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miércoles, 12 de septiembre de 2018

La Diada de Cataluña: qué es y por qué se celebra esta fiesta

Redacción de Atrio


El Mundo, 11 de septiembre de 2018.

Cada 11 de septiembre Cataluña celebra la Diada. Una jornada que conmemora la rendición de la ciudad de Barcelona ante las tropas del duque de Berwick durante la guerra de sucesión.
Los hechos tuvieron lugar en 1714 cuando, tras 14 meses de sitio, la urbe cayó. Esto conllevó la abolición de las instituciones catalanas y la promulgación de los Derechos de Nueva Planta dos años después.
Sin embargo, la festividad no comenzó a conmemorarse inmediatamente. Fue en 1886 cuando un grupo conformado por diversas entidades católicas decidieron celebrar por primera vez una misa en la Parroquia de Santa María de la Mar en recuerdo de los fallecidos más de cien años antes. Allí estaban enterrados muchos de ellos.
Dos años más tarde, en 1988 y con motivo de la Exposición Universal de Barcelona, se erigió en la ciudad una estatua en honor a Rafael Casanova, uno de los líderes locales en la batalla de 1714, que, desde entonces, se convertiría en el epicentro de las celebraciones de la Diada.
Al principio solo unos cientos de personas acudían cada año a la ofenda floral que se llevaba a cabo junto al monumento. Pero la prohibición del acto por parte de Miguel Primo de Rivera lo hizo más popular. De este modo, lo que comenzó siendo una fiesta catalanista y religiosa se convirtió en una celebración nacionalista con la llegada de la Segunda República en 1931.
En los años siguientes varios hechos marcarían la historia de Cataluña. En 1932, se aprobaba el Estatuto de Nuria, una ley que otorgaba por primera vez un Estatuto de Autonomía a Cataluña, lo que le permitía tener un gobierno y parlamento propios. Y en 1934, Lluis Companys, entonces presidente de la Generalitat y líder de ERC, proclamaba el “Estado catalán de la República Federal española”. Aunque poco después sería apresado y la autonomía catalana acabaría por ser suspendida indefinidamente.
Durante la dictadura franquista la celebración de la Diada estuvo prohibida. Y, tras la muerte de Franco, el nuevo gobierno de la Generalitat discutió sobre si el Día Nacional de Cataluña debía establecerse en Sant Jordi (23 de abril) o el 11 de septiembre. Finalmente, se decidió este último pues conllevaba un cariz más reaccionario por ser la fecha de una derrota ante el rey de España.

Los actos en la Diada

Actualmente, cada once de septiembre se continúan realizando ofrendas florales al monumento de Rafael Casanova, así como a su tumba, situada en Sant Boi de Llobregat.
Además, el día de la Diada miles de personas se congregan junto a la iglesia de Santa María de la Mar de Barcelona para honrar a los muertos en la batalla de 1714. Actos a los que se han sumado durante los últimos años las manifestaciones independentistas.

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EFECTOS COLATERALES


col otalora

Entiendo el efecto colateral como aquello que no es directo o inmediato, o es distinto del efecto primario. En este sentido, los escándalos causados por los casos de pederastia deberían llevarnos a valorar con humildad las consecuencias colaterales de este gran escándalo para, desde ahí y en clave evangélica, renovar nuestros odres viejos. No solo en las instituciones afectadas sino individualmente, en cada uno de nosotros.
Una Iglesia poderosa ha descuidado la humildad y se ha erigido en fortaleza de piedra que nunca estuvo destinada a ser. El plan de Jesús para su comunidad incipiente fue otra cosa, empezando consigo mismo: en el prendimiento de Getsemaní dejó bien claro que lo suyo no era cosa del poder humano sino el ejemplo firme sustentado en una serie de actitudes que no paró de propalar, insistir y practicar aunque las costuras religiosas de entonces saltaran por los aires.
El amor es más importante que las leyes, los ritos y la Tradición, todo ello al servicio de la esencia que lleva consigo el Reino: un reino de amor, de justicia y de paz, cantamos en la liturgia, reino de vida y perdón.
Ahora que la pederastia se muestra como una marea imparable, empiezan los actos de contrición y atrición públicos. Hemos visto muchas resistencias y tibieza, como si en cualquier momento todo hubiese sido un mal sueño del que poder pasar página cuanto antes. El escándalo ha ido a más hasta convertirse en algo que nada tiene que ver con casos aislados y que exige una reflexión a fondo sobre el celibato obligatorio, las normas de algunos seminarios, las actitudes de autoridades religiosas que han escondido todos los casos que han podido por “no hacer daño a la Iglesia”, cuando lo que se estaban haciendo era protegerse a sí mismas mientras dejaban a la intemperie el Mensaje.
Una reflexión necesaria sobre qué actitud cristiana mantener en estas situaciones y en otras que, aun siendo de índole menor comparativamente hablando, su tratamiento debe regirse siempre con acordes evangélicos.  Es necesaria una relectura de la actitud que tuvo Jesús con los hipócritas y los sepulcros blanqueados, con los que se aferraban a la tilde de la ley y al rigorismo religioso para mantener una religiosidad formalista y de ritos donde el ser humano, sobre todo el más vulnerable, sufría una injusticia estructural en nombre de Dios. Y la actitud que tuvo con las víctimas, con los que sufrían las injusticias por los duros de corazón, a pesar de que Jesús iba a contracorriente de la religión oficial.
Recuerdo que al cardenal Sean Patrick O’Malley cuando era arzobispo de Boston, le estallaron en las manos montones de casos de pederastia a los que había que hacer frente con una responsabilidad civil multimillonaria por vía judicial. Su antecesor, Bernard Law, lo había encubierto todo. Mientras los clericalistas que le rodeaban a O’Malley decían compungidos que nada se podía hacer frente a semejantes pagos, él encontró enseguida la solución evangélica: vendió los bienes necesarios propiedad de la archidiócesis hasta pagar el último dólar. A partir de entonces, el Papa Francisco le nombró presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, convirtiéndose en todo un símbolo de la lucha contra la pedofilia en la Iglesia Católica. Ahora es miembro del Consejo de Cardenales que estudia la reforma de la curia.
Denuncia, acogida a las víctimas, humildad en el perdón que no puede venir solo sin otras medidas, reconociendo que la Iglesia institucional no está al servicio de la Iglesia Pueblo de Dios cuando cualquier institución es un mero instrumento organizativo para llevar a cabo mejor el objetivo, en este caso el anuncio evangelizador con el ejemplo. Caifás y Anás se aprovecharon de la tilde de la ley y no pudieron soportar la luz de Jesús de Nazaret.
Que la desgraciada crisis de la pederastia ayude a hacernos más humildes y a revisar nuestros patrones religiosos a gran escala -en ello anda Francisco- y a nuestro pequeño nivel, tarea cuya responsabilidad es personal e intransferible.

