FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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martes, 9 de julio de 2013

¿España va mejor? Váyanse a la mierda Pablo Iglesias-Jorge Moruno

La reducción de las cifras oficiales de inscritos en el desempleo ha servido de excusa para que los equipos de comunicación del Gobierno lancen la consigna del optimismo respecto a la situación económica. Sin embargo, un mínimo acercamiento a los datos disponibles revela la fría realidad: somos un país en el que cada vez hay más pobres, incluso entre los que trabajan.
Más del 26% de los ciudadanos de nuestro país son pobres
Más del 26% de los ciudadanos de nuestro país son pobres (lo dice Caritas); 630.000 hogares (más del doble que en 2007) carecen de ingresos; uno de cada diez trabajadores con empleo sobrevive con el salario mínimo o con menos; la mayor parte de las madres con bebés no pueden permitirse darles el pecho; los niños con problemas de desnutrición se cuentan por millares (sólo en la lujosa Barcelona, el Ayuntamiento reconocía que había 2.600 niños desnutridos). Son los datos de un país con una Casa Real que siempre ha vivido a todo tren y que, sin embargo, no ha podido evitar que se la asocie a la corrupción y al fraude fiscal; un país que quiere organizar unos juegos olímpicos; el país de los grandes eventos, de la Formula 1, de los futbolistas multimillonarios que defraudan a la hacienda pública, el país de Eurovegas, el país con mayor presión fiscal sobre los salarios (6 puntos sobre la media de la OCDE) y menos sobre las grandes fortunas; el país con niveles escandalosos de fraude fiscal entre las grandes fortunas (lo dicen los técnicos de Hacienda); el país en el que sus empresas de referencia facturan en el extranjero y tienen presencia en paraísos fiscales. El país de Solchaga que decía que en España era fácil hacerse rico, de Jesús Gil, de Camps, de Fabra, de la Gürtel, de los ERES fraudulentos, de Esperanza Aguirre, de restaurantes caros y sobresueldos en A y en B; el país de los patriotas de pulsera rojigualda que no tienen más patria que su dinero.
Los jóvenes titulados se marchan en busca de sueldos acordes con su formación
Y en eso 127.000 parados menos en Junio. Ya pero… ¿Cómo es posible que las afiliaciones a la seguridad social sean sólo 26.000? ¿Cómo es posible que en los seis primeros meses del año hayan disminuido las contrataciones?. Sencillo: La gente se va y muchos parados de larga duración, desesperados, han dejado de inscribirse en las oficinas del INEM. Los jóvenes titulados (la generación más formada de nuestra historia) se marchan en busca de sueldos acordes con su formación y los inmigrantes, que eran los que aseguraban la sostenibilidad del sistema de pensiones por el envejecimiento de la población, regresan a sus países. Total: hay menos población activa. A la fuerza bajan las cifras del paro.
Hay otro dato estremecedor. La mitad de las altas son de “autónomos”. ¿Autónomos? Miren esta oferta de Infojobs: “Se precisa recepcionista Freelance para atender centralita desde casa, preferiblemente chica, para empresa call center. Se exige título de ESO y dos líneas de teléfono en casa. Contrato de autónomo. 450 euros brutos. Jornada completa”. Esto es lo que significa ser autónomo; asalariados degradados sobre los que recae todo el riesgo y que además carecen de derechos laborales. Decía el señor Alberto Nadal, directivo de la CEOE, desde las páginas de El País, que “los jóvenes deben plantearse diferentes opciones, verse como empresarios, o como gestores de su propio capital humano dentro de la empresa”. Cobrar 450 euros, ese es el significado de lo que dice un señor cuyo salario desconocemos, porque la exigente CEOE se niega a hacer públicos los sueldos de sus directivos.
¿Estamos empezando a salir de la crisis? Váyanse a la mierda.

El Gran Patrón amedrenta al mundo por el caso Snowden Vicky Peláez

Al poder le ocurre como al nogal: no deja crecer nada bajo su sombra (Antonio Gala Velasco, escritor español)
Hace menos de un mes la idea del surgimiento de un Nuevo Orden Mundial Multipolar, en reemplazo al actual Unipolar tenía cautivada a la opinión pública internacional cansada del dominio y el abuso de poder por la única superpotencia del mundo -Estados Unidos-.
Los mejores cerebros internacionales y varios hombres lúcidos norteamericanos, como Immanuel Wallerstein, James Petras, Noam Chomsky hablaban del declive económico estadounidense y su debilitamiento militar debido a sus recientes fracasos en Irak y Afganistán”. También resaltaban el inicio de la “nueva época” en América Latina que dejaba de ser el “patio trasero” de Norteamérica.
Pero todo esto ha resultado ser una mera ilusión después de que un desconocido ex técnico de la supersecreta Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward J. Snowden, motivado por su consciencia, decidiera contar a los habitantes del planeta y presentando pruebas contundentes de que “El Ojo Invisible del Hermano Mayor” ya está controlando las 24 horas al día, cada aspecto de la vida privada de cada uno de ellos. Con esta revelación la humanidad se ha sumergido en un estado de shock emocional al darse cuenta de lo insignificante que es la vida humana para el poder globalizado, cuyo máximo exponente hasta se ha otorgado el derecho de ordenar y asesinar a cualquier ser humano prácticamente en todos los rincones del planeta, si lo considera un potencial enemigo de su poder.
Durante varios años la opinión pública mundial, se negaba por una razón misteriosa reconocer que la “Doctrina Obama” representa la continuidad de la de su predecesor, George W. Bush quien en el 2002 afirmó: “Se está con nosotros o se está con los terroristas”. Ocho años después, exactamente el 25 de octubre del 2010 el presidente Barack Obama declaró en México: “Vamos a castigar a nuestros enemigos y vamos a premiar a nuestros amigos que nos apoyan en los asuntos que son importantes para nosotros” (“We’re gonna punish our enemies and we’re gonna reward our friends who stands with us on issues that are important to us”). Su secretario de Estado, John Kerry también dio un claro aviso a los latinoamericanos cuando se refirió en abril pasado a América latina como “el patio trasero” norteamericano.
Todas estas declaraciones y advertencias no vienen por casualidad, son mensajes de Washington dirigidos al mundo entero para que no tengan muchas ilusiones y que pisen tierra. Resulta que el “patio trasero” tradicional no ha dejado de serlo completamente económica, financiera y políticamente. Inclusive se ha extendido a Europa abarcando a la mayoría de los países como Gran Bretaña, Francia, España, Italia, Portugal e inclusive está tocando las puertas de la orgullosa y ordenada Alemania que resiste a duras penas las tentadoras ofertas de los Estados Unidos. En un reciente artículo el ex subsecretario del Tesoro en la administración Reagan declaró que a nadie en Europa le “gusta Norteamérica, pero todos aman el dinero de Washington. Inclusive, gente de la dimensión de Winston Churchill tenían que inclinarse ante Washington para poder pagar sus cuentas y las de su país”.
Por eso no es de extrañar la sumisión y el servilismo vergonzoso de Europa al poder de Norteamérica cuando se desató el caso del ex técnico de las NSA, Edward J. Snowden después de que él denunciara la monstruosa dimensión y extensión del programa del espionaje masivo PRISM contra los propios estadounidenses, China. Rusia, la Unión Europea, los países del grupo G-20, México etc. Los líderes de Europa, haciendo caso omiso de la opinión pública de sus pueblos, que consideraron como heroica la denuncia de Snowden (80 por ciento), se aliaron inmediatamente con Washington en la persecución despiadada, ilegal e inconstitucional del denunciante. Pero como solía decir Henry Kissinger “lo ilegal lo hacemos inmediatamente y lo inconstitucional tarda un poco más”. Lo nuevo en este caso es la fusión automática de lo ilegal y lo inconstitucional en una forma que no tiene otro nombre que criminal.
El poder globalizado bajo la batuta de Obama arremetió contra cualquier país que se atrevía a opinar sobre la posibilidad de otorgamiento del asilo político a Snowden. La República popular China y la Federación de Rusia fueron los primeros países amenazados por el departamento de Estado de atenerse a las consecuencias de sus acciones favorables respecto al ex técnico de la NSA. Como se sabe China facilitó el vuelo de Edward Snowden a Rusia y el presidente Putin le permitió quedarse en la zona internacional del aeropuerto Sheremetievo en Moscú.
Todo esto fue posible realizar después de que el cónsul de Ecuador en Londres, Fidel Narváez había otorgado a Snowden un documento de viaje para poder viajar de Hong Kong a Moscú. Una llamada “amistosa” del vicepresidente de EE.UU. Joe Biden a Rafael Correa hizo que el presidente ecuatoriano comenzara a dar muestras de echarse para atrás en sus intenciones de revisar la posibilidad de dar el asilo político a Snowden en Ecuador. Recientemente declaró que “ayudarlo a Snowden fue un error”. El presidente ruso también mostró una actitud rara cuando anunció que Snowden puede quedarse a vivir en Rusia con la condición que “deje de perjudicar a nuestros socios en Estados Unidos”. China mientras tanto no dice ni pío siguiendo su filosofía. Parece que todos estos países se han olvidado o simplemente prefieren ignorar que en el período 2009- 2011 Estados Unidos otorgó asilo a 1,222 rusos, 9,493 chinos y a 22 ecuatorianos, permitiéndoles perjudicar libremente a sus supuestos socios chinos, rusos o ecuatorianos.
La presión norteamericana a nivel internacional ha sido aplastante pero no suficiente en la percepción del departamento de Estado y los 17 organismos de inteligencia de EE.UU… Había que hacer algo más para mostrar el poder de Washington para amedrentar a cualquier país que se atreva solamente a mencionar alguna posibilidad de asilo para Snowden. Para esa demostración cínica eligieron al país más pequeño y más débil, Bolivia de unos 10 millones de habitantes cuyo presidente Evo Morales no descartó en una conversación con los periodistas en Moscú la posibilidad de asilo para el ex técnico de la NSA, aclarando el presidente que todavía no ha recibido ninguna solicitud para que su gobierno la revisara y tomara una decisión.
Washington con su conocida “valentía”, en cambio, sí tomó la decisión de mostrar a los 192 países del globo quién es el Gran Patrón y utilizó para esto al presidente Evo Morales cuyo avión FAB-001 Falcon 900 EX dejó el aeropuerto Sheremetievo en Moscú después de la clausura de la Segunda Cumbre de Exportadores de Gas, a la que asistió Evo Morales. Nadie presentía los problemas que surgirían al entrar el avión en el espacio aéreo de la Unión Europea para hacer una escala técnica programada en Lisboa para reabastecerse. Sorpresivamente la torre de control portuguesa le prohibió el aterrizaje por “problemas técnicos”, lo mismo se repitió en Francia, Italia y España. Finalmente, después de dar vueltas en el cielo europeo FAB-001 estando a punto de quedarse sin combustible recibió el visto bueno para el aterrizaje en Viena, donde el presidente de Bolivia tuvo que esperar 14 horas para que el gobierno español le autorizara cruzar su territorio y hacer escala técnica en las Islas Canarias.
Posteriormente la cancillería española aclaró que fue la “decisión de cancilleres” de Francia, Italia, Portugal y España de no permitir el aterrizaje del avión presidencial debido a que Evo Morales no dio permiso a las autoridades de estos países para revisar el avión. Por alguna razón “se olvidaron” los líderes de estos países que los aviones presidenciales tienen una absoluta inmunidad de acuerdo a las leyes internacionales suscritos por todos los países miembros de las Naciones Unidas y que el presidente de un país soberano tiene todo el derecho legítimo de otorgar asilo a cualquier persona y traerlo a su territorio en el avión presidencial tenga o no tenga pasaporte válido.
Pero las leyes internacionales asemejan a la Ley de Embudo: “Lo ancho para uno y lo estrecho para los demás”. Resulta que el departamento de Estado tenía “sospechas” de que Edward Snowden estuviera en el avión de Evo Morales y dio la orden a sus fieles e incondicionales servidores franceses, portugueses, italianos y españoles – habitantes del “patio trasero europeo” de Estados Unidos para que no permitan que este avión sobrevuele sus países sin previa revisión y busquen a Edward Snowden.
Los norteamericanos sabían perfectamente que el ex técnico de la NSA no estaba en el avión pues durante la perestroika y el gobierno de Yeltsin han logrado penetrar los servicios de inteligencia rusos y colocar sus agentes de influencia en lugares claves de la sociedad y la infraestructura nacional. La información diseminada diariamente por la mayoría de los medios de comunicación respecto al caso Snowden es un reflejo triste de esta situación.
Lo que necesitaba el departamento de Estado era armar un show y mostrar su poder omnipotente para amedrentar a los que sólo se atrevan a mencionar la posibilidad de refugio para Edward Snowden. Los satélites europeos de Norteamérica le demostraron a Evo Morales que para ellos era un simple “sudaca” a quien se puede discriminar, humillar, intimidar y escarmentar libremente, igual como se portan las autoridades de Texas, Arizona, Ohio y en el resto de la mayoría de los estados norteamericanos con los hispanos y peor aún si es que tienen la sangre y los rasgos físicos indígenas.
Sin embargo, lo que no entienden los más poderosos del mundo es que en cada andino, y Evo Morales es uno de ellos, hay un fuerte y siempre rebelde espíritu de Tupac Amaru o Tupac Katari. No se asustó Evo Morales, sino se indignó diciendo que “lo que pasó estos días no es una casualidad, no es un error, es una política de seguir amedrentando a Bolivia y a Latinoamérica. Nuestro delito es ser indígena y antiimperialista y de allí es porque cuestionan todas nuestras políticas”. Al retornar finalmente a su país y descender del avión se dirigió a la multitud que lo estaba esperando: “Pueblo y Fuerzas Armadas, buenas noches. ¡Patria o Muerte! La multitud le respondió con fuerza: “Venceremos” desplegando los carteles que decían: “Francia, Italia, España y Portugal qhinchas de merde”.
Mucho camino tendrá que recorrer todavía América latina para lograr su soberanía, el desarrollo socioeconómico y la integración. La convocatoria de una Cumbre de UNASUR en Cochabamba en desagravio a Evo Morales demostró la falta de solidaridad latinoamericana. Rafael Correa comentó que “no ha sido fácil llegar, no se ha podido hacer una Cumbre porque los estatutos hechos por la burocracia que sirven para lo que no se haga nada, porque por ejemplo para tener una Cumbre de Presidentes se requiere el consenso de todos los miembros y hubo países que se opusieron, bloquearon esta Cumbre de Presidentes”.
Asistieron a la reunión los presidentes de Ecuador, Argentina, Venezuela, Surinam, Uruguay y por supuesto su anfitrión Bolivia. Los presidentes de Colombia, Brasil, Chile, Guyana e inclusive el Presidente “pro témpore” del UNASUR, Ollanta Humala de Perú se abstuvieron de participar y mandaron sus delegaciones y solidarizándose espiritualmente con Evo Morales. El presidente de Colombia advirtió a Morales, después de expresarle su solidaridad, que hay que hacer todo lo posible para no estropear las relaciones con Europa. Con esta aclaración confirmó que no va a ser fácil deshacerse de la mentalidad servil en América latina.
El mismo Evo Morales debe de arrepentirse de lo que dijo a Francois Hollande durante su reciente gira a Francia: “Mi pedido a nuestro presidente de Francia que Francia sea la puerta para Bolivia en Europa, especialmente ahora conociendo mejor la tecnología europea y especialmente de Francia”. Recién ahora se dio cuenta Morales que el punto de control de las “puertas Europeas” no está en París o Bruselas sino en Washington y que los líderes europeos cumplen una simple función de conserjes de sus propios países. Eso obligará a pensar a Evo en la necesidad de comprar los helicópteros franceses, para la Fuerza Aérea boliviana, pues para él son los mejores en el mundo, aunque los expertos consideren que los aparatos norteamericanos y rusos son de mejor calidad. Igualmente deberá considerar la construcción de una ferrovía de 900 kilómetros contratando a las compañías francesas.
Por supuesto, que la Reunión de Presidentes del UNASUR en Cochabamba emitió una declaración considerando como “inaceptable la restricción a la libertad del presidente Evo Morales”, rechazó la actuación de gobiernos de Francia, Italia, Portugal y España, igualmente exigió a sus gobiernos explicar esta actitud y presentar disculpas públicas. También respaldó la denuncia del gobierno boliviano ante las Naciones Unidas por la violación de los derechos humanos y se acordó “conformar una comisión para esclarecer los hechos”. El gobierno de Mariano Rajoy contestó en seguida, diciendo que España no tiene que disculparse ante nadie. Así de simple. No pasó nada.
Mientras todo esto estaba sucediendo en Cochabamba, la Agencia de Seguridad Nacional seguía su rutina diaria de interceptar los correos electrónicos y más de mil millones de conversaciones de teléfonos celulares. A la vez, los países a los cuales apeló Snowden con el pedido de asilo están encontrando varios pretextos “técnicos” para declinar este pedido o postergarla decisión al respecto. El mismo heredero de Hugo Chávez, Nicolás Maduro declaró que “Caracas está dispuesto a dar asilo a Edward Snowden, pero dejaremos la decisión al pueblo de Venezuela”. Nadie sabe que significa esta declaración. Todo el mundo se está preguntando: ¿Qué hubiera hecho Hugo Chávez en esta situación?
Hasta ahora, al momento de terminar este artículo, a pesar de la retórica ningún país latinoamericano ofreció asilo a Snowden y según la prensa rusa, Moscú se está impacientando con su presencia en Sheremetievo. Da la impresión que al mundo entero no le interesa el destino del denunciante de la existencia del “Ojo Invisible” del Hermano Mayor” que tomó bajo el control a todo el planeta.
Alguna vez escribió el poeta venezolano Víctor Valera Mora: “Esta tierra es un río de rodillas, hay que levantarla”.
(RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)

Francisco: “¿Quién de nosotros ha llorado por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos sobre las barcas? Pablo Ordaz

El Papa clama en Lampedusa contra “la globalización de la indiferencia”
Estamos anestesiados ante el dolor de los demás”.
Miles de inmigrantes africanos y asiáticos irregulares llegan a la isla italiana todos los años
En la cuesta empinada que va del puerto a la parroquia, una mujer joven se enjuga las lágrimas y le dice a su hija: “No lloré cuando te parí y estoy llorando ahora”. La visita del papa Francisco a Lampedusa, la pequeña isla del sur de Sicilia célebre por el desembarco continuo de inmigrantes, había sido preparada con esmero. Una corona de flores arrojada al mar de los naufragios. Un encuentro con inmigrantes africanos.
El altar de la misa, una patera. La cruz y el cáliz, trozos de las barcazas azules que llegaron a la isla aquellas tres noches terribles de la primavera de 2011 y cuyos esqueletos continúan —cementerio de la memoria— junto al campo de fútbol. En vez de un lujoso coche oficial, un jeep pequeño, viejo y prestado. Lo único que la alcaldesa socialista y el párroco inquieto de esta isla de 5.000 habitantes no habían podido prever eran las palabras de Jorge Mario Bergoglio. Y fue por esa rendija por donde el Papa colocó sus golpes directos al corazón.
“¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto… La ilusión por lo insignificante, por lo provisional, nos lleva hacia la indiferencia hacia los otros, nos lleva a la globalización de la indiferencia”.
Hay demasiados curas que solo hablan de lo divino en sus sermones, asegurándose de no pisar los callos del poder ni molestar demasiado a sus feligreses, que no están las iglesias como para espantar al respetable. Pero este argentino vestido de blanco ha llegado al Vaticano con ganas de pelea. Decidió que su primer viaje oficial fuera a Lampedusa para vestir de coherencia su discurso sobre la necesidad de que la Iglesia salga de su ensimismamiento y busque las periferias del mundo. Y lo hizo tan ligero de equipaje que pidió a los políticos y a los altos prelados que se abstuvieran de hacer el paseíllo —con lo que a unos y a otros les gusta— y rebajó la seguridad hasta tal punto que quienes quisieron acercarse a él lo pudieron hacer y él los recibió con gusto. Sus dos folios escasos de sermón fueron dinamita pura.
“¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos? Ninguno. Todos respondemos: yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán otros, pero yo no. Hoy nadie se siente responsable, hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna, hemos caído en el comportamiento hipócrita [..]. Miramos al hermano medio muerto al borde de la acera y tal vez pensamos: pobrecito, y continuamos nuestro camino, no es asunto nuestro, y así nos sentimos tranquilos. La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar solo en nosotros mismos, nos convierte en insensibles al grito de los demás, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bonitas, pero son inútiles, no son nada…”.
Si bien, después de apelar a las conciencias de cada uno, el papa Francisco quiso elevar el tiro. A la hora de elevar la plegaria a Dios, dijo: “Te pedimos ayuda para llorar por nuestra indiferencia, por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros y en todos aquellos que desde el anonimato toman decisiones socioeconómicas que abren la vía a dramas como estos. Te pedimos perdón por aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas”.
Desde hace años, las autoridades civiles y religiosas de Lampedusa reclaman atención sobre un drama que, de tan repetido, ya apenas merece unas líneas en los periódicos o unos minutos en la televisión. Solo cuando la situación es explosiva —aquellas noches de julio de 2011 donde miles de africanos desembarcaron en la isla— retorna la mirada hacia las cifras de espanto. Se calcula que en las últimas dos décadas más de 25.000 personas han perdido la vida en el Canal de Sicilia. De ellos, 2.700 durante 2011, coincidiendo con el conflicto de Libia. Ante la falta de reacción de las autoridades italianas y europeas, la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, envió el pasado mes de febrero una carta a la Unión Europea en la que se preguntaba: “¿Cuán grande tiene que ser el cementerio de mi isla?”.
Desde el pasado mes de mayo, contaba la alcaldesa, “ya me han entregado 21 cadáveres de personas que se ahogaron intentando llegar a Lampedusa. Es algo insoportable para mí y un enorme peso de dolor para la isla. Ya no tenemos ni sitio para enterrarles. No logro entender cómo esta tragedia puede seguir siendo considerada algo normal”.
En parecidos términos se dirigió el párroco de Lampedusa, Stefano Nastasi, a Jorge Mario Bergoglio en cuanto fue elegido Papa, invitándolo a viajar a la isla, situada a 205 kilómetros de Sicilia y a solo 113 de las costas de África, para que conociera de cerca el drama.
Aquella carta, y la noticia de los últimos naufragios —inmigrantes que se agarran a las redes de las almadrabas, otros dejados a su suerte por capitanes sin escrúpulos— influyeron en la decisión del Papa de viajar hacia la última frontera de Europa, hacia “la periferia”, hacia la intersección dramática entre quienes tienen de todo —los turistas que llegan a la preciosa isla del Mediterráneo para pasar sus vacaciones— y quienes se echan al mar apostando lo único que tienen.

Francisco, un Papa universal José Mª Castillo, teólogo

Acabamos de enterarnos que el papa Francisco piensa canonizar a Juan Pablo II y a Juan XXIII. Ya antes se había dicho que tiene también la idea de beatificar a monseñor Romero. Y ahora sabemos que el papa está pensando beatificar a Álvaro del Portillo, el sucesor de san Josemaría Escrivá de Balaguer en la prelatura del Opus Dei. Si reflexionamos, por un momento, en que los difuntos, que son elevados al honor de los altares, representan – entre otras cosas – el modelo de la Iglesia que se quiere poner como ejemplo para todos los cristianos, resulta inevitable preguntarse qué idea tiene el papa Francisco sobre el tipo de Iglesia que, en este momento, le conviene al mundo. Porque es evidente que no es lo mismo la Iglesia de Polonia (la de Juan Pablo II) que la Iglesia del Vaticano II (la de Juan XXIII). Ni se parecen mucho la Iglesia que promovía mons. Romero y la Iglesia que propugna el Opus.
Hace unos días, escribía yo aquí mismo que “el papa Francisco no tiene marcha atrás”. ¿De verdad que no? ¿No estamos viendo que el papa Bergoglio da un paso en una dirección con la misma facilidad con que parece que lo da en la dirección contraria? ¿En qué quedamos, por tanto?
Lo primero, que parece razonable responder a estas preguntas, es que, según la definición del concilio Vaticano I (DH 3064) y la enseñanza del Vaticano II (LG 22), el papa tiene potestad suprema sobre la Iglesia universal. Esto quiere decir lógicamente que el obispo de Roma, en cuanto sucesor de Pedro, es papa de todos los cristianos por igual. Lo mismo de los que se sienten identificados con las ideas de Juan Pablo II o Álvaro del Portillo que quienes se identifican con Juan XXIII o mons. Romero. Por supuesto, en todo cuanto no toca a la fe, uno se puede sentir más próximo a la manera de pensar, de vivir y de aparecer en público de este papa o del otro. Pero la clave de todo lo que estamos tratando aquí no son cuestiones dogmáticas de fe. Estamos hablando de presuntas intenciones papales. Intenciones que darían pie para sospechar que el papa Francisco quiere un modelo de Iglesia o prefiere otro.
Esto supuesto, lo que está fuera de duda es que el papa Francisco ha dado pruebas sobradas de que prefiere un modelo de ejercer el papado que pretende inspirarse en la sencillez y humildad del Evangelio de Jesús de Nazaret, lo que supone irse despojando de manifestaciones de pompa y boato que poco o nada tienen que ver con la imagen de Jesús que nos ofrecen los evangelios.
Ahora bien, si el papa Francisco es para de todos los cristianos, lo es igualmente de los cristianos de una mentalidad que de los de otra. Francisco se ha encontrado, al ser elegido papa, con una Iglesia dividida y, en no pocos asuntos, una Iglesia dividida en grupos enfrentados. Así las cosas, es obligación del papa no fomentar ni mantener la división y el enfrentamiento, sino todo lo contrario, ayudar a la tolerancia, el respeto, la unión.
Si es que el papa Francisco piensa que lo mejor, para la unión de la Iglesia, es beatificar o canonizar a los personajes enumerados o a otros semejantes, lo que tenemos que hacer los creyentes en Jesús de Nazaret es respetar al papa Bergoglio en sus decisiones. Y no sólo respetarlo, sino, sobre todo, unirnos a él. Y, unidos al papa, ayudarnos todos a recomponer la unidad de la Iglesia. Por eso – si es que la Iglesia nos importa de verdad – lo único razonable que podemos hacer es dejar de tirar cada uno de la manta con las intenciones de (por lo que sea) quedar por encima de aquellos a quienes consideramos nuestros adversarios. Sólo la unión de todos con todos, en torno a la bondad que aprendemos en el Evangelio de Jesús, podrá ser decisiva para la renovación de la Iglesia.
Sólo quiero añadir, para terminar, que tomar en firme esta postura en la vida nos puede costar mucho, quizá demasiado. Jesús nos enseñó, en el Sermón del Monte, incluso a renunciar al ejercicio de nuestros propios derechos humanos. En la medida en que nos unamos al papa en esta postura fundamental, en esa misma medida estaremos haciendo lo más eficaz que podemos hacer, en este momento, para el futuro de esa Iglesia por la que todos soñamos. Y que será- si es que se realiza este proyecto – una fuerza de reconstrucción y humanización de este mundo en el que se hará posible vivir con paz y esperanza.