FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA
SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA
ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

ATALAYA
ATALAYA

miércoles, 17 de julio de 2019

AUNQUE SOLO SEA UN VASO DE AGUA A ESTOS PEQUEÑOS

col peio
Estos días han sido especialmente intensos en nuestro pequeño Hospital de Campaña en la iglesia de Santa Ana de Barcelona. A la presencia de personas que viven sin hogar, profesionales, voluntarios y turistas se han añadido muchos periodistas que vienen a ver y levantar testimonio de la ciudad oculta.
Matar al mensajero
La presencia de adolescentes y jóvenes en la calle se ha incrementado alarmantemente en los últimos meses. Por un lado, un grupo de menores refractarios a los centros de acogida sobreviven en las calles como pueden. Otro grupo muy numeroso de jóvenes extutelados, trágicamente mayores de 18 años, también están en la calle como almas en pena. Con permiso de residencia, pero paradójicamente sin residencia y sin la posibilidad de trabajar porque para esto no tienen permiso. A ellos se añade un grupo numeroso de jóvenes solicitantes de protección internacional, que proceden de Venezuela, Colombia, Honduras, El Salvador y de diversos países africanos. Están en las calles seis meses hasta que pueden ser acogidos en algún dispositivo dado que se han colapsado los servicios que se ofrecen. Esta vez no pondremos cifras, porque la verdad es que nadie las sabe. Pero muchos de ellos duermen en calles, parques y montes de la gran ciudad.
Ciertamente que las administraciones públicas están dedicando recursos, programas y profesionales. Solo en Cataluña se han creado 3600 plazas en 150 centros, pero en este territorio hay que tener en cuenta que llegaron en 2018 en torno a 3600 menores controlados -algunos no están registrados- y este año hasta mayo son ya 1100 chicos y chicas, pero todavía falta el verano que es cuando más llegan. Sin embargo, las respuestas son claramente insuficientes, descoordinadas y sin visión a largo plazo.
Lo cierto es que desgraciadamente nos estamos acostumbrando a la presencia de adolescentes y jóvenes durmiendo y malviviendo en las calles. Y ante esto no nos podemos callar. Tienen nombres concretos Habib de Marruecos, Fátima de Argelia, Jorge Alberto de El Salvador o Melissa de Senegal. Los que abrimos espacios de acogida y escucha sabemos de sus sufrimientos y no podemos ser cómplices en el silencio.
Error de sistema, ejecuten un reset
En este momento en Roma hay 14.000 personas sin hogar, en San Francisco más de 10.000, en el condado de Los Ángeles hay contabilizadas 58.936 personas sin hogar. En París según datos de su ayuntamiento, hay 3.641 personas sin domicilio fijo y piensen que allí realmente hace frío. En Berlín se estima que hay en torno a 10.000 personas sin hogar y allí se puede morir de congelación.
España contabiliza a final del 2018 en el registro de menores no acompañados 12.500 personas. Pero si nos atenemos exclusivamente a la llegada de menores no acompañados en Italia en los tres últimos años han sido en torno a 50.000, teniendo en cuenta el cierre Salvini. Desde octubre a mayo el servicio de fronteras de EEUU ha localizado 56.200 menores migrantes solos.
Sirvan estos datos para reconocer que se trata de un fenómeno global y de una situación que tiende al agravamiento de forma radical. La exclusión residencial por el encarecimiento de las viviendas o las habitaciones, la precarización del trabajo que hace que haya en la calle personas que están empleadas, la migración global ante la fallida de muchos estados por guerra, inseguridad o desigualdad brutal son las causas determinantes del crecimiento de la pobreza extrema.
La profundidad de este abismo de desigualdad en el territorio rico del planeta nos avisa de la necesidad de un cambio global, de una conversión social de las prioridades. No es una cuestión de implementar unos pocos recursos más.
La urgencia de realizar políticas económicas de justicia y sociales de prevención se hace una prioridad. A veces se habla del efecto llamada a las economías ricas pero más bien hay que hablar del efecto huida de las personas que viven en riesgo para su vida y su futuro.
Las personas sinhogar son el fracaso de toda la sociedad
La pobreza extrema crece en medio de la opulencia. Como dice el papa Francisco asistimos a la globalización de la indiferencia. Esta semana en la misa en recuerdo de su visita a Lampedusa afirmó: “Son personas, no se trata solo de cuestiones sociales o migratorias”.
El informe FOESSA presentado recientemente por Cáritas nos recuerda que la exclusión social se enquista en una sociedad cada vez más desvinculada. El 18,4% de la población española, 8,5 millones de personas, está en exclusión social. Son 1,2 de millones más que antes de la crisis. Vamos para atrás.
Estamos llamados a la implicación de todos los agentes de la sociedad. La acción política internacional, la priorización de las necesidades sociales en las administraciones públicas, la responsabilidad de las entidades sociales y religiosas así como el cambio de estilo de vida de las personas y las familias. No basta un maquillaje puntual para acallar las voces en un suave olvido.
La saturación de los recursos lleva a una gran impotencia a los profesionales que en este momento contienen esta realidad para que permanezca escondida. Educadores en centros de acogida, trabajadores sociales, maestros, educadores de calle, médicos, miembros de fuerzas de seguridad viven un gran desgaste asistiendo a la imposibilidad de paliar el dolor de tantos.
El giro ético es insoslayable. La vulneración de derechos se hace natural y alimenta el discurso de la extrema derecha. Ya hemos visto asaltos organizados a centros de acogida y a otros ya nos han amenazado.
Los Trump en EEUU, Salvini en Italia, Orban en Hungría y Duda en Polonia ya están en el gobierno imponiendo la desuniversalización de los derechos humanos. Ellos son la anomalía de las carencias de las democracias para abordar esta realidad. No basta con oponerse a las vulneraciones de los muros o los campamentos provisionales que se hacen definitivos. Los males que vendrán se fraguan ya y es necesario ofrecer respuestas.
Iglesias hospital de campaña
“Cualquiera que como discípulo dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa” (Mt 10,42).
La respuesta eclesial hoy tiene muchos frentes en Cáritas, en muchas entidades cristianas que ofrecen proyectos para acoger, proteger, promover e integrar a las personas. Son miles de cristianos implicados en el día a día del acompañamiento.
Sin embargo, todavía no es suficiente. Templos vacíos y cerrados, conventos infrautilizados, presupuestos no equilibrados desde la austeridad, estilos de vida consumistas, familias demasiado cerradas, prioridades autorreferenciales fuera de la realidad de "los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo".
La urgencia de atender a los que están en la calle verifica el Evangelio, aunque solo sea con un vaso de agua fría. Demasiada quietud del siempre-se-ha-hecho-así. Frecuente irresponsabilidad que exige a otros lo que no se está dispuesto a dar. Las diócesis deben emprender planes para poner al servicio de los más vulnerables sus estructuras. Algunas ya han reconvertido grandes seminarios para acoger familias como la de Lérida. Otras han iniciado caminos de comunión y coordinación en la intervención como la Mesa de la Hospitalidad de Madrid. En Barcelona los pobres son destinatarios preferentes del plan de pastoral. Pero también las comunidades religiosas y asociaciones deben emprender servicios de acogida como el plan de Hospitalarios de Migra Studium en Cataluña. Los centros educativos deben dar preferencia a estos menores sin oportunidades y en desamparo como lo está haciendo la Escuela Pía y otras. La denuncia que realizan Cáritas o el Servicio Jesuita de Refugiados sobre los CIEs es imprescindible y debe ser constante para realizar un cambio de conciencias.
El Evangelio de Jesús de Nazaret es el vaso de agua fría que todos necesitamos para calmar la sed de la desigualdad. Volvamos a él.

