FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

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ATALAYA

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miércoles, 17 de mayo de 2023

La comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa emite un demoledor informe contra el Estado español

 kaosenlared

redes cristianas

La comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, ha presentado un duro informe contra España después de su visita en noviembre pasado para evaluar la situación de los derechos humanos en el país. En su informe, Mijatovic ha pedido cambios en el Código Penal español para reforzar el ejercicio del derecho a la libertad de expresión y ha urgido a revisar la ley mordaza para que cumpla completamente los estándares europeos e internacionales de derechos humanos.  Ver noticia original en …

El Papa recibió a Volodimir Zelenski en el Vaticano

El líder de la nación devastada por la guerra llegó a Roma esta mañana, 13 de mayo. Se reunió con el presidente Mattarella y la premier Meloni; por la tarde con Francisco por segunda vez en persona desde 2020, la primera desde el estallido del conflicto. "Gracias por esta visita", dijo Francisco dándole la bienvenida en el Aula Pablo VI. Encuentro inmediatamente después con el secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Paul Richard Gallagher VER NOTICIA

Sra. Presidenta Von der Leyen: llámelo apartheid

 rebelión

Fuentes: Viento Sur

Redes cristianas

En una carta abierta, el analista político palestino Haidar Eid, residente de Gaza, insiste en que la Presidenta de la Comisión Europea debe disculparse por el flagrante racismo de su reciente discurso de celebración del 75 aniversario del régimen israelí.

En Palestina nos entristece que 30 años después de que se acabara con el apartheid de Sudáfrica, la presidenta de la Comisión de la UE no haya aprendido las lecciones de esa vergonzosa historia y siga defendiendo el flagrante racismo y el colonialismo de asentamiento.

Le escribo esta carta desde la asediada Franja de Gaza. ¿Asediada por quién? Tal vez usted piense que se trata de un bloqueo autoimpuesto y que 2,4 millones de personas han decidido morir lentamente de genocidio gradual.

Dos tercios de las personas palestinas de Gaza son refugiadas víctimas de la limpieza étnica que aplicó en sus pueblos y ciudades el país del que usted está enamorada y cuya narrativa ha respaldado sin fisuras.

Da la impresión de que usted no conoce la obra de los “nuevos historiadores israelíes” que hace ya muchos años desacreditaron la narrativa sionista. Si está usted verdaderamente interesada en la precisión histórica más que en la ideología, quizá debiera leer La limpieza étnica de Palestina, del historiador israelí Ilan Pappe, habida cuenta de que no se fía de los historiadores palestinos. Una persona que ocupa su importante posición debería descartar los mitos desmentidos hace mucho tiempo.

Debe estar familiarizada con los informes de Amnistía InternacionalHuman Rights Watch, la reputada organización israelí de derechos humanos Btselem o las conclusiones del secretario ejecutivo de la Comisión Económica y Social de Naciones Unidos para Asia Occidental (CESPAO) sobre la naturaleza de apartheid del régimen israelí. (Me abstengo de mencionar a las organizaciones palestinas de derechos humanos porque igual las considera menos creíbles).

Aceptar el apartheid

En Israel la discriminación racial institucionalizada se funda inequívocamente en garantizar la primacía de un grupo de colonos judíos sobre los árabes palestinos. Al comparar cómo se aplican las políticas de apartheid resulta difícil identificar diferencias entre la dominación blanca en Sudáfrica y su equivalente israelí en Palestina en términos de segregación y designación de zonas determinadas solo para los judíos israelíes y otras para los árabes.

Otras similitudes entre el apartheid de Israel y el apartheid de Sudáfrica son la existencia de ciertas leyes y privilegios para los judíos y un conjunto de leyes discriminatorias que sólo se aplican a los y las palestinas.

Hoy en día existen, tanto en Israel como en los territorios palestinos ocupados, dos sistemas de carreteras, dos sistemas de vivienda, dos sistemas educativos y diferentes sistemas jurídicos y administrativos para judíos y no judíos. Cada ley que promulgó el sistema de apartheid sudafricano tiene su réplica correspondiente en las leyes de Israel.

Entre otras, la Ley de Zonas Agrupadas, la Ley de Prohibición de Matrimonios Mixtos, la Ley de Movimiento y Permisos, la Ley de Seguridad Pública, la Ley de Registro de Población, la Ley de Inmoralidad, la Ley de Tierras y, por supuesto, la Ley de Ciudadanía de los Territorios Bantúes.

Las leyes israelíes correspondientes son la Ley del Retorno, las leyes “temporales” de 2003 que prohíben los matrimonios mixtos, la Ley del Registro de Población, la Ley de Ciudadanía y Entrada en Israel, la Ley de Nacionalidad Israelí y diversas leyes sobre tierras y propiedades.

Y ahora Israel ha decidido mostrarse abiertamente como un Estado de apartheid por definición: la infame Ley Básica del Estado-Nación establece la naturaleza del Estado de Israel como un Estado-nación sólo del pueblo judío.

Las figuras representativas de la lucha contra el apartheid Nelson Mandela y el arzobispo Desmond Tutu son sólo dos de las muchas personas activistas sudafricanas que creen firmemente que lo que padecemos en Palestina es mucho peor que el apartheid de Sudáfrica cuando estaba en su momento más álgido.

Hasta el ex presidente estadounidense Jimmy Carter expresó su pesadumbre por la situación sobre el terreno durante su última visita a Palestina y calificó a Israel de Estado de apartheid. ¿Tienen sus palabras, quizá, más credibilidad para usted?

Amable con el colonialismo

Tristemente, su condescendiente respuesta al Ministerio de Asuntos Exteriores palestino –que calificó con acierto sus comentarios de “tropos racistas antipalestinos”– recuerda al lenguaje del siglo XIX que utilizaban los supremacistas blancos de Sudáfrica y del Sur de Estados Unidos bajo las leyes de Jim Crow.

Pero usted ha dejado absolutamente clara su amabilidad con el colonialismo al usar clichés coloniales arcaicos. Los bárbaros árabes necesitaban al europeo asquenazí blanco para que extendiera la “democracia” en el corazón del incivilizado mundo árabe y para “hacer florecer literalmente el desierto”. Eso sí, esta ideología biologicista que sostiene que los no blancos tienen culturas atrasadas y antidemocráticas no tiene cabida en el mundo poscolonial actual. De ahí su negación de la Nakba.

¿Estaba usted a favor del sistema de bantustanes en Sudáfrica bajo el apartheid? ¿Se opone a la igualdad de derechos y a la transformación de Israel y Palestina en un Estado para todos sus ciudadanos y ciudadanas? La solución de los dos Estados a la que usted se sigue refiriendo –sin hacer nada por aplicarla– supone la bantustanización de Palestina.

¿Se opone usted a la democracia ciudadana, que es lo que reclama la mayoría de organizaciones populares y de la sociedad civil palestina? ¿Se equivocó Nelson Mandela al dedicar 27 años de su vida a buscar la justicia exigiendo la igualdad para los indígenas de Sudáfrica? ¿Se da cuenta de que lo que está apoyando en Oriente Próximo es una solución racista por antonomasia? ¿Una solución basada en un “nacionalismo étnico”?

¿Se da cuenta, señora Presidenta, de que los ministros del gobierno de su “vibrante democracia” están llamando a la aniquilación de pueblos y ciudades palestinas gracias a la complacencia y el respaldo de la Comisión que usted preside?

Para consternación nuestra, aquí en Palestina, donde luchamos por nuestra mera supervivencia como consecuencia de las políticas racistas del apartheid israelí, usted no tuvo siquiera una palabra de simpatía hacia nosotros por nuestro sufrimiento, resultado del establecimiento del único país del mundo que sigue aplicando el apartheid. Ni siquiera ha querido dar la falsa impresión de ser equilibrada y objetiva.

Aunque vacilo en citarle a un palestino, la siguiente observación del difunto erudito Edward Said en sus Representaciones del intelectual describe acertadamente este reciente incidente:

[…]En mi opinión, nada es más reprobable que esos hábitos mentales del intelectual que inducen a la evasión, ese característico alejamiento de una posición difícil y basada en principios, que sabes que es la correcta pero que decides no adoptar. Tu esperanza es que te pidan que vuelvas, que te consulten, que formes parte de un consejo o de un comité prestigioso, y así permanecer dentro de la corriente principal responsable; algún día esperas obtener un título honorífico, un gran premio, tal vez incluso un puesto de embajador […] Porque a pesar del abuso y el vilipendio que se gana cualquier partidario honesto de los derechos y la autodeterminación de las y los palestinos, la verdad merece ser dicha, representada por el o la intelectual sin miedo y compasivo.

¿Le suena esto, señora Presidenta?

