FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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jueves, 21 de octubre de 2021

UNA FE QUE TRANSFORMA Y LIBERA (Mc 10,46-52)

FE ADULTA

col Carme Soto

 


Lo impresionante de las curaciones de Jesús no está en que realice un gesto milagroso, una acción que parece romper las leyes de la naturaleza o cuestione las razones de las ciencias. Su fuerza está en su capacidad de propiciar un encuentro entrañable que hace que la persona herida por el sufrimiento pueda reconstruir su vida y pueda encontrarse a Dios acompañando ese proceso.

Sin duda, en las culturas de la antigüedad el modo de expresar, conceptualizar o comprender la enfermedad o los límites que impone la naturaleza es muy diferente al que en la actualidad tenemos, pero eso no disminuye el valor del relato y la novedad de la forma de actuar de Jesús con quien entra en relación con él.

En el mundo antiguo la enfermedad no era tanto una cuestión médica sino una cuestión social. Quien padecía cualquier dolencia o discapacidad era considerado impuro y por tanto se le excluía de la vida del grupo (Lev 21, 16-24). Desde esta manera de entender la enfermedad, la curación no dependía tanto de una actuación sobre los síntomas físicos, sino de un proceso de transformación de la vida total de la persona enferma que le permitiese volver a formar parte de la comunidad. Este proceso de curación pasaba por la aceptación de la actuación del sanador que mediaba el proceso que posibilitase la recuperación de la salud y la integración de la persona a la vida social y comunitaria.

Teniendo en cuenta este contexto, Jesús aparece como un sanador con unas características únicas que lo muestran curando a través de su palabra y del tacto, lo que lo separa de otros sanadores tradicionales que utilizan fórmulas, ritos, remedios. Jesús pone en el horizonte de su actuar la voluntad liberadora y restauradora de Dios. De hecho, los evangelios no subrayan, en primer lugar, lo maravilloso de sus signos y curaciones sino la invitación a descubrir en ellos a Dios y a vincularse a su proyecto[1]

El grito de esperanza de Bartimeo

El relato de la curación del ciego Bartimeo ejemplifica muy bien el modo de actuar de Jesús y como en ella se encarna la acción salvadora de Dios que busca recuperar la vida de quien sufre y está hundido por el mal.

A Bartimeo se le presenta en el relato, sentado al borde del camino. Un lugar que expresa no solo un espacio físico, sino su condición impura y marginal. Ahí, sobrevive gracias a las limosnas que recibe porque nadie se hace cargo de él. Ese lugar en el que está no le permite acercarse al grupo que pasa por el camino y necesita gritar para que Jesús, que camina rodeado de gente, pueda escucharle. Desde el grupo que acompaña a Jesús intentan que se calle porque, posiblemente, consideran que su voz no es digna de ser escuchada por el maestro y sanador, pero el ciego insiste en reclamar la atención de Jesús.

Sus palabras: “Hijo de David ten compasión de mí” expresan su esperanza y su fe en que Jesús puede sanarlo y reincorporarlo al camino comunitario. Bartimeo no ve solo en Jesús un sanador, sino que reconoce en él al Mesías de Dios. Esa fe le da la fuerza para buscar el encuentro con él y recibir el regalo de ser sanado y salvado.

Tu fe te ha salvado

Jesús escucha el grito de Bartimeo, lo busca, lo reconoce y entra en diálogo con él. No se acerca al borde del camino para hablar con él, sino que le pide a quienes lo acompañan que lo traigan al camino, que lo rescaten del espacio de impureza en el que está confinado. Este movimiento es ya un primer paso de inclusión y restauración social para esta persona.

Jesús no da por su puesta la necesidad del ciego, sino que le pregunta para poder escuchar de sus labios su necesidad. Con su pregunta lo reconoce en su dignidad y confía en su palabra. Sin duda para aquel hombre, poder expresar su sufrimiento, su impotencia, su carencia es comenzar a experimentar el cambio que está aconteciendo en su vida.

Jesús ante la respuesta de Bartimeo no hace ninguna acción que pudiese promover su curación física, sino que reconoce en su determinación y fe la acción salvadora de Dios que se expresa en su capacidad de volver a ver. De hecho, no le dice tu fe te ha curado, sino tu fe te ha salvado porque no se trata solo de poder ver con los ojos del cuerpo sino de poder ver con los ojos del corazón.

Le seguía por el camino

Cuando Bartimeo experimenta en su cuerpo y en su corazón la salvación de Dios, que lo restituye como persona y lo vincula de nuevo con su entorno, no vuelve a su lugar de origen, sino que se incorpora a la comunidad de Jesús. Porque se ha sentido liberado y reconstruido en su encuentro con Jesús, quiere también ser compañero en el proyecto salvador de Dios inaugurado por Jesús. Al seguirle por el camino, se incorpora a la comunidad del Reino como testigo del amor y perdón que Dios, el Abba de Jesús, ofrece a cada ser humano. Como seguidor de Jesús se compromete a vivir a su estilo, a vincularse con otros y otras como un ser humano nuevo, capaz de construir relaciones inclusivas y espacios sanadores.

El relato del encuentro entre Jesús y Bartimeo nos recuerda nuestro horizonte de seguimiento, nos invita a preguntarnos como construimos comunidad al estilo de Jesús y como seguimos colaborando en hacer posible que nadie se quede en el borde del camino, que nadie tenga que resignarse a vivirse estigmatizado o etiquetado porque sufre, no ha acertado en sus decisiones o sencillamente no responde a lo que esperamos de él o ella.

 

Domingo 24 de Octubre 30º Ordinario Antonio Ma. Claret (1870) Luis Guanella (1915)

KOINONIA

 Guiaré entre consuelos a los ciegos y cojos

Así dice el Señor:/ "Gritad de alegría por Jacob,/ regocijaos por el mejor de los pueblos:/ proclamad, alabad y decid:/ El Señor ha salvado a su pueblo,/ al resto de Israel./ Mirad que yo os traeré del país del norte,/ os congregraré de los confines de la tierra./ Entre ellos hay ciegos y cojos,/ preñadas y paridas:/ una gran multitud retorna./ Se marcharon llorando,/ los guiaré entre consuelos:/ los llevaré a torrentes de agua,/ por un camino llano en que no tropezarán./ Seré un padre para Israel,/ Efraín será mi primogénito." IR A LA PÁGINA

30 Tiempo ordinario – B (Marcos 10,46-52) UN GRITO MOLESTO

 JOSÉ ANTONIO PAGOLA


Jesús sale de Jericó camino de Jerusalén. Va acompañado de sus discípulos y más gente. De pronto se escuchan unos gritos. Es un mendigo ciego que, desde el borde del camino, se dirige a Jesús: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».

