FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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jueves, 4 de marzo de 2021

El Papa: Que nadie tenga que sufrir por falta de pan o soledad

 Vatican News

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Salvaguardar, defender y promover la dignidad de cada uno. Cristo nos llama a construir las condiciones humanas, sociales y económicas para que nadie sea excluido o pisoteado en sus derechos fundamentales, ni tenga que sufrir por falta de pan material o por soledad. Lo dijo el Papa al recibir esta mañana a la delegación del Centro Franciscano de Solidaridad de Florencia
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La paciencia de Francisco

 


Juan Vicente Boo

Reflexión y Liberación

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Al cabo de casi ocho años, un rasgo poco analizado de la personalidad de Francisco es el de su paciencia.
Forma parte de su estilo de gobierno desde que maduró esa virtud durante su exilio en Córdoba, la mejor preparación para la tarea de obispo auxiliar de Buenos Aires y las sucesivas. El Papa suele señalar que «el tiempo es superior al espacio», y que «es más importante iniciar procesos que controlar espacios».En marzo de 2014, al hacer balance del primer año de pontificado, algunos pensábamos que tanto la reforma de la Curia vaticana como los nuevos nombramientos marchaban a ritmo lento.
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“Si las mujeres callamos, gritarán las piedras”

 Eclesalia

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Revuelta de mujeres en la Iglesia 2021. Hace un año nos convocamos en muchos lugares para exigir cambios profundos en la Iglesia. Este año nos movilizamos nuevamente, para denunciar la profunda discriminación que vivimos las mujeres en la Iglesia.
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El Defensor del Pueblo acusa al Gobierno de convertir Canarias en un “lugar de privación de derechos” para migrantes

 


Jairo Vargas

Público

En su último informe entregado al Congreso sobre la gestión migratoria en las islas, Marugán urge a que se realicen traslados a la Península, pide mayor coordinación entre ministerios e instituciones y denuncia las malas condiciones de acogida y asistencia letrada para las personas que han llegado en patera y cayucos.
El Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, ha dado otro tirón de orejas al Gobierno por su deficiente gestión de la llamada crisis migratoria de Canarias, que a su juicio, se ha convertido en “un lugar de privación de derechos” para miles de personas migrantes que han llegado en pateras y cayucos a los largo del último año.
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La Iglesia española admite la mayor crisis vocacional de su historia: apenas un millar de seminaristas

 Religión Digital

La Conferencia Episcopal confirma la exclusiva de RD
1.066 seminaristas. La cifra más baja desde que se tienen datos. La Conferencia Episcopal Española ha tenido que admitir este mediodía la noticia adelantada en exclusiva por RD ayer. El curso 2020-21 es el peor en lo referente a vocaciones al sacerdocio, un tercio menos de los que tenía a comienzos de siglo
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Ser una persona cristiana

Antoni Ferret

 Redes Cristianas

Contrariamente a lo que piensa mucha gente, ser una persona cristiana no quiere decir fundamentalmente creer en cosas sobrenaturales, asistir a actas de culto y formar parte de una entidad determinada. Esto también, pero quizás no tanto, y no es lo fundamental.
De acuerdo con los mejores mensajes bíblicos, muchas veces nada conocidos, ser una persona cristiana querría decir, en mi opinión:
*Respetar a cada persona lo que es suyo, o bien lo que le corresponde. Es decir: no robar, ni de manera ilegal ni, sobre todo, sobre todo, de manera “legal”.

*Luchar, colectivamente, para que nadie robe (o, cuando menos, que nadie robe TANTO).
*Ayudar a las personas necesitadas, si las hay, que no tendría que haber, y si se puede.
*Luchar, colectivamente, para que la sociedad organizada ayude, de manera efectiva, a las personas necesitadas, hasta conseguir que “no lo sean”, necesitadas. Empezando por impedir que nadie las robe.

*Para los creyentes de verdad, asistir, regularmente, a actos comunitarios donde, además de reconocer al Creador y quererle, también, y sobre todo, cada persona asistente aporte (simbólicamente) los actos buenos hechos durante la semana, por ejemplo (si es que “podía” hacerlos), y se los ofrezca.

Esta última condición es fundamental, de tal manera que, si alguien, o algunos, o muchos, no aportaran habitualmente nada bueno, pudiéndolo hacer, no haría falta que fueran, a misa. Mejor dicho: sería mejor que no fueran, porque se podrían encontrar que el Creador rechazara fuertemente su asistencia, aunque no visiblemente, con palabras del tipo de:
«Ni que me ofrezcáis holocaustos / no me complazco; / los sacrificios de comunión, / ni siquiera los miro. / No me molestéis más / con el alboroto de vuestros cantos. / No quiero oír / el sonido de vuestras arpas. / Dejad que el derecho brote como el agua / y la justicia mane / como un torrente inagotable.» (Del profeta Amós, 5: 22-24, profeta muy poco conocido, pero mucho más importante que los más conocidos.)
Es decir: no se acepta el acto de culto si no ha habido justicia.