Haider Eid es profesor asociado de Literatura Postcolonial y Postmoderna en la Universidad al Aqsa de Gaza. Escribe sobre el conflicto árabe-israelí en ZnetElectronic IntifadaPalestine Chronicle y Open Democracy. Haidar es autor de Worlding Postmodernism: Interpretive Possibilities of Critical Theory, y Countering The Palestinian Nakba: One State For All.

Artículo original: Middle East Eye Traducción: Loles Oliván Hijós para viento sur

Fuente: https://vientosur.info/palestina-carta-abierta-a-la-presidenta-de-la-comision-europea/

A sus Órdenes, mi Capital

 Antonio Zugasti

Redes Cristianas

Hace muchos años, cuando todos los jóvenes teníamos que hacer la mili, nos pasábamos año y medio repitiendo incansablemente: A sus órdenes, mi capitán; a sus órdenes, mi capitán… Cuando por fin llegaba el momento de licenciarse, pensábamos que ya nos habíamos liberado de estar a las órdenes de un superior… pero eso no pasó de ser una dulce ilusión. Puede que no nos diéramos cuenta, pero nos encontrábamos con que seguíamos teniendo un superior: ¡el Capital!, que manda mucho más de lo que mandaba el capitán en la mili.

Eso sí, de una manera muy distinta, mucho más discreta. No hay que pasarse todo el día diciendo: a sus órdenes mi Capital, pero a sus órdenes estamos día y noche, aunque no escuchemos directamente su voz.

En la mili el capitán tenía por encima al comandante y a toda la escala de mandos superiores, el Capital no tiene por encima de él a nadie, manda incluso a los gobiernos, pero no hace gala de su poder, prefiere que nos hagamos la ilusión de que vivimos en unos estados democráticos. Así, cuando la situación económica empeora y hay una crisis, el capital se lava las manos y señala a los gobiernos como responsables. Como los grandes medios de comunicación están en sus manos el mensaje que llega a la sociedad es ese: los gobernantes tienen la culpa porque han impedido el funcionamiento de ¡El Libre Mercado!

Existen gobiernos que ponen cierta resistencia a las órdenes del Capital, y tratan de conseguir algunas mejoras para los ciudadanos del país, mientras que otros se pliegan muy gustosos a esas órdenes, esperando los gobernantes sacar provecho propio de su docilidad. En realidad los ricos siempre han tenido un gran peso en sus países a lo largo de la historia, pero desde hace medio siglo, con la introducción del neoliberalismo y la globalización económica, el Gran Capital vuela libremente como un ave rapaz por todo el mundo, posándose donde encuentra más fácilmente abundante alimento y abandonando el terreno donde no le dejan hartarse a su gusto.

A pesar de esto ningún gobernante reconoce claramente la influencia que el Capital ejerce en su tarea de gobierno, con lo que los ciudadanos de a pie no somos conscientes de hasta qué punto estamos a las órdenes del Capital. Y así nunca podremos llegar a una auténtica democracia. Hay que decir la verdad, porque decir la verdad ya es revolucionario.

También debemos tener en cuenta el pequeño número de personas que se consideran dueñas del Capital, que poseen el Capital. Pero en el fondo eso no es cierto: ellos no poseen el Capital, el Capital los posee a ellos, es su dueño, su dios, le adoran y le sirven con todas sus fuerzas, le entregan su vida y su alma. Y el Capital es un dios terrible, les exige sacrificios humanos: millones de personas son sacrificadas de las formas más variadas, pero siempre en un esfuerzo por engrandecer el Capital. Además el Capital raramente hace felices a sus siervos, les impulsa continuamente a no sentirse satisfechos con lo que tienen, a querer más y más, sin límite. Y además no les libra del temor a perder algo de todo lo que poseen.

Si queremos vivir en un mundo realmente libre y todo lo feliz que permite la condición humana, necesitamos liberarnos de los engaños del Capital, el peor de los cuales es asegurarnos que puede hacer felices a los que lo posean en abundancia. Felices nos hará vivir en la verdad y luchar por una humanidad liberada.

El Consejo Mundial de las Iglesias también presenta su ‘plan de paz’ a Ucrania y Rusia

 Religión Digital

Redes cristianas

Una delegación viajó a Kiev y prepara un encuentro con el patriarca de Moscú
«El pueblo ucraniano necesita unión, no división, especialmente en estos tiempos de guerra en que Ucrania se enfrenta a la invasión de su territorio por parte de las fuerzas rusas», constata el CMI
«La armonía entre las comunidades religiosas de Ucrania es un factor esencial de la unidad nacional que se requiere en esta crisis»  Ver noticia original en …

EL CRISTIANISMO Y LA VERDAD. UNA NUEVA CONVERSIÓN: LA EPISTEMOLÓGICA


col jm vigil

 

Como teólogo latinoamericano, José María Vigil es conocido en los campos de la teología y de la espiritualidad de la liberación, la teología del pluralismo religioso y los nuevos paradigmas, así como por su actividad editorial y cibernética, desde la Asociación de Teólogos/as del Tercer Mundo (EATWOT), la revista VOICES, la colección «Tiempo Axial», su coordinación de la Agenda Latinoamericana Mundial junto con Pedro Casaldáliga, y los Servicios Koinonía 1, 2 y 3.

La relación de las religiones con la Verdad ha sido un capítulo doloroso de la historia –y sigue siéndolo–. Sin generalizar demasiado, porque diríamos que casi cada religión es un caso; y son casos bien diferentes. Por eso, hablemos desde el principio de nuestro propio caso, el de la relación del cristianismo con la Verdad. Claro, para la religión, la verdad... es la VERDAD, o sea, la Verdad última, la Verdad total, la Verdad Absoluta, que viene de Dios, la Verdad que nos juzgará, la que llegaremos a contemplar en el cielo por toda la eternidad, o nos acusará en nuestra condena sempiterna en el infierno: es la Verdad de Dios, o el Dios de la Verdad. Las demás son verdades pequeñas, de andar por casa, de quita y pon, por las que no hay que acalorarse. Pero la Verdad de la religión, es lo más serio que hay en este mundo, por lo que merece la pena vivir, morir... y tal vez incluso matar. Para el cristianismo, la verdad lo ha sido sencillamente todo: la razón de su existencia y de su vocación misionera universal, porque su Verdad era el relato fiel del mundo desde el principio de los tiempos, a saber: la creación del mundo, Adán y Eva, su descendencia, los Patriarcas, la historia del pueblo hebreo, los 400 años de José en Egipto, la liberación de Moisés, ¡la Pascua!, el desierto, el Sinaí, la Alianza, los Mandamientos... La Conquista de la Tierra Prometida, los Jueces, la Monarquía, David y Salomón... Imposible citarlo todo, ni por sus solos nombres. El judeocristianismo ha sido ante todo un relato, una verdad narrada (luego, al helenizarse, se estructuraría filosóficamente...). El cristianismo puede presumir de gozar de una relación absolutamente privilegiada con la verdad: es la única religión de la Tierra fundada por Dios mismo en persona... ¿Qué otra puede decir lo mismo? Y si fue así, ¿qué puede faltarle al cristianismo? ¿Quién puede contradecirle? ¿Qué puede no saber? (quizá solo lo que sean secretos de Dios mismo, sus asuntos particulares que nunca nos quitarán el sueño). La cosa no fue tan así desde el principio, como yo la estoy aquí contando, porque, de hecho, Jesús no apareció bajando del cielo –una buena escena para comenzar la presentación de la Verdad–, ni como hijo del jefe, ni viniendo a tomar posesión del cargo, ni exhibiendo ninguna relación pretenciosa con la Verdad. Más bien apareció entre los pobres, los don nadie, los ignorantes, los trabajadores... Y de hecho, así le fue por la vida, hasta acabar en una cruz. Poco poder le proporcionó aquella Verdad que debía llevar en su mismo ADN... Después de su muerte pasó un tiempo: grupos de amigos cultivando su recuerdo, sus hechos y sus dichos... pero como una memoria y una reflexión desde abajo, no –para nada– como un dictado recibido de lo alto. Y así pasó bastante tiempo –sin que lo podamos detallar aquí (¡varios siglos!)–, hasta que, estando dispersos en comunidades en medio de la gente de los barrios, casi sin organización, fueron sorprendidos por el llamado del emperador, urgido por reunirse con sus supervisores (episcopos) para hacerles una propuesta organizativa. No iba con “chiquitas” Constantino; quería reunirse con «todos los obispos del mundo». No fueron muchos: 318 dicen los números legendarios; y aunque hubieran llegado a ser tantos, ¿qué son 300 personas para decidir «la Verdad del mundo», que es para lo que de hecho los convocaba Constantino? Él personalmente se encargó de todo, de traer a todos los obispos en la posta real, de alojarlos en su palacio de verano de Nicea, de establecer la agenda, marcar las reglas del debate... y sobre todo de dejar clara la autoridad suprema de la asamblea, que quedaba en sus manos, claro está.