Su ceguera le impide disfrutar de la vida como los demás. Él nunca podrá peregrinar hasta Jerusalén. Además, le cerrarían las puertas del templo: los ciegos no podían entrar en el recinto sagrado. Excluido de la vida, marginado por la gente, olvidado por los representantes de Dios, solo le queda pedir compasión a Jesús.

Los discípulos y seguidores se irritan. Aquellos gritos interrumpen su marcha tranquila hacia Jerusalén. No pueden escuchar con paz las palabras de Jesús. Aquel pobre molesta. Hay que acallar sus gritos: Por eso «muchos le regañaban para que se callara».

La reacción de Jesús es muy diferente. No puede seguir su camino ignorando el sufrimiento de aquel hombre. «Se detiene», hace que todo el grupo se pare y les pide que llamen al ciego. Sus seguidores no pueden caminar tras él sin escuchar las llamadas de los que sufren.

La razón es sencilla. Lo dice Jesús de mil maneras, en parábolas, exhortaciones y dichos sueltos: el centro de la mirada y del corazón de Dios son los que sufren. Por eso él los acoge y se vuelca en ellos de manera preferente. Su vida es, antes que nada, para los maltratados por la vida o por las injusticias: los condenados a vivir sin esperanza.

Nos molestan los gritos de los que viven mal. Nos puede irritar encontrarlos continuamente en las páginas del evangelio. Pero no nos está permitido «mutilar» su mensaje. No hay Iglesia de Jesús sin escuchar a los que sufren.

Están en nuestro camino. Los podemos encontrar en cualquier momento. Muy cerca de nosotros o más lejos. Piden ayuda y compasión. La única postura cristiana es la de Jesús ante el ciego: «¿Qué quieres que haga por ti?». Esta debería ser la actitud de la Iglesia ante el mundo de los que sufren: ¿qué quieres que haga por ti?

NO TE DEJES ENGAÑAR. TÚ PUEDES VER Mc 10, 46-52

FE ADULTA

col fraymarcos

 


Sale Jesús de Jericó, camino de Jerusalén. Hoy no hay enseñanza añadida, el mismo relato entraña la lección. Lo encontramos en los tres sinópticos. Lucas sitúa el relato antes de entrar en Jericó. Mateo habla de dos ciegos pero el relato es el mismo. Estamos en la última escena, antes de entrar en Jerusalén. Después de este relato el evangelio da un quiebro. Lo acontecido en Jerusalén está más cerca del relato de la pasión que de lo narrado hasta aquí.

Este relato tiene poco que ver con los anteriores que propone Marcos. Le llama; le pregunta qué es lo que quiere; admite el título de Hijo de David; no lo aparta de la gente; la curación no va acompañada de ningún gesto; no le manda guardar silencio. Una vez que Marcos ha dejado claro que el camino hacia el Reino es la entrega hasta la muerte, ya no hay lugar para los malentendidos. No tiene sentido mandar callar ni rechazar el título de Mesías. Como suele pasar en los evangelios todo son símbolos. No debemos interpretarlos literalmente.

Al borde del camino. Bartimeo es el símbolo de la marginación, está fuera del camino, tirado en la cuneta, sin poder moverse, viendo cómo los demás pasan y dependiendo de ellos. El ciego tenía ya asignado su papel, pero no se resigna. Sigue intentando superar su situación a pesar de la oposición de la gente. “Hijo de David” era un título equivocado; suponía un Mesías que se impondría con la fuerza. Ya no le importa, no le manda callar.

Le regañaban para que se callara. Los demás no quieren saber nada de los problemas del ciego. En la situación en que te encuentras no tienes derecho a protestar. Aguanta y cállate. Era el sentir del pueblo judío. “La gente” significa, la inmensa mayoría de los cristianos que siguen a Jesús, pero no descubren la necesidad de emprender un nuevo camino. Una vez más aparece la sutil ironía de Marcos: los que seguían a Jesús eran un obstáculo para que el ciego se acercara a él. Los más cercanos a Jesús siguen sin ver.

¡Llamadlo! En menos de una línea se repite tres veces el verbo llamar. La llamada antecede siempre al seguimiento. Jesús valora la situación de distinta manera. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Al menor síntoma de acogida, el ciego da un salto. Un ciego debía andar a tientas y con cuidado. Ahora confía y da el salto, aunque no ve. El manto representa lo que había sido hasta el momento, que se convierte en un estorbo. Todas sus esperanzas están ahora puestas en Jesús. Este es el verdadero milagro, que se realiza antes del milagro.

¿Qué quieres que haga por ti? Qué va a querer un ciego. La pregunta que le hace Jesús es la misma que, el domingo pasado, hacía a Santiago y Juan. La pregunta es idéntica, pero la respuesta es completamente distinta. Los dos hermanos quieren “sentarse” junto a Jesús en su gloria. El ciego quiere ver para “caminar” con él. La diferencia no puede ser más abismal. ¿De verdad quiero salir de mi ceguera? ¿O me encuentro tan a gusto con ella?

¡Que pueda ver! Jesús provoca este grito. En toda la Biblia, el “ver” tiene casi siempre connotaciones cognitivas. Ver significa la plena comprensión de aquello que es importante. Este grito es el centro del relato, siempre que no nos quedemos en lo físico. Se trata de ver el camino que conduce a Jerusalén para poder seguirlo. El camino del servicio que conduce hacia el Reino. De ahí la respuesta de Jesús: ¡Anda! El objetivo final no es la visión, sino la adhesión a Jesús y el seguimiento. Una lección para los discípulos que no terminan de ver.

Tu fe te ha curado. Una vez más, la fe-confianza es la que libera. Solo él ve a Jesús. Solo él le sigue por el camino que lleva a la entrega total en la cruz. Marcos deja bien claro que una respuesta auténtica a la llamada de Jesús, será siempre cosa de minorías. La multitud que seguía a Jesús sigue ciega. Todos estos domingos venimos viendo la falta total de comprensión de los discípulos. No habían ni siquiera atisbado la propuesta de Jesús. Solo después de la experiencia pascual ven a Jesús y le siguen.

Y lo seguía por el camino. El ciego, una vez que descubrió a Jesús le sigue en el camino hacia Jerusalén. Antes estaba al borde, es decir fuera del camino. El relato de una ceguera material es el soporte de un mensaje teológico: Jesús es capaz de iluminar el corazón de los hombres que están ciegos. Los discípulos demuestran una y otra vez, su ceguera. Un ciego, tirado en el camino, ve. Antes de ver, espera el falso “Mesías davídico”. Después descubre al auténtico Jesús, que va hacia la entrega total en la cruz, y le sigue.

