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PAGINA OFICIAL DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Aula Social don Bosco
Como grupo de curas en opción por las y los pobres nos hemos reunido en nuestro encuentro anual. Curas de distintas partes del país queremos renovar las palabras del maravilloso poema de José Martí en Guantanamera: “Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar”. Y sabemos que echar nuestra suerte con los pobres de la tierra implica insultos, desprecios, críticas y persecuciones.
En la vida cotidiana, y especialmente en tiempos electorales, se presentan a grandes rasgos proyectos distintos de Patria. Proyectos de individualismo, de crueldad e indiferencia y proyectos de justicia social, de paz y de verdadera libertad.
Nos reunimos convocados por la necesidad de ser “honrados con lo real”. La realidad es dura, es compleja, y es indispensable mirarla sin disimulos y, a veces, en su dramatismo. Pero a su vez, la vida es una esperanza común; la lucha popular y comunitaria en pos de un proyecto de pueblo.
Este modelo de ganancia excesiva de unos pocos genera un empobrecimiento creciente de cada vez más personas. Desde hace años afirmamos que “estas políticas no cierran sin represión”, y, además, que “este modelo, ¡mata!”, utilizando una frase del Papa Francisco. La crueldad se hace patente y se ensaña con personas con discapacidad, infancias, jubilados, la salud y la educación públicas…
En este contexto, no nos olvidamos que Milagro Sala sigue siendo presa política y el poder judicial exhibe una doble vara injusta de toda injusticia. Además, Cristina Fernández de Kirchner, la principal lideresa política es encarcelada y proscripta en una farsa de juicio, mientras se blindan judicial y mediáticamente a funcionarios del gobierno, incluyendo a la hermana del presidente.
En el orden internacional, el gobierno calla de un modo cómplice ante el genocidio en Gaza y avala a un criminal de guerra, Benjamín Netanyahu reclamado por la corte penal internacional. Acepta colonialmente, un embajador que nos dice con quién debemos comerciar y a quién debemos votar.
Creemos que es indispensable la necesidad de conversión de nuestra dirigencia: de quienes esperamos que escuchen y aprendan de trabajadores y trabajadoras de los territorios, reconociéndolos como sujetos políticos del bien común que se juega en lo cotidiano.
Empezamos a preparar los 50 años de memoria de momentos también duros. Momentos donde el genocidio, hoy negado, campeaba en el terrorismo de Estado. La muerte, la desaparición forzada, la tortura mostraba a todos el cruel rostro del horror; el cambio de la identidad de niños, que todavía hoy, adultos, ignoran, en gran número, su historia y su sangre. Pero esa memoria, con verdad y justicia nos manifiesta, a su vez, un camino, un rumbo de pueblo. Y, en la Iglesia, no podemos callar las decenas de testigos: obispos, curas, religiosos y religiosas y gran cantidad de laicos, en su mayoría anónimos, mártires que marcan rumbos y nos revelan que también otra Iglesia es posible.
Ser honrados con lo real nos invita a mirar a la cara la injusticia y denunciar el pecado, y, a su vez, conocer una hoja de ruta para que vuelva la alegría y caminemos con esperanza.
Al salir de su residencia en Castel Gandolfo, adonde se dirigió anoche, León XIV respondió brevemente a las preguntas de los periodistas sobre el bombardeo de Doha: «No sabemos cómo van las cosas. Debemos rezar mucho, seguir trabajando e insistir en la paz». En cuanto a la orden de evacuación en la ciudad de Gaza, el Pontífice dijo que intentó contactar con el párroco: «No tengo noticias». Ver noticia

En un acontecimiento que resuena profundamente en los círculos teológicos y espirituales de Latinoamérica y España, la Universidad Santo Tomás de Bogotá ha otorgado la máxima calificación – "meritoria" – a la tesis titulada "Fundamentos Teológicos, Identitarios y Formativos para una Escuela Diocesana de Mística y Espiritualidad en el Siglo XXI, a partir de la Teología Mística presente en escuelas contemporáneas y desde la Visión Integral de Raimon Panikkar y Ken Wilber". Esta excepcional investigación, obra del Magíster en Teología Víctor Ricardo Moreno Holguín, se erige como un “maravilloso fruto de la Semana Panikkariana 2025, Raimon Panikkar una vida Cosmoteándrica”, abriendo nuevos horizontes para la experiencia de fe en nuestra época.
La tesis de Moreno Holguín surge como una respuesta urgente y necesaria ante un "reclamo humano de espiritualidad" y un vacío detectado en la Arquidiócesis de Bogotá en cuanto a la formación mística y espiritual estructurada. A pesar de la rica herencia mística cristiana, las referencias al "desarrollo y despertar espiritual, el papel que en ello cumple la oración en su diversidad de formas y las cumbres más altas en la contemplación y en la mística, así como su acompañamiento, no aparecen referidos, y menos aún se han creado procesos formativos formales" en el ámbito diocesano. Esta carencia impulsó al autor a proponer la fundamentación de una Escuela Diocesana de Mística y Espiritualidad para el siglo XXI, con un perfil identitario claro y una propuesta formativa sólida.
Una Visión Integral Pionera: Panikkar y Wilber como Lente del Misterio
Lo que distingue a esta monografía es su audaz y "novedoso aporte": la convergencia, por primera vez en un trabajo investigativo de este tipo, de la Visión Integral de Raimon Panikkar y Ken Wilber. Esta "decisión de hacer converger la visión cosmoteándrica de Panikkar con el enfoque integral de Wilber, además de ser inédita, es fruto de ese previo encuentro vivencial en las prácticas espirituales del autor".
La tesis profundiza en la teología mística a partir de la intuición teológica de Panikkar, destacando que la mística no es un privilegio de pocos, sino la "vocación más secreta del corazón humano" y "una vía humanizadora". Panikkar nos recuerda que "el místico no es un tipo especial de persona, cada persona es un tipo especial de místico", invitándonos a recordar "lo que nunca fue olvidado y volver a donde nunca de estar hemos dejado". Conceptos panikkarianos como la visión cosmoteándrica (la unidad intrínseca de lo divino, lo humano y lo cósmico), la no-dualidad (advaita), la secularidad sagrada y la tempiternidad (la experiencia de lo eterno en lo temporal) son fundamentales.
