FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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jueves, 13 de septiembre de 2012

CARMEN TORRES RIPA: Los emigrantes que nos cuidan

 DEIA
  Carmen Torres Ripa, * Periodista y escritora - Jueves, 13 de Septiembre de 2012 

 ESTOY en la estación del metro escuchando sin querer una de las muchas conversaciones de un móvil anónimo. Una mujer habla en brasileiro y, como es fácil, entiendo el sentido. Desde Brasil le piden dinero. Dicen -lo intuyo- que es para una enfermedad, una medicina o una urgencia hospitalaria. Hay un silencio y, luego, la señora que está a mi lado contesta que ha enviado todo lo que gana al mes, que no tiene posibilidad hasta septiembre de mandar el próximo sueldo. Hay una insistencia y otro silencio. La conversación sigue, con los mismos interludios, casi cinco minutos.
Cuando llega el tren, la mujer -de mediana edad- entra con la cara sin expresión. Esperan de ella lo que no puede dar. La miro y siento una profunda tristeza. Ha venido en busca de el Dorado para los suyos y los suyos no le dejan un respiro para su día a día. Se le ve desolada y vacía.
Esta mujer, y muchas como ella (si por un casual es guapa y con buen cuerpo su futuro puede ser un prostíbulo), solo han encontrado trabajo en el servicio doméstico aunque en Brasil, su tierra, era una mujer preparada que hasta había obtenido un graduado medio. Aquí, a nadie le importa su pasado. Una mayoría de gente piensa que su presencia quita el alimento a sus hijos. Ella -dicen- no merece la Seguridad Social, ella no merece la ayuda del Estado, ella es un estorbo. Ahora, cuando previsiblemente muchos de nuestros hijos tienen que convertirse en ese estorbo en otros países, ¿pensamos lo mismo?
Para convivir con dignidad, debiéramos comernos las palabras, las dichas y las no dichas porque los pensamientos también son denigrantes. Creo que los emigrantes que viven con nosotros contribuyen a nuestro bienestar. No molestan, nos hacen vivir mejor. Hacen que nuestro trabajo -gracias a su trabajo- sea más llevadero, que nuestros abuelos puedan salir a la calle en una silla de ruedas en vez de estar en una residencia, que los niños puedan ir al parque y las casas estén ordenadas, que en los bares nos sirvan un gin-tonic con una sonrisa y una hamburguesa a nuestros pequeños en un McDonal's. Nadie nos va a quitar nada. Nosotros pagamos sus servicios más baratos que a los lugareños que no quieren servir a nadie. Somos hipócritas. ¿Qué hubieran hecho nuestros compatriotas que fueron en busca de trabajo a Alemania si les hubieran tratado igual?
La vida suele pagar con la misma moneda. ¡Que no nos toque recibir un pago tan bajo por nuestros pensamientos inconfesables!
Dicen que la Gran Vía de Bilbao se ha convertido en un hormiguero de emigrantes. Lo dicen en un tono despectivo, porque en cualquier capital europea -Londres, París…- si cierras los ojos y los abres de pronto, en un metro cuadrado te encuentras a todas las razas del mundo caminando como en su propia tierra, sin sentirse extraños. Mujeres con saharis o tapadas con burkas, hombres con chilabas, hippies con plumas y bolivianos con sus sombreros redondos. Todos haciendo alarde de su patria, pero sin desdeñar la que les ha recibido sin pensar de dónde vienen. El mundo es de todos y la tierra es de todos y, sin embargo, nos hemos convertido en racistas.
Hay una realidad universal: no somos dueños de nuestro espacio en el mapa y ¿por qué nos cuestionamos quién se sienta al lado en el metro?
Vivir para vivir es una consigna obligada desde que nacemos. Un camino que desde que venimos al mundo nos lleva al final. Vivir por vivir es más trabajoso. Para muchos de los que están con nosotros, su único lema es llegar al día siguiente para seguir trabajando. Para ganarse el derecho a vivir ellos mismos y su familia que está en la otra punta del mundo. Esta modalidad es un vivir sin vivir, tan angustioso que nos parece imposible pensar que el mundo es de todos y la tierra -esté donde esté esa tierra- es de quien la trabaja.
Vivir para vivir ¡qué incongruencia tan incómoda!
Y resulta que la historia se repite. Nos preocupa quién está al lado y sin embargo, quien ha ocasionado el problema -quizás los banqueros, por ejemplo- recibe las subvenciones del Estado
http://www.deia.com/2012/09/13/opinion/tribuna-abierta/los-emigrantes-que-nos-cuidan#Comentarios

