FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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martes, 26 de mayo de 2015

Monseñor Romero y la Iglesia de los pobres o de Jesús Comité Oscar Romero de Cádiz- Pedro Castilla Madriñán



RomeroMartirDeLaJusticiaHace unos años tuvimos que acudir al El Salvador como padrinos de boda entre un joven cooperante español, al que el Comité le había facilitado su altruista aspiración, y una periodista salvadoreña. Ambos deseaban casarse en la capilla del “Hospitalito”, donde asesinaron a Romero, pero debería autorizarlo la jerarquía salvadoreña.
El obispo Modesto López Portillo nos recibió, en mayo de 1999, en un despacho de la catedral de San Salvador. Serio y desconfiado, nos acosaba a preguntas a mi esposa y a un servidor. Pensando que la pertenencia al comité Oscar Romero pudiera representar un aval, comenzamos comunicándoselo, craso error, ya que por la expresión de su gesto (la cara no es el espejo del alma, sino el alma) y la acritud de sus preguntas demostró todo lo contrario. Priorizando el “objetivo” de la reunión, tragamos saliva, ocultamos nuestras convicciones evangélicas y aguantamos el tipo ante aquella inquisición. Tras el turno de la joven pareja, la periodista nos abrazó llorando de rabia. Nos habían pisoteado la dignidad humana y nuestra pureza cristiana.


A los dos días, la prelatura otorgó el permiso bajo ciertas condiciones. Poco más tarde, nos enteramos que Portillo era uno de los muchos enemigos que Romero tenía entre sus hermanos. Hasta el propio Juan Pablo II lo humilló tres meses antes de su asesinato negándole la audiencia, en un principio, y despreciando los documentos que demostraban la persecución y asesinato de sacerdotes salvadoreños. El Papa, desdeñando su trabajo y petición, se limitó a decirle: “Usted, señor arzobispo, debe esforzarse para lograr una mejor relación con el gobierno de su país”.
Aquel episodio con Portillo, significaría nuestro primer desencuentro con determinadas jerarquías eclesiásticas, muy desocupadas de los sufrimientos del pueblo y bastante cercanas a los intereses de poder. En connivencia, además, con un sistema que favorece las injusticias, escandalosas desigualdades y las guerras como método de apropiación de los recursos ajenos. Ósea, un sistema descaradamente antievangélico. No llega a entenderse, por ejemplo, como la jerarquía eclesiástica venezolana se alinea desvergonzadamente con una violenta, cruel y antidemocrática oposición, apoyada por la ambiciosa oligarquía venezolana e intereses de los Estados Unidos, cuando es palpable los grandes logros sociales en alimentación, salud, educación y vivienda logrados por el actual gobierno venezolano. Nunca ha existido una alternativa gubernamental en Venezuela tan cercana al Evangelio como la de Hugo Chávez y, sin embargo, esta opción se ha convertido en una maníaca persecución por parte de la curia venezolana.
Lástima la forma en como la jerarquía salvadoreña ha organizado la celebración. Muy alejada del estilo de Oscar Romero La oligarquía del país hizo negocio con su imagen e intentó distorsionar su mensaje, pero gracias a la incidencia de la gente, y organizaciones de base, se ha conseguido neutralizar el perverso “movimiento” de descafeinar la figura y mensaje de Romero por parte de ese poderoso colectivo. El colmo del cinismo fue el invitar al hijo del asesino de Oscar Romero, quien tuvo un lugar privilegiado en la celebración junto al cuerpo diplomático y personalidades relevantes. Pero la gente, al verlo entrar, expresó masivamente su descontento.
La denuncia recordaba el grito unánime de la abarrotada plaza, en aquel el 25 aniversario de Romero: “Queremos obispos cercanos a los pobres”. También las organizaciones de Derechos Humanos salvadoreñas, han conseguido que 12 mujeres y hombres que tienen hijos/as desaparecidos durante el conflicto tuvieran un lugar especial en el templete, a todas estas personas Monseñor Romero les ayudó a buscar sus familiares, les acompañó y les consoló, A estas victimas la organización eclesial del evento no les había incluido en la lista de personalidades, pero al final las organizaciones populares lograron que se incorporaran. A pesar del intento por ofrecer un nuevo Monseñor Romero, se encontraba presente el espíritu del verdadero Romero, y todo gracias a su pueblo:…”Resucitaré en el pueblo salvadoreño”.
La actitud de Rouco Varela, presionando para que no acuda ningún prelado a la beatificación de Oscar Romero, denota claramente la postura de esa Iglesia antievangélica, cercana al poder y alejada del pueblo oprimido. Tampoco llega a entenderse como en esta España, campeona en desigualdad, inhumana en desahucios, con dramáticos índices de pobreza y desnutrición infantil, crecientes personas sin techo, que deambulan olvidados por nuestras calles, mal acogedora de inmigrantes, sólo de los miles de cadáveres que nos llegan anualmente, alarmante índice de desempleo y precariedad laboral, que roza la esclavitud, preocupantes recortes en sanidad, educación y derechos sociales y tantas atrocidades más, la jerarquía eclesiástica no haya alzado su disonante voz ante tanta barbarie humana y si la acentúen para no alinearse, precisamente, con un “hermano” que si la empleó, en coherencia con el Proyecto y martirio de Jesús, para denunciar esas causas de inhumanidad e injusticias.
Al Comité Oscar Romero de Cádiz, no es que le importe mucho esta beatificación, ya que el pueblo mundial lo reconoció, hace tiempo, como San Romero de América, pero si quiere reconocer el esfuerzo del papa Francisco por enaltecerlo y, con él, a toda la crucial teología y espiritualidad de la liberación, que si es muy importante exaltarla en aras a recuperar esa visión evangélica de Jesús, que tanto hace falta en el mundo actual.

