FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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jueves, 9 de abril de 2020

Entre el dolor y la esperanza

alidad, EspañaPublicado el Etiquetas , , , Con esta sencilla imagen de duelo, queremos tener presente a todas las personas que están falleciendo por la pandemia que estamos sufriendo. Recordamos a los salesianos, miembros de la familia salesiana, familiares, y a todas las víctimas. Cada día, en nuestras comunidades y hogares, rezamos por todos ellos. LEER MÁS

Historias de Amor - Jueves Santo, Ciclo A

EE.UU.: Trump proyecta que 240.000 muertes por coronavirus será el mejor de los escenarios

Redes Cristianas
El mandatario había dicho en los últimos meses que los muertos por coronavirus en su país iban a ser “casi cero” y que estaban “preparados” para la pandemia.
TRAGEDIA 02 de abril de 2020, 09:18hs – LR21
“Yo sé que se trata de una pandemia. Yo supe que iba a ser una pandemia mucho antes de que se le llamara así”, decía Donald Trump en una conferencia de prensa el 17 de marzo.
Dos meses antes, el 22 de enero, había dicho que todo estaba bien y que el COVID-19 no iba a impactar a los Estados Unidos como lo hizo en otros lados. “Lo tenemos todo bajo control. Solo es una persona que vino de China. Va a estar todo bien”, dijo en entrevista con CNBC entonces.
El 30 de enero seguía insistiendo en que tenían la sartén por el mango: “Creemos que lo tenemos muy bien bajo control. En este momento tenemos muy pocos casos en este país, solo cinco, y todas esas personas se están recuperando con éxito”, aseveraba. Días después se supo que no se estaban realizando suficientes tests de detección del COVID-19.
También se atrevió a decir en febrero que el virus “va a desaparecer en abril con la llegada del calor”, algo que no resiste escrutinio y que no tiene asidero científico. “Existe la teoría de que, en abril, cuando haga calor, este va a matar al virus. Aún no lo sabemos, no estamos seguros todavía, pero abril está a la vuelta de la esquina”, dijo en una reunión con miembros del Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza.
Y siguió relativizando la pandemia que, para finales de febrero, ya había matado a decenas de miles de personas. El día 26 se atrevió a comentar ante periodistas en la Casa Blanca: “De nuevo les digo, cuando tienes solo 15 personas y esas 15 se reducirán a cero dentro de un par de días, ese es el resultado del buen trabajo que hemos hecho”.
Viene días oscuros
A medida que crece violentamente el número de contagios en Estados Unidos, el país se convierte en el epicentro mundial de la pandemia del coronavirus. Cada hora el dato cambia, pero hasta la mañana de este jueves, 215.400 estaban contagiados y habían muerto 5.115 personas.
El presidente Trump se ha visto obligado a cambiar su posición y dejar de negar lo imposible de ocultar: se viene una catástrofe humanitaria en Estados Unidos.
“Quiero que todos los estadounidenses estén preparados para los días difíciles que se avecinan. Vamos a pasar por dos semanas muy difíciles”, dijo Trump, estableciendo expectativas para una quincena extrema donde las tasas de mortalidad aumentarán.
En su aparición el 30 de marzo en el programa oficialista “Fox & Friends”, el magnate neoyorquino sugirió una estimación de que el nuevo coronavirus podría matar a un gran número de estadounidenses. Según el más optimista escenario proyectado por la Casa Blanca, el coronavirus se cobrará más vidas que las guerras de Vietnam (58.000) y Corea (34.000) juntas y hasta 14 veces la cantidad de decesos de estadounidenses perdidos en las guerras de Irak y de Afganistán.
La proyección es que el coronavirus provoque entre 100.000 y 240.000 muertes en Estados Unidos, según explicó la doctora Deborah Birx, coordinadora de respuesta a la pandemia, en el mejor de los casos: siempre que se mantengan las directrices de distanciamiento social.

Respetarlas, señaló Donald Trump, “es una cuestión de vida o muerte”. “Vamos a pasar dos semanas muy duras”, advirtió el presidente. “Va a ser doloroso, muy doloroso durante dos semanas”.