La investigación de Moreno Holguín enriquece la teología mística cristiana al integrar elementos de diálogo interreligioso e intercultural, proponiendo una Cristofanía que libera a Cristo de un "cautiverio histórico-cultural" y lo reconoce en toda la realidad.
Por su parte, la visión integral de Ken Wilber (con su modelo OCON: Omnicuadrante, Omninivel, Omnilínea, Omniestado, Omnitipo) complementa esta base teológica, ofreciendo un "meta mapa que permite cartografiar las múltiples capacidades intrínsecas del ser humano". Su enfoque en la Práctica Integral de Vida (PIV) proporciona una "herramienta principal" para estructurar una formación espiritual holística que integra cuerpo, mente y espíritu, promoviendo el desarrollo de la conciencia y el "despertar espiritual".
Una Metodología que Escucha la Experiencia Viva
La investigación se apoyó en un enfoque cualitativo y narrativo, aplicando la hermenéutica teológica trascendental de Karl Rahner a entrevistas realizadas a fundadores y discípulos de reconocidas escuelas contemporáneas de espiritualidad: S.A.L.M.O.S. Espiritualidad Integral (Bogotá, Colombia, fundada por el propio Víctor Ricardo Moreno Holguín), Amigos del Desierto (Madrid, España, de Pablo d'Ors), y Camino de Contemplación (Barcelona, España, de Javier Melloni, S.J.). Esta aproximación permitió "comprender la relación entre la experiencia humana con lo trascendente", validando que "la teología mística no es abstracta, ni es una fuga mundi; por el contrario, la llaman terrenal, física, personal".
La Escuela Diocesana del Siglo XXI: Un Camino para el "Monje Urbano"
Los hallazgos de la tesis proponen un perfil identitario y una estructura formativa para la futura Escuela Diocesana que se caracteriza por:
-Prioridad de la Experiencia y la Práctica Contemplativa: Una escuela que busca la "experiencia plena de la vida y la experiencia directa de Dios" a través de la oración silenciosa y la atención consciente.
-Enfoque Integral y Mistagógico: Un camino iniciático y progresivo, simbolizado como una "rampa transportadora", que guía a los participantes por niveles de "Principiantes, Aprovechados y Avanzados".
-Fomento de la Relacionalidad y la Comunidad (Sinodalidad): Un espacio "abierto a todas las personas", donde la mística se verifica en las relaciones interpersonales y el compartir comunitario, reflejando el "camino sinodal que Dios espera para la Iglesia del tercer milenio".
-Integración de la Sombra y el Cuidado de la Creación: Reconociendo todas las dimensiones humanas, incluyendo el trabajo psicológico con las "sombras", y promoviendo la conexión con la naturaleza, enriqueciendo la visión de la "secularidad sagrada".
-Formación para la Libertad y el Amor: Una pedagogía que "acompaña el proceso hacia la libertad, con una pedagogía orientada a despertar la conciencia", conduciendo al "despertar del amor" y a una "transformación del corazón con compasión en el mundo".
Esta propuesta se centra en formar al "monje urbano" del siglo XXI, una figura que integra la contemplación con el compromiso social, viviendo una espiritualidad encarnada en la realidad y respondiendo a los desafíos contemporáneos.
El Cardenal Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá, ha manifestado un "particular interés en el desarrollo de esta tesis como proyecto eclesial", lo que subraya la relevancia y la posibilidad real de implementación de esta innovadora Escuela Diocesana de Mística y Espiritualidad.
Esta tesis no es solo un hito académico; es un testimonio vivo de que la mística es una dimensión esencial del ser humano y un camino transformador que, anclado en la tradición cristiana y abierto al diálogo global, puede revitalizar la fe y la acción de la Iglesia en el siglo XXI. Sin duda, un legado inspirador de la Semana Panikkariana 2025 que invita a "vivir la esperanza con ojos abiertos".
P. Víctor Ricardo Moreno Holguín| RD

El próximo domingo, en la plaza de San Pedro, una madre llevará por primera vez al altar ante el papa León XIV un relicario con el corazón de su hijo: Antonia Salzano es la madre de Carlo Acutis, un chico italiano fallecido a los 15 años que se convertirá en el primer santo milenial. "Los jóvenes encontrarán un amigo", asegura a EFE.
Acutis será canonizado junto con otro joven, Pier Giorgio Frassati, en una ceremonia que se espera multitudinaria. Murió en 2006 a los 15 años por una leucemia fulminante y en su breve vida de chico normal, apasionado por el deporte, la naturaleza y los animales, también se dedicó a ayudar a los demás y a extender la fe por Internet a sus coetáneos.
Su madre, que se ha convertido en su principal testimonio, en la voz de su hijo santo, recibe a EFE antes de la ceremonia en la bellísima casa en la colina que Carlo quiso que comprasen en Asís (centro), para estar cerca de la naturaleza y de otro santo tan importante para la Iglesia como san Francisco.
"Carlo era un chico de su tiempo, que ha vivido todo lo que viven los jóvenes ahora, pero que había abierto de par en par la puerta de su corazón a Dios y su vida ordinaria se convirtió en extraordinaria", explica en una entrevista.
¿Cómo un chico normal se puede convertir en un santo? "Pues era un chico muy devoto y espiritual desde que era pequeño. Hizo su primera comunión con 7 años y empezó a ir a misa, a las adoraciones eucarísticas, a rezar el rosario y leer las Sagradas Escrituras cada día. Tenía una vida muy espiritual, pero también muy abierta a los demás".
Cuenta la madre de Acutis que ya con 9 años "empezó a organizar una especie de Cáritas doméstica: llevaba comida, bebida, mantas y sacos de dormir a la gente que dormía en la calle y seguía su apostolado con las personas mayores o ayudaba a los chicos que sufrían acoso escolar y otros problemas".
