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martes, 2 de agosto de 2016

Democracia y esclavitud


Castillo2Fuente: Teología sin censura
Nuestra democracia está poniendo en evidencia, ahora quizá más que nuca, sus contradicciones y su debilidad. No hay manera de poner de acuerdo a los líderes políticos para la formación de un nuevo gobierno. Y en estos casos – ya se sabe – se suele echar mano de la ambición de unos, de la incompetencia de otros o del fanatismo de muchos, para llegar a donde hemos llegado: a esta especie de callejón sin salida, que nos enfrenta a un futuro cada día más inseguro y más incierto.
Sería una ingenuidad ponerse aquí a ofrecer soluciones, en un asunto tan complicado y al que los muy expertos no le encuentran fácil solución. Por lo demás, de sobra sabemos que el “voluntarismo” o la “moralina” no sirven para mucho en estos casos. Resolver, “por puños” o por decisiones (casi heroicas) de “generosidad”, situaciones en las que cada uno de los actores ve que el problema está causado por la ambición de poder o de protagonismo que tienen otros, es un asunto seguramente más difícil de resolver que todo cuanto podamos imaginar.
Por esto yo me pregunto, ¿No sería necesario ir más al fondo del problema, a las raíces de esta situación que estamos viviendo? Estamos soportando una de las dificultades típicas que provoca el sistema democrático. La democracia de la que nos sentimos satisfechos y orgullosos, como el sistema político más perfecto que, hasta ahora, han inventado los ciudadanos de este mundo. Y es verdad que la democracia es el sistema que, en principio al menos, mejor garantiza los derechos y libertades de los ciudadanos que pueden gozar de los beneficios que tal sistema suministra.
Pero lo que mucha gente no advierte es que los derechos y libertades de la democracia no llegan a todos los ciudadanos por igual. Y en esto – me parece a mí – está el nudo del problema. La democracia, como es sabido, la inventaron los griegos. Pero también sabemos que no todos los atenienses de la Antigua Grecia eran considerados ciudadanos de pleno derecho. O sea, ciudadanos demócratas. Ciudadanos, por tanto, con los mismos derechos y las mismas libertades. Ni las mujeres, ni los esclavos podían participar en la toma de decisiones. Y lo más terrible de este doloroso hecho es que, en su base fundamental y en su poder destructivo, es un hecho que sigue en pie. Con todos los cambios legales y camuflajes que sabemos y que hacen posible su pervivencia. Pero la durísima realidad es que, en España, en Europa, en el Mundo, las desigualdades en derechos y libertades siguen adelante, haciendo así posible que sigan adelante también las democracias, con sus “Estados de Derecho” y de bienestar, que disfrutan satisfechos los que tienen la suerte (o la astucia) de ser los beneficiarios del sistema democrático.
No nos engañemos. Por más que a muchos les duela, el análisis marxista dio en el clavo al explicarnos que las democracias han existido porque han existido esclavos que las han hecho posibles. Una democracia sin productividad no se mantiene. Pero de sobra sabemos que la productividad se mantiene en la medida en que hay mano de obra barata. O sea, en la medida en que hay esclavitud. Por eso, para que haya productividad, tiene que haber “recortes”, es decir, “esclavos” que se nos imponen desde Bruselas y de acuerdo con lo que interesa a quienes mandan “de facto” en la UE. Así, tenemos democracia, Estado de derecho, sociedad del bienestar. Todo eso, por supuesto, a base de tener y soportar una buena dosis de esclavos.
Al decir esto, no pretendo ni insinuar que tenemos que acabar con la democracia. Lo que tenemos que hacer es gestionar la democracia de menara que no sean necesarios los esclavos para mantenerla. Aquí y en esto es donde está la clave del problema. Y, por lo tanto, la clave también de la solución.
El papa Francisco ha dicho, en Polonia, que el caos de guerras, violencias e injusticias, que estamos viviendo y soportando, sólo tiene una solución: “la fraternidad”. No sólo como criterio religioso o como proyecto moral. Esto, por supuesto. Pero, sobre todo, la fraternidad en su sentido y en su alcance total: la fraternidad como igualdad para todos y como libertad de todos. El día que la fraternidad, entendida y gestionada así, se imponga – y en la medida en que se imponga así -, ese día empezaremos a ser verdaderamente demócratas. Y no nos veremos de nuevo metidos en callejones sin salida. Como lo que tenemos ahora mismo. En España, en la UE y en el Mundo