Fallece Juan de Dios Martín Velasco, uno de los mejores fenomenólogos mundiales


“Un auténtico sabio, un maestro, y una persona bondadosa y creyente como pocas”
Fernando Vidal: «Maestro de una generación y arquitecto de una Iglesia más pobre, culta y compasiva, que necesitamos cada día más»
«Uno de los grandes teólogos españoles de la segunda mitad del siglo XX»
Silvia Martínez Cano: «Maestro y amigo. El mejor fenomenólogo de la religión que ha existido. Sin duda ya está sonriendo junto al Padre. Nos quedan muchos días de duelo…» ··· Ver noticia ··

Coronavirus o Hambre, la alternativa que tendrán muchos en África y América

Vicente Luis García Corres (Txenti)

REDES CRISTIANAS

hambre1Aunque somos conscientes de que el confinamiento que estamos viviendo, si bien hay personas que por circunstancias particulares está siendo duro, no deja de ser una opción llevadera y pasajera que traerá beneficios a la comunidad. En la comparación con la situación en otros lugares del planeta quizá sea difícil alcanzar el abismo que nos separa. Mientras para nosotros la alternativa puede ser entre quedarse en casa o una multa, para otros es morir de coronavirus o de hambre. ··· Ver noticia ··

Jueves 9 de Abril: Jueves Santo


Eucaristía2Jesús pasó la última tarde de su vida en Jerusalén en el círculo de sus discípulos, probablemente también en compañía de las mujeres que habían ascendido a la ciudad santa con él. ¿Fue esa tarde, la tarde de una fiesta pascual? Podría parecer superflua la pregunta. Sin embargo hay razones para hacerla, pues de la relación que se establezca entre el ambiente pascual y la cena de Jesús depende en gran parte la interpretación que se deba hacer del acontecimiento histórico de la muerte y resurrección del Señor.··· Ver noticia ··