NO FALTAN LOS QUE ANHELAN QUE FRANCISCO SE VAYA, O DESEAN QUE SE MUERA


col castillo
Nadie pone en duda que el papa Francisco es un hombre controvertido. Le ocurre a este papa - "mutatis mutandis" - lo mismo que le pasó a Jesús de Nazaret.
Con Jesús ocurrió que, ante él y ante la vida que llevaba, hubo quienes vieron en él la salvación y quienes pensaron que llevaba un demonio dentro (Mc 3, 20-30 par). Pues bien, ahora nos encontramos con algo muy parecido en el caso del papa Francisco. Abundan los que ven en él la solución para la Iglesia y para muchas cosas de este mundo. Como no faltan los que anhelan que se vaya o desean que se muera.
Por supuesto, lo que acabo de indicar, con más o menos detalles, lo sabe todo el mundo. Por eso y como es lógico, no pretendo informar de lo que ya se conoce y cada día los medios se encargan de recordarnos, con nuevos datos y nuevos detalles.
Entonces, ¿a qué viene ahora el hecho de recordarnos lo que ya todos sabemos? Sencillamente, escribo estas cosas porque hay algo muy fundamental en este asunto que, con frecuencia, no tenemos en cuenta. Me refiero a esto: Jesús hizo y dijo tales cosas, que su vida terminó siendo un conflicto. Pero un conflicto, ¿con quién? Con la religión, con sus dirigentes (los sacerdotes del templo, los maestros de la ley, y los observantes fariseos). Un conflicto tan brutal, que llevó a Jesús a tener que aceptar la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado (G. Theissen).
Así quedó patente que la religión, entendida y vivida como la entendieron y vivieron los que mataron a Jesús, es incompatible con el Evangelio. Y, si es preciso, mata a su representante central, Jesús de Nazaret, por más que ese representante diga y demuestre que es la revelación de Dios (Jn 1, 18; 14, 9-11).
Mucha gente no sabe que la religión se empezó a practicar en el mundo cuando en él se hizo presente el "Homo Sapiens", el ser humano, hace cien mil años. La religión, en sus más remotos orígenes, no era la búsqueda de Dios. La religión empezó siendo la mera práctica de rituales, esquemas de comportamiento desligados de su función pragmática (J. Huxley, K. Lorenz), que se practicaban para sosegar el espíritu, aliviar preocupaciones y sufrimientos, remediar inquietudes en aquellos incipientes seres humanos tan desamparados. Los ritos funerarios son un buen ejemplo de este primitivo esquema de religión.
Lo de Dios, apareció mucho más tarde, seguramente en el Paleolítico superior. Por eso, se ha dicho con razón que "Dios es un producto tardío en la historia de la religión" (G. van der Leeuw, E. B. Tylor...). De ahí que "el ritual ofrece una orientación que transforma el "enfrentamiento" recíproco en "colaboración". En la vorágine de la historia sólo han podido sobrevivir las organizaciones sociales fundadas sobre bases religiosas" (W. Burkert). En definitiva, cuando la observancia de los rituales produce tranquilidad, da dinero y ensalza con honores y dignidades, la religión se aferra a sus observancias y, si es preciso, para conservar sus privilegios, mata. Por eso Jesús acabó colgado en una cruz.
Es evidente que, cuando el Hecho Religioso llega a semejante exceso, la religión fanatiza a los humanos y los puede (y suele) empujar a conductas aberrantes - e incluso criminales - con la "conciencia tranquila" y "las manos limpias". Por eso Jesús, el Señor, se enfrentó a la religión, a costa de su propia vida.
¿Tiene algo que ver todo esto con lo que le está pasando al papa Francisco? Resulta llamativo que este papa se ve rechazado, atacado y hasta odiado por los que siempre han defendido a los papas. Es en el Vaticano mismo, en la Curia de Roma, en un sector de cardenales, obispos y clero, en los grupos más integristas y conservadores, en los más aferrados al clericalismo, en tales ambientes es donde menos se soporta al papa Francisco. ¿Por qué? Exactamente por los mismos motivos por los que los notables de Jerusalén, del siglo primero, no soportaron a Jesús. Aquellos hombres soportaron al Emperador de Roma, a Herodes y a Pilatos. Lo que no fueron capaces de soportar fue la humanidad de Jesús, su preferencia por los últimos y los más desamparados de este mundo. Esto fue lo insoportable. Lo mismo en tiempos de Jesús que ahora, en nuestro tiempo.
¡Qué razón tenía Walter Benjamin! En 1921, hace casi un siglo, ya se dio cuenta de que "la religión de nuestro tiempo es el capitalismo". El dinero nos proporciona bienestar, paz, sosiego, seguridad. ¿Nos damos cuenta de por qué la "religión más clericalista" y el "capitalismo más derechoso" son inseparables? Si entendemos esto, comprenderemos también por qué el clericalismo y sus allegados no soportan al papa Francisco.

