FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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miércoles, 26 de julio de 2017

PARÁBOLAS PARA TIEMPO DE CRISIS (FINAL)

col sicre

En los dos domingos anteriores, el discurso en parábolas ha respondido a tres preguntas que se hace la antigua comunidad cristiana y que nos seguimos planteando nosotros:
1) ¿Por qué no aceptan todos el mensaje de Jesús? (parábola del sembrador).
2) ¿Qué hacer con quienes no lo aceptan? (el trigo y la cizaña).
3) ¿Tiene futuro esta comunidad tan pequeña? (el grano de mostaza y la levadura)
Quedan todavía otras dos preguntas por plantear y responder.
¿Vale la pena?
La pregunta que puede seguir rondando en la cabeza de los segui­dores de Jesús es si todo esto vale la pena. A la pregunta responden dos parábolas muy breves, aparentemente idénticas en el desarrollo y con gran parecido en las imágenes. Por eso se las conoce como las parábolas del tesoro y la perla. Lo que ocurre en ambos casos es lo siguiente:
a) El protagonista descubre algo de enorme valor.
b) Con tal de conseguirlo, vende todo lo que tiene.
c) Compra el objeto deseado.
Sin embargo, hay curiosas diferencias entre las dos parábolas, empezando por los protagonistas.
El suertudo y el concienzudo (el tesoro y la perla)
El protagonista de la primera es un hombre con suerte. Mientras camina por el campo, encuentra un tesoro. Su primera reacción no es llevarlo a la oficina de objetos perdidos (que entonces no existe) ni poner un anuncio en el periódico (que tampoco existen). Ante todo, lo esconde. Repuesto de la sorpresa, se llena de alegría y decide apropiarse del tesoro, pero legalmente. La única solución es comprar el campo. Es grande y caro. No importa. Vende todo lo que tiene y lo compra.
El protagonista de la segunda parábola es muy distinto. No pierde el tiempo paseando por el campo. Es un comerciante concienzudo que va en busca de perlas de gran valor. Por desgracia, la traducción litúrgica ignora este aspecto: en vez de “El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas”, debería decir “a un comerciante en busca de perlas finas”. No la encuentra por casualidad, va tras ella con ahínco. Como buen comerciante, calculador y frío, no salta de alegría cuando la encuentra, igual que el protagonista de la primera parábola. Pero hace lo mismo: vende todo lo que tiene para comprarla.
La perla y el comerciante. Otra diferencia curiosa es que la primera parábola compara el Reino de los Cielos con un tesoro, pero la segunda no lo compara con una perla preciosa, sino con un comerciante. Este detalle ofrece una pista para interpretar las dos parábolas.
Ni bonos basura ni timo de la estampita. No olvidemos que estas parábolas se dirigen a una comunidad que sufre una crisis profunda y se pregunta si ser cristiano tiene valor. En términos modernos: ¿me han vendido bonos basura o me han dado el timo de la estampita? La respuesta pretende revivir la experiencia primitiva, cuando cada cual decidió seguir a Jesús. Unos entraron en contacto con la comunidad de forma puramente casual, y descubrieron en ella un tesoro por el que merecía la pena renunciar a todo. Otros descubrieron la comunidad no casualmente, sino tras años de inquietud religiosa y búsqueda intensa, como ocurrió a numerosos paganos en contacto previo con el judaísmo; también éstos debieron renunciar y vender para adquirir.
Las parábolas, aparte de infundir ilusión, animan también a un examen de conciencia. ¿Sigue siendo para mí la fe en Jesús y la comunidad cristiana un tesoro inapreciable o se ha convertido en un objeto inútil y polvoriento que conservo sólo por rutina?
Al mismo tiempo, nos enseñan algo muy importan­te: es el cristiano, con su actitud, quien revela a los demás el valor supremo del Reino. Si no se llena de alegría al descubrir­lo, si no renuncia a todo por conseguirlo, no hará perceptible su valor. Estas parábo­las parecen decir: «Cuando te pregunten si ser cristiano vale la pena, no sueltes un discurso; demuestra con tu actitud que vale la pena».
¿Qué ocurrirá a quienes aceptan el Reino, pero no viven de acuerdo con sus ideales?
A esta última pregunta responde la parábola de la red lanzada al mar. No queda claro si se habla de toda la humanidad, donde hay buenos y malos, o de la comunidad cristiana, donde puede ocurrir lo mismo. Ya que el tema del juicio universal se ha tratado a propósito del trigo y la cizaña, parece más probable que se refiera al problema interno de la comunidad cristiana. Interpretada de este modo, empalmaría muy bien con las dos anteriores. Hay gente dentro de la comunidad que no vive de acuerdo con los valores del evangelio, que no mantiene esa experiencia de haber descubierto un tesoro o una perla. ¿Qué ocurrirá con ellos? La respuesta es muy dura («a los malos los echarán al horno encendido») pero convie­ne completarla con la última parábola del evangelio de Mateo, la del Juicio final (Mt 25,31-46), donde queda claro cuáles son los peces buenos y cuáles los malos. Los buenos son quienes, sabiéndolo o no, dan de comer al hambriento, de beber al sediento, visten al desnudo, hospedan al que no tiene techo… Los que ayudan al necesitado, aunque ni siquiera intuyan que dentro de ellos está el mismo Jesús.
Conclusión
Mateo termina las siete parábolas comparando al predicador del evangelio con un un padre de familia. Parece un nuevo enigma, esta vez sin explicación. En sentido inmediato, el escriba que entiende del reinado de Dios es Jesús. Para exponer su mensaje ha usado cosas nuevas y viejas. Del baúl de sus recuerdos ha sacado cosas antiguas: alguna alusión al Antiguo Testamento, la técnica parabólica y el lenguaje imaginati­vo de los profetas. Pero la mayor parte consta de cosas nuevas, fruto de su experiencia y de su capacidad de observación: la vida del campesino, del ama de casa, del pescador, del comerciante, de la gente que lo rodea, le sirven para exponer con interés su mensaje. Por eso, la comparación final es también una invitación a los discípulos y a los predicadores del evangelio a ser creativos, a renovar su lenguaje, a no repetir meramente lo aprendido.
La primera lectura nos invita a pedir a Dios esta sabiduría, igual que Salomón se la pidió para gobernar a su pueblo.