También, para deshacer malos entendidos, habría que decir que, si una persona no cree en cosas sobrenaturales, ni quiere participar en actos comunitarios de personas creyentes, pero sí practica las cuatro primeras exigencias de las que hemos mencionado antes, no por ello tiene que pensar, ni nadie tiene que pensar, que no sea cristiana. Porque el QUID decisivo de esta cuestión no es el “creer”, sino el “hacer”. Esto se demuestra, de manera fehaciente, con este razonamiento: el hacer (siempre suponiendo que la persona “pueda” hacerlo) depende de la voluntad de la persona, pero el creer no. Cuando una persona no cree, normalmente, no es que no quiera creer, sino que su mente no entiende una cosa.

Por lo tanto, no se podría no considerar una persona por algo que no depende de su
voluntad.

La esperanza es subversiva

 

Santiago Gorgas

Religión Digital

Tamayo4

Juan José Tamayo nos acompaña en un recorrido por la vida de Pedro Casaldáliga:
El teólogo Juan José Tamayo siguió muy de cerca el itinerario vital de Pedro Casaldáliga a través de más de una década de relación epistolar. A partir de estos escritos y del testimonio de amigos comunes, elabora el relato de un hombre en el que convergen armónicamente múltiples dimensiones: el misionero, el profeta, el místico, el poeta, el teólogo y el obispo.
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Dios no ha muerto

ATRIO

 Carlos F. Barberá, 02-marzo-2021

Casi 140 años después de que Nietzsche certificara su defunción y 55 después de que Time publicase su icónica portada (Is God Dead?) son muchos los que, sin echarlo de menos, creen que Dios está definitivamente muerto.

Lo mató su impotencia ante el mal extendido por el mundo y así lo argumentó Glucksman en su Tercera muerte de Dios. ¿Qué Dios es ése que no interviene para acabar con el sufrimiento de los inocentes? Y  también contribuyeron a su muerte llas imágenes presentadas por sus partidarios, ese ojo insomne dispuesto siempre a castigar las faltas de los humanos.

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Hoy cuenta más un banquero que el buen padre Julio Lancellotti

Jesús Martínez Gordo

      La cultura dominante, hoy mundializada, se estructura alrededor de la voluntad de poder, que se traduce en voluntad de dominación de la naturaleza, del otro, de los pueblos y de los mercados. Esa lógica continuamente crea tensiones, conflictos y guerras. Y provocó la irrupción de la Covid-19 que encontró en un presidente “un Trump de las cavernas”, que la consideró una “gripecita” y así se desentendió de atender al pueblo, presenciando sin ninguna empatía la muerte de más de 240.000 víctimas, para escándalo nacional e internacional.

      De los 3.400 años de historia de la humanidad que podemos datar, nos dice el historiador Georg Weber, 3.166 fueron de guerra. Los restantes 234 no fueron ciertamente de paz sino de preparación para otra guerra.

      Prácticamente las fiestas nacionales de todos los países, sus héroes así como los monumentos de sus plazas, están relacionados con hechos de guerra. Los medios de comunicación llevan al paroxismo la magnificación de todo tipo de violencia, bien simbolizada en el programa nocturno de una de las televisiones con el título “Tela Quente” (Pantalla caliente). Y para vejamen general, nuestro presidente defiende la tortura de los tiempos de la dictadura militar y exalta a torturadores sanguinarios.

      En los distintos países, el militar, el banquero y el especulador valen más que el poeta, el filósofo y el santo. Cuenta más el rico empresario de la Fiesp que el pobre hombre de Dios que cuida de la gente de la calle y sólo por eso está siempre amenazado de muerte: el padre Julio Lancellotti. En los procesos de socialización formal e informal, la cultura de la violencia no crea mediaciones para una cultura de la paz, del diálogo y de la fraternidad universal.

      Esta situación suscita siempre de nuevo la pregunta que de forma dramática Albert Einstein plantea a Sigmund Freud en 1932: ¿es posible superar o controlar la violencia? Freud, realista, responde: “Es imposible controlar directamente el instinto de muerte (thánatos). Sin embargo, se puede ir por vías indirectas. Todo lo que hace surgir lazos emocionales entre los seres humanos actúa contra la guerra. Todo lo que civiliza, trabaja contra la guerra. Pero concluye con resignación: “hambrientos pensamos en el molino que muele tan despacio que podemos morir de hambre antes de recibir la harina” (Obras completas III:3, 215).

      Sin entrar en detalles, diríamos que detrás de la violencia funcionan fuertes estructuras que rompen los posibles lazos de fraternidad. Si no las controlamos, se hace verdad lo que Thomas Hobbes sustenta en su Leviatán (1561): el ser humano es lobo para otro ser humano.