Pero, sobre todo, "empezó el trabajo de evangelización a través de Internet. Porque era un genio de la de informática. Tenía 9 años y ya leía los libros que compraba en la librería universitaria, hacia programas informáticos, de estadística y todo esto, esta sabiduría, la transformaba en anunciar a Cristo".
El que será el primer santo milenial ya es conocido como el "patrón de Internet" y por eso serán sobre todo los jóvenes católicos los que llenarán la plaza de San Pedro para la canonización, los mismos que en estos años han convertido Asís, donde se encuentra expuesto su cuerpo, vestido con sudadera y zapatillas de deporte, en un lugar de peregrinación.
"Al final era un chico que vivía una vida normal, lo que nos dice que es posible también llegar a la santidad hoy y esto una señal de esperanza para los jóvenes", dice Salzano, al resaltar que, ante los problemas de los jóvenes de hoy en día, como "la pornografía, la droga, el alcohol, Carlo enseña que es posible ir adelante, no caer en todo esto y por eso es un ejemplo".
En Carlo "pueden encontrar un amigo, alguien que vivió lo que ellos viven", explica.
"Porque en un santo del pasado es más difícil, es alguien que vivió hace mucho tiempo, que vestía diferente. Carlo se vestía como ellos, es alguien más cercano y así probar un sentimiento de amistad es más fácil, pues ha vivido lo que están viviendo ellos y esto es muy importante", destaca.
"Aunque sea un gran dolor la pérdida de un hijo, yo sé que esto no es el final y que vamos a una vida mejor y Carlo está en el Paraíso", añade sin perder nunca la sonrisa.
Y entre bromas afirma: "Bueno, soy la madre de un santo, pero no soy santa. Carlo lo era naturalmente y yo tengo muchos defectos, pero aquí estoy buscando un camino de santificación. Lo intento".
RD/Efe

Tras casi un mes de cautiverio, la misionera laica irlandesa Gena Heraty, que desde hace treinta años sirve a la población de Haití, ha sido liberada junto con los demás rehenes capturados durante el asalto a un orfanato en Kenscoff, localidad situada en el área metropolitana de Puerto Príncipe (véase Fides 5/8/2025).
La noticia ha sido anunciada por la ONG “Nuestros Pequeños Hermanos” (NPH), para la que trabaja la misionera, con «profunda gratitud y un alivio que va más allá de lo que las palabras pueden expresar».
No se han difundido detalles sobre la liberación, únicamente la confirmación de que los rehenes «están todos a salvo, reciben asistencia médica y psicológica y se encuentran con sus seres queridos». Entre ellos figura también un niño de tres años con discapacidad.
En una declaración emitida en las últimas horas, la familia de la misionera ha expresado su agradecimiento a quienes «han contribuido a su liberación. Estamos profundamente agradecidos a todos aquellos, tanto en Haití como a nivel internacional, que han trabajado incansablemente durante estas terribles semanas para garantizar su regreso a salvo».
«La muestra global de preocupación, amor, oraciones y solidaridad demostrada por Gena y por nosotros por parte de amigos, vecinos, comunidades, colegas e incluso por personas que no tienen ningún vínculo con nosotros, ha sido una enorme fuente de consuelo y apoyo», añade la declaración.
Los familiares han pedido dar «prioridad» a la «salud y la privacidad» de la misionera: «Pedimos amablemente a los medios de comunicación que respeten la necesidad de confidencialidad mientras todas las personas involucradas se recuperan de esta traumática experiencia. Seguimos llevando a Haití en nuestros corazones y esperando la paz y la seguridad para todos los afectados por la violencia armada y la inseguridad que persisten en el país».
Según el diario haitiano Le Nouvelliste, los responsables del ataque serían miembros de una banda armada. De acuerdo con datos de Naciones Unidas, las bandas y milicias controlan alrededor del 85% de Puerto Príncipe. Solo en la primera mitad de 2025 fueron secuestradas en Haití cerca de 350 personas.
Agencia Fides
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Dos, por el amor a Cristo, que vivieron en el mundo sin dejarse atrapar por él.
El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, relata la santidad juvenil de Pier Giorgio Frassati (1901-1925) y de Carlo Acutis (1991-2006), a quienes León XIV canonizará el domingo 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro. Jóvenes distintos por edad —el primero murió a los 24 años, el segundo a los 15— pero semejantes en su entrega a los pobres y en la centralidad diaria de la Eucaristía.
“En los santos siempre hay algo sorprendente —afirma el purpurado—. Muchos de ellos se parecen entre sí y, por otra parte, el ejercicio de las virtudes cristianas nunca es aislado: siempre está acompañado del ejercicio de muchas otras virtudes”. Se podría decir que la santidad es una sinfonía, pero el cardenal Semeraro prefiere la imagen del poliedro que usó el papa Francisco en la exhortación apostólica post-sinodal Christus vivit para describir a la Iglesia: “Ella —escribía el Papa Bergoglio— puede atraer a los jóvenes precisamente porque no es una unidad monolítica, sino una red de múltiples dones que el Espíritu derrama incesantemente en su interior, haciéndola siempre nueva a pesar de sus miserias”
Frassati, con Cristo hacia los pobres
“Pier Giorgio Frassati —explica el prefecto del Dicasterio— encarna el modelo de laico ofrecido por el Concilio Vaticano II. Es aquel que, plenamente comprometido con la vida, experimenta diversas realidades del mundo; eso que el Concilio llama la índole secular del fiel laico, vivida en plena sintonía con el Evangelio e integrada en cada aspecto de la existencia”.
Para el cardenal, que acaba de publicar el libro Pier Giorgio Frassati, alpinista del espíritu (Ediciones Messaggero Padova 2025), la discreción del joven turinés recuerda lo escrito en la Carta a los Efesios de san Ignacio de Antioquía: “Es mejor ser cristianos en silencio que proclamarlo y no serlo”. Ese hacer el bien sin ostentarlo se reveló en el impresionante número de pobres, marginados y personas olvidadas que acudieron a su funeral, sorprendiendo incluso a su propia familia, que ignoraba su entrega silenciosa a los más necesitados. “Su muerte fue una epifanía”, subraya Semeraro, para quien “Frassati se acercó a los pobres porque antes se había encontrado con Cristo”.