Todos los discursos, homilías y mensajes del Papa Francisco en Polonia


Papa Francisco7CRACOVIA, 31 Jul. 16 / 09:26 am (ACI).- El Papa Francisco realizó su visita a Polonia con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud 2016, y ACI Prensa reúne aquí todos los discursos, homilías y mensajes del Santo Padre en esa nación:··· Ver noticia

Panel ético político


Benjamín Forcano
Benjamín Forcano1Europa: De aquellos polvos estos lodosGuadi Calvo
Dicho H O Y
Anunciado y predenunciado A Y E R
Europa, entiéndase, la Unión Europea y la OTAN, conocía muy bien el camino que los llevaba para destruir Libia, para destruir Siria, para destruir Irak y para aniquilar por el resto de los tiempos a Afganistán, pero nadie les explicó como volver de allí.

Para visualizar los nuevos campos de batalla, los grandes  estrategas occidentales utilizaron el  Battlefield Augmented Reality System (BARS o sistema de realidad aumentada para el campo de batalla) junto con las opciones dadas por los laboratorios interdisciplinarios o Think Tank, y el respectivo aval político y la asistencia del poder mediático. Empleando un arma de guerra tan letal como una andanada de misiles, demolieron con suma prolijidad países enteros, miles de pueblos, centenares de ciudades, millones de vidas y siglos de civilización.

Nadie puede negar que si la idea era destruir, el plan armado sobre la “Primavera Árabe”, fue el éxito más contundente de Occidente desde la demolición del bloque socialista simbolizado en el Muro de Berlín.

Casi 20 años se prepararon los Estados Unidos junto a sus aliados europeos para el asalto final al mundo productor de energía, petróleo y gas específicamente, y a por ello fueron a exterminar los países que se rehusaban a entregarlos dócilmente (Siria, Libia e Irán).

Los estrategas del Pentágono, ya con las operaciones en marcha, descubrieron un detalle geológico que no consideraron, que bajo las arenas del Medio Oriente, además de océanos de energía, había grandes lodazales y allí quedaron empantanados desde 2001.

La misma mano de obra que la OTAN utilizó para la derrota de la Unión Soviética en Afganistán, para la destrucción de Libia y el martirio del Coronel Gadaffi, y que estuvo a punto de conseguir lo mismo con la Siria de Bashar al-Assad, hoy se está empleando contra sus poblaciones. Lo tremendo de esto es que no lo hacen con cuadrillas de bombardeos, cazas y drones, batallones, tanques, y portaaviones.  Los “ejércitos” que hoy están destruyendo el sistema nervioso de los europeos y los estadounidenses, (los pocos norteamericanos que saben que existe un mundo más allá de sus condados, sus barbacoas y sus PlayStation), viajan en subte, manejan camiones, visitan centros comerciales y hasta toman café en el bistró de la esquina.

El tipo de ataque que se han sucedido desde Niza a esta parte, a diferencia de Madrid, Londres, París y Bruselas, muestra claramente que no ha sido orgánicamente responsabilidad de Estado Islámico o al-Qaeda en su momento. Si queda bien claro que son responsabilidad de las autoridades europeas, no porque no los hayan podido detener (hoy no hay servicio de inteligencia y sistema de espionaje que pueda prever con que humor se han despertado los 50 millones de musulmanes que viven en Europa, muchos de ellos, la absoluta mayoría, europeos y hasta tres generaciones)   sino por haber llevado a miles de jóvenes europeos a no tener otra razón para vivir que morir por Allah.

Hoy, cualquiera que camine por una calle de Oporto, Elsinor o Zakopane, es un objetivo militar, no importa si el ataque deja solo unos cuantos heridos como sucedió hace apenas 10 días en un tren regional de Bavaria, donde Muhamad Riyad, un joven afgano de 19 años, al grito de Allahu Akbar, la emprendió contra los pasajeros hiriendo gravemente a cinco. Lo que significativamente recordó el asesinato del soldado británico en mayo de 2013, en plena calle del tranquilo barrio londinense de Woolwich, a manos de dos nigerianos, que lo decapitaron frente a los transeúntes, a quienes les pidieron ser filmados en plena faena.