      La primera estructura es el caos, siempre presente en el proceso cosmogénico y antropogénico. Todos somos hijos e hijas del caos primordial, de aquella inmensa explosión silenciosa, el big bang ocurrida hace unos 13.700 millones de años. La expansión y la evolución del universo son una forma de crear orden (cosmos) en este caos y no permitir que sea sólo caótico, sino que sea también generativo. Él genera nuevos cuerpos celestes, galaxias, estrellas y agujeros negros. Incluso así, caos y cosmos (nuevos órdenes) acompañan siempre la evolución del universo. Él actúa también en el ser humano, haciendo que sea simultáneamente amoroso y violento, luz y sombra.

      Esta estructura de caos ha producido cerca de cinco extinciones masivas de seres vivos, ocurridas hace millones de años. En la última, hace cerca de 67 millones de años, perecieron todos los dinosaurios. Posiblemente la propia inteligencia también nos ha sido dada para limitar la acción destructiva del caos y potenciar su acción generadora de nuevos órdenes.

      En segundo lugar, somos herederos de la cultura patriarcal que instauró, hace más de diez mil años, la dominación del hombre sobre la mujer y creó las instituciones asentadas sobre el uso legítimo de la violencia por el Estado, más presente en el ejército, en la guerra, en las clases, en el proyecto de la tecnociencia puesta al servicio de los procesos de producción que implican una depredación sistemática de la naturaleza y una deshumana injusticia social.

      En tercer lugar, esa cultura patriarcal usó la represión, el miedo, el terror y la guerra como forma de resolver los conflictos. Sobre esta vasta base se formó la cultura del capital, explotando la fuerza de trabajo humano y devastando la naturaleza. Su objetivo es el lucro y no la vida, su lógica es la competición y no la cooperación, el individualismo y no la interdependencia entre todos. Su dinámica excluyente origina desigualdades, injusticias, violencias que eliminan miles, millones de vidas humanas. La irrupción de la Covid-19 ha impuesto a todos una pausa en esa voracidad, pues todo ha tenido que parar, la producción y la circulación de los seres humanos, sujetos al confinamiento social. Limó los dientes al lobo pero no le quitó la ferocidad. Los especuladores han acumulado fortunas fantásticas agravando la desigualdad social.

      Todas estas fuerzas se articulan estructuralmente para consolidar la cultura de la dominación y de la violencia, actitudes contrarias a cualquier tipo de fraternidad. Ellas nos deshumanizan a todos, haciéndonos, según dice la encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti, no hermanos y hermanas sino solo socios de intereses personales o corporativos (cf.n.12;101). No basta estar a favor de la paz. Tenemos que estar contra la guerra, y en Brasil denunciar la ausencia de un proyecto oficial para detener la Covid-19, que ha hecho a su principal responsable, el jefe de la nación, “un gendarme de la burguesía”, que no cuida las vidas de su pueblo ni muestra empatía con las familias y personas que han perdido seres queridos, como si se hubiese hecho una lobotomía.

      A esta cultura de la violencia hay que oponer la cultura de la paz. Al mundo de los socios tenemos que hacer valer el mundo de los hermanos y hermanas. Esta es una propuesta innovadora, un verdadero nuevo paradigma civilizatorio del Papa Francisco en la encíclica Fratelli tutti: un modo de habitar la Casa Común como frater hermano y hermana, en la cual prevalece una fraternidad sin fronteras entre los humanos y también con los demás seres de la naturaleza de la cual es parte, en contraposición al paradigma de la modernidad asentado sobre el ser humano como amo y señor de la naturaleza y no parte de ella.
      Tal propuesta es imperativa, porque las fuerzas de destrucción ya han roto durante siglos el contrato natural con la Tierra y la naturaleza y por todas partes amenazan con romper el contrato social mínimo por la ascensión de la derecha y de la extrema derecha que no respetan las leyes ni la Constitución creando un Estado pos-democrático y sin ley (R.R. Casara). Esta propuesta papal es imperativa porque el potencial destructivo, en términos de armas de destrucción masiva ya montado, más el calentamiento global pueden poner en peligro toda la biosfera e imposibilitar la continuidad del proyecto humano. O limitamos la violencia y hacemos prevalecer el proyecto de la fraternidad universal, del amor social y de la paz perenne, como lo proclama de forma entre angustiada y esperanzada el actual Pontífice, o conoceremos, al límite, un camino que no tiene vuelta atrás. A nuestra generación le toca tomar esta decisión.
*Leonardo Boff es teólogo, retradujo del latín medieval la Imitación de Cristo, agregándole el Seguimiento de Jesús, Vozes 2018.
Traducción de M.ª José Gavito Milano

Domingo 7 de Marzo 3º de Cuaresma Perpetua y Felicidad, mártires (303)

 KOINONIA


 

Pulse en cualquier punto del recuadro para ver los textos.
Éxodo 20,1-17:
 La ley fue dada por Moisés
Salmo 18: Señor, tú tienes palabras de vida eterna
1 Corintios 1,22-25: Predicamos a Cristo crucificado
Juan 2,13-25: Destruyan el templo y en tres días lo levantaré