Acutis y la santidad adolescente
También en el funeral de Carlo Acutis se hicieron presentes muchos pobres, y su propia familia descubrió entonces aspectos que no conocía. “Acutis fue también una sorpresa para sus padres; hizo lo que hizo con las posibilidades propias de un adolescente, con los medios de un joven”, comenta Semeraro. Carlo es la expresión de “la santidad de un muchacho, abierto a la vida y con la Eucaristía como punto de referencia: su autopista hacia el cielo”.
“Estas santidades distintas deberían invitarnos a reflexionar sobre el sentido de las etapas de la vida”, añade el cardenal, citando a Romano Guardini y su obra Las edades de la vida. “Frassati nos muestra una etapa concreta de la vida; Acutis, la del mundo adolescente, que hoy quizá sea la más crítica”.
En definitiva, jóvenes comunes que desprenden lo que el papa Francisco llamaba una santidad “de la puerta de al lado”. Dos figuras que el mismo León XIV ha propuesto como modelos para las nuevas generaciones durante el reciente Jubileo de los Jóvenes.
“Existen santos —explica el prefecto del Dicasterio vaticano— que, como decía la mística Madeleine Delbrêl, crecen en viveros, dentro de institutos religiosos o comunidades consagradas. Pero hay otros, como Acutis y Frassati, que vivieron en medio del mundo: son los santos de la calle”.
Benedetta Capelli - Vaticano
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Este verano he leído que la expresión “no temas” (y expresiones similares), aparece 365 veces en la Biblia. Un número redondo que lleva a recordarnos todos los días del año esta llamada de confianza tan presente en el AT y en el NT. Al parecer, el ranking con las expresiones que más aparecen en la Biblia, son por este orden: “dar”, “amar”, “orar” y la cuarta “no temas”.
Esta información de algún biblista exhaustivo, debiera provocar una reflexión personal de cuál es el ranking de nuestras actitudes y comportamientos. Viene bien este tipo de síntesis para extrapolarlas a nuestra particular manera de vivir el Evangelio, y comparar nuestras prioridades reales, en la práctica, con las que las Escrituras recalcan e insisten.
Me he detenido a realizar mi propia reflexión al calor de este ranking, y añadiría una actitud más que intuyo presente a lo largo de los textos bíblicos, acentuada en las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Me refiero a la importancia que tiene la actitud de dejarnos amar, por los demás y por Dios; aprender a recibir agradecidos. Esto significa, al menos para mí, soltar la actitud racional que lo abarca todo dando paso a dejarse amar, a confiar al margen de la razón dado lo poco que sabemos de la totalidad de la existencia. Todo es gratis para un cristiano, gracia a la que nos adherimos con nuestro esfuerzo para mejorar la realidad. Algunos han llegado a creerse que la manida salvación llega por nuestros méritos dejando a Dios de espectador ante nuestros méritos espirituales (¿un nuevo pelagiansmo?).
Lo resume Ignacio de Loyola cuando dijo “actúa como si todo depende de ti, sabiendo que todo depende de Dios”. Es decir, ser capaces de dejarnos amar, de abrirnos emocionalmente al otro, acogiendo su realidad que no controlamos racionalmente, viviendo en confianza esperanzada y agradecimiento, ay. Aceptar que hoy no es siempre y que, en definitiva, el gozo de sentirnos amados es lo que impulsa a amar a los demás. Esta es la verdadera autopista para circular por una sana espiritualidad, abiertos emocionalmente al Otro, a la escucha confiada sin poner todo el empeño en “hacer” nosotros. Si no reforzamos el “ser”, la frustración está asegurada, pues el orgullo sano se convierte en orgullo herido. Dar está muy bien, pero estar abiertos a recibir con la misma intensidad es necesario y tiene algo de asignatura pendiente.
Dar, amar, orar, no temer… y dejar que el Otro y los otros me llenen, me inunden, me abran, me transformen, precisamente para que yo dé mejor, ame mejor, ore mejor y sea menos temeroso, confiado en quienes nos aman, sobre todo en quien nos ama más que nadie.
Es posible que ser demasiado racional sea un problema fruto de la carga cultural pasada que anida en la mochila personal, cuando la inteligencia emocional era algo secundario, y nuestro esfuerzo era lo único que sumaba; así se valoraban los resultados. Yo me salvo, yo soy el meritorio y Dios tiene un papel secundario en mi camino de fe. La perfección no existe, pero el perfeccionismo orgulloso, sí.
En este principio de curso, apelo a la oración para centrarme en lo que me enseñó Ignacio Errazkin, aquel jesuita extraordinario. Algo tan sencillo de decir como necesario de practicar: la oración de pedirle a Dios luz y fuerza. Luz para saber qué tengo que hacer o dejar de hacer, y fuerza para llevarlo a cabo.
No se me ocurre algo mejor para finalizar esta reflexión que invitar a los lectores a que dediquen unos minutos de silencio y apertura confiada, repasando el ranking de estas cinco llamadas representativas de nuestra fe. Y retratarnos en cada una de ellas en medio de las dificultades que no faltan. Amén.

(ADN Celam).- Su persona, sus gestos, sus palabras, ese ir liviano de equipaje como en un viaje hacia Dios continuo y explícito, forman parte del encanto con el que muchos escuchamos al fraile inglés Timothy Radcliffe, creado cardenal en el último consistorio al que convocó el Papa Francisco, 21 de octubre 2024.
Es teólogo, fue maestro mundial de los dominicos, predicó junto con la hermana María Ignazia Angellini los retiros previos a las dos sesiones del Sínodo de la Sinodalidad, juntos también le dieron carnadura a la espiritualidad de esas reuniones que fueron fundacionales en tantos sentidos para la Iglesia del mundo. Nació en Londres en 1945, fue un entusiasta del Concilio Vaticano II —lo sigue siendo— y recibió la propuesta de diálogo con ADN Celam de la mano de escritor y periodista inglés Austen Ivereigh, un amigo fiel que siempre está cerca, aunque nos separe un océano. Compartimos aquí el fruto del intercambio.