Ya en la lectura de Jeremías encontramos el mismo mensaje: Dios salva un resto de su pueblo. No salva a los poderosos, ni a los sabios, ni a los perfectos sino a los ciegos y cojos, preñadas y paridas. Es decir a los débiles. No es el ciego el que está hundido en la miseria. La verdadera miseria está en los que mandan callar al ciego. Lo repetimos todos los días. ¡Que se callen los miserables! ¡Que eliminen los mendigos de las calles! No nos dejan vivir en paz. No ver la miseria que hay a nuestro alrededor es la única manera de vivir tranquilos.

La evolución ha sido posible gracias a que la vida ha sido despiadada con el débil. El evangelio establece un cambio sustancial en esa marcha. Jesús trastoca esa escala de valores, que aún prevalece hoy. Se daba por supuesto que Dios rechazaba todo lo defectuoso. Nietzsche no pudo soportar ese cambio, porque creía que el evangelio exaltaba la mezquindad. Nunca fue capaz de descubrir el valor de un ser humano a pesar de sus limitaciones. La esencia de lo humano no está en la perfección sino en la misma persona.

La actitud de Jesús fue un escándalo para los judíos de su tiempo y sigue siéndolo para nosotros hoy. Jesús no solo se acercó a los ciegos, cojos y tullidos; también se acercó a los pecadores públicos, prostitutas, adúlteras. Lucas, después de este relato, inserta el de Zaqueo que expresa lo mismo, pero con relación a los impuros. Nosotros seguimos creyendo que los pecadores son también rechazados por Dios, pero nos preceden en el Reino.

La escala de valores que nos propone el evangelio, no solo es distinta, sino radicalmente opuesta a la que los humanos manejamos todavía hoy. Entendemos al revés el evangelio cuando pensamos: Qué grande es Jesús, que de una persona despreciable ha hecho una persona respetable. El evangelio dice lo contrario, esa persona ciega, coja, manca, sorda, pobre, andrajosa, marginada, pecadora; esa que consideramos un desecho humano, es preciosa para Dios. Y por lo tanto es preciosa para Jesús. ¡Nos queda aún mucho por andar!

Meditación

Grita desde lo hondo de tu ser una y otra vez:
¡Que pueda ver! ¡Que pueda ver!...
Y pronto te responderán:
¡Pero si puedes ver! Solo tienes que abrir los ojos.
El ojo interior está hecho para ver;
descubre la causa de tu ceguera.

EL MENDIGO QUE NO QUERÍA DINERO

 col sicre artFE ADULTA


El evangelio de este domingo cuenta el ultimo milagro realizado por Jesús durante su vida pública. Pero no es uno más; el relato depara interesantes sorpresas.

El protagonismo de Bartimeo

En contra de lo que cabría esperar, el principal protagonista no es Jesús. Este se limita a ir por el camino y, cuando oye a uno que le grita repetidamente pidiéndole que se compadezca de él, ni siquiera se acerca para saber qué quiere. Lo manda llamar. Y cuando tiene lugar el milagro, no se lo atribuye; todo es mérito del ciego.

En cambio, a Bartimeo le concede el evangelista una atención especial. Aparte de indicarnos el nombre de su padre (detalle que no se da en otros casos) se describe con detalle todo lo que hace. Ha elegido un buen sitio para pedir limosna: el camino de Jericó a Jerusalén, uno de los más transitados. Y cuando se entera de que quien pasa es “Jesús el nazareno” comienza a gritar pidiéndole que se compadezca de él. En nuestras calles y en las entradas de las iglesias nunca faltan mendigos. En general se comportan de forma educada, a veces ni hablan, les basta un gesto. ¿Qué sentiríamos si uno de ellos se pusiera a gritar repitiendo: «Ten compasión de mí»? Reaccionaríamos igual que los que acompañan a Jesús: diciéndole que se calle. Pero Bartimeo insiste, grita cada vez más. Y cuando consigue que Jesús lo llame parece que ha dejado de ser ciego. De un salto, sin miedo a tropezar, deja tirado su manto y marcha hacia él. Entonces ocurre lo más sorprendente.

Tres finales posibles

Imaginemos lo que podría haber ocurrido para comprender mejor lo que ocurrió.

Primer final: Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, Bartimeo no lo duda: una buena limosna. Jesús encarga a Judas que se la dé, este lo hace a regañadientes, y Bartimeo duda si seguir pidiendo o marcharse a su casa a descansar.

Segundo final: Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, no lo duda: «Volver a ver». Jesús, apartándolo de los presentes (como hizo en otro caso parecido) le toca los ojos y le concede lo que pide. Bartimeo recoge su manto y vuelve a su casa. Cuando su mujer y sus amigos se recuperan de la sorpresa, le dicen: «Ya no tienes excusa para no trabajar». Bartimeo se arrepiente de haber pedido el milagro.

Tercer final: Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, no lo duda: «Volver a ver». Jesús no hace nada, pero Bartimeo recupera de inmediato la vista. Olvidando su manto, su familia, sus amigos, sigue a Jesús camino de Jerusalén.

Bartimeo, los discípulos y nosotros

Cuando leemos este relato en el conjunto del evangelio de Marcos nos damos cuenta de que tiene una importancia enorme.

Este episodio cierra una larga sección del evangelio en la que Jesús ha ido formando a sus discípulos sobre los temas más diversos: los peligros que corren (ambición, escándalo, despreocupación por los pequeños), las obligaciones que tienen (corrección fraterna, perdón) y el desconcierto que experimentan ante las ideas de Jesús a propósito del matrimonio, los niños y la riqueza. Después de todas esas enseñanzas, el discípulo, y cualquiera de nosotros, puede sentirse como ciego, incapaz de ver y pensar como Jesús.

En este contexto, la actitud de Bartimeo, gritando insistentemente a Jesús que se compadezca de él, es un símbolo de la actitud que debemos tener cuando no acabamos de entender, o no somos capaces de practicar lo que Jesús enseña. Pedirle que seamos capaces de ver y de seguirle incluso en los momentos más difíciles.

Otros detalles interesantes del relato.

1. Bartimeo llama a Jesús “hijo de David”. Es la única persona que le da este título en el evangelio de Mc. Puede tener dos sentidos: a) Jesús, como “hijo de David”, es el Mesías esperado, el rey de Israel; aunque inmediatamente antes haya hablado de su muerte, de que ha venido a servir, no a ser servido, el ciego confiesa su fe en la dignidad de Jesús y en su poder de curarlo. b) Jesús, como “hijo de David”, es igual que Salomón, al que las leyendas posteriores terminaron atribuyendo poder de curaciones. En este sentido se usa con más frecuencia en el evangelio de Mateo.

2. Es curioso que se cuente que “soltó el manto” antes de acercarse a Jesús. Parece un detalle innecesario. Sin embargo, recuerda lo que se ha dicho al comienzo del evangelio a propósito de los primeros discípulos, que “dejando las redes, lo siguieron” (Mc 1,18).

3. Aunque Bartimeo piensa que Jesús puede curarlo, Jesús le dice “tu fe te ha curado”, poniendo de relieve la importancia de la fe.

