de la Paz. El aplauso, sentido y espontáneo de la sala, surgió cuando leyó el escrito de Carmen, al declarar ETA el alto el fuego definitivo, titulado: ¡Champán! ¡Champán! ¡Champán!. y LE REGALÓ UNA BOTELLA DE CHAMPÁN para seguir brindando por la PAZ.

El presidente, Txema Martín, agradeció la labor del Jurado y la de los profesores de los colegios participantes, a quienes se les entregó un diploma de reconocimiento,  y  proclamó abierta y convocada la DÉCIMA EDICIÓN del concurso invitando a todos los participantes a un sencillo refrigerio para finalizar el acto. 



Fellay ve “muy cerca” el regreso de los lefebvrianos a Roma


Religión Digital
“Es la actitud de la Iglesia oficial la que ha cambiado, no nosotros”
“La Iglesia es más que el Concilio”
La Iglesia se ha acercado hacia los integristas de la Fraternidad de San Pío X y no lo contrario, afirmó el viernes su superior, Bernard Fellay, que se manifestó optimista en cuanto a una reconciliación con el Vaticano. “Está muy cerca”, afirmó.

La respuesta de Fellay a los esfuerzos del Vaticano para permitir a la comunidad integrista reintegrarse a la Iglesia es estudiada actualmente por el Vaticano y la última palabra corresponde al papa Benedicto XVI.
«Es la actitud de la Iglesia oficial que ha cambiado, y no nosotros. No somos nosotros los que pedimos un acuerdo, es el Papa que quiere reconocernos», afirmó Fellay con mucho aplomo, interrogado por el portal integrista oficial DICI.
«Lo que ha cambiado, agregó, es que Roma no hace de la aceptación total de Concilio Vaticano II una condición para la solución canónica. Hoy en Roma, hay algunos que consideran que un comprensión diferente del Concilio no es determinante para el futuro de la Iglesia, pues la Iglesia es más que el Concilio», explicó el superior de la Cofradía.
Fellay siempre ha combatido los «errores» de Vaticano II, el Concilio de apertura al mundo presidido entre 1962 y 1965 por los Papas Juan XXIII y Pablo VI.
Según Fellay, las autoridades oficiales romanas «no quieren reconocer los errores del Concilio». Pero «si se lee entre líneas, se puede ver que ellas quieren remediar algunos de esos errores», agregó, citando entre «las graves dificultades en la Iglesia» el ecumenismo o la libertad religiosa.
Desde hace años, el Vaticano trata de reintegrar a los más moderados de la Cofradía San Pío X. A mediados de mayo, el Vaticano había anunciado la necesidad de discusiones ulteriores con Fellay, sin anunciar cuál sería la salida.
Mientras los integristas más radicales consideran insuficientes los avances del Vaticano, Fellay apunta a presentar una eventual reintegración como una rendición del Vaticano frente a las posiciones de la Cofradía.
(Rd/Agencias)

Saramago: Dios, silencio del universo

 
RECORDANDO A JOSÉ SARAMAGO (1922-2012). PREMIO NOBEL DE LITERATURA
FUNDACIÓN SIGLO FUTURO
Guadalajara
6 de junio de 2012

Saramago, buen samaritano
Durante los últimos cinco años de la vida de José Saramago tuve el privilegio de disfrutar de su amistad, de compartir experiencias de fe y de increencia, de solidaridad y de trabajo intelectual, en total sintonía. A la hora de reflexionar sobre su personalidad, la primera imagen que espontáneamente me viene a la memoria es la parábola que en la tradición bíblica conocemos como “El buen Samaritano”, que narra el evangelio de Lucas de esta guisa:

“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y lo asaltaron unos bandidos; lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon dejándolo medio muerto. Coincidió que bajaba un sacerdote por aquel camino; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Lo mismo hizo un clérigo que llegó a aquel sitio; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, al verlo, se conmovió, se acercó a él y le vendó las heridas, echándoles aceite y vino. Luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.
Al día siguiente sacó dos denarios de plata y, dándoselos al posadero, le dijo: ‘Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta’. ¿Qué te parece? ¿Cuál de éstos se hizo prójimo del que cayó en manos de los bandidos?’, preguntó Jesús. El jurista que le había hecho la pregunta contestó: ‘El que tuvo compasión de él.’ Jesús le dijo: ‘Pues anda, haz tú lo mismo’” (Lc 9,29-37).
Esta parábola es, sin duda, una de las más severas críticas contra la religión oficial, leguleya e insensible al sufrimiento humano; una de las denuncias más radicales contra la casta sacerdotal y clerical, adicta al culto y ajena al grito de las víctimas, y uno de los más bellos cantos a la ética de la solidaridad, de la compasión, de la projimidad, de la alteridad, de la fraternidad-sororidad. Una ética laica, en fin, no mediada por motivación religiosa alguna. El sacerdote y el levita, funcionarios de Dios, pasan de largo, peor aún, dan un rodeo para no auxiliar a la persona malherida.
El samaritano, que estaba fuera de la religión oficial y era considerado hereje por los judíos, aparece, a los ojos de Jesús y del propio jurista, como ejemplo a imitar por haber tenido entrañas de misericordia. Por su comportamiento humanitario, el hereje se convierte en sacramento del prójimo; por su actitud inmisericorde, el sacerdote y el levita devienen anti-sacramento de Dios: es la religión del revés o, si se prefiere, la verdadera religión, la que consiste en defender los derechos de las víctimas, caminar por la senda de la justicia y seguir la dirección de la compasión. Así entendieron la religión los profetas de Israel, los fundadores y reformadores de las religiones.
El “factor Dios”
Saramago siempre se declaró ateo, y desde su ateísmo fue un crítico impenitente de las religiones, de sus atropellos, de sus engaños, sobre todo de las guerras y cruzadas convocadas, legitimadas y santificadas por ellas en nombre de Dios: “Una de ellas (de las muertes) –afirma-, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón es aquella que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones manda matar en nombre de Dios… Ya se ha dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción… han sido y siguen siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físicas y espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable historia humana”. Con la historia en la mano, ¿quién va a negar tamaña verdad?
Pero la crítica de Saramago va más allá, y llega al corazón de las religiones, a Dios mismo, en cuyo nombre, afirma, “se ha permitido y justificado todo, principalmente lo peor, lo más horrendo y cruel”. Y pone como ejemplo la Inquisición, a la que compara con los talibán de hoy, califica de “organización terrorista” y acusa de interpretar perversamente sus propios textos sagrados en los que decía creer, hasta hacer un monstruoso matrimonio entre la Religión y el Estado “contra la libertad de conciencia y el derecho a decir no, el derecho a la herejía, el derecho a escoger otra cosa, que sólo eso es lo que la palabra herejía significa”. Esta denuncia de Dios se sitúa dentro de las más importantes e incisivas críticas de la religión de anteayer, como la de Epicuro y Demócrito, la de Jesús de Nazaret y el cristianismo primitivo, de ayer, como la de los maestros de la sospecha, y de hoy, como la de los científicos.
Mas, aun cuando piensa que los dioses sólo existen en el cerebro humano, al premio Nobel portugués le preocupan los efectos del “factor Dios” -título de uno de sus más célebres y celebrados artículos-, que está presente en la vida de los seres humanos, creyentes o no, como si fuese dueño y señor de ella, se exhibe en los billetes del dólar, ha intoxicado el pensamiento y abierto las puertas a las más sórdidas intolerancias. “Factor Dios” en el que se convirtió el Dios islámico en los atentados contra las Torres Gemelas al grito de “muerte a los infieles!” de Osama Bin Laden.
Junto a la crítica de la religión, de Dios y del “factor Dios”, cabe destacar el sentido solidario de la vida que caracterizó a Saramago. Desde la filantropía y sin apoyatura religiosa alguna, fue el defensor de las causas perdidas, algunas de las cuales se ganaron gracias a su apoyo. Cito sólo tres, de entre las más emblemáticas. Una, era la solidaridad con el pueblo palestino ante la masacre de que fue objeto entre diciembre de 2008 y enero de 2009 por parte del Ejército israelí que causó 1400 muertos, y que el Nobel portugués calificó de genocidio. La segunda, el apoyo y acompañamiento a la dirigente saharaui Aminatu Haidar durante su huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote. La tercera, haber destinado los derechos de autor de su última novela a los damnificados del terremoto de Haití.