¿QUIÉN ES JESÚS PARA MÍ? ¿CÓMO GESTAR LA RESPUESTA?


col marife
Marcos 8, 27-35
Podemos empezar recordando una experiencia común y habitual: cuando caminamos en grupo, van surgiendo diferentes temas de conversación; ese diálogo nos enriquece, nos cuestiona, nos descoloca…
Algo así recoge el evangelio de hoy, en forma de catequesis. La “charla” de Jesús con sus discípul@s, por el camino, nos invita a tomar conciencia de nuestra relación con Jesús-Cristo.
En aquel grupo nadie había comprendido quién era Jesús. Intentaron explicarlo a partir de las categorías que usaban: el Bautista, los profetas, el mesías anunciado, etc. Pensaban como los hombres y mujeres de su tiempo, pero no eran capaces de abrirse a algo nuevo, totalmente nuevo. No habían tenido un encuentro que les rompiera sus categorías y les introdujera en un ámbito nuevo, diferente.
Es más, la novedad de la cruz revolvió las tripas a Pedro y pretendió que fuera Jesús el que se metiera dócilmente en la categoría de mesías al uso. Se lo llevó aparte y le leyó la cartilla.
Me imagino que Pedro pudo decirle algo así:
- Jesús, has tenido la suerte de ser el mesías. Es la hora del triunfo, de vencer a Roma, de conseguir el poder; nosotros que somos parte de tu grupo lo compartiremos contigo… ¡déjate de padecimiento y muerte! ¡Eres el mesías, actúa como tal!
¡Qué catequesis tan sugerente para hoy! Creo que algo semejante están diciendo al papa Francisco ciertos grupos de presión. ¡Eres el papa, actúa como tal…! Es decir, le piden que actúe como esos grupos desean que sea el papado. Se han cerrado a la novedad que supone la misericordia, la transparencia, la austeridad, la justicia… y reclaman volver a categorías caducas que les beneficiaban ampliamente.
También creo que nuestra oración, nuestro diálogo con Dios,  puede parecerse mucho al diálogo de Pedro con Jesús: Señor, líbrame de todo lo que me desagrada, o entorpece mis planes y ayúdame a conseguir lo que yo creo que es lo mejor para mí y los míos.
¿Para qué pedir que nos abramos a la novedad del Espíritu si creemos que con que Dios nos ayude a lograr nuestros planes es suficiente?
Si hoy nos preguntan: ¿quién es Jesús para ti? ¿Qué respondemos? ¿Utilizamos las respuestas que personas “eruditas” han elaborado, para que no nos molestemos en gestar las nuestras no sea que nos salgamos de la ortodoxia? Se ha insistido más en que sepamos decir quién es Jesús que en experimentar quién es.
¿De qué sirven formulaciones precisas, elaboradas por bien pensantes teólogos que matizan hasta la saciedad, si no tenemos sucesivas experiencias de encuentro personal que transforman nuestra vida? ¿De qué sirve aprender de memoria quien es Jesús, si lo conocemos de oídas?
¿En qué espacios y tiempos gestamos la respuesta a esa pregunta? ¿Somos conscientes de que la respuesta debe ser tan viva que casi a diario sea nueva? ¿Nos aferramos a respuestas, o vivimos el dinamismo de la búsqueda, personal y comunitaria?
Copio unos renglones (literales) de un catecismo escrito hace poco para niños y niñas (¿?). No dudo de la buena voluntad de los autores. Dudo de que esas palabras, que no son significativas para los peques, les ayuden a encontrarse con Jesús y a responder la pregunta de hoy:
“Él es nuestro Redentor; Jesús es el único nombre dado a los hombres para poder salvarse. ¿Por qué lo llamamos también Cristo y Jesucristo? Lo llamamos también Cristo y Jesucristo, porque es el Ungido, el Cristo o Mesías, anunciado por Dios a los Profetas”
¿Cuánto tiempo necesitarán estos niños y niñas para llegar a gestar una respuesta personal, dejando a un lado lo que aprendieron de memoria? ¿Qué proceso necesitarán para responder desde el encuentro con Jesús, vivo, presente en su vida y en las comunidades? ¿Qué sostendrá su fe?
En la historia de la Iglesia ha quedado patente que muchos hombres y mujeres, desbordados por el encuentro con Jesús, necesitaron cantar, llorar, danzar, escribir poesías y parábolas o hacer locuras… Querían compartir lo que no podían reducir a formulaciones.
Margarita Porete, beguina y mística, acabó en la hoguera. El tribunal que la juzgó no podía tolerar ni lo que experimentó ni la manera de narrarlo a través de su libro. El fuego quemó su cuerpo, pero la llama interior sigue dando luz y calor a quienes nos acercamos a su vida y su obra. ¿Bebemos de estas fuentes?
¿Y si en la respuesta que diéramos, nos jugáramos la vida? Este domingo, millones de personas oiremos el evangelio sentadas confortablemente en bancos de iglesias, sin ningún tipo de riesgo. ¿Qué nos evocarán las palabras: cargar con la cruz, perder la vida, etc.? ¿Tendremos presentes a los hombres y mujeres que, por confesar su fe en Jesucristo, han perdido la vida o corren el riesgo de perderla?
Acabamos retomando las palabras del profeta Isaías: “el Señor me abre el oído, yo no resistí ni me eché atrás”, “el Señor me ayuda”. Que nos ayude a gestar cada día la respuesta a esta pregunta central del cristianismo. Que soltemos con valentía respuestas y definiciones que pudieron ayudarnos en un momento, pero sobran en la vida de fe adulta.
Marifé Ramos