Los obispos nunca se habían visto en tal aprieto. Alguno de ellos, como san Silvestre, el obispo de Roma, ni sabía que era «el obispo de Roma», con todo lo que eso después vendría a significar: ni siquiera se sabía el jefe de la Iglesia y por tanto el único que podría convocar a la Iglesia a un Concilio de verdad, y el único que podría haberse puesto por encima del mismo; pues ni se enteró. La iniciativa y la autoridad quedaron sin problema en manos de Constantino, tal como él lo había programado. El problema era la unidad del Imperio, que se estaba cayendo a pedazos, porque su religión, alma de todo un pueblo, ya solo inspiraba lástima. Constantino tenía las ideas claras: necesitaba que la joven religión cristiana trasmitiera su alma a la sociedad romana, le insuflara vida y vitalidad; sólo que aquellos obispos no sabían nada de política. Constantino les dio las instrucciones previas: una religión de Estado no es como una inspiración entusiasta de unos campesinos; no funciona sin unas ideas claras, y bien unidas, e indiscutidas. Nadie puede ir por libre, o por original (ay de los herejes). Todos deben colocarse bajo una única verdad, que ahora es la Verdad Suprema, la que quedó aprobada por el propio Imperio: la raison de l’Empire, más todavía que raison d’État...

La «epistemología imperial» es clara: la verdad la dicta el emperador, porque la Verdad es lo que interesa al Imperio –o a la Iglesia, cuando ésta lo sustituya–. Nicea fue el matrimonio obligado de la Iglesia con el Imperio, con las arras de la verdad del dogma imperial. En rigor fue nulo, porque fallaron las condiciones esenciales de un matrimonio libre y consciente. No fue tampoco un concilio de la Iglesia, pues ésta ni sabía que existía algo llamado «concilio ecuménico» como una posibilidad jurídico-canónica de la que echar mano, ni lo convocó el Papa, que tampoco sabía que era Papa; fue una acción netamente imperial, y su identificación posterior como el «primer concilio ecuménico» ha sido una de las confusiones más desastrosas para la relación del cristianismo con la Verdad. Porque, tras un «primer concilio», vendría el segundo, el tercero, y una larga serie de ellos, ecuménicos, regionales y locales, a su imagen y semejanza, siempre para «decidir la verdad», por votación episcopal; la verdad religiosa sería como la política: se hace campaña, se establecen alianzas, y cuando se consigue mayoría, se vota. A partir de ese momento, lo que los concilios atan en la tierra, queda atado para siempre en el cielo; lo que Dios quizá todavía no había acabado de pensar, o no nos había querido revelar todavía, pasa a ser pensado por Dios para toda la eternidad, transcrito en los anales celestes de la Verdad del Mundo, y revelado a la Tierra por vía de ese Concilio. Así los concilios van haciendo poco a poco la Verdad. No importa el tema: de omni re scibili, de cualquier cosa de la que se pueda debatir. La prevalencia de los concilios sobre la verdad, ha sido total. Creamos verdad, la hacemos, la decidimos, después de debatir imperialmente sobre lo que nos interesa como Iglesia. Con el desarrollo de los concilios, el corpus theologicum y doctrinal fue creciendo hasta hacerse inabarcable. La Iglesia católica –el sector luterano se libró gracias a la protesta de Lutero– llegó a gozar de uno de los cuerpos doctrinales mayores del mundo occidental, prácticamente inabarcable aún tras una larga carrera de estudios, que lógicamente se centró en los estudios filosóficos y teológicos. Pero la Verdad en cuestión no era una verdad abstracta, como si transcurriera en un mundo paralelo o fuera del mundo. Fue con la Verdad como se realizaron las grandes hazañas de dominación de este mundo. Veamos: Es claro que Dios es el creador del mundo, y es claro que Jesucristo era, como Hijo de Dios, el dueño de la Tierra a la que descendió. Tras su muerte dejó un sucesor, llamado Pedro, a quien hizo su representante y encargado de las llaves, y a cuya muerte siempre fue elegido otro sucesor. De forma que el Papa del momento era siempre el representante de Jesús, el Hijo del Dueño del mundo. Fue con esta sagrada Verdad de fondo con la que se redactó el «Requerimiento» para que los indígenas americanos depusieran espontáneamente la posesión de sus tierras al llegar a conocer la Verdad: que la tierra que ancestralmente habitaban no era de ellos, sino del Dios creador que ellos no conocían, y que ahora les hacía el favor de enviarles a su representante con algunas reclamaciones  jurídicas respecto a su titularidad. Con aquella Verdad, las tierras del continente fueron confiadas por los Papas a los cristianísimos reyes y reinas de las Coronas de España y de Portugal, como las tierras africanas habían pasado antes a la Corona de Portugal. Aquella verdad religiosa no era inocua ni gratuita, sino una Verdad que hizo de las Iglesias cristianas, de la raza blanca, de la raza europea, y también del varón, los seres privilegiados de la Tierra. Aquella Verdad, que aun siendo software al fin y al cabo, era una poderosísima arma de dominación, sometió e instauró imperios, entronizó razas, destruyó culturas y religiones, justificó esclavitudes, sometió a la mujer. Un último capítulo que va detrás de toda esta historia, soplando como viento de popa, es la teología de la misión, elaborada con toda esta verdad. Como hemos dicho, para algo había fundado Dios mismo personalmente el cristianismo en la Tierra: precisamente para revelar su Verdad, desconocida hasta entonces, y para difundirla por toda el orbe. Los cristianos fuimos los encargados de la difusión. Dios tuvo que esperar a la invención de los grandes medios de transporte transoceánicos medievales, las carabelas, y al desarrollo de nuestra progresiva capacidad de llegada a los lugares más alejados, para ver cómo comenzaba a realizarse esa misión universal. La misión trataba de dar a conocer la Verdad, lo que conllevaba la implantación de una extensión de la Iglesia cristiana, medio universal de salvación. Con esta «salvación universal», en el mismo paquete, venían también, como en un inocente caballo de Troya, la lengua, la cultura, el derecho occidentales. La Verdad fue el fundamento de la apoteosis de los «siglos misioneros cristianos», que llegaron hasta bien entrado el siglo XX, cuando en algún momento los misionólogos expertos llegaron a debatir concretamente la estrategia para efectivar la posibilidad de convertir todo el mundo para Cristo, que se veía muy cercana. Todo ello gracias a que la Iglesia era la depositaria, elegida por Dios, de la Verdad de la Salvación. Quizá no sea exageración decir que el cristianismo, convencido de estar en posesión de la Verdad Absoluta, revelada por Dios y manifestada en exclusiva a ella, ha sido la religión que ha guardado una relación más estrecha, laboriosa y efectiva con la verdad religiosa. Puede haber sido la religión que con la bandera de la Verdad haya conquistado para la fe más tierras y más pueblos, en aquellos tiempos apoteósicos en los que «en sus cristianísimos reinos no se llegaba a poner el Sol»... Pero aquella apoteosis coincidió con el comienzo de una nueva época, radicalmente diferente, la de la modernidad, que deconstruiría poco a poco, hasta el final, aquella epistemología medieval. Por ejemplo, tradicionalmente resultaba evidente para todo el mundo el objetivismo: la realidad existe, y está fuera del conocimiento. La verdad consistía, precisamente –en la acepción aristotélica por antonomasia– en la adecuatio rei et intellectus: la adecuación entre lo que pensamos y la cosa, la realidad objetiva. Se trata de una concepción de verdad bien gratificante (para lo religioso sobre todo): nos da la seguridad de que lo que pensamos no es una imaginación, sino algo que está en algún lugar, fuera de nosotros; por eso estamos en la verdad. La verdad no es un mero pensamiento, ni una imaginación, o una ilusión; se corresponde con la realidad objetiva. Pero pronto vino Kant y nos hizo comprender que debíamos despertar de ese «sueño dogmático»; las cosas no son como las pensamos, ni sabemos siquiera cómo son, ya que están estructuradas según las «condiciones a priori» del pensamiento, de las que hasta ahora éramos inconscientes. No podemos imaginar las cosas sin tiempo ni espacio, y nos parece algo indubitable que las cosas son espaciotemporales... Kant mostró que esa seguridad era un espejismo, y que, por más que nos costase, debíamos salir de ella; debíamos despertar de ese «sueño dogmático»... Pues bien, del mismo modo, podríamos decir que debemos despertar de nuestro sueño dogmático-religioso, porque, sin duda, también éste existe: las cosas religiosas eran como eran, como siempre nos habían dicho que eran, y no podían dejar de ser así; todo lo religioso parecía dogmático. Aceptar «despertar del sueño dogmático religioso» ha sido mucho más difícil. Muchas personas, de hecho, no han llegado siquiera aceptarlo, acabando por vivir sus vidas en un paralelismo de dos epistemologías paralelas: la de la razón profana, y la de la razón religiosa, una especie de esquizofrenia, con no poco sufrimiento. Hay una imagen sencilla que se ha hecho célebre: nuestros conocimientos son como unos mapas, pero tendemos a pensar sobre ellos ya como los territorios que representan. Sobre todo en lo religioso. Por ejemplo, estamos en oración, enfervorizados quizá, y casi sin darnos cuenta nos sentimos ya como en la presencia de Dios, en medio de su corte celestial... Pero nos resulta difícil pensar que esa presencia y el imaginario con el que viene revestida, es sólo un mapa, una representación, un interfaz, no la realidad misma. El territorio divino nos es totalmente inaccesible, y ningún mapa tiene validez objetiva; sólo es un servicio subjetivo para el sujeto, válido, con tal de que no se le dé valor de objetividad a lo que es simbólico. Igualmente, con todas las doctrinas, religiones, teologías, afirmaciones que hacemos en torno a Dios, debemos caer en la cuenta de que no son más que “mapas”, apuntes, sugerencias balbucientes sobre una realidad que nos sobrepasa totalmente... y que nos resulta sencillamente inasequible. ¿Dónde va quedando la “Verdad Absoluta Religiosa” que hasta hace bien poco nos hacía sentirnos tan seguros? ¿Será que la modernidad destruye la religión? Ésta fue la respuesta oficial de la Iglesia durante varios siglos, en un antimodernismo oficial, pleno y declarado, un vivir de espaldas a la ciencia y a la epistemología moderna. Sólo con el Concilio Vaticano II comenzó el deshielo, no todavía el afrontamiento real del problema, y mucho menos la solución del mismo.

