FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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jueves, 19 de abril de 2018

Blázquez no tiene nada que decirle a la sociedad española "Discurso romo, chato y autorreferencial"

RELIGIÓN DIGITAL
(José Manuel Vidal).

- Discurso romo, chato y autorreferencial, centrado en temas eclesiales internos y sin la más mínima mención a las penas y las alegrías de la gente de hoy. Así fue de desencarnado y fuera de la realidad el discurso inaugural de la Plenaria de los obispos, que pronunció su presidente, el siempre amable Ricardo Blázquez. Un discurso para ahondar el abismo que separa a la jerarquía católica de la sociedad.SEGUIR LEYENDO

Jesús no fue obispo

"¿Quién se lo imagina residiendo en un palacio, y con "capa magna", mitra y báculo alhajado?"
(Antonio Aradillas).
- La Iglesia es, en realidad, lo que son sus obispos. Estos son, además y por tanto, lo que es la Iglesia en la demarcación diocesana en la que de alguna manera fueron "pastoreados", hasta su nombramiento episcopal. Iglesia y obispos establecen una relación esencial religiosa en la constitución y razón de ser de unos y otra, en la plural unidad del "pueblo santo de Dios", con la denominación de "jerarquía y laicos".
Dado que el índice de autocrítica en el estamento jerárquico es tan nimio, y que en gran parte, y a consecuencia de ello, sus componentes resultan ser "noticia" no siempre constructiva y ejemplar, insistir en su reflexión será provechosa, sin la más leve referencia a razones o sinrazones frívolas o sospechosas.
La raíz del problema se halla en el sistema que sigue presente en la Iglesia respecto a la selección de los obispos. "A dedo" no es, ni será jamás, solución aproximadamente "justa, equitativa y saludable", en conformidad con formulismos para- litúrgicos. "Dedocracia" y Espíritu Santo se contradicen entre sí, y más sensiblemente en el nombramiento -que no elección- de los obispos, en los tiempos democráticos en los que la sociedad se forma y confirma.
Los criterios misteriosos y opacos que priman a la hora de decidir las "autoridades competentes" los nombres de los episcopables, así como sus "méritos" para ocupar las respectivas sedes, son ciertamente cuestionables. No son evangélicos. Son "políticos" en el marco de la adjetivación eclesiástica de "política", que es tanto o más nefasta que la pública o partidista.
No hace falta dedicar el tiempo a profundas averiguaciones en la tarea de desvelar quienes, porqués y con qué fines, fueron seleccionados los nombres de los episcopables y los "valores" que justificaron determinación jerárquica inapelable. En tiempos como los actuales, en los que todo se sabe, es fácil indagar las razones válidas que influyeron en la promoción de unos, y en el descarte de otros, y con ellas redactar varios capítulos de interés en la historia pasada y presente de la Iglesia. La tentación de llevar a cabo esta tarea, es vigente y literariamente atractiva en determinados sectores.
No son todavía precisamente las coordenadas religiosas instituidas y enaltecidas por el Concilio Vaticano II, las que orientan y deciden los nombramientos episcopales en España. El espíritu del bendito papa Francisco, reformador por antonomasia, tampoco logró que la substitución de unos a consecuencia de su jubilación, remoción o deceso, se ahormara a las demandas de los tiempos nuevos y a las necesidades de la Iglesia, a la luz y exigencias de los evangelios.
Sobre todo en un florón de obispos anti o pre- conciliares, cuyos nombres, hazañas, adoctrinamientos y comportamientos acaparan titulares de primera página en los medios de comunicación social, se hace perentoriamente indispensable la acción directa del Nuncio de SS. , del Presidente de la Conferencia Episcopal Española o de quien sea, para mandarlos callar o aconsejarles un retiro forzoso en algún monasterio o capellanía.
No es de recibo que, día a día, declaraciones de alguno de estos obispos les suministren tan abundante material informativo a telediarios y a noticiarios, con la seguridad de que su difusión, interpretación y comentarios habrían de ser tan destructivos, y aún risibles, para la Iglesia. Esta no es merecedora de que su episcopologio albergue todavía a ciertos miembros que piensen, adoctrinen y se comporten de cierta manera...
Reunidos todos en las programadas sesiones de las "Conferencias Episcopales", habrían de facilitar y administrar las noticias con mayor fluidez, veracidad, transparencia, evangelio y audacia. El pueblo fiel se desalienta al comprobar que la mayoría de las veces, las noticias que sus obispos generan son intra- eclesiásticas, como si solo interesaran "sus cosas" y no las del resto del pueblo de Dios. "Pasan de puntillas" y ni siquiera citan temas de tantísimo interés e importancia como las relacionadas con los graves problemas de la economía, de la política y de la cultura, que no sea la de la asignatura de la religión.
Y, por favor, que los obispos cuiden su imagen, su edad y su presentación, con mayor esmero y congruente oportunidad, de modo similar a como lo hacen los políticos en parejas circunstancias. Que no lo hagan sistemáticamente con paramentos litúrgicos, revestidos de rojo crujiente, con énfasis dogmáticos y con el sempiterno olor a divinales inciensos. Que no a todos los elijan frondosamente gordos. También los flacos tienen el mismo, o más derecho, a ser nombrados obispos.