LA CONVENIENCIA DEL SACERDOCIO PARA LAS MUJERES

col boff
La dimensión de lo femenino no es exclusiva de las mujeres, pues tanto los hombres como las mujeres son portadores, cada cual en su propio estilo, de lo masculino y de lo femenino. Tomás de Aquino en la Suma Teológica, ya en su primera cuestión, al abordar el objeto de la teología, dejaba claro que ella puede abordar cualquier tema, siempre que lo haga a la luz de Dios. En caso contrario perdería su pertinencia. Por lo tanto, en esta perspectiva, cabe preguntarse acerca del sacerdocio de las mujeres, realidad que les fue negada en la Iglesia romano-católica. Y considerar las buenas razones teológicas que garantizan su conveniencia.
El llamado “depósito de la fe”, es decir, la positividad cristiana no es una cisterna de aguas muertas. Ella se reaviva confrontándose con los cambios irrefrenables de la historia, como en el caso suscitado por el Sínodo de la Amazonia.
Así, en todo el mundo se verifica cada vez más la reafirmación de la paridad de la mujer, en dignidad y derechos, con el hombre. Comprensiblemente no es fácil desmontar siglos de patriarcalismo que implica disminuir y marginar a la mujer. Pero lenta y consecuentemente las discriminaciones van siendo superadas y, en ciertos casos, hasta castigadas. En la práctica, todos los espacios públicos y las más diversas funciones están abiertas a las mujeres. ¿Vale esto también para el sacerdocio de las mujeres dentro de la Iglesia romano-católica? En las Iglesias evangélicas, en la anglicana y también en el rabinato, las mujeres han sido admitidas en la función antes reservada sólo a los hombres.
Hasta fecha reciente la Iglesia romano-católica, en los estratos de la más alta oficialidad, se negaba a plantear la cuestión, especialmente con Juan Pablo II. Ella quedó rehén de la secular cultura patriarcal, pero no puede convertirse en un bastión de conservadurismo y anti-feminismo en un mundo que avanza hacia la riqueza de la relación hombre y mujer. El Papa Francisco tiene el mérito de plantear las cuestiones pertinentes del mundo de hoy, como la cuestión de la moral matrimonial o el tratamiento a los homoafectivos y a otras minorías.
Como afirmaba aún en el siglo pasado una feminista, A. van Eyde: «El bien del hombre y de la mujer son interdependientes. Ambos quedarán lesionados si en una comunidad uno de ellos no puede contribuir con toda la medida de sus posibilidades. La Iglesia misma quedaría herida en su cuerpo orgánico si no diese cabida a la mujer dentro de sus instituciones eclesiales» (Die Frau im Kirchenamt, 1967: 360).
La minuciosa investigación de teólogos y teólogas del más alto nivel ha demostrado que no hay ninguna barrera doctrinal ni dogmática que impida el acceso de las mujeres al sacerdocio.
En primer lugar, hay que recordar que hay un solo sacerdocio en la Iglesia, el de Cristo. Los que vienen bajo el nombre de “sacerdote”, son sólo figuras y representantes del único sacerdocio de Cristo. Su función no puede ser reducida, como sostiene la argumentación oficial, al poder de consagrar. Se puede decir que toda la vida de Cristo es sacerdotal: se presentó como un ser-para-otros, defendió a los más vulnerables, también a las mujeres, predicó fraternidad, reconciliación, amor incondicional y perdón. No sólo en la última Cena se muestra sacerdote, sino en toda su vida, es decir, fue un creador de puentes y de reconciliación.
La función del sacerdote ministerial no es acumular todos los servicios, sino coordinarlos para que todos sirvan a la comunidad. Por el hecho de presidir la comunidad, preside también la eucaristía. Este servicio (que San Pablo llama “carisma”, y son muchos) puede muy bien ser ejercido por las mujeres como se muestra en las iglesias no romano-católicas y en las comunidades eclesiales de base.
Y habría razones de las más convenientes que fundamentan tal ministerio por parte de las mujeres.
En primer lugar, la primera Persona divina en venir al mundo fue el Espíritu Santo, que asumió María para engendrar en su seno a la segunda Persona, el Hijo encarnado, Jesucristo. El Hijo solo vino después del “fiat” (el sí) de María.
Seguían a Jesús no sólo apóstoles y discípulos, sino también muchas mujeres que le garantizaban la infraestructura. Ellas nunca traicionaron a Jesús, lo cual no se puede decir de los Apóstoles, especialmente del más importante de ellos, Pedro. Después de la prisión y la crucifixión todos huyeron. Ellas se quedaron al pie de la cruz.
Fueron ellas las que primero, en una actitud genuinamente femenina, acudieron al sepulcro para ungir el cuerpo del Crucificado. El mayor acontecimiento de la fe cristiana, la resurrección de Jesús, fue testimoniado en primer lugar por una mujer, María Magdalena, hasta el punto de que S. Bernardo dijese que ella fue “apóstol” para los Apóstoles.
Si una mujer, María, pudo dar a luz a Jesús, su hijo, ¿cómo no va a poder representarlo sacramentalmente en la comunidad? Aquí hay una contradicción flagrante, sólo comprensible en el marco de una Iglesia patriarcal, machista y compuesta de célibes en el cuerpo de dirección y de animación de la fe.
Lógicamente, el sacerdocio femenino no puede ser una reproducción del masculino. Sería una aberración si así fuera. Debe ser un sacerdocio singular, según el modo de ser de la mujer, con todo lo que denota su feminidad en el plano ontológico, psicológico, sociológico y biológico. No será la sustituta del sacerdote. Realizará el sacerdocio a su propio modo.
Vendrán tiempos en los que la Iglesia romano-católica acomodará su paso al del movimiento feminista mundial y con el del propio mundo, hacia una integración del “animus” y del “anima” para el enriquecimiento humano y de la propia Iglesia.
Estamos, pues, a favor del sacerdocio de las mujeres dentro de la Iglesia romano-católica, escogidas y preparadas a partir de las comunidades de fe. Les corresponde a ellas darle una configuración específica, diferente de la de los hombres.

