FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
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ATALAYA

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miércoles, 21 de junio de 2023

SED DE ALTURAS

fe adulta

col koldo

 

Hay abreviaturas que esconden inmensidades. En su jerga siempre hablaban del “Piri”. La expresión era breve, pero su universo debía ser necesariamente grande. Ya casi de noche, muchos viernes los vi partir hacia esas dos escuetas sílabas coronadas de blanco. No podía llegar a creer que aquello fuera sólo un mero deporte. Las aficiones van y vienen, pero aquélla persistía y arraigaba. El “Piri”, aún con todas sus inmensidades, se hizo pequeño y hubieron de plantarse ante las más imponentes montañas del planeta. La “amoña” metió más lana en los calcetines que les hizo a mano, los mapas eran ya en inglés y, a la vuelta del Himalaya, las espesas barbas tenían casi un mes. 

¿Qué empuja cuesta arriba a quien sortea los altares de abajo? ¿Era el cuerpo que quería engrasarse o el alma que quería expandirse? ¿Era la altura un desafío para las piernas o una urgencia del alma de llegarse más cerca del Misterio Intangible? Desplazarnos al centro de la Naturaleza, quizás equivalía a presentarnos en el centro de nuestro ser eventualmente también soleado y arboreado. Cada paso respetuoso puede esconder una sincera y muda rendición. La sed de alturas podía ser en realidad una necesidad íntima, a todas luces inconfesable.

La cuestión era seguramente volver, no importa cómo, ni por dónde, una y otra vez a la Altura más ancha y panorámica, a la Atalaya más soleada que nos habita. Quizás se trataba de ensayar vivir instalados en lo más elevado y noble que en realidad representamos. No importa el Sendero, menos aún su nombre en el mapa. En la era digital, de la autonomía que brinda el GPS, es posible prescindir de las gastadas cartografías.

“Todo aquello que nos conmueve nos está llamando de regreso a nosotros mismos”, sugiere el artista y escritor argentino, Juan Lucangioli. La conmoción que he constatado en cercanos ateos vale seguramente por muchas de nuestras genuflexiones, por buena parte del humo de nuestros inciensos reunidos. Mochila al hombro, no será preciso les enseñes "mantrams", ni melodías trascendentales.

"Conmoverse" era también escalada por vía rápida, discreta pared vertical, modalidad acelerada de remontar en Altura. Hemos de cuidarnos de levantar nuevas fronteras entre los “conmovidos”. No sólo derribar fronteras entre los credos, igualmente entre los credos y los no credos. La mirada también ora en la contemplación, por más que se resista en bajar a los labios. Cada quien se “organiza” como puede, vuelve a sí mismo, a la divina presencia que le habita por su camino más florido, sencillo y familiar. Hay quienes optan por verdes alturas sin enhiestas cruces, ni sonoros campanarios. Conozco convencidos "ateos" que no pisan la iglesia, pero que nunca deshacen la mochila con la que se encaminan una y otra vez a las soberbias praderas, a las cimas pirenaicas.

La llamada de la Naturaleza no era sólo una invitación al ejercicio, una búsqueda de la belleza primigenia, era también una urgencia básica de retorno al Hogar. Conviene preguntarnos qué es lo que nos anima a aldabonar una y otra vez las puertas de esa Naturaleza y sus desafiantes montañas. Hay esenciales nostalgias que no se esquivan con facilidad.

Quizás lo importante era reunirnos en la Cumbre, echar la foto de la comunión, agitar la bandera de turno y agradecer en lo más íntimo. Nadie ose catalogar, encuadrar, menos aún adoctrinar ese profundo, sincero y silente agradecimiento.

 

BUENOS ALTAVOCES

fe adulta

col gerardo

 

Oigo muchas homilías. Y reconozco que me cuesta mucho oírlas. Como yo, pienso que las personas mayores andamos un tanto torpes de oído. Tampoco los altavoces funcionan demasiado bien y eso nos hace más difícil el captar la predicación. Los predicadores necesitamos un cursillo para aprender a pronunciar, despacio, a transmitir bien el Mensaje del Evangelio. Y para ello, primero que hayamos captado, vivido y sentido su contenido. Estamos para transmitir lo que la Palabra ha provocado en nosotros.