Veamos, por partes. La crisis de los estudios bíblicos comenzada en el siglo XVII en el mundo alemán protestante –cien años después en el campo católico–, hoy no ofrece ninguna novedad; los catequistas mínimamente preparados la conocen. Pero sabemos que implicó una cantidad inimaginable de crisis personales de fe. Clérigos, religiosos, seminaristas, llenos de fe, de generosidad y de entusiasmo religioso, abandonaron su vida religiosa eclesiástica recién iniciada cuando descubrieron con aquellos estudios racionalistas ilustrados alemanes, que gran parte de lo que habían escuchado sobre Jesús –lo que se venía diciendo de Él desde tiempos inmemoriales– no respondía a la verdad. No nos vayamos muy lejos; no hace todavía 50 años que los católicos, que oían el Evangelio de Jesús, entendían literalmente las palabras dichas por Jesús que el evangelista ponía en su boca; de forma que creer a Jesús consistía en creer lo que Él literalmente nos había dejado dicho de parte del Padre: “Yo y el Padre somos una misma cosa”. Y no es verdad que Jesús dijera eso nunca, ni siquiera que lo pensara. Hoy sabemos que no hay en la Biblia nada «directamente dictado» por Dios. ¿Dónde está la Verdad Absoluta que nos acompañó en todas nuestras misiones? Hace poco más de 50 años de aquel otro famoso libro Y la Biblia tenía razón, que con pruebas supuestamente científicas venía supuestamente a demostrar que el relato bíblico era literalmente histórico... Era la lucha desesperada de la «epistemología mítica» bíblica tradicional, ante los embates de la epistemología moderna. El Antiguo Testamento lleva muchos más años siendo objeto de un estudio detallista y minucioso. Hoy sabemos de dónde viene casi cada una de los relatos que lo componen. No ha salido muy bien parado: muchas de sus leyendas y tradiciones vienen de pueblos ajenos, del Levante; textos hoy suyos fueron primero babilónicos, sumerios, arcádicos, de Ugarit... de cualquier parte del medio Oriente. Pensábamos que la Biblia, como Verdad dictada y finalmente captada y registrada, habría venido directamente del Dios del cielo; después hemos sabido que sí, que muchas verdades nos han venido de Él, pero pasando por otros pueblos a los que tuvo el capricho de manifestárselas primero. Mucho de lo que el pueblo de la Biblia aprendió de Dios, le llegó por tradiciones y textos recibidos por otros pueblos... Hoy nos puede parecer, incluso, un detalle de macroecumenismo, de elegancia, de gran estilo por parte de Dios, pero no podemos olvidar que cuando comenzamos a descubrirlo fue una fuente continua de sorpresas y decepciones. Los últimos desafíos a la verdad bíblica vienen del llamado nuevo paradigma arqueológico bíblico. Como su nombre indica, se trata de una escuela nueva arqueológica que renuncia a ser «arqueología bíblica», aquella que se hacía «con la Biblia en una mano y la piqueta en la otra», y que se proponía consciente y expresamente «demostrar la verdad de la Biblia». La arqueología actual, de nuevo paradigma, ya no busca justificar la Biblia, sino –curiosamente– descubrir la verdad, caiga lo que caiga. Y sí, han caído cosas inimaginables: los Patriarcas, los israelitas en Egipto, el paso del Mar Rojo (y con él la Pascua), el paso por el desierto, Moisés y el monte Sinaí (y con ello la Alianza y los diez mandamientos...), continuando por David y Salomón, de quien, aunque fuera tan famoso que hasta la Reina de Saba vino a oír su sabiduría desde los confines del mundo, no aparece su nombre en ningún documento extrabíblico, absolutamente en ninguno. No seguiremos citando las sorpresas del nuevo paradigma arqueológico-bíblico, para no desanimar a nadie de su lectura obligada (en eatwot.net/VOICES hay un número monográfico amplio sobre el tema, muy accesible y completo). La antropología religiosa también nos ha llevado poco a poco a un cambio de mentalidad. Durante milenios hemos estado pensando el mundo religioso como un «segundo piso paralelo» que, en momentos determinados, irrumpía en nuestro mundo, con alguna intervención controlatoria, o introduciendo algún don, como podía ser la revelación sobrenatural de una verdad. Esta revelación podía ocurrir allí donde los dioses lo quisieran. La antropología nos ha descubierto que la atribución de una verdad a una revelación divina es un mecanismo natural y muy frecuente de nuestro desarrollo religioso humano bio-evolutivo. Desde el principio este primate ha necesitado «poner su vida en contextos mentales y espirituales más amplios» (Karen Armstrong); su búsqueda de conocimiento y la construcción de la verdad, son las dos caras de un mismo proceso evolutivo. Por eso, todas las religiones son manifestaciones distintas, peculiares, condicionadas por su contexto, de los distintos desarrollos de cada pueblo, todos respetables, todos distintos, muy distintos, y, a la vez, todos, en el fondo, paralelos (y por tanto, convergentes en el infinito). Una novedad destacable es la excepción de las “religiones” que no se han enrumbado por el mundo de la Verdad, ni de las doctrinas. Gandhi reconoce que el hinduismo no tiene ningún credo oficial, ningún dogma obligatorio, ninguna doctrina distintiva que deba marcar la vida de los discípulos... Esta característica “a-doctrinal” del hinduismo es un gran desafío para las demás religiones, y en concreto para el cristianismo, que debido a su herencia griega y a su pasado imperial, ha hecho de la doctrina, del credo, del dogma... una de sus dimensiones esenciales, indebidamente. La afirmación integral de la doctrina, de todos y cada uno de sus artículos, y la negación de las herejías, ha sido más importante y decisivo que la fe y el amor. Hoy, con la nueva epistemología, el hinduismo se ve confirmado en su tarea de acompañar al ser humano por los derroteros de su humanización, dejándole en libertad para buscar, con la simple razón, las explicaciones que necesite, mientras el cristianismo se ve abocado a la necesidad de pedir disculpas por el excesivo celo teórico, por la sobre carga de acento intelectual, doctrinario, teológico, dialéctico, polemizador, buscador de criptoherejías, que lo han apartado gravemente de ser una religión del amor y de la libertad ante el Misterio que está más allá de todas las formulaciones de la verdad. Todavía hoy, en su propia página web, la Congregación para la Doctrina de la Fe, sin ningún rubor, reivindica su nombre original de «Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición», fundada por Pablo II en 1542, la más antigua de las nueve congregaciones del Vaticano. Y estamos en 2018. El concepto renovado de religión se vuelve a centrar hoy día en la espiritualidad, y todos los demás componentes son complementos no estructuralmente esenciales; lo único esencial es la espiritualidad. Todos los pueblos han percibido, intuido, sintonizado, buscado... el Misterio. Cada uno lo ha explicado a su manera, con sus categorías culturales, sus filosofías, sus prejuicios y defectos... y también con ello han rasgado muchas veces, lamentablemente, la unidad de sus familias espirituales... Sólo el quehacer espiritual era, es, la esencia de la religión. Todo lo demás son todavía rasgos arrastrados de estadios inferiores, que no necesitan siquiera resolverse, sino que simplemente pueden ser abandonados. Por no hablar sino dentro del cristianismo, ¿no bastan 500 años para tirar por la borda ya debates que nos han separado inútilmente durante medio milenio contra toda razón y todo amor entre católicos y protestantes? ¿Todavía tiene sentido debatir sobre la Sola Scriptura, la Sola Gratia, el Solus Christus, la Sola Fides? 