LA RESISTENCIA AL EVANGELIO

col castillo
Hace poco más de dos meses, he publicado un libro que se titula “El Evangelio marginado”. En este libro explico cómo y por qué, en la organización y gestión de la Iglesia, se le concede más presencia y más importancia a la Religión que al Evangelio. De forma que, por las enseñanzas y la gestión de la Iglesia, el Evangelio ha terminado por ser un componente más de la Religión. Cuando, en realidad, lo que sabemos por los evangelios, es que la vida, las enseñanzas y la actividad de Jesús fueron un conflicto profundo y creciente, que terminó en la condena a muerte del mismo Jesús.
En realidad, pues, se puede afirmar que la Religión se enfrentó al Evangelio de forma que, en definitiva, fue la Religión la que rechazó, condenó y mató a Jesús, que es el centro del Evangelio. Sin embargo, es un hecho que la Iglesia se ha organizado y es gestionada de forma que lo más visible y palpable en ella es la Religión, no el Evangelio. Por eso es por lo que se puede hablar de “El Evangelio marginado”. Lo que plantea inevitablemente una situación confusa, compleja y de difícil solución. La situación que consiste en que, en la misma Iglesia, convive gente más “religiosa” que “evangélica”. Como también hay cantidad de personas que son más “evangélicas” que “religiosas”.
Lo peor de todo este asunto es que, siendo así las cosas, se hace extremadamente difícil – por no decir imposible – gestionar esta Iglesia, tan confusa y complicada, de forma que pueda ser, en este momento, prolongación y presencia del Evangelio del Reino de Dios, tal como lo quiso Jesús.
Pero no es esto lo más complicado. Lo más problemático, en todo este asunto, no es que podamos hablar, con todo derecho, de “El Evangelio marginado”. Lo más grave y preocupante es que, si se intenta llegar hasta el fondo del problema, sin más remedio nos vemos obligados a tener que hablar, con toda razón, de “La resistencia al Evangelio”. Es decir, no se trata simplemente de que, en gran medida, hayamos “marginado” el Evangelio. Lo peor de todo es que “nos resistimos” a vivirlo y cumplirlo.
El Evangelio, más exigente que todos los Derechos
Según el Evangelio, Jesús no vino a este mundo para “suprimir la Ley y los Profetas…, sino a darles cumplimiento” (Mt 5, 17). Es decir, Jesús vino para que los seres humanos comprendamos y vivamos lo que Dios quiere hasta realizarlo en su plenitud. Y esa plenitud lleva consigo que, si estando en el templo y acercándote al altar, te acuerdas de que alguien tiene algo contra ti, no te acerques al altar de Dios. Vete primero a ordenar y resolver tus relaciones humanas. Y cuando eso esté resuelto, entonces vas a misa, comulgas… etc. (Mt 5, 23-24). Y es que las “ofrendas” y ceremonias de los pecadores le causan horror a Dios (Prov 15, 8. 21; 3, 27; Eclo 31, 21-24; 35, 1-3…) (U. Luz, El Evangelio según san Mateo, vol. I, 362). Además, el Evangelio nos dice que tenemos que amar al enemigo, al que nos ofende, al que se aprovecha de nosotros, al que nos hace daño (Mt 5, 43-48).
Si todo esto no es mera palabrería, es decir, si todo esto se toma en serio, la consecuencia lógica, que de ello se sigue, es que el Evangelio no se cumple observando los Derechos Humanos. El Evangelio no se fundamenta en ningún “derecho”, sino en el “amor” a todos, ante todo a los más débiles. El Evangelio es indeciblemente más exigente que todos los Derechos. Pero cuando sabemos que, a estas alturas, la Iglesia no ha podido firmar y hacer suya la Declaración de los Derechos Humanos, ¿con qué autoridad y con qué credibilidad puede hablar de amor a la humanidad?
Las dignidades, lo contrario del Evangelio
Pero hay más. Indeciblemente más. Jesús les prohibió a sus apóstoles tener o llevar dinero (Mt 10, 9-10 par) y les mandó decir tales cosas, que tendrían que aceptar ser perseguidos y llevados ante los tribunales civiles y religiosos (Mt 10, 16-28 par). Además, les prohibió aceptar títulos, dignidades, cargos de poder, usar vestimentas de hombres importantes, vivir en palacios (Mt 23, 5-12 par; Mc 12, 38-40; Lc 11, 37-52; 20, 45-47; Mt 11, 8-9), ser importantes o pretender los primeros puestos (Mc 9, 33-37 par). O sea, Jesús les prohibió a sus apóstoles la forma de vida que suelen llevar la mayoría de los cardenales, los obispos, los monseñores. En no pocos ambientes del clero, se ve como lo más normal del mundo hacer lo contrario de lo que manda el Evangelio.
En cualquier caso, lo dicho no es lo más fuerte en cuanto se refiere a “la resistencia al Evangelio”. La Iglesia se ha organizado de manera que el “clero” (obispos, curas, frailes, religiosos…) es un colectivo de hombres “sagrados” y “consagrados”, que tienen (excepto en casos determinados) unos poderes, unos derechos, una dignidad y unos privilegios, que les dan a estos escogidos una categoría y sobre todo una “seguridad”, en la vida y en la sociedad, que pocas personas pueden tener semejante estabilidad y firmeza. Y digo que aquí está la clave de la “resistencia al Evangelio” porque, si algo hay patente y repetido en los evangelios, es que la convicción y la conducta central, que exige el Evangelio, es el “seguimiento de Jesús”.
La clave: abandonarlo todo
En efecto, cuando Jesús inicia su relación más estable y profunda con sus discípulos, lo primero que hace no es preguntarles si “creen” en él, sino que todo se resume y se concentra en una sola palabra: “sígueme” (Mt 8, 22; 9, 9; 19, 21; Mc 2, 14; 10, 21; Lc 5, 27; 9, 59; 18, 22; Jn 1, 43; 21, 19. 20). De forma que la respuesta es abandonarlo todo (familia, trabajo, dinero, casa…) y empezar a vivir con Jesús y tal como vivía Jesús. Hasta el extremo de que Jesús no le tolera al que es llamado ni despedirse de la familia, ni siquiera enterrar al propio padre (Mt 8, 21-22). El seguimiento de Jesús supera la cumbre de nuestras buenas obras (Martin Hengel).
Con una particularidad que impresiona: cuando Jesús llama a alguien, para que le siga, no da explicaciones. No explica ni para qué llama, ni propone un proyecto o presenta unas condiciones, ni siquiera plantea un ideal. Nada de nada. Jesús solo. Eso es todo (Dietrich Bonhoeffer). La vida (y la presencia de Jesús en la propia vida) tiene que ser tan determinante y tan fuerte, que únicamente Jesús tiene que ser nuestra más firme seguridad. Incluso a sabiendas de que “seguir a Jesús introduce a los discípulos en la inseguridad total” (M. Hengel). Porque, entre otras cosas, el seguimiento de Jesús comporta “cargar con la cruz” (Mt 10, 38; 16, 24; Mc 8, 34). Lo que significa que estas “palabras de Jesús son una llamada a escoger un camino de vida de marginación” (Warren Carter).
Miedo al seguimiento de Jesús
Seamos honestos y afrontemos la pregunta: ¿Ha echado la Iglesia por este camino? Dicho con más claridad: ¿se nos conoce a los cristianos como los “seguidores de Jesús”? Estas preguntas –y lo que ellas suponen– nos enfrentan a un miedo tan hondo que ni nos atrevemos a planteárnoslas y afrontarlas de veras.
La resistencia al Evangelio es algo tan patente en la Iglesia, que ha sido necesaria la llegada al papado del actual papa Francisco, para que, con su profunda sensibilidad y sintonía evangélica, ha dividido a la Curia Vaticana, al episcopado de muchos países, a cantidad de clérigos, y laicos.
Los “peligros” y “herejías”, que mucha gente de Iglesia ve en el papa Francisco, son los mantos de luto con los que los más cobardes intentan ocultar su miedo al seguimiento de Jesús.
No cabe duda: la “resistencia” al Evangelio es tan fuerte, en esta Iglesia en que vivimos, que nos da pánico reconocer que esa resistencia existe y que la llevamos en la sangre de nuestras venas. Quizás las venas más “observantes” y más “religiosas”.