4. Este es el único caso en todo el evangelio en el que una persona, después de ser curada, sigue a Jesús por el camino. Aunque el texto no lo dice, lo sigue hacia Jerusalén, hacia la muerte y la resurrección. Una vez más, Bartimeo se convierte en modelo para nosotros.

1ª lectura

El texto de Jeremías pretende consolar al pueblo de Israel, desterrado primero por los asirios y luego por los babilonios, prometiéndole que volverá del norte y de los confines de la tierra. Incluso las personas menos capacitadas para moverse (ciegos, cojos, preñadas, recién paridas), volverán a la patria. Las antiguas penas se transformarán en grandes consuelos.

La relación de la primera lectura con el evangelio es muy escasa. Este texto de Jeremías quizá se ha elegido porque habla de ciegos que vuelven a Jerusalén, igual que Bartimeo sigue a Jesús hacia Jerusalén.

 

QUEREMOS VER Domingo XXX del Tiempo Ordinario 24 de octubre Mc 10, 46-52

col lozano art

 FE ADULTA


Aunque en ocasiones no lo parezca, uno de los anhelos humanos más profundos es el de “ver”. Esto no niega -como suele ocurrir también con otras aspiraciones- que ese anhelo esté aletargado, olvidado, ignorado…, mientras vivimos entretenidos en otras cosas, en las que buscamos compensación a nuestro vacío. Pero el anhelo sigue ahí, por lo que, a poco que nos detengamos, podremos oír un suave susurro: “Quiero ver”.

Ver significa comprender en profundidad. No se trata de una comprensión intelectual o mental, sino profunda, experiencial o vivencial, que se plasma en una certeza básica: la certeza de ser, que nos permite reconocernos en nuestra verdadera identidad: somos vida experimentándose en una persona particular.

En esa comprensión radica todo, porque todo fluye de ella. Lo que nace del voluntarismo tiene un recorrido muy corto, con el riesgo añadido de romper o “quemar” a la persona. De la comprensión nace un movimiento ajustado y autosostenido, que nos permite vivir de manera sabia. Porque, en último término, de eso se trata: de vivir con sabiduría, es decir, a partir de la comprensión de lo que realmente somos.

¿Cómo podemos ver? Paradójicamente, la comprensión de la que hablamos no se halla al alcance de la mente, tal como expresara certeramente Jiddu Krishnamurti: “Solo una mente en silencio puede ver la verdad, no una mente que se esfuerza por verla”. El motivo es simple: la mente solo puede captar objetos, pero se le escapa todo lo que trasciende el nivel de las apariencias.

 ¿Qué cabe hacer? Algo sencillo en sí mismo pero que, sobre todo al principio, se nos antoja tan complicado como inútil: entrenarnos en acallar la mente. Dado que la mente pensante constituye un filtro que nos impide ir más allá de los objetos, al silenciarla, se abre ante nosotros un horizonte inédito: la riqueza del silencio. Hasta el punto de que, al experimentarlo, se nos hace evidente que eso que se percibe en él es lo realmente real. Todo lo demás es real, pero impermanente.

Tal entrenamiento comienza por distinguir en nosotros dos “lugares” diferentes: la mente pensante -con la que habitualmente nos hemos identificado”- y la consciencia-testigo capaz de observarla. La mente analiza, razona, elucubra…; el Testigo simplemente observa, atestigua, sin juicio y sin añadir pensamientos. A partir de ahí, se abre camino la sabiduría: empezamos a ver.

¿Me entreno en tomar distancia de la mente y situarme en el Testigo?

EL ESTILO DE JESÚS

FE ADULTA

comentario editorial fa7

col munarriz

 

Mc 10, 46-52

«Muchos le increpaban para que callara, pero él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”...»

Decía Ruiz de Galarreta que «el medio más poderoso para la conversión es la contemplación: quedarse mirando, disfrutar con la escena, dejarse fascinar por Jesús; por sus sentimientos, por su libertad de acción y de juicio, por su valentía, sus acciones poderosas, su falta de prejuicios»… y el fugaz paso de Jesús por Jericó camino de Jerusalén nos ofrece dos escenas preciosas que reflejan su estilo inconfundible.

La primera se produce cuando muchos ciudadanos de Jericó deciden salir a la puerta del Este a recibir a Jesús que venía acompañado de sus discípulos galileos. No es difícil imaginar a los notables del pueblo rodeando a Jesús y compitiendo por el honor de hospedar en su casa al profeta, pero cuál no sería su estupor cuando vieron que él se invitaba a la casa del jefe de los publicanos de Jericó; Zaqueo, un hombre muy rico aunque proscrito por causa de su profesión.

Como solo le conocían de referencias quedaron escandalizados. No sabían que para Jesús los importantes no son los sabios, los ricos o los poderosos, sino los necesitados —aunque en este caso la necesidad no fuese de índole económica—. Tampoco sabían que nunca le detenían los prejuicios o el qué dirán, y que, por ayudar, no tenía ningún reparo en que le viesen en compañía de personas despreciadas por la sociedad.

Pero ahí no acabó su asombro. A la salida de la comitiva de Jesús hacia Jerusalén, volvió a repetirse la escena de su llegada y mucha gente de Jericó salió a despedirles. Los importantes volvían a apretujarle a la cabeza del grupo en su afán por cruzar con él algunas palabras, pero lo que nadie podía imaginar es que en la puerta del Oeste ocurriese un suceso que no estaba programado.

Y sucedió que Bartimeo, un mendigo ciego que estaba sentado al borde del camino, oyendo que era Jesús de Nazaret el que pasaba, comenzó a gritar con toda la fuerza de sus pulmones: «¡Hijo de David! ¡Jesús! ¡Ten compasión de mí!». La gente de la comitiva le reprendía duramente porque estaba desluciendo el fasto, pero cuanto más le reprendían, más gritaba él. Apretaron el paso para soslayarle, pero Jesús se detuvo, miró a sus acompañantes y les dio una orden escueta: «Llamadle». Momentos después Bartimeo recobraba la vista y le seguía loco de alegría por el camino de Jerusalén.

Por encima de todos los personajes notables de Jericó, el primer día había sido un pecador público —un necesitado— el que había captado su interés, y ahora, un empecatado ciego que a nadie le importaba... excepto a Jesús. Ése era su estilo; el estilo que empapa todo el evangelio. Recordamos el pasaje del leproso, cuando todos se apartan y él se adelanta y le coge sin miedo al contagio ni a la impureza. O el de la pobre viuda que depositaba su monedita en el arca del Templo y era la primera a los ojos de Jesús. O el de la mujer adúltera por quien se juega la vida acusando públicamente a los santos de Israel de pecadores... Y tantos pasajes más...