Es preciso haber acogido, asumido, asimilado lo que Dios nos dice a nosotros para poder transmitirlo a los oyentes. Calculo que cada predicación requiere en mí unas cinco horas de estudio, reflexión, oración de lo que Dios nos quiere decir.

Comprendo que es más fácil transmitir el Mensaje con algún signo, gesto, objeto concreto... Centra mucho más la atención. Y que todo gire en torno a una realidad. Que sea breve. Y fijarme en los fieles para ver cómo reaccionan. Según el gesto que pongan, iré comprendiendo mejor el efecto que surte en ellos esa predicación. Cuando miren muchas veces al reloj o se muevan, es señal de que están en otra onda, de que no están captando el contenido, o que no les resulta interesante.

Por supuesto que será interesante y necesario que parta de sus vidas y que ayude a leer su día a día según Jesús. En las parábolas de Jesús tenemos un ejemplo a imitar: breves, con imágenes y basadas en la vida cotidiana.

La Palabra ha de ser –según nos lo dice la carta a los Hebreos– “más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser”. Que no sea como la lluvia que cae sobre piedra y resbala, sino sobre tierra; y va calando y produce frutos de conversión a la Alegría.

El ideal será que todos los oyentes, participemos y compartamos nuestros sentimientos y nuestras experiencias. Es evidente que esta participación requiere una mayor preparación y celebraciones más extensas. Pero el Espíritu nos habla a todos y se nos manifiesta. No estamos solo para oír, sino para escuchar, captar, acoger, vivir y compartirlo.

Claro que, con este planteamiento, se requiere mucho más tiempo y una actitud más profunda.

Me viene a la memoria lo que un compañero mío decía: “me pongo a predicar, veo que son seis personas y pienso que son media docena, me da miedo y no predico”.

No pasa nada. Es obra del Espíritu que sopla. Simplemente se trata de escuchar y ser altavoz.

DISCURSOS DE ODIO Y PRÁCTICAS VIOLENTAS: ANÁLISIS Y RESPUESTAS

col tamayo

 

Uno de los temas sobre los que la ciudadanía debe reflexionar de cara a las elecciones del 23 de julio es el del racismo, su presencia en la sociedad española y el tratamiento en los programas electorales. Ofrezco a continuación algunas claves por si sirvieran de ayuda para dicha reflexión.

El racismo, un fenómeno estructural

Es frecuente escuchar afirmaciones como “en los campos de futbol no hay racismo”, “yo no soy racista”, “los españoles no somos racistas”. Sin embargo, los hechos desmienten tan contundentes y autocomplacientes aseveraciones.  Veámoslo.

No son infrecuentes los insultos racistas en los campos de futbol españoles. Vinicius Jr. viene siendo objeto de ellos de manera reiterada. La última vez fue en el partido del Real Madrid con el Valencia en el campo de Mestalla. En un principio el foco se puso en los insultos en el terreno de juego y se quiso reducirlos a dos personas “mal educadas” para quitar importancia a las agresiones verbales contra el jugador brasileño. Es una interpretación que he oído o leído estos días. Peor aún, hay quienes hacen responsable al jugador por encararse con quienes le insultan en vez de callarse y aguantar los insultos. ¡Error inmenso error y grave desenfoque del problema!

El ambiente racista se vive a diario en los campos de futbol de nuestro país. En este caso comenzó con la llegada al Mestalla de los futbolistas del Real Madrid, recibidos con una agresividad verbal infundada e inesperada. Cientos de personas llamaron a Vinicius “puto mono”, le gritaron insultos racistas imitando los sonidos de los monos, llamaron hijos de putas a los jugadores madridistas y ¡les desearon la muerte! Es en ese contexto en el que hay que situar su gravedad dentro de los campo de futbol.

He utilizado al principio de este artículo la palabra “objeto” intencionadamente, porque las personas racistas reducen a meros objetos despreciables a quienes insultan negándoles su dignidad como personas. Es todo lo contrario al imperativo categórico kantiano: “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre y al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio”. Las personas agresoras tenían que haber sido conscientes de que eran ellas mismas quienes estaban perdiendo su dignidad en ese momento.