.Como ejemplo de obispos, con atuendos o sin ellos, Jesús no puede servirnos. Él ni fue ni ejerció de obispo. ¿Quién se lo imagina residiendo -domiciliado- en un palacio, y con "capa magna", mitra y báculo alhajado?

CONFIRMACIÓN de CASA PINARDI en Parla

- Por: Comunicación Plataforma Valora de Parla


Para la Obra Salesiana de Parla el pasado 12 de abril de 2018 fue un día especialmente significativo.


 
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Con la intención de rememorar aquel 12 de abril de 1846, cuando Don Bosco consiguió “…trasladar todos los enseres de la iglesia y los juegos, para tomar posesión del nuevo local…” gracias al ofrecimiento del señor Pinardi para instalar su “laboratorio”, se convocó a la Comunidad Educativa Pastoral a esta fiesta, en la que se inauguraba la ampliación de los nuevos locales con que contará esta presencia.
Como señaló Javier Zapata, Director de la Obra, “… nuestra Casa lleva 27 años ofreciendo trabajo ininterrumpido, incesante y comprometido con la juventud de Parla, con sus familias, con todas aquellas personas que menos tienen y que más necesitan.
Y hoy, celebramos que nuestra Obra, nuestra Casa, podrá acoger a más jóvenes, a más personas. Y sabemos que seguirá haciéndolo del mismo modo, con el mismo estilo: con un ambiente de FAMILIA, rico en acogida, humanidad y diálogo.
De modo que queremos confirmar a nuestra Casa Pinardi en Parla…”
Juan Carlos Pérez Godoy fue el encargado de bendecir, uno a uno, cada espacio de los nuevos locales, con especial emoción al llegar al patio del que, por fin, podrán disfrutar los chicos y chicas que acuden a Salesianos Parla.



Condenados

ECOFEMINISMOS Y TEOLOGÍAS DE LA LIBERACIÓN (I)