PARA SABER QUIÉN ES JESÚS, TENGO QUE SABER QUIÉN SOY YO


col fraymarcos
Mc 8, 27-35
Responder a la pregunta de ¿Quién es Jesús? Es un tarea tan desorbitada que se queda uno sin aliento al tener que planteársela en una homilía. Desde el día de Pascua, los seguidores de Jesús no han hecho otra cosa durante dos mil años que intentar responderla. Durante los tres últimos siglos, pero sobre todo en el siglo pasado, se ha dado un vuelco en la manera de entender los evangelios. Hasta ese momento nadie cuestionó que lo evangelios eran historia y había que entenderlos literalmente.
Hoy sabemos que son una interpretación de la figura de Jesús, condicionada por sus circunstancias de todo tipo. Nos transmitieron lo que ellos entendieron pero no lo que fue en realidad Jesús. No podemos seguir entendiendo su interpretación con la idea que hoy tenemos de ‘historia’. Hoy estamos en las mejores condiciones para hacer una nueva interpretación de Jesús y no podemos desaprovechar la ocasión. Tenemos la obligación de intentar traducir su figura a un lenguaje que podamos entender todos hoy.
La primera obligación de un cristiano será siempre tratar de conocerlo. Solo en la medida que le conozcamos mejor podremos vivir lo que él vivió. La idea que hoy tenemos de Dios, del mundo y del hombre nos tiene que llevar a una comprensión más profunda del mensaje evangélico. Jesús fue un ser humano tan fuera de serie que nos empuja a una nueva comprensión de lo que significa ser plenamente humanos.
La doble pregunta de Jesús parece suponer que esperaba una respuesta distinta. La realidad es que, a pesar de la rotunda respuesta de Pedro: “tú eres el Mesías”, la manera de entender ese mesianismo, estaba lejos de la verdadera comprensión de Jesús. Pedro, como se manifestará más adelante, sigue en la dinámica de un Mesías terreno y glorioso. Para él es incomprensible un Mesías vencido y humillado hasta la aparente aniquilación total. A penas tres versículos después, Pedro increpa a Jesús por hablarles de la cruz.
El Hijo de hombre tiene que padecer mucho. “Hijo de hombre” significa, perteneciente a la raza humana, pero en plenitud. Por cierto, “este hombre” es el único título que se atribuye Jesús a sí mismo. “Tiene que” no alude a una necesidad metafísica o a una voluntad de Dios externa, sino a la exigencia del verdadero ser del hombre. “Padecer mucho” hace referencia no solo a la intensidad del dolor en un momento determinado (su muerte), sino a la multitud de sufrimientos que se van a extender durante el tiempo que le queda de vida.
Jesús proclama, con toda claridad, cuál es el sentido de su misión como ser humano. Diametralmente opuesta a la que esperaban los judíos y la que también esperaban los discípulos de un Mesías. Nada de poder y dominio sobre los enemigos, sino todo los contrario, dejarse matar, antes de hacer daño a nadie. Pedro se ve obligado a decirle a Jesús lo que tiene que hacer, porque su postura equivocada le hace pensar que ni Dios puede estar de acuerdo con lo que acaba de proponer Jesús como itinerario de salvación.
Como Pedro habla en nombre de los apóstoles, Jesús responde de cara a los discípulos, para que todos se den por enterados del tremendo error que supone no aceptar el mesianismo de la entrega al servicio de los demás y de la cruz. Ese mensaje es irrenunciable. Pedro le propone exactamente lo mismo que le propuso Satanás: el mesianismo del triunfo y del poder, por eso le llama Satanás. Claro que esa manera de pensar es la más humana (demasiado humana) que podríamos imaginar, pero no es la manera de pensar de Dios.
Lo que acaba de decir de sí mismo, lo explica ahora a la gente. “Si uno quiere venirse conmigo, que se niegue a sí mismo…” No es fácil aquilatar el verdadero significado de esta frase; sobre todo si tenemos en cuenta que el texto no dice negarse, sino renegar de sí mismo. Aquí el ‘sí mismo’ hace referencia a nuestro falso yo, lo que creemos ser. El desapego del falso yo es imprescindible para poder entrar por el camino que Jesús propone.
“El que quiera salvar su vida la perderá…” No está claro el sentido de ‘psykhe’: No puede significar vida biológica, porque diría ‘bios’; tampoco significa alma, porque los judíos no tenían el concepto de alma. No se trata de elegir entre dos vidas, sino buscar la plenitud de la vida en su totalidad. El que no dejar de preocuparse de su individualidad, malogra toda su existencia; pero el que superando el egoísmo, descubre su verdadero ser y actúa en consecuencia, dándose a los demás, dará pleno sentido a su vida y alcanzará su plenitud.
La esencia del mensaje de Jesús sigue sin ser aceptada porque nos empeñamos en comprenderlo desde nuestra racionalidad. Ni el instinto, ni los sentidos, ni la razón podrán comprender nunca que el fin del individuo sea el fracaso absoluto. Por eso hemos hecho verdaderas filigranas intelectuales para terminar tergiversando el evangelio. Si creemos que lo importante es lo sensible, lo material que me da seguridades egoístas, lo defenderemos con uñas y dientes y no dejaremos que lo que vale de veras cobre su importancia.
¿Quién es Jesús? La respuesta no puede ser la conclusión de un razonamiento discursivo. No servirán de nada ni filosofías, ni psicologías, ni teologías. Los análisis externos de lo que hizo y dijo no nos llevan a ninguna parte, porque no son comprensibles. Solo una vivencia interior que te haga descubrir dentro de ti lo que vivió Jesús, podrá llevarte al conocimiento de su persona. Jesús desplegó todas las posibilidades de ser que el hombre tiene. La clave de todo el mensaje de Jesús es esta: dejarse machacar es más humano que hacer daño a alguien.
Debemos seguir preguntándonos quién es Jesús. Pero lo que nos debe interesar es un Jesús que encarna el ideal del ser humano, que nos puede descubrir quién es Dios y quién es el hombre. La pregunta que debo contestar es: ¿Qué significa, para mí, Jesús? Pero tendremos que dejar muy claro, que no se puede responder a esa pregunta si no nos preguntamos a la vez ¿Quién soy yo? No se trata del conocimiento externo de una persona. Ni siquiera se trata de conocer y aceptar su doctrina. Se trata de responder con mi propia vida.
La razón puede dejarse llevar de las exigencias biológicas y utilizar toda su capacidad para buscar el placer o para huir del dolor. Pero el hombre, desde su vivencia interior, puede descubrir que su meta no es el gozo inmediato, sino alcanzar la plenitud humana, que le llevará más allá de la satisfacción sensorial. Si la razón no cede a las exigencias del instinto, y pretende imponerse y buscar el bien superior, la biología reaccionará produciendo dolor. Este dolor es el que Jesús propone como inevitable para alcanzar la plenitud.
La cruz, como súmmum del dolor no tiene valor alguno, como símbolo de la entrega total, es la meta de la vida humana. La hora de la plenitud de Jesús fue la hora de la muerte en la cruz. Ahí consumó su carrera. Se identificó con Dios que es don total. Ya no necesita más glorificaciones ni exaltaciones; entre otras razones, porque no hay después, sino un eterno ser en Dios. Jesús vivió y predicó que, lo específicamente humano es consumirse en la entrega al bien del hombre concreto, el que me encuentro en el camino de cada día.