POR UNA IGLESIA Y UNA ESPIRITUALIDAD "PROFÉTICA Y ECOLÓGICA". A PROPÓSITO DEL SÍNODO PANAMAZÓNICO

col velez
Del 6 al 27 de octubre del presente año se llevará a cabo el Sínodo Panamazónico convocado por el Papa Francisco en 2017 con el objetivo de “encontrar nuevos caminos para la evangelización de aquella porción del Pueblo de Dios, sobre todo de los indígenas, muchas veces olvidados y sin una perspectiva de un futuro sereno, también por la causa de la crisis de la foresta amazónica, pulmón de fundamental importancia para nuestro planeta”.
 La Amazonía está formada por nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Suriname, Guayana Inglesa y Guayana Francesa. Allí se concentra un tercio de las reservas forestales primarias del mundo. Habitan unos 34 millones de habitantes, de los cuales más de tres millones son indígenas, pertenecientes a más de 390 grupos étnicos.
La preparación al Sínodo la inauguró oficialmente el Papa en su viaje a Puerto Maldonado (Perú) en 2018, donde mostró su preocupación por los indígenas: “Probablemente los pueblos originarios amazónicos, nunca estuvieron tan amenazados como ahora. La Amazonía es una tierra disputada desde varios frentes”. Posteriormente se elaboró el Documento preparatorio y se escucharon alrededor de 87.000 voces distintas, unas 22.000 en consulta directa y 65.000 en procesos preparatorios hacia la consulta. Participaron comunidades, parroquias, vicariatos y diócesis. Hubo 260 eventos: asambleas territoriales, foros temáticos y ruedas de conversación. El 90% de los obispos amazónicos participó en el proceso. Todo esto lo recogió la REPAM (Red Eclesial Panamazónica), organismo eclesial creado para establecer una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas, buscando un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común. Este insumo contribuyó a la elaboración del Documento de Trabajo (Instrumentum laboris). Este documento fue publicado el pasado 17 de junio y será el punto de partida del Sínodo.
 ¿Qué tiene que ver este Sínodo con nuestra fe y espiritualidad? Puede parecer una realidad distante y que prácticamente no nos afecta. Pero no es así. El Sínodo nos hace una fuerte interpelación que deberíamos acoger y dejarnos transformar por ella.
 En primer lugar, el cuidado de la “casa común” nos implica a todos y tiene que ver con nuestra fe. El libro del Génesis comienza afirmando a Dios como creador de cielo y tierra y de todo lo que hay en ella, incluido el ser humano. Ese mundo fue puesto en nuestras manos para preservarlo y garantizar la vida en todos los sentidos. En otras palabras, la preocupación ecológica no sólo es un problema mundial y un desafío actual, sino que también es un compromiso inherente a la fe si creemos en el Dios bíblico. De ahí la Encíclica de Francisco, “Laudato si” (2015), en la que nos llama a la “conversión ecológica”, una conversión integral por la defensa de la vida en todo sentido pero, especialmente, la vida de la creación, tan amenazada por la explotación irracional que solo busca el lucro y la mayor ganancia y que afecta, en primer lugar, a los más pobres de la tierra.
 En segundo lugar, tanto la Encíclica Laudato Si como el Sínodo Panamazónico, nos están hablando de una fe “profética” y “ecológica”. El Instrumentum laboris es un ejemplo muy claro de una fe que se toma en serio la realidad, se compromete con los problemas actuales y busca transformarlos pero, no de cualquier manera, sino levantando la voz y “denunciando” todo aquello que no está de acuerdo con el plan de Dios y necesita una conversión urgente.
El Instrumentum laboris está estructurado en tres partes: (1) La voz de la Amazonía (2) Ecología integral: clamor de la tierra y de los pobres (3) Iglesia profética en la Amazonía: desafíos y esperanzas-. Comienza haciendo un llamado a los obispos para que “escuchen” a los pueblos amazónicos: “Pidamos ante todo al Espíritu Santo, para los padres sinodales, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama” y continua describiendo muy bien las amenazas que afectan la Amazonía: la destrucción extractivista, la urgencia de protección de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, la migración, la urbanización, la corrupción, la falta de salud, de educación, de respeto a sus culturas, etc. Y con la misma voz profética de la Biblia que levanta la voz ante la opresión del pueblo en Egipto (Ex 3, 7-8) (n.23), el instrumentum laboris denuncia “la connivencia o permisividad de los gobiernos locales, nacionales y las autoridades tradicionales (los mismos indígenas)” para permitir la explotación de la creación solo buscando intereses económicos sin detenerse a pensar en las nefastas consecuencias para la creación y los pueblos (n.14). Más aún, hace un fuerte llamado a las instituciones eclesiales a que no caigan en el juego de recibir donaciones que parece van a mejorar la situación, cuando en verdad, los que las ofrecen están buscando solo intereses económicos (n. 83).
El instrumentum laboris “sugiere” lo que la Iglesia podría hacer para responder a todas estas amenazas. Lógicamente la iglesia no pretende solucionar un problema que es de toda la sociedad y que, además, excede sus pretensiones que son propiamente evangelizadoras, pero el documento si muestra “nuevos caminos para la Iglesia y para la ecología integral” -título del sínodo- al proponer la “escucha” a esos pueblos, el “diálogo” con los pueblos amazónicos considerándolos verdaderos interlocutores y la puesta en práctica de la inculturación e interculturalidad (ser capaces de dejarse enseñar también por la sabiduría indígena y el “buen vivir” que estos pueblos poseen) a nivel de doctrina, liturgia, pastoral, ecología, conversión.
Los medios de comunicación se han centrado en la posibilidad de ordenar varones casados de entre los mismos indígenas para responder a la falta de ministros para celebrar la eucaristía en los lugares más apartados. Pero esto no es lo más importante de este Sínodo. Lo importante es todo lo que dijimos antes. “Escuchar, dialogar y transformar” permitirán una iglesia con rostro amazónico, abriendo así la posibilidad a una iglesia con distintos rostros; una iglesia en salida -como tanto ha repetido Francisco- en salida de sus propias seguridades y puntos de vista para estrenar nuevos caminos de evangelización; una iglesia profética que se compromete con la realidad actual y no teme ser criticada por ello -se sabe de la incomodidad de algunos gobiernos y empresas extractivistas por estas denuncias de la iglesia-; y una iglesia comprometida con los más pobres de la tierra, en este caso, los indígenas que en el pasado fueron colonizados con el beneplácito, muchas veces, de la misma iglesia, y que aún hoy nos son tenidos en cuenta como verdaderos sujetos eclesiales.
Ojalá el sínodo sea un kairós de novedad, profecía y compromiso. Y que todos en la iglesia acojamos esos horizontes para que lo que en Amazonía se pueda hacer realidad, se haga también en todos los otros rostros de la iglesia que necesitan pasos audaces para mostrar efectivamente que nuestra fe no es un intimismo autoreferencial sino una fe profética y ecológica, defensora de la vida en su sentido pleno: la creación y los más pobres de la tierra.