Ya ha sido creado cardenal, padre Timothy. ¿Algo ha cambiado o no, en usted? ¿Cambiará su vida a partir de hoy?
Cuando el Papa Francisco me nombró cardenal, lo cual fue una completa sorpresa, mi primera reacción fue sentir: «Debe haber un error». Luego, cuando lo entendí, pensé: «Quiero seguir siendo un hermano». Le dije al Santo Padre que estoy plantado en el suelo de la fraternidad. Por eso pedí ser dispensado de la ordenación episcopal y permiso para vestir el hábito dominico en el Consistorio. ¡El Papa Francisco lo entendió inmediatamente, incluso antes de que yo dijera una palabra! Su gran encíclica es Fratelli Tutti, todos hermanos y hermanas. Entonces no estoy seguro de lo que significará para mí ser cardenal, pero sí estoy seguro de que es un ministerio que viviré como hermano, porque todos los seres humanos estamos llamados a ser hermanos y hermanas de Cristo.
P: Padre, en su tercera prédica durante el pasado sínodo de octubre, usted habló de la oscuridad, el misterio de un “nuevo” Jesús para sus seguidores y citó un adjetivo con el que la BBC calificó a un nuevo beato*. Me llamó la atención que en una prédica ante tamaño auditorio se nombrara a un medio de comunicación masivo. ¿Qué piensa usted sobre los modos de la comunicación actual de la humanidad, no solo a través de los medios tradicionales —radio, televisión, portales de noticias— sino también las redes sociales? ¿Usted se enrolaría como usuario de alguna de estas opciones? ¿La Iglesia debe estar allí también, en todos esos espacios, con su mensaje de evangelización?
R: Sí, dondequiera que la gente camine y busque, debemos estar con ellos. El continente digital es donde viven muchos jóvenes y por eso debemos estar a su lado y compartir sus búsquedas. Durante su homilía en el Consistorio, el Papa Francisco citó a Primo Mazzolari, quien dijo: “La Iglesia comenzó caminando, la Iglesia continúa caminando. No es necesario llamar a su puerta ni esperar a ser admitido. Camina y la encontrarás; camina y ella estará allí a tu lado; sigan caminando y estarán en la Iglesia” (Tempo di credere, Bolonia 2010, 80-81). No olvidemos que quedarse quieto arruina el corazón, así como el agua estancada es la primera que se contamina. ¡Así que caminemos con los jóvenes en el mundo digital!
Es emocionante estar presente en las redes sociales porque allí hay mucha creatividad joven que necesitamos. Pero no es fácil ya que muy a menudo las personas buscan personas con ideas afines y no se relacionan con personas que piensan de manera diferente. Entonces las redes sociales son un lugar de comunión pero también de división. A menudo existe una polarización entre los llamados tradicionalistas y progresistas, que es tan ajena a la mente católica que aprecia la tradición y busca el Reino. Nuestra presencia allí sólo será sanadora y fructífera si nos acercamos a otras personas con las que no estamos de acuerdo, imaginando por qué piensan lo que hacen. ¿Qué experiencia, qué alegría o sufrimiento les ha llevado a ver el mundo como lo ven, y a hablar y sentir como lo ven? Debo abrir mi ser para darles un espacio en mi mente y corazón. Aunque pensemos que están equivocados, siempre tienen algo que enseñarnos.
Nuestra fe nunca es abstracta
“En segundo lugar, debemos mantener viva la pasión por la verdad. La verdad del evangelio, sí, pero también una verdad de lo que la gente vive y ama. Nuestra fe proviene del Verbo hecho carne, y por eso es en los dramas de carne y hueso de la vida ordinaria donde se puede encontrar a Dios. Nuestra fe nunca es abstracta. Sólo en la verdad podemos encontrar a los demás. Las noticias falsas y las locas teorías de conspiración son destructivas para nuestra humanidad. San Agustín llamó a la humanidad ‘la comunidad de la verdad’”, profundizó el cardenal Tim yendo el núcleo de nuestro ser cristianos.
Humildad y liberación
P: En esa misma predicación usted habló de Occidente, de dinero, imperialismo y sistema bancario, en contraposición a un Jesús que brilló por su testimonio de humildad**. ¿Dónde ubica la virtud de la humildad en una hipotética escalera al cielo (es tan solo una imagen), por qué nos cuesta tanto aprender las lecciones de quienes nos anteceden en el camino de la vida? ¿Es posible salir de la trampa del concepto de hombres y mujeres todopoderosos —pensemos en la tecnociencia y las nuevas tecnologías que nos llevan a bordes éticos permanentemente— que no aprenden a convivir con sus propios límites?
R: Muchas veces queremos a un Dios que sea útil para mi agenda, mis planes. Tratamos a Dios como si fuera la póliza de seguro definitiva. Pero Dios no es relevante para mí. Es en la belleza y el gozo de Dios donde descubriré toda esa relevancia. Somos más felices cuando nos olvidamos de nosotros mismos, ya sea por amor a los demás o por la belleza.
La humildad no es pensar mal de uno mismo, sino ser liberado de mi pequeño mundo egocéntrico hacia la gloriosa inmensidad de la belleza de Dios. La palabra humildad está relacionada con el humus, la tierra en la que estamos plantados y que da vida, la tierra del mundo real, que es don y vida. Hay una pequeña historia, probablemente mítica, que cuenta cómo una noche murió uno de los hermanos llamado Gabriel. Corrieron a la habitación de otro hermano y dijeron: «Gabriel ha muerto». A lo que él respondió: «Oh… ¡Yo también pasé una mala noche!”.
Necesitamos trascender nuestros límites, pero no pretendiendo que somos todopoderosos. No en el sentido del llamado “sueño americano” en el que puedes ser lo que quieras. Por ejemplo, yo nunca podría ser deportista. La autotrascendencia liberadora está en esos momentos en los que te olvidas de ti mismo en el amor por los demás.
Virginia Bonard, ADN Celam
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El clamor de la Tierra
La tierra gime. Los ríos arrastran heridas invisibles, los bosques guardan silencios – entre cenizas actuales- donde antes cantaban aves, y los glaciares lloran su lenta desaparición. El aire lleva consigo el clamor de los pobres, de los pequeños, de las criaturas desplazadas. Y en medio de este lamento, la Iglesia proclama con esperanza: “El producto de la justicia será la paz” (Is 32,17).