col carbonell

Lucía Ramón Carbonell, filósofa y teóloga, profesora de la Cátedra de las Tres Religiones de la Universidad de Valencia y miembro del área teológico de Cristianismo y Justicia
Este trabajo analiza la contribución de los ecofeminismos críticos de la liberación al movimiento feminista y ecologista y al movimiento altermundista en general. Plantea la necesidad de someter a crítica y reformular las legitimaciones religiosas de los discursos patriarcales que justifican la explotación de las mujeres y de la Tierra. Aborda el desencuentro entre teologías feministas y teologías de la liberación. Traza un breve recorrido de algunas de las aportaciones de las teologías ecofeministas críticas de la liberación elaboradas por mujeres cristianas en los cinco continentes. Y concluye proponiendo el desarrollo de una ecosofía transcultural y transreligiosa capaz de articular lo mejor de la diversidad de la vida, de las culturas y de las personas y que contribuya a un cambio cultural profundo en orden a unas relaciones más justas entre los seres humanos y la naturaleza.
El ecofeminismo es hoy como una gran rotonda de tráfico en la que confluyen personas y colectivos que proceden de vías muy diversas: el activismo ecologista y feminista, el mundo académico, las religiones, grupos locales y redes internacionales (1). El denominador común es señalar la existencia de una interconexión entre la explotación de las mujeres y de la naturaleza. Ambas se enraízan en una cosmovisión patriarcal y en unas estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas que es necesario modificar si queremos acabar con esa forma de dominación (2).
Los desastres ecológicos han demostrado que nuestros sistemas científicos y técnicos son insuficientes para contrarrestar los efectos de una tecnología usada irresponsablemente y de forma depredadora para explotar, manipular y apropiarse de las riquezas de la naturaleza, las mujeres –especialmente las mujeres empobrecidas– y los pueblos colonizados. Una tecnología al servicio de una economía guiada exclusivamente por la lógica del máximo beneficio, y que está colonizando los sujetos y las relaciones sociales de acuerdo con los parámetros neoliberales. Como alternativa a esta cultura basura que considera a millones de seres humanos como prescindibles y que externaliza los costes ecológicos y humanos, los diversos ecofeminismos propugnan una revolución cultural como el único camino viable.
Para afrontar estos retos necesitamos una nueva epistemología, una nueva antropología, una nueva cosmología, una nueva ética y una nueva política que partan del reconocimiento de que la vida se desarrolla y se mantiene por medio de la cooperación, el cuidado mutuo y el amor. Una nueva cultura que nos enseñe a saciar nuestras necesidades más profundas con los bienes de gratuidad –la ternura, el consuelo, el cariño, el sentido– frente a una cultura del individualismo posesivo, que asocia la felicidad con la acumulación de bienes de consumo y de capital. Para expresar este ambicioso objetivo las ecofeministas utilizamos metáforas cotidianas y muy cercanas a nuestra experiencia que expresan nuestra aspiración a un mundo que sea hogar habitable para todas las criaturas vivientes: “retejer el mundo”, “sanar las heridas” o sustentar y cuidar “la trama de la vida” (3).
Desde los orígenes del ecofeminismo encontramos activistas y pensadoras en las que se entrecruzan experiencia espiritual, ecologismo y compromiso socio-político. Vandana Shiva, Petra Kelly, Wangary Maathai y Marina Silva, son solo algunos nombres muy conocidos.
Los ecofeminismos críticos de la liberación vividos y formulados por mujeres creyentes de diversas religiones muestran cómo una espiritualidad liberadora y la lucha por la ecojusticia y la justicia de género se potencian. Sus aportaciones son relevantes no sólo en el ámbito de las religiones, sino también para el movimiento feminista y ecologista en general y dentro del movimiento altermundista (4).
Los sistemas de dominación y los discursos que los legitiman hunden sus raíces en concepciones teológicas que siguen operantes en muchas culturas, a veces de forma secularizada, y que deben ser sometidas a crítica y reformuladas para ser superadas. Es ingenuo pensar que podemos dejar los discursos religiosos al margen de estas transformaciones.
Todo indica que las religiones no van a desaparecer y siguen teniendo una enorme influencia en la construcción de la identidad de los sujetos. La mayoría de pobres del mundo son mujeres empobrecidas y creyentes. Lo religioso tiene demasiada importancia, poder e influencia como para dejarlo en manos de unas élites clericales que a menudo defienden más sus intereses y sus ideologías que los valores religiosos de las comunidades religiosas que dicen representar en exclusiva.