Consuelo Vélez

SEGUIR A JESÚS, ¿NOS LIBERA O NOS AGOBIA?

col labrador
Lucas 10, 38-42
¿Podemos decir algo nuevo sobre Marta y María? ¿Y si las descubrimos junto a nosotros?
La hermana Marta es muy eficaz. Desde que la han destinado a la comunidad saca cualquier trabajo adelante. Es la última que se acuesta y la primera que se levanta. Su cabeza es como un ordenador de última generación que calcula, programa, diseña, organiza…
Pero hace pocos días hizo Ejercicios Espirituales y se ha encontrado “cuerpo a cuerpo” con Jesús. Marta desplegó ante él la lista impoluta de sus servicios por el Reino: las noches que acorta para ser más eficaz en su trabajo, el agotamiento continuo porque se carga con trabajos que no le corresponden y un largo etcétera. Su manera de trabajar agobia a los demás. No desarrolla las capacidades de sus hermanas, sino que las abruma con su sabiduría y eficacia.
Llevaba años esperando que Jesús la felicitara, que le reconociera la cantidad y calidad del trabajo que realizaba y que espabilara a sus hermanas porque no dan la talla que ella desearía que dieran. Pero, en este encuentro con Jesús, Marta se ha quedado sobrecogida y descolocada.
Se ha descubierto inquieta, cansada y agobiada. Y, lo que es peor… ha descubierto que es una magnífica “ejecutiva”, pero no da la talla como discípula. Tiene mucho que aprender todavía.
Ahora busca la perla preciosa, como cuando entró en la vida religiosa. Jesús le ha ayudado a conectar con sus deseos más hondos, le ha recordado los sueños que motivaron su decisión de ser religiosa.
La hermana María, también forma parte de la comunidad y tiene fama de transgresora. Fue de las primeras hermanas que estudiaron teología en la congregación, cuando ni siquiera estaba bien visto porque había mucho trabajo que hacer. Se suponía que esa tarea le correspondía a los hombres, porque “teólogos tiene la santa madre Iglesia”...
Desde entonces, intenta estar al día a través de cursos, publicaciones y páginas webs. Habitualmente participa en las manifestaciones del barrio pidiendo que se reconozcan los derechos fundamentales. Recoge el legado de muchas santas y de su propia fundadora, para dar a conocer caminos de encuentro con Dios y con el prójimo. Ora por las calles presentando a Dios el sufrimiento de los hombres y mujeres con los que se encuentra. Cuida tanto esos encuentros que a menudo llega tarde a rezar vísperas.
La hermana Marta le ha pedido varias veces a la Provincial que recuerde a esta hermana lo importante que es ser puntual, y trabajar más, en lugar de estudiar y leer tanto. La Provincial le responde con las palabras de JESÚS: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Muchas hermanas de la Congregación están enredadas en el trabajo, como si la cantidad de trabajo que sacan adelante indicara la calidad de su vida religiosa; pero ella ha encontrado la perla preciosa en la formación permanente, en los encuentros con cada persona y en los espacios dedicados a la oración y contemplación en los que saborea la cercanía del Señor de su vida. Muchas veces vuelve a recordar el carisma que un día cautivó tu corazón, y se siente afortunada. Sí, ella ha escogido la mejor parte.
Muy cerca de allí vive una laica llamada Marta. Es madre de familia y cuida a los suyos de tal modo que intenta tener todo bajo control: que la casa esté ordenada, la comida a punto, la ropa de cada uno limpia y planchada… Incluso recuerda sus obligaciones y horarios a los hijos y al marido, “porque a veces se despistan”.
Casi nunca participa en los juegos de los niños, ni se sienta con los mayores a ver una película o simplemente a charlar, ¡tiene tanto que hacer! En el fondo, se siente agobiada y cansada. Tiene la sensación de que nadie le ayuda y no se da cuenta de que su forma de controlar todo espanta a quienes la rodean. Intenta continuamente que reconozcan su trabajo dejando caer frases que son como dardos que hieren.
Este domingo, en la eucaristía de la parroquia, le ha pedido al Señor, una vez más, que haga algo para que su marido y sus hijos le ayuden. Y, al volver de comulgar, le ha parecido que en su corazón resonaba la voz de Jesús que le decía: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria…» Se ha quedado impactada, descolocada. Por primera vez, se ha preguntado ¿qué estoy haciendo? ¿Qué es importante para mí? ¿Qué sentido tiene mi vida?
A la salida de Misa, Marta se ha encontrado con María, otra mujer laica que colabora también en la parroquia. A menudo María es criticada porque no da la talla que se esperaría de una madre de familia. Estudia teología, participa en el consejo de pastoral, escribe para la revista de la diócesis y al llevar la comunión a los enfermos les explica el evangelio sin prisas, con un lenguaje claro y sencillo. La gente le pregunta: ¿Por qué no dices tú la homilía los domingos en misa? Nos hablas de Dios con un lenguaje que entendemos y con imágenes de la vida diaria…
María siente que ha escogido la mejor parte, que le ha tocado un buen lote.
El evangelio de hoy nos invita a preguntarnos con Marta: ¿Dónde nace nuestro servicio? ¿En el deseo de cuidar al prójimo o en una actitud perfeccionista que humilla a quienes nos rodean?
¿Nos parece que la prudencia es la virtud cristiana por excelencia? ¿Nos damos cuenta de que la prudencia, a veces, conduce a la sumisión, al miedo, a la obediencia irracional…? ¿Dónde quedan la valentía, la parresía, el atrevimiento y la libertad del Espíritu para enriquecer y dar vitalidad al Reino? ¿Nos atrevemos a romper los esquemas, como María, para vivir un discipulado propio de hombres y mujeres adultos del s. XXI, sin tantos lastres heredados del pasado?
¿Qué tipo de mujer, de discípula, están fomentando las comunidades y parroquias a las que pertenecemos? ¿Cómo se dividen las tareas entre hombres y mujeres en nuestras familias y en nuestras comunidades cristianas? ¿Cómo se justifica que unas tareas sean de unos o de otras? ¿Se nota el estilo de Jesús en el hecho de que vivimos una igualdad y una corresponsabilidad que provocan escándalo y son profundamente evangélicas?
Hombres y mujeres, todos estamos llamados a ser seguidores de Jesús, a sentarnos a sus pies y escuchar su palabra, a recibirlo en nuestra casa y a servirle en los hermanos… sin agobios, disfrutando de su compañía y su presencia. Estamos llamados no solo a vivirlo, sino a denunciar y suprimir todo aquello que impida que los demás lo vivan así en la Iglesia.