El evangelio de Juan coloca esta manifestación mesiánica de Jesús al comienzo de su actividad pública y en el contexto de una fiesta de Pascua en Jerusalén. Para Juan es muy importante poner a Jesús y a su comunidad en ese marco de la sucesión de las fiestas judías. Eso lo vemos a lo largo de todo el evangelio, pues no hay ningún acontecimiento fuera de ese marco. Juan optó por encuadrar toda la actividad pública de Jesús en el tiempo religioso de los que su propio Evangelio define como “los judíos” (!). Al organizar la narración en función de una serie de fiestas judías, deja entrever una construcción ideológica y cultural rica, articulada e intencionada (hoy sabemos que las cosas no se sucedieron así, sino que se trata de una organización literaria de la narración, con una intención significativa).

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DOMINGO 3 Cuaresma – B (Juan 2,13-25)

 José Antonio Pagola

EL AMOR NO SE COMPRA

Cuando Jesús entra en el Templo de Jerusalén no encuentra gentes que buscan a Dios, sino comercio religioso. Su actuación violenta frente a «vendedores y cambistas» no es sino la reacción del Profeta que se encuentra con la religión convertida en mercado.

Aquel Templo, llamado a ser el lugar en que se había de manifestar la gloria de Dios y su amor fiel, se ha convertido en lugar de engaños y abusos, donde reina el afán de dinero y el comercio interesado.

Quien conozca a Jesús no se extrañará de su indignación. Si algo aparece constantemente en el núcleo mismo de su mensaje es la gratuidad de Dios, que ama a sus hijos e hijas sin límites y solo quiere ver entre ellos amor fraterno y solidario.

Por eso, una vida convertida en mercado, donde todo se compra y se vende -incluso la relación con el misterio de Dios-, es la perversión más destructora de lo que Jesús quiere promover. Es cierto que nuestra vida solo es posible desde el intercambio y el mutuo servicio. Todos vivimos dando y recibiendo. El riesgo está en reducir nuestras relaciones a comercio interesado, pensando que en la vida todo consiste en vender y comprar, sacando el máximo provecho a los demás.

Casi sin darnos cuenta nos podemos convertir en «vendedores y cambistas» que no saben hacer otra cosa sino negociar. Hombres y mujeres incapacitados para amar, que han eliminado de su vida todo lo que sea dar.

Es fácil entonces la tentación de negociar incluso con Dios. Se le obsequia con algún culto para quedar bien con él, se pagan misas o se hacen promesas para obtener de él algún beneficio, se cumplen ritos para tenerlo a nuestro favor. Lo grave es olvidar que Dios es amor, y el amor no se compra. Por algo decía Jesús que Dios «quiere amor y no sacrificios».

Tal vez, lo primero que necesitamos escuchar hoy en la Iglesia es el anuncio de la gratuidad de Dios. En un mundo convertido en mercado, donde todo es exigido, comprado o ganado, solo lo gratuito puede seguir fascinando y sorprendiendo, pues es el signo más auténtico del amor.

Los creyentes hemos de estar más atentos a no desfigurar a un Dios que es amor gratuito, haciéndolo a nuestra medida: tan triste, egoísta y pequeño como nuestras vidas mercantilizadas.

Quien conoce «la sensación de la gracia» y ha experimentado alguna vez el amor sorprendente de Dios, se siente invitado a irradiar su gratuidad y, probablemente, es quien mejor puede introducir algo bueno y nuevo en esta sociedad donde tantas personas mueren de soledad, aburrimiento y falta de amor.


Domingo 7 marzo 2021 Domingo III de Cuaresma ESPIRITUALIDAD TRANSRELIGIOSA

col lozano art

FE ADULTA




Jn 2, 13-25

Hay quien ha visto este relato como demostración de la ira de Jesús contra quienes habían mercantilizado el templo o incluso como expresión de su fanatismo religioso, “devorado por el celo” de la casa de Dios.

Sin embargo, el texto parece que apunta en otra dirección. Las actividades de los vendedores y cambistas estaban bien reguladas y contaban con un espacio en el propio templo. No solo estaban permitidas, sino que resultaban imprescindibles para los sacrificios religiosos y para asegurar las ofrendas en la propia moneda del templo.

El de Jesús parece, más bien, un “gesto simbólico” –en la línea de los grandes profetas de Israel–, una parábola en acción, que contenía un mensaje subversivo: Dios no está encerrado en el templo.

Tal mensaje se halla avalado por parábolas –como la del “buen samaritano” o la del “juicio universal”–, en las que se pone de manifiesto que existe un camino para encontrarse con Dios que no pasa por el templo. O por aquellas palabras que el propio evangelio de Juan pone en boca de Jesús: “Ha llegado la hora en que, para dar culto al Padre, no tendréis que subir a este monte ni ir a Jerusalén… Ha llegado la hora en que los que rinden verdadero culto al Padre, lo adoran en espíritu y en verdad. El Padre quiere ser adorado así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,21-24).