Hoy, en el seno y en los márgenes de las tradiciones religiosas existe una pugna entre los y las que defienden una visión y una práctica humanista y de emancipación y aquellos que tratan de imponer una visión legitimadora del orden establecido. Conocer y visibilizar estos movimientos de emancipación, entre los que se encuentran las teologías y movimientos ecofeministas de las diversas religiones, es fundamental para impulsar esa transformación social y cultural a la que nos hemos referido y que se está demandando desde frentes diversos (5). En este artículo, por motivos de extensión, me limitaré a presentar algunas aportaciones de los ecofeminismos críticos de la liberación de las mujeres cristianas de los cinco continentes.
Teologías feministas y teologías de la liberación
Las teologías feministas y ecofeministas críticas de la liberación toman su metodología de la teología de la liberación. Esta constituye una nueva manera de hacer teología y de leer la realidad en clave crítico-liberadora que nace en América Latina en los años sesenta del siglo pasado. Gustavo Gutiérrez, su iniciador, la ha definido como reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la fe y de sus textos fundantes (6). En las teologías de la liberación (TL) las ciencias sociales son fundamentales para el diagnóstico de la realidad y el análisis de los mecanismos de opresión y la búsqueda de alternativas. Pero su novedad principal es una nueva interpretación de la realidad en la que la praxis de la liberación es un momento interno del proceso de conocimiento.
No obstante las TL elaboradas por varones han sido mayoritariamente ciegas al sexismo y a la realidad de las mujeres pobres y de sus necesidades específicas, especialmente en lo relativo a la salud y la sexualidad (7). Ha sido imprescindible la reflexión teológica de las mujeres para poner de manifiesto sus lagunas patriarcales y sexistas y para desarrollar TL más inclusivas. Las pioneras en esta reformulación de la teología de la liberación en clave feminista fueron las teólogas europeas y norteamericanas, entre las que destacaron Mary Daly, Letty Rusell, Rosemary R. Ruether y Elisabeth Schüssler Fiorenza (8). Ellas introdujeron los instrumentos de análisis y las categorías antropológicas y políticas del feminismo en su quehacer teológico y trataron de articularlas con las nuevas perspectivas abiertas por la TL, sentando las bases de la teología feminista contemporánea. Muchas teólogas de otros continentes han reconocido esa deuda intelectual, como la brasileña Ivone Gebara, que como muchas otras comenzó su andadura como activista y teóloga en las Comunidades Eclesiales de Base y estrechamente vinculada a la TF:
«A partir de los años ochenta encontré el feminismo y la teología feminista europea y norteamericana. Me abrieron horizontes […] y me ayudaron a formular preguntas que estaban dentro de mí. Poco a poco comencé a percibir que en mi trabajo teológico en la línea de la liberación faltaba tomar en consideración “el lugar de las mujeres como lugar teológico”. En realidad las mujeres casi no eran consideradas como personas autónomas, como ciudadanas con derechos. Ocurría en la sociedad y, principalmente, en las instituciones cristianas. Comencé a darme cuenta de la cruz silenciosa y silenciada que las mujeres cargaban. Aceptaban su condición como “destino”. Sus preguntas personales y grupales no existían para la teología. Sus cuerpos eran manipulados y controlados como si fueran propiedad ajena. Su búsqueda de liberación debía estar sometida a búsquedas más amplias, más generales, es decir, a las propuestas de aquellos que imponían las leyes para el cambio social»(9).
Por todo ello las teologías feministas cristianas se presentan hoy como teologías críticas de la liberación que se estructuran según la metodología propia de la TL y quieren contribuir a la eliminación de la grave y masiva exclusión socio-económica, política, eclesial y teológica de las mujeres. Son teologías contextuales que se nutren de las experiencias históricas de las mujeres concretas en su lucha por la vida y que quieren capacitarlas como sujetos teológicos críticos que participen en la elaboración de los discursos que les afectan y que afirmen su autoridad para hacerlo. Su ideal moral y político es la justicia para las mujeres: el reconocimiento pleno de su dignidad, la promoción de su participación en todos los ámbitos de la sociedad y el reparto igualitario de las cargas y los beneficios sociales. Para estas TF la política y la espiritualidad son inseparables: toda teología tiene implicaciones políticas que deben ser evaluadas críticamente. Sin salud para las mujeres, en el sentido más integral de la palabra, no hay salvación.
Las teologías feministas críticas de la liberación reflexionan desde el compromiso concreto en favor de la liberación de las mujeres. A partir del sufrimiento real de las mujeres en unas culturas patriarcales que las excluyen y las minusvaloran, analizan las causas de esa discriminación, establecen acciones que deben emprenderse para eliminarla y proponen una visión alternativa del futuro. Su objetivo es la transformación de las personas, las instituciones y la sociedad hacia unas relaciones de mayor justicia, mutualidad y cooperación.

