FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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martes, 6 de agosto de 2013

No hay mujeres sacerdotes?

nviado a la página web de Redes Cristianas
WOW responde al Papa Francisco
Sobre la cuestión de las “mujeres”, WOW está alarmado por las declaraciones hechas por el Papa Francisco durante una entrevista con periodistas internacionales al final de las Jornadas Mundiales de la Juventud 2013. Al decir que nuestra Iglesia “no tiene todavía una verdadera profunda teología de las mujeres”, también dijo que, en la cuestión de la ordenación de mujeres, “la Iglesia ha hablado y dijo que no. Juan Pablo II, en una formulación definitiva, dijo que la puerta está cerrada. “
La iglesia ha hablado? Recordamos a Papa Francisco que la iglesia se compone de millones de mujeres y hombres que han sido prohibidos oficialmente por el Vaticano incluso de discutir la cuestión de la ordenación de las mujeres. El Papa Juan Pablo II pudo haber hablado, pero no es la Iglesia. La prohibición de las mujeres sacerdotes puede haber sido una expresión definitiva de prejuicios, pero no fue una decisión infalible y no reflejan la voluntad o el mejor interés de la gente de la Iglesia.
El Papa Francisco pidió recientemente la eliminación de todas las formas de elitismo y dijo que el diálogo es la única manera para los individuos, las familias y las sociedades para crecer. Sin embargo, al tratar de cerrar la cuestión de la ordenación de las mujeres, el liderazgo del Vaticano demuestra la forma en que se aferra a una visión elitista de un sacerdocio exclusivamente masculino elevada y que ahoga el crecimiento. En la negativa al diálogo, también somos testigos de un liderazgo temerosos de examen abierto de la exclusión de las mujeres por el hecho vergonzoso de que se basa en el sexismo solo.
No hay una profunda teología de la mujer en la Iglesia? Papa Francisco ha reconocido que « las mujeres tienen una misión especial en la Iglesia como primeros testigos de la resurrección de Cristo “y hay cientos de documentos y estudios disponibles sobre las mujeres de ‘participación activa en la Iglesia desde el principio. Animamos al Papa Francisco para abrir los ojos a la teología abundante disponible en lugar de enfocar su energía en tratar de limitar a las mujeres a roles de apoyo no habla.
No hay mujeres sacerdotes? Tal vez, el Papa Francisco, es el momento de mostrar un poco más de coraje. Hace mucho que el tiempo pasado que el Vaticano abre oficialmente las puertas a un verdadero diálogo sobre la cuestión de la ordenación de las mujeres en nuestra Iglesia.
Fundada en 1996, la ordenación de las mujeres en todo el mundo (WOW) es una red internacional de grupos cuya misión actual es ver a las mujeres católicas admitidos en todos los ministerios ordenados en la Iglesia. WOW se basa en el principio del Evangelio de la igualdad y por lo tanto se opone a cualquier discriminación. ”No hay ni Judio ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay mucho hombres y mujeres porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28) WOW actualmente incluye a representantes de Australia, Bangladesh, Canadá, Francia, Gran Bretaña, Irlanda, Malta, Polonia y los Estados Unidos.
Publicado por Bridget María Meehan en 20:13
http://bridgetmarys.blogspot.com

El papa que vino de América Latina José María Castillo teólogo

Los griegos inventaron la metafísica. Y Grecia está en Europa. Los romanos inventaron el derecho que tenemos. Y Roma está en Europa. Los escolásticos medievales canonizaron la metafísica y el derecho.
Y esto también ocurrió en Europa. Por eso Europa engendró el pensamiento dogmático, que es primo hermano del pensamiento absoluto. Y pariente también del pensamiento excluyente. Luego, los grandes conquistadores, que también nacieron en Europa, esgrimiendo las bulas papales (Nicolás V, en 1454, Alejandro VI, en 1493, León X, en 1516, y Pablo III, en 1534), se vieron con el derecho de “hacer esclavos suyos a los habitantes de África” (sic) y de apropiarse del oro y demás objetos preciosos descubiertos en América.