Mientras releía Caín, me vinieron a la memoria las palabras de Epicuro: “vana es la palabra del filósofo que no sea capaz de aliviar el sufrimiento humano”. En el caso de Saramago, sus palabras y sus textos no fueron vanos. Estuvieron cargados de solidaridad y de compromiso con las personas más vulnerables. Por eso me atrevo a llamarle respetuosamente “buen samaritano”.
“Dios es el silencio del universo”
“Dios es el silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”. Esta definición que daba Saramago de Dios es una de las más bellas que nunca haya leído o escuchado. La leí en sus Cuadernos de Lanzarote, de 1993, y la he dado a conocer doquiera he hablado de Dios. Lo recuerda el propio Saramago en El Cuaderno:
“Hace muchos años, nada menos que en 1993, escribí en los Cuadernos de Lanzarote unas cuantas palabras que hicieron las delicias de algunos teólogos de esta parte de la Península, especialmente Juan José Tamayo, que desde entonces, generosamente me dio su amistad. Fueron estas: ‘Dios es el silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio’. Reconózcaseme que la idea no está mal formulada, con su quantum satis de poesía, su intención levemente provocadora y el subentendido de que los ateos son muy capaces de aventurarse por los escabrosos caminos de la teología, aunque sea elemental” (Alfaguara, Madrid, 2009, pp. 152-153).
Esta definición merecería aparecer entre las veinticuatro definiciones –con ella,
veinticinco- de otros tantos sabios reunidos en un Simposio que recoge el Libro de los 24 filósofos (Siruela, Madrid, 2000), cuyo contenido fue objeto de un amplio debate entre filósofos y teólogos durante la Edad Media. Para un teólogo dogmático, definir a Dios como silencio del universo quizá sea decir poco. Para un teólogo heterodoxo como yo, seguidor de las místicas y los místicos judíos, cristianos, musulmanes como el Pseudo-Dionisio, Rabia de Bagdad, Abraham Abufalia, Algazel, Ibn al Arabi, Rumi, Hadewich de Amberes, Margarita Porete, Hildegarda de Bingen, Maestro Eckhardt, Juliana de Norwich, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Baal Shem Tov) cristianos laicos como Dag Hammarksjlöd, indúes como Tukaram y Mohandas K. Gandhi, y no creyentes como Simone Weil, es más que suficiente. Decir más sería una falta de respeto para con Dios, se crea o no en su existencia. “Si comprendes –decía Agustín de Hipona- no es Dios”.
Permítaseme contextualizar la definición tal como la viví hace algo más de un lustro. Caminábamos por las calles de Sevilla el día 11 de enero de 2006 el escritor y premio Nobel José Saramago, su esposa la periodista Pilar del Río, hoy entre nosotros, la pintora Sofía Gandarias y yo en dirección al Paraninfo de la Universidad Hispalense para participar en un Simposio sobre Diálogo de Civilizaciones y Modernidad. A las 9 de la mañana, al pasar por la plaza de la Giralda, comenzaron a repicar alocadamente las campanas de la catedral de Sevilla –antes mezquita, mandada construir por el califa almohade Abu Yacub Yusuf-. “Tocan las campanas porque pasa un teólogo”, dijo con su habitual sentido del humor Saramago. “No –le contesté en el mismo tono- repican las campanas porque un ateo está a punto de convertirse al cristianismo”.
En ese diálogo fugaz, la respuesta del novelista portugués no se hizo esperar: “Eso nunca. Ateo he sido toda mi vida y lo seguiré siendo en el futuro”. De inmediato me vino a la mente una poética definición de Dios que le recité sin vacilación: “Dios es el silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”. “Esa definición es mía”, reaccionó sin dilación el Premio Nobel. “Efectivamente, por eso la he citado –le contesté-. Y esa definición está más cerca de un místico que de un ateo”. Mi observación le impresionó. Nadie le había dicho nunca nada parecido y le dio que pensar, sin por ello dejarse embaucar por mi ocurrencia. Era un hombre de convicciones profundas.
En lucha titánica con Dios
Saramago compartió con Nietzsche la parábola de Zaratustra y el apólogo del Loco sobre la muerte de Dios y quizá pudiera poner su rúbrica bajo dos de las afirmaciones nietzschianas más provocativas: “Dios es nuestra más larga mentira” y “Mejor ningún dios, mejor construirse cada uno su destino”. Quizá coincidiera también con Ernst Bloch en que “lo mejor de la religión es que crea herejes” y en que “sólo un buen ateo puede ser un bueno cristiano, sólo un buen cristiano puede ser un buen ateo”. Su vida y su obra fueron una lucha titánica con Dios a brazo partido.
En su novela Caín recrea la imagen violenta y sanguinaria del Dios de la Biblia judía, “uno de los libros más llenos de sangre de la literatura mundial”, al decir de Norbert Lohfink, uno de los más prestigiosos biblistas del siglo XX. Imagen que continúa en algunos textos de la Biblia cristiana, donde se presenta a Cristo como víctima propiciatoria para reconciliar a la humanidad con Dios y que vuelve a repetirse en el teólogo medieval Anselmo de Canterbury, quien presenta a Dios como dueño de vidas y haciendas y como un señor feudal, que trata a sus adoradores como si de siervos de la gleba se tratara y exige el sacrificio de su hijo más querido, Jesucristo, para reparar la ofensa infinita que la humanidad ha cometido contra Dios”.