EN TORNO AL “PROBLEMA DEL MAL” (III)


col lozano art

6. Frustración / Paz
Otro sentimiento que hizo acto de presencia, de manera intensa, fue la frustración, al ver saltar por los aires todos los planes programados y acariciados con tanta ilusión y cariño. Frustración que va acompañada de una sensación de “perder el control”, con todo lo que eso conlleva de inseguridad y malestar para quienes, como en mi caso, ha sido fuerte la tendencia a controlar todo, como medio de garantizar la seguridad.
La frustración altera radicalmente al yo, que cree controlar las riendas de su existencia y que “exige” que todo se desenvuelva según su propio guion. El malestar que experimenta es tan fuerte que, de no haberse ejercitado en convivir con ella, la frustración suele desembocar en una de estas dos actitudes: agresividad o hundimiento, violencia o depresión.
Aquí radica también la trampa más grave de lo que se conoce como “educación permisiva”. Cuando no hay firmeza en la educación de los niños, cuando siempre se dice “sí” a sus demandas, cuando –en definitiva– se les quiere ahorrar toda decepción, se les está condenando a un futuro de alto riesgo, que estará caracterizado por la baja o nula tolerancia a la frustración, con las secuelas antes mencionadas.
La frustración es inevitable en la realidad impermanente. Pero la intensidad de la misma, en la persona adulta, revela hasta qué punto nos habíamos identificado con algo pasajero, transitorio o efímero. Y recordemos que no existe, en el mundo de las formas, nada que no lo sea.
Vista así, desde la comprensión que sabe leer los acontecimientos, la frustración puede vivirse como oportunidad de aprendizaje y de crecimiento en consciencia de quienes somos.
La comprensión me hace caer en la cuenta de que la frustración duele –e incluso puede requerir elaborar el correspondiente duelo–, pero que yo no soy nada que pueda ser frustrado: lo que somos se halla siempre a salvo, porque no es afectado negativamente por nada que pueda suceder.
Gracias a la comprensión, terminas rindiéndote a lo que hay. Y es justo en ese momento, al dejar de dar vueltas mentales en torno a los planes que se han venido abajo, cuando se hace presente la paz. Lo que es, es. Lo que pasa, es lo que tiene que pasar. Termina la resistencia mental, emerge la serenidad. La frustración deja paso a la paz, que no es otra cosa que resultado de la aceptación o alineación con lo real.
Y ahí venimos a experimentar que sufrimos frustraciones pero que, sin embargo, somos Paz.
7. Impotencia / Fluir
El yo busca el “sentimiento de omnipotencia” porque lo necesita, tanto para reafirmarse en su sensación de existencia, como para mantener la creencia de que es él quien controla y dirige lo que sucede. Si a eso le añadimos que, mientras lo siente, mantiene alejada la frustración, podremos comprender el valor que representa.
Se trata, incluso, de algo que todos hemos vivido y con lo que hemos soñado en nuestra infancia, tal como supo verlo Freud al hablar del “sentimiento infantil de omnipotencia” que, más tarde, se proyectará en la figura del padre y después, tal vez, en alguna otra persona, grupo o incluso en una deidad. El ser humano prefiere mantenerlo de cualquier manera, antes que renunciar a él.
Sin embargo, antes o después, la vida se encargará de sacarnos del sueño o engaño –esa es la función de los des-engaños, en cualquiera de las dimensiones de nuestra existencia- y habremos de topar con la realidad, es decir, con nuestra impotencia.
La impotencia conlleva el reconocimiento de los propios límites y carencias y la necesidad de los otros para salir adelante. Así, nos baja del pedestal que nuestra fantasía había construido, nos muestra la falacia de la idea de omnipotencia que nos habíamos forjado y nos invita a soltar las riendas y abandonar el control. Soltamos las riendas porque comprendemos que nunca habían estado conectadas a nada, excepto en nuestro sueño ilusorio; abandonamos el control, porque sabemos que no controlamos absolutamente nada. No hay un yo separado que lleve las riendas, ni que controle, ni que haga algo. No existe tal cosa como un “yo hacedor”.
Bien leído, el sentimiento de impotencia es capaz de conducirnos a nuestra verdad: no somos el yo separado que se creía poderoso, sino la totalidad que fluye constantemente en las formas y que se manifiesta también en esto que llamamos “yo”.
Ese reconocimiento nos hace pasar de controlar a fluir. Soltamos la tensión y nos abandonamos a la sabiduría mayor que rige todo el proceso, cuyo desarrollo nuestra mente limitada es incapaz de captar. Al comprenderlo, nos anclamos en la verdad de lo que somos y experimentamos, ahora sí, la libertad.
La totalidad se manifiesta en la forma de una inmensa corriente que fluye con sabiduría. La persona, antes de la comprensión, es como un remolino que hubiera olvidado que es agua, y se empeñara en controlar las circunstancias para no perder su forma retorcida. La fuerza de los hechos podrá hacerle ver que no es el remolino que pensaba ser, sino la misma agua que ha tomado una forma concreta. Mientras se creía remolino, alardeaba de control y de libertad. Pero era solo un espejismo pasajero. Al reconocerse como agua, recupera la libertad.
¿Río o remolino? Los humanos somos paradójicos: participamos de ese “doble nivel”: totalidad y forma limitada, identidad y personalidad, consciencia y yo… ¿Cómo vivirlo con sabiduría? Los filósofos estoicos nos dejaron una clave que me parece profundamente sabia: distinguir lo que depende de nosotros y lo que no depende nosotros. En esto último no tenemos nada que hacer, pero al mismo tiempo, lo que no depende de nosotros no puede dañar lo que somos en lo más profundo, porque afectará únicamente a la forma (persona) que tenemos. Nuestra capacidad de maniobra queda limitada a lo que depende de nosotros. Y eso no es otra cosa que nuestra mente, es decir, el modo como interpretamos todo lo que nos sucede. Lo cual encierra un certero mensaje: lo decisivo –también en las crisis– no es lo que nos ocurre, sino cómo interpretamos lo que nos ocurre. Mientras crea ser un yo separado, será imposible superar la sensación de impotencia y abandonar el control; cuando, por el contrario, comprenda que soy uno con todo, mi existencia se convertirá en un canto a la Vida, en la que me dejaré fluir, consciente de ser uno con ella.