Meditación
Quién soy yo y quién es Jesús exige la misma respuesta.
Solo viviendo lo que vivió Jesús podré responder.
Mi meta, como la suya, es desplegar lo humano.
Desplegar lo humano es vivir lo divino.
Nuestro ser verdadero es lo que hay de Dios en nosotros.
Soy lo Infinito, solo queda vivirlo.


DEL MESÍAS GLORIOSO AL HIJO DEL HOMBRE SUFRIENTE


col sicre

Un viaje con examen
Cesarea de Felipe, junto a las fuentes del Jordán, es uno de los lugares más hermosos de Israel. El peregrino actual, que parte generalmente de Nazaret, tarda poco más de una hora en un cómodo autobús con aire acondicionado. Jesús y los discípulos tuvieron que hacer el camino a pie, salvando un desnivel de unos 800 ms: desde los 200 bajo el nivel del mar (Lago de Galilea) hasta los 500-600 sobre él (pie del monte Hermón). No es un paseo cualquiera. Hay tiempo para callar y tiempo para hablar. En esos momentos de comunicación, Jesús les repite a los discípulos una pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?» No se lo pregunta una vez, sino repetidas veces, como indica el matiz del verbo griego que utiliza Marcos (evphrw,ta).
Hasta este momento, el evangelio de Mc ha ido planteando el enigma de quién es Jesús. Un personaje desconcertante, que enseña con autoridad y tiene poder sobre los espíritus inmundos (1,27), perdona pecados como si fuera Dios (2,7), escandaliza comiendo con publicanos y pecadores (2,16) y se considera con derecho a contravenir el sábado (2,27; 3,4). Los fariseos y los herodianos deciden muy pronto que debe morir (3,6), sus familiares piensan que está mal de la cabeza (3,21), los escribas que está endemoniado (3,22), y los de Nazaret no creen en él, lo siguen considerando el carpintero del pueblo (6,1-6). Mientras, los discípulos se preguntan desconcertados: «¿Quién es este que hasta el viento y el lago le obedecen?» (4,41). Ahora, cuando llegamos al centro del evangelio de Mc, Jesús aborda la cuestión capital: ¿quién es él?
Lo que piensa la gente
Para la gente, Jesús no es un personaje real, sino un muerto que ha vuelto a la vida, se trate de Juan Bautista, Elías, o de otro profeta. De estas opiniones, la más «teológica» y con mayor fundamento sería la de Elías, ya que se esperaba su vuelta, de acuerdo con Malaquías 3,23: «Yo os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible; reconciliará a padres con hijos, a hijos con padres, y así no vendré yo a exterminar la tierra». En cualquier caso, resulta interesante que el pueblo vea a Jesús en la línea de los antiguos profetas. En ello pueden influir muchos aspectos: su poder (como en los casos de Moisés, Elías y Eliseo), su actuación pública, muy crítica con la institución oficial, su lenguaje claro y directo, su lugar de actuación, no limitado al estrecho espacio del culto.
Lo que piensa Pedro
Jesús quiere saber si sus discípulos comparten esta mentalidad o tienen una idea distinta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Es una pena que Pedro se lance inmediatamente a dar la respuesta; habría sido interesantísimo conocer las opiniones de los demás. Según Mc, la respuesta de Pedro se limita a las palabras «Tú eres el Mesías».
¿Qué significaba este título? En el Antiguo Testamento se refiere generalmente al rey de Israel; un personaje que se concebía elegido por Dios, adoptado por él como hijo, pero normal y corriente, capaz de los mayores crímenes. Sin embargo, la monarquía desapareció en el siglo VI a.C., y los grupos que esperaban la restauración de la dinastía de David fueron atribuyendo al mesías esperado cualidades cada vez más maravillosas.
Los Salmos de Salomón, oraciones de origen fariseo compuestas en el siglo I a.C., describen detenidamente el papel del Mesías: librará a Judá del yugo de los romanos, eliminará a los judíos corruptos que los apoyan, purificará Jerusalén de toda práctica idolátrica, gobernará con justicia y rectitud, y su dominio se extenderá incluso a todas las naciones. Es un rey ideal, y por eso el autor del Salmo 17 termina diciendo: «Felices los que nazcan en aquellos días».
Si imaginamos al grupo de Jesús, que vive de limosna, peregrina de un sitio para otro sin un lugar donde reclinar la cabeza, en continuo conflicto con las autoridades religiosas, decir que Jesús es el Mesías implica mucha fe en el personaje o una auténtica locura.
Lo que piensa Jesús de sí mismo
En contra de lo que cabría esperar, Jesús prohíbe terminantemente decir eso a nadie. Y en vez de referirse a sí mismo con el título de Mesías usa uno distinto: «Hijo del Hombre», que parece inspirado en Ezequiel (a quien Dios siempre llama «Hijo de Adán») y en Daniel. Lo importante no es el origen del título, sino cómo lo interpreta Jesús: el destino del Hijo del Hombre es padecer mucho, ser rechazado por las autoridades políticas, religiosas e intelectuales, morir y resucitar. En una concepción popular del Mesías, como la que podían tener Pedro y los otros, esto es inaudito. Sin embargo, la idea de un personaje que salva a su pueblo y triunfa a través del sufrimien­to y la muerte no es desconocida al pueblo de Israel. Un profeta anónimo la encarnó en el personaje del Siervo de Yahvé (Isaías 53).