Cada año, del 5 de septiembre al 4 de octubre, celebramos el Tiempo de la Creación, un espacio ecuménico donde la oración y la acción se entrelazan como raíces de un mismo árbol. Es tiempo de escuchar de nuevo el lenguaje de la tierra y de dejarnos conducir por el Espíritu hacia una conversión.
La liturgia del río y de las cataratas
Participé en los actos en Alcalá de Henares, junto al río Henares, con la diócesis que celebró un paseo contemplativo: rezando con los pies sobre la tierra, recogiendo la basura que hiere el paisaje, plantando un olivo como símbolo de paz. Allí, el obispo Antonio Prieto –insistiendo en la siembra de semillas de vida y esperanza– presidió la Misa por el Cuidado de la Creación, aprobada por el papa León XIV, en comunión con la comunidad ortodoxa.
Evoqué en la noche el otro extremo del mundo, las Cataratas del Iguazú americanas que se transformaron en altar natural donde el obispo Nicolás Baisi presidió la Eucaristía de este dia. El estruendo del agua recordaba que todo don procede del manantial de la vida. Allí se honró a los guarda bosques que murieron defendiendo la selva misionera. Y resonó la pregunta de san Agustín: “Míranos, somos bellas… ¿quién las ha hecho sino la Suma Belleza?”.
Ese lugar me trajo a la memoria las reducciones jesuíticas del siglo XVIII, retratadas en la película La Misión (Roland Joffé, 1986). Entre la bruma de Iguazú, la liturgia por la creación prolonga aquel clamor: el Evangelio no puede desligarse de la defensa de la tierra y de los pueblos que la habitan.
Un jardín en Roma
En Roma, el papa León XIV inauguró el Borgo Laudato Si’ en Castel Gandolfo: un espacio de espiritualidad, formación y cuidado de la creación. Es un gesto profético que recuerda que el cuidado de la tierra no es accesorio, sino parte esencial de la fe.
Como proclamaron juntos Francisco, Bartolomé y Justin Welby: “Hemos heredado un jardín; no debemos dejar un desierto a nuestros hijos”. Justo a los 1700 años del Credo de Nicea que confesó a Dios como creador de cielo y tierra. Y el papa León XIV recordó con fuerza: “La justicia ambiental no puede ser un concepto abstracto. Es una cuestión de fe y de humanidad. Es hora de pasar de las palabras a los hechos”.
La guerra y la esperanza
El profeta Isaías habló de fortalezas derrumbadas y ciudades desoladas (Is 32,14). Sus palabras suenan actuales ante guerras, incendios, migraciones climáticas y océanos llenos de plásticos. La guerra contra la creación es también guerra contra los pobres.
Pero Isaías anuncia también esperanza: “Hasta que desde lo alto el Espíritu sea derramado… entonces el desierto se volverá un campo fértil” (Is 32,15). Esa es la certeza cristiana: el Espíritu puede renovar la faz de la tierra.
Conclusión: hacia un nuevo cielo y una nueva tierra
La ecología integral nos recuerda que no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. La vida de los bosques y la dignidad de los pobres son parte de la misma herida; el agua que se contamina es la misma que quita la sed a los pequeños; la tierra que se degrada es la misma que debería alimentar a los hambrientos.
Cuidar la creación es cuidar a la humanidad. No hay justicia climática sin justicia social. La defensa del aire, de los ríos y de la biodiversidad es inseparable de la defensa de los niños que mueren de hambre, de los migrantes expulsados por sequías e inundaciones, de los pueblos que claman por vivir en paz.
El Tiempo de la Creación es profecía y promesa: “El efecto de la justicia será la paz” (Is 32,17). Paz entre los pueblos y paz con la tierra. Paz que nace cuando dejamos de explotar y aprendemos a cultivar, cuando sustituimos la codicia por la gratitud, cuando descubrimos que la tierra no es un botín, sino un don compartido.
Desde Alcalá, con un olivo recién plantado; desde Iguazú, con el rugido del agua que proclama la gloria de Dios; desde Roma, con un jardín que se abre al futuro, brota la misma certeza: el Espíritu está renovando la faz de la tierra.
Y entonces, como en la visión del Apocalipsis, veremos “un cielo nuevo y una tierra nueva” (Ap 21,1), donde la creación y la humanidad, reconciliadas, podrán cantar juntas el shalom de Dios: la paz plena que abraza ríos y pueblos, montañas y ciudades, el bosque y el corazón humano.
José Luis Pinilla, sj
Religión Digital

Francisco irrumpió en la Iglesia como un huracán. Desde su primer “Buonasera” en el balcón de San Pedro, el Papa argentino se propuso sacudir una institución anquilosada, atrapada en sus propios muros y en un clericalismo que la alejaba del mundo. Con gestos rompedores —los zapatos negros, la cruz de hierro, la residencia en Santa Marta— y un verbo profético que no esquivó ni las críticas al mundo ni los dardos a su propia casa, Francisco cruzó líneas rojas papales que parecían intocables. Se enfrentó al poder financiero, al inmovilismo curial y a una Iglesia que, en ocasiones, parecía más un museo que un hospital de campaña.
No siempre acertó, es cierto. Entre otras cosas, porque sus reformas tropezaron con resistencias internas y externas, y algunos de sus gestos fueron malinterpretados. Pero nadie puede negarle el intento: quiso una Iglesia en salida, samaritana, comprometida con los últimos, y puso en marcha ese tren.
León XIV, su sucesor, llega con un perfil distinto, casi opuesto. Elegido hace apenas tres meses, el nuevo Papa parece querer continuar la revolución francisquita, pero con un estilo más sereno, menos disruptivo.
Donde Francisco era un torbellino, una tormenta en toda regla, León XIV opta por la lluvia mansa, por el sirimiri, por la calma, por una transición sin sobresaltos. Es pronto para juzgarlo, y la gente lo sabe. Un pontificado no se construye en cien días ni en unos cuantos meses. Sobre todo éste, que es previsible tenga por delante una larga travesía. Pero las primeras señales invitan a la reflexión: ¿es esta calma una pausa estratégica o un riesgo de estancamiento?