OFERTA Y DIÁLOGO


col gerardo

Cuando predico o doy charlas, hay personas que escuchan. Y puede ocurrir que hasta estén de acuerdo con lo que expongo y lo acepten. Una cantidad de personas no oyen por la edad, otras están pensando en sus cosas… Y otras no están de acuerdo en lo que trato de exponer. Lo cierto es que cuando yo digo consciente algún disparate premeditado, no veo la reacción inmediata que esperaba de estar en desacuerdo. Porque nos hemos habituado a oír, como quien oye llover.
Pero me da que eso no es lo importante. Nosotros enseñamos, opinamos, exhortamos, condenamos… Hay miles y miles de escritos de la Iglesia, sobre todo del papa, los obispos y los cristianos.
Es preciso pasar al diálogo con las personas, a comunicarnos y a escuchar. Un diálogo entre ambas partes; que se cree intercambio de opiniones. No sé cuál es la forma práctica de hacerlo en misas un tanto numerosas. Pero creo que evangelizar es dialogar. La sociedad es pluralista y vivir ignorando esto sería contrario a las exigencias de la naturaleza humana y a las enseñanzas del evangelio.
Hemos estado muchos siglos anunciando e imponiendo nuestra fe. Porque se trataba de que los fieles siguiesen aquellas pautas. Hoy, el cristiano necesita descubrir, interrogarse para llegar a encontrar su fe personal.
Se requiere una escucha mutua, una visión sobre el sentido que quieren dar a su vida. Necesitamos un estilo nuevo de proponer el Evangelio, un estilo de vida arraigado en unos valores. Y proponer, no un sistema, sino un camino que a cada uno le lleve a un término, con etapas, tras una búsqueda personal y unos interrogantes sin presiones. Muchos se han ido de la Iglesia porque han querido sentirse libres de tanta carga que les hemos impuesto.
Se trata de exponer la fe como una propuesta de vida con dudas y aciertos; algo en camino. Sin imponer ni presionar, aunque hayamos actualizado el Mensaje. No se trata de que los fieles piensen como yo, sino de que piensen. No puedo hablar de obligaciones.
Es preciso de pasar de una fe impuesta a una fe descubierta, aceptada y vivida. No acierto el cómo, pero siento -preciso y obligado- el que haya un diálogo en la transmisión de la fe y un camino, al que llamamos catecumenado.
No podemos ofrecer todo el Mensaje en un primer momento. Se trata de caminar juntos e ir descubriendo, como en Emaús, a Jesús de Nazaret y a través suyo, al Cristo Resucitado.

El Papa engañado


Marco Antonio Velásquez

Papa Francisco35
El Papa se equivocó
La carta que el Papa envió a los obispos chilenos, conocida por la opinión pública, ciertamente ha provocado impacto, temores y expectativas. En su contenido, el más revelador es su pedido de perdón y reconocimiento que ha “incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación por falta de información veraz y equilibrada”.
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El bombardeo de Siria no ha sido un acto de justicia


Juan Antonio Sacaluga

guerra siria
La política internacional tiene muy poco ver que la moral.
La mentira ya formaba parte del decorado del despacho oval y de otros despachos del mundo antes de que el recordman mundial del embuste se instalara en él
La historia se repite en Siria. Y, en Oriente Medio, es una cadena de repeticiones tramposas cubiertas con el hipócrita envoltorio de la justicia y el humanitarismo. La política internacional tiene muy poco ver que la moral. Sea cual sea la escuela o doctrina que se invoque: realista o idealista, intervencionista o aislacionista. Son los intereses los que determinan las decisiones
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