Mª Guadalupe Labrador, fmmdp

NI DE MARTA NI DE MARÍA PODEMOS PRESCINDIR

col fraymarcos
Lc 10,38-42
Si queremos entender el verdadero sentido del texto, no debemos olvidar el contexto en el evangelio de Lc. Enmarcado dentro del viaje a Jerusalén, este relato intenta determinar el perfil de aquellos que quieren seguir a Jesús. Durante esa subida, va formando a sus discípulos. Lc es el único que relata este episodio y no es casualidad que una vez más se sienta interesado en destacar la importancia de la mujer en la vida pública de Jesús. No debemos interpretar el texto como una condena de la actitud de Marta. Es solo el contrapunto para resaltar la necesidad que todo cristiano tiene de escuchar al único Maestro.
No tiene ningún sentido haber sacado, de este relato, una distinción entre la vida contemplativa y la vida activa. Mucho menos si, en vez de distinción, lo que se pretende es una oposición. Tampoco aparece por ninguna parte la pretendida superioridad de la vida contemplativa sobre la vida activa. No es correcto interpretar este evangelio como proclamación del cristianismo a dos velocidades: 1ª los de la vida contemplativa: 2ª los que se dedican a la vida activa. Parece que el primero que levantó esta falsa liebre fue Orígenes, y durante 18 siglos hemos seguido corriendo detrás de un señuelo de trapo.
El domingo pasado terminaba el evangelio con esta frase: “Anda, haz tú lo mismo”. Del evangelio se deduce que no puede darse un amor a Dios directo, que no se refleje en el amor a los demás. Aplicado a tema que nos ocupa, no puede haber auténtica contemplación que no se manifieste en la acción. Tampoco puede haber una acción verdaderamente espiritual que no surja de la contemplación. Claro que puede haber acciones buenas sin contemplación, pero serán solo programaciones, que no nos enriquecen espiritualmente. Y puede haber contemplación sin acción, pero será siempre una falsa ilusión.
Una vez más debemos superar la aparente contradicción del evangelio. En otro lugar dice Jesús: “el que escucha estas palabras mías, y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena”. Edificar sobre roca es escuchar y obrar en consecuencia. Por lo tanto, nada más lejos puede estar este relato de un espiritualismo desencarnado. Eso sí, para actuar con verdadero sentido espiritual, debemos primero escuchar a Jesús y descubrir en su vida y enseñanzas los motivos de la acción. Esto, que parece tan sencillo, es la clave para entrar en la dinámica del mensaje de Jesús. Todo lo que no sea entrar por este camino, será engañarnos.
Marta, al quejarse, no tiene en cuenta lo que María está haciendo. Solo tiene en cuenta las consecuencias de esa actitud que le perjudica. Jesús no critica a Marta por estar ocupada, sino por estar preocupada e inquieta por realidades materiales, que tienen muy poca importancia. Tampoco dice que lo que hace sea malo. Fijaos, que dice: “María ha escogido la parte mejor; lo cual significa que lo que hacía Marta era también bueno. El mensaje es que toda acción verdaderamente cristiana debe nacer de la contemplación.
Todos tenemos que ser a la vez, Marta y María. No es fácil mantener el equilibrio. En un árbol frutal, ¿qué es lo más importante, las raíces o el fruto? La pregunta es absurda. Sin las raíces es impensable el árbol. Sin los frutos, el árbol sería completamente inútil. Es muy fácil resbalar hacia una u otra dirección. En todas las épocas ha habido místicos que despreciaron el trabajo y hombres y mujeres de acción que despreciaron como inútil la contemplación.
El maestro Eckhart tiene una interpretación desconcertante de este relato. Suponiendo que la primera consecuencia de una escucha de la Palabra sería el servicio y descubriendo que Marta ya está cumpliendo esa tarea, deduce que Marta adelanta a María porque ella ha escuchado y ya está cumpliendo. Viniendo esta reflexión de uno de los más grandes místicos de todos los tiempos, nada sospechoso de menospreciar la contemplación, debemos tomar muy en serio esta advertencia. La contemplación es lo primero, pero no es más importante.
A la luz de este relato, se abre una nueva perspectiva para la mujer. María, es aceptada por Jesús como interlocutora válida. Tal vez sea el relato más subversivo de todo el evangelio. “Sentada a los pies de Jesús escuchaba su palabra”. María está allí como discípula. Esto trastoca todos los valores en que estaba fundada la sociedad de la época. Algunos dichos rabínicos nos dan una pista de lo que pensaban de la mujer: “El que enseña la Torá a una mujer, le enseña necedades”. “Mejor fuera que desapareciera en las llamas la Torá, antes de ser entregada a la mujer”. “Maldito el padre que enseña a su hija la Torá”.
La mujer tiene que crecer como ser humano. Tiene que descubrir que humanizarse es más importante que todas las tareas asignadas a la mujer. Jesús invita a las mujeres a desarrollar sus valores espirituales. La actitud de María ayuda a Jesús a descubrir todo eso. Vio que había adquirido unos valores espirituales que a él mismo le servían de referencia. Después de esto, Jesús está en condiciones de responder a la mujer que le hizo una alabanza: "Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron". Pero él responde: "Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen". No es el parir el valor fundamental de la mujer, aunque el varón sigue empeñado en mantener esta valoración.
Esta actitud de Jesús para con la mujer se manifiesta también en otros muchos lugares del evangelio. El comportamiento de Jesús con la mujer está completamente libre de misoginia o antifeminismo. Ni asomo de miedo al sexo o machismo, ni siquiera paternalismo. Los evangelios nos dicen que en el grupo de seguidores había también mujeres. Los relatos de la mujer adúltera, la pecadora, la Magdalena, la Cananea, la Hemorroísa, nos indican esa preocupación constante por la mujer, que en su tiempo estaba completamente marginada. Lástima que esa actitud de Jesús haya quedado relegada al olvido en la Iglesia, que sigue manteniendo, después de dos mil años, una ideología machista.
El Concilio Vaticano II rechazó toda forma de discriminación por razón de sexo como contraria al plan de Dios; pero a renglón seguido nos demuestra, en la práctica, que eso no tiene vigencia en la institución. Las mujeres que se sintieron comprendidas y liberadas por Jesús son discriminadas por sus sucesores. La opresión de las mujeres en la Iglesia es solo una manifestación externa de la represión de lo femenino en la jerarquía. Es hora de superar un patriarcado ciego, inconsciente y fanático. Si la mujer hubiera tenido algo que ver en las decisiones de la Iglesia, no se habrían cometido tantas barbaridades.
No es que el cristianismo haya incrementado la marginación de la mujer, pero sí ha mantenido actitudes ancestrales que habían sido superadas por Jesús. Lo que los cristianos hemos hecho con la mujer no es solo mantener una mala costumbre; con el evangelio en la mano podemos afirmar que es una injusticia en toda regla. Contra esa injusticia no solo tienen que luchar las mujeres, tenemos que luchar todos; y no por hacer un favor a la mujer, sino porque es un despilfarro de energías prescindir de un plumazo de más de la mitad de sus miembros a la hora de buscar soluciones a sus problemas.