Hasta ahora, León XIV ha centrado su mensaje en propuestas espirituales de corte clásico. Su llamada a la santidad en Tor Vergata, dirigida a los jóvenes, resonó como un eco de Juan Pablo II, pero quizás demasiado abstracta, demasiado genérica. La devoción y la piedad son esenciales, pero el mundo espera del Papa algo más que exhortaciones espirituales.
La Iglesia no puede ser solo un faro de palabras elevadas; debe bajar al barro de la historia, como Francisco nos enseñó. Y ese barro, hoy, tiene nombres concretos: Gaza, Ucrania, los millones de desplazados, el grito de los pobres y las víctimas de un sistema que devora a los más débiles.
León XIV tiene ante sí un desafío mayúsculo: demostrar que su “revolución tranquila” no es una claudicación ante la falsa prudencia o la contemporización. La Iglesia no puede permitirse el lujo de la neutralidad cuando hay genocidios en curso, cuando miles de inocentes mueren bajo las bombas o el abandono. El Papa tiene un potente megáfono moral que debe usar con valentía.
No basta con condenas genéricas al odio o la violencia. No basta con proclamas en favor de una paz “desarmada y desarmante” (que también). El mundo espera gestos concretos, implicaciones papales claras, como las que Francisco ofreció al mediar en conflictos o alzar la voz por los descartados o condenar el “capitalismo que mata”.
Es cierto que León XIV necesita tiempo para hacerse con el cargo, para imprimir su sello. Pero el tiempo, en un mundo herido, no es infinito. La Iglesia, como nos recordaba Francisco, debe oler a oveja y estar donde está el dolor. Desde ya, desde siempre.
Si León XIV quiere ser fiel al legado de su predecesor, debe salir de la retórica devota y pisar el terreno de lo concreto: un viaje a una zona de conflicto, una mediación valiente, un gesto que despierte conciencias. Solo así su revolución tranquila no será una pausa, sino un nuevo capítulo en la misión de una Iglesia que, como quiso Francisco, no tenga miedo de ensuciarse las manos en el barro de la historia por el Evangelio.
José Manuel Vidal
Religión Digital
fe adulta

El diálogo de Jesús con Nicodemo (Jn 3,13-17) constituye una enseñanza cíclica que va adentrando al lector hacia un núcleo: creer en el Hijo del Hombre. Jesús le propone a Nicodemo ver el reino de Dios. Capta su atención (y la nuestra como lectores) al invitarlo a “nacer de nuevo”. La pregunta de Nicodemo “¿puede un hombre entrar en el seno materno de nuevo?” ha sido causa de muchas interpretaciones: desde la pregunta por la reencarnación hasta diferentes formas de continuidad de la vida. Jesús hace referencia a un nacer del agua y del Espíritu. Y abre con ello una serie de polaridades (humano/espíritu o lo alto y lo terreno, cielo y tierra...) que cuestionan acerca de cómo vincular estos polos aparentemente inconexos. ¿Cómo ser humano y vivir del Espíritu? ¿Cómo vivir en la tierra siendo ciudadanos del cielo? ¿Cómo entrar en el reino?... Además se habla en términos temporales y espaciales: el que nace del Espíritu no sabe de dónde viene ni a donde va” (v.8). El texto plantea muchas preguntas a un maestro fariseo importante entre los judíos y así va generando cada vez más inquietud.
Las polaridades encontraran una posible relación en los versículos siguientes: Jesús es quien bajó del cielo y puede subir al cielo porque ha venido de allí (v.13). Dios amó al mundo y le dio a su hijo (v.16). Este subir y bajar, este envío, tiene una clara misión que podríamos llamar de integrar a los que creen en este vínculo, en esta distancia entre lo alto y lo terreno, entre el cielo y la tierra. Los creyentes han de dejarse guiar por el Espíritu para ser introducidos en esta relación entre el amor de Dios y la salvación del Hijo.
Desde este texto, la fiesta de la exaltación de la cruz que hoy celebramos solo puede comprenderse como una fiesta de la Trinidad que introduce a quienes creen en sus vínculos recíprocos. Mirar la cruz es mirar la salvación de una manera nueva: trayendo al centro la humanidad que asume y acepta todo lo que la vida le presenta, con sus dolores, rechazos y muerte. Podemos decir que entrar en el reino tiene que ver con nacer y obrar según el Espíritu, percibir la sabiduría del presente y creer en el Hijo del hombre. Mirar la cruz es contemplar a la Trinidad que introduce a su creación en sus vínculos de amor.

Hay textos a los que hay que aferrarse porque desprenden mucha luz. Uno de ellos, el de este domingo.
Dice que DIOS NO MANDÓ A SU HIJO PARA CONDENAR AL MUNDO, SINO PARA QUE EL MUNDO SE SALVE POR ÉL. Tenemos tan inoculada la condena derivada de una espiritualidad sobrecargada del pecado que se nos hace increíble. Más aún, hay quien militantemente defiende la condena de Dios. Quizá no se dan cuenta de que, al hacerlo, ellos mismos incurrirían en tal condena si la hubiere.
Jesús ha dicho que su yugo es “llevadero”, no obligatorio (Mt 11,30). ¿Cómo va a condenar quien no obliga? ¿Cómo va a condenar el amor que se entrega totalmente? Si lo hiciera, demostraría que no es amor.
Escuchar este evangelio tendría que llevarnos a trabajar por suprimir de nuestra vida cristiana el espíritu de condena. Estos podrían ser algunos cauces:
· Abandonar la idea de un Dios que condena: porque ese no es el Dios de Jesús que envuelve con amor nuestras injusticias y pecados. Seamos apóstoles decididos del Dios bueno.
· Abandonar la senda insensata de condenar al hermano: que nos aleja del evangelio y nos aleja del corazón del hermano. Nada se consigue con condenas y exclusiones.