Hasta hace poco, hablar de Oscar Romero, Helder Cámara, Leónidas Proaño, Gustavo Gutiérrez, Sergio Méndez, Samuel Ruiz, Leonardo Boff, Pedro Casaldáliga, Ellaquría y tantos otros teólogos y sacerdotes más, suponía un ejercicio de herejía. Y, sin embargo, entre ellos se encuentran los verdaderos padres de la Iglesia latinoamericana, que tanto aire fresco y evangelizador le está proporcionando al resto de la Iglesia mundial. Pero una parte de esa Iglesia, que a nadie llega, se resiste a reconocer sus miserias evangélicas y, utilizando las armas de su poder, atacan hasta el propio Papa Francisco, símbolo de esperanza, autenticidad evangélica y de amor.
Ya decía Romero de América: “Una iglesia que no sufre persecución, sino que está disfrutando los privilegios y el apoyo de la burguesía no es la verdadera Iglesia de Jesucristo”.

¿Hasta cuándo puede durar la experiencia cristiana, es decir, el cristianismo? Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

No pregunto de la permanencia de la Iglesia, que, según los exegetas interesados y triunfalistas, tiene la garantía de duración desde el acta de fundación: “Y yo te digo, tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella”. (Mt 16,18). Otros, más exactos, sabiendo que en el tiempo de Jesús no se hablaba de Iglesia, y que esa palabra no puede ser jesuana, traducen “comunidad” en vez de Eclessia. De hecho, la Iglesia, tal como la conocemos, o de modo muy parecido, solo comienza a desarrollarse desde los siglos V-VI, pues lo anterior fue, eso sí, una auténtica comunidad cristiana. Y que la Iglesia institución ha durado hasta hoy, es innegable. Otra cosa es que, durante tanto tiempo, haya sido, de verdad, una comunidad que respondiera a la idea del Reino de Dios que Jesús vino a establecer en la tierra. En los siguientes párrafos intentaré explicar por qué me hago, y os las transmito, estas reflexiones, y qué sentido tienen.