La espiritualidad transciende templos y religiones. Incluye ciertamente una dimensión comunitaria (colectiva) y ritual, por lo que será necesario ir encontrando prácticas que permitan vivirla, expresarla, celebrarla y operativizarla, pero no queda constreñida dentro de los muros de ningún templo.

El templo es el “cuerpo”, es decir, toda la realidad. Toda ella se halla habitada, sostenida y constituida por aquella Profundidad que transciende –a la vez que se expresa en– todas las formas.

¿Cómo expreso, celebro, comparto y vivo la espiritualidad?

Domingo III de Cuaresma JESÚS, NUEVO TEMPLO DE DIOS

col sicre art


La primera lectura nos recuerda otro momento capital de la historia de la salvación: la promulgación del Decálogo. Exigiría un comentario tan detenido que lo omito. Basta recordar lo que dice el Salmo 18: «La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma». No es una carga insoportable, alegra el corazón. Algo que los catecúmenos, y todos nosotros, debemos recordar.

La segunda lectura y el evangelio se mueven en pleno ambiente de Cuaresma: la muerte y resurrección de Cristo ocupan un puesto capital en ellas. En la segunda, Cristo crucificado, aparente símbolo de la impotencia y la necedad, se revela como fuerza y sabiduría de Dios. En el evangelio, la escena de la expulsión de los mercaderes del templo, según la cuenta el cuarto evangelio, le permite a Jesús declarar: «Destruid este templo y lo levantaré en tres días».

El poder y la sabiduría de Cristo crucificado (1 Corintios 1,22-25)

Pablo, judío de pura cepa, pero que predicó especialmente en regiones de gran influjo griego, debió enfrentarse a dos problemas muy distintos. A la hora de creer en Cristo, los judíos pedían portentos, milagros, mientras los griegos querían un mensaje repleto de sabiduría humana. Poder o sabiduría, según qué ambiente. Pero lo que predica Pablo es todo lo contrario: un Mesías crucificado. El colmo de la debilidad, el colmo de la estupidez. Ninguna universidad ha dado un doctorado «honoris causa» a Jesús crucificado; lo normal es que retiren el crucifijo. Pero ese Cristo crucificado es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Quien sienta la tentación de considerar el mensaje cristiano una doctrina muy sabia humanamente, digna de ser aceptada y admirada por todos, debe recordar la experiencia tan distinta de Pablo.

La expulsión de los mercaderes del templo (Juan 2,13-25)

Un gesto revolucionario

A nuestra mentalidad moderna le resulta difícil valorar la acción de Jesús, no capta sus repercusiones. Nos ponemos de su parte, sin más, y consideramos unos viles traficantes a los mercaderes del templo, acusándolos de comerciar con lo más sagrado. Desde el punto de vista de un judío piadoso, el problema es más grave. Si no hay vacas ni ovejas, tórtolas ni palomas, ¿qué sacrificios puede ofrecer al Señor? ¿Si no hay cambistas de moneda, cómo pagarán los judíos procedentes del extranjero su tributo al templo? Nuestra respuesta es muy fácil: que no ofrezcan nada, que no paguen tributo, que se limiten a rezar. Esa es la postura de Jesús. A primera vista, coincide con la de algunos de los antiguos profetas y salmistas. Pero Jesús va mucho más lejos, porque usa una violencia inusitada en él. Debemos imaginarlo trenzando el azote, golpeando a vacas y ovejas, volcando las mesas de los cambistas.

Imaginemos la escena en nuestros días. Jesús entra en una catedral o una iglesia. Se fija en todo que no tiene nada que ver con una oración puramente espiritual, lo amontona y lo va tirando a la calle: cálices, copones, candelabros, imágenes de santos, confesionarios, bancos… ¿Cuál sería nuestra reacción? Acusaríamos a Jesús de impedirnos decir misa, comulgar, confesarnos, incluso rezar.

¿Por qué actúa Jesús de este modo? En el evangelio de Marcos, Jesús se comporta como un buen maestro, que justifica su conducta citando dos textos proféticos, de Isaías y Jeremías: «¿No está escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Pues vosotros la tenéis convertida en una cueva de bandidos».

En el evangelio de Juan, Jesús no actúa como maestro sino como hijo: «No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Estamos al comienzo del evangelio (lo único que se ha contado después de la vocación de los discípulos ha sido el episodio de las bodas de Caná), y ya se anuncia lo que será el gran tema de debate entre Jesús y las autoridades judías en Jerusalén: su relación con el Padre. Ese sentirse Hijo de Dios en el sentido más profundo es lo que le provoca esa fuerte reacción de cólera, incluso trenzando y usando un látigo (detalle que no aparece en los Sinópticos).