JUEVES SANTO SOY PAN QUE ME PARTO Y ME REPARTO. SOY VIDA QUE ME DERRAMO PARA TODOS


col fraymarcos

Jn 13,1-15
La liturgia de este día se centra en el recuerdo de la cena: el lavatorio de los pies y las palabras y gestos que dieron lugar a la eucaristía. Ni los evangelistas, ni los exégetas se ponen de acuerdo si fue o no fue una cena pascual. No tiene mayor importancia, porque para nosotros lo esencial está en lo que va más allá del rito judío de la cena pascual. Esta Pascua no es ya la pascua de los judíos. Es curioso que los tres evangelistas, que narran la institución de la eucaristía, no hablen del lavatorio de los pies, y Juan, que narra el lavatorio de los pies, no dice nada de la institución de la eucaristía.
Tampoco sabemos el sentido exacto que quiso dar Jesús a aquellos gestos y palabras. La protesta de Pedro deja claro que, en aquel momento, los discípulos no entendieron nada. Sin embargo, el recuerdo de lo que Jesús hizo en la última cena se convirtió muy pronto en el sacramento de nuestra fe. Y no sin razón, porque en esos gestos, en esas palabras, está encerrado lo que fue Jesús durante su vida y todo lo que tenemos que llegar a ser nosotros como cristianos. Por eso, la liturgia de hoy es de las más densas de todo el año.
Debemos tomar conciencia de la importancia de los que celebramos, como la toma el evangelista Jn cuando hace esa grandiosa obertura: “Consciente Jesús de que había llegado su “hora”, la de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que estaban en el mundo, les demostró su amor en el más alto grado. Pero no es menos sorprendente el final del relato: “¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el “Maestro” y el “Señor”; y decís bien, porque lo soy. Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, sabed que también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”.
Comenzamos por el lavatorio de los pies. No porque sea más importante que la eucaristía, sino porque espero que esta reflexión nos ayude a comprenderla mejor. En ese gesto, Cristo está tan presente como en la celebración de la eucaristía. Lavar los pies era un servicio que solo hacían los esclavos. Jesús quiere manifestar que él está entre ellos como el que sirve, no como señor. Lo importante no es el hecho físico, sino el simbolismo que encierra. La plenitud de Jesús como ser humano está en el servir a los demás. Fijaos que ese profundo simbolismo es lo que se quiere manifestar en el evangelio de Juan.
El más espiritual y místico de los evangelistas, el que más profundiza en el mensaje de Jesús, ni siquiera menciona la institución de la eucaristía. Sospecho que la eucaristía se había convertido ya en un rito mágico y formal, vacío de contenido, y Juan quiso recuperar para la última cena el carácter de recuerdo de Jesús como don, como entrega. Jesús denuncia la falsedad de la grandeza humana que se apoya en el poder o en el dominio de los demás, pero proclama que la verdadera plenitud humana está en parecerse a Dios, que se da siempre y a todos sin condiciones ni reservas.
Poco después del texto que hemos leído, dice Jesús: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado”. Esta es la explicación definitiva que da Jesús a lo que acaba de hacer. Para el que quiere seguir a Jesús, todo queda reducido a esto: ¡Amaos! No dijo que debíamos amar a Dios, ni siquiera que debíamos amarle a él. Tenemos que amar a los demás, eso sí, como Dios ama, como Jesús amó. Una eucaristía celebrada como una devoción más, que comienza y termina en la iglesia, no es la eucaristía que celebró Jesús. Debemos hacer un verdadero esfuerzo por superar la tentación de seguir oyendo misa y comprometernos en la celebración de la eucaristía.
En este relato del lavatorio de los pies, no se dice nada que no se diga en el relato del pan partido y del vino derramado; pero en la eucaristía corremos el riesgo de quedarnos en una visión espiritualista y abstracta que no afecta a mi vida concreta. La presencia real de Cristo en el pan y en el vino, entendida de una manera estática y física, nos ha impedido durante siglos descubrir el aspecto vivencial del sacramento y dejarnos al margen de la verdadera intención de Jesús al compartir esos gestos con sus discípulos.
Tenemos que hacer un esfuerzo por descubrir el verdadero signifi­cado de la eucaristía a la luz del lavatorio de los pies. Jesús toma un pan y mientras lo parte y lo reparte les dice: esto soy yo. Recordemos que “cuerpo” en la antropología judía del tiempo de Jesús, quería decir persona, no carne. Como si dijera: meteos bien en la cabeza que yo estoy aquí para partirme, para dejarme comer, para dejarme masticar, para dejarme asimilar, para desaparecer dando mi propio ser a los demás. Yo soy sangre (vida) que se derrama por todos, es decir, que da Vida a todos, que saca de la tristeza y de la muerte a todo el que me bebe. Eso soy yo. Eso tenéis que ser vosotros.
Por haber insistido exclusivamente en la presencia real de Cristo en la eucaristía, nos acercamos al sacramento como a una realidad misteriosa, pero que no tiene valor de persuasión, no me lleva a ningún compromiso con los demás. La presencia real, por el contrario, debía potenciar el verdadero significado del gesto. Nos debía de recordar en todo momento lo que Jesús fue y lo que nosotros, como cristianos, debemos ser. El haber cambiado este sentido dinámico, por una adoración, ha empobrecido el sacramento hasta convertirlo en algo aséptico, que nada me exige y nada me motiva.
Lo que Jesús quiso decirnos en estos gestos es que él era un ser para los demás, que el objetivo de su existencia era darse; que había venido no para que le sirvieran, sino para servir, manifestando de esta manera que su meta, su fin, su plenitud humana, solo la alcanzaría cuando llegara a la donación total en la muerte asumida y aceptada. Solo un Jesús des-trozado puede ser asimilado e integrado en nuestro propio ser. Descubrir que destrozarnos, para que nos puedan comer, es también la meta para nosotros, es el primer objetivo de un seguidor de Jesús. Pero de esto hablaremos mañana, Viernes Santo.
Juan no menciona la eucaristía en el relato de la última cena, pero en el c. 6 encontramos la explicación de lo que es la eucaristía. “Yo soy el pan de Vida”. “Quien viene a mí, nunca pasará hambre; el que cree, nunca pasará sed”. Queda claro que comer el pan y beber literalmente la sangre, no es más que un signo (sacramento) de la adhesión a Jesús, que es lo importante. Se trata de identificarse con su manera de ser hombre al servicio de los demás hasta deshacerse por ellos. El mayor peligro que tenemos hoy los cristianos es acercarnos al sacramento como medio de unirnos a Dios, olvidándonos de los hombres.

Dice más adelante: “El Padre que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me “come” vivirá por mí”. No hay una explicación más profunda de lo que significa este sacramento. Jesús tiene la misma Vida de Dios, y todo el que le siga tendrá también esa misma Vida definitiva, que no se verá alterada por la muerte biológica. Para hacer nuestra esa Vida, tenemos que aceptar la “muerte” a todo lo que hay en nosotros de caduco, de terreno, de transitorio, de individualismo, de egoísmo. Sin esa muerte, nunca podrá haber Vida. No se trata de renunciar a nada, sino de conseguirlo todo.