El Dios asesino de Caín sigue presente en no pocos de los rituales bélicos de nuestro tiempo: en los atentados terroristas cometidos por falsos creyentes musulmanes que en nombre de Dios practican la guerra santa contra los infieles; en dirigentes políticos autocalificados cristianos, que apelan a Dios para justificar el derramamiento de sangre de inocentes en operaciones que llevan el nombre de Justicia Infinita o Libertad Duradera; en políticos israelíes que, creyéndose el pueblo elegido de Dios y únicos propietarios de la tierra que califican de “prometida”, llevan a cabo operaciones de destrucción masiva de territorios, muros carcelarios y asesinatos, calculados impunemente, de miles de palestinos.
Tras estas operaciones, Saramago no podía menos que estar de acuerdo con el testimonio del filósofo judío Martin Buber: “Dios es la palabra más vilipendiada de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan mancillada, tan mutilada… Las generaciones humanas han hecho rodar sobre esta palabra el peso de su vida angustiada, y la han oprimido contra el suelo. Yace en el polvo y sostiene el peso de todas ellas. Las generaciones humanas, con sus partidismos religiosos, han desgarrado esta palabra. Han matado y se han dejado matar por ella. Esta palabra lleva sus huellas dactilares y su sangre… Los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra ‘Dios’. Se asesinan unos a otros, y dicen: ‘lo hacemos en nombre de Dios’… Debemos respetar a los que prohíben esta palabra, porque se rebelan contra la injusticia y los excesos que con tanta facilidad se cometen con una supuesta autorización de ‘Dios’ Yo también pongo mi rúbrica bajo esta afirmación de Buber. Por eso muy raras veces oso pronunciar el nombre de Dios.
La lucha contra los fundamentalismos, los religiosos y los políticos es el mejor antídoto contra el Dios violento y contra la violencia en nombre de Dios. En esa lucha no violenta estuvo comprometido Saramago de pensamiento, palabra y obra
Efectivamente, la vida y la obra de Saramago fueron una permanente lucha titánica con-contra Dios. Como lo fuera la del Job bíblico –“el Prometeo hebreo”, para Bloch-, quien maldice el día que nació, siente asco de su vida y osa preguntar a Dios, en tono desafiante, por qué le ataca tan violentamente, por qué le oprime de manera tan inhumana y por qué le destruye sin piedad (Job, 10). O como el patriarca Jacob, que pasó toda una noche peleando a brazo partido contra Dios y terminó con el nervio ciático herido (Génesis 32,23-33). No es el caso de Saramago, que salió indemne de las peleas con Dios y nunca se dio por vencido y, que a sus 87 años en Caín siguió preguntándose y preguntando a los teólogos y creyentes qué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, tiene que despreciar a Caín.
Familiarizado con la Biblia, la judía y la cristiana, recrea con humor, un humor iconoclasta de lo divino y desestabilizador de lo humano, algunas de sus figuras más emblemáticas y desmiente los cuentos con que, al decir de León Felipe, “han mecido la cuna del hombre” (sic). Lo hizo en El evangelio según Jesucristo, novela que presenta a Jesús de Nazaret como un hombre que vive, ama y muere como cualquier otra persona y a quien Dios elige como eslabón de un inmenso movimiento estratégico y como víctima de un poder que le sobrepasa y sobre el que nada puede hacer.
Volvió a hacerlo en la novela ya citada Caín, donde recrea literaria y teológicamente el mito bíblico, que toma sus imágenes y símbolos de las tradiciones más antiguas sobre los orígenes de la humanidad. La Biblia presenta a Caín como el asesino de su hermano Abel empujado por la envidia y a Dios como “perdonavidas”. Saramago invierte los papeles del bueno y del malo, del asesino y del juez. Responsabiliza a dios, al señor (siempre con minúscula) de la muerte de Abel y le acusa de ser rencoroso, arbitrario y enloquecedor de las personas. Caín mata a su hermano no arbitrariamente, sino en legítima defensa, porque dios le había preterido en su favor. Y lo mata porque no puede matar a dios.
Se comparta o no la lectura de la Biblia judía que hace Saramago, creo que hay que estar de acuerdo con él en que “la historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con dios, ni él nos entiende a nosotros, ni nosotros lo entendemos a él”. ¡Excelente lección de contra-teología en tiempos de fundamentalismos religiosos!
Cualquiera fuere la responsabilidad de Caín o de Dios en la muerte de Abel, queda en pie la pregunta que hoy sigue tan viva como entonces o más, y que apela a la responsabilidad de la humanidad en el actual desorden mundial, en las guerras y las hambrunas que asolan nuestro planeta: “¿Dónde está tu hermano” (Génesis 4,9). Y la respuesta no puede ser un evasivo “No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?”, sino, siguiendo con la Biblia, la parábola evangélica del Buen Samaritano, que demuestra compasión con una persona malherida, que es religiosamente adversaria suya. ¡Excelente lección de ética solidaria en tiempos estos en que la ética está sometida al asedio del mercado!
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones
Universidad Carlos III de Madrid