Nadie puede saber cuándo y donde será el próximo ataque, tras Niza, surgió lo del tren en Baviera, y después siguió un fin de semana desesperante para Ángela Merkel: el viernes 18, un joven alemán de origen iraní, Ali Sonboly, decidió estrenar su Glock 17, disparado contra los asistentes al McDonalds, del centro comercial Olympia de Múnich, para después seguir afuera. La cuenta final dio nueve muertos, mientras el tirador se suicidaría un kilómetro más allá del centro comercial.

 Al domingo siguiente, un refugiado sirio de 21 años, solicitante de asilo, asesinó a cuchilladas a una mujer, e hirió a dos hombres que esperaban el bus en la ciudad de Reutlingen. Algunas versiones intentan minimizar el hecho convirtiéndole en un “crimen doméstico”.

Este mismo panorama nos remite a la serie de ataques que se produjeron entre el 15 y 22 de marzo de 2012 en la ciudad francesa de Toulouse, que redondearía la cifra de 9 muertos: “judíos” “conversos” o “cipayos”, crímenes que fueron adjudicados al joven francés de origen argelino, Mohamed Merah, quien, según las autoridades, estaría vinculado con al-Qaeda.

El lunes 25,  la policía polaca detuvo a un  hombre de 48 años, iraquí, acusado de posesión de explosivos, que preparaba para un atentado durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra esta semana en Cracovia, con la presencia del Papa Francisco.

Apenas horas antes de comenzar a escribir estas líneas, se conoció la noticia de que dos hombres armados con cuchillos habían tomado 5 rehenes en la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray, una ciudad de 27 mil habitantes situada en Normandía, en el norte de Francia. Los atacantes degollaron al sacerdote Jacques Hamel, de 84 años e hirieron de gravedad a un feligrés. La policía consiguió ejecutar a los agresores junto al altar, como para darle un toque más chabroliano a la acción.

Mientras cerrábamos este artículo se informa que en la ciudad sueca de Malmo, un hombre armado disparó contra una persona en el centro comercial Rosengard, (Rosengård Centrum), no se ha podido determinar aun si se trató de un robo o tiene características de ataque extremista.

Las policías occidentales, los servicios de inteligencia, las autoridades saben que esta situación es inmanejable, que el desborde es incontenible y no es una victoria militar sobre el Estado Islámico lo que va a terminar con esta situación.

Daesh, que ha hecho del marketing un gran arma, está dispuesto a reconocer y asumir cualquier acto de violencia sucedido en el mundo y cualquiera que intente un poco más de notoriedad gritará un  Allah Abkar, aunque no tenga idea de que signifique las dos palabritas combinadas.

Los record están para ser batidos

En una de la escena del film Poderosa Afrodita (1995) de Woody Allen, la hermana ultraortodoxa del protagonista, le recuerda los seis millones judíos muertos por el nazismo, a lo que el propio Allen contesta, “ni lo recuerdes, los record están para ser batidos”. Y de batir record, en este caso de torpeza, parece saber mucho el presidente francés François “Flanby” Hollande.

Si poca hubiera sido la torpeza, por no hablar de perversidad de su antecesor, Nicolás Sarkozy, quien ha propiciado la actual situación en el Magreb y el Medio Oriente.  Sarkozy, atado a los caprichos de George W. Bush y como Ministro del Interior de Chirac, no supo interpretar el caldero que se estaba encendiendo entre los jóvenes de origen musulmán, que dio como resultado las protestas de 2005 en las periferias de París. Ahora Hollande cuenta con más nafta para apagar el incendio que puede consumir mucho más de lo que creemos.

Con su natural incapacidad, Hollande, hace apenas horas, ha descubierto que el “Estado Islámico le ha declarado la guerra a Francia” por lo que ha pasado a la ofensiva y en venganza de lo sucedido en Niza, cuándo ya todo el mundo sabe que el autor de la matanza, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, no era integrante del Daesh y su decisión tiene ribetes personales que no se han desentrañado.

Hollande, bañado en un espíritu reivindicatorio del orgullo galo, liquidado para siempre en el barro de Dien Bien Phu hace ya 61 años, escuchando más a sus asesores de imagen que de terrorismo, atacó inopinadamente este 19 de julio la aldea de Tokhar Manbij, al norte de Siria, solo como venganza por el ataque en Niza, dejando 164 civiles muertos, el doble de los muertos en Niza.