Ecumenismo del odio: contra el “impulso restauracionista”p


Marco A. Velasquez

Opuesto al del Papa, “en la línea de la inclusión, la paz y la fraternidad”
Un fenómeno global: el de los grupos radicales que instrumentalizan la fe para fines políticos
La frase es del connotado jesuita Antonio Spadaro, director de la centenaria y prestigiada revista católica italiana de la Compañía de Jesús, La Civiltà Cattolica. El concepto es descrito y analizado en el reciente artículo del mes de julio: “El fundamentalismo evangélico y el integrismo católico. Un sorprendente ecumenismo”.··· Ver noticia ·

Putin lanzó una advertencia a EEUU por Venezuela:” No intenten desestabilizar…”


Rusia acusó hoy a Estados Unidos de ejercer presiones políticas sobre Venezuela y advirtió de que la desestabilización de ese país sería una amenaza tanto para la democracia venezolana como para toda Latinoamérica
“Advertimos con preocupación el aumento de las tendencias negativas y de la situación desestabilizadora en la República Bolivariana de Venezuela, que está unida a Rusia por estrechos lazos de amistad y asociación estratégica”, informó el ministerio ruso de Exteriores en un comunicado.··· Ver noticia 

Corrupción y corruptos

José  María  Castillo,  teólogo 
Castillo2Fuente: Teología sin censura
Si nos limitamos a explicar el significado lingüístico de estos términos, tropezamos en seguida con una dificultad inesperada: resulta casi imposible encontrar, en un diccionario, la definición adecuada que corresponda a las conductas y al hecho social de la “corrupción”, tal como todo el mundo habla de ella. Y tal como la estamos viviendo. Las ciencias sociales llegan, casi siempre, con retraso. Primero se producen los hechos. Luego, cuando esos hechos se analizan, se les encuentra la adecuada definición. Es lo que está sucediendo ahora.
En efecto, en las últimas décadas, se ha generalizado el fenómeno social de la corrupción, que preocupa, indigna e irrita cada día más y más a la mayoría de los ciudadanos. No es posible, como es lógico, analizar (aquí y a fondo) este asunto tan grave y de tan graves consecuencias. Sobre todo, si pensamos que se trata de un estado de cosas en el que entran en jugo la política, la economía, el derecho, la moral, la religión, la educación y tantos otros factores, imposibles de analizar y desentrañar hasta el fondo.
Por eso, en esta breve reflexión, me limitaré a destacar un hecho que, según creo, es capital para que nos demos cuenta de lo que realmente está pasando. Me explico.
Por supuesto, que hay corrupción porque hay corruptos. Pero, con decir eso, nos quedamos a medio camino. Porque la corrupción no es solamente la suma de los corruptos, tal como se suele entender el calificativo de “corrupto”. Tenemos tanta corrupción porque tenemos unas instituciones sociales (derecho, economía, política, educación, religión…) que no están ni pensadas, ni preparadas, para remediar (y menos, evitar) un fenómeno como el que estamos sufriendo.
Pero no sólo esto. Lo más grave, que está ocurriendo, es que nos quejamos de los gobernantes corruptos, pero el hecho es que la mayoría de los ciudadanos los siguen votando. Con lo que, sin darnos cuenta, lo que la mayoría estamos diciendo es: “siga Vd robando, que yo le seguiré votando”. Lo cual quiere decir que, en el fondo, corruptos somos todos. Unos, por acción; otros, por permisión, y casi todos, por omisión.
Concluyo: desde el momento en que el propio interés y la propia ganancia es el valor dominante en la sociedad, se hace inevitable que se haya generalizado el criterio según el cual, aquí el que “no se aprovecha”, es que es tonto. Así, ¿qué podemos esperar?