Juan explica esta reacción con unas palabras que no aparecen en los otros evangelios: «Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: El celo de tu casa me devora». El celo por la causa de Dios había impulsado a Fineés a asesinar a un judío y una moabita; a Matatías, padre de los Macabeos, lo impulsó a asesinar a un funcionario del rey de Siria. El celo no lleva a Jesús a asesinar a nadie, pero sí se manifiesta de forma potente. Algo difícil de comprender en una época como la nuestra, en la que todo está democráticamente permitido. El comentario de Juan no resuelve el problema del judío piadoso, que podría responder: «A mí también me devora el celo de la casa de Dios, pero lo entiendo de forma distinta, ofreciendo en ella sacrificios». Quienes no tendrían respuesta válida serían los comerciantes, a los que no mueve el celo de la casa de Dios sino el afán de ganar dinero.

La reacción de las autoridades

En contra de lo que cabría esperar, las autoridades no envían a la policía a detener a Jesús (como harán más adelante). Se limitan a pedir un signo, un portento, que justifique su conducta. Porque en ciertos ambientes judíos se esperaba del Mesías que, cuando llegase, llevaría a cabo una purificación del templo. Si Jesús es el Mesías, que lo demuestre primero y luego actúe como tal.

La respuesta de Jesús es aparentemente la de un loco: «Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré». El templo de Jerusalén no era como nuestras enormes catedrales, porque no estaba pensado para acoger a los fieles, que se mantenían en la explanada exterior. De todas formas, era un edificio impresionante. Según el tratado Middot, medía 50 ms de largo, por 35 de ancho y 50 de alto; para construirlo, ya que era un edificio sagrado, hubo que instruir como albañiles a mil sacerdotes. Comenzado por Herodes el Grande el año 19 a.C., fue consagrado el 10 a.C., pero las obras de embellecimiento no terminaron hasta el 63 d.C. En el año 27 d.C., que es cuando Juan parece datar la escena, se comprende que los judíos digan que ha tardado 46 años en construirse. En tres días es imposible destruirlo y, mucho menos, reconstruirlo.

Curiosamente, Juan no cuenta cómo reaccionaron las autoridades a esta respuesta de Jesús. Pero nos dice cómo debemos interpretar esas extrañas palabras. No se refieren al templo físico, se refieren a su cuerpo. Los judíos pueden destruirlo; él lo reedificará. Tenemos aquí, también desde el comienzo del evangelio, algo equivalente a los tres anuncios de la Pasión y Resurrección en los Sinópticos, aunque dicho de forma mucho más breve: «Destruid este templo (Pasión y muerte) y en tres días lo levantaré» (Resurrección).

Esto último explica por qué se ha elegido este evangelio para el tercer domingo. En el segundo, la Transfiguración anticipaba la gloria de Jesús. Hoy, Jesús repite su certeza de resucitar de la muerte. Con ello, la liturgia orienta el sentido de la Cuaresma y de nuestra vida: no termina en el Viernes Santo sino en el Domingo de Resurrección.

Jesús, nuevo templo de Dios

Hay otro detalle importante en el relato de Juan: el templo de Dios es Jesús. Es en él donde Dios habita, no en un edificio de piedra. Situémonos a finales del siglo I. En el año 70 los romanos han destruido el templo de Jerusalén. Se ha repetido la trágica experiencia de seis siglos antes, cuando los destructores del templo fueron los babilonios (año 586 a.C.). Los judíos han aprendido a vivir su fe sin tener un templo, pero lo echan de menos. Ya no tienen un lugar donde ofrecer sus sacrificios, donde subir tres veces al año en peregrinación. Para los judíos que se han hecho cristianos, la situación es distinta. No deben añorar el templo. Jesús es el nuevo templo de Dios, y su muerte el único sacrificio, que él mismo ofreció.

Final

Este resumen ofrece una imagen extraña de Jesús. El evangelio de Juan no se esfuerza por presentarlo como una persona simpática, todo lo contrario. Incluso con su madre se comporta de forma hiriente en Caná. Aquí, no se fía ni siquiera de los que creen en él. Es difícil saber qué impulsó al evangelista a escribir estas líneas. Quizá responde a una crítica que algunos cristianos hacían a Jesús: «Fue demasiado crédulo. Se fiaba demasiado de la gente. Incluso de Judas». El evangelista indica que siempre supo lo hay dentro de cada persona. Si lo mataron no fue por ingenuo, sino por propia decisión.

 

EL CULTO QUE NO ME OBLIGA A MEJORAR MIS RELACIONES CON LOS DEMÁS ES IDOLÁTRICO

FE ADULTA

col fraymarcos

 

Jn 2,13-25

En las tres primeras lecturas de los domingos que llevamos de cuaresma, se nos ha hablado de pacto. Después de la alianza con Noe (Dom. 1) y con Abraham (Dom. 2), se nos narra hoy la tercera alianza, la del Sinaí. La alianza con Noé fue la alianza cósmica del miedo. La de Abrahán fue la familiar de la promesa. La de Moisés fue la nacional de la Ley. ¿Cómo debemos entender hoy estos relatos? Noé, Abrahán y Moisés, son personajes legendarios.