Es verdad que la Ilustración puso todo esto patas arriba. Pero no es menos cierto que las estructuras de pensamiento, rectoras de la cultura que produjo (y exportó) Europa, siguen aquí, entre nosotros y con nosotros, dictaminando desde nosotros, los hijos de Europa, cómo tiene que funcionar el mundo. Y, por supuesto, la religión.
Pues bien, aquí es donde yo quería llegar. Porque el hecho es que, hasta el actual papa, todos los papas que en el mundo han sido, nacieron en el Imperio donde había nacido la metafísica y el derecho, la escolástica y los dogmas, el pensamiento absoluto y la coherencia de cada absoluto, enfrentada a todos los que se resisten a admitir o tolerar otras posibles coherencias, que, según se dice ahora, no pasan de ser un “pensamiento débil”.
Francisco ha sido el primer papa que ha venido de otra cultura, de otra historia, de otra forma de situarse ante la vida y sus problemas. Francisco, por supuesto, ha leído metafísica y teología escolástica. Pero lo que configura a una persona no es lo que lee o estudia, sino la cultura en que nace, crece y se educa. Francisco no se ha hecho en la cultura de Europa, sino en la de América Latina, donde la vida se afronta de manera que allí un europeo ve cosas que no se acaba de explicar. Yo lo he vivido durante años. He visto “viejitas” que van a misa con velo, medallas y escapularios de los que usaba mi abuela. Mujeres que le rezan a un santo tan ñoño y tan antiguo que da grima verlo. Pero esas mismas mujeres, piadosas de hace dos siglos, acabada la misa, se echan a la calle, armando lío, para defender a un cura “rojete” al que está esposando la policía porque ha defendido a un tipejo que no le ha hecho mal a nadie.
Aquí nos sentimos desconcertados cuando nos dicen que el papa piensa canonizar a Juan Pablo II y a Pío XII. Pero, ¿cómo es posible que quiera hacer eso y, al mismo tiempo, quiera también elevar a los altares a Juan XXIII y a Mons. Romero? En definitiva, ¿qué Iglesia quiere este papa? Seguramente – esto me parece a mí – Francisco quiere la Iglesia que tiene su eje y su consistencia en la bondad con todos, en la acogida y la cercanía a todos, en el respeto y la tolerancia. Ahora mismo hay gente que se pone de los nervios si un obispo no permite la misa tradicional (en latín, de espaldas al pueblo, etc). Es importante que respetemos la misa tradicional y las demás formas posibles (y aceptadas por la Iglesia) para recordar la Cena del Señor.
El papa Francisco no tiene pelos en la lengua para decirle a cada cual lo que tiene que decirle. Pero, lo mismo que dice lo que tiene que decir, con la misma sinceridad deja en paz a los que no piensan como él. Jesús dejó claro que no estaba de acuerdo con los fariseos. Pero comió en casas de fariseos, lo mismo que compartió mesa y mantel con publicanos y pecadores. ¿Y no quedó claro el Evangelio? ¿Cuándo nos vamos a tragar, de una vez, que lo que importa en la vida es la bondad? Francisco, con la mentalidad del continente en el que nació la teología de la liberación de los pobres, está abriendo un camino nuevo, para la Iglesia, para cada uno de nosotros. Francisco no está desconcertado. Lo que ocurre es que nos ha desconcertado a todos los que tenemos más integrado en nuestras vidas el Helenismo que el Evangelio. ¿Os es que pretendemos que un latinoamericano se sitúe ante los problemas de la Iglesia y de la vida como nos situamos los europeos?