Este tipo de comportamientos no pueden ser considerados accidentes irrelevantes, hay que tomarlos en serio por su gravedad y persistencia y por la tendencia a normalizarlos no solo por parte de un sector de la ciudadanía, sino también de algunos dirigentes deportivos y políticos e incluso de jueces que dan carpetazo a las denuncias. Son muy pocas las denuncias contra los insultos racistas en los campos de futbol que prosperan. Y eso es más grave todavía.

No estamos ante un fenómeno individual, sino estructural que está instalado en el imaginario social de manera más extendida y profunda de lo que emerge externamente, y en los lugares de ocio, de trabajo, en los colegios, las universidades, los parques, las calles, la publicidad, los medios de transporte, el mundo laboral, el acceso al alquiler de una vivienda, etc. Son los microrracismos que suelen pasar desapercibidos en la vida cotidiana.

En 2019 los delitos de odio relacionados con el racismo y la xenofobia se incrementaron en un 20,9% en relación con los de año anterior. Según un estudio del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial (CEDRE), dependiente de la Secretaría de Estado de Igualdad, más de la mitad de las personas de diferentes grupos étnicos encuestados en 2016 afirmaron que habían sufrido alguna situación de rechazo por el color de la piel u otros rasgos físicos.

Responsabilidad de la extrema derecha y de las organizaciones religiosas integristas 

Los discursos y delitos racistas no son fenómenos aislados que se produzcan solo en los estadios de futbol por un público enfurecido y fuera de sí. Conforman un continuum con los que se dirigen contra las minorías religiosas, étnicas, culturales, el movimiento feminista, los colectivos inmigrantes y refugiados, las personas LGTBIQ, los adversarios políticos, etc. Ese es el problema que hay que atajar desde la familia, la escuela, las asociaciones vecinales, los movimientos sociales, los sindicatos, los partidos políticos, las asociaciones de padres y madres de alumnos y alumnas, deportivas, estudiantiles, profesionales, religiosas, culturales y las ONG’s. El empeño en esta tarea educativa es prioritario y afecta a toda la sociedad.

Yo creo que la extrema derecha política, económica y social, en alianza con las organizaciones religiosas integristas y fundamentalistas, tiene una responsabilidad no pequeña en tales delitos y discursos de odio en la medida en que provocan, promueven y alimentan la islamofobia, la xenofobia, el racismo, el antisemitismo, el supremacismo blanco, la aporofobia, la consideración del feminismo como feminazismo, el negacionismo de la violencia de género, la condena de la teoría de género a la que llaman despectivamente “ideología de género” cuando se trata de una teoría fundada científica, filosófica y antropológicamente. Y lo hacen a través de la dialéctica amigo-enemigo, nosotros-ellos, personas nativas con todos los derechos-personas extranjeras carentes de los mismos.

… Y de la sociedad

Pero la sociedad -nosotros y nosotras- no está exenta de responsabilidad en la medida en que legitima con frecuencia los discursos y delitos de odio y las prácticas violentas con el silencio, la inacción, el cruzarse de brazos y el creer que no se puede hacer nada por evitarlos. Nosotros y nosotras también podemos ser generadores y transmisores de odio. Por eso tenemos que hacer un acto de introspección y revisar nuestras emociones e inclinaciones descontroladas a la ira, al asco, al odio y a las microfobias anidadas en nuestros rincones sentimentales y mentales.

En su libro La obsolescencia del odio (PRE-TEXTOS, Valencia, 2019), el intelectual pacifista alemán Günther Anders (1900-1992) considera que “el vulgar y casi universalmente aceptado ‘Yo odio, por tanto, yo soy’ u ‘Odio, por tanto, existo’” es hoy “más verdadero que el famoso cogito ergo sum de Descartes”. El odio es “la autoafirmación y la auto-constitución por medio de la negación y la aniquilación del otro".

Sucede, además, que la negación de las otras personas a través del odio suele producir placer. Por ejemplo, el torturador disfruta en el acto de torturar: “odio y placer acaban siendo una sola y misma cosa”, dice Anders. Cuanto más se extiende y más veces se repite el acto de odio más tiende a extenderse el placer del odio y el placer del ser sí mismo.

Si la filosofía africana Ubuntu afirma: “Yo soy solo si tú también eres”, los discursos de odio vienen a decir: “el otro no debe existir para que yo exista; él ya no existe, por tanto, yo existo como el único que queda”. Se llega así al placer del odio, que constituye su culminación y desemboca con frecuencia en actitudes y prácticas violentas. Los medios de comunicación nos informan a diario de ellas.