· Abandonar el camino inútil de condenar a la sociedad: porque una mentalidad negativizadora no contribuye a la paz ni al bienestar social. Abandonar la senda de la descalificación, del insulto, los bulos y todo lo que deteriora la convivencia.
La fe cristiana está hecha no para hundir más en la zanja, sino para sacar de ella. Si hay algo que oprime nuestra vida, eso no viene del evangelio porque el evangelio está hecho para liberar, para dar respiro. La fe habría de llevarnos a sentir en los pulmones del alma el aire fresco de la libertad.
Sin embargo, la parábola habla también del «hijo mayor», un hombre que permanece junto a su padre sin imitar la vida desordenada de su hermano lejos del hogar. Cuando le informan de la fiesta organizada por su padre para acoger al hijo perdido, queda desconcertado. El retorno del hermano no le produce alegría, como a su padre, sino rabia: «Se indigna y se niega a entrar» en la fiesta. Nunca se ha marchado de casa, pero ahora se siente como un extraño entre los suyos.
El padre sale a invitarlo con el mismo cariño con que ha acogido a su hermano. No le grita ni le da órdenes. Con amor humilde «trata de persuadirlo» para que entre en la fiesta de la acogida. Es entonces cuando el hijo explota, dejando al descubierto todo su resentimiento. Ha pasado toda su vida cumpliendo órdenes del padre, pero no ha aprendido a amar como ama él. Solo sabe exigir sus derechos y denigrar a su hermano.
Esta es la tragedia del hijo mayor. Nunca se ha marchado de casa, pero su corazón ha estado siempre lejos. Sabe cumplir mandamientos, pero no sabe amar. No entiende el amor de su padre a aquel hijo perdido. Él no acoge ni perdona, no quiere saber nada de su hermano. Jesús concluye su parábola sin satisfacer nuestra curiosidad: ¿entró en la fiesta o se quedó fuera?
Envueltos en la crisis religiosa de la sociedad moderna, nos hemos habituado a hablar de creyentes e increyentes, practicantes y alejados, matrimonios bendecidos por la Iglesia y parejas en situación irregular... Mientras nosotros seguimos clasificando a sus hijos e hijas, Dios nos sigue esperando a todos, pues no es propiedad solo de los buenos ni de los practicantes. Es Padre de todos.
El «hijo mayor» nos interpela a quienes creemos vivir junto a él. ¿Qué estamos haciendo los que no hemos abandonado la Iglesia? ¿Asegurar nuestra supervivencia religiosa observando lo mejor posible lo prescrito o ser testigos del amor grande de Dios a todos sus hijos e hijas? ¿Estamos construyendo comunidades abiertas que saben comprender, acoger y acompañar a quienes buscan a Dios entre dudas e interrogantes? ¿Levantamos barreras o tendemos puentes? ¿Les ofrecemos amistad o los miramos con recelo?
fe adulta

Hoy nos dice el evangelio que los “pecadores” se acercaban a Jesús, porque los aceptaba tal como eran. Los fariseos y letrados se acercaban también, pero para espiarle y condenarle. No podían concebir que un representante de Dios pudiera mezclarse con los “malditos”. El Dios de Jesús está en contra del sentir excluyente de los fariseos.
Las parábolas no necesitan explicación alguna, pero exigen implicación. El problema está en que entendemos a Dios como pastor de un rebaño, como dueño de unas monedas o como padre defraudado que espera que el hijo cambie de postura ante Él.
Después de veinte siglos, seguimos teniendo la misma dificultad a la hora de cambiar nuestro concepto de Dios. Dios no nos tiene que buscar porque para Él nadie está perdido. Está siempre identificado con cada uno de nosotros y no puede cambiar esa actitud. Nosotros olvidamos esta realidad y vivimos como si nada tuviéramos con Él.
Sé que tengo la batalla perdida, pero no dejaré de pelear. Llevamos veinte siglos sin aceptar al Dios de Jesús y adorando al dios del AT y de los fariseos. El dios que premia a los buenos y castiga a los malos no es el Dios de Jesús. El Dios que esta esperando a que nosotros nos portemos bien para amarnos, no es el Dios de Jesús. Dios es solo amor.
Olvidamos algunos detalles de las parábolas. La oveja no tiene que hacer nada para que el pastor la encuentre, mucho menos la moneda. Pero el caso del hijo es todavía peor. ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia y yo aquí me muero de hambre! Lo que le empuja a volver a la casa del padre es un interés rastrero y egoísta.
Seguimos creyendo que nuestras actitudes condicionan la acción de Dios y eso es una barbaridad. En Dios el amor es su esencia (capacidad de identificarnos con Él) y no puede dejar de amar un instante a una de sus criaturas. Si dejara de amar dejaría de ser Dios.
Es ridículo querer comprender a Dios poniendo como ejemplo la bondad de los seres humanos. Jesús no vino a salvar, sino a decirnos que estamos salvados. Un lenguaje sobre Dios que suponga expectativas sobre lo que Dios puede darme o no darme, no tiene sentido. Dios es don absoluto y total desde antes que empezara a existir.
Si somos capaces de entrar en esta comprensión de Dios, cambiará también nuestra idea de “buenos” y “malos”. La actitud de Dios no puede ser diferente para cada uno de nosotros, porque es anterior a lo que cada uno puede o no hacer. El Dios que premia a los buenos y castiga a los malos, es una aberración incompatible con el espíritu de Jesús.
Para nosotros la máxima expresión de misericordia es el perdón. Entender el perdón de Dios, tiene una dificultad casi insuperable, porque nos empeñamos en proyectar sobre Dios nuestra propia manera de perdonar. Nuestro perdón es una reacción a la ofensa que el otro me ha causado. En cambio, el perdón de Dios es anterior al pecado. Es amor.
Pensar que si Dios me ama igual cuando soy bueno que cuando fallo, no merece la pena esforzarse, es ridículo. Nada más contrario a la predicación de Jesús. La misericordia de Dios es gratuita, infinita y eterna, pero tengo que aceptarla. La actitud de Dios debe ser el motor de cambio en mí. Dios no va a cambiar porque yo cambie de actitud con Él.