Hay quienes piensan que el Francisco no puede con la Curia. Y si puede, ¿por qué no ha tomado ya medidas importantes? He vivido mucho tiempo en América Latina, desde México a Argentina. Y sé muy bien que el sentido del tiempo y de la puntualidad tampoco es allí como lo es en Europa. Cuando preguntas a qué hora empieza el acto y te responden “Ahorita”, nadie sabe, ni puede saber, cuándo comienza lo que ya nos impacienta. Decir que Francisco, por su lentitud en la toma de decisiones, está desorientado, eso sí que es desorientación de la buena. Francisco no le ha dicho a nadie que “ahorita reformo la Curia”. No es eso. Simplemente insisto una vez más en lo que ya he dicho: Francisco sabe muy bien lo que quiere. Y sabe los pasos que tiene que dar. Pero que nadie tenga miedo. Que si algo va a encontrar en este papa, será respeto. A no ser que nos pasemos de la raya. Me refiero a la raya que divide al “pecado” del “delito”. Porque si hablamos de delitos, ya se sabe lo que le espera al delincuente.
Y termino. Apenas he acabado de redactar estas reflexiones, me llega la carta del papa Francisco a los católicos tradicionalistas. Tendré que reflexionar sobre este documento. En todo caso, bendigo a Dios porque este hombre, en el momento que estamos, ha dado en el clavo. Lo más urgente, ahora mismo, es que sepamos respetarnos y unirnos

Nicolás Castellanos, obispo: «La iglesia no nos apoya, nos critica» Pablo Guerra Nicolas

Franco, agudo y solidario son las palabras que mejor describen el perfil del leonés Nicolás Castellanos durante la entrevista concedida durante sus vacaciones en España. Hace años dejó su palacio episcopal en Palencia y se fue a Bolivia para convertirse en el obispo de los pobres.
Nicolás Castellanos Franco (Mansilla del Páramo, 1935) fue obispo de la ciudad de Palencia, a cuyo puesto renunció para ser misionero en Bolivia con el proyecto Hombres Nuevos, una referencia en el ámbito de la cooperación que le valió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1999.
Vive en un barrio conocido como Plan 3.000, donde la mayor parte de la población es pobre y, el resto, vive en la miseria. Su misión ha consistido en escuchar las necesidades de la gente y buscar soluciones como la creación de escuelas o la construcción de hospitales para universalizar la sanidad. Ahora está en España pasando unos días de vacaciones, concretamente en Palencia. Valora la figura del papa Francisco como una revolución similar a «la primavera del Concilio Vaticano II» y carga contra León, provincia de la que, dice, no ha recibido nada. «Para hacerme Leonés del año no tuvieron problema alguno», asevera.
—¿Cómo se hizo misionero?
—Uno siente la llamada de Jesús para ser misionero, por lo que te desplazas a un lugar pobre e intentas ver las necesidades de la gente. Con ello intentamos dar la buena nueva de la palabra liberadora de Jesús.
—¿Mejor misionero que obispo?
—Son dos realidades distintas. Ser obispo en Palencia me hizo muy feliz. Fue ahí donde sentí la llamada de ser misionero. Sigo teniendo muy buena relación con Palencia, sobre todo porque la provincia colabora con nosotros en todo momento.
—Dice la gente que se va de misiones que se siente más feliz, ¿es eso verdad?
—Yo fui muy feliz aquí y soy muy feliz allí. Yo creo que lo que te da la felicidad es la vocación cristiana y ser seguidor de Jesús. Y cuando te metes en el mundo de los pobres te das cuenta de eso. Porque ese es el auténtico mensaje de Jesús. Nunca excluyó a nadie, sino que dio preferencia a los pobres. Así es como se encuentra la felicidad.
—¿Es muy diferente cómo se vive el cristinanismo en Bolivia que aquí?
—Allí hay mucha más participación. Tengo la iglesia todos los domingos llena de jóvenes, aquí en cambio no hay jóvenes.
—¿Se siente apoyado por la Iglesia en este proyecto?