Zornoza, el Munilla del Sur

Era previsible. Lo anunciábamos en el momento de su nombramiento. Y el pronóstico no tardó en cumplirse. Tanto y tan de prisa que a monseñor Rafael Zornoza, el nuevo obispo de Cádiz, ya le llaman el “Munilla” del Sur. Estos nnuevos obispos conservadores llegan a las diócesis como los cruzados: dispuestos a arrasar y a cambiarlo todo a su imagen y semejanza. Y, por supuesto, a matar al “padre”, es decir a su antecesor. Llámese Uriarte en Guipuzkoa o Ceballos en Cádiz.
Dice la teología pastoral que, en la vida de la Iglesia y del discurrir del pueblo de Dios, no son buenos los cambios bruscos. No se debe sustitruir a un cura del Concilio por otro de los Legionarios. Obispos como Munilla y Zornoza no deberían suceder a Uriarte y Ceballos. No deberían, pero se hace. Y con una estrategia bien definida. Hay que acabar con los rescoldos de la Iglesia conciliar. Y lo único que consiguen los diseñadores de esta estrategia es sembrar desilusión.
“En general hay descontento en el clero gaditano con Mons. Zornoza, que está enmendando el estilo de corresponsabilidad que marcó el pontificado del santo de D. Antonio Ceballos”, me escribe un sacerdote gaditano.
Y enumera una serie de hechos, dichos y datos concretos del ser y del hacer de monseñor Zornoza. El nuevo obispo ha llegado a decir que “sufre con paciencia a los ‘curas mundanizados’ que le ha tocado gobernar”. Y es que el traje talar se ha convertido para algunos obispos en el distintivo esencial de los sacerdotes. A Zornoza le gustaría que todos sus curas vistiesen de sotana o clergyman. Y los sacerdotes que van de seglar son discretamente ignorados o apartados. Independientemente de su valía personal, pastoral y espiritual.
El nuevo obispo gaditano se queja continuamente de la formación de un clero que ha estudiado en los centros, para él “sospechosos”, del CET de Sevilla y de la Facultad de Teología de Granada. Y es que la mayoría de los sacerdotes de los últimos 20 años se han licenciado o doctorado en teología en Salamanca, Comillas o Roma.
Y para evitar la “contaminación” doctrinal ha roto la dependencia-relación que el seminario de Cádiz mantenía con la facultad de los jesuitas y, por supuesto, ha afiliado su seminario a la Facultad de San Dámaso. De esta forma, rinde tributo a su “padrino” y protector, el cardenal Rouco, y suma unos cuantos seminaristas más al gran centro universitario que el cardenal quiere erigir en Madrid. Aunque una cosa es querer y otra, poder. Salamanca es mucho Salamanca y Comillas cuenta con el prestigio, el apoyo y la influencia de la Compañía.
Item más: “Zornoza ha sustituido a los vicarios por otros que sí visten traje talar y, en el seminario, ha colocado a formadores de su absoluta confianza”, explica el cura gaditano en su carta. Aunque los haya tenido que traer de su anterior diócesis de Getafe, donde ejerció de auxiliar. Y es que este tipo de obispo sólo se fía de “los suyos”. Tanto es así que una de las decisiones que más escándalo está causando en Cádiz es que monseñor Zornoza haya nombrado a su propio secretario personal, Carlos Ruíz, como director espiritual del seminario.
El descontento se generaliza y se puede ver en este blog de la diócesis de Cádiz, con una fuerte carga crítica hacia las decisiones del obispo.
Y el cura gaditano concluye así su misiva: “En fin, monseñor Zornoza está volviendo a la diócesis como un calcetín: Pero el cariño y la ilusión con la que fue acogido se ha trocado en malestar, crítica, falta de entusiasmo y poca respuesta a sus convocatorias. ¿Estos métodos y nuevas expresiones serán el nuevo ardor, o se va a quedar en ardentía?”