¿Hasta cuándo? Nos basta el recorrido esquemático que acabamos de realizar en la deconstrucción de aquellas seguridades que hasta el siglo XVII tuvimos sobre la verdad y el cristianismo. Estamos ante la nueva epistemología, quizá la «última conversión» que tendrá que afrontar el cristianismo, en el que, muchos creyentes, todavía no se han enterado de esta la transformación epistemológica cultural que está en curso, y siguen como si no hubiera pasado nada, tanto en el catolicismo como en el protestantismo –no digamos en el islam–. Decía Jung que los cambios religiosos, por su propia naturaleza, son de los más lentos. En muchos sentidos, en religión sólo avanzamos “de funeral en funeral”... Es cierto que la única pedagogía que las religiones no han ensayado nunca, ha sido la pedagogía de los cambios, especialmente la de los cambios culturales rápidos. No tenemos ninguna experiencia, y al Vaticano, por ejemplo, ni le ha pasado por la cabeza que tan importante como “una Iglesia en salida” lo es “una Iglesia con otra epistemología”. Y ya sabemos, mientras no cambiemos de urgencias, el tiempo corre en contra de la suervivencia del Titánic. Pero quienes, aun entre dificultades, hemos intuido la necesidad perentoria de una deconstrucción, –aun a riesgo de ser incomprendidos, de ser considerados “ateos” en el sentido negativo de la palabra (porque tiene también un sentido positivo)–, estamos intentando escrutar el abismal cambio cultural de estos cincuenta últimos años, y las muchas reformas que habrían de ser puestas en marcha. Sabemos que pueden parecer locuras a quienes las escuchen o las lean desde los viejos paradigmas, pero quisiéramos ofrecer un gesto sonriente y cariñoso, lleno de fraternidad. Les aseguramos que estamos en el mismo camino, que no hemos renunciado a nada, que, simplemente, pensamos que el viejo cristianismo se está acabando –o ya se acabó, en algunas latitudes– y que creemos que continúa por aquí. Este número de Spiritus, En búsqueda de la verdad, como reza su título, se plantea cuestiones capitales, difíciles, urgentes... de nuestra sociedad actual posmoderna. La confrontación de las religiones, y del cristianismo en concreto, con la “nueva epistemología” surgida de la modernidad, implica un cambio tan radical, que mientras las religiones no lo afronten, están condenadas a continuar en trance de desaparición. Seguirán en el mundo de siempre, el mundo del Titanic que se hunde. Pero de aquí a poco tiempo, sólo quedarán en pie las nuevas realizaciones espirituales que cuenten con una nueva epistemología, la única posible hoy día, ésa que ya está en la calle, en la sociedad civil, en el hombre y la mujer modernos. Entre el cristianismo y la verdad, los desafíos son realmente grandes; pero hay uno que para la Iglesia es el decisivo: afrontar la última conversión pendiente, la conversión epistemológica.

Revista «Spíritus», edición hispanoamericana, 19/1-230 (marzo 2018) 85-98. Quito, Ecuador.

José María Vigil

eatwot.academia.edu/JoséMaríaVIGIL

PANÓPTICA: ALPARGATAS, HELICÓPTERO, AVIONETA, AVIÓN, NAVE… SUBMARINO… y M2


col patuel

 

La palabra "panóptica" está formada por tres términos griegos: "pan" que quiere decir "todo"; "opsis" que significa "vista" y "tikos" que nos indica "relativo a…" Es decir, una visión de totalidad. Desde un punto se ve todo: interior como exterior. En otras palabras: El panopticismo es un rasgo característico que conforma la organización humana contemporánea, construida por tres elementos definitorios: vigilancia, control y corrección.

La perversión del mundo informatizado se mueve entre el optimismo frente a la posibilidad de verlo todo, y el control de la información y de la vigilancia permanente. Esto me lleva a poder considerar que el ser humano panóptico es aquél que tiene la capacidad de poder verse por dentro y por fuera desde un solo punto: la interioridad o la exterioridad, la intimidad o la extimidad.

Tengamos en cuenta que la totalidad es más que la suma de las partes. Así, ninguna pieza es la totalidad aunque necesaria. Y hablar solo de una pieza como si fuese la totalidad es un puro reduccionismo. Además, explicación muy actual y más en aras de la ciencia (en minúscula). Es decir, cuando la ciencia o su método se convierte en ideología: Una pieza explica el todo.

Nuestro simpático y sencillo “ego” (psicoanalítico), que es la sola antorcha que tenemos para situarnos en nuestro m2 para vivir y convivir, necesita esta mirada panóptica. Por eso, el cuodlibeto es comprender que siempre debe mirar el horizonte con los pies en el suelo junto con el principio de realidad. Saber dónde pone estos pies y qué horizonte mira con el corazón.

De ahí la metáfora del título: Mirar sólo desde las alpargatas o zapatos o descalzo que es una mirada real pero muy limitada a causa del horizonte que puede contemplar. O desde una avioneta que puede sobrevolar por territorios sin poder aterrizar en cualquier sitio y tiene un horizonte largo, pero no concreto. O bajar y subir como puede hacerse con el helicóptero, es decir, pisar y mirar un horizonte concreto y al subir y volar uno más ancho. Pero tanto en uno como en el otro caso, no tienen la visión panóptica como puede tenerla un avión o más un satélite o nave espacial.... o también una visión profunda como dan los submarinos, como el que acaba de zambullir a Aurelio a 230 metros.

El ser humano, desde su ego consciente, debe poder trabajar y elaborar con esfuerzos mentales para contemplar su microcosmos como su macrocosmos. Necesita una visión panóptica para ser consciente en que coordenadas se encuentra, fruto de la creación evolutiva humana, pero también de contemplarse sin coordenadas. Y esto es vivir desde su sensitividad la totalidad del cosmos en plena evolución.

Ciertamente, toda esta panóptica, que a nivel de edificio se contempla en las grandes cárceles que es la torre de vigía, no la tolera ningún sistema de dominación sea el que sea: político, religioso, financiero o lo que se nos impone. La inteligencia artificial como la robótica son el punto de partida de donde está emergiendo el transhumanismo, pero generador, y no creador, el cual se escapa de las manos de los técnicos y puede convertirse en un monstruo. Esto no quita que las herramientas puedan ser empleadas con otra finalidad u horizonte. Y un buen uso da esperanza y confianza del Ser Humano en los Seres Humanos.

Es necesario trabajar, hablar, comunicar, dialogar y realizar una nueva panóptica. Hemos superado momentos crísicos como el industrial, el político. Ahora vivimos otro y necesitamos siempre pisar el suelo con seguridad. Precisamos un nuevo horizonte, buscado, y no impuesto versus un pensamiento único que contiene ya una nueva forma de esclavitud. ¿Desde dónde miramos? No olvidemos que la paz universal (mesopotámica, egipcia, griega, romana, medieval, cristiandad) siempre ha sido y es fruto de represión y opresión humanas como lo son la paz actual de “pan-americana, rusa, china, japonesa, europea o financiera”.

Necesitamos un nuevo relato no de salvación ni liberación ni de felicidad sino de un proceso de madurez integral. Es decir, donde se tenga en cuenta tanto el piano como el pianista que no se pueden separar si queremos música. Y todo sistema de dominación quiere convertir en robot en nombre de las nuevas ciencias a toda persona que toque un instrumento musical, que es erradicar la subjetividad.

Y entonces, más que nunca, el consejo que nos dan todos los libros de la sabiduría: Busca ser libre para ser tú mismo. Necesitamos el silencio, la reflexión, el pensar, el autoauscultarse, el dialogar.... brevemente: IR CONTRA CORRIENTE con el propio pensamiento, no primario sino secundario que nos lleva a la dignidad de todo ser humano. Es necesario elaborar el concepto de dignidad, fundamento de los derechos humanos universales, no ideológicos.

Y recordando a Einstein (1879-1955): “Es más fácil desmenuzar un átomo que una creencia”. Dura empresa, pero muy humana: UN NUEVO SISTEMA DE CREENCIA DINÁMICO o EPISTEMOLOGÍA AXIOLOGICA, soportado con la tecno.ciencia y una pluralidad de visiones panópticas. Un buen trabajo del Ego en y desde su m2.