—Por la Iglesia no. Soy claramente apoyado por la sociedad civil y las instituciones políticas y sociales, pero no por la Iglesia. Incluso me atrevo a decir que lo único que hace es criticarnos. Pero quiero destacar que en León hay una ONG que todos los años colabora con becas universitarias.
—¿Cree que la Iglesia se ha olvidado un poco de los pobres?
—Debería de decir que no, pero la crisis se nota aquí también. Yo ahora mismo marcho muy contento de la colaboración que tengo en otros sectores.
—¿Sigue las noticias de lo que ocurre en el Vaticano?
—Sé lo que dice la prensa, que es poco edificante. Yo creo que el núcleo de la cristiandad debería ser ejemplo de humildad y sencillez como es el sucesor de Pedro, el papa Francisco. Si es verdad lo que se dice de allí, porque allí no estoy, es indignante que se dé la corrupción en el Vaticano.

—¿Qué opinión tiene del papa Francisco?
—Yo creo que hemos vuelto a revivir la primavera del Concilio Vaticano II. Está volviendo a las fuentes del Evangelio y adaptándose a los nuevos tiempos. Hacer que el mensaje liberador de Jesús llegue a una sociedad actual totalmente distinta de la de ayer. Francisco, para mí, es una fuente de esperanza.
—Parece que comulga con sus ideas…
—Efectivamente. Yo he escrito un libro y veía esto que iba a ocurrir. Se titulaba Resistencia, profecía y utopía en la Iglesia de hoy, y es esta Iglesia moderna la que está mostrando el actual papa.
—¿Qué opina sobre toda la crisis social que está viviendo España?
—A mí lo que más me duele de España es que hay una barrera enorme de valores. Aquí parece que el único ídolo es el dinero y todo en la vida carece de sentido. Yo tengo una frase acuñada que es: ‘En el norte tenéis todos los medios para vivir, pero os faltan razones para existir. En el sur carecemos de medios para vivir, pero nos sobran razones para existir’. Pero lo más preocupante para mí es que no hay un cuadro de valores asimilado por la sociedad y el bien común pasa a un segundo plano.
—¿Cuánto tiempo pasa en Bolivia?
—Yo estoy todo el año en Bolivia, aquí vengo un mes en verano.
—¿Qué fue lo que le enamoró de Bolivia?
—En Bolivia te enamora todo. La gente es fabulosa y encontré allí mi ambiente y mi sentido de la solidaridad.
—¿Qué opina sobre los recortes en Educación que se llevan a cabo en España? Usted considera que, sin una educación de calidad, un país no puede florecer.
—Para mí, lo último que haría es recortar en educación y salud. Recortemos en el ejército, recortemos en tantas cosas superfluas, en tantas estructuras estúpidas que se han hecho anteriormente.
—¿Cómo es su día a día en Bolivia?
—Mi día es diverso, yo no tengo una rutina. A lo mejor me paso un día entero en la cárcel, como poco antes de venir, cuando un médico me llamó porque tenía sesenta enfermos de tuberculosis y sida que estaban en un espacio con unas condiciones pésimas y estuvimos con un arquitecto analizando cómo poder ampliar y mejorar esas instalaciones. Así que buscamos dinero y ahora hemos dejado un pabellón donde los enfermos pueden estar con dignidad. Eso me lleva mucho tiempo, pero también hay veces que visito enfermos, reuniones… es muy variada mi vida en Santa Cruz.
—¿Cómo es vivir en Plan Tres Mil?
—Es muy apasionante, allí vivimos mejor que el resto, ya que no somos tan pobres como ellos, pero intentamos llevarlo con la mayor austeridad posible. Pero nuestra casa es una choza más, aunque por suerte tenemos una habitación para cada uno, que mucha gente no puede tener. Intentamos asemejarnos al máximo a ellos, aunque nuestro cometido es elevar al pobre para que viva con dignidad.