Meditación
No hay parte mejor o peor.
Como en el frutal, raíz y fruto son igualmente importantes.
En el tiempo, echar raíces (escuchar a Jesús) es lo primero.
El objetivo será siempre el fruto (el servicio a todos).
Intenta ser cada día más Marta y más María.
Cada día más enraizado en Cristo. Y más volcado hacia los demás.

Fray Marcos

¿AFANARSE O ESCUCHAR?

col sicre
Domingo 16 del Tiempo Ordinario. Ciclo C
El domingo pasado, la parábola del buen samaritano terminaba con una invitación a la acción: «Ve, y haz tú lo mismo». Imaginemos que quien tenemos delante no es un pobre hombre apaleado y medio muerto, sino Jesús. Se ha presentado en la casa a mediodía. ¿Qué es más importante: afanarnos por darle bien de comer o sentarnos a escucharle?
Como el evangelio va de invitación a comer, para la primera lectura se ha elegido la famosa escena en la que Abrahán invita a tres personajes misteriosos que llegan a su tienda.
Abrahán invita a comer al Señor (Génesis 18,1-10)
¿Cuántos son los invitados?
Este breve relato ha supuesto uno de los mayores quebraderos de cabeza para los comentaristas del Génesis. Empieza diciendo que el Señor se aparece a Abrahán, pero lo que ve el patriarca son tres hombres.
Al principio se dirige a ellos en singular, como si se tratara de una sola persona (“no pases de largo”), pero luego utiliza el plural (“os lavéis, descanséis, cobréis fuerzas”). El plural se mantiene en las acciones siguientes (“comieron, dijeron”), pero la frase capital, la gran promesa, la pronuncia uno solo.
En resumen, un auténtico rompecabezas, resultado de unir tradiciones distintas. No faltaron comentaristas cristianos que vieron en esta escena un anticipo de la Santísima Trinidad.
Hospitalidad
La ley de hospitalidad es una de las normas fundamentales del código del desierto. El hombre que recorre estepas interminables sin una gota de agua ni poblados donde comprar provisiones, está expuesto a la muerte por sed o inanición. Cuando llega a un campamento de beduinos o de pastores no es un intruso ni un enemigo. Es un huésped digno de atención y respeto, que puede gozar de la hospitalidad durante tres días; cuando se marcha, se le debe protección durante otros tres días (unos 100 kilómetros). Esta ley de hospitalidad es la que pone en práctica Abrahán.
El menú, dos cocineros y un maître.
Abrahán no se limita a hospedar a los visitantes. Entre él y su mujer, con la ayuda también de un criado, organiza un verdadero banquete con un ternero hermoso, cuajada, leche y una hogaza de flor de harina. A diferencia de las comidas actuales, no hay prisa. Pasan horas desde que se invita hasta que se preparan los alimentos y se termina de comer.
La cuenta
Al invitado no se le cobra. Pero el huésped principal paga de forma espléndida: prometiendo que Sara tendrá un hijo. El tema de la fecundidad domina toda la tradición de Abrahán y se cumple a través de muchas vicisitudes y de forma dramática.
Marta invita a comer a Jesús (Lucas 10, 38-42)
El texto del evangelio también se ha prestado a mucho debate. Este relato es exclusivo de Lucas, no se encuentra en Mateo, Marcos ni Juan.
¿Cuántos invitados a comer?
En la historia de Abrahán resultaba difícil saber si los invitados eran uno o tres. El relato de Lucas nos deja en la mayor duda. Jesús siempre iba acompañado, no sólo de los Doce, sino también de muchas mujeres, como afirman expresamente Marcos y Lucas, citando el nombre de algunas de ellas. ¿Los recibe a todos Marta? ¿Se limita a invitar a Jesús? Las palabras “Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio” sugieren que no se trataba de un solo invitado. Pero la escena parece tan simbólica que resulta difícil imaginar la habitación abarrotada de gente.
El menú, y una cocinera sin ayudante
No sabemos el número de invitados, pero sí está claro el de cocineras. Aquí no ocurre con en el relato del Génesis, donde Sara amasa y cuece la hogaza, mientras Abrahán colabora corriendo a escoger el ternero, dando órdenes de prepararlo, encargándose de la cuajada y de la leche.
En la casa del evangelio hay también dos personas, Marta y María. Pero María se sienta cómodamente a los pies de Jesús mientras Marta se mata trabajando. ¿Por qué tanto esfuerzo? ¿Porque son muchos los invitados? ¿O porque Marta pretende prepararle a Jesús un banquete tan suculento como el de Abrahán, y le faltan tiempo y manos para el ternero, la hogaza, la cuajada y la leche?
Desgraciadamente, ignoramos el menú. Según algunos comentaristas, las palabras que dirige Jesús a Marta, “sólo una cosa es necesaria” significarían: “un plato basta”, no te metas en más complicaciones.
Dos actitudes
El contraste entre María sentada y Marta agobiada se ha prestado a muchas interpretaciones. Por ejemplo, a defender la supremacía de la vida contemplativa sobre la activa, sin tener en cuenta que esas formas de vida no existían en tiempos de Jesús ni en la iglesia del siglo I. Entre los judíos de la época existían grupos religiosos con tintes monásticos (los esenios de los que habla Flavio Josefo y los terapeutas de los que habla Filón de Alejandría), pero Lucas no presenta a María como modelo de las monjas de clausura frente a Marta, que sería la cristiana casada o la religiosa de vida activa.
El evangelio no contrapone pasividad y trabajo. Jesús no reprocha a Marta que trabaje sino que “andas inquieta y nerviosa con tantas cosas”. Esa inquietud por hacer cosas, agradar y quedar bien, le impide lo más importante: sentarse un rato a charlar tranquilamente con Jesús y escucharle.
Todos tenemos la tendencia a sentirnos protagonistas, incluso en la relación con Dios. Nos atrae más la acción que la oración, hacer y dar que escuchar y recibir. Nos sentimos más importantes. La breve escena de Marta y María nos recuerda que muy a menudo andamos inquietos y nerviosos con demasiadas cosas y olvidamos la importancia primaria del trato con el Señor.
Marta-María y el buen samaritano
Como indiqué al comienzo, este episodio sigue inmediatamente a la parábola del buen samaritano, que leímos el domingo pasado. Los dos textos son exclusivos del evangelio de Lucas, y pienso que se iluminan mutuamente.
La parábola del buen samaritano es una invitación a la acción a favor de la persona que nos necesita: “ve y haz tú lo mismo”.
Para mantener la acción a favor del prójimo la mejor preparación es sentarse, como María, a escuchar la palabra de Jesús.