Respuesta a los discursos de odio y a las práctica violentas

¿Cómo responder a los discursos de odio, que tienden a desembocar en prácticas violentas? Ofrezco algunas propuestas: la primera, reconocer y respetar la igual dignidad y derechos de todos los seres humanos sin ningún tipo de discriminación; la segunda, construir comunidades integradoras del pluriverso étnico, cultural, religioso, político, afectivo-sexual, donde quepamos todas y todos, también la naturaleza, practicando la eco-fraternidad-sororidad, la ciudadanía global y la cuidadanía (de cuidados); la tercera, comprometernos con los movimientos sociales que luchan contra las diferentes formas de racismo y de exclusión; la cuarta, fomentar un cambio de lenguaje: del anti a inter, del nosotros-ellos a un nos-otros inclusivo, de la identidad singularista a la inter-identidad, de lo único a lo múltiple.

CRISTIANO ES SENTIR COMPASIÓN


col muro

 

Jesús mira al pueblo, a las gentes y las ve extenuadas y abandonadas: "como ovejas sin pastor". 

¿Cómo están –estamos- hoy nuestras gentes, las grandes masas de población? ¿Qué voces escuchamos? ¿Qué pastores conducen nuestros pasos, los planes de educación de los niños, adolescentes, qué criterios rigen la formación de nuestros jóvenes en la universidad? ¿Qué líderes, qué ideologías orientan nuestra sociedad? ¿Qué locutores, presentadores y "tertulianos" crean opinión, ética y movimientos de comportamientos a través de los medios de comunicación?

Tal vez hoy en día también vivimos extenuados y abandonados: "como ovejas sin pastor" o, lo que sería peor, guiados por falsos pastores, por asalariados, que cuando "las cosas vienen mal dadas", abandonan el rebaño, (Jn 10).

Por desgracia hoy las masas somos conducidas (“duce”) por la dictadura de los “tertulianos”, las “ideologías” y los “wasaps”.

Los políticos no sienten compasión del pueblo, quieren su voto.

La "tertulia" como "lugar teológico" o epistemológico habla y habla sin parar como exhibición de los que intervienen en ella.

La escuela y la universidad se han degradado hasta ser una mera transmisión de datos más o menos científicos.

En muchos momentos se apela a un supuesto personalismo individualista, que en el fondo no es sino una manipulación solapada de las gentes. "Yo pienso como quiero, yo hago lo que me parece, yo me visto como me da la gana", cuando en realidad, pienso, hago, me visto, compro y actúo como me dictan desde los medios de comunicación, desde la moda, desde la ideología a la que pertenezco.

Jesús siente lástima

Jesús no va de pueblo en pueblo con la pancarta y la megafonía “mitinera” puesta. Jesús no busca los votos y el poder del pueblo. Jesús siente lástima y compasión de las gentes, del pueblo. ¡Cuántas veces se ve a Jesús en los evangelios sintiendo compasión.

Cristo, en el evangelio de hoy y en otros momentos, se presenta como Buen Pastor, (Jn 10). Él ama a sus ovejas, él quiere y cuida de sus ovejas de modo que, aunque pasemos por valles oscuros en la vida, vamos tranquilos, su cayado nos sostiene (salmo 22). Finalmente él da su vida por sus ovejas: él no huye.

Una imagen de esto es el jesuita de la película "La misión": permaneció en aquella reserva de indios paraguayos hasta el final: murió al frente de su rebaño. Buen pastor fueron Maximilian Kolbe, con gran entrega dio su vida por los suyos. Buenos pastores son los misioneros que van muriendo en sus propias comunidades, buen pastor fue Mons Óscar Romero, Ignacio Ellacuría y sus compañeros, que han dado su vida en medio y por sus comunidades.

Curar enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. 

Jesús envía a los suyos a ser pastores de la comunidad y anunciar el evangelio del Reino.

Evangelizar es anunciar, sembrar el Reino de los Cielos. Evangelizar es curar enfermos, resucitar muertos por la droga y el odio, limpiar leprosos, arrojar mil demonios ínsitos en nuestra personalidad, luchar contra el tráfico de armas, etc.