Los atacantes de hoy a la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray, dijeron que lo hacían en venganza, de la venganza de Hollande, quien parece se ha dispuesto a comerse a los caníbales.

Frente al reclamo del representante permanente de Rusia, Vitali Churkin, en el Consejo de Seguridad de la ONU, el representante francés François Delattre, guardó un corajudo silencio, ya que se sospecha ignoraba el hecho.

El bombardeo habría sido llevado a cabo con la excusa de ser parte de los ataques de la alianza encabezada por Estados Unidos, desde septiembre de 2014, aunque el representante ruso agregó que: “No hay drones estadounidenses ni fuerzas especiales de EE.UU. en Siria ni fuerzas especiales de sus aliados, así como tampoco hay capacidades de inteligencia por satélite de Estados Unidos ni los videos que realizan todos los bombarderos modernos al llevar a cabo un ataque”, lo que evidencia claramente la artera decisión de Francia de vengarse contra la población civil de un pueblo perdido en las marismas de una guerra que Occidente desató en su territorio.

La representante de Estados Unidos, Samantha Power, durante la reunión del Consejo de Seguridad, no pareció tampoco estar muy empapada del tema agregando el formulismo de: “Estudiaremos cuidadosamente y a fondo toda la información fidedigna”.

Quizás, cuándo más temprano que tarde, se vuelva a producir un nuevo atentado en Europa, alguien todavía se preguntará ¿por qué? La respuesta será tan sencilla como que de aquellos polvos, estos lodos.

– Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
2
Quien siembra vientos, recoge tempestades
Benjamín Forcano
Predicho
Predenunciado
(14 – marzo – 2004)
A mi amigo y compañero
Martín José Sanz Belarra,
capellán del Hospital del Niño Jesús,
una de las víctimas de la barbarie.
Escribo con el alma pegada en Irak y en Madrid. En Irak, sin poder quitarme de encima el infierno de aquella guerra que se avecinaba, tramada con deliberada arrogancia; en Madrid, reflejo lacerante hoy de aquel caos de bombas, heridos, muertos y ruinas interminables.
Fueron millones las gargantas, millones los corazones, millones las manos, millones las plumas que, unidas a la voz del Papa, se afanaban en detener la insensatez de aquella agresión militar, hecha porque sí, porque el imperio la necesitaba, y la decidía con los demás o sin los demás, con la ONU o contra ella. Nuestras pulilas pudieron contemplar miles de aviones marcando estelas en el cielo, lanzados con precisión matemática a objetivos de destrucción masiva: edificios, cuarteles, barrios, fábricas, gentes, todo calcinado en una espiral de fuego y humo. Pero, sin que al parecer hubiera dolor y lágrimas, sin ver las convulsiones de la gente, sin ver como lo hemos visto en Madrid, el horror de cuerpos reventados, de cabezas desfiguradas, de brazos y piernas destrozados, de miembros esparcidos, de seres humanos atrapados terminalmente en la red de una violencia despiadada. Gente normal, de la calle, trabajadora, desgarrada o acabada inmisericordemente.
Necesitamos comprender, necesitamos una explicación. Precisamente porque esta barbarie es inusitada y la rechazamos universalmente, sin fisuras. La muerte de inocentes es indigerible, no metabolizable mentalmente. Yo no puedo pensar que hay seres humanos que matan por matar, como si un instinto letal devorase sus entrañas. Cuando un ser humano mata, tiene sus motivos; cuando un ciudadano se sacrifica hasta el extremo de dar la vida, tienen sus motivos. Una muerte sin razón, sería absurda, negadora de la condición humana. Y nosotros no podemos vivir en el absurdo.
No me basta, pues, condenar la muerte producida por terrorismo. La barbarie de la Madrid la condenamos todos, sin remisión. Nada la puede justificar.
Pero yo tengo que explicarme el por qué de esa barbarie, necesito una
clave, una luz que me aclare ese antro abominable. De no ser así, me
encuentro perdido, sin racionalidad humana posible, para valorar y para
dirimir sobre lo bueno o lo malo, y se me acabaría el andar con sentido en la vida.
¿Por qué? ¿Por qué en Madrid? ¿Por qué de esa forma?
La convivencia humana, en este caso internacional, tiene un escenario, unos actores y un guión escrito de antemano, por quienes quieren controlar y dirigir esa convivencia. Las relaciones de unos pueblos con otros sabemos cómo son, sabemos quién ejerce de amo, de aliado o de esclavo. Sabemos que los que ejercen de amos se llaman imperios, y hoy el imperio número uno es Estados Unidos de la Administración Bush. Este imperio determinó, de acuerdo con sus intereses, invadir Irak, adueñarse de su petróleo, controlar la zona y establecer un nuevo régimen que le fuera adicto. Y esta determinación la revistió de grandilocuentes palabras: derrocar la tiranía de Sadam, devolver la democracia al pueblo, implantar los derechos humanos, impulsar la prosperidad y la paz. La determinación estaba tomada y se llevó a cabo con toda exhibición de armas y poder, con una superioridad apabullante, queriendo incluso justificarla con el aval de la ONU y del Consejo de Seguridad. ¡Imposible! Pero Bush sí que obtuvo la alianza y la sumisión incondicionales de los presidentes Blair y Aznar: Inglaterra y España.
Y la guerra se hizo, con una prepotencia insolente, dejando un reguero de sangre y destrucción, más de 30.000 muertos, sin que haya decrecido el dolor y la desesperación, y sin que la mayoría de nosotros, occidentales, hayamos percibido de cerca aquel infierno de ruinas y privaciones, de desolación y lágrimas. Quizás hoy, desde este Madrid en llanto, hemos podido comprender la barbarie, el espanto y la impotencia de un pueblo entero bombardeado, roto, agredido por todas las junturas de su existencia.
No esto sin aquello. Aquello fue contra Derecho, contra un clamor universal que detestaba la guerra, contra una ciudadanía mayoritaria alzada contra la guerra. Los “señores de la guerra” creyeron que, por poseer las mejores armas, eran dueños del mundo, de los pueblos, de las conciencias, de imponer su “orden y pax norteamericanos”. No oyeron el clamor de la gente, ni les preocupó la tragedia de miles de vidas reventadas, de miles de familias quebrantadas, de miles de niños, mujeres y ancianos aterrorizados, de toda una sociedad desestructurada y vilipendiada.
No esto sin aquello. Esto es la consecuencia del dinero idolatrado, de la
fuerza hecha ley, del derecho violado, de la vida despreciada, de un nivel de vida sacralizado, de toda una política imperialista que ignora el derecho internacional, la igualdad de las naciones y la colaboración
recíproca en el respeto y diálogo.
No han pasado dos años. Y aquel pueblo, Irak, vive, no olvida, en sus
carnes lleva clavados los garfios de la prepotencia y de la muerte, del
desprecio, del cruento e interminable dolor. Ese pueblo no puede morir, no puede resignarse a ser un don nadie bajo la dictadura omnipotente de una nación extraña, no tiene tanto progreso ni tantas armas sofisticadas, pero tiene una voluntad indomable, una dignidad propia, que le hacen sobreponer a su individual vida la dignidad y sobrevivencia de su país. Y en eso es superior al imperio que lo circunda y somete.
No esto sin aquello. El gobierno español se fue solo a la guerra. Actuó de marioneta cómplice; justificó, colaboró y apoyó una guerra injusta e
inmoral y se hizo responsable de tanta ruina, saqueo, dolor, muerte y
humillación.
Golpeado hoy en su pueblo, ese Gobierno debe relacionar lo sucedido aquí con lo hecho allí. Nada hay sin causa, nada es fortuito. Y el dolor, la muerte y la humillación del pueblo de Irak no fue fortuita, sino fruto de una terrorismo de Estado, por más que ese Estado sea, o precisamente por serlo, el primero y más poderoso del mundo, secundado por otros.
Yo lloro, detesto, maldigo con todo mi corazón la salvajada de los atentado en Madrid; pero lloro, detesto y maldigo con igual fuerza la política salvaje del más fuerte y que se impuso con las bombas en Irak. Al fín y al cabo, no hay efectos sin causa, como no habría habido en Madrid atentados, si no hubiera habido políticas de invasión y dominio de Irak.
“Quien siembre vientos, cosecha tormentas”. Me duele Madrid, y me duele quien abandera políticas de robo, destrucción y de muerte.