La corrupción en el Estado español




Exigimos la renuncia del presidente  Rajoy y su Gobierno 
EDITORIAL DE REDES CRISTIANAS 
El sistema imperante en el mundo es intrínsecamente perverso (Pablo VI), pues las minorías dominantes acumulan poder y riquezas a costa de exprimir, saquear y reprimir a las mayorías ciudadanas que tratan de vivir digna y modestamente. El papa Francisco ha sido firme en la denuncia del capitalismo neoliberal global al afirmar que los pueblos padecen el culto idolátrico al dinero que imponen las minorías hegemónicas. Ello trae consigo una “cultura del descarte”, pues cuando los trabajadores no les sirven a las élites para aumentar sus ganancias los desechan. No ayuda ni a la justicia ni a la paz –añade Francisco– cuando por todas partes se impone la “globalización de la indiferencia” ante las tragedias humanas causadas por la explotación económica y las guerras que provocan las potencias en sus confrontaciones geopolíticas.
Diríamos que, en la civilización avanzada actual donde resplandece en las constituciones democráticas el respeto a la dignidad de las personas y la defensa de los derechos humanos,  los principios éticos que más se violan son la honradez y el respeto a la vida, coincidentes con la Ley de Dios que nos anima a no robar y no matar. Hipócritamente se aparenta defender el bien común, la paz y la justicia de los pueblos mientras que, por el contrario, se les hace la guerra y se les explota. Por ello, masas ingentes de habitantes de naciones en vías de desarrollo se ven forzadas a emigrar y a refugiarse en países desarrollados  que, a su vez, contribuyen a las hambrunas y a las guerras. Muchos emigrantes mueren por el camino; así, el mar Mediterráneo se ha convertido en el cementerio de los empobrecidos, mientras los Estados europeos imponen trabas legales, muros físicos y  barreras policiales.
Por ello, si bien es positivo que los pueblos de Europa caminen hacia la unidad, denunciamos que en la Unión Europea prevalezca la Europa de los intereses financieros y de los mercaderes frente a los derechos de los pueblos. La democracia en Europa y en el mundo la han pervertido, pues los pueblos eligen ingenuamente a los gobernantes que se pondrán al servicio de los poderes económicos que, en su afán desmedido de beneficios, ocasionan evidentes perjuicios a las respectivas ciudadanías. Precisamente, son escasas las instituciones y autoridades mundiales que se molestan en acabar con los paraísos fiscales que favorecen el fraude fiscal y la corrupción. Repugna la política de austeridadimplementada  en la UE con motivo de la crisis y hegemonizada por el Gobierno alemán, pues ello ha supuesto deteriorar el Estado de bienestar europeo y suprimir muchos derechos laborales para pagar la deuda irresponsable de los bancos y beneficiar a las multinacionales con perjuicio evidente de trabajadores y pequeñas empresas. Eso también es corrupción. Todavía más, se pretende exprimir más a las ciudadanías europeas con la aprobación del CETA y posiblemente del TTIP para favorecer a las multinacionales.
En España, la dictadura fue un sistema corrupto y represor. Una inmensa mayoría alabamos el advenimiento de la democracia,  pero, una vez finalizados los años de la euforia, desgraciadamente los pueblos del Estado español han entrado en el túnel de la corrupción  donde no se ve salida a corto plazo.  Al parecer,  se ha extendido entre los poderes locales, autonómicos y estatales la mentalidad de robar lo que se pueda, salvo honrosas excepciones.