Evangelizar es la mediación entre Rusia y Ucrania que en estos momentos está intentando llevar a cabo Matteo Zuppi.

Es curioso que en esta crisis de sacerdotes actual, los obispos –y muchos laicos- se preocupen de que haya misa aquí o allá, pero no nos interesa si nos preocupamos por los enfermos, por la paz y la pacificación, si damos limosna, limpiamos la lepra de la droga, etc.

A un obispo le interesa que el cura diga Misa y haga funerales y alguna que otra boda. Si ese cura siente compasión y visita a los enfermos de su parroquia, o a un encarcelado, o acoge a un emigrante, eso no cuenta, eso lo pueden hacer hasta los laicos.

Pero Jesús no les manda a los doce como vicarios episcopales para tal cargo o como párrocos de determinadas parroquias.

Jesús dice: Sentid compasión, curad, sanad.

Y además hagámoslo gratis. Lo que hemos recibido gratis, démoslo gratis: gracia: como don de Dios.

 

Tomás Muro

Religión Digital

FRATERNIDAD HUMANA EN TIEMPOS DE POLARIZACIÓN


col rodri guerra

 

El papa Francisco fue intervenido quirúrgicamente el miércoles pasado. Sin embargo, esto no fue obstáculo para que sus palabras resonaran en la conciencia y el corazón de las miles de personas reunidas en la Plaza de san Pedro el día 10 de junio: “cuando los hombres y las sociedades eligen la fraternidad también las políticas cambian”.

En un encuentro multitudinario sin precedentes, treinta premios nobel, artistas y líderes sociales y políticos de todo el mundo, cansados de la fácil tentación de la polarización y la violencia, se han reunido para mostrar su compromiso de ser constructores de una fraternidad sin fronteras. El Papa Francisco ha dicho: “En la Encíclica Fratelli tutti escribí que «la fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad», porque quien ve a un hermano ve en el otro un rostro, no un número: es siempre “alguien” que tiene una dignidad y merece respeto, no “algo” que se puede usar, explotar o descartar. En nuestro mundo, desgarrado por la violencia y por la guerra, no son suficientes los retoques y los ajustes: sólo una gran alianza espiritual y social que nazca de los corazones y gire alrededor de la fraternidad puede volver a poner en el centro de las relaciones la sacralidad y la inviolabilidad de la dignidad humana”.

Las grandes violencias que se presentan en las guerras y las grandes fracturas sociales que dividen a las naciones, suelen nacer cuando causas total o parcialmente legítimas se afirman a través de medios que siembran división. De manera sutil pero eficiente existen personas y grupos que reproponen que el “fin justifica los medios”, que las grandes causas exigen acciones de “rompe y rasga”, que es necesario abandonar la “cobardía” del diálogo, la búsqueda de grandes consensos y utilizar la fraternidad como método de acción política. En la teología católica, el ángel caído es atractivo y seductor. Ofrece como tentación cosas buenas a través de insidias y radicalizaciones malsanas. Por eso se denomina “diá-bolos”, el que divide a través de una mentira: el bien se puede lograr a través de la rabia y el encono compartidos.

Por su parte, el papa Francisco, el pasado sábado, nos dice a todos: “La fraternidad es un bien frágil y precioso. Los hermanos son un ancla de verdad en el mar tempestuoso de los conflictos que siembran la mentira. Evocarlos es recordarle a quien está combatiendo, y también a todos nosotros, que el sentimiento de fraternidad que nos une es más fuerte que el odio y la violencia.” Y el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, completa: “obrar con espíritu de fraternidad es una responsabilidad que no pueden eludir quienes están llamados a animar la cultura de las relaciones internacionales".

No puedo dejar de recordar cuando el joven Karol Wojtyla militaba en el grupo clandestino “UNIA”. La ocupación nazi, y luego la comunista, no eran un escenario fácil. En cierto momento, un sector de UNIA escogió la vía de la radicalización. Se burlaban de los “tibios” cómo Wojtyla que privilegiaban los medios pacíficos, la búsqueda de diálogo -incluso con los comunistas- y la construcción de una alternativa solidaria e incluyente. Sin embargo, con el tiempo, la verdad reapareció: sólo quienes siembran solidaridad, reconciliación y fraternidad aseguran la paz y trabajan auténticamente por el bien común.