En 1º lugar, Jesús da a su incipiente comunidad, una Carta Magna, o Constitución, que es el Sermón de la Montaña, comenzando por la invitación más humana y humanista, original y profunda, diferente y eficaz que nunca se haya pronunciado: las Bienaventuranzas. La proclamación de prioridad en la dicha y en la realización humana, dentro del Reino de Dios, de los pobres, de los anawim, de los pobres de Yavé, es, además de una idea inquietante y original, una verdadera y profunda revolución. En Europa, y, en general, en los países llamados, no sé si bien o mal, si propia o impropiamente, desarrollados, cometemos la terrible equivocación de confundir “pobres”, o todavía peor, “pobres de Yavé”, con miserables. Pero no es lo mismo. El pobre bíblico vive con dignidad, aunque no tenga dinero sobrante para guardar, o, tal vez, por eso mismo.
En 2º lugar, hemos de admitir que la Iglesia primitiva, hasta la primera mitad del siglo IV, vivió el estilo de vida que predico el Maestro, en los referente a los bienes, y en casi todos los aspectos. Sobre todo llama la atención cómo intentaron vivir el maravilloso discurso de Jesús, dentro del Sermón de la Montaña, sobre el dinero, las riquezas, y la pobreza, (en Mt 6, 16-34), con frases como: “Dejaos de amontonar riquezas en la Tierra, …”; “porque donde tengas tu riqueza tendrás tu corazón”; “nadie puede estar al servicio de dos señores , … no podéis servir a Dios y al dinero”; “conque no andéis preocupados pensando qué vais a comer, o que vais a beber, o con qué os vais a vestir. Son los paganos los que ponen su afán en esas cosas”. Los primeros cristianos vivieron así, y por eso admiraron extraordinariamente a los paganos, porque éstos comprobaban que entre ellos no había necesitados, sino que todos vivían en una sana armonía, igualdad, y fraternidad de amor y de servicio.
En 3º lugar, había desvíos y personas desconfiadas en el reparto de la riqueza, y que intentaban, o hacían trampas. Pero constituían una excepción. Lo contrario a lo que hoy ocurre: la inmensa mayoría de los cristianos, tanto católicos, como luteranos, como anglicanos, como calvinistas, vivimos preocupados por el dinero, sirviendo al dinero como a un ídolo, y siendo reacios a una justa distribución de la riqueza.
En 4º lugar, si es verdad lo que afirmo en el final del párrafo anterior, entonces es evidente que no cumplimos el mandato del Señor, “amaos unos a otros como yo os he amado”, y viviendo con esa actitud “todos comprenderán que sois mis discípulos”. Y en el mundo sucede todo lo contrario. Si hacemos el test que nuestro profesor de pastoral de evangelización del Instituto de Pastoral de Salamanca en Madrid, padre Benzo, nos hacía en la pizarra en el curso 1969-70, coloreando los países de manera diferente, y referente a los recursos económicos, pintando de verde a los más ricos, coincidía que eran todos el Hemisferio norte, y todos ce religión cristiana, excepto Japón. Los de rojo, pobres, la mayoría en América latina, y también cristianos, y sudeste asiático, de otras religiones; y los de negro, miserables, en África, animistas, o de cultos africanos diversos. Es decir, los cristianos del norte, adoradores y servidores del Dios dinero, y, ¡cristianos!
Pero lo anterior no debería ser posible. Es muy difícil decir hoy que no se puede ser cristiano, y rico, muy rico, a la vez. Pero si queremos volver a una experiencia cristiana que sea signo, testimonio y llamada a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, muchos de ellos perdidos en vericuetos existenciales, la comunidad cristiana tendrá que estar, en general, libre de las ataduras de lo sobrante para una vida digna. Ya lo afirmó Pablo VI en la Populorum Progressio, tema que avanzaré y profundizaré otro día.

El Arzobispo de Granada se ‘lava las manos’ ante el juez y, sobre abusos sexuales, le dice que pregunte al Vaticano

 

Obispo Martínez
El instructor requirió “de forma definitiva” al Arzobispado que le facilitara la documentación íntegra de los interrogatorios
Poca o ninguna ayuda está encontrando la justicia en el Arzobispado de Granada para esclarecer el caso de los supuestos abusos sexuales de sacerdotes contra menores. Hoy ha respondido al requerimiento que le hizo el juez que instruye lel caso indicando que la investigación canónica completa, iniciada a raíz de la denuncia de los hechos, depende de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano. Dicho en lenguaje bíblico, “se ha lavado las manos”.··· Ver noticia ···

Cristiandad versus cristianismo. (carta respuesta al”Llamamiento Filial a Su Santidad el Papa Francisco”) Antonio Bentué, teólogo

La coyuntura que vive hoy la Iglesia católica es preocupante y, a la vez, esperanzadora. Por un lado, el desprestigio acumulado de la Institución tradicional, debido a abusos de poder (Banco Vaticano, Los Legionarios de Marcial Masiel, Karadima en Chile…). Y, por otro lado, un Papa, como Francisco, que intenta reconectar la Iglesia católica con su fundamento auténtico del Jesús de los evangelios, crucificado como consecuencia de su opción divina por los pobres y marginados, y a quien Dios resucitó ratificando que en ese crucificado el mismo Dios revelaba cuál era su verdadero Espíritu. Con el Decreto de Teodosio (380), el Imperio romano quiso apropiarse de la fuerza del cristianismo “martirial” a favor del poder imperial, asumiendo al Cristianismo como la religión oficial del Imperio romano (y así el “cristianismo”, coherente con el Jesús de los evangelios, se transformó en “Cristiandad”).