Después del paro, la corrupción es la segunda preocupación de los españoles según el CIS. Ya se conocen más de ciento noventa casos de corrupción en las diecisiete autonomías, a los que habría que añadir los muchos casos menores en las alcaldías, sobre todo en las grandes ciudades. De los partidos políticos no se libra ninguno de tener algún caso de corrupción, destacando los dos grandes, PP con unos ochenta  y PSOE con cerca de cincuenta; sumarán entre todos ellos unos doscientos hechos corruptos. Pero todos estos casos son como la punta del iceberg, es decir, los partidos y las empresas practican sin escrúpulos la corrupción mientras hablan de justicia y bien común. Es indignante, según informa el CGPJ, que entre 2015 y 2016, haya habido 1.378 imputados por corrupción; a los que hay que añadir los casos de  condena, detención, arresto domiciliario y multas. Las autoridades judiciales suelen ser duras en aplicar la inmoral ley mordaza a los que reclaman justicia, pero muy lentas y permisivas con los delincuentes de la corrupción y el fraude.
El problema en España aumenta cuando observamos que también practican y amparan la corrupción profesionales del derecho, entre los que destacan algunos jueces, fiscales y abogados. Así pues, amparados por la impunidad,  se practica la corrupción en los tres poderes del Estado. Los medios de comunicación y la oposición partidaria suelen informar y denunciar los casos de corrupción de políticos en puestos relevantes en las instituciones del Estado, pero conceden menor atención a las empresas y entidades bancarias que delinquen financiando ilegalmente a partidos, a procesos electorales y a políticos sin escrúpulos. Mayor escándalo aún son las personas de la familia real que, amparados en su relevancia,  se benefician -legal o ilegalmente- de los bienes del pueblo que administra el Estado.
Mientras la pobreza en España ha aumentado un 23%, la corrupción y el fraude fiscal se elevan a más de 90.000 millones de euros, que son muy necesarios para pagar la deuda externa y atender las inversiones en empleo, sanidad, educación, dependencia, ciencia y otras necesidades sociales. Asimismo, se podrían atender con equidad los desahucios y la emigración juvenil española. A todas luces, es inmoral que el PP en el Gobierno haya concedido la amnistía fiscal a grandes defraudadores españoles, mientras a los ciudadanos humildes se les aumentan los impuestos.
Entre la gran cantidad de casos fraudulentos hay que destacar los de Bankia, Bárcenas, CAM, Campeón, ERE Andalucía, Fabra, Gürtel, Naseiro, Palau, Palma Arena, Rumasa, Blesa, Pujol, Púnica y Nóos. Pero el gran escándalo que rebasa el vaso de la paciencia son los muchos hechos de corrupción de los dirigentes del PP a nivel nacional, autonómico y local, principalmente en Madrid, Cataluña, Valencia, Baleares, Andalucía y Murcia. Todos ellos están mostrando, según algunos analistas, que no son casos aislados de un partido en el poder, sino que el Partido Popular se ha transformado en una mafia corrupta, en un entramado consolidado donde campean los delincuentes de “cuello blanco”. Extirpemos la corrupción si queremos renovar la democracia al servicio de las mayorías trabajadoras.
Mientras la corrupción aumenta, las religiones con presencia en España han dado hasta ahora una tibia respuesta, tal vez interesadas en los beneficios que el Estado les aporta. Sepan las autoridades de la Iglesia católica que, quien se calla ante la corrupción y la injusticia colabora con ellas.
Por todo ello, exigimos la renuncia del presidente Rajoy y su gobierno, para comenzar la regeneración de las estructuras democráticas del Estado español. Otra España es posible.