José Luis Sicre

¿ELIGIÓ MARÍA LA MEJOR PARTE?

comentario editorial
Si persigues dos conejos, ambos se escaparán (Anónimo)
21 de julio. DOMINGO XVI DEL TO
Lc 10, 38-42
Marta se afanaba en múltiples servicios. Hasta que se paró y dijo:
Maestro, ¿No te importa que mi hermana me deje sola en esta tarea? Dile que me ayude
Un buen ejemplo para discernir qué es más importante, si lo que se hace, establecido por la Ley y las prácticas culturales, o lo instituido por el reino.
¿No será mejor decir que, a pesar de lo que nos dicen que dijo Jesús, los dos quehaceres -contemplación y acción- son necesarios? Seguro que cuando los invitados llegaron a la cena del reino -también casi seguro que el propio Maestro hizo de recepcionista- se sentaron todos juntos al banquete, ley, acogida y prácticas culturales, sin distinción de origen, edad y sexo.
En Diarios de Adán y Eva, Mark Twain, dice Adán de Eva:
“Eva ha llenado la propiedad entera de nombres detestables inofensivos como los siguientes: Hacia el remolino, Hacia la Isla de la Cabra, Hacia la gruta de los Vientos”.
¿Era acaso esto lo que, es cierto modo, ocurría en casa de las hermanas de Lázaro? Al menos yo así me lo he imaginado: había en el ambiente un cierto revuelo, como en la gruta de los Vientos. Pero sonó la Orquesta del Universo -Jesús batuta en mano- y los violines calmaron la tempestad surgida entre ellas.
Las religiones orientales han tenido esto siempre muy claro: Ramana Maharshi nos muestra un camino por el que podemos, incluso en esta vida, recuperar y habitar en nuestra verdadera naturaleza como Existencia-Conciencia-Dicha. En la filosofía de la existencia dice: “No cabe duda de que esta filosofía tiene un atractivo mayor, y merece más esperanza y propósito a la humanidad que cualquier visión del mundo que considere nuestra verdadera naturaleza como mortal, finita e imperfecta. Nos provee una base racional para considerar la trascendencia del ego como uno de los objetivos más elevados de la vida”.
La historia se repite en cada encuentro: la Sociedad del Sur con la del Norte, Poniente contra Occidente, Ricos contra Pobres. Y a veces, -vergüenza soberana-, entre los mismos cristianos.
 eeuukorea
Si persigues dos conejos, ambos se escaparán (Aforismo). Mucho mejor aunar voluntades.
Marta se afanaba en los quehaceres de la casa, mientras María, contemplaba fascinada el rostro de Jesús y escuchaba sus palabras. Luego entendieron todos que los dos estilos de vida se complementaban.
Y desde ese momento, el remolino y el viento se calmaron, como también los ánimos de las hermanas, y lo violines prosiguieron calmando tempestades.
“¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es esa sola cosa que necesitamos? Ante todo es importante comprender que no se trata de la contraposición entre dos actitudes: la escucha de la Palabra del Señor, la contemplación, y el servicio concreto al prójimo. No son dos actitudes contrapuestas, sino, al contrario, son dos aspectos, ambos esenciales para nuestra vida cristiana; aspectos que nunca se han de separar, sino vivir en profunda unidad y armonía” (Papa Francisco)

EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR
Un tiempo vendrá
en el que, con gran alegría,
te saludarás a ti mismo,
al tú que llega a tu puerta,
al que ves en tu espejo
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.

Seguirás amando al extraño que fuiste tú mismo.
Ofrece vino, Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.
(Derek Walkott)