 

Rodrigo Guerra López

Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina

Religión Digital

GÄNSWEIN COMO SÍNTOMA

fe adulta

col otalora

 

Me refiero al arzobispo George Gänswein, el que fuera prefecto de la Casa Pontificia y desempeñar después el papel de secretario privado del Papa emérito. Una persona que apunta un desmedido afán del “carrerismo” religioso, que no es otra cosa un afán de poder, en este caso eclesiástico, que tanto daño hace a la Iglesia a la que dice amar y representar.

El de Gänswein es un ejemplo entre muchísimos y por eso lo traigo a colación, precisamente porque él pudiera ser uno de los que menos ha disimulado, mitad por sentirse protegido por algunos de los enemigos de la línea profética de Francisco, mitad por su propia torpeza al gestionar sus apariciones en público, personales y escritas, evidenciando su pulso al Papa Francisco.

Leo que Francisco ha recibido a Gänswein hasta en tres ocasiones en las que le ofreció varios destinos como arzobispo tanto en Alemania como en Italia. Lejos de aceptar la oferta del Papa, porfió para quedarse en el Vaticano. Incluso se ha publicado que se postuló para algún cargo en la Curia vaticana. Ante semejante ultimátum, el Papa le envía a la diócesis de Friburgo en Alemania a partir del 1 de julio d este mismo año.

Mi impresión desde hace tiempo, es que el clericalismo es un abuso que ha tenido demasiada manga ancha en la Iglesia. El camino sinodal, el Sínodo por la que el cardenal Burke reza todos los días para que no llegue a buen puerto, es el camino contrario por el que todos los católicos debiéramos transitar. No existe una clara denuncia profética a quienes continúan maquinando para mantener a la institución eclesial como un poder paralelo al del Evangelio, a la manera de los dirigentes religiosos del tiempo de Jesús.

¿Por qué se permite que George Gänswein se haya instalado a la muerte de Benedicto XVI en un piso de 300 metros cuadrados muy cercano a la Casa Santa Marta donde el Papa vive en una habitación? Y digo más, permitirle criticar sibilinamente a Francisco por haber renunciado a vivir en el Palacio Apostólico.

Este arzobispo no ha aprendido nada de quien él mismo considera ha sido su maestro, Benedicto XVI, que recién nombrado Papa, ya se preguntaba en público “si la carrera y el poder son una tentación de la que no están exentos quienes tienen un papel de gobierno en la Iglesia”, es decir, los que ostentan cargos de responsabilidad. No parece haber seguido su consejo, ni su mal calculada sobre-exposición para auparse al cardenalato ha acabado con su carrera eclesiástica y ahora deberá desempolvar su vocación de servicio si no quiere que los alemanes tampoco le permitan los excesos de vanidad y de poder conspiratorio como los que ha exhibido hasta ahora.

La apuesta sinodal es la respuesta mejor al clericalismo: “Es imposible pensar en una conversión de nuestra actividad como Iglesia que no incluye la participación activa de todos los miembros del Pueblo de Dios”, advierte Francisco, que recalca siempre que puede la importancia esencial de la reforma de la actitud o la mentalidad (sic), algo que no se está transmitiendo desde muchos de los  obispados que prefieren ponerse de perfil ante tamaña encomienda de conversión personal y colectiva. Y lo remacha Francisco: “Las reformas estructurales y organizacionales son secundarias, es decir, vienen después”, dijo en 2013 en su primera gran entrevista.

Porque el clericalismo tiende a disminuir la importancia  de lo que supone la gracia bautismal en todos los bautizados. Y se mantiene en muchos clérigos y laicos la idea “teológica” de que el sacramento del orden sitúa en un estatus privilegiado a quien lo recibe, en lugar de verlo como un carisma. Quizá por ello haya tan pocos santos y santas entre el laicado de padres y madres, cuya radicalidad en su entrega amorosa ejemplar está ausente en el santoral reconocido. Aquí también vendría bien una mujer al frente del organismo que valora estas cosas...

La crisis de la Iglesia es una crisis de salud espiritual, de humildad y servicio donde el clericalismo sigue mandando en el día a día destrozando la imagen de la institución eclesial y del Evangelio cuando todo acaba torticeramente mezclado.