 

Jaume PATUEL PUIG

pedapsicogogo

¡QUÉ FÁCIL ES AÑORAR LAS CEBOLLAS DE EGIPTO!


col velez

Hace nueve meses cuando ganó el actual gobierno manifesté mi beneplácito y mi confianza en sus propuestas. Hoy en día lo reafirmo porque me sigue entusiasmando la visión de país que se proyecta y los pasos que poco a poco se van dando. Pero últimamente crece la sensación -en gran parte alimentada por los medios de comunicación- de que vamos camino al fracaso y de que solo hay errores en lo que se va haciendo. Por eso quiero hacer algunos comentarios, no con la pretensión de hacer un análisis político del momento, sino desde el sentido común.

La actual situación me hace pensar en la experiencia de liberación del pueblo hebreo. Según relata el libro del Éxodo, Dios con mano poderosa hizo pasar a los israelitas el mar rojo, liberándolos de la esclavitud a la que los tenían sometidos los egipcios. Pero una vez comenzaron la travesía por el desierto, entraron los miedos y las añoranzas. El pueblo comenzó a decir: “¿Quién nos dará carne para comer? ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en Egipto y de los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos! En cambio, ahora tenemos el alma seca” (Núm 11, 4-6). Era tal la queja del pueblo que Moisés le reclama a Dios porque no sabe de dónde va a sacar carne para alimentarlo y siente que esa situación es demasiado pesada para él (Núm 11, 10-15).

Lo que me interesa subrayar de esa comparación con el pueblo de Israel, es la experiencia de miedo ante cualquier propuesta transformadora que se presenta. Con seguridad, las reformas que se proponen no son las mejores y contarán con muchas falencias. Sin embargo, son un intento de buscar la justicia social. Pero hay demasiadas resistencias. Por poner un ejemplo, me asombra escuchar cómo tantas personas se quejan por el mal servicio que reciben de las prestadoras de salud y que no consiguen citas con los especialistas, ni les dan las medicinas más especializadas, pero ante la propuesta de acabar con ellas, salen a defenderlas cómo si fueran suyas o fueran la única posibilidad de ofrecer un servicio de salud. O, ante la reforma laboral, que busca garantizar una remuneración justa para los trabajadores, nos asustan con que se acabarán muchos empleos porque los empresarios no van a pagar ese salario. Es decir, hemos de contentarnos con un salario injusto para que se creen puestos de trabajo. Son lógicas bastante extrañas, pero funcionan perfectamente en gran parte de la población y así se convierten en esas fuerzas resistentes ante cualquier cambio.

Creo que este gobierno desde el primer día se puso en camino con las promesas hechas en campaña y no es de extrañar que lleguen las experiencias de desierto. No hay que olvidar que son muchos los problemas que tenemos en nuestro país y demasiados los frentes que se tienen que atender. El conflicto armado, la delincuencia, el narcotráfico, la injusticia social, no llegó con este gobierno. Todos estos problemas los arrastramos hace mucho y es normal que cada vez quieran ganar más terreno. De ahí que la tarea sea tan ardua. Ni este gobierno, ni ningún otro, lograra cambiar las cosas de un momento para otro. Pero este gobierno tiene una desventaja: se alimentan continuamente los imaginarios de que todo lo está haciendo mal. Y aunque la prensa se queja de que el presidente les quiere quitar la libertad de expresión, basta leer los titulares para entender que las noticias que presentan tienen el sesgo de lo que falta -y muchas veces aumentado-, y no de lo alcanzado. La oposición al gobierno no es principalmente por el contenido mismo de las reformas, sino por ese ánimo perverso de que le vaya mal, porque no logran soportar que un cambio venga de las clases populares, de un exguerrillero, de una mujer negra y pobre, en definitiva, del corazón del pueblo al que siempre han manipulado.

Que bien haría a la llamada oposición y a tanta gente del común que se adhiere a esa perspectiva, volver sobre las palabras de Francisco, cuando se refiere al contexto sociopolítico. Por lo menos podrían entender algo de los profundos cambios que se necesitan. Por ejemplo, en su primera exhortación, Evangelii Gaudium, refiriéndose a la realidad económica afirma las falacias de las políticas del libre mercado: “algunos todavía defienden las teorías del ‘derrame’ que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por si mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando”. (n. 54). O en la Encíclica Fratelli Tutti, refiriéndose a la propiedad privada, dice: “la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada (…) El derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad. Pero sucede con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica” (n. 120).

En definitiva, ¡Qué fácil es añorar las cebollas de Egipto!Esto es lo que está pasando en varios países que giran a la ultraderecha, cuando sus gobiernos progresistas inician reformas. No sería raro que pasara eso también en este país. Pero vale la pena seguir apoyando los cambios todo lo que se pueda. Habrá que reconocer errores, desaciertos y equivocaciones. Pero también se podrán abrir caminos que tarde o temprano darán buenos frutos. Esta es la esperanza que acompaña mi perspectiva de país y no quiero dejar de alimentarla.

 

Consuelo Vélez

Religión Digital

UN TEMA CONFLICTIVO

fe adulta

col otalora

 

La Congregación para la Doctrina de la Fe, ya en la época de J. Ratzinger, valoraba la complejidad de la homosexualidad cuando la señalaba como “no conforme” con la enseñanza de la Iglesia católica. Y aceptaba, de entrada, que el hecho homosexual tiene múltiples dimensiones. Naturalmente que en aquella época la rigidez se imponía en la valoración de la práctica homosexual haciendo tabla rasa contra ella. Ahora es una realidad social que cuenta con posturas de rechazo, pero también con la consideración y el respeto hacia quienes se sienten de diferente manera.

De igual manera nos ocurre dentro de la propia Iglesia, donde la realidad homosexual acoge interpretaciones y posicionamientos sociales de rechazo y aceptación. Personas competentes en lo teológico, en lo pastoral y en definitiva, en los fundamentos cristianos, no condenan ni excluyen a este colectivo, bastante significativo ya incluso en el laicado católico y entre el estamento clerical.

Han sido muchos años de persecución social y religiosa, donde las condenas excluyentes han ido mucho más allá de una desautorización, llegando a satanizar al colectivo gay de manera inmisericorde, es decir, desde una actitud claramente antievangélica. Qué no decir de los cambios de sexo, donde se juzgan hechos y no intenciones o consideraciones personales, valorando cada caso con discernimiento, como se resalta en la Exhortación Amoris Laetitia. Todo ello merece una mirada más jesuánica y cristiana, al menos en paralelo a la ortodoxia que ha llegado a proponer centros de sanación para gays y lesbianas. Yo sigo reivindicando el Dicasterio de la Ortopraxis, donde lo esencial, las actitudes de amor, sea la piedra de toque de toda la arquitectura católica.

Al menos el Papa Francisco ha dejado claro que la homosexualidad no es un delito y que  hay que terminar con la legislación injusta (sic) que penaliza las relaciones homosexuales en todo el mundo, o discrimina a la comunidad LGBTQ+. "Sí, (la Iglesia) tiene que trabajar para abrogar esas leyes. Lo que pasa es que algunos obispos tienen pendiente un proceso de conversión”… para alejarse de la homofobia, añado yo. El Papa tampoco se olvida de pedir a los padres y madres (2022) que no condenen a sus hijos si tienen una “orientación sexual diferente”.

Pero vayamos al meollo del asunto. Excluidos en tiempos de Jesús hubo muchos, mujeres y niños, extranjeros, recaudadores, enfermos varios, pecadores de todo signo, samaritanos… Y la actitud de Jesús fue siempre de acogida, e incluso de sanación aun en contra las normas sacrosantas que lo impedían. ¿Por qué se comportó así? Por amor; sencillamente hizo lo que cualquiera hubiésemos hecho con un ser muy querido para nosotros, que es lo que somos todos y todas para Dios. Y a partir de aquí, viene lo particular: no es posible rechazar a todo el colectivo homosexual, incluso a los que se esfuerzan por amar ejemplarmente con verdadera entrega evangélica.

No es importante saber por qué sienten atracción por los de su mismo sexo. Pero lo esencial es que pueden amar radicalmente, sentirse entregados al amor del otro o de la otra de manera ejemplar e incluso heroica, y hacerlo ejemplarmente desde su única sensibilidad conocida. Y muchos lo hacen. ¿Dónde está el delito, la desviación moral? Si aman de corazón a su pareja, ¿qué tenemos que condenar? No estoy justificando o desacreditando la homosexualidad; estoy defendiendo el amor limpio y puro, hecho por Dios que dignifica a quienes lo practican, dando por hecho que hay personas en torno al colectivo LGBTQ+ tan maravillosas y egoístas como en el colectivo heterosexual.