Rebeldía de teólogos: o Dios o el dinero

Teólogos y cristianos de base quieren que la Iglesia tome partido y defienda los derechos de las víctimas de la crisis. “No podéis servir a Dios y al dinero”. O lo uno, o lo otro.
La disidencia en los cristianos de base, o cristianos de Evangelio, con respecto a la jerarquía eclesiástica española es ya un hecho clamoroso: el congreso de teólogos de la asociación Juan XXIII reunió el fin de semana pasado en Madrid a más de un millar de asistentes.
Como colofón de los debates, el público dedicó varios minutos de un aplauso cerrado al teólogo José Antonio Pagola, cuyo libro, Jesús: una aproximación histórica -más de 140.000 ejemplares vendidos- ha sido retirado de la librerías tras haber sido denunciado a la inquisición romana por la Conferencia Episcopal Española. “No podéis servir a Dios y al dinero”, les dice el teólogo con respecto a la actual crisis. “Desde la Iglesia hemos de denunciar la falta de compasión. (…) La jerarquía tiene que hablar en nombre de los que sufren, pero eso lo tienen que llevar en el corazón”. Los asistentes respaldaron de forma unánime un manifiesto donde muestran su “malestar e indignación por el silencio episcopal”.
Es una ruptura pública con la deriva derechista del cardenal Rouco Varela, que guarda un atronador silencio mientras el PP, siguiendo las directrices de los mercados movidos por el capitalismo de casino, y las organizaciones internacionales que comparten la autoría intelectual, procede a desmontar las bases del Estado de bienestar. La simple lectura de los evangelios, sin necesidad de rebuscadas traducciones, expone otra forma de actuar ante la pobreza aumentada y/o provocada por los grandes especuladores financieros, y por la rendición de los gobiernos afines.
Con motivo de las festividades de la Virgen del Pino, Francisco Cases, obispo de la diócesis Canariense, tuvo un recuerdo para los “desprotegidos de la vida”, que, dijo, deben ser “los atendidos con preferencia”. En la homilía del día 8 reveló que desde que empezó la crisis viene “apelando directamente a los que más pueden en nuestra sociedad, porque tienen o tenemos nóminas suficientes, y mucho más que suficientes, o disponen de patrimonio que puede y debe contribuir a afrontar los efectos de la crisis económica en tantos hermanos”. Loable. Pero en el año 2012 la clave está en lo que en la Europa moderna se ha dado en llamar o bien Estado de bienestar o, en Alemania, desde los tiempos de Bismarck, Estado social. Hace unos días, y con respecto a esta cuestión, el exministro Martín Villa, reciclado en presidente de grandes empresas, afirmaba que en los últimos dos mil años la cosa no ha tenido cambios: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, sanar al enfermo, enseñar al que no sabe. Pero el mensaje de Jesús ya no hay que entenderlo solamente en el ámbito de lo particular sino en el de las leyes sociales.
La ley de la dependencia, los derechos universales a la educación y a la sanidad, la ayuda a los que pierden el techo por la usura de prestamistas y timadores sin escrúpulos… La Iglesia no puede dirigirse solamente a los que más tienen para que ayuden mediante la caridad a los que sufren; tiene que defender el Estado social con un compromiso activo e indesmayable. No es de recibo que un ministro del gobierno desmochador, que sigue negándose a acabar con los privilegios fiscales de las grandes fortunas y a luchar decididamente contra el fraude, más allá de frases de cara a la galería, diga que, por supuesto, hay que atender a los más débiles. ¿Cómo?
La verdad es que el crac está siendo la gran disculpa para imponer de tapadillo una ideología insolidaria, que traiciona el ideario tradicional de la democracia cristiana (DC) europea para beneficiar al neoliberalismo cuya codicia fue la mecha que prendió la dinamita esparcida por aventureros del dinero faltos de principios que practicaron la estrategia de tierra quemada, y ahora quieren urbanizar lo arrasado.
El cónclave de teólogos suma sus voces indignadas a Acción Católica, a la HOAC, y a los cristianos que siguen creyendo en el cristianismo de su fundador, que acabó a la cruz porque se enfrentó al establishment. Una cruz de la que huyen como posesos los que se han acomodado a la Iglesia que logró codirigir el poder terrenal desde que el emperador Constantino legalizó el cristianismo en 325 en el Concilio de Nicea.