Conflicto entre Pedro y Jesús
Igual que el poema del libro de Isaías, Jesús termina hablando de resurrección. Pero Pedro se queda en el sufrimiento. Se lleva a Jesús aparte y lo increpa, sin que Mc concrete las palabras que dijo.
Jesús reacciona con enorme dureza. Pedro lo ha tomado aparte, pero él se vuelve hacia los discípulos porque quiere que todos se enteren de lo que va a decirle: «¡Retírate, Satanás! ¡Piensas al modo humano, no según Dios!» La mención de Satanás recuerda lo ocurrido después del bautismo, cuando Satanás somete a Jesús a las tentaciones. El puesto del demonio lo ocupa ahora Pedro, el discípulo que más quiere a Jesús, el que más confía en él, el más entusiasmado con su persona y su mensaje. Jesús, que no ha visto un peligro en las tentaciones de Satanás, si ve aquí un grave peligro para él. Por eso, su reacción no es serena, sino llena de violencia.
Enseñanza para todos
De repente, el auditorio se amplía, y a los discípulos se añade la multitud. Las palabras que Jesús («el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvara») parten de una idea conocida en el AT: la elección entre la vida y la muerte. Pero con una notable diferencia: elegir la vida equivale aquí a seguir a Jesús, eligiendo con ello negarse a sí mismo, cargar la cruz y morir. Cuando el discípulo acepta el destino del Siervo de Dios, el destino de Jesús, termina consiguiendo el triunfo, la vida verdadera.
La aceptación del sufrimiento y la certeza del triunfo (1ª lectura: Is 50,5-10)
En la concepción difundida a finales del siglo XIX por Bernhard Duhm, este fragmento sería el tercer canto dedicado al Siervo de Yahvé, un personaje misterioso, que termina salvando a su pueblo mediante el sufrimiento y la muerte. Es lógico que los cristianos vieran en él a Jesús (el 4º canto, Is 53, lo leemos el Viernes Santo).
Jesús ha dicho en el evangelio que «el Hijo del hombre tiene que padecer y ser despreciado». Este breve poema anticipa esas ofensas: golpes, burlas, insultos, salivazos, antes de un juicio que se supone injusto. En este breve poema destacan dos detalles: la acción de Dios y la reacción del Siervo.
La acción de Dios consiste en revelar a su servidor lo mucho que va a sufrir («me ha abierto el oído»), pero asegurándole que se mantendrá junto a él: «Mi Señor me ayudaba», «Tengo cerca a mi abogado», «El Señor me ayuda». Esto supone una gran novedad, porque en la teología habitual del Antiguo Oriente (y entre muchas personas de hoy día), el sufrimiento se interpreta como un castigo de Dios. En cambio, el Siervo está convencido de que no es así: el sufrimiento puede entrar en el plan de Dios, como un paso previo al triunfo, y en ningún momento deja Él de estar presente y ayudarle.
Por eso, la reacción del Siervo es de entrega total: no se rebela, no se echa atrás, ofrece la espalda y la mejilla a los golpes, no oculta el rostro a bofetadas y salivazos.
Si Pedro hubiera conocido y comprendido este texto de Isaías, no se habría indignado con las palabras de Jesús, que representan el punto de vista de Dios, mientras que él se deja llevar por sentimientos puramente humanos.
Pero debemos reconocer que nuestro modo de pensar se parece mucho más al de Pedro que al de Jesús.
Una polémica muy antigua: la fe y las obras (2ª lectura: Santiago 2,14-18)
«Genio y figura, hasta la sepultura». Eso le pasó a san Pablo. Después de la conversión, en algunas cuestiones siguió siendo tan radical como antes. Y se prestaba a ser mal interpretado. En su lucha con los cristianos judaizantes, partidarios de observar estrictamente la ley de Moisés, como si fuera ella quien nos salva, defiende que la salvación viene por la fe en Cristo. Él no excluye que el cristiano deba comportarse dignamente, todo lo contrario. Pero insiste tanto en la fe y en la libertad del cristiano que sus adversarios le acusan de negar la necesidad de las buenas obras.
En esta polémica se inserta el texto de la carta de Santiago, atacando la postura del que presume de tener fe, pero no hace nada bueno. El ejemplo que utiliza, la respuesta egoísta del que tiene fe a un hermano que pasa hambre, es esclarecedor y sigue inquietándonos actualmente.
Pero si el autor de la carta y Pablo se hubieran reunido a charlar, habrían estado plenamente de acuerdo. Pablo podría haberle leído un fragmento de su carta a los Gálatas, en la que viene a decir lo mismo: «Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad, pero no vayáis a tomar la libertad como estímulo del instinto; antes bien, servíos mutuamente por amor» (Gal 5,13). Nos salva Jesús y la fe en él, pero esa fe debe impulsarnos a una vida que no se deja arrastrar por los bajos instintos (fornicación, indecencia, desenfreno, reyertas, envidias, borracheras, comilonas, etc.), sino que está guiada por los frutos del Espíritu de Dios (amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad…,) (Gal 5,19-25).