¿Son mejores cristianos los heterosexuales, por serlo, que los homosexuales, aunque estén comprometidos por amor con su pareja del mismo sexo? No debemos estigmatizar a este colectivo prescindiendo de sus actitudes; que también para ellos vale la sentencia “Por sus hechos los conoceréis”. He tenido la suerte de conocer a varias personas homosexuales y no entiendo que se mantenga el estigma, incluso entre gentes piadosas. ¿Será otra forma encubierta de racismo, como el del color de piel? Jesús en el Evangelio ilumina el buen camino.

¿QUÉ PIENSAN LOS ADOLESCENTES DEL DOCUMENTAL DEL PAPA FRANCISCO?

fe adulta

col pino

 

Vino nuevo en odres nuevos (Mt 9,17)

Después que los alumnos de 3º de la ESO y de 1º de Bachillerato visionaran el fabuloso, atrevido y controvertido documental Amén. Francisco responde planteé a las diferentes cursos diez preguntas para que contestaran de forma sincera y personal. Una semana después, en clase, compartimos nuestras sensaciones y respuestas en un formato grupal tipo cinefórum. Las preguntas fueron relativamente sencillas. Mi intención: que pudieran acomodarse a ellas tanto creyentes como no creyentes y, así, pudieran sentirse libres a la hora de dar sus oportunas valoraciones. La Iglesia es una institución pública más o menos conocida que resulta en numerosas ocasiones distante, anacrónica o enigmática, especialmente a los más jóvenes. Los adolescentes (como los niños) suelen decir la verdad, al menos la suya, y esto es importante tenerlo en cuenta. Así pues, si queremos evangelizar a la juventud, debemos en primer lugar intentar comprender de dónde parten y cómo interpretan su ser/estar en el mundo y, para nuestro caso, cuáles son las grandes cuestiones que les chocan de la Iglesia católica, aquellas cosas que para ellos no tienen sentido y deben ser cambiadas de modo radical. Claro está, si queremos que el mensaje cristiano tenga significación en pleno siglo XXI y no acabe siendo una especie de “lengua muerta”.

Francisco, sin duda, ha sido muy valiente en el programa de televisión. El Papa (representante de la Iglesia universal) se expone y mucho en este documental…  y ésta es la primera regla a la que hay que someterse, si se quiere tener cierta credibilidad entre la gente, especialmente entre los jóvenes. ¿Qué muchach@ acepta hoy día doctrinas y directrices cerradas a las que no se pueda tener derecho a réplica? Algunos que vienen ya adoctrinados desde muy pequeños bajo una visión de Iglesia cerrada, hermética y aparentemente “segura” domestican al indomable e inconformista que todos llevamos dentro y subliman la urgente necesidad de experiencias que todo adolescente demanda sometiéndose a una religión de prácticas escrupulosas y ritos tranquilizadores que inutilizan el discernimiento personal y la conciencia crítica. Son, en mi opinión, los fariseos de hoy, pero ya no del judaísmo sino del cristianismo (que también los tiene). Pero estos “infiltrados cristianos” que no se mueven en las claves del amor sino en las del cumplimiento (cumplo y miento) ₋entiendo₋ tienen los días contados en nuestra sociedad actual, a no ser que de forma tibia ₋debido al miedo que paraliza y la seguridad que innatamente toda estructura está tentada a buscar₋ la institución eclesiástica dé un volantazo de mano alejándose de los debates y encerrándose en su cápsula religiosa y moral que lo apartan del mundo y lo mantienen por un tiempo “a salvo”, o mejor dicho sordos a las críticas. No olvidemos que todo lo que no se hace por amor y no se decide desde una libertad responsable tiene fecha de caducidad o adolece de una eterna desazón del alma.   

Estos no son los tiempos en los que lo que decían los curas “iba a Misa” o donde los maestros y profesores dictaban y los alumnos acataban (a veces asustados). Ciertamente, hoy día nos hemos ido ₋en numerosas situaciones₋ al otro extremo. Existe y apreciamos un desequilibrio entre derechos y deberes, y no menos verdad es la gran desestructuración que, en general, se observa en las familias o la cada día mayor dificultad que existe para salir, no ya contento, sino ileso en el terreno educativo, que a veces se convierte en una jungla... Sí, por supuesto, hay que remar contra corriente y esforzarse mucho personal y familiarmente, si queremos ofrecerles a nuestros hijos y alumnos una educación y unos valores basados en la libertad y en la entrega. Pero la forma, el secreto para acondicionar y equilibrar estos desajustes no creo que esté en volver a otros tiempos y medidas que no fueron ni tan buen@s ni responden a la mentalidad y necesidad del momento presente.  Los que así lo hacen se enfrentan a la realidad y al mundo… Y el mundo no es nuestro enemigo sino nuestro entorno: aquello que debemos comprender y transformar relacionándonos con él, no escondiéndonos de él y manteniéndonos a una cierta distancia, como si nosotros no fuésemos del mundo y el mundo no nos perteneciera, como si solamente nos ensuciara...  El eslogan que siempre se nos inculcó fue “o del mundo o de Dios”, una disyunción excluyente (una contravalencia lógica) que no permite conciliar ambos al mismo tiempo, como si para ser de Dios hubiera que ir contra el mundo (o al revés). En Jn 17 Jesús no rogaba para que nos alejáramos y apartásemos del mundo (construyéndonos un gueto religioso, un cordón sanitario contra él), sino para que nos guardásemos del mal y lucháramos contra toda injusticia (evidentemente dentro del mundo y embarrándonos con él) para que los que nos miren, a través de nuestras obras y unidad en la diversidad, reconocieran  a Dios. Nuestra misión, en definitiva, consiste en hacer de este mundo un cielo, procurando no desligar medios de fines. Es éste y no otro testimonio el que nos otorgará credibilidad como auténticos cristianos.

Una vez vieron el documental, diez preguntas, diez sencillas cuestiones les planteé para que respondieran primero personalmente y luego de forma grupal en clase. De forma  resumida destacaré las respuestas más coincidentes que se dieron en todas las clases en cada una de las cuestiones, no sin antes subrayar que no aprecié una diferencia significativa entre las respuestas de los alumnos de 3º de la ESO respecto a las de 1º de Bachillerato, salvando cierta madurez académica y, en algunos, humana. Cuestión esta que me plantea lo mucho que nos jugamos en la educación, en el acompañamiento y crecimiento espiritual de los chicos y chicas, especialmente en este tramo de edad que marca su presente-futuro, aquel que va aproximadamente de los 14 a los 16 años.

Éstas fueron las preguntas y sus principales respuestas:

--1. ¿Qué pregunta te pareció la más difícil de responder y por qué?

-En general, una de las preguntas que muchos alumnos consideraron más complejas de responder fue la pregunta en la que se cuestiona si alguna vez podríamos ver a una mujer Papisa. En esta misma línea salta también la pregunta sobre la posibilidad de que las mujeres sean sacerdotisas. Entienden que el Papa aquí se la jugaba pero lamentan su lenguaje encriptado, alejado y poco convincente. También observan como una cuestión difícil a la que tuvo que enfrentarse Francisco la pregunta sobre los escándalos sexuales y la pederastia, especialmente el momento en que le pasa la carta que él mismo escribió. Sugerente también que aquí se cuele una cuestión que, según los los alumnos resulta bastante compleja para responder: la de qué visión tiene de que las personas vean la iglesia como anticuada y anacrónica…

--2. ¿Qué respuesta del Papa te gustó más y por qué?

-Los alumnos reconocen que el Papa en general se esfuerza y se expone y ello lo agradecen, incluso cuando era difícil mantener el tipo, como cuando la entrevista sube de tono con la cuestión sexual o la pornografía. Especial acierto creen que tiene cuando habla del racismo, cuando dice que los que promueven el discurso del odio son “infiltrados” que no se aceptan y necesitan ver la viga en ojo ajeno…, o cuando habla de la nueva esclavitud que existe en nuestras sociedades a través de los salarios mal pagados y la presión que ejercen las empresas que se aprovechan de la necesidad que muchos tienen de trabajar sea como sea para poder llevar un plato de comida a casa. Una respuesta también para algunos alumnos atentos ha sido cuando afirma Francisco que lo que genera contradicción en la vida es no hacerte cargo de tu historia. Hemos hablado en algunas clases sobre ello y me ha sorprendido la madurez de algún@s. Pero hay otra respuesta de Francisco que un grupo ha resaltado con fuerza: cuando le preguntaron sobre si para él hay un espacio en la iglesia para el colectivo LGBTQ en general, a la que contestó que toda persona es hijo de Dios y que Dios no rechaza a nadie por lo que él no sólo no tiene derecho a echar a nadie de la iglesia sino que más bien su deber es recibir, sumar, nunca restar.

--3. ¿Qué respuesta te gustó menos y por qué?