HAGAN JUEGO…

ARTAZA (NAVARRA).

ECLESALIA, 13/09/12.- ¡Vengan, vengan! ¡Se abre el casino! ¡Hagan juego señores, hagan juego…! ¡Sonrían a la fortuna! ¡No dejen de acudir al nuevo parque de Eurovegas...! Lo malo será cuando pierda la Tierra, las relaciones humanas, las condiciones laborales… Lo malo es cuando cedemos a un ocio tan alienante, cuando el puesto de trabajo deviene valor supremo y, dignidad derrotada, desembarca el más desalmado postor.
Es falso que el agua llegó al cuello. No todo es crear puestos de trabajo. No calzamos cualquier uniforme. Hay vida y mucho tajo más allá de las propuestas laborales del sistema instituido. Las fuerzas conservadoras se terminaron de desnudar ante el magnate de los casinos. En la apuesta por atraer “riqueza” no había sitio alguno para los valores. Antes hablaban de Dios, de tradición, de patria…, ahora hacen cola para entrar en los macro tugurios. La izquierda se limita a querer grabar con más impuestos la aviesa jugada.
Haremos juego cuando ganemos todos/as, los del Norte y los del Sur, los negros y los blancos, los amarillos y colorados… A la vuelta de tantos siglos de injusto casino, de ruletas desbocadas, de bolas en números equivocados…, toca por fin una fortuna más repartida.
Nuestro juego no lo cantan los media, ni se anuncia con grandes luces de neón. Apostamos por una partida en la que no pierde nadie. Apostamos por el mismo número agraciado, por la misma máxima del compartir, por el mismo mundo ancho y esperanzado. Nadie pierda en la apuesta del mañana. Ya no concebimos ganar a costa de nadie. No imaginamos ganar a costa de una Madre Tierra vejada, de unos animales torturados, de unos prados envenenados... Por supuesto no consideramos ganar a costa de nuestros hermanos humanos.
“Win win” (ganar unos y otros) sugiere el futuro. Permiso, libre de impuestos, para el Casino en el que por fin triunfemos todos/as, sobre todo los que nunca ganaron, los que nunca se llevaron las manos a la cabeza de alegría, los que nunca entraron en ningunas Vegas, sobre todo los desheredados de la tierra. Permiso para el Casino en el que ganen los perseguidos, los maltratados, los olvidados…
Vaya con todos los respetos, pero Vd. no es bienvenido, Sr. Adelson. Su juego es de los de antes. En sus partidas triunfan los de siempre, pero ya es otro momento, ahora la dicha es más repartida. Es el tiempo del cooperar y compartir, el tiempo de la Tierra, de las relaciones más humanas, del ocio más creativo… Su chiringuito no se ubica en nuestros prados, su mundo no cabe en nuestra geografía. Vd. no es bienvenido Sr. Adelson, mientras que no truque sus casinos, mientras que sus ruletas no acaben siempre en ese número en que por fin nos congraciamos todos.
Todo gira en el Universo. Nada permanece quieto y Vds. tienen derecho a mover sus ruletas, sus galaxias sobre el verde tapete de palacios de cartón, pero recuerde que más allá de sus casinos ya caducados, el girar es siempre para la armonía, para el orden y beneficio colectivos. Comiencen a girar sus ruletas al ritmo de la Vida no dividida. Una Sr. Adelson su ruleta a la Gran Ruleta de la existencia. ¡Hagan Juego del grande…!, sin desesperos, ni prostíbulos a la salida. ¡Hagan Juego!, el único que merece la pena, aquél que nos nutre y alegra, que nos eleva y dignifica, aquél que no envicia y sin embargo seguiremos practicando el resto de nuestras vidas. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).