La historia “sagrada” que narra la vida y milagros de estos personajes se escribió hacia el s. VII antes de Cristo. Son leyendas míticas que no debemos entender al pie de la letra. Se trata de experiencias vitales que responden a las categorías religiosas de cada época. Hoy nadie, en su sano juicio, puede pensar que Dios le dio a Moisés unas tablas de piedra con los diez mandamientos. No fue Dios quien utilizó a Moisés para comunicar su Ley, sino Moisés el que utilizó a Dios para hacer cumplir unas normas que él elaboró sabiamente.

Dios no puede hacer pactos porque no puede ser “parte”. Una cosa es la experiencia de Dios que los hombres tienen según su nivel y otra muy distinta lo que Dios es. Jesús habló del Dios de la “alianza eterna”. Dios actúa de una manera unilateral y desde el ágape, no desde un "toma y daca" con los hombres. Dios se da totalmente sin condiciones ni requisitos, porque el darse (el amor) es su esencia. En el Dios de Jesús no tienen cabida pactos ni alianzas. Lo único que espera de nosotros es que descubramos el don total de sí mismo.

No se trata de purificar el templo sino de sustituir. El relato del Templo lo hemos entendido de una manera demasiado simplista. Siempre interpretamos la Escritura de manera que nos permita tranquilizar nuestra conciencia echando la culpa a los demás. Como buen judío, Jesús desarro­lló su vida espiritual en torno al templo, pero su fidelidad a Dios le hizo comprender que lo que allí se cocía no era lo que Dios esperaba. Recordemos que cuando se escribió este evangelio, ni existía ya el templo ni la casta sacerdotal tenía ninguna influencia en el judaísmo. Pero el cristianismo se había convertido ya en una religión que imitó la manera de dar culto a Dios. Es el culto de ayer y de hoy el que debe ser purificado.

Es casi seguro que algo parecido a lo que nos cuentan, sucedió realmente, porque el relato cumple perfecta­mente los criterios de historici­dad. Por una parte, lo narran los cuatro evangelios. Por otra es algo que podía interpretarse por los primeros cristianos, (todos judíos), como desdoro de la persona de Jesús. No es fácil que nadie se pudiera inventar un relato que critica todo el organigrama del culto desde una mayor fidelidad a Dios.

Nos han dicho que lo que hizo Jesús en el templo fue purificarlo. Esto no tiene fundamento, puesto que lo que estaban haciendo allí los vendedores era imprescindible para el desarrollo de la actividad del templo. Se vendían bueyes, ovejas y palomas, que eran la base de los sacrifi­cios. Los animales vendidos estaban controlados por los sacerdotes y así se garantizaba que cumplían todos los requisitos de pureza legal. También eran imprescindibles los cambistas, porque el templo solo podía recibir dinero puro, es decir, acuñado por el templo. En la fiesta de Pascua, llegaban a Jerusalén israelitas de todo el mundo y a la hora de hacer la ofrenda no tenían más remedio que cambiar su dinero romano o griego por el del templo.

Jesús quiso manifestar con un acto profético, que aquella manera de dar culto a Dios no era la correcta. En esos días de fiesta podía haber en el atrio del templo 8.000 personas. Es impensable que un solo hombre con unas cuerdas pudiera arrojar del templo a tanta gente. El templo tenía su propia guardia, que se encargaba de mantener el orden. Además, en una esquina del templo se levantaba la torre Antonia, con una guarnición romana. Los levantamientos contra Roma tenían lugar siempre durante las fiestas. Eran momentos de alerta máxima. Cualquier desorden hubiera sido sofocado en unos minutos.

Las citas son la clave para interpretar el hecho. Para citar la Biblia se recordaba una frase y con ella se hacía alusión a todo el contexto. Los sinópticos citan a (Is 56,3-7): "mi casa será casa de oración para todos los pueblos”; y a (Jer 7,8-11): "pero vosotros la habéis convertido en cueva de bandidos". Is hace referencia a los extranjeros y a los eunucos, excluidos del templo, y dice: “yo los traeré a mi monte santo y los alojaré en mi casa de oración. Sus sacrificios y holocaus­tos serán gratos sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”. Dice que, en los tiempos mesiánicos, los eunucos y los extranjeros podrán dar culto a Dios. Ahora, no podían pasar del patio de los gentiles.

El texto de (Jer 7,8-11) dice así: "No podéis robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal, correr tras otros dioses y luego venir a presentaros ante mí, en este templo consagrado a mi nombre, diciendo: Estamos seguros, para seguir cometiendo los mismos crímenes. ¿Acaso tenéis este templo por una cueva de bandidos?”. Los bandidos no son los que venden palomas y ovejas, sino los que hacen las ofrendas sin una actitud mínima de conversión. Son bandidos, no por ir a rezar, sino porque solo buscaban seguridad. Lo que Jesús critica es que, con los sacrificios, se intente comprar a Dios. Como los bandidos se esconden en las cuevas, están seguros hasta que llegue la hora de volver a robar y matar.