—¿Reciben algún tipo de ayuda del Estado Boliviano?
—No. Allí recibimos ayuda de algunos empresarios, pero del Gobierno nada. Todo lo que hemos hecho ha sido gracias a la ayuda de dinero español.
—¿Cómo es su relación con el mundo de la política de allí?
—No tengo ninguna relación, más bien soy crítico. Por ejemplo, estoy en contra de que el presidente le compre un avión al Manchester United por valor de 38 millones dólares cuando en Bolivia se mueren de hambre. Soy libre de decir todo lo que está mal y reivindicarlo.
—¿Cómo cree que ha ayudado este proyecto a la gente de Santa Cruz?
—Mucho. Hoy nuestro proyecto es un referente en todo el país. Por poner un ejemplo, todos los años la Asociación de la Prensa da un premio que se conoce como La Libertad y este año nos lo han dado a nosotros por lo que estamos haciendo socialmente y por denunciar todo lo que está en contra de los Derechos Humanos.
—¿Se ha sentido censurado en algún momento?
—Nunca, allí somos libres y con la franqueza que estoy hablando ahora, hago lo mismo allí. Nunca he tenido ninguna dificultad.
—¿Cuál es su relación con el mundo eclesiástico boliviano?
—Formal, yo soy un sacerdote que trabaja en una parroquia.
—¿Algún consejo para la gente que se quiera ir de misiones?
—Que no es más rico el que más tiene, sino el que más necesita. Y que lo que tiene que hacer es seguir el principio que nos dio Jesús. Vayamos a dar pan a los que no lo tienen y la palabra de Dios.
—¿Cómo se está desarrollando la labor de las microempresas y formación para el empleo?
—Tenemos ahora mismo unas cincuenta microempresas, pero nosotros solamente somos animadores. Es una realidad muy positiva porque está ayudando a mucha gente a vivir de su propio trabajo y salir de la miseria.
—¿Recuerda alguna historia que le haya marcado?
—Pues por desgracia una muy dramática de un niño de 11 años que estaba en la UVI y su familia no tenía dinero para poder salvarlo, así que lo sacaron de allí para morir en casa. La cantidad de dinero necesaria era ocho o diez euros. Entonces me llamaron para que le echara el agüita y les pregunté qué pasaba y cuando me contaron la historia cogí un taxi rápidamente y le lleve de nuevo al hospital y gracias a este gesto ese chico ahora mismo está estudiando en la universidad.
-¿Qué relación tiene con León?
—Apenas ninguna, estoy muy descontento por cómo ha actuado la Diputación con nosotros. No hemos recibido nada de ellos. Para nombrarme Leonés del año no tuvieron ningún problema.
—¿Qué se siente al recibir el premio Príncipe de Asturias de la Concordia con figuras tan mediáticas como Juan Vicente Ferrer?
—Te da a conocer y gozas de un prestigio ante la gente que te ha ayudado para que vea lo bien que han hecho en apoyar este tipo de proyectos. También mucha más gente se anima a colaborar.
—Algo que quiera reseñar.
—Si en el norte vivís tan bien, en justicia, el norte tiene que colaborar con el sur para que los pobres recuperen su dignidad y sean protagonistas de su propia historia y desarrollo.
leonalsol@diariodeleon.es

Francisco: ¿Es un peligro o está en peligro? José Manuel Vidal

Tras tocar la estructura del papado y de la Curia, está iniciando también reformas doctrinales
“Bergoglio se atreverá a cambiar, si no lo matan antes; Ratzinger se ha retirado por miedo”
“Es un peligro para los poderes del mundo y de la Iglesia y, por eso mismo, está en peligro”. Así de claro lo tiene el jesuita navarro José Enrique Ruiz de Galarreta, amigo del Papa Bergoglio desde que coincidió con él, hace 33 años, en el noviciado en Alcalá de Henares. En la misma línea se pronuncia el teólogo brasileño Leonardo Boff, uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación: “Francisco está en peligro, porque, en el Vaticano, hay una historia de muchos asesinatos desde hace mucho tiempo”.