- Una de las respuestas que menos gustó a los alumnos fue, precisamente coincidiendo con la 1ª pregunta, la del papel de la mujer en la Iglesia. No entienden la respuesta que dio Francisco (y personalmente lo comprendo). Algunos alumnos la veían como “postiza” en comparación con otras respuestas más frescas y comprensibles, aunque tuviera que hablar de sexo. No comprenden que exista una teología (que se den razones) para justificar que, al fin y al cabo, los puestos ministeriales en la Iglesia católica son inalcanzables para ellas. Lo ven como un claro machismo. Curiosamente, una de las respuestas que menos convenció (yo personalmente no lo veo igual pero es posible que, al conocer las dificultades y entresijos que Francisco tiene que lidiar continuamente, le conceda más tiempo para su limpieza) fue la de la pederastia. Casi todos los alumnos la vieron débil, sin determinación, poco clara o nada más que “políticamente correcta”. Está claro que los jóvenes no se andan por las ramas y exigen ya cambios contundentes. Yo simplemente les pedía que no fueran a apalear a quien está poniendo modo y orden en el Vaticano... Lo entendieron pero, aun así, no aceptan medias tintas. La cuestión del aborto, aunque reconocen su esfuerzo por explicarlo ética y también científicamente tampoco goza de popularidad entre los jóvenes, salvo excepciones.

--4. ¿Qué pregunta le hubieras hecho tú al Papa Francisco, si hubieras tenido la ocasión?

-Voy a señalar solamente algunas de las cuestiones que los alumnos le preguntarían al Papa si tuvieran ocasión de hacerlo, ya que las respuestas han sido tan diversas y peculiares que se llevaría mucha extensión incluir todas:

1. ¿Ha tenido a lo largo de su vida dudas si de verdad cree en Dios? Esta cuestión se ha repetido bastante.

2. ¿Cómo combatiría usted la falta de respeto que los jóvenes hoy día tienen hacia los mayores?

3. Si Jesús viviera ahora en nuestro tiempo, ¿se vería representado por la iglesia? Esta me ha parecido brutal y prometo que no he dado pista en clase para que llegaran a formular dicha pregunta de manera tan natural. Es más, la ha formulado alguien de tercer curso de la ESO. Y es que l@s chic@s de esta edad, aunque no lo creamos, piensan.

4. ¿Piensa que el cristianismo está por encima de las demás religiones? Esta pregunta considero que es muy oportuna y el hecho de que se formule (o pueda formularse) implica una apertura de mentalidad que, al menos, Bergoglio transmite.

--5. ¿Cuál crees que podría haber sido su respuesta a tu pregunta?

- Quizá respondería a la primera afirmando que no ha nacido papa y que a lo largo de su vida he tenido que ir desarrollando y madurando sus opciones para ser lo que es hoy y creer en lo que cree hoy.

Respecto a la segunda cuestión señalada, creen que podría decir que lo que mucha gente necesita para caminar en buena dirección es encontrar personas con unos buenos valores, pues las personas que nos rodean son también de gran ayuda e influencia a la hora de ser quienes somos.

la tercera cuestión piensa que respondería que no se vería representado porque actualmente la iglesia se mueve más por el dinero que por los valores cristianos que él predicó (¡No coment!).

Respecto a si la religión cristiana está por encima de las demás religiones piensa el alumno que la formuló que Francisco respondería afirmando que todas las religiones importan por igual, aunque obviamente dependiendo de cuál sea tu religión entenderás que es lo que te pide a ti. En el caso del cristianismo Francisco la defendería como la religión más amable y libre de todas porque Jesucristo así vivió. Pero, aun así, cree que el Papa mostraría su respeto absoluto hacia todas.

--6. ¿Qué conclusiones sacas de este documental?

- Una de las claras conclusiones que todos firmarían es que el Papa Francisco es muy valiente y cercano, que en la Iglesia hay gente de todo tipo, que la Iglesia no convence en el terreno moral porque vive alejada de los tiempos que corren, que sigue teniendo privilegios económicos y una estructura poco transparente, aunque ahora mucho mejor que antes, que las cosas tampoco son tan sencillas como en un principio les parecía (los jóvenes no sólo suelen ser exigentes sino a veces, por su falta de madurez y recorrido, impacientes y crueles en sus decisiones salomónicas), que el Papa es más abierto que la mayoría de la gente de Iglesia.

--7. ¿Ha mejorado este documental la visión que tenías del Papa? ¿En qué?

-Aquí, salvo escasas excepciones, la respuesta ha sido unánime: el Papa Francisco ha mejorado la idea que se tenía sobre él. En este sentido, el documental ha conseguido transmitir una imagen real de Bergoglio que mejora la que se tenía sobre un Papa, ya que ante todo han visto a una persona humana, real, a pesar de que no comprenden cosas... Incluso algunos han destacado que lo ven con espíritu joven pues intenta abrirse y comprender a los demás, a los jóvenes (aunque evidentemente no lo consiga del todo). Ciertamente ven que sus palabras son sinceras y eso no es poco… Destacan en especial que no quiere descolgarse ni de los problemas y debates actuales ni de los nuevos tiempos. Ven en él una Iglesia que transmite y es más entendible para ellos, aunque echan en falta “más Bergoglios…”. Algunos que agradecen el tono y la actitud mantenida por el Papa comprenden que la Iglesia es diversa pero se preguntan cómo, siendo como él es y mostrándose públicamente como se muestra, ha podido llegar ahí (buena pregunta).

--8. Explica si ha mejorado este documental la visión que tenías de la Iglesia. Si tu respuesta es afirmativa, explícala.

-En esta cuestión hay diversidad de opinión pero, curiosamente, la más generalizada ha sido que no ha ayudado a mejorar la visión que tenían de la Iglesia, a pesar de que la gran mayoría ha reconocido que el documental sí les ha servido para mejorar la imagen que previamente tenían del Papa. Algunos piensan que sí, que el Papa les ha hecho ver que la Iglesia no es como pensaban pero, como digo, esta conclusión sólo lo han mantenido un número muy reducido de alumnos. Lo llamativo de esta cuestión es la dicotomía que se establece si leemos entre líneas las respuestas a la pregunta 7 y 8: el Papa Francisco (representante de la Iglesia y, en general, aceptado por alumnos creyentes y no creyentes) no representa propiamente a toda la Iglesia, que sienten todavía retrógrada y trasnochada, sobre todo a nivel moral y de apertura mental.    

--9. ¿Qué crees que necesita o debería hacer la Iglesia para ser más creíble?

-La respuesta más generalizada ha sido que haya más gente creíble como Francisco, y ésta me parece contundente. Es la petición que le hacen a la Iglesia y a los que nos llamamos cristianos. También se ha repetido mucho de que no se seamos la gente de Iglesia tan quisquillosos en el terreno moral y sexual, ya que no ven a Jesús actuando de esa manera. Entienden que muchas más personas se sumarían al cristianismo, si no juzgaran y encasillaran tanto. Me ha parecido también simpático que algunos alumnos reclamen más colegios (jesuitas, en concreto) y actividades que trabajen este tipo de asuntos, donde ellos puedan sin tapujos expresarse y los profesores explicar pero sin ningún tipo de imposición. También reclaman más actividades y visitas a sitios de Iglesia, pero no a los típicos como templos o catedrales, sino más bien visitar organizaciones sociales e invitar para que den testimonio los misioneros, los científicos creyentes u así puedan explicar cómo se puede conciliar ambas cosas a la vez (ciencia y Dios). En definitiva piensan que la Iglesia debe ser más verdadera y mucho más alegre para que dé ganas de meterse y no de salir corriendo

--10. ¿Eres creyente de alguna religión o creencia? ¿De cuál? Gracias

-Un gran número de alumnos se han calificado como cristianos (la gran mayoría se sienten más próximos al catolicismo, aunque muchos no comprenden bien de apellidos: “católico” “protestante”…). Existe un grupito de alumnos evangelistas (o evangélicos) y éstos sí tienen muy claro su apellido. Al igual ocurre con los islámicos: un nutrido grupo de extranjeros, en su mayoría de Marruecos o países africanos. Fuera de estas creencias no existe un número suficiente de creyentes de otras religiones como para  obtener representación estadística en esta encuesta-pregunta. Lo que sí debemos resaltar es el creciente número de alumnos que se consideran no creyentes y otros que no saben/no contestan. Esto es algo que vengo observando desde hace años. Algo no estamos haciendo bien y no creo que solo sea que no estamos hablando lo suficiente de Dios. Más bien, creo, que nadie da lo que no tiene y la Iglesia carece de verdaderos testigos creíbles, mucho más en este siglo XXI tan convulso, exigente y difícil. Y la verdad es que o nos hacemos “místicos de la realidad”, y somos  “contemplativos en la acción”, como lo fue el de Nazaret y otros muchos, o acabaremos diluidos y barridos por el curso de la historia.