Juan cita un texto de (Zac 14,20) que en aquel día se leerá en los cascabeles de los caballos: "consagrado a Yahvé", y “serán las ollas de la casa del Yahvé como copas de aspersión delante de mi altar”; y “toda olla de Jerusalén y de Judá estará consagrada a Yahvé y los que vengan a ofrecer, comerán de ellas y en ellas cocerán; y ya no habrá comerciantes en la casa de Yahvé en aquel día". Esa inscripción "consagrado a Yahvé" la llevaban los cascabeles de las sandalias de los sacerdotes y las ollas donde se cocía la carne consagrada. Quiere decir que, en los tiempos mesiánicos, no habrá distinción entre cosa sagrada y cosa profana.

Los vendedores interpelados (los judíos), le exigen un prodigio que avale su misión. No reconocen a Jesús ningún derecho para actuar así. Ellos son los dueños y Jesús un rival que se ha entrometido. Ellos están acreditados por la institución misma y quieren saber quién le acredita a él. No les interesa la verdad de la denuncia, sino la legalidad de la situación, que les favorece. Pero Jesús les hace ver que sus credenciales han caducado. Las credenciales de Jesús serán: hacer presente la gloria de Dios a través de su amor.

Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré. Aquí encontramos la razón por la que leemos el texto de Jn y no el de Mc. Esta alusión a su resurrección da sentido al texto en medio de la cuaresma. Le piden una señal y contesta haciendo alusión a su muerte. Su muerte hará de él el santuario definitivo. La razón para matarlo será que se ha convertido en un peligro para el templo. El fin de los tiempos, en Jn está ligado a la muerte de Jesús.

Si dejásemos de creer en un Dios “que está en el cielo”, no le iríamos a buscar en la iglesia (edificio), donde nos encontramos tan a gusto. Si de verdad creyésemos en un Dios que está presente en todas y cada una de sus criaturas, trataríamos a todas con el mismo cuidado y cariño que si fuera él mismo. Nos seguimos refugiando en lo sagrado, porque seguimos pensando que hay realidades que no son sagradas. El evangelio está sin estrenar.

 

Meditación

Mis relaciones con Dios siguen siendo un “toma y daca”,
sin ninguna repercusión en mis relaciones con los demás.
Dios se me ha dado totalmente para que yo haga lo mismo.
Mi tarea consiste en tomar conciencia de ese don total.
Mi entrega a los demás corresponderá entonces a esa realidad.

SABER LO QUE HAY DENTRO DEL HOMBRE

FE ADULTA

comentario editorial

 

“El cristiano que está en verdadera intimidad con Jesús nunca atraerá la atención a sí mismo” (Oswald Chambers)

Domingo 7 de marzo DOMINGO III DE CUARESMA

Jn 2, 11-25 “cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado". (v 22)

El tema de este relato es Jesús mismo presentado por el evangelista como el nuevo y definitivo templo. Su acción no parece que sea un acto revolucionario, de hecho, los discípulos no intervienen. Sin embargo, se cumple la profecía de Malaquías, que dice:

“Mirad, yo envío a mi mensajero a preparar el camino, y de pronto entrará en el santuario, el Señor que buscáis”.

Jesús aparece con espíritu profético para purificar la casa de Dios, y en el evangelio de Juan se expresa de una manera más viva y dinámica que en los sinópticos. El templo no es para Jesússin másuna casa de oración, como se dice en los sinópticos sino la casa de mi Padre (Juan). Este celo ardiente por la gloria del Padre, le va a devorar, y conducirle finalmente a la muerte.

Los judíos no entienden las misteriosas palabras de Jesús“quien obra mal detesta la luz y no se acerca a la luz para que no le delate sus acciones” (v 20); están en otro nivel.

Jerusalen saber dentro

Cuando el Maestro profetiza sobre la caída del Templo y su reconstrucción en tres días, se refería al templo de cuerpo, que se estaba exponiendo a la muerte. Recuperar su cuerpo glorioso es un signo de victoria más que una realidad.

El cuerpo de Jesús muerto y resucitado se convierte en el lugar donde Dios se manifiestaen el único centro de oraciónel único templopara ponernos en contacto con el Señor.

Más adelante los discípulos se acuerdan y entienden estas misteriosas palabras de Jesús: Por eso, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado. (v 22)

“El cristiano que está en verdadera intimidad con Jesús nunca atraerá la atención a sí mismo” (Oswald Chambers)

Poema ¡Oh Cristo! De Amado Nervo

«ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias,
¡oh cristo!

en vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos,
¡oh cristo!

¡qué importan males o bienes! para mí todos son bienes.

El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas.
¿Rosas de pasión? ¡qué importa! rosas de celeste esencia,
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
¡oh cristo!