Es muy difícil contemplar estas escenas sin saborearlas; sin sentir una profunda admiración por esa persona excepcional en quien creemos.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

JUSTICIA INJUSTA

RELIGIÓN DIGITAL

col faus

Todo el mundo está de acuerdo en que el asesinato de un inocente es un crimen horrible que clama justicia. Sin embargo muchos han creído equivocadamente (y algunos siguen creyendo), que esa justicia consistía en la pena de muerte para el asesino. Y durante las discusiones pasadas para abolir la pena de muerte, muchos partidarios de la abolición recibían el calificativo de “cómplices” de los grandes delincuentes.

Con toda serenidad, y apelando a lo mejor de cada uno, quisiera que nos planteemos la pregunta de si algo de eso mismo puede estar dándose hoy en el caso de la pederastia clerical, sobre todo por arte de algunos medios de comunicación y  otras instituciones parecidas. Que la pederastia clerical es algo monstruoso no se cuestiona ahora. Pero sí preguntamos si la reacción contra ese crimen ha sido todo lo justa que debía ser. Ya avisó Simone Weil hace casi un siglo de que nuestra época confunde la justicia con la venganza. Y, en bastantes casos da la impresión, por la forma como se denuncia, de que lo que se persigue es más atacar a la Iglesia, que combatir esa lacra y ayudar de veras a las víctimas a rehacerse. Doy por sentado que a la Iglesia hay que criticarla más que a ninguna otra institución. Pero hay que criticarla para que se mejore, no para acabar con ella.

Dividiré estas reflexiones en dos partes, no sin temor de que se me tache de cómplice de los pederastas.

1.- Las personas. Desde el punto de vista creyente, existe una máxima bien difícil (pero de gran talla humana) que reza así: “odiar al pecado y amar al pecador”. Desde un punto de vista más laico, algo de eso se traduce en la paradójica afirmación de que el acusado sigue teniendo una serie de derechos: a la presunción de inocencia hasta que las pruebas sean contundentes, derecho a defenderse y a tener un abogado, a la prescripción legal (que no moral) del delito, al arrepentimiento y a la valoración de todos los factores que pueden ser atenuantes (o agravantes) del delito…

-  Por poner un ejemplo de este último caso, antaño se repetía una consideración que parece hemos olvidado ya: muchos agresores de hoy habían sido agredidos ayer cuando eran niños (en campos como violencia, sexualidad o engaño) y no supieron integrar esa agresión. De eso ya no se habla hoy sino que se acusa a todos los pederastas por igual. Tampoco se nos dice si el abuso fue una práctica habitual o un caso aislado. Estos son elementos fundamentales para emitir un juicio. Y no es justo calentar los ánimos sin poner sobre la mesa esos factores y otros semejantes que puede haber. Por favor, no caigamos en actitudes típicas de los tiempos de la Inquisición, cuando lo que quería la gente era culpables (herejes o brujas) contra los que descargar su agresividad: porque, aunque por fortuna los tiempos han cambiado, la pasta humana sigue siendo la misma.

-  Por otro lado, es absolutamente comprensible que las víctimas no consigan integrar los derechos del victimario. No hay que culparlas por ello, pero sí mirar de ayudarlas. El drama monstruoso de ETA ya puso eso de relieve en algunos casos, que contribuyeron más a dificultar que a ayudar a la solución del problema. Hace poco me vi envuelto en uno de esos jaleos típicos de un señor que había abandonado sin más a su mujer, se había ido con otra, había abusado sexualmente de su hija y otras florituras de ese género. Y recuerdo que su hijo mayor (cristiano por otra parte) me decía: “no puedo perdonar a mi padre; aunque quiera no puedo”. Me pregunté cómo reaccionaría yo si me hubiera pasado eso a mí; y me pregunté también cómo me gustaría haber reaccionado en esa hipótesis. No sé si desde aquí conseguí ayudar a aquel buen hombre.

-  Finalmente hay que decir algo sobre las “indemnizaciones monetarias”. El dinero quiere ser aquí solo un gesto de impotencia, al que se recurre porque no se ve otra manera de ayudar a la víctima. Pero, por favor, no lo tomemos como un precio: ni para curar a la víctima ni para comprar su silencio. Me parece muy poco afortunada esta frase de una de esas víctimas: “mi violación solo vale 7500 euros” (aludiendo además a que en USA se había “pagado” mucho más). La palabra “vale” es de lo más desafortunado: porque parece sugerir que, si le hubieran dado más, se habría quedado tranquilo y desagraviado; con lo cual devalúa sin querer la afirmación de quienes sostienen que esos abusos dejan un trauma muy profundo en la víctima.  El autor de esa palabra sabrá seguramente que la mayoría de las prostitutas de hoy declaran que se sienten “violadas”, y varias veces seguidas, cuando realizan su “trabajo”; y encima obligadas a sonreír y mostrarse alegres en eso. Y por un precio muy inferior a los 7000 euros que, además, ni se lo quedan ellas...

Cuidado pues, no aproximemos ni de lejos del drama de la pederastia a la vergüenza de la prostitución.

2.- La institución. Esto por lo que hace a las personas concretas. Por lo que toca a la institución las cosas se complican todavía más porque es necesario, para juzgar, tener en cuenta muchos más factores. Pondré solo algunos ejemplos.

-  No me parece honesto poner grandes cifras de abusos en los titulares y luego no decir (o decirlo como de pasada en el texto) que se trata de un porcentaje del 4% del clero. Cambia mucho el juicio sobre una institución que tiene solo un 4% de degenerados (por censurable que esto siga siendo) o que está casi toda compuesta por degenerados.

-  No me parece honesto hablar solo y constantemente de los pecados de la Iglesia en este campo, sin decir una sola palabra (o solo una palabrita muy pequeña y de pasada), ni investigar cuáles son las cifras de abusos en otras profesiones e instituciones: profesores, sobre todo de natación o de gimnasia, entrenadores, abogados u otros cuidadores en casos de dificultad de la familia, tíos, hermanos mayores o padres. Ahora que llevo más de 50 años con trabajo pastoral, puedo confesar que el campo que más ha desbordado las ideas que yo pudiera tener recién ordenado, sobre los problemas con que iba encontrarme, ha sido el de padres que abusan o intentan abusar de hijas suyas. Si lo que de veras nos interesa es la ayuda a las víctimas, creo que habría que investigar más este campo para conocer las causas de esa lacra.

Y otro ejemplo: cuando las pasadas olimpíadas se nos dijo que toda la dificultad de Simone Biles venían solo de que se sentía sobreexigida. No supimos que ella y todo el equipo de gimnasia norteamericano habían sido abusadas ya desde las olimpíadas de Río en el 2016, mientras la Federación de Gimnasia de EEUU (y parte del FBI) encubría todas las denuncias. Vean si pueden la película “Gimnasta A” de Bonni Cohen y John Shenk, donde se denuncia a 54 entrenadores y un “médico depredador" que da subtítulo a la película.