Tanto el jesuita como el ex franciscano conocen al Papa desde hace tiempo, están encantados con los nuevos aires que está imprimiendo a la Iglesia y, por eso, le advierten. “Bergoglio se atreverá a cambiar, si no lo matan antes; Ratzinger se ha retirado por miedo”, señala el compañero navarro del Papa. Y le da un consejo: “Que renueve la plantilla sin suscitar demasiado odio; que se lo tome con calma, para ir colocando a un equipo de su confianza”.
El teólogo de la Liberación, al que Ratzinger obligó a guardar silencio, recuerda el caso del “Papa meteorito”. “Juan Pablo I reunió a los cardenales y les anunció que se iría a vivir fuera del Vaticano. Dos días después, apareció muerto”. Quizás por eso, Boff invita a Francisco a “tener cuidado, porque donde hay lucha por el poder no hay amor, y el poder siempre busca más poder”.
Ruiz de Galarreta y Boff no son los únicos en temer por la vida del Papa. Obispos y fieles católicos de todo el mundo piensan lo mismo, aunque unos se lo callen por pudor y otros por no tentar a la mala suerte. El caso es que se extiende, entre el pueblo católico, la sensación de que el Papa está en peligro.
¿Para quién y por qué es un peligro el Papa Francisco?
Hace poco más de 120 días que Francisco llegó al papado. Por sorpresa. Y es que, tras la etapa reformista de Juan XXIII y Pablo VI (los dos papas del Concilio) y el leve ‘apunte’ de Juan Pablo I, que sólo duró 33 días en el solio pontificio, llegó la involución, que, de la mano de Wojtyla y Ratzinger duró 35 años. La Curia romana, que se hizo con las llaves de la maquinaria vaticana tras dos Papas como Juan Pablo II y Benedicto XVI que no gobernaron, quería ampliar el ciclo conservador en la Iglesia. Por su propio interés.
Pero, Benedicto XVI, el Papa anciano y sabio, le rompió el espinazo al poder curial. Hastiado de los “lobos” de su Curia y sin fuerzas para limarles los dientes, ideó la “santa venganza”: Renunciar para poner fecha de caducidad al papado y, por lo tanto, a cualquier otro cargo eclesiástico. Al hacerlo, arrastró en su caída a todos los grandes líderes de los lobbies vaticanos, que cesaron automáticamente en sus puestos hasta que el nuevo Papa provea.
La maquinaria romana se pone en marcha con el precónclave y el cónclave. En ellos, los cardenales “peones”, hartos del mangoneo y de la mala imagen que la Curia proyectaba sobre toda la Iglesia (con sus intrigas, luchas de poder, cuervos, Vatileaks y mayordomos infieles) decidieron apostar por un cardenal jesuita latinoamericano, austero, carismático y con dotes de mando y gobierno. Y eligieron al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, por una mayoría abrumadora: se habla de 90 votos sobre 115, superando los 84 con los que fuera elegido su predecesor.
Y “desde el fin del mundo” llegó a Roma un ciclón, una especie de tsunami de Dios. Lleva poco más de 120 días al frente de la Iglesia y ya le ha cambiado la cara a la institución. Me lo confesaba en Rio el cardenal Hummes, el que le susurró “no te olvides de los pobres” inmediatamente antes de que fuese elegido: “El pueblo católico está de nuevo feliz, está de nuevo con la cabeza levantada. Antes, andaba medio triste y preocupado, debido a todas las crisis que se estaban descubriendo en el seno de la Iglesia. Y hoy el pueblo ha recobrado la esperanza”.