De esta manera, la Institución católica tomó la ambigüedad propia de una Religión de poder. Contra ello reaccionaron, al comienzo, los monjes yéndose al desierto. Y más tarde, hubo otras reacciones, como los movimientos de vuelta al Evangelio (“cátaros” y Franciscanos, o el mismo Lutero), hasta llegar al Concilio Vaticano II con su inspiración original de “vuelta a las fuentes” que impulsó Juan XXIII con el “aggiornamento” de su Encíclica Pacem in Terris y el mismo Concilio.
El Papa Francisco intenta retomar de nuevo aquel retorno al evangelio (que había quedado “entrampado” en el postconcilio). Por eso tomó el nombre de Francisco. Pero el poder iniciado y conseguido con el Decreto de Teodosio y fortalecido con Carlomagno, no quiere renunciar a aquella sacralización del poder mundano (con el surgimiento de la “Cristiandad”) y las luchas de poder que implicó a lo largo de la historia (cruzadas, conquistas de América…); no quiere renunciar al poder adquirido, dando para ello razones aparentemente “religiosas y morales”. Y ahí está la raíz de las dificultades con que se enfrenta el Papa Francisco. Ya Jesús previno que “no había venido a traer la Paz, sino la espada y a dividir la familia…”, entre quienes quieren mantener la religión de “poder” (“que constituyó la tentación del mismo Jesús, ¡a la cual no cedió!) y quienes sueñan y esperan, -con la “esperanza” puesta sólo en el Espíritu de Dios que ungió como Cristo (=Ungido) a Jesús y que le fue dado a la Iglesia, con su muerte en cruz (Jn 19,30)-, que la Iglesia pueda retomar ese “Espíritu” para volver así a parecerse a la comunidad del Nazareno, ajeno a todo poder mundano: “No será así entre Ustedes…Pues mi Reino no es de ese mundo” (le objetó a Pilatos, anticipando ya el rechazo al “decreto” de Teodosio).
Cercanos ya al Sínodo de la Familia, convocado por el Papa para el próximo mes de Octubre, se ha puesto en acción la maquinaria del poder de “cristiandad-católica”, liderada por el Cardenal Burke y el Cardenal Jorge Medina. Para ello hacen pública una carta titulada como un “filial llamado a su Santidad el Papa”, para prevenir que, en el próximo Sínodo de la familia, el catolicismo moral deje de excluir de la Iglesia a los homosexuales (cuya relación de amor consideran “contrario a la Ley divina y a la Ley natural” = o sea no pueden ser acogidos, reconocidos como tales, ni en la Iglesia ni en la sociedad civil), y deje fuera del acceso al Jesús eucarístico a las “pobres” “divorciadas vueltas a casar”, aun cuando el sentido profundo de la Eucaristía es que Jesús quiso quedarse con nosotros para seguir acompañando a los “frágiles” hijos de Adán, “donde haya dos o más de ellos reunidos en su Nombre”. Dios, en cambio, resiste a los “creídos” y fue crucificado por culpa del “puritanismo” representado por los fariseos y los sacerdotes, tan cumplidores de la Ley que la transgredieron en su esencia misma al rechazar el “nuevo mandamiento”, por el cual Jesús entregó su vida: “Ámense los unos a los otros como yo les he amado”. Eso es lo único Absoluto; todo lo demás sólo vale en relación a ese único mandamiento nuevo. Y esa es precisamente su “novedad”: “Quiero misericordia y no sacrificios; ese conocimiento de Dios y no los holocaustos”. Y “vengan a mí todos los que están cansados y oprimidos” (Mt 11,28-30).