UN PENSADOR DE ALCURNIA


comentario editorial

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado” (Buda)
16 de septiembre. Domingo XXIV del TO
Mc 8, 27-35
Tus pensamientos son los de los hombres, no los de Dios
¿Cómo pudo negar Jesús tamaña obviedad, salida en esta ocasión de la cabeza terrenal del impetuoso Pedro, y cómo era física y mental y espiritualmente? Un análisis de la obra El Pensador, del francés Auguste Rodin, nos puede ayudar a responder a tal pegunta.
Auguste Rodin (1840-1917) esculpió en bronce -hoy en el Museo Rodin de Paris- una de las esculturas más famosas de dicho artista. Representa un cuerpo torturado y al mismo tiempo un hombre de espíritu libre decidido a trascender mediante la poesía. Aparece como un hombre desnudo, solitario, pasivo, reflexivo y preocupado. Rodin utilizaba sus conocimientos artísticos para poder expresar la psicología y los sentimientos de los seres humanos. En una ocasión dijo: “Lo que hace que mi Pensador piense, es que él piensa no sólo con su cerebro, con su ceño fruncido, con sus fosas nasales distendidas y sus labios comprimidos, con cada músculo de sus brazos, espalda y piernas, con su puño apretado y sus dedos de los pies agarrotados”. Su imagen nos da a conocer el pensamiento del hombre y la trascendencia de la lógica en la humanidad.
Personalmente visité el Museo Rodin hace unos cuantos años y confieso que dicha escultura me invitó a sentarme y a pensar en mí y en el resto de mundo. Acepté la invitación, y permanecí una media hora, sentado como él, en la cima de una pequeña roca que había en el jardín. Fue un esculpir esquirla tras esquirla, y un recoser los múltiples girones de mi túnica inconsútil.
El hombre considerado como ente pensante, evolucionó desde unos pequeños simios que fueron llamados Procónsules (20 millones de años) y que existieron varios eslabones antes de que apareciera el Australopitecus, que fabricaba ya herramientas de piedra. Seguidamente, hace unos 2.5 millones de años, aparece el Homo Habilis, fabricante también de utensilios de piedra más acabados, y con un cerebro más desarrollado. Era de talla baja, alrededor de 1.40 m., y es considerado por los antropólogos como el primer espécimen de ser humano pensante. Finalmente, 130.000 años antes de nuestra era, apareció el homo Sapiens Sapiens y hace unos 40.000 años apareció el Cromañon. 
A mi regreso de París se me grabó la impronta de aquel Pensador en mi cerebro de cromañón siglo XXI, y una vez más como él, seguí soñando, porque, como dijo el escritor filósofo británico James Allen (864-1912): “Los soñadores son los salvadores del mundo”.  ¿O no es verdad -y yo creo que sí- lo que en la India dijo Buda?: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado?”
Una obviedad de Pedro, a quien Jesús un día llamó “Piedra” reprochándole injustamente la roqueña textura de su dura cabeza: “Tus pensamientos son los de los hombres, no los de Dios”.
La poetisa chilena Gabriela Mistral (1889-1957) compuso un poema -El Pensador de Rodin- que hace honor a la reflexión de Dante en la Divina Comedia ante las puertas del infierno, y que tiene la carne fatal desnuda delante del destino, ya que ante lo sobrenatural no hay una defensa válida. Otra característica presente de manera muy sutil a lo largo del poema, es el sentimiento de tristeza tan propio de la artista, la cual une un sentimiento interno como la angustia y los músculos que se hienden, identificando el sentimiento del protagonista.

EL PENSADOR DE RODIN
Con el mentón caído sobre la mano ruda,
El Pensador se acuerda que es carne de la huesa,
carne fatal, delante del destino desnuda,
carne que odia la muerte, y tembló de ternura. 

Y tembló de amor, toda su primavera ardiente,
Y ahora, al otoño, anégase de verdad y tristeza.
El de “morir tenemos” pasa sobre su frente,
en todo agudo bronce, cuando la noche empieza.

Y en la angustia, sus músculos se hienden, sufridores.
Cada surco en la carne se llena de terrores.
Se hiende, como la hoja de otoño, al Señor fuerte

que le llama en los bronces... Y no hay árbol torcido
de sol en la llanura, ni león de flanco herido,
crispados como este hombre que medita en la muerte.

Sacristía ‘made in USA’ para frenar la reforma bergogliana


Rubén Cruz

vigano
La carta de Viganò ha destapado una organizada oposición ideológica y mediática al Papa en EE UU
“Hay una oposición bien organizada y financiada por católicos de extrema derecha”, señala James Martin
Reportaje completo solo para suscriptores
Un reportero de EWTN cubriendo la marcha por la vida de la Costa Oeste en Estados Unidos
Es más ‘Laudato si’’ que ‘Amoris laetitia’. Es más la denuncia del capitalismo que mata que la apertura a los homosexuales. Francisco ha hecho tambalear el bolsillo de los poderosos. Y por ahí no pasan. “Existe una oposición bien organizada y bien financiada”.
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Fin de ciclo para el C9 con su configuración actual: Francisco remodela su Consejo


Hernan Reyes Alcaide

Papa Francisco6
TRAS LOS CAMBIOS DE FRANCISCO, UNA NUEVA CARTA MAGNA REEMPLAZARÁ A LA VIGENTE PASTOR BONUS
Se incorporará un “secretario canónico” y saldrá del grupo el cardenal Errázuriz, como adelantó RD
Tras cinco años de trabajos y 24 reuniones, el consejo de cardenales asesores del papa Francisco conocido como C9 tendrá desde este lunes las últimas sesiones de trabajo con la configuración actual, luego de haber llegado a un primer borrador de una nueva constitución apostólica y antes de que el pontífice introduzca cambios en su composición y funcionamiento.
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Ernesto Cardenal: “Daniel Ortega y su mujer son dueños absolutos de todo el país”


Ernesto Cardenal
DENUNCIA DEL POETA Y EX MINISTRO SANDINISTA: “EL MUNDO DEBE SABER LO QUE PASA EN NICARAGUA”
“Los policías y militares y para-policías y paramilitares están disparando a matar a los manifestantes”
El mundo debe saber lo que pasa en Nicaragua. Daniel Ortega y su mujer son dueños absolutos de todo el país.
Daniel no solo es dueño del Ejecutivo sino también del Poder Legislativo, el Judicial, el Electoral, la Policía, el Ejército. Es dueño de los Medios de Comunicación.
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Por qué la banca debe pagar