En menos de 5 meses, Francisco se ha ganado la simpatía del mundo, se ha convertido en un líder planetario de prestigio y ha vuelto a dotar a la Iglesia de la credibilidad y de la confianza social que había perdido. Llegó diciendo que quiere “una Iglesia pobre y para los pobres” y lo está cumpliendo. Ha vuelto a colocar a los pobres en el centro de atención de la institución y, para defenderlos, ataca sin piedad (desde la peana de su autoridad moral) a todos los poderes que atentan contra los “vip de Dios”. Tanto de fuera como de dentro de la Iglesia.

¿Alguien podría tener interés en matarlo?
Francisco señala con el dedo al capitalismo salvaje y a los poderes económicos y financieros que no redistribuyen la riqueza. Fustiga a los políticos de todo pelaje y condición por utilizar sus cargos para su lucro personal, en vez de ponerlos al servicio del bien común. Como un profeta del Antiguo Testamento denuncia con palabras y con gestos e imágenes que calan hondo y llegan directos al corazón del pueblo.
Su primer viaje fuera de Italia fue a Lampedusa, la isla donde está recluidos en medio del mar, los emigrantes sin papeles que se juegan la vida (y 20.000 la perdieron) para cruzar desde África en busca del paraíso europeo. Allí los abrazó, los bendijo con un báculo formado por dos palos de la madera de un cayuco naufragado, rindió homenaje a los muertos y pidió a Europa que los trate con justicia y dignidad y que los deje entrar en suelo europeo. Al día siguiente, las huestes de Berlusconi le contestaron: “Que los acoja el Papa en el Vaticano”.
Y si con los poderes del mundo es duro, contra los de la Iglesia utiliza el látigo, como Cristo en el templo. No hay cosa que más le duela y más fustigue que los “eclesiásticos príncipes”, “enclaustrados en sus puestos”, que “no salen a la calle” ni a las “periferias existenciales” y que huelen a Armani en vez de “oler a oveja”. No quiere eclesiásticos aferrados al poder, porque, en la Iglesia, el poder es servicio. O debe serlo. Y el Papa sabe que, hoy, para que la predicación de la Iglesia vuelva a ser creíble tiene que dar primero el trigo del ejemplo.
Él sí predica con el ejemplo. Deja el palacio, vive en una residencia de curas, renuncia a los capisayos y a los oropeles, prescinde del papamóvil blindado, viaje en utilitario, lleva su propio maletín y, en definitiva, se comporta como una persona normal. Vive con suma sencillez y austeridad y toda su acción está dirigida a predicar la esperanza de un Dios de ternura y de misericordia. Y pasar de una Iglesia malencarada y del no a otra alegre y del sí.
Pero, con su vida y con sus palabras, el Papa deja en evidencia a la jerarquía, que sigue viviendo en palacios y desplazándose en coches de alta gama. Con sus reformas, les está tirando abajo el “chiringuito” y eso la descoloca. Empezó por reformar el propio papado. Pasó de un papado imperial a otro colegial. Por eso nombra comisiones de cardenales y de expertos, para que le ayuden a reformar la Curia. El próximo otoño jubilará a los máximos jerarcas curiales, empezando por el Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y convertirá el banco vaticano (conocido por las siglas IOR) en una banca ética. Sin acceso al dinero y sin el control del poder, la Curia volverá a ser un aparato burocrático al servicio del Papa y de las iglesias locales.
Pero aún hay más. Tras tocar la estructura del papado y de la Curia, Francisco está iniciando también reformas doctrinales. En dos pasos. El primero, ya en marcha, es cambiar la tendencia respecto a temas “delicados” de moral sexual, como los matrimonios gays, el preservativo o las relaciones prematrimoniales. Francisco sabe que no puede reconquistar a los jóvenes, si les obliga a llegar vírgenes al matrimonio o a mantener relacione sexuales siempre abiertas a la procreación.
El segundo paso serán los cambios en algunos temas doctrinales concretos. Con prudencia y de uno en uno. El primero puede ser el permitir el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar.