En la misma redacción de la carta promocionada por los eminentes cardenales Burke y Medina, uno percibe la actitud “puritana” y “clasista” análoga a la del Sanedrín, al constatar la pertenencia “social” de la mayoría de sus firmantes. En efecto, junto con una de las “personalidades” que encabezan el listado (H.H. Duque Paul de Oldenburg y su esposa Pilar H.H. Duquesa de Oldenburg), estampan ahí su firma otros abundantes duques y duquesas, marqueses y marquesas, condes y condesas, Altezas reales y jefes de Casa Real de Brasil, de Portugal o de Löwenstein, también está la Archiduquesa de Habsburgo, casada con un ex-embajador de Chile en el Vaticano; además hay ex comandantes en jefe del ejército peruano o de la Armada peruana y norteamericana, Fundadores y miembros de la Sociedad en Defensa de la tradición, la familia y la propiedad (sobre todo), ex embajadores de EEUU, muchos nombres con apellidos comenzados con “de” o “von” o “van”, muchos obispos eméritos y ex capellanes de fuerzas armadas, o incluso algún Arzobispo u obispo de los servicios militares de Brasil y de Ecuador, incluso hay un Jefe del Clan de los reyes incas, o también el Jefe del Federal Savings Bank (de Brasil) y el Presidente del centro de investigación del Capital (EEUU), exministros iraníes, precisando que corresponden a la época del Sha (dictador-emperador) de Persia fugado a EEUU con su mujer y toda su fortuna…( http//www.filialappeal.org).
Pues bien, ésta no es la Iglesia del nazareno Jesús, y no tiene nada que ver con el Jesucristo crucificado precisamente por anunciar que su Reino “no es de ese mundo”. Y, frente a tal pretensión impúdica, sería el momento de que todas las Comunidades cristianas del “Pueblo de Dios” pidieran a sus obispos convocados al Sínodo que, junto al Papa Francisco, proclamen con fuerza que la verdadera Iglesia de Jesús es “Iglesia de los pobres”, lo cual implica el llamado a la conversión de los ricos y potentados (“puesto que es muy difícil que un rico entre en el Reino de los cielos; es más difícil que un camello pase por el hueco de unja aguja a que un rico entre en el Reino de Dios”, Mt 19,23,24). La Iglesia de Jesús no es la de intereses de poder mundano, reivindicado en la carta por el tenor de sus firmantes, con la excusa de que se está defendiendo la “familia” y la “pureza de la fe”. El evangelio deja muy claro lo que Jesús quería y lo expresó (costándole la vida) en reacción a esa pretensión “puritana”: “En nombre de su tradición, no invaliden la Palabra de Dios, ¡hipócritas!”(Mt 15,6s), puesto que “preparan cargas pesadas e insoportables y las colocan sobre las espaldas de los demás, mientras ellos no las mueven ni con el dedo…(y viven muy bien en sus reductos de poder y , a veces, de placer clandestino, a lo Maciel o Karadima)… Ay de Ustedes, fariseos hipócritas, que purifican por fuera las copas y los platos, mientras por dentro están llenos de rapacidad y de codicia. Fariseo ciego, purifica primero el interior de la copa, y así también será puro el exterior”(Mt 23,4 y 15). Por eso, ahora es el momento de fidelidad irrestricta al verdadero Evangelio de Jesús, apoyando al Papa Francisco en su esfuerzo por devolverle a la Iglesia su verdadero rostro de “iglesia de misericordia” hacia los pobres, quienes, en su situación familiar, tienen a menudo realidades que no corresponden al mal llamado ideal de “familias bien constituidas” como si fueran las únicas con “derecho” a acercarse al “sacramento de eucarístico”; cuando son los “débiles”, la mayor parte de los cuales son “pobres y marginados”, quienes son los primeros llamados a su cercanía. La Iglesia no es un “club” de los puros, sino una comunidad de “pobres” acogidos por el mismo “seno (Raham, Ex 34,6) de Dios”.

SI TU Y YO NO LE HACEMOS “LÍOS” A CORRUPTOS Y ABUSADORES … ¿ENTONCES QUIÉN?
Jesús fue ayer en el templo y ahora: “UN INDIGNADO”

La gran derrota del Partido Popular Ignacio Escolar

 


La derecha paga por la corrupción, por su soberbia y por su nefasta gestión
1. Se acabó el monopartidismo. Nunca hubo un partido en España con tantísimo poder como el que en estos últimos cuatro años ha tenido el PP. Y nunca el hundimiento ha sido tan rápido, tan contundente y tan merecido para una derecha que al fin paga por la corrupción, por su soberbia y por su nefasta gestión. ··· Ver noticia ···