-  No acabo de entender dos datos del pasado informe de la Iglesia francesa: 330.000 mil casos de abusos y unos 3000 curas abusadores. Una simple división da un porcentaje de 110 víctimas por cura. ¿No falla algo ahí? Menudos “Casanovas” debían ser esos curas.

Y quede claro que aplaudo de corazón la conducta de la iglesia francesa y pido sinceramente a la iglesia de España que haga lo mismo.

-  No me parece honesto que ningún medio haya informado de que en 1977 hubo un manifiesto de la izquierda francesa (firmado por más de 70 intelectuales, entre otros M. de Foucault, J. P. Sartre y Simone de Beauvoir) que proclamaba el derecho a la pederastia, y que ya comenté en con más detalle en otro post de este mismo portal. Eso puede tener algo que ver con el dato de que, entre los casos estudiados, casi dos terceras partes estén en la segunda mitad del siglo pasado. Quizá pues no es una excusa cómoda cuando se dice que, por suerte y gracias a Dios, hoy ha habido un cambio de mentalidad en este campo. Yo aún recuerdo de niño la frase (para casos así) de que “la ropa sucia hay que lavarla en casa”. Y conste que deseo con toda mi alma que esto que digo no sean escapatorias, sino elementos de análisis para llegar a una justicia más plena.

-  Un último elemento de esta reflexión institucional puede ser la petición de suprimir el llamado secreto de confesión. Esto sugiere algunas reflexiones.

a.- La historia de la Iglesia cuenta con algunos curas asesinados por no revelar el secreto de confesión. Uno de ellos canonizado: San Juan Nepomuceno asesinado por el rey Wenceslao de Bohemia porque no quiso revelar nada de lo que se confesaba la reina Isabel, de la que su marido sospechaba lo peor. Cuidado pues no sea que, en vez de obtener más información, metamos en las cárceles de Francia algunos curas: porque eso haría daño a la lucha contra la pederastia.

b.- Caso de que se suprimiera ese secreto, lo único que parece se seguiría es que muchos abusadores dejaran de ir a confesarse, cosa que dudo hagan ahora, al menos en el caso de abusadores habituales: porque un requisito para la absolución es el propósito de enmienda.

c.- Me consta de algún caso en que el abusador, descontento de sí mismo, ha buscado la ayuda de un psiquiatra. ¿Quedará disuelto también el “secreto profesional” para ese psiquiatra? Dudo que muchos lo aceptasen.

d.- En la moral que yo estudié se nos decía que, en caso de algún escándalo público, hay que decir al que viene a confesarlo que o se entrega él a la policía o se le niega la absolución. Y la moral que yo estudié no era demasiado progresista.

Cuidado pues: no vayamos a dar la sensación de que más que resolver el problema de la pederastia, lo que se intenta es quitarle una pieza a la Iglesia. He dicho varias veces que a una buena causa se le hace más daño defendiéndola mal desde dentro, que atacándola desde fuera.

3.- En conclusión: Puedo haberme equivocado en algo, pero solo pretendo que este doloroso y asqueroso problema se resuelva de la mejor manera posible: reconstruyendo plenamente a las víctimas y ojalá también a los victimarios. Que no parezca que hoy las dos instituciones más enemigas del cristianismo son el yihadismo africano y algunos medios de comunicación españoles: el primero más bien por las virtudes del cristianismo y el segundo por los pecados de la iglesia. Pero la impresión es la misma.

P.D. También me parece injusta la dimisión del deán de la catedral de Toledo por el caso del baile de Tangana. Pero eso ya no cabe aquì. Quede para otro día el explicarlo.

 

Papa Francisco: somos libres en la medida que servimos a los otros, a los pobres


Vatican News

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“El apóstol Pablo, con su Carta a los Gálatas, poco a poco nos introduce en la gran novedad de la fe”. Así comienza la catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles 20 de octubre celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano.
En los primeros momentos de la Audiencia, un niño se acercó al Papa para saludarlo, y Francisco refiriéndose a esta situación afirmó sobre la libertad del niño para acercarse y no tener miedo, “como si estuviera en su casa”, y añadió: “agradezco a este niño la lección que nos ha dado a todos. Y que el Señor le ayude en su limitación, en su crecimiento porque ha dado este testimonio que le salió del corazón”.
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“Yo estoy obsesionado por el Evangelio. El Evangelio no es Religión”


José Mª Castillo, teólogo

Teología sin censura

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“Estamos hablando de un poder vertical, que se traduce en un poder opresor”
“Fueron los dirigentes del Templo, los Sacerdotes y los Sumos Sacerdotes los que mataron a Jesús. Y se puso en evidencia que Religión y Evangelio son incompatibles”
“La Iglesia perderá “poder vertical” y ganará “poder horizontal”, pasará de la “opresión” a la “seducción”, el día que la gente vea y palpe que la Iglesia no tiene palacios y catedrales, ni templos monumentales, ni cuentas corrientes en instituciones bancarias de mucho fuste….”
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Requiem por los seminarios

 


Antonio Aradillas

Religión Digital

Sí, los seminarios se cierran Réquiem por los seminarios
“De ‘dramática’ califican los más la noticia del cierre-clausura, por ahora definitiva, de los seminarios. Por tanto, algunas sugerencias acerca del tema, es posible que nos sean de provecho, a principios del curso que empieza”
“Quienes se formaron en estos centros, con vocación o sin ella, mantuvieron en los pueblos de su procedencia, índices notables de cultura y progreso en beneficio de muchos”
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“El Estado de Chile usa el terrorismo para seguir sometiendo al pueblo mapuche”

 


Enric Llopis

Rebelión

Entrevista al periodista Raúl Zibechi, coordinador del libro Las luchas del pueblo mapuche (Eds. Baladre y Zambra)
“Hoy será un día histórico del actuar racista y terrorista del Estado chileno y del gobierno del criminal Sebastián Piñera”, manifestaba el pasado 12 de octubre la Comunidad Mapuche Autónoma del territorio de Temucuicui, en respuesta al “Estado de Excepción” de 15 días decretado por el presidente, que incrementa el uso de las Fuerzas Armadas. Asimismo se demuestra, según la declaración comunitaria “el rotundo fracaso del Estado” y “la falta de voluntad política”.
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El papa dice que es urgente ayudar a países con menos vacunas por “dignidad y no como una lamentable limosna”

 


Religión Digital

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Pide a la sanidad católica poner las necesidades de los enfermos por delante del negocio
“Es urgente ayudar a los países que menos tienen, pero hay que hacerlo con planes de futuro, no sólo motivados por las prisas de las naciones ricas por ser más seguras”
“Estamos viviendo una verdadera cultura del descarte y esto es un poco el aire que respiramos y debemos reaccionar a esta cultura del descarte”
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Pobres contra pobres

 


Juan Pablo Cárdenas S.