Y, si hay algo que pone de los nervios a los sectores más conservadores y talibanizados de la Iglesia son las cuestiones sociales y sexuales. En lo social, está ya muy claro que Francisco está de parte de los pobres y contra los poderosos. En lo sexual, ha cambiado la tendencia y ha pasado de la condena a la comprensión: “¿Quién soy yo para juzgar a un gay?”, acaba de decir.

¿Cómo evitar el peligro?
Como es lógico, el Papa cuenta con medidas de seguridad. Las externas, que le ponen los gobiernos de los diversos países, cuando viaja. Y las internas, su propio cuerpo de seguridad, dirigido por el capitán Domenico Giani. Su ‘ángel de la guarda’ tiene 46 años y es el jefe de seguridad del Vaticano desde 2006. Trabajó ya con Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero ninguno le dio tantos quebraderos de cabeza como el Papa Francisco. Pura y simplemente, porque no quiere seguridad. Está convencido de que el pastor tiene que estar entre las ovejas. Y, aunque no tiene más remedio que plegarse a ciertos protocolos, los rompe continuamente y se expone sin parar.
Ha jubilado el papamóvil blindado y se desplaza en un pequeño Fiat. Y con la ventanilla bajada, blanco perfecto de cualquier mira telescópica. Se mete entre la gente, incluso en las favelas de Rio, y toma mate de un vaso que alguien le ofrece al pasar en el papamóvil. Sin miedo a que lo envenenen. Francisco sin miedo lo explica así: “Con menos seguridad, he podido ir con la gente, abrazarles, saludarles, sin coches blindados. La seguridad es fiarse de un pueblo. Siempre hay el peligro de que un loco haga algo. Pero también está el Señor. Crear un espacio blindado entre el obispo y el pueblo es una locura”.
El riesgo existe y Francisco lo asume. De entrada y por convicciones pastorales y teológicas. Sabe bien cuál fue el final de todos los profetas, empezando por el de Nazaret.
¿Qué ocurriría en la Iglesia, si se produjese un magnicidio?
Tiene enemigos dentro y fuera. Y muchos. Y, encima, no quiere protegerse. El blanco es fácil. Tanto para un loco aislado, como para un complot teledirigido. Desde fuera, al estilo del turco Ali Agca. O desde dentro, como en el caso del malogrado Juan Pablo I, de cuya muerte siempre habrá dudas, porque el Vaticano se negó a hacerle una autopsia.
Si ocurriese algo así (Dios no lo quiera), ¿qué pasaría en la Iglesia? En primer lugar, Francisco se convertiría en un santo por aclamación popular y en el Papa mártir de los pobres. Pero, si las sospechas recayesen en los hombres de Iglesia, ésta quedaría tocada y, posiblemente, hundida. Poca gente volvería a poner su confianza en una institución que elimina a sus mejores ‘jefes’. Y, por mucho que lo escondiese, no podría acallar las sospechas que, en el universo mediático global actual, pronto se tornarían en acusaciones y deserciones masivas de fieles. El descrédito de la institución sería absoluto.
Si las sospechas sobre el magnicidio señalasen a los poderes del mundo, la Iglesia saldría reforzada, buscaría un nuevo Papa que siguiese la línea marcada por Francisco y ganaría fieles para su causa. Pero, al mismo tiempo, cundiría la desesperanza, sobre todo entre los pobres y la protesta. Y hasta puede que los católicos hiciesen causa común con los indignados o se tornasen indignados que, siguiendo el ejemplo de su mártir, saliesen a las calles “pacíficamente y sin violencia, a proponer alternativas sociales a la luz del Evangelio”. Una revolución cristiana mundial, que se extendería por los cuatro puntos cardinales, excepto, quizás, en Asia y en el mundo árabe. Vivo o muerto Francisco es un peligro y está en peligro. Sólo Dios lo puede salvar.