Andreu Missé
Alternativas económicas,el diario
El impuesto a la banca no es una inquina contra el sector, sino una recomendación del FMI para resarcir los daños causados por la crisis financiera.
Alemania, Reino Unido, Australia… varios países han establecido ya mecanismos para que los bancos contribuyan a prevenir nuevas catástrofes
España es el país donde la crisis bancaria ha sido más costosa para los ciudadanos: se dan por perdidos 48.000 millones de euros
El rechazo frontal de la banca a un nuevo impuesto contrasta con los excelentes resultados que está cosechando

El impuesto a la banca que provoca tanto furor a los banqueros no es una inquina contra las entidades financieras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni siquiera de la Ejecutiva socialista ni de Podemos. En realidad, esta iniciativa fue una recomendación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el clima de zozobra que vivía el capitalismo tras el estallido de la Gran Recesión de 2008.
Dos años después, el FMI elaboró un informe sobre las obligaciones de la banca para resarcir los daños que había causado. El documento fue analizado por los líderes del G-20 en Toronto (Canadá) en junio de 2010. El Fondo planteó “cómo el sector financiero podría hacer una justa y sustancial contribución para pagar los costes de las intervenciones gubernamentales que se realizaron para reparar el sistema bancario”. Entre sus recomendaciones figuraba el establecimiento de impuestos a la banca para compensar las ayudas prometidas que superaban el 25% del PIB mundial.
La filosofía del FMI de que la banca tiene que contribuir a subsanar los daños causados y eliminar las malas prácticas no es un asunto de aquellos momentos de pánico, sino que está plenamente en vigor. En 2017 el Gobierno de centro derecha de Australia aprobó un impuesto a las entidades financieras “para que los bancos hagan una contribución al riesgo sistémico que ellos generan”. El Gobierno pensaba obtener entre 1.500 y 1.600 millones de dólares australianos anuales (940-1.000 millones de euros). Para reforzar sus argumentos, las autoridades recordaron que los grandes bancos se beneficiaban de la percepción existente de que en caso de crisis el Gobierno siempre los rescataría. Esta garantía del Estado implica la existencia de un subsidio público implícito que oscila entre 1.800 y 3.750 millones de dólares al año, según calculó la Reserva Federal de Australia, un subsidio público que disfrutan los bancos de todo el mundo.
En 2011 el Gobierno británico de David Cameron estableció un impuesto a la banca ( bank levy) con el propósito de asegurar que los bancos “hagan una contribución justa que refleje los riesgos que representan para el sistema financiero y la economía del Reino Unido en general”. En el mismo ejercicio Alemania instauró un impuesto a la banca para financiar un fondo nacional para futuras reestructuraciones bancarias por un montante de 70.000 millones de euros. En 2015 las aportaciones ascendieron a 1.580 millones porque se calcularon según los criterios del Fondo Único de Resolución (FUR), el mecanismo europeo para financiar futuras resoluciones bancarias.
El FUR tiene previsto recaudar este año 8.100 millones de euros y cuenta ya con unas reservas acumuladas de 24.900 millones de los que 2.800 millones han sido aportados por la banca española. No obstante, hay que tener en cuenta que España es el país en que la crisis bancaria ha sido más costosa para los ciudadanos. El dinero empleado en sanear las instituciones españolas y que ya se da por perdido supera los 48.000 millones de euros, el 22% de todas las pérdidas registradas en la UE, según Eurostat.
El rechazo frontal de la banca a un nuevo impuesto contrasta con los excelentes resultados que está cosechando. El pasado ejercicio ganó 12.060 millones, el 51% más que el año anterior. Según los cálculos de los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), el tipo efectivo que pagan las grandes entidades de crédito fue del 14,2% en 2015 y la cifra actual puede ser mucho más reducida. Este sindicato considera que la banca disfruta de numerosos privilegios, como fue el mantenimiento del tipo del 30% del Impuesto de Sociedades, cuando se rebajó al 25% para el conjunto de empresas. Esta excepción, que se vendió como un mayor sacrificio de la banca, significó en realidad un trato de favor.
Gracias a disfrutar de un tipo más elevado, los bancos salvaron créditos fiscales por una cuantía de 6.400 millones de euros. Los créditos fiscales permiten reducir los impuestos al considerar las pérdidas generadas en el pasado. Algunas entidades han reducido su contribución fiscal tras la adquisición por un euro de bancos con elevadas pérdidas que han incorporado a su balance y así han reducido sus impuestos.
La AIREF ha advertido que en los presupuestos del próximo año se obtendrán menos ingresos porque un banco ha solicitado el reconocimiento de 1.000 millones por créditos fiscales. Sin nombrarlo se refiere al Santander, que compró por un euro del Banco Popular con elevadas pérdidas.
La contribución que pide ahora el Gobierno a la banca tiene mucho que ver con las secuelas de la crisis bancaria. La debacle financiera destruyó 3,5 millones de empleos. Antes de la crisis la Seguridad Social tenía superávit, pero la drástica reducción de las cotizaciones sociales ha generado un déficit de más de 18.000 millones de euros.
En el origen de esta historia está la propuesta del presidente del Gobierno. “Creo”, dijo Pedro Sánchez, “que es justo también en contraprestación, pedirle al sector financiero que contribuya a sostener aquello que identifica singularmente a los españoles como es el sistema público de pensiones”. Gestha ha calculado que con un impuesto a la banca como el del Reino Unido se podrían recaudar entre 1.800 y 1.900 millones de euros anuales.

Los bancos deberían responder seriamente a esta sugerencia y no con amenazas de trasladar actividades a otros países. La banca goza de injustificados privilegios. Tiene, además, un serio problema de reputación que proviene de sus malas prácticas condenadas por la justicia europea y española. Si quiere normalizar su imagen debe cambiar radicalmente de comportamiento. Por otra parte, el Gobierno no debería vacilar en utilizar sus poderes para eliminar todos los privilegios y exigir una contribución justa de todos los sectores en función de su capacidad económica.