Le Monde diplomatique

Muy complacidos deben sentirse los promotores del consumismo y del individualismo con las confrontaciones entre los pobres que viven en Chile o llegan del extranjero. Cuando estos abandonan sus lazos de hermandad y desestiman aquellas convicciones que los llevaron a ser solidarios y enfrentar unidos la adversidad común de la injusticia, por encima de las fronteras artificiales impuestas por los estados. Cuando alguna vez la necesidad de prosperar los indujo a organizarse interna y continentalmente, abrazar los mismos ideales e identificar a sus verdaderos enemigos.
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XXXV Foro Encrucillada: “Teología política del Papa Francisco”

 


Religión Digital

23 de octubre, en el Salón de actos del Colegio Compañía de María Santiago de Compostela
El papa Francisco no es un político. Es el obispo de Roma. Sin embargo, tiene un papel de liderazgo mundial que lo asemeja, efectivamente, a la función que desempeñan los líderes políticos
La teología política no es la politización de la teología. De lo que se trata, efectivamente, es de reflexionar sobre las implicaciones políticas que tiene toda afirmación teológica
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El drama de Siria y la ceguera de occidente

 


Pablo Sapag M.

Alandar

La confusión estratégica de Occidente se llama “Orientalismo”. Es su forma torcida de entender un mundo oriental para el que no sirven las aproximaciones binarias y cuantitativas. Esa forma de ver al otro que en el fondo nace de la impotencia de no haber tenido el privilegio de asistir al nacimiento y desarrollo de las religiones monoteístas que tanto influyeron en la propia construcción y definición de Occidente y que hoy, por cierto, lo siguen moldeando.
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Jonathan Powell, mediador del fin de ETA: “El PP puso en peligro el proceso de paz”

 


Oriol Solé Altimira

eldiario

El exjefe de gabinete de Tony Blair, uno de los mediadores del final de ETA, repasa el proceso de paz tras diez años sin violencia terrorista
— La nueva Euskadi liberada del terrorismo de ETA cumple diez años: “Ha sido un soplo de aire fresco en la sociedad vasca”
La experiencia que acumula Jonathan Powell (Fulbeck, Reino Unido; 1956) en los conflictos internacionales le llevó a ser uno de los mediadores del final de ETA, del que este miércoles se cumplen diez años. En su etapa al frente del gabinete del primer ministro británico Tony Blair, Powell fue uno de los protagonistas de la paz en Irlanda del Norte y ahora dirige Inter Mediate, una organización para la negociación y la mediación de conflictos.
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China. Las mujeres sostienen la mitad del cielo: cómo China erradicó la pobreza extrema

 


Tings Chak

Alainet

El gigante asiático se basó en un enfoque multidimensional para erradicar la pobreza, en lugar de basarse en transferencias monetarias condicionadas o políticas de bienestar. Para ello, la movilización de millones de mujeres fue fundamental.
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Importante discurso del Papa Francisco al IV Encuentro de Movimientos Populares

 


Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

El Blog de Juan Cejudo

Papa Francisco28

El Papa Francisco se ha dirigido al IV Encuentro Mundial de los Movimientos Populares con un discurso precioso, soñador, reivindicativo a los poderes públicos y financieros, pero lleno de posibilidades reales de cambio, de cara a la construcción de un Mundo más justo e igualitario. Basado, como no podía ser de otro modo, en los principios del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia.
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Kichi apoya al Papa Francisco


Pablo Durio

Diario de Cádiz

kichi

El alcalde de Cádiz aplaude la petición de un salario universal y una reducción de la jornada laboral lanzada por el líder de la Iglesia Católica
Posiblemente el Papa Francisco no sea el líder de referencia para un político como José María González, aunque en su día fuera catequista; y muy difícilmente en el Vaticano sabrán quién es Kichi y qué defiende o apoya en la administración que gobierna o en el terreno político por el que deambula en las redes sociales, por muy activo que sea. Pero el alcalde de Cádiz y el obispo de Roma han unido sus caminos. Un camino que ha marcado el Papa y en el que rápidamente se ha apoyado Kichi, para de paso asestar otro revés a esa derecha a la que siempre tiene tan presente.
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Cardenal Czerny: “La ordenación de hombres casados no está descartada por la Iglesia”


Jordi Pacheco

Religión Digital

curas casados

“La idea de los ‘viri probati’ sigue sobre la mesa, pero que hay que hacer las cosas en el orden correcto” Cardenal Czerny: “La ordenación de hombres casados no está descartada por la Iglesia”
Convencido de que latinoamericana es un modelo para el resto del mundo, el prelado jesuita recuerda que si bien el papa Francisco no puso en práctica inmediatamente la petición del Sínodo de Amazonas de admitir a los llamados “viri probati” a la ordenación sacerdotal, tampoco rechazó esta posibilidad
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La humanidad sufriente desde la dignidad y la esperanza Joaquín Sánchez, Consiliario de la HOAC de Murcia


Noticias obreras

Joaquin Sanchez

De nuevo se ha retomado el Encuentro Mundial de los Movimientos Populares donde se ha reflexionado, no desde planteamientos teóricos o meramente descriptivos, sino desde los lugares de sufrimiento humano, un sufrimiento humano agravado por la pandemia, que ha reflejado las grandes desigualdades sociales y las carencias sanitarias en muchos lugares del mundo. Desigualdades y carencias que han aumentado.
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El cardenal Sarah “sigue en sus trece”

 

Rufo González

Redes Cristianas

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Comentario a la entrevista al cardenal Sarah en la que reafirma su inmovilismo
La expresión “seguir o mantenerse en sus trece” procede del Papa Luna, Benedicto XIII (1394-1423) que en el Cisma de Occidente mantuvo hasta su muerte la frase “Papa sum et XIII”. El cardenal africano Sarah, ex prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, recuerda la terquedad de Pedro de Luna y Gotor, natural de Illueca (Zaragoza). Murió en Peñíscola (Castellón) a los 96 años, siete después de ser depuesto por el concilio de Constanza y el papa Martín V.

Ni el emperador Segismundo, reunido con él en Perpiñán, logró que abdicara. Antes de morir nombró cuatro cardenales para elegir sucesor, Clemente VIII, en 1323. Éste tardó en abdicar seis años, ante el legado de Martín V. En la iglesia de la cercana villa castellonense de San Mateo, en 1429, entregó la tiara pontificia, dando fin al cisma.

El 21 de septiembre de 2021, el portal digital católico suizo (“cath.ch”) publicó una entrevista al cardenal Sarah en la que reafirma su inmovilismo. No es “intransigente”, dice, sino “exigente como Dios, porque el amor es exigente”. Ante la confusión de los cristianos, quiere “confirmarlos en la fe… para que no cambie lo que siempre han creído”. El entrevistador le asegura que “la Iglesia está en movimiento, evoluciona, cambia a lo largo de los tiempos”. Lo niega: “No, la Iglesia no cambia. Ella nació en el costado traspasado de Cristo en la cruz. Somos nosotros los que tenemos que cambiar. Si la Iglesia es santa, solo puede cambiar para volverse aún más santa”.

“¿No corre el riesgo de estancarse? El Concilio Vaticano II nos invita a discernir los signos de los tiempos”, le dice el periodista.

Sigue en sus trece: “El Vaticano II no dice que la Iglesia deba cambiar. Crece en número y santidad. Pero no cambia lo que es, es decir la extensión de Jesucristo, uno y santo. Es Jesús quien lo construye y no los hombres. Somos sus miembros”. Su intransigencia no le deja ver que el Concilio cambió el esquema preconciliar de la Iglesia, poniendo primero su ser de Pueblo de Dios y detrás sus Servidores. El Concilio dice que “el Espíritu Santo hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo” (LG 4). Esta “renovación” alude sin duda a cambios en leyes, en ritos, costumbres…, que deben variar para responder a tiempos y culturas. La constitución sobre la sagrada Liturgia ordena revisar los libros litúrgicos, el ordinario de la misa, lengua vernácula, ritos sacramentales… (SC 25, 50, 54, 62).

El periodista insiste que “la tradición es un proceso dinámico”.

Responde: “una herencia no es para enterrarla, ni para malgastarla, sino para hacerla fructificar. La tradición… evoluciona pero sin desarraigarse. Como un hombre que nace con miembros pequeños que luego crecerán y se desarrollarán..”. Da la impresión de que para él la Iglesia es un conjunto de doctrinas, leyes, ritos, ministerios… que no se pueden tocar en nada, como si sus tradiciones fueran todas voluntad de Dios.

“El Papa Francisco nos invita a no tener miedo a la libertad, ni a la novedad”, le sugiere el entrevistador.

Se evade hábilmente diciendo que “tienes que abrirte, pero permaneciendo tú mismo. Si me abro a alguien, no debo desaparecer. Debo conservar lo que soy. Cristiano, sigo siendo cristiano. Abrirse no es solo buscar un consenso, sino querer intentar hacer crecer al otro, caminar juntos hacia la búsqueda de la verdad”. Aprovecha para dar una tarascada al Sínodo alemán: “Si miramos lo que está sucediendo en el camino sinodal alemán, no sé adónde nos llevará. ¿Hacia una reinvención total de la Iglesia? Tomaremos lo que todos digan para establecer un consenso. Pero la verdad de la Iglesia está por delante de nosotros. No podemos hacerlo nosotros”. Ni la más mínima distinción entre sustancial y accesorio.

Sigue estando en contra de las reformas litúrgicas.

“La inculturación no es poner un barniz africano o asiático en un rito. La inculturación es dejar que Dios penetre en mi naturaleza humana y mi cultura. Es como la encarnación; cuando Jesús toma nuestra forma humana, no la deja intacta, la deifica. Como dice san Ireneo: `Dios se hizo hombre para que el hombre se convirtiera en Dios´. De lo contrario, estamos horizontalizando la religión cristiana”. Este hombre mezcla y confunde la fe con sus expresiones litúrgicas. “Estoy asombrado, dice, por otras religiones. Musulmanes, budistas, todos rezan de la misma manera. No entiendo por qué los cristianos estamos peleando por estos temas. La fe es un regalo de Dios. Gastamos demasiada energía en conflictos litúrgicos innecesarios”. El que esas religiones “sigan rezando de la misma manera” no impide cambiar nuestra liturgia. La cultura hoy exige lengua, ritos, textos oracionales, ceremonias… expresivas y comunicativas de la propia fe cristiana.

Vinculación “ontológica” entre sacerdocio y celibato de los sacerdotes sigue siendo su tesis fundamental.

Ahora calla el argumento de la “conciencia colectiva de Israel” sobre “la abstinencia sexual, en periodos en los que ejercían el culto y estaban en contacto con el misterio divino”. En la misa “toda su vida está en contacto diario con el misterio divino… La abstinencia sexual se convierte por sí misma en abstinencia ontológica” (“Desde lo más hondo de nuestros corazones”. R. Sarah con J. Ratzinger, Benedicto XVI. Ed. Palabra. Madrid 2020. P. 50-52).

Aquí usa otro argumento: “Cristo es el esposo de la Iglesia y el sacerdote como alter Christus o ipse Christus (otro Cristo o el mismo Cristo) debe estar completamente conformado a Cristo. De modo que el celibato y el sacerdocio están relacionados ontológicamente”.

Llamar a Cristo “esposo de la Iglesia” es una analogía metafórica. Se compara la relación de Jesús, como la de Dios, con la relación matrimonial. La metáfora no es una identificación total entre el significante y lo significado. A Cristo le pueden representar los sacerdotes como Esposo de la Iglesia. Pero no por ello son “otro Cristo o el mismo Cristo”, como dice exagerada e interesadamente. No hay identidad ontológica (en el ser, en su naturaleza). Sus representantes pueden ejercer sus funciones sin ser “ontológicamente” varones ni célibes. Menos mal que a los demás representantes de Jesús (pobres, misioneros, buenos samaritanos…) no les extiende la metáfora en total plenitud identificativa, hasta exigirles también el celibato.

Al señalarle el periodista que “las iglesias católicas orientales, sin embargo, tienen un clero casado”, lo despacha apelando a “razones políticas e históricas. Es todo. Estas Iglesias también reconocen la importancia del celibato ya que un sacerdote casado nunca será obispo”.

Calla la afirmación rotunda del Vaticano II: “el celibato ciertamente no es exigido por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias orientales” (PO 16). Aduce la insistencia de los últimos papas: “Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI e incluso Francisco… El Papa Francisco me agradeció personalmente mi libro…. Quizás no tengamos la misma forma de expresarnos. Pero cada uno dará cuenta de ello ante Dios”. Extraña que “se agradezca un libro” que defiende una tesis contraria a un Concilio Ecuménico. Defender que sacerdocio y celibato se vinculan ontológicamente (que sus naturalezas se implican) es un error craso, contrario a la doctrina eclesial.

“El idioma de la Iglesia, de la liturgia, es el latín”, afirma rotundamente. “Está mal haber suprimido el latín. Todos los musulmanes rezan en árabe, aunque no sea su idioma. Dividimos lo que Cristo unió. Si no hay más latín, ¿por qué hablar de la Iglesia latina? Lo mismo ocurre con la música con el mantenimiento del canto gregoriano”.

Pero ¿“Cristo unió” el latín con la Iglesia? ¿Hay que rezar sin saber lo que se dice? ¿Hay que sujetarse a los clérigos